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Mito de Prometeo: la creación del hombre

Prometeo era hijo de Japeto y Clímena. Prometeo fue el creador del hombre. Cuando él y
Epimeteo, su hermano, empezaron a hacer criaturas para poblar la tierra por orden de Zeus,
Epimeteo prefirió la cantidad e hizo muchas criaturas, dotándolas con muchos dones que les
había asignado para tal fin (piel, garras, alas y aletas, entre otros). Mientras su hermano hacía
esto, Prometeo trabajaba cuidadosamente una criatura a semejanza de los dioses: un humano.
Sin embargo, Prometeo tardó tanto en hacer su obra maestra que, cuando terminó, Epimeteo
había usado ya todos los dones que Zeus les diera. Prometeo con barro creó al hombre y lo dotó
vida.
Pero el hombre vivía en la tierra y sufría muchas penurias por tener solamente una fina piel que
lo protegiera (pasaba frío, se mojaba). Eran débiles y mortales así que un día cuando los dioses
que protegían el fuego sagrado no estaban o estaban despistados, cogió el fuego y se lo entregó
a los hombres para que así pudieran vivir bien. Prometeo también robó las artes de Hefesto y
Atenea, llevándose también el fuego porque sin él no servían para nada, y proporcionando de
esta forma al hombre los medios con los que ganarse la vida.
Pero nada ocurre en el cielo o en la tierra sin que el dios más poderoso de todos, Zeus, se entere.
Éste estaba furioso porque Prometeo lo había desobedecido, decidió destruir a la raza humana.
Para aplacar a Zeus, Prometeo dijo a los humanos que quemasen ofrendas a los dioses. Con este
fin sacrificó un gran toro. Cuando los dioses olieron las ofrendas, Prometeo urdió un engaño:
escondió la carne bajo una capa de huesos y tendones, cubriendo el resto de huesos con
apetitosa grasa. Dejó entonces elegir a Zeus la «carne» que comerían los dioses. Zeus eligió el
plato de huesos, y Prometeo se quedó con el plato de carne para sí mismo y los mortales. Para
castigar a Prometeo por su hibris, Zeus se llevó el fuego de la tierra.
Para vengarse de Prometeo por esta segunda ofensa, Zeus ordenó a Hefesto que hiciese una
mujer de arcilla llamada Pandora. Zeus le infundió vida y la envió a Prometeo, junto la caja que le
había regalado Hermes como dote, y que contenía todas las desgracias (plagas, dolor, pobreza,
crimen, etcétera) con las que Zeus quería castigar a la humanidad. Prometeo sospechó y no quiso
tener nada que ver con Pandora, alegando que era estúpida (al carecer de previsión), por lo que
ésta fue enviada a Epimeteo, quien se casó con ella a pesar de las advertencias de su hermano
para que no aceptase ningún regalo de los dioses. Pandora terminaría abriendo la caja, a pesar
de las indicaciones en contra de Epimeteo.
Zeus se enfureció aún más al ver cómo Prometeo se libraba de Pandora, e hizo que le llevaran al
monte Cáucaso, donde fue encadenado por Hefesto. Allí encadenado, todos los días venía un
águila que le devoraba el hígado, que, al ser Prometeo inmortal, volvía a regenerarse durante las
noches; por lo que el águila tenía para comer todos los días. Treinta años pasaron, hasta que un
día, Hércules liberó a Prometeo (aunque éste tuvo que cargar con la roca a la que fue atado).

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