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EL PERÚ
Perú lleva experimentando un crecimiento sostenido desde 2002, que se ha visto
acentuado en los últimos años, al situarse en una tasa de crecimiento de entre el 7% y el 8%
anual. Este crecimiento se debe en gran medida al incremento de las exportaciones y la
potenciación de la inversión. Lo anterior se refuerza por el logro de una considerable estabilidad
macroeconómica en los últimos años que se ha manifestado en un tipo de cambio firme, una
inflación controlada y un déficit público contenido.
Para tratar la experiencia peruana se hará inicialmente un repaso breve a la evolución histórica
de la participación privada en infraestructura en este país. Posteriormente, se analizará el
proceso de promoción gestión y supervisión de los procesos de inversión, así como las
instituciones que de un modo o de otro tienen que ver con este proceso. Finalmente, se
describirán los proyectos de mayor importancia que se han lanzado, así como las perspectivas
de futuro.
Los proyectos de PPP en Perú se iniciaron al principio de la década de los noventa, cuando se encontraba
en el poder el presidente Alberto Fujimori. Mediante la Ley 25.327 el Congreso de la República delegó
facultades legislativas al Poder Ejecutivo para que, mediante decretos legislativos, regulara, entre otros
aspectos, el crecimiento de la inversión privada.
El Decreto Legislativo 674 promulgó la Ley de Promoción Privada de las Empresas del Estado y
estableció las siguientes modalidades bajo las cuales era factible promover el crecimiento de la
inversión privada en el ámbito de las empresas que conforman la actividad empresarial del Estado:
Transferencia del total o de un parte de sus acciones y/o activos.
Aumento de su capital.
Celebración de contratos de asociación joint venture, asociación en participación, prestación
de servicios, arrendamiento, gerencia, concesión u otros similares.
Disposición o venta de activos, cuando ello se haga con motivo de su disolución y liquidación.
Los órganos a los que se encomendó promover la inversión privada eran: la Comisión de Promoción
de la Inversión Privada (COPRI) y los comités especiales. La COPRI se definió como un Directorio de
Ministros con facultades para designar comités especiales que debían constituirse con objeto de
conducir el proceso correspondiente de participación privada. A dichos comités especiales, que estaban
formados normalmente por tres personas del sector privado, se les encomendaba:
Elaborar el Plan de Promoción de la Inversión Privada.
Promover, programar, regular, dirigir, supervisar y controlar la ejecución del proceso.
Administrar el Fondo de Promoción de la Inversión Privada (FOFRI), cuyos recursos eran
destinados a financiar las actividades propias del proceso.
Dictar todas las disposiciones que resultaran pertinentes, o que fueran necesarias para la ejecución
del proceso.
El FOFRI, cuya misión era financiar las actividades de la COPRI y de sus comités especiales, se
nutría fundamentalmente del 2% del producto de la venta de acciones y de los activos de las
empresas que se enajenaban, así como de otras fuentes de financiación tales como créditos
externos y donaciones, entre otros.
Las empresas sujetas al proceso de promoción de la inversión privada estaban obligadas a cumplir las
decisiones de los comités especiales, así como a facilitarles aquella información que demandasen para el
cumplimiento de sus funciones.
El Decreto Legislativo 839 dio un nuevo impulso a la promoción de las concesiones y las
asociaciones público-privadas. Para ello, dicho decreto determinó la constitución de un organismo a
cargo de la promoción de la inversión privada en el ámbito de las obras públicas de infraestructura
y de servicios públicos, separado de la COPRI, al que denominó la Comisión de Promoción de
Concesiones Privadas (PROMCEPRI). Con una estructura muy similar a la de la COPRI, la
PROMCEPRI estaba dotada de una Dirección Ejecutiva y comités especiales.
Asumir las competencias de entregar en concesión las obras públicas de infraestructura y de servicios
públicos.
Establecer las obras públicas que eventualmente pudieran ser entregadas en concesión.
Aprobar, previamente a su ejecución, el Plan de Promoción de la Inversión Privada relativo a la
concesión de una o varias obras públicas.
Otra de las aportaciones más relevantes del Decreto Legislativo 839 fue la creación del Fondo de
Promoción de la Inversión Privada en las Obras Públicas de Infraestructura y de Servicios púbicos
(FONCEPRI), cuya dirección se asignó a la PROMCEPRI. Los recursos obtenidos por el
FONCEPRI tenían el objetivo de financiar las actividades propias del proceso de concesión. Éstos
provienen de aportaciones de la propia concesión o de otros recursos como créditos, subvenciones y
donaciones, entre otros. Una de las misiones más importantes asignadas a la PROMCEPRI era la de fijar
las bases de licitación de las concesiones.
A finales de 1996, el Decreto Supremo 059-96-PCM llevó a cabo una consolidación de toda la
normativa existente con rango de ley. Unos años más tarde la COPRI y la PROMCEPRI se
volvieron a fundir. El sistema se completa con la creación, en 1998, del Organismo Regulador del
Transporte (OSITRAN) cuya misión es procurar la competencia, velar por la calidad de servicio de la
infraestructura construida y regular las tarifas.
Organización institucional
En adelante, se lleva a cabo una descripción de los diferentes agentes que intervienen en el proceso
de lanzamiento de un proceso de concesión de infraestructura en Perú.
A través de la Dirección General de Programación Multianual del Sector Público se emiten las
directivas que regulan las fases y etapas del ciclo del proyecto, las funciones y atribuciones de los
órganos del Sistema Nacional de Inversión Pública, la programación multianual de la inversión
pública y el funcionamiento del Banco de Proyectos.
Corresponde a dicha dirección realizar el seguimiento de los proyectos de inversión pública y declarar su
viabilidad, especialmente cuando las fuentes de financiación impliquen operaciones de endeudamiento o
conlleven el aval o garantía del Estado. Asimismo, promueve la generación de capacidades en los
diferentes niveles de gobierno para la formulación y evaluación de los proyectos de inversión pública y
su programación multianual.
En este sentido, parece que los proyectos de PPP han contado con un importante apoyo del Gobierno,
que no plantea demasiadas trabas, ni al proceso de lanzamiento del proyecto, ni al compromiso de pagos
futuros por parte de la Administración Pública. Esto tiene ventajas a la hora de impulsar los proyectos,
pero puede generar inconvenientes derivados de un excesivo riesgo trasferido al sector público.
ENTIDADES CONCEDENTES
PROINVERSIÓN
El Consejo Directivo de PROINVERSIÓN está constituido por ocho ministros del Estado peruano,
quienes son los que guardan una mayor relación con procesos de privatización o de concesión. Entre
los ministros que forman parte del Consejo Directivo se encuentran el Ministro de Economía y
Finanzas y el Ministro de Transportes y Comunicaciones. La labor de PROINVERSIÓN comienza
cuando una entidad administrativa –entidad concedente, que suele ser uno de los Ministerios con
representación en el Consejo Directivo de PROINVERSIÓN– le encarga a ésta que estructure un
determinado proyecto en concesión, de modo que sea atractivo para el sector privado.
La creación de PROIVERSIÓN puede considerarse como un éxito a imitar por otros países en
vías de desarrollo que quieran promover la participación privada en infraestructura. En primer
lugar, ha servido como nexo entre el sector público y el sector privado, pues ha facilitado el
acceso a los proyectos al sector privado y, a su vez, ha contribuido a que el sector privado
comprenda mejor las necesidades del sector público. En segundo lugar, ha permitido que las
administraciones públicas, cuyo conocimiento de los requerimientos de inversión por parte del
sector privado son habitualmente escasos, cuenten con un órgano especializado para promover la
financiación privada de proyectos. En tercer lugar, ha permitido, gracias a su labor de
asesoramiento, que la participación privada llegue a todas las regiones y municipios de Perú,
incluso a aquéllos que se encuentran más alejados. Finalmente, la creación de PROINVERSIÓN
ha tenido un costo muy bajo para el sector público, ya que se financia a través de pequeñas
cuotas que cobra a los proyectos que promueve.
ENTES REGULADORES
En Perú existen un conjunto de entes reguladores cuya misión es garantizar los intereses de los
usuarios desde una doble perspectiva: evitar que el sector privado abuse de su posición monopólica y
garantizar que preste una calidad de servicio adecuada. Los entes reguladores se dividen por
sectores. Por ejemplo, OSINERG es el organismo supervisor de la inversión en energía, OSIPTEL es
el organismo regulador de la inversión privada en telecomunicaciones y OSITRAN es el organismo
supervisor de la inversión privada en infraestructura de transporte de uso público.
La creación de un ente regulador del transporte es uno de los rasgos distintivos de concesiones en
Perú en comparación con otros países del mundo con una amplia tradición en concesiones de
infraestructura, como es el caso de España, Chile o Colombia, donde esta función reguladora se
encuentra en manos de la entidad concedente.
La razón por la que los países antes mencionados no han establecido organismos reguladores
para el transporte es porque a diferencia de lo que ocurre en otros sectores como las
telecomunicaciones y la energía, la regulación de las tarifas en concesiones de infraestructura de
transporte suele venir fijada en el propio contrato, por lo que no es necesaria regulación tarifaria alguna.
En consecuencia, el papel del regulador de transporte se queda reducido meramente a la supervisión e
interpretación del contrato, que son tareas que aparentemente podría llevar a cabo perfectamente la
entidad concedente.
Por todo lo anterior, da la impresión de que resulta excesivo crear una nueva entidad reguladora
separada para las funciones que esta entidad realmente asume. No parece que haya ningún inconveniente
en que sea el propio Ministerio de Transporte y Comunicaciones el que se encargara de interpretar
y supervisar el contrato.
La legislación de concesiones en Perú establece que la concesión de obra pública incluye siempre,
además de la construcción o rehabilitación de la obra pública, su operación y el mantenimiento. El
concepto de obra pública incluye obras de infraestructura de transporte, saneamiento ambiental, energía,
salud, educación, telecomunicación y turismo, entre otros. Pueden otorgar concesiones tanto el Gobierno
Central como los gobiernos regionales y municipales, y la adjudicación se puede llevar a cabo bien
mediante licitación pública o mediante concurso de proyectos integrales.
La puesta en servicio de la obra será autorizada por el órgano concedente previa comprobación
de su conformidad a los proyectos y especificaciones técnicas aprobadas. Las concesiones no podrán
en ningún caso tener una duración superior a 60 años. La legislación peruana permite que haya
concesiones cofinanciadas, que son aquellas en las que el Estado compromete recursos públicos para
hacer atractiva la inversión al sector privado. La participación financiera del Estado puede adoptar
diversas formas: pagos complementarios a los peajes o tarifas pagados por los usuarios, establecimiento
de peajes sombra, cesiones en el uso de terrenos o equipos y compromisos de compra de lo producido,
entre otros. Todo ello se encuadra dentro del marco de competencia por la adjudicación de la
concesión, que permite obtener los mayores beneficios para los ciudadanos por el menor monto de
subsidio requerido.
Las personas jurídicas nacionales o extranjeras pueden presentar propuestas de iniciativa privada, que
permitan al concedente informarse sobre obras públicas de infraestructura susceptibles de entregarse en
concesión al sector privado. Una vez analizadas dichas sugerencias y tras la opinión favorable del comité
especial correspondiente, estos proyectos podrán ser desarrollados por PROINVERSIÓN.
Debido a la complicada orografía de Perú, que exige importantes inversiones y a la escasa demanda
de tráfico, derivada de la baja densidad de población, pocas son las concesiones de infraestructura de
transporte terrestre que resultan rentables por sí mismas. Para solucionar este problema,
PROINVERSIÓN ha buscado mecanismos de apoyo al concesionario mediante dos vías: la
aportación de recursos públicos, la concesión de garantías públicas y la cesión de riesgos al sector
público.
PROYECTOS DE CONCESIÓN
Las primeras concesiones de obras públicas que se pusieron en marcha en Perú, a finales de la
década de los noventa, fueron concesiones ferroviarias, en concreto el denominado Ferrocarril del
Centro (Callao-La Oroya) y el Ferrocarril del Sur, dedicados principalmente a tráfico de carga. A los
pocos años, se sacó a concesión la ampliación, remodelación y mejora del terminal del Aeropuerto
Jorge Chávez del área metropolitana de Lima, lo que sirvió como un precedente para futuras
concesiones aeroportuarias.
A pesar de ello, hasta ahora la concesión se ha utilizado en Perú fundamentalmente para proyectos de
carreteras. En un inicio, se otorgaron en concesión algunos proyectos de carreteras de gran
importancia para el país, entre los que destaca: la carretera Arequipa- Matarani, adjudicada mediante
una combinación de variables entre las que preponderaba el mínimo plazo; la Red Vial 1 (Piura-Aguas
Verdes), la Red Vial 5 y la Red Vial 6 adjudicadas por máxima retribución al Estado. También se
adjudicó el Nuevo Terminal Portuario Sur del Callao, que sirvió de precedente a futuras
concesiones portuarias.
Dos de los proyectos de mayor importancia sacados a concesión en Perú en los últimos años han
sido la carretera IIRSA Norte (Paita-Yurimaguas) y la carretera IIRSA Sur (también denominada
carretera Interoceánica). Estos dos proyectos gozaron de gran apoyo político, ya que suponían la conexión
de las tres zonas geográficas del país –la costa, la sierra y la selva– que tradicionalmente se han
encontrado muy aisladas. Asimismo, dichos corredores significaban un acercamiento a la frontera con Brasil,
el gran gigante económico suramericano, del que Perú ha estado aislado durante años. El Estado peruano
destinó en el período 2006-2008, en el marco de Asociaciones Público Privadas de Infraestructura,
casi USD 400 millones para el desarrollo de estos proyectos junto al Programa Vial Costa- Sierra y a
la concesión de los aeropuertos regionales.
La carretera IIRSA Norte consta de 955 km en seis tramos de diversas características, de los cuales 471
km deben ser rehabilitados. Las obras se sitúan entre los departamentos de Lambayeque, Piura,
Amazonas y San Martín. El objetivo fundamental de esta carretera es iniciar el proceso de integración de
Perú con Brasil, con el fin de crear nuevas oportunidades comerciales. La inversión estimada de este
proyecto ascendía a USD 200 millones. El bajo nivel de tráfico existente (6.500 vehículos al día) obligó a
plantear la necesidad de establecer una cofinanciación por parte del Estado. El factor de competencia en
la licitación fue el menor valor presente de pagos que debe realizar el Estado por concepto de obras,
mantenimiento y operación, necesarios para cumplir con los estándares de servicio exigidos por el contrato.
Para dicho proyecto se estableció un PAO durante 15 años de forma semestral y un PAMO durante todo
el período de concesión de forma trimestral. El peaje recaudado por el concesionario es descontado del
pago PAMO, por lo que en la práctica el concesionario no asume riesgo de tráfico alguno. El PAO
cuenta con una garantía de riesgo parcial del BID.
La Carretera Interoceánica (IIRSA Sur) ha sido uno de los proyectos más controvertidos en el país. Al
igual que ocurrió con el caso del proyecto IIRSA Norte, la Interoceánica era considerada una
carretera clave para el desarrollo del país y su conexión con Brasil. La extensión de este proyecto,
unos 2.800 km con una inversión estimada de USD 892 millones, llevó a dividirlo en cinco tramos que
fueron licitados en cuatro concesiones diferentes, aunque con bases de licitación muy similares.