Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
las presiones internas para una creciente expansión exterior, estos viajeros se sin-
tieron estimulados a investigar las oportunidades para comerciar y saquear atraídos
Pero, aunque
pueden haber sido el factor decisivo para la transformación de estas tempranas in-
cursiones para la pesca y pillaje a lo largo de la costa africana, en organizadas ex-
predicciones para el comercio.
Según los Portugueses el primer explorador europeo en llegar a Brasil fue Pedro Alvarez
Cabral
Los portugueses habían evitado, por norma, cualquier intento de colonización sig-
nificativa a lo largo de la costa: la población nativa era demasiado densa para ser
factoría (feitoria) o fortaleza comercial. Ésta está defendida por la guarnición del
castillo encabezada por un caballero y administrada por un factor {feitor) o agente
costa, eligieron en cambio un modelo que adoptaron de las ciudades comerciales ita-
lianas mediterráneas de fines de la Edad Media. Aquí la clave constitucional era la
de las flotas comerciales, que periódicamente visitaban la factoría. Éstos, sin em-
bargo, eran atacados con frecuencia por piratas extranjeros que se apoderaban de los
barcos y mercancías cuando no hacían intentos directos de romper el frágil mono-
polio portugués del comercio con los nativos. La corona portuguesa solía respon-
der con patrullas guardacostas para alejar a los barcos sin licencia, mientras que
jurídicamente solicitaba y recibía el reconocimiento de sus derechos de monopolio en
una serie de bulas papales (1437-1481) que conformaron los modelos para la asig-
nación posterior de derechos exclusivos en América, para España y Portugal.1
Brasil, «descubierto» en el curso del segundo viaje a la India, presentaba una imagen más
ambigua. Geográficamente tenía
semejanza con las islas atlánticas, pero como la costa africana estaba poblada por
salvajes que los primeros portugueses solían llamar «negros». Solamente en poste-
riores exploraciones se fue mostrando gradualmente la auténtica naturaleza de Bra-
sil. Tratado de la misma manera que la costa africana en sus primeros 30 años, se colonizó
posteriormente según el modelo de las islas atlánticas.
(palo brasil, monos, esclavos y loros), la corona optó por arrendar Brasil a un con-
sorcio de comerciantes de Lisboa encabezado por Fernando de Noronha, que era ya
importante en los mercados de África y la India.( dato curioso las mejores playas del mundo
tienen su nombre en honor a este explorador)
las especias de las Indias Orientales, mucho más lucrativas? Aunque todo el mun-
do estaba de acuerdo en que la mayor parte del territorio brasileño quedaba dentro
Tras años de negociaciones intermitentes España depuso su reclamación sobre las Islas de
las Especias, sien-
do entregadas por Magallanes a Portugal, a cambio de 350.000 ducados (Tratado de
a la corona portuguesa de ingresos, sino que hizo bajar el precio del palo brasil,
incrementando los suministros en el mercado de Amberes. Además, los embargos e
incautaciones franceses a barcos portugueses elevó los costos hasta tal punto, que
cada vez era menor el número de comerciantes que estuvieran dispuestos a arries-
en este tipo de comercio.
Durante el «período de las factorías» (1502-1534)* Las relaciones portuguesas con los
indios habían sido generalmente amistosas. Proveyeron a los indios de artefac-
tos tecnológicos que incrementan inmensamente los niveles de productividad de
migratorias de la sociedad india, tendían a disculpar esto a los portugueses, los in-
dios poseían un sentido general de la territorialidad que las plantaciones portuguesas
violaban Aún más importante era que las plantaciones y los molinos de azú-
car requerían un enorme y creciente potencial de mano de obra que los colonos no
tenían capacidad de proporcionar aunque lo hubieran deseado, lo cual no era así.
Entonces, el único recurso era la mano de obra india. Pero dado que esta clase de trabajo
que era necesario para poner en funcionamiento una plantación azucarera, se
desconocía la cultura india y (porque el horario que entrañaba era demasiado rígido) era
contraria a ésta, las dos culturas —con el contraste de sus dos visiones del mundo—
entraron en conflicto directo.
el siglo siguiente y algunas de ellas hasta el siglo xvm. Más bien, lo que el rey in-
tentaba era recuperar parte de la autoridad que tan generosamente había concedido,
tan sólo 14 años en México entre la conquista de Cortés y la llegada del primer virrey
En Perú, el período entre la conquista privada y la creación de una administración real no
sobrepasó los 12 años. Si las capitanías donatarias se contempla como
una fase de «conquista privada» en Brasil, la llegada de un gobierno real 14 años más
tarde se ajusta perfectamente al modelo general ibérico. En un sentido cultural más
extenso, puede considerarse la intervención real de ambos
el siglo siguiente y algunas de ellas hasta el siglo XVIII. Más bien, lo que el rey in-
tentaba era recuperar parte de la autoridad que tan generosamente había concedido,
Si el incremento del poder militar era una parte de la solución del problema indio, el otro
aspecto consistía en la elaboración de una política india eficaz. Por último, esto podría ser la
consecuencia, como en el imperio español, de ciertas decisiones jurídicas fundamentales
tomadas por la corona. Brasil había sido incorporada a la corona por voluntad de Manuel I,
Cada ciudad colonial se proveía de gran parte de sus alimentos lo mismo que de
trabajadores domésticos de los indios de las aldeas (aldeas) indias de los alrededores, que
habían sido pacificados y cristianizados (al menos, superficialmente), y cuya existencia
describieron cuidadosamente la mayoría de los escritores, como una de las formas
principales de riqueza de las capitanías.
Los colonos que no vivían con carácter permanente en las ciudades, se encontraban en las
haciendas azucareras, pequeñas comunidades en sí mismas, donde el señor {senhor) del
«molino» (engenho) estaba rodeado y regía sobre sus trabajadores, libres o esclavos, indios
o negros que habían sido importados de África en número creciente. Como centros
productivos de la colonia, estas haciendas eran más importantes que las ciudades y tendían
a eclipsar las. Es revelador, por ejemplo, que los clérigos pertenecientes a la capilla de una
hacienda estaban invariablemente mejor pagados que los que servían en las iglesias
de la ciudad.