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Hay muchos caminos por los cuales una sociedad agresiva puede expandir los límites de
su influencia, y existen precedentes de todos ellos en la España medieval. La reconquista
—el gran movimiento hacia el sur de los reinos cristianos de la península Ibérica para
recuperar la región ocupada por los moros— ilustró parte de las múltiples posibilidades de
las que se podrían extraer estos precedentes. Fue un proceso de asentamiento y
colonización controlados, basado en el establecimiento de ciudades, a las cuales se
concedían jurisdicciones territoriales extensivas bajo privilegio real. Conquistar, por lo
tanto, puede significar colonizar, pero también puede significar invadir, saquear y avanzar.
Conquistar en el primer sentido da primicia a la ocupación y explotación de la tierra. En el
segundo sentido, se concibe como poder y riqueza en una forma mucho menos estática,
en términos de posesión de objetos portables, como el oro, los botines y el ganado, y de
señoríos sobre vasallos más que de propiedad de la tierra. Como los límites de la
expansión interna fueron alcanzados, las fuerzas dinámicas de la sociedad ibérica
medieval comenzaron a buscar las nuevas fronteras a través de los mares, los catalanes
y aragoneses principalmente hacia Sicilia, Cerdeña, norte de África y el este del
Mediterráneo; los castellanos, al igual que los portugueses, hacia África y las islas del
Atlántico.
Este movimiento expansionista de los pueblos ibéricos en el siglo XV, fue un doble reflejo
de las específicas aspiraciones ibéricas y las más generales aspiraciones europeas a
finales de la Edad Media. En el siglo XV, Europa era una sociedad que todavía sufría las
desarticulaciones sociales y económicas causadas por los estragos de la peste negra. La
península Ibérica con su proximidad a África y su larga costa atlántica, estaba
geográficamente bien situada para tomar la delantera de un movimiento de expansión
hacia el oeste, en un tiempo en que Europa estaba siendo acosada por los turcos
islámicos en el este. Se había desarrollado una tradición marítima ibérica en el
Mediterráneo y en el Atlántico, donde los pescadores vascos y cántabros habían adquirido
una rica experiencia para la futura navegación de los mares desconocidos.
A finales del siglo XV la combinación del aparejo cuadrado de los europeos del norte con
la vela latina del Mediterráneo produjo en la carabela un impresionante barco para
navegar en el océano, la culminación de un largo período de evolución y experimentación.
Al mismo tiempo que las nuevas necesidades de los viajes atlánticos ayudaron a
perfeccionar las carabelas, así también ayudaron a mejorar las técnicas de navegación.
Una vez que los barcos navegaron por aguas desconocidas fuera de la vista de tierra, las
viejas técnicas de la estima ya no fueron adecuadas y los portugueses se volvieron a la
observación del cielo para medir distancias y determinar latitudes haciendo uso de
instrumentos largamente utilizados por los astrónomos: el astrolabio y el cuadrante. El
compás magnético, desarrollado para utilizarlo en el Mediterráneo a finales de la Edad
Media, facilitó a los navegantes su orientación y el trazado de su posición en una carta de
navegación. De nuevo, la experiencia mediterránea se utilizó de cara a las necesidades
atlánticas, ya que la región mediterránea produjo las primeras cartas de navegación; y las
habilidades cartográficas desarrolladas en la Italia medieval tardía y trasladadas a la
península Ibérica harían posible trazar un mapa del mundo en expansión.
Durante todo el siglo XV, los genoveses se establecieron en creciente número en Lisboa y
Sevilla, donde vislumbraban nuevas posibilidades para la empresa y el capital en una
época en la que esas actividades estaban siendo estrechadas en Levante por el avance
de los turcos. En el oeste esperaban desarrollar fuentes alternativas de abastecimientos
para valiosos artículos de consumo —mercaderías, sedas y sobre todo azúcar— que se
les estaban volviendo menos accesibles en el este. No es sorprendente, pues, encontrar
capital y conocimiento genoveses jugando un importante, y a veces decisivo, papel en
empresas ibéricas de ultramar en el siglo XV. Pero los genoveses no eran más que un
elemento, aunque muy significativo, en la empresa ibérica de ultramar a finales de la Edad
Media. Portugal, en especial, tenía una importante comunidad mercantil autóctona, que
ayudó a subir al trono a la casa de Avis en la revolución de 1383-1385. Bajo la enérgica
dirección de la casa real, esta combinación de motivaciones produjeron entre los
portugueses un intenso movimiento de expansión hacia Ultramar en una época en la que
Castilla no había dado más que un primer paso vacilante. La corona de Castilla había
tomado posesión nominal de las islas Canarias realizando el primer intento formal en una
expedición de conquista en 1402. Pero ante la resistencia de los habitantes guanches, la
conquista se retrasó, y durante gran parte del siglo XV los problemas internos y la
empresa incompleta de la reconquista impidió a Castilla seguir el ejemplo portugués de
una manera sistemática. A la muerte del príncipe Enrique el Navegante, en 1460, los
portugueses habían penetrado 2.500 kilómetros hacia el sur, en la costa occidental de
África, y se habían adentrado en el Atlántico, estableciéndose en Madeira, las Azores y
las islas de Cabo Verde. El rasgo más característico del modo de expansión empleado
por los portugueses fue la feitoria (factoría), la plaza comercial fortificada del tipo fundado
en Ar-guin o Sao Jorge de Mina, en la costa africana. El uso de la feitoria hizo posible
prescindir de las conquistas y los asentamientos hechos a gran escala, permitiendo a los
portugueses de los siglos XV y XVI mantener su presencia en grandes extensiones del
globo sin necesidad de profundas penetraciones en las regiones continentales. Sin
embargo, la expansión en Ultramar podía significar algo más que la creación de plazas
comerciales, como realmente sucedía con los portugueses en las islas del Atlántico y más
tarde, en Brasil. Estableciendo plantaciones azucareras, como en las Azores, siendo
necesaria su colonización.
Los castellanos, entonces, pudieron aprovechar los precedentes portugueses, tanto como
sus propias experiencias de la reconquista, cuando al final del siglo XV volvieron su
atención hacia nuevos mundos de Ultramar. Inevitablemente, mucho dependía del
carácter del jefe y de la clase de apoyo que fuera capaz de conseguir. El conquistador,
aunque sumamente individualista, nunca estaba solo. Pertenecía a un grupo bajo el
mando de un caudillo, un jefe, cuya capacidad de supervivencia se pondría a prueba, en
primera instancia, por su capacidad para movilizar hombres y recursos, y después por su
éxito en conducir a sus hombres a la victoria. La disciplina, tal como era, procedía, por un
lado, de la capacidad del jefe para imponerse a sus hombres, y por otro, del sentido
colectivo del compromiso ante una empresa común. Más allá de la unidad individual y
colectiva había otros dos participantes que colocaron un sello indeleble en toda la
empresa: la iglesia y la corona. La Iglesia proveía la sanción moral que elevaba una
expedición de pillaje a la categoría de cruzada, mientras el estado consentía los
requerimientos para legitimar la adquisición de señoríos y tierras. Era el rey, como
supremo señor natural, quien disponía el repartimiento o distribución de las tierras
conquistadas o por conquistar, y el que autorizaba los asentamientos coloniales en los
territorios conquistados. Cuando los botines de guerra se tenían que dividir, un «quinto
real» siempre tenía que apartarse. Aunque los adelantados, o gobernadores militares de
las regiones fronterizas, poseían un alto grado de autonomía, eran gobernantes para el
rey. La presencia de un estado interventor llegó a ser crítica para el desarrollo completo
de la empresa de Castilla en Ultramar. La intervención real pudo ser solicitada
activamente por unos y protestada amargamente por otros, pero en ambos casos, la
autoridad de la corona era un punto de referencia automático para quienes atraían las
exploraciones, las conquistas y la colonización de tierras nuevas.
Con cada nueva incursión de los intrusos españoles, el radio de destrucción se amplió.
Una tras otra, las áreas de penetración española perdían sus poblaciones aborígenes
ante la constante y progresiva marcha de rompimiento, desmoralización y enfermedades,
de modo que los invasores hacían esfuerzos frenéticos para repoblar la menguada mano
de obra nativa, organizando expediciones para capturar esclavos en las regiones
cercanas. Pero en todos los lugares la esperanza de reproducir la población india perdida
demostró ser ilusoria. Los esclavos importados sucumbieron tan rápidamente como la
población local a la que habían venido a reemplazar, y la devastación de una región no
iba acompañada, como los españoles habían confiado, de la restauración de otra. El
«período de las islas» del descubrimiento, conquista y colonización que comprendió los
años 1492 a 1519, culminó, por lo tanto, en un período de acelerada e intensa actividad,
estimulada en seguida por el fracaso inicial de Santo Domingo para mantener sus
inquietos inmigrantes y por las perspectivas rápidamente propagadas de saqueos,
comercio y beneficio cuando empezaron a descubrirse las tierras del continente.
Podría decirse que la América española continental se conquistó entre 1519 y 1540, en el
sentido de que esos 21 años vieron el establecimiento de la presencia española a través
de zonas extensas del continente, y una afirmación de la soberanía española, más
efectiva en unas regiones que en otras. Dos grandes arcos de conquista, moviéndose
hacia fuera de las Antillas, complementaron la subyugación del continente americano.
Uno, organizado desde Cuba entre 1516 y 1518 recorrió México entre 1519 y 1522,
destruyendo la confederación azteca, y después se irradió hacia el norte y el sur desde la
meseta central mexicana. El otro arco de la conquista, comenzando en Panamá, se movió
brevemente hacia el norte en 1523-1524, hasta llegar a Nicaragua, y entonces, después
de una pequeña pausa, tomó la ruta del Pacífico hacia el sur para llevar a cabo la
conquista del imperio Inca en 1531-1533.
La conquista de América fue, de hecho, posible gracias a una red de créditos, que
circulaban por intermedio de agentes locales y empresarios respaldados por funcionarios
reales y ricos encomenderos de las Antillas, y aún más lejos, al otro lado del Atlántico, por
Sevilla y las grandes casas bancarias de Génova y Austria. Pero los hombres que
formaban las bandas de guerreros no estaban completamente indefensos. Las
sociedades privadas entre la tropa proporcionaron un elemento de cohesión en los
agrupamientos espontáneos que formaron las bandas guerreras. Las afiliaciones
regionales, además, ayudaron a proporcionar cohesión aunque también, en ocasiones,
podían ser unos focos de marcadas divisiones. Los jefes necesitaban esta clase de apoyo
si tenían que conducir sus expediciones al triunfo. Cualquier jefe de una expedición sabía
que los indios no eran sus únicos adversarios, ni necesariamente los más temibles. Los
enemigos estaban también en la retaguardia, desde los ministros reales que estaban
decididos a impedir la formación de feudos o reinos independientes en las regiones
todavía sin conquistar, a los rivales locales que tenían interés en frustrar su triunfo. El
mando, por lo tanto, exigía conocimientos profundos tanto militares como políticos si una
expedición tenía que evitar la desintegración desde el interior y la derrota desde el
exterior. Pero la presencia de indios hostiles, generalmente en número aplastante, obligó
a establecer una clase de compañerismo, incluso entre los que no eran compañeros.
La conquista de América fue una conquista realizada tanto por microbios como por
hombres, algunas veces adelantándose a los principales contingentes españoles, y otras
siguiendo su estela. Especialmente en regiones densamente pobladas como México
central, la parte que representaron las epidemias en minar la capacidad, y la voluntad
para resistir, tuvo un papel importante para explicar la rapidez y la perfección del éxito
español. A pesar de esto, el derrumbamiento del imperio mexica, de unos 25 millones de
habitantes, por el asalto de unos cientos de españoles no puede explicarse
exclusivamente en términos de intervenciones de agentes externos, por muy destructores
que fueran. Se debió también a las fallas geológicas de la estructura del propio imperio y,
en especial, a la naturaleza represiva de la dominación mexica sobre los pueblos de
México central. Pizarro, como Cortés, pudo explotar la debilidad interna y las discordias,
que parecían estar en su peor fase en el momento de su llegada. El imperio con el que se
encontró estaba organizado más tirante que el de los mexica, pero la propia tirantez de su
organización servía para multiplicar sus tensiones internas. Este rígido sistema de control
uniforme, mantenido por una casta de gobernantes incas, sólo podría funcionar con
eficacia mientras que la propia casta mantuviese su cohesión y unidad interna. Pero la
muerte de Huayna Cápac en 1527 condujo a una lucha por la sucesión entre sus hijos
Huáscar y Atahualpa. Este último estaba en el camino de la victoria, pero aún no la había
consolidado cuando Pizarro llegó. Precisamente debido a que habían formado sociedades
organizadas centralmente con una fuerte dependencia de la autoridad de un solo jefe, los
imperios de Moctezuma y de Atahualpa cayeron con relativa facilidad en manos
españolas. Semejantes áreas de territorios tan extensos nunca podían haber sido
conquistadas tan rápidamente, si no hubieran estado dominadas anteriormente por un
poder central con una maquinaria esmerada destinada a mantener el control de sus
regiones remotas. La misma ausencia en otras partes del continente americano de las
condiciones que predominaban en las civilizaciones de los Andes y México central,
supone un importante paso para explicar las dificultades que encontró el movimiento de la
conquista en otras regiones del continente.
La consolidación de la conquista
A mediados del siglo XVI, el movimiento para la conquista espiritual de América había
empezado a decaer, como resultado de las profundas divisiones sobre la estrategia a
seguir y el desaliento ante los fracasos. La evangelización de América fue dirigida en sus
primeras etapas por miembros de las órdenes regulares, distintos del clero secular. Las
primeras etapas de la misión americana con el bautismo masivo de cientos de miles de
indios, parecía prometer el triunfo de este movimiento de retorno al primitivo cristianismo
que tan repetidamente había sido frustrado en Europa. Muy pronto, sin embargo, las
dudas que algunos misioneros habían mantenido siempre, empezaron a salir a la
superficie. Pero aunque el número de conversiones fue espectacular, su calidad dejaba
mucho que desear. Había indicaciones alarmantes de que los indios que habían adoptado
la nueva fe con aparente entusiasmo, aún veneraban a sus viejos ídolos en secreto. Los
misioneros también lucharon contra muros de resistencia en aquellos puntos en los que
sus intentos por inculcar las enseñanzas morales del cristianismo chocaban con modelos
de comportamiento largamente establecidos. Para algunos misioneros, especialmente los
de la primera generación, estos contratiempos servían como incentivo para indagar con
mayor profundidad en las costumbres y creencias de sus encomendados. Cuando el
primer movimiento había sido para borrar todos los vestigios de una civilización pagana,
luego empezó un intento de examinarla, registrarla e investigarla.
La presencia de esta población desamparada sólo pudo añadirse a las fuerzas que ya
conducían a la desintegración de la llamada «república de los indios». La proximidad de
las ciudades fundadas por los conquistadores; la mano de obra que pedían los
encomenderos y el tributo que exigía la corona; la usurpación por parte de los españoles
de las tierras indias; la infiltración de los blancos y los mestizos; todos estos elementos
ayudaron a destruir la comunidad india y lo que quedaba de su organización social
anterior a la conquista. Al mismo tiempo que estaba sometida a las poderosas presiones
desde fuera, la «república de los indios» también estaba sucumbiendo ante una catástrofe
demográfica. La epidemia de viruela durante el curso de la conquista fue tan sólo la
primera de una sucesión de epidemias europeas que devastaron la población indígena del
continente americano en las décadas siguientes. Al mismo tiempo que estaba sometida a
las poderosas presiones desde fuera, la «república de los indios» también estaba
sucumbiendo ante una catástrofe demográfica. La epidemia de viruela durante el curso de
la conquista fue tan sólo la primera de una sucesión de epidemias europeas que
devastaron la población indígena del continente americano en las décadas siguientes.
América aislada durante milenios era para principios del siglo XVI una compleja
interacción de factores internos que dieron lugar a muy variadas sociedades: Estados muy
estructurados, Jefaturas más o menos estables y la existencia de tribus nómadas y
seminómadas.
Todo este mundo autosuficiente experimentó un cambio radical con la llegada del hombre
europeo, perpetrándose el choque con un mundo completamente diferente.
Ante la invasión española hubo reacciones diferentes:
Ofrecimiento de alianzas
Resistencia pasiva
Hostilidad constante
Desestructuración.
El trauma de la conquista no sólo afecto psicológicamente al mundo indígena, sino que
también afecto en ámbitos demográfico, económico, social e ideológico. Pues tras el
primer contacto de los indígenas con los europeos las poblaciones amerindias sufrieron
en todas partes un gran hundimiento demográfico. En México de 25 millones en 1519 a
1,9 millones en 1580; en Los Andes de 10 millones en 1530 a 1,5 millones en 1590. Las
enfermedades fueron el causante de esta enorme mortalidad indígena. Las enfermedades
traídas por los españoles a América fue el causante de un sinfín de muertes indígenas,
los cuales estuvieron aislados de la ecúmene de esa época, por lo tanto no desarrollaron
anticuerpos capaces de defenderlos frente a estas nuevas enfermedades como la viruela,
el sarampión, la gripe, entre otros. La conquista cruel y opresora de los españoles
también significó una gran alza de la mortalidad indígena, pues pese a que la gran
mortalidad indígena se debió principalmente a la llegada de estas nuevas enfermedades,
no hay que negar que la conquista española en si hizo su parte para el aumento de la
mortalidad y la disminución de la esperanza de vida de los indígenas. Y como
consecuencia de ello, el derrumbamiento de la población desorganizo por completo las
estructuras tradicionales de las sociedades nativas.(Ejemplo los Mitmaq como islas en
territorios aislados, controlados antes de la invasión controlados por el Inca quedaron
luego sin esa supervisión.) Antes de la formación del Estado Inca, estos suelos estaban
poblados por diversos grupos de diferentes tamaños, cabe mencionar que los incas de la
región del Cuzco representaban, al principio un grupo étnico con poca importancia, el cual
alcanzo su importancia debido a su posición en la historia. Generalmente hablando la
unidad básica de los diversos grupos étnicos eran los ayllu. Estas unidades básicas
estaban agrupadas colectivamente en mitades y luego formaban unidades más amplias
hasta abarcar todo el grupo étnico. El Estado Inca era la cima de esta estructura de
unidades interconectadas. Se impuso un aparato político y militar a todos estos grupos
étnicos, mientras seguían confiando en la jerarquía de los señores o curacas. Dentro del
ayllu en el sentido estricto del término, los pastos eran sostenidos por la comunidad y la
tierra cultivable repartida a las unidades familiares domésticas en proporción a su tamaño;
así, en teoría, este reparto tenía lugar periódicamente. De acuerdo con la idea del auto
subsistencia, que era un rasgo de la sociedad andina, una unidad familiar podía reclamar
un trozo de tierra en cada uno de los diferentes sectores ecológicos, y reunir productos
complementarios de diferentes altitudes (maíz, papas, quínoas, pienso para las llamas,
etc.). Los nuevos fenómenos transformaron el mundo precolombino, pues los elementos
más nuevos e importantes observados en este proceso de desestructuración son los
nuevos sistemas de tributos, la introducción de la moneda y la economía de mercado.
Desde el principio del periodo colonial hasta mediados del siglo XVI, tanto en México
como en Perú el nivel de los tributos proporcionados por los encomenderos no estaba
regulado por ninguna norma oficial, pues la primera disposición de tasas fue redactada en
la década de 1550; además incluía servicios de trabajos consistentes en numerosos y
dispares pagamentos: maíz, trigo, patatas, ovejas, cerdos, aves, peces, frutas, coca, sal,
ropa y diferentes artículos manufacturados. A menudo cuando no tenían algunos de estos
productos, los indios habían de obtenerlos mediante el intercambio, lo que les obligaba a
recorrer grandes distancias. También proceden de esta época los tributos en plata, pero
fue una cantidad limitada, comparada con el total de los pagos. Pronto las disposiciones
se simplificaron: los artículos de importancia secundaria desaparecieron, mientras que se
incrementó la plata, convirtiéndose en la forma dominante de tributo desde la década de
1570. El tributo español en comparación con el tributo precolombino, el tributo español
estaba impuestos por la voluntad de los encomenderos arbitrariamente y sin restricciones,
por lo que abundaban con mucha frecuencia los abusos y cobros de tributos excesivos e
injustos por parte de los encomenderos hacia los indígenas. Hubo un cambio cualitativo,
pues el sistema de la ideología de los incas estaba en ruinas. En resumen, los españoles
heredaron el papel centralizador del Inca y fracasaron al asegurar la distribución de la
riqueza en beneficio de todos. Mientras que el sistema de pagos del sistema inca fue
equilibrado y circular, mientras que en el tributo español fue desequilibrado y unilateral.
Con el desarrollo del tributo en plata desde 1550 los indios se vieron en la necesidad
desempeñarse en nuevas actividades con el fin de lograr reunir el precioso metal. Las
minas de México, especialmente las de Zacatecas desde 1545, sufrieron una invasión de
trabajadores libres. Las minas de Potosí llegaron a ser el principal centro de atracción en
los Andes centrales y meridionales. Otros indios fueron a trabajar con comerciantes
españoles para transportar sus mercancías o iban a las ciudades para trabajar como
mano de obra en la construcción de edificios. Por lo tanto se puede establecer que se
desarrolla una economía de mercado mermando así la economía tradicional. Entonces los
curacas se quejaron de que muchos de sus súbditos trabajaban muy lejos del campo y no
volvían. Se desarrolla un proceso de migración que los recaudadores de tributos
comenzaron a lamentar, en Perú las guerras civiles entre Pizarro y Almagro hasta 1548
ayudaron a desarraigar la población, pues muchos indios terminaron egresando las
masas de vagabundos o permanecieron como yanaconas al servicio de los españoles.
Con el tiempo se originó una fundamental diferencia entre las jefaturas de los Andes y de
México, los primeros gozaban de un cierto elemento de continuidad, mientras que los
últimos se vieron afectados radicalmente por la hispanización de las estructuras política y
administrativa. Desde mediados del siglo xvi los españoles implantaron en México los
cabildos, formados por gobernadores, alcaldes y regidores elegidos por uno o varios
años. La función de estos cabildos consistía en el control de la recaudación del tributo, la
administración de la economía de la comunidad y de la justicia en casos menores. La
historia de México se caracterizaba por una rápida diferenciación entre los cargos de
gobernador y tlatoani: personas diferentes ocupaban ambos cargos, de modo que los
recién llegados, que a menudo sólo eran descendientes de macehualtin, se incorporaban
a los cabildos y aportaban sangre nueva a los grupos gobernantes. Pero en el virreinato
de Perú, los curacas generalmente continuaban uniendo su cargo al de gobernador, de
modo que la renovación de las clases gobernantes fue menos importante. La religión
oficial desapareció rápidamente tanto en México como en Perú. El culto local se mantuvo
levemente, pero los indios tuvieron que dejar sus fiestas más importantes y las prácticas
que desaprobaban los españoles, sobre todo los sacrificios humanos. Se destruyeron los
templos, se quemaron códices y khipus, los sacerdotes nativos fueron perseguidos. Entre
la nobleza nativa la educación de los niños en la religión cristiana ocasiona un choque
generacional. Uno de los síntomas más dramáticos de la ruptura de la cultura nativa y de
la angustia que causaba, fue el alcoholismo: un fenómeno advertido por todos los
cronistas. En la sociedad precolombina normas estrictas regulaban el uso del pulque (en
México) y la chicha (en los Andes): sólo podían ser consumidos colectivamente durante
las ceremonias religiosas en honor de los dioses, la bebida los ponía en comunicación
con lo sagrado y los nobles que en otro tiempo habían dado un buen ejemplo, ahora
inducían a los demás indios a la embriaguez. Por consiguiente, 40 años después de la
conquista, la sociedad nativa había sufrido un proceso de desestructuración a todos los
niveles: demográfico, económico, social y espiritual. Los cuales se mantuvieron muy
débilmente.
Tradición y aculturación.
Las tradiciones nativas se enfrentaron a nuevas prácticas que introdujeron los españoles.
Tanto en México como en Perú el consumo de alimentos se mantuvo igual. Los productos
europeos no sustituyeron a los nativos. Los Señores pronto aprendieron a hablar y a
escribir español mientras que los plebeyos mantenían la tradición. El objetivo español era
hispanizar una clase dirigente que los obedeciera. Algunos miembros de la nobleza nativa
adoptaron las vestimentas españolas para diferenciarse del resto. En el ámbito religioso
los indios manifestaron cierto rechazo a la religión colonial siendo fieles a sus tradiciones.
No obstante en México durante la primera década de la época colonial (hasta 1570), los
indios parecían mostrar un verdadero entusiasmo por el cristianismo, este no fue el caso
de Perú. Pero en ambos casos, los indios se aferraban tenazmente a sus propias
creencias y ritos. Mientras que los españoles consideraban a los dioses locales como
manifestaciones del diablo, los indios interpretaban el cristianismo como una forma de
idolatría. Sin embargo, en vez de fundirse ambas en una síntesis, las dos religiones
permanecieron yuxtapuestas. Visión de Poma del mundo Incaico y Español (Páginas 192
y 193 como ejemplo de encajar las nuevas costumbres y creencias con las tradicionales
precolombinas) Pero a pesar de estas supervivencias y continuidades, los indios
pensaban que no podían escapar al cataclismo causado por la dominación colonial.
Resistencia y revuelta
Los españoles lograron establecer sus dos principales centros de colonización, en México
y en Perú. No obstante en las fronteras de estos estados muy pronto surgiría un férrea
resistencia que en algunos casos duró hasta los primeros años del siglo XX. Pues en esas
regiones como en el norte de México, al sur y sureste de Charcas, o en Chile no existían
pueblos acostumbrados a un gobierno centralizado y a producir un excedente económico
sino que habían indios nómadas que no producían ningún excedente económico y que
debido a su movilidad eludían los controles, por lo tanto la colonización en esos territorios
fracasó.
Uno de estos pueblos fueron los Chirimangos que ofrecieron una férrea resistencia a los
españoles, aliándose inclusive con los Incas, que antes eran sus enemigos.
Manco Inca comenzó colaborando con los españoles pero pronto se decepcionó cuando
vislumbró que “no eran hijos de Viracocha sino del demonio”. Desde las montañas de
Vilcabamba – en cuya cima estaba Machu Pichu, lugar sagrado de los sacerdotes nativos-
resistió y restauró el estado “neoinca”.
La expansión de Taqui Ongo.: Los predicadores anunciaban el fin del dominio español,
los dioses nativos volverían para enfrentar al Dios cristiano para restaurar el imperio.
Desde la conquista los huacas por mucho tiempo no habían recibido los sacrificios
rituales, y, en su lugar, andaban errantes, abandonados. Para vengarse enviaron
enfermedades y muerte a todos los indios que habían aceptado el Evangelio; además
vagarían cabeza abajo o se convertirían en llamas o vicuñas. Sólo los indios fieles al culto
de los huacas serían admitidos en el imperio prometido. Las insurrecciones terminaron
cuando Tupac Amarú, descendiente de Manco Inca, fue decapitado ante una multitud
aterrada para quienes la segunda muerte del Inca significó el fin del mundo.
En el extremo sur de Chile, los indios araucanos lograron dar una férrea resistencia,
debido a que estos araucanos estaban situados al sur del rio Bío-Bío, que a diferencia de
las tribus que estaban al norte de tal río, estas no estaban influenciadas bajo la
hegemonía inca, no estaban acostumbrados a producir un excedente económico para
pagar tributos, sólo conocían técnicas de cultivo bastante rudimentarias y además eran
nómades y semi-nómades con un sistema político que no iba más allá de los lazos de
parentescos, todo esto explica porque los incas y los españoles sólo mantuvieron (en sus
periodos) el control en el norte del río Biobío pero fracasaron en su intento de gobernar la
parte sur de este. Pese a que los araucanos eran bastante primitivos, se especializaron
en progresar en el arte de la guerra, al perfeccionar sus armas, al protegerse y al
aprender a montar a caballo. En este contexto podemos comprender por qué la expansión
europea fracasó en Chile pues hubo especialmente un notable retroceso en 1598 cuando
una rebelión general obligó a los españoles a evacuar todo el territorio al sur del río Bío-
Bío.
En la zona fronteriza de los chichimecas la expansión española se encontró con una
resistencia tan fuerte como la de los chiriguanos o los araucanos. Si esta área había
tenido alguna extensión bajo control español a fines del siglo XVI, más al norte la guerra
aún continuó contra los pueblos y los apaches. La resistencia chichimeca fue vencida por
una nueva y original política basada en la idea de la aculturación: a finales del siglo los
virreyes Villamanrique, y luego, Velasco, introdujeron nuevos métodos destinados a
obligar a los indios a que renunciaran a su existencia nómada.
La conquista del puerto marroquí de Ceuta en 1415, debe considerarse con atención.
Visión complementaria de un sugestivo imperio del Norte de África. La población bereber
era resistente, creencias islámicas, la población portuguesa era pequeña, recursos
militares escasos. Empuje portugués se desvía al oeste, bajando la costa de África.
Estas navegaciones les llevaban a entrar en contacto con las islas del atlántico, cerca de
Madeira, e islas canarias primero, azores y cabo verde después. Fue la experiencia
portuguesa aquí la que creó el modelo empleado después en la colonización de Brasil.
Hacia 1500 habían elaborado dos modelos básicos para el imperio del atlántico sur:
primero, las islas deshabitadas se cedían a los señores como donaciones reales y que
serian pobladas por inmigrantes portugueses. Segundo, a lo largo de la costa africana
optaron por el comercio sin colonización basado en el sistema de factoría empleado en el
Mediterráneo a finales de la Edad Media.
Vasco da gama, tras su retorno en 1499, concedió siguiente expedición a Pedro Alvares
Cabral en 1500. Llego a avistar la costa brasileña, cerca del actual porto seguro, 22 de
abril de 1500. Breve encuentro entre dos civilizaciones, una que había emprendido un
imperialismo agresivo, otra situada culturalmente en la edad de piedra.
Segunda flota parte en 1501, bajo del mando de Gonzalo Coelho, trajo a Lisboa las
primeras muestras de palobrasil, fue la única razón convincente para su futura
explotación. Este segundo viaje solo sirvió para establecer la ruta marítima entre Portugal
y Brasil para el resto del periodo colonial.
Decidieron tratar a los brasileños como a los de la costa africana, explotándolos por el
sistema de factorías comerciales.
Para el desarrollo de los pocos productos comercias que se podían encontrar (palobrasil,
monos, esclavos, loros), la corona opto por arrendar a brasil a un consorcio de
comerciantes de Lisboa. Acordaban la construcción de una factoria.
Ese contrato expiro en 1505, la corona asume directamente el control comercial. Duraría
hasta 1534, cuando de nuevo son arrendadas, no como en un principio a mercaderes
para comerciar, sino mas bien a los señores de la tierra con el propósito de colonizar.
Durante los años de intervención real, la corona continuo ajustándose al modelo que
había funcionado en África, manteniendo factorías en un número de puntos estratégicos a
lo largo de la costa: Pernambuco, bahía, porto seguro, cabo frio.
Los franceses consideraban a sus barcos y comerciantes libres para traficar en cualquier
zona de Brasil que no estuviera ocupada lo que significaba, de hecho, prácticamente toda
la costa.
Por el año 1530 Juan III y sus consejeros llegaron a la conclusión de que debía ser
implantada alguna clase de colonia permanente en Brasil. Propósito de la expedición de
Martim Afonso de Sousa (1530-1533) llevo cinco barcos con 400 colonos con dos
objetivos discernibles: patrullar la costa, establecer una colonia real (sao Vicente) a
través de concesiones revocables a los colonos. Establecieron asentamientos para evitar
que la población india tuviera un comercio directo con los franceses. Al mismo tiempo,
daban respuestas a la amenaza jurídica francesa, ahora Portugal podía reclamar la
posesión efectiva de Brasil. Hizo necesario trasladar los costos de una colonización tan
extensa a inversores privados
La colonización, sin embargo, creo una situación diferente. Los derechos de los indios
sobre sus tierras fueron infringidos. Las plantaciones y molinos de azúcar requerían un
enorme potencial de mano de obra que los colonos no tenían, el único recurso era la
mano de obra india. Las dos culturas entraron en conflicto directo. Los colonos
portugueses decidieron esclavizar a los indios para que trabajaran en el creciente número
de plantaciones y molinos.
Los indios estaban siempre en desventaja en su lucha contra los portugueses. La mayor
fuerza de los indios residía en su número (antes de las enfermedades).
La incapacidad de los indios para superar las rivalidades intertribales hizo posible que los
portugueses los dividieran y dominaran fácilmente; hacer una alianza con una tribu en
contra de una segunda y deponer a los antiguos aliados más tarde era una táctica que
empleaban normalmente.
Para buscar la solución a estos problemas, Juan III eligió a 3 funcionarios: un gobernador
para defender y reforzar a los capitanes; un provedor-mor de la tesorería para vigilar la
recaudación de las rentas; un capitán mayor de la costa para dejar sentada la política del
litoral.
POLITICA INDIA
El rey eligió a los jesuitas como sus agentes para convertir y pacificar a los indios. Su
objetivo fue la conversión, pacificación y aculturación: la respuesta de los indios, después
de la curiosidad y aceptación inicial, fue la evasión, hostilidad y reincidencia.
Los colonos nunca apoyaron del todo las aldeias jesuitas, que quitaban tantos indios a la
fuente potencial de esclavos, pronto encontraron un aliado en la persona del primer
obispo de Brasil (Sardinha). A la decisión de la corona de crear un gobernador real le
siguió un poco después (1551) la creación de una diócesis para Brasil.
El conflicto entre el obispo y los jesuitas les dio la oportunidad de continuar esclavizados e
hizo prácticamente imposible que el segundo gobernador, Da Costa (1553-1557) ejerciera
su autoridad durante su mandato.
El mandato de da Costa termino en 1557, y con el nuevo gobernador, Mem de Sá (1557-
1572), la consolidación real portuguesa entro en una nueva fase. Primer periodo del
mandato, época dorada de las aldeias, aumento de las mismas.
SOCIEDAD Y ECONOMIA
Después de 1580 ninguno de los dos problemas (indios, franceses) se produjeron con la
fuerza suficiente como para poner en tela de juicio la existencia de un Brasil portugués.
En 1578 Gilbert obtuvo las cartas patentes en las que la reina Isabel expresaba su
voluntad de permitirle descubrir y habitar las tierras y ejercer jurisdicción en ellas.
Zarpo con 5 barcos y 260 hombres, pero no sobrevivió al viaje, se hundió. Raleigh ocupo
su puesto y se apresuro en gestionar una nueva cedula de la reina autorizándolo a fundar
una colonia. Pero su acción más importante, y que influyo en la aventura americana, tuvo
lugar en Irlanda. Los ingleses habían estado tratando de someter Irlanda y reducirla a la
“civilización” desde mediados del siglo XII, con escaso éxito. En una revuelta que se da en
ese lugar, Raleigh había reclutado cien infantes de la City de Londres para intervenir en
una despiadada represión. Fue recompensado con tierras confiscadas a los pobladores
que pronto se empeño en “colonizar”. Aplico las ganancias de sus fincas irlandesas para
financiar su expedición transatlántica.
Se convence de que el territorio avistado desde Roanoke era adecuado para establecer
una colonia y emprendió de inmediato una campaña publicitaria a traer inversores. En
1585 la reina nombro a Raleigh caballero y lo autorizo a llamar Virginia al territorio que se
proponía colonizar
Nueva expedición en 1587, con 150 colonos y 3 naves, al mando del capitán John White,
a quien se le confirió el titulo de gobernador. Disputas con el capitán Simón Fernández
que se quería entregar a la piratería. Problemas con los indios. White y Fernández
regresaban a Inglaterra a pedir una flota de refuerzo. El país envuelto en su primer
conflicto global, no se lo concede. A White le resulto imposible llegar a Virginia con su
auxilio hasta 1590. Cuando desembarco la colonia había desaparecido, no encontró
señales de nadie.
Francis Bacon escribe un ensayo donde intenta sintetizar las lecciones de la trágica
experiencia de la colonia perdida. Señalo que cualquier cálculo basado en la posibilidad
de obtener ganancias rápidas sería fatal, que se necesitaba personal experto en todo tipo
de oficio con una fuerte motivación por involucrarse en una empresa a largo plazo.
El historiador Rowse, señala que el fracaso de Roanoke puede haber sido una bendición.
De haber arraigado, sin dudas los españoles habrían tomado conciencia de esta intrusión
inglesa. En ese periodo todavía mantenían una posición naval y militar suficientemente
fuerte para frustrar cualquier intento de los ingleses por aventurarse en el continente.
Cuando Bacon, enumero las causas por las que fracaso Roanoke, omitió un elemento
importante. No tenia tintes religiosos. Los clérigos no parecen haber figurado en absoluto
en los planes de Raleigh. No hizo ningún intento por reclutar hombres píos y temerosos
de Dios.
El mito ingles. El vasto libro de Foxe, encarnaba en sus páginas el mito religioso nacional
inglés, que llego a su madurez en las décadas de la reforma: el mito según el cual los
ingleses habían reemplazado a los judíos en el papel de nación elegida y eran los
señalados para cumplir la voluntad de Dios sobre la tierra. Esta creencia en una misión
divina habría de convertirse en un factor importante de la historia norteamericana, como lo
había sido de la inglesa, porque fue transmitida al lado occidental del atlántico cuando,
con el tiempo, se establecieron allí.
Los colonos debían tener sus propios cultivos o, de lo contrario, depender continuamente
del aprovisionamiento que les llegara de Inglaterra: esa fue la gran lección de Roanoke. Y
la única forma de asegurarse de que los colonos cultivaran sistemáticamente y con éxito
para su propio sustento era enviar grupos familiares. Así surgió el principio rector de la
colonización inglesa.
Se dedico a trazar el mapa del distrito de la bahía de Chesapeake. En 1608 fue elegido
presidente del consejo, impuso disciplina militar, negocio con los nativos la provisión de
comida y redujo la tasa de mortalidad. En 1609 llego un contingente de socorro y el fue
enviado a Inglaterra. Jamestown volvió a quedar al borde del colapso. La compañía de
Virginia trato de reclutar nuevos colonos, fueron confiados a un gobernador temporal,
Thomas Gates. Naufrago en bermudas, pudo llegar a Jamestown en 1610, quedaban
algunos colonos. Cuando se propusieron abandonar llego otro contingente de socorro.
Capitaneado por el Lord De La Ware. En 1611 bajo su mandato, y después bajo el de
Gates, se estableció un sistema legal. El primer código legal norteamericano “código
Dale”.
Años significativo 1619: la compañía envió un barco que llevaba a bordo a 90 mujeres
solteras. También, la compañía anuncio que concedería a los colonos sus “derechos
como ingleses”. Por último, llego un barco holandés que vendió 20 negros. Fueron
utilizados en las plantaciones de tabaco. Explotación de mano de obra esclava, hasta el
siglo XVIII no llegaron a Norteamérica grandes contingentes de esclavos negros.
El más importante de los contingentes después del mayflower y que constituyo un nuevo
tipo de colonia fue el que llego en 1630 bajo el mando de John Winthrop
Así empezó la historia de la invasión europea de los pueblos indígenas de las Américas,
una historia de conquista, esclavitud y muerte. Pero en los libros de historia, todo empieza
con una aventura heroica y no sangría, y el día de colón es un día de celebración. El
historiador no puede evitar enfatizar unos hechos y olvidar otros. El hecho de enfatizar el
heroísmo de colon y sus sucesores como navegantes y descubridores y quitar énfasis al
genocidio no es una necesidad técnica sino una elección ideológica. No es el hecho de
que debamos acusar, juzgar y condenar a colon. Hemos aprendido a enterrar estas
atrocidades en una masa de datos paralelos.
Jamestown, Virginia, la primera colonia permanente de los ingleses en las Américas, se
estableció dentro del territorio de una confederación india liderada por el jefe Powhatan.
Este observo la colonización inglesa de sus tierras pero no ataco. 12 años después,
alarmados por el crecimiento de los poblados, intentaron eliminarlos de una vez. Hicieron
una incursión en la que masacraron. Desde entonces se declaro una guerra sin cuartel. Al
no poder esclavizar a los indios, y no pudiendo convivir con ellos los ingleses decidieron
exterminarlos.