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¿Crees que hay algo que realmente sea tuyo?

La respuesta rápida que te vendrá a la mente es que sí. Tienes tu ropa, tus libros,
tus utensilios del hogar, tu pareja, tus amigos. Quizás incluso tu propia casa.

Reflexiona un momento.

¿Qué pensarías si te dijera que nada de eso es realmente de tu propiedad? ¿Que


simplemente lo tienes prestado? ¿Que algún día lo perderás todo?

Eso es lo que pensaban los estoicos.

Me explico.

En la sociedad actual, sobre todo en occidente, damos mucha importancia a la idea


de propiedad. De alguna forma, quizás por el instinto de supervivencia, necesitamos
sentir que poseemos cosas, que son nuestras. Como si tener algo propio nos
garantizase una seguridad.

Como si todo estuviese en "su sitio".

Pero, ¿qué ocurre cuando perdemos lo que creíamos que era nuestro? ¿Lo que
dábamos por garantizado? Que sufrimos muchísimo. Perder un trabajo, un familiar,
una pareja, incluso una prenda de ropa o un objeto de valor sentimental, puede
afectarnos profundamente.
Es lo que conocemos como apego.

La Real Academia de la Lengua Española define el apego como una "afición o


inclinación hacia alguien o algo". Sin embargo, desde mi punto de vista, la RAE se
equivoca en dos cosas:

1) No es un sentimiento de afición o inclinación, sino de posesión.

2) Se olvida de la parte del sufrimiento que conlleva la pérdida de ese alguien o


ese algo. Y es precisamente de lo que voy a hablar hoy.

Los estoicos pensaban que todo lo que tenemos es un préstamo de la Fortuna,


que algún día nos lo reclamará sin previo aviso. Todo aquello que tenemos
debemos cuidarlo y valorarlo, sabiendo que es prestado.

Algún día lo perderemos todo.

La Fortuna nos lo pedirá de vuelta sin avisarnos, y debemos prepararnos para ello.
Epicteto decía que "durante el tiempo que te son dados, ocúpate de tus bienes
como si fueran de otro, como hacen los viajeros en la posada".

Seguramente hayas escuchado alguna vez la frase "nada es para siempre". Eso es
justo lo que querían decir los estoicos. Todo lo que tienes te será arrebatado algún
día. Y hacerte a la idea de esto jugará un papel clave en tu relación con ese
bien.

Hoy tienes un trabajo que mañana no tendrás: podrían despedirte o podrían cerrar
la empresa; hoy tienes una pareja que mañana no tendrás: podría fallecer o dejarte
por otra persona; hoy tienes una familia que mañana no tendrás; fallecerán o
podrían dejar de hablarte; hoy tienes una posesión que mañana no tendrás; podrían
robártela.

¿Cómo podemos hacernos a la idea de esto? Como en la mayoría de las cosas que
importan de verdad, no existen trucos rápidos ni atajos, es un trabajo
consciente diario. Desde mi experiencia, es clave prestar atención a tres cosas
para entender el desapego:

1) Escuchar con atención los mensajes que te manda la vida para ver que vas
perdiendo cosas que creías que eran tuyas: amistades, parejas, familiares,
posesiones materiales. Reflexiona detenidamente sobre esto: ¿qué tienes ahora
que no tenías hace 5 o 10 años? ¿Qué tienes ahora que crees que no tendrás
dentro de 5 o 10 años? Presta atención a esto.

2) Dejar el ego a un lado, porque lo que te ocurre no es personal. La vida no


tiene un problema personal contigo. Pero solemos reaccionar como si sí lo tuviera.
Cuando nos ocurre una desgracia, solemos pensar: "¿por qué a mí?"
Yo mismo me he hecho esta pregunta muchas veces, pero últimamente también voy
teniendo la lucidez de pensar: "¿y por qué no a ti? ¿Quién eres tú? ¿Acaso eres
especial?"

Nos creemos el centro del Universo.

Pero, lo siento. Siento decirte que no eres tan importante. Ni yo tampoco. Ni


Massimo Pigliucci. Ni Séneca. Ni Marco Aurelio.

A ellos les pasan cosas malas como nos pasan a ti y a mí.

No es personal. Es la vida.

Marco Aurelio perdió 8 hijos. Antes o después, le pasa a todo el mundo. Nadie se
librará.

3) La vida pasa, y en ese paso se lleva unas cosas y trae otras. Marco Aurelio
habla mucho de ello en sus "Meditaciones", y me gusta particularmente el pasaje
que dice: "El tiempo es como un río o un raudo torrente. Apenas una cosa salta a la
vista, es arrastrada; aparece otra a su vez, y es arrastrada con igual prontitud".

El tiempo, la vida, la muerte.

Todos estamos desnudos ante estos tres impostores.

Algunas personas vivirán más tiempo que otras, en mejores o peores condiciones.
Con más lujos, con menos lujos. Pero todos lo perderemos todo.

Por eso, cuando la vida te arrebate algo que aprecias, recuerda las siguientes
palabras de Epicteto: "No digas nunca de una cosa: "La perdí", sino: "La devolví".

Muchas gracias por estar aquí. Hasta mañana.

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