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Serie temática

LA CONQUISTA
DE MÉXICO
500 años

Don Antonio Huitziméngari y la guerra contra los


Chichimecas, 1551-1553. Un momento en la
temprana expansión hacia el Bajío

Daniel Adrián Ortiz Macarena


UMSNH

CITA ESTE ARTÍCULO:


ORTIZ MACARENA, Daniel Adrián, “Don Antonio Huitziméngari y la guerra
contra los Chichimecas, 1551-1553. Un momento en la temprana expansión hacia el
Bajío”, México, Blog APAMI, 2021. Disponible en línea:
https://apami.home.blog/2021/08/25/don-antonio-huitzimengari-y-la-guerra-
contra-los-chichimecas-1551-1553-un-momento-en-la-temprana-expansion-hacia-
el-bajio/

Archivo de la Provincia Agustiniana de Michoacán / Blog APAMI


© Blog APAMI Autorizada la reproducción y distribución sin fines de lucro de este texto íntegro y con sus créditos
Don Antonio Huitziméngari y la guerra contra los Chichimecas,
1551-1553. Un momento en la temprana expansión hacia el Bajío

Daniel Adrián Ortiz Macarena1


UMSNH

La expansión hacia el Bajío, que comenzó en la década de los cuarenta del siglo
XVI, se reflejó en la cantidad de estancias para agricultura y ganadería que otorgó
la corona en los territorios del actual estado de Guanajuato. Las propiedades fueron
concedidas a varios vecinos y encomenderos de Michoacán, así como de la Ciudad
de México-Tenochtitlan, que tenían el objetivo de beneficiar a los mineros y a los
usuarios del camino que iban de la Ciudad de México a las minas del septentrión,
pero todo el proyecto se vio amenazado por la presencia de indígenas
seminómadas e irreductibles que encontraron en este nuevo flujo de viajeros y
colonos, oportunidades para el saqueo y robo violento de bienes, ganado y otras
mercancías que difícilmente podían obtener y que se volvieron accesibles al estar
mal protegidas (Powell, 1977: 43-46).

El comienzo del conflicto


Los ataques de los pueblos chichimecas a los primeros colonos y comerciantes que
se dirigían a las minas de Zacatecas provocaron la pronta reacción de las
autoridades virreinales, quienes decidieron combatir a estos indígenas y poder
brindar mayores garantías a los diversos proyectos económicos que se estaban
desarrollando en la región, dando comienzo con estos eventos a la llamada guerra
de los Chichimecas. Este conflicto se trató de una serie de escaramuzas con
intermitentes olas de violencia entre los beligerantes que afectaron en un principio
la estabilidad del Bajío, además promovieron su poblamiento y asimilación
(Esteban, 2017: 26-32).

1 Licenciado en Historia por la Facultad de Historia de la Universidad Michoacana de San Nicolás de


Hidalgo (UMSNH), actualmente realiza la maestría en Historia Regional Continental en la misma
universidad. Sus líneas de investigación son: la historia colonial, las redes de poder, la nobleza
indígena y la Edad Media.

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A los encomenderos que estaban establecidos en la frontera y en la región de


la Gran Chichimeca se les solicitó su apoyo para estas campañas con el objetivo de
poblar y ampliar las zonas productivas hacia estos espacios mineros, así como para
organizar las expediciones punitivas y de sometimiento contra los indios
chichimecas. Entre los primeros encomenderos en la región resaltan personajes
como Juan Infante, Juan Villaseñor o Hernán Pérez de Bocanegra, entre otros, que
tomaron parte activa de estos proyectos en los territorios de la Gran Chichimeca
(Esteban, 2017: 26-27; Powell, 1977: 21-24; Paredes, 1994: 60-61, 74, 76-77, 82,
116, 137-144). También actuaron tempranamente los obispados de Michoacán y de
Nueva Galicia en la organización del espacio, hecho que comenzó una disputa para
establecer los límites entre ambos obispados y poder definir el cobro de los diezmos
y la construcción de parroquias (Paredes, 1994: 68-70, 73).
Sin duda, a lo largo del conflicto, los grandes protagonistas fueron los señores
indígenas que apoyaron militarmente y canalizando mano de obra y colonos, tales
como don Antonio Huitziméngari (en el caso tarasco) o los otomíes con don Nicolás
de San Luis Montañez, don Juan Bautista, Valerio de la Cruz y don Hernando de
Tapia, todos nombrados capitanes y con privilegios especiales como portar armas
o andar a caballo. Tarascos, otomíes, tlaxcaltecas, pobladores del Valle de México
y algunos de los pueblos chichimecas ya pacificados, representaron un gran apoyo
en estos proyectos españoles, resaltando que enviaron colonos y trabajadores,
mineros, comerciantes y soldados, además de aportar bastimentos y otra clase de
recursos necesarios para sobrevivir y para el sostenimiento de las actividades
económicas (Powell, 1977: 165-171; Martínez, 2008: 273-277).
Como es posible apreciar, se vieron involucrados los diferentes elementos de la
temprana sociedad novohispana en los proyectos de exploración, conquista y
colonización del espacio entre las minas descubiertas en Zacatecas y el Valle de
México. Un espacio que desde la época prehispánica era una frontera, en donde
tanto el Tzintzuntzan Irechecua como la Excan Tlatoloyan (La Triple Alianza México-
Texcoco-Tlacopan), las entidades políticas indígenas más poderosas previo a la
conquista española, tenían definidas sus defensas contra los pueblos chichimecas
y que hasta antes del descubrimiento de las vetas de metales preciosos no tenía la

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región mucho valor para los españoles, salvo para estancias ganaderas por la
abundancia de pastos (Powell, 1977: 19-25).
Sin embargo, con el descubrimiento de las betas de plata en Zacatecas vino a
cambiar el escenario inicial y esto incentivó a las avanzadas indo-españolas que
pronto entraron en roce con los pueblos de la región. Los pueblos chichimecas ya
habían visto actuar a los españoles durante la conquista y fundación de la Nueva
Galicia, así como en la guerra del Mixtón entre 1540-1541, en ese famoso
levantamiento indígena que obligó al mismo virrey don Antonio de Mendoza a tener
que dirigir personalmente un ejército conformado por los vecinos de la Nueva
España y sus miles de aliados indígenas, entre los que destacaron los tarascos que
fueron comandados por el hijo mayor del cazonci, don Francisco Taríacuri, quien
declaró haber combatido al lado del virrey (Powell, 1977: 19-21; Paredes, 2017: 142,
166; Esteban, 2017: 26-27; Olveda, 2018: 47-58).
Pero los tarascos no sólo fueron parte importante para frenar aquel
levantamiento en Nueva Galicia, encontramos que también estuvieron implicados
en los comienzos de la larga Guerra Chichimeca (1550-1590), ya que al parecer a
finales de 1550 fue muerto un grupo de mercaderes tarascos en una emboscada
chichimeca que los atacaron para robarles sus mercancías consistentes en paños.
Así mismo, asaltaron estancias y todo transeúnte del camino tierra adentro, por lo
que las autoridades tomaron cartas en el asunto (Powell, 1977: 44).

Guerra del Mixtón, lámina 58, Lienzo de Tlaxcala (1982)

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La campaña de 1551-1553 y la participación de don Antonio Huitziméngari


Entre el 13 de octubre de 1551 y el 13 de enero de 1552, el virrey don Luis de
Velasco organizó una expedición encabezada por el encomendero de Acámbaro y
Apaseo, Hernán Pérez de Bocanegra, a quien se le ordenó ir a castigar a los
chichimecas que cometieron robos y otros daños. Como apoyo militar se nombró
por capitán a Gonzalo Hernández de Rojas, vecino de la Ciudad de México (Powell,
1977: 76; Paredes, 1994: 77).
La expedición estuvo financiada por el tesoro real y recibió recursos de
Michoacán. Ahí se les ordenó al alcalde mayor de la provincia, don Rodrigo
Maldonado, y al gobernador indio de la misma ciudad, don Antonio Huitziméngari,
reunir hasta mil indios tarascos junto con algunos indios principales, además de
equiparse y estar dispuestos para la guerra. Ambos fueron puestos bajo el mando
de Hernán Pérez de Bocanegra. Igualmente, se le ordenó al alcalde mayor que
pusiera a don Antonio como el capitán de esta tropa de tarascos, cargo que se hizo
oficial el 16 de noviembre de 1551, cuando el virrey de Velasco nombró por juez
capitán a don Antonio y se señaló que a sus tarascos no los usaran como
cargadores y se les dispensara buen trato (Powell, 1977: 76; Martínez, 2005; 320;
Paredes, 1994: 76, 82-83; Aguilar y Afanador, 2019: 153-159).
Don Antonio Huitziméngari estuvo involucrado en tres campañas y en los
proyectos en el Bajío entre 1551-1553 (y aun posteriormente a estas fechas) en
donde resaltó su participación en un evento de armas logrando la captura de más
de 300 chichimecas. De igual forma, apoyó con la protección de la villa de San
Miguel, capitaneó los escuadrones tarascos, destacó por su habilidad para cabalgar
y estuvo bajo las órdenes del capitán Gonzalo Hernández de Rojas, quien en su
testimonio que dio para la Relación de Méritos y Servicios de don Antonio
Huitziméngari, afirmó que llevó más de dos mil tarascos, así como los muchos
gastos que hacía don Antonio de su bolsillo para el sostenimiento de las tropas,
como el avituallamiento (Aguilar y Afanador, 2019: 178-182).
Philip W. Powell no menciona como tal a don Antonio en su libro de La guerra
Chichimeca (1550-1600), pero sí resaltó el papel de los capitanes otomíes. Algo que
me deja intrigado es que en la obra reconoce la enorme participación que tuvieron

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los tarascos en la región, de suma importancia para el éxito a largo plazo del control
que se pudo establecer sobre los territorios chichimecas, algo a lo que contribuyó
don Antonio Huitziméngari, por lo menos de forma directa en los primeros tres años
del comienzo de la guerra que encabezó el virrey Velasco (Powell, 1977: 166-178).
Este escenario bélico sirvió a don Antonio para adquirir experiencia militar, un
rasgo distintivo de los miembros del linaje al que pertenecía, los Uanácaze de los
Chichimecas-Uacúsecha, quienes fueron conquistadores y fundadores del señorío
tarasco. Él sería el último de los Uanácaze en dirigir a sus capitanes y tropas
tarascas. Los tarascos continuaron participando tanto como soldados, como
colonos y miembros activos en la economía del Bajío y los centros mineros, pero
desconocemos si algún descendiente del linaje Uanácaze volvió a dirigir tropas o
formó parte de los cabildos indios tarascos que se establecieron en las nuevas
poblaciones que se fundaron (Paredes, 2014: 46-52; Paredes, 2017: 157-164).

Conclusión
La Gran Guerra Chichimeca consistió en una serie de escaramuzas y de campañas
que tenían por objetivo someter a los pueblos conocidos como chichimecas, es
decir, a los pueblos bárbaros. Esta guerra se caracterizó por tener algunos episodios
violentos, seguido por momentos más calmados, y por la resistencia ofrecida por
algunos pueblos que obligaron a la sociedad novohispana a realizar grandes
esfuerzos para conseguir la incorporación de territorios y asimilar a las poblaciones
más pacíficas.
El Bajío se convirtió en el primero de estos escenarios con rumbo al norte, en
donde comenzó esta serie de conflictos por ser un espacio atractivo para los
proyectos económicos. La importancia de estos proyectos obligó a que las
autoridades virreinales participaran activamente y dispusieran recursos para
conquistar y pacificar la región; en dichas empresas se vieron involucrados los
encomenderos que ya tenían intereses en el Bajío. Asimismo, jugo un papel muy
importante la participación de los aliados indígenas, liderados por nobles
asimilados, vestidos y armados a la usanza española, con el privilegio de cabalgar
y defender el cristianismo. Los aliados indígenas no solo aportaron armas y

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soldados, sino mano de obra y colonos que fueron vitales para la incorporación de
estos espacios y a la vez utilizados como medio de persuasión para convencer a
los irreductibles chichimecas de los beneficios de la civilización.
Don Antonio Huitziméngari es un ejemplo del exitoso proceso de asimilación de
la nobleza indígena y además un personaje con un enorme prestigio y autoridad
ante la sociedad indígena que representaba. Él no dudo en aprovechar esta
participación para obtener beneficios, tal como lo demuestran su Relación de
Méritos y Servicios, gracias a la cual obtuvo una renta de 400 pesos por
compensación de los servicios prestados a la corona española.

Mapa de la Nueva Galicia y muerte de Pedro Alvarado, Códice Telleriano-Remensis, f. 46r

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Fuentes consultadas
AGUILAR GONZÁLEZ, J. Ricardo y Angélica J. Afanador Pujol, Don Antonio
Huitziméngari. Información y vida de un noble indígena en la Nueva España del siglo
XVI, México, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Instituto de
Investigaciones Históricas, Universidad Nacional Autónoma de México, Escuela
Nacional de Estudios Superiores, 2019.

ESTEBAN RIBAS, Alberto Raúl, “La Guerra Chichimeca. Cuando “a fuego y sangre”
no lo es todo”, en Desperta Ferro Especiales, Los Tercios (IV) América ss. XVI-XVII,
N° XI, Desperta Ferro Ediciones, SLNE, España, 2017, pp. 26-32.

MARTÍNEZ BARACS, Andrea, Un gobierno de indios. Tlaxcala, 1519-1750, México,


Fondo de Cultura Económica, CIESAS, FCHT, 2008.

MARTÍNEZ BARACS, Rodrigo, Convivencia y Utopía, El gobierno indio y español


de la “ciudad de Mechuacan”, 1521-1580, México, Fondo de Cultura Económica,
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OLVEDA LEGASPI, Jaime, “Guerra del Mixtón. La más grande rebelión indígena de
la época colonial que puso entre dicho la conquista española en el siglo XVI”, en:
Relatos e Historias en México, Publicación Mensual, N° 113, enero, Año X, Editorial
Raíces, México, 2018, pp. 46-58.

PAREDES MARTÍNEZ, Carlos Salvador (editor), Cárdenas Morales, Víctor, Piñón


Flores, Iraís y Pulido Solís, Trinidad, Y por mí visto… Mandamientos, ordenanzas,
licencias y otras disposiciones virreinales sobre Michoacán en el siglo XVI, México,
CIESAS, UMSNH, SEP, 1994.

PAREDES MARTÍNEZ, Carlos Salvador, Al tañer de las campanas. Los pueblos


indígenas del antiguo Michoacán en la época colonial, México, CIESAS, Comisión
Nacional para el desarrollo de los Pueblos Indígenas, 2017.
___________________, “Culturas en contacto: Los tarascos en la época colonial”,
en Pilar Máynez, Salvador Reyes Equiguas y Frida Villavicencio (editores),
Contactos lingüísticos y culturales en la época novohispana. Perspectivas
multidisciplinarias, México, UNAM, Biblioteca Nacional Hemeroteca Nacional, FES
Acatlán, CIESAS, 2014, pp. 41-63.

POWELL, Philip W., La Guerra Chichimeca (1550-1600) / Philip Wayne Powell;


traducción de Juan José Utrilla, México, Fondo de Cultura Económica, 1977.

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