Está en la página 1de 10

ÍNDICE

1ª PARTE
Lo que dice el primer mandamiento
A- No harás escultura alguna

 Argumento filológico
– Ídolos de la antigüedad
– Imágenes cristianas
 Argumento bíblico
– La Serpiente de Bronce
– El Arca de la Alianza
– Los toros de Jeroboam
 Argumento histórico
2ª PARTE (en el artículo siguiente)
B- No te postrarás ante ellas

LO QUE DICE EL PRIMER (O SEGUNDO) MANDAMIENTO

Aunque parezca mentira, los cristianos no están de acuerdo en cuál es el primer mandamiento. En
las Tablas de la Ley había 10 prohibiciones, 2 mandatos y 1 afirmación, así que a la hora de
agruparlos en 10, hay divergencias, asunto que ya hemos tratado en profundidad en nuestro
artículo ¿Ha cambiado la Iglesia Católica los Mandamientos?. Aquí citamos el primer mandamiento
según la agrupación que hace la Iglesia Católica.

Yo soy el Señor, tu Dios, el que te libró de la esclavitud de Egipto.


No tendrás otros dioses aparte de mí.
No te harás escultura alguna o imagen de nada de lo que hay arriba en el cielo, abajo en la tierra, o
en el agua debajo de la tierra.
No te postrarás ante ellas, ni les rendirás culto; porque yo, el Señor tu Dios, soy un Dios celoso.
(Éxodo 20:1-5)
En total este mandamiento se compone de una afirmación y tres prohibiciones. Los judíos
consideran que el verde es el mandamiento 1 y el rojo+azul el 2. Los luteranos creen que el primer
mandamiento es el rojo, el verde sería una introducción a todos los mandamientos en general y
lo azul una explicación del rojo, así que en realidad podemos decir que las tradiciones judía,
católica y luterana coinciden en considerar que la parte roja y azul forman un mismo bloque. Por el
contrario, los demás protestantes suelen considerar que el rojo y el azul son dos mandamientos
diferentes.
Los mandamientos en la Biblia no aparecen separados sino todo junto, así que la agrupación que
unos y otros hacen es ya de entrada una interpretación, nadie puede afirmar que su forma de
dividir los mandamientos es sin lugar a dudas la correcta. Tener la parte roja y azul juntas o
separadas puede parecer irrelevante, pero no lo es, pues en las discusiones sobre las imágenes
los católicos enfatizan la unidad de ambas cosas: “otros dioses” y “las imágenes” serían el
desarrollo de un mismo concepto, así que estas imágenes se refieren a los ídolos, serían
“imágenes de otros dioses”. Por otro lado los protestantes no luteranos enfatizan la prohibición de
imágenes por sí misma, independiente de los “otros dioses” (por lo que en teoría se prohíbe toda
imagen, sea o no un ídolo).
En muchas discusiones sobre las imágenes he visto cómo unos y otros acusaban al contrario de
agrupar los mandamientos de forma incorrecta para apoyar sus falsas interpretaciones. Si
queremos ser justos, todas las partes debemos admitir que no hay forma infalible de saber qué
agrupación sería la correcta, sólo estamos seguros de que aunque vemos 11 o 12 mandatos, en
realidad sólo son 10, porque lo dice la Biblia (Éxodo 34:28). Por tanto, si queremos entender mejor
el punto de vista del otro tenemos que admitir en sus argumentos su propia agrupación, al igual
que ellos tendrían que admitir que en nuestros argumentos usemos la nuestra.
En ese caso es muy sencillo para nosotros explicar que lo que este mandamiento prohíbe es
adorar a otros dioses, incluyendo representaciones de ellos, o sea, ídolos. Ya vimos en un artículo
anterior de esta serie, y explicaremos de nuevo, que las imágenes católicas no son ídolos, sino
solo cuadros o esculturas que representan a alguien; por lo tanto los católicos no infringimos este
mandamiento. Cuando un católico se arrodilla ante una imagen de Jesús, no está adorando ni
venerando a la imagen, sino a Jesús, representado en ella. La imagen pues sería un medio para
que Jesús se haga para nosotros algo más real y presente, pues vivimos ahora en un mundo físico,
con un cuerpo físico, y lo que podemos ver y tocar lo sentimos como más real, de modo que la
imagen hace la función de un facilitador para que nuestra alma conecte mejor con Jesús. El tema
de las imágenes de santos lo dejamos ahora a un lado porque entonces nos meteríamos en el
asunto de si es o no legítimo venerar a los santos, y eso es otro tema que no debemos mezclar
ahora (y ya se trató en el artículo El culto a los santos en la Iglesia primitiva).
Pero voy a aplicar aquí lo que en la Lógica se llama el principio de caridad y utilizar la división
protestante suponiendo que “No tendrás otros dioses” y “No harás escultura alguna” son dos
prohibiciones diferentes. La redacción completa de la prohibición de hacer imágenes sería
entonces, según ellos, esta:

No te harás escultura alguna o imagen de nada de lo que hay arriba en el cielo, abajo en la tierra, o
en el agua debajo de la tierra. No te postrarás ante ellas, ni les rendirás culto; porque yo, el Señor
tu Dios, soy un Dios celoso.
En realidad tenemos dos prohibiciones, “no harás escultura” y “no les rendirás culto”, pero todos los
cristianos estamos de acuerdo en que ambas cosas van en el mismo grupo, así que daremos por
sentado que ambas cosas están relacionadas. Analizaremos ahora una prohibición y luego la otra.

— NO HARÁS ESCULTURA ALGUNA —


Lo primero que un protestante debería evitar es suponer que los católicos desconocemos que
existe este mandamiento, así que si existe y nosotros lo sabemos, y aún así hacemos imágenes,
debe de haber una explicación.Para empezar, no está de más recordar que si pretendemos
interpretar estas palabras con absoluta literalidad (como algunos creen hacer), entonces nadie (ni
católicos ni protestantes ni siquiera los judíos) estamos cumpliendo este mandamiento. Cumplir
este mandamiento literalmente supondría que nadie puede tener fotografías de personas ni
animales ni cosas, ni tampoco figuritas decorativas, ni siquiera una camiseta con el dibujo de una
margarita estampado en la tela, pues la prohibición es a primera vista muy clara y exhaustiva. Solo
los musulmanes estrictos cumplían este mandamiento literalmente, evitando incluso las imágenes
decorativas, pero hasta los más fundamentalistas admiten hoy el uso de fotografías y vídeos, con
lo cual también ellos hacen excepciones. Ignoro el razonamiento que usarán los judíos modernos
para justificar el uso de fotografías, pero los protestantes habitualmente justifican el uso de
imágenes explicando que lo que realmente se prohíbe (ya estamos haciendo aquí una
interpretación no literal) no son todas las imágenes, sino solo aquellas a las que se rinde culto, tal
como señala la segunda prohibición de este grupo. O sea, según ellos este mandamiento estaría
diciendo: no harás imágenes a las que dar culto .Mejor que ningún católico les acuse de interpretar
las cosas a su conveniencia porque nosotros hacemos el mismo razonamiento que ellos, pero
como en nuestro grupo también incluimos la parte roja (No tendrás otros dioses aparte de mí),
consideramos que las dos prohibiciones siguientes son extensiones de esta primera, o sea: no
adorarás a otros dioses, no harás imágenes que les representen ni darás culto a esas imágenes de
dioses. Hasta aquí, ambos razonamientos son igual de válidos y acusar al otro de interpretar o
agrupar las prohibiciones arbitrariamente es absurdo, pues ambas partes lo hacen igualmente.
Pero ahora continuaré para explicar por qué los católicos estamos tan convencidos de que nuestra
interpretación es la correcta y por tanto podemos hacer una imagen de Jesús o incluso de un santo
y postrarnos ante ella.
ARGUMENTO FILOLÓGICO
No te harás  imagen, ni ninguna semejanza de cosa que esté arriba en el cielo, ni abajo en la
tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.
‫וכל־תמונה אשר בשמים ממעל ואשר בארץ מתחת ואשר במים מתחת לארץ׃‬ ‫פסל‬ ‫לא תעשה־לך‬
La palabra bíblica que se suele traducir en español por “imagen” o “escultura” es ‫פסל‬ (pesel). Esta
palabra significa literalmente “imagen tallada” (escultura), pero en el Antiguo Testamento siempre
se refiere a esculturas destinadas a la adoración, o sea, un ídolo.
Hay varias palabras en hebreo (y arameo) que se usan en la Biblia con el significado de “ imagen”,
pero con diferentes acepciones. El problema es que en las traducciones modernas muy a menudo
se diluye o desaparecen las distinciones y se tiende a usar “imagen” para todas ellas. De ese modo
una cita bíblica en español (o inglés o alemán) puede llegar a pervertir la idea original del texto.
Estas son las palabras que el Antiguo Testamento utiliza para referirse a las imágenes:
Pesel – ‫ – פסל‬ídolo = imagen que sustituye a Dios o que en sí misma constituye un dios
ejemplo: el becerro de oro
Nº de veces usada: 30
Elil – ‫ – אלל‬ídolo = dioses falsos o sus imágenes
ejemplo: los ídolos de Egipto
Nº de veces usada: 19
Atsab – ‫ – עֲ ַצבֵּים‬ídolo
ejemplo: los ídolos de los paganos mencionados en salmo 135:15
Nº de veces usada: 18
Semel – ‫ – סֵ֫ מֶ ל‬ídolo
ejemplo: el ídolo que Manasés colocó en el Templo
Nº de veces usada: 5
Tselem – ‫ – צלמ‬imagen representativa (estatua o pintura), semblanza, ídolo
ejemplo: Serpiente de Bronce, los ratones de oro que ofrecen a Dios (1Samuel 6:4), el hombre “a
imagen y semejanza” de Dios.
Nº de veces usada: 17
7 veces como “semblanza” – 6 veces “imagen” que además es ídolo – 2 “pintura” – 2 “estatua”
Pittuah – ‫ – חּ ּוּתִ פ‬imagen decorativa, bajorrelieve, grabado, escultura
ejemplo: los querubines del Arca, los bajorrelieves del Templo de Salomón.
Nº de veces usada: 10
Temunah – ‫ – תְּ מּונָה‬forma, semejanza, similitud, imitación
7 veces “forma” – 3 veces “semejanza, similitud, imitación”
En español la palabra genérica es “imagen”, una imagen puede ser una “semejanza”, un “ídolo” o
una “representación”, y una representación puede ser pintura, escultura o relieve. Por eso todos los
ídolos son imágenes pero no todas las imágenes son ídolos. En el siguiente esquema clasificamos
las imágenes por tipo en español, y debajo ponemos el mismo diagrama pero rellenándolo en cada
caso con la palabra o palabras que la Biblia utiliza para ese caso (“temunah” no encaja aquí
porque no se refiere a objetos en sí sino al concepto de parecido).
La primera conclusión que sacamos es que cualquier imagen, sea del tipo que sea, puede ser
llamada “tselem”, incluso los ídolos cuando se menciona a una imagen en un contexto idolátrico.
De las tres palabras específicas que usa la Biblia para referirse a los ídolos, la más frecuente con
diferencia es “pesel”. Una imagen puede ser simplemente “tselem”, y posteriormente utilizarse de
forma idolátrica y convertirse en “pesel”, pero en todas y cada una de las ocasiones en las que la
Biblia prohíbe o condena la fabricación o uso de ídolos siempre usa la palabra precisa “pesel”, no
hay ni un solo caso en el que se condene o prohíba las imágenes usando las palabras “ tselem”, o
“pittuah”. Pero como las traducciones a lenguas modernas suelen usar “imagen” (o a veces
“escultura”) en la mayoría de los casos para traducir cualquiera de estas cinco palabras (incluso en
las traducciones católicas), al final se produce una gran confusión, y el caso más llamativo es el
típico de
“No te harás imagen (pesel), ni ninguna semejanza (temunah)  de cosa que…”
Esta traducción lleva a algunos a interpretar que las imágenes de personas, animales, plantas u
objetos están siendo prohibidas por Dios. Pero como vimos, el texto original no condena las
imágenes, condena los “pesel”, por lo tanto la traducción más precisa debería ser (como algunas
biblias traen):

“No te harás  ídolos  o forma alguna a semejanza de…”.


Aún así esa traducción parece sugerir que Dios condena la fabricación de ídolos, pero también
toda “forma alguna…”. Sin embargo esa traducción o esa interpretación sabemos que no puede ser
la correcta porque luego Dios ordena hacer un montón de “tselem” y de “pittuah” para el templo, así
que está claro que solo los “pesel” (ídolos) quedaron prohibidos, y no las imágenes en general.
Una posible traducción sería “No te harás ídolos con forma alguna a semejanza de…”, pues la
palabra “wekal” que aquí vemos traducida por “ni”, otras veces por “o”, más frecuentemente
significa “y todo”, que según el contexto podría a veces traducirse con la idea de “incluido” o “lleno
de” (forma llena de semejanza a… = forma con semejanza a…). Esa traducción sería posible, y de
hecho es la que encajaría mejor con el propio contexto bíblico.
Pero volviendo a “pesel”, hoy también hay muchas traducciones católicas o protestantes que
utilizan aquí la palabra “ídolo”, y la Septuaginta (traducción al griego hecha varios siglos antes de
Cristo, que era la traducción “oficial” más usada por los primeros cristianos) también traduce
“pesel” por “ídolo”.
Hebreo: “‫פסל‬ ‫( ”לא תעשה־לך‬lo taaseh leka pesel = no te harás ningún ídolo)
Griego de la Septuaginta: “ου ποιησεις σεαυτω ειδωλον” (ou poieseis seauto eidolón = no te
harás ningún ídolo)
Por eso incluso eligiendo la agrupación protestante de los mandamientos podemos reafirmar la
interpretación católica, pues ese mandamiento está prohibiendo hacer ídolos (pesel), pero no
imágenes representativas (tselem / pittuach), y las imágenes católicas son muy diferentes de los
ídolos. Veamos ahora lo que “ídolo” significaba para los israelitas de la época de Moisés:
ÍDOLOS DE LA ANTIGÜEDAD
Como puede ver en Wikipedia, el concepto que tenían los egipcios de sus imágenes de dioses era
que el dios mismo se materializaba en ellas para poder relacionarse con los seres humanos:

Se decía que la mayoría de los dioses, en los tiempos posteriores a los mitos, se encontraban en
el cielo o presentes de forma invisible en el mundo. Los templos eran su principal medio de
contacto con la humanidad. Se creía que diariamente los dioses se trasladaban de su dimensión
divina a sus templos, sus hogares en el reino humano. Ahí habitaban sus ídolos, las estatuas que
representaban a las deidades y permitían a los humanos interactuar con ellos en los rituales del
templo. Esta traslación entre dimensiones se describía en ocasiones como una travesía entre el
cielo y la tierra.  (ver artículo)
Los antiguos egipcios y los habitantes de Oriente Medio creían que parte de la divinidad moraba en
las imágenes, por tanto al adorar la imagen estaban adorando al dios que las habitaba. Esas
imágenes eran como cuerpos prestados que asumía el dios y las divinizaba como una extensión
más de su ser.

IMÁGENES CRISTIANAS
La Iglesia Católica siempre ha dejado claro que las imágenes no tienen ningún valor religioso por sí
mismas, sino solo como representación o símbolo de Jesús o el santo en ella representado. Ningún
dios ni santo ni espíritu alguno habita la imagen.

“El que venera una imagen, venera a través de ella la persona que en ella está representada” (II
Concilio de Nicea).
Así que las imágenes católicas no entran en el concepto de ídolo, serían “tselem” pero no “pesel”, o
sea, sí estarían permitidas, pues en el Antiguo Testamento Dios mismo ordena hacer “tselem“ en
más de una ocasión. Pero veamos cuál es lo que la Iglesia dice sobre esto en su Catecismo oficial:

2132  El culto cristiano de las imágenes no es contrario al primer mandamiento que proscribe los
ídolos. En efecto, “el honor dado a una imagen se remonta al modelo original” (San Basilio Magno,
Liber de Spiritu Sancto, 18, 45), “el que venera una imagen, venera al que en ella está
representado” (Concilio de Nicea II: DS 601; cf Concilio de Trento: DS 1821-1825; Concilio
Vaticano II: SC 125; LG 67). El honor tributado a las imágenes sagradas es una “veneración
respetuosa”, no una adoración, que sólo corresponde a Dios:

«El culto de la religión no se dirige a las imágenes en sí mismas como realidades, sino que las
mira bajo su aspecto propio de imágenes que nos conducen a Dios encarnado. Ahora bien, el
movimiento que se dirige a la imagen en cuanto tal, no se detiene en ella, sino que tiende a la
realidad de la que ella es imagen» (Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae, 2-2, q. 81, a.
  ARGUMENTO BÍBLICO
Poco después de entregar a Moisés los Diez Mandamientos, Dios le ordena que realice esculturas
para el Tabernáculo, entre otras cosas querubines de oro macizo, los cuales probablemente
tendrían forma de toros alados, que es como por entonces se representaban los querubines. Dios
condenó la estatua de oro macizo del becerro de oro, y poco después ordena hacer otra estatua de
becerros alados, también de oro. En el primer caso era un ídolo (pesel), en el segundo caso no
eran ídolos (pittuah). Está claro que solo los ídolos ofenden a Dios, no cualquier imagen. El mismo
Templo de Salomón estaba profusamente decorado con querubines, palmeras, leones y toros,
imágenes hechas expresamente por orden de Dios. Y en el libro primero de Samuel (capítulo 6),
cuando los filisteos deciden devolver a los hebreos el Arca de la Alianza robada, los sacerdotes les
exigen como compensación que hagan cinco estatuas de ratones de oro “para dar gloria al Dios de
Israel”, y según la Biblia los filisteos así lo hicieron y los hebreos recogieron el Arca y las estatuas
sin ninguna objeción. El libro de salmos también nos informa de que en el Templo había imágenes
(pittuah= bajorrelieves, esculturas):
“El enemigo ha devastado todo en el santuario. […] Aparecieron como quien blande un hacha en
un bosque espeso; con hachas y martillos destrozaron las estatuas (pittuah); prendieron fuego a tu
santuario, profanaron la morada de tu nombre.”(Salmos 74:3-7)
En este artículo puede consultar un listado con muchos de los versículos en donde la Biblia habla
de imágenes con todo el beneplácito divino, incluso algunas del Nuevo
Testamento: http://es.catholic.net/op/articulos/26838/cat/12/prohibe-la-biblia-hacer-imagenes.html
Pero tampoco merece la pena enfatizar demasiado (como hacen muchos apologistas católicos) en
este hecho de que la Biblia sí permite imágenes, pues la mayoría de los protestantes admiten que
el primer mandamiento no prohíbe cualquier imagen, sino sólo las destinadas al culto, así que
mejor vamos a ver qué dice la Biblia sobre este tipo de imágenes sagradas, que es realmente lo
que nos interesa a nosotros.

LA SERPIENTE DE BRONCE
Poco después del Sinaí tenemos un ejemplo que se asemeja mucho a las imágenes católicas en
más de un sentido: la Serpiente de Bronce (Números 21:7-9). Tras una plaga de serpientes
venenosas, Dios se apiada de su Pueblo y ordena a Moisés hacer una escultura de una serpiente
de bronce sobre un palo; todo el que la mire quedará curado. Aquí ya no tenemos una imagen
decorativa, tenemos una imagen milagrosa que luego recibió culto en el sentido católico
(veneración, honra) dentro del mismísimo Templo de Jerusalén durante más de cuatro siglos.
Evidentemente no puede ser un ídolo (Dios no va a ordenar que hagan un ídolo con poderes), así
que esa serpiente representa al mismo Dios o más en concreto, como el propio Jesús sugiere en
Juan 3:14-15, representa (prefigura) a Jesús crucificado. Tampoco Jesús se compararía con esta
estatua si la considerase un ídolo, así que la identificación automática que muchos protestantes
hacen de “imagen sagrada = ídolo” no puede ser correcta.
Si la serpiente de bronce no es un ídolo es porque no es un dios, sino la representación de Dios
(más en concreto, del Hijo), y si esa imagen puede hacer milagros no es por su propio poder ni
porque Dios habite dentro de ella, sino porque Dios la utiliza para sanar, o sea, la imagen es
un instrumento. Y eso es precisamente lo que las imágenes sagradas significan para un católico,
un instrumento de gran utilidad para el culto porque nos hacen más presente la persona en ellas
representada. Por eso incluso una imagen considerada milagrosa es compatible con las
enseñanzas bíblicas, pues también imagen milagrosa y objeto de culto era la serpiente de bronce
que Dios mandó hacer.
Y es la propia Biblia, en el libro de Sabiduría, la que nos explica esta gran diferencia entre el ídolo
pagano y la imagen católica, pues hablando de la serpiente de bronce nos dice lo siguiente:

Incluso cuando se desencadenó sobre tu pueblo el furor terrible de animales feroces, y ellos
perecían por la mordedura de serpientes huidizas, tu ira no duró hasta el extremo.   A manera de
advertencia, fueron atribulados por poco tiempo, teniendo ya  una prenda de salvación para que
recordaran el mandamiento de tu Ley; en efecto, aquel que se volvía hacia ella era salvado,  no por
lo que contemplaba, sino por ti, el Salvador de todos. Así demostraste a nuestros enemigos que
eres tú el que libra de todo mal.  (Sabiduría 16:5-8)
Es justo eso, lo que el libro de Sabiduría explica, lo que para un católico significa una imagen de
culto. “Una prenda de salvación” (porque nos ayuda a conectar mejor con la gracia divina), un
recordatorio de lo divino; y el efecto, devoción o milagros que el fiel experimenta a través de esas
imágenes no los obtiene “por lo que contempla”, es decir, por la imagen en sí, “sino por Dios” que a
través de ellas se manifiesta y actúa, bien sea directamente o indirectamente a través de los
santos. Y tal como para los israelitas Dios no habitaba en la serpiente, sino que la utilizaba como
instrumento de su poder (tal como la vara de Moisés, por ejemplo), del mismo modo los católicos
no creemos que Jesús o los santos habiten nuestras imágenes, sino que esas imágenes son
instrumentos que nos permiten conectar con las realidades invisibles que representan, y así como
nuestra alma se conecta con Dios por medio del pensamiento, nuestro cuerpo lo hace por medio
de las representaciones físicas de las imágenes, a las que puede ver y tocar.
Sin embargo, cuando se toque el tema de la Serpiente de Bronce en el debate hay que ser
conscientes igualmente de la segunda parte. La serpiente de bronce estuvo en el mismísimo
Templo durante siglos, pero nos cuenta la Biblia que el pueblo cayó en la idolatría una vez más, y
la serpiente pasó de ser una representación de Dios (tselem) a ser considerada un dios por sí
misma (pesel), un ídolo, así que el rey Ezequías decidió destruirla (2 Reyes 18.1-4). La enseñanza
de esto pues, es que una imagen puede tener una función religiosa siempre que no se la valore o
reciba adoración por sí misma, y en eso los católicos también estamos de acuerdo.

EL ARCA DE LA ALIANZA
En la cultura de la época, en la zona entre Egipto y Mesopotamia, que era el mundo que conocían
los hebreos, las imágenes se usaban en el culto religioso como ídolos, así que no es de extrañar
que los hebreos equiparasen fácilmente imagen a ídolo y en general, no siempre, evitasen
cualquier representación de personas, animales o cosas para conjurar el peligro de caer en la
idolatría como todos los pueblos que les rodeaban. Si un israelita de aquella época viera a los
católicos y sus imágenes seguro que harían el mismo juicio que suelen hacer los protestantes: que
somos idólatras. Ellos no podrían entender el significado que las imágenes tienen para nosotros,
serían incapaces de concebirlo. Un católico arrodillado y rezando ante un Cristo crucificado,
encendiendo velas, pidiéndole favores, besando sus pies y conteniendo las lágrimas de emoción…
visto desde fuera, todo parecería para ellos pura idolatría. Y sin embargo ellos tienen un caso
externamente muy parecido: el Arca de la Alianza, lo más sagrado de su religión. Y ellos, que al
parecer tanto repudiaban todas las imágenes, colocan dos querubines de oro encima de su objeto
más sagrado para que sirvan de escabel para Sus pies.

Lo que ocurre es que como en su cultura ídolo e imagen muy frecuentemente van unidos, para
evitar que una imagen se convierta en ídolo lo que hicieron fue fabricar un Arca (por orden de Dios)
en lugar de una escultura que representara a Dios. Al ser el Arca (cofre) un objeto que en nada se
parecía a ningún ser vivo, sería casi imposible que la gente lo convirtiera en un ídolo. Pero a
efectos prácticos el Arca funcionó como una representación de Dios, igual que nuestras imágenes
de Jesús.

Vamos a olvidarnos aquí del hecho de que el Arca tenía encima dos becerros de oro (los
querubines, representantes de la presencia de Dios) para no mezclar cosas, y quedémonos con el
Arca en sí misma, el cofre.

En la Biblia vemos cómo ante el Arca sacerdotes, reyes y el pueblo se postran en adoración, se
arrodillan y queman incienso y la rocían con sangre o agua bendita. En algunas ocasiones sobre el
Arca o desde el Arca se escucha la voz de Dios; incluso en una ocasión el Arca fulminó con un
rayo a Uza, que la tocó a pesar de la prohibición al respecto. Aunque el Dios de Israel es invisible,
el Arca hacía las veces de imagen visible de ese Dios, y recibía toda la adoración y respeto que el
mismo Dios merecía, no por ser el Arca, sino por ser en cierto modo imagen de la presencia divina.
Ante el Arca de la Alianza el israelita se comportaba como si ante el mismo Dios se encontrara. ¿Y
qué contenía dentro el Arca? Pues nada más y nada menos que reliquias sagradas que eran
veneradas (otra cosa que los protestantes rechazan del catolicismo): las Tablas de la Ley, la Vara
de Aarón y una copa con maná (Hebreos 9:4).
El Arca no es un simple amuleto mágico, su sola presencia no garantiza el éxito, se necesita fe
para sentir sus efectos. Dios concede grandes bendiciones a su pueblo a través de ella (seca el
curso del Jordán, derrumba las murallas de Jericó, derrota a los filisteos, etc.), pero cuando el
pueblo no está en sintonía con Dios o pierde fe, el Arca no sirve de nada. Por esta razón, los
israelitas, acaudillados por Josué, sufrieron una derrota en Hai debido a su infidelidad, a pesar de
que el Arca estaba en el campamento (Josué 7:1-6). De manera similar, aunque los israelitas
estaban confiados porque el Arca se hallaba entre sus fuerzas de combate, los filisteos mataron a
30.000 soldados de Israel y hasta se apoderaron de ella temporalmente (1 Samuel 4:1-11).
Pues todo esto suena mucho al culto católico. Cuando un israelita se postraba ante el Arca en
adoración, sería absurdo decir que estaba idolatrando por postrarse y adorar a una caja de oro con
dos querubines. El israelita no adoraba la caja, adoraba a Dios, aunque un observador externo
tuviera problemas para notar la diferencia. El Arca le hacía palpable la presencia de Dios, pero no
era ella misma el objeto de su adoración ni sus rezos. Del mismo modo el católico que reza ante el
Cristo o adora la cruz no dirige su adoración ni sus rezos a la talla ni al madero, sino al Dios vivo
que esas cosas representan, a Jesús en este caso. Si el protestante sabe reconocer que el israelita
puede adorar “ante el Arca” sin estar adorando “al Arca” ¿tan difícil es aplicar la misma distinción
para los católicos? Caso aparte serían las imágenes de santos, pues ellas no motivan a la
adoración divina sino a la veneración (honra) que el santo allí representado merece; pero los
santos son vehículos de Dios, como en el anteriormente mencionado artículo explicamos, así que
también el culto a los santos es un culto indirecto al poder de Dios mismo.

Sin embargo la analogía del Arca no nos vale al 100%, porque la imagen católica es solo un
recordatorio o una vía de inspiración para sentirnos más cercanos a la persona allí representada,
pero el Arca es aún más que eso, el mismo Dios bajaba a menudo sobre ella y la llenaba con su
presencia. Si un católico creyese que Jesús a veces baja y llena con su presencia una imagen de
su parroquia, todos pensaríamos que se ha vuelto idólatra o loco. Nosotros usamos las imágenes
de forma parecida a como los israelitas usaban el Arca, pero hacemos una separación mucho más
clara y radical entre la cosa en sí y lo que ella representa, y sin embargo ciertos protestantes
entienden perfectamente al israelita y a nosotros nos acusan de idolatría. Eso quiere decir que la
posibilidad de entender el fenómeno existe, lo que no hay es voluntad para aplicarla porque, como
todo el mundo, prefieren la interpretación que mejor confirma sus creencias en lugar de tener que
cuestionárselas, y eso es consustancial a la naturaleza humana, pero también está en nuestra
naturaleza la inteligencia y la voluntad para, cuando se quiere, hacer el esfuerzo de analizar y
poder comprender.

LOS TOROS DE JEROBOAM


Un caso claro de idolatría se encuentra en este otro pasaje:

Y después de haber reflexionado, el rey fabricó dos terneros de oro y dijo al pueblo: «¡Basta ya de
subir a Jerusalén! Estos son tus dioses, Israel, los que te hicieron salir del país de Egipto».
Jeroboam puso uno de los toros en la ciudad de Betel y el otro, en la ciudad de Dan. Y el pueblo
pecó contra Dios, pues fue a la ciudad de Dan y adoró al toro. (1 Reyes 12:28-30)

Puesto que a Dios se le menciona a veces con el singular El (dios) y otras con el


plural Elohim (dioses), este pasaje también lo podemos encontrar traducido al singular (Este es tu
Dios, Israel, el que te hizo subir del país de Egipto). Por eso algunos consideran que Jeroboam no
quiso crear otros dioses, sino representar al Dios único de Israel en cada uno de esos becerros.
Pero para nuestro argumento, como a continuación veremos, esta diferencia tampoco influye
demasiado.
Sea como sea, el caso es que vemos que la Biblia condena este culto (y luego castigará por ello a
Jeroboam) pero el problema aquí no es simplemente que el rey haya hecho dos toros, sino que los
presenta al pueblo como ídolos, como imágenes que contienen dentro a un dios, posiblemente
Yahvé, que son el dios (“Este es tu dios, el que te hizo subir del país de Egipto”), es de nuevo el
mismo caso que el becerro de oro del Sinaí, un dios al estilo egipcio o mesopotámico. Por eso la
Biblia es muy explícita al decir “Y el pueblo pecó contra Dios… y adoró al toro”. No es que el
pueblo adorara a Yahvé a través de la imagen del toro, sino que la Biblia lo dice con las palabras “y
adoró al toro”, es la imagen la que recibe la adoración, no la que sirve de instrumento para que la
gente adore a Dios a través de ella. Sin embargo cuando nos habla de la gente que se postra ante
el Arca de la Alianza no nos dice nunca “y adoraron al Arca”, sino “adoraron a Dios”, porque el Arca
era solo un instrumento mediante el cual Israel adoraba a Dios, al igual que hacemos nosotros con
las imágenes.
Nótese el caso curioso de Jeroboam y por qué decide hacer dos toros y no otra cosa. Queriendo
apropiarse de lo que significa el Arca, hace un remedo de los dos ángeles o querubines del Arca,
que como hemos dicho muy probablemente tenían la forma de dos becerros (toros) alados y que
representan la presencia divina. La diferencia pues no está en los dos toros, sino en el uso que se
hace de ellos. En el Arca esos dos toros representan a Dios, a su presencia, lo simbolizan,
mientras que Jeroboam presenta a sus dos toros como si fueran dioses y los expone como objeto
de adoración por sí mismos, así que los toros del Arca serían imágenes ( tselem), mientras que los
de Jeroboam serían ídolos (pesel). Jeroboam no entendía qué era el Arca, sino que influenciado
por la idolatría de sus vecinos terminó por considerar que su poder y valor residía en sí misma, y
no en el Dios al que representaba.
Pero no falta quien dice que efectivamente Jeroboam no pretendió hacer “ídolos de dioses” en el
sentido pagano, sino imágenes que representaban a Yahvé (no que lo encarnaban), y aún así Dios
le castiga; pues del mismo modo un católico aunque haga una imagen de Jesús que no encarna a
Jesús sino que sólo lo representa, también está ofendiendo a Dios. Pero este argumento queda
invalidado por lo que vemos más tarde en la Biblia. Tras Salomón, Israel se divide en dos reinos, el
reino del norte (Israel) y el del sur (Judá). Cuando Abías, rey del sur, se enfrenta en batalla con la
gente de Jeroboam, rey de norte, les recrimina diciendo:

Dios reina en Israel por medio de los descendientes de David. Pero ahora vosotros creéis que
podréis vencer a nuestro Dios. Confiáis en que sois muchísimos, y creéis que os ayudarán
vuestros dioses, ¡esos toros de oro que Jeroboam os hizo!, creéis que podrán vencer a nuestro
Dios. (2 Crónicas 13-8)
Como vemos aquí, Abías no considera que los toros sean meras representaciones de Yahvé, sino
ídolos diferentes a Yahvé e incluso opuestos a Él. Los católicos tienen millones de imágenes de
Jesús, pero nadie piensa que por ello haya millones de “Jesuses”, sino que todas representan al
único Jesús que existe. Si los toros de Jeroboam fuesen de la misma naturaleza que las imágenes
católicas, ambos serían simplemente dos representaciones diferentes del único Dios, Yahvé, el
mismo Dios de Abías. Pero Abías no nos lo interpreta así, él contrapone al Dios, Yahvé, que “reina
en Israel” (todo el Pueblo de Israel, o sea los nuevos reinos de Israel-norte y Judá-sur) contra los
“dioses” (plural) de ese ejército, y además nos aclara quiénes son esos dioses: “esos toros de oro
que Jeroboam os hizo”. Así que vemos claramente que los israelitas no consideran a esos toros
como imágenes de culto que simbolizan o representan al único Dios, sino como ídolos que son por
sí mismo dioses y diferentes de Dios, y por eso los condenan. Nada comparable a lo que una
imagen de culto representa para un católico.
Y aun así, debemos tener claro que este ejemplo de los toros de Jeroboam, al contrario que el de
la Serpiente, sirve para reforzar la interpretación católica (Dios condena las imágenes cuando son
ídolos), pero no sirve de ejemplo para derribar la interpretación protestante (no excluye el que
también pudiera condenar a las imágenes que no lo son). Pero puesto que los católicos
encontramos casos que apoyan nuestra interpretación (como la Serpiente de Bronce y el Arca) y
otros casos que no la contradicen (como los toros de Jeroboam), los protestantes deberían ofrecer
también no solo casos que no contradicen su interpretación, sino también casos que apoyen la
suya contradiciendo la nuestra, o sea, ejemplos bíblicos en los que Dios condene la creación o uso
de una imagen que claramente no sea un ídolo, y no se puede recurrir al 1er/2º Mandamiento
porque precisamente ese es el pasaje que estamos intentando explicar. Nosotros no hemos
encontrado ningún caso claro en ese sentido, pero si alguien lo conoce le ruego nos lo comunique
y lo tendremos muy en cuenta en nuestros argumentos. También tendrían que echar por tierra
nuestros argumentos sobre la Serpiente de Bronce y el Arca, o al menos interpretarlo de modo que
encajara bien con sus creencias y excluyera las nuestras.

ARGUMENTO HISTÓRICO
En la actualidad, si alguien señala una imagen de Jesús y nos dice “Este es Jesús, el que murió en
la cruz para salvarte”, nadie (ni los católicos) pensaría que esa imagen es verdaderamente Jesús
mismo que se ha “encarnado” en la madera; interpretaría esas palabras como dirigidas no a la
imagen sino a lo que ella representa. Pero hay que tener en cuenta el contexto histórico de la
época, donde la mayoría de los pueblos de la Antigüedad sí que creían que una estatua podía ser
no una representación de un dios, sino el dios mismo encarnado en ella (“enrocado” deberíamos
decir mejor si la estatua es de piedra), por eso cuando Jeroboam dice esas palabras refiriéndose al
toro (“Éste es tu dios…”) deben interpretarse según el concepto de ídolo que existía por entonces y
que era el habitual en todas partes. Israel fue en ese sentido la excepción, los contraculturales, por
eso les resultaba tan fácil recaer en la idolatría, que era la norma general de todos los demás
pueblos.

Los 10 Mandamientos son la esencia del pacto que Dios hizo con Moisés, o sea, el Antiguo
Testamento (testamento = pacto, alianza), y lo hace en un momento en el que el Pueblo elegido
acaba de abandonar Egipto, una nación politeísta llena de ídolos, y por tanto estaban en continuo
peligro de ceder ante la influencia de la idolatría. De hecho mientras Moisés estaba con Dios en el
Sinaí recibiendo los Mandamientos, su pueblo estaba abajo adorando al becerro de oro (eso
Moisés aún no lo sabía pero Dios sí), y cuando se instalen en la Tierra Prometida seguirán
rodeados de pueblos idólatras y también población no israelita que vivía con ellos, así que la
idolatría siempre era una tentación, y las recaídas en ella fueron constantes.

Cuando nada más salir de Egipto Aarón fabrica el becerro de oro, también Dios los castiga, a pesar
de que ellos afirmaban que el becerro era Yahvé, no un dios diferente, pero su concepto de
“imagen de Yahvé” sería el concepto egipcio de imágenes de dioses, no solo una representación
de la deidad sino un cuerpo físico que le servía a la deidad para relacionarse con los humanos en
el culto, y además se considera a la imagen como ídolo porque Yahvé es invisible y por tanto
irrepresentable (Deuteronomio 4:15-18). Es el mismo caso que Jeroboam cuando hizo los dos
toros que representaban a Yahvé.
Por ese motivo el uso de imágenes, más aún relacionadas con el culto, es algo poco habitual en el
Antiguo Testamento, pero como ya hemos visto sí se da, incluso por mandato divino. Será a la
vuelta del Exilio de Babilonia (s. V a. C.), después de haber vivido en medio de un pueblo idólatra,
cuando el pueblo judío adopte una posición bastante más radical en este punto para evitar el
peligro de caer en la idolatría por enésima vez.

Un libro protestante explicaba que las esculturas que por mandato o inspiración divina estaban en
el Templo (los toros del Mar de Bronce, los ángeles gigantes de la sala del Santísimo, los
querubines del Arca, etc.) fueron permitidos por Dios (ordenados en realidad) porque estaban
todos en la parte interior que no era accesible al público, solo a los sacerdotes. Pero en tal caso
eso apoyaría nuestra creencia, pues mostraría que a Dios no le importa que en su Templo haya
imágenes, lo que no quería es que la gente (siempre bajo influencia de los pueblos idólatras)
pudiera por confusión terminar por considerarlas ídolos y adorarlas. Es ahí donde está el pecado,
no en tener imágenes sino en adorarlas.

A medida que el cristianismo se vaya extendiendo por todo el Imperio Romano, el paganismo irá
desapareciendo, y el peligro de confundir sistemáticamente ídolo con imagen también irá
desapareciendo, por lo que la interpretación restrictiva del primer mandamiento se va igualmente
relajando hasta que ya no se ven las imágenes como tentadoras de idolatría. Eso lo veremos más
a fondo en el apartado de las imágenes en la Iglesia primitiva.

También podría gustarte