I En el asiento posterior Yaquichán.
Ya
El Flaco seguía a la SUV montado en
su motora verde chatré. Habían robado la
todoterreno la noche anterior en el
estacionamiento de Plaza las Américas. El
centro de todo. La nada absoluta llena de
cosas. A punta de pistola. Ya tú sabes. No
te pongas bruto. No le explotaron la
calabaza al tipo porque el tipo bregó.
Entregó las llaves tranquilo. Una USV del
año. Del año que sea.
Ahora, en la japonesa USV, rodando
por las calientes calles tropicales
recalentadas hasta el encabronamiento por
el polvo del Sahara que viene flotando
desde Africa, conduce Maripili. Maripili
es la gata gangster de El Flaco. Rosa
Nieves, alias Maripili porque siempre
quiso parecerse a la modelo de la
televisión. Modelo de qué. Paradigma de la
nada. Porque siempre quiso parecerse a la
empresaria porque es una empresa ser
Maripili. Buen nombre para modelo de
armar.
A su lado iba nervioso Wiso, pantalón
anchísimo, colgando un poco más
arriba de las rodillas,
un poco más abajo de la rabadilla,
gorrita de pelotero, de los Yankees de NY.
Aunque no se sabe si nervioso o
ansioso,
por vergüenza o por afrentoso.
tú sabes. Ese mismo Yaquichán. Llamado así
por su viejo cuyas únicas artes eran
marciales. Pura fibra el chamaquito.
Mirada lánguida y cara de yo no fuí. Por
lo que se sabe, es verdad que él no fué.
Sin embargo, ahora está aquí.
El Flaco los sigue en su flamante
motora flamígera. Siente la adrenalina
tibia en su sangre. Uno lo ve pasar en esa
mierda de motora y piensa que ese pendejo
cree que está trepado sobre una Ducati
Multistrada 1200. Mira por encima del
hombro. Con su casco estilo nazi. Como si
ese casco de juguete le fuera a proteger
la calabaza en caso de accidente. Total,
si en vez de cabeza tuviera, literalmente,
una calabaza, daba igual. Pasa por ahí
como si fuera la hostia santa. Si uno
tuviera una nueve milímetros le pondría
una bala en las nalgas para que no sea tan
pescuezo. El asunto es que ahí va El Flaco
en su motorita. Porque ir a eso con la
Four Track era mucho con demasiado. Ir a
lo que va. Van a asaltar un banco.
Tempranito.
Bonzo y Seso, que son parte del
corillo como satélites, no van. No fueron
parte de la planificación. Además, ellos
tienen grabación. No van a asaltar el
banco. No van a velar a la policía por si
vienen. Pero ellos no van. A las diez de
la madrugada tienen que estar en Bayamón.
Hace rato que se alejan del resto.
Buscando otro negocio. Quieren grabar un
vídeo, ya tú sabes, rompiendo discoteca
bajando música, pero les falta calle. Así
que andan guillao de gangsters por ahí.
Oyendo a Farruko, a Chino Nino, a Ñengo
Flow. A ver si aprenden. Oyendo a la vieja
escuela, Chezina, Alberto Stylee. Si se
ponen brutos escuchan a Big Boy.
Dicen que Bonzo anda buscando al tipo
que le quitó la novia para tumbarlo,
ya tú sabes, asesinarlo,
dejarlo pegao,
pero lo digo como me salga de los
cojones porque no cultiparlo. Llevan
semanas en ese asunto. Pero eso lo comenta
Seso,
que le dicen así porque no tiene.
Seso.
Tiene menos que El Flaco y eso es
mucho decir.
Tiene orejas de sabueso.
Eso.
Se cayó de una four track y por eso
es patitieso.
Andan buscando. Al mamabicho que le
quitó la novia. Comprando vino en la
Texaco, como un mojón de caco. Si lo pilla
por la calle dice prrrrum, pero no dice
nada. Buchipluma. Es que también escuchan
al Príncipe. Bonzo no anda buscando a
nadie, pero elabora el cuento de que está
buscando a alguien.
Seso no le deja caer todo el peso a
nadie. Es un soberano pendejo, tan
asustado que anda armado y es capaz de
soltarle un tiro a cualquiera antes de
terminar de cagarse encima. Para llegar a
la cima. No lo ha hecho porque siempre se
le olvida debajo del matress. El arma de
fuego. Por eso lo deja para luego.
Está claro.
Esta no es una organización criminal
investigada por los federicos.
Esta no es una banda de narcos
investigada por los federales.
Este es un corillo de títeres sin
titiritero.
Es decir, Bonzo y Seso, a pesar de
que Reggaetón 69 ha desaparecido para dar
paso a La Nueva 69 FM estarán a las diez
de la mañana en el estudio de grabación
grabando lo que los sacará de pobres.
Ratones, brinquen antes de que el barco
zozobre. Grabando su grabación. De ahí al
videoclip. De ahí a comprar un yate y un
Maserati que eso no es gratis. Pensando en
matar a un tipo para sentirse bien
criminales. Para que la lírica les salga
chuletona.
Qué matar ni qué. Ni que estos dos
pájaros fueran Zimbabwe, que es el alias
de un tipo de Sabana Seca, que se llevó a
ocho, en ristra, en un ajuste de cuentas,
en el mismo negocio, una lluvia de balas
de diferentes calibres. Un exceso, me
parece. Vaya uno a saber lo que tenía en
la cabeza esa noche Zimbabwe. Vaya uno a
saber lo que apretaban sus dreadlocks.
Soprendente que le dijeran Zimbabwe
porque nadie sabe de los que le dicen
Zimbabwe
dónde queda Zimbabwe.
Apuesto
a que ninguno de los que está leyendo
esto
sabe dónde queda Zimbabwe.
Pero hay un tipo en la cárcel federal
que mató a ocho en una noche de desenfreno
que tiene el apodo, el alias, el a.k.a. de
Zimbabwe. Y yo no te voy a decir.

II
Luis, Luisín para la madre, Luisito
para el padre que también lo llamaba
Miremamao en los linderos de la
desobediencia adolescente, siempre fue
delgado y de jovencito decidió que la
jodedera era su carta de triunfo. No es
que haya decidido. Es que no tiene otra
oportunidad porque el que no tiene dinga,
no tiene mandinga, y no tiene con qué
tomar decisiones. Siempre delgado es igual
a El Flaco. No es que llegó del planeta
Hambre, habitado por mil millones de
personas. El planeta hambre habitado por
los niños de Uganda y el cabrón de Kony.
Cabrón que ni siquiera está en Uganda. Y
si no te gusta aguanta lo que te manda.
En su casa El Flaco hacía las tres comidas
muy bien y en su paisito hay comida rápida
en todas las esquinas. En todas las
esquinas. Literalmente. Pollo frito o
Hamburguer. Asi vive Luisín, alias El
Flaco. No es que su padre le pegaba en
público, frente a sus compañeros de
escuela humillándolo hasta el moco.
Entonces se hacía el loco. Resulta que su
madre no era mala gente y hasta de vez en
cuando él la acompañó aleluya a la iglesia
en la que cualquiera aleluya con alguna
energía vital se quedaba dormido
invariablemente gloria a Dios. Eso no es
lo que es.
El asunto es que a los quince años no
se puede estar sin dinero y sin carro en
un lugar como este. ¿Para qué matarse
estudiando? Sin aros brillante naranja y
luces azules debajo del carro. Por lo
menos una motora. Por lo menos una fucking
four track en una fucking caravana de
mamabichos alcaldes. Al menos esas cosas.
Mejor las tres. O las cuatro cosas. Desde
Trujillo, hasta Cacolina, desde las altas
montañas de Cayey o las caliginosas calles
de Guayama, Patillas, Arroyo, una caravana
de mamabichos en fourtrack, sin casco ni
un carajo, en medio de las calles y
avenidas, con sirenas, bocinas, ruido de
azufre en el infierno, y el alcalde de
cada pueblo embreando las carreteras
emputecidas por el sol tropical.
El asunto es que a los quince años no
es el quinceañero. Es buscarte par de
pesos. Te los buscas como sea. Y no
trabajar para el gobierno. Porque trabajar
en la calle, en el punto, es el gobierno.
Tú eres el fucking gobierno. Tú sabes. Tú
no eres ingeniero. No vas a hacer la obra
y pedir los permisos después. O fabricar
un templo aleluya. Luis Miremamao El Flaco
se las buscó por un motivo. El motivo, si
existe alguno, es sencillo. Dinero,
automóvil. Las cricas llegan por añadidura
dicen las letras del flor callejero. El
Flaco siempre fue flaco. Entonces se ganó
el mote de El Flaco. En la calle el apodo
es el nombre, como en los cuentos chinos.
Nadie le dice Luis. El padre muerto. Pero
ése ya no habla.
De quinceañero se robó un Tercel
mohoso para ir a buscar a una muchacha.
Ella se rió cuando lo vio llegar y esa fue
la primera vez que le dio una bofetada a
una mujer para que respete a los hombres.
Ya tú sabes. Trató de vender el vehículo
pero ni regalado lo querían. Ni mirándole
el colmillo. Ni camarón que se duerme. Lo
dejó frente a Covadonga estacionado y se
fue caminando para su casa. Calabaza
calabaza. Pasó por el punto y allí el
brillo de las cadenas de oro, las
zapatillas esplendorosas a la Lebron
James, las naves espaciales le dieron la
clave, vio la luz. Aunque no se ha fijado
que Lebron James pasa la bola en los
juegos decisivos. Si se hubiera fijado en
eso a lo mejor no sufriría el final que va
a sufrir.
Primero era un simple corredor y más
tardecito abrió su propio espacio de
expendio de yerba, allí, frente a su casa.
Yerba, palis, hasta Nyquil vendía. Las
pastillas de la mai. las pastillas del
pai, expiradas, expirado. Luego más allí
en Arístides Chavier. Su casa que no era
suya, sino de la madre. La madre que pensó
que para que esté en la calle que se quedé
ahí al frente. Enfermera que es todavía en
el Hospital Metropolitano. Hospital
lúgubre. El padre se murió cuando Luisito
Miremamao, Luisín, flaco como un bacalao,
El Flaco, iba a cumplir dieciséis años.
Treinta y cinco años limpiando pisos de
mármol y baños. En el mismo hospital donde
trabaja la madre estaba el padre.
Un día el muchacho llega con un BMW y
él padre pregunta:
-¿y ese carro?
-Me lo prestaron.
-¿Esa máquina? ¿Te prestaron esa máquina?
-No empieces, viejo.
-Miremamao, ¿usté cree que yo me chupo el
dedo?
Y se le pusieron las orejas rojas y
se le inyectaron de sangre los ojos. A los
dos, o sea, a los dos ojos de cada uno. A
los sendos. Una semana después el corazón
se le salía por la boca. Al padre. Semana
y media después se lo comían los gusanos,
al pai, y hasta un miembro de las fuerzas
armadas fue al entierro porque el padre
había visto cuerpos arder sobre la arena
en una Tormenta del Desierto. Fósforo
blanco. El padre. El Flaco no lloró. ¿Qué
carajo iba a llorar? Se quedó en su casa
aliviado de que ahora nadie le diría lo
que su padre le decía. Pero bien en el
fondo de su conciencia él sabía que el
viejo tenía razón, así que habría que
imponer respeto. Digo, si es que a eso que
tiene El Flaco bien al fondo se le puede
llamar conciencia. Así que El Flaco tenía
ue imponer respeto. Que no es ni mamabicho
ni miremamao, ni bacalao ni bacallao. Por
lo menos una nueve milímetros. Y un balazo
en la pierna a Caquito, para que no se
diga que no se atreve a halar el gatillo.
Porque lo miró mal. Si por menos que eso
mataron a tacazos a un cantante cristiano
en un billar de Capetillo. Tacazos de
taco de billar. No taco mejicano. Tacazos
de taco duro de tirar por bandas. A la
vista de dos policías fuera de servicio.
¿Que carajo se van a meter? Así que le
pegó un tiro a Caquito en la pierna tecato
de mierda. ¿Tú eres loco? preguntó
Manguera, asesinado dos años después en la
panadería Sabrosón y Palermo, con el
sándwich cubano a medianoche. Porque
tropezó con Bolsa y ni siquiera se excusó.
No había que dar explicaciones. En la
calle si usted tropieza muere. Más bien en
la panadería Sabrosón y Palermo si usted
tropieza con la persona equivocada se va
con sus seres queridos ya fallecidos. El
Flaco sabe que es mejor pasar por loco que
por pendejo. Ahí te lo dejo.

III
Ahora va a asaltar un banco porque ya
pasó de la edad adulta. A su edad uno
busca establecerse. Cuando uno va a
cumplir tres décadas debe tener su futuro
asegurado. No es que quiera ser Scarface,
porque ni siquiera es Al Pacino. Y Pacino
japonés. Ya tu ves. Vender yerba frente a
la casa de mami no es un gran negocio. Tú
sabes. Un pesito aquí, un pesito allá, y
un pesito y un pesito, y un pesito. Tiene
dos empleados, corredores, runners. Wiso y
Yaquichán. Wiso lo convenció de que es una
vida de chamaquito. De que nunca van a
estar a la par de los grandes
a menos que tengas a la División de
Drogas de Mayagüez en nómina o que ellos
te nominen a ti.
A menos que tengas a la División de
Drogas de San Juan en nómina o que ellos
te nominen a ti.
A menos que la perrita Betsy te mee
las piernas en una cafetería de Caimito en
donde te matan por verte dar un brinquito.
Anpelito.
A menos que el juez que saca absuelto
a los sicarios y al bichote se tome un
wisquicito contigo.
A menos que la abogada te defienda
mientras saluda al público y la Comay
comenta el suceso que puede suceder o que
ya sucedió con iniciales.
Wiso lo convenció de que dar un tumbe
en un banco es el más allá del más acá.
Una experiencia sublime. Salirse de esa
calle Arnedo y dejarse de chiquilladas,
como dice uno de los políticos que está en
carrera por quedarse con el corral de
cerdos que es la administración del
territorio. Usa la palabra chiquilladas.
nadie en la isla rodeada de isla por todas
partes usa la palabra chiquillada.
Wiso estuvo dos años en la
universidad. En la universidad del estado.
Es inteligente. Tan inteligente que se
aburría en la universidad. En la
universidad pública. Tan listo que se
aburría en la escuela. Así que no sea
burro, ni sea caballo. Sea hijueputa. No
sea pendejo. Ya tú sabes. Ahí te lo dejo.
Que viva el listo marcando el entrecejo.
Prefirió quedarse en su casa a leer, a
jugar con la Xbox, Wii, Playstation y
jugar a guardaespaldas de El Flaco. ¿Quién
paga una carrera de abogado? ¿Quién paga
una carrera en medicina? Ni 400 metros se
pueden pagar en esas carreras. Para gente
así hay cuatrocientas vallas por cada
metro. Wiso decidió quedarse en los
doscientos con tanta valla. Del grupo es
el único que puede leer y escribir. Pero
eso es cosa de maricones, dicen los
panitas. Para sentirse bien pasa las
noches y la madrugada en el punto, el
puntito en el que venden yerba a los
tecatos de la esquina, a los del semáforo,
a los estudiantes hijos de abogados que
quieren una mirada del bajo mundo pero sin
enfangarse los zapatitos me aprietan las
medias me dan calor. Igual, si se comen la
luz roja como una cherry llega papi y se
arregla el asunto. Como aquel blanquito
cabrón que se llevó enredado a Cefo que
iba para su trabajo a las 4:30 de la
mañana. A pie. Por el paseo. Las piernas
se quedaron en el paseo. El resto debajo
del Lexus nuevecito. Al chamaco lo dejaron
irse para Boston a estudiar. Sentenca
suspendida. Tipos así vienen a la calle
Arnedo. Aquí venden palis, de las que toma
Güagüita en Cataño; las pastillas de la
madre y las que encuentre. Hasta Benadryl
venden. Y unas moñitas de yerba.
Sin quererlo, Wiso es el cerebro de
la empresa, de la empresita. Cómo no va a
serlo si es el único que ha ejercitado el
cerebro. Hijo de Chela que lo crió sola.
Sobrino de Macho, que murió de SIDA. Primo
de Machito que es HIV positivo. Ahora va a
asaltar un banco. Sin quererlo porque a él
se le ocurrió este acto que no tiene
sentido. Él sabe que los bancos roban
desde adentro. Que atracar como en un
barco bamboleándose un banco no es una
idea exitosa, a menos que el éxito sea esa
voluntad de fracaso. El lo leyó, no en la
biografía de Dillinger, ni en un libro de
historia, ni en un libro de la microfísica
del poder, ni en los filósofos alemanes.
En un poema de un gringo que se fue a
Inglaterra y se casó con una
bailarina:This is the way the world ends
This is the way the world ends
This is the way the world ends
Not with a bang but a whimper.
Sin embargo, Wiso no le ha dicho a
nadie que así es que se acaba esto, que lo
pudo decir con una canción de El Gran
Combo de Puerto Rico, o alguna vaina de
Vico C. A él, sin embargo, se le quedaron
en la mente los versos de un poema que
leyó en la universidad pública del estado
del peñón que flota a la deriva en el Mar
Caribe. Y si tú no sabes inglés ni esperes
que te traduzca lo que dice T.S. Eliot.
Wiso tampoco le ha dicho a casi nadie el
nombre de Zoé.

IV
Yaquichán es el hijo de Bruslí, un
karateca que se hizo guardaespaldas de un
bichote. Cinta negra. Que esté claro que
no es el verdadero Yaquichán, ni era el
v erd a der o B r u s l í , e l t rág i camente
fallecido en la flor de la juventud astro
del cine en partes del Oriente y partes
de Occidente. Yaquichán veía a su viejo
partiendo tablas con los nudillos y
bloques con la frente. Le daba un poco de
miedo pensar en que ese era su futuro. Las
primeras lecciones de artes marciales las
tomó con Bruslí padre. Patada por aquí.
Puño por acá. Al principio se bebía las
lágrimas pero era peor llorar. Se llaman
artes marciales no bellas artes, le decía
el papá cuando lo veía sobarse las áreas
adoloridas, los ojos empapados con el zumo
del dolor. No se llaman bellas artes son
artes marciales. Marciales. Él intuía que
en la vida se daría en los nudillos y en
la frente a cada rato, a cada instante.
Intuición, dame el nombre esagto de las
cosas.
Cuando Yaquichán decidió que era más
fácil ver las películas de karate en dvd o
en la laptop o bajarlas en forma de pirata
y aprender sin dolor como parir, su
progenitor padre llevaba seis años
cumplidos en la cárcel de Guerrero por
intento de asesinato. Por el caso
específico de ese intento. Porque el caso
de asesinato nunca fue a juicio.
Greishalyn aparecía de vez en cuando.
Greishalyn es una madre. Sin embargo, no
es su madre. Si hablamos biológicamente no
lo era. Si hablamos emocionalmente,
afectivamene, efectivamente no lo era. Y
le decía Greishalyn a Yaquichán, envuelta
en unos pantalones de licra rojo ese
cabrón de tu pai me dejó sola. Y decía
esto mientras tarareaba: Felina, tu cuerpo
es tan provocante porque es brusca y le
gusta que la seduzca y todo lo que rima en
usca. Porque es el modo de sufrir de un
cierto tipo de sufrientes y sufrientas,
recordando los clásicos de Héctor y Tito,
antes de que el primero sintiera el olor a
fulminante demasiado cerca.
Pero volviendo, el asunto es que
Yaquichán, para asistir a su propia
soledad, pasó a juntarse con Wiso, que
hablaba como un filósofo, y con El Flaco,
que no hablaba o hablaba como un imbécil
pero tenía un negocio propio. Ahora va a
asaltar un banco.
 V Francisco, esa momia del entretenimiento.
Maripili es una muchacha bonita. Más Ella, Maripili, una vez iba para Miami a
y más si se queda calladita. Terminó la competir en el certamen de imitaciones
escuela superior sin embarazos a pesar de pero le dio una enfermedad y no pudo. La
los muchos volquetazos. En su casa le que sí llegó y pudo fue la hija de la
hicieron una fiestecita entre la principal, esa cabrona, que ganó con una
celebración y el agradecimiento. Fue reina magistral imitación de una cantante
de los corazones desde sexto grado hasta colombiana, con ese pelo que parece una
cuarto año. Imitó a Maripili en el Show de escoba. Ay, dios. Ella,
Talentos de la escuela y llegó segunda Rosa Nieves, quiere ser alguien. Lo
porque la hija de la principal imitó a va a lograr. Porque tiene buenas tetas.
Shakira. Esa cabrona hija de la principal Porque tiene buen culo. Ahora conduce el
que casi tiene un sexteto abdominal. Con auto en el que El Flaco, Wiso y Yaquichán
lo rica que está Shakira. Maripili también escaparán luego de atracar un banco.
está rica. Tan rica que mortifica. A los Tratarán de escapar. Tratarán de atracar.
hambrientos y a los que quisieran estar
hartos de crica como Mojica.
Maripili se llama Rosa y tiene un tío
que la acosa. Un tío que es menor que ella
por las vueltas que da la vida. Pero
entonces conoció a El Flaco que le da todo
lo que ella quiere. Ya tú sabes. Es un
hombre ya, a punto de cumplir los
veintitrés y ella una mujer de diecinueve.
Sus padres no lo quieren porque no
trabaja. Pero Rosa Maripili les dice que
sí que sí. Siempre está de vago frente a
la casa, dice el padre, que tiene un medio
hermano, del ombligo para abajo, que acosa
a Rosa. Ese flaco anda en malos pasos,
anda en mala compañía, observa mala
conducta, dice la madre que tiene un sexto
sentido y no se pierde el programa de Don
 VI
Primero llegaron Maripili, Wiso y
Yaquichán. Ella estacionó el vehículo
frente al Tacolandia y se quedó tras el
volante con sus gafas de sol de marca
famosa y su imitación de cartera italiana.
Las gafas de sol también son de marca
china, de marca de marca, el sol es lo
único que está en original. Un sol de
siete pares de cojones en combinación con
el polvo del Sahara que viene flotando
desde Africa igual que las tormentas
tropicales. Pero a saber.
Wiso y Yaquichán cruzaron la calle a
las ocho dieciséis de la mañana. En la
espalda sendas mochilas con cinta
adhesiva, cuerdas y pilas de varios
tamaños. Cualquiera pensaría que van para
la escuela. En las cinturas de sus
alicaídos pantalones que remedan
confinados sodomitas llevan sendas armas.
Sendas significa una cada uno. No que sean
grandes con cojones. Tienen leche como
quien dice suerte porque al acercarse a la
entrada llega el empleado Carlos Gómez. El
gerente, Andrés Soler, ya está dentro del
banco y al verlo procede a abrir la
puerta. Wiso y Yaquichán aprovechan la
oportunidad para entrar. Pistola en mano
amordazan a los dos rehenes. Wiso dice
que tienen granadas y bombas. Gómez abre
los ojos de manera improbable.
El Flaco llega en su motora. Una
motora de mierda con la que los cacos van
a 120 millas por hora, tropiezan con un
hoyo de la mejor carretera de las
carreteras del húmedo Caribe y vuelan para
el mismo carajo y viene emergencias
médicas y recoge los pedazos. Una de esas
motoritas plásticas que acompañan a las
fourtrack en las caravanas de los
corruptos alcaloides alcaldes. Y además
tiene el color del licor elaborado por los
monjes cartujos, entre el verde y el
amarillo. Bueno para un licor pero no para
una motorita. Mi opinión.
El Flaco se atrasó un poco comprando
desayuno.En un McDonalds. Porque todo lo
que tiene prisa tiene esa M grande,
amarilla, esa gran m de grandísima mierda.
Y allí se encontró con un tipo que fue a
la escuela intermedia con él. Y después
fue a una universidad. Y está por
graduarse mientras hace la práctica de
asociado en la jamberguera mundial. Pa’l
carajo le habría dicho El Flaco, para qué
matarse estudiando para terminar de
gerente en una jamberguera de la gran M.
Ahora, después de desayunarse con
basurita rápida coincide con Paula Marte,
las mujeres no son de Venus ni para que te
hartes, que llega en su Mercedes rojo y
una combinación de pantalón y chaqueta de
mujer de poder. El Flaco, con su cofre
mágico de desayuno en el estómago, la deja
pasar. Ella, incólume, observa que no hay ¿Tú eres el líder? pregunta Paula.
nadie ocupando escritorios Wiso contesta que no, que en este
correspondientes. Empuja la puerta que movimiento no hay líderes. Demasiada
está, cosa rara, abierta. No ve a nadie. información. Paula Marte, con el cabello
Llama, Soler, buenos días. Wiso y castaño y la mirada segura, pregunta en
Yaquichán salen de detrás del mostrador serio.
apuntando con sus sendas nueve milímetros. Mere, puñeta el que manda soy yo,
Ya se explicó que sendas no son grandes, afirma El Flaco, imperativo, categórico,
ni son caminos, ni veredas. Sendas es que aturdido por las preguntas y
cada uno tiene una. Aprendan. El Flaco, contestaciones.
con la boca llena de recuerdos de Él y Yaquichán amarran las manos y le
croissant le anuncia, ponen cinta adhesiva en la boca a Paula.
mere, señora, esto es un asalto. Tuvo Es innecesario murmura ella. Pero nadie la
que ensayar cincuenta y siete veces para entiende porque tiene la boca cerrada con
poder pronunciar esa oración completa. Sin cinta adhesiva. Tape, pendejo, teip,
embargo, como aportación, tuvo que incluir aprende español.
el mere. Corrupción de mire. Por lo menos Paula Marte, mirada objetivamente, es
tuvo la presencia de ánimo de acertar en tan hermosa como una Ducati Multistrada
la concordancia de género. 1200. Pero nadie mira objetivamente.

¿Ustedes saben lo que están haciendo?
pregunta Paula Marte. Y lo pregunta
sinceramente. Paula Marte no es una simple
comemierda. La interrogación es honesta.
Procede a explicarles las posibles
consecuencias.
Wiso, para despistar, le dice que es
una expropiación. Que se trata de los
Comandos Armados de Liberación Popular y
que tienen dinamita, granadas y que afuera
hay un coche bomba. Que exigen la
liberación de los presos políticos.
Yaquichán mira a El Flaco y éste se encoge
de hombros.

VII
Maripili sale del carro porque tiene
que ir un momento al baño y hace calor. El
polvo del Sahara acalora y hay que
acicalarse. Trata de entrar a Tacolandia
pero hala la puerta cuando debe empujarla.
Lo intenta de nuevo, nerviosa. Hala otra
vez cuando debe empujar. En la vida uno
debe saber que uno no hala cuando debe
empujar ni empuja cuando debe halar. Ni
saca cuando debe meter, ni mete cuando
debe sacar, pero debe meter como si nunca
fuera a sacar, y sacar prometiendo que se
volverá a meter.
Un empleado que se enjuga los labios
al verla, con lo rica que está, la saca de
su caos.
Buenos días, mi amor, ¿quieres algo?.
No gracias, solo quiero usar el
ladies. El léidis. Así mismo. Como si ella
fuese una modelito que tiene casa en Miami
pagada con los chavos de un ex de
repartición de bienes gananciales.
Usa lo que tu quieras mami, dice el
galán, haciéndole señas a los otros dos
empleados. Con lo rica que está. Las
empleadas observan aburridas.
Probablemente están ahí haciendo la
práctica luego de matarse estudiando en
una universidad que tiene un plan de
convertir a todos los estudiantes en
empleados de negocios de comida rápida.
Ella tiene tanta ansiedad, Maripili está
tan ansiosa que al cerrar la puerta del
ladies a quien ve en el espejo es a Rosa
Nieves, que es ella misma, y se asusta. Se
quita las gafas de sol y nota que se le ha
corrido un poco el maquillaje. Que se le
ha borrado un poco el millaje. Que está
seco y polvoriento el paisaje.
Pensará que Rosa es como un combo de
ocho presotas frescas con cuatro
complementos regulares, los que más te
gusten, con un botellón de diet pepsi por
sólo quince pesitos y comen hasta cuatro,
dependiendo de cuan hambrientos estén. Así
de buena está la oferta, pensará el galán.
Ella puede ser que pensara que en sí misma
en esos términos. Puede ser porque se han
escuchado modelos decir esas cosas de sí
mismas. Pensar en sí mismo es siempre
motivo de engaño o ridículo. Igual que eso
de encontrarse a sí mismo. ¿Qué haces si
al encontrarte a ti mismo no te parece
nada interesante? Es mejor encontrarse con
otra gente. Esos son otros veinte pesos.
Eso es otro asunto. Todo esta filosofía de
vida es resultado de que el polvo del
Sahara que arropa esta isla del Caribe
acalora a cualquier hora como el carbón en
una locomotora.

VIII
La cosa no es tan fácil. Wiso tiene
un mapa con las rutas de escape. Escapar
por la avenida Barbosa no es fácil. Lo de
avenida es un nombre sin mucho que ver con
la realidad. Es una calle larga con muchos
cruces, semáforos y negocitos de
pequeñísimos comerciantes. Uno va en
dirección a Cantera, barrio que ha sido
pieza en el juego de varios gobiernos,
barrio llamado comunidad especial por el
gobierno, barrio en el que han vivido
generaciones de generaciones, y verá una
nerviosa conflagración de calles
entrecruzadas con su propio orden y
concierto. Wiso conoce esas calles. Además
ha entrado en el banco tres veces y en la
fila del pagador observa y observa. Tiene
un montón de papeles más en la mochila.
Hay un cassette de la Fania All Star que
consiguió en el Mercado de Pulgas de Río
Piedras. Un fucking cassette. Nadie tiene
cassettes. ¿Cómo carajo uno escucha un
cassette?
Saca una de las baterías con alambre
y cartón y la coloca sobre la mesa más
cercana a la entrada. Parece una bomba.
Una pila con un cable y un pedazo de
cartón. Parece una bomba. Puerto Rico
tiene bomba para bailar. Ya esas son
palabras mayores. Basta con que parezca
una. El Flaco se acerca y le murmura al
oído,
Wiso, ¿qué carajo es eso del Comanche
armado de no sé que hostias? Comando… es
para confundir, Flaco. En eso estaban
cuando entra un hombre y saluda. Se dirige
con indiferencia al mostrador. Yaquichán
está allí parado como un oficial de banco.
Pero su camisa extra large y sus
pantalones colgando de las guaretas le dan
un toque raro, siniestro, unheimlich y a
la misma vez, ridículo.
Buenos días, dice el hombre, de unos
cincuenta, cincuenta y cinco años. Cuando
uno tiene quince años medio siglo es la
eternidad. Cuando uno tiene veinte años
cincuenta años es la ancianidad, cuando
uno tiene cincuenta años uno es un tipo
que vive como si el mundo se fuera a
acabar mañana. Porque el mundo se va a
acabar pasado mañana.
Buenos días, repite Yaquichán, el
pichón de maleante, como si de ecolalia se
tratara. Con permiso, dice el pichón, y se
acerca a los otros dos asaltantes.
Wiso- Yaqui, ¿por qué no tienes la máscara
puesta?
Yaquichán- Porque ustedes no tienen nada
puesto en sus putas caras.
Flaco- Fuck!
Por cierto, El Flaco piensa que sabe
inglés porque dice fuck en vez de puñeta.
Y al que sabe inglés se le respeta igual
que al que tiene motora y no anda en
bicicleta. Igual que el que a su jeva le
mama las tetas. Sacan las máscaras de la
mochila de Yaquichán. El Flaco cree que
sabe inglés porque dice week end en vez de
fin de semana. En verdá en verdá dice
wikén, como si fuera una palabra indígena,
como si de arahuaco se tratara wikén que
es como los indios le decían al fin de
semana, como le decían al cacique wikén
que era el que más vacilaba, el que
organizaba las jodas taínas.
El asunto es que el hombre se acerca.
El hombre de cincuenta o cincuenta y cinco
años. Ellos se tapan los rostros. Flaco
enciende un cigarrillo. Si Paula pudiera
hablar le diría que está prohibido fumar
dentro del banco. De hecho, Paula Marte
puede hablar pero tiene la boca incomodada
con cinta adhesiva. Tape, mamabicho.
Hombre- Permiso jóvenes. ¿El banco ya
abrió?
Flaco- Fuck! grita, haciendo malabares con
el cigarrillo.
Wiso- No señor, estamos asaltando el banco
en este momento.
Hombre- Ah, perdonen entonces, yo creía…
Yaquichán- Nosotros somos los Comandos
liberados populares. Armados también.
Hombre- Pues dense prisa que tengo que ir
al Hospital de Veteranos.
Flaco- ¡Al piso, cabrón, al piso!
El Flaco gritó apuntando con el arma
al hombre que no pareció impresionado. Aún
así obedeció pues era soldado. El Flaco
tira su cigarrillo al suelo y lo aplasta
con obsesión. El hombre, de unos cincuenta
y cinco años, reflexiona. ¿Por qué este
muchacho me llama cabrón? Hay alguna duda
en su mente. Estuvo un año y seis meses en
Irak. En esos dieciocho meses ¿sufrió
dolores de cabeza intensos? ¿Será cabrón?
Pero el recuerdo de la dulce sonrisa de su
compañera lo serena. Un hombre que ha
visto gente morir como moscas con Raid,
qué carajo le importan unos cuernos.
Flaco- Yaqui, pendejo, cierra la puta
puerta, busca la llave, el botón, lo que
sea.
Yaquichán- ¡Yo qué sé! O sea, que
Yaquichán sabe que no sabe nada lo que ya
es saber algo.
Wiso- El gerente, chico. El lo sabe todo.
Además las puertas se cierran
automáticamente. Y tienes que usar otros
nombres, no digas los nombres.
Yaquichán- Bueno, ese no es mi nombre, yo
me llamo Julián.
Flaco- Sí serás animal. Busca las llaves.
Cabrón, no digas que te llamas Julián. Si
se cierran automáticamente, ¿cómo este
cabrón entró?
Hombre- Tú no me conoces, pero estoy casi
seguro de que soy un cabrón. Eso argumenta
el hombre que ronda los cincuenta y que
todavía nadie sabe que se llama Manuel
Padilla y que es veterano de la primera
guerra de Irak y de la segunda también.
El Flaco flaquea ante la serenidad
del hombre que yace acostado, bocabajo, en
el frío suelo. Le dice que se arrodille.
Que uno le dice cabrón a todo el mundo. No
es que sepa nada de la vida de Manuel
Padilla. Ni siquiera sabe su nombre. Es
que decir cabrón es como decir cualquier
cosa aparte de cabrón.
El Flaco le dice que se voltee
bocarriba. Toma una cajetilla de
cigarrillos de la guayabera del veterano
del que no sabe que es veterano. Éste le
entrega un encendedor plateado con
insignia de Desert Storm. El Flaco
enciende un cigarrillo.
IX
En este momento,
en ese momento,
esta no es la noticia más importante del
momento.
Todavía no son las nueve de la mañana. De
momento,
la noticia más importante del momento
es el cocodrilo de Laguna Gardens. El
caimán de Laguna Gardens. En eso no se
ponen de acuerdo los reposteros, digo, los
reporteros. Una cosa es un caimán y otra
es un cocodrilo, que no se pierda el hilo.
El asunto es que el caimán lleva
varias semanas paseando por Isla Verde.
Ayer en la tarde varios miembros de la
benemérita policía municipal de Carolina
con la sangre llena de anfetamina,
vitamina y proteína capturaron al animal.
Llamaron al vigilante del Departamento de
Recursos Naturales que en ese momento, a
las cinco de la tarde, se comía un
mondongo monumental, a las cinco de la
tarde de ayer.
El vigilante, ni corto ni perezoso
acudió presuroso a la comandancia y
certificó que el animal era un caimán.
Joven. Cinco pies. Es decir, tiene cuatro
patas y cinco pies. De largo. El caimán,
no el vigilante. El animal fue trasladado
con bombos y platillos como un papisongo
presumidillo hasta el Centro de
Confinamiento de Especies en el bosque
Cambalache. Dios quiera que no escape
cuando alcanzaba su definición mejor. Es
que allí deciden el destino del reptil
mientras aquel vigilante regresaba a su
tarea mondonguil de ayer a las cinco de la
tarde.
Lo que pasa,
lo que se hace noticia,
lo que es primera plana es que los
residentes de la urbanización Los Angeles,
de altas pretensiones, indicaron a varios
medios de comunicación que estaba muy
preocupados pues habían visto un cocodrilo
transitando por la Avenida Baldorioty. No
se dijo de primera intención si transitaba
en un carro, en una bicicleta o por sus
propias patas. Los transeúntes, los
conductores, los que sufren esa avenida,
se detenían ante el espectáculo de ver al
caimán o era un cocodrilo cruzar el
asfalto en dirección a los vetustos
edificios de Laguna Gardens. Se detiene el
tráfico. Se sueltan las bocinas y los
bocinazos. Se detienen los camiones de
carga. Todo el mundo tropical le toma una
foto al caimán cocodrilo. Un muchacho
vestido del Chavo del Ocho decide tomarse
una foto al lado del reptil. No es que
tenga un disfraz. Es que calza zapatillas,
pantalón corto un poco más abajo de las
rodillas, que para corto es largo pero
para largo es corto. Además tiene una
gorra de los Medias Blancas de Chicago.
Que nunca debe confundirse con los
Cachorros de Chicago.
El asunto es que el tapón el tapón
llega hasta el mismo carajo. No es
relajo. En la calle se pasa trabajo
después del trabajo. Hace calor pero hay
que tomarse una jodida foto. Había que
tomarse una puñetera foto ayer en la
tarde. Y ponerla en Facebook, ponerla en
la China, ponerla en alto como se pone al
país rotundamente. Es que venían de la
playa, venían de Vacía Talega donde la
pasaron bien él y otros cacos en pareja y
el chamaco vestido como el Chavo del Ocho,
cabeza rapada, cejas delineadas, se tiró a
la mujer del bichote entre las pencas de
palma y está con la adrenalina en alta y
la coca en altísima. Esta es la última
foto que se habrá de tomar. Mañana, cuando
desaparezca, una semana después cuando
descubran su cadáver con 17 tiros en
diferentes partes del cuerpo, el
investigador de la policía, el respostero,
digo, el reportero, da igual por ue a
veces ni me entero, la muñeca de la
televisión que casi casi gobierna al país,
los amigos y familiares, verán esa última
foto que ya debe estar en el perfil y la
breve biografía del chamaquito vestido
como Cantinflas que a su vez sirvió de
modelo para el Chavo del Ocho que a su vez
sirvió de modelo para los cacos de la moda
de los cacos.
 Lo importante ahora, antes de las
nueve de la mañana, es que en la prensa se
dice que los caimanes viven por ahí
desde los años de los Beatles,
desde los años del Movimiento Socialista
de los Trabajadores, desde aquella vez que
vino Raphael,
desde antes del Festival de Marisol en
Vega Baja,
desde que mataron a Antonia Martínez en la
UPR,
desde aquella vez hay caimanes sobre todo
en Manatí
qué ti tiburón qué ron ron Don Q,
sobre todo en Barceloneta de donde es Juan
Mirateta
que si lo agarran se hace el pendejo y
hace morisquetas.
Lo que pasa es que aquí el clima es
perfecto para ellos y suponemos que para
ellas, las caimanas como Ruperta que viene
gente cierra la puerta. Viven en embalses
y lagunas. Y Laguna Gardens se llama así
por la laguna. Entonces, ergo sum, también
en la Laguna de San José hay caimanes. Y
por eso a uno se le pierden los gatos, se
le desaparecen los perros. Los mismos
perros que dejan a las gallinas de palo,
muertas y apestosas, a la entrada de las
casas de sus dueños.
Lo que pasa es que lo raro es verlos
así, campeando por sus respetos en medio
de la gente y el tráfico citadino. Lo raro
es que no se a reportado una mordida de
caimán en estos años. Y es que la mayoría
de las veces estos cautivantes animales
muerden a la gente cuando están en
cautiverio. Ellos, no la gente. En
cautiverio se encabronan, se aburren, se
encojonan, como la mayoría de la gente que
vive en cautiverio. Pero mira, el caimán
cocodrilus es un animalito que no
representa peligro inminente para el ser
humano siempre y cuando no se interaccione
con él ni con sus huevos. Pero mira, eso
es igual que Juan, Pedro o Gratitud, no
representan peligro para otro ser humano
siempre y cuando no se interaccione con
ellos ni con sus huevos. Hay que ser bien
pescuezo.
El asunto es que esa por ahora es,
por ahora era, la noticia del momento.
Hasta que la cosa se complicó como un
juego de dominó que termina en titingó.
Porque pronto la noticia del momento será
el robo, secuestro y el terrorismo al
banco, lugar que, como se sabe, practica
el terror en el mundo desde aquí a Grecia,
pasando por España, Portugal y áreas
limítrofes. El cocodrilo caimán o caimán
cocodrilo fue ayer por la tarde. Esto es
ahora.
 X ¡Flaco, se va! ¡Maripili se va! grita
M ari p il i t e r m i n a de a cic a lar se,
termina de componerse. Han pasado veinte
minutos y los muchachos no salen del
banco. Rosa con su alias está en la fila
que por alguna razón apellidan india. Es
su turno. Dígame su orden. Vuelve a ser
Rosa Nieves. Observa que un policía se
acerca a la Four Runner. El hombre de azul
y testosterona saca su libreta de multas.
Sorprende que sepa escribir. Rosa se hecha
a llorar. El empleado que le abrió la
puerta sale afuera y dialoga con la mole
de testosterona, proteína y vitamina
vestida de azul. Vuelve a entrar. Mamita,
el guardia dice que si lo mueves ahora no
te da el ticket. El boleto, mamalón,
aprende español. El guardia no hace el
ticket si Maripili sale y él puede ver lo
rica que está. Rosa sigue llorando. Sale.
Ay, yo lo muevo. Está bien, mami,
tranquila. Lo muevo ahora mismo. Dale,
mamita, tranquila. El guardia azulado
fantasea con que Maripili lo mueve. Se
coloca tras el volante. Ella. Arranca. Lo
mueve. Se pierde. Ay Maripili, ballena
asesina, orca, después que la crías la
ahorcas, ya tú sabes como dice la gente,
la picúa no tiene diente, ella muerde y
nadie lo siente. Se va, se va, se fue.
Pero no muy lejos. Hay un semáforo cada 10
metros.
Yaquichan. Ella es el auto del escape. El
Flaco, explosivo y bruto lanza al suelo a
Yaquichán que se disponía a cerrar la
puerta de entrada que cierra
automáticamente y no acaban de entenderlo.
Se encabrita. Luis, Luisito, Miremamao,
pistola en mano, pierde la razón si alguna
vez la tuvo. Abre, puñeta, abre la maldita
puerta. Yaquichán va al mostrador, toca
botones, la puerta muestra su luz verde.
Abre. De un salto El Flaco llega al
estacionamiento del banco y grita como un
demonio. ¡Maripili cabronaaaa! Y dispara.
La vitrina de la Mueblería Electrónica
estalla en pedazos. El policía que perdonó
el boleto responde a lo que interpreta es
una agresión a su persona. Dos disparos.
Uno le susurra canciones de amor en el
oído a El Flaco. La otra bala le fabrica
un ojo al tanque de gasolina de la
flamígera moto que la caricatura de roba
bancos aprecia. Asustado, Luis vuela de
regreso al banco. ¡Abran la puerta! Grita.
Si detenemos la acción se comprenderá
que hemos hecho un descubrimiento.
Miremamao tiene al menos un talento, una
habilidad. Luis, El Flaco, grita con un
cigarrillo que recién acaba de usurpar de
la cajetilla del hombre que yace en el
suelo dentro del banco. Y el cigarrillo
está encendido en la boca. Trate usted de
hacer lo mismo. Encienda un cigarrillo y
téngalo bamboleándose entre los labios.
Trate de gritar a todo pulmón sin dejar
caer el pitillo. Bien. El Flaco es capaz
de gritar con un cigarrillo encendido en
la boca. Ahora golpea el cristal. Lanza
el cigarrillo fuera de sí. El cigarrillo
flota en dirección a la gasolina. Se
escucha en el ambiente que a ella le gusta
la gasolina de Daddy Yankee, Daddy Yankee
que, por cierto, está más apagao que la
petroquímica CORCO. Yaquichán aprieta
botones en ánimo de abrir la puerta del
banco. El fuego aparece alrededor de la
moto. El Flaco golpea la puerta con la
frente. Y hay fuego encendido.
El policía, ya olvidando lo rica que
está Maripili, cruza la calle y vuelve a
disparar. La puerta se abre gracias al
ánimo de Wiso. Una bala le atraviesa la
pantorrilla a El Flaco, que grita,
vocifera. Ahora sin cigarrillo. El
veterano pide calma, todo el mundo al
suelo, calma. Yaquichán está catatónico.
Congelado. Más apagado que las neuronas de
El Flaco. Llegan dos patrullas. Maripili
está llorando, lejos. Relativamente
lejos. Llorando como si todas las
cocineras de Puerto Rico hubieran cortado
cebollas al mismo tiempo en una
coreografía gastronómica produciendo
quiebres celulares que permitieran que una
enzima llamada Alinasa, ¿qué es lo que
pasa? entrara en contacto con el trans-
(+)-S-(1-propenil)-L-cisteina sulfóxido
para crear piruvato, amoníaco y syn-
prpanotial-S-óxido y llenara nuestro aire
nacional de causas para llorar. Como si no
fueran suficientes las partículas, las
bacterias, los metales pesados que vienen
florando con el polvo del Sahara. Como si
no fueran suficientes las chamaquitas
recogiendo cadáveres de chamaquitos del
suelo, abrazándolos mientras la masa
encefálica les mancha la ropita, todos los
días, con diferentes calibres. Como si no
fuera suficiente que la isla fuera
administrada por personajes de
caricaturas, como decía quien lo decía:
Puerto Rico is a cartoon Network. Como si
no fuera razón suficiente que el
secretario del estado de la caricatura
fuese, él mismo, una caricatura. Llora
Maripili tropical. Llora Puerto Rico. Que
causas hay para estos efectos.

XI
Bonzo y Seso no se enteran.
Ni antes de que las cosas
acontecieran
ni después que pasara lo que esperan.
Pero qué esperan
si Bonzo y Seso que cuando no les
sale algo se desesperan
y de tanto pensar puede que se
adormecieran.
Como se duermen cuando se vienen
antes que ellas se vinieran. Que se
vinieran
a enterar de lo que temieran.
Que ya quisieran que respondieran.
Que permanecieran
antes de que desfallecieran
en el fragor del guaya guaya no se
rindieran.
Y es que exageran.
A la hora de la verdad uno pensaría
que no evadieran
como cuando Seso preñó a Migdalia que
no la amenazaran
que no la agredieran.
Como cuando Bonzo salió con Manuela,
que no le pelea,
pero era la jevita de Iván el
Terrible, tremendo hijuela, con la suerte
de que lo estaban velando y lo velan,
Iván se pone guapo y se le alteran,
y saca los metales y se escuchan los
tiros antes de que dos tipos enrojecieran
la calle y se murieran.
Bonzo tuvo suerte de que al Iván no
lo absolvieran
por un alegado arrebato que termina
en asesinato.
Pero Manuela se fue con Tito
y él no se metió para que no
jodieran.
La cuestión es que no se enteran de
lo que pasa con los demás. Ellos están en
lo suyo. En el estudio. Con la libreta
garabateada de canciones.
En realidad, se ponen la gorra de los
Yankees ladeada y muestran los
calzoncillos y usan unas zapatillas que
cuestan lo que cuesta operarle las tetas a
una modelo de televisión, pero no son
maleantes. Ni bichotes. Son unos pescuezos
que quieren pegar par de canciones.
No es que se metan
con los Power Rangers ni nada de eso,
ni pan con queso.
No es que sepan
nada de los Ninja ni de los bichotes
de la vieja escuela, de Las Avispas, ni e
la abuela que los golpeaba con la suela
noi siquiera saben que no se pelea
con Manuela.
A lo mejor escucharon a Eddie Dee,
Camaleón, Panny, Burufat, Guatauba uba
uba, Original Q, Frankie Boy, Cisco o
recientemente el Final Fantasy 3 con Ñejo
y Dálmata pero más allá de eso Bonzo y
Seso no son muy estudiosos de la lírica
de la vieja escuela. Ellos no habían
nacido. Habían nacido para cuando Héctor
el Father y Tito el Bambino pegaron
aquella desafinada Felina que fue lo
primero que se escuchó en español en La
Mega. Pero no es que sepan de saber.
Ni que sepan de quién le tiró a un
narco saliendo de la iglesia porque se
había entregado al Señor.
Ni na ni na.
Ni que sepan quien es la mujer de
Tango que anda también con Tingo. Bonzo y
Seso son dos tipos que andan para arriba y
para abajo con El Flaco que es un tipo que
vende un poco de yerba, pali, hasta Vicks
Vaporub frente a la casa de la madre que
lo parió. Y quieren hacer por lo menos un
videito con unas gatitas. Y por eso no
fueron hoy al banco. Ni falta que hacen.
XII
A las nueve la noticia se ha regado
como pólvora. No sé si ustedes han visto
alguna vez la pólvora en persona, pero es
bueno saber que la inventaron en China y
que de la pólvora vienes y pólvora serás.
Ya verás. Ahora no echan tanto humo como
en el siglo IX. IX es nueve, aprendan que
no les voy a durar toda la vida. El asunto
es que a las nueve la noticia se regó como
pólvora y me perdonan pero a mí la pólvora
me recuerda los fuegos artificiales. Sin
una cosa no hay otra. Qué sería de los
alcaldes de pueblo y ciudad sin ese
invento chino de los fuegos artificiales.
No sé si lo que les gusta son las luces de
colores en el cielo o que son
artificiales. Es decir que, a las nueve de
la mañana de hoy cuatro alegados
terroristas han entrado al Banco Popular
de la avenida Barbosa después de hacer
estallar una bomba incendiaria a la
entrada del mismo. Eso dicen. Un camión de
bomberos se acerca para enfrentar el
siniestro. Dentro del banco hay seis
rehenes. Eso no es lo que pasó realmente
pero a quién le importa lo que pasó
realmente.
Suena el teléfono del banco. Dentro
del banco hay varios teléfonos pero suena
uno sólo para propósitos de este recuento
verídico. ¿Quién contesta? El Flaco muge
como un toro flaco acorralado en el suelo.
El veterano del Golfo que es el hombre que
yacía en el suelo, que es el hombre de
unos cincuenta y cinco años, le practica
un torniquete para contener la sangre.
Como en Faluya. Puñeta, grita El flaco,
que no es muy bueno en eso de construir
oraciones completas. Tranquilo, dice el
militar de carrera con una tranquilidad
pasmosa. Pasmosa como la tranquilidad con
la que subía a la torre a fumar un
cigarrillo, sentado detrás de un muro, en
Irak, evitando a los francotiradores. Así
murió un médico en sus brazos. Subieron a
la torre. El médico encendió el suyo. Se
puso de pie. Una bala entró por su frente.
Irak era una caja de sorpresas color
escarlata. La vida valía lo que un mojón
en una lata. Ahora, Yaquichán es una
estatua. Ring, el telefonito. Wiso
contesta. Hola.
-¿Quién habla?
- ¿Qué carajo quiere?, pregunta Wiso,
molesto.
-Tranquilo, dice el sargento que está al
otro lado de la línea (es un decir), como
si fuera un veterano del Golfo. Es el
sargento Robles. Quiero saber si hay
alguien herido.
-Sí, hay un herido.
-¿Con quién hablo?
Wiso piensa en su contestación. Dice lo
primero que se le ocurre.
-Habla con Ernesto.
-¿Ernesto? ¿Tienes una camiseta con el
rostro del Che?
-¡Cabrón!
Wiso no estaba para bromas. Colgó y
estaba molesto. ¡Yaqui! ¡Yaqui! Yaquichán
no responde. Está en la entrada del banco,
la mirada perdida. Wiso se acerca y lo
abofetea una vez ¡Julián!
-Ya, papi.
-¿Papi? Soy yo, Wiso. Pero tienes que
decirme Ernesto. Yaquichán, Edipo te va a
arrancar los ojos.
-Mierda, no entiendo nada.
-Olvídalo. Despégate de la puerta de
cristal. Es aprueba de balas, pero uno
nunca sabe.
-¿Qué le pasó a El Flaco?
-¿No lo viste? Una bala en la pierna. El
veterano lo está ayudando.
-¿Se va a morir?
-Todos vamos a morir. Pero no ahora, carpe
diem.
-Coño, Wiso, no me hables en inglés.
- Ernesto. No me llames por mi nombre.
Vuelve a sonar el teléfono.
-Hola.
-¿Ernesto?
-No. Sí. Soy yo.
-Perdona la broma. Es el sargento Robles.
Necesito saber en qué estado se encuentra
el herido, cuáles son sus demandas y si el
resto de los seis rehenes está bien.
-¿Seis rehenes? Wiso-Ernesto le hace señas
a Yaqui. Yaqui, enciende ese televisor.
Mire Robles, aquí no hay media docena de
rehenes.
-Están rodeados. Si se entregan les
aseguro que no les garantizo su integridad
física.
-Ya hay un herido. Si muere vamos a
eliminar a uno de los rehenes.
-No, Ernesto. Te vamos a enviar un médico.
Yaqui enciende el televisor. En vivo
transmiten las incidencias de la toma del
banco. Afuera los camiones de televisión,
radio, y decenas de periodistas comienzan
a agruparse. La policía estatal y la
guardia municipal intentan formar un
perímetro de seguridad. Los bomberos desde
la calle, apagan el siniestro y casi
inundan el barrio.
U n g ru p o a u t o d e n omi n ado C oma ndo
Nacional de Liberación Armada acaba de
tomar el Banco Popular de la avenida
Barbosa y han tomado al menos seis
rehenes. Fuentes cercanas han informado
que el grupo pide la excarcelación de los
llamados presos políticos.
-Fuck, alcanza a gritar El Flaco, Wiso,-
apretándose la pierna herida-,cabrón, ¿que
mierda es esa que están hablando?
-No sé, no he hablado con nadie.
Vuelve a hablar por teléfono
- Robles, nada de lo que dicen en las
noticias es cierto.
- Ernesto, yo soy policía, no periodista.
- Alguien está dando información a la
prensa.
- Yo no, te lo juro, muchacho.
- No me diga muchacho.
- Está bien, sólo quiero que me garantices
la seguridad de los rehenes para poder
garantizar la vida de ustedes.
- Todos están bien, necesitamos un médico
para que observe la herida de El Flaco.
-¡Fuck, Wiso, cabrón, que haces dando mi
nombre!
- Tranquilos, todo va a salir bien, dice
el veterano.
- Ernesto, necesito hablar con algún
empleado del banco.
- Llame en cinco minutos. Envíe un doctor.
Cuelga. Le habla a El Flaco: Y tú,
cabrón, no te llamas El Flaco. En el
país debe haber 100,000 pendejos como
tú a los que les dicen El Flaco.
 El Flaco está golpeado en su ego. Su
guardaespaldas acaba de retar su
autoridad. Mas, ¿qué va a saber este
mamabicho de ego, super ego, id, o tres
carajos? ¿Qué va a saber de ego un tipo a
quien trataban de miremamao desde la
comunicación paternal?

XIII
Maripili, llorando sin saber qué
hacer, llegó hasta la Avenida Universidad.
Si escuchara canciones de hace un siglo
recordaría Bandida Universitaria, de
Héctor y Tito, pero ella no llega a ese
ejercicio del pasado. Dejó la Four Runner
cerca de la farmacia Cabrera y caminó
hasta la estación del tren urbano. Frente
a la librería dos profesores contemplaron
sus curvas y procedieron a comentar sobre
el paso del tiempo y el sinsentido de la
vida.
Cuando las escaleras mecánicas la
llevaron al túnel, al túnel de la estación
del tren urbano, Rosa Nieves temblaba un
poco. El tren apareció muy pronto y se
acomodó en el vagón casi vacío. Frente a
ella un hombre la miraba de reojo. Un
policía la observaba desde afuera,
mirándole las piernas. El tren partió en
dirección a El Cantón en Bayamón. El
Cantón se llama así porque antes, bien
antes, había muchos chinos allí.
Comerciantes. Al menos eso dice una novela
que leí hace par de meses.
-¿Usted es empleada del banco, no?,
pregunta Wiso liberando la boca de Paula
Marte de su encierro. ¿O viene a hacer un
depósito millonario?
-Soy Paula Marte, la oficial de
relaciones públicas.
-Perfecto, usted puede hablar con el
sargento Robles. Él es el negociador de la
policía.
-Yo hablo si les permites a los demás
respirar. Mira, están a punto de
desmayarse. Si les tapas la boca tan
fuerte no pueden respirar. Ten
misericordia.
-No exagere. En estos momentos yo puedo
tener piedad porque tengo la autoridad que
me da un arma y que ustedes están
amarrados. El misericordioso siente,
socorre y perdona. No tengo esa autoridad
moral, argumenta Wiso, liberando el aire
de Gómez y Soler.
-Gracias, exhala Soler.
-Dale las gracias a la señorita de Marte.
-¿Eres profesor de español?, pregunta
Paula, sonreída.
- No. Es que me gustan las palabras, dice
Wiso, cara de póker.
Yaquichán interrumpe. Transmiten en
vivo a través de la televisión. Hay
francotiradores de la policía en el techo
de Tacolandia y otro grupo comienza a
apostarse en los alrededores de la
Mueblería Tartak. Esto puede terminar mal
porque la paciencia de los agentes del
orden público es casi tan pocoa como sus
habilidades en las artes de la
negociación. Son perros entrenados para
matar. Y como perros tienen que estar
desconsolados con la peste que hay en
Tacolandia que es casi más peor que la del
restaurant chino de Patillas, en el sur
caliginoso de la isla calenturosa. La
peste es más peor que la que había en el
vertedero a la entrada de San Juan, hoy
convertido en solitario campo de golf
gracias a los alcaloides . En otras
palabras la Unidad de Operaciones Tácticas
que es la más peor de las tácticas forma
un cordón humano frente a los curiosos y
un grupo de estudiantes universitarios que
apoyan al Comando Armado de Liberación
Popular que se acaba de crear en la
imaginación de Wiso.
Hay cerca de doscientos policías.
Rodean el banco. Un helicóptero lleva al
Superintendente de la Policía, un ex
agente del FBI con estrecha amistad con
terroristas cubanos de derecha que
hicieron volar un avión comercial hace
muchos años. El Super habla en vivo con la
prensa desde el aire. No es superman, es
que va en un helicóptero como el que hizo
estrellar aquel chamaquito que tres años
antes estaba en un anuncio del gobierno
durante una campaña de prevención del uso
de drogas. ¿Te acuerdas? Otro, de un canal
de televisión, muestra tomas aéreas del
banco. No vamos a negociar con
terroristas, dice el Superintendente. El
mismo que tiene vínculos estrechos con
terroristas porque depende de donde soplen
los vientos del terror. Pero puede ser un
error.
-Terroristas. Flaco, nos dicen
terroristas. Nos van a matar, grita
Yaquichán.
- Eso es culpa tuya Wiso, por estar
hablando mierda, vocifera El Flaco.
- Tranquilos, todo va a estar bien, a
menos que usen fósforo blanco, añade el
veterano.
-¿Qué es eso, cabrón? pregunta Yaquichán.
-Como en Faluya. Te quema la carne y la
piel pero no la ropa…comienza a explicar
el veterano.
-¿Qué?-
- Noviembre de 2004. El fósforo arde hasta
que te llega hasta el hueso. Te quema
hasta los riñones. Lo usamos porque no es
un arma ilegal. No es química, es
incendiaria. Te quema hasta los
pensamientos.
-¡Ya está bueno, por favor! Aquí hay que
tomar las cosas con calma y organizarse.
Interrumpe Paula.
Suena el teléfono. Conteste, Paula,
pide Wiso. Hola. Hola, soy el sargento
Robles. ¿Con quién hablo? Soy Paula Marte,
oficial de relaciones públicas del Banco
Popular. Señorita Marte necesito saber si
hay algún herido. Creo que ya le han dicho
que hay un herido. ¿Es uno de los
terroristas o un rehén? Es uno de los
asaltantes. ¿Cuántos son? Somos…siete.
¿Siete rehenes? No, siete personas. No,
Marte, cuántos terroristas y cuántos
rehenes. Bien, somos tres empleados…un
cliente y tres jóvenes.
Se informa que el Comando Popular de
Liberación Nacional está compuesto por
siete terroristas entre ellos una mujer
que parece ser la portavoz del grupo.
Pasamos en directo con Sonia Weber.
Gracias, compañeros, estamos en vivo desde
la avenida Barbosa donde se desarrolla
este drama en el que varios rehenes se
encuentran atrapados en el banco que ven
ahora en sus pantallas. Se menciona que el
FBI se hará cargo de la situación y que a
estos efectos un grupo especializado viaja
en estos momentos desde Virginia para de
un momento a otro llegar hasta aquí y
liberar a los rehenes.
-Robles, la información que se da a los
medios es incorrecta.
-Señorita Marte, yo no soy periodista.
-Pero usted debe hacer lo posible porque
salgamos de aquí con vida. Están creando
pánico y la reacción puede ser
desmesurada.
-¿Y desde cuándo usted es especialista en
contrainsurgencia?
-¿Contrainsurgencia? Aquí hay tres jóvenes
que iban a asaltar un banco y la jugada
les salió mal.
-Por favor comuníqueme con Ernesto.
-¿Qué? Aquí no hay ningún Ernesto.
-Sí, soy yo. Ese es mi nombre de guerra,
dice sonriendo Wiso.
-¿Ernesto?
-Fue lo primero que se me ocurrió, dice,
tomando el teléfono, y no quiero escuchar
un análisis freudiano.
-Soy yo.
-Se le está acabando la paciencia al
superintendente. Díganme qué quieren y en
una hora se acaba esto.
-Queremos un millón de dólares, un
helicóptero que nos saque de aquí y la
liberación de los presos políticos.
-Wiso, ¡no jodas más con los políticos,
carajoooo! Grita El Flaco.
-Robles, voy a entregarles un rehén como
muestra de mi voluntad de bien. Pero si
intentan alguna jugadita mis compañeros
ejecutarán a uno de los rehenes.
Wiso cuelga el teléfono. Toma a El
Flaco por los hombros y lo ayuda a
levantarse.
-Ahora sales y te haces el pendejo. No te
va a costar mucho trabajo. De otra forma
no vas a recibir atención médica.
El Flaco tiene la boca abierta y no sabe
qué hacer.
-¡Me van a matar Wiso!
-Tranquilo, cuando te recojan dices
eres un cliente y ya.
El comandante Ernesto, a.k.a Wiso, le pide
a Yaqui que abra la puerta.
-Ahora sales, yo te apunto con el arma y
sales, poco a poco, con las manos arriba.
El Flaco atraviesa la primera puerta
de cristal. Yaqui abre la segunda y se
retira. El Flaco duda. Se acerca un
efectivo de la policía con las manos en
alto. Hay un centenar, en la acera,
apuntando hacia la puerta. El Flaco mira
hacia atrás. Sale. Da dos pasos. Yaqui
cierra la puerta. El policía se acerca.
-Ponga las manos en alto. De rodillas.
-¿Qué? Yo soy un rehén, so cabrón.
-De rodillas le dije.
El Flaco se da media vuelta como
puede, cojeando, a saltitos, vuelve hacia
la puerta. Si puede sostener un cigarrillo
en los labios mientras habla, como no va a
poder cojear. Alto, grita el policía. El
Flaco golpea su frente contra la puerta de
cristal. Se escucha un sonido sordo. En su
frente hay un orificio. Cae al suelo. El
policía grita, ¿Qué pasó? ¿Qué pasó?
Dentro del banco todos observan la escena.
Lo han transmitido en vivo por la
que televisión.
En un hecho sin precedentes frente a
las cámaras de televisión un hombre fue
baleado frente al banco que permanece
sitiado por terroristas. Aún no está claro
quién realizó el disparo o los disparos.
Aparentemente se trata de un rehén
liberado pero usado como carnada para
abatirlo y mostrar la capacidad letal de
los terroristas.
¿No te has puesto a pensar si la
palabra francotirador está relacionada con
la franqueza? Lambe y besa.
Lo que esta claro es que el asunto
está derivando en un caos. Que la razón
por la cual estas personas han entrado a
este banco ya no están claras. Aunque Wiso
se matara explicando (es un decir) yo
tengo para mí, que la razón tiene nombre y
apellido. Digo nombre pero no apellido. Se
llama Zoé. La razón descabellada o calva
por la cual un tipo como Wiso comete el
acto de robar a ladrón, es decir, robar un
banco, acto en la que se tiene todas las
de perder y poco que ganar porque no se
hace como banquero sino como asaltante,
digo yo que la razón es otra. Se llama
Zoé. Zoé que se entrena en la arena en
artes de combate y tiene los muslos más
hermosos del país de los muslos. Y tiene
dos. Uno en cada pierna. Lo que pasa es
que a pesar de las razones racionales de
la economía sin nombre, o los delirios de
una lucha social dentro de la sucia
sociedad, debe exitir un factor emocional
para que una persona decida llevar a cabo
un operativo de índole suicida. En este
caso se llama Zoé. Corrijo. No en todos
los casos un asaltante tiene factores
emocionales en su arma de fuego. En este
caso sí.

XIV
El tren urbano llega al Cantón. Ella
titubea. No sabe si quedarse en esa
estación o regresar a Río Piedras. No digo
primavera, verano o invierno. La estación
de Rio Piedras. Una de las variadas
estaciones del breve recorrido del tren
urbano. Por oposición al tren rural, que
no existe ni existirá. El hombre permanece
sentado como si con él no fuera la cosa.
Los ojos cerrados ahora. El hombre que la
miraba ya no la mira. La voz oficial del
transporte anuncia el retorno del periplo.
Maripili, indecisa, se queda en su
asiento. Piensa en qué va a suceder. Debe
ir a casa de su madre y contarle lo que ha
pasado. Sin embargo, una duda se cierne
sobre la duda: ¿Qué ha pasado? Debe ir a
un cuartel de la policía y hacerse testigo
del pueblo. Debe ir a arreglarse las uñas.
Ella no sabe que la cosa ha trascendido.
Que el asunto envuelve ahora la
participación de agencias federales. Que
el buró de alcohol, tabaco y armas también
va a entrar en la investigación. Aunque
aquí no hay alcohol ni tabaco. Uno piensa,
si hay alcohol y tabacos, ¿puede
intervenir el buró? ¿Es un buró del siglo
xviii o el buró soviético? Piensa uno.
Maripili no piensa en esas cosas. Ella no
sabe nada, aparte de que es bonita y que
la hija de la principal es una cabrona.
Titubea. ¿Y si se aparece por El
Manicero, bar de mala vida que está
abierto las 18 horas los 6 días de la
semana en Capetillo cerca del corral de
las guaguas, cerca de la terminal de
autobuses y en el que seguramente estará
sentadita en una mesa Muñeca? Muñeca
estará sentada en una silla. No en una
mesa, por si te interesa. Maripili
titubea. Reculea. Llegar hasta allí y
hablar con Muñeca. Esa mujer es sabia.
Muñeca nació en el arrabal que no le
decían así. Vivía en el barrio Shangai,
aclarando siempre que no vivía en el
babote de Playita porque el pobre le tira
al pobre. Ella no, ella tiene sus
estudios. No sólo terminó la escuela
superior, como Maripili o los cantantes de
reguetón que cantan en Colombia. Ella,
Muñeca, que ahora tiene la piel tostada
por los años y el cabello rubio de
farmacia, se fue a Nueva York y estudio en
un instituto y alega haber estado esa
noche en la que las estrellas de Fania
tocaron en el Yankee Stadium. Ella, que
domina el inglés como se domina a un
chihuahua con una cadenita de aluminio,
tiene sus estudios y estudió para
aeromoza. Ella que no parecía
puertorriqueña porque es blanca, alta,
flaca, rubia de farmacia, trabajó en una
línea aérea y en otra línea aérea. Desde más turbados que nunca antes. Pues en ese
el área de carga hasta la supervisión de estado de duda permanece Maripili. Aunque
alimentos. Desde aeromoza hasta ella eso de pensar le da dentera. Ella no
supervisión de seguridad en el aeropuerto. sabe nada, aparte de que es bonita y que
Maripili decide que no. Que hablar la hija de la principal es una imitadora
ahora con Muñeca no resuelve nada porque de Shakira y lo hace bastante mal. Con lo
no. Que es muy temprano. El hombre que la rica que está.
miraba ya no la mira. Se cansó de mirarla
o está tomando un descansito. La voz
oficial del transporte anuncia que ahora
van para allá. Maripili, indecisa, se
levanta de su asiento. Piensa en qué va a
suceder. ¿Debe ir a casa de su madre y
contarle lo que ha pasado? Sin embargo,
una duda se cierne sobre la duda: Ella no
sabe qué ha pasado. Debe ir a un cuartel
de la policía y hacerse testigo del
pueblo. Debe ir a arreglarse las uñas con
las vietnamitas de Carolina. Ella no sabe
que la cosa ha trascendido. Que el asunto
envuelve ahora la participación de
agencias federales. Que el buró de
alcohol, tabaco y armas también va a
entrar en la investigación. Aunque aquí
no hay alcohol ni tabaco. Lo que pasa es
que la Policía de Puerto Rico no se
investiga ni a sí misma. Uno piensa, si
hay alcohol y tabacos, ¿puede intervenir
el buró? Si me estoy fumando un whiskey y
tomándome un cigarrillo sin mentol, con
guayacol, ¿vienen los del buró en
automático? ¿Los cogí de pendejos y
pensaron ¿fumando un whiskey? Los turbé,

XV
-¡Robles, asesinos, El Flaco estaba
desarmado!
-Ernesto, nadie dio orden de disparar. Hay
que investigar el asunto ahora. No sabemos
quien disparó.
-¡Ya nos acusaron, en la televisión.
Dicen que fuimos nosotros los que matamos
a El Flaco!
-De mi parte no salió esa información.
-¿Quién carajo es el enlace de la policía
con la prensa?
-Esa información no la tengo. Esto ha sido
un lamentable accidente.
Suena un teléfono celular. El
veterano contesta.
-Hola. Mi amor…Sí, estoy bien.
Olvídate de mi cita que esos cabrones de
la Administración de Veteranos no me van a
extrañar- pero lo dice con dulzura, con
cariño. -¿Hablar con WUESO Radio? No, no
creo. No, no les pases el celular. Diana,
no…-
Tenemos comunicación en vivo con uno
de los perpetradores de la toma del Banco
Popular de la avenida Barbosa. Esta
transmisión exclusiva la logramos a través
de su señora esposa que desconocía que su
marido pertenecía a la célula terrorista.
Buenos días, ¿con quién hablamos?
-Habla el sargento Manuel Padilla, del
batallón 161, veterano de la guerra en
Irak. Sí porque el hombre de unos
cincuenta y cinco años que entró al banco
en medio del azaroso asalto se llama así.
-Sargento, ¿cuáles son las intenciones del
grupo que usted dirige?
-No dirijo ningún grupo. Bueno, un equipo
de pequeñas ligas en Carolina.
-Sr. Padilla tenemos entendido que ustedes
exigen un millón de dólares y la
excarcelación de los presos políticos.
-Del millón de dólares no sé. Lo del preso
político sí. Sería bueno, sí. Estoy de
acuerdo.
Las cámaras de televisión se acercan
y transmiten en vivo la entrevista en la
que un periodista radial habla a través
del teléfono móvil con Padilla. Yaquichán
alerta a los demás que se acercan al
televisor. Rehenes y atracadores miran la
transmisión. El veterano se acerca a la
puerta mientras habla y saluda hacia
fuera. Transmiten el saludo por TV. Esto
es una locura, apunta Paula Marte, con el
ceño fruncido.
-Padilla, ¿por qué asesinaron ustedes
mismos a uno de sus compañeros?
-No entiendo la pregunta.
-Hace unos momentos murió uno de los
secuestradores abatido por uno de ustedes.
-Según mi apreciación el disparo vino del
perímetro establecido por la policía.
-Esa no es la información que nos ha dado
el Superintendente.
-Y ¿qué usted espera, que él le confirme
que alguno de sus subalternos es un
asesino?- dicho con firmeza pero sin
intención de ofender. Dicho con la
tranquilidad de quien a visto carne
quemada en zona de combate en ciudad
árida.
-Tenemos que hacer una pausa, algo más que
usted quiera añadir.
-Pues…quiero decir que he visto cosas
increíbles. Mientras estuve en Irak
participé en la toma de Faluya y
utilizamos fósforo blanco contra
combatientes y civiles. Eso quema hasta el
hueso. Es una nube. Una vez en el aire no
hay control sobre ella. Quemamos medio
mundo.
-Hacemos una pausa.
-Quemamos medio…

XVI
Bonzo y Seso no se han enterado. En
verdad en verdad, Seso y Bonzo no se han
enterado de nada a lo largo de sus vidas
breves. No se han enterado de la noticia
porque están en Bayamón en un
estudio de grabación
de un bichote con sello de reguetón
grabando, tratando, ya tú sabes.
Representando a Covadonga, n o s o t r o s
somos de Covadonga
te voy a dar pa’ bajo con la guardia
monga
por más que corra no importa dónde te
ponga,
ajá ajá, Los Lobos. Scratch.
-Espérate. ¿Qué carajo es eso de Los
Lobos?
-Nada, improvisando.
¿Improvisando mamabicho? ¿Tú eres
loco? Los Lobos no tienen nada que ver con
esto. No puedes estar mencionando gente
que no son del sello canto de pendejo.
-Mala mía.
-Sí, mala tuya, papi. Vamos arriba
pero ten más cuidaíto.
-A fuego.
Aquí llego con mi Aikido
acabando con el flow aburrido,
con mi ultrasonido
carabina 30 30 te deja adolorido
soy el más aguerrido
cuando digo huelepinga tú te das por
aludido
no le sometes cabrón, lo que lanzas
son balidos
pa’ que sepas:
no todo lo que escupe es cupido
¡A mi no me escriben las canciones,
ajá ajá!
-No, en serio, ¿quién te escribe las
canciones?
-Wiso.
-¿Wiso? Con razón, loco, eso no se
entiende.
- ¿Cómo que no se entiende?
- ¿Qué signica balido?
- Ah, yo no sé.
- Pues ese Wiso es un mamabicho.
- Ese tipo estudió.
- Por eso. Sí tú no sabes ni leer qué
vas a escribir. Lo que pasa es que eso
es muy difícil de entender. Con lo
bruto que tu eres.
- Pero tengo buena memoria.
- Eso. Buena memoria.
- Es tremedo tipo. Wiso.
- ¿Y por qué el Wiso no viene él
mismo a grabal?
- No, a él no le gusta esta pendejá?
- ¿Y si no le gusta para qué carajo
les escribe las letras?
 - Porque es amigo mío.
- No me joda.
Seso y Bonzo lo que es que es que
están guillao de gangsta si pudieramos
escuchar a Don Chezina, que era Don antes
que Don Omar que no era Don antes que Don
Perignon. Bonzo y Seso, dos, en pareja,
frontean, rebulean aparentan y a veces
ostentan.
Sin embargo ellos, por dar un
ejemplo, no estuvieron en la boda del
narco D.C. Mulo, llamado así por su bajo
perfil, por el disimulo, porque un doctor
había certificado su muerte de causas
naturales y estaba por ahí tranquilón,
suavena, enamorando a una candidata a Miss
Puerto Rico, pico a pico. Ella, Beba
Marucci, conoció a David Cayetano Mulero
Helmanns, alias D.C. Mulo, cuando este ya
estaba certificado como difunto después
del barrunto. Beba tuvo fourtrack y cuanto
quiso. La verdad es que siempre tuvo lo
que quiso, blanquita como era. Sin
embargo, ahora tuvo lo que quiso con la
adrenalina de la aventura, con la
sabrosura de la ilegalidad. Fines de
semana en Kingston, weekend en Punta Cana,
sábado en Paris, domingo en Barcelona,
solita porque a D.C. Mulo, Europa como que
no le llama la atención. Ni F.C.
Barcelona, ni Real Madrid ni indignados ni
Bayer Munich ni un carajo. Así que ella se
pasó por todas las plazas, arcos de
triunfo, museos y pasarelas, tiendas de
ropa y plazas con wi fi
El asunto es que en esa boda, la de
ellos, en Desecheo, hubo de todo. En
Desecheo lo que hubo fue remeneo,
una boda con brincoteo,
conviertieron a la isla en un paraíso
del chingoteo
antes de que se formara el escarceo.
Y había de todo: empanadillas de
pizza, costilla, pollo de Martin’s llevado
en helicóptero de FURA, yuca, carne de
cerdo, ya tú sabes, longaniza de la que
te eriza, ensalada de papas llevada en
lancha de FURA, chicharron, an pelón,
amarillitos, an pelito, chorizo con el que
te erizo, morcilla orgánica llevada en
yates privados, acompañado de la buena
cerveza del país e importada, e industrial
y artesanal, ron, caña, whiskey para
bajar la grasa y reguetón para bajar la
melaza, y al que no le guste se pone la
ropa y se va para su casa. Calabaza,
calabaza. Estaban todos los líderes, los
primeros, los verdaderos, los que tienen y
tuvieron y pusieron la pauta, los que ya
tú sabes, tienen lo que a ti te gusta.
Dicen que Beba llorada a moco tendido. No
cuando los declararon marido y mujer. Sino
cuando fué después. Cuando ella halaba
para acá y la DEA para allá. Pobrecita, lo
que pasa es que esa es otra historia y no
esta historia.
Lo que estaba contando era que lo más
cerca que estuvieron fue que estuvo allí
un conocido de Seso y Bonzo, el gran Dino
Diablo, cantando si a eso se le puede
llamar cantar, en una tarima flotante
frente a la costa. Dino Diablo cantaba su
numerito que le regaló Wiso a través de
Seso y Bonzo que se lo entregaron en un
papelito a Dino Diablo:
La princesa está triste e e,
que tendrá la princesa a a.
Toma princesa, lambe y besa,
pa’ que te alegre que yo sé que te
interesa,
si no puedes sola, búscate a Teresa,
de rodilla mami, que rico tu reza,
te voy a llevar para Manresa,
y así sucesivamente. No, no, ellos
qué van a estar ahí. Cuando llegaron los
federicos que no son de Puerto Rico, los
federales con sus costumbres ferales,
arrestaron al muerto
y a la ex concursante de Miss Puerto
Rico le dieron un pañuelo para que se
limpiara los mocos del llanto
y la juerga y a los invitados les
dieron un corre y corre, y a los
policías que estaban de guardias de
seguridad en la fiesta les dieron un what
the fuck?
y a los artistas nada porque ellos no
sabían quién los había contratado porque
eso no es asunto de ellos. Lo que sí que
había era una pantera que dicen que era la
misma pantera que había estado
vagabundeando por Caimito. Y cuando se lo
contaron a Muñeca en El Manicero, entre
las estrechas calles de Capetillo, ella
tarareaba le vi la cara a Severa. Pero
esas son mentiras de la gente. Nunca hubo
una pantera. El asunto es que eso fue lo
más cerca que estuvieron Bonzo y Seso del
estrellato. Bastante lejos, por cierto. Y
lo de la pantera es otra historia, no esta
historia.
Ahora están grabando. Bono y Seso. A
ver si pegan un numerito. A ver si pautan
una canción aunque sea una canción una
sola al menos. Una, puñeta. A lo mejor si
usan la misma de Dino Diablo que, total,
la escribió Wiso y a Wiso ni lo conocen.
Ellos están grabando y lo que pasa fuera
del estudio no les interesa.
Afuera, en la calle, está la calle.
Ese es el detalle. Y esta calle, a la
derecha, lleva a la Avenida Barbosa que no
es una vía esplendorosa, ni se va por ella
como si tal cosa. El mambo es que en la
Barbosa está el banco. En el banco hay una
tragicomedia. Como cuando crees estar
desnudo pero tienes puestas las medias.
 XVII
Rosa decide que es mejor llegar hasta
Río Piedras, volver a donde dejó la Four
Runner y llegar hasta casa de mami. Su
mamá la mima. Quizás es mejor llamar a la
policía. Contarlo todo. pasa por la plaza.
La Plaza de la Convalecencia es un lugar
donde convalecen decenas de deambulantes.
Algunos hay en cada esquina surfeando su
nota. Su dorremí, su la mayor nota.
Al salir de la estación escucha el
helicóptero de la televisora volando sobre
Río Piedras. A ella qué le importa. Ni le
importa lo que se reporta. Reportera con
cara de torta. Ella va a la Plaza pero se
baja en la estación de la Universidad. Le
pasa por el frente. No ve que hay una
torre. No ve esa parte. Camina para pensar
pero no se le ocurre gran cosa. Piensa en
qué será de sus tetas ahora, que ya deben
haber arrestado a los muchachos y se queda
sin su parte para las tetas.
Cruza la avenida Gándara y en esos 10
segundos le han dicho cuantas cosas se
pueden esperar en el trópico invadido de
polvos del Sahara. Que si te cojo, que si
que rica, que si todo eso es tuyo. Pasa
frente a la librería. Dos profesores la
observan. Comentan sobre las formas de la
belleza, Kant, y el obispo Berkeley, ser
es ser percibido. Profesan lo que son.
Ella camina hacia la Farmacia Cabrera
con paso ligero. Hay tres carros negros
estacionados cerca del auto. Elegantes
carros negros con elegantes hombres en
gafas oscuras que la miran. Claro, porque
Maripili es bonita. Ella hasta sonríe
ahora a uno de ellos que sale del auto más
cercano y le dice good morning. Good
morning, repite ella. Orgullosa de saber
esa frase en el idioma de Shakespeare. Qué
Shakespeare, ni qué carajo, orgullosa de
pronunciar esa frase en el idioma de Kanye
West, de Chris Brown, de Rihanna que coge
su galleta en ese idioma. Abre la puerta
de la Toyota que no ha sido mancillada por
un tecato rompecristales por obra y gracia
de los ángeles de la guarda, ni mancillada
por un boleto de estacionamiento
prohibido. Suena la alarma. Ella se
asusta. Doce hombres apuntan sus armas
hacia ella, incrédulos. Maripili levanta
sus brazos. Llora. Ahora. Llorar a lágrima
viva.
La radio pasó a una entrevista con el
Superintendente. La televisión pasó a Río
Piedras donde se muestra el video del
arresto de Rosa Nieves cuando se disponía
a entrar al vehículo robado en el día de
ayer y en el que se presume llegaron los
asaltantes al banco de la avenida Barbosa.
Maripili levanta las manos, confundida.
Las manos están levantadas porque levantó
los brazos. Se notan sus bien trabajados
abdominales y un brillante y minúsculo
pendiente en el ombligo. No puede negarse
que le luce. Que reluce. Que relumbra y da
luz. Que está rica. Como para morir como
Mojica. Una agente procede a esposarla con
las manos a la espalda. El viento esparce,
mueve y desordena sus cabellos. Varios
estudiantes universitarios se acercan y
gritan consignas. Maripili no entiende
pero intuye que es protagonista de este
drama televisado. Sonríe nerviosa a la
cámara. Ya sin maquillaje, el sudor
recorriendo su rostro, su foto en el
periódico de mañana será digna de premio.
Su sonrisa nerviosa parece arrogancia.
Sexy. Si no fuera porque no hay nada en su
cabeza que rime con lame y besa, sería
sexy. En verdad en verdad solamente está
rica.

XVIII
-Wiso, yo estoy seguro de que vamos a
morir.
-Tranquilo Yaquichán. No va a pasar nada.
-Ya mataron a El Flaco. Y el veterano se
puso a hablar de más.
-No, Yaqui, el hombre dijo lo que tenía
que decir. Lo que pasa es que nosotros no
estamos pendientes de esas cosas.
-Yo sé. Tú eres el que sabe. No entiendo
mucho de eso pero creo que ahora sí que
nos van a matar a todos. ¿Por qué no
usamos una nota al cajero? Con eso
Cabezaehuevo se robó trece mil pesos.
-Porque eso es una vulgaridad, Yaqui. Eso
nos convierte en criminales baratos. Y tú
sabes dónde está Cabezaehuevo ahora.
-¿Quién eres tú, un artista o algo así?
-Exacto, algo así.
-Un artista muerto, carajo. Gran cosa.
-Aquí nadie se va a morir, intervino
Paula. Deje salir a uno de nosotros a
cambio de un automóvil para escapar.
-Paula, usted realmente cree que podemos
escapar ahora, en un automóvil…por la
avenida Barbosa. Seguidos de helicópteros
y de trescientos agentes del FBI,
estatales, municipales, curiosos,
psicópatas. Y un Superintendente con
vínculos con el terrorismo cubano.
-Ernesto, eres un hombre joven,
inteligente, ¿por qué haces esto?
Entrégate y seguro sales bien.
-Mire, señorita de Marte, he leído algunos
libros y soy experto en todos los juegos
de combate que existen o que mis ojos
hayan podido ver. Y la realidad es que en
el otro, en el juego de la vida, vine con
las cartas más flojas, marcadas, además.
Tener éxito es conducir su Mercedes rojo.
No quiero eso. Yo era el único del barrio
en la universidad. Y pensé, hostia, ahora
los chamacos van a creer que el sistema
fu nc ion a. N o, lad y fro m Mar s, no
funciona. Por eso me fui a la calle
Arnedo, con un idiota armado junto a su
pequeño ejército de estatuas de mierda
seca. Como los que tienen en la falsa
China de Epcot. Y eso es la vida de
nosotros, Paula. Es esto o irnos a
Kissimee. Se lo llevan todo, Paula, se lo
llevan todo. Pero la gente protesta si en
los caseríos ponemos piscinas plásticas
para aliviar el puto calor. Se encabronan
si tenemos celulares, mientras los ricos
se lo llevan todo.
-Bueno...pero hay un sitema de
justicia...-intenta argumentar Paula.
-No me insulte. Mierda. Historia verídica:
Un hombre se roba 585,000 de dólares. En
par de años trabajando para el municipio y
el partido. Le pueden echar hasta nueve
años de cárcel, pero el fiscal, desde el
tiro, dice que esos delitos que cometió
contemplan cumplir la sentencia en
probatoria.
- Sí, pero...
- Eh, eh, no he terminado. En total, el
fiscal acusa al hombre de siete delitos
relacionados con fraude, lavado de
dinero, apropiación ilegal agravada,
traspaso de documentos falsos,
falsificación de documentos y alteración
de sistema de contabilidad. La jueza
determinó causa contra el acusado y le
impuso una fianza de $7,000, la cual
prestó por medio de la Oficina para la
Antelación del Juicio. Siete mil
dólares, Paula. Te robas 585 mil y si
trabajaste para un legislador, si donas
algún billete al partido, sales de oro.
Esta es la objetividad, imparcialidad,
eficiencia de los tribunales. Esta es la
imparcialidad del fiscal. Esa es la
diferencia entre ser un blanquito y
nosotros. Ya saben, si van a robar,
roben cantidades bien cabronas de
dinero. A mayor el robo, mayor la
condescendencia, el respeto, el cariño.
Paula piensa en un argumento. No lo
encuentra. No lo hay.
-Me siento mal, aportó Gómez. Me duele el
pecho.
-Dejen salir a Gómez, por favor, solicitó
Soler solícito.
Sin embargo, tengo para mí, que la
razón por la cual un tipo como Wiso comete
el acto de robar a ladrón, es decir, robar
un banco, acto en la que se tiene todas
las de perder y poco que ganar porque no
se hace como banquero sino como asaltante,
digo yo que la razón es otra. Se llama
Zoé. Zoé que se entrena en la arena en
artes de combate y tiene los muslos más
hermosos del país de los muslos. Y tiene
dos. Uno en cada pierna. Lo que pasa es
que a pesar de las razones racionales de
la economía sin nombre, debe existir un
factor emocional para que una persona
decida llevar a cabo un operativo de
índole fracasadora. En este caso se llama
Zoé. Corrijo. No en todos los casos un
asaltante tiene factores emocionales en su
arma de fuego. En este caso sí. Y es que
la susodicha, luego de meses, que serán
media docena, le confiere a Wiso un
secreto.
Que ella se despaparece par de días.
Que es una street fighter.
Que sabe pelear y le gusta.
Él sabe que es hermosa e inteligente.
El no sabe que ella trabaja para la
DEA
pero no te preocupes
que tú no eres tarjeta,
que tú no eres motivo de investigación,
que no eres persona de interés,
que ustedes no son importantes en el
negocio.
Es decir, diría él, que soy un
fracasado hasta en el fracaso. Es decir,
que eres una informante y eso es peor que
ponerme más cuernos que al venado de Santa
Claus. Tú sigues en lo tuyo y yo sigo en
lo mío. Te lo estoy diciendo ahora. Ahora
o después es igual. Piénsalo. Qué voy a
pensar. Y no volvió a verla. Ni a
llamarla. Ni para despedirse. Ella tampoco
lo llamó. Con lo que habrían hecho juntos.
Con los polvos más calientes que los del
Sahara magnífico.
Con lo de leer ese libro juntos y tomarse
un café comentándolo. Con las películas
que vieron.
Con las playas que fueron a pesar de que
él odia a la gente que va a la playa pero
ama la playa. Por eso es que se le ocurrió
asaltar un nido de ladrones finos también
llamado banco por algunas gentes de bien.
XIX
Suena el móvil de Padilla.

-¿Hola? Yes sir, sargent Padilla from…Yes

sir. Ernesto, el del FBI quiere hablar
contigo.
-¿FBI?
-Yes, sir.
-Hola
-You have fifteen minutes to surrender.
-You better talk in Spanish. I will not
answer again if you insist in giving
orders in your language.
-Quince minutos y entramos.
-Aquí hay rehenes.
-You are responsible for them.
-Y ustedes son responsables de asesinatos
políticos en la isla, cabrón.
-Tienes 30 segundos menos.
-Tráiganme al periodista Juan Hernández y
nos entregamos.
-That´s not going to happen. Fourteen
minutes.
-Déjame hablar con él, pide Paula.
-Hello, this is Paula Marte, I´m the…
hello? Hello?
 aire de la reserva federal para salvar a
los bancos. La indignación callada le
XX viene de que a los bancos centrales no hay
Rosa Nieves canta como un pajarito. quien los toque y que uno paga por los
La idea de robar un banco es de El Flaco. crímenes de los banqueros. Yo tampoco lo
El que organiza, el cerebro, todo el voy a decir. No es una idea muy bien
operativo es Wiso que lee muchas cosas. No articulada, no es un plan muy bien
sabe cuál es el nombre completo de Wiso. concertado, es una especie de locura, pero
-¿No es Ernesto? lo demás es más locura.

No que ella sepa.
-¿Quién es el sargento Padilla?
-Jamás ha escuchado ese nombre.
-Segura.
-El Flaco me obligó. Luis. Luis
Rodríguez es su nombre. La calle Arnedo.
Ahí mismo. El me golpea y me amenaza.
-¿Quién es Yaquichán?
-Yaquichán no se llama así-.
Tampoco sabe su nombre verdadero.
-¿Qué quiere decir experto en artes
marciales? Ah, pues no, no creo. Mire a mi
me dicen Maripili porque me parezco a la
modelo de la televisión y empresaria.
¿Usted cree? Gracias. Estoy dispuesta a
declarar, sí.
Maripili canta como un pajarito. La
idea de robar un banco es de Wiso. El
Flaco, que en paz descanse, no tenía
ideas.
Ella no va a decir que la idea de
Wiso viene de un poema de Bertolt Brecht
que leyó una vez. El plan le viene de los
miles de millones que creó del aire el

XXI
-Paula necesito las llaves de su carro-
sugiere Wiso.
-¿Estás loco?
-Sí. Vamos a salir todos. Ustedes son la
única garantía de que no nos van a matar.
(Yaquichán comienza a llorar despacito).
-Como escudos humanos. Eso no funciona. Si
van a disparar lo harán como quiera,
alecciona el veterano.
-No. No van a disparar si estamos todos
ahí, cree Paula.
-No cabemos todos en un Mercedes, opina
Soler.
-Tenemos que caber, sentencia Wiso.
(Arrebata las llaves a Paula). Padilla,
trate de contactar a alguien de la radio
con su celular. Llame a su esposa, que lo
comuniquen. Ustedes (Soler y Gómez) van
atrás con Yaquichán. Yo conduzco y Padilla
va al lado.
-¿Y yo? Pregunta Paula.
-Usted se queda.
-¿Por qué?
-Para que pueda cobrarle al seguro del
auto, dice Wiso, sonriendo. Para que lo
cuente, si quiere.
-Ernesto... ¿De dónde sacaste la historia
esa del Comando?
-Asaltar un banco es un crimen, pero decía
un poeta alemán que peor es fundarlo. Lo
del comando es una forma de buscarle algún
sentido a este absurdo. Pero, entre usted
y yo, nada tiene sentido. Como no van a
tener sentido las palabras piedad y
misericordia cuando salgamos de aquí.
-Por favor, entréguense, prometo buscarte
ayuda legal.
-Ese es un buen chiste. ¿Usted cree que me
puede conseguir al fiscal del que robó
585,000 dólares?
-Sé razonable.
-Estoy siendo razonable.
-¿No tienes miedo?
-Por supuesto. El miedo es más práctico.
Es un logro evolutivo.
Padilla logra comunicación. Le pasa
el teléfono al pichón de comandante
Ernesto.
-Vamos a salir y usaremos el Mercedes Benz
de la señorita Marte. Si alguien nos sigue
ejecutaremos a los rehenes. Comuníqueme
con Robles. (Pasa un minuto)
-¿Hola?
-¿Robles?
-Sí.
-Vamos a salir en dirección a Shangai. Que
nadie nos siga. Allí soltaremos a los
rehenes. Si nos siguen los ejecutaremos.
-Ernesto, ya eso no está en mis manos. Hay
un tal Velásquez a cargo del operativo. No
es policía.
-Es del FBI.
-Sí.
-Bien, Robles. Entonces comuníquese con
Graciela Reyes. Vive en la calle 13, #35
sector los coreanos, en Shangai. Es mi
vieja. Dígale que la quiero.
-Puedo hacer eso.
-Pues se lo repito: Graciela Reyes. Calle
13, #35 sector los coreanos, en Shangai.
Gracias por todo.
-Yo no he hecho nada muchacho. Salgan con
las manos en alto, por favor. Vamos, por
tu vieja.
-No, ya es tarde.
La vieja cuando no era la vieja se
enamoró del Chulo Rosario. El Chulo, con
un pañuelo en el cuello de la camisa, se
sabía
todas las canciones de Chamaco Rivera,
todas las canciones de La Selecta,
todas las canciones de todas las
velloneras de
todas las barras de la isla del encanto en
cantos.
Chulo Rosario era un tipo de buen
ver. De modales bastante finos para ser
quien era. Por algo lo nombraban el Chulo.
Chulo Rosario conoció a Graciela Reyes
cuando esta comenzaba a cantar con Las
Chicas del Gran Can. Para hacer la
historia larga corta. Ella se quitó del
canto y el Gran Can. Se quitó del
merengazo para complacer a Chulo Rosario
que desapareció como un desaparecido en
Argentina en aciagos días. Claro, que el
Chulo no está muerto sino missing in
action en Nueva York o en Kissimee que ya
nunca se sabe. Y Graciela crió sola a Wiso
en medio de los tiroteos de carro a carro.
En medio de esta guerra el muchacho salió
inteligente. Ahora está robando un banco.
Wiso corta la comunicación. Ordena a todos
a acercarse.
-Yaquichán, tú te colocas detrás de Gómez
que sale primero con las manos en alto. La
pistola pegada en la espalda, así.
Padilla, usted las manos en alto frente a
mí. Soler, venga Soler. Cambié de
opinieon. Gómez, siéntese. Yaqui, colócate
detrás de Soler. Gómez usted se queda
cuidando que Paula no escape. Es una
broma. Quédese aquí porque usted no fundó
este banco.
-Yo tampoco, dice Soler.
-Vamos, vamos. Y Paula…
-Dime.
-Tienes que cambiar tu vida, ¿no te han
dicho que las mujeres son de Venus y los
hombres son de Marte?
-Me gusta más Paulo Coehlo.
-Estaba bromeando, Paula. Hay una cosa que
se llama literatura. No sé para que sirve,
pero es algo bueno.
No quiero que nadie se me confunda.
Shangai es un barrio de Santurce. En el
último censo sólo había 138 chinos allí, llorando y Wiso escondido en casa de su
así que no es como quien dice, un barrio tío y se encuentra con Paula un mes
chino. después y son felices.
No se me confundan. Wiso cree de No, no. Eso no es así. 

manera irrebatible que Paulo Coehlo no es
un buen escritor aunque haya vendido un
libro a cada chino habitante de China y a
cada ruso habitante de Uzbekistán.
No quiero que se me turben más de lo
que están turbados. Los mozalbetes, los
tipos estos, ocupan el Mercedes Benz de
Paula tal como se planificó con celeridad.
Tomaron la ruta a la derecha en dirección
a Shangai donde habitan quince mil
personas en poco más de la mitad de un
kilómetro cuadrado que es mayor densidad
poblacional que Tokio. Así que no parece
mala idea huir hacia el barrio. Sus
estrechas calles. Las calles que al menos
uno de ellos conoce. No es mala idea. Si
es que los dejan llegar al próximo
semáforo antes de la calle que va al
templo de los Mita una secta nacional,
criolla, vestida de blanco para el mundo
exterior y de mierda para el interior.
No quiero que no quiero que no quiero
que se me más turben pensando que llegan
al Barrio Shangai y en sus callejuelas
evaden la persecución y el helicóptero y
todos salen felices. Soler rescatado y
Manuel Padilla llevado con acondicionador
de aire y cristales oscuros a su cita en
Centro Médico. Yaquichán en su casa

XXII
Muñeca mira todo esto en el
televisorcito vintage que hay en El
Manicero. Por alguna razón que el corazón
conoce, recuerda sus años en el
aeropuerto. Todo el mundo sabía que para
mover las cosas de aquí al continente
había que conectarse con Muñeca. Muñeca
administraba un negocio próspero en el
área de carga, en el área de seguridad, en
el área de lasaña o pollo. Si usted quería
pasar algo de allá para acá o de acá para
allá:
Muñeca.
De cada diez personas que hicieron
negocio con ella, diez nunca la vieron
personalmente. Quizás vieron al socio, el
elegante Nolan, esbeltísimo que era. Una
temible mano derecha que poco a poco fue
perdiendo poder.
Mientras menos poder más recluido y
disminuido.
Mientras más disminuido más gordo.
Tanto, que hace seis meses, olvidado, más
olvidado que Julio Ángel, murió en una
cama en un cuartito de la calle William
Jones más solo que Batman. Tuvieron que
romper la puerta para entrar y el marco de
la puerta para salir con aquel cachalote
humano de humano fallecido.
Lo contrario le sucedió sucesivamente
a la prima de Muñeca. En el sentido de que
la prima de la susodicha, verdad sea
dicha, era obesa de los pies a la cabeza.
Tenía todas las enfermedades posibles.
Casi tantas como las que cura la uña de
gato, la planta medicinal que cura desde
el dolor de muelas hasta el cáncer de
audición. Entonces, decía, la prima de
Muñeca era una orca de tierra. Un día
comenzó un estricto plan de dieta con el
doctor no sé qué. Papas y zanahoria es lo
único que comía la hija del hermano del
padre de Muñeca. Poco a poco, al entrar a
El Manicero a tomarse una sola cerveza,
estrictamente una sola, le iban comentando
de su progreso de los pies a la cabeza.
Estas rebajando, mami.
Te ves bien, mami.
Éjele, mami.
Ella seguía con su papa y su
zanahoria.
Y para hacer corta esta larga
historia
que es meritoria de mi oratoria
antes de que me falle la memoria,
el asunto es que llegó a un peso
saludable pero se fue resbalando a la
delgadez y de ahí a los huesos cubiertos
de pellejos ante la alarma de los que la
vieron consumir su estricta única cerveza
y a veces su papa y su zanahoria, frugal
glutatoria, hasta que estaba tan flaca que
el viento la empujaba y se murió.
Muñeca no. Con sus pantalones cortos
y piernitas de canario aguantó. Ella hizo
dinero. Sus tres hijos son profesionales.
El mayor es controlador aéreo.
El del medio era piloto y ahora tiene
su propia escuela de aviación en Fort
Lauderdale. Dicen que fue uno de los que
enseñó a volar a alguno de los fantasmales
terroristas del 9/11. Sin embargo, para mí
que esas son embusterías, como decía la
maestra de español que vivía al lado de
casa.
La menor es neurocirujana.
A veces la llaman, dice. Muñeca dice
que a veces la llaman. Muñeca nunca estuvo
presa y rara vez estuvo en su casa. A sus
hijos los crió la abuela y la tía. Eso es
lo que pasa. Porque Muñeca las sacó a las
dos, a la madre y a la hermana, del barrio
Shangai. Recorrieron toda la península de
Santurce, nombre dado en honor a un
comemierda conde de San José de Santurce
que dicen que era bizco pero en realidad
era vizcaíno.
Ahora Muñeca está en Capetillo. Está
ahí. Sola.
Cuando mucho más joven, luchadora,
recorrió la península de Santurce. Alto
del Cabro
donde había un cantante de ópera que
tenía una zapatería; Tras Talleres
donde conoció al inmortal Andy
Montañez; Gandul de cuyo nombre no quiere
acordarse; Figueroa; Isla Grande todo con
un olor a agua estancada, a puente, a
bitumul, a lavandería, al humo de los
autobuses y las pisicorre, y por si no lo
sabías autobuses son guaguas y agua
estancada. Todo eso por allí huele a
puente. Y hay que decirlo otra vez. A agua
estancada a pesar de que los alcaldes,
alcaloides y alcaldesas, llevan casi un
siglo prometiendo promesas de convertir
esto en una Venecia del Caribe. Ella no
esperó. Muñeca se fue a Nueva York.
Ahora está ahí. En Capetillo. Sola.
Mirando el televisorcito. Recordando. De
cada diez personas que hicieron negocio
con ella, a algunos los vino a conocer
aquí, en El Manicero, 30 años después. Sí,
ella es esa Muñeca. Era. Ahora tiene una
edad que nadie puede determinar. Ahora
bien, calculando como que calculo sin que
me siente sobre mi propio culo, si estuvo
vacilando cuando las Estrellas de Fania
tocaron en el Yankee Stadium debe tener,
debe tener sus años. Ahora son otros
tiempos. Los tiempos en los que todos le
tiene terror al Tibugarrón Blanco, que
merodea en el mar de asfalto, de Capetillo
a Country Club, que tiene un gatillero con
voz de flautín, al que quieren convertir
en buen ciudadano un entrenador personal y
un huelecoca de los años ’80, cuando
comenzó a joderse la salsa con arreglos de ahora. No oyen consejos ni llegan a
facilones y desnúdate mujer y Frankie Ruiz viejos desde Manuela Pérez a Buen Consejo.
fue el último de los sobrevivientes aunque Que viva el listo del más pendejo. Ahí te
ya fallecido, sin olvidar al eterno Andy lo dejo. Desde el barrio Cangrejos hasta
Montañez. más lejos.
Muñeca recuerda mientras parece mirar
detenidamente el televisorcito vintage con
una percha como antena.
Ella dice que sus hijos a veces la
llaman.
Los ojos grises miran siempre a los
ojos.
Los ojos cansados miran directamente.
Nada de rabito del ojo.
La voz cansada pero voluntariosa.
La voz insistente odiando el
silencio.
La piel curtida de los años.
La piel relatando una historia de
vida.
El cabello amarillo pollito,
amarillo así como de línea amarilla
de no estacione amarillo peróxido de
la góndola cinco de la farmacia. Muñeca
mira el televisorcito y la noticia es un
espectáculo como cualquier otro. Ella no
sabe que los que están allí, adentro del
banco, se toman alguna cerveza en El
Manicero, tarde en la noche. Lo sabrá
después y lo comentará. Ella los ha
aconsejado con sabios consejos de veterana
de la guerra. De la guerra de la vida. Sin
embargo, tú sabes cómo son los muchachos

XXII
Maripili puede ver la televisión en
el cuartel. La retén mira la televisión y
a veces contesta el teléfono. Hay una
muñeca hablando aparente y alegadamente.
No Muñeca sino una muñeca que no es lo
mismo.
Por la televisión es que se ve lo que
hay que ver. Maripili-Rosa especular.
Escpeculo. Se vió a sí misma, con cierto
orgullo cándido en el video. Ahora en
vivo, ve como cuatro hombres salen del
banco. Reconoce a Yaquichán y a Wiso que
parece haber envejecido una década en ocho
horas. Se introducen en un Mercedes Benz
rojo. La periodista informa que
aparentemente hay tres terroristas y un
rehén en el vehículo. La Maripili que hay
en Rosa Nieves no entiende lo que acaba de
escuchar. No coincide con lo que ven sus
ojos. Rosa, sin embargo, en su fuero
interno, intuye que esto terminará mal
porque no empezó bien.
Por eso es que decía que no quiero
que nadie se me confunda. No quiero que se
me turben más de lo que están turbados.
Ellos ocuparon el Mercedes Benz de Paula
tal como se planificó con celeridad. Ni
siquiera miraron lo que quedaba de la
motorita pendeja en la que llegó El Flaco.
Ni siquiera repararon en su sangre ni en
su cuerpo. Tomaron la ruta a la derecha en
dirección a Shangai donde habitan 14,893
personas en poco más de la mitad de un
kilómetro cuadrado que es mayor densidad
poblacional que la ciudad de México. Así
que no parece mala idea huir hacia el
barrio. Sus estrechas calles. Las calles
que al menos Wiso conoce. No es mala idea.
Si es que los dejan llegar al próximo
semáforo antes de la calle que va al
templo de los Mita una secta criolla,
vestida de blanco para el mundo exterior y
de perversión para el interior.
No quiero que no quiero que no quiero
que se me más turben pensando que llegan
al Barrio Shangai y en sus callejuelas
evaden la persecución y el helicóptero y
todos salen como lombrices. Soler levanta
las manos y sale del auto y lo tienen una
semana hablando del caso en la televisión
y la radio. Manuel Padilla llevado con
acondicionador de aire y cristales oscuros
a su cita en Centro Médico y luego lo
tienen una semana hablando del robo y
secuestro en la prensa y en el espectáculo
asqueroso de La Comadre. Yaquichán en su
casa llorando y tomando un vuelo para
Kissimee donde va a trabajar lavando
carros japoneses. Wiso escondido en casa
de su tío y se encuentra con Paula un mes
después y son felices.
No, no. Eso no es así.
Es así. Se acomodan como pueden en el
Mercedes Benz de Paula que observa desde
la puerta y usa su móvil para llamar a no teoría de que uno de los pasajeros estaba
sé quién. Gómez cierra los ojos y parece vivo y disparó hacia los agentes.
descansar. El policía que le iba a Cuando sacaron el cuerpo del
autografiar un boleto a Rosa Nieves, alias conductor, sangrante y sin resistencia,
ya se sabe, tiene la adrenalina al garete aparente y alegadamente sonreía.
y cruza la línea amarilla con letras Cuando sonó ese otro disparo
negras. Wiso al volante de la lujosa silencioso seguido en par de segundos por
máquina alemana toma dirección al barrio cinco disparos más al lado de la
que será su salvación. Cien metros ambulancia que llevaría al conductor al
adelante hay dos patrullas cortando el hospital se construyó la teoría de que
paso. Un pequeño ejército armado éste había disparado a los agentes.
parapetado detrás de cada patrulla; a los En el auto quedaron dos cadáveres.
lados de la calle tras cada vehículo mal En el auto quedaron una AK-47; dos
estacionado; en el techo de la mueblería; 9mm; una cop killer; picadura de marihuana
en el tejado del edificio que alquila y siete mil cuatrocientos treinta y dos
habitaciones. Wiso acelera como si fueran dólares en efectivo.
a salirle alas al carruaje.
Cuando el Mercedes Benz de Paula
Marte se estrelló contra las patrullas de
la San Juan City Police los policías que
las habían estacionado allí todavía no
habían aprendido a hablar en inglés.
Cuando el Mercedes Benz de Paula
Marte se estrelló contra las patrullas de
la policía municipal ya habían destrozado
a balazos los cristales del automóvil
elegantísimo.
Cuando el carro finalmente se detuvo
parecía un queso suizo de ciencia ficción.
Cuando se escuchó un solo disparo
seguido a los pocos segundos de tres más
del lado del pasajero, se elaboró la
 XXIII
Escucho días después cómo se habla de
este caso. Voy pasando frente al edificio
Berwind en dirección a Carolina. El
helicóptero vuela alrededor del área. Par
de patrullas me pasan por el lado. No está
ocurriendo nada nuevo. Todos los días
escucho las sirenas. Y no tengo que
amarrarme como Ulises al mástil de este
barco al garete que es este islete. Digo
sirenas de patrullas de la policía. Todos
los días. Y el helicóptero tres o cuatro
veces a la semana. La guerra contra las
drogas. El gobierno haciendo espectáculo.
Los de uniforme son gobierno. Los que no
tienen uniforme son el gobierno también.
Esto es lo que gobierna. Pero que decía
que voy a encontrarme con una gata que
está más dura que los muros del Castillo
San Cristobal. Es experta en artes
marciales y por alguna razón le caigo
bien. Es simpática. Inteligente. Street
fighter. Ella quiere que le cuente todo
esto. Zoé.
Ustedes no se estarán preguntando lo
mismo que yo. La pregunta que me hago es
otra.
La de ustedes es,
¿por qué estos trangalanga asaltaron
un banco?
Ustedes se estarán preguntando
de dónde salió el dinero que estaba
en el Mercedes Benz de Paula Marte.
Ustedes se estarán preguntando
en dónde andarán Bonzo y Seso.
Primera pregunta: Si vienen a ver, El
Flaco le vendía un poco de marihuana y
pastillas robadas de botiquines a
cualquier tecatito o estudiante rebelde
frente a la casa de la madre que lo parió.
Era un nene de mamá aunque tenía un arma
de fuego. Era un pendejito comoquiera que
sea. Vendía yerba frente a la casa de su
mamá. No le daba para un Mercedes gris,
rojo o negro, nuevecito ni usado. El no
era Angelo, ni Junior, ni na. Era un tipo
que vendía porquería frente a la casa de
su progenitora. Vendía a tres o cuatro
tecatos que habrían recogieron par de
pesos en los semáforos a lo largo de la
Avenida Barbosa o la 65 de Infantería. Le
vendía a tres o cuatro blanquitos de
colegio católico. Entonces, Wiso cocinó
una idea.
Estaba molesto con la vida.
Estaba molesto con el mundo.
Estaba molesto con que a los
ejecutivos de Wall Street les salvan los
negocios del truco y a los demás que se
los lleve el diablo.
Estaba molesto con que los dueños de
bancos propongan quitarle el empleo a
miles de trabajadores.
Estaba molesto con que el dueño del
banco nacional del territorio
desnacionalizado sea el que aparezca
olímpicamente en eventos internacionales
de correr y saltar.
Y estaba molesto de estar ahí, frente
a la casa de la madre de un imbécil,
mirando al final de la calle, mirando al
suelo, mirando las caras de tres o cuatro
tecatos que vienen a buscar pastillas
robadas de botiquín o par de moñas de
yerba, así que hay que hacer un
performance. Hay que dar un golpe que
quizás se reciba en la propia cara.
Despertar. Y convencer a El Flaco no era
difícil. Los demás harían lo que les
dijera El Flaco.
Yo tengo para mí que el asunto es que
Wiso estaba molesto por la traducción de
Zoé. Digo, la traición.
Segunda pregunta: Si no saben de
dónde salió el dinero que fue ocupado en
el auto de Paula Marte deberían estar
viviendo en Disnilandia.
Tercera pregunta: No sé nada de Bonzo
y Seso. Ni me interesa. Si quieres saber
pregúntale a Teresa. Lambe y besa.