Fernando Ortiz **
lago. Es también una expresión de sentido dolo a la moda presente, como un complejo
internacional que no siempre ha sido acepta- de condición o calidad, como una específica
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* Fragmento de la conferencia leída por Ortiz en la Universidad de La Habana. Este trabajo forma parte de un ciclo
impartido por distintos especialistas —entre ellos don Fernando— sobre los aspectos significativos del concepto
de “cubanidad”, 28 de noviembre, en Revista Bimestre Cubana, La Habana, no. 3, marzo-abril de 1949, vol. XlV, pp.
161-186. En Medardo Vitier, Del ensayo americano, México, Fondo de Cultura Económica, 1945.
** (1881-1969) Etnólogo. lingüista, abogado, traductor, figura imprescindible en la investigación del folklore afrocubano.
son tales por su cuna o por su carta. Son complejo de sentimientos, ideas y actitudes.
aquellos, como el folklore expresa, que están Pero todavía hay una cubanidad más plena,
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aplatanados. Porque aun entre nosotros los diríase que sale de la entraña patria y nos
nativos de Cuba, entre nosotros los indíge- envuelve y penetra como el vaho de creación
nas cubanos, así los de antaño como los de que brota de nuestra Madre Tierra después
hogaño, hay tal variedad de maneras, carac- de fecundada por la lluvia que le manda el
teres, temperamentos y figuras que toda in- Padre Sol; algo que nos languidece al amor
dividuación de la cubanidad y de su tipismo de nuestras brisas y nos arrebata al vértigo
es tarea harto insegura. Porque las expresio- de nuestros huracanes; algo que nos atrae y
plena, sentida, consciente y deseada; cuba- ¿Qué es el ajiaco? Es el guiso más típico
nidad responsable, cubanidad con las tres y más complejo hecho de varias especies de
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virtudes, dichas teologales, de fe, esperanza legumbres, que aquí decimos “viandas”, y de
y amor. trozos de carnes diversas, todo lo cual se co-
Hemos dicho que la cubanidad en lo hu- cina con agua en hervor hasta producirse un
mano es sobre todo una condición de cul- caldo muy grueso y suculento y se sazona
tura. La cubanidad es la pertenencia a la con el cubanísimo ají que le da el nombre.
cultura de Cuba. Pero ¿cuál es la cultura ca- El ajiaco fue el guiso típico de los indios
racterística de Cuba? Para saberlo habría que taínos, como de todos los pueblos primitivos
fondo lleno de sustancias desechas en caldo ello se ha hecho nuestro nacional ajiaco.
pulposo y espeso, en una salsa análoga a Por su nombre mismo ya el ajiaco es un
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esa que constituye lo más típico, sabroso y ajiaco lingüístico: de una planta solanácea
suculento de nuestro ajiaco, ahora con más indocubana, de una raíz idiomática negroafri-
limpieza, mejor aderezo y menos ají. cana y de una castellana desinencia que le da
La imagen del ajiaco criollo nos simboli- un tonillo despectivo al vocablo, muy propio
za bien la formación del pueblo cubano. Si- de un conquistador para un guiso colonial.
gamos la metáfora. Ante todo una cazuela Y así ha ido hirviendo y cocinando el ajiaco
abierta. Esa es Cuba, la isla, la olla puesta al de Cuba, a fuego vivaz o a rescoldo, limpio o
gún sea catado en lo profundo o en la panza volucionarias de las cercanas naciones conti-
de la olla o en su boca, donde las viandas nentales y la comunicación fácil por su vecin-
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aún están crudas y burbujea el caldo claro. dad nos han traído oleadas de expatriados
Puede decirse que, en rigor, en todo pue- políticos, no pocos de ellos con sangre abori-
blo ocurre algo semejante. No se sabe toda- gen. Desde 1492 arriban los blancos de Euro-
vía dónde estuvo situado el Paraíso Terrenal, pa y ya no cesan de llegar. Si ya en las cara-
patria de Adán y Eva, a pesar de lo mucho belas de Colón hubo castellanos, andaluces,
que lo buscó por estas tierras hermosas de catalanes, gallegos, vascos, judíos, italianos
América el gran buscador que fue don Cristó- y algún inglés, ya no acabará en los siglos la
aspiraciones, medios, ideas, trabajos y peri- día 12 de octubre, el “día de la raza”, con sa-
pecias, formando ese amestizamiento crea- humerios retóricos, tal como en La Habana
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dor que es indispensable para caracterizar un celebran cada 16 de noviembre, con incien-
nuevo pueblo con distintiva cultura. sos litúrgicos, el cristianizado mito pagano
Parece fácil clasificar los elementos huma- de un san Cristóbal que tampoco ha existido
nos cruzados en Cuba por sus razas: cobrizos jamás? ¿Habrá acaso la milagrosa realidad
indios, blancos europeos, negros africanos y de una raza en la grande y abigarrada na-
amarillos asiáticos. Las cuatro grandes razas ción vecina de Angloamérica, donde también
vulgares se han abrazado, cruzado y recru- se ha querido descubrir en su rebumbio de
guana y cana significan “palma” y guanao y sus hermosuras. Quizás debamos también a
caonao los “palmares”. Los ciboneyes eran esos protocubanos, habitadores de cíbaos
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los hombres de los peñascales y cavernas; los y caonaos, los símbolos de la serranía y de
guanajabibes eran los habitantes de las selvas la palma como emblemas de Cuba, los cua-
donde reinaban las palmas. Parece confirmar les se han ido transmitiendo las sucesivas
esta teoría el hecho de que en la abrupta co- culturas hasta pintarlos en nuestro escudo
marca oriental, única que tuvo el nombre de republicano. De todos modos, bien poco de-
Cuba (y Cuba viene de ciba), la palma escasea, bemos a los ciboneyes y a los guanajabibes,
y parece más importada que autóctona. a esa gente cubanacana.
Los taínos nos dejaron muchos de sus ali- los instrumentos, ni las melodías, ni los can-
mentos, con preferencia los vegetales. Por tos, ni los bailes de sus areítos, pese a las
todo el mundo se gustan hoy varias frutas afirmaciones reiteradas de los románticos,
cubanas, sobre todas la piña, “la reina de más dados a la fantasía que a la verdad. Un
las frutas”, como dijo el mismo rey don Fer- supuesto y dominicano areíto de Anacaona
nando el Católico al saborear una que llegó no es sino un couplet francés, que fue amu-
a su egregio paladar. El maíz de los taínos, latado como canción de guerra contra los
quetería un cigarro, no hacéis sino realizar un juntos con los negros sometidos a la mis-
rito de nuestros antepasados de los bárbaros ma infelicidad, se huyeron a vivir libres por
tiempos de Hatuey; el regalo más temprano, las cimas de los montes, fundando poblados
más aceptado y más deleitoso de los hechos y palenques, en escondida y abigarrada ci-
por Cuba a la cultura universal. marronería. La básica sedimentación huma-
Ya en los indios, sobre todo en los taínos, na de la sociedad fue suprimida y a Cuba
que eran agrarios, debió haber alguna rudi- hubo que transmigrar toda su población, así
espíritu; salían rotos y perdidos y llegaban se- centralizados y efectivos sobre territorios y
ñores; de dominados en su tierra pasaban a poblaciones tan grandes como Cuba; cultu-
dominadores en la ajena. Y todos ellos, gue- ras intermedias entre la taína y la azteca; ya
rreros, frailes, mercaderes y villanos, vinieron con metales pero aún sin escritura.
en trance de aventura, desgajados de una so- Los negros trajeron con sus cuerpos sus
ciedad vieja para reinjertarse en otra, nueva espíritus —¡mal negocio para los hacen-
de climas, de gentes, de alimentos, de cos- dados!—, pero no sus instituciones, ni su
ceánicos, año tras año y siglo tras siglo, mi- En la religión, el negro, desconfiado de la
les y miles de seres humanos fueron traídos clerecía dominadora y colonial que lo mantu-
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vileció a los esclavos y a los amos, a negros fueron sus copartícipes y beneficiarias.
y a blancos por igual. El tabaco, en cambio, Pocos lustros después de la conquista y
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creó la vega hortelana con campesinos blan- poblamiento de Cuba por los mediterráneos,
cos y economía familiar, pero, clase media es- ya la visitan y sacuden los franceses; y lue-
casa y humilde, sin defensa ni poderío. go los ingleses y los holandeses, con sus
El comercio, trasatlántico y coartado por corsos y saqueos y sus tráficos comerciales.
la metrópoli desde su origen, nos creó el co- Ya es la cultura blanca de la Europa ultrapi-
mensalismo filibustero, por el cual nos vi- renaica. A aquellos se debió el régimen in-
nieron abundancias, comodidades, inter- ternacional del comercio intérlope sostenido
tras riquezas naturales, el consiguiente incre- nes, entraron en Cuba los franceses, expulsa-
mento rapidísimo de la población, que en dos de Haití, mudados de La Luisiana. Crean
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treinta años se triplica, y la afortunada mun- cafetales de más riqueza que los ingenios,
dialización de muchas costumbres nuestras crean comercios con su metrópoli; en nues-
que una generación atrás eran míseramente tro Oriente crean un foco de cultura refinada
provincianas. La vecindad de esta poderosa que da envidias a La Habana. Pero un obis-
cultura es uno de los más activos factores po de Cuba predica su exterminio y expulsión
de la cultura nuestra; positivos o negativos, —como ahora se hace contra los judíos—,
pero innegables. No nos ciegue el resquemor y se les persigue, destierra y confisca. Mas
solido estar siempre escondidiza entre la de saba en su regreso. Si vino, fue para regresar
otros grupos, para evitar ser perseguida. Si rico y quizás ennoblecido por gracia real. El
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nos llegó con los españoles de todas las mismo blanco criollo tenía, por sus padres
regiones, tanto o más se infiltró en Cuba y familiares, conexiones con la Península y
so capa de portugueses, de flamencos, de se sintió por mucho tiempo ligado a ellos
italianos, de británicos, de franceses, hasta como un español insular. Nativos blancos de
de alemanes y luego de norteamericanos y Cuba fueron en ultramar generales, almiran-
polacos. Ellos debieron contribuir bastante tes, obispos y potentados. [...] Y hasta hubo
a la internacionalidad mercantil de La Haba- catedráticos habaneros en la Universidad de