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ISBN: 978-84-7867-057-4
Depósito Legal: M-31778-2010
150 años despues de Darwin 6/7/10 10:50 Página 3
Índice
7 Prólogo
D. Ricardo Martí Fluxá
9 Presentación
Dra. Ana Mateos Cachorro
Prólogo
Querido lector,
Podría preguntarse qué hay de común entre los intereses del Instituto Tomás
Pascual Sanz, que son la nutrición y los hábitos correctos de vida, y el trabajo de-
sarrollado por el CENIEH. A continuación les expondré brevemente nuestro común
interés.
Abusando de la tolerancia de los especialistas del CENIEH, permítanme exponer
que durante el Pleistoceno aparece el género Homo y en un periodo de dos mi-
llones de años, breve en la escala evolutiva pero muy largo para nuestro modo
de ver la historia, ocurren en el género Homo una serie de fenómenos apasio-
nantes, uno de ellos el aumento del volumen cerebral en relación con el peso del
cuerpo, que se traduce en el desarrollo de nuevas áreas cerebrales relacionadas
con habilidades sociales, de trabajo cooperativo y comunicación, de entendi-
miento de las emociones de los otros, de manejo de herramientas, en resumen,
el desarrollo de la mente, de la inteligencia y el control de las emociones.
Devenimos de aquellos hombres, de lo que ocurrió entonces somos un reflejo
hoy, conocernos bien a nosotros mismos pasa por conocer bien lo que fuimos en
el pasado. Las modernas disciplinas de la Nutrigenómica y la Nutrigenética están
mostrando que en nuestro genoma se han mantenido aquellas variaciones ge-
néticas que, durante millones de años, permitieron a nuestros antepasados ser
más eficaces al soportar las restricciones a los que les sometía el ambiente en que
vivían. Pero hemos sido capaces de cambiar nuestro entorno y sus presiones se-
lectivas mucho más de prisa de lo que nuestro genoma es capaz de cambiar y
esto es un factor clave para entender ciertas pandemias actuales como son la
obesidad y enfermedades relacionadas.
Está por demás hablar de la calidad científica del CENIEH y de sus investigadores.
La relevancia internacional del CENIEH es bien conocida. Fue concebido como un
centro especializado en el estudio de la evolución humana durante el Plioceno y
Pleistoceno y sus diversas líneas de trabajo utilizan una aproximación multidisci-
plinar centrada en conocer como eran, en qué ambiente se movían y qué presiones
soportaban nuestros antepasados. Especialmente el trabajo del Dr. Bermúdez de
Castro y sus colaboradores dentro de la línea de investigación de Paleobiología de
Homínidos aportan muchos detalles sobre la fisiología, la ecología y el entorno so-
cial de aquellos antecesores, no tan lejanos en términos evolutivos. En sus escasos
6 años de existencia ha confirmado claramente la vocación hacia la excelencia
como su director vaticinó: “este centro se convertirá en un referente tan extraor-
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Presentación
Esta publicación recoge las ponencias de las actividades 2009 de la Cátedra Tomás
Pascual Sanz-CENIEH, nacida el 9 de junio de 2009, en virtud el convenio de co-
laboración entre el Instituto Tomás Pascual Sanz y el Centro Nacional de
Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH).
Estos capítulos engloban las contribuciones científicas de investigadores y espe-
cialistas de diferentes ámbitos que tuvieron lugar en diversos eventos durante
todo el año. El Año Darwin sirvió de marco científico con motivo de la celebra-
ción del bicentenario de su nacimiento y de los 150 años de “El origen de las es-
pecies”, una obra que revolucionó la Biología.
“150 años después de Darwin: ¿evolución, futuro o crisis? Lecciones sobre evo-
lución humana” quiere contribuir al pensamiento y la reflexión de lo que los hu-
manos pensamos de nosotros mismos y del mundo en que vivimos. Los temas
que aquí presentamos son amplios y muchos de ellos se enmarcan en el debate
actual evolutivo: la bioética y manipulación genética, nuestro futuro como es-
pecie, la crisis de la biodiversidad, nuestro desarrollo y evolución, etc. Los autores
han sabido aunar la visión multidisciplinar para dar una dimensión más viva a todo
lo que significa la Evolución humana en sí y en relación con nuestro entorno, te-
niendo como trasfondo científico el legado de Darwin, uno de nuestros mejores
iconos en ciencia.
El Dr. Bermúdez de Castro y la Dra. Mateos nos presentan algunos de los cam-
bios adaptativos de nuestros ancestros, en relación a los patrones ontogenéticos
y a muchas de las limitaciones fisiológicas en cuanto a las dietas ancestrales que
tuvieron lugar hace millones de años y que explican, en gran medida, alguna de
nuestras peculiaridades como especie.
El Dr. Rodríguez nos traslada al paraíso perdido de la Edad del Hielo, cuando tu-
vieron lugar algunas de las más importantes extinciones de los grandes mamí-
feros. A la luz de las hipótesis, parece que los humanos modernos contribuyeron
a mermar estos ecosistemas con la enorme presión trófica.
Los modelos referenciales sobre el último ancestro común entre chimpancés y hu-
manos sirven de encuadre conceptual a los investigadores del LCHES/Universidad
de Cambridge (UK), la Dra. Marchant y el Dr. McGrew, para acercarnos a algunos
rasgos etológicos y ecológicos de nuestros parientes más próximos que pudieron
haber tenido nuestros ancestros más lejanos.
El legado darwinista en España tuvo una acogida dispar. Según nos expone el Dr.
Gomis, la historia del pensamiento científico y de los aspectos históricos de las
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nuestros primeros ancestros del Plioceno, si las especies de homininos de nuestra ge-
nos atenemos a los últimos datos publi- nealogía de finales del Mioceno y del
cados. La especie Ardipithecus ramidus fue Plioceno, al menos hasta hace 2,5 mi-
nombrada a mediados de los noventa del llones de años, han tenido una dieta pre-
siglo pasado (White et al., 1994), pero en ferentemente vegetariana, con una pro-
los últimos meses hemos conocido una in- porción muy pequeña de proteínas de
finidad de datos sobre los hallazgos reali- origen animal. Esto mismo sucede en
zados en estos últimos años en yacimientos chimpancés, recluidos en sus hábitats fo-
de la región del Middle Awash, en Etiopía restales del oeste de África. Las pequeñas
(Gibbons, 2009). La cronología de esta es- diferencias del “menú” de los homininos
pecie se extiende entre 5,5 y 4,4 millones del Plioceno se podrían limitar al espectro
de años, muy cerca, por tanto, del punto de especies consumidas, que estaría en
de separación de las genealogías de hu- función del tipo de masa forestal frecuen-
manos y chimpancés. El estudio pormeno- tada y de las posibilidades de acceder a
rizado de la paleobiología de esta especie áreas más abiertas.
revela que los ardipitecos tenían locomo-
ción bípeda, pero no habían perdido sus ca-
pacidades anatómicas de trepar con faci-
Hijos de la Tierra
lidad y gran agilidad por los árboles de los Hace unos 15 millones de años, hacia la
bosques cerrados que protegían su hábitat mitad del periodo Mioceno, el clima de la
africano (Lovejoy et al., 2009 a, b, c). El es- Tierra comenzó a experimentar un enfria-
malte de sus dientes era grueso e inter- miento global. Este proceso se aceleró
medio entre los valores obtenidos en chim- hace unos tres millones de años debido a
pancés y en humanos actuales. Este dato los cambios en la inclinación del eje de la
implica que la dieta de los ardipitecos no Tierra. Comenzó así una serie de ciclos gla-
estaba formada exclusivamente por vege- ciales e interglaciares de una periodicidad
tales de constitución blanda, que abundan de 41.000 años, que provocaron cambios
en las copas de los árboles, sino que esa importantes en el paisaje de los conti-
constitución podía ser algo más consistente, nentes. Hace un millón de años se inició
propia de primates que obtienen recursos una nueva fase de ciclos glaciales e inter-
vegetales en el suelo, aunque sin descartar glaciares, cuya duración es de unos
por supuesto el consumo de frutos o de pe- 100.000 años. En este caso, la responsabi-
queños invertebrados (Suwa et al., 2009). lidad de los ciclos glaciales se atribuye a los
El contenido isotópico de sus dientes tam- cambios en la forma de la órbita terrestre.
bién revela el consumo masivo de plantas Los dos procesos se combinaron para pro-
que utilizan la vía fotosintética del Carbono ducir una variación cíclica muy compleja en
C3, que son propias de zonas forestales el clima global del planeta (DeMenocal,
(White et al., 2009). 2004). La evolución relativamente pausada
En términos muy generales y a tenor de de los ardipitecos y primeros australopi-
los hábitats que se pueden deducir por tecos del Plioceno se vio alterada de ma-
estudios de la fauna, polínicos, climáticos, nera progresiva, pero también radical, por
geológicos, etc., parece claro que todas los movimientos tectónicos y los cambios
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que detiene las nubes y las consiguientes a través de la primera de las especies men-
precipitaciones. Este fenómeno ha contri- cionadas. Estas especies utilizaron su poten-
buido también a la diferenciación entre cial genético para adaptarse a las nuevas
las selvas frondosas y húmedas del centro condiciones, en las que los vegetales dispo-
y oeste y las sabanas del Este. Las selvas nibles en los bosques abiertos y sabanas te-
del oeste han permitido la prosperidad de nían una dureza y consistencia mucho
los chimpancés o de los gorilas, mientras mayor que la de los vegetales que se obte-
que las regiones del este se han conver- nían en las selvas cálidas y húmedas donde
tido en el hogar de los grandes bóvidos, vivían sus ancestros. La anatomía craneal
las jirafas o los elefantes. Por supuesto, de los parántropos, con crestas craneales
los homininos nos adaptamos también a muy desarrolladas para la inserción de los
vivir en las regiones orientales de África. músculos relacionados con la masticación,
mandíbula de gran tamaño y robustez, re-
Todas las especies tenemos una cierta ri-
fleja una deriva de su dieta hacia vegetales
queza genómica, que en buena parte
duros y consistentes. Los premolares y mo-
permanece “dormida” como una re-
lares tenían coronas muy complejas, con
serva del potencial biológico que po-
crestas, valles y crenulaciones de esmalte,
demos desarrollar. Los cambios bruscos
que llegaban a ocultar la morfología normal
en el medio suelen ser letales y pro-
de los homininos. El tamaño de estos
vocan la extinción en masa de muchas
dientes creció de manera significativa con
especies. Las investigaciones en paleon-
respecto a los australopitecos. Además, sus
tología nos ofrecen un buen puñado de
dientes adoptaron un modelo de creci-
ejemplos de estas extinciones masivas a
miento muy rápido, como el que cono-
lo largo de la historia de la vida del pla-
cemos en los dientes deciduos. Puesto que
neta. Pero los cambios más pausados y
el desarrollo dental estrechamente correla-
progresivos provocan la respuesta posi-
cionado con el desarrollo somático, de-
tiva de las especies que, utilizando su
bemos asumir que los parántropos quizás
potencial biológico, se adaptan a las
llegaron a reducir su tiempo de crecimiento
nuevas condiciones. Así sucedió hace
para alcanzar el estado adulto, quizás como
2,5 millones de años, cuando los homi-
una adaptación a un medio tan peligroso
ninos nos vimos abocados a vivir en un
como son los bosques abiertos y sabanas
medio diferente de bosques abiertos y
del África Oriental.
sabanas. La respuesta biológica supuso
la aparición de los parántropos y de los Su capacidad craneal aumentó de manera
primeros representantes del género significativa con respecto a los australopi-
Homo. tecos hasta superar los 500 centímetros
cúbicos. Sin embargo, puesto que su peso
corporal también se hizo mayor, estos ho-
Compañeros de viaje mininos poco ganaron en lo que se refiere
Los parántropos están representados en el a su índice de encefalización (relación
registro fósil por tres especies: Paranthropus entre el tamaño del cerebro y el tamaño
aethiopicus, P. robustus y P. boisei, quizás corporal). Además, y en consonancia con
relacionadas con Australopithecus afarensis lo explicado en el párrafo anterior, es muy
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posible que el cerebro de los parántropos palabras, los utensilios líticos más antiguos,
creciera con una tasa superior al de sus hallados en lugares como el yacimiento de
ancestros y alcanzara su tamaño final con Gona, Etiopía (Semaw et al., 1997) o en las
un desarrollo menor (menos conexiones capas de la Formación Shungura, también
neuronales y, por ende, menos capaci- en Etiopía (Merrik et al., 1973), cuya anti-
dades cognitivas) que el de los australo- güedad alcanza 2,6 millones de años,
pitecos. aparecen de manera sincrónica con las pri-
meras evidencias del consumo de mamíferos
El linaje de los parántropos se extendió
herbívoros de gran tamaño (Shipman, 1986).
con éxito por regiones del sur y este de
África, pero terminaron por extinguirse Por otro lado, el estudio de la anatomía de
hace aproximadamente un millón de la mano de aquellos homininos (e.g.: OH 7)
años. En latín, su nombre genérico viene demuestra de manera muy clara que ya se
a significar “al lado del Hombre”. En había logrado las características que per-
efecto, estos homininos fueron nuestros miten la pinza de precisión, mediante la
compañeros de un viaje evolutivo que oposición entre el quinto dedo (pulgar) y
duró nada menos que 1,5 millones de el restos de los dedos, pero particular-
años. mente con el dedo índice. La pinza de pre-
cisión no está presente en la anatomía de
los australopitecos y su adquisición repre-
El género Homo
sentó un paso decisivo en la capacidad
Otras poblaciones de homininos, quizás re- para fabricar instrumentos de manera sis-
lacionadas filogenéticamente con Australo- temática (Susman, 1994). Al mismo tiempo,
pithecus africanus, optaron por un nicho los homininos que fabricaron estos instru-
ecológico diferente, en el que el alimento mentos tenían un cerebro, cuyo volumen
de origen vegetal se podía complementar era hasta un 40% más elevado que el de los
con una explotación más amplia de re- australopitecos, superando en algunos indi-
cursos cárnicos (Potts, 1988; Antón, 2008). viduos la cifra de 650 centímetros cúbicos
Es muy posible, como sostienen muchos (Aiello y Dean, 1990). Este conjunto de
prehistoriadores, que aquellos homininos rasgos tanto anatómicos como culturales,
del Plioceno obtuvieran carne mediante la así como la locomoción bípeda exclusiva,
práctica de carroñeo, bien consumiendo constituyen los principales pilares para la de-
animales muertos por depredadores, bien finición y el reconocimiento de los primeros
compitiendo de manera activa con otros ca- representantes del género Homo en el re-
rroñeros (Blumenschine, 1986; Domínguez- gistro fósil. La relación entre el aumento de
Rodrigo y Pickering, 2003; Plummer, et al., la ingesta de carne y grasa animal en la dieta
2009). Sea como fuere, el registro arqueo- y el incremento del volumen cerebral (mayor
lógico de los yacimientos africanos de fi- inteligencia) tiene que entenderse en el con-
nales del Plioceno nos presenta las primeras texto de la selección de una mayor comple-
acumulaciones óseas de mamíferos herbí- jidad de las capacidades cognitivas necesa-
voros con evidencias de carnicería (golpes, rias para la obtención de un alimento menos
marcas de corte, raspaduras, etc.) produ- predecible y difícil de obtener (figura 1).
cidas con herramientas de piedra. En otras Además, los primeros Homo tuvieron que
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un recién nacido con un 40% de esa can- biológica se extendió con rapidez entre las
tidad (320 centímetros cúbicos) ya no ha- poblaciones de Homo.
bría podido atravesar con facilidad el canal Por otro lado, una vez alcanzada la cota
del parto, a pesar de que tener una pelvis máxima posible en las posibilidades obsté-
relativamente ancha en todas sus dimen- tricas de los homininos, el subsiguiente in-
siones con respecto a Homo sapiens debió cremento de la capacidad craneal sucedió
ser el carácter primitivo de todos los homi- después del parto. Por supuesto, este pro-
ninos anteriores a nuestra especie (Arsuaga ceso debió iniciarse antes de que los homi-
et al., 1999). Este incremento prenatal sin ninos alcanzaran ese Rubicón cerebral de
duda supondría un gasto energético extra los 800 centímetros cúbicos. En nuestra es-
para las madres de Homo, pero representó pecie, la tasa de crecimiento fetal del ce-
un avance importante en las capacidades rebro continúa durante el primer año de
cognitivas del adulto para conseguir re- vida postnatal, para después disminuir pro-
cursos. A la postre, esta nueva adquisición gresivamente hasta alcanzar el tope del ta-
maño de nuestro cerebro hacia los siete
años. Este proceso debió iniciarse en los ho-
mininos del Plioceno y Pleistoceno Inferior,
Chimpancé
posiblemente gracias al incremento de la
= 0,40 infancia.
Australopiteco
Cambios en el patrón de
= 0,40
desarrollo
Homo ergaster Una infancia prolongada puede repre-
sentar un verdadero problema para los si-
= 0,38
mios antropoideos, como los orangu-
tanes, cuyo periodo de lactancia llega
Homo sapiens hasta los ocho años. De ese modo, du-
rante el periodo fértil de las hembras de
= 0,28 estos primates las posibilidades de mater-
nidad apenas llegan a tres hijos. Ya sa-
bemos que la hormona prolactina, segre-
Figura 2. En chimpancés y en otros homininos pri-
mitivos la relación entre el volumen encefálico del
gada durante la lactancia, inhibe la
recién nacido y el del adulto viene a ser de un ovulación y la posibilidad de procrear de
40%. En Homo sapiens esa relación ha disminuido nuevo hasta que no termina la lactancia
hasta el 28 por ciento por necesidades obstétricas.
Sería imposible dar a luz a neonatos con un vo- de la cría que se amamanta. Con la
lumen de unos 540 centímetros cúbicos (1.350 x muerte prematura de uno de sus hijos, la
0,40 = 540). Por ese motivo, la relación fue dismi-
fertilidad de las madres orangután, y por
nuyendo, seguramente cuando el volumen del ce-
rebro del adulto en homininos alcanzó un valor de ende la de la población y de la especie,
unos 800 centímetros cúbicos (800 x 0,4 = 320). está muy reducida. Por ese motivo, la
Nuestros neonatos vienen al mundo con un ce-
rebro que ocupa un volumen de hasta unos 380
aparición de la niñez en nuestra genea-
centímetros cúbicos. logía humana fue la adaptación esencial
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del género Homo, que nos ha permitido no plenamente humano y un patrón que
por el momento un éxito reproductor y entró en los límites de la variabilidad actual.
demográfico único entre los primates (fi- Si el patrón de desarrollo dental es un buen
gura 3). Durante la niñez, que se inicia indicador de patrón de desarrollo somático,
hacia los tres años, las crías pueden com- especies como Homo antecessor podrían
plementar la lactancia con otros ali- haber logrado entrar en esos límites hace
mentos, liberando así a las madres del ex- casi un millón de años (Bermúdez de Castro
ceso de prolactina y potenciando su et al., 1999).
capacidad de volver a quedar preñadas. Por descontado, los cambios en el patrón
La gran sociabilidad de nuestra especie de desarrollo de los homininos han com-
ha sustituido el cuidado exclusivo de las portado cambios importantes en la dieta y
madres de sus crías por el cuidado com- en la curva de crecimiento corporal. Si en
partido por todo el grupo. los primeros homininos, con cerebros poco
mayores que los de los chimpancés, el con-
sumo energético de su cerebro represen-
Hace menos de 2,0 millones de años taría aproximadamente un 10% del total,
en nuestra especie la cifra se ha disparado
Herramientas Pinza de
de piedra precisión hasta el 25%, además de un consumo de
oxígeno que también representa la cuarta
Prolongación de la parte del utilizado en la respiración. En otras
infancia: niñez
palabras, a medida que fue aumentando el
+ Capacidad Cambios
craneal en la dieta tamaño del cerebro en los homininos,
mayor fue la demanda energética para su
desarrollo y mantenimiento.
Figura 3. En el esquema de la figura 1 debemos
añadir la prolongación de la infancia en una niñez No voy a descubrir en este trabajo la im-
de larga duración, que se produjo en el género
Homo como consecuencia de la necesidad de evitar periosa necesidad de la lactancia materna
lactancias prolongadas y la disminución de la capa- frente a otro tipo de leches llamadas “de
cidad demográfica de estos homininos. A su vez, fórmula”, que no proporcionan ni los nu-
una niñez prolongada incide positivamente en el in-
cremento del volumen del cerebro en el adulto. trientes necesarios para el correcto desa-
rrollo de los lactantes ni la protección ne-
cesaria frente a los agentes patógenos.
Si bien no se conocen todavía con sufi- Me interesa destacar el papel de la leche
ciente detalle el momento, modo y otros materna en el correcto desarrollo del sis-
aspectos de los cambios en el desarrollo su- tema nervioso, especialmente cuando el
cedidos en la evolución del género Homo, cerebro de las especies del género Homo
se han propuesto hipótesis de gran interés se fue transformando en un órgano fun-
en este sentido, que están siendo contras- damental en el éxito evolutivo. Remito al
tadas con las evidencias del registro fósil lector a las publicaciones que tratan este
(Bogin, 1997). Según Bogin y Smith (1996), tema esencial en la nutrición de los in-
la cifra de 1.000 centímetros cúbicos para fantes y de los niños (Comité de la
el cerebro de los homininos pudo marcar el Lactancia Materna de la AEP, 2004;
límite entre un patrón de desarrollo todavía González, 2006). Aquí tan sólo quiero
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destacar que la leche de las madres de las de manera natural en alimentos de origen
especies de Homo tuvo que contener una animal, como las vísceras (hígado y riñón),
gran cantidad de lactosa, como es un en la carne o en los huevos. Por descon-
hecho bien conocido en nuestra propia tado, la vitamina B12 también se encuentra
especie. La lactosa no sólo facilita la ab- en la leche materna, como todas las formas
sorción de calcio, sino que es esencial de esta vitamina. La composición de la dieta
para la producción de galactolípidos, estaría en función de la latitud. En las re-
como los cerebrósidos. Los galactolípidos giones templadas de Eurasia, la estaciona-
son indispensables para la formación y lidad sería un factor muy importante en la
desarrollo del sistema nervioso central. La composición de la dieta, con mayor can-
cantidad de lactosa en la leche de los ma- tidad de ítems de origen vegetal en verano
míferos está correlacionada con el ta- y otoño y más cantidad de grasa y prote-
maño relativo del cerebro; es decir, ínas de origen animal durante el invierno y
cuanto mayor es el índice de encefaliza- la primavera. En cualquier caso, las especies
ción, relación tamaño del cerebro/ta- de Homo fueron capaces de superar las po-
maño corporal (Aiello y Dean, 1990), sibles adversidades climáticas y se adap-
mayor es la cantidad de lactosa en la taron genéticamente a diferentes hábitats
leche materna. para conseguir el incremento cerebral que
Aunque el alimento fundamental del ce- hemos alcanzado, tanto en términos abso-
rebro es la glucosa, también son necesarios lutos como relativos con respecto al tamaño
otros nutrientes para su funcionamiento co- corporal.
rrecto. Por ejemplo, todas las vitaminas del En ese sentido, el crecimiento corporal tuvo
complejo B son cofactores del proceso de que experimentar un cambio radical en
producción de neurotransmisores, específi- nuestra evolución a medida que progresaba
camente la B1, B6 y B12; también son ne- el aumento del tamaño cerebral (Bogin,
cesarios el cobre, zinc, magnesio, vitamina 1988). Si bien durante los dos primeros
C, triptófano, fenilalanina, fosfatidilcolina, años de vida la lactancia materna es sufi-
etc., indispensables para el mantenimiento ciente como para permitir un crecimiento
de las estructuras neuronales y la correcta tanto del cerebro como del cuerpo, este úl-
neurotransmisión de mensajes entre el ce- timo experimentó una ralentización nece-
rebro y el resto del organismo. Estos nu- saria a favor del crecimiento cerebral. La ve-
trientes se encuentran tanto en los ali- locidad del crecimiento corporal de Homo
mentos vegetales como en los animales, sapiens disminuye muy rápidamente desde
por lo que la dieta mixta derivada de los el nacimiento hasta los dos años y medio,
cambios en el hábitat de los homininos no se estabiliza durante la niñez y la fase ju-
supuso ningún problema para el incre- venil, con algún pico de crecimiento, y no
mento del volumen cerebral. La mayoría de comienza a recuperarse hasta los 10 u 11
los nutrientes mencionados se encuentran años. Y todo ello a pesar de que el cerebro
en frutos secos, bayas, frutos del bosque y termina su formación hacia los 7 años,
otros vegetales, al alcance de todas las es- aproximadamente. Durante la adolescencia,
pecies de Homo. Pero otros nutrientes, y en la velocidad de crecimiento corporal se dis-
particular la vitamina B12, sólo se localiza para con un pico muy marcado, hasta la
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24
4
5
17
13
28
7
7
3
38
2 10
Supervivientes 2
48
Extintos del continente 14
Extintos globalmente
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26
ia
ica
As
ica
Cálid o Frío
ér
Años antes
ér
de
am
lia
pa
m
ra
del presente
rte
rte
da - 3 2 - 3 4 - 3 6 - 3 8 - 4 0 - 4 2 - 4 4 δ18O (0/00)
ro
st
No
No
Au
Su
Eu
0
Holoceno
(Actual )
Younger Dryas 10.000
Calentamiento
Máximo 20.000
Glaciar
30.000
40.000
50.000
Enfriamient o
60.000
70.000
80.000
Extinción de Megafauna
90.000
Llegada de Homo sapiens
100.000
110.000
120.000
Último
interglaciar
130.000
140.000
Figura 2. Extinción de la megafauna en relación a los cambios climáticos y la expansión de los humanos mo-
dernos. En Europa se distinguen dos pulsos de extinción: en el primero se extinguen especies adaptadas a climas
templados (símbolo rojo), mientras que en el segundo son las adaptadas a climas fríos las que desaparecen (sím-
bolo azul). La curva de isótopos del oxígeno (GRIP SS09 18O/16O), representa las fluctuaciones climáticas
(Dansgaard et al, 1993, GRIP members 1993, Grootes et al., 1993).
150 años después de Darwin: ¿evolución, futuro o crisis? Lecciones sobre evolución humana
28
ejemplo, hace unos 110.000 años acabó tinente (figuras 2 y 3). Llegaron a Europa
el último periodo interglaciar y el clima de hace 41.000 años (Mellars, 2006), al su-
la Tierra entró en una fase de enfria- deste Asiático hace 60.000, y estaban en
miento global (figura 2). Sin embargo, no Australia hace 46.000 (Gillespie et al.,
se detecta un pulso significativo de extin- 2006), a donde tuvieron que llegar a
ciones en este momento. Es necesario, través del mar. Hace 32.000 años los hu-
por tanto, pensar en un factor que estuvo manos modernos habitaban el norte de
presente en Eurasia, América y Australia Siberia (Gill et al., 2009), ningún otro hu-
entre 50.000 y 10.000 años atrás y no mano había llegado a latitudes tan altas,
antes. Muchos investigadores piensan que cruzaron a Alaska hace 20.000-22.000
ese factor es el Homo sapiens. Eurasia es- años y hace 15.000 años ya ocupaban
tuvo habitada por diferentes especies del todo el continente americano (Goebel et
género Homo desde hace más de un mi- al., 2008; Barnosky y Lindsey, 2009).
llón y medio de años (Carbonell et al., Hace varias décadas, Paul Martin acuñó el
1995), si bien durante gran parte de ese término Blitzkrieg Prehistorica para designar
periodo los humanos se vieron relegados su hipótesis según la cual la extinción de
a las regiones más meridionales de Europa megafauna en Norteamérica fue el resul-
y Asia. Se trataba de poblaciones de ca- tado de la caza masiva de grandes mamí-
zadores recolectores con una tecnología feros realizada por los recién llegados hu-
primitiva, que probablemente carecían de manos (Martin, 1984). De acuerdo al
armas capaces de arrojar proyectiles, modelo de Martin, los humanos se exten-
aunque sabemos que cazaban grandes dieron como una oleada desde Alaska
mamíferos de forma regular (Mania, hasta Tierra del Fuego en muy breve
1998; Díez et al., 1999). Sin embargo, tiempo, aniquilando a su paso todas las po-
hace aproximadamente 100.000 años blaciones de grandes mamíferos que iban
una nueva especie comenzó su dispersión encontrando. De ahí el término Blitzkrieg,
fuera de África, el continente donde se que en alemán significa “guerra relám-
había originado unos 100.000 años antes pago”. El modelo de la Blitzkrieg suscitó
(Close y Minichillo, 2006). Esta nueva es- una agria polémica entre paleontólogos y
pecie era el Homo sapiens y rápidamente arqueólogos que aún hoy sigue viva.
se dispersó por todo el planeta, llegando Actualmente hay muy pocas evidencias que
incluso a colonizar regiones donde ningún apoyen este modelo tal y como fue inicial-
otro humano había llegado antes, como mente propuesto, es decir, como un frente
Siberia, América y Australia (figura 3). Esa de extinción que avanzó de polo a polo. Sin
capacidad de dispersión revela la posesión embargo, son muchos los indicios de una
de nuevas aptitudes, en parte tecnoló- participación del hombre en la extinción de
gicas, en parte de organización social y la megafauna.
quizás también en parte fisiológicas. La Durante mucho tiempo se ha sostenido
cronología de la dispersión de los hu- que los yacimientos arqueológicos más
manos modernos (H. sapiens) coincide antiguos de Norteamérica, al sur de la
sorprendentemente con el momento de zona glaciada (figura 3), correspondían a
la extinción de megafauna en cada con- la cultura Clovis, datada entre 13.200 y
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22.000-21.000
32.000
41.000
16.000
100.000
Glaciar
200.000 Tierras
emergidas
46.000
15.000
Figura 3. Dispersión de los humanos modernos fuera de África. Los números indican la edad de las evidencias
más antiguas de la llegada de Homo sapiens a cada región del globo, en años antes del presente, y las flechas
señalan la ruta que probablemente siguieron estas poblaciones. La superficie de las áreas glaciadas y las tierras
emergidas corresponden al momento de máxima extensión de ambas durante el máximo glaciar, es decir, hace
21.000 años. Por tanto, esta extensión no coincide necesariamente con la existente en el momento en que los
humanos modernos llegaron a cada región.
12.800 años antes del presente (Goebel (Barnosky y Lindsey, 2009). Estos datos
et al., 2008). Sin embargo, hay evidencias hablan en contra del modelo de la
incontrovertibles de presencia humana Blitzkrieg, pero son coherentes con la idea
anterior a los Clovis, como los yacimientos de que los humanos jugaron un papel en
de Wisconsin datados en 14.800-14.200 la extinción, pues ésta ocurrió siempre
antes del presente (Goebel et al., 2008) y después de la llegada de aquellos (figura
evidencias de que la ocupación de este 2). Los datos de Australia apoyan esta hi-
área se remonta a unos 15.000 ó 16.000 pótesis, pues los humanos llegaron a este
años atrás. Dado que las extinciones pa- continente en torno a 46.000 años atrás,
recen haberse concentrado en mientras que la megafauna se extinguió
Norteamérica en el periodo 13.300 a hace unos 41.000 años.
12.700, podemos hablar de unos 2.000
ó 3.000 años de coexistencia entre hu- En Eurasia la situación es algo más com-
manos y megafauna (Fiedel y Haynes, pleja. Para empezar, la fauna euroasiática
2004). Por otra parte, hace 15.000 años evolucionó bajo la presión de cazadores-re-
los humanos modernos ya habían llegado colectores humanos durante más de un mi-
al cono sur, pero el pico de extinción de llón de años, y quizás esto pueda explicar
megafauna no se produjo en Sudamérica por qué el impacto de la extinción fue
hasta hace al menos 13.000 años menor en esta región que en otros conti-
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nentes. Aquí también parece cumplirse el bilidad de que quede registrado es muy
patrón de que la llegada de los humanos baja. Además, tanto en América del Norte
modernos precede a las extinciones, pero como del Sur se conocen varios yaci-
el hecho de que se hayan detectado dos mientos arqueológicos que evidencian la
pulsos distintos en los que las especies que caza de megafauna (Fiedel y Haynes,
se extinguen tienen características ecoló- 2004). En Australia todos los yacimientos
gicas diferentes (figura 2) parece indicar que propuestos como prueba de que los primi-
el clima jugó también su papel. tivos colonizadores cazaron y/o consu-
Precisamente, una interacción entre los mieron megafauna han sido puestos en
cambios climáticos y la presión de la caza cuestión. Sin embargo, el reciente trabajo
por parte de las poblaciones humanas ha publicado por Fillios et al., (2010) de-
sido propuesta para explicar la extinción del muestra que en el yacimiento de Cuddie
mamut lanudo en Eurasia (Nogués-Bravo Springs los humanos modernos consu-
et al., 2008). De hecho, parece cada vez mieron grandes mamíferos hace entre
más claro que para entender la extinción de 30.000 y 36.000 años.
la megafauna debemos recurrir a modelos
más complejos que tengan en cuenta la Conclusiones
ecología de cada especie y la interacción
entre los cambios climáticos y las acciones La extinción de la megafauna es un fenó-
humanas (Koch y Barnosky, 2006). meno global que afectó muy significati-
vamente a la distribución de la diversidad
Pese a todo, aún persisten críticos que de mamíferos en nuestro planeta. Fue
niegan que los humanos estuvieran en- éste un fenómeno complejo en el que in-
vueltos de forma significativa en la extin- teractuaron diversos factores que, proba-
ción (ver, por ejemplo, Grayson y Meltzer, blemente, tuvieron un peso relativo dife-
2003). Los principales argumentos en rente en la extinción de cada especie en
contra ponen en duda la capacidad de los concreto. No obstante, la actividad cine-
cazadores paleolíticos para exterminar a gética de los humanos modernos y su ex-
una especie o apuntan a la falta de yaci- pansión por el planeta parece haber sido
mientos arqueológicos que evidencien una causa determinante de la misma. Si
grandes matanzas de megafauna. La pri- bien la inestabilidad climática fue también
mera objeción ha sido rebatida en diversos un factor que amplificó los efectos de la
trabajos en los que se modeliza matemáti- actividad humana y, para algunas espe-
camente la dinámica de las poblaciones de cies, pudo incluso ser el factor determi-
megafauna sometidas a niveles realistas de nante de la extinción.
caza por parte de cazadores-recolectores
paleolíticos (ver, por ejemplo, Alroy, 2001).
Respecto a la segunda objeción, es cierto Agradecimientos
que no son abundantes las evidencias de Este trabajo es parte del proyecto
caza de megafauna en América ni en CGL2009-12703-C03-01 del Ministerio
Australia, pero todo parece indicar que la de Ciencia e Innovación y el Grupo de
extinción fue un fenómeno muy rápido en Excelencia GR249-2008 de la Junta de
términos geológicos, por lo que la proba- Castilla y León.
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justo debajo del ano y al caminar a cuatro el peso corporal del neonato y del
patas, es visible para el macho, que rea- adulto, la maduración sexual, la longe-
liza la cópula desde atrás. Al modificarse vidad, etc. (Smith, 1989).
el ángulo y trayectoria de la vagina se di-
Durante la gestación, el cerebro fetal
ficultaba la penetración posterior. Somos
crece con una cierta velocidad, que al-
de las pocas especies (junto a los bo-
canza su límite en el momento en que
nobos, Pan paniscus) que se miran cara a
tiene que pasar por el canal pélvico de la
cara mientras mantienen relaciones se-
madre. Ahí se produce el conflicto obsté-
xuales. Es probable que esa cercanía y
trico entre el ajuste de la pelvis y el ta-
contacto visual convirtiera la sexualidad
en una gran aliada de la intimidad, favo- maño craneal del bebé, que trata de no
reciendo la vinculación entre machos y suponer un serio peligro evolutivo para
hembras y dando origen a uniones más o llevar a término un embarazo con éxito.
menos duraderas que mejoraron la super- La ontogenia de otros primates no cuenta
vivencia de las crías. con este factor limitante añadido a los
costes de la gestación (DeSilva y Lesnik,
Nuestras ancestras, al erguirse, ocultaron
2006; Leigh, 2004; Mumby y Vinicius,
sus genitales externos. Es posible que este
2008; Ulijaszek, 2002; Vinicius, 2005).
aspecto ayude a explicar por qué, a dife-
Sus expulsivos en el momento del parto
rencia de otros primates, nuestros genitales
no se hinchan o colorean cuando se pro- no son tan ajustados y superan sin tantas
duce la ovulación. En cualquier caso, las ra- dificultades el tránsito al nacimiento
zones de la ocultación de la ovulación pa- (Abitbol, 1996; Trevathan, 1987).
recen ser más complejas (Low, 2001). Superado el parto y el nacimiento, los
Tampoco la actividad sexual se vio restrin- humanos iniciamos nuestra vida post-
gida a determinados periodos de recepti- natal con un crecimiento algo retardado
vidad asociados a la fertilidad (periodos ya desde el primer momento. Las tasas
de celo o estro) como ocurre en la gran de crecimiento cerebral han de continuar
mayoría de especies. A su vez, la recepti- a la misma velocidad que dentro del
vidad sexual en periodos como la gesta- útero, en lo que se conoce como extero-
ción o la lactancia es un hecho bastante gestación, durando al menos un año.
insólito en el reino animal, quizás compar- Durante este tiempo, el cuerpo crece a
tido tan solo con algunos primates. otro ritmo diferente, trazando una curva
descendente.
Un cerebro en crecimiento El coste energético del crecimiento cere-
El cerebro humano es verdaderamente bral es enormemente elevado (tabla 1).
insólito en su desarrollo y crecimiento Por este motivo, el crecimiento durante
(Bermúdez de Castro et al., e.p; Mateos los primeros años de vida permite ajustar
et al., 2009). Su ontogenia está muy el tamaño corporal y la distribución de
correlacionada con otros aspectos bio- grasa en los tejidos en función de los re-
lógicos, como el periodo de gestación, querimientos energéticos del manteni-
el destete, el intervalo de nacimientos, miento basal del organismo.
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150 años despues de Darwin 6/7/10 10:50 Página 43
Abstract Introduction
Modelling the behaviour of extinct homi- The year 2009 offered numerous opportu-
nins remains a perennial challenge, yet it is nities for the scientific community to recall
essential if we are to devise useful hypot- and celebrate Charles Darwin’s enormous
heses of our species’ evolutionary origins impact on the life sciences. The world cele-
to be tested in the palaeontological and ar- brated Darwin’s 200th birthday and the
chaeological records. One approach is to 150th anniversary of the publication of On
model the Last Common Ancestor (LCA) the Origin of Species (Darwin, 1859).
of living apes and humans by utilizing Among Darwin’s many other publications,
knowledge from ethology and ecology of and of special interest to anthropologists
extant species. Such referential modelling and primatologists, are Darwin’s publication
that is based on phylogenetic proximity is of The Descent of Man, and Selection in
enabled by thorough, ongoing field studies Relation to Sex (1871), and The Expression
of the genus Pan, that is, the chimpanzee of the Emotions in Man and Animal (1872).
and bonobo. Eight long-term field studies In these volumes he laid out a comparative
of habituated chimpanzees (Bossou, framework that is critical to our understan-
Budongo, Fongoli, Gombe, Kanyawara, ding of human behavior and evolution. In
Mahale, Ngogo, Tai) plus others of partly- this paper we rely on Darwin’s comparative
habituated chimpanzees and bonobos perspective and in particular, his prescience
(e.g. Goualougo, LuiKotale, Semliki, etc.) regarding the significance of African apes
continue to yield new findings. This paper in furthering our knowledge of human ori-
reviews recent findings from nature on gins. Thus, in The Descent of Man he
these apes, focussing on those aspects of noted:
their behavioural biology that help to “It is therefore probable that Africa was
model the LCA. For example we characte- formerly inhabited by extinct apes clo-
rize the technology of Pan troglodytes, in- sely allied to the gorilla and chimpanzee;
cluding organic and lithic material culture; and as these two species are now man’s
explore the dietary breadth of Pan inclu- nearest allies, it is somewhat more pro-
ding vertebrate faunivory; and consider bably that our earliest progenitors lived
shelter, thermoregulation, and ranging to on the African continent than elsew-
provide insights into our earliest ancestors. here.” (p. 182, 2.nd ed.).
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His observation is all the more remarkable (Tooby and DeVore, 1987). In such mode-
as Darwin had neither access to the lling exercises, one may model an extinct
human fossil record (in which the oldest taxon using basic principles of evolutio-
taxon, Sahelanthropus, is now dated to 7 nary ecology or identify an adaptive suite
million years ago), nor the molecular evi- of behavioural traits or anatomy in a
dence that clearly argues for the close ta- taxon, irrespective of phylogeny, that pro-
xonomic proximity of genera Pan and vides insights into extinct species.
Homo. Despite recent suggestions that We continue to see the value of referen-
chimpanzees are not a useful proxy for tial modelling, and more particularly, the
modelling extinct hominins (White et al., utility of studying wild chimpanzees as
2009) we maintain the utility of this ap- one approach to understanding the bio-
proach (Whiten et al., 2010). Here we rely logy and behavior of the LCA. Our rea-
heavily on ethological and ecological evi- sons for this are phylogenetic and prag-
dence from studies of wild chimpanzees matic. That is, we study the taxa to which
(Pan troglodytes) and to a more limited we are most closely related, and we study
extent wild bonobos (Pan paniscus) to real behavior in the real world.
model the technology, diet, ranging, and
other behavioural attributes of the Last Before outlining the specific aims in this
Common Ancestor (LCA). paper, we note how variable are the en-
vironments occupied by chimpanzees.
In modelling an extinct species the mode- Misunderstanding and over-simplifica-
lling approach ought to be driven by the tion persist of the environmental com-
nature of the questions being posed plexity and variability of the habitats
(McGrew submitted). Thus, referential mo- where chimpanzees reside (White et al.,
dels (which are those that rely on extant 2009). When one scrutinizes the 20+
species) for human origins may be chosen countries in sub-Saharan Africa where
due to homology, that is, one chooses a chimpanzees live, the vegetation types
phylogenetically-close living taxon, e.g. the include forest, woodland, and grassland,
three African apes. Or, if analogy is of gre- but these gross categories must be
ater interest, perhaps driven by questions further elaborated. Thus, forest includes
of ecological similarity, e.g. one might evergreen, gallery, riverine, swamp, se-
choose open country baboons. Combining asonally-inundated, primary and secon-
those two approaches, homology and ana- dary forest; woodland includes deci-
logy, could result e.g. in documenting the duous, open, closed, grassy and scrub
behavior of woodland-dwelling chimpan- woodland; grassland includes wooded,
zees. Referential modelling may also be tall and short grassland. In addition,
single-species driven, e.g. Pan troglodytes, chimpanzee habitat also includes
or multi-species driven, and thus compa- thicket, bushland, arid scrub, light-gap,
rative, e.g. P. troglodytes vs. P. paniscus (For and, as chimpanzees are pushed into
an overall review, see Moore, 1996). further contact with humans, horticul-
An alternative to building models that rely tural fields. Although a single chim-
on extant species is sometimes described panzee community will not experience
as non-referential or strategic modelling all of these ecotypes, chimpanzees
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Seeking the last common ancestor: modelling human origins from studies of chimpanzees
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travel, forage, sleep, etc., in all of them, and three sites from west Africa –Bossou,
a further testimony to the behavioural Guinea; Fongoli, Senegal; and Tai, Ivory
flexibility of this species. Coast. We also report evidence from
partly-habituated chimpanzees and bo-
nobos, e.g. Goualougo, Republic of
Congo; LuiKotale, Democratic Republic of
Congo; and Semliki, Uganda. The general
topics covered are: technology, diet,
shelter, thermoregulation, and ranging.
Technology
In nature, chimpanzees live in social
groups called communities. A community
occupies a home range that is patrolled
Figure 1. Savanna chimpanzee site, baobab trees in
grassland (Mt. Assirik, Senegal; photo by LF.
by resident males who are born into and
Marchant). remain in the community and females
who normally transfer at sexual maturity.
Males are xenophobic, and inter-commu-
nity lethal aggression is well documented
Aims (Mitani, 2009). Using an ethnological
Here we summarize and update recent perspective, primatologists refer to the
finding from ethological and ecological material culture or the repertoire of a
studies of chimpanzees and bonobos (Pan community’s tools as its tool kit. A com-
spp.) that are relevant to human origins, parison of five habituated communities’
particularly the LCA. We focus on primary tool kits produces an average of about 20
reports for field studies from 2005 on- tool-types (N = 5, range 16-22) (Sanz and
wards and emphasize spontaneous beha- Morgan, 2007). The Ugandan sites are ex-
vior. We also pay particular attention to ceptional in averaging only about 10 tool-
reports that have direct implications for types (N = 3, range 8-10). Examining tool
hominin evolution, e.g. apes in more dry kits also yields cross-populational diffe-
and open habitats who use elementary rences and similarities. For example, in
technology to access basic resources such Goualougo, Republic of Congo, the most
as water or underground plant parts. common three types of tools are used in
Most of the results come from eight extractive foraging (Sanz and Morgan,
study-sites with fully-habituated subjects, 2007). At Ngogo, Uganda, the top three
that is, chimpanzees who are accustomed types are used in hygiene and courtship
to the presence of human observers at (Watts, 2008). Some types of tools are
close range and therefore do not flee chimpanzee universals, such as leaf
from their presence. The study-sites in- sponge to drink water, aimed throw as a
clude five from east Africa –Gombe and weapon, play start using an object to sti-
Mahale from Tanzania; Budongo, mulate play, and branch drag used in dis-
Kanyawara, and Ngogo, from Uganda–; play.
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Figure 2. Extractive foraging, termite-fishing by adult Figure 3. Four chimpanzees harvest honey from a
female chimpanzee (Gombe Stream National Park, bee hive. Note dip stick in left hand of chimpanzee
Tanzania; photo by CEG. Tutin). in foreground (Baboon Island, The Gambia; photo
by S. Brewer Marsden).
Further analysis of the material culture of nut cracking, thus this is a form of percus-
different community’s tool kits also reveals sive technology. At Bossou, Guinea, certain
the existence of tool sets. In a tool set a pairings of hammers and anvils are preferred,
chimpanzee employs two or more tools even when preferences for individual stones
used in an obligate sequence to achieve a are taken into consideration (Carvalho et al.,
single goal. Many of these tool sets are 2009). In chimpanzee communities where
used in honey extraction and the first pu- ant dipping occurs it is universally observed
blication of the use of a tool set (Brewer that chimpanzees combine ant dipping with
and McGrew, 1990) documented four a bent-sapling perch in order to evade the
types of tools to break into the bees’ nest biting ants (McGrew, 1992).
and extract the honey. Recently, Boesch et
al. (2009) described five tools being used When two or more components are com-
–pounder, perforator, enlarger, collector bined as a single technical unit, the resul-
and swab. A tool set of perforator and dip- ting artefact is a compound tool. These
stick is also used for ant dip and termite fish are well-know for humans, e.g. hafted
by the Goualougo chimpanzees (Sanz et al., spear, or bead necklace. For chimpanzees
2009). The necessity of an obligate se- the use of leaf sponges to extract drinking
quence of the tools, i.e. A before B before water constitutes the simplest kind of
C, etc. suggests more complex cognition to compound tool, in which multiple objects
achieve the end goal. of one type (in this case, leaves) are itera-
Tool-composites, in which two or more tively combined (McGrew submitted). At
tools are used simultaneously and comple- Bossou during hammer and anvil use to
mentarily to achieve a goal, have also been crack nuts, chimpanzees sometimes insert
seen in some chimpanzee communities. an anvil wedge to level the working sur-
Tool-composites are well-known for humans, face of the anvil (Matsuzawa, 2001).
e.g. bow and arrow, mortar and pestle, etc. Universally, the bed construction that
For chimpanzees the best documented chimpanzees engage in every evening can
examples occur in hammer and anvil use for be thought of as a compound construc-
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wood. To acquire social insects such as Why these apes share meat is subject to
ant, bee, or termite, chimpanzees use numerous hypotheses. Among the many
tool-assisted extractive foraging techni- ideas that have been advanced are intimi-
ques. (See technology above.) Vertebrate dation, harassment, reciprocity, alliance,
intake consists of small mammals, espe- courtship, and micro-nutrients (Mitani,
cially monkey and young ungulate. 2009; Stanford, 1999; Gilby, 2006). New
Palaeoanthropologists show an abiding in- findings from Tai (Gomes and Boesch,
2009) reveal that long-term patterns of
terest in vertebrate faunivory in scenarios
meat sharing between specific males and
of human evolution. Controversy exists on
females reflect mating preferences.
the relative emphasis on hunting versus sca-
venging in human origins, yet both pers- Two other aspects of chimpanzee diet pro-
pectives depend on vertebrate faunivory in vide insights into the diet of the LCA: con-
shaping multiple facets of human biology sumption of underground storage organs
and behavior. For genus Pan spp. field data (USO) and monocots by chimpanzees. A
shows that meat eating is highly desired by USO may be a bulb, root, tuber, corm, or
both chimpanzees and bonobos and that rhizome. In Ugalla, Tanzania, chimpanzees
both taxa take monkey prey (Hohmann and use sticks and bark tools to dig up USOs
Fruth, 2008; Stanford, 1999; Surbeck and (Hernández-Aguilar et al., 2007). In Tongo,
Hohmann, 2008). However, our understan- Democratic Republic of Congo, the chim-
ding of chimpanzee hunting dates to the panzees dig up tubers by hand as a source
1960s, and is far more nuanced and de- of water during prolonged dry periods
tailed than that on bonobos (Mitani, 2009; (Lanjouw, 2002). When available, mono-
Watts and Mitani, 2002). Recent reports cotyledonous plants e.g. grass, sedge,
from Senegal provide the first evidence of palm, also figure in chimpanzee diet. The
tool use in ape hunting; chimpanzees at chimpanzees chew grass pith but do not
Fongoli stab bushbabies (Galago sene- swallow it; rather it is spat out as wadges
galensis) with a spear –a sharpened stick after being sucked dry. Another result of in-
thrust into their sleeping hole to rouse creased chimpanzee-human contact is the
and stab the prosimians (Pruetz and observation of adult-adult sharing of plant
Bertolani, 2007). foods. In Bossou, males raid crops of prized
foodstuffs, such as papaya, and share the
Interestingly, the distribution of vertebrate
fruit with estrous females (Hockings et al.,
prey reveals a clear species difference: for
2007).
chimpanzees the process is male-domi-
nated, as they control the carcass and
share meat with males and females. Shelter
Bonobo meat sharing is female-domi- Here we broadly define shelter as any ob-
nated, with a larger share of meat given ject or structure that buffers the effects of
to other females and dependent young, the elements, such as a sleeping platform
so that males are often left frustrated and or a nest. All great apes build such a ‘bed’
sitting at the edge of a meat-eating each day. These beds are usually arboreal
cluster (Fruth and Hohmann, 2002). and nocturnal but apes also construct them
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on the ground and during the day. Ground Beds may provide thermoregulation to
nesting at night has been advanced as a warm an ape’s body overnight, but past
mate- guarding hypothesis, whereby males and recent reports from Senegal indicate
‘station’ themselves at the base of a tree in that heat stress is also an issue for chimpan-
which an estrous female has made her zees in hot, dry, and open environments
night bed (Koops et al., 2007). The distri- (McGrew et al., 1981; Pruetz and Bertolani,
bution of beds is highly clumped on the 2009). At Assirik, monthly mean high tem-
landscape and long term observation re- peratures may reach 43 °C in the grass-
veals that sites are used repeatedly, and that lands. During the hottest parts of their an-
nual cycle, Fongoli chimpanzees rest
bed location varies across wet and dry sea-
diurnally in cool caves where they also con-
sons (Hernández-Aguilar, 2009).
sume food (Pruetz, 2007). Also, Fongoli
Why do chimpanzees make beds? Arboreal chimpanzees cool off by immersing them-
beds may afford protection from predators selves in rain-water pools where they groom
(Pruetz et al., 2008), sleeping in a bed may and play (Pruetz and Bertolani, 2009).
enable cerebral ‘restoration’ (Fruth and
Hohmann, 1996), or a bed may protect Ranging
against disease vectors or parasites, or en-
Because chimpanzees live in many diffe-
hance thermoregulation (Stewart et al.,
rent ecotypes, their home-range sizes may
2007).
vary in area by an order of magnitude as
a function of these different vegetation
types. Bigger ranges are positively corre-
lated with the “openness” of vegetation.
Absolute limiting factors in chimpanzee
home ranges are that all must have some
closed, evergreen forest, even if only 3%
of surface area (Baldwin et al., 1982).If
surface water is unavailable in the dry se-
ason, then the apes must dig wells for
drinking water (Hunt and McGrew, 2002)
or dig up tubers from which to extract
moisture (Lanjouw, 2002).
Relative limiting factors in chimpanzee
home-ranges include ephemerality of re-
sources, especially fruits, which presents a
time-space-problem to be solved. Reports
from Tai, Ivory Coast, suggest that the
chimpanzees operate with Euclidean
mental maps versus orientation by land-
Figure 6. Chimpanzee’s night bed constructed bet-
ween two trees (Mt. Nimba, Guinea; photo by K. marks (Normand and Boesch, 2009). In ad-
Koops). dition the Tai chimpanzees appear to have
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spatial memory for locations of 1000s of Boesch C, Head J, Robbins MM. Complex tools
trees that allow for rule-based foraging sets for honey extraction among chimpanzees
in Loango National Park, Gabon. Journal of
(Normand et al., 2009). At Gombe, the ear-
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liest foraging experiences in which a male
Brewer SM, McGrew WC. Chimpanzee use of
chimpanzee takes part while still dependent
a tool-set to get honey. Folia Primatologica,
on his mother impact his behavior in adult- 1990; 54:100-4.
hood. During times of food scarcity adult
Carvalho S, Cunho E, Sousa C, Matsuzawa T.
males revert to their mother’s core range to Chaines operatoires and resource-exploitation
seek food (Murray et al., 2008). strategies in chimpanzee (Pan troglodytes) nut-
cracking. Journal of Human Evolution, 2008;
55:148-63.
Conclusion
Carvalho S, Biro D, McGrew WC, Matsuzawa T.
We have not claimed that the LCA was a Tool-composite reuse in wild chimpanzees (Pan
chimpanzee, bonobo, gorilla, or some se- troglodytes): archaeologically invisible steps in
lective combination of these species. All the technological evolution of early hominins?
Animal Cognition, 2009; 12, Suppl. 1:103-14.
living apes and humans and extinct apes
and hominins were derived relative to the Darwin C. On the Origin of Species by Means of
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LCA, as revealed to varying extents by the
fossil record. But relying on morphology Darwin C. The Descent of Man, and Selection
in Relation to Sex. London, John Murray. 1871.
alone to infer what a species’ capabilities
Darwin C. The Expression of the Emotions in
are is a mistake. That is, inferences about
Man and Animals. London, John Murray. 1872.
function or performance based on struc-
Fruth B, Hohmann G. How bonobos handle
ture, whether neural or skeletal repea-
hunts and harvests: why share food? in C.
tedly under-estimate what apes actually Boesch G. Hohmann and Marchant LF. (eds.),
do spontaneously in nature. For example, Behavioural Diversity in Chimpanzees and
we know that chimpanzees engage in bi- Bonobos, Cambridge, Cambridge University
pedality in some contexts, show thumb- Press. 2002; 231-43.
forefinger opposition, travel long-dis- Fruth B, Hohmann G. Nest building behavior in
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ging as shown by Pan we assert that it is Animal Behaviour, 2006; 71:953-63.
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Introducción
Los trabajos de Charles Robert Darwin co-
menzaron a tener trascendencia en todo el
mundo, luego de la publicación, el 24 de
noviembre de 1859, de On the origin of
species by means of natural selection
(Darwin, 1859) y, más aún, de la posterior
aparición en 1870 y 1871 de The descent
of man, and selection in relation to sex, obra
publicada en dos volúmenes que, al igual
que la anterior, se editó por la prestigiosa
casa John Murray (Darwin, 1870-1871) y
que es más conocida en nuestro ámbito
como El origen del hombre. Estas dos im-
portantísimas obras, que suponían una rup-
tura con la interpretación creacionista del
Figura 1. Darwin, Charles. La descendencia del hombre
Génesis, y el levantamiento revolucionario y la selección en relación al sexo. Traducida por José
de septiembre de 1868 propiciaron, en del Perojo y Enrique Camps. Madrid, c.1885.
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150 años después de Darwin: ¿evolución, futuro o crisis? Lecciones sobre evolución humana
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cidas en España, ni tampoco lo fue la narra- enero de 1791, de sus padres, Pedro
ción del viaje del Beagle, aunque la edición Vizcarrondo, Capitán de Fragata, y Ramona
príncipe de la misma fuera en la temprana Gianetini, él y su hermano Pedro recibieron
fecha del año 1839, ya que, como seña- la vocación marinera. Juan Nepomuceno si-
lamos Jaume Josa y yo mismo, en la primera guió la carrera naval con gran aprovecha-
edición de nuestra Bibliografía crítica ilus- miento, hasta que por R.O. del 2 de febrero
trada de las obras de Darwin en España de 1849 fue ascendido a Brigadier.
(1857-2005) (Gomis y Josa, 2007; 40-6), en Entonces, se le confió el mando del navío
1857 se publicó en Cádiz, por la Imprenta Soberano, si bien desempeñó durante poco
y Librería de la Revista Médica, la traducción tiempo este cargo, y durante poco tiempo
del capítulo que sobre “Geología” había es- también fue Brigadier en efectivo, ya que
crito Darwin para el volumen colectivo por R.O. de 18 de junio de 1850 fue decla-
Manual de Investigaciones Científicas dis- rado exento de todo servicio. Siendo éste
puesto para el uso de los Oficiales de la el momento en que emprendió una formi-
Armada y viajeros en general (Darwin, dable actividad como traductor de obras in-
1857). A esta Geología, que en ocasiones glesas de tema marítimo. La traducción del
se publicó como obra independiente Manual la llevó a cabo de la segunda edi-
(Darwin, 1849) y que recientemente se ha ción inglesa, la publicada en Londres en
vuelto a publicar en Cádiz, en facsímil se- 1851 (Herschel, 1851).
gregado del resto del Manual (Darwin,
El texto de Darwin ocupa, en esta tan des-
2009), le corresponde la primacía de ser el
conocida edición gaditana, desde la pá-
primer texto de Darwin en España.
gina 169 a la 209. Debajo del título se pre-
En la edición original del Manual, publi- senta al autor como “El caballero Carlos
cada en Londres, por la casa editorial John Darwin. Miembro de las Sociedades Real
Murray, en 1849, aparecía como editor de y Geológica”. Trata, en el mismo, de cómo
la obra Sir John FW Hershel, pero de ma- debe proceder la persona que se ocupe de
nera explícita se señalaba que la autoría la geología en una expedición naval, las
del mismo correspondía a él y a otros ca- obras que debe consultar (donde destaca
torce autores, entre ellos Darwin (Herschel
a las de Lyell), los aparatos que requiere,
,1849). Sin embargo, en la portada de la
los métodos de recolección y de cómo
traducción española aparecía como autor
llevar a cabo los levantamientos de las sec-
–únicamente– Sir John FW Hershel, lo que
ciones del terreno. Todo él resulta estimu-
a nuestro juicio ha tenido mucho que ver
lante, especialmente para el principiante
con que la obra pasara desapercibida para
en los estudios geológicos, al que anima,
los estudiosos de Darwin en España hasta
orienta y le plantea la posibilidad de par-
el momento apuntado.
ticipar en un trabajo común.
El traductor al castellano fue el Brigadier
de la Armada Juan Nepomuceno de
Vizcarrondo (Gomis y Josa, 2009a), quien
Referencias a las ideas de
es, por tanto, el primer traductor de Darwin antes de 1868
Darwin al castellano. Nacido en la localidad Antes de la Revolución de 1868, también
gaditana de San Fernando el día 2 de encontramos algunas referencias indirectas
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a las ideas evolucionistas de Darwin en al- eran más que adaptaciones de trabajos
gunos autores extranjeros, no muchos, que aparecidas en revistas inglesas y francesas.
se traducen en España. Sirva como ejemplo
el trabajo de Charles Lyell titulado “De la Los inicios de la polémica
antigüedad de la aparición del hombre en
darwinista en España
la tierra” que se publica en la Revista de los
Progresos de las Ciencias, con fecha de Pero, como hemos comenzado señalando,
1860, y en donde podemos leer: fue después de la Revolución de septiembre
de 1868 cuando las ideas de Darwin co-
“Entre las cuestiones teóricas dilucidadas
menzaron a debatirse de manera más ge-
por los recientes progresos de la geología
neralizada. Dentro de la Universidad, y aun
y de la historia natural, ninguna más im-
dentro de los Institutos de Segunda
portante, y al mismo tiempo está más os-
Enseñanza, la discusión se vio favorecida
cura que la del origen de las especies. Mr.
por la “Ley de Libertad de Enseñanza” de
Ch. Darwin va a publicar pronto una obra
21 de octubre de 1868, que sancionaba la
sobre este delicado punto (…). Saca por
libertad de expresión y de cátedra, y que
conclusión que las fuerzas de la natura-
permitió a los profesores más avanzados ex-
leza que producen las razas y las varie-
poner las diferentes teorías evolucionistas
dades permanentes en los animales y las
en general y el darwinismo, en particular
plantas, son al propio tiempo las que en
(Núñez, 1977). De ahí que profesores como
período mucho más largos ocasionan las
Augusto González de Linares, catedrático
especies…” (Lyell, 1860; 125-6). de Ampliación de Historia Natural en la
En este texto se habla de la próxima publi- Universidad de Santiago, Antonio Machado
cación de la obra de Darwin sobre el origen Núñez, catedrático de Historia Natural en
de las especies, cuando la fecha de publi- la Facultad de Ciencias de Sevilla y Rafael
cación de la primera edición de la obra es García Álvarez, catedrático de Historia
la del 24 de noviembre de 1859, debido a Natural en el Instituto de Segunda
que el texto de Lyell constituyó el discurso Enseñanza de Granada, expusieran y de-
inaugural que el científico escocés presentó, fendieran el darwinismo en las aulas.
en septiembre de 1859, por tanto dos Dejaremos constancia, aunque sea breve-
meses antes, en el marco del Congreso de mente, de la tarea en pos de la difusión del
la British Association for the Advancement darwinismo que hicieron cada uno de ellos.
of Science celebrado en Aberdeen (Escocia). El gaditano Antonio Machado y Núñez
La trascripción del texto se tradujo al (1815-1896) estudió medicina, aunque
francés en la revista L´Institut y, de éste, hizo abandono ésta para dedicarse, de lleno,
la versión castellana Camilo de Yela al cultivo de las Ciencias Naturales.
(Salavert et al., 2003; 107). Catedrático de Historia Natural en la
Fue en esa misma década de los sesenta, Universidad hispalense, fue –durante
y en revistas como El Museo Universal y algún tiempo– decano de la Facultad de
La Abeja donde se publicaron artículos, Ciencias. Publicó en la Revista Mensual de
las más de las veces satíricos, con ciertos Filosofía, Literatura y Ciencias varios tra-
planteamientos evolucionistas, que no bajos en los que exponía las tesis darwi-
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nistas, tales los que llevaban por título “El conferenciante disertó ampliamente
“Apuntes sobre la teoría de Darwin” sobre los fundamentos de la teoría de la
(1871) y “Teoría de Darwin: combate por Evolución, extendiéndola a todo linaje de
la existencia” (1872). En 1884 prologó la procesos naturales, desde los que se inician
edición española de La lucha por la exis- en la masa caótica de las nebulosas hasta
tencia de J. de Lanessan. los que se ultiman en las formas superiores
de la organización sin excluir, y esto era lo
más grave, el génesis del organismo hu-
mano por transformación de los monos an-
tropoides, sus predecesores.”
Rafael García Álvarez (1828-1894), cate-
drático de Historia Natural en el Instituto
de Granada, se atrevió, en octubre de
1872, a dedicar a la exposición del darwi-
nismo el Solemne Discurso de Apertura
del curso, en el que, entre otras cosas se-
ñalaba (García Álvarez, 1872; 25):
“La teoría del transformismo, tan brillan-
temente desenvuelta por Darwin, es la
sola que puede explicarnos la aparición
de nuevas especies y la extinción gradual
de las más antiguas, en las diversas
edades geológicas, según observamos en
los fósiles de los diversos terrenos.”
Figura 2. Antonio Machado y Núñez (1815-1896),
introductor del darwinismo en España. Pocos días después, el Arzobispo de
Granada, Bienvenido Monzón, encargaba a
cinco teólogos un informe sobre el Discurso
Augusto González de Linares (1845-1904), (Sequeiros, 2009), informe que motivó la
catedrático en 1873 de la Universidad de censura sinodal y condena del mismo, por
Santiago, al poco de llegar a la ciudad com- parte del propio Arzobispo, en fecha 1 de
postelana fue invitado a dictar una noviembre de 1872 (Monzón, 1873). Ese
Conferencia en la Academia Escolar de mismo año de 1872, y dentro de la
Medicina. En dicha conferencia González “Biblioteca Social, Histórica y Filosófica”, co-
de Linares expuso la doctrina de la evolu- mienza a publicarse, mediante entregas se-
ción, lo que provocó gran revuelo en el au- manales, la primera edición española de El
ditorio, hasta el punto de que varios asis- origen de las especies (Darwin, 1872), que
tentes abandonaron el Salón artesonado se traducía a partir de la edición francesa de
del Palacio de Fonseca donde se desarro- Clémence Royer y, de ahí, que incluyese los
llaba. Otro, José R. Carracido, dejó testi- dos prólogos que la autora francesa, la pri-
monio años más tarde, de lo que allí había mera mujer admitida en la Société
sucedido (R. Carracido, 1917; 275): d´Anthropologie de París, había incorporado
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literatura, y de ahí que también figuren en Resulta difícil contabilizar esta presencia
dramas, novelas, cuentos evolutivos. La in- en número de ediciones, puesto que era
dustria no permaneció ajena al debate. El muy infrecuente que, en las mismas, fi-
caso paradigmático es el del "Anís del gurase el año de aparición o el número
Mono", que comienza a fabricarse en 1870 que ésta hacía. Esta presencia de Darwin
por la Empresa José Boch y Hermano. El en los anaqueles de las librerías se
propietario compró una botella de cristal de acentúa en torno al centenario del naci-
tallado romboide para perfume en París y miento de Darwin (1909), si bien en mu-
la convirtió en la clásica para el anís. Sobre chos casos se trata de ediciones par-
el origen de la imagen de la marca hay di- ciales, entresacadas de obras más
ferentes versiones. Una de ellas considera gruesas y los títulos que les dan los edi-
que la etiqueta, cuya figura central presenta tores españoles no corresponden, como
la metamorfosis muy avanzada entre los tal, a ninguna obra suya. Así, títulos
primates y el hombre, se diseñó con la pre- como El pasado y el porvenir de la
tensión de resumir la teoría evolucionista. Humanidad, La lucha por la existencia,
En su mano derecha muestra un perga- Precursores y Descendientes no son más
mino con la inscripción “Es el mejor. La que invenciones editoriales con las que
ciencia lo dijo y yo no miento”. Tras el éxito se publicaban algunas partes de algunas
de “Anís del Mono”, surgirían otras marcas de las obras del autor inglés, por lo ge-
de anises, como “Anís del Tigre”, “Anís del neral de El origen del hombre (Gomis y
Orangután”, etc. (Gomis y Josa, 2009b). Josa, 2007; 22 y 377). Sin embargo, por
Un decidido propagador del darwinismo en esas mismas fechas, encontramos au-
los años finales del siglo XIX y primera tores completamente contrarios a
mitad del siglo XX fue Odón de Buen y del Darwin y el darwinismo, como el P. Jaime
Cos, catedrático de Historia Natural en la Pujiula, de la Compañía de Jesús, quien
Universidad de Barcelona desde 1889 y afirmaba que: “La teoría de la Selección
cuya labor de profesor universitario la com- Natural de Darwin y Wallace … debemos
patibilizó con una amplia tarea de divulga- afirmar que es ya un cadáver para la
ción dirigida a las clases populares. En todas ciencia” (Pujiula, 1910; 119).
sus obras, concebidas en línea positivista,
se exponían abiertamente las ideas evolu- Guerra Civil y Posguerra
cionistas. Entre las de carácter universitario, El comienzo de la Guerra Civil marcó un
hay que dejar constancia de la publicación punto de inflexión en lo que significaba
en 1890 de un Tratado elemental de la defensa de posturas evolucionistas en
Geología y de un Tratado elemental de general, y del darwinismo en particular.
Zoología, que por decreto de 14 de junio En los meses de agosto y septiembre de
de 1895 fueron incluidos en el Indicem li- 1936, la Editorial Bergua terminó la im-
brorum prohibitorum “tanquam pradam- presión, en dos tomos, de El origen de las
natum in Regulis Indicis”. especies, pero la obra apenas se distri-
Desde los primeros años del siglo XX se buyó y el asalto, unos meses más tarde,
asiste en España a una edición bastante del almacén que Bergua tenía en Getafe
generalizada de las obras de Darwin. pudo poner fin a parte de la edición.
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Tras la contienda, una gran parte de los seguir la explicación del capítulo cuarto de
docentes universitarios se habían exiliado, El origen de las especies está en una pá-
otros estaban detenidos y algunos habían gina, cuando en realidad está en otra, o el
fallecido. La merma era particularmente índice del volumen no corresponde a los
notable entre los cultivadores de la apartados que verdaderamente están reco-
Biología y la Geología, disciplinas a las gidos en esa edición. La explicación hay que
que las nuevas orientaciones de la política buscarla en el hecho de que las editoriales
científica prestarán poca atención. Pero compran los textos editados años antes y
es que, además, la Guerra Civil no sólo in- realizan la nueva composición mecánica-
terrumpió la actividad científica, sino que mente, el diagrama cae donde cae, y nadie
también provocó una ruptura traumática se preocupa en modificar en la nueva com-
en la sociedad española, una sociedad a posición el número de la página donde
la que la censura iba a tutelar sus lecturas. puede consultarse el diagrama.
Esto explica que se denegase la impresión En el año 2009, con motivo del bicente-
y la importación de las dos emblemáticas nario del nacimiento de Darwin y del 150
obras de Darwin, El origen de las especies aniversario de la publicación de El origen de
y El origen del hombre, hasta 1950. En los las especies, se ha asistido en España a la
años sesenta, editoriales como Bruguera edición generalizada de sus obras, apare-
y Edaf van a empezar a publicar, con ciendo en castellano algunos de los títulos
cierta regularidad, los títulos malditos de de Darwin que habían permanecido iné-
Darwin. A esta labor editorial se sumarán ditos. También se han realizado múltiples
en la década siguiente las editoriales actos sobre la evolución y el darwinismo. La
Península y Petronio. comunidad científica no tiene dudas en que
la teoría de la evolución de las especies por
Darwin y el darwinismo en la medio de la selección natural es la base que
conecta todas las disciplinas de la Biología.
democracia
Joáo Caraça, Director del Departamento de
Con la llegada de la democracia, se editan Ciencias de la Fundaçao Calousste
en España en mayor número las obras de Gubenkian, co-organizadora de la exposi-
Darwin y vuelven aparecen, a partir de ese ción La evolución de Darwin, celebrada en
momento, ediciones en las diferentes len- el madrileño Museo Nacional de Ciencias
guas del Estado. En estos años se asiste, Naturales, entre el 10 de julio del 2009 y el
además, al fenómeno de las colecciones de 10 de enero de 2010, señalaba en el catá-
libros que, a precio reducido, se venden en logo de la misma cómo: “La investigación
los quioscos de prensa. Dicha colecciones científica en biología demuestra que los
ven aparecer con alguna frecuencia algunas seres vivos evolucionan cada día, cada hora,
obras de Darwin. Editoriales como Altaya, cada instante.” (Caraça, 2009). Sin em-
Planeta-De Agostini, Salvat y Sarpe cola- bargo, hoy como ayer, Darwin y el darwi-
boran a esta difusión popular de las obras nismo siguen contando con detractores.
de Darwin. Sin embargo, en ocasiones se Detractores que ahora se parapetan bajo el
publican ediciones poco cuidadas, en las modelo del “diseño inteligente”. ¿Hasta
que se dice que el necesario diagrama para cuándo?
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Gomis Blanco A, Josa Llorca J. Imágenes del dar- pecies. Valladolid, Imprenta, Librería Nacional y
winismo en España. En La evolución de Darwin. Extranjera de Hijos de Rodríguez. 1880.
Exposición 10 de julio de 2009-10 de enero de
Polo y Peyrolón M. Parentesco entre el hombre
2010. Barcelona, Lunwerg-Museo Nacional de
y el mono. Madrid. 1878.
Ciencias Naturales. 2009b; 130-4.
Polo y Peyrolón M. Supuesto parentesco entre
Herschel Sir JFW (ed.). A manual of scientific en-
el hombre: Contra Darwin. Valencia, Imprenta
quiry; prepared for the use of Her Majesty´s
de Manuel Alufre. 1881.
Navy: and adapted for travellers in general.
London, John Murray. 1849. Pujiula J. Conferencias biológicas. Estudios crí-
ticos sobre la teoría de la evolución. Barcelona,
Herschel Sir JFW (ed.). A manual of scientific en-
Tipografía Católica. 1910.
quiry. Second edition. London, John Murray. 1851.
R Carracido J. La doctrina de la evolución en la
Josa J. Introducción. En: Darwin C. El origen de
Universidad de Santiago. Estudios histórico-crí-
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Espasa-Calpe (Colección Austral A-16). 1988.
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las Ciencias, 1860; 10:121-6. Salavert Fabiani V, Pelayo López F, Gozalo Gutiérrez
R. Los inicios de la prehistoria en la España del siglo
Monzón B. El Darwinismo. Censura Sinodal y XIX: Juan Vilanova y Piera y el origen y antigüedad
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curso 1872 a 1873. La Cruz, Revista religiosa de Valencia (Edición en CD). 2003.
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Editorial Castalia. 1977. García Álvarez (1872) y la censura sinodal de
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damentales del libro titulado Origen de las es- 1887.
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trazar una división tan tajante entre una triunfante capitalismo. No es mi intención
y otra eugenesias. Se distingue, además, detenerme mucho en lo que sobre la ma-
entre la liberal y la totalitaria. La liberal es teria piensa Fukuyama. Primero porque
la que llevaría a cabo un particular cual- no tengo el cariño que él profesa al capi-
quiera. Se notará inmediatamente que, talismo; y, cuestión más decisiva para
tal y como está estructurada la descen- nuestro tema, porque es falaz pensar que
dencia y la sociedad, serían los padres los con cambios, por sustanciales que fueran,
encargados de ponerla en práctica. La to- en la naturaleza humana entraríamos, sin
talitaria es la que, como en los sueños de más, en una especie de barbarie, primiti-
Platón, la regula una entidad superior, y, vismo o lucha de todos contra todos (más
más concretamente, el Estado. Un par de bien es esto último lo que ocurre en nues-
palabras todavía sobre lo que algunos de- tros días). Quiero, por eso, fijarme en
nominan eugenesia blanda. Es un hecho otras objeciones que, provenientes del
que en muchos países existen ya los tests mundo del pensamiento filosófico, están
genéticos, los consejos prematrimoniales siendo recogidas y a veces aumentadas
e incluso premios para los que actúan por filósofos de renombre (y con no
dentro de una tendencia eugenésica mucho conocimiento de lo que se cuece
(como parece que ocurre en Singapur). En en el mundo de la genética)6. En efecto,
general tampoco suelen ponerse muchos ha saltado recientemente una polémica
reparos a este tipo de eugenesia, si es que cuyo detonante lo dio Sloterdijk propo-
todavía queremos seguir llamándola así. niendo una vuelta a la manipulación del
pueblo, ayudados ahora por la genética.
4. Hasta aquí las distinciones pertinentes.
Lo que el humanismo no habría conse-
Es hora de pasar a la confrontación; o, lo
guido, es decir, domar al ser humano, lo
que es lo mismo, es hora de pasar a al-
tendríamos en nuestras manos si aplicá-
gunas (puesto que no son pocas) de las
ramos lo que sabemos y podemos de ge-
objeciones que se le han hecho y se le
nética. Inmediatamente sonó en contra,
continúan haciendo a la I. G. en las apli-
a través de persona interpuesta, el omni-
caciones posibles que acabamos de ver.
presente Habermas7. No es mi objetivo
En este capítulo comenzó a dar la voz de
desarrollar la discusión en sus detalles. Lo
alarma un personaje como Fukuyama5. En
que voy a hacer, por el contrario, es sin-
su libro El fin del hombre venía a decir lo
tetizar algunas de las objeciones que
siguiente. Todo lo que ha logrado la de-
desde distintos ángulos (sólo dejo fuera a
mocracia liberal se basa en una determi-
los que hablen desde una posición de
nada naturaleza humana. Ahora bien, si
creencia religiosa, puesto que en tal caso
ésta se modificaba, y estaríamos en trance
no estaríamos ante una discusión racional
de hacerlo, se desmoronaría el paraíso
conquistado por tal democracia. Se ven-
dría abajo, o al menos se tambalearía, el
6
Véase, si no, el reciente libro de Juliana González,
Genoma humano y dignidad humana.
5
Cosa extraña, después de la publicación de un libro 7
Que en este tema comparte puntos de vista parecidos
tan optimista como El fin de la historia. con los conservadores Späman y H. Jonas.
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sino que habría hecho su entrada la fe) se fronteras entre causalidad y decisión que
le están haciendo a la I. G. y, muy concre- subyacen en los criterios de nuestros va-
tamente, a la neoeugenesia. lores" (en realidad esta cita es de R.
Aunque, como indicamos, es todo un Dowrkin, pero la hace suya Habermas). Y,
grupo de pensadores los que o se oponen finalmente: "... en cierto momento del fu-
o se sienten preocupados por la tecnología turo, diferentes grupos de seres humanos
aplicada de la I. G., vamos a tomar como pueden seguir sendas evolutivas diferentes
punto de referencia a Habermas (podíamos mediante el uso de tecnología genética...
haberlo hecho con H. Putnam, aunque pa- habría distintos grupos de seres cada uno
rezca mentira). Las citas que van a conti- con su propia ‘naturaleza’ cuyo único vín-
nuación están tomadas de su libro El futuro culo con nosotros sería un antepasado
de la naturaleza humana: ¿hacia una euge- común: la raza humana".
nesia liberal? (Paidós, Barcelona, 20028). He 5. Hasta aquí las citas que podrían, sin
aquí algunas de tales citas: "En la medida duda, multiplicarse. Se habrá notado que
que se extienda y normalice el engendra- se mezclan argumentos muy distintos. Y
miento y uso de embriones para la investi- se habrá notado que Habermas no sólo
gación médica, la percepción cultural de la tiene prevenciones contra lo que podría
vida humana prenatal cambiará, con la con- ser, por ejemplo, una clonación reproduc-
secuencia de que el sesorium moral para tiva sino incluso contra la selección
los límites del cálculo coste-beneficio se em- preimplantatoria de embriones9 (y quién
botará absolutamente". "La observada y sabe si, rizando el rizo, no acabaría opo-
temida evolución de la técnica genética niéndose, si es lógico en sus razona-
ataca la imagen que nos habíamos hecho mientos, a la misma FIV10). En cualquier
de nosotros como la especie cultural ‘ser caso y aunque pronto desmenuzaremos
humano’ ". "La tecnificación de la natura- qué es lo que se esconde detrás de las
leza humana modificará la autocompren- palabras que hemos citado a modo de
sión ética de la especie de manera que ya ejemplo, dos ejes recorren la preocupa-
no podamos vernos como seres vivos ética- ción argumentativa habermasiana. Una
mente libres y moralmente iguales, orien- es la natural y otra, la social. Según la pri-
tados a normas y razones". "... no nos está mera, la naturaleza tiene unos cauces
permitido fijar a otras personas a partir de que nosotros, arbitrariamente, no tendrí-
cómo nos imaginemos la vida futura, a es- amos por qué variar. Y, según la segunda,
pacios de decisión que éstas podrán utilizar la comunidad humana, en su incesante
más tarde para configurar éticamente su
vida". "... nos da miedo la expectativa de
que el ser humano proyecte otros seres hu-
9
Legal ya en varios países, en España, por ejemplo, y
manos porque esta posibilidad desplaza las que evita, previa biopsia de embriones con seis u ocho
células, nacimientos no queridos e, incluso, para salvar
a un hermano afectado de una enfermedad mono-
genética.
10
Tal vez lo haría si fuera consciente de las combina-
8
Para ser más exacto, las citas las he tomado direc- ciones que pueden hacerse, y se han hecho, mani-
tamente del libro de Juliana González. Genoma y pulando un espermatozoide y un óvulo, como en-
dignidad humana. seguida veremos.
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lismo citado. Y es que11, por ejemplo, ¿es fuerza genética y otros más debilitados.
más humano que venga a este mundo un Vayamos por partes. Respecto a lo pri-
bebé, fruto del azar, de una urgencia se- mero (y algo señalamos antes) habría que
xual, de un arreglo en la pareja que así distinguir entre anular, dominar o mini-
confía salvar su matrimonio o de tantas mizar la voluntad humana (cosa que se
cosas más que traer conscientemente a este puede lograr por hipnosis, psicofármacos
mundo a un individuo en el contexto más o tal vez por medio de intencionadas mu-
adecuado, favoreciendo sus posibilidades? taciones genéticas) de forma que se nos
Volver a objetar que de esta manera es- convirtiera en androides-robots o zom-
tamos limitando sus capacidades u orien- bies, o considerar la voluntad humana
tando su futuro es ridículo cuando, como como algo in fieri; es decir, como algo que
acabamos de ver, es eso lo que se hace ha- cambia, que no es estático. Y ¿quién
bitualmente y nadie protesta. Naturalmente puede afirmar que la libertad es algo fijo
que la objeción tendría toda su fuerza si y no móvil (salvo para las categorías me-
quien viene a este mundo y es modificado tafísicas)? F. de Ayala suele insistir en que
en su genoma (enseguida nos fijaremos en no hay razón alguna para sostener que la
este punto) perdiera autonomía. Es preci- evolución natural, incluido el ser humano,
samente esto lo que hay que probar. Para no continúe su camino por mucho que la
probarlo tendrían que ofrecernos otros ar- hayamos ralentizado. ¿Por qué, entonces,
gumentos; y no meras lamentaciones. mantener que seres genéticamente mo-
dificados serían menos autónomos?
Un punto importante a discutir, que
Naturalmente que siempre podremos (y
afecta tanto a lo natural como a lo social
tal vez debamos) establecer una línea roja
y que sólo lo hemos tocado indirecta-
que separe la acción que nace de noso-
mente, atañe a la decisiva cuestión de la
tros mismos de la que surge desde fuera.
eugenesia positiva; en otros términos, al
Y en este sentido uno no comparte la
enriquecimiento que pudiéramos realizar
idea, expresada quizás de modo provo-
en un ser humano modificando su dota-
cador, por parte de P. Singer, y según la
ción genética. Imaginemos que inser-
cual si la I. G. le hiciera más feliz la acep-
tamos genes que aumentan nuestra inte-
taría. Porque la cuestión es que sea más
ligencia (en ratones –en Lucy, v. g.– se han
feliz yo, no que me hagan más feliz. En
injertado incluso cromosomas artificiales).
este caso el concepto de felicidad pierde
De momento es más una posibilidad que
su significado y no se sabe bien de qué
una realidad pero el problema está ahí. Y
estaríamos hablando. Respecto a la po-
el problema tiene dos dimensiones. Una
sible discriminación entre los humanos, y
es la que se refiere a la pérdida de auto-
como enseguida lo ampliaremos, el pro-
nomía o identidad personal que podría
blema se plantea si el poder o el dinero
tener lugar y la otra, a la injusticia de di-
consiguieran hacer hombres de primera y
vidir a los humanos entre unos con más
segunda división. Si ello ocurriera habría
que oponerse frontalmente a ello. Se tra-
taría de descuartizar los ya de por sí dé-
11
Es la pregunta de Fletcher, matizada por nosotros. biles Derechos Humanos.
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Dos observaciones más para acabar este juzgue como bello o listo sea muy diverso
apartado y fijar la posición respecto a la a lo que vaya a juzgar la siguiente).
I. G. en su versión neoeugenésica. Con re- 6. Pero queda en el aire la pregunta que
lación a la posible eugenesia totalitaria, planea desde el principio: ¿cambiará la I. G.
estatal o política habría que responder nuestra identidad natural? Y en el caso de
que, así planteada, es rechazable, puesto que eso sea posible, ¿cómo hemos, en
que sumiría a los individuos en una es- suma, de juzgarla? Respecto a lo primero,
pecie de insectos sociales dentro de la col- es probable que la naturaleza humana sea
mena del Estado. Ahora bien, si por mucho más resistente de lo que ciertas
Estado entendemos (como quisiéramos mentes piensan. Sabemos muy poco to-
entender los libertarios) una comunidad davía de lo que se podría alcanzar con la
de ciudadanos libres, entonces si éstos genética. En cualquier caso, por lo que co-
llegan a acordar algún tipo de eugenesia nocemos en el terreno de la cultura, no pa-
su rechazo sería más problemático. Habría rece que sea tan fácil una anulación pura y
que detallar mucho más qué es aquello dura, o una modificación que nos convierta
que están haciendo mal. Y esto nos lleva en extraños de nosotros mismos. Las gafas
a la segunda observación. Comentamos (y el ejemplo no es mío) no han hecho del
antes que estamos más dispuestos a la cerebro algo distinto a lo que era miles de
eugenesia negativa o terapéutica que a la años atrás y las imágenes, sin embargo,
positiva. Pero sucede que no es fácil trazar que entran por los ojos son invasivas para
una línea clara entre una y otra. De la dicho cerebro. La objeción seria contra la
misma manera que, tal y como se re- I. G. proviene de fuera de ella. En otras pa-
cuerda con frecuencia en la filosofía moral labras, si tal I. G. favoreciera sólo a unos (a
y en la teoría de la acción, no es fácil dis- los ricos, como siempre) y colocara en un
tinguir en ocasiones la acción de la omi- escalón aún inferior a los pobres sería algo
sión; o, mejor, no es fácil saber si, por inmoral. Pero no por sí misma, repito, sino
ejemplo, es más inmoral matar a alguien por razones políticas. Alienar a la gente lo
que dejarle morir12. Por eso este tipo de estamos haciendo constantemente. En este
distinciones hay que tomarlas con cautela. caso daríamos un paso más en esa aliena-
Por otro lado, una minieugenesia positiva ción, ayudados por la ciencia; concreta-
la realizan constantemente los padres con mente por la biología molecular. Y a esto,
los hijos; desde el embarazo hasta que al menos desde mi punto de vista, habría
son adultos. Desde las vitaminas en la que oponerse con todas nuestras fuerzas.
etapa grávida (hierro o ácido fólico, por La ciencia es de todos y para todos. Y la
ejemplo) hasta la cirugía, todo su empeño ciencia tiene que posibilitarnos sufrir menos
consiste en que los vástagos sean más y ser más libres. Pero para eso, claro está,
guapos, listos y espabilados que ninguno necesitamos una sociedad justa; problema
(otra cosa es que lo que una generación que es, sin duda, político.
Hasta el momento no hemos referido a la
I. G. en su aplicación eugenésica; es decir,
12
O más moral si nos referimos a la eutanasia volun-
nos hemos limitado a hablar de qué podría
taria, directa y activa. ocurrir con nuestra identidad natural si se
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intención reavivar esta vieja polémica. que unos pocos acaparen todo o casi todo.
Simplemente añado que cuando sólo Entretanto a la moral sólo le quedan, como
existen unas cuantas células indiferenciadas siempre, dos caminos. Uno nos lleva a co-
es más que difícil hablar de un individuo hu- nocer con el máximo detalle posible qué es
mano. El embrión, en ese estadio, tiene una lo que está sucediendo. Porque ridículo
lejanísima potencia de convertirse en un ser sería (y ejemplos se pueden poner mil) ha-
humano. Nada más (respecto a la clonación, blar de genética, por ejemplo, sin tener la
tanto terapéutica como reproductiva, no voy menor idea de ella. Como observaba Hare,
a decir nada. Es un tema por sí mismo y re- un buen filósofo moral tiene, antes de
mito, por tanto, a lo que he escrito en otras nada, que conocer los hechos que quiere
ocasiones o a una discusión posterior). juzgar16. Desgraciadamente no suele ser
7. Acabo ya. Últimamente y de modo es- ese el caso. Y el otro camino nos conduce
pecial de la mano de Donna Haraway, se a mantener unidas dos cosas: por un lado,
está hablando del cyborg15 como sujeto la promoción de los útiles o bienes hu-
posthumano que está alumbrando esta manos y, por otro, el deber de que a nadie
nueva era. Y en la construcción de esta fic- se le trate como un medio, un objeto o ins-
ción, cada día más cercana a la realidad, la trumento. Si aplicamos lo expuesto a la
genética estaría jugando un papel deter- identidad humana y a la I. G. tendríamos
minante. El enfoque que suele hacerse del que volver a decir que bienvenido sea todo
cyborg tiene una carga sociológica que su- aquello que nos haga progresar en huma-
pera con mucho los objetivos de esta con- nidad, y que sólo se cerrará el semáforo
ferencia. Hay algo, sin embargo, que po- cuando peligre la real autonomía de las
demos retener. La tecnociencia corre el personas. De momento mantengamos los
peligro de avanzar descontrolada, fruto de ojos abiertos. Sin miedo. Con un ojo
unos intereses muy privados que desluzcan puesto en lo vulnerables que somos
lo bueno que existe en cualquier descubri- cuando es el egoísmo la guía de acción y
miento humano. El asunto remite, como con el otro puesto en el máximo mandato
ya avanzamos, a una política que nivele las de la ética: evitar el sufrimiento y ser lo más
opciones de los humanos e imposibilite felices posibles.
15
Palabra que une cibernética con organismo, dando 16
Él cifraba, concretamente, en un 90% el conoci-
a entender un constructo mitad máquina, mitad or- miento de los hechos. El resto lo haría la argumen-
gánico. tación. Tal vez exagere un tanto.
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niciones, solo hay que recordar que nadie al nivel molecular. Es decir, podemos encon-
consideraría a alguien que no puede hablar, trar que un cambio genético concreto
que no puede crear arte, que no cree en puede estar presente en todos los indivi-
otra vida o que incluso yace inconsciente duos estudiados, incluyendo representantes
en un hospital, como si no fuera un ser hu- de todas las poblaciones humanas, pero no
mano. En este sentido, Italo Calvino estaba podemos asegurar que no vaya a estar au-
en lo cierto cuando afirmó que “la raza hu- sente en el siguiente individuo que se ana-
mana es un conjunto de individuos que de- lice. El problema será especialmente grave
berían definirse mediante la inclusión de en las poblaciones humanas genéticamente
todos ellos” –es decir, con una aproxima- más diversas, aquellas procedentes del
ción a posteriori–. África sud-sahariana, con el riesgo de de-
La era genómica ha abierto un nuevo rango jarlas fuera de nuestras definiciones preli-
de posibilidades: tenemos ahora, no sólo el minares de ser humano. Un problema adi-
genoma humano original (que era un pa- cional puede ser la tentación de categorizar
limpsesto de varios individuos procedentes como “exclusivo de humano moderno”,
de diversos laboratorios), sino genomas per- variantes génicas que en realidad podrían
sonalizados, como los de Jim Watson y haber estado presentes también en algunas
Craig Venter. Tenemos también genomas especies extinguidas de hominino. Esto sin
de póngidos (algunos ya publicados, como duda introduciría un sesgo en nuestra com-
el del chimpancé, y otros, como el del bo- prensión de nosotros mismos. Por su-
nobo y del orangután, en su fase final de puesto, lo que nos hace humanos a todos
análisis). Es posible, sin embargo, que se por igual es el hecho de compartir ances-
trate de referencias evolutivas demasiado tros, con numerosas interconexiones que
alejadas de nosotros (que somos una es- conectan a todos los humanos actuales. Es
pecie muy reciente en el tiempo), como decir, la corriente de la herencia, la historia
para dar una información muy precisa al evolutiva en común es aquello que nos
nivel de muchos genes (aquellos menos acota como especie. Si pudiéramos acceder
conservados, obviamente). Esto es debido a la información genética de una referencia
en parte al hecho de que numerosos gé- evolutiva más cercana en el tiempo que la
neros y especies de hominino (en realidad, de los chimpancés, entonces estaríamos en
todas ellas menos la nuestra) se han extin- la situación de delimitar exactamente las
guido y han dejado, por así decirlo, un novedades evolutivas de nuestra especie.
enorme hueco evolutivo. Los neandertales (Homo neanderthalensis)
Algunos investigadores piensan que, estu- fueron una especie humana que habitó
diando aquello que compartimos entre Eurasia hace entre unos 400.000 y unos
todos los genomas humanos (recordemos 30.000 años, y que se extinguió con la lle-
que en estos momentos está en marcha el gada a Europa de nuestros antepasados,
proyecto de “los mil genomas”), podremos procedentes de África, hace unos 40.000
construir una definición objetiva de nuestra años. La naturaleza de las interacciones con
especie. Pero los análisis preliminares están los humanos modernos, el significado
empezando a mostrar otra dificultad: la adaptativo de sus rasgos morfológicos, su
enorme variación intraespecífica que existe posición filogenética y taxonómica y el al-
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cance real de sus capacidades cognitivas, 1.000 a 1), durante más de 20 años la in-
entre ellas la posibilidad de tener lenguaje, vestigación en ADN antiguo se ha basado
son motivo de controversia entre los espe- en la recuperación mediante la reacción en
cialistas en evolución humana. cadena de la polimerasa (o PCR) de mtDNA
Ahora, en los inicios del siglo XXI, dispo- o cpDNA de especies extinguidas, normal-
nemos de un factor tecnológico novedoso mente con finalidades filogenéticas o filo-
que nos permitirá establecer una definición geográficas. La PCR es una reacción de la-
objetiva de ser humano: la aparición de téc- boratorio que se basa en la recuperación
específica de un fragmento de ADN previa-
nicas de ultrasecuenciación (o de secuen-
mente seleccionado mediante el diseño de
ciación masiva en paralelo) que han permi-
unas secuencias que lo flanquean, y que se
tido acometer el proyecto de obtener un
hibridan en cadenas complementarias, de-
borrador del genoma de un neandertal. El
nominados cebadores. A priori, no existen
proyecto Genoma Neandertal no sólo ha
otros condicionantes, excepto los que de-
aportado el primer genoma de una especie
rivan de esta mayor dificultad asociada a
humana extinguida, sino que sus resultados
una conservación excepcional, para recu-
marcarán la filosofía de este siglo.
perar fragmentos del genoma nuclear.
En el año 2006, se recuperó, también por
Paleogenómica
PCR, el primer gen nuclear completo de una
En los últimos tres años, el estudio del ma- especie extinguida, en este caso un gen de
terial genético de restos del pasado, que se la pigmentación de un único exón de un
había denominado ADN antiguo o ancient mamut lanudo (Römpler et al., 2006).
DNA, y que tuvo un origen muy modesto Posteriormente se han recuperado en mues-
por lo que respecta al volumen de informa- tras neandertales genes implicados en as-
ción recuperada, ha entrado de lleno en la pectos físicos externos que no encontramos
era de la paleogenómica (Hofreiter, 2008). nunca conservados en el registro fósil, como
Se denomina paleogenómica al estudio de el color del pelo (el gen MC1R), el grupo
la secuencia, estructura y función de ge- sanguíneo (el gen ABO), la percepción del
nomas extinguidos, tanto del genoma nu- gusto amargo (el gen TAS2R38) o capaci-
clear, que incluye la inmensa mayoría del dades cognitivas asociadas al lenguaje (el
mensaje genético de un organismo (con gen FOXP2) (Enard et al., 2002; Lalueza-Fox
una extensión promedio de 3.200 millones et al., 2007; Krause et al., 2007; Lalueza-Fox
de nucleótidos en el caso humano), como et al., 2008, 2009). Estos estudios han con-
de los genomas citoplasmáticos (cuya ex- tribuido a crear una imagen más próxima y
tensión está cerca de los 16.500 nucleó- más real de los neandertales, al poder co-
tidos); es decir, el genoma mitocondrial nocer características que asociamos a nues-
(mtDNA o mitogenoma) y el genoma clo- tras concepciones de individualidad. De esta
roplástico (cpDNA, este último presente forma, no sólo hemos avanzado en el cono-
únicamente en vegetales). Debido al mayor cimiento evolutivo de dicha especie hu-
número de copias de estos genomas cito- mana, sino que también hemos contribuido
plasmáticos comparado con el genoma nu- a personalizar los individuos estudiados y,
clear (la proporción empírica es de 500- de esta manera, a humanizarlos.
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A pesar de estos éxitos, es evidente que tecnología 454 (GS FLX) producía cerca de
con estas aproximaciones de tipo especí- 250.000 secuencias de hasta 200 o 250 nu-
fico basadas en la PCR, no es de esperar cleótidos de longitud en una sola reacción.
que se puedan recuperar grandes regiones La versión mejorada de finales de 2008 (el
cromosómicas. Ahora sabemos que la ma- upgrade Titanium) ha permitido alcanzar
yoría de los fragmentos de ADN conser- fragmentos de hasta 400 nucleótidos.
vados en una muestra neandertal tienen Durante este tiempo han aparecido otras
una longitud promedio de únicamente plataformas de ultrasecuenciación que se
unos 50-70 nucleótidos (Green et al., caracterizan por aumentar la cantidad de
2008; Briggs et al., 2009). En la práctica, secuencias generadas por reacción, pero
eso significa que si intentamos recuperar produciendo fragmentos más cortos, gene-
fragmentos mayores, la probabilidad de ralmente de cerca de 35-70 nucleótidos.
éxito estará directamente correlacionada Entre estas destacan la plataforma de
con el porcentaje de fragmentos conser- Solexa-Illumina, la llamada SOLID de Applied
vados de dicha longitud. Incluso si inten- Biosystems y la de Helicos. Recientemente
tamos recuperar en una reacción de labo- ha aparecido todavía otra tecnología, ba-
ratorio un fragmento corto, de solo 60 sada en la nanotecnología y desarrollada en
nucleótidos, los resultados pueden ser ne- estos momentos por IBM, que promete
gativos, sencillamente porque la cobertura poder secuenciar ininterrumpidamente cro-
genómica de las muestras antiguas es muy mosomas enteros. Obviamente no sabemos
baja y podría ser que no acertáramos a dar qué tecnología terminará imponiéndose en
con la cadena buscada en aquella reacción dos o tres años, pero todas tienen en
de PCR en particular. Con estos procedi- común la posibilidad de generar millones de
mientos técnicos, el consumo de extracto secuencias por reacción y, por lo tanto, de
de ADN es muy elevado en muestras que acceder a genomas extinguidos, sin más li-
frecuentemente son únicas o excepcio- mitaciones que las puramente económicas.
nales, y el procedimiento es excesivamente Con ellas, la paleogenética está pasando de
lento y laborioso. Por este motivo, a prin- ser una ciencia artesanal a una de produc-
cipios del siglo XXI se había llegado a un ción industrial, y de ser básicamente expe-
callejón tecnológico sin salida respecto a rimental a ser mayoritariamente de tipo
las posibilidades del ADN antiguo de en- bioinformático.
trar en la era genómica.
Estos nuevos proyectos genómicos de
especies extinguidas son de tipo inespe-
Las nuevas técnicas de cífico o metagenómico. Se entiende por
ultrasecuenciación metagenómica cuando se secuencia una
Pero a finales del año 2005, apareció una muestra en la cual no ha sido posible
nueva técnica de ultrasecuenciación, es aislar los diferentes organismos que la
decir, de producción masiva de secuencias componen. Esto requiere que cada se-
de ADN, que había sido desarrollada por la cuencia obtenida sea posteriormente
compañía tecnológica Life Sciences (Roche): identificada mediante alineamientos con
la pirosecuenciación 454. Originalmente, la las bases de datos genéticas disponibles.
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Las muestras óseas antiguas no solo con- de 2009, en la fecha simbólica del aniver-
tienen el ADN del individuo cuando es- sario de Darwin (Pennisi, 2006, 2009).
taba vivo, sino que también contienen Los resultados preliminares de este proyecto
grandes cantidades de ADN de bacterias, se publicaron en Nature y en Science en el
hongos, etc., que viven en el sedimento año 2006, a partir de datos generados de
o han colonizado el hueso. Las técnicas una muestra neandertal del yacimiento
de ultrasecuenciación simplemente ge- croata de Vindija, etiquetada como Vi
neran cantidades masivas de secuencias 33.16 (Green et al., 2006; Noonan et al.,
de un determinado extracto antiguo, sin 2006). En el artículo de Nature se mos-
seleccionarlas a priori. En general, el pro- traban los datos generados por 454, y com-
ceso es extraordinariamente ineficiente, prendían un total de 254.933 secuencias.
con porcentajes de recuperación del 0,27 De éstas, únicamente 15.701, es decir, el
al 4% en muestras de latitudes tem- 6,2%, eran secuencias humanas o muy pa-
pladas, como Europa, y de hasta el 40- recidas (como esperaríamos de los neander-
50% en muestras conservadas en suelo tales), mientras que cerca de 40.000 eran
secuencias de bacterias, hongos u otros mi-
helado, como el de Siberia (mayoritaria-
croorganismos. Unas 200.000 secuencias,
mente se ha probado en huesos de
es decir, el 79%, no encontraron equiva-
mamut). Sin embargo, la obtención ma-
lente en las bases de datos genéticas, pro-
siva de datos genéticos hace que ter-
bablemente porque correspondían a bac-
minen por aparecer partes significativas
terias todavía no estudiadas. De las
de cualquier genoma, como el del cáprido secuencias humanas, 41 correspondían a
extinto Myotragus balearicus, incluso en fragmentos del ADN mitocondrial, y 15.701
condiciones tafonómicas desfavorables correspondían a casi un millón de nucleó-
como el caluroso clima mediterráneo tidos del genoma neandertal (es decir, cerca
(Ramírez et al., 2009). del 0,04% del total del genoma).
Posteriormente, este trabajo fue criticado
El proyecto Genoma porque había varios indicios que apun-
Neandertal taban a una posible contaminación del
extracto con ADN moderno (Wall y Kim,
El Proyecto Genoma Neandertal es un
2007), un accidente que probablemente
gran proyecto científico liderado por
tuvo lugar en la propia compañía Life
Svante Pääbo, del Instituto Max Planck
Sciences. Unos investigadores descu-
de Antropología Evolutiva de Leipzig
brieron, analizando los datos, que las se-
(Alemania), realizado en colaboración cuencias de mayor longitud (de más de
con la compañía privada 454 de Life 100 nucleótidos) daban tiempos de diver-
Sciences (Estados Unidos). El proyecto se gencia genómica entre neandertales y
inició en julio de 2006 con la intención cromañones que eran absurdamente re-
de conseguir generar un borrador genó- cientes, casi contemporáneas, mientras
mico neandertal en el plazo de dos años. que las secuencias más cortas daban fe-
La consecución de dicho objetivo fue chas cercanas a los 800.000 años (esto úl-
presentado públicamente el 12 de febrero timo sería coherente con la separación de
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cerca de medio millón de años establecida et al., 2009), se pudieron obtener los mito-
a partir del ADN mitocondrial, que por su genomas de Vindija 33.25 (aparte del ante-
forma de transmisión particular, siempre riormente ya disponible de Vi 33.16), de
da fechas más recientes) (Noonan et al., Feldhofer 1 y 2 (Alemania), de Mezmaiskaya
2006; Green et al., 2008). Estos resul- (Rusia) y de El Sidrón 1253 (procedente de
tados únicamente podían explicarse si las Asturias). Estos mitogenomas han confir-
secuencias más largas eran contamina- mado lo que ya se sabía a partir de 13 se-
ciones recientes y que, por lo tanto, no cuencias mitocondriales fragmentarias. Es
habían tenido tiempo de fragmentarse y decir, que los linajes mitocondriales nean-
degradarse tanto como el ADN original. dertales son diferentes de los humanos mo-
Algunos cifraron esta posible contamina- dernos, que su variación genética es muy
ción en más de un 80% de las secuencias baja, menor que la observada en los hu-
obtenidas, si bien posteriores reacciones manos actuales, y parecida a la observada
de pirosecuenciación del extracto original en europeos actuales y que su antepasado
para cuantificar las secuencias contami- mitocondrial común más reciente puede si-
nantes del ADN mitocondrial lo rebajaron tuarse cerca de los 130.000-110.000 años
hasta un 11% (Green et al., 2008). (siendo por lo tanto, más reciente que la de
No obstante estos problemas metodoló- nuestra especie, la llamada Eva mitocondrial,
gicos, relacionados posiblemente con la datada en cerca de 175.000 años). Para ha-
prisa por publicar los primeros resultados, cernos una idea de la baja diversidad gené-
la finalización en 2008 del mitogenoma ne- tica, baste mencionar que dos mitoge-
andertal de Vindija 33.16, con una conta- nomas, uno de Vindija y otro de Feldhofer,
minación demostrable de tan sólo el 0,3%, cuyos yacimientos están separados por unos
demostró la potencialidad de la aproxima- 850 kilómetros, son idénticos. Esto única-
ción metagenómica en la consecución del mente puede ocurrir si una población es
genoma neandertal (Green et al., 2008). muy pequeña. La probabilidad, por ejemplo,
de tomar al azar un alemán y un croata en
la Europa actual, y que tengan exactamente
Los estudios mitogenómicos la misma secuencia, es prácticamente nula,
Recientemente, se ha desarrollado una sencillamente por el gran efectivo demográ-
nueva aproximación que combina la espe- fico de las poblaciones actuales. A partir de
cificidad de la reacción de PCR con la poten- los datos mitogenómicos, ha sido posible
cialidad en la generación de secuencias del estimar el número de mujeres neandertales
454. El avance consiste en diseñar cente- en edad reproductora en un momento con-
nares de cebadores cuyo extremo está mo- creto de su historia, que parece haber sido
dificado con una molécula de biotina y que tan bajo como 1.500 (dando lugar a una
permiten “capturar” aquellas secuencias población total cercana a los 5.000 indivi-
que nos interesan en cualquier extracto an- duos, incluyendo subadultos y masculinos).
tiguo. Con un número suficientemente ele- Finalmente, la fecha de su “Eva neandertal”
vado de ellos, ha sido posible recuperar mi- sugiere que hay un acontecimiento demo-
togenomas completos de otros individuos gráfico excepcional que modela la variación
neandertales. En un trabajo reciente (Briggs genética neandertal y que probablemente
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se corresponde con el gran máximo glacial ximadamente el 63% del genoma tendrá
de hace 135.000 años. Por otra parte, los alguna secuencia. Para llegar a la cifra de
últimos neandertales (aquellos situados 3.700 millones de nucleótidos neandertales,
entre hace 38.000 y 49.000 años), son prác- se han tenido que obtener cerca de 68.900
ticamente idénticos en su ADN mitocon- millones de secuencias, la inmensa mayoría
drial, lo que nuevamente sugiere algún de ADN bacteriano (Pennisi, 2009).
acontecimiento evolutivo relacionado con Obviamente, existen en el borrador muchos
otra pérdida de diversidad (probablemente espacios en blanco y muchos cambios gé-
asociado al clima). La información demográ- nicos que deberán ser comprobados poste-
fica y evolutiva que está emergiendo de riormente con medios específicos, que
estos estudios y de los futuros es que los ne- puedan desarrollarse en el futuro. Se ha cal-
andertales siempre fueron muy pocos, y que culado que, para obtener un borrador ge-
su historia evolutiva es compleja (más que nómico con una tasa de error de 1 de cada
la nuestra) y está marcada por sucesivos co- 10.000 nucleótidos (más que aceptable en
lapsos demográficos asociados al clima. los proyectos con especies vivas), se necesi-
Estos factores demográficos influyeron sin taría una cobertura genómica de 12 (es
duda en su posterior extinción. decir, que cada nucleótido estuviera repre-
sentado, en promedio, por 12 secuencias
diferentes superpuestas). Para conseguir
Después del borrador este nivel de fiabilidad, se necesitará generar
genómico otro borrador genómico en una muestra
En realidad, el borrador de Vindija 33.16, tal muy bien conservada, como la de El Sidrón
como está actualmente, tiene una cobertura 1253, y probablemente emplear una téc-
genómica de 1x, lo que significa que apro- nica más específica y con mayor generación
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trituración extracción
Identificación
informática
Asignación especie
5% neandertal
CTACTGATTATCGA…
secuenciación
ATGACTNCTCGATCG…
GACTGCATCCGACGT…
CGTTAACGTACG…
de datos que la del 454. Este segundo bo- genómica humana (actualmente hay en
rrador genómico nos proporcionará infor- curso el proyecto de los “mil genomas”).
mación sobre las variantes genéticas que Tenemos suerte, además, que los dos me-
puedan ser polimórficas en los propios ne- jores yacimientos neandertales, en términos
andertales, y contribuirá también a con- de conservación del ADN, Vindija en Croacia
firmar los resultados generados en el primer y El Sidrón en España (Rosas et al., 2006),
borrador. Es decir, habremos pasado de un ocupan una buena parte del rango geográ-
único genoma inicial a un auténtico pro- fico de los neandertales y también mo-
yecto de diversidad genómica neandertal, mentos temporales diferentes. Mientras que
algo parecido, aunque a una escala menor, Vindija tiene una datación bastante reciente,
a lo que se está haciendo con la diversidad cercana a los 38.000 años, El Sidrón, con
una datación de 49.000 años, es claramente
anterior a la llegada de nuestros antepa-
sados a Europa.
Cuando todo el trabajo de ultrasecuen-
ciación y de análisis bioinformático esté
finalizado, nos encontraremos con una
larga lista de genes cuya variación se dis-
tribuirá de forma diferente entre las tres
especies de las que disponemos de datos
genómicos: chimpancés, neandertales y
Figura 3. Mapa con los cuatro yacimientos neander- humanos. Tendremos, obviamente, mu-
tales y su datación implicados en la consecución del
chos genes que serán idénticos en las tres
proyecto genoma neandertal (modificado a partir
de Giseen et al. 2010). especies; esto no es sorprendente porque
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(Continúa)
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Figura 4. Mapas con la expansión de los humanos modernos fuera de África y el punto de hibridación con los
neandertales, tal como se ha detectado a partir del análisis genómico del proyecto Genoma Neandertal. Fuente:
equipo de El Sidrón.
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(Papúa, (Papúa,
Chino- Nueva Chino- Nueva
Neardental Francés Han Guinea) Yoruba San Neardental Francés Han Guinea) Yoruba San
Figura 5. Esquema sobre las diferentes relaciones genómicas entre humanos modernos y neandertales. En
rojo, linajes genéticos que han sido seleccionados recientemente en humanos modernos y que, por tanto, pre-
sentarán diferencias genéticas respecto a los neandertales. En azul, linajes genéticos compartidos entre al-
gunos humanos y neandertales (modificado de Science, 2010).
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Figura 6. Estudio funcional in vitro de la caída de función de la proteína Mc1r con la variante neandertal
Arg307Gly. La inferencia es que algunos neandertales serían pelirrojos. Illustration by Knut Finstermeier;
Neanderthal reconstruction by the Reiss-Engelhorn-Museum.
rísticas evolutivas propias, algunas discerni- ser comprobados uno a uno mediante estu-
bles a nivel esquelético. El gen MC1R, aso- dios funcionales, como el que se llevó a cabo
ciado a la pigmentación, muestra variantes con el MC1R. Algunas de estas variantes ge-
únicas de los neandertales (como un cambio néticas sin parangón entre los humanos mo-
en el aminoácido 307), aunque, curiosa- dernos requerirán de la implementación de
mente, algunas producen un fenotipo pare- modelos animales, básicamente mediante la
cido al producido en algunos europeos (los “neandertalización” de ratones (es decir, ra-
individuos pelirrojos) por otras variantes en tones transgénicos con genes neandertales),
el mismo gen. Esto sugiere que quizás otros para entender su efecto fenotípico final.
rasgos morfológicos (como la expansión ce- Finalmente, tendremos otro grupo de cam-
rebral observada en diversas ramas del árbol bios genéticos que serán particularmente in-
evolutivo humano) sean consecuencia de teresantes para nosotros: aquellos que sean
procesos de evolución convergente, debido comunes en neandertales y chimpancés,
a constreñimientos genómicos en la adap- pero diferentes (es decir, únicos), en los hu-
tación de los homininos. Es decir, aunque las manos modernos. Estas variantes, de las que
mutaciones ocurren al azar en el genoma, todavía no conocemos ningún ejemplo,
la distribución de dichas mutaciones no lo serán aquellas que nos permitirán entender
es, ya que su efecto final en el fenotipo está el tramo final de la evolución humana. Con
influido por la función y estructura de los toda probabilidad, será un complejo listado
genes y sus posibles interacciones. Los cam- de genes relacionados con la inmunidad, el
bios exclusivos de los neandertales deberán metabolismo o la fisiología. Pero quizás no
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92
mote or constrain skeletal variation. Finally, mental conditions, and which are particu-
the distribution of variation throughout the larly flexible in early life. Plastic traits allow
human skeleton is compared to non- for modification of the phenotype during
human primates, to determine whether hu- the lifespan, and allow for more rapid
mans share a general pattern of skeletal adaptation than is possible through inter-
plasticity or show increased plasticity in spe- generational genetic change. Human evo-
cific regions of the skeleton. This is followed lution can be characterized by a shift to-
by a general discussion of the implications wards greater plasticity, and more flexible
of primate and human skeletal variation on biological systems (Wells and Stock, 2007).
understanding plasticity in the fossil record.
While many mechanisms of phenotypic or
When considering the way that evolution developmental plasticity are poorly unders-
influences the biology of species, we often tood, numerous examples of plasticity can
assume a direct relationship between envi- be found among nonhuman species. One
ronmental stress and genetic adaptation. of the best known examples is that of tem-
Within our species, culture and technology perature sensitive albinism, which causes
play a special role in buffering the human variation in pigmentation through environ-
genome from environmental stress. While mental influences on the regulation of the
constraints upon technological adaptation Himalayan gene among Siamese cats
may relate to environmental variation, in (Searle, 1968). The gene leads to heat sen-
general, cultural evolution provides a much sitive hair follicles, which produced the dis-
more rapid means of adaptation to environ- tinctive dark patches of fur on the snout,
mental stress. However, there are also other ears, paws, and tail of the cat. When
adaptive systems which serve to buffer the Siamese kittens are raised in warm environ-
human genome from environmental stress. ments, they tend a much lighter coloration
Physiological and developmental plasticity in these regions. However, developmental
provide mechanisms of adaptation to the plasticity in response to environmental
environment in all species, but they may stress can influence other tissues, both su-
play a particularly important role in adapta- perficial and deep. Classic experiments on
tion among Homo sapiens (Stock, 2008). pigs (Weaver and Ingram, 1969) demons-
When we consider the expression of morp- trated that those raised in colder tempera-
hological variation in the human phe- tures grew more body hair, had greater
notype, we can contrast traits which are ca- body mass, shorter limbs, and shorter tails
nalized from those that are plastic. and ears. Pigs raised in a warm environ-
Canalized traits are those that are develop- ment, showed phenotypic traits opposite
mentally stable, showing minimal variation to these, while those raised in an interme-
in different environmental conditions. diate temperature had morphological cha-
Examples of canalized traits include brain racteristics that were intermediate between
size and dental morphology, characteristics the cold and warm groups. Subsequent re-
which are tightly controlled genetically and search on swine has shown a daily heat
are self righting in the face of environ- production is reduced at low temperatures,
mental variation. Plastic traits, in contrast, but that pigs raised in cold environments
are those which vary in relation to environ- have an increased amount of dorsal fat
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Canalization and plasticity in humans and primates: implications for interpreting the fossil record
93
which leads to greater retention of body while Allen's rule suggests that limb lengths
heat (Demo et al., 1995). will be longer in individuals who inhabit tro-
These studies of phenotypic plasticity in res- pical regions and shorter in colder climates.
ponse to temperature demonstrate that the While there is considerable evidence that
development of the skeletal system can be variation in mammalian physique fits
influenced by environmental conditions, Bergmann's and Allen's rules, and the
particularly in the case of limb lengths. A classic work by Roberts (1953, 1978) sug-
further example of skeletal adaptation in gests that human variation also corres-
response to temperature is the case of size ponds with these patterns, subsequent re-
variation in the skull of Procavia capensis, search by Katzmarzyk and Leonard (1998)
the rock hyrax (Yom-Tov, 1993). This study suggests that the strength of this rela-
suggests that the morphology of the skull tionship decreases after 1950. This may be
is influenced by temperature extremes in the result of the homogenization of the
southern Africa, and in particular is driven human diet and physique in recent times
by heat stress, based on the geographic dis- due to cultural processes.
tribution of cranial variation in the hyrax Bergman's and Allen's rules can also be
skull. What is particularly interesting, is that tested in the fossil record using skeletal es-
cold conditions did not seem to lead to cra- timates of body size such as stature and
nial variation, as cold stress was mediated body mass as estimated by bi-iliac breadth
through behavioral adaptations and the use or femoral head diameters, and the crural
of caves to buffer from thermal stress. This index which is the ratio of tibial length to bi-
illustrates the relationship between beha- condylar femoral length. Trinkaus (1981) de-
vioral buffering and adaptive variation in monstrated that crural indices translated for
phenotype in a nonhuman species. In this modern human skeletal remains fit a pat-
context we can see humans as part of a tern of climatic adaptation expected of
continuum with other species, albeit with Allen's rule, with the lowest values found
a much broader range of behavioral adap- amongst Eskimos and Scandinavian Lapps.
tations with which to buffer environmental Neanderthals were the very low end of the
stress (Stock, 2008). spectrum, suggesting long-term adaptation
Despite cultural buffering mechanisms, to cold stress. In contrast to the foreshor-
there is a considerable amount of phe- tened distal limb segments of the
notypic diversity among humans which co- Neanderthals, Holliday (1997) demonstrated
rrelates with environmental variation. at the earliest upper Palaeolithic humans in
However, it is often difficult to determine Europe had very long lower limbs and long
whether this variation is associated with distal limb segments, a morphological pat-
plasticity or long-term genetic adaptation. tern that would be expected with adapta-
Classic examples of this diversity are tion to African or near Eastern environments
Bergmann's and Allen's rules. Bergman's at low latitudes. Subsequent later upper
rule suggests that individuals of the species Palaeolithic and Mesolithic Europeans and
who inhabit polar regions will have incre- shorter tibiae which suggests that over
ased body mass when compared to tropi- thousands of years Europeans became more
cally living members of the same species, cold adapted in response to the environ-
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150 años después de Darwin: ¿evolución, futuro o crisis? Lecciones sobre evolución humana
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ments encountered in Europe. These studies This recent research highlights the fact
both suggest, and assume, that body pro- that we know very little about the mecha-
portions are largely genetically controlled, nisms which drive variation in the human
with very low selective rates and evidence and hominin skeleton. While human
of long-term genetic adaptation. limbs may respond using the same phy-
This research presents a paradox, in that it siological mechanisms as mice and pigs,
doesn't fit with the expectations of phe- but there is a clear need to place more ef-
notypic plasticity in limb proportions that fort in understanding the mechanisms un-
we might expect on the basis of the pig derlying phenotypic variation. We need to
studies. Recent animal experimental rese- begin by asking simple questions: how is
arch also questions the genetic basis of eco- variability distributed throughout the ske-
geographic variation in limb proportions. leton? Which areas of the skeleton are ca-
Surrat et al., (2008) used a mouse model to nalized or plastic? Where variation exists
test the effect of ambient temperature du- what factors contribute to this variation?
ring growth in the size and morphology of Is there evidence for specific genetic fac-
skeletal elements. They found that mice tors, functional constraints or biomecha-
raised in cold environments had less blood nics, or energetics and safety factors?
flow to peripheral tissues, which results in How do these different factors interact,
foreshortened tail growth and ear growth. and is there morphological integration
Given the this link between blood flow and across regions of the skeleton? By answe-
tissue growth, they measured blood flow ring some of these questions we can gain
to the femur and tibia relative to the tho- a better understanding of the continuum
racic spine, and identified a critical window between canalization and plasticity, and
early in development between 4 1/2 in 6 provide better means of interpreting the
1/2 weeks, when blood flow to the limb is variation we see in the fossil record. For
particularly susceptible to low environ- example, regions of the skeleton which
mental temperatures. They then tested va- are highly canalized are particularly useful
riations in metatarsal growth in vitro, using in the interpretation of phylogenetic rela-
antimeres of the same individual grown at tionships, while variation in regions which
different temperatures. Warm samples are plastic provide a means of interpreting
showed greater length than controls, and biomechanical and adaptive aspects of
metatarsals grown in cold conditions. morphology which relate to the environ-
Histological analysis showed contra site pro- mental and behavioural context of
liferation in the growth plate, from which growth and development.
they concluded that a physiological res- The influence of habitual activity on skeletal
ponse to environmental stress which leads morphology has been one of the best do-
to reduced blood flow in cold temperatures cumented aspects of skeletal plasticity. It is
influences cartilage development and bone based on the general observation that bone
growth. This provides further and direct evi- responds to biomechanical stress by stimu-
dence for mechanism of biological plasti- lating bone deposition in areas of strain,
city in limb lengths in response to tempe- causing trabecular and cortical bone hyper-
rature stress. trophy which counteracts the loading (see
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Ruff, Holt and Trinkaus, 2006, for review). 2006), a greater amount of bone mass can
Classic evidence for adaptive bone remo- be maintained in proximal elements wit-
delling in humans comes from studies of hout significant energetic cost.
professional tennis players, who have high Despite these issues, the history of studies
levels of humeral bilateral asymmetry which of human phenotypic variation emphasizes
corresponds with the timing and duration a conflict between canalization and plasti-
of their participation in the sport at compe- city. Much of this stems from early cranio-
titive levels (Jones et al., 2007). While me- metric studies which emphasized the heri-
chanically induced plasticity appears to have tability of craniofacial morphology, and
the greatest impact on the cross-sectional racial typology. The work of Franz Boas
geometry of long bone diaphyses, there is emphasized plasticity in cranial morphology
some evidence that exercise levels may of migrants to the New World (Boas, 1911).
cause systemic differences in skeletal morp- This work led to a predominant view within
hology in other regions of the skeleton anthropology which considered environ-
(Lieberman, 1996). mental and cultural plasticity is the primary
In general however, we would expect determinants of morphology. In the 1970s
diaphyses to show greater levels of plasti- through 1990s, the work of Howells (1973)
city than joint surfaces, due to the level of and Lahr (1996) brought renewed focus on
mechanically induced remodelling of the high heritability of cranial morphology,
diaphyses and functional constraints on ar- and its use in determining population his-
ticular surfaces associated with joint move- tory among modern humans. This work
ment. On the continuum between canali- clearly demonstrated a recent African origin
zation and plasticity, we can identify other of modern humans, and led to the domi-
regions of the skeleton in which we have a nant paradigm explaining cranial morpho-
priori expectations about the mechanisms logy today. In the context of this clear evi-
influencing variation. For example we dence for canalization and heritability of
would expect craniofacial morphology, and cranial morphology, Boas’ work appears
in particular dental morphology, to be anomalous. This led to a reanalysis of these
highly constrained in during development, data by Sparks and Jantz (2002), and the
and thus canalized against environmental interpretation that Boaz's original data ac-
perturbations. In contrast, we would gene- tually illustrates greater heritability of cra-
rally expect the post-cranial skeleton to be nial morphology rather than plasticity. A
more variable and more plastic than the further reanalysis by Gravlee et al., (2003)
skull and dentition, as linear growth trajec- illustrated that to some extent Boaz's data
tories can easily be disrupted by dietary fac- was consistent with both high heritability
tors, illness, or other environmental stresses. of cranial features, and some degree of
However despite this expectation, we plasticity among migrants. Similar diffe-
would not expect the variation within the rences of interpretation can be found in
post-cranial skeleton to be homogenous. consideration of post-cranial morphology.
For example energetic constraints on the For example, paleoanthropological research
size of distal limb segments are known to of Trinkaus (1981), Holiday (1997), and Ruff
constrain morphological variation (Stock, (2002) generally interprets post-cranial va-
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150 años después de Darwin: ¿evolución, futuro o crisis? Lecciones sobre evolución humana
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riation as heritable characteristics which re- netically diverse than our closest great ape
present genetic adaptation among species. relatives, chimpanzees gorillas and orangu-
This lies in contrast to the work of Bogin tans (Kaessmann et al., 2001). This leads to
(2002) which illustrates considerable plas- a paradox: What mechanisms explain the
ticity in limb proportions of migrants to the combination of high phenotypic and low
United States within a single generation. genetic diversity? In this context, there is a
Bogin’s results are not necessarily contradic- clear need for basic research investigating
tory to Trinkaus and Ruff, if we consider the extent to which our biological systems
them to represent the differences between are either more constrained or more va-
intra and interspecific studies, however they riable than other primates. It has been ar-
lie at odds with the results of Holiday (1997) gued that humans invest more heavily in
which suggests that limb proportions of phenotypic plasticity than other primates
early modern humans took thousands of species, and that this is a fundamental com-
years to adapt to colder environments du- ponent of our success in colonizing variable
ring the dispersal of modern humans into environments (Wells and Stock, 2007).
Europe. Collectively, these studies empha- The current study investigates the relative
size that despite over a century of interest amount of variation found within the
in the quantification of human variation we human skeleton, compared to other pri-
still know very little about interaction bet- mates. Primate cranial and postcranial va-
ween genetic canalization and environ- riation is taken from the data set represen-
mental plasticity in influencing our biology. ting 12 species (Buck et al., submitted),
Generally, biological anthropologists note a while human osteometric data is taken
high degree of phenotypic variation within from two sources, Howells dataset (1978)
our species, as reflected in the diversity of for the crania, and Stock (2006, unpu-
body sizes and shapes, skin colors, and cra- blished) for the postcrania (table 1). An
niofacial features.This lies in contrast to the identical set of postcranial measurements
evidence that our species is much less ge- were taken for both the human and pri-
Canalization Plasticity
Figure 1. Expectations of relative amounts of variation in different regions of the primate and human skeleton.
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mate samples, which included the ma- the forelimbs among primates and humans
ximum lengths of the humerus, radius, (figure 1). Wherever possible we used 20
ulna, femur and tibia, as well as diaphyseal skeletons of each primate species, divided
cross-sectional size and (maximum and mi- between males and females, to estimate
nimum midshaft diameters, or mid-distal the levels of variation found within a spe-
diameter for the humerus), and both pro- cies, but due to the availability of speci-
ximal and distal epiphyseal sizes. Cranial mens, some species are represented by
measurements were somewhat more com- fewer individuals. The human data sets
plicated, as many measurements that are were considerably larger, in this case we in-
standard on human skulls, are difficult to clude values translated for the total sample
measure in an analogous way across all pri- sizes and also for subsets of 20 individuals
mates. Cranial measurements that were representing male-female pairs randomly
taken on both humans and primates in- selected from different human populations.
cluded the basion bregma height (BBH), or- In this way we hoped to capture both the
bital height (OBH) and bizygomatic breadth amount of variation related to sexual di-
(ZYB). However, among the primates addi- morphism, and to geographic and popula-
tional measures of Total (prosthion-opistho- tion variation within each species (table 1).
cranion) length, bi-canine breadth and and
basal length were taken. To capture similar
variation in the human skulls, glabello-oc-
cipital length (GOL), basion-prosthion Table 1. Species and sample sizes.
length (BPL) and bi-maxillary breadth (ZMB)
measurements were used. These measures Non-Human Primates N
were used to provide a basic measure of re- Gorilla gorilla1 20
Pan troglodytes1 20
lative variation, by calculating the coeffi-
Pongo pygmaeus1 15
cient of variation (CV) for each measure-
Hylobates sp.1 6
ment, and then presenting the average
Papio sp.1 15
coefficient of variation across various grou- Trachpithecus obscura1 17
pings of data: Cranial vs. Postcranial; Cercopithecus mitis1 14
Forelimb vs. Hindlimb; and Epiphysis vs. Cercopithecus nictitans1 17
Diaphysis. From these groupings, it is gene- Cercocebus torquatus 1
17
rally expected that regions with greater ca- Pliocolobus badius1 20
nalization will show less variation, and con- Colobus guereza1 9
versely regions of greater plasticity should Lophocebus albigena1 19
have higher levels of variation which would Homo sapiens cranial2 2,524
reflect individual level variability in skeletal Homo sapiens cranial subsample3 20
development and remodeling. Thus, we Homo sapiens postcranial4 589
would predict that crania are less variable Homo sapiens postcranial subsample5 20
than postcrania, that epiphyses are less va- 1
Data from Buck, Stock and Foley, in press.
2
riable than diaphyses, and that in general, Data from Howells, 1973, global sample.
3
Subset of Howells, 10 males, 10 females.
hindlimbs are less variable than forelimbs, 4
Data from Stock (unpublished data of global
reflecting a trend towards increasing loco- hunter-gatherer sample).
motor and manipulatory specialization of 5
Subset of Stock, 10 males, 10 females.
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150 años después de Darwin: ¿evolución, futuro o crisis? Lecciones sobre evolución humana
98
35
30
Coefficient of Variation (CV)
25
20
Maximum Primate
Minimum Primate
15
Primate Median
Homo sapiens
10 Homo sapiens (n=20)
0
m
ium
is
b
is
m
ys
iu
im
ys
i
an
an
iph
rel
h
nd
ap
Cr
Fo
Ep
stc
Hi
Di
Po
Figure 2. Comparison between coefficients of variation throughout the skeleton among humans and primates.
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Canalization and plasticity in humans and primates: implications for interpreting the fossil record
99
tion is supported across all primates, reflec- end of the upper limb among human
ting the range of body mass and activity hunter gatherers. This corresponds nicely
patterns found among individuals of the with research by Ruff (1995) and Weaver
same species. While we might predict that (2003) which demonstrates that varia-
human diaphyseal variation would be tion in bi-iliac breadths influences the
higher than other primates due to the morphology of the proximal end of the
range of patterns of habitual activity, it ap- femur. This suggests that human varia-
pears as though long bone diaphyses are tion in body breadth associated with cli-
in fact slightly less variable than what we mate has residual and integrated in-
find amongst other primates. fluences on the morphology of the lower
limb which decrease as you move distally
Discussion away from the trunk. Similarly, Churchill
(1996) suggested that thoracic morpho-
When we consider these trends broadly,
logy influences skeletal variation in the
we can see that humans show high le-
upper limb.
vels of postcranial variation. Since the
coefficients of variation are highest when While there has been considerable de-
they include bone lengths, this trend is bate over the extent to which habitual
likely due to the broad range of physi- activities can be interpreted on the basis
ques found within our species in relation of skeletal variation (Ruff et al., 2006;
to climatic adaptation. At this point, it is Pearson and Lieberman, 2006), recent
unclear whether this variation is driven research continues to support the ge-
by genetic adaptation, plasticity within neral correlation between patterns of
the lifespan, or combination of both fac- habitual activity and long bone cross-
tors. Despite the high level of variation sectional geometry and humans (Shaw
in long bone lengths, human crania and and Stock, 2009 a, b). Further research
long bone diaphyses seem to show si- is required, particularly emphasizing va-
milar levels of variation to those we find riation in skeletal morphology during
in other primate species. While these ge- growth and development. This will allow
neral observations provide an initial con- us to gain a better understanding of the
sideration of the relative amount of va- relative canalization or plasticity of the
riation in the human skeleton compared skeleton in different regions, and where
to primates, it is clear that we need the skeleton is plastic, which factors
much more basic research into the na- drive the variation that is visible. Human
ture of variation itself. Previous research and hominid evolution represents a
has identified that despite similar levels complex interaction of environmental
of variation throughout human limbs, stress, acting upon culture and techno-
the factors which explain this variation logy and genetic variation. Plasticity in
differ throughout the skeleton. For physiology and development is the me-
example, Stock (2006) demonstrated chanism through which the relationship
that climatic factors seem to have the between stress exerted by the natural
greatest influence on the proximal end and cultural environment is mediated
of the lower limb, and towards the distal within a species. Stress that cannot be
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100
accommodated through plasticity in Gravlee CC, Bernard HR, Leonard WR. Heredity,
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where and how mechanisms of phe- Kaessmann H, Wiebe V, Weiss G, Pääbo S. Great
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104
The K-strategy is favoured in more specia- that parental care in general is favoured
lised organisms with more stable popula- by offering offspring a “safe harbour”,
tion size, in whom reproductive success is whereby the risk of predation is reduced
more closely associated with offspring and environmental perturbations can be
quality than quantity. dampened by parental phenotype
In the 1970s, Trivers (1972, 1974) intro- (Hogarth 1976). These protective mea-
duced an intriguing dimension to parent- sures clearly alter the selective pressures
offspring dynamics, by proposing a conflict acting on the offspring, in a way now
of interest between the two generations conceptualized as “niche construction”
over the optimum level of parental invest- (Odling Smee et al., 2003) and hence in-
ment. Thus, all other things being equal, fluence adaptation of the offspring.
However, these authors did not specifi-
parents should favour distributing their in-
cally focus on the notion that such buffe-
vestment relatively equally between their
ring might not only protect the offspring
offspring, whereas each offspring should
during the most sensitive periods of de-
favour more investment in itself than in its
velopment, but could also provide infor-
siblings, which could only share at most
mation about the environment, allowing
50% of its genes.
the offspring to adopt an appropriate de-
These notions of parental investment ma- velopmental strategy.
ximising fitness, and of conflict between
More recently, attention has been directed
the two generations, have been extremely
to the notion of maternal effects, which
influential in biological research in general.
refer to maternal influences on the offs-
Likewise, they have attracted considerable
pring that are not directly attributable to
attention by those studying humans or
genetic transmission between generations
human evolution. However, there is
(Mousseau and Fox, 1998). Whilst maternal
another dimension to parental care, which
effects are generally assumed to maximize
has only begun to attract attention relati-
parental fitness, there is increasing recog-
vely recently. This dimension concerns the
nition that part of this increase in fitness
way in which parental phenotype impacts
arises from offspring receiving valuable in-
on that of the offspring independent of the
formation through the medium of parental
effects of parental genotype, such that pa-
care. For example, Bateson and Martin
rental care allows adaptation of the offs-
(1999) have suggested that offspring can
pring to its environment, mediated by the
receive ‘weather forecasts’ during early life,
influence of maternal phenotype. Improved
in other words information that can aid the
understanding of parental effects and de-
offspring tailor its phenotype to prevailing
velopmental plasticity will help the mode-
ecological conditions.
ling of human evolutionary change.
Some have considered that such weather
forecasts allow the direct passage of in-
Maternal effects on offspring formation from the external environment
development to the offspring. For example, Gluckman
An early reference to such adaptation was and Hanson (2004, 2007) have argued
made by Shine (1978), when he observed that offspring exposed to famine in utero
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process of growth during the entire pe- The success of the Homo genus in coloni-
riod of plasticity is smoothed onto ma- zing appears to be fundamentally based
ternal phenotype and is thereby relatively on high levels of plasticity across a number
consistent throughout this period. of levels of biology, such that in modern
Because the mother primes the offspring humans, local genetic specialisation has re-
with this information, it can be considered mained relatively limited (Wells and Stock,
a maternal effect (Mousseau and Fox, 2007). Plasticity in growth, metabolism and
1998). This pattern of development has behaviour allows short-term adaptation to
particular implications for understanding recent or prevailing ecological conditions,
the evolutionary history of humans, with without inevitably projecting such phe-
their tendency to explore new habitats notypic adaptations into the long-term fu-
and niches (Wells and Stock, 2007). ture. Such plasticity acts to homogenize
the environment, such that the more fun-
damental components of hominin phe-
Maternal effects and human
notype are buffered against the need to
evolution
change. For example, eating meat and co-
The unusual life history of humans gene- oking both reduce the need to adapt gut
rates intriguing questions regarding the physiology to local vegetation and diverse
adaptive nature of such maternal effects. In plant neurotoxins, such that gut physiology
modern humans, the growth process has remains similar across ecosystems despite
been lengthened to almost two decades, dietary variability (Wells and Stock, 2007).
and yet the period of plasticity remains re- While behavioural adaptation has clearly
latively brief and appears to be largely res- been very important, epigenetic effects ap-
tricted to fetal life and early infancy (Wells, pear critical for the physiological compo-
2003). Thus despite growing for almost nent of such adaptation, allowing trans-
twenty years, human development remains generational transmission of phenotype in
sensitive primarily to ecological factors pri- the absence of permanent changes in DNA
marily during the window of maternal phy- content. These epigenetic effects are
siological care (gestation and lactation). strongly influenced by maternal phe-
A key feature of hominins is their capa- notype, such as maternal diet (Aagaard-
city to tolerate ecological stochasticity. In Tillery et al., 2008), and hence reflect re-
the Australopithecines, this appears to cent matrilineal experience.
have allowed the various species to sur- This scenario becomes particularly impor-
vive in challenging environments with tant in view of the fact that, unlike in
long dry seasons, or subject to rapid eco- many colonizing organisms, it is the adult
logical change. In the Homo genus, ho- humans rather than younger individuals
wever, these adaptive capacities appear who are likely to have migrated. This mi-
to have favoured more proactive coloni- gratory pattern would lead to many offs-
sation, reflected in rapid dispersals of both pring being conceived in different habi-
Homo erectus and Homo sapiens across tats and environments than those in
much of the world’s land mass (Wells and which their parents developed. Maternal
Stock, 2007). buffering would be critical in softening a
Table 1. Adaptation of early growth to common ecological or maternal stresses.
Ecological stress Physiological stress Effect on fetal growth Effect on infant growth Effect on adult stature
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Placental dysfunction Poor nutritional supply Reduced Catch-up possible Depends on catch-up
Maternal size* Low uterine volume Reduced Catch-up possible Depends on catch-up
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Low energy supply* Maternal nutritional status Reduced ? Catch-up possible Depends on catch-up
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range of ecological stresses, by using ma- vestment with age and parity (Johnstone
ternal phenotype rather than current eco- and Wells, in prep.). In modern popula-
logical conditions as the guiding influence tions, however, rapid infant growth allows
on offspring development. catch-up, and firstborns may become ta-
Much of the offspring adaptation com- ller than their later-born siblings. These
prises the tailoring of growth to maternal findings illustrate both the importance of
nutritional supply, which in turn is depen- taking maternal capital into account, and
dant on maternal size, nutritional status the capacity for ‘artificial nutrition’ to ove-
and other factors such as maternal social rride maternal effects during the period
rank and health status. Table 1 presents a of infancy when growth is still plastic.
variety of ecological stresses, many of them
only evident to the offspring through their Early growth as a buffer for
impact on maternal phenotype, which in- the brain
duce adaptive responses in offspring
Since body size is strongly associated with
growth rate. Although this is a simplified
fitness, it is worth considering why such
overview, the key point is that variability in
plasticity in early growth is indeed adaptive.
offspring growth is a fundamental compo-
I argue that plasticity in growth is traded off
nent of adaptation to the composite inte-
against the benefits of holding other, more
raction of maternal phenotype and diverse
fundamental, components of offspring
external ecological conditions. Because a
phenotype more constant, regardless of the
wide range of ecological stresses impact on
state of the environment. Thus, growth in
the capacity of the mother to supply nu-
size is plastic in early life in order to buffer
trients to her offspring, growth must inevi-
brain development (Hales and Barker,
tably respond in the offspring.
1992), and hence ensure a relatively narrow
Because early growth variability is retained range of brain phenotype in adulthood
in adult phenotypic variability, the effects irrespective of variability in nutritional expe-
of such early life experience are trans- rience during early life.
mitted across generations even though
Behaviour is clearly a key component of
they accrue during relatively brief deve-
plasticity in hominins and humans, espe-
lopmental periods. The naivety of the as-
cially in relation to colonizing and adap-
sumption that offspring growth patterns
ting to diverse habitats and ecosystems.
are predictive of the adult environment is
demonstrated by the effects of birth order Thus, trans-generational flexibility in body
on early growth. Firstborn humans are size allows adaptation to varying levels of
significantly smaller than later-borns (Ong energy availability whilst preserving a ho-
et al., 2002), and in traditional societies mogenous level of brain function across
this deficit in stature tracks through to ecosystems.
adulthood (Hermanussen et al., 1988). The adaptation of offspring growth to
Their reduced fetal growth can be attri- maternal phenotype allows such trans-ge-
buted in physiological terms to changes nerational flexibility in size, whilst also
in uterine function, and in evolutionary damping its magnitude in any one gene-
terms to a shifting pattern of maternal in- ration. Because growth is only plastic du-
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ring the window of maternal care, small ternal metabolism –the organism adapts to
or large mothers will broadly transmit the niche. But by adulthood, this process is
their phenotype to the next generation, largely reversed, and humans are then more
such that even powerful ecological notable for their capacity to fit the niche to
stresses are partially buffered so as to the organism through their wide array of
exert more modest effect on the offs- behavioural and cultural variability which
pring. This buffering process accounts for substantially buffer physiology.
the tendency for secular trends in body
size to occur across multiple generations,
with the magnitude of effect in each in- Summary
dividual generation relatively small. This In this paper, I have focused on the role of
suggests that multi-generational change maternal phenotype in guiding develop-
in phenotype is a cautious process, whe- ment of the human offspring. This maternal
reby a given cue needs to be signaled by guiding has multiple functions, on the one
successive generations of maternal phe- hand protecting the offspring from short-
notype in order to generate significant term ecological stresses and instead provi-
shifts in phenotype of the lineage. ding a smoothed and consistent environ-
mental influence; and on the other hand
ensuring that maternal phenotype is broadly
Fit organism Fit niche replicated across generations such that any
to niche to organism flexibility in body size occurs at a time-lag in
Maternal Maternal relation to external ecological change. This
metabolism Behaviour
process allows the medium-term tailoring
of a population’s body size to energy avai-
Developmental Niche
plasticity construction lability, but also allows different lineages to
preserve varying levels of maternal capital
across generations. In turn, flexibility in body
size absorbs longer-term variability in energy
Early life Adulthood
availability and hence buffers brain phe-
notype across diverse ecological situations.
Figure 1. Contrasting strategies of adaptation across
the life-course. During early life windows of plasti-
Because windows of plasticity are relatively
city, offspring physiology adapts to the niche of ma- brief in each generation, significant shifts in
ternal metabolism. By adulthood, however, the pri- the phenotype of a lineage require maternal
mary component of adaptation is behavioural and
cultural, proactively shaping the environment to suit cues to be experienced across several gene-
the physical organism. rations. This approach aids understanding
of the emergence of human variability th-
rough non-genetic mechanisms.
Thus, it is possible to contrast two different
strategies of adaptation across the life References
course (figure 1). In early life, during win- Aagaard-Tillery KM, Grove K, Bishop J, Ke X, Fu
dows of plasticity, growth of the offspring Q, McKnight R, Lane RH. Developmental origins
adapts to the physiological niche of ma- of disease and determinants of chromatin struc-
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