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INSTITUCIÓN EDUCATIVA PRIVADA “Emanuel”

“Dios con nosotros”


R.D.Z. N° 2122; R.D.Z. N° 1013, R.D.Z. N° 0422
José Carlos Mariátegui N° 186 Urb. Lucyana - Carabayllo - Teléfonos: 5441404 – 5351458

Curso: Lenguaje Profesora: Elisa Giraldo R. Grado: Cuarto

Texto 1
EL FANTASMA PROVECHOSO

Lee atentamente el texto y colorea:

Rojo: sustantivo

Verde: adjetivo calificativo

Escrito por el Robinson Crusoe, Daniel Defoe, trata sobre un caballero que
tenía una casa muy vieja, que construyó con los restos de un antiguo
monasterio.

Un día decidió que quería destruirla, pero hacerlo era mucho trabajo y
dinero, y comenzó a idear la manera de hacerlo sin que tuviera que pagar
por ello, entonces hizo correr un rumor de que en la casa habitaba un
fantasma.

Para hacerlo más creíble hizo un fantasma con sábanas blancas, y colocó
un artefacto explosivo para que sus flamas dejaran olor de azufre, hasta
los más incrédulos se convencieron de que había un espectro en la casa.

El caballero añadió al rumor el hecho de que en la casa había un tesoro


escondido, y comenzó a fingir excavar para encontrarlo, algunos vecinos
se sumaron a esta tarea para ayudarlo y así poder recibir parte del tesoro
cuando lograran desenterrarlo, muy pronto habían muchas personas
excavando a cambio de la mitad del tesoro.

Pasado un corto tiempo el fantasma desapareció, pero el caballero


mantuvo motivados a todos cuando sin que lo vieran, puso veintisiete
monedas de oro en la chimenea, esto fue encontrado y se guardó hasta
que hallaran el resto del tesoro para repartir todo justamente. Los vecinos
estaban aún más motivados que al inicio.

Al final, la casa fue destruida completamente y los escombros retirados


como se había convenido, el deseo del caballero se había cumplido y su
plan había resultado perfecto.

Texto 2
El Cántaro Agujereado

Lee atentamente el texto y colorea :

Rojo: determinantes (artículo y adjetivos determinantes)

Azul: pronombres (personales y determinativos)

Del escritor Premisas Rawat, relata la vida de un campesino


muy pobre que vivía en la parte más alta de una montaña.
Todos los días el hombre bajaba hasta el río con dos cántaros
recargados sobre su espalda.

Llenaba los dos cántaros de agua y subía hasta su casa para


regar las plantas que tenía en la colina, su esfuerzo tenía
recompensa, pues cada año lograba tener un cultivo muy
próspero y hermoso.

En una calurosa tarde de verano, mientras subía sus dos


cántaros de agua, se sintió agobiado y se sentó bajo la sombra
de un árbol a descansar, ahí uno de los cántaros se agujereó
por una piedra, pero aun así no lo desechó.

Pasado unos meses el cántaro intacto le dijo al otro, que el


agujero que tenía lo hacía inútil, pues el agua de él se
derramaba hasta quedar menos de la mitad, lo que causaba
que el hombre hiciera más viajes al río.

El cántaro agujereado se entristeció mucho con lo que le


expresado por su compañero de viajes, y dijo a su amo que no
debía llevarlo más al río, alegando que no servía por estar roto
y perder el agua en el camino.

El hombre le contestó que su agujero lo hacía muy valioso, a


través de su agujero regaba las semillas y flores de camino a
casa, estas habían crecido y eran hermosas, además 
embellecían el camino, lo que alegraba mucho al campesino.
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