Está en la página 1de 10

8. Liderazgo en la Pastoral Urbana – Pablo M.

Etchepareborda

UCA – Facultad de Teología 1er. Semestre, 2021, 2 hs


Cátedra de Teología Pastoral V
Curso: sexto Pbro. Lic. Pablo M. Etchepareborda

8. LIDERAZGO EN LA PASTORAL URBANA


‒ DESAFÍOS DE LA CULTURA URBANA
‒ DIOS VIVE EN LA CIUDAD
‒ LAS COMUNIDADES URBANAS
‒ SALIR AL ENCUENTRO DE LAS PERIFERIAS
‒ DINÁMICA DE LA ENCARNACIÓN
‒ LOS AGENTES PASTORALES
__________________
INTRODUCCIÓN
La Pastoral Urbana surge en estos tiempos como una necesidad de respuesta
evangelizadora al fenómeno de las grandes ciudades que se están configurando en todo
el mundo. Desde hace más de un siglo las poblaciones rurales han ido inmigrando a las
ciudades y algunas de ellas alcanzan a una población de más de diez millones de
habitantes. El tamaño de estas ciudades hace que se las defina como “megalópolis”, pero
son muchísimas ciudades las que superan el millón de habitantes. Su dinámica, cultura y
estilo societario presentan un desafío a la evangelización.
Frente a este planteamiento el Documento Aparecida1 hace la afirmación que “la fe nos
enseña que Dios vive en la ciudad” (514). Así se manifiesta una convicción clara a partir
de la cual podemos empezar a pensar una pastoral con esta característica tan propia de
una cultura urbana.
Los Obispos de la V Conferencia nos invitan a hacerlo desde una mirada creyente, la de
un pastor, de un hombre que cree realmente que Dios vive en su ciudad, como expresa el
Cardenal Bergoglio. Él afirma que para ver la realidad hace falta una mirada de fe, una
mirada creyente. Si no, la realidad se fragmenta. 2 Para lograrlo es necesario buscar y
contemplar al Dios de la vida también en los ambientes urbanos.
La pastoral urbana parte de diversos ámbitos y propuestas, para afrontar algunos aspectos
pastorales para la evangelización de ese conglomerado urbano, en comunión eclesial y
orgánica.

DESAFÍOS DE LA CULTURA URBANA


El Papa Francisco en su Exhortación programática Evangelii Gaudium cuando hace un
análisis de algunos desafíos del mundo actual presenta un apartado específico sobre los
desafíos de la cultura urbana (EG 71-75).
Sintetizamos en pocas líneas su planteo.

1
CEA; V Conferencia general del Episcopado Latinoamericano y del Caribe. APARECIDA. Documento
conclusivo. Oficina del libro, Buenos Aires, 2007. En este tema se tomarán los números 509-519.
2
Cf. J. M. Bergoglio. “Palabras iniciales del Sr. Arzobispo de Buenos Aires en el primer congreso regional
de pastoral urbana. Dios vive en la ciudad”, Buenos Aires 25 de agosto de 2011, en C. M. Galli; Dios vive
en la ciudad. Hacia una nueva pastoral urbana a la luz de Aparecida y del proyecto misionero de
Francisco. Agape Libros, Buenos Aires, 2014. 399-400.

1
8. Liderazgo en la Pastoral Urbana – Pablo M. Etchepareborda

* En el número 71 dice que necesitamos reconocer la ciudad desde una mirada


contemplativa, esto es, una mirada de fe que descubra al Dios que habita y acompaña a
los hombres en sus hogares, en sus calles, en sus plazas.
* En la ciudad, lo religioso está mediado por diferentes estilos de vida, por costumbres
asociadas a un sentido de lo temporal, de lo territorial y de las relaciones (72).
* En el siguiente número destaca que continúan gestándose nuevas culturas, con otros
lenguajes, símbolos, mensajes y paradigmas que ofrecen nuevas orientaciones de vida,
frecuentemente en contraste con el Evangelio de Jesús. Una cultura inédita late y se
elabora en la ciudad, a esto tendremos que dar una respuesta de
pastores/animadores/líderes (73).
* Se impone una evangelización que ilumine los nuevos modos de relación con Dios,
con los otros y con el espacio, y que suscite los valores fundamentales. Es necesario llegar
allí donde se gestan los nuevos relatos y paradigmas, alcanzar con la Palabra de Jesús los
núcleos más profundos del alma de las ciudades. La Iglesia está llamada a ser servidora
de un difícil diálogo (74).
* El Papa no puede dejar de señalar que en la ciudad existen situaciones destructivas
como el tráfico de drogas y personas, abusos de todo tipo, corrupción y crimen, casas que
aíslan. La proclamación del Evangelio será una base para restaurar la dignidad de la
vida humana en esos contextos, porque Jesús quiere derramar en las ciudades vida en
abundancia (cf. Jn 10,10).

DIOS VIVE EN LA CIUDAD


El Documento Aparecida señala algunas certezas por las cuales podemos hacer esta
afirmación:
La revelación dice que la plenitud de la humanidad y de la historia se realiza en una
ciudad.
Tener una mirada de fe que descubra al Dios que habita en sus hogares, en sus calles,
en sus plazas.
Él vive entre los ciudadanos promoviendo la solidaridad, la fraternidad, el deseo de
bien, de verdad, de justicia. Esa presencia no debe ser fabricada sino descubierta,
develada.
El proyecto de Dios es la “Ciudad Santa”. La Tienda de campaña que Dios ha
instalado entre los hombres.
Dios acampará con los hombres, ellos serán su pueblo y Dios mismo estará con ellos.
Este proyecto ya está realizándose en Jesucristo, que hace nuevas todas las cosas.
La Iglesia es fermento que transforma y realiza la Ciudad Santa en la ciudad actual.
La ciudad prometida y regalada dinamizan los anhelos de la construcción de la ciudad.

LAS COMUNIDADES URBANAS


Los obispos en Aparecida hacen una descripción de las grandes urbes en donde
encuentran aspectos negativos y positivos. Ellos comprueban que nuevas culturas
continúan gestándose en estas enormes geografías humanas en las que el cristiano ya no
suele ser promotor o generador de sentido, sino que recibe de ellas otros lenguajes,
símbolos, mensajes y paradigmas que ofrecen nuevas orientaciones de vida,
frecuentemente en contraste con el Evangelio de Jesús.

2
8. Liderazgo en la Pastoral Urbana – Pablo M. Etchepareborda

En las grandes ciudades se da un apiñamiento, se pierde de vista lo humano, la vida es


altamente heterogénea por diferencias multiculturales, raciales, económicas, sociales y
religiosas.
Una cultura inédita late y se elabora en la ciudad. Las grandes ciudades son laboratorio
de la cultura contemporánea compleja y plural.
No podemos ignorar que en las ciudades fácilmente se desarrollan el tráfico de drogas y
de personas, el abuso y la explotación de menores, el abandono de ancianos y enfermos,
varias formas de corrupción y de crimen. Al mismo tiempo, lo que podría ser un precioso
espacio de encuentro y solidaridad, frecuentemente se convierte en el lugar de la huida y
de la desconfianza mutua. Las casas y los barrios se construyen más para aislar y proteger
que para conectar e integrar.

A.- Los binomios de Aparecida


Los obispos latinoamericanos señalan que “en la ciudad coexisten binomios como
tradición-modernidad, globalidad-particularidad, inclusión-exclusión, personalización-
despersonalización, lenguaje secular-lenguaje religioso, homogeneidad-pluralidad,
cultura urbana-pluriculturalismo” (512).
Estos ‘binomios’ no hacen sino advertir que la urbe tiene múltiples ‘almas’ que se
encarnan en sujetos a los que convierten, a veces, en simples buscadores de sentido o
desenfrenados consumidores del mismo, pero también en constructores de la ciudad.
Estos presentan una ambivalencia de la realidad. Están presentes en la variedad de
ámbitos, culturas, expresiones. Aquí se manifiesta lo bueno y grandioso del hombre y al
mismo tiempo lo más negativo. La convivencia de estas características antinómicas lleva
al desconcierto, e incluso a que las cosas no sean valoradas como corresponde, la
valoración de la vida, el ser humano, la justicia y la paz, la inclusión y el respeto por todos
sus habitantes.

B.- Ciudades cultural-religiosas 3


El planteamiento que hace Benjamín Bravo (mexicano) sobre la diversidad de ciudades
que conviven en una gran ciudad, pone de manifiesto que podemos encontrar una
variedad de formas culturales religiosas. Estas expresan el valor de la trascendencia de
ciertos grupos de personas que se nuclean según su forma religiosidad propia.
Él considera que son verdaderas ‘ciudades culturales invisibles’ dentro de la misma urbe.
Son personas de diferentes clases sociales y de distintas formaciones académicas que
tienen en común su núcleo ético-mítico.
Cuando estas se relacionan con lo trascendente o con aquello que considera el sentido
último de sus vidas, se habla de una ‘ciudad cultural-religiosa’.
Desde la óptica antropológica, la religión no es sino un componente particular, sin duda
el más sublime, de la cultura, entendida ésta como un sistema de interacción de signos
interpretables que son los símbolos.

3
Cf. B. Bravo. La Pastoral urbana. Colección A la luz de Aparecida, 10. CELAM, Bogotá D.C. 2008, 17-
33.

3
8. Liderazgo en la Pastoral Urbana – Pablo M. Etchepareborda

1.- La ‘ciudad’ cultural-religiosa de ‘los caminantes’. Son migrantes indígenas y


afroamericanos que van a la gran ciudad. Cuando llegan a ella pronto experimentan la
exclusión de la urbe que los considera nada y nadie. Poseen una gran religiosidad popular
que celebran en determinadas fechas. Pero, en lo posible, vuelven a su tierra donde
pueden celebrar las fiestas y así afirmar su identidad y dignidad personal (DA 454),
socializarse y ser reconocidos. Son verdaderos ‘caminantes’, de ahí el nombre con el que
se les identifica.

2.- La ‘ciudad’ cultural-religiosa de ‘los creyentes sin iglesia’. Los miembros de esta
‘ciudad’, son bautizados, se dicen católicos; no obstante, no se interesan demasiado ni
por las enseñanzas, ni por la moral, ni por los ritos litúrgicos de la Iglesia católica.
Aparecida los engloba bajo el término de ‘alejados’ (DA 173). La urbe se les evidencia
como obra humana, construida por el hombre y la mujer, abandonados a su suerte; lo que
ahí se logra es solo resultado del propio esfuerzo. La ciudad los excluye y muchas veces
recurren a los templos católicos para alguna celebración y con frecuencia viven
situaciones-límite de todo orden que buscan resolver religiosamente, sin re-ligar el
fenómeno urbano con Dios. Para encontrar en ellos el espacio para sentirse alguien en
medio de la gran ciudad.

3.- La ‘ciudad’ de la ‘religión del cuerpo’. Abarca miles de grupos de las más variadas
denominaciones (DA 185, 232); se trata de grupos compuestos por bautizados que han
salido de la Iglesia (DA 185, 127), que brotan continuamente por todas partes de la urbe.

El documento va a lo concreto: “en estos grupos son acogidos en forma personal;


fraternalmente; son valorados; les hacen sentir que los aceptan y los incluyen, se les dan
responsabilidades; profundizan la Palabra de Dios; se les adoctrina no en forma fría y
teórica, sino como herramienta para hacerlos crecer espiritual, personal y comunitario”
(cf DA 226 b.c.); “parece que los reencantan, pues se sienten invitados a volver a estos
grupos” (cf DA 226 d).

El cuerpo juega un papel determinante, tanto como destinatario del milagro, obra de Dios,
como de significante de la nueva vida —el cuerpo sanado— activado en movimientos y
gestos. Estos cultos pueden no parecerse en sus doctrinas, lo que sí los unifica es la
importancia y la centralidad del cuerpo.

4.- La ‘ciudad’ de la ‘religión secular’. La descripción de esta ciudad se encuentra en


diversos números del documento de Aparecida. Se dice que sus integrantes, casi todos
bautizados (127), afirman que la fe es irracional (494); que buscan el rostro de Dios, sin
embargo lo hacen interpelados por nuevos lenguajes del dominio de la técnica (35) y de
la razón; que tienen otros códigos de lenguaje (100d); que desearían el repliegue de la
Iglesia a ‘lo íntimo y privado’ (504); que los espacios de diálogo con la razón son las
universidades católicas (498). Un sector de esta ‘ciudad’ “cree que puede operar como si
Dios no existiese” (42).

Aunque algunos se dicen ateos o no creyentes, buscan sin embargo un sentido de su vida
y esto es religioso. Son pues practicantes de una religión secular. Desplazan el
simbolismo religioso sagrado y lo suplantan por un simbolismo profano.

La exclusividad que atribuyen a la razón, los lleva frecuentemente a la insensibilidad ante


el dolor de los demás. Son promotores de organismos que buscan aliviar el sufrimiento
humano a través de institutos y organizaciones no gubernamentales.

4
8. Liderazgo en la Pastoral Urbana – Pablo M. Etchepareborda

5.- La ‘ciudad’ de la ‘religión postmoderna’. El documento de Aparecida la califica como


‘la sociedad de las sensaciones’, ya que su centro afectivo es el cuerpo y sus sentidos,
pero no como objeto de curación, sino como instrumento y espacio de plenitud sensorial.
Para éstos, el cuerpo se ha convertido en la obra maravillosa que puede uno mismo
adornar —tatuajes y dijes—. Sus espacios afectivos y sus símbolos son netamente
seculares. Es un ateísmo masivo, pero no racional como en el mundo de la cultura
moderna, sino existencial, es decir, como forma normal de vivir.

Se caracteriza por “la autoreferencia del individuo, que conduce a la indiferencia por el
otro, a quien no necesita, ni del que se siente responsable; prefiere vivir de día en día; sus
relaciones humanas son objeto de consumo” (46).

Viven el espacio y el tiempo urbanos como el único recurso para afirmar su ser-sujeto, su
individualidad, ya que sienten que el único sujeto merecedor de su atención es el yo-
mismo.

Sus integrantes, juventudes y adolescencias urbanas, buscan alcanzar una especie de


salvación aquí y ahora; “tratan de descubrir la certidumbre en una época de
incertidumbre”4.

Los principales centros que la urbe construye para esta ‘ciudad’ y que se ven favorecidos
por una respuesta masiva son: los estadios de fútbol, los antros, los foros para festivales
musicales, los centros paradisíacos de turismo, las clínicas de embellecimiento corporal,
las plazas para megashows, los malls o grandes centros comerciales.

6.- La ‘ciudad cultural-religiosa de los guetos’. Es el bloque que percibe el lado caótico
de la urbe. En ocasiones, destruyen no sólo la convivencia humana sino a otros excluidos
como ellos. Ser punk, darketo, sket, sketo, graffitero, emos, góticos, niño de la calle, sexo
servidora, pandillero, gente que vive en la calle, es otra manera de ser frente a un ser-
citadino que se siente normal en la más completa anormalidad urbana.

Existe otro tipo de grupos que la sociedad los excluye y los señala con bastante crueldad
y desprecio: los homosexuales, las lesbianas, los travestis, los contagiados de VIH-SIDA.

Tienden a buscarse y ayudarse. El entorno de la cruel exclusión urbana los lleva a la


desilusión respecto a los bienes de la ciudad y a la bondad de sus habitantes, incluidos
sus propios familiares. Algunos luchan entonces por derechos culturales, ya que los
derechos humanos les están negados: el derecho a ser homosexual o lesbiana, a elegir
sexo, a unirse legalmente como sociedad conyugal y adoptar hijos, a optar por morir libre
y dignamente. Periódicamente organizan marchas y desfiles en los que exhiben símbolos
que hieran la visión cultural de otras ‘ciudades cultural-religiosas’.

7.- La ‘ciudad cristiana’, nuestra Iglesia. Aparecida la describe como “un grupo limitado
que llega a nuestra celebración dominical y reconoce a sus obispos como pastores” (171.
175), que se reúne para partir el Pan de la Palabra y de la Eucaristía y persevera en la
catequesis, en la vida sacramental y la caridad (175); que en la evangelización, en la
catequesis, en la pastoral de este grupo persisten lenguajes poco significativos para la

4
G. BALANDIER, El desorden. La teoría del caos y las ciencias sociales, Gedisa, Barcelona, España, 2ª
Reim. 1996, p. 214-215.

5
8. Liderazgo en la Pastoral Urbana – Pablo M. Etchepareborda

cultura actual, moderna y postmoderna; por lo que debe asumir la cultura actual, “con un
lenguaje que comprendan nuestros contemporáneos” (480).

A estos cristianos es a quienes directamente va dirigido el Documento de Aparecida. A


ellos se les convoca a convertirse en discípulos misioneros, y a realizar una Misión
continental. Con este propósito los anima cuando juzga el fenómeno de la urbe que se ha
analizado.

Este análisis permite ver que para hacer una pastoral urbana no podemos concebir
solamente que en la ciudad existe una cultura homogenea y mucho menos una
religiosidad única y compacta. La mirada del pastor tendrá que agudizarse para poder
decubrir estas realidades y la creatividad que otorga el Espíritu lo conducirá a encontrar
caminos de evangelización. Pero no tendrá que hacerlo solo, sino con una comunidad con
la cual pueda rezar, analizar, dialogar y discernir los pasos para un anuncio alegre de la
Buena Noticia.

SALIR AL ENCUENTRO DE LAS PERIFERIAS


Desde el comienzo del Magisterio del Papa Francisco esta invitación de ir a las periferias
del mundo y existenciales es una propuesta para toda la Iglesia y todos en la Iglesia. No
sólo lo predica sino lo vive. Lo vemos en sus primeros gestos: ir a Lampeduza donde
llegan los náufragos, ir a las fabelas de Rio de Janeiro, llegar a las cárceles y tantos otros
gestos más que señalan que no es solo un discurso sino un estilo de vida que desea se
plasme en toda la comunidad eclesial de todo el mundo.
En esta línea se impone una evangelización que ilumine los nuevos modos de relación
con Dios, con los otros y con el espacio, y que suscite los valores fundamentales. Es
necesario llegar allí donde se gestan los nuevos relatos y paradigmas, alcanzar con la
Palabra de Jesús los núcleos más profundos del alma de las ciudades. No hay que olvidar
que la ciudad es un ámbito multicultural.
Para llevar la alegría del Evangelio hay que salir a la calle y no esperar a que la gente
vaya a los templos. Proponer y no imponer. Entusiasmar.
En la calle se encuentran variadas formas culturales que conviven de hecho, pero ejercen
muchas veces prácticas de segregación y de violencia. La Iglesia está llamada a ser
servidora de un difícil diálogo.
Por otra parte, aunque hay ciudadanos que consiguen los medios adecuados para el
desarrollo de la vida personal y familiar, son muchísimos los «no ciudadanos», los
«ciudadanos a medias» o los «sobrantes urbanos», los «invisibles». Frente a esta
dicotomía la comunidad eclesial deberá convertirse en servidora de la inclusión.
Pero vivir a fondo lo humano es introducirse en el corazón de los desafíos como fermento
testimonial, en cualquier cultura, en cualquier ciudad. Cuando se da esta inculturación
podemos decir que el intercambio mejora al cristiano y fecunda la ciudad.
Renovarse implica aprender a dialogar con la diversidad de culturas, lenguajes, símbolos,
valores e imaginarios urbanos que conviven hoy en la ciudad
La premisa, no es salir a romper esquemas, sino tratar de entender las nuevas realidades.

6
8. Liderazgo en la Pastoral Urbana – Pablo M. Etchepareborda

DINÁMICA DE LA ENCARNACIÓN
La comunidad de los discípulos misioneros de Jesucristo encuentra en él el modelo de
todo evangelizador. El Señor para poder mostrar a todos el amor del Padre dejó el cielo
y se abajó tomando la condición de servidor. Como sabemos se encarnó, es decir asumió
lo humano. Así el Hijo de Dios se hizo hombre para que seamos hijos de Dios. En la
encarnación el Verbo asume, redime y eleva. Así el camino que tiene que recorrer la
Iglesia es entrar en la vida de la ciudad para anunciar el kerygma, invitando a descubrir
que el Padre nos ama y quiere nuestra felicidad.

A.- La inculturación del Evangelio


“La Iglesia deberá inculturar el Evangelio en la ciudad y en el hombre urbano. El proceso
de inculturación abarca el anuncio, la asimilación y la re-expresión de la fe” (SD 256).
La parroquia urbana debe ser más abierta, flexible y misionera, permitiendo una acción
pastoral transparroquial y supraparroquial. Además, la estructura de la ciudad exige una
pastoral especialmente pensada para esa realidad (SD 257).

B.- Jesús modelo de evangelizador encarnado cuando se encuentra con la gente en


la calle.
El Señor en su caminar en las ciudades y entre los hombres nos enseña cómo debe ser la
actitud del animador/líder/pastor. Algunos pasajes del Evangelio son muy expresivos:
La imagen de Zaqueo que se encuentra con Jesús. La fe hará que Zaqueo deje de
ser un vendepatria al servicio propio y del imperio y pase a ser ciudadano de
Jericó, estableciendo relaciones de justicia y solidaridad con sus conciudadanos.
La imagen de Bartimeo. Por la fe Bartimeo deja de ser un marginal tirado al borde
del camino y se convierte en protagonista de su propia historia, caminando con
Jesús y el pueblo que lo seguía.
La imagen de la hemorroisa. Por la fe la hemorroisa se incluye en una sociedad
que discriminaba a la gente por ciertas enfermedades consideradas impuras. 5

LOS AGENTES PASTORALES (DA 518)


Nos damos cuenta que para lograr un estilo pastoral adecuado a la realidad urbana exige
un cambio de paradigma de los agentes de pastoral. Estos tendrán que esforzarse en
desarrollar:
Estilo pastoral adecuado, lenguaje adecuado, estructuras renovadas, prácticas
y horarios a la medida de quienes lo necesitan. Servicio de atención, acogida,
dirección espiritual de respuesta.
Servicios a actividades propias. Cercanía y acompañamiento, sin miedo.
Sectorización de parroquias, descentralización de servicios. Llegar a lugares
cerrados.

5
Francisco. “Discurso a los participantes del Congreso Internacional de Pastoral de las grandes ciudades.”
Roma 27 de noviembre de 2014.

7
8. Liderazgo en la Pastoral Urbana – Pablo M. Etchepareborda

Plan de pastoral orgánico, articulado, integrado.


Iniciación cristiana y formación permanente a través de un proceso gradual de
formación cristiana.
Formación y acompañamiento de laicos, multiforme y flexible. Atención de
laicos con su especificidad.
Presencia profética, sobre todo en los centros de decisión de la ciudad.
Formación de los futuros presbíteros.

Los discípulos misioneros (animadores, líderes, pastores) se encuentran con núcleos


pastorales que los interpelan y a los cuales tendrán que dar una respuesta. Porque donde
hay un derecho de un fiel existe un deber del pastor.6

A.- La conversión de una “pastoral en la urbe” a “una pastoral urbana”


pasar de la perspectiva territorial al horizonte cultural en sus distintas
dimensiones;
pasar del mensaje verbal a los variados lenguajes simbólicos y
testimoniales;
pasar de la centralización en sedes y templos a la misión desde las periferias
y a las casas;
pasar de un clericalismo pastoral a un efectivo protagonismo
corresponsables de todos los bautizados y bautizadas;
pasar de un estilo vertical de información a la comunicación y la auto-
comunicación horizontal en las formas de las redes sociales;
pasar de una pastoral conservadora y rutinaria a una pastoral misionera y
creativa.

B.- Los pobres son evangelizadores urbanos


Supone reconocerlos como aquellos que nos ayudarán a descubrir las formas concretas
del encuentro con Dios en la ciudad. Ellos y ellas, en sus clamores y en sus búsquedas,
nos anuncian un kerygma que hace eco en aquellos que salen a encontrarlos con un
corazón abierto. El pobre es pues el evangelizador de una Iglesia que se encuentra en la
ciudad.

C.- La religiosidad popular


El desafío es doble: ser acogedores con los pobres e inmigrantes —la ciudad, en general,
no lo es, rechaza— y valorar su fe. Es muy probable que esa fe esté mezclada con
elementos del pensamiento mágico e inmanente, pero debemos buscarla, reconocerla,
interpretarla y seguramente también evangelizarla. En la fe de estos hombres y mujeres
hay un potencial enorme para la evangelización de las zonas urbanas.

6
C. M. Galli. “La sinodalidad en la vida de la Iglesia” Charla en la Escuela Universitaria de Teología.
Mar del Plata, 17 de mayo de 2018.

8
8. Liderazgo en la Pastoral Urbana – Pablo M. Etchepareborda

D.- Una Iglesia urbana, misericordiosa y samaritana


Dios vive en la ciudad. Hay que ir a buscarlo y detenerse allí donde trabaja.
Debemos descubrir, en la religiosidad de nuestros pueblos, el auténtico sustrato religioso,
que en muchos casos es cristiano y católico.
Comenzar valorando las semina Verbi sembradas por el Espíritu del Señor.
De allí podemos comenzar el diálogo evangelizador, como hizo Jesús con la samaritana
y seguramente con muchos otros más allá de Galilea. Y para el diálogo evangelizador es
necesaria la conciencia de la propia identidad cristiana y también la empatía con la otra
persona.

CONCLUSIÓN
A modo de conclusión podemos hablar de tres conversiones que la Iglesia debe asumir
para realizar una pastoral urbana:
Primera Conversión: Disminuir su lenguaje verbal y acrecentar su lenguaje simbólico-
testimonial. La gente no busca verdades sino lo que le de sentido, plenitud y felicidad.
Aquí habrá que descubrir cómo presentar a un Jesús que vale la pena seguir.
Segunda Conversión: Volver a ser comunidad cristiana de hermanos y hermanas que,
juntos, disciernen necesidades de su entorno y buscan responder al mundo con la actitud
de servicio de Jesús; construirse ad intra tanto cuanto es requerida por el ad extra.
Tercera Conversión: Volver a ser Iglesia de casa, una casa de puertas abiertas. Lugar
del encuentro, la celebración, la alegría, la fraternidad. Donde se llega para compartir,
reponerse, tomar fuerzas y volver al encuentro de los que buscan al Señor.

_________________________
BIBLIOGRAFÍA DE CONSULTA
V. R. Azcuy (coord.); Ciudad Vivida: Prácticas de Espiritualidad en Buenos
Aires. Editorial Guadalupe, 2014.
J. M. Bergoglio. “Palabras iniciales del Sr. Arzobispo de Buenos Aires en el
primer congreso regional de pastoral urbana. Dios vive en la ciudad”, Buenos
Aires 25 de agosto de 2011, en C. M. Galli; Dios vive en la ciudad. Hacia una
nueva pastoral urbana a la luz de Aparecida y del proyecto misionero de
Francisco. Agape Libros, Buenos Aires, 2014. 399-412.
B. Bravo. La Pastoral urbana. Colección A la luz de Aparecida, 10. CELAM,
Bogotá D.C. 2008, 17-33.
D. Castagna. “Pastoral en la gran ciudad”, Criterio 1633/4 (1971) 795-797.
CELAM, Departamento de Cultura y Educación – Sección Cultura; “Encuentro
sobre cultura urbana y conversión pastoral. A la luz de Aparecida, en el horizonte
de la Misión Continental”, en Buenos Aires del 1 al 5 de marzo de 2010. En
Revista Teología, Tomo XLVII, No 102, Agosto 2010, 209-215.

9
8. Liderazgo en la Pastoral Urbana – Pablo M. Etchepareborda

CELAM. Seminario Interdepartamental Presencia de la Iglesia en la ciudad.


Documento final. Bogotá, 18-23 de agosto de 2014.
C. M. Galli; “La pastoral urbana en la Iglesia Latinoamericana. Memoria
histórica, relectura teológica y proyección pastoral” en Revista Teología, Tomo
XLVII, No 102, Agosto 2010, 73-129.
C. M. Galli; Dios vive en la ciudad. Hacia una nueva pastoral urbana a la luz de
Aparecida y del proyecto misionero de Francisco. Agape Libros, Buenos Aires,
2014.
Francisco. “Discurso a los participantes del Congreso Internacional de Pastoral de
las grandes ciudades.” Roma 27 de noviembre de 2014.
J. Seibold, “Pastoral comunitaria urbana. Desafíos, propuestas, tensiones”, en:
Espacio de pastoral urbana - Primer Congreso Interamericano de Pastoral Urbana,
La Urbe, desafío a la misión de la Iglesia en el umbral del siglo XXI, México, 2
al 6 de julio de 2001, 1-23.

10

También podría gustarte