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El valor de la solidaridad
La solidaridad es un valor que consiste en dar ayuda a quien lo necesita sin esperar recibir nada a cambio.
Es la base de la sociedad humana si se tiene en cuenta que cuidándonos unos a otros es que podemos
sobrevivir.
Es uno de los valores más importantes ya que a partir de ella la sociedad funciona más armoniosamente.
Trabajar en equipo, compartir, ceder, respetar, colaborar, donar, comprender. Son actitudes que debemos poner en
practica en la familia, escuela y dentro de la comunidad.
La solidaridad debe ser enseñada y transmitida a los niños sobre todo a través del ejemplo. Los
padres deben ejercitar la solidaridad entre ellos, con sus hijos, vecinos, amigos y otros
familiares. Es el ejercicio que más fomenta la interiorización de los valores en los niños.
Es necesario que los padres enseñen a los niños a ponerse en el lugar del otro y eso puede
empezar por ellos mismos. A partir de los 2 años de edad, los niños ya empiezan a tener más
conciencia del otro, de conductas como el compartir, asistir, colaborar, ayudar, etc. Ese es un
buen momento para empezar.
Ser solidario debe ser una regla como las demás normas de educación.
Actividades
1.Escribe las preguntas en tu cuaderno y responde.
C V Y I O O P T U O G C
O H C F E I R U F S D O
M F E V S R G D D S S M
P G D G A S B D K B G P
R H E D O N A R F H H A
E J R T G F V V D H M R
N O E I P T U U F G B T
D P J L O F O P V B C I
E C C O L A B O R A R R
R V V M J K P W J N S N
A X R E S P E T O X C B
5.Escribe
la actitud de solidaridad que observas en cada una de las imágenes.
- ¿Te parece bien la actitud de papá ardilla con sus vecinos? ¿Si o no? ¿Por qué?
- ¿Qué decidieron hacer las ardillas para ayudar a los otros animales?
- ¿Cómo convivieron los animalitos con las ardillas mientras llegó la primavera?
Y entonces, un horrible
ruido despertó a los que
hibernaban: ¡una máquina
inmensa avanzaba destrozando
las plantas, volteando los
árboles y dejando sin casa y sin
abrigo a los animalitos que
despertaban aterrados y
corrían hacia cualquier lado,
tratando de salvar a sus hijitos!
Papá Ardilla abrió la puerta de su nido y vio el terror de sus vecinos. No quería que sus hijitos se asustaran, así que volvió
a cerrar y se puso a roncar.
Sus ronquidos eran más fuertes que el tronar de la máquina y sus bebés no despertaron. Mamá Ardilla le preguntó,
preocupada:
- No te preocupes y sigue durmiendo, que nuestro árbol es el más grande y fuerte del bosque y no nos va a pasar nada -
le contestó.
Pero Mamá Ardilla no podía quedarse tranquila sabiendo que sus vecinos tenían dificultades. E insistió:
- Debemos ayudar a nuestros amigos: tenemos espacio y comida para compartir con los que más lo necesiten. ¿Para
qué vamos a guardar tanto, mientras ellos pierden a sus familias por no tener nada?
Papá Ardilla dejó de roncar; miró a sus hijitos durmiendo calientitos y a Mamá Ardilla. Se paró en su cama de hojas y le
dio un beso grande en la nariz a la dulce Mamá Ardilla y ¡corrió a ayudar a sus vecinos!
En un ratito, el inmenso roble del bosque estaba lleno de animalitos que se refugiaron felices en él. El calor
de todos hizo que se derritiera la nieve acumulada sobre las ramas y se llenara de flores. ¡Parecía que había llegado la
primavera en medio del invierno!
Los pajaritos cantaron felices: ahora tenían dónde guardar a sus pichoncitos, protegidos de la nieve y del frío. Así, gracias
a la ayuda de los Ardilla se salvaron todas las familias de sus vecinos y vivieron contentos.
Durmieron todos abrazaditos hasta que llegara en serio la primavera, el aire estuviera calientito, y hubiera comida y agua
en abundancia.
FIN