Está en la página 1de 51

TEMA 12:

LA COMPETEMCIA

Aptitud de una autoridad pública para otorgar actos jurídicos. Con este
sentido amplio se puede hablar de la competencia de un prefecto alcalde o
rector de academia, tanto como de la competencia de un tribunal o corte. En
este último caso, la expresión significa el poder reconocido a una jurisdicción
para instruir y juzgar un proceso.

—ratione materiae (o de atribución; llamada también a veces competencia


absoluta) [ratione materiae (ou d'attribution; appelée aussi quelquefois
competence absolue)].

Latín jurídico moderno.

Competencia de un tribunal según el orden, grado y naturaleza de su


jurisdicción. El orden divide las jurisdicciones en civiles, penales y
administrativas; el grado las divide en jurisdicciones de primera instancia y
de apelación (el recurso de casación no constituye un tercer grado de
jurisdicción); la naturaleza da lugar a la distinción entre las jurisdicciones de
derecho común (tribunales civiles) y las de excepción (justicia de paz,
tribunales de comercio, consejos de prudhommes, etc.).

—ratione personae vel loci (llamada también a veces competencia relativa)


[ratione personne vel loci (appelée aussi quelquefois competence relative)]

Latín jurídico moderno.

Competencia de un tribunal en relación a la situación de las partes; se fija


generalmente por el domicilio de la parte demandada (actor sequitur forum
rei), pero esta regla tiene numerosas excepciones (principalmente en materia
de derechos reales inmobiliarios, sucesiones, nacionalidad del demandado,
seguros, garantía, accidentes del trabajo, comercio, etc.).

Segunda Acepción:

I. (Encuentra su raíz etimológica en las voces latinas competentia, a


(competens, entis), relación, proposición, aptitud, apto, competente,
conveniencia. En castellano se usan como sinónimos los vocablos: aptitud,
habilidad, capacidad, suficiencia, disposición.)
En un sentido jurídico general se alude a una idoneidad atribuida a un
órgano de autoridad para conocer o llevar a cabo determinadas funciones o
actos jurídicos. Recuérdese que el «a.» 16 de nuestra C. dispone que nadie
puede ser molestado sino en virtud de mandamiento escrito de autoridad
competente.
Sin embargo, en un sentido más técnico y especializado del derecho judicial
y del derecho procesal, o mejor aún, de la llamada teoría general del proceso
-cabría reflexionar si esta denominación reiterativa sólo se justifica en un
afán didáctico de recalcar lo general de una teoría-, la figura de la
competencia debe entenderse en un sentido más restringido que el ya
mencionado, excluyendo de ella a los órganos -legislativo y ejecutivo- y a las
personas particulares individuales o ideales que tienen jurisdicción.

II. La competencia como concepto específico (frente a la idea global de


jurisdicción), obedece a razones practicas de distribución de esa tarea de
juzgamiento, entre los diversos organismos judiciales. Por otra parte, en el D.
F. antes de 1984 correspondía a los litigantes determinar el órgano idóneo,
apto, con la potestad adecuada para el negocio concreto a resolver; era
menester efectuar una escrupulosa selección de los órganos potencialmente
capaces para decidir.
En la actualidad se ha establecido un sistema de turno judicial por el que el
demandante debe presentar el escrito por el cual se inicia un procedimiento
ante la Oficialía de Partes común a los juzgados de la rama de que se trate,
para ser turnado al juzgado que corresponda, los interesados -ordena el «a.»
65 del «CPC»- pueden presentar una copia simple del escrito citado, a fin de
que dicha Oficialía se los devuelva con la anotación de la fecha y hora de
presentación, sellada y firmada por el empleado que la reciba. Los escritos
subsecuentes se presentarán ante el juez que conozca el procedimiento. Y en
el «a.» 54 de la «LOTJFC» se especifican las atribuciones de dicha Oficialía
de Partes.

III. El «CPC» estatuye en su «a.» 144: ''La competencia de los tribunales se


determinará por la materia, la cuantía, el grado y el territorio.'' Tomando en
cuenta este precepto, así como la doctrina, podemos distinguir los siguientes
criterios de competencia:
A) Materia. Es el criterio que se instaura en virtud a la naturaleza jurídica
del conflicto objeto del litigio (Carnelutti); o por razón de la naturaleza de la
causa, o sea de las cuestiones jurídicas que constituyen la materia litigiosa
del proceso (E. Pallares, Liebman); o es la que se atribuye según las diversas
ramas del derecho sustantivo (Becerra Bautista). Este criterio de distribución
del quehacer judicial toma en consideración la creciente necesidad de
conocimientos especializados, respecto de las normas sustantivas que tutelan
los intereses jurídicos involucrados en el debate sujeto a juzgamiento; así
encontramos órganos que conocen de materia civil, familiar, penal,
constitucional, administrativa, laboral, agraria, fiscal, etc.
B) Territorio. Entendido desde la óptica jurídica, el concepto de territorio,
no se restringe a la ''costra terrestre'', sino que abarca el subsuelo, la
superficie terrestre, una columna del espacio aéreo hasta los límites que los
recientes descubrimientos astronáuticos recomienden. Por otro lado, en
planos internacionales se comprenden otras instituciones como el mar
jurisdiccional, la plataforma continental, el zócalo submarino, etc. Amén del
denominado principio de extraterritorialidad por el que el territorio se
extiende al espacio que ocupan las embajadas, legaciones, ubicadas en el
extranjero; así como el de naves y aeronaves nacionales.
Además de este ámbito espacial, en cuya esfera de acción pueden producirse
los actos y sus efectos jurídicos, debe tomarse en cuenta el problema que
plantea el ángulo de distribución territorial de la competencia entre los
diversos órganos judiciales; otros principios jurídico-políticos influyen sobre
la división territorial de la competencia, como ocurre en nuestro país donde
existe una organización constitucional que establece autoridades y normas de
carácter federal y estadual, así como la creación, en algunos sectores como el
fiscal de nuevos tribunales regionales.
C) Cuantía. Aunque se ha dado lugar a una cadena de polémicas ardorosas,
en que se discute si deben plantearse distingos en torno al monto pecuniario
de los litigios a ventilarse; y así se habla de ''justicia para pobres'' y de
''justicia para ricos''; hace luengas centurias que la competencia se determina
también por este punto de vista del valor económico que pueden revestir los
negocios judiciales. En ese sentido tanto en el orden local, como en el federal
se regula por las Leyes Orgánicas del Poder Judicial esta distribución para el
conocimiento de los pleitos de mayor o menor quantium.
Naturalmente hay problemas que no tienen traducción monetaria, en los que
concretamente, el legislador tiene que definir y ordenar cuál es el juzgado o
tribunal competente para componerlas. Pensemos en la decisión sobre la
pérdida de la patria potestad de uno de los cónyuges en un divorcio, o en
instituciones semejantes que no pueden ser apreciadas en signos económicos.
D) Grado. Este vocablo en su acepción jurídica significa cada una de las
instancias que puede tener un juicio (E. Pallares); o bien el número de
juzgamientos de un litigio. También se hace referencia al ''grado de
jurisdicción'' como el lugar que ocupa un órgano jurisdiccional en el orden
jerárquico de la Administración de Justicia (De Pina) o sea, se emplea la
palabra grado como sinónimo de instancia.
Así las cosas, un sector mayoritario de tratadistas se ocupan de la
competencia funcional, como la aptitud de un órgano judicial de conocer de
los pleitos en primera -órganos inferiores-, o en ulterior instancia -órganos
superiores- (desde Wach, pasando por Kisch, Carnelutti, Calamandrei,
Rosenberg, Devis Echandía, E. Pallares).
Empero, otros autores apuntan matices de diversificación entre los criterios
funcional y de grado (Alcalá-Zamora y Castillo y Levene, hijo; Oderigo),
como por ejemplo basados en la gravedad mayor o menor de los actos
antisociales que pueden caer dentro de la competencia de distintos órganos
del orden penal.
E) Subjetivo. Ahora el punto de atribución de esta categoría de competencia
se centra en el justiciable, en el sujeto que pide justicia; o sea, para fincar la
capacidad objetiva del órgano de juzgamiento se tiene en consideración la
condición o calidad personal de las partes involucradas en el pleito, como
una reminiscencia de los denominados fueros o privilegios personales que
antaño abundaban y que en México de manera muy limitada se han
conservado, como ocurre con el «a.» 13 constitucional al regular el fuero
militar o castrense. Puede citarse también el caso del procedimiento para
menores infractores.
F) Prevención. Criterio por el que siendo legal y potencialmente
competentes para conocer de un mismo negocio varios juzgados o tribunales,
uno de ellos se anticipa a los demás y puede continuar ventilando el pleito,
excluyendo a los otros órganos. Llámase prevención, porque previene y se
adelanta a conocer antes que otros; cuya significación metafóricamente se
toma de aquel acto en que concurriendo dos o más, solicitando su preferencia
para el logro de alguna cosa, por la antelación de asistencia, lo consigue
aquel que primero interviene (E. Pallares). Otro autor le atribuye su
aplicación al principio de que el que es primero en tiempo es primero en
derecho (Gómez Lara).
G) Turno. Es otra forma de distribución de la labor judicial, por la que se
procura repartir los expedientes de asuntos entre varios tribunales que tienen
igual circunscripción territorial de competencia (Alcalá-Zamora y Castillo y
Levene, hijo) o tienen la misma competencia por razón de la materia, del
territorio, de la cuantía y del grado (Gómez Lara). Este criterio se determina
distribuyendo, por el orden de entrada de los nuevos asuntos, entre los
órganos que reúnen las características de igualdad en competencia. (v. supra
el apartado II.).
H) Funcional. Ya dejamos apuntada la opinión generalizada en cuanto
asimilar este criterio con el de grado o instancia.
Sin embargo, se afirma que el funcional se caracteriza ''por la índole de la
actividad desenvuelta por el juez o tribunal en el proceso''. En materia penal
destaca, ante todo, en las legislaciones procesales que acogen al sistema
procesal mixto o anglo-francés, la separación funcional entre la instrucción y
el juzgamiento (Alcalá-Zamora y Castillo y Levene, hijo).
En México con la desaparición de las Cortes Penales del Distrito Federal,
asimismo quedó relegada en el pasado la diferencia atribuida al juez
instructor y a la reunión de tres de ellos en una Corte Penal, para dictar
sentencia; ahora todos esos órganos tienen una forma monocrática.
I) Conexión. Figura que se discute pueda constituir otro criterio para
determinar la capacidad objetiva del órgano judicial tanto que en la
terminología común, es conocida por muchos autores como conexidad y era
estudiada como excepción dilatoria de previo y especial pronunciamiento,
«aa.» 35, 39 a 42 del «CPC», que ahora sufre modificaciones con la acertada
implantación de la audiencia previa y de conciliación regulada por los
nuevos «aa.» 272A a 272G del «CPC».
Puede haber conexidad de causas, y por ello se acumulan, cuando hay
identidad de personas (conexidad o conexión subjetiva) y acciones, aunque
las cosas sean distintas; y, cuando las acciones provengan de una misma
causa, conexidad o conexión objetiva.
Se trata de juicios diferentes, que vienen a sumarse al conocimiento de un
solo juzgado, por acumulación o prórroga (Chiovenda, E. Pallares),
pensamos en la demanda de un actor y en la reconvención de su contraparte.
J) Elección. Basado en la ley instrumental civil local, se señala que este
''fuero'', en el sentido de ''jurisdicción especial'', por el que los justiciables
hacen, antes o en el juicio mismo, la selección del juzgado que ha de
conocerlo y resolverlo (E. Pallares). Naturalmente en el caso de competencia
por materia, por cuantía, etc., entre varios órganos.
En efecto, el «a.» 156 del «CPC» establece que ''Es juez competente: I. El
del lugar que el deudor haya designado para ser requerido judicialmente de
pago; II. El del lugar señalado en el contrato para el cumplimiento de la
obligación. Tanto en este caso como en el anterior, surge el fuero no sólo
para la ejecución o cumplimiento del contrato, sino para la rescisión o
nulidad''.
K) Atípico. Este otro parámetro de especificación de la competencia ha sido
proclamado en nuestra doctrina tomando en consideración el ordenamiento
procedimental del Distrito Federal en su «a.» 149, que damite el caso de que
el tribunal de apelación, a petición de las partes, puede seguir conociendo de
un negocio en lo principal, conforme a las reglas de su clase, después de
haber resuelto una apelación ordinaria contra sentencia interlocutoria.
En principio, el tribunal de segundo grado no tiene esa competencia, pero
seguramente por una errónea interpretación de la economía procesal
(Becerra Bautista), el legislador quiso prorrogar esta competencia al tribunal
de alzada.
L) Remisión. Nuevamente el catálogo estrecho que la ley procedimental
enuncia en el «a.» 144, se amplía, y no es en contraposición, sino con
fundamento en criterios regulados por las propias normas de nuestro código
local.
La remisión tiene lugar en los casos en que se trata de establecer una
correcta capacidad subjetiva en concreto (imparcialidad) y por excusa o
recusación de un funcionario judicial, pasan los autos al que corresponde
según la Ley Orgánica de los Tribunales, o cuando por exceso en el número
de juicios que cause un tribunal, la ley ordene que el exceso se distribuya
entre los otros (E. Pallares).
M) Concurrente y exclusiva. La primera es la que tienen varios tribunales,
en principio, para conocer de cierta clase de negocios; tal es la hipótesis
prevista por el «a.» 104 de nuestra Ley Suprema, cuando en una controversia
civil (léase o mercantil) se suscite el cumplimiento o aplicación de leyes
federales y sólo se afecten intereses particulares podrán conocer también de
ellas, a elección del actor, los jueces o tribunales del orden común de los
Estados y del Distrito Federal, o los Tribunales de la Federación
(''jurisdicción concurrente''). Mientras que la segunda es la que tiene un
tribunal para dirimir determinado litigio, sin que exista otro órgano que
tenga igual competencia (E. Pallares).
N) Prorrogada. Este criterio para establecer la capacidad objetiva del
órgano jurisdiccional se concede a la manifestación de la voluntad de las
partes en virtud de la cual un juzgado queda habilitado para conocer de una
cuestión que está fuera de su competencia normal, de acuerdo con las normas
generales relativas a la misma (De Pina); como ocurre con el criterio
territorial: ''La jurisdicción (nosotros sabemos que es competencia) por razón
del territorio es la única que se puede prorrogar''

Jurisdicción y competencia
Competencia y jurisdicción.-
Como se ha visto anteriormente la jurisdicción se considera como el poder
genérico de administrar justicia, dentro de los poderes y atribuciones de la
soberanía del Estado; competencia es precisamente el modo o manera como
se ejerce esa jurisdicción por circunstancia concretas de materia, cuantía,
grado, turno, territorio imponiéndose por tanto una competencia, por
necesidades de orden practico. Se considera, entonces, tanto como facultad
del juez para conocer en un asunto dado, como también el conflicto que
puede existir por razón de competencia, como es el caso de conflicto o
cuestiones que pueden darse al respecto.
La jurisdicción es el genero, mientras que la competencia viene a ser la
especie todos los jueces tienen jurisdicción, pues tienen el poder de
administrar justicia, pero cada juez tiene competencia para determinados
asuntos.

Acepciones del Vocablo Jurisdicción

Doctrina y Ley

Doctrina.-
Jurisdicción.
Etimológicamente la palabra jurisdicción, significa decir o declarar el
derecho. Desde el punto de vista, más general, la jurisdicción hace referencia
al poder del estado de impartir justicia por medio de los tribunales o de otros
órganos, como las Juntas de Conciliación y Arbitraje, en los asuntos que
llegan a su conocimiento, pero este concepto es empírico y no penetra al
fondo del problema científico. La noción de jurisdicción ha provocado
muchas controversias y dado lugar a diversas doctrinas.
En el derecho Romano, la palabra jurisdicción significaba al mismo tiempo,
algunas de las facultades que ahora se atribuyen al Poder Legislativo y las
que tienen los tribunales. Bonjean dice: "La etimología de la palabra
Jurisdicción permite dar a esta expresión un sentido muy amplio, que
comprende el Poder Legislativo lo mismo que el Poder judicial: en efecto,
decir el derecho, es reglamentar las relaciones sociales de los ciudadanos,
sea creando la regla, sea aplicándola. De hecho, es cierto que los Romanos
no les repugnaba que sus magistrados, no tan sólo supieran el silencio de la
ley, si no que también con demasiada frecuencia modificaran la ley por medio
de edictos generales, a los que colocaban entre las leyes propiamente
dichas". Cita diversos textos de Gayo para demostrar esto último.
"La Jurisdicción es, pues, agrega, en el sentido más amplio, el poder de los
magistrados relativos a las contiendas (jurisdicción contenciosa) o relaciones
jurídicas (jurisdicción voluntaria), entre particulares, sea que este poder se
manifieste por medio de edictos generales, sea que se limite a aplicar a los
litigios que le son sometidos, las reglas anteriormente establecidas. (Tratado
de Acciones I, 51)."
Estriche: define la jurisdicción como "el poder o autoridad que tiene alguno
para gobernar y poner en ejecución las leyes; y especialmente, la potestad de
que se hayan revestido los jueces para administrar justicia, o sea para
conocer de los asuntos civiles o criminales o así de unos como de otros, y
decidirlos o sentenciarlos con arreglo a las leyes".
Caravantes abunda en las ideas de Estriche: "la palabra jurisdicción se
forma de Jus y dicere, aplicar o declarar un derecho, por lo que se dice,
jurisdictio a jure dicendo". "Es, pues, la jurisdicción, la potestad publica de
conocer de los asuntos civiles y de los criminales o de sentenciarlos con
arreglo a las leyes". " La jurisdicción se dice publica, ya por razón de su
causa eficiente, por que emana de la autoridad publica, ya por razón del
sujeto, por que quien la ejerce es persona jurídica, ya por razón del fin por
que se dirige a la conservación del orden y de la utilidad publica. Se dice que
consiste en conocer y sentenciar los pleitos, por que estos son los elementos
que constituyen la jurisdicción, Notio et judicium. Notio, es decir, el derecho
de disponer que se practiquen todas las pruebas y demás diligencias que sean
necesarias para ilustrar el entendimiento y la inteligencia del magistrado,
sobre los puntos de hechos y de derechos que los litigantes presentan a su
decisión, lo que comprende también el llamamiento a juicio de las personas
que pueden ser útiles para la recta administración de justicia, vocatio.
Judicium, esto es, la facultad de leyes, declarando el derecho que
corresponde a cada uno o aplicándole la pena en que ha incurrido". Además
de estos elementos que constituyen la jurisdicción va agregando a ella el
mando o el imperio para que tenga cumplido efecto sus prescripciones, pues
sin el serian únicamente formulas o disposiciones vanas.
Manresa y Navarro: "La jurisdicción es la potestad a que se le hayan
revestidos los jueces para administrar la justicia."
Eduardo Eichmann dice, que la "jurisdicción en su sentido subjetivo es una
parte integrante del poder jurisdiccional y contiene la facultad de juzgar,
correlativa de la legislación, por que ha de determinar en cada caso cual es
el derecho y en que relación se encuentra en el orden legal."
Guasp: "La jurisprudencia es una función publica de examen y actuación de
pretensiones." También se dice de ella "que es el especial derecho y deber
que en el Estado reside de administrar justicia".
Ugo Rocco: "La función jurisdiccional es la actividad con que el Estado,
interviniendo a instancia de particulares, procura la realización de los
intereses protegidos por el derecho, que han quedado insatisfechos por la
falta de actuación de la norma jurídica que los ampara."
Carnelutti es original en sus doctrinas sobre la jurisdicción. Basándose en la
etimología de la palabra, sostiene:
Que en los procesos ejecutivos, no actúa la jurisdicción;
Que hay jurisdicción sin proceso y procesos sin jurisdicción;
Que el Poder Legislativo ejerce jurisdicción;
Que también la ejerce los contratantes cuando celebran un contrato;
Que la jurisdicción corresponde no solo al juez si no a toda persona cuya
declaración posea el carácter de la fuente de Derecho;
Ue en los procesos cautelares a los que dan nacimiento las acciones, también
cautelares, no se ejerce la jurisdicción.
Abelardo Torre: Es la facultad de hacer justicia en los casos litigiosos. Esta
es la acepción estrictamente procesal del término y coincide poco más o
menos con la etimología del vocablo (ius, derecho; dicere, decir: decir el
derecho), por que es de hacer notar, para mayor claridad, que esta función
comprende no solo la facultad de declarar el derecho por medio de la
sentencia, si no también la de ejecutarlo por la fuerza, si fuere necesario.
Otras acepciones en que se emplea el termino jurisdicción.
El vocablo jurisdicción es empleado corrientemente en otros sentidos, siendo
los principales los siguientes:
1.- Como sinónimo de distrito o circunscripción territorial dentro del cual se
ejerce una autoridad. Así se dice que tal asunto pertenece a la jurisdicción
provincial, de la Capital, etc. En realidad, en el orden procesal esto se
denomina Competencia Territorial.
2.- Con referencia a la capacidad concreta del órgano judicial, para entender
un caso dado por razón de la materia (naturaleza del asunto). Hablando en
este sentido, se dice que un asunto es de jurisdicción civil, comercial, penal,
del trabajo, etc. Pero en términos precisos esto se denomina competencia
ratione materiae.
3.- Designando al mismo órgano de Justicia. Así se habla también de
jurisdicción del trabajo, civil, comercial, etc.

Diversas Clases De Jurisdicción

Los jurisconsultos clásicos enunciaban las siguientes clases de jurisdicción:


Contenciosa,
Voluntaria,
Eclesiástica,
Secular,
Judicial,
Administrativa,
Común u ordinaria,
Especial o privilegiada,
Forzosa o prorrogada,
Delegada,
Retenida,
Acumulativa y Privativa,
En primer grado y en segundo grado,
Territorial,
Mercantil de marina,
Militar, etc.
Atendiendo al poder del gobierno que la ejerce, se distinguen:
Jurisdicción Judicial: a cargo del Poder Judicial.
Jurisdicción Administrativa: es la ejercida por el Poder Ejecutivo a través de
diversos órganos facultados a tal fin. Así, por ejemplo, en nuestro país, tienen
funciones jurisdiccionales ciertos funcionarios de la Administración Publica.
La misma función es ejercida en ciertos casos por los tribunales militares
(jurisdicción militar); por el jefe de la policía (jurisdicción policial); etc.
Jurisdicción Parlamentaria o Legislativa: Es la que ejerce el parlamento en
caso de juicio político (en nuestro país, esta función corresponde a la
Asamblea Legislativa).
Siendo el servicio de justicia función especifica del Poder Judicial y
correspondiendo a los otros poderes sólo como excepción, se distingue:
Jurisdicción Judicial u Ordinaria: Es la ejercida por el Poder Judicial.
Constituye la regla y a ella corresponde el conocimiento de todos aquellos
litigios que no tengan establecida una jurisdicción especial.
Jurisdicciones especiales: está a cargo de los otros poderes a través de
diversos órganos. Tal es el caso de la jurisdicción administrativa, militar etc.
Y en algunos países, a un la eclesiástica.
Algunos autores, por razón de la fuente de donde surge, distinguen:
Jurisdicción eclesiástica: nace de la divinidad, y
Jurisdicción temporal o secular, que es la surgida de la ley del Estado.
Ley.-
Jurisdicción:
Se habla de jurisdicción como la facultad que tiene una persona de
administrar justicia (Jueces).
Nuestro código habla de jurisdicción:
Ordinaria,
Privativa,
Contenciosa,
Voluntaria.
Jurisdicción Ordinaria:
Es aquella que ejercen todos los jueces, aunque a la vez estos pueden ejercer
jurisdicción contenciosa la cual es la potestad de administrar justicia.
Código de Procedimientos civiles artículos 20, 21, 23 y 24.
Jurisdicción Privativa:
Actualmente solo se tiene en materia de transito, es una acción de tipo civil
pero con competencia de un juez de transita.
(También la tenemos en materia militar).
Jurisdicción contenciosa:
Es cuando se dirime un conflicto de un litigio, es decir se administra justicia
para darle solución a dicho conflicto.
Jurisdicción Voluntaria:
Se contrapone a la contenciosa, declarando la existencia jurídica de un
derecho preexistente.
Ejemplo: Cuando no se le entrega parte de la herencia al heredero, se sigue
las diligencias de declaratorias de heredero por parte del juez, es un derecho
que ya existía o las diligencias de aceptación de herencia.
4. La Competencia
Es la potestad que tiene la persona que esta legalmente investida de
administración de justicia en ciertos y determinados casos, no solo por ser
juez, lo puede ejercer en cualquier caso, esto es el criterio de competencia.
Los criterios son cuatro:
Criterio por razón de materia
Criterio por razón de territorio
Criterio por la razón de la cuantía
Criterio Funcional.
División de clases de competencia.-
Se consideraba antiguamente dividida la competencia por razón de la
materia, de calidad de las personas, y su capacidad y finalmente por el
territorio. Sin embargo, la clasificación mas aceptada es la considerada como
la competencia objetiva en cuanto al valor y la naturaleza de la causa;
competencia territorial. Otras clasificaciones aunque tienen valor
doctrinario, no se ajustan a la realidad, a una sistemática clasificación como
la anteriormente mencionada.
Competencia objetiva, funcional y territorial.-
La competencia objetiva es la que se encuentra determinada por la materia o
el asunto, como la cuantía, elementos determinantes. Así tenemos que para
los asuntos civiles y comerciales en el país, son competentes los jueces
especializados en lo civil así como para los asuntos penales lo serán los
especializados en lo penal y para los asuntos laborales los que conocen de
esta especialidad, ahora incorporadas por tal razón dentro del Poder Judicial
totalmente unificado.
El criterio de cuantía es determinante para la competencia de un juzgado,
pues mientras estas cuantía sea mínima, tendrá la competencia el juez de paz,
mientras que si pasa el limite señalado establecido por la ley, será
competencia del juez de Primera Instancia. En nuestro ordenamiento
procesal, se dan las reglas para determinar el valor del juicio, en ese caso de
dificultad, contenidas en los nuevos reglamentos procésales.
La competencia funcional, corresponde a los organismos judiciales de
diverso grado, basada en la distribución de las instancias entre varios
tribunales, a cada uno de los cuales le corresponde una función; cada
instancia o grado se halla legalmente facultado para conocer determinada
clase de recursos (Primera Instancia, Corte superior, Corte Suprema).
Sin embargo, puede ocurrir, por excepción, que originalmente puede iniciarse
una controversia directamente en la instancia superior o suprema, justificado
por cierta situación en el juzgado de personeros del estado a quienes se les da
un trato preferente, como es el contemplado en el articulo 114 de la L.O del
P.J anterior.
Las disposiciones sobre competencia, son imperativas con lo que se quiere
explicar que deben ser atacadas necesariamente; si un tribunal carece de
competencia, debe inhibirse y los interesados en su caso están asistidos del
perfecto derecho de ejercer los recursos y acciones que creyeran
convenientes.
Las normas pertinentes contenidas en la Ley Orgánica del Poder Judicial,
fijan en nuestro país, los grados o instancias de los Juzgados de Primera
Instancia, Cortes Superiores y Corte Suprema.
Competencia Territorial.- Se justifica por razones geográficas o de territorio
en la que se encuentra distribuidos los juzgados y tribunales superiores de
cualquier país; se refiere a esta clase de competencia únicamente a los
organismos de primera instancia puesto que los tribunales superiores
intervienen solo en razón de su función. El Perú esta dividido en 20 distritos
judiciales que no necesariamente corresponde a la división política del país.
Antiguamente esta competencia se conocía con el nombre de fuero; había el
fuero general y el especial; el fuero general ha sido el domicilio del
demandado en que podía ser emplazado para cualquier clase de procesos; el
fuero especial constituía la excepción; a estos fueros se agregaban los fueros
en razón de la persona o de sus bienes.
En nuestro país, se acepta como norma general que el domicilio del
demandado es el componente para que se tramite legalmente un proceso civil
o mercantil con atingencias en cuanto al domicilio señalado en el Código
Civil en sus artículos 33 y siguientes, salvo la excepciones que pueden darse
en los nuevos cuerpos legales normativos.
Para los casos del fuero instrumental, o sea para la prestación de la
obligación contractual o cuasi contractual, se sigue la misma norma de ser
competente el juez del domicilio de la persona a la cual se demanda
(domicilio del demandado), pero en nuestro país puede a elección demandar
ante el juez del lugar señalado para el cumplimiento de la obligación; o ante
el juez donde desempeña la administración, en las demandas sobre rendición
y aprobación de cuentas.
Criterios para fijar la competencia.-
Siendo el principio de legalidad el determinante de la competencia; en los
Arts 6 y 7 del Código Procesal Civil vigente los que señalan la
irrenunciabilidad y la indelegabilidad de las mismas salvo casos
expresamente previstos en la ley o en sus convenios internacionales
respectivos.
Los criterios para fijar competencia según el C.P.C son:
Materia
Territorio
Cuantía
Grado
Conexión entre los procesos.
Competencia por razón de materia.-
Este criterio deduce el nacimiento de un derecho, en una determinada área,
teniendo trascendencia jurídica o consecuencia jurídica.
Diferenciar área civil con mercantil. Mercantil área cuantificada en masa,
ejemplo anuncios de periódicos, soluciones de problemas económicos, etc.
Cuando el instrumento sea un titulo valor será eminentemente mercantil por
el animo de lucro.
Actos neutros, contratos que surgen entre empresas mercantil y un particular
puede ser competente el juez de lo civil como de lo mercantil.
Este factor se determina por la naturaleza de la pretensión procesal y por las
disposiciones legales que la regulan, resto es, se toma en cuenta la naturaleza
del derecho subjetivo hecho valer con la demanda y que constituyen la
pretensión y norma aplicable al caso concreto.
Competencia por razón de territorio.-
Por regla general el Juez competente para conocer es él del domicilio de la
parte demandada, Art. 35 y siguientes del código de procedimientos civiles.
La razón de ser de este tipo de competencia es la circunscripción territorial
del juez recogiendo el vigente CPC el criterio subjetivo y objetivo; en primer
caso tiene en consideración el domicilio de la persona o litigante demandado
o por excepción demandante, como por ejemplo en procesos sobre
prestaciones alimenticias. En el segundo prima el organismo jurisdiccional
de la sala o tribunal como por ejemplo las salas de la corte suprema tienen
competencia en toda la republica, en tanto que una sala superior solo en el
distrito judicial correspondiente y un juzgado correspondiente y un juzgado
de provincia tan solo ella.
Sin embargo este criterio territorial es flexible y relativo, admite por convenio
que sea prorrogado, a diferencia del criterio anterior que resultaba inflexible
y absoluto.
El nuevo CPC contiene en relación al criterio de competencia territorial que
tratándose de personas naturales:
Si el demandado domicilia en varios lugares, pude ser demandado en
cualquiera de ellos.
Si carece de domicilio o este es desconocido, es competente el juez del lugar
donde se encuentre o del domicilio del demandante, a elección de este ultimo.
Si domicilia el demandado en el extranjero, es competente el juez del lugar
del ultimo domicilio que tuvo en el país.
Tratándose de personas jurídicas regulares demandadas es el juez
competente el del lugar en que la demanda tiene su sede principal sobre
disposición legal en contrario y si tiene sucursales en el domicilio principal o
ante el juez de cualquiera de esos domicilios.
Para casos de personas jurídicas irregulares o no inscritas es el juez
competente el del lugar en donde se realiza la demanda.
Hay, así mismo, reglas para los casos de sucesiones demandadas,
estableciéndose sobre el particular que es el juez competente el del lugar en
donde el causante haya tenido su ultimo domicilio en el país señalándose que
esta competencia es improrrogable.
Tratándose de expropiación de bienes inscritos es juez competente el del
lugar en donde el derecho de propiedad se encuentra inscrito y si se hallare
escritos el juez donde se halle el bien situado
En casos de quiebra y concurso de acreedores, si se trata de comerciantes, el
juez del lugar donde el comerciante tiene su establecimiento principal. Si no
fuera comerciante, el juez del domicilio del demandado
Si se tarta del Estado como demandado y no teniendo este privilegios de
antaño en que solo podía serlo ante jueces civiles de la Capital de la
Republica, si el conflicto de intereses tiene su origen en una relación jurídica
de derecho publico, es juez competente el del lugar donde tiene su sede la
oficina o repartición del Gobierno central, Regional o Local.
Si tiene su origen el conflicto de intereses en una relación jurídica de derecho
privado, se aplicara las reglas generales de la competencia por razón de
territorio.
Si se tarta de órgano constitucional autónomo o contra funcionario publico
que hubiera actuado en ejercicio de sus funciones, se aplicaran las normas
anteriores.
La competencia para títulos de ejecución (Art. 713) si se trata de ejecución de
resolución judicial firme (Art. 714) se ejecutan ante el juez de la demanda.
Sin embargo, como se homologa a los "laudos arbítrales firmes" tal ejecución
en caso de incumplimiento y teniendo el juez exclusivamente "Ius Imperium"
Será competente el juez especializado civil del lugar donde se deba ejecutar y
funcionando la mesa de partes única como sede en la Capital de la Republica
el que por racionalización resulte pertinente ya que el factor anterior del
"turno" ha sido eliminado.
Finalmente dentro del criterio de la competencia territorial, tratándose de
procesos no contenciosos, es juez competente el del lugar del domicilio de la
persona que lo promueve o en cuyo interés se promueve salvo disposición
legal a pacto en contrario.
Competencia por razón de cuantía.-
En materia civil cuya cantidad no exceda de ¢ 10,000.00, ni sea de valor
indeterminado, conocerán los jueces de paz un juicio verbal. Art. 474 del
código procesal civil.
Cuando en valor de la cosa litigada exceda de ¢10,000.00 y no pase de
¢25,000.00 conocerá el juez de paz de primera instancia en juicio sumario,
Art. 512 del código procesal civil.
Para un mejor entendimiento de este criterio debemos diferenciar los tipos de
juicio civiles, ya que estos se dividen en:
Ordinarios y
Extraordinarios.
Ordinarios:
Es aquel en que se observan en toda su plenitud la solemnidades y tramites de
derecho.
Extraordinarios:
Se dice aquel en que se procede con más brevedad y con tramites más
sencillos. Estos se dividen en:
Ejecutivos: Las pretensiones del valor determinado sin importar la cantidad.
Sumarios: De ¢ 10,000.00 hasta ¢ 25,000.00, conocerá el juez de primera
instancia.
Verbales: Que no exceda de ¢ 10,000.00 conocerá el juez de paz
El criterio de la cuantificación del asunto o conflicto de intereses para fijar la
competencia, abarca de un lado de la cuantía propiamente dicha y de otro
procedimiento en que se debe sustanciar el caso en concreto.
Tratándose de sumas de dinero el índice de la Unidad Referencial Procesal
(URP) determina que hasta 50 URP es de competencia del juez de paz; sumas
superiores corresponden a los jueces especializados civiles.
Sin embargo como los procesos de conocimiento se subdividen en:
De conocimiento propiamente dicho cuando la estimación patrimonial sea
mayor a las 300 URP
Abreviado si la estimación patrimonial es mayor de 50 URP pero inferior a
los 300 URP
Sumarísimos en relación a la cuantía según disposiciones que el CPC señala
al respecto
La cuantía también es factor de competencia en los procesos ejecutivos y el
índice referencial esta referido a montos inferiores o superiores a las 50 URP
También para loa procedimientos no contenciosos se tiene en cuenta tal
limitación cuantitativa referencial.
Competencia por razón de grado.-
Denominado este criterio competencia funcional se relaciona con el nivel o
jerarquía de los organismos jurisdiccionales pues existen juzgados de
primera instancia o especializados civiles; Salas Civiles o mixtas de las
cortes superiores (segunda instancia) y las salas civiles de la Corte Suprema
que con fines exclusivamente académicos llamamos "tercera instancia" que
ejercen su función dentro del marco de las otras competencias.
Por lo general están considerados gradualmente y órganos superiores
revisores y no originarios, pero para ciertos asuntos como el caso de las
acciones contenciosas administrativas y responsabilidad civil (de índole
indemnizatorio) son originarias.
La Ley Orgánica del Poder Judicial al respecto resulta conveniente
consultarla y prioritariamente la Constitución Política en cuanto a la
organización básica del Poder Judicial se refiere.
Competencia por razón conexión.-
Tanto respecto de las "pretensiones" conexas por razón de litis consorcio o
entre una principal y otras accesorias, se presentan los casos que el principio
de legalidad deba normarse cual es el juez competente.
El juez que debe conocer de los procesos a acumular también resulta de
interés para analizar la competencia por razón de conexión.
En todos estos casos orientan los principios de economía procesal y unidad
de criterio con la que deben resolverse los asuntos conexos .
Antes de ocuparnos de los cuestionamientos de la competencia, debemos
señalar que el nuevo CPC no regula ya como factor de competencia el
criterio del turno tan conocido antes en Lima y las principales ciudades del
país, se ve el funcionamiento de una mesa de partes única; se trata de una
racionalización interna y los medios informáticos y los medios informáticos
así permiten así eliminar un régimen no compatible ahora con los cambios
tecnológicos vigentes contemporáneos en la Administración de Justicia y al
Proceso Civil.
Cuestionamiento de la competencia .-
Superando los dos métodos de cuestionar la competencia civil que existe que
extensamente fue analizado con el Código de Procedimientos Civiles de 1912
derogado, a través de la contienda de competencia y declinatoria de
jurisdicción, en el nuevo código de 1993, se distingue con nitidez que los
factores y criterios del tema anterior por razón de materia, cuantía, y grado
son de carácter inflexible y absoluto dada su naturaleza imperativa pero ello
no ocurre en relación al territorio, por establecerse en función de las partes y
en exclusivo interés de las mismas.
Es así que la competencia territorial es susceptible de prorroga así como de
renuncia y puede ser reclamada y cuestionada por las partes en el proceso no
solo como excepción que es un medio de defensa que procede también otros
factores, sino también mediante la inhibitoria del juez que se lo que nos
interesa acá, siempre que se plantee dentro de plazo una vez recepcionado el
exhorto de notificación.
Se trata de:
Conflicto de competencia positivo
Conflicto de competencia negativo
Conflicto positivo de competencia.-
El tramite de la INHIBITORIA consiste en que el demandado, notificado con
la demanda que desde luego ha sido admitida y procedente, puede acudir ante
el juez que considera competente para tal caso y le solicita que promueva la
inhibitoria del juez ha ordenado notificándolo con la demanda.
Es su derecho siempre que tal pedido de inhibitoria lo formule dentro de 05
días del emplazamiento más el termino de la distancia y fundamentando su
petitorio de inhibitoria, adjunte los medios probatorios pertinentes o lo que
nosotros denominamos prueba periférica, coyuntural, especial o concreta
solo a la "inhibición" y criterios legal sobre la misma, teniéndose en cuenta
que la "competencia" es uno de los presupuestos de todo proceso civil.
Conforme al nuevo CPC el juez puede rechazar de plano la inhibitoria si se
ha formulado fuera de plazo, esto es, cuando es manifiestamente
extemporánea y temeraria según el Art. 38 del Código vigente
La inhibitoria de ser admitida por el pretendido juez a quien el demandado
acude se tramita así:
Oficio al juez que conoce del proceso y le solicita que se inhiba
En el oficio le pide la remisión del expediente que incipientemente esta
tramitándose.
Le incluye en el oficio, copia certificada del escrito del litigante que solicita
la inhibitoria y que el ha admitido por considerarla procedente.
Según el Art. 39 del CPC además del oficio puede emplearse fax u otro medio
moderno de comunicación.
Como ya se tramita la inhibitoria en su sentido positivo el juez que conoce de
la demanda, que la califico preliminarmente y la admitió al enterarse del
petitorio de inhibitoria, que tiene que hacerle conocer a ello al demandante,
pero además debe disponer la "suspensión del proceso" que esta todavía
incipiente.
Dependerá, en este estado, del allanamiento del demandante o su persistencia
y a la vez contradicción al petitorio de inhibitoria para una solución
inmediata o que tenga que ser "dirimida" la competencia por la Corte
Superior o por la corte Suprema en su caso.
Conflicto negativo de competencia.-
Conflicto negativo de competencia tiene lugar en los casos en que se produce
declaración de oficio de la incompetencia, pero aclaremos que abarca no
solo al criterio o factor territorio, sino a la inhibitoria de oficio por razón de
materia y cuantía, sirviendo nuestros análisis y casuística correspondiente
El CPC regula las costas, costos y multas en los conflictos de competencia en
los Arts 45 y 46, cuyo análisis, concordancia y comparaciones hechas en
otras obras.
Prevención y competencia.-
Es el principio de nuestro derecho procesal el de la prevención en relación a
la competencia, especialmente funcional.
El juez que conoce primero, previene y le reconoce competencia por haber
anticipado en el conocimiento de la causa.
Resulta interesante la conjunción funcional de la 6ta Sala Civil de Lima,
exclusiva en casos de familia, para conocer y resolver cualquier otro asunto
si antes previno.
Sin embargo debe tomarse en cuenta que la prevención no tiene lugar entre
jueces de distinta jerarquía y entre jueces de distinta "especialidad" (antes
fuero).
En primera instancia la prevención solo es procedente por razón de
territorio, si bien el C de PC derogado reconocía a la prevención de la
competencia en sus Arts 51 y 52, confundía el instituto de la competencia con
la "jurisdicción".
La Corte Suprema de nuestro país desde 1974, dispuso mediante circular que
se aplique el principio de la prevención en las salas de las cortes superiores,
a fin de que prevengan si por cualquier razón ya se conoce el caso.
El CPC vigente señala como efecto de la prevención que convierte en
exclusiva la competencia del juez en aquellos casos en que por mandato de la
ley sean varios los jueces que podrían conocer del mismo asunto y además
por la realización de la primera notificación que se haga en el proceso.
El principio de legalidad y la competencia civil en el CPC vigente.-
Resulta pertinente en estos estudios de Derecho Procesal volver a referirnos
al principio de legalidad y la competencia civil.
La ley puede dar solución a problemas que tienen que ver con la competencia
a la vez, que con las leyes recientes como por ejemplo la del notariado que
entre en otras atribuciones típicamente notariales extendía labores que
tradicionalmente desempeñaban los juzgados en relación a la legislación de
libros de contabilidad y que por tanto atribuir a los notarios, dejaba a los
juzgados civiles sin esta antigua función en el Derecho Peruano.
En julio de 1995, por ley 26501 se establece que tanto los notarios como los
jueces de paz letrados son "competentes" para legalizar la apertura de libros
contables, así como otros libros que señala la ley según elección de usuario.
Indudablemente que si los usuarios optan por la competencia judicial en
cuanto a la legalización de tan importante documentación contable, deberá
abonar tazas judiciales respectivas.
Sin mayores estudios también, la competencia de los jueces peruanos pueden
tener modificaciones, si conforme a la ley 26131 que modifico a la ley de
títulos valores 16587, se pacta en tales títulos (letra de cambio y pagare) que
se sometan a partes a determinada competencia de jueces incluso fuera del
país, tal como lo analizáramos, respecto a que se encontrare el Art. 693 del
Código Procesal Vigente.

Competencia.

Derecho Procesal
Es la cualidad que legitima a un órgano judicial, para conocer de un
determinado asunto, con exclusión de los demás órganos judiciales de la
misma rama de la jurisdicción.
Funcional. Es la que indica el órgano judicial que ha de conocer de
incidencias, recursos, segunda instancia y recursos extraordinarios, así como
de las medidas cautelares y de la ejecución de las sentencias. Es decir,
conduce a la determinación del concreto órgano jurisdiccional al que
corresponde conocer de aquellas materias, como consecuencia de un proceso
ya iniciado.
Objetiva. Es la que determina el órgano que ha de actuar, ateniendo al objeto
o la cuantía.
Territorial. Sirve para establecer qué órgano judicial debe actuar entre los de
la misma clase y grado, en razón del territorio.
Relación que existe entre jurisdicción y competencia.
Jurisdicción: Decir o declarar algo. El todo de administrar justicia, Poder
Genérico.
Competencia: Porción de la Jurisdicción, modo o manera como se ejerce la
jurisdicción. Facultad que tiene un juez para conocer un caso.
No puede haber competencia sin jurisdicción.
La jurisdicción y la Competencia no son lo mismo, pero tampoco son
contrarios por que la competencia es una parte fundamental dentro de la
jurisdicción, ya que la competencia es el modo o manera como vamos a
ejercer esa jurisdicción de acuerdo a las circunstancias concretas. (Materia,
Cuantía o Grado.)
La Jurisdicción es el genero, mientras que la competencia es la especie.
Base constitucional de la jurisdicción y competencia.
Dentro de la base constitucional para la determinación de la jurisdicción
señalamos el articulo 84 de la Constitución de la Republica de El Salvador.
La base constitucional para la determinación de la competencia lo establece
el articulo 86 de la constitución de la Republica de El salvador.
Órgano Legislativo, a partir del articulo 121 y siguientes.
Órgano Ejecutivo, a partir del articulo 150 y siguientes.
Órgano Judicial, a partir del articulo 172 y siguientes.
5. Conclusiones
Que tanto la jurisdicción como la competencia esta plenamente señalada en
nuestra constitución y que por lo consiguiente debe prevalecer sobre todo el
territorio del Pueblo salvadoreño y como tal, su voz y voluntad será la que la
misma ley señale y deberá ser aplicada por el sistema judicial en especial por
los Jueces.
Que dentro de las facultades que tienen los jueces esta la de aplicar su
jurisdicción y competencia en un proceso dentro de lo que la ley señala
Que cada uno de los órganos principales que conforman el Estado
salvadoreño tiene su propia competencia y como tal cada uno tendrá su
propia jurisdicción.
Que la mala administración del aparato estatal a unada a la corrupción que
existe en el personal gubernamental no influye en que los jueces puedan
actuar bajo su jurisdicción y competencia.
TEMA 13:
PAPEL QUE INCUMBRE A LOS JUZGADOS EN EL PROCESO

NORMAS GENERALES:
          1) El reparto entre los Juzgados de Primera Instancia de Zaragoza se
efectuará de modo que se asegure un resultado igualitario para todos los
Juzgados, bien mediante sistema manual, bien mediante sistema informático,
y con respeto a lo establecido en los artículos 167 y 168 de la Ley Orgánica
del Poder Judicial, 24 y siguientes del Reglamento del Consejo General del
Poder Judicial 7/1995 de 7 de junio y 68 y 69 de la Ley de Enjuiciamiento
Civil, 1/2000 de 7 de enero. 
          2) Todos los asuntos civiles serán repartidos entre los Juzgados de
Primera Instancia dentro de los dos días siguientes a su presentación, o en el
mismo día, caso de ser asunto urgente. 
          3) Los asuntos serán repartidos conforme a los datos que sobre clase
de procedimiento se contengan en el suplico de la demanda. En caso de
inconcreción, por el Decanato se requerirá a la parte, con carácter previo al
reparto, para que especifique qué clase de procedimiento insta. 
          4) En el supuesto de que, repartido un asunto por aplicación de la
clase indicada en la demanda, posteriormente sea acordado por el tribunal,
que se siga la tramitación de otro procedimiento distinto, se comunicará tal
circunstancia a Decanato, con remisión de testimonio de la resolución
correspondiente, para tomar nota del cambio. 
          5) Quedan excluidos del reparto entre los Juzgados de Primera
Instancia ordinarios todos aquéllos procedimientos que legalmente
corresponden a los Juzgados especializados en materia de familia. A éstos
serán turnados también los relativos al régimen de las parejas estables, o de
hecho con hijos. 
          6) El reparto se efectuará de lunes a viernes hasta las trece horas,
teniendo en cuenta las normas que sobre clases, turnos y reparto por
atracción de antecedentes se enumerarán a continuación. 
7) El reparto realizado se anotará en el Libro Registro correspondiente del
Decanato, se hará constar en el escrito repartido, y se hará saber al
interesado mediante la entrega del oportuno recibo o comprobante. 
  
 

  NORMAS ESPECIALES:
          1)  Los exhortos cuyo contenido se refiera exclusivamente a la
práctica de actos de comunicación y embargos, y que no impliquen actividad
personal del Magistrado, no serán objeto de reparto, asumiendo el Juzgado
Decano la competencia para su tramitación en la Oficina de Decanato o por
el Servicio Común de Actos de Comunicación y Embargos. 
          2) Si una demanda o solicitud no es admitida a trámite por un
Juzgado por motivo de falta de requisitos o presupuestos procesales o
formales, y vuelve a presentarse a reparto dentro del año siguiente a la fecha
de firmeza de la resolución que acuerde la inadmisión, le corresponderá, sin
cubrir turno, al mismo Juzgado que la hubiera inadmitido en su momento.
Caso de presentarse una vez transcurrido el año, será objeto de nuevo
reparto. 
          3) Las actuaciones previas al juicio, tales como petición de
diligencias preliminares, anticipación o aseguramiento de pruebas o medidas
cautelares, serán repartidas según la clase del procedimiento a que se
refieren. 
          4) Por atracción por antecedentes serán repartidos, sin consumir
turno, en la forma que se indica, los siguientes procedimientos: 
          A) Procedimientos concursales que se refieren a la misma persona o
dimanen o traigan causa de otro procedimiento civil de igual clase, al
Juzgado que hubiese conocido del primero presentado. 
          B) Las solicitudes o ratificaciones de internamientos forzosos en
centros psiquiátricos así como demandas de incapacidad, al Juzgado que
conoció del primer internamiento. 
          C) Las peticiones de internamiento, esterilización, venta de bienes,
cambio de la situación de incapacidad, cambio de tutor o curador,
nombramiento de defensor judicial y cualquier otra relativa a persona
declarada incapaz, al Juzgado que conozca o haya conocido de la
declaración de incapacidad. 
          D) Las demandas de divorcio cuando sigan a la de separación y las
demandas que sigan a la petición de preparación de pruebas, diligencias
preliminares, medidas cautelares, o cualquier otra petición previa a la
demanda, al Juzgado que conoció de la petición previa. 
          E) La declaración de herederos, si ha habido procedimiento de
intervención de caudal hereditario, al Juzgado que conoció de éste. 
          F) Las consignaciones de cantidad que sean sucesivas a otra u otras,
y que tengan causa en el mismo negocio jurídico que las hechas
anteriormente, al Juzgado que conoció de la primera de todas las efectuadas. 
          G) Las impugnaciones de reconocimiento de Justicia gratuita,
respecto de asunto ya repartido, al Juzgado que conozca de él. 
          H) Las demandas previstas en el artículo 73.2 de la Ley de
Enjuiciamiento Civil a aquél Juzgado al que se hubiera repartido la primera
de las demandas.
5) En caso de que se observe en un procedimiento, después de iniciado, que
ha existido un reparto incorrecto, el Juzgado lo remitirá, en cuanto tenga
conocimiento a Decanato, para su adecuado reparto. 
    
CLASES DE REPARTO ENTRE JUZGADOS
ORDINARIOS:
Clase 1ª.- Juicio ordinario.  
Clase 2ª.- Juicio verbal no incluido en las clases siguientes.  
Clase 3ª.- Juicio verbal de desahucio.  
Clase 4ª.- Proceso sobre capacidad de las personas.  
Clase 5ª.- Proceso monitorio.  
Clase 6ª.- Proceso cambiario.  
Clase 7ª.- Juicios arrendaticios, distintos del verbal de desahucio.  
Clase 8ª.-  Procedimientos de ejecución basados en títulos distintos de las
sentencias.  
Clase 9ª.- Procedimiento de ejecución de hipoteca inmobiliaria.  
Clase 10ª.- Declaraciones de herederos.  
Clase 11ª.- Exhortos.  
Clase 12ª.- Quita y espera y suspensión de pagos.  
Clase 13ª.- Concurso de acreedores y quiebra.  
Clase 14ª.- Impugnación de reconocimiento de Justicia Gratuita cuando
ningún Juzgado conozca del proceso a que se refiera. 
Clase 15ª.- Proceso de división judicial de patrimonios, cuyo conocimiento no
corresponda a los Juzgados de Familia. 
Clase 16ª.- Alimentos cuyo conocimiento no corresponda a los Juzgados de
Familia.  
Clase 17ª.- Apelaciones contra resoluciones de Juzgados de Paz y
conocimiento de los incidentes de recusación de los Jueces de Paz.  
Clase 18ª.- Reconocimiento de eficacia de resolución judicial dictada por
órgano Judicial de otro país.  
Clase 19ª.- Jurisdicción Voluntaria, no incluida en las clases citadas.  
Clase 20ª.- Resto de materias no incluidas en las clases anteriores.  
Clase 21ª.- Expedientes de Dominio.  
Clase 22ª.- Internamientos sin conocimiento previo por ningún Juzgado.  
Clase 23ª.- Demandas de reclamación o impugnación de filiación.  
Clase 24ª.- Demandas de ejecución de títulos judiciales. Con la especialidad
en este caso de que serán remitidas, por antecedentes, al Juzgado que dictó el
título a ejecutar. 
  
   CLASES DE REPARTO ENTRE JUZGADOS DE
FAMILIA: 
Clase 1ª.- Nulidades matrimoniales.  
Clase 2ª.- Divorcios. 
          A.- Con acuerdo. 
          B.- Sin acuerdo.  
                    a) Con medidas.  
                    b) Sin medidas.  
Clase 3ª.- Separación matrimonial. 
          A.- Con acuerdo. 
          B.- Sin acuerdo.  
                    a) Con medidas.  
                    b) Sin medidas.  
Clase 4ª.- Medidas provisionales previas a presentación de demanda. 
Clase 5ª.- Medidas cautelares extramatrimoniales y custodias provisionales a
instancia de cualquier persona. 
Clase 6ª.- Impugnación de asistencia jurídica gratuita.  
Clase 7ª.- Adopción. 
Clase 8ª.- Acogimiento. 
Clase 9ª.- Ejecución de sentencias canónicas y extranjeras. 
Clase 10ª.- Autorización para la venta de bienes de menores no
incapacitados. 
Clase 11ª.- Liquidación de régimen económico del matrimonio o de la
comunidad de bienes de la pareja estable o de hecho con hijos, cuando no
corresponda su conocimiento por antecedentes. 
Clase 12ª.- Oposición a las resoluciones administrativas en materia de
protección de menores y del procedimiento para determinar el asentimiento
en la adopción. 
Clase 13ª.- Otros procedimientos contenciosos. 
Clase 14ª.- Otros procedimientos de jurisdicción voluntaria.  
Clase 15ª.- Exhortos. 
  
   RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS EN NORMAS DE
REPARTO: 
          Las controversias que puedan suscitarse en la aplicación de estas
normas de reparto serán resueltas por el Magistrado Decano, atendiendo a
su posible aplicación analógica y a los principios que se derivan de ellas en
relación con las previsiones legales aplicables, y previa audiencia, si no se
perjudica con ello la rapidez de la tramitación del procedimiento, de los
Juzgados entre los que exista el desacuerdo. Caso de entenderse que la
solución de la controversia puede sentar precedente para futuros casos
similares o por suplir o completar, directa o indirectamente, las presentes
normas, podrá tratarse la cuestión en Junta de Jueces. 

TEMA 14:

ORGANOS JUDICIALES FEDERALES

Con gran precisión teórica, Luis Diez Picazo, 5 notable jurista español,
distingue tres subespecies dentro de la categoría de la independencia judicial
como garantía. Estas son:

1. La independencia personal, que consiste en el conjunto de


características derivadas de la situación en que la Constitución
coloca al juez individualmente considerado, y que protegen a
este de eventuales presiones ejercidas por los otros dos poderes
políticos del Estado (Legislativo y Ejecutivo).

2. La independencia colectiva, que tiene que ver con la


protección a la judicatura en su conjunto frente a los demás
poderes del Estado; y

3. La independencia interna, que ampara al juez, en su


individualidad, frente al resto de la estructura judicial.

Este concepto -el de independencia como garantía- no puede ser valorado y


entendido sino a la luz de los rasgos definitorios que el ordenamiento jurídico
en particular le otorga, y que tienen que ver con otros factores como la forma
de gobierno y el modelo global de organización judicial.
Por ello es dable decir que los esfuerzos realizados en el ámbito internacional
para definir conceptos globales, genéricos, que uniformen las reglas que se
deben observar en materia de independencia judicial, deben ser analizados
con prudencia, pues a pesar de su eminente valor conceptual, consideramos
que el método más apropiado para definir y comprender el modelo de
independencia judicial en cada país es examinar el conjunto de los factores
que se han señalado y sus interrelaciones.

II. ALGUNOS ASPECTOS SOBRE LA COMPOSICIÓN Y ESTRUCTURA


DEL PODER JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN Y SOBRE LOS
ELEMENTOS CONSTITUCIONALES QUE COMPONEN EL MODELO
MEXICANO DE INDEPENDENCIA JUDICIAL.

En la democracia mexicana existen, ciertamente, asignaturas pendientes. De


manera sucinta, podríamos decir que el tema de las instituciones para la
democracia se centra en conseguir la realización plena de las instituciones
políticas siguientes:
1. Cargos públicos electos en elecciones libres, imparciales y
frecuentes.
2. Garantía de ejercicio de las libertades y goce de los derechos
fundamentales,
3. Participación efectiva de todos los miembros de la sociedad en
los asuntos nacionales y
4. Equilibrio de poderes.
¿Qué papel juega o debe jugar el Poder Judicial en la concreción fáctica de
esas instituciones? Y ¿qué tiene que ver en ello su independencia?
La respuesta a estas interrogantes tiene que ver con la función judicial en sí
misma y, más aun, con la función judicial en su acepción de poder político.
Nos dice Héctor Fix-Zamudio, distinguido jurista mexicano, que la función
judicial en nuestra época "ha asumido una creciente complejidad, en virtud
de que lo que se había concebido de manera tradicional como una actividad
puramente técnica de resolución de conflictos jurídicos, se ha transformado
en uno de los servicios públicos esenciales del Estado contemporáneo, en el
cual ha penetrado un conjunto de factores sociales, económicos y culturales
que deben combinarse en una función que puede calificarse de política, en el
sentido de la participación en la toma de decisiones esenciales de los órganos
del poder, la que anteriormente estaba excluida para los Tribunales."
El Poder Judicial en México, en las circunstancias históricas por las que
atraviesa el país, ha asumido de manera definitiva su carácter de poder y ha
comenzado a influir de manera importante en el desarrollo nacional, de
manera que ha ganado espacios antes nunca ocupados por él en los asuntos
nacionales, logrando consolidarse como verdadero poder político.8
Incluso, a nivel internacional, el papel del Estado y sus instituciones se ha
centrado con cierta relevancia en la arena de los debates, de manera tal que
se han hecho planteamientos de cambio institucional, dentro de los que se
inscribe al Sistema Judicial como poder del Estado y como tarea esencial de
gobierno.9
Para revitalizar las instituciones estatales y crear un clima general de
responsabilidad se necesitan mecanismos formales de control, anclados en
las instituciones estatales básicas, por lo que un Poder Judicial independiente
es vital para asegurar que los Poderes Legislativo y ejecutivo asuman su
plena responsabilidad ante la ley, así como para interpretar y hacer cumplir
las disposiciones de la Constitución nacional.10
En este contexto, situados ya en el inmenso marco que representa hablar del
Poder Judicial en general, por cuestiones de método trataré de enfocarme
solamente en el papel que la independencia judicial desempeña en el Poder
Judicial de la Federación y, más concretamente, en el que desempeña en la
Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Para ello considero necesario exponer, de manera breve, la composición,
organización y funcionamiento del Poder Judicial de la Federación en
México, para después establecer, en ese marco, los parámetros de
independencia con los que se cuenta, los retos que se enfrentan en este campo
y, finalmente, detallar los logros alcanzados y las aportaciones hechas por
este Poder al desarrollo de la vida democrática de nuestra nación.

Composición y competencia.

El ejercicio del Poder Judicial de la Federación se deposita, por disposición


expresa del artículo 94 de la Constitución, en una Suprema Corte de Justicia,
en un Tribunal Electoral, en Tribunales Colegiados y Unitarios de Circuito y
en Juzgados de Distrito.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación se compone de once Ministros y
funciona en Pleno o en Salas.
La competencia de la Suprema Corte, su funcionamiento en Pleno y Salas, la
competencia de los Tribunales de Circuito, de los Juzgados de Distrito y del
Tribunal Electoral, así como las responsabilidades en que incurran los
servidores públicos del Poder Judicial de la Federación, se rigen por lo que
disponen las leyes, de conformidad con las bases que la Constitución
establece.
La ley fija los términos en que se vuelve obligatoria la jurisprudencia que
establecen los tribunales del Poder Judicial de la Federación sobre
interpretación de la Constitución, leyes y reglamentos federales o locales y
tratados internacionales celebrados por el Estado Mexicano, así como los
requisitos para su interrupción y modificación.
El Poder Judicial de la Federación, por tanto, representa el guardián
indiscutible de la Constitución, el protector de los derechos fundamentales y
el arbitro que dirime las controversias tanto entre particulares como entre
poderes, generando entre ellos un equilibrio que es necesario para el sano
desarrollo de la vida nacional.
Su papel primordial lo constituye el ser interprete final de los principios y
valores contenidos en la carta federal y, en este sentido, controlar la
regularidad constitucional de los actos y disposiciones de las autoridades11 .
Esto lo convierte en un poder distinto al que imparte la justicia ordinaria (es
decir, la que resuelve controversias entre particulares o con base en leyes
ordinarias)12, pues es la Constitución misma la que le otorga la función de
impartir, de manera exclusiva, lo que podríamos llamar "justicia político
constitucional." 14
Esta justicia constitucional, mediante el control de los actos de las
autoridades y de la regularidad constitucional de las disposiciones por ellos
emitidas, contribuye a definir el papel que cada una de las instituciones
políticas tiene y, por tanto, a definir las relaciones generales del derecho con
la política.15
Si interpretáramos lo anterior en forma amplia, podríamos afirmar que toda
la justicia es política, pues en ella intervienen siempre el Estado y sus
intereses, ya sea a través de un juzgador o bien a través de las leyes que este
aplica;16 pero ello no sería tan exacto, pues se ignoraría la importancia que
tienen, para cualquier aparato judicial, su imparcialidad, su grado de
independencia y la racionalización que haga de los conflictos por medio de la
individualización de los casos y de su tratamiento dentro de un procedimiento
regido por leyes previamente establecidas, a fin de despolitizar cualquier
conflicto. Esta labor la cumple el Poder Judicial de la Federación en México
respecto, como hemos dicho, de la justicia constitucional.
Como señalábamos, en los estados modernos que aspiran al nuevo ideal de
Estado Social y Democrático de Derecho, la naturaleza política de los
tribunales se ve acentuada, pues las funciones de los otros dos poderes
requieren un contrapeso y un control que solo el Poder Judicial puede
proporcionar.17
Expuesta así la composición, competencia y función del Poder Judicial de la
Federación, y en particular de la Suprema Corte de Justicia, procede ahora
detallar los parámetros de independencia establecidos en la Constitución
para el más alto Tribunal de México, comenzando por los que se refieren a la
independencia personal del juzgador.

Selección y nombramiento.

Al margen de cualquier razón política o partidista, el sistema de


nombramiento de los Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación
se basa en la selección de profesionales de altísimo prestigio, pues, para ser
electo Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, dispone el
artículo 95 de la Constitución, se necesita:

"I.- Ser ciudadano mexicano por nacimiento, en pleno ejercicio


de sus derechos políticos y civiles.

II.- Tener cuando menos treinta y cinco años cumplidos el día de


la designación;

III.- Poseer el día de la designación, con antigüedad mínima de


diez años, título profesional de licenciado en derecho, expedido
por autoridad o institución legalmente facultada para ello;

IV.- Gozar de buena reputación y no haber sido condenado por


delito que amerite pena corporal de más de un año de prisión;
pero si se tratare de robo, fraude, falsificación, abuso de
confianza y otro que lastime seriamente la buena fama en el
concepto público, inhabilitará para el cargo, cualquiera que
haya sido la pena.

V.- Haber residido en el país durante los dos años anteriores al


día de la designación; y

VI.- No haber sido secretario de estado, jefe de departamento


administrativo, Procurador General de la República o de
Justicia del Distrito Federal, senador, diputado federal ni
gobernador de algún Estado o Jefe del Distrito Federal, durante
el año previo al día de su nombramiento.

Los nombramientos de los Ministros deberán recaer


preferentemente entre aquellas personas que hayan servido con
eficiencia, capacidad y probidad en la impartición de justicia o
que se hayan distinguido por su honorabilidad, competencia y
antecedentes profesionales en el ejercicio de la actividad
jurídica."

Para nombrar a los Ministros de la Suprema Corte de Justicia, señala la


Constitución, el Presidente de la República someterá una terna a
consideración del Senado, el cual, previa comparecencia de las personas
propuestas, designará al Ministro que deba cubrir la vacante. "La
designación se hará por el voto de las dos terceras partes de los miembros del
Senado presentes, dentro del improrrogable plazo de treinta días. Si el
Senado no resolviere dentro de dicho plazo, ocupará el cargo de Ministro la
persona que, dentro de dicha terna, designe el Presidente de la República."
En caso de que la Cámara de Senadores rechace la totalidad de la terna
propuesta, el Presidente de la República someterá una nueva, en los términos
del párrafo anterior. Si esta segunda terna fuera rechazada, ocupará el cargo
la persona que dentro de dicha terna, designe el Presidente de la República.
De igual forma, debe decirse respecto al mecanismo de nombramiento de los
Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que éste se encuentra
validado en el hecho de que los nombramientos se someten a consideración
del Senado de la República, órgano de representación popular que considera
en su integración a las treinta y dos entidades federativas. Manteniéndose así
al margen de cualquier discrecionalidad del Poder Ejecutivo, que resultaría
del todo incompatible con la independencia.

Inamovilidad y remuneración.

El principal problema práctico que presenta la independencia personal del


juez se refiere a garantizar su inamovilidad, a protegerlo de los vaivenes
políticos que pudieran afectar su función.
Dentro de este tema se deben distinguir dos cuestiones: por una parte, la
relativa a la prohibición de ser removido del cargo, salvo por el
procedimiento sancionador previsto en la ley; y, por la otra, el traslado,
contra la voluntad del interesado, de un puesto judicial a otro.
En ese sentido, la protección constitucional en México -para aquellos puestos
en los que cabría la protección de inamovilidad entendida como protección
contra el traslado forzoso- se limita a salvaguardar únicamente el primero de
los aspectos antes señalados.
Es de destacarse que la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha llevado a
cabo una defensa en la jurisprudencia de la inamovilidad judicial en algunos
precedentes , sentando con ello las bases de un sistema judicial fuerte, que
encuentra en el interprete final de la Constitución al órgano adecuado para
remediar las acciones de otros poderes que traten mediante la destitución o la
no ratificación en su puesto de manera ilegal, de afectar su independencia.
Recientemente, la Suprema Corte de Justicia ha venido concediendo el
amparo y protección de la Justicia Federal a diversos miembros de los
Poderes Judiciales de las Entidades Federativas , que reclamaron mediante
la acción constitucional la privación de su puesto por diversos motivos.
El Tribunal Pleno de la Corte consideró que las remociones de estos
funcionarios judiciales había sido contraria al texto constitucional y, por
tanto, se les debería restituir en su puesto y cubrírseles todas las
remuneraciones que debieron percibir en el tiempo que estuvieron separados
de su encargo.
Es importante destacar que la protección constitucional se ha extendido por
encima de los gobernadores de los Estados y los Congresos Locales, llegando
incluso a conocer de las determinaciones del Consejo de la Judicatura
Federal, órgano encargado de vigilar la disciplina al interior del propio
Poder Judicial de la Federación.
Estos precedentes fortalecen la autonomía y el sistema de carrera judicial en
los Poderes Judiciales tanto de las Entidades Federativas como de la
Federación, pues la permanencia en el cargo de un Juez o Magistrado ya no
queda al arbitrio de los Gobernadores, las Legislaturas de los Estados o el
Consejo de la Judicatura Federal, siempre y cuando la actuación de los
jueces se sujete a la Constitución y a la ley.
Haber actuado en contrario, sería tanto como convalidar un sistema en el que
todos los Magistrados estuvieran ante el riesgo de ser separados de su cargo
en cualquier momento y así se vulneraría la autonomía e independencia que
debe guardar el Poder Judicial frente a los Poderes Ejecutivo y Legislativo y,
más aún, hacia el interior del mismo Poder Judicial, fortaleciendo así la
independencia "colectiva" de sus miembros y sentando con ello las bases de
una verdadera inamovilidad, requisito indispensable para la independencia.
Ahora bien, otro punto importante a tratar dentro del tema inamovilidad
resulta el de garantizar para el juzgador un salario decoroso que le permita
condiciones de subsistencia dignas y adecuadas a la función que ejerce, sin
que durante su ejercicio pueda ser disminuida esta cantidad por disposición
de quien tuviera en sus manos esa decisión. En este sentido, la Constitución
Mexicana solo establece como garantía la no disminución del haber que
perciban los funcionarios judiciales que ella misma señala.
Dispone el artículo 94 de la Constitución, que los Ministros de la Suprema
Corte de Justicia durarán en su encargo quince años; que sólo podrán ser
removidos del mismo en los términos del Título Cuarto de la misma y que, al
vencimiento de su período, tendrán derecho a un haber por retiro.
Asimismo, señala que la "remuneración que perciban por sus servicios los
Ministros de la Suprema Corte, los Magistrados de Circuito, los Jueces de
Distrito y los Consejeros de la Judicatura Federal, así como los Magistrados
Electorales, no podrá ser disminuida durante su encargo."

Sistema de responsabilidades.

Pero ninguna de estas garantías de independencia personal sería suficiente si


no se contara con un sistema adecuado de responsabilidades que hiciera
compatibles los conceptos de inamovilidad e inmunidad. La independencia
personal del juez no puede apoyarse de ninguna manera sobre la
irresponsabilidad; pero resulta complicado compatibilizar responsabilidad e
independencia.
La responsabilidad debe basarse en una suficiente tipificación de
infracciones y sanciones en todos los ámbitos de responsabilidad en que el
funcionario judicial pueda incurrir (penal, civil y administrativa o
disciplinaria). Sin embargo, la responsabilidad disciplinaria o administrativa
ha adquirido una importancia fundamental, a pesar de las desventajas que
pudieran argüirse en demérito de ésta (control burocrático, ausencia de los
afectados en el procedimiento, etc.).21
Así, "la verdadera cuestión constitucional en términos de independencia
judicial radica en cuál debe ser el órgano encargado de exigir esa
responsabilidad."22
A este respecto, señala el artículo 94 de la Constitución que "la
administración, vigilancia y disciplina del Poder Judicial de la Federación,
con excepción de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, estarán a cargo
del Consejo de la Judicatura Federal en los términos que, conforme a las
bases que señala esta Constitución, establezcan las leyes." De tal forma que,
desde 1994, existe en México un órgano especializado que se encarga de
proveer lo necesario para el debido funcionamiento de los órganos
jurisdiccionales federales y de cubrir los aspectos de vigilancia y disciplina
de los mismos.
Una vez expuestas las funciones elementales del Poder Judicial de la
Federación y establecidos los elementos fundamentales que componen el
modelo constitucional mexicano de independencia judicial en el más alto
Tribunal de la Nación, conviene continuar con nuestra exposición haciendo
un breve recuento de la participación histórica de este Tribunal en la vida del
país , para así estar en posibilidad de comprender cabalmente lo que en la
actualidad representa este poder y que avances han existido respecto a la
independencia de sus miembros.

Debe señalarse que actualmente el Poder Judicial de la Federación vive una


etapa de transición y consolidación respecto a los cambios en su estructura y
organización, los cuales ha sido necesario precisar y mejorar, como ha
quedado establecido en la más reciente reforma a la Ley Fundamental en lo
que a este toca.

Los signos de esa transición podrían resumirse en los aspectos siguientes:

a) Relevo de los Ministros de la Suprema Corte.

Se ha argumentado que una de las razones fundamentales para la reforma de


1994 y que condujo a la designación de los Ministros que hoy integramos la
Suprema Corte de Justicia de la Nación, consistió en la dificultad que había
presentado para este cuerpo colegiado la toma de decisiones conjuntas que se
necesitaban para resolver un determinado asunto, dado el número de sus
integrantes (26). Por esta razón, la iniciativa del Ejecutivo Federal propuso
reducir a once el número de sus miembros, tal y como se había concebido
originalmente en la Constitución Federal de 1917.

Adicionalmente, al reformarse el artículo 94 de la Carta Magna, que


establecía el carácter vitalicio en los nombramientos de los Ministros de la
Suprema Corte, se estableció como duración de ese cargo el término de
quince años, creándose con ello la imposibilidad jurídica de que aquéllos
siguiesen ocupando tan alta investidura durante toda su vida.

Por otra parte, también debe reconocerse que en virtud de la reforma


constitucional de 1994 que modificó el sistema para la designación de los
Ministros del Máximo Tribunal del país, se fortaleció en gran medida la
independencia y fortaleza del Poder Judicial Federal, pues con el nuevo
mecanismo de designación se garantiza que los miembros de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación sean ajenos a posiciones partidistas e
ideológicas, previniendo así cualquier tipo de injerencia que pudiera
redundar en perjuicio de una justicia imparcial e independiente.

No se desconoce el hecho de que el actual método de selección pudiera


mejorarse, como lo han señalado algunos académicos, otorgando a la
Cámara de Diputados la facultad de nombrar las ternas de ciudadanos que
actualmente corresponde al Ejecutivo Federal; o bien, como lo sostuviera el
propio titular del ejecutivo en el año de 1994 al suscribir la propuesta
ciudadana "Veinte compromisos por la democracia", que los Ministros fueran
nombrados por la misma Corte y ratificados por mayoría calificada del
Senado de la República.

b) Creación del Consejo de la Judicatura Federal.

Una de las innovaciones más importantes de la reforma del 31 de diciembre


de 1994, fue la creación de un órgano que, aunque materialmente no
ejerciera funciones jurisdiccionales, formara parte de la estructura del Poder
Judicial Federal y cuyo objetivo primordial consistiría en la administración,
vigilancia y disciplina de dicho Poder, con exclusión de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación.

El Consejo de la Judicatura Federal se integra por siete miembros, de los


cuales uno será el Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación,
quien también lo será del consejo, tres consejeros designados por el Pleno de
la Corte, de entre los magistrados y jueces, dos designados por el Senado y
uno por el Presidente de la República.

Ahora bien, la forma en que se realiza la elección de los tres consejeros


pertenecientes al Poder Judicial de la Federación, fue modificada mediante la
reforma constitucional del 11 de junio de 1999, pues mediante el sistema
anterior (insaculación) no se garantizaba que las personas que ocuparan ese
cargo fuesen quienes tuvieran las mejores cualidades profesionales. Por lo
que ahora es el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación quien,
tomando como base únicamente méritos objetivos, se encarga de designarlos.

Respecto a la facultad de la Cámara de Senadores y del Presidente de la


República para designar, respectivamente, a dos consejeros el primero y a
uno el segundo, cabe mencionar que si bien es deseable que esta atribución
corresponda, en el futuro, exclusivamente al Poder Judicial, también debe
decirse que en la reforma constitucional del 11 de junio de 1999, se precisa
textualmente que "Los Consejeros no representan a quienes los designan, por
lo que ejercerán su función con independencia e imparcialidad...".

Esto pone de manifiesto la no intervención del Presidente y del Senado de la


República en los asuntos que son de exclusiva competencia del Poder Judicial
de la Federación.
El Consejo de la Judicatura Federal ha probado ser hasta el momento el
órgano idóneo para facilitar la función jurisdiccional del Supremo Tribunal
del País, que hasta antes de la reforma constitucional veía distraída su
principal función en cuestiones meramente administrativas. Además, la
disciplina y vigilancia que el Consejo ejerce sobre todo el personal que
integra los tribunales federales, ha ido mejorado paulatinamente la
profesionalización de sus miembros.

Debe señalarse también que los métodos de selección para las designaciones
de jueces y magistrados utilizados por el Consejo, han dado como resultado
que las personas con mejor preparación y mayores méritos sean las que
ocupen tales cargos, pues tal selección ha sido llevada a cabo conforme a
concursos de oposición, incluso abriendo la convocatoria de esos concursos a
personas que no pertenecen al Poder Judicial de la Federación.
Circunstancia inusitada en su historia que habla de la apertura e intención de
que sean verdaderamente los más capaces quienes ocupen los cargos que se
concursan.

EL CONSEJO DE LA JUDICATURA FEDERAL

El 31 de diciembre de 1994 apareció en el Diario Oficial de la Federación un


decreto de reformas a la Constitución federal en materia de seguridad
pública, procuración y administración de justicia. Entre las novedades más
importantes de estas reformas se encuentra la creación del Consejo de la
Judicatura Federal como uno de los órganos depositarios del ejercicio del
Poder Judicial de la Federación (artículo 94), encargado de la
"administración, vigilancia y disciplina del Poder Judicial de la Federación,
con excepción de la Suprema Corte de Justicia de la Nación" (artículo 100).

El Consejo de la Judicatura Federal fue reglamentado primero de manera


provisional a través de las reformas y adiciones hechas a la Ley Orgánica del
Poder Judicial de la Federación de 1988,

Diario Oficial de la Federación del 3 de febrero de 1995.

las que le permitieron funcionar hasta la expedición de una nueva ley.


Posteriormente, se publicó la nueva Ley Orgánica del Poder Judicial de la
Federación,

Diario Oficial de la Federación de 26 de mayo de 1995.


la cual reglamenta el consejo y sus órganos auxiliares en su título sexto,
artículos 68 y siguientes.

A. Integración

El Consejo de la Judicatura Federal está compuesto de siete miembros.


Cuatro de ellos provienen del propio Poder Judicial (presidente de la
Suprema Corte, que lo es también del consejo; dos magistrados de circuito
-uno por los tribunales colegiados y otro por los unitarios- y un juez de
distrito, designados por insaculación); los otros tres son nombrados por el
Senado (dos) y por el Ejecutivo Federal (uno) entre "personas que se hayan
distinguido por su capacidad, honestidad y honorabilidad en el ejercicio de
las actividades jurídicas" (artículo 100).

La nueva Ley Orgánica estableció, en su artículo 81, fracción III, que otorga
al propio consejo facultades para fijar las bases, convocar y realizar el
procedimiento de insaculación de jueces y magistrados para cubrir las
vacantes del consejo, que para formar parte del consejo dichos jueces y
magistrados deben ser de los ratificados conforme al artículo 97 y no deben
haber sido sancionados por falta grave con motivo de una queja
administrativa. Si bien se trata de un requisito no exigido por la Constitución,
puede argüirse que tiene sentido exigir buena conducta de los jueces y
magistrados insaculados, y que de aquellos que han sido ratificados puede y
debe esperarse mayor imparcialidad e independencia.

B. Atribuciones

Conforme al nuevo texto constitucional y al artículo 81 de la nueva Ley


Orgánica del Poder Judicial de la Federación, el Consejo de la Judicatura
Federal posee funciones muy amplias que se pueden clasificar en los
siguientes rubros:

i) gobierno y administración de los tribunales: esta función comprende la


determinación del número, división en circuitos, competencia territorial y
especialización por materia de los tribunales federales, así como cambiar su
residencia; dictar las disposiciones necesarias para regular el turno de los
asuntos competencia de los tribunales federales; elaborar el proyecto de
presupuesto de los tribunales federales, con excepción de la Suprema Corte, y
ejercerlo; emitir las bases para las adquisiciones, arrendamientos y
enajenaciones de todo tipo de bienes, prestación de servicios de cualquier
naturaleza y la contratación de obra que realice el Poder Judicial de la
Federación; establecer la normatividad y los criterios para modernizar las
estructuras orgánicas, los sistemas y procedimientos administrativos internos,
así como los servicios al público, etcétera;

ii) preparación, selección, nombramiento y adscripción de jueces y


magistrados, así como resolver sobre su ratificación. Para ello se establece la
carrera judicial, que deberá regirse "por los principios de excelencia,
objetividad, imparcialidad, profesionalismo e independencia". De manera
específica, la ley (artículos 105 y siguientes) prevé la realización de
concursos de oposición (internos y libres) para acceder a las categorías de
jueces y magistrados, así como de exámenes de aptitud para la designación
de secretarios de los diversos niveles y de actuarios, los que son nombrados
por los titulares de los órganos de que se trate;

iii) disciplina de jueces y magistrados, así como del resto de los servidores
públicos del Poder Judicial de la Federación, incluidos los del consejo, con
excepción de la Suprema Corte;

iv) reglamentarias: el consejo tiene facultades para emitir reglamentos en


materia administrativa, de carrera judicial, de escalafón y régimen
disciplinario, así como acuerdos y otras normas que sean necesarias para su
propio funcionamiento y el de sus órganos auxiliares;

v) otras: el consejo posee además otras importantes facultades, como la de


resolver los conflictos de trabajo que se susciten entre el Poder Judicial de la
Federación, con excepción de la Suprema Corte, y sus servidores públicos.

C. Funcionamiento

Los miembros del Consejo de la Judicatura duran cinco años en su encargo


(con excepción de su presidente, que dura cuatro, sin reelección inmediata),
son sustituidos en forma escalonada y no pueden ser nombrados para un
segundo período.

El Consejo de la Judicatura Federal funciona en pleno o en comisiones, que


podrán ser permanentes o transitorias, de composición variable, según
determine el pleno. De acuerdo con la ley (artículo 77), habrá al menos las
comisiones de administración, carrera judicial, disciplina, creación de
nuevos órganos y adscripción (además de las anteriores, el consejo ha
establecido una comisión de vigilancia). Cada comisión de las mencionadas
por la ley se forma por tres miembros: uno de entre los provenientes del
Poder Judicial y los otros dos de entre los designados por el Senado y el
Ejecutivo Federal. Las resoluciones de las comisiones se toman por mayoría
(artículo 78).

Corresponden fundamentalmente al pleno, que requiere al menos cinco


consejeros para deliberar, las decisiones más importantes, entre las que se
encuentran la designación, adscripción y remoción de jueces y magistrados;
la expedición de reglamentos; el nombramiento de los titulares de los
órganos auxiliares, etcétera. Estas resoluciones deben tomarse por mayoría
calificada de cinco votos (artículo 76 de la Ley Orgánica del Poder Judicial
de la Federación).

Las resoluciones del Consejo de la Judicatura Federal son definitivas e


inatacables, salvo las que se refieren al nombramiento, adscripción, cambios
de adscripción y remoción de jueces y magistrados, las cuales pueden
impugnarse ante el pleno de la Suprema Corte de Justicia mediante el recurso
de revisión administrativa (artículo 122 de la Ley). Dicho recurso tiene como
único objeto "determinar si el Consejo de la Judicatura Federal nombró,
adscribió, readscribió o removió a un magistrado de circuito o a un juez de
distrito, con estricto apego a los requisitos formales previstos en esta ley, o en
los reglamentos interiores y acuerdos generales expedidos" por el consejo.
Sin embargo, el pleno de la Suprema Corte, en un muy reciente criterio de
interpretación

ha decidido que su facultad de revisión se extiende al "análisis completo y


minucioso, tanto del procedimiento que se hubiere llevado a cabo, como de
los hechos, pruebas, motivos y fundamentos que sustentan la resolución del
Consejo de la Judicatura Federal, y determinar si se cumplieron los
requisitos exigidos por la ley, sean de fondo o de forma".

D. Órganos auxiliares

El Consejo de la Judicatura Federal cuenta con cuatro órganos auxiliares: la


Unidad de Defensoría del Fuero Federal; el Instituto de la Judicatura; la
Visitaduría Judicial; y la Contraloría del Poder Judicial de la Federación
(artículo 88 de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación).
La Unidad de la Defensoría del Fuero Federal es el órgano encargado de la
prestación del servicio gratuito y obligatorio de defensa del fuero federal,
garantizado en la fracción IX del artículo 20 constitucional (artículo 89).

El Instituto de la Judicatura es el órgano auxiliar del consejo en materia de


investigación, formación, capacitación y actualización de los miembros del
Poder Judicial de la Federación y de los aspirantes a pertenecer a él (artículo
92).

La Visitaduría Judicial es el órgano competente para inspeccionar el


funcionamiento de los tribunales de circuito y de los juzgados de distrito y
para supervisar las conductas de los inte- grantes de estos órganos (artículo
98).

La Contraloría del Poder Judicial de la Federación tiene a su cargo las


facultades de control y la inspección del cumplimiento de las normas de
funcionamiento administrativo que rigen a los tribunales y servidores
públicos del Poder Judicial, con excepción de la Suprema Corte (artículo
103).

EL CONSEJO DE LA JUDICATURA EN LAS ENTIDADES


FEDERATIVAS

La reforma constitucional de diciembre de 1994 estableció un Consejo de la


Judicatura para el Distrito Federal. A los estados no se les impone la
obligación de crear consejos de la judicatura locales, aunque se prevé su
existencia en el artículo 108 constitucional, tercer párrafo, en cuanto a las
responsabilidades de los servidores públicos locales, y al suprimir el párrafo
del artículo 116 que atribuía al Tribunal Superior de cada Estado la facultad
de nombramiento de los jueces locales inferiores, abrió la posibilidad de que
el Consejo de la Judicatura estatal ejerza directamente esta atribución.

Sin embargo, la reforma alentó la creación de dichos consejos en varias


entidades federativas, siguiendo en buena medida los lineamientos del
Consejo de la Judicatura Federal, aunque no siempre de manera consistente.
Hasta el momento, y hasta donde tenemos conocimiento, han instituido dicho
consejo, aparte de Sinaloa y Coahuila, Aguascalientes, Baja California,
México, Morelos y Nayarit, y se encuentra en estudio en varias entidades
más.
TEMA 15:
LA ABOGACÍA

LA ABOGACÍA

La Abogacía es una profesión libre e independiente que presta un servicio a


la sociedad en interés público y que se ejerce en régimen de libre y leal
competencia, por medio del consejo y la defensa de derechos e intereses
públicos o privados, mediante la aplicación de la ciencia y la técnica
jurídicas, en orden a la concordia, a la efectividad de los derechos y
libertades fundamentales y a la Justicia.
En el ejercicio profesional, el Abogado queda sometido a la normativa legal
y estatutaria, al fiel cumplimiento de las normas y usos de la deontología
profesional de la Abogacía y al consiguiente régimen disciplinario colegial.
Los organismos rectores de la Abogacía española, en sus ámbitos
respectivos, son: el Consejo General de la Abogacía Española, los Consejos
de Colegios de Abogados y los Colegios de Abogados. Todos los organismos
colegiales se someterán en su actuación y funcionamiento a los
principios democráticos y al régimen de control presupuestario anual, con las
competencias atribuidas en las disposiciones legales y estatutarias.
Los Colegios de Abogados son Corporaciones de Derecho público
amparadas por la Ley y reconocidas por el Estado, con personalidad jurídica
propia y plena capacidad para el cumplimiento de sus fines. En las provincias
donde existe un solo Colegio de Abogados, éste tendrá competencia en el
ámbito territorial de toda la provincia y sede en su capital.
En las provincias con varios Colegios de Abogados, cada uno de ellos tendrá
competencia exclusiva y excluyente en el ámbito territorial que tenía al
promulgarse la Constitución española de 1978, cualquiera que sea el número
de partidos judiciales que ahora comprenda.
La modificación de las demarcaciones judiciales no afectará al ámbito
territorial de los Colegios de Abogados, que tendrán competencia en los
nuevos partidos judiciales que puedan crearse en su territorio.
En caso de creación de partidos judiciales que comprendan territorios de
distintos Colegios, éstos podrán acordar la modificación de su ámbito
territorial a fin de que la competencia colegial afecte a partidos judiciales
completos, salvo que los Colegios interesados convengan otra cosa. Si no se
alcanzare acuerdo entre los Colegios, el Consejo de Colegios de la respectiva
Comunidad Autónoma o, en su defecto, el Consejo General de la Abogacía,
atribuirá la competencia colegial ponderando adecuadamente las
circunstancias concurrentes.
CARÁCTER OBLIGATORIO U OBTATIVO DE LA ASISTENCIA O
REPRESENTACION PROFESIONAL

“Corresponde en exclusiva la denominación y función de Abogado al


Licenciado en Derecho que ejerza profesionalmente la dirección y defensa de
las partes en toda clase de procesos, o el asesoramiento y consejo juridico
Los Colegios de Abogados velarán para que a ninguna persona se le niegue
la asistencia de un Letrado para la defensa de sus derechos e intereses, ya
sea de su libre elección o bien de oficio, con o sin reconocimiento del derecho
de asistencia jurídica gratuita, conforme a los requisitos establecidos al
efecto.
Los órganos de la Abogacía, en sus respectivos ámbitos, velarán por los
medios legales a su alcance para que se remuevan los impedimentos de
cualquier clase, que se opongan a la intervención en Derecho de los
Abogados, incluidos los normativos, así como para que se reconozca
la exclusividad de su actuación.
Los Colegios de Abogados, los Consejos de Colegios de las Comunidades
Autónomas y el Consejo
General ejercitarán las acciones que fueren procedentes por presuntos delitos
o faltas de intrusismo.
La intervención profesional del Abogado en toda clase de procesos y ante
cualquier jurisdicción será preceptiva cuando así lo disponga la ley.
El Abogado podrá ejercer su profesión ante cualquier clase de Tribunales,
órganos administrativos,asociaciones, corporaciones y entidades públicas de
cualquier índole, sin perjuicio de poderlo hacer también ante cualquier
entidad o persona privada cuando lo requieran sus servicios.
El Abogado podrá ostentar la representación del cliente cuando no esté
reservada por ley a otras profesiones.
Son Abogados quienes, incorporados a un Colegio español de Abogados en
calidad de ejercientes y cumplidos los requisitos necesarios para ello, se
dedican de forma profesional al asesoramiento, concordia y defensa de los
intereses jurídicos ajenos, públicos o privados.
Corresponde en exclusiva la denominación y función de Abogado a quienes
lo sean de acuerdo con la precedente definición, y en los términos previstos
por el artículo 436 de la Ley Orgánica del Poder Judicial.

LOS COLEGIOS BARRAS U ORGANIZACIONES DE ABOGADOS


“Para el ejercicio de la abogacía es obligatoria la colegiación en un Colegio
de Abogados, salvo en los casos determinados expresamente por la Ley o por
este Estatuto General. Bastará la incorporación a un solo Colegio, que será
el del domicilio profesional único o principal para ejercer en todo el
territorio del Estado.”
No podrá limitarse el número de los componentes de los Colegios de
Abogados, ni cerrarse temporal o definitivamente la admisión de nuevos
colegiados.
La incorporación a un Colegio de Abogados exigirá los siguientes requisitos:
a) Tener nacionalidad española o de algún Estado miembro de la Unión
Europea o del acuerdo sobre el Espacio Económico Europeo de 2 de mayo de
1992 salvo lo dispuesto en tratados o convenios internacionales o dispensa
legal.
b) Ser mayor de edad y no estar incurso en causa de incapacidad.
c) Poseer el título de Licenciado en Derecho o los títulos extranjeros que,
conforme a las normas vigentes, sean homologados a aquéllos.
d) Satisfacer la cuota de ingreso y demás que tenga establecidas el Colegio.
2. La incorporación como ejerciente exigirá, además, los siguientes
requisitos:
a) Carecer de antecedentes penales que inhabiliten para el ejercicio de la
Abogacía.
b) No estar incurso en causa de incompatibilidad o prohibición para el
ejercicio de la Abogacía.
c) Por Ley a tenor de lo establecido en los artículos 36 y 149.1.30 de la
Constitución, se podrán

ESTATIZACION Y SOCIALIZACION DE LA ABOGACIA

1. Los Abogados, antes de iniciar su ejercicio profesional por primera vez,


prestarán juramento o promesa de acatamiento a la Constitución y al resto
del ordenamiento jurídico, y de fiel cumplimiento de las obligaciones y
normas de ontológicas de la profesión de Abogado.
2. El juramento o promesa será prestado ante la Junta de Gobierno del
Colegio de Abogados al que el Abogado se incorpore como ejerciente por
primera vez, en la forma que la propia Junta establezca.
3. La Junta podrá autorizar que el juramento o promesa se formalice
inicialmente por escrito, con compromiso de su posterior ratificación pública.
En todo caso se deberá dejar constancia en el expediente personal del
colegiado de la prestación de dicho juramento o promesa.
1. Todo Abogado incorporado a cualquier Colegio de Abogados de España
podrá prestar sus servicios profesionales libremente en todo el territorio del
Estado, en el resto de los Estados miembros de la Unión Europea y en los
demás países, con arreglo a la normativa vigente al respecto. Los Abogados
de otros países podrán hacerlo en España conforme a la normativa vigente al
efecto.
2. Para actuar profesionalmente en el ámbito territorial de cualquier otro
Colegio diferente de aquel al que estuviere incorporado, no podrá exigirse al
Abogado habilitación alguna ni el pago de
contraprestaciones económicas distintas de aquéllas que se exijan
habitualmente a los colegiados del Colegio donde vaya a intervenir por la
prestación de los servicios de los que sean beneficiarios y que no se
encuentren cubiertos por la cuota colegial.
3. No obstante, el Abogado que vaya a ejercer en un territorio diferente al de
su colegiación, deberá comunicarlo al Colegio en cuyo ámbito haya de
intervenir directamente, a través del propio Colegio a que esté incorporado,
del Consejo General de la Abogacía Española o del correspondiente Consejo
Autonómico, en la forma que establezca el Consejo General de la Abogacía
Española. La comunicación surtirá efectos desde su presentación, registro y
sello de la copia, sin perjuicio de que se recabe del Colegio de origen que,
previa diligencia del Consejo General de la Abogacía Española de que el
comunicante no está sancionado o incapacitado para el ejercicio profesional
en ningún Colegio de España, haga constar ante el Colegio de destino que el
comunicante está incorporado en el mismo como abogado en ejercicio y que
no ha sido sancionado o incapacitado para dicho ejercicio en ningún Colegio
de Abogados de España.
4. En las actuaciones profesionales que lleve a cabo en el ámbito territorial
de otro Colegio, el
Abogado estará sujeto a las normas de actuación, deontología y régimen
disciplinario del mismo.
Dicho Colegio protegerá su libertad e independencia en la defensa y será
competente para la tramitación y resolución de los expedientes disciplinarios
a que hubiere lugar, sin perjuicio de que la eventual sanción surta efectos en
todos los Colegios de España conforme al artículo 89.2 de este Estatuto
General.

I. Profesión y actividad del abogado (advocatus, de ad: a y vocare: llamar o


sea abogar), quien al ejercerla debe actuar en favor de los intereses que tiene
confiados; de las más nobles por su importancia para lograr la paz y el
bienestar social.
Durante la época prehispánica, manifiesta Clavijero (1731-1787) que: en
los juicios de los mexicanos las mismas partes hacían su causa sin
intervención de abogados relatores, sin embargo, Fr. Bernardino de Sahagún
(1499?-1590) en el Códice Florentino que concluyó en 1579, Libro Décimo,
Capítulo de los Hechiceros y Trampistas, relata pormenorizadamente la
actividad del Procurador, típica del ejercicio profesional y la versión original
dise: Tepantlato, cuya traducción según la gramática del idioma náhuatl de
Fr. Alonso de Molina (1514?-1585), significa intercesor o abogado, tepan:
sobre alguno (s) -por otro-y tlatoa: hablar, tlatoa tepanni: abogar o rogar
por otro, además de las representaciones gráficas ad hoc que contiene al
respecto y son muy ilustrativas; si bien es cierto que la organización judicial
de los aztecas fue sencilla, también es verdad que se necesitaban ya
conocimientos y procedimientos tales que requerían del abogado, figura
claramente corporizada en el Tepantlato.
II. Al inicio del Virreinato de Nueva España, expresa don Antonio Pérez
Verdía Fernández, sin duda los primeros abogados que ejercieron en México
y en la más elevada forma su augusto ministerio, fueron quienes no tenían
título profesional, los apostólicos frailes entre los cuales descollaron Fr.
Toribio de Benavente alias Motolinía y el Padre Las Casas, no combatieron
en el foro, fueron más allá, hasta la Majestad del César y de esas quejas hay
que suponer un origen especial en las admirables Leyes de Indias: la
abogacía fue entonces ejercida por los españoles que de la Metrópoli venían,
aunque años después, se permitió profesarla a los criollos descendientes de
españoles.
La Real y Pontificia Universidad de México instalada solemnemente el 25 de
enero de 1533, inauguró sus cursos el 3 de junio siguiente y dos días después
don Pedro Morones pronunció la primera lección jurídica en América (Prima
de Cánones), fecha cuyo aniversario recuerda la Facultad de Derecho de la
UNAM, e igualmente, en la Ciudad de México, poco después, el 12 de julio
del mismo año, el Sr. Lic. don Bartolomé Frías y Albornoz impartió la
primera cátedra de Derecho en América (Prima de Leyes), fecha en que
celebra su aniversario la Institución Día del Abogado, fundada en 1960 por
el Periódico Diario de México.
En la Universidad se hacían impresionantes exámenes de licenciatura y
doctorado, ante cinco sinodales, se les llamaba la noche triste y duraba dos
horas de ampolleta (reloj de arena), éste y otro examen nombrado de
academia, fueron prohibidos por Circular del Ministerio de Justicia del 16 de
diciembre de 1876, probablemente por los vejámenes que llevaban
aparejados. La carrera de Leyes se alargaba, pues comprendía cinco cursos
en cinco años, de Prima y Vísperas de Derecho y dos cursos más, en otro año,
de Instituta, que era la Jurisprudencia Civil, o sexta columna de la
Universidad, pues las había una para cada Facultad y aquélla servía para
hacer recta justicia y observarla; se les enseñaba a trasegar los volúmenes:
Digesto, Inforciado, Código e Instituta, para los que hubiesen de llegar como
jueces fuesen primero examinados y juzgados por dignos de ese nombre.
Las Universidades de México (Reales Cédulas de 30 de abril de 1547 y 21
de septiembre de 1551) y de Guadalajara (1791), proveyeron de abogados a
la Audiencia, el foro, las Alcaldías de Corte y otros tribunales y ya no
solamente lo fueron los muy magníficos señores venidos de la Metrópoli; la
práctica de la abogacía se hacía ciertamente con austeridad, sin faltar por
supuesto pícaros y enredadores. Indica don José Luis Soberanes que en la
época de la Colonia los abogados formaban parte de la Real Audiencia y
para tener el título no bastaba con ser letrado o sea egresado de la
Universidad, se debía también trabajar cuatro años en el bufete de un
abogado reconocido y pasar otro examen ante una comisión ad hoc de los
Oidores y posteriormente matricularse en el registro correspondiente. Los
abogados cobraban sus honorarios conforme a un arancel que aprobaba la
Audiencia, misma que residía en el Real Palacio (actualmente a la que ocupa
la Presidencia de la República), algunos de cuyos locales tenían las dos Salas
de Justicia y la del Crimen, todas tapizadas de damasco carmesí, con dos
estrados, en el superior estaban la mesa y sillones para los magistrados y en
el inferior se sentaban los funcionarios subalternos y los abogados, todos los
letrados vestían traje talar, los magistrados sus garnachas y los abogados
colegiados traían además bolillos.
Desde el inicio de la dominación hispana en América se desató una fuerte
polémica en España contra los abogados y la abogacía, tanto dentro del
propio gremio como fuera de él, y don Jaime del Arenal Fenochio ilustra
cómo trascendió a la Nueva España el problema, acrecentándose con el
tiempo, al grado que en 1835 don Juan Rodríguez de San Miguel publica un
folleto titulado Vindicación de los que se dedican a la Abogacía.
Durante el Virreinato continuó la división entre jurisconsultos y abogados,
los primeros estudiaban y desahogaban las consultas en su biblioteca, los
segundos asistían a los tribunales. Usaban traje negro con calzón corto, la
chinela con la hebilla de oro o plata según la alcurnia y posición económica
del sujeto y por supuesto en el foro la imprescindible toga.
Los principales tribunales en dicha época Colonial y ante los que litigaban
los letrados fueron: La Real Audiencia, una en la Ciudad de México,
establecida en 1527 y otra en Guadalajara, fundada en 1548 y que tenía
apelación en la anterior, sobre la cual sólo estaba el Consejo Real y Supremo
de Indias creado por Carlos V en 1524: El Tribunal de la Inquisición,
integrado por el Estado y la Iglesia se estableció formalmente en México
hacia 1571, quedando los indígenas fuera de su jurisdicción; Los Consulados,
que fungieron como tribunales mercantiles, tanto administrativos como
judiciales, establecidos en la Cd. de México (1592), en el Puerto de Veracruz
(1795), y en Guadalajara 1795); El Real Tribunal General de Minería en la
Capital de Nueva España (1776); El Tribunal de la Acordada (1719), de
índole penal, sancionado por la Corte en 1722 y el Tribunal de Infidencia,
creado en las postrimerías de la Colonia; desde luego había otros inferiores
cómo las Alcaldías Menores y las Mayores, los Corregimientos, etc., y por
cuanto a los fueros o jurisdicciones privativas, existieron la eclesiástica, la
castrense e incluso la de bienes de difuntos, todo lo cual aumentaba los
juicios y complicaba las competencias judiciales.

III. En el México Independiente se ocasionó desde luego un fuerte cambio,


pues el abogado dejó la solemnidad del profesionista togado para convertirse
en el republicano hombre de Ley; durante la breve aparición del Segundo
Imperio, impuesto por la Intervención Francesa, los letrados no abandonaron
sus sencillas prácticas democráticas ante los tribunales y oficinas por cuanto
al ejercicio profesional, desde el 4 de diciembre de 1824, el Congreso
Constituyente Republicano, declaró que todos los juicios podían litigar en
todos los Tribunales de la Federación, disposición que por primera vez
permitió la libre circulación de abogados, cuyo ejercicio antes se
circunscribía dentro de los límites del Distrito de la Audiencia donde se
examinaba el aspirante a Letrado y más tarde, el 18 de enero de 1834,
Valentín Gómez Farías, conforme a la Ley de 19 de octubre de 1833,
promulgó otra sobre examen de abogados, que finiquito los dos últimos
obstáculos para el libre ejercicio profesional: la prueba ante los Tribunales y
la incorporación al Colegio de Abogados, subsistiendo el examen presentado
ante el Establecimiento de Jurisprudencia respectivo.

IV. Durante el siglo XIX y precisamente frente a las más injustas guerras de
ocupación extranjeras, tocó encarar la situación imperante a dos abogados,
don Manuel de la Peña y Peña (1789-1850), Presidente de la República
cuando la Invasión Norteamericana, del 26 de septiembre al 13 de noviembre
de 1847 y del 8 de enero al 3 de junio de 1848, ya que era Presidente de la
Suprema Corte de Justicia y por las circunstancias tuvo que encargarse de la
Primera Magistratura del País, e igual aconteció con don Benito Juárez
(1806-1872), quien asumió el Poder Ejecutivo el 19 de enero de 1858 para
afrontar la llamada Guerra de Tres Años -1858 a 1860- durante la cual
promulgó las Leyes de Reforma y a continuación, en 1862, hubo de resistir el
ataque del ejército francés y establecimiento del Segundo Imperio con
Maximiliano de Habsburgo como Emperador, hasta el triunfo de las armas
liberales y Restauración de la República el 15 de julio de 1867. En el siglo
pasado hubo una pléyade de hombres letrados que con su inteligencia y
profesión intervinieron en la vida sociopolítica de México, influyendo en los
acontecimientos nacionales, baste citar el Congreso Constituyente de 1856-
1857 que produjo la Carta Magna del 5 de febrero y la creación del Juicio de
Amparo por don Manuel Crecencio Rejón (1799-1849) en la Constitución de
Yucatán en 1841, perfeccionado por el propio Rejón ante el Congreso de
1846 en México y brillantemente expuesto en el Acta de Reformas de 1847
por el jurista don Mariano Otero (1817-1850).

V. A principios de este siglo y cansado el pueblo del régimen del general don
Porfirio Díaz (1830-1915), se inicia en México el periodo prerrevolucionario
y en el hubo ideólogos como los hermanos Flores Magón, Ricardo (1873-
1922), Jesús (1872-1930) y Enrique (1877-1954), estos dos últimos abogados,
que expusieron su credo político en el periódico Regeneración, publicado
desde agosto de 1900 y después en el Programa del Partido Liberal, Saint
Louis Missouri, primero de julio de 1906.
Puede afirmarse que la presencia de los abogados en la gesta
revolucionaria, desde el antirreeleccionismo, al inicio de la lucha armada el
20 de noviembre de 1910 y hasta la muerte de don Venustiano Carranza
(1859-1920), imprimió a la misma el sentido jurídico-político que necesitaba,
siendo su máxima evidencia y fruto la Constitución del 31 de enero de 1917
promulgada en Querétaro el 5 de febrero siguiente.
Baste decir que desde 1946 a la fecha, los Presidentes de México han sido
licenciados en Derecho, con excepción del señor don Adolfo Ruiz Cortines
(1952-1958), don Miguel Alemán Valdés: 1946-1952; don Adolfo López
Mateos: 1958-1964; don Gustavo Díaz Ordaz: 1964-1970; don Luis
Echeverría Álvarez: 1970-1976; don José López Portillo y Pacheco: 1976-
1982, y Miguel de la Madrid Hurtado: 1982-1988.

VI. Actualmente los estudios para la carrera de Derecho se hacen en diez


semesmestres, luego unos meses de servicio social, la presentación de la tesis
respectiva y el correspondiente examen; maestría y doctorado son ya de
posgrado. La práctica profesional se realiza libremente ante todos los
tribunales de la República, tanto de jurisdicción federal: Suprema Corte de
Justicia, Tribunales Colegiados y Unitarios de Circuito y Juzgados de
Distrito, así como ante el supremo tribunal de Justicia Militar y sus
Juzgados; cuanto local: Tribunales Superiores de Justicia, Juzgados da
Primera Instancia, Menores y Mixtos de Paz, sin otro requisito que el registro
del título de licenciatura en derecho ante la Dirección de Profesiones
respectiva o los Tribunales correspondientes, según las leyes de cada Entidad
Federativa.
La membresía en los Colegios de Abogados que existen en el Distrito
Federal y en cada uno de los Estados es voluntaria, de todos el más antiguo
es el Ilustre y Nacional Colegio, fundado en la Capital Mexicana por Real
Cédula de Buen Retiro del 21 de junio de 1760.
En la Constitución Política del País, la Profesión de Abogado aparece
mencionada directa o indirectamente en los artículos 5, 20, 73-VI, 95-III, 97,
102 y 121-V; la Ley para el Ejercicio de las Profesiones en el D. F. (30 XII-
1944) y la del Notariado para el D. F. (30-XII-1979) vigentes, la señalan
expresamente.
Como ocurre en todas las ramas del saber humano, el abogado ha tenido
que especializarse en las de la Ciencia del Derecho: Civil, Penal, Procesal,
Mercantil, Administrativo-Fiscal, Laboral, Internacional-Público y Privado-,
Bancario, Marítimo, Aéreo y las de reciente cuño como el Derecho Protector
de los Bienes Culturales de la Nación, y el del Medio Ambiente-Ecológico,
etc.
El ejercicio de las profesiones jurídicas se realiza tanto en la Judicatura
-Ministros, Magistrados, Jueces, Secretarios, Actuarios-, como es el Foro
-abogados con profesión libre que representan a sus clientes o bien
empleados en el sector empresarial- y desde luego como Agente del
Ministerio Público o Representante Social en las Procuradurías de Justicia
-la General de la República; la del Distrito Federal y las de cada uno de los
Estados-, así como la General de Justicia Militar o bien en la Federal del
Consumidor y en la Federal de la Defensa del Trabajo, etc., e igualmente
labora como defensor de oficio.
El abogado cubre funciones técnicas en todas las dependencias
gubernamentales e importante es la de Notario, en que actúa tanto como
funcionario público, fedatario, como profesionista que asesora y vela por los
intereses de las partes que intervienen en los negocios a su cargo.
Académicamente el abogado se dedica también a la docencia jurídica y a la
investigación del derecho, en las escuelas o facultades relativas y en los
centros de estudio correspondiente, como son la Facultad de Derecho y el
Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma
de México, respectivamente.
Los Colegios de Abogados son corporaciones de derecho público amparadas
por la ley y reconocidas por el Estado, con personalidad jurídica propia y
plena capacidad para el cumplimiento de sus fines
 Se rigen por las disposiciones legales estatales o autonómicas que les
afecten, por el Estatuto General de la Abogacía Española, por sus Estatutos
particulares, por sus Reglamentos de régimen interior y por los acuerdos
aprobados por los diferentes órganos corporativos en el ámbito de sus
respectivas competencias.

Los fines esenciales de los Colegios de Abogados, en sus respectivos ámbitos,


son la ordenación del ejercicio de la profesión; la representación exclusiva de
la misma; la defensa de los derechos e intereses profesionales de los
colegiados; la formación profesional permanente de los Abogados; el control
deontológico y la aplicación del régimen disciplinario en garantía de la
Sociedad; la defensa del Estado social y democrático de derecho proclamado
por la Constitución y la promoción y defensa de los Derechos Humanos; y la
colaboración en el funcionamiento, promoción y mejora de la Administración
de Justicia.

En concreto, los Colegios de Abogados deben velar para que a ninguna


persona se le niegue la asistencia de un letrado para la defensa de sus
derechos e intereses.

En relación con el Colegio de Abogados al que estén incorporados, los


colegiados tienen los siguientes derechos:
 Derecho a participar en la gestión corporativa.
 Derecho a recabar y obtener de todos los órganos corporativos la protección
de su independencia y lícita libertad de actuación profesional.
 Aquellos otros derechos que les confieran los Estatutos particulares de cada
Colegio.
De igual manera, los colegiados tienen los siguientes deberes:
 Deber de estar al corriente en el pago de sus cuotas, ordinarias o
extraordinarias y levantar las demás cargas colegiales.
 Deber de denunciar al Colegio todo acto de intrusismo que llegue a su
conocimiento, así como los casos de ejercicio ilegal y de falta de
comunicación de la actuación profesional.
 Deber de denunciar al Colegio cualquier atentado a la libertad,
independencia o dignidad de un abogado en el ejercicio de sus funciones
 Deber de no intentar la implicación del abogado contrario en el litigio o
intereses debatidos, ni directa ni indirectamente, evitando incluso cualquier
alusión personal al compañero y tratándole siempre con la mayor corrección.
Deber de mantener como materia reservada las conversaciones y
correspondencia habidas con el abogado o abogados contrarios, con
prohibición de revelarlos o presentarlos en juicio sin su previo
consentimiento.

Para el ejercicio de la Abogacía es obligatorio la colegiación en un Colegio


de Abogados
 Basta la incorporación a un solo Colegio para ejercer en todo el territorio
del Estado, siendo ese Colegio el del domicilio profesional único o principal.
Este sistema de colegiación única facilita la movilidad profesional del
abogado, al permitir el libre ejercicio en todo el ámbito estatal sin necesidad
de más trámites que los imprescindibles, y potencia la libre elección del
abogado en favor del cliente.

Para actuar profesionalmente en el ámbito territorial de cualquier Colegio


diferente al que estuviere incorporado, no podrá exigirse al abogado
habilitación alguna ni pago de contraprestaciones económicas distintas de
aquellas que se exijan habitualmente a los colegiados del Colegio donde vaya
a intervenir.

No obstante, cuando un abogado vaya a ejercer en un territorio diferente al


de su colegiación, debe comunicarlo al Colegio en cuyo ámbito haya de
intervenir directamente, a través del propio Colegio a que esté incorporado,
del Consejo General de la Abogacía Española o del correspondiente Consejo
Autonómico.

Todo abogado incorporado a cualquier Colegio de Abogados de España


podrá prestar sus servicios profesionales libremente en todo el territorio del
Estado, en el resto de los Estados miembros de la Unión Europea y en los
demás países, con arreglo a la normativa vigente al respecto.

El ejercicio de la Abogacía podrá desarrollarse individualmente por cuenta


propia, como titular de un despacho, o por cuenta ajena, como colaborador
de un despacho individual o colectivo. Igualmente, los abogados podrán
ejercer la Abogacía colectivamente, mediante su agrupación bajo cualquier
de las formas lícitas en derecho, incluidas las sociedades mercantiles, así
como asociarse en régimen de colaboración multiprofesional con otros
profesionales liberales no incompatibles.

También podría gustarte