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Dentro del periodo comprendido entre los años 2015 a 2018, el negocio de Real Estate en
Nicaragua estuvo considerado como “un rubro estable y en crecimiento” puesto que la tendencia
del mercado de bienes y raíces es el crecimiento, y durante el 2017 este rubro se vio fortalecido
con la ejecución de proyectos residenciales y turísticos, que atrajeron a muchos vacacionistas e
inversionistas interesados en propiedades y renta de apartamentos.
El negocio de alquiler, compra y venta de propiedades crecía año con año dentro de este periodo,
y aunque la Cámara Nicaragüense de Corredores de Bienes Raíces (CANIBIR) no tenía una
estadística que ofrecer, a sus afiliados, a estos les resultaba evidente que cada vez había más
casas, edificios y locales comerciales disponibles para mercar.
Por eso, es importante recalcar que el precio de la tierra ha evolucionado en toda Nicaragua.
Antes se podían adquirir propiedades mucho más económicas. Obviamente, esto se debe a que el
país se ha venido desarrollando, y el progreso ha propiciado un aumento exponencial de los
precios.
De acuerdo a CANIBIR, a inicios de los años noventa se conseguían tierras en las principales
calles y avenidas de Managua, a un costo de 20 a 30 dólares la vara cuadrada. Actualmente
estamos arriba de 100 dólares, y hay hasta quienes piden 250 y 300 dólares, aunque siempre hay
un margen de negociación.
Los puntos con más auge de demanda a nivel nacional son León, Carretera Nueva a León,
Managua, Carretera a Masaya, Granada, Rivas, Tola, San Juan del Sur y toda la cinta costera del
pacífico nicaragüense.
Otro punto a destacar dentro de este periodo (2015-2018) es que, cada vez que un inversionista o
constructor trata de justificar su decisión de levantar un nuevo edificio de oficinas, señala lo
inapropiado de emplear una casa de habitación como espacio de oficina, con el consiguiente caos
que genera en los vecinos el hecho que no haya suficientes sitios de estacionamiento.
De ahí que hasta se haya establecido una especie de ‘corredor no oficial’ que arranca en Plaza
España, sube hacia la Pista Suburbana, y se conecta en dos puntos con carretera a Masaya: la
Rotonda Centroamérica, y la Rotonda Jean Paúl Genie.
Gracias al surgimiento de ese eje, donde se levanta la mayor parte de la oferta de edificios de
oficinas en Managua, muchas de esas casas reconvertidas en oficinas se quedaron sin clientes.
Dando paso a un nuevo segmento de mercado que necesita reinventarse para volver a competir
por atraer a nuevos clientes.
No es nada nuevo que el COVID-19 vino como un huracán en mitad del verano. Nadie lo
esperaba, nadie estaba preparado y la mayoría de las respuestas han sido simplemente reactivas a
la situación.
En Nicaragua esa realidad parecía lejana y, como en esas grandes producciones de Hollywood,
nos limitamos a observar sin pensar que a los pocos meses tendríamos afectaciones directas no
solo de índole humanitario sino también en lo económico.
En este panorama, el mercado inmobiliario y de bienes raíces enfrenta una situación bastante
adversa que, de acuerdo a la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico Social
(FUNIDES), en el primer semestre del 2020 registró un decrecimiento del 55 por ciento en la
demanda de bienes raíces y las proyecciones de mantener ese ritmo negativo en lo que restaba
del año se consumaron.
Estos datos surgen del estudio cualitativo realizado por FUNIDES para valorar la “Situación y
perspectivas del sector comercio y servicio” y al analizar este decrecimiento se destacan los
factores siguientes:
Pese a este comportamiento negativo en el primer semestre del año, hay una realidad que nos
demuestra que la crisis sanitaria provocada por la propagación de la COVID-19 terminó por
cambiar los hábitos de los consumidores en todos los mercados de Centroamérica y en este
escenario el mercado inmobiliario no es la excepción. A este sector le tocará ajustarse para
aprovechar las oportunidades que generó la crisis actual.
La tecnología ha jugado un papel importante en el surgimiento de esta nueva realidad, pues las
personas están dispuestas a realizar todas las actividades posibles a través de herramientas
digitales. Por ejemplo, visitas virtuales a proyectos inmobiliarios vía videoconferencias.
Al analizar las cifras del mercado panameño, del total de consumidores que están buscando por
Internet comprar o rentar una propiedad residencial, el 7% está intentando adquirir una casa. En
Guatemala, del total de personas que buscan adquirir o alquilar una propiedad residencial por
Internet, el 12% está intentando rentar un apartamento. En El Salvador esa proporción también
asciende a cerca de 7%, y en Nicaragua a 6%.
Ese mismo reporte interactivo actualizado al cierre del primer semestre de 2020, detalla que en el
mercado costarricense más de 100 mil personas comprar un apartamento, mientras que, en
Honduras, la cifra está cercana a los 30 mil consumidores.
Aunque la pandemia aún es latente y el riesgo de contagio persiste, la disminución en los casos
positivos de COVID-19, la implementación permanente de medidas de prevención y la apertura
del comercio local va generando más confianza y dinamismo en todas las áreas de la economía.
Por ejemplo, en el caso del sector inmobiliario la Cámara de Urbanizadores de Nicaragua
(CADUR) ya tiene programada una feria para el mes de noviembre, evento que atrae el interés
de las familias en busca de una vivienda para consolidar un hogar.
Así con acciones directas de venta y potenciando el uso de las tecnologías, que fue una buena
lección que nos dejó el confinamiento, el mercado inmobiliario y de bienes raíces puede ir
recuperando espacios y generando mejores réditos al sector.