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LUDOVICO SILVA (1937) Venezuela

El tema propuesto es: Marxismo y Metodología Científica. Como tema, es


extraordinariamente abundante. Es tema carnoso, y se trata además de una carnadura en
la que han clavado sus picos críticos toda suerte de pajarracos intelectuales. Lo han
hecho hasta deformar el cuerpo original de la pieza. La palabra «sistema» tiene usos muy
diversos. En su máxima generalidad significa ordenación de las partes en un todo,
organización de sub-conjuntos en un conjunto total; por donde vemos que la noción
general de sistema puede confundirse con la noción de «totalidad». Lo que identifica a un
sistema es la compatibilidad de sus partes. Puede ocurrir, incluso que esta compatibilidad
asuma el carácter de una contradicción, o de una oposición que realiza su lucha dentro de
la esfera del sistema y que lo constituye. Tomada más particularmente, la palabra sistema
nos conduce a la noción de «concepción del mundo», o sea, idea general que se tiene
acerca de cómo ocurren las cosas en la naturaleza en la historia. Cuando se intenta, en
filosofía, abarcar en un todo sistemático la totalidad de las cosas y sus relaciones, no
queda más remedio que vaciar el sistema de contenido concreto, puesto que cualquier
particularidad o concreción echa a perder la armonía del sistema en cuanto tal.
La condición para que exista un sistema filosófico es que sea vacío, o sea, que explique al
mundo olvidándose del mundo. Otros han centrado el eje de su sistema en la idea de una
verdad que pudiese servir «para todos los mundos posibles»; pero como se comprenderá,
lo que sirve para todo, no sirve para nada, y una verdad que sirva para todos los mundos
posibles no tiene, por de pronto, nada que ver con nuestro mundo, nuestro planeta, que es
un mundo concreto lleno de verdades parciales y también de mentiras.
Debemos preguntarnos, en primer lugar, por qué podemos llamarlas categorías.
Es decir, por qué podemos llamar con el ciertamente pomposo nombre de «categorías» a
cosas tales como la mercancía, el valor, el valor de uso, el valor de cambio, el dinero, la
fuerza de trabajo, el tiempo de trabajo, etc. No hay, no existe el capitalista en estado puro,
como tampoco existe el obrero en estado puro. El capitalista real tiene algo de obrero:
también suda y trabaja y se preocupa. El obrero real tiene algo de burgués: tiene apego al
dinero, tiene apego a ese «dejar hacer» en que consiste la mentalidad burguesa.
Pero, cuando se trata de describir en una obra económica el contenido último de la
sociedad capitalista, no queda otro remedio que idealizar. De ahí la función de las
categorías. El «capitalista» es una categoría, al igual que el «obrero». La mercancía es
una categoría económica y funcionan como categorías sus dos valores: el valor de uso y
el valor de cambio. Como tal, existe desde hace milenios; sin ir más lejos, el dinero, la
moneda acuñada, existe desde hace bastante tiempo, aunque no tanto como para
hacernos olvidar que no se trata de un invento de la naturaleza, sino de los seres
humanos, un invento histórico. Aparentemente, la tarea de un sistema económico consiste
en proporcionar a los hombres valores de uso para cubrir sus necesidades y combatir la
escasez. Pero el capitalista es un sistema que opera al revés: produce valores de uso no
para satisfacer las necesidades de los hombres, sino para cubrir las necesidades del
mercado capitalista. En una producción simple de mercancías (como la que existía ya
mucho tiempo antes de la era capitalista) este cambio no producía, no podía producir, por
sí mismo, una autorreproducción incesante del capital. Los "capitales" se hacían de otro
modo, el más corriente de los cuales era la rapiña directa, la captura de bienes y valores y
el trabajo esclavo; no existía lo que hoy llamamos una "inversión" desarrollada. Desde el
principio, pues, se caracterizó el capitalismo por ser un sistema expansivo, tentacular.
Sus leyes económicas se ven afectadas por este carácter. En el orden material ocurre la
succión de la riqueza patrimonial y la fuerza de trabajo de los pueblos dependientes, y la
consiguiente miseria e involución de los mismos, dado que las fuerzas productivas son
empleadas fundamentalmente para producir ciegamente capital que, en el momento
mismo de nacer, es ya extranjero. Se creó así una gigantesca zona del planeta puesta a
trabajar, en las peores condiciones, al servicio de otra parte de aquél. Lógicamente, esta
condición material fue engendrando progresivamente su expresión ideológica.

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