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JOSE FELIX CATANO

LECCIONES DE ECONOMÍA MARXISTA:


Mercados, precios y dinero desde
un enfoque heterodoxo

UNIVERSIDAD N A C IO N A L DE COLOMBIA
SEDE BOGOTÁ
FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS
JOSÉ FÉLIX CATAÑIO. Econom ista de la
Universidad de Antioquia (Medellín,
1978), D o cto r de tercer Ciclo de la
Universidad Paris 10 (Nanterre, 1984).
Profesor de la Facultad de Ciencias
Económ icas de La Universidad de
Andoquia (1978-1994), Profesor de la
Universidad Nacional de Colom bia, sede
Bogotá, (1994-2009) Profesor de la
Universidad de los Andes (1995-2009).

Ha publicado varios artículos sobre


temas de teoría económica general en
Lecturas de Econom ía (Universidad de
los Andes), Cuadernos de Econom ía
(Universidad Nacional de Colom bia ) y
E con om ía Institucional (Universidad
Externado de Colombia)
LECCIONES
DE ECONOMÍA MARXISTA
M E R C A D O S , P R E C IO S Y D I N E R O

D ESDE UN ENFOQUE H ETERO D OX O

Jo s é F é lix C a t a ñ o

U niversidad N acional de Colom bia


Facultad de Ciencias Económ icas
Escuela de Econom ía
UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOM BIA
SEDE BOGOTÁ

M oisés Wasserman
Rector

Fernando M ontenegro Lizarralde


Vicerrector de sede Bogotá

Facultad de Ciencias Económicas


Jorge Iván Bula Escobar
Decano

Gerardo Ernesto M ejia A lfaro


Vicedecano Académ ico

Escuela de Economía
Edgar O svaldo Bejarano Barrera
Director

Programa Curricular de Economía


Leonardo Duarte Vergara
Coordinador
Catalogación en la publicación Universidad Nacional de Colombia

Cataño Molina, José Félix 1951-


Lecciones de economía marxista: mercados, precios y dinero desde un enfoque
heterodoxo / José Félix Cataño. — Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.
Facultad de Ciencias Económicas, 2009
200 p.
ISBN : 978-958-719-177-6
1. Marx, Karl, 1818-1883 - Pensamiento económico 2. Economía marxista
3. Teoría de la utilidad 4. Valor (Economía)

C D D -2 1 335.412 / 2009

U N IV E R S ID A D N A C I O N A L D E C O L O M B IA
Facultad de C ien cias Económ icas (FCE)
Escuela de Econom ía
José Félix C a ta ñ o

C o ordin ación de Publicaciones


Facultad de C ien cias Económ icas
Edificio 238 piso 1, A u la N o. 6
Conm u tador: (57) (1) 316 5000 extensión 12308
Correo electrónico: publicac_fcebog@ unal.edu.co
Bogotá, Colom bia, Sur A m érica

PR IM E R A E D IC IÓ N
Bogotá D .C ., A b ril d e 2009
ISBN 978 -958-719-177-6

C o ord in ad or d e Publicaciones
C arlos A n d rés Á lv a r e z G allo
Profesor A so ciad o - FCE

Equ ipo de Publicaciones


Jenny Paola Lis G u tiérrez
D a v id A lejan dro Bautista Cabrera
Juan C arlo s G arcía Sáenz

Corrección de estilo
Jenny Paola Lis G u tiérrez

A rm ad a digital, im presión y acabados


Editora G u a d a lu p e s . A.
Tel.: 2690788 - Bogotá, D .C.

Prohibida la reproducción total o parcial de este libro, sin au torización


de la C oordinación de Publicaciones de la FCE.
A Carlo Benetti y jean Cartelier
TABLA DE CONTENIDO

Pág.

P R Ó L O G O ........................................................................................ 11

PREFACIO........................................................................................ 15

IN T R O D U C C IÓ N .......................................................................... 17

CAPÍTULO I
MARX Y LA TEORÍA DE LOS PRECIOS
DE LOS ECONOMISTAS CLÁSICOS............................................. 25

CAPÍTULO II
TEORÍA MARXISTA DE LA SOCIEDAD
MERCANTIL SIM PL E.......................................................................... 33

CAPÍTULO III
LAS CONCEPCIONES MARXISTAS DEL TRABAJO
GENERAL Y LAS TEORÍAS DEL MERCADO............................. 51

CAPÍTULO IV
EL DINERO O LA FORMA DEL VALO R..................................... 65

CAPÍTULO V
EL DINERO ES UNA “MERCANCÍA” PERO... ESPECIAL.... 85

CAPÍTULO VI
EVALUACIÓN CRÍTICA DE LA TEORÍA MARXISTA
DEL VALOR Y DEL D IN ERO ........................................................... 95
10 Lecciones de Economía Marxista

Pág.

CAPÍTULO VII
TEORÍA DE LA SOCIEDAD CAPITALISTA:
PLUSVALOR Y SA LA R IO ................................................................. 109

CAPÍTULO VIII
TEORÍA MARXISTA DEL EXCEDENTE........................................ 125

CAPÍTULO IX
EVALUACIÓN DE LA TEORÍA MARXISTA
DEL PLU SV A LO R................................................................................ 137

CAPÍTULO X
MERCADOS Y CAPITALISMO
DESDE UNA PERSPECTIVA MONETARIA:
EL MODELO DE BENETTI Y CARTELIER................................... 147

CAPÍTULO XI
CONCLUSION ES.................................................................................. 167

BIBLIOGRAFÍA............................................................................... 169
PRÓLOGO

as L eccio n es de E conom ía M arxista que co n tien e este libro

L son el p ro d u cto de un trab ajo paciente, d ed icad o y sobre


todo de co n v icció n . La p aciencia de José Félix en la elab o ración
de estas L eccio n es se evid encia en el esm ero co n que trad u ce en
p alabras sim p les, bien ord en ad as y estru ctu rad as unas id eas tan
co m p lejas y sobre todo tan olvid ad as por las n u ev as g en eracio ­
nes de eco n o m istas, para q uienes la obra de M arx y el m arxism o
parecen p erten ecer al m useo de la historia. Este trab ajo les o fre­
ce una m irad a d iferen te para recon ocer la v ig en cia de una teoría
econ óm ica o cu ltad a por la carga id eo lóg ica que su au tor ad q u i­
rió d u ran te el sig lo pasad o. Este es el g ran m érito y la d ifícil
tarea que em p ren d ió el P rofeso r C atañ o y que hoy queda p las­
m ada en esta obra que es una m ezcla ju sta de ensay o acad ém ico
y de libro de texto.

D ado el objeto de estudio, la com plejidad del pensam iento de M arx


y su posición particular com o un econom ista distinto a los demás,
requiere de un ejercicio literario difícil; un esfuerzo pedagógico
particularm ente cuidadoso. Que estas Lecciones logren conquistar
con éxito ese reto se debe a un trabajo que se articuló lentam ente en
varios años de enseñanza. José Félix construyó sus Lecciones pu­
lie n d o se m e stre tra s se m e stre su s a rg u m en to s, su e stru ctu ra
expositiva y sus principales ideas, hasta decidirse finalm ente a ofre­
cer a un público m ás am plio que el de sus propios estudiantes, un
trabajo que seguram ente él m ism o quisiera continuar perfeccionan­
do, pero que m uchos consideram os, desde hace bastante tiem po,
algo digno de presentarse a la com unidad académ ica.

Com o m encioné anteriorm ente, este es un trabajo hecho con una


gran convicción, tanto personal com o académ ica. Personal porque
12 Lecciones de Economía Marxista

refleja la pasión del autor por la argum entación y la discusión teó­


ricas que, sobre todo en nuestro país, se han convertido en pasiones
escasas en estos días tan adversos a las grandes preguntas abstrac­
tas y propensos a las investigaciones puntuales, dispersas y con
poco apego por la coherencia teórica. Académ ica porque este traba­
jo, que aparentem ente busca ser sólo una exposición pedagógica
com o apoyo de un curso de form ación para estudiantes, es en reali­
dad una contribución a un debate m ás amplio. Se trata de intentar
discutir la actualidad de las ideas económ icas de un gran pensador
e v a lu á n d o la s crítica m en te , reco n stru y én d o la s de m an era m ás
estructurada y poniéndolas a dialogar con las nuevas teorías eco­
nóm icas. Por estas razones este trabajo busca y debería encontrar
un público am plio y crítico entre los académ icos interesados en las
discusiones de teoría económ ica.

T ra tá n d o se de u na obra so b re p e n sa m ien to e co n ó m ico , unas


L ecciones de econ om ía m arxista debían ser fieles al propio M arx,
es decir, ser ad em ás de una exp osición rig u ro sa, eru d ita y seria
de la teo ría econ óm ica, una “crítica de la econ om ía p o lítica ”. Pero
p odría p en sarse que la crítica de finales del siglo X IX es hoy en
día estéril, que la econ om ía política bu rgu esa a la que se d iri­
gían los dard os del autor alem án hoy está superad a y que la teoría
econ óm ica m od erna está depu rada de aq u ellos errores. L eccio ­
nes de E conom ía M arxista m uestra lo co ntrario. Las in tu icion es
y d esarro llo s teó rico s de M arx sigu en siend o tierra fértil para
alim en tar una crítica teórica sólida a la teoría econ óm ica d om i­
nante. Este es uno de los tenores prin cip ales de este libro. A la
im agen de M arx, Jo sé Félix reconstru ye los elem en to s crítico s que
p erm iten señ ala r las d eb ilid a d es y las a ltern a tiv a s a la teo ría
neoclásica. Ig u alm en te, resp etand o una de los v alo res m ás sig ­
n ifica tiv o s de M arx, este tra b a jo crítico se hace co n el m ayor
resp eto por los d esarrollos teóricos de la escu ela d om in an te, re­
c o n o cie n d o su s g ra n d e s lo g ro s y p ro ce d ie n d o m e d ia n te una
crítica m ás “in tern a ” que “extern a”.

Este es un ejercicio con un doble riesgo. Por un lado, porque a los


ojos m arxistas tradicionales parecen ofrecerse m uchas concesiones
a la teoría neoclásica. Por otro, porque frente a los autores neoclásicos
las críticas pueden parecer m enos contundentes y ser absorbidas
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 13

com o parte de la construcción de esta m ism a teoría m ás que com o


una alternativa. Sin embargo, siguiendo las pistas ofrecidas por Marx,
José Félix m uestra que se trata de una verdadera alternativa teórica.
En particular, de una visión diferente del m ercado y del papel de
las instituciones m onetarias. El riesgo es superado m ediante una
propuesta novedosa que llena o contribuye a cubrir grandes vacíos
de la teoría contem poránea que m uchas veces son evitados por otros
enfoques que se dicen heterodoxos.

El lib ro se en foca esen cialm en te en el estu d io de la teo ría del


m ercad o y de la relació n salarial. Estos tem as son tratad o s a tra ­
vés de una p ersp ectiv a en la que se resalta la im p ortan cia de las
in stitu cio n es m o n etarias com o elem en to d istin tiv o y esen cial de
todo fen óm en o econ óm ico en una sociedad m ercantil. Este en fo ­
que “h etero d o x o m o n eta rio ”, com o lo llam a el p ro feso r C ataño,
d estaca un m ensaje central cíe la crítica a la E co n o m ía P olítica
m arxista que tien e gran vigencia: la co m p ren sió n de una so cie­
dad de m ercad o tiene com o con d ición prin cip al el en ten d im ien to
de su carácter m onetario. Esta posición es doblem ente heterod oxa
pu esto que, p rim ero, rom pe con el “enfoqu e re a l” que ca ra cteri­
za la teo ría eco n ó m ica d om in ante desde el sig lo de A. Sm ith.
Segu nd o, p orqu e la in terp retació n trad icion al de M arx, al m enos
la que se im puso en las ú ltim as décadas del siglo X X , se pliega
ig u alm en te al “en foq u e re a l”. De esto ú ltim o es una m u estra,
p articu larm en te relev an te, el m arxism o co n stru id o por los h ere­
d e ro s te ó r ic o s de P ie ro S r a ffa (i.e . Ia n S te e d m a n ) q u ie n e s
p reten d en que la esencia de la teoría m arxista debe co n stru irse
sobre la sólid a teo ría sraffiana del valor, en la cual so bresale la
au sencia de referen cia al in tercam bio m o n etario y al papel san-
cio n ad o r del m ercado.

Esta doble ru p tu ra, con los enfoqu es d om in an tes y h eterod oxos,


pone de m an ifiesto la originalid ad y la posibilid ad de en co n trar
en esta nu ev a v isió n “heterod oxa m o n etaria” un nu evo p arad ig ­
m a teórico. Este es el cam ino que abrieron y exp lo ran desde los
años 1980 dos p ro feso res franceses: C ario B enetti y Jean C artelier.
Los m aestro s de Jo sé Félix y a quienes él no sólo rind e hom enaje
a trav és de la tran sm isió n de sus ideas, sino tam bién m ediante
sus ap o rtes p erson ales y una síntesis o rd en ad a y co h eren te que
14 Lecciones de Economía Marxista

hacía falta para m o strar que se trata de unas de las p rop u estas
m ás ricas en teoría econ óm ica de los ú ltim os d ecenios. Seg u ra­
m e n te q u ie n e s c o n o ce n e sto s a p o rte s , a tra v é s cié la a m p lia
literatura de sus au tores, y quienes aún no, tend rán en estas Lec­
cio n es de E co n o m ía M arxista una obra de re fe re n cia so b re la
escuela que, sin pretenderlo, dejaron para las nuevas generaciones
Benetti y C artelier.

A ndrés Á lvarez
PREFACIO

stas leccio n es sobre econ om ía m arx ista en la p ersp éctiv a

E heterodoxa se derivan de las notas de clase que fueron el cen­


tro de m i docencia en las facultades de ciencias económ icas de la
Universidad de Antioquia en M edellín (de 1984 a 1994), posterior­
m ente en la Universidad Nacional de Colom bia (en la sede de Bogotá)
y en la Universidad de los Andes hasta 2008. El m otivo principal ha
sido presentar una exposición detallada sobre las bases y los resulta­
dos de una reinterpretación novedosa de la teoría económica marxista,
denominada heterodoxa, en el sentido de que la visión es diferente a la
de los neoclásicos, a la de los clásicos y al m arxism o tradicional.

Para decirlo en form a más precisa, es el intento de rescatar una par­


te del discurso económ ico de M arx, bastante descuidado por los
com entaristas, respecto al dinero, el m ercado y la relación salarial,
y presentar un enfoque novedoso sobre esos m ism os tem as. Esta
nueva perspectiva la encontré entre 1979 y 1984 en la U niversidad
París X (N anterre), al tener la oportunidad de cursar m is estudios
de m aestría y doctorado con sus forjadores, los profesores Cario
Benetti y Jean C artelier. Este libro quiere m ostrar los elem entos que
encontré en los textos de M arx que me llevan a confirm ar la perti­
nencia y la fecundidad de este enfoque.

Con el fin de distinguirlo de otros enfoques heterodoxos, el nom ­


bre de heterodoxia monetaria parece lo más acertado, porque parte
del principio de que el sistem a de pagos m onetarios es la base para
la inteligibilidad de los procesos económ icos m odernos, principal­
m ente lo que se refiere a los precios y m ercados, en contraste con la
posición ortodoxa que insiste en que un m undo natural (no social)
de individuos racionales y de bienes físicos es la plataform a ade­
cuada para el con ocim ien to económ ico. En otras palabras, esta
heterodoxia propone que las relaciones com erciales y salariales del
16 Lecciones de Economía Marxista

m undo m oderno están em potradas en un conjunto de instituciones


m onetarias y de negociación que determ inan la m odalidad y la re­
gulación de los vínculos entre individuos privados y libres. Por
últim o, la designación de heterodoxo tam bién tom a sentido al m os­
trar que es la hipótesis m onetaria la que perm ite hablar y m odelar
el funcionam iento de la econom ía capitalista por fuera de las situa­
ciones de equilibrio y al tener esta posibilidad sienta las bases para
entender m ejor los m ercados de bienes (cuestión im posible en el
paradigm a neoclásico), las tensiones que se registran en las turbu­
lencias cred iticias y financieras y, sobre todo, las posibilid ad es
institucionales para regular los m ercados y los agentes.

Dedico este libro a quienes m ás han aportado a su elaboración. Pri­


m ero que todo, a los profesores Cario Benetti y Jean Cartelier, dado
que son ellos quienes han propuesto las principales ideas aquí pre­
sentadas, que considero m ás interesantes para entender, criticar y
desarrollar a M arx en los últim os 30 años. En segundo lugar, a los
estudiantes que durante tantos años han recibido pacientem ente mis
cursos y que consideraron que las notas de clase les daban claridad
sobre los debates teóricos de la econom ía, de cóm o criticar la orto­
doxia y sobre el alcance de esta heterodoxia.

Muchos de estos antiguos estudiantes hoy son economistas y algunos


docentes reconocidos en diversas ramas de la econom ía y les debo
mucho por su colaboración en distintos momentos y el aliento para
llevar a cabo una buena presentación de estas lecciones. Aquí debo
mencionar a Dairo Estrada y Alexander Tobón de la Universidad de
Antioquia; Alvaro Gallardo, Deyber Cano, John Mauro Perdomo, Diego
Silva, Aída Sofía Rivera, Aníbal Granda, Alejandra Ramos, Yachay
Julián Tolosa y Jenny Paola Lis de la Universidad Nacional; a Carlos
Andrés Álvarez, Jimena Hurtado y Eric Wancier de la Universidad de
los Andes. No puedo olvidar el apoyo de Eduardo Bolaños y del re­
cientem ente fallecido Jorge Pérez, profesores de la Universidad de
Antioquia, que siempre tuvieron una gran simpatía por este trabajo.
En tercer lugar, a las instituciones que permitieron que este libro se
efectuara en un ambiente de libertad y altura académica, la Universi­
dad de Antioquia de Medellín y la Universidad Nacional de Colombia.

Bogotá, 20 de enero de 2009


INTRODUCCIÓN

arl M arx es el prim er crítico de la econom ía política en un

K doble sentido: crítico de la sociedad capitalista y crítico de


la form a de pensarla. Un cam bio revolucionario de la sociedad y
una nueva teoría social, son los dos proyectos alternativos que de­
ben tom arse com o com plem entarios en el pensam iento m arxista.
Por razones que van aclararse a lo largo de este libro, esto hace de
M arx el fundador de una reflexión que abre las puertas a una teoría
heterodoxa del m ercado.

A m anera de introducción, se presentarán tres com ponentes de su


enfoque: 1) la m etodología holista, 2) el m ercado com o form a parti­
cular de organización económ ica, y 3) la crítica al enfoque de los
econom istas respecto a los precios.

Un método holista para el análisis de la sociedad

M arx es p artid ario de un enfoqu e holista, si por ello se entiend e


el p rin cip io segú n el cual para exp licar la socied ad se debe p ar­
tir de ella m ism a (por lo m enos de un rasgo co lectiv o m ás allá
del ind ivid u o) y no, com o los econ om istas n eoclásico s, de una
idea de in d iv id u o d efinid o antes de sus ca ra cterísticas sociales.
En efecto, su o p o sició n a un enfoque de in d iv id u alism o m eto d o ­
lógico es exp lícita:

Individuos que producen en sociedad, o sea la producción de los


individuos socialmente determinada; este es naturalmente el punto
de partida... El cazador o el pescador solos y aislados con los que
comienzan Smith y Ricardo pertenecen a las imaginaciones despro­
vistas de fa n tasía que produjeron las robinsonadas del siglo
XVIII...En esta sociedad de libre competencia cada individuo apare­
ce como desprendido de los lazos naturales, etc., que hacen de él una
parte integrante de un conglom erado humano determ inado y
18 Lecciones de Economía Marxista

circunscrito. A los profetas del siglo XVIII, sobre cuyos hombros


aún se apoyan Smith y Ricardo, este individuo del siglo XVIII... se
les aparece como un ideal cuya existencia habría pertenecido al pa­
sado. No como un resultado de la historia sino como punto de par­
tida de la historia. [...]
El hombre es, en el sentido más literal, un animal político, no sola­
m ente un an im al social, sino un an im al que sólo puede
indwidualizarse en la sociedad. La producción por parte de un indi­
viduo aislado, fuera de la sociedad... no es menos absurda que la
idea de un desarrollo del lenguaje sin individuos que vivan juntos y
que hablen entre sí (Elementos, I, 3).

De acuerdo con esta posición, para entender la sociedad no se debe


partir de un am biente natural, exterior a ella, sino de una configura­
ción social m ínim a, aquella que determ ina un m odo específico de
la individualidad de cada persona y la form a de relación con las
otras, en resum en, un vínculo entre individuos. En este sentido, el
problem a principal de la ciencia social no es plantearse la cuestión
del origen de la sociedad a partir de un dato natural sino otro dis­
tinto, el funcionam iento y los vínculos entre los individuos conform e
a ciertas norm as sociales m ínim as que caracterizan la form ación
social estudiada.

La sociedad de los m ercados com o form a particular de sociedad

M arx clasifica las sociedades de acuerdo con la form a del vínculo


entre los individuos que la com ponen. Bajo esta óptica identifica
tres grupos de relaciones.

Las relaciones de dependencia personal (al comienzo sobre una base


del todo natural) son las primeras formas sociales. (...) La indepen­
dencia personal fundada en la dependencia respecto a las cosas es la
segunda forma importante en la que lleva a constituirse un sistema
de metabolismo social general... La libre individualidad, fundada en
el desarrollo universal de los individuos y en la subordinación de su
productividad colectiva, social, como patrimonio social, constituye
el tercer estadio (Elementos, I, 85).

Las prim eras form as de relación social se sitúan en todas las socie­
dades pre-m ercantiles: las prim itivas, las esclavistas y las feudales,
en las cuales diversos m odos de sum isión directos a la com unidad
o a otro individuo, son la base de la configuración específica de los
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 19

individuos y de la relación entre ellos. En el segundo caso se en­


cuentra la sociedad del intercam bio mercantil:

La reducción de todos los productos y de todas ¡ns actividades a


valores de cambio presupone tanto la disolución de todas las rí­
gidas relaciones de dependencia personales (históricas) en ¡a pro­
ducción, como la dependencia recíproca general de los productores
(...) Esta depen den cia recíproca se expresa en la n ecesidad
permanente del cambio y en el valor de cambio como mediador
generalizado (Elementos, 1, 83).

O tam bién:

El individuo (comerciante) presupone al mismo tiempo el aisla-


miento completo de sus intereses privados y una división del tra­
bajo social, cuya unidad e integración recíprocas existen, por así
decirlo, como una relación externa a los individuos, independiente
de ellof. Es la presión sucesiva de la oferta y la demanda genera­
les la que media la conexión de los individuos recíprocam ente
indiferentes (Elementos, l, 85).

La so cied ad del in tercam b io com ercial es aq u ella en la cual el


in d ivid u o ap arece sep arad o de los otros y donde su realizació n
in d iv id u a l d e p e n d e de las re la c io n e s co n lo s o tro s . En este
c o n te x to , el in d iv id u o no p o see el c o n tr o l in m e d ia to de la
socied ad en dos sentid os: prim ero, el ind ivid u o ad q u iere libertad
de acció n resp ecto a los criterio s que v en d rían de una instancia
co lectiv a; y segu n d o, la sociedad [los otros] ap arece com o algo
extern o, por lo que esta relació n se tom a com o m ero in stru m en to
para lo g rar sus fines privados. Bajo estas co n d icion es, el fu n cio ­
nam ien to de las relacio n es entre in d ivid u os aislad os no se realiza
p or re la c io n e s de p e rso n a a p e rso n a , sin o q u e n e c e s ita una
m ed iación esp ecial, una m odalidad de tran sacció n in d irecta que
p erm ita el v ín cu lo entre ellos.

[En las relaciones de comercio] se lia extinguido toda particidaridad


de la relación entre ambos [individuos] y así mismo todas las condi­
ciones políticas, patriarcales y de otra índole que surgen de la parti­
cularidad de la relación. Ambos se comportan recíprocamente como
personas sociales en abstracto que sólo representan, una para la otra,
el valor de cambio en cuanto tal. El dinero se ha convertido en el
único nexus rerum [nexo de las cosas] entre ellos, en dinero sans
phrase (sin rodeos) (Elementos, III, 124).
20 Lecciones de Economía Marxista

De igual form a:

La necesidad misma de transformar el producto o la actwidad de


los individuos ante todo en... dinero, y de que solo en esta form a
de cosa ellas adquieran y manifiestan su poder social, demuestra
dos cosas distintas: 1) que los individuos siguen produciendo solo
para la sociedad y en la sociedad. 2) que su producción no es
inmediatamente social, no es the offspring o f association [el fruto
de una asociación] que reparte en su propio interior su trabajo
(Elementos, 1, 86).

A partir de los textos anteriores, se tiene que el carácter d escentra­


lizad o de las co n d u cta s de los in d iv id u o s y el m ecan ism o de
relación por m edio del dinero y las cosas, van juntos. Indepen­
dencia individual y sistem a de interdependencia entre individuos
por m edio del dinero, constitu yen la base del fu ncionam iento de
la sociedad.

Dos particularidades distinguen de inm ediato esta sociedad com er­


cial. En prim er lugar, dada la m ediación del dinero (en apariencia,
una cosa), las relaciones son fetichizadas en el sentido que las cosas
m ism as aparecen con poderes sociales propios:

ApA [los individuos productores], por ende, las relaciones so­


ciales entre sus trabajos privados se les ponen de m anifiesto
como lo que son, vale decir, no como relaciones directam ente
sociales trabadas por las personas mismas, en sus trabajos, sino
como relaciones propias de cosas entre las personas y relacio­
nes sociales entre cosas (El Capital, 89).

En segundo lugar, la descentralización (la producción no es inm e­


diatam ente social) hace que el sistem a de interdependencia no esté
controlado por los individuos:

Los individuos están subordinados a la producción social que pesa


sobre ellos como una fatalidad, pero la producción social no está
sometida a los individuos y controlada por ellos como un patrimo­
nio común. (Elementos, I, 86).

Esta sociedad y su funcionamiento se vuelven, entonces, sorprendentes:

La belleza y la grandeza de este sistema residen precisamente en


este metabolismo material y espiritual, en esta conexión que se crea
naturalmente, en forma independiente del saber y de la voluntad de
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 21

los individuos, y que presupone precisamente su indiferencia y su


independencia recíprocas. (Elementos, I, 89).

Siendo la sociedad del intercambio una sociedad de individuos pri­


vados que se relacionan m ediante un representante abstracto (el
dinero) y que se coordinan por medio de m ecanism os independien­
tes de la voluntad, ella posee la característica de ser oscura para los
individuos que en ella participan y, de esta manera, es posible plan­
tear una com paración con las demás formas de funcionam iento social.

El contraste entre las formas de sociedad

Lo anotado anteriorm ente respecto a los rasgos de la sociedad de


intercam bios m ercantiles contrasta de inm ediato con las socieda­
des anteriores, puesto que en ellas explícitam ente la relación entre
el individuo y los otros se presenta com o vínculos directos y trans­
parentes en su principio y en su fin. M arx explica los diversos casos:

L a e c o n o m ía d e R o b in s o n C ru soe

Se trata del m ito del hom bre solo, donde no existe la interdepen­
dencia con otros. Sabiendo que esta figura es m uy apreciada por la
econom ía política M arx com enta:

Pese a la diversidad de sus funciones productivas [Robinson Crusoe]


sabe que no son más que distintas formas de actuación del mismo
Robinson, es decir, nada más que diversos modos del trabajo huma­
no... Todas las relaciones entre el Robinson y las cosas que configu­
ran sus riquezas, creadas por él, son tan sencillas y transparentes
que hasta el señor Marx Wirth, sin esforzar mucho el magín podría
comprenderlas (El Capital, 94).

E n la t e n e b r o s a E d a d M e d ia

La dependencia personal caracteriza tanto las relaciones sociales en


que tiene lugar la producción material como las otras esferas de la
inda estructuradas sobre dicha producción. (...) Los trabajos de las
personas ingresan al mecanismo social en calidad de sewicios direc­
tos y prestaciones en especie (...) El diezmo que le entrega al cura es
más diáfano que la bendición del clérigo... Aquí las relaciones exis­
tentes entre las personas se ponen de manifiesto como sus propias
relaciones personales y no aparecen disfrazadas de relaciones socia­
les entre las cosas (El Capital, 94).
22 Lecciones de Economía Marxista

L a s so c ie d a d e s c o le c t iv a s

Aquí, en prim er lugar, están aquellas m uy antiguas (en los um bra­


les históricos de todos los pueblos civ ilizad os), por ejem plo, la
industria patriarcal rural:

Aquí el gasto de fuerzas individuales de trabajo, medido por la du­


ración, se pone de manifiesto desde un primer momento como una
determinación social de los trabajos mismos, puesto que las fuerzas
individuales de trabajo solo actúan, desde su origen, como órganos
de la fuerza de trabajo colectivo de la familia (El Capital, 95).

En segundo lugar, las sociedades colectivas futuras

En las comunidades de trabajo colectivo como en las asociaciones


libres las relacion e sociales con sus trabajos siguen siendo
diáfanamente sencillas (El Capital, 96).

En resum en, frente a estos diversos tipos de relaciones directas en­


tre individuos que son t r a n s p a r e n t e s , d iá fa n a s y s e n c illa s , que algunas
veces funcionan por m edio de una centralización autocràtica y otras
gracias a un “libre” acuerdo previo, la sociedad de los productores
libres de m ercancías (la del intercam bio descentralizado), se pre­
senta com o aquella en la cual las relaciones entre los individuos no
son transparentes, directas ni inm ediatam ente controladas por ellos,
dado que al partir de la actividad privada y descentralizada se al­
canza una interdependencia que asum e la form a de relación entre
cosas, esto es, un sistem a de precios en dinero que m edia la rela­
ción entre las personas.

De esta m an era, lo que los ind ivid uos ganan en d escen tra liz a ­
c ió n y lib e r ta d , r e s p e c to a la s e n tid a d e s c o le c tiv a s de la s
socied ad es an terio res, es pérdida de tran sp aren cia de las rela­
ciones entre los in d ivid u os y en el con trol de los resu ltad o s que
ellas generan. Por tal m otivo, M arx habla aquí de relacio n es que
tom an la fo rm a de fig u ras d isfrazad as o fa n ta sm a g ó rica s que
exp resan que las relacio n es entre los hom bres son de natu raleza
a lie n a d a (el in d iv id u o es separado de la socied ad ) y f e t i c h i s t a (las
relacio n es se “co sifica n ”).

A hora bien, puesto que el resultado es in d e p e n d ie n t e d e l s a b e r y d e la


esto da pie a que esté dom inado por fuerzas
v o l u n t a d d e lo s i n d i v id u o s
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 23

reguladoras, “tal como se le impone de In gravedad cuando a uno se le cae


la casa en cim a” (El Capital, 92). Un proceso que com ienza con deci­
sio n e s se p a ra d a s re sp e c to a los o tro s y que es m e d ia d o por
m ecanism os im personales, hace necesaria y posible una ciencia es­
pecífica para explicarlo. Precisam ente, para descubrir esta m anera
de coord inación se debe proponer la teoría económ ica del inter­
cam bio de m ercancías, del sistem a precios y de m ercados, tal com o
los econom istas clásicos lo habían ya planteado y desarrollado en
sus respectivas teorías del valor1.

1 "Desde Cantillon todos los economistas sostienen que en una sociedad de mercado existe
un mecanismo tal que las decisiones inicialmente incompatibles se armonizan progresiva­
mente. Se trata de un mecanismo que no depende de la voluntad de los agentes, siendo en
particular independiente del Estado. Con esta afirmación nace la ciencia económica: existe
un campo de la actividad social en el que la cohesión de la sociedad se realiza con autonomía
de la decisión política" (Klimovsky 2000, 80).
C a p ít u l o I

MARX Y LA TEORÍA DE LOS PRECIOS


DE LOS ECONOMISTAS CLÁSICOS

M arx reconoció que los econom istas clásicos habían avanzado en el


estudio de los m ecanism os de la sociedad descentralizada plan­
teando la idea de la mano invisible y habían hecho proposiciones sobre
el valor de las m ercancías. Sin em bargo, propone un balance crítico
bastante severo:
Con Adam Smith, la economía política se había desarrollado hasta
alcanzar cierta totalidad;... [Sin embargo] Smith se mueve con gran
simplismo con una continua contradicción. De una parte indaga la
concatenación interior entre las categorías económicas o la traba­
zón oculta del sistema económico burgués. De otra parte, coloca al
lado de esto la concatenación que aparentemente se da en los fen ó­
m enos de la com p eten cia. Estos m odos de con ceb ir (...) se
entrecruzan y se contradicen continuamente. [...]. Pero Ricardo se
interpone por último y grita a la ciencia !Alto ahí! El fundamento,
el punto de partida de la fisiología del sistema económico burgués
es la determinación del valor por el tiempo de trabajo. De esto
parte Ricardo, obligando a la ciencia a abandonar su pacotilla an­
terior y a rendir cuentas de cómo y hasta qué punto las demás
categorías desarrolladas... corresponden a este fundamento... so­
bre el que descansa la concatenación interna... Tal es, en efecto, la
gran importancia histórica de Ricardo para la ciencia (Teoría sobre
la plusvalía, II, 145, subrayado propio).

Aquí M arx considera que los clásicos habían avanzado en una teo­
ría del valor en tanto fundam ento de la teoría económ ica científica
y que Ricardo es el m ejor ejem plo. Sin em bargo, m anifiesta que el
autor de Principios no hizo la tarea satisfactoriam ente com o se de­
duce de las críticas que enarbola y que a continuación se m encionan.
26 Lecciones de Economía Marxista

Críticas generales a la teoría clásica del mercado

P l a n t e a r u n a r e s p u e s t a s in c la r id a d s o b r e la p r e g u n t a t r a t a d a

[La economía política clásica] ha analizado, aunque de manera in­


completa, el valor, la magnitud del valor y descubierto el contenido
oculto de esas formas. Solo que nunca llegó siquiera a plantear la
pregunta de por qué ese contenido adopta dicha form a; de porqué,
pues, el trabajo se representa en el valor, a qué se debe que la medida
del trabajo conforme a su duración se represente en magnitud de
valor alcanzada por el producto del trabajo (El Capital, 98).

Aquí el trabajo es sustancia del valor y no se confunde con cual­


quier actividad productiva en cualquier sociedad. El trabajo, en
cuanto actividad, sin representación social (en el precio), sin form a
de expresión, es lo propio de las sociedades pre-m ercantiles, aque­
llas en las cuales las relaciones son directas, personales. M ientras
que el trabajo que es sustancia del valor, con form a valor para relacio­
narse con otros, es particu lar de la organ ización m ercantil. Los
econom istas clásicos, según M arx, no perciben la diferencia y, por
el contrario, plantean que la relación m oderna, la relación m ediada
por las cosas, es la relación natural de los hom bres en tanto produc­
to res, co m o si toda o rg a n iz a ció n so cial fu ese c o n stitu id a por
intercam bios m ercantiles2. Es en este sentido que M arx afirm a que
los econom istas clásicos carecen de perspectiva histórica y, por tan­
to, hablan com o si las diferencias en la form a de los trabajos (la
diferencia entre lo privado y lo social) no expresaran algo funda­
m ental, una form a histórica específica, sino un rasgo general de toda
relación entre los hombres.

La conciencia burguesa de esa economía... tiene [a la form a de va­


lor de las relaciones/ por una necesidad natural tan manifiesta­
mente evidente como el trabajo productivo mismo. De ahí que,
poco más o menos, trate a las formas preburguesas del organismo

2 "[Ricardo] de inmediato hace que el pescador y el cazador primitivos, en cuanto poseedo­


res de mercancías, intercambien el pescado y la caza en proporción de las cantidades de
trabajo materializado en eso valores de cambio" (Contribución, 46).
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 27

social como los padres de la Iglesia a las religiones precristianas


(El Capital, 99).

En resum en, la econom ía política clásica al naturalizar el intercam ­


bio hace que todas las sociedades parezcan com o m ercantiles y así
se ve en la im posibilidad de entender las distintas form as históri­
cas de las relaciones sociales.

O b s e r v a c i o n e s s o b r e la t e o r ía d e la g r a v i t a c i ó n d e p r e c io s

Es conocido que la idea de C antillon y Sm ith sobre la gravitación de


precios de m ercado alrededor de los precios de equilibrio (o natura­
les), un proceso explicado por dos leyes (la del precio de m ercado y
la del precio natural), reúne la concepción fundam ental de los eco­
nom istas clásicos respecto a la naturaleza y funcionam iento de una
sociedad de m ercados. M arx se refiere a ella en algunos apartes.
Por ejem plo, sobre el tratam iento de esta idea en Ricardo, M arx afir­
mó en sus C uadernos de París (1974):

Ricardo afirma que hablando del '"valor de cambio" él apunta siem­


pre al "precio natural" y que él aparta los accidentes de la competen­
cia que el designa "como causas momentáneas y accidentales". Para
dar más consistencia y precisión a sus leyes, la economía política debe
suponer la realidad como accidental y la abstracción como real. []ean
Batiste] Say subraya al respecto que "el precio natural... parece qui­
mérico". No hay sino precios corrientes en economía política".

Adem ás:

Ricardo hace abstracción de lo que considera accidental. Otra cosa es


exponer el proceso real en el que las dos cosas - lo que él llama accidental,
pero que es algo constante y real, y su ley, la relación promedio-
aparecen igualmente como esenciales (El Capital, III, 47).

Estas declaraciones m uestran que Ricardo com etería el error de tra­


tar los precios del m ercado com o algo sin ley, com o si no fu eran
esenciales, a pesar de que ellos son el resultado norm al de la acción
del m ercado, la expresión m ism a del funcionam iento de una eco­
nom ía descentralizada. En contraste, a M arx los precios naturales le
parecen inventados por la teoría al ser dem asiado abstractos.

Por el contrario, en El Capital (capítulo X del tom o III) se encuentra


una aceptación del esquem a de la gravitación:
28 Lecciones de Economía Marxista

La suposición de que las mercancías de las diferentes esferas de la


producción se venden a sus valores, solo significa, naturalmente,
que su valor es el punto de gravitación en torno al cual giran los
precios y hacia el cual se nivelan sus constantes alzas y bajas (El
Capital, III, 225).

A unque es posible identificar una am bigüedad en este tema, a pe­


sar que se afirm e que lo “accidental” [los precios de m ercado] es m ás
esencial que lo norm al [los precios naturales], M arx parece acoger de
todas m aneras el m odelo de gravitación com o el paradigm a para
dar cuenta del m ercado, en el cual una teoría de los precios de acuer­
do con las cantidad es de trabajo explicaría al m enos el nivel de
referencia para esa gravitación. Sin em bargo, esto no significa adhe­
rir del todo a esa teoría de los precios, dado que diagnostica algunos
defectos en su form ulación.

Críticas particulares a la teoría del valor de Ricardo

M arx expone en tres m otivos concretos su descontento con la teoría


del valor expuesta por Ricardo.

L a c o n f u s ió n e n tre tra b a jo co n cre to y tra b a jo a b st r a c t o

En lo que se refiere al valor en general la economía política clási­


ca en ningún lugar distingue explícitamente y con clara concien­
cia entre el trabajo, tal como se representa en el valor, y ese mismo
trabajo, tal como se representa en el valor de uso de su producto.
En realidad, utiliza esa distinción de manera natural, ya que en
un momento dado considera el trabajo desde el punto de vista
cuantitativo, en otro cualitativamente. Pero no tiene idea de que
la sim ple diferencia cuantitativa de los trabajos presupone su
unidad o igualdad cualitativa y por tanto, su reducción a trabajo
abstractamente humano (El Capital, nota 31, 97)*.

Aquí se plantea que Ricardo no tuvo en cuenta que el trabajo con­


cre to o p riv a d o q u e e la b o ra un p ro d u cto no es de la m ism a
naturaleza del trabajo creador del valor. El prim ero existe en la pro­

3 También: "En Ricardo encontramos la confusión entre el labour que se presenta en el


valor de uso y el representado en el valor de cambio" (Teoría sobre la plusvalía, III, 123).
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 29

ducción descentralizada de los objetos y en este sentido los diver­


sos trab ajos son de natu raleza m aterial y h eterog én ea entre sí;
m ientras que el segundo trabajo, es social y hom ogéneo. N o consi­
derar esta diferencia im pide plantear la explicación de la reducción
de uno en el otro, y de la relación entre actividad descentralizada y
el reconocim iento social.

L a a u s e n c ia d e la c o n e x ió n in m a n e n t e e n tre v a l o r y d in e r o

Dos textos de origen distinto sirven aquí:

Una de las fa llas fundam entales de la economía política clásica


es que nunca logró desentrañar, partiendo del análisis de la mer­
cancía... la form a valor, la form a misma que la hace un valor de
cambio. Precisam ente en el caso de sus mejores expositores, como
Adam Smith y Ricardo, trata la form a del valor como cosa com ­
pletam ente indiferente, o incluso exterior a la naturaleza de la
mercancía... (El Capital, nota 32, 98).

Así m ismo:

Ricardo no entra a investigar la forma - el carácter de ese trabajo,


la especial determinación del trabajo como creador de valor de cam­
bio o como algo que se plasma en los valores de cambio. Esto hace
que no comprenda la conexión entre este trabajo y el dinero, la
necesidad que se manifieste como dinero. No comprende por tanto,
en absoluto, la concatenación entre la determinación del valor de
cambio de las mercancías por el tiempo de; trabajo y la necesidad
de las mercancías de avanzar a la creación del dinero. De ahí su
falsa teoría monetaria. Para él solo se trata de la magnitud del
valor” (Teoría sobre la plusvalía, II, 144).

Se evid encia que M arx no está de acuerdo con un tratam iento del
valor separado de su form a de expresión en dinero (la fo rm a valor).
Propone, al contrario, que form a y contenido (dinero y valor) son
dos categorías im bricadas y necesarias. Esta p osición es contraria
a la d icotom ía trad icional entre teoría del valor y teoría m onetaria
propia de la ortod oxia en teoría económ ica. Es conocid o que Sm ith
y R icardo rechazaron al dinero com o la form a intrínseca de los
valores y en su lugar buscaron una m edida invariable entre las dis­
tintas m ercancías. De esta form a, hacen pensar que el dinero es
30 Lecciones de Economía Marxista

apenas una form a (y m edida) posible aunque inad ecuada del pre­
cio. Para M arx, por el contrario, la existencia del v alor y del precio
im plica la form a m onetaria, de m anera que la bú squ eda de la m e­
dida invariable no es algo esencial a la teoría del precio sino una
consecu encia de la existencia previa del valor y, por ende, poste­
rior a la incorporación del dinero4.

La relación de las mercancías con el dinero es especial

Para M arx, la relació n inicial de las m ercancías con el d in ero no


se debe b u scar en el m ercado con el fin de reso lv er los p ro b le­
m as del tru equ e (com o propone Sm ith), ya que la relació n entre
las m ercan cías y el d in ero es n ecesaria antes del in tercam bio . Dos
textos lo d eclaran:

Si el oro sube o baja de valué por ivhatever cause lo mismo sucederá


con todas las mercancías estimadas en oro. (.) Pero aquí reside el
falso supuesto de Ricardo de que el dinero, en cuanto sirve de medio
de circulación, puede cambiarse como una mercancía por otra. Las
mercancías se estiman en él, antes que circulen. (Teoría sobre la
plusi’alía, II, 178).

El segundo enuncia que:

El error de Ricardo es que sólo se ocupa de la magnitud de valor. De


ahí que solo dirija su mirada a la cantidad relativa de trabajo que
representan las mercancías... Pero el trabajo contenido en ellas debe
representarse como trabajo social... En el precio, esta representación
es ideal. Solo se realiza con la venta. Esta conversión de los trabajos
de individuos privados contenidos en la mercancía en trabajos so­
ciales iguales... este lado cualitativo de la cosa, que se contiene en la
representación del cambio como dinero, no aparece desarrollado en
Ricardo. Ricardo pasa por alto esta circunstancia: la necesidad de
representar como trabajo social igual, es decir, como dinero, el tra­
bajo contenido en ellas" (Teoría sobre la plusvalía, III, 116).

4 Marx interpreta la problemática clásica de la medida invariable de los valores


como una confusión innecesaria: "el problema de encontrar una "pauta de valor in­
mutable" no era en realidad, más que una manera falsa de expresar la búsqueda del
concepto, de la naturaleza del valor mismo" (HCP, III, 2 29).
Mercados, precios u dinero desde un enfoque heterodoxo 31

Aquí se insiste en que es necesaria la form a valor, la función de uni­


dad de cuenta del dinero y que debe aparecer antes del intercam bio
m ism o, cuando se requiere ligar el trabajo concreto o privado con
el objeto que hace de dinero, representante del trabajo social. Este
últim o, entonces, no debe plantearse inicialm ente com o una m er­
cancía adicional que se encuentra con las otras m ercancías en el
m om ento del intercam bio, sino com o el objeto que sirve de repre­
sentación del carácter social de los trabajos y de sus productos.

En síntesis, M arx a pesar de elogiar que los econom istas clásicos


estudiaron la relación de cam bio entre sujetos por m edio de una
teoría de los precios entre cosas, con base en las m agnitudes de
trabajo, acusa a Ricardo de no haber entendido:

• La distinción exacta de la naturaleza de los trabajos de los pro­


ductores: la diferencia entre los trabajos privados y sociales.
• La necesaria exp resió n del trabajo ind ivid ual en dinero o la
representación social del trabajo privado antes del intercam bio.
• El estatuto especial del dinero respecto a las m ercancías.

Las críticas de M arx m uestran hacia adonde apunta su program a


de investigación: una nueva teoría del valor o de los precios que
sea la representación de una sociedad descentralizada -e s decir,
los agentes actúan separados de la colectividad -, en la cual los in­
dividuos existen y se relacionan por m edio del dinero (que es algo
m ás allá de una cosa) y donde los resultados del proceso aparecen
por fuera del control de los sujetos.

En este sentido, se puede afirm ar que M arx com parte la gran pro­
blem ática propuesta por los econom istas desde Adam Sm ith, según
la cual la econom ía com o ciencia social debe com enzar por explicar
el funcionam iento y la viabilidad de una sociedad en la que la ini­
cia tiv a y las a ccio n e s p ro v ien en de a g en tes p rivacios sin una
coordinación central.

En otras palabras, los agentes actúan sin esperar que entidades como
el gobierno, la esfera política o un dictador, determ inen la conducta
de los sujetos o que la acción dependa de un consenso construido
por fuera del m ercado, tal com o existía en las sociedades prim iti­
vas o se presum e existe en la sociedad socialista. Se trata, entonces,
32 Lecciones de Economía Marxista

de colocar al com ienzo de la teoría económ ica el problem a y la ex­


plicación de la coordinación m ercantil de la pluralidad de decisiones
descentralizadas m ediante los precios.

M arx co m ien za su teoría por m edio del estu d io de las leyes de la


sociedad m ercan til sim ple que ofrece una exp licació n de la co o rd i­
nación de p ro d u cto res que son artesanos y trab ajad ores p artícip es
de una d iv isió n del trab ajo d escen tralizad a y que llev an sus p ro ­
ductos al m ercad o. A quí interesa exam in ar, p rin cip alm en te, la
exp licació n que el au to r de El Capital ofrece de la relació n de in ­
tercam bio, para co m p ararla con la de los econ om istas. Se verá
que ella no está hecha con su ficiente clarid ad , dado que aflo ran
d iv ersas a m b ig ü e d a d e s y a v eces in clu so co n tra d iccio n e s. En
v erd ad , com o se m en cion ará m ás ad elante, sólo un trab ajo críti­
co y de re c o n s tr u c c ió n a n a lític a p e rm ite p r e c is a r su v is ió n
v erd ad eram en te h eterod ox a5. Por este m otivo, la lectu ra que se
p resen tará hará én fasis en estas d ificu ltad es6.

5 Su carácter heterodoxo es también mediante los precios, frente a la versión de la


tradición marxista. Como hemos anunciado la visión heterodoxa defendidas aquí
son tomadas funda- 'ntalmente de los diversos trabajos de Cario Benetti y Jean
Cartelier. Si bien en cada momento específico se citarán los textos respectivos su
contenido y desarrollo se encuentra principalmente en Benetti y Cartelier (1980),
Cartelier (1991) y Benetti y Cartelier (1998).
6 El desarrollo de estos aspectos se encuentra en los tres primeros capítulos de los
Elementos fundamentales (borrador 1857-58), Contribución a la crítica de la economía
política y El Capital.
C apítulo II

TEORÍA MARXISTA DE LA SOCIEDAD


MERCANTIL SIMPLE
En la sociedad comercial, el individuo lleva su poder social,
así como su nexo con la sociedad,... en el bolsillo.

K arl M a rx

D efinición de los agentes básicos del mercado

M arx com ienza el estudio de la relación de intercam bio (la relación


económ ica m ínim a), en el m arco de una sociedad m ercantil pura, esto
es, bajo la suposición de que sólo existen agentes productores y
com erciantes de m ercancías sin la intervención de las realidades
propiam ente capitalistas (contratación de obreros asalariados, apa­
rición de las ganancias de los capitales invertidos). Su idea es que
las categorías básicas que perm iten representar una sociedad de
m ercado pueden construirse con esos sim ples parám etros y que las
realidades capitalistas m ás com plejas no van a agregar característi­
cas generales adicionales m ediante los precios a la naturaleza de
esta relación básica7.

7 Este enfoque no es exclusivo de Marx. En Smith y en Walras se procede de la


misma manera: primero se brinda la explicación de la relación comercial y,
posteriormente, se incorpora una relación superior que da cuenta de la realidad
propiamente capitalista. Recuérdese que en el análisis ricardiano tal división no
existe: al explicar el intercambio y los precios se incorpora inmediatamente la
idea de salarios, capital y ganancia.
34 Lecciones de Economía Marxista

El prim er paso de M arx es postular que los bienes son obtenidos


por una serie de actividades que surgen de las iniciativas autóno­
mas de los agentes, esto es, en el m arco de una división social del
trabajo que reúne un conjunto p r o d u c c i o n e s p r i v a d a s a i s l a d a s o d e s c e n ­
t r a l i z a d a s . En efecto:

En una sociedad cuyos productos adoptan en general la forma de


mercancías, esto es, en una sociedad de productores de mercancías,
esa diferencia cualitativa de los trabajos útiles - los cuales se ejercen
independientemente unos de otros como ocupaciones privadas de
productores autónom os-se desenvuelve hasta constituir un siste­
ma multimembre, una división social del trabajo (primera redacción
capítido I de El Capital, 978).

Y tam bién:

Solo los productos de trabajos privados autónomos, y recíprocamente


independientes, se enfrentan entre sí como mercancías (El Capital, 5)8.

Esta a u t o n o m í a e i n d e p e n d e n c i a puede entenderse, por lo tanto, como el


reconocimiento de una libertad económica de los individuos que fun­
ciona sin la existencia de una voluntad o au toridad central que
determine y organice la conducta o la actividad económica de los agen­
tes9. Ahora bien, que los individuos puedan actuar de esta manera no
es producto de la evolución de una racionalidad inicial y natural que

8 La división del trabajo no implica la existencia de las mercancías. "En la comuni­


dad paleoíndica el trabajo está dividido socialmente, sin que por ello sus productos se
convierten en mercancías" (primera redacción capitulo I, El Capital, 978).
9 Los casos de tales intervenciones en la vida social han sido una constante en la
historia. Los faraones determinaban autocráticamente en el antiguo Egipto las
actividades de las comunidades de base y los empleos de los recursos humanos y
materiales existentes; en la Edad Media europea los individuos, campesinos prin­
cipalmente, estaban sometidos a un sistema de dependencias personales que
encontraba su cumbre en los reyes y príncipes, con lo cual no podía existir ni la
independencia personal ni la autonomía de decisiones; tampoco en el comunis­
mo primitivo de las tribus, más cerca de las formas iniciales de la sociedad,
exhibe posibilidades para la acción privada ya que los lazos de sangre servían de
base a las relaciones y funciones sociales de los individuos. En todos estos casos
las relaciones humanas están inmediatamente condicionadas por circunstancias
que predeterminan tanto la forma en que actúan los individuos como la meta a la
cual debe llegarse, y en consecuencia, ellos no pueden ser designados como
autónomos e independientes, ni la sociedad como descentralizada.
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 35

lo s im p u ls a a e llo (la p ro p e n s ió n al in tercam b io d e Sm ith), sin o el re­


su lta d o d e u n d e sa rro llo h istórico d e las so cie d a d e s q u e h a d e stru id o
las circu n sta n cia s p ro p ia s d e otras fo rm a s d e in d iv id u a lid a d :

La reducción de todos los productos y de todas las actividades a


(mercancías) presupone tanto la disolución de todas las relaciones
de dependencia personal en la producción como la dependencia recí­
proca general de los productores (Elementos, 1, 83).

N o o b s ta n te , la p o s ib ilid a d d e e sta autonomía e independencia10 va


p a r a le la c o n u n a d e p e n d e n c ia so c ia l e n tre lo s in d iv id u o s , q u e se
e x p r e s a e n q u e s u s m ie m b ro s d e c id e n sin c o n o c e r la s d e c is io n e s d e
lo s o tr o s y p o r e n d e so n a fe c ta d o s p o r la s c o n s e c u e n c ia s q u e p r o ­
v ie n e n d e la in te r d e p e n d e n c ia c o n lo s o tros:

El cambista ha producido mercancías y precisam ente para pro­


ductores de mercancías. Esto implica: por una parte, que ha pro­
ducido m ercancías como individuo privado independiente, por
propia iniciativa y no como integrante de una entidad comunitaria
natural ni como individuo que participa en form a inmediata en la
producción... Por otra parte, empero, ha producido valor de cam­
bio, un producto que sólo se convierte en producto para sí mismo
luego de pasar por determinado proceso social... La independencia
de la producción individual se complementa de esta suerte con una
dependencia social, que encuentra su correspondiente expresión en
la división del trabajo (Elementos, III, 167)u .

10 Normalmente, la ciencia económica no estudia los procesos que realizan esta


disolución. Son más bien los historiadores de la sociedades los que pueden dar
una explicación de cuáles fueron los mecanismos (por ejemplo, revoluciones
sociales o modificaciones impuestas por acción de fuerzas externas a ciertos pue­
blos), que permitieron crear las condiciones propias para que el comercio priva­
do se estableciera de manera generalizada en el seno de las sociedades. De todas
maneras se conoce que en el caso de Europa, el crecimiento y hegemonía de las
ciudades, las revoluciones anti-feudales (entre las cuales sobresalen las revolu­
ciones inglesa y francesa con sus banderas de igualdad jurídica de los individuos
y de libertad ciudadana), y la generalización de las democracias burguesas, son
piezas esenciales de estos procesos. En lugar de querer deducir un origen racio­
nal de la sociedad a partir de los individuos, Marx coloca la historia de las socie­
dades como responsable de la creación de las condiciones para la acción de los
individuos calculadores e individualistas.
11 En los Manuscritos de 1863 Marx agregaba:
“Si la existencia de productos en una relación recíproca de mercancías, y por ende, de los
individuos como poseedores de mercancías y en un estadio superior como vendedores
36 Lecciones de Economía Marxista

La sociedad com ercial es, entonces, aquella en la cual los agentes


están inicialm ente dispersos o separados entre sí y gracias a sus
m utuas relaciones en el m ercado se obtiene un orden entre ellos.
En este sentido, el m ercado es el lugar de encu entro de las deci­
siones ind ivid uales realizadas sin una unidad preconcebida, y por
ello, de éste resu ltan ciertos efectos que escapan al control de los
agentes descentralizados.

Entre estos efectos se podría m encionar ya sea una situación de in­


com patibilidad de las decisiones, así com o, en últim o térm ino, un
estado de coherencia y de viabilidad. Se intenta com prender cóm o
es viable un proceso m ovido por los m ecanism os m ercantiles sin
hacer intervenir una voluntad explícita que im ponga un orden12.

Los componentes de la relación de intercambio

Al colocar com o punto de partida una división social de las activi­


dades productivas en la cual se presenta un número plural de individuos
independientes que buscan satisfacer un consumo determ inado, se plantea
la necesidad de entender el tipo de relaciones que esos sujetos rea­
lizan de m anera voluntaria.

Los trabajos privados no alcanzan realidad como partes del trabajo


social, sino por medio de las relaciones que el intercambio establece
entre los productos del trabajo y, a través de los mismos, entre los
productores (El Capital, 89).

y compradores, presupone además una determinada división del trabajo, es decir, una
división que formalmente es absolutamente contingente y que es abandonada a la
suerte y al libre gusto de los productores de mercancías. Si esta libertad es limitada,
no lo es en razón de influencias del Estado o por otras influencias exteriores, sino por
las mismas condiciones de existencia, las características que hacen que una mercancía
sea una mercancía. Es necesario que ella sea un valor de uso para la sociedad, es decir,
para el comprador... Sin embargo que el productor satisfaga las necesidades existen­
tes... que se equivoque en sus cálculos o que cree una cosa inútil, es su responsabili­
dad. [...] La producción del producto como mercancías... condiciona entonces una
división social del trabajo que reposa sobre un lazo entre las actividades pero este lazo
solo se transmite formalmente por la presentación del producto como mercancía, por la
confrontación los productores como compradores y vendedores... “ (332, Ed. France­
sa, traducción propia).
12 Los neoclásicos no han resuelto este problema básico para la ciencia económica
(ver Cataño, 2004).
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 37

Tales relaciones, por m edio de los productos del trabajo y no a tra­


vés de relaciones directas entre las personas (ver la Introducción),
se designan norm alm ente com o intercambios, lo cual será necesario
describir en sus com ponentes y la m anera cóm o se realizan. La pri­
m era característica es la presencia inm ediata del equivalente general
y, por ende, la ausencia del trueque (cam bio directo entre bienes):

Nunca se efectúa un tráfico en el que los poseedores de mercancía


intercambien sus artícidos unos por otros, y los comparen con éstos,
sin que las diversas mercancías de los diversos poseedores de éstas,
se intercambien dentro de ese tráfico con una tercera mercancía, siem­
pre la misma... un equivalente general (El Capital, 108 ).

Este equivalente general es el dinero, el cual determ ina que:

El proceso de intercambio de la mercancía, se lleva a cabo a través


de dos metamorfosis contrapuestas que a la vez se complementan
entre sí: transformación de la mercancía en dinero y reconversión
del dinero en mercancía (El Capital, 128).

Vistas de esta m anera, las transacciones describen una secuencia


respecto a cada individuo que puede ser representada com o una
venta, M - D, (Mercancía - Dinero) y luego una compra D - M (Dinero -
M ercancía).

Sin em bargo, a pesar de afirm ar la presencia necesaria del dinero


en el intercam bio, en el prim er m om ento de la exposición de M arx
éste no aparece explícitam ente. La relación de los bienes con el di­
nero se relega inicialm ente para dar espacio a una relación directa
entre bienes13. En efecto,

La riqueza de las sociedades en que domina el modo de producción


capitalista se presenta como un enorme cúmulo de mercancías, y la

13 Como se verá más adelante, tal separación es apenas un momento de la exposi­


ción. De todas maneras, al hacerla Marx se aproxima al enfoque de los economis­
tas clásicos y neoclásicos, quienes proceden en el primer instante excluyendo la
relación con el dinero como primer objeto de estudio. En esta forma, la segunda
etapa del análisis es restablecer lo que se ha excluido previamente. Se verá que
esta restitución Marx la hace de manera muy original. Sin embargo, este coque­
teo con el enfoque de los economistas ha permitido una interpretación según la
cual la teoría de la mercancía de Marx es un caso particular de la teoría de Ricardo.
Este punto se desarrollará más adelante.
38 Lecciones de Economía Marxista

mercancía individual como la forma elemental de esa riqueza. Nuestra


investigación se inicia con el análisis de la mercancía (El Capital, 43).

De donde se deriva:

Una mercancía individual, por un ejemplo, un quarter de trigo, se


intercambia por otros artículos en las proporciones más diversas...
Tomemos dos mercancías, por ejemplo, una chaqueta y 20 varas
de lienzo (El Capital, 45 ).

Por tanto, el intercam bio inicial se representa de la siguiente forma.

20 varas de lienzo valen igual a 1 levita o


20 varas de lienzo se intercambian por 1 levita

Puestas así las cosas, se procede inicialm ente a explicar dos aspec­
tos propios de esta relación.

• La presencia del lienzo y la levita com o sujetos del intercam bio.


• L a e x is te n c ia de u n a e q u iv a le n c ia c u a n tita tiv a e n tre esta s
m e rca n c ía s.

El prim er aspecto rem ite a lo que son estos dos objetos en esta rela­
ción de intercam bio; el segundo, por su lado, estudia por qué esa
relación presenta un aspecto indicado por el signo de igualdad, esto
es, la presencia de una relación cuantitativa entre objetos.

M arx estudió am bas cuestiones en su teoría de la m ercancía com o


los aspectos cualitativo y cuantitativo existentes en cada una de ellas.
Para dar cuenta de ellos utiliza las palabras de valor de uso y valor de
las m ercancías propuestos antes por los econom istas clásicos, pero
m odificándolos en algunos aspectos. A continu ación se plantean
en detalle cada uno de ellos.

El aspecto cualitativo de la relación de intercambio: el concepto del


valor de uso

Explicar que los bienes lienzo y levita se encuentren com o elem en­
tos del in terca m b io exig e dar cu en ta de la ra z ó n que los hace
portadores de una de las cualidades que les perm ite entrar en el
m ercado. M arx desarrolla este punto al referirse a los valores de uso
de las m ercancías de la siguiente forma.
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 39

Una vez se tiene en cuenta la hipótesis de la existencia de p r o d u c t o ­


se supondrá tam bién que cada uno de
re s a u t ó n o m o s e in d e p e n d ie n t e s
ellos produ ce m aterialm ente un solo objeto, un único bien. Este
objeto, bajo ciertas condiciones que van hacerse explícitas m ás ade­
lante, se convierte en m ercancía, y asociada a ella, está el atributo
de ser un i m l o r d e u s o .

La mercancía es, en primer lugar, un objeto exterior, una cosa que


merced a sus propiedades satisface necesidades humanas del tipo
que fueran (El Capital, 43 ).

La utilidad de una cosa hace de ella un valor de uso. Pero esta


utilidad no flota por los aires. Está condicionada por las propieda­
des del cuerpo de las mercancías. El cuerpo mismo de la mercan­
cía, tal como el hierro, trigo, diamante, etc., es pues el valor de uso
o un bien (El Capital, 44 ).

Consecuente con esta idea, el cuerpo material del objeto producido


identifica una utilidad que sirve para satisfacer una necesidad o deseo
material de los agentes compradores. Con respecto a esta relación di­
recta entre el bien y los agentes, Marx anota en la C o n t r i b u c i ó n de 1859:

En este estado de indiferencia (social) frente a toda determinación


económica formal, el valor de uso está por fuera del dominio de la
investigación de la Economía Política (Contribución, 9).

Lo anterior es com prensible puesto que si l o s v a l o r e s d e u s o de las


m ercancías se confunden con los cuerpos m ateriales de los bienes,
la característica de ellos debe tom arse en el análisis (es decir, ser
considerada por el investigador), com o una realidad anterior y co­
nocida antes del intercam bio. M arx indica que este conocim iento es
en realidad una especialidad de una disciplina llam ada l a m e r c e o l o g í a
que genera el conocim iento pericial de las m ercancías, y anota en
form a adicional, que en 1a s o c i e d a d b u r g u e s a e x i s t e e l f i c t i o j u r i s ( l a f i c ­
c i ó n j u r í d i c a ) d e q u e t o d o c o m p r a d o r d e m e r c a n c ía s t ie n e u n c o n o c im ie n t o

e n c ic lo p é d ic o a c e r c a d e la s m is m a s ( E l C a p it a l, 4 4 , n o t a 5 ) u .

14 Esta hipótesis de identificación física de los bienes es denunciada por Benetti y Cartelier
como algo común a las grandes teorías del valor, clásica y neoclásica, y equivale a:
“Suponer que es posible la descripción de un conjunto de cosas, calificadas de
40 Lecciones de Economía Marxista

En esta form a, en un m undo de n bienes se tendrá un vector de n


v alo res de u so m a teria les que sirve de realidad inicial para los
agentes económ icos y que corresponden a los diversos trabajos par­
ticulares com ponentes de la división del trabajo.

Llamamos, sucintamente, trabajo útil al trabajo cuya utilidad se re­


presenta así en el valor de uso de su producto... A s í como los pro­
d u cto s son valores de uso cu a lita tiva m en te d iferen tes, son
cualitativamente diferentes los trabajos por medio de los cuales lle­
gan a existir (El Capital, 51 ).

En resum en, al adoptar la idea de valor de uso com o una caracterís­


tica de los objetos se afirm a que ellos son portadores de propiedades
físicas útiles a p r i o r i para los agentes y que son resultados de activi­
dades cualitativam ente diferentes15.

Aspecto cuantitativo del intercambio: el concepto de la sustancia


del valor

C ontrario al aspecto c u a l i t a t i v o de los valores de uso, la relación eco­


nóm ica entre dos bienes, por ejem plo, entre la tela y la levita, im plica
una relación cuantitativa del siguiente estilo: e l v a l o r d e 2 0 v a r a s d e
l i e n z o e s i g u a l a l v a l o r d e 1 l e v i t a . Según M arx, esta relación obedece a

que los bienes así relacionados poseen el atributo especial de po­


der referirse a una m agnitud hom ogénea que las haga com parables:

Las magnitudes de cosas diferentes no llegan a ser comparables


cuantitativamente sino después de su reducción a la misma unidad.
Sólo en cuanto expresiones de la misma unidad son magnitudes de la
misma denominación, y por tanto, conmensurables (El Capital, 61).

En seguida, se descarta que esta unidad sea de tipo natural, m ate­


rial o física (por definición las m aterias son todas distintas y por lo

bienes o mercancías, antes de cualquier proposición relativa de la sociedad. En


otros términos, las formas sociales específicas (intercambio, producción, etc.) se
levantan sobre un sustrato neutro, la naturaleza o el mundo físico, del que es
susceptible de hablar en primera instancia” (Benetti y Cartelier 1980, 94).
Recuérdese que la hipótesis neoclásica de información perfecta sobre los bienes
es una condición previa para el cálculo de la conducta maximizadora de los
agentes antes del intercambio.
15 Más adelante se verá que este supuesto va a permitir determinar el valor asigna­
do al agente por medio del cálculo del “valor” atribuible al bien (y no directa­
mente al agente).
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 41

tanto, incom parables). Se trata, en realidad, de cristalizaciones de


una cantidad de una sustancia o unidad social específica, designada
com o sustancia del valor o sim plem ente, valor:

La objetividad de las mercancías en cuanto valores... no se sabe


por donde agarrarla. En contradicción directa con la objetividad
sensorialmente grosera del cuerpo de las mercancías, ni un solo
átomo de sustancia natural forma parte de su objetividad como
valores (El Capital, 5 8 )16.

En cuanto cristalización de esa sustancia social com ún a ellas, (las


m ercancías) son valores (El Capital, 47).

A hora se n ecesita precisar el contenido de esta sustancia social


que d eterm in a o exp lica la unidad social de las m ercancías. En
realid ad , varias cu alid ad es sociales podría servir para hacer equ i­
valen tes cu an titativ am en te las m ercancías. Una de ellas podría ser
la relació n m on etaria que cada m ercancía posee, de tal form a que
fuese el d in ero lo que hace com parab le las m ercancías. Sin em b ar­
go, M arx exclu ye, en prim era instancia, que esa m agnitu d sea el
dinero: Las m ercancías no se vuelven con m en su rables por obra
del dinero (El C ap ital, 1 1 5 )17.

O tra posibilidad podría ser que la m agnitud buscada sea la utili­


dad asociada a cada uno de los bienes. Sin em bargo, M arx tam bién
la descarta en la m ism a frase en que plantea su solu ción18:

16 "Como el valor de cambio es determinada manera de expresar el trabajo en una cosa,


no puede contener más materia natural que por ejemplo, el curso cambiario" (El
Capital, 100).
17 En la Contribución de 1858 Marx afirma (contra Aristóteles): "es mera apariencia del
proceso de la circulación el que el dinero haga conmensurables a las mercancías" (53).
Para Marx, el dinero no es el contenido del valor sino su expresión. Es fácil
pensar que si se aceptara que el dinero fuese lo que permite la comparación de
las mercancías, es la relación bienes -dinero la que habría que explicar en prime­
ra instancia y el dinero sería contenido y forma del valor.
18 Esta exclusión de la utilidad llama la atención porque es a partir de ella que
los neoclásicos, en el siglo XIX, desarrollaron la teoría del valor-utilid ad.
Smith había descartado tal relación con el argumento de la llamada paradoja
del valor. Sin embargo, es notable que Marx no explica por qué es conveniente
descartar esta alternativa que fue inicialmente defendida por Turgot y Jean
Batiste Say. Parece una exclusión a priori, como lo anotó Bohm-Baw erk (sobre
este punto ver Faccarello, 2000).
42 Lecciones de Economía Marxista

Ahora bien, si ponemos a un lado el valor de uso del cuerpo de las


mercancías, únicamente le restará una propiedad: la de ser produc­
tos del trabajo (El Capital, 46 ).

Si lo com ún es el trabajo, sin em bargo, no se trata de cualquier tipo


de trabajo: U n v a l o r d e u s o o u n b ie n . . . s o l o t i e n e v a l o r p o r q u e e n é l e s t á
o b je t iv a d o o m a t e r ia liz a d o tra b a jo a b s t r a c t a m e n t e h u m a n o ( E l C a p it a l, 4 7 ).

De igual form a:

Es solo la cantidad de trabajo socialmente necesario, pues, o el tiem­


po de trabajo socialmente necesario para la producción de un valor
de uso, lo que determina su magnitud de valor (El Capital, 48 ).

A hora bien, si la m agnitud está por lo m enos ya anunciada, falta


precisar su sistem a de unidades. ¿C óm o m edir esta especial m ag­
nitud? ¿C uál es la unidad del valor? La idea que se propone es que,
com o el trabajo es m ovim iento,

La cantidad de trabajo se mide por su duración, y el tiempo de tra­


bajo, a su vez reconoce su patrón de medida en determinadas frac­
ciones temporales, tales como hora, día, etcétera (El Capital, 48 ).

En resum en, la tesis es que si unos m etros de lienzo poseen un va­


lor equivalente al de la levita, ello resulta de que am bos productos
están asociados a una m agnitud social que les es com ún: c a n t i d a d e s
d e t r a b a j o a b s t r a c t o o s o c i a l m e n t e n e c e s a r i o . La relación con esta m agni­

tud les perm ite presentarse com o poseedores de valor, esto es, com o
cuotas de la unidad social entre las m ercancías, de tal m anera que
en el seno de la sociedad com ercial existe un m om ento en que de
m anera norm al los objetos producidos son poseedores de i m l o r e n
g e n e r a l , su dim ensión económ ica de carácter cu antitativa que les da

poder de ser intercam biable entre sí19.

19 P a r a D e l e p l a c e ( 1 9 9 9 , 1 2 0 ) la i d e a d e “ u n i d a d s o c i a l " d e la s m e r c a n c í a s y c a d a
m e r c a n c ía c o m o u na c u o ta d e esa u n id a d social significa:
[...] que en Marx se prohíbe concebir la determinación del valor de cambio entre dos
mercancías i y j como resultado de un trueque bilateral. Por lo tanto, no tiene
sentido en Marx determinar el valor de i independientemente de todas las otras
mercancías. Se trata, puesto en términos modernos, de una concepción del precio
relativo como componente de un sistema de precios. [...] El Capital ofrece por la
primera vez una representación explícita de la economía de mercado como un sistema
de magnitudes relativas.
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 43

Sin em bargo, existe un problem a. C om prender este valor no es fácil


para el observador ni para el agente com erciante m ism o, porque:

La determinación de las magnitudes de valor por el tiempo de traba­


jo... es un misterio oculto bajo los movimientos que afectan a los
valores relativos de las mercancías (El Capital, 92 ).

Los m ovim ientos de los precios son las fluctuaciones observables


en cualquier m ercado. N orm alm ente, se trata de precios de m erca­
do qu e ca m b ia n co n sta n te m e n te y en este se n tid o , la id ea de
intercam bio de acuerdo con el valor no puede observarse de inm e­
diato, puesto que está oculta, no es visible excepto para la m irada
científica, la cual al final deberá explicar tanto el valor com o las
desviaciones de los valores del m ercado respecto al valor norm al.
Le corresp ond e a la ciencia económ ica resolver este m isterio. Se­
gún el m ism o M arx, para saber cóm o el tiem po de trabajo general o
abstracto determ ina el valor de cam bio, deben explicarse las siguien­
tes ideas esenciales20:

1. El modo específico en el cual el trabajo creador de valor de cam­


bio, es decir, productor de mercancías, es trabajo social; y

2 . Por último, la diferencia entre el trabajo que da como resultado


valores de uso y el trabajo que da como resultado valores de cambio
(Contribución, 12).

Son estos puntos los que se tratarán a continuación.

La d e f i n i c i ó n d e l tr a b a jo s o c ia lm e n te n e c e s a r io o tra b a jo
hom ogéneo

Se ha v isto que para d eterm in ar los v alores y, por ende, los p re­
cios relativ o s de las m ercancías, M arx postula que antes de poseer
p recio relativ o , las m ercancías se asocian con la m agnitu d d esig ­
nada com o trab ajo social o la sustancia de la u nidad social entre
ellas. La preg u n ta clav e es entonces la sigu iente: ¿cu ánd o el p ro­
ducto de las activid ad es adquiere esta “su stancia del v a lo r”? ¿En
qué circu n stan cias los bienes produ cidos portan esta “su stan cia”?
La so lu ción se encu entra en la exp licación que se ofrece sobre el

20 La crítica que Marx hace a Ricardo se refiere a esta ausencia.


44 Lecciones de Economía Marxista

proceso que co n v ierte los diversos trabajos p riv ad os o concretos


en ejem plares o cu otas del T r a b a j o S o c i a l m e n t e N e c e s a r i o (en ad elan ­
te T SN )21. P ero antes de presentarla se deben tener en cuenta las
sig u ien tes consid eraciones:

El TSN no se confunde con los trabajos particulares o concretos

A nteriorm ente se vio que los t r a b a j o s ú t i l e s , tam bién designados com o


son, en prim er lugar, gastos de energía hum ana
co n cre to s o p riv a d o s

de m anera particular y, en segundo térm ino, se caracterizan por ser


h eterogéneos puesto que la diversidad de los objetos elaborados
im plica la diversidad de los trabajos.

La h eterog en eid ad natural de los trabajos concretos hará im p osi­


ble que el TSN -d e fin id o , vale la pena record arlo, com o algo de
natu raleza h o m o g én ea y s o cia l- pueda ser asociad o a ellos. En
efecto, sería co m p letam en te contrad ictorio p retend er que el trab a­
jo com o esfu erzo físico, una realidad presente en toda sociedad,
sea la m agnitu d bu scada para servir de su stancia com ú n de las
realid ad es econ óm icas de una sociedad de p rod u ctores privados.
La idea es que au n qu e estas dos realid ad es se d esig n an co n la
m ism a p alabra, t r a b a j o , existe una d iferencia esencial en su n atu ra­
leza, y esta d ife ren cia ció n , es la clav e para h acer la te o ría del
m ercado y del cap italism o 22.

M arx expresa tal convicción al enunciar lo m ism o en tres textos claves:

En cuanto actividad útil para apropiarse de lo natural en una u otra


forma, el trabajo es condición natural de la existencia humana, una
condición independiente de todas las formas sociales, del proceso
metabólico entre el hombre y la naturaleza. En cambio, el trabajo
que crea valor de cambio es una forma específicamente social del
trabajo (Contribución, 13).

21 Las exp resiones trabajo socialmente necesario o trabajo homogéneo s e e m p l e a n a q u í


c o m o s in ó n im o s p a ra esta su sta n cia del valor.
22 C o m o s e v i o a n t e r i o r m e n t e , é s t e e r a u n p u n t o f u n d a m e n t a l p a r a M a r x al c r i t i c a r
He sido el primero en exponer
a la e c o n o m í a c l á s i c a , d e lo c u a l e s t a b a o r g u l l o s o :
críticamente esta naturaleza bifacética del trabajo contenido en la mercancía. Como este
punto es el eje en torno al cual gira la comprensión de la economía política, hemos de
dilucidarlo aquí con detenimiento (El Capital, 51).
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 45

Vimos que el trabaje, al estar expresado en el valor, no poseía los


rasgos característicos que lo distinguían como generador de valores
de uso (El Capital, 51 ).

El carácter del trabajo creador de valor es específicamente burgués


(Contribución, 44 ).

El TSN es, entonces, un trabajo especial, una forma específicamente


social del trabajo, que no se puede identificar con los trabajos co n ­
cretos o útiles.

El trabajo homogéneo de Marx no es el mismo de Ricardo

Ricardo (Smith y tam bién Sraffa) denominaron trabajo hom ogéneo la


unidades de trabajo simple que resultan de la conversión del conjunto
de trabajos heterogéneos que participan en las distintas producciones
gracias a la escala salarial que ellos consideran está dada por toda so­
ciedad23 . Esta posición de los clásicos implica que todo trabajo posee
reconocimiento social por el hecho de ser actividad asalariada y sólo
com o tal se puede incorporar en su teoría. Tal concepción no tiene
cabida en la teoría marxista por la razón sencilla de que en el modelo
de sociedad comercial simple no existe la categoría salario. E n l a p r e ­
s e n t e f a s e d e n u e s t r a i n v e s t i g a c i ó n , la c a t e g o r í a s a l a r i o a ú n n o e x is t e , e n

m o d o a l g u n o ( E l C a p it a l, 5 5 , n o t a 1 5 ).

Por lo tanto, m ientras para Ricardo el salario es lo que perm ite ha­
blar de trabajo hom ogéneo, en M arx se plantea una idea de trabajo
hom ogéneo antes de incorporar la realidad salarial. Esto indica que
el concepto de trabajo hom ogéneo en tanto “sustancia” del valor no
es idéntico en M arx y en los clásicos.

23 R icard o (1973, 16). afirm a:


"A l hablar del trabajo como base de todo valor ...no debe suponerse que paso por alto
las distintas calidades de trabajo ni la dificultad que surge al comparar una hora o de
un día, en una ocupación, con la misma duración de trabajo en otra. La valuación de
las distintas calidades de trabajo se ajusta rápidamente en el mercado para los fines
prácticos y depende mucho de la destreza comparativa del trabajador así como de la
intensidad del trabajo realizado. Una vez establecida esta escala, está sujeta a pocas
variaciones. Si el trabajo diario de un joyero es más valioso que la labor diaria de un
obrero común, ha sido ajustado hace mucho tiempo, y se le sitúa en su debida posición
en la escala del valor".
L a e s c a l a d e l v a l o r e s la e s c a l a s a l a r i a l .
46 Lecciones de Economía Marxista

El trabajo homogéneo no resulta de una abstracción teórica

M arx com ienza por enunciar que el TSN no es algo existente a p r i o r i


sino que resulta de un p r o c e s o d e r e d u c c i ó n o d e a b s t r a c c i ó n efectuado
sobre el conjunto de trabajos privados:

Con el objeto de medir los valores de cambio de las mercancías se­


gún el tiempo de trabajo contenido en ellas, es menester reducir los
propios y diversos trabajos a trabajo indiferenciado, uniforme, sim­
ple, en suma, a trabajo cualitativamente igual, y que por ende, solo
se diferencia cuantitativamente (Contribución, 13).

O tam bién:

La igualdad de los trabajos toto coelo (totalmente) diversos sólo puede


consistir en una abstracción de su desigualdad real, en su reducción
al carácter común que poseen en cuanto gasto de fuerza humana de
trabajo, trabajo abstractamente humano (El Capital, 90 ).

A p rim era v ista podría parecer que se trata a una op eración m en ­


tal del tipo d e j a r d e l a d o l o s a s p e c t o s p a r t i c u l a r e s y a c c i d e n t a l e s con el
fin de co n sid erar sólo lo com ú n o u niversal de los fenóm en os. Si
este fu ese el caso, sería la m ente del analista la que haría tal re­
d u cción y, en consecu encia, el TSN sería una m era con stru cción
de la in teligen cia hu m ana sobre cu alquier realid ad p rod u ctiva y
social, a la m an era de un proceso lógico. En realid ad , la red ucción
tiene una existen cia objetiva: E s t a r e d u c c i ó n a p a r e c e c o m o u n a a b s t r a c ­
c ió n p e r o e s u n a a b s t r a c c ió n q u e se lle v a a c a b o a d ia r io e n e l p r o c e s o de

p r o d u c c i ó n s o c ia l ( C o n t r ib u c ió n , 1 3 ).

Por lo tanto, el proceso económ ico, el cual en este m om ento del


análisis está reducido al conjunto de relaciones com erciales, debe
hacer el tránsito desde un conjunto de actividades privadas hasta
hacer aparecer la m agnitud económ ica com ún entre las m ercancías.
Se conoce que este proceso debe abstraer de los trabajos útiles tanto
su heterogeneidad intrínseca com o su naturaleza física, de m anera
que la m agnitud resultante se presente com o de carácter hom ogé­
nea y puram ente social.

Dos cuestiones se hacen necesarias aquí: en prim er lugar, la expli­


cación del propio proceso económ ico que realiza tal resultado; y en
segundo lugar, si el teórico puede conocer directam ente los valores
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 47

correspondientes. Se verá a continuación cada uno de los puntos, lo


que ayudará a aclarar la idea de trabajo hom ogéneo o abstracto pro­
pio de la teoría m arxista.

La explicación marxista de la homogeneización de los trabajos: dos


enfoques diferentes

C om prender cóm o se realiza la abstracción de los trabajos equivale a


entender la form ación del valor adherido a los productos m ercanti­
les. C on respecto a esto M arx ofrece dos enfoques diferentes que se
pueden tom ar com o respuestas distintas a este interrogante. En pri­
m er lugar, se tiene la tesis de que la reducción se hace en la producción;
y en segundo lugar, se afirm a que ella se realiza en el intercam bio.

P r i m e r a t e s is : la r e d u c c i ó n se h a c e e n la p r o d u c c i ó n

Esta idea se encuentra cuando el TSN se concibe com o gasto de


energía de los distintos trabajos de la sociedad:

Esas cosas [los productos del trabajo[ tan solo nos hacen presente
que en su producción se empleó fuerza humana de trabajo, se acu­
muló trabajo humano. En cuanto cristalizaciones de esa sustancia
social común a ellas, son valores (El Capital, 47 ).

Y, tam bién:

(El trabajo general) es como si toda la fuerza de trabajo de la socie­


dad... representase para estos efectos una inmensa fuerza de traba­
jo. (...). Lo que subsiste del trabajo (tras hacer abstracción de su
carácter útil)... es el ser un gasto de fuerza de trabajo humano,...
gasto de cerebro, músculo, nervio, mano, etc., humanos y en este
sentido uno y otro son trabajo humano (El Capital, 54 ).

Según este criterio, para encontrar el trabajo general basta conside­


rar todo gasto de energía (o de esfuerzo) com o parte del conjunto
del esfuerzo global, del trabajo com o actividad hum ana. En esta
óptica, la unidad entre las m ercancías existiría en cuanto ellas son
productos inm ediatos e integrados de la división del trabajo, de tal
form a que el TSN se constituiría com o una m agnitud que se hace
objetiva en el m om ento m ism o de la producción privada, es decir,
antes de las relaciones de intercam bio.
48 Lecciones de Economía Marxista

La variación del valor de las m ercancías se explicaría por cam bios


en las circu nstancias de la producción:

La magnitud de valor de una mercancía se mantendría constante,


por consiguiente, si también fuera constante el tiempo de trabajo
requerido para su producción. Pero este varía con todo cambio en la
fuerza productiva del trabajo. La fuerza productiva del trabajo está
determinada por múltiples circunstancias, entre otros por el nwel
medio de destreza del obrero, el estadio de desarrollo en que se ha­
llan las ciencias y sus aplicaciones tecnológicas, la coordinación so­
cial del proceso de producción, la escala y eficiencia de los medios de
producción, las condiciones naturales (El Capital, 49 ).

Esto significa que el TSN com o m agnitud económ ica no necesita


del m ercado y del intercam bio para existir com o tal, ya que el tra­
bajo, en tanto que actividad productiva de objetos de acuerdo con
una tecnología dada, puede tom arse de inm ediato com o trabajo de
naturaleza social. En resum en, la unidad social entre las m ercan­
cías está dada en la producción.

Segunda tesis: la reducción o abstracción se realiza en la relación entre la


producción y el intercambio

La materialización del tiempo de trabajo de los indwiduos, en cuan­


to general, es... sólo un producto del proceso de intercambio (Con­
tribución, 29 ).

Y, tam bién:

Sobre la base de los valores de cambio, el trabajo es puesto como


trabajo general sólo mediante el cambio (Elementos, 100 ).

A hora el TSN (la sustancia del valor) no puede co n sid erarse un h e­


cho prop io de la prod u cción, sino que allí influ ye el intercam bio
-la relació n m ercan til con los dem ás. Si una activid ad prod u ctiva
genera un p ro d u cto que no es vend ido a los otros, en nin gú n ins­
tan te el v alo r o TSN existe, a pesar del trabajo co n creto ejecutado.
Se tiene así una co n cep ció n donde “la unidad so cial” en tre las m er­
can cías, la su sta n cia del v alor, no existe in m ed ia ta m en te en la
prod u cció n sino que ella se constitu ye in teg ran d o las cond icion es
de la p rod u cció n y las relaciones m ercantiles entre produ ctores.
Se dirá en ad elan te, sigu iend o a Benetti y C artelier, que en esta
co n cep ció n el TSN es creado, necesariam ente, en la u nidad entre
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 49

la p rod u cción privad a y el intercam bio, o sea, en la unidad de la


producción y la circu lación 24.

En resum en, M arx inicialm ente separa la explicación del valor de


las m ercancías de la presencia del dinero. Busca explicar prim ero el
contenido del valor por m edio del concepto de trabajo socialmente
necesario. A quí se llega a plantear dos posibilid ades: el TSN se
determ ina en la producción o es resultado de la unidad entre pro­
ducción e intercam bio. Al tener dos ideas diferentes sobre la creación
o determ inación del valor de las m ercancías es necesario discutir
cuál es m ás aceptable a las necesidades de la teoría que desea re­
p resen tar una so cied ad m ercan til, y al m ism o tiem p o, in ten tar
responder el por qué de esta dualidad contradictoria. Ésto será ob­
jeto del siguiente capítulo.

24 Refiriéndose a esta posición Deleplace (1999, 124) afirma: dado que es por medio
del intercambio que los socializa, los individuos se objetivan en valores, es decir, en
fracciones determinadas, uno puede decir que el hombre no existe en el capitalismo
sino bajo la forma de un número. El individuo es socialmente un número; él solo puede
socializarse al ser evaluado.
C apítu lo III

LAS CONCEPCIONES MARXISTAS DEL


TRABAJO GENERAL Y LAS TEORÍAS
DEL MERCADO
En su forma inmediata, (la mercancía) es solo tiempo
de trabajo individual inaterializado de un contenido
particular, pero no tiempo de trabajo general. Por
consiguiente no es directamente valor de cambio,
sino que aún debe devenir tal.

Frente a las dos explicaciones de la form ación del TSN es necesario


m ostrar las diferencias que resultan de cada uno de ellas para con­
cebir las m ercancías y el m ercado. Estas dos posiciones crean una
disyuntiva para la teoría m arxista del valor. Se verá que la idea del
valor a partir de la producción acerca a M arx a una visión ricnrdinnn
(clásica) de los precios, m ientras que la idea de valor a partir del
m ercado conduce a una visión heterodoxa que acepta el dinero com o
parte esencial del análisis.

La idea del precio a partir del trabajo incorporado en la producción

R etom ando la idea de que el TSN se form a en la m ism a produc­


ción, se tendría un m odelo económ ico de productores de bienes en
el cual, por hipótesis, todas las actividades que com ponen la divi­
sión del trabajo se tom an com o com ponentes inm ediatas del trabajo
social. En este caso, una vez ocurre la producción, el vector de tra­
bajos in co rp o rad o s es de inm ed iato el v ecto r de “v a lo re s”, una
m agnitud dada y, de esta form a, se garantiza que las m ercancías
entren al m ercado con sus valores previam ente dados.
52 Lecciones de Economía Marxista

Para ilu strar tal situación se utiliza el ejem plo de M orish im a (1973).
Se supone una sociedad donde sólo se produ cen dos m ercancías:
trigo (la m ercancía núm ero 1) y abono (m ercancía nú m ero 2). Para
produ cir una u nidad de trigo es necesario a u u nid ad es de trigo,
a12 u nid ad es de abono y 1Tde trabajo directo y se asum e que existe
un so brep rod u cto (una d iferencia positiva entre la cantidad del
bien p rod u cid o y la cantidad del bien u tilizad o com o producto)
en al m enos unos de los bienes, de tal m anera que los coeficien tes
técnicos son m enores o iguales a la unidad. Se designa por Vj el
valor (cantidad total de trabajo social incorporado) de una unidad
de trigo y por v2 el v alor de una unidad de abono; dado que a u
u nidad es de trigo y las a12 unidad es de abono consu m id as d u ran­
te la p rod u cció n de una unidad de trigo rep resen tan a11v 1 y a12v 2
unidad es de trabajo y que adem ás lt horas de trabajo son d irecta­
m ente consu m id as durante la producción de una unidad de trigo,
la cantidad total de trabajo incorporad o total en una unidad de
trigo pued e rep resen tarse por v v definido com o el valor de una
unidad de trigo:

V l = a i l V l + a i 2 V 2 + 1 l

Sim étricam ente el trabajo total incorporado en la m ercancía dos será


expresado por la ecuación:

V 2 = a 21V l + a 22V 2 + X2

Suponiendo conocidos los coeficientes de producción y las canti­


dades producidas, se tienen dos incógnitas (v1 y v2) y dos ecuaciones
linealm ente independientes. En ese sistem a se podrán conocer los
valores individuales de cada una de las diferentes m ercancías.

En un caso general, si A es la m atriz de coeficientes técnicos y L el


vector de trabajos incorporados en la producción de los diversos
bienes, se puede escribir que el vector V de valores resulta de:

V= AV + L

De donde, si I es la m atriz identidad y si {I - A} 1existe, el vector V


de valores viene dado por:

V= [I-A]_1L
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 53

En este caso, se tiene una presentación exacta de la que aquí se designa


como versión ortodoxa de la teoría del valor-trabajo de Marx, la cual
explica las proporciones de cambio entre los productores simples de
mercancías con base en el trabajo directa e indirectamente incorporado
en las cadenas de producción de las respectivas mercancías.

Esta manera de form ular el concepto marxista del valor ofrece las
siguientes características:

1. El vector L de trabajos es tomado de inmediato como vector de


trabajos homogéneos y son datos iniciales al mismo nivel que la
m atriz tecnológica A 23. La unidad social de las mercancías se
establece en cuanto cada una de ellas representa una cuota del
trabajo em pleado, ya dado en el sistema productivo. Es decir, el
trabajo contenido se designa como “social” porque los produc­
tos son elaborados por una cadena de trabajos interdependientes
postulados a priori en la división del trabajo.
2. Los precios resultan determinados por las condiciones de pro­
ducción, puesto que con la información de los trabajos incorpo­
rados se tendría de inm ediato las proporciones de cam bio o
precios entre las mercancías. Com o las condiciones técnicas de­
terminan las cuotas de trabajo (directas e indirectas), se tiene que
el valor depende de las condiciones técnicas.
3. El mercado no interviene en la formación del valor o precio de
las mercancías, los cuales dependen sólo de las condiciones de
producción. Com o dice Morishima: “Los valores están determinados
socialm ente. Pero se debe notar que ellos están determinados solo por los
coeficientes técnicos, a - y l ” (1973,15). En esta visión, lo “social” se
refiere a la conexión técnica de los trabajos en la producción y el
mercado se concibe como un espacio neutral respecto a la gene­
ración del valor de las mercancías.

Examen crítico de esta alternativa

La lectura estándar de la teoría marxista (tanto de la mayoría de


oponentes como de simpatizantes), ha interpretado la teoría del valor

25 Algunos autores aceptan que el vector L surge de una homogenización previa,


pero no estudian ese proceso, con lo cual no se permite avanzar mucho.
54 Lecciones de Economía Marxista

de Marx com o aquella donde el valor de las mercancías se determi­


na por las condiciones de producción independientemente de lo
que suceda en el mercado26. Si se adopta esta interpretación se debe
hacer frente a las siguientes dificultades:

• Marx mismo la rechazaría porque contiene los mismos aspectos


que le reprocha a la teoría del valor de Ricardo.
• Dado que el trabajo en la producción es tomado como “sustan­
cia” directa del valor, no aparece la diferencia entre trabajo p r i v a ­
d o y trabajo h o m o g é n e o y, como en Ricardo, es la m agnitud del

valor (el vector L) lo que a b s o r b e toda la atención de la investiga­


ción sin estudiar su generación.
• El dinero no interviene en la explicación del valor y se concibe
como algo exterior a él. En esta óptica los bienes se consideran
mercancías porque poseen utilidad y trabajo incorporado en sus
producciones por fuera de la relación con el dinero. La expre­
sión monetaria y social del valor es omitida de la investigación
del valor.
• Si el dinero se excluye, el problema tratado cambia. Ya no es la
explicación de la formación del valor a partir de los trabajos pri­
vados sino, dado los valores (las magnitudes de trabajo), cómo
determinar el precio relativo de cada uno de los bienes. En la
solución de este últim o problema será necesario agregar una
mercancía numerario o m e r c a n c í a p a t r ó n que sirva de referencia o
de m edida del valor. Smith propuso el trabajo como esa medida,
Ricardo el oro producido en condiciones medias. En todos los
casos, la expresión de los valores supone resuelto previamente
la explicación de la magnitud de ellos. Es decir, la idea marxista
del dinero como unidad de cuenta necesaria de los trabajos par­
ticulares antes del intercambio es reem plazado por la mercancía
patrón que m ide los valores ya existentes.
• La circulación de las mercancías en los mercados requerirá una
teoría del funcionamiento del intercambio por medio del true­
que, de una caja de compensación o de la introducción posterior

26 La mayoría de los textos de historia la teoría adoptan ese punto de vista Blaug
(2001), Screpanti y Zamagni (1997). En Colombia este punto de vista aparece en
las obras de H. Cuevas.
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 55

del dinero. De esta manera, la relación con el dinero ni sería una


condición para definir si los objetos son mercancías, ni tampoco
para explicar el precio como relación entre bienes; es decir, la
dicotomía entre m undo del valor y el mundo monetario, propia
de la teoría clásica y neoclásica, también sería una característica
de la teoría marxista.

En resumen, esta formulación no corrige (¡más bien confirma!) las


deficiencias diagnosticadas por Marx respecto a la form ulación de
Ricardo sobre el valor y el trabajo general.

La teoría del valor inicial de Marx sería un caso particular e inferior


de la de Ricardo

Ricardo propuso su teoría del valor-trabajo para construir una idea


de los precios de producción o de equilibrio que sirviera de ex­
plicación de los p r e c i o s n a t u r a l e s , es decir, el centro de gravitación
para las cantidades y precios del mercado. Ahora bien, si se pien­
sa que en M arx las cantidad es de trabajo in corp orad as en la
producción determ inan los precios de equilibrio, por fuera del
dinero y de lo que sucede en el mercado, no existiría, en princi­
pio, dificultad m ayor en tomar su posición com o una versión
simple de un m odelo ricardiano de precios con base en el trabajo,
donde la diferencia con el autor de P r i n c i p i o s residiría en que en
lugar de capitalistas, M arx pondría en escena sólo productores
directos de mercancías.

Schum peter (1971) com parte esta conclusión: M a r x h a a c e p t a d o


s u b s t a n c i a l m e n t e l a t e o r í a d e l v a l o r d e R i c a r d o (445); al igual que los

ricardianos m odernos como Garegnani (1979,183):

Para Ricardo y para Marx las mercancías se intercambian según


relaciones determinadas (en última instancia) por las cantidades de
trabajo incorporado, y es en este preciso sentido que el trabajo con­
siderado aquí como pura cantidad y por lo tanto de calidad unifor­
me, o sea “general, abstracto -es el único creador de valor de cambio.

Sin embargo, si se acepta esta versión se presentarían tres proble­


mas para el marxismo:
56 Lecciones de Economia Marxista

• La superioridad de la teoría del valor de Ricardo. El autor de


P r i n c i p i o s , en el tema del valor, sería más general que Marx dado

que el econom ista inglés puede resolver el problem a de la


hom ogeneización de los trabajos diferentes por medio de las es­
calas salariales (socialmente dadas) en la sección 2 del capítulo I
de P r i n c i p i o s y plantear que toda unidad de trabajo incorporado
en la producción es trabajo asalariado y, por esa razón, es trabajo
ya homogéneo.
Es evidente que Marx no puede utilizar este procedimiento dado
que en su m odelo de producción mercantil simple no se incor­
poran relaciones salariales y, por ende, es im posible plantear
cómo se vuelven homogéneos los diversos trabajos. La solución
sería asumir que en el modelo comercial simple toda cantidad
de trabajo es trabajo homogéneo y así contradecir la hipótesis de
la pluralidad de productos y trabajos tan defendida por Marx.
• Aceptar la necesidad de abandonar la teoría clásica del valor-
trabajo. La teoría según la cual los trabajos incorporados deter­
m inan el v a l o r d e l a s m e r c a n c í a s es h o y un p lan team ien to
abandonado por el enfoque clásico de tipo neo-ricardiano. En
efecto, Ricardo mostró que esta teoría de precios no era de vali­
dez general, ya que si las composiciones de los capitales (cocien­
tes entre el valor del capital físico y el valor del capital salarial)
eran diferentes, se hacía necesario aceptar que un cambio en la
distribución también iba a alterar los precios relativos de equili­
brio, aquellos con tasas de ganancias iguales entre los sectores
productivos (independientemente de los cambios en las condi­
ciones de producción).
El efecto de esta limitación es que los precios dados por las can­
tidades de trabajo no representan, en general, precios con tasas
de rentabilidad iguales en los diferentes sectores y esto obligó a
los ricardianos a abandonar esa teoría del valor. La solución apa­
reció con P. Sraffa (1966) al proponer otra teoría clásica de los
precios de equilibrio, en la cual se determinaban a partir de las
condiciones técnicas (sin incorporar allí las cantidades de traba­
jo) y la norma institucional sobre la distribución del ingreso27.

27 Ver Sraffa (1966), capítulo I y II.


Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 57

• El fracaso de la transformación de los valores de Marx. Para intentar


resolver el problema encontrado por Ricardo en la vigencia de la
teoría del valor-trabajo, es sabido que Marx propuso una segun­
da etapa de la teoría del valor. La primera, explicaría cómo los
valores contenidos en las mercancías se determinaban por las can­
tidades de trabajo socialmente necesarios sabiendo que cuando
se tiene el caso particular las composiciones de capitales son igua­
les, esos v a lo r e s garantizan precios con tasas de ganancias igua­
les y, por ende, son de inmediato precios de equilibrio capitalista.
Sin em bargo, en el caso general, cuando esas com posiciones son
diferentes, el vector de valores genera precios con tasas de ga­
nancias diferentes pues los capitalistas ganan de manera por­
cen tu al m ás si contratan relativam en te m ás obreros. Para
resolver esta dificultad de su teoría del valor-trabajo, M arx pro­
pone una segunda etapa de su teoría del valor, aquella que se
conoce com o la “ t r a n s f o r m a c i ó n ” de v a lo r e s e n p r e c io s d e p r o ­
d u c c i ó n (expuesta en el capítulo VIII y IX del Tom o III de El
Capital). A llí se propone un m étodo para cambiar los valores
iniciales en precios con tasas iguales de ganancia para cada
unidad de cada capital invertido.
Tras la obra de Bortkiewicz, se interpretó que la primera etapa
consideraba los valores determinados por los trabajos incorpo­
rados en la producción y luego en la segunda etapa se agregaba
una regla de distribución o fraccionamiento de la m agnitud del
valor entre los diversos capitalistas. Hoy se considera que esta
visión de la “transformación” de Marx es un m étodo fracasado.
Duménil y Lévy, m uy representativos de esta posición, afirman:
El “problema de la transformación ” no es el problema de derivar
los precios de producción de los valores. El conocimiento de los
valores [las cantidades de trabajo incorporados en la producción]
no es útil para el cálcido de los precios de producción. En reali­
dad, la relación entre valores y precios de producción es comple­
tamente independiente del hecho de que las tasas de ganancia
sean equiparadas28 ( 1993 , 48 ).

Frente al fracaso de la transformación, la salida para el marxismo or­


todoxo fue adoptar el sistema de precios de Sraffa como la teoría de

28 Mucho antes Claudio Napoleoni lo expresaba así:


“ Es justo asumir cuanto dice Sraffa como el final de la historia del problema de la
transformación. Pero ahora está claro en que sentido este punto final plantea un grave
58 Lecciones de Economía Marxista

los precios de producción y del equilibrio. N o resulta extraño que


Garegnani (1979), y con él todos los neo-ricardianos29, haya reitera­
do este punto al afirmar que:
La solución [de Sraffa] aportada al problema del valor, mediante hi­
pótesis más generales que aquellas por las cuales las mercancías se
cambiarían de acuerdo con las cantidades de trabajo, [permite] resol­
ver el problema y abandonar la teoría del valor trabajo... ” ( 1979 , 161).

Por lo tanto, en la visión del valor form ado en la producción, la


posición de Marx no tendría hoy interés analítico, ya que haría par­
te de las teorías m uertas y ahora aban don adas deb id o a sus
limitaciones intrínsecas.

En resumen, la posición de que el valor de las mercancías viene


dado desde la producción conduce a tener que aceptar que analíti­
camente la teoría marxista del valor deba considerarse inferior a la
de Ricardo y, finalmente, a la de Sraffa30. También, es evidente que
este resultado hace que las críticas marxistas a la teoría del valor de
Ricardo queden anuladas, y con ello, la crítica de la economía polí­
tica clásica se convierte en un simple enunciado retórico sin efectos
analíticos importantes.

Por tales m otivos una conclusión se impone: en la teoría econó­


m ica m arxista, la id ea del trabajo so cialm en te n ecesario , la

problema. Sucede, en efecto, que si el problema de la transformación es enfrentado en


la línea seguida por el mismo Marx, aquel, por así decirlo, se autodestruye, ya que a lo
que se llega no es va a la transformación de los valores a precios de producción sino
una determinación de los precios independientemente de los valores" (1972, 203
subrayados propios).
29 Steedman afirma: "Concluiremos que debe abandonarse el razonamiento de Marx basa­
do en magnitudes de valor por parte de quienes se esfuerzan por desarrollar la explicación
materialista de la economía capitalista" (1985, 25).
30 Este es un resultado bastante aceptado. Por ejemplo, en un coloquio norteameri­
cano sobre la teoría económica de Marx, Brewer plantea:
“what Marx had to offer ivas a version of the standard theory of the day, derived from
Ricardo. (...)By making it to easy to read his value theory as a simple labor theory of
price, Marx invited economists to dismiss his work as obviously false" (121): Y más
adelante agrega: "Late nineteenth-century readers would also have noted that Marx's
system... had little or nothing to say about heterogeneous labor... The iveakness of Marx's
value theory is the most important single reason for the adverse judgment generations of
economics have passed on his work" (1995, 122).
Mercados, precios y cimero desde un enfoque heterodoxo 59

sustancia del valor, no debe ser concebida como eq u iva len te al trabajo
incorporado en la p roducción, so pena de desconocer todas las críti­
cas de M arx a Ricardo (en la teoría de los precios) y perm itir la
asim ilación del m arxism o com o una variante histórica del enfo­
que neo-ricardiano de P. Sraffa.

La idea del valor como unidad de la producción y el intercambio

Si el valor debe ser “materializado” u “objetivado” en el mercado es


porque definitivamente los trabajos son inicialmente concretos o pri­
vados, y de esta suerte, sólo por medio del proceso de intercambio
se convierten en trabajo socialmente necesario. Esto significa que para
esta visión los sujetos no pueden adquirir o dar por existentes sus
reales poderes económicos antes del mercado mismo, dado que éstos
sólo aparecen tras las relaciones sociales de intercambio. En este
caso la dualidad del trabajo de la producción de mercancías es tra­
tada explícitamente y permite considerar que el valor sólo resulta
de la unidad la producción y el intercambio.

Ahora, este enfoque en correspondencia con su hipótesis de los agen­


tes privados, agrega un vector T de trabajos privados que representa
la división descentralizada y previa del trabajo social existente. La
misma ecuación tomada de Morishima cambia de significado en el
sentido de que el sistema V= [I-A ] 1 L puede leerse afirmando que
tanto L como V ya no son premisas contenidas en la producción,
sino resultados del mercado, allí donde T se convierte en L.

La consecuencia de esta nueva visión respecto a la representación


del mercado es obvia: ahora no se puede afirmar que el valor depen­
da de magnitudes técnicas y que el mercado sea neutral o indiferente
respecto al valor de las mercancías, puesto que ahora los individuos
llegan a él sólo como portadores de trabajos concretos o titiles (el vector
T) y es el mercado (el encuentro entre productores descentralizados)
el que los convierte eventualmente en trabajo social (el vector L), es de­
cir, en una cuotas de la unidad social entre las mercancías.

Esta perspectiva de la formación del valor va a recuperar dos ideas


de Marx olvidadas por el enfoque ortodoxo: e l p r e c i o i d e a l y el s a l ­
t o m o r t a l de las mercancías.
60 Lecciones de Economía Marxista

El precio ideal en dinero o la forma del valor

Marx, en la C o n t r i b u c i ó n de 1858, pone en evidencia una especie de


paradoja singular de las actividades descentralizadas que trae una
dificultad a la explicación científica:
[ E n el in t e r c a m b io ] n o se p a rte del tra b a jo de lo s i n d i v i d u o s e n c a li­
d a d d e t r a b a j o c o m u n i t a r i o , s i n o , a la i n v e r s a , d e t r a b a j o s p a r t i c u l a ­
re s de i n d i v i d u o s p r iv a d o s , lo s c u a le s e n el p ro c e s o d e in t e r c a m b io ,
y p o r s u p r e s ió n d e s u c a r á c t e r o r ig in a r io , se r e v e la n c o m o tra b a jo
s o c ia l g e n e ra l. D e a h í q u e e l tra b a jo so c ia l n o se a u n a p r e m is a a c a ­
b a d a , s i n o u n r e s u lt a d o e n d e v e n ir . Y d e e sta s u e r t e s u r g e u n a n u e ­
v a d i f i c u l t a d 31, la d e q u e l a s m e r c a n c í a s , p o r u n a p a r t e , d e b e n e n t r a r
e n e l p r o c e s o d e i n t e r c a m b i o c o m o t ie m p o d e t r a b a j o g e n e r a l m a t e ­
r i a l i z a d o , m i e n t r a s q u e p o r la o t r a , la m a t e r i a l i z a c i ó n d e l t i e m p o d e
t r a b a j o d e l o s i n d i v i d u o s e n c u a n t o g e n e r a l , e s, a s u vez, só lo p r o ­
d u c t o d e l p r o c e s o de in t e r c a m b io (C o n t r ib u c ió n , 2 9 ).

La dificultad comienza a resolverse cuando se acepta que el carác­


ter inicial del trabajo privado se manifiesta por medio de la f o r m a
v a l o r , es decir, de la expresión del valor en dinero:

E l tra b a jo e s tra b a jo d e l in d iv id u o p r iv a d o , re p re se n t a d o e n u n d e te r­
m i n a d o p r o d u c t o . S i n e m b a r g o e n c u a n t o v a l o r , e l p r o d u c t o t ie n e q u e
s e r m a t e r i a l i z a c i ó n d e l t r a b a j o s o c i a l y , c o m o tal, d i r e c t a m e n t e c o n ­
v e r t ib le d e u n v a l o r d e lis o e n c u a l q u ie r otro. P o r ta n to , el tra b a jo
p r i v a d o d e b e r e p r e s e n t a r s e d i r e c t a m e n t e c o m o lo c o n t r a r i o a él. (...)
S o l a m e n t e m e d i a n t e s u e n a j e n a c i ó n se r e p r e s e n t a r e a l m e n t e e l t r a b a j o
i n d i v i d u a l c o m o lo c o n t r a r i o d e él. P e r o la m e r c a n c í a t ie n e q u e p o s e e r
e sta e x p r e s ió n g e n e r a l a n t e s de se r e n a je n a d a . E s t a n e c e s id a d de q u e
e l t r a b a j o i n d i v i d u a l s e r e p r e s e n t e c o m o t r a b a j o g e n e r a l e s la n e c e s i ­
d a d d e r e p r e s e n t a r la m e r c a n c í a c o m o d in e r o . M i e n t r a s e s t e d i n e r o
s i r v e d e m e d i d a y d e e x p r e s i ó n d e l v a l o r d e la m e r c a n c í a e n e l p r e c io ,
o b t i e n e la m e r c a n c í a e s t a r e p r e s e n t a c ió n . S o l a m e n t e p o r m e d i o d e la
c o n v e r s i ó n re a l e n d in e r o , p o r m e d io d e la v e n t a , a d q u i e r e la m e r c a n ­
c í a e s t a s u e x p r e s i ó n a d e c u a d a e n c u a n t o v a l o r d e c a m b io . L a p r i m e r a
t r a n s m u t a c i ó n e s u n p r o c e s o m e r a m e n t e te ó ric o , la s e g u n d a e s e l p r o ­
c e s o r e a l ( T e o r í a s o b r e la p l u s x m lia , I I I , 1 2 0 ) .

31 La primera dificultad se refería al problema del valor de uso dado que este sólo
era efectivo en el consumo una ve z se ha salido del intercambio, pero este último
suponía el valor de uso para poder realizarse.
Mercados, -precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 61

En el mismo sentido en los E le m e n to s afirma:


El dinero sólo hace circular mercancías ya transformadas ideal-
mente en dinero, no sólo en la mente de los individuos sino tam­
bién en la representación de la sociedad (e inmediatamente de
las partes intervinientes en el proceso de compra y venta) están
ya transformadas en dinero. Esta transformación ideal en dine­
ro, y la real, no son en efecto determinadas por las mismas le­
yes (Elem entos, 120 ).

En otras palabras, como en una sociedad comercial es absurdo pen­


sar que la producción privada sea de inmediato una cuota de trabajo
social, el objeto producido tiene que relacionarse, previamente a su
llegada al mercado, con un objeto que represente la unidad social
entre los bienes mercantiles, con aquello que Marx designa como
c o r p o r e i z a c i ó n del t r a b a j o s o c i a l . Este objeto es el dinero, y cuando toda

mercancía se relaciona con él, en la forma de un precio anticipado


del trabajo incorporado en el producto, se tiene lo que en el texto se
denomina precio teórico o ideal.

En el paso siguiente, el intercambio convierte, eventualmente, este


“precio ideal” en “precio real”, cuando la venta transforma el precio
previo en dinero efectivo. Explicar la secuencia entre la formación
del precio ideal y el precio efectivo es resolver la dificultad diag­
nosticada por Marx de cómo explicar que el trabajo aparece social
al principio cuando sólo realmente lo es al salir del mercado.

Ahora, la definición de la mercancía incorpora no solamente ser una


cosa útil sino también poseer una manera de manifestarse social­
mente, esto es estar en relación con el dinero, en tanto este es la
encarnación de la unidad social, antes de hacer efectivo el vínculo
mercantil. Puesto así, este dinero no es una innovación técnica ne­
cesaria para resolver los problemas del trueque (suponiendo los
precios determ inados por fuera de él), como sugería Smith en el
capítulo IV de su R i q u e z a d e l a s N a c i o n e s , sino la condición misma de
la existencia del productor privado y de la presentación de las mer­
cancías antes del intercambio, ya que sin él, el bien producido no
puede aparecer como mercancía.

Q ue el trabajo privad o tome la form a de p r e c i o i d e a l (en form a


m onetaria) es el d i s f r a z o p r e s e n t a c i ó n s o c i a l que todo producto pri­
62 Lecciones de Economía Marxista

vado adquiere para llegar al escenario del intercam bio en una


sociedad descentralizada32.

E l s a lt o m o r t a l d e la s m e r c a n c ía s

Cuando el productor ofrece la mercancía en el mercado descentrali­


zado Marx habla de la venta, la conversión de la mercancía (M) en
dinero efectivo (D), es decir, M-D.
E l s a l t o q u e e l v a l o r m e r c a n t i l d a d e s d e e l c u e r p o d e la m e r c a n c í a a l
d e l o r o [ d i n e r o ] , e s e l “ s a l t o m o r t a l e " d e la m e r c a n c í a . S i f r a c a s a , lo
q u e se v e r á c h a s q u e a d a ( f r u s t r a d a ) n o s e r á la m e r c a n c í a s in o su
p o se e d o r. L a d iv is ió n s o c ia l del tra b a jo h a ce q u e el tra b a jo d e l p o se e ­
d o r s e a t a n u n i l a t e r a l c o m o m u l t i l a t e r a l e s s e a n s u s n e c e s i d a d e s . (....)
L a m e r c a n c ía e s q u iz á s el p r o d u c t o de u n a n u e v a m o d a lid a d d e tra ­
b a jo , la c u a l p r e t e n d e s a t i s f a c e r u n a n e c e s i d a d r e c ié n s u r g i d a o c r e a r ,
p o r s u p r o p ia in ic ia t iv a , u n a n u e v a ... H o y el p r o d u c t o sa t is f a c e u n a
n e c e s i d a d s o c i a l . T a l v e z m a ñ a n a lo d e s p l a c e , t o t a l o p a r c i a l m e n t e ,
un t i p o s i m i l a r d e p r o d u c t o . A u n q u e e l t r a b a j o e s t a m b ié n , c o m o e l
de n u e stro te je d o r, u n e s l a b ó n p a t e n t a d o d e la d i v i s i ó n s o c ia l de
tra b a jo , e llo e n m o d o a l g u n o b a st a p a r a g a r a n t i z a r e l v a l o r de u s o
p r e c is a m e n t e d e s u s 2 0 v a r a s d e lie n z o . S i lo s te je d o re s c o m p it e n
c o n é l y a h a n s a t u r a d o la s n e c e s id a d e s s o c ia le s d e lie n z o - que com o
t o d o lo d e m á s t ie n e s u m e d id a - el p ro d u c to de n u e st ro a m ig o se
v o lv e r á e x c e s iv o , s u p e r f lu o y p o r ta n to in ú t il ( E l C a p it a l, 1 2 9 ).

Si la venta M -D se puede describir con la metáfora del s a l t o m o r t a l


d e la s m e r c a n c ía s es que ella no está automáticamente asegurada.
El trabajo inicial que se incorpora para producir el bien no es de

32 Marx indica que las sociedades son autoritarias o monetarias (descentralizadas):


“ En la sociedad comercial el poder que cada individuo ejerce sobre la actividad de los otros
o sobre las riquezas sociales, lo posee en cuanto es propietario de valores de cambio, de
dinero. Su poder social, así como su nexo con la sociedad, lo lleva consigo en el bolsillo. Y
también: Cada individuo posee [en la sociedad del valor de cambio] el poder social bajo la
forma de una cosa. Arrancase a la cosa este poder social y habrá que otorgárselo a las
personas sobre las personas" (Elementos, 85).
Es decir, todas las sociedades presentan una manera social de presentación de los
individuos y de su mediación social para la consecución de las relaciones entre
ellos. En la sociedad comercial la intervención del dinero permite que se expre­
sen y que la relación de intercambio sea un vínculo entre las personas, es decir, la
relación entre individuos se realiza por medio de las cosas (bienes y dinero) y no
por relaciones personales.
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 63

inmediato social, de tal manera que la venta es el espacio donde


todo productor de mercancías sufre un riesgo comercial ya que, en
razón a las actividades descentralizadas, el individuo actúa sin co­
nocer la acción de los otros y, por lo tanto, no hay certeza de que
toda cantidad de trabajo concreto se constituya en cantidad de TSN,
en cuota del trabajo social. Otro texto lo confirma:
Si el estómago del mercado no puede absorber la cantidad total de lien­
zo al precio normal de dos chelines por vara, ello demuestra que se
consumió, bajo la forma de fabricación del lienzo, una parte excesiva­
mente grande de trabajo social en su conjunto. [...] La división del tra­
bajo convierte en mercancía el producto del trabajo, y con ello torna
necesaria la transformación del mismo en dinero. A la vez, hace que sea
fortidto el que se logre o no esa transustanciación (El Capital, 131).

En estos términos, el intercambio comercial hace normal que el pre­


cio ideal no tenga seguridad en convertirse en precio efectivo, y por
tanto, el m ercado aparece ahora como un m ecanism o donde los
diferentes trabajos privados en la form a de productos ofrecidos se
som eten a la p ru eba de ser aceptados cu an titativa y cu a lita ­
tivamente por parte de los otros miembros de la división del trabajo,
es decir, el m ercado es un espacio donde se realiza la sanción y
evaluación de los trabajos privados33.

En resumen, si bien el tratamiento de Marx de la explicación de la


formación del valor es ambiguo, se puede evidenciar un conjunto
de criterios en el cual la solución que toma en cuenta sólo las cir­
cunstancias de la producción convierte la teoría del valor en un caso
particular del ricardianismo e invalida las críticas hechas por Marx
al autor de P r i n c i p i o s en este tema34.

Por el contrario, si se aboca la formación del valor en la circulación,


es necesario apoyarse en nuevos conceptos tales com o el precio

33 Estamos lejos de la concepción del mercado neoclásica donde éste es la instancia


neutral en la cual se expresa la voluntad de los individuos y donde debe desarro­
llarse una especie de conciliación de las diversas voluntades por medio de la
generación de una situación de precios de equilibrio. La concepción del mercado
como mecanismo social de sanción de las decisiones individuales también está
en los clásicos (ver Bidard y Klimovsky 2006).
34 Ver Garegnani (1984).
64 Lecciones de Economía Marxista

id e a l y el s a lt o m o r ta l en la venta de las mercancías, en los cuales se


manifiesta el papel central del dinero. Ahora bien, si la f o r m a v a lo r
es la condición previa para que los productores descentralizados (o
privados) se sometan a la s a n c ió n s o c ia l por medio del intercam­
bio, se abre la puerta a una formulación h e t e r o d o x a de los precios en
Marx, donde el punto de partida es ahora el dinero. Por lo anterior,
su estudio es la primera etapa de la explicación de la formación
mercantil del vector L de trabajos sociales por medio de l a u n i d a d d e
l a p r o d u c c i ó n y e l i n t e r c a m b i o 35.

35 Desde ahora puede verse que se hace necesario algo social para explicar las
relaciones entre individuos con iniciativa privada. Se empieza a negar la idea
liberal de que los individuos constituyen la sociedad partiendo de un terreno no
social. Esto remite al ataque de Marx a las robinsonadas del siglo XVI11 en la
Introducción de 1857, antes citada.
C a p ítu lo IV

EL DINERO O LA FORM A DEL V A LO R


Lo que vuelve particularmente difícil la comprensión del dinero
en sil pleno carácter determinado consiste en que aquí una
relación social, determinado vínculo entre los individuos,
aparece como metal, como piedra... existente al margen de los
individuos y ni que se encuentra como tal en la naturaleza.
Karl Marx

Se ha visto que Marx habla del dinero (en tanto representante del
trabajo general), como forma obligada de los productos elaborados
por los trabajos privados para entrar a los mercados específicos. En
lugar de que el precio sea representado por la expresión entre dos
bienes (la mercancía M 1 vale x M 2), ahora el precio es directamente
monetario, es decir, el precio ds M 1 es directamente de la forma: M a
vale x unidades monetarias.

La primera aparición de ese precio es el precio ideal, la forma del


valor, previa al precio efectivo, aquel que existe cuando una canti­
dad de dinero paga la mercancía ofrecida. Esta visión de un valor
que necesita manifestarse de manera monetaria es un punto origi­
nal de gran im portancia, puesto que, com o denuncia M arx, la
economía política previa (Smith y Ricardo, principalmente) había
separado el análisis del dinero y el de la mercancía, y había coloca­
do esta última en el primer lugar, relegando la realidad monetaria
como algo externo y secundario. Marx era completamente consciente
de esta visión y en este punto se encuentra una de sus grandes di­
vergencias con los economistas clásicos:

Los economistas suelen derivar el dinero de las dificultades externas


con las que se topa el trueque en expansión, pero al hacerlo olvidan
66 Lecciones de Economía Marxista

que esas dificultades surgen del desarrollo del valor de cambio, y


por lo tanto, del trabajo social en cuanto trabajo general. (...) Se
atienen luego consecuentemente al trueque como forma adecuada
del proceso de intercambio de mercancías, el cual sólo estaría ligado
a ciertas incomodidades técnicas, siendo el dinero un recurso astu­
tamente pensado para superarlas. Partiendo de este punto de vista
sumamente superficial, un ingenioso economista inglés ha afirmado
acertadamente, por ende, que el dinero sólo sería aun instrumento
material, como un barco o una máquina de vapor, pero no la repre­
sentación de una relación social de producción y, por consiguiente,
no es una categoría económica (Contribución, 358 ).

Aquí Marx denuncia el enfoque (hecho célebre por Adam Smith)


que afirma que el dinero, en la función medio de circulación se in­
troduce tras haber determinado el precio relativo de las mercancías,
como si el dinero no tuviera que ver con la formación del valor de
ellas. Precisamente, la concepción clásica considera que el precio,
al menos el de equilibrio, se determina sin las transacciones ya que
para el cálculo de los precios relativos utiliza las condiciones de
producción y un patrón del valor.

De esta manera, se invita a pensar "que el trueque m ultilateral es


un sistema posible de relación entre individuos de la división del
trabajo, el cual en razón de algunas dificultades de funcionam ien­
to, sería reem plazado por la intróducción de un m edio de pago
aceptado por todos. En consecuencia, el sistema de cam bios gana­
ría niveles de eficiencia en las transacciones monetarias con precios
dados. En realidad, para Marx el trueque es sólo un m étodo de
pago excepcional entre pocos agentes, cuando se da la doble coin­
cidencia de necesidades. Esto se da

...cuando la producción se orienta al valor de uso y no al valor de


cambio) [y por eso...] de hecho, el proceso de intercambio de mer­
cancías no aparece originariamente en el seno de los entes comunita­
rios naturales y espontáneos sino allí donde terminan, en sus límites,
en los pocos puntos en que toman contacto con otros entes comuni­
tarios (Contribución, 34 ).

Por tanto, para M arx, la sociedad m onetaria no puede entender­


se com o un sistem a de cam bios técnicam ente mejor respecto al
tru equ e entre dos o m uchos in d iv id u o s sino com o el único
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 67

sistefna posible de intercam bios para una sociedad de com er­


ciantes descentralizados.

D i g r e s ió n s o b r e e l d in e r o e n la te o r ía e c o n ó m ic a

N orm alm ente, el p úblico y los econom istas asocian el dinero a


los objetos que cum plen las funciones de u n idad de cuenta, de
m edio cam bio y reserva de valor. Es obvio que la ciencia eco­
nóm ica no p u ed e lim itarse a constatar las funciones del dinero
sino que debe exp licar cuál es su naturaleza y por qué cum ple
estas funciones.

La m ayoría de los econom istas pretende explicar el m undo eco­


nóm ico en térm inos d i c o t ó m i c o s , es decir, en dos etapas. La
prim era daría cuenta de las proporciones entre m ercancías, los
precios propiam ente dichos; y la segunda, explicaría cóm o esos
precios se hacen efectivos y cóm o se realizan las transacciones
entre agentes. En este sentido la determ inación de los precios
sería independiente de la manera en que se hacen efectivos. Y
por ende, el dinero sería neutral respecto a las proporciones. Por
esto, si el dinero es el sistem a usual de las transacciones, se pro­
ced e a e n te n d e rlo una v e z se han d e term in a d o lo s p recio s
relativos entre las mercancías.

Para llevar a cabo esta m etodología se procede a presentar la argu­


mentación que permite justificar un precio positivo del dinero, la
integración del dinero en la teoría del valor, puesto que sin esta
cualidad no se podría explicar que los agentes lo aceptaran como
medio de cambio o como reserva de valor.

Dos caminos se han ensayado en la empresa de deducir el dinero


de una categoría considerada como más simple o básica y que co­
rresponden con las dos grandes teorías de los precios existentes.
68 Lecciones de Economía Marxista

La vía neoclásica

En el m odelo central de los neoclásicos, el m od elo de A rro w


Debreu, el dinero ni está presente ni es necesario36. N o está pre­
sente com o unidad de cuenta porque esta función se la otorga el
analista a un num erario arbitrario; tampoco es m edio de cambio
porque se asum e que el equilibrio económico (vector de precios y
de cantidades que asigna las dotaciones de manera que las em ­
presas y los agentes m axim izan respectivam ente la ganancia y su
utilidad), se logra sin ningún costo de transacción y sin relaciones
bilaterales gracias al supuesto de u n a C a j a d e C o m p e n s a c i ó n entre
las distintas cuentas de los agentes.

Tam poco existe com o reserva de valor, porque los agentes no ne­
cesitan guardar nada de un período a otro, dado que los m ercados
se suponen com pletos (en la fecha presente se celebran contratos
de entrega teniendo en cuenta las restricciones de presupuesto de
cada fecha) y tam poco existe la posibilidad de reabrir los merca­
dos, puesto que no existe una economía secuencial (que introduciría
un tipo de incertidumbre).

Lo anterior explica que los intentos principales para incorporar el


dinero, para darle sentido a su presencia, son los de estudiar las
posibles formas de modificar el modelo central para que permita el
establecimiento de una demanda de dinero que sirva de reserva de
valor, y a p o s t e r i o r i , también funcionar como m edio de cambio. Para
esto se han hecho modelos donde los agentes escogen una deman­
da de dinero o de saldos reales (M/P, donde M es la cantidad de
dinero y P el nivel de precios), con el fin de servir de reserva para
realizar los pagos cuando los mercados no están com pletos y/ o la
economía pasa por una secuencia infinita de períodos.

Aquí que el dinero se quiere derivar como un instrumento que va a


solucionar problemas del ahorro, de la dinámica intertemporal y
no propiamente del trueque, como anteriormente se presentaba en

36 Hahn lo confirma: "El desafío más importante al cual está confrontado el teórico respecto
de la existencia del dinero es éste: el dinero no desempeña ningún papel en el modelo más
desarrollado de la teoría económica. Este modelo es, obviamente, la versión de Arroiv-Debreu
del Equilibrio General walrasiano" (1983, 23).
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 69

Smith. Sin embargo, el problema que se ha detectado en esta con­


cepción es que la demanda de dinero depende de la demostración
de un precio positivo del dinero, lo cual no ha sido posible hacer
sin introducir hipótesis especiales o n d h o c (la obligación de pagar
impuestos, por ejemplo) que no se pueden explicar com o una elec­
ción racional o que no son generales (la ausencia artificial de otros
activos financieros). La escapatoria generalmente utilizada (para
hablar sobre el intercambio y desarrollar la m acroeconomía y la
microeconomía), es asumir por hipótesis n d h o c un precio positivo
del dinero, y por ende, suponer que el dinero compra las mercan­
cías. Se termina, entonces, por aceptar que la teoría del valor de las
mercancías no es capaz de explicar la realidad monetaria.

La vía clásica

Tras explicar el sistema de precios con una m edida invariable, es


decir, dar cuenta de la manera en que una de las mercancías produ­
cidas (las únicas que poseen un precio de producción, y por ende,
de mercado), ocupa el papel de medio de circulación, tal como pro­
puso A dam Smith.

A quí el dinero se quiere entender com o aquello que soluciona


los problem as del trueque, tal com o Marx diagnostica. A sum ien ­
do que el dinero es una mercancía, se intenta darle precio positivo
asum iendo que su valor procede del objeto m ercantil que sirve
de m edio de circulación entre las mercancías. Por lo tanto, el oro
industrial le daría valor al oro m onetario, reconociéndose así que
el objeto dinero no tiene valor propio. El problem a es que el he­
cho de que una m ercancía ocupe las funciones m onetarias no se
puede d erivar de la teoría del valor ya que im plica un consenso
de todos sobre ese bien. Este consenso funciona de hecho más
com o una hipótesis que com o una derivación generada por las
bases de la teoría.

Que la teoría monetaria ortodoxa no haya podido darle sentido ra­


cional al dinero aplicando las respectivas teorías del valor o del
precio, pone al día la dificultad de concebir que el dinero sea un
bien físico producido privadamente y que esté sometido a las mis­
mas leyes que las mercancías, es decir, que se pu^da entender a
70 Lecciones de Economía Marxista

partir de la idea de mercancía o bien real y del intercambio entre


agentes racionales37. Parecería legitimada así a p o s t e r i o r i la crítica de
Marx a Ricardo (representante de la perspectiva ortodoxa en ese
momento) de que no es correcto construir el concepto de precios y
de dinero en forma separada.

La teoría marxista del dinero

Para comenzar, Marx asume la relación de las mercancías y el dine­


ro como algo evidente:
N o h a y q u i e n n o s e p a , a u n q u e s u c o n o c i m i e n t o se r e d u z c a e s o , q u e
la s m e r c a n c ía s p o se e n u n a f o r m a c o m ú n de v a lo r q u e c o n t ra st a , de
m a n e r a s u p e r la t iv a , c o n la s a b ig a r r a d a s f o r m a n a t u r a le s p r o p ia s de
s u s v a l o r e s d e u s o : la f o r m a d i n e r o ( E l C a p i t a l , 5 9 ) ™ .

Esta form a del valor o el precio ideal mencionado en el capítulo


anterior, es la primera función del dinero:
L a p r im e r a f u n c i ó n [d e l d in e r o ] c o n s is t e e n p r o p o r c i o n a r a l m u n d o
d e l a s m e r c a n c ía s e l m a t e r ia l p a r a la e x p r e s ió n d e l v a lo r , o b ie n
p a r a r e p r e s e n t a r lo s v a lo r e s m e r c a n t ile s c o m o m a g n it u d e s de ig u a l
d e n o m in a c ió n , c u a lita t iv a m e n t e ig u a le s y c u a n t it a t iv a m e n t e c o m ­
p a r a b le s . F u n c i o n a a s í c o m o m e d id a g e n e r a l d e lo s v a lo re s... [...]
E n c u a n t o m e d i d a d e l v a l o r , e l d i n e r o e s la f o r m a d e m a n i f e s t a c i ó n
n e c e s a r ia d e la m e d id a d e l v a l o r i n m a n e n t e a la s m e r c a n c í a s : el
t ie m p o d e t ra b a jo ( E l C a p it a l, 1 1 5 p 9.

El dinero es inicialmente la representación social e inicial del v a ­


lor de los productos, el rasgo social com ún entre los diversos
productos de la división del trabajo o, com o lo dice M arx varias

37 U n a e x p o s i c i ó n m á s c o m p l e t a d e l o s f r a c a s o s d e l a s t e o r í a s d e l v a l o r p a r a d a r u n a
teo ría a c e p ta b le d el d in e ro se e n cu e n tra en B enetti (1 9 9 0 ) y H e lw ig (1993).
38 “Las mercancías vienen al mundo revistiendo la forma de valores de uso o cuerpos de
mercancías... Esta es su prosaica forma natural. Sin embargo sólo son mercancías debido
a su dualidad, a que son objetos de uso y portadores de valor. Solo se presentan como
mercancías... en la medida en que tienen una forma doble: la forma natural y la forma del
valor" (El Capital, 58).
39 ‘‘La moneda de cuenta es una unidad de medida ideal que no tiene otro límite que el de la
imaginación. Se la emplea para expresar todo tipo de riqueza, a condición de que sea conside­
rada desde el punto de vista del valor de cambio; así por ejemplo, la renta nacional, las rentas
del Estado y de los particulares" (Elementos, 124).
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 71

veces, l a e n c a r n a c i ó n d e l a u n i d a d s o c i a l de los diversos trabajos pri­


vados. Esta encarnación se hace en un objeto, en uno de los bienes
mercantiles. Una vez esto se establece, es posible form ar el precio
ideal y después pasar a la relación entre el poseedor de la m er­
cancía y el poseedor de dinero. En este últim o caso, se encuentra
la segunda función del dinero, “ e l s e r m e d i o d e c i r c u l a c i ó n : c o m o m e ­
d i a d o r e n la c i r c u l a c i ó n m e r c a n t il, e l d i n e r o a s u m e la f u n c i ó n d e m e d io d e

c ir c u la c ió n ” ( E l C a p it a l, 1 3 9 ).

Por lo tanto, los temas que la teoría económica marxista sobre el


dinero debe desarrollar son los siguientes:

• La necesidad de la expresión del valor de las mercancías en di­


nero, antes del intercambio mercantil.
• La explicación del dinero como encarnación del trabajo social.
• El carácter del “bien” monetario y su especificidad respecto a los
bienes mercancías.

Estos elementos bastan para ubicar la m etodología particular pro­


puesta por Marx: el dinero se piensa, primero, com o la expresión
social de los trabajos privados y, después, com o m edio de cambio
para p a g a r las mercancías compradas. Para explicar estas dos fun­
ciones del dinero, ofrece una explicación de cóm o se genera esta
form a monetaria del valor de las mercancías enunciando que al
“ h a c e rlo se lle v a a c a b o u n a ta r e a q u e la e c o n o m ía b u r g u e s a n i s iq u ie r a

in t e n t ó ” ( E l C a p it a l, 59).

Denomina esta explicación la g é n e s is d e l d in e r o , en el sentido de


indicar cóm o un bien mercantil se convierte en un e q u i v a l e n t e g e n e r a l
-representante del trabajo social-, frente a los otros productos de la
división del trabajo40. Una vez este resultado es obtenido, este dine­
ro puede funcionar como expresión del valor y como medio de cambio.

La necesidad de la expresión en dinero

En la Introducción se planteó que Marx distingue las sociedades


por las formas de la relación entre los individuos. En esta perspec­

40 A pesar de ciertas ambigüedades debe notarse que Marx no da una explicación


histórica sino lógica.
72 Lecciones cíe Economía Marxista

tiva, si la sociedad es centralizada no es necesario que el trabajo


privado tome una forma diferente a él porque su carácter social será
resuelto por m edio de acuerdos previos de la com unidad o por
mandatos autoritarios de una autoridad central y, en consecuencia,
las relaciones entre los individuos se efectuarían ya sea como rela­
ciones directamente personales, como miembros de una comunidad
o como víctimas de una subordinación entre ellos.

Por el contrario, en la econom ía con descentralización de sus ac­


tiv id a d e s p ro d u c tiv a s , la u n id ad so cial no es una re a lid a d
inm ediata, es un resultado, y en consecuencia, las actividades
privadas sólo se relacionan través de sus productos. Sin em bar­
go, la relación no es entre productos físicos, de un bien contra un
bien, sino que los productos deben relacionarse previam ente con
un objeto que haga las veces de representante de la unidad so­
cial, com o una m ed ia ción oblig a toria para que los in d iv id u o s
realicen el intercam bio
El trabajo, sobre la base de los valores de cambio, supone preci­
samente que ni el trabajo del individuo ni su producto sean inme­
diatam ente universales, y que este últim o obtenga esa form a
universal solo a través de una mediación objetiva, a trai’és del
dinero distinto a él (Elementos, 101 ).

Esta mediación objetiva 41, este nexo entre individuos, no puede ser el
trabajo mismo. En efecto, respecto a los productores, sus respecti­
vos trabajos son como sus productos, heterogéneos y, por lo tanto,
incomparables.
El tiem po de trabajo no puede él mismo ser inm ediatam ente
dinero...precisamente porque de hecho él existe siempre sólo en pro­
ductos particulares (Elementos, 96 ).

Marx aquí recuerda el error de los socialistas utópicos (como Gray,


O w en y Proudhon) que querían suprimir el dinero pero conservar
el m undo de las mercancías.

Puesto que el tiempo de trabajo es la medida inmanente de los


valores ¿por qué coexiste con él otra medida externa? ¿Por qué se

41 Objetiva en la medida en que todos la acepten como tal.


Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 73

desarrolla el valor de cambio para convertirse en precio? ¿Porqué


todas las mercancías estiman su valor en una mercancía exclusiva,
que se convierte así en la existencia adecuada del valor de cambio,
en dinero? Este era el problema que debía resolver Gray. Las mer­
cancías son en forma inmediata, productos de trabajos privados
aislados e independientes, que en virtud de su enajenación en el
proceso de intercambio privado deben actuar como trabajo social
general, o bien el trabajo basado en la producción de mercancías
solo se torna trabajo social mediante la enajenación universal de
los trabajos individuales. Pero si Gray supone que el tiempo de
trabajo contenido en las mercancías es inmediatamente social, está
suponiendo que es tiempo de trabajo comunitario o tiempo de tra­
bajos de individuos directamente asociados. A s í de hecho, una mer­
cancía específica, como el oro, y la plata, no se podría enfrentar a
las otras mercancías como encarnación del trabajo general, el va­
lor de cambio no se convertiría en precio, pero el valor de uso no se
convertiría en valor de cambio, el producto no se convertiría en
mercancía y de este modo quedaría abolido el propio fundamento
de la producción burguesa (Contribución, 71)42.

El fundam ento de la “producción burguesa” es el principio de la


descentralización de las actividades, es decir, aquella donde exis­
ten actividades sin acuerdo previo y, por ende, es la relación misma
de intercambio la que debe determinar el carácter social de las acti­
vidades privadas. Y si el carácter privado es el punto de partida, es
necesario un lenguaje común para expresarlo, así com o se requiere
este tipo de lenguaje entre los individuos que piensan ideas distin­
tas y se comunican. Este m ediador es el dinero, aquel objeto que
funciona ante los trabajos privados como “ e n c a r n a c i ó n d e l t r a b a j o g e ­
n e r a l " y, como tal, permite la “forma del valor”, la expresión social

de cada producto privado.

El proceso com pleto de intercambio entre dos individuos no es por


ende trabajo privado A (o producto A) frente a trabajo privado B (o
producto B), es por el contrario, trabajo privado A, representado

42 Con base en este argumento Marx también rechaza las ideas del socialista Owen:
"Anotemos aquí que el “dinero laboral" de Owen, por ejemplo, dista tanto de ser dinero
como, digamos, una contraseña de teatro. Owen presupone el trabajo directamente socia­
lizado, una forma de producción contrapuesta diametralmente a la producción de mercan­
cías" (El Capital, 115, nota 50).
74 Lecciones de Economía Marxista

frente a todos los demás productores en precio monetario de A, la


“forma del valor”, que se coloca frente al dinero c o n t a n t e y s o n a n t e ,
en manos de los otros, los compradores.
La m a n if e st a c ió n (d e l t r a b a j o p r i v a d o ) c o m o d i n e r o - e n e l p r e c i o -
a p a re ce p r im e r a m e n t e só lo de u n m o d o id e a l ( c o m o ) u n a re p re se n ­
t a c i ó n q u e s ó l o s e r e a l i z a r á m e d i a n t e la lie n t a re a l. . . . E n e l p r e c io ,
e s t a r e p r e s e n t a c i ó n e s id e a l. S o l o s e r e a l i z a c o n la v e n t a . ( T e o r í a s d e
la h i s t o r i a d e la p l u s v a l í a , I I I , 116.

En resumen, la descentralización de las actividades privadas y “ la


mediación objetiva” , el dinero, son términos inseparables de las
relaciones económicas en una sociedad mercantil.

¿Cuál es y cóm o se establece o “genera” el objeto monetario? Es en


la teoría de las “formas del valor” donde se debe encontrar una ex­
plicación.

Las formas del valor o la “ génesis” del objeto que sirve de dinero

Si el dinero es objeto para expresar los valores de las mercancías, es


necesario explicar su naturaleza propia, en el sentido de su especi­
ficidad respecto a los bienes producidos. Marx postula que de todos
modos este objeto es un bien mercantil y el proceso de cómo un
bien llega a convertirse en dinero se explica por medio de la llama­
da g é n e s i s d e l d i n e r o .

De l o q u e a q u í s e t r a t a ... e s d e d i l u c i d a r la g é n e s i s d e e s a f o r m a
d i n e r a r i a , s i g u i e n d o p a r a e llo , la e x p r e s i ó n d e v a l o r c o n t e n i d a e n la
r e la c ió n e x is t e n t e e n t r e la s m e r c a n c ía s : d e sd e s u f o r m a m á s s im p le
y o p a ca h a sta la d e s l u m b r a n t e f o r m a d e d in e r o . Con lo c u a l... e l
e n i g m a d e l d i n e r o se d e s v a n e c e ( E l C a p i t a l , 5 9 ) .

El enigm a es averiguar cóm o una cosa (en este caso un bien m er­
ca n til) p u e d e a p a re c e r en el m e rca d o co m o d in e ro , com o
encarnación de la unidad social, y por ende, com o nexo entre to­
dos los individuos descentralizados. La g é n e s i s d e e s t e d i n e r o es,
por tanto, la explicación de cómo se generan las condiciones m íni­
mas para el intercambio comercial. Tal problem a es presentado
por Marx com o la deducción lógica, desde una form a de valor sim ­
ple (una m ercancía es form a de valor de otra, la prim era es el
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 75

equivalente particular) hasta llegar a la form a de valor general


cuando un solo cuerpo, un e q u i v a l e n t e g e n e r a l , sirve de form a de
valor de una pluralidad de mercancías43.

L a F o rm a I del v a lo r

La explicación comienza suponiendo un mundo de dos mercancías:


La más sim ple relación de valor es, obviamente, la que existe
entre una mercancía y otra mercancía determinada de especie
diferente, sea cual fuere. La relación de valor entre dos mercan­
cías, pues proporciona la expresión más simple del valor de una
mercancías (El Capital, 59 )44.

En seguida, Marx muestra que cualquier relación de este tipo, la


cual a primera vista no es más que un trueque entre dos producto­
res, es en realidad y de inmediato u n a e x p r e s i ó n d e l v a l o r e n u n
d i n e r o p a r t i c u l a r , puesto que la primera mercancía utiliza lg mate­

rialidad de la otra para expresar su valor:

Las dos mercancías heterogéneas A y B, en nuestro ejemplo el lien­


zo y la chaqueta, desempeñan aquí, dos papeles diferentes. El lien­
zo expresa su valor en la chaqueta; la chaqueta hace las veces de
material para dicha expresión del valor. La segunda mercancía
funciona como equivalente, esta es, adopta una forma de equiva-
lente (El Capital, 60 , énfasis propio).

Aquí, el productor del lienzo no toma a la chaqueta como un simple


valor de uso para su consumo sino como expresión del valor, como
un dinero. Es decir, para Marx en la relación entre dos mercancías
existe necesariamente ya la realidad monetaria aunque en forma, si
se quiere, p r i m i t i v a o e m b r i o n a r i a . Esa relación puede indicarse en el
siguiente esquema tomando los bienes por él seleccionados:

V a lo r d e 2 0 v a r a s d e lie n z o =1 c h a q u e ta (c h a q u e ta f u n c i o n a c o m o d in e r o )

43 Aquí reaparece una de las quejas antes citadas según la cual "Una de las fallas
fundamentales de la economía política clásica es que nunca logró desentrañar, partiendo
del análisis de la mercancía... la forma valor, la forma misma que la hace un valor de
cambio” (El Capital, 98, nota 32).
44 “ El secreto de toda forma de valor yace oculto bajo esta forma simple de valor. Es su análisis
el que presenta la verdadera dificultad" (El Capital, 59).
76 Lecciones de Economía Marxista

Com o en esta relación la chaqueta expresa el valor contenido en el


lienzo se dirá que ella es e l e q u i v a l e n t e o e l d i n e r o p a r t i c u l a r del valor
de la tela. A l ocupar la función de equivalente el objeto dinerario
asume cualidades especiales respecto a la mercancía que no lo es.
Más adelante se desarrollará este punto. Por ahora, es importante
detenerse en la función misma de ser dinero. Aquí Marx anota algo
que es esencial para su argumentación: esta posición no es una fun­
ción e x c lu siv a de la chaqueta. En re a lid a d , se p o stu la que
simétricamente, para el productor de la chaqueta, la forma de ex­
presión del valor se hace en lienzo:
Sin duda, la expresión 20 varas de lienzo = 1 chaqueta o 20 varas
de lienzo valen 1 chaqueta implican la relación inversa: 1 chaqueta
vale 20 varas de lienzo (El Capital, 60).

Con lo anterior queda consignado que en la relación simple existe


la posibilidad de dos dineros y, por ende, dos formas monetarias
del valor. Es decir, en este caso también se tiene:

V a l o r d e 1 c h a q u e t a = 2 0 v a r a s d e lie n z o (c o rn o d in e r o ).

Dos mercancías puestas frente a frente generan el espacio para dos


unidades de cuenta, dos dineros o equivalentes particulares, dos
formas de expresar el valor, porque lo que vale para un productor
vale para el otro. En este sentido, se debe aceptar que el carácter de
mercancía le da a cada una de ellas la facultad potencial de ser di­
nero, es decir, la función de ser dinero no ha sido m onopolizada
por algún objeto antes de la relación y antes de ser mercancías45.

La Forma II o forma total del valor

De inmediato Marx identifica la insuficiencia de esta f o r m a s i m p l e


d e l v a l o r (que se encuentra en toda relación entre dos mercancías

tomadas separadamente). Ella no puede dar cuenta del dinero de­


finitivo, puesto que “so/o l a i n c l u y e e n u n a r e l a c i ó n d e i n t e r c a m b i o c o n

45 Nótese que al suponer desde el principio que el dinero es un elemento ya defini­


do, por ejemplo, una chaqueta = col $2000, y si se invierte esta relación, resulta:
$2000 = 1 chaqueta. Aquí los pesos no pierden su carácter de dinero, es decir, la
inversión no hace que el papel monetario se otorgue a ambos bienes.
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 77

u n a c la s e s i n g u l a r d e m e r c a n c ía s d if e r e n t e s d e e lla m is m a , e n v e z d e p r e ­
s e n t a r s u ig u a ld a d c u a lit a t iv a y s u p r o p o r c io n a lid a d c u a n t it a t iv a c o n to d as
la s d e m á s m e r c a n c í a s ” ( E l C a p it a l, 7 6 ).

Un mundo de dos productos no es propicio para una explicación


general, pues allí nada impide que el encuentro entre la tela y la cha­
queta sea completamente fortuito, y que entonces, se establezca una
relación por fuera de una ley económica de validez general. Por ello,
es necesario abandonar este marco limitado y colocar, el lienzo en
una relación simultánea con todas las otras mercancías, y de esta
manera se obtendrá la llamada la Forma II o f o r m a t o t a l d e l v a l o r .
r
Vatonelada de hierro
2 onzas oro
20 varas de lienzo = < n veces la mercancía A
1 chaqueta
10 libras de té
^ 1 quintal de trigo

Ahora el lienzo se halla en relación con la multiplicidad de las otras


mercancías, lo que evita que ella sea fortuita y que no tenga en cuenta
la situación general del conjunto. Las deficiencias anotadas en la
primera forma parecen eliminadas, puesto que se ha excluido la
relación bilateral y contingente. Sin embargo, reaparece una de gran
trascendencia: en lugar de tener una sola mercancía sirviendo de
dinero, ahora todas las que son distintas a la tela ofician explícita­
mente como tal. En vez de un único dinero, la tela posee ahora
múltiples d i n e r o s o equivalentes:
Como la forma natural de cada clase singular de mercancías es aquí una
forma particidar de equivalente al lado de otras innumerables formas
particulares de equivalente, únicamente existen formas restringidas de
equivalente, cada una de las cuales excluye a las otras (El Capital, 79).

Esto perm ite afirmar que esta multiplicidad de equivalentes parti­


culares no es el esquema adecuado para encontrar el dinero que se
busca. En efecto, si se tomara esta situación, dice Marx en el Capítu­
lo II de El Capital que:
A todo poseedor de mercancías toda mercancía ajena se le presenta
como equivalente particidar de la suya y ésta como el equivalente
78 Lecciones de Economía Marxista

general de todas las demás. Pero como todos los poseedores de mer­
cancías hacen lo mismo, no hay ninguna que sea equivalente gene­
ral, ni pueden por tanto las mercancías poseer una forma de valor...
general en la que puedan equipararse los valores, compararse en
cuanto magnitudes de valor. Las mercancías en absoluto se enfren­
tan entre sí como mercancías, sino solamente como productos o va­
lores de uso (El Capital, 105).

Así como en una torre de Babel no hay comunicación sin un lengua­


je común en el mundo de las mercancías de la Forma II, al no existir
un acuerdo previo entre todos los individuos independientes so­
bre el m aterial que perm ita una form a única para todas las
mercancías, no hay posibilidad de comparar cuantitativamente las
mercancías, y en este caso, no existen mercancías para intercambiarse
sino bienes sueltos, simples cosas frente a otras cosas.

La conclusión que se deriva es que no basta que cada individuo


pueda medir a su antojo la riqueza que posee o que quiere obtener;
es necesario que exista una m edida única, una forma del valor que
se realice en una sola mercancía, aceptada por todos. Por lo tanto, la
unicidad es una característica intrínseca del dinero, ya que sin ella
no hay representación única de la unidad social, por tanto, no hay
forma (general) del valor, y sin ésta, ni existen las mercancías ni el
intercambio comercial.

Ahora bien, si el dinero de la Forma I era apenas un dinero para


cada bien en una relación fortuita, en la Forma II realmente tampo­
co se supera esta característica:
En ambos casos es, por así decirlo, un asunto privado de cada mer­
cancía singular la tarea de darse una forma del valor, y cumple ese
cometido sin contar con las demás mercancías (El Capital, 81 ).

La cuestión es clara: sin mediar un acuerdo global entre los distin­


tos productores respecto al material que representa el nexo entre
ellos, los dineros (o equivalentes) son múltiples y privados, por lo
cual, no existe verdaderamente el dinero, no se pueden expresar
los valores, y en consecuencia, tampoco hay mercancías. Existirían
unos bienes frente a otros, trabajos privados frente a trabajos priva­
dos, sin que puedan relacionarse entre sí en términos económicos,
de acuerdo con una división general de los trabajos.
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 79

En lugar de tener representadas mercancías en dinero y a continua­


ción, relaciones de intercambio, en realidad, el esquema representa
una situación de trueque, y éste como se vio anteriormente, no es un
marco adecuado para representar las relaciones mercantiles46. De acuer­
do con lo anterior, el equivalente general, no existiendo ni en la forma
I ni en la II, debe ser generado siguiendo la secuencia de las formas.

Se puede apreciar que en este momento Marx parece estar negando


que las formas I y II sean los escenarios apropiados de una socie­
dad de mercancías. Esto va implicar que el paso de la Forma II a la
III es más importante de lo que en un principio se había dicho, ya
que ella es la “generación” efectiva de la unicidad del equivalente
general, el paso de un esquema de mercancías sin dinero a uno de
mercancías con dinero.

En realidad, Marx explica esta “generación” de dos maneras: la pri­


mera siguiendo el d e s a r r o llo d e la s fo r m a s ; y la segunda, poniendo
en la argumentación una a c c ió n c o le c t iv a previa de los producto­
res, rompiendo el esquema por ahora seguido.

Primera génesis: La “ inversión ” de la Forma II genera la Forma III

Marx propone inicialmente que el procedim iento propicio para


encontrar analíticamente la estructura con dinero, resulta de la in ­
v e r s ió n de la Forma II considerada antes:

Si invertimos la serie, (...) si expresamos la relación inversa (...)


tendremos:

Va t o n e l a d a d e h i e r r o
2 o n z a s o ro
n v e c e s la m e r c a n c í a A
1 ch a q u e ta
y = 20 varas de lienzo
1 0 lib ra s d e té
1 q u in ta l de trig o

46 Marx insiste siempre en negar el trueque:


“Nunca se efectúa un tráfico en que los poseedores de mercancías intercambien sus artículos
por otros, y los comparen con éstos, sin que las diversas mercancías de los diversos poseedores
de éstas, se intercambien dentro de ese tráfico con una tercera mercancías, siempre la misma,
y se comparen con ella en cuanto valores ” (El Capital, 108).
80 Lecciones de Economía Marxista

Con esta inversión Marx deduce o crea l a F o r m a I I I o f o r m a g e n e r a l


d e l v a l o r , en la cual el dinero, bajo la figura de lienzo, es ahora di­
nero único para todas las mercancías existentes. Esto representa
ventajas y consecuencias claras:
L a s m e r c a n c í a s r e p r e s e n t a n s u v a l o r 1 ) d e m a n e r a s im p l e , p o r q u e lo
r e p r e s e n t a n e n u n a s o l a m e r c a n c ía , y 2 ) d e m a n e r a u n i t a r i a , p o r q u e
lo r e p r e s e n t a n e n la m i s m a m e r c a n c ía . S u f o r m a d e v a l o r e s s i m p l e
y c o m ú n a t o d a s y, p o r c o n s ig u ie n t e , g e n e r a l ( E l C a p it a l, 8 0 ).

Este resultado le permite afirmar: “ Tan solo esta forma, pues, relaciona
efectivam ente las mercancías entre s í en tanto valores, o hace que aparezcan
como zmlores de cam bio” (El Capital, 8 Í)47.

Esta inversión elimina la pluralidad de equivalentes y aparece la


unicidad que se buscaba para permitir una sola forma del valor y,
por ende, la relación entre las mercancías.

Esta situación final es el resultado de una exclusión con doble efec­


to: por una parte, todas las mercancías, con una sola excepción, se
ven excluidas del papel de equivalente general; y por la otra parte,
el dinero es separado del seno de las mercancías.

La segunda génesis: una “acción social ” genera el equivalente general

En el capítulo II de E l C a p i t a l se plantea “la generación” del equi­


valente general como resultado de la sustitución de un escenario
donde no existe dinero único (una especie de Forma II), por aquel
donde aparece ya un dinero para todos. Este cambio lo determina
la ejecución de una “acción social” (colectiva) de los productores
previa a las actividades privadas de los productores de bienes -
mercancías. Esto es lo que dice Marx cuando se coloca en una si­
tuación en la cual los productores se encuentran sin equivalente
general y utilizan su propia mercancía para formar sus formas de
valor particulares:

47 "[Los productores] sólo pueden relacionar entre sí sus mercancías en cuanto valores, y por
lo tanto en cuanto mercancías, al relacionarlas antitéticamente con otra mercancía cualquie­
ra que haga las veces de equivalente general" (El Capital, 106).
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 81

¡En su perplejidad — nuestros poseedores de mercancías piensan


cotno Fausto!**. En el principio era la acción. De allí que hayan
actuado antes de haber pensado. Las leyes de la naturaleza inhe­
rente a las mercancías se confirman en el instinto natural de sus
poseedores. Sólo pueden relacionar entre sí sus mercancías ern
cuanto valores, y por tanto tan sólo en cuanto mercancías, al
relacionarlas antitéticamente con otra mercancía cualquiera que
haga las veces de equivalente general. Pero sólo un acto social
puede convertir una mercancía determinada en equivalente ge­
neral. Por eso la acción social de todas las demás mercancías apar­
ta de las mismas una mercancía determinada, en la cual todas
ellas representan sus valores. (...) Es de este modo como se con­
vierte en dinero. (El Capital, 106 ).

El paso de un esquema de trueque de bienes a uno donde existan


las mercancías ya no depende de u n a i n v e r s i ó n . Ahora la clave resi­
de en la mención de la acción social previa del conjunto de agentes
privados de mercancías, los únicos agentes económicos contempla­
dos por el momento. Es verdad que Marx no aclara muchos detalles
sobre el tipo de acción social a la cual alude, pero si menciona que
se trata de una acción donde, según su propia expresión, “/os a g e n ­
t e s a c t ú a n a n t e s d e h a b e r p e n s a d o y, por ende, se conducen de acuerdo

con un i r i s t i n t o n a t u r a l ” (El Capital, 105).

Puesto así, el dinero es una creación social, pero en un acto que no


procede de una conducta que hoy se llamaría “racional” o intencio­
nal, sino que tiene que ver con un cierto reflejo colectivo que se
impone a los individuos. Sin embargo, sobre la forma concreta de
esta acción constitutiva del dinero (que lo efectúe una asamblea de
productores o el Estado como representante de la colectividad) nada

48 En su rebeldía contra Dios, el Fausto cambia la primera frase del evangelio de


San Juan "en principio era la palabra" por aquello que parece representar al
hombre moderno: el culto de la acción. Cuando Fausto empieza a leer el evange­
lio, afirma: "Dice aquí: <<en principio estaba la palabra>! Ya me atasco! ¿me
ayuda a seguir alguien? !No puedo darle tanto valor a la <<palabra>>! Tengo que
traducirlo de otro modo, si el espíritu me ilumina bien. Dirá aquí: <<en principio
existía el sentido>> Piensa bien esta línea, la primera; que tu pluma no vaya
apresurada. El Sentido ¿es quien todo lo hace y obra? Debía ser: <<en principio
estaba la Fuerza>>. Pero ya, cuando lo escribo, algo me avisa que no he de
dejarlo. !Me socorre el espíritu! De pronto le he entendido; y pongo: <<en princi­
pio existía la acción>> Goethe (1963, 771).
82 Lecciones de Economía Marxista

en realidad se explica. Por esta razón se debe asumir como un dato,


un presupuesto al funcionamiento del mundo comercial.

La Forma IV: la selección del oro como dinero

Al conseguir la Forma III ya se tiene el equivalente general y la


sociedad es monetaria. Pasar a la forma IV no es algo esencial, puesto
que responde al interrogante sobre el objeto en el que va recaer el
acuerdo social sobre la materialización del dinero. En efecto, como
desde el principio la forma de equivalente general se asoció con
uno de los bienes producidos, falta dilucidar sobre cuál de ellos
debe recaer la selección. La idea es que gracias a ciertas cualidades
físicas, a los valores de uso materiales, existen objetos que pueden
cumplir el papel de dinero mejor que otros.

Las sociedades mercantiles pueden existir, con diversas figuras mate­


riales del equivalente general con la condición que se utilice una sola de
las posibilidades. Aquí la historia social es la que parece imponer, se­
gún las circunstancias, sus elecciones: unas veces el ganado, otras los
esclavos u objetos de primera necesidad. Al final, el proceso histórico va
a colocar a los metales preciosos en este sitio privilegiado dado que:
... siendo puramente cuantitativa la diferencia que existe entre las
magnitudes del valor, la mercancía dineraria ha de poder reflejar
diferencias puramente cuantitativas, y por tanto, ser divisibles a
voluntad y en partes susceptibles de volver a integrarse. El oro y la
plata poseen por naturaleza esas propiedades (El Capital, 109 )49.

Un juego de palabras consigna este resultado: Aunque el oro y la


plata no son dinero por naturaleza, el dinero es por naturaleza oro
y plata (El Capital, 109)50.

49 En los Elementos había dicho: "Las cualidades que posee la mercancía como valor de
cambio, y respecto de las cuales sus cualidades naturales son inadecuadas, expresan los
requisitos que exigen de aquellas mercancías que constituyen el material del dinero. Por lo
menos en el estado del cual ahora podemos hablar, estos requisitos son satisfechos en grado
máximo por los metales preciosos" (102).
50 Esta idea que viene a justificar que el mejor bien monetario son los metales
preciosos, es muy antigua vieja. Ya lo decían claramente los economistas del
siglo XVII, tales como Cantillon y Galiani en el siglo XVIII. Smith en el capítulo
IV ofrece también un panorama interesante sobre la evolución de los soportes
materiales del dinero.
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 83

Por tanto el paso de la Forma III a la Forma IV no es tan importante


como el paso de la Forma II a la III. En la primera, sólo se trata de
explicar cuál es el material que hace de dinero, suponiéndose que
este existe; en la segunda, se trata de entender la génesis del dinero
en su carácter de forma general y única del valor, independiente de
cualquier forma concreta que después asuma. Com o puede verse,
esta segunda cuestión es lógicamente anterior y más importante que
la primera.

En resumen, el primer resultado de Marx es la argumentación de la


poniendo en escena dos estructuras de relación entre
g é n e s is d el d in e r o
las mercancías distintas, una sociedad de múltiples equivalentes
(Forma II) y una sociedad de forma monetaria (Forma III). “La géne­
sis” es la explicación de la transformación de una en la otra. En
segundo lugar, la génesis implica la exclusión de un bien entre las
mercancía para asumir las funciones especiales de dinero, papel
que finalmente recaerá sobre los metales preciosos.

Sin embargo, Marx no agota el tema señalando que el dinero es una


de las mercancías (equivalente particular o general), ya que mues­
tra simultáneamente que si una mercancía es dinero, ella es una
“mercancía especial”, tal como se verá a continuación.
C apítulo V

EL DINERO ES UNA “MERCANCÍA”


PERO... ESPECIAL

E l d in e r o e s u n a m e r c a n c ía

Marx insiste de manera permanente en que el dinero es una mer­


cancía, hasta tal punto que aparece como algo evidente: “ L a d i f i c u l t a d n o
e s t r ib a e n c o m p r e n d e r q u e e l d in e r o e s m e r c a n c ía , s i n o c ó m o , p o r q u é , p o r

in t e r m e d io d e q u é u n a m e r c a n c ía e s d i n e r o ” ( E l C a p it a l, 1 1 2 ). Y más
adelante afirma que: “ L a m e r c a n c ía q u e f u n c io n e c o m o m e d id a d e l v a ­

lo r y p o r c o n s ig u ie n t e se a e n p e r s o n a o p o r m e d io d e u n re p re se n ta n te ,

t a m b ié n c o m o m e d io d e c ir c u l a c ió n , e s e l d i n e r o ” ( E l C a p it a l, 1 5 8 ).

Esta posición tan reiterada, confirmada por el hecho de que la teo­


ría de las form as del valo r term ina con la exclu sió n de una
mercancía que hace de dinero, parece descartar que el dinero pue­
da concebirse sin ser mercancía. En otras palabras que un objeto
no mercantil pueda cum plir las funciones esenciales del dinero,
el de ser m edida y representación del valor y m edio de circula­
ción. Vale la pena entonces averiguar sobre cuáles ideas basa Marx
ese convencim iento.

El punto de partida es la idea de que la forma del valor de las mer­


cancías es la expresión del valor en un objeto que es e n c a r n a c i ó n d e
l a s u s t a n c i a d e l i m l o r , del trabajo abstracto, es decir, de aquello que es

la unidad social de los objetos mercantiles. Es esto lo que Marx afir­


ma sin dudas:
E l o r o e s m e d i d a d e l o s v a l o r e s e n c u a n t o t ie m p o d e t r a b a j o m a t e r i a ­
liz a d o ( C o n t r ib u c ió n , 5 6 ).
86 Lecciones de Economía Marxista

Si el oro [el bien finalmente retenido como dinero] puede servir como
medida de los valores ello se debe únicamente a que él mismo es pro­
ducto del trabajo, y por tanto, un valor variable (El Capital, 120).

A l evaluar todas las mercancías en oro sólo se presupone que en un


momento dado, el oro representa una cantidad dada de tiempo de
trabajo (Contribución, 52 ).

Estos textos indican que la mercancía monetaria es portadora de la


s u s t a n c i a d e l v a l o r , y como tal puede ser representante de los valores

ideales de las mercancías particulares, así como un kilo de hierro


sólo puede expresar el peso de los cuerpos porque es un objeto
pesado. Por lo tanto, parecería que en la función misma de expre­
sión de los valores, el carácter de mercancía del objeto que sirve de
unidad se hace absolutamente necesario.

Se verá ahora lo que sucede en la función de medio de cambio:


El oro sólo desempeña la función de medida ideal del valor, puesto
que en el proceso de intercambio discurre como mercancía dineraria.
Oculto en la medida ideal de los valores, acecha pues el dinero con­
tante y sonante (El Capital, 126 ).

Lo anterior parece repetir una idea de los M a n u s c r it o s de 18 57 :

El dinero, la forma común en la que todas las mercancías como valo­


res de cambio se transforman,... debe existir ella misma como mer­
cancía particidar junto con las otras, ya que éstas no deben ser
mediadas con él solo mentalmente, sino que deben ser cambiadas y
trocadas por dinero en el cambio real (Elementos, 93 ).

En resumen, se presentan dos argumentos claves:

• El objeto que sirve de dinero, para expresar la unidad social, el


valor de los otros, debe ser también un valor mercantil.
• El poder de compra del dinero en la circulación proviene de su
condición de ser una de las mercancías y no de su condición de
ser dinero. Por lo tanto, el intercambio sería la circulación de dos
poderes de compra puestos frente a frente.

Una vez planteadas estas evidencias, lo único que parece hacer fal­
ta es la explicación del tercer problema: de c ó m o , p o r q u é y p o r i n t e r m e d i o d e
q u é , u n a m e r c a n c í a e s d i n e r o . Tal como se vio antes, esta demostración
es presentada por Marx en l a s F o r m a s d e l v a l o r o g é n e s i s d e l d i n e r o .
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 87

Las especialidades de la mercancía dineraria

La idea de que el dinero es una mercancía escogida para desem ­


peñar las funciones monetarias supone que la mercancía dineraria
preexiste a su función monetaria y que el carácter de mercancía
no se pierde al convertirse en dinero. El dinero así aparece como
la calificación especial, un reconocim iento superior a un bien per­
teneciente al m undo de las mercancías. Sin em bargo, M arx se
esfuerza en m ostrar que la mercancía escogida com o dinero se
distingue realm ente de las otras por el hecho de reunir caracte­
rísticas que estas no pueden alcanzar. En los M anuscritos esto
estaba anunciado así:

El oro y la plata son mercancías como las otras. El oro y la plata no


son mercancías como las otras; como medio universal de cambio,
ellas son mercancías privilegiadas y precisamente en virtud de ese
privilegio degradan a las demás mercancías (Elementos, 50 ).

La presentación de estas características novedosas de m e r c a n c í a p r i ­


v i l e g i a d a se hace principalmente en el momento inicial del estudio

de las Formas del valor, es decir, en la forma simple, donde la cha­


queta hace de dinero únicamente frente al lienzo, aunque es en la
exposición completa donde se hacen visibles todas estas peculiari­
dades de la mercancía dinero que se presentan a continuación:

El valor de uso del dinero no es un valor de uso material

En primer lugar, se encuentra que el valor de uso del dinero es de


naturaleza distinta al valor de uso de las mercancías normales.
E11 el cambio, la mercancía es reclamada en razón de sus propieda­
des naturales y de las necesidades cuyo objeto ella es. El dinero lo es
sólo en razón de su valor de cambio, solamente como valor de cam­
bio (Elementos, 73).

El valor de uso de la mercancía comienza con su salida de la circula­


ción, mientras que el valor de uso del dinero, en cuanto medio de
circulación, lo constituye su propia circulación (Contribución, 87 ).

El valor de uso de la mercancía dineraria se desdobla. A l lado de su


i'alor de uso particular en cuanto mercancía -el oro por ejemplo sir­
ve para obturar cavidades dentarias, como materia prima de objetos
88 Lecciones de Economía Marxista

suntuarios, etcétera-, adquiere un valor de uso formal que deriva de


sus funciones sociales específica (El Capital, 110 )51.

Si el oro hace de dinero, su materialidad física asume la función


económica de expresar el valor de la otra mercancía, esto es la con­
tabilidad de los valores asume la forma de cantidades de oro.
Adem ás de metal precioso, el oro-dinero es para el propietario de
cualquier mercancía algo más, algo especial, ya que expresa en ella
su valor. Con ello, por ser dinero, se agrega un nuevo valor de uso
al oro a ese objeto natural. Además de un valor de uso privado
(sirve como metal precioso, por ejemplo, para joyería), ahora apa­
rece revestido de un valor de uso social52, sirve de DINERO, de
expresión del valor, de equivalente general.

El trabajo privado que produce el dinero es de inm ediato


trabajo social

En el caso de toda mercancía normal, su trabajo privado debe ser


convertido en trabajo social por medio del cambio mismo, es decir,
ella debe ser primero vendida por dinero, y posteriormente, ejecu­
tar las compras finales de su productor. Esta venta inicial, el paso
M -D es, como se vio en el capítulo anterior, e l s a l t o m o r t a l d e l a

51 “El material áureo [del oro-dinero¡ sólo cuenta como concreción material del valor, como
dinero. De ahí que sea realmente valor de cambio. Su valor de uso se pone de manifiesto
únicamente de manera ideal en la serie de expresiones relativas de valor..." (El Capital,
128 ). De igual manera: “Aunque él mismo (la mercancía monetaria) no es un valor de
uso real, su valor de uso solo existe como vehículo del valor de cambio y por ende solo como
valor de uso formal, no referido a ninguna necesidad individual" (Contribución, 76 ).
52 Marx agrega, en el momento que da el ejemplo donde la chaqueta hace de dinero,
que el valor económ ico no encuentra una forma totalmente adecuada para expre­
sarse pues allí algo natural (o material) viene a representar algo enteramente
social. En efecto, él previene: "la chaqueta (la mercancía escogida para su ejemplo)
simboliza una propiedad sobrenatural de ambas cosas: su valor, algo que es puramente
social” (El Capital, 70 ). “Una chaqueta expresa tan inadecuadamente el valor de cualquier
pieza de lienzo. Esto demuestra, simplemente, que la chaqueta puesta en el marco de la
relación de valor con el lienzo, importa más que fuera de tal relación... ’’ (El Capital, 63).
Esta anotación es importante porque llama la atención sobre lo inapropiado de
que el “ cuerpo” del dinero (algo social) sea un bien físico. Es una manifestación
de la diferencia entre una magnitud social y la natural, y pone de presente la
dificultad de que lo social se represente en algo material. Q ueda por ver si el oro
puede ejercer estos dos valores de uso simultáneamente.
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 89

Ahora bien, la mercancía dinero no enfrenta este salto. Al


m e r c a n c ía .

comentar el hecho de que la chaqueta, producto del trabajo privado


del sastre, hace de cuerpo que expresa el valor de otro bien cuando
hace de dinero efectivo, Marx muestra que allí el trabajo privado de
los productores de ese objeto que sirve de dinero es trabajo directa­
mente social:
En ta n to , e se t ra b a jo c o n c r e t o , el de lo s s a s t r e s , o fic ia d e s im p le
e x p r e s i ó n d e l t r a b a j o h u m a n o i n d i f e r e n c i a d o , p o s e e l a f o r m a d e la
i g u a l d a d c o n r e s p e c t o a o t r o t r a b a j o , a l q u e se e n c i e r r a e n la tela, y
es p o r tanto, a u n q u e tra b a jo p r iv a d o , - c o m o to d o s a q u e llo s q u e
p ro d u ce n m e r c a n c í a s - t r a b a j o e n f o r m a d i r e c t a m e n t e s o c ia l . . . P o r
e n d e , [ o t r a ] . . . p e c u l i a r i d a d d e la f o r m a e q u i v a l e n t e , e s q u e e l t r a ­
b a jo p r iv a d o a d o p t a la f o r m a d e s u c o n t r a r i o , e l t r a b a j o b a j o la
f o r m a d ir e c t a m e n t e s o c ia l ( E l C a p it a l, 72)53.

Para el objeto que hace de dinero su valor es inmediato y, por tanto,


no existe en su caso la necesidad de sufrir el “salto mortal” y eso
explica que se tome como un valor ya dado, de manera tal que el
mercado no puede cambiar lo que antes está determinado. Lo mis­
mo se puede afirmar diciendo que en el caso del dinero no hay
trabajo privado propiamente dicho, es decir, su producción no pone
en acción un trabajo privado que va a ser evaluado en el mercado.
El dinero entra ya como valor dado por fuera de la sanción social
que surge del mercado.

La mercancía dinero no posee la forma dinero

Todos los bienes para adquirir el carácter de mercancías tienen que


poseer la forma precio, esto es la relación cuantitativa con el dinero;
pero la mercancía dineraria no tiene precio:
L a e x p r e s ió n d e l v a lo r de u n a m e r c a n c ía e n o r o - x m e r c a n c ía A
= y m e r c a n c ía d in e r a r ia - c o n s tit u y e su fo r m a de d in e r o o su
p r e c i o . ... E l d i n e r o , e n c a m b i o , n o t ie n e p r e c i o a l g u n o . P a r a p a r ­
t ic ip a r en e sa fo r m a r e la t iv a u n it a r ia del v a lo r de la s d e m á s

53 "La fijación de la magnitud de valor (de la mercancía dinero) se verifica en su fuente de


producción, por medio del trueque directo. No bien entra en circulación como dinero, su
valor ya está dado" (El Capital, 112 ).
90 Lecciones de Economía Marxista

mercancías, tendría que referirse a sí mismo como a su propio


equivalente (El Capital, 116 ).

Si el dinero no posee la forma precio, es decir, si se trata de una


mercancía cuyo trabajo no necesita expresarse en un dinero, signifi­
ca que ella no posee precio ideal o forma del valor.

El dinero entra y circula en el mercado de manera distinta


a las mercancías

El mercado no genera ni las mercancías ni el dinero que se encuen­


tran en él, sólo los distribuye o asigna. Por esta razón, bienes y dinero
deben venir de afuera y entrar al mercado gracias a un sistema es­
pecífico. Cuando una mercancía normal es vendida, ella se cambia
por dinero que estaba en manos del comprador que antes había
accedido previamente al dinero mediante una venta de otro pro­
ducto. N o hay venta sin compra y para vender, el dinero debe estar
en el bolsillo de otro agente. Por este motivo, desde el ángulo de un
agente normal que lleva un producto al mercado, sus compras es­
tán precedidas por una venta: “ L a c o m p r a , e n e l s e n t i d o c a t e g ó r i c o d e l
t é r m in o , s u p o n e y a , e n r e a l i d a d e l o r o y la p la t a c o m o f i g u r a t r a n s m u t a d a d e
l a m e r c a n c í a , o c o m o p r o d u c t o d e la v e n t a ” ( E l C a p i t a l , 160).

En el caso del dinero no se tiene la misma situación puesto que el


productor de oro (el “emisor” o generador de dinero en este m ode­
lo), com pra sin que previam ente se haya realizado una venta.
Precisamente, es esto lo que Marx muestra cuando trata la forma en
que el dinero es introducido en la circulación mercantil: él entra sin
que exista una compra. En efecto, como e l d i n e r o e s l a m e r c a n c í a a b s o ­
lu t a m e n t e e n a je n a b le :

En sus fuentes de producción... los metales preciosos se intercambian


directamente por otras mercancías. Se opera una lienta (por parte
del vendedor de mercancías) sin compra (desde el punto de vista
del propietario del oro y plata). Y ventas ulteriores, sin compras
subsiguientes, se reducen a servir de medio para la distribución
posterior de los metales preciosos entre todos los poseedores de
mercancías (El Capital, 160 ).

El hecho de que los metales preciosos sean inicialm ente presu­


puestos com o el cuerpo del dinero, le perm ite a su productor
usufructuar de este p rivilegio que ninguna m ercancía normal
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 91

posee. La relación entre el productor de dinero y el de mercan­


cías, es especial: “un intercambio directo entre m ercancías” , es
decir, lo que Marx designa “trueque” :
S i c o n s id e r a m o s q u e D en M - D ( m e r c a n c í a - d i n e r o ) n o e s y a la
m e t a m o r f o s is d e o t ra m e r c a n c ía [a n t e s v e n d id a ], e s t a m o s r e t ir a n d o
el a c to d e in t e r c a m b io d e l p ro c e so de c ir c u la c ió n . P e r o p o r f u e r a d el
m i s m o d e s a p a r e c e la f o r m a M - D y se e n f r e n t a n y a s ó l o d o s M d if e ­
re n te s, d i g a m o s h ie r r o y oro , c u y o in t e r c a m b io n o e s u n a c t o p a r t i­
c u l a r d e la c i r c u l a c i ó n , s i n o d e l t r u e q u e d ir e c t o . ( C o n t r i b u c i ó n , 7 7 ) 54.

Puesto así, la introducción del dinero al mercado no es una relación


que pueda representarse como intercambio; es más bien una rela­
ción especial, anterior y, en ese sentido, condición de los verdaderos
intercambios. Pero no es sólo la forma de entrada del dinero al mer­
cado. la que es diferente, es también su forma de circulación.
Respecto a la venta, se dice:
E l d in e r o p a s a a m a n o s d e l v e n d e d o r e n el m is m o m o m e n t o e n q u e
la m e r c a n c í a p a s a a m a n o s d e l c o m p r a d o r . P o r lo t a n t o , la m e r c a n c í a
y e l d i n e r o c o r r e n e n s e n t i d o o p u e s t o , y e s t e c a m b i o d e p o s ic ió n , . . . se
lle v a a c a b o s im u lt á n e a m e n t e e n un n ú m e r o in d e t e r m in a d a m e n t e
c r e c i d o e n t o d a la s u p e r f i c i e d e la s o c i e d a d b u r g u e s a . P e r o e l p r i m e r
p a s o q u e d a la m e r c a n c í a e n la c i r c u l a c i ó n e s a l m i s m o t ie m p o , s u
ú lt im o p a so . L a c ir c u la c ió n e s u n m o v im ie n t o c o n s t a n t e de m e r c a n ­
c í a s , p e r o d e m e r c a n c í a s s i e m p r e d if e r e n t e s , y c a d a u n a d e e l l a s s ó l o
se m u e v e u n a s o l a v e z ( C o n t r i b u c i ó n , 8 5 ) .

Por el contrario, el dinero no parece salir del mercado, dado que:


L a s m i s m a s p i e z a s d e d i f ie r o s e d e s p l a z a n d e u n p u n t o d e c i r c u l a ­
c ió n a o tro , s ie m p r e e n s e n t id o o p u e s t o a la s m e r c a n c ía s e n m o v i ­
m ie n t o , . . . d e s c r i b i e n d o p o r e n d e u n a r c o c i r c u l a t o r i o m á s o m e n o s
p ro lo n g a d o . [... ] E n e sta f u n c i ó n de r e a liz a c ió n de lo s p re c io s , el
p r o p io d in e r o c ir c u la c o n sta n te m e n te , o ra c a m b ia n d o m e ra m e n te de
l u g a r , o r a d e s c r i b i e n d o u n a p e q u e ñ a c i r c u n f e r e n c i a , e n la c u a l c o i n ­
c i d e n l o s p u n t o s d e p a r t i d a y r e t o r n o ( C o n t r i b u c i ó n , 8 6 y 8 7 ) 55.

54 [El valor del dinero] “lo determina el tiempo de trabajo requerido para su produc­
ción... Esta fijación de su magnitud relativa de valor se verifica en su fuente de produc­
ción, por medio del trueque directo. No bien entra en la circulación su valor ya está
dado" (El Capital, 112 ).
55 “El dinero parte de puntos infinitamente diferentes y retorna a puntos infinitamente
distintos, pero la coincidencia de punto de partida y punto de retorno es casual. ... Lo que
92 Lecciones de Economía Marxista

Por lo tanto, si en abstracto se considera que el mercado tiene un


fin, es posible darse cuenta que el dinero (oro o papel), al servir
sólo para intercambiar y no para satisfacer ninguna utilidad perso­
nal de los agentes, no podrá encontrarse en manos de algún agente
para satisfacción personal, a menos que se elim ine la función
monetaria consumiendo el bien mismo. En efecto, todos los agen­
tes diferentes al productor de oro realizan el proceso, Mercancía -
Dinero - Mercancía y, por tanto, terminan efectivamente sin dinero
mientras que el oro monetario circulará sin fin. Esto indica que el
dinero al entrar de manera especial, también debe salir del merca­
do en forma particular, puesto que la mercancía monetaria circula
como dinero y no como mercancía particular56.

Estas cuatro características especiales del dinero conducen a Marx


a advertir que:
El dinero se convierte en una mercancía como las otras y al mismo
tiempo no es una mercancía como las otras. No obstante su determi­
nación universal, él es algo cambiable junto a las otras cosas cam­
biables (Elementos, 77).

Esta tesis compleja afirma dos cosas distintas: en primer lugar, el


dinero es también una mercancía y en segundo lugar, la mercancía
dinero al poseer cualidades particulares y exclusivas de su rango,
es algo distinto a las mercancías.

Al llegar a este nivel vale la pena intentar un resumen global de las


ideas presentadas en la teoría marxista respecto al dinero.

ha dado en llamarse el movimiento circular en dinero,... se limita a que en todos los puntos
vemos su aparición y su desaparición, su incesante cambio de posición. En una forma
intermediaria superior de la circulación del dinero, por ejemplo en la circulación de billetes
de banco, veremos que las condiciones de emisión del dinero incluyen condiciones de su
reflujo... Por ejemplo, el fabricante extrae de su banco el viernes, paga con él el sábado a
sus obreros, estos pagan de inmediato, con la mayor parte del mismo, a tenderos, etc. y
estos últimos lo retornan al banco el día lunes" (Contribución, 89 ).
56 “En la medida en que el precio de una mercancía se realiza en el oro, ella se intercambia
por él en cuanto mercancía, como concreción material particular del tiempo de trabajo,
pero en tanto sea su precio el que se realiza en él, se intercambia por él como dinero y no
como mercancía, es decir, por el oro en cuanto concreción material general del tiempo de
trabajo" (Contribución, 77 ).
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 93

En primer lugar, para justificar la forma del valor, se plantea que la


unidad social de las mercancías, el trabajo general, no existe en un
principio como cualidad inherente de los bienes producidos, pues­
to que lo com ún entre las mercancías, desde el punto de vista
económico, es apenas un devenir, una posibilidad, por ser produ­
cidas por trabajos privados. Para m anifestar esta situación de
separación entre el individuo y la sociedad, los productores priva­
dos deben relacionarse con un tercero que les sirva cié representante
de la u n i d a d s o c i a l , previamente a la realización del intercambio (lo
que Marx llama trabajo general) y exterior a cada uno de ellos. Esta
relación es la f o r m a d e l v a l o r o p r e c i o i d e a l de las mercancías.

En segundo lugar, sobre la naturaleza y Ja generación del objeto


monetario, Marx plantea que se trata de una mercancía que presta
su materialidad para expresar los distintos valores y como valor
debe ser uno de los bienes producidos a la manera de las mercan­
cías. La t e o r í a d e l a s f o r m a s quiere demostrar, por medio del paso de
la Forma II a la Forma III, que la relación entre mercancías es el
requisito de la génesis del equivalente general y que este es, tam­
bién, el producto de uno de los productores privados. Aquí, una
“inversión” o, en su lugar, una “acción social” es lo que explicaría la
generación del “equivalente general” .

En tercer lugar, el dinero es una mercancía especial. ¡El oro-dinero,


en fin de cuentas, no es una mercancía normal! De hecho, la exclu­
sión ha hecho aparecer las cualidades que la diferencian respecto a
las otras: valor de uso social, trabajo directamente general, ausen­
cia de s a l t o m o r t a l al entrar y circular en el mercado, y la peculiar
forma de entrar en él.

Estas características apoyan la expresión de Marx que se anotaba al


comienzo: “el dinero se convierte en una mercancía como las otras y
al mismo tiempo no es una mercancía como las otras” (Elementos,
77). Con esta asimetría entre las mercancías, Marx piensa haber re­
unido las condiciones mínimas para explicar el mercado como lugar
de socialización de los trabajos privados. Es este conjunto de ideas el
que debe ser evaluado y así se hará en el capítulo siguiente.
C apítulo VI

EVALUACIÓN CRÍTICA DE LA TEORÍA


MARXISTA DEL VALOR Y DEL DINERO
Glndstone observó que ni siquiera el amor
había hecho perder la cabeza a tanta gente
como el cavilar acerca de la naturaleza
del dinero.
K a rI M a rx

Se ha visto que el dinero aparece como condición para que los tra­
bajos privados se presenten al intercambio y para la formación
efectiva del valor de las mismas mercancías. Sin embargo, paralela­
mente el dinero es puesto como mercancía especial; este atributo
parece exigirse para que exprese los valores y realice el intercam­
bio. En la teoría de las form as del v a lo r se d e sa rro lla n los
argumentos que deben demostrar, suponiendo el carácter mercan­
til del objeto dinero, la génesis de la unicidad del equivalente
general y la explicación de los aspectos que hacen del oro el mejor
objeto monetario entre todas las mercancías.

Cuatro problemas o ambigüedades sobresalen de inmediato.

1. Marx comienza su análisis explicando las mercancías como lógi­


camente anteriores al dinero y, posteriormente, este es incorpo­
rado como una mercancía escogida en el seno de todas ellas. Esta
m etodología apunta, entonces a pensar que la especificidad del
dinero se deduce de una realidad económica más simple, la pro­
pia mercancía. Sin embargo, en el momento de explicar el valor,
se encuentra que para Marx esta cualidad de las mercancías sola­
mente existe si hay una forma del valor, es decir, si realmente el
96 Lecciones de Economía Marxista

dinero se supone previamente. Se encuentra una evidente ambi­


güedad, que roza la contradicción en estas ideas, puesto que el
dinero aparece como derivado de la mercancía y al mismo tiem­
po ésta tiene como condición el dinero.
2. Marx se preocupó por el valor del dinero ante la necesidad de
explicar que el dinero se enfrentaba a las mercancías tanto como
instrumento de expresión de valor como medio de intercambio.
No obstante, la ley que explica el valor del dinero es distinta a la
expuesta para las mercancías normales, ya que mientras las mer­
cancías deben ir al mercado para encontrar su valor (su trabajo
privado sólo es trabajo social al ser sancionado en el mercado),
el dinero lo posee antes de aparecer en el mercado porque “su
trabajo privado es de inmediato social” .
3. La anterior am bigüedad coloca en evidencia otra sobre la na­
turaleza del cuerpo del dinero. ¿Si el dinero es m anifestación
de la unidad social de las mercancías, (donde “ningún átomo
de sustancia natural” existe) y si su valor no se determ ina igual
que el de las m ercancías, por qué razón, se concluye que nece­
sariam ente un bien material, por ejemplo el oro, debe ocupar
la función m onetaria? ¿Un bien social sin cuerpo m aterial (un
dinero fiduciario) que sea prenda social de valor, está verda­
deram ente excluido?
4. Finalmente, Marx plantea al mismo tiempo que el dinero es un
bien y la expresión de la unidad social que se deposita en este
gracias a una acción social. ¿No es ésta una manera de permitir la
concepción de que el dinero es una convención, tanto sobre el
objeto como sobre su valor?

Se comentará a continuación cada una de estas interrogantes.

El dinero ¿mercancía o no-mercancía?

La exposición que realiza Marx de la génesis del dinero concluye en


que la mercancía monetaria tiene cinco características especiales que
no posee ninguna mercancía normal. Esto puede interpretarse como
la manera de llamar la atención sobre el hecho de que se trata de un
objeto verdaderamente singular respecto a las mercancías normales.
Sin embargo, la conclusión no puede ser definitiva hasta no investi­
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 97

gar la calidad de la demostración que hace Marx en las formas del


valor con respecto a la relación que tiene el carácter de unidad de
cuenta (o expresión del valor) con la naturaleza de la mercancía, es
decir, si el equivalente general es efectivamente generado (analítica­
mente) a partir de la relación simple entre mercancías.

Al respecto, Benetti y Cartelier 57 han planteado una importante crí­


tica en una argumentación que se expondrá a continuación.

En primer lugar, estos autores constatan que para Marx sólo existe
valor de los bienes de los productores cuando la unidad de cuenta
común está presente, tal como se planteó a propósito de la Forma
III del valor y en el capítulo II de E l C a p i t a l . Es decir, bienes sin
equivalente general sólo son productos y no alcanzan a ser mercan­
cías porque carecen del sistema de comunicación entre ellos y, por
ende, de comparación entre sí.

En segundo lugar, se observa que ni en la Forma I ni en la Forma II


existe realmente el equivalente general, aunque allí Marx postula el
valor de las mercancías y establece a continuación unas formas relati­
vas particulares. En la Forma I, porque presuponiendo dos bienes en
la condición de mercancías se da la posibilidad de dos dineros, el
lienzo y la chaqueta. En la Forma II, porque explícitamente se cons­
truye con una pluralidad de equivalentes. En ambos casos la ausencia
de equivalente general produce un esquema que representa el true­
que (valor de uso frente a valor de uso), o por lo menos, un mundo
no comercial. De esta manera, en rigor, ni la Forma I ni la Forma II
representan un mundo de mercancías o de intercambio.

En tercer lugar, si tales son las bases de la génesis ¿Cómo hace apa­
recer Marx la unidad de cuenta común o equivalente general? Benetti
(1990, 90) responde:
Esta no aparece sino como resultado de la inversión de F2 (la Forma
II). Se desprende que dicha inversión constituye el lazo fundamen­
tal, el único, en todo caso que Marx establece entre el valor y la
unidad de cuenta común. De ahí la importancia del paso de F 2 a F3
(la Forma III).

57 L a s id e a s f u n d a m e n t a le s h a b ía n s id o e x p u e s t a s i n ic ia lm e n te e n B e n e tti y C a r te l ie r
( 1 9 8 0 ) , B e n e tti ( 1 9 9 0 , c a p V ) y C a r te l ie r ( 1 9 9 1 ) .
98 Lecciones de Economía Marxista

Sin embargo, esta deducción no es aceptable:


F 2 no significa de ninguna manera que una mercancía exprese su
valor relativo en todas las otras, sino que cada una de las mercancías
expresa su valor relativo en todas las otras. Si n es el número de
mercancías, F2 no contiene [n-1] expresiones de valor relativo (y por
lo tanto, [n-1] equivalentes particulares) sino n[n-l] expresiones de
valor relativo (y por lo tanto, n[n-l] equivalentes particulares). En
consecuencia, no es posible obtener F3 por inversión de F2 . O mejor,
lo que resulta de F 2 no es otra cosa que F 2 misma (Benetti 1990, 90).

Dicho de otra manera, si se toma el ejemplo de Marx de F2, donde


aparecen 8 mercancías, no se tendrían 7 equivalentes, tal como apa­
rece inicialmente, sino 8 [8-1] = 56 equivalentes particulares puesto
que cualesquiera de las ocho podrán tener su Forma II propia. La
Forma II no está compuesta realmente del grupo de equivalentes
pertenecientes a las 20 varas de lienzo, sino de 8 grupos de equiva­
lentes. La inversión, por lo tanto, debe ser para todas las mercancías
allí presentes y no sólo para el lienzo.

M arx afirm a, en efecto, que lo válid o para un productor vale


para los otros y, en consecuencia, invertir la F2 es invertir esos
8 gru p o s de equ ivalen tes. El resultado no es un equ ivalen te
general sino 8 equivalentes, por ende, otra v e z se presenta la
ausencia de unidad de cuenta com ún y, por esta últim a razón,
de todo de valo r de cam bio y de las m ercancías m ism as. El error
de M arx es entonces m anifiesto: la inversión de las relaciones
donde no existe el dinero no hace aparecer una con un eq u iva­
lente general. La unicidad no se puede generar in virtien do la
pluralidad de dineros particulares.

En cuarto lugar, este error es también un síntoma. En efecto, su diag­


nóstico permite descubrir en qué condiciones la inversión sí hubiera
tenido éxito y reconstruir correctamente la sucesión de formas como
una cadena deductiva. La condición es aquella donde una sola
mercancía, y sólo una, tiene el privilegio de gozar de la propiedad
de la inversión. Benetti afirma a este respecto:

Marx sólo obtiene la unidad de cuenta común o el equivalente gene­


ral en F 3 por medio de la inversión de F2, porque ya había postula­
do la unicidad en F2 de la mercancía que expresaba su valor relativo.
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 99

La hipótesis según la cual F2 consiste en [n- 1] equivalentes particu­


lares, en los cuales se expresa el valor relatwo de una única mercan­
cía, es por ende la condición de los resultados obtenidos por la
inversión de F 2 , esto es, la expresión de [n -í¡ valores relativos en
un equivalente único (Benetti 1990 , 90 ).

El p rivilegio asignado previam ente a sólo un bien es algo arbi­


trario, y por tanto, teóricamente infundado o pone de m anifiesto
que im plícitam ente se había supuesto lo que se quería dem os­
trar: que el lugar del equivalente ya estaba asignado. De esta
m anera, sólo un conjunto de valores relativos se invierten, sin
que los otros puedan sim ultáneam ente hacerlo. En este sentido,
la Forma II, en lugar de representar una economía sin dinero (don­
de no e x iste un ra n g o esp ecia l p ara la m ercan cía d in ero ),
necesariam ente ya lo contiene. La Forma II genera la form a III,
por m edio de la inversión sólo si ella ya contiene una mercancía
que im plícitam ente es el equivalente general, mientras que a las
demás este p rivilegio les es negado.

En quinto lugar, un corolario de la crítica de esta inversión viene a


aclarar la Forma I y la teoría de las Formas del valor en general. En
efecto, Marx construye la Forma I con el supuesto de la relación
entre dos mercancías (dos actividades privadas), de lo cual se de­
ducen dos propiedades.

• Propiedad 1: cada mercancía expresa su valor en la otra y, por


lo tanto, cada una posee una forma de valor donde la otra sir­
ve de dinero.
• Propiedad 2: esta relación es reversible, el objeto que sirve inicial­
mente de dinero es también mercancía y puede, por tanto, expre­
sar su valor en el otro bien. Lo que vale para un productor también
es válido para el otro, es decir, como ambos objetos se suponen
mercancías, no existe una jerarquía especial entre los dos bienes.

La Forma II la obtiene Marx generalizando la propiedad 1 para cada


una de las mercancías: todas las demás mercancías son expresiones
posibles de valor de la mercancía considerada. En consecuencia,
aparece una pluralidad de equivalentes, negándose por construc­
ción el dinero único (la jerarquía posible) y, por ende, también el
valor y el carácter mercantil de los bienes allí presentes.
100 Lecciones de Economía Marxista

La Forma III debe hacer aparecer el equivalente general por medio


de la inversión, esto es, aplicando la propiedad 2 : cada una de las
mercancías puede ser dinero único.

El resultado realmente no se logra: la pluralidad de equivalentes


no se elimina, mas bien se generaliza. La conclusión es clara: las
formas del valor, tal cual como las propuso Marx, no generan el
equivalente general invirtiendo una Forma II. La verdadera Forma
III no existe como resultado de la sucesión de formas de relación
entre objetos considerados como mercancías, sin discriminación
previa de alguna entre ellas.

¿Cuál es la razón de este resultado no deseado? La causa reside en


la manera de construir la Forma I, esto es, como relación entre dos
mercancías sin un dinero general, o mejor, entre dos objetos que no
se diferencian entre sí. En realidad, allí tampoco puede existir el
valor, según la idea expuesta por Marx, porque existe una plurali­
dad de equivalentes y de posibles expresiones de valor, dos en total.
En conclusión, se confirma que las Formas I y II son realmente es­
quemas sin formas de valor y, por ende sin mercancías, de las cuales
tampoco puede derivarse la Forma III esperada. La propiedad 2 es
entonces el obstáculo.

Ante este fracaso, ¿cómo reconstruir el valor y el equivalente ge­


neral? Reconstruyendo la Forma I sin la propiedad 2, es decir, sin
atribuir el carácter de mercancía al objeto que hace de dinero, es
decir, abandonando la propiedad de la r e v e r s i b i l i d a d . Lo anterior
equivale a aceptar desde el primer momento, desde la forma sim­
ple, el rango distinto de los objetos en la relación monetaria. La
inversión y cambio de papeles se hace ahora im posible. La inver­
sión de la expresión monetaria no da otra expresión monetaria
sino el precio del dinero en un bien específico, es decir, una situa­
ción donde el bien dinero no posee la forma valor de las mercancías.
El punto de partida correcto es, entonces, una mercancía que ex­
presa su valor en un objeto monetario que, en esencia, es diferente
desde el principio a los objetos que son mercancías.

En estas condiciones no se puede dar la reversibilidad de las fun­


ciones, tal como postuló Marx en la forma simple. En ésta no pueden
estar presentes dos mercancías sino una mercancía y un objeto que
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 101

haga de dinero. Si A es una mercancía cualquiera y B es el dinero, la


nueva Forma I sería:

La nueva Forma I:

A -------------------------- > B

Si se quiere generalizar la Forma I (pasar de la forma simple a la


forma compleja de las expresiones de valor), ello se hace expresan­
do el valor de las otras mercancías (A y C) en el bien monetario
inicial (B). Así, se obtiene la verdadera Forma III, desarrollando la
Forma I sin pasar por una presunta Forma II.

Y la nueva Forma III:

A -------------------------->►B

C -------------------------- > B

La cuestión se aclara. Sólo suprimiendo la propiedad 2, la idea de


las Formas de Marx tiene lógica: un dinero inicial se generaliza y
puede asumir la forma de equivalente general.

¿Qué significaba la propiedad 2? Benetti y Cartelier (1980, 154)


deducen:
[Por ella ] se atribuye al equivalente general la cualidad de
ser mercancía, uno de los n procesos de trabajo. La contra­
dicción aparece claramente: la teoría de las form as dem ues­
tra que el equivalente general no puede ser una mercancía...
La form a 1 es ahora perfectam ente clara. A es una mercancía
y el objeto B es el dinero que no es un proceso de trabajo. El
dinero deber ser exterio r a los ti procesos [p a rticu la res de
trabajo] (Traducción propia).

En conclusión, el estudio crítico de las Formas del Valor invalida la


idea de Marx de que el cuerpo o “valor de uso” que hace de dinero
sea necesariamente una mercancía, es decir, un objeto que sea pro­
ducto de un trabajo privado58.

58 L a m i s m a c o n c l u s i ó n s e l o g r a c u a n d o s e r e c u e r d a q u e p a r a g a r a n t i z a r la c i r c u l a ­
c ió n d e la s m e r c a n c í a s (la s q u e e n v e r d a d n o c i r c u l a n s in o q u e s ó lo a t r a v i e s a n el
102 Lecciones de Economía Marxista

El significado de la acción social que instituye el dinero

Si el dinero no hace parte de la división del trabajo y por tanto


no se genera por una i n v e r s i ó n del sistem a de trueque de la For­
ma II, la e x p lica ció n de su gén esis se p u e d e tra sla d a r a la
segunda idea propuesta sobre este tema, es decir, la “ acción
social” que perm ite suponer el dinero, el e q u i v a l e n t e g e n e r a l o l a
r e p r e s e n t a c i ó n d e l v a l o r . La acción social podría ahora tom arse

com o el acto público o contrato social que establece la in stitu­


ción m onetaria anteriorm ente a la producción y circulación de
las m ercancías, proporcionando así las condiciones para la exis­
tencia del m undo m ercantil. Es decir, el dinero aparece en la
teoría com o una hipótesis justificada, com o el hecho colectivo,
una “ acción social” previa, que liga a los agentes en sus activi­
d ad es 59 Benetti (1991, 167) lo enuncia así:
El equivalente general es una unidad de cuenta abstracta que debe ser
postulada como dato inicial de la teoría del valor. Lejos de ser una
mercancía particularizada por su valor de uso, el equivalente general
representa, en la teoría de Marx, la expresión mínima de la unidad
social que hay que admitir al mismo tiempo que los n productores
privados, separados unos de otros, para que puedan existir entre ellos
relaciones sociales en términos de valor (subrayados propios).

De esta manera, se aclara la definición de los agentes de la teo­


ría, dado que si efectivam ente los productores de m ercancías son
“autónom os e independientes”, estas cualidades sólo se presen­
tan si existen las condiciones sociales para ejercerlas y en este
caso el dinero es un í de ellas. No hay división de los trabajos ni
productores de m ercancías sin dinero exterior a ellos. Por esta

m e r c a d o s i n c o n f i g u r a r r e a l m e n t e c í r c u l o s ) , e l d i n e r o - o r o d e b e v o l v e r a su
p u n to d e p a r t i d a d e s c r i b i e n d o u n v e r d a d e r o c í r c u l o , c o n lo q u e s e h a c e p a te n te
q u e e l p r o d u c t o r d e o r o n o a d q u ie r e ,n i n g ú n p o d e r s o c i a l s o b r e el tr a b a jo d e lo s
p r o d u c t o r e s d e b ie n e s . E s to s ig n if ic a q u e a llí, c o m o lo d e c l a r a B e n e tti ( 1 9 9 0 , 1 4 9 )
"La moneda no tiene valor positivo. Más precisamente, por hipótesis, el oro entra en la
circulación con un valor determinado al que se realizan todos los intercambios. Pero una
vez estos han tenido lugar, el valor de la moneda - oro se anula y su productor no puede
reproducirse... [...]■ El productor de oro, aunque haya efectuado un trabajo, no adquiere
ningún derecho a la producción social
59 A l p o n e r e s t a h ip ó te s i s in s t i tu c io n a l ( v á l i d a p a r a t o d o s lo s i n d i v i d u o s ) , n o se
in d ic a c ó m o e s la g é n e s is h is t ó r i c a d e l d in e r o .
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 103

razón, ahora los agentes deben definirse a la v e z com o autóno­


mos en la decisión económica y dependientes del uso d e l d i n e r o ,
es decir, que su acción se inscribe en un contexto social previo
que les perm ite la individualización y la autonomía. Esto es una
manera de afirm ar que el dinero no es realm ente una cosa sino
un vínculo social m anifestado en un objeto, tal com o Marx lo
indicaba en otro texto:
Lo que vuelve particularmente difícil la comprensión del dinero en
su pleno carácter determinado consiste en que aquí una relación so­
cial, determinado vínculo entre los individuos, aparece como metal,
como piedra... existente al margen de los individuos y al que se
encuentra como tal en la naturaleza60 (Elementos, 1, 177).

La consecuencia de esta posición se resume en estos aspectos:

1) La génesis del dinero no es un tema de la teoría económica del


intercambio, por el contrario, ésta depende lógicamente del dinero.
La exterioridad del dinero al intercambio hace que su explicación
se remita a relaciones sociales extraeconómicas y de esta forma se
puede afirmar que el vínculo monetario es lógicamente superior al
intercambio.
2) N o es absolutamente necesario, aunque si es posible, que la re­
presentación del dinero recaiga en un objeto material, elaborado en
la división del trabajo.

La materialidad del objeto monetario

Si el valor es, por definición, abstracto e inmaterial no es imposible


que su expresión también puede ser de la misma naturaleza. La
exposición de Marx hace creer que siempre el dinero debe tomar la
forma de un bien material generado en la división del trabajo, pero
esta conclusión no se deriva en realidad de sus argumentos centra­
les, más aún si se ha mostrado que el dinero no es, al fin y al cabo,
una mercancía. Ahora bien, si el dinero en su naturaleza intrínseca

60 S e p o n e d e p r e s e n te u n a id e a c o n t r a r i a a la id e o lo g ía lib e ra l d e l i n d iv i d u a li s m o
m e t o d o l ó g i c o , d o n d e la s o c i e d a d a p a r e c e c o m o r e s u l t a d o d e la a c c i ó n d e los
in d iv i d u o s c o n c e b i d o s in i c i a lm e n t e p o r f u e ra d e a l g ú n c o n t e x t o s o c ia l.
104 Lecciones de Economía Marxista

no es ún bien material, ¿cómo entender la permanente presencia


del oro como forma del valor?

Como se hace m uy frecuentemente, podría pensarse que en el siglo


XIX el dinero sí era mercancía, para lo cual se traería como prueba la
vigencia de un sistema monetario de patrón oro, lo que contrastaría
con el hecho de que en la mayor parte del siglo XX se haya utilizado
un sistema de dinero fiduciario. En ese sentido, la teoría de Marx
podría aparecer pertinente para una realidad capitalista antigua, ya
superada, y no serviría para explicar el dinero en las sociedades ca­
pitalistas actuales. Si esto fuese así se hallarían dos problemas: en
primer lugar, la teoría marxista del dinero no podría tomarse como
una verdadera teoría general (en contra del proyecto del autor), puesto
que no serviría para explicar la naturaleza del dinero cualquiera que
sea la organización institucional particular de la sociedad capitalista.
En segundo lugar, habría que construir dos teorías del dinero: uno
como mercancía y otra como no-mercancía.

En realid ad , otra razón más interesante y coherente p u ed e pro­


ponerse. En efecto, se puede interpretar esta presencia invasora
del oro en la teoría de M arx (y tam bién en la de los clásicos)
de otra m anera.

Si en todo sistema comercial existe una unidad de cuenta para cons­


tituir las formas del valor de las mercancías, es necesario ponerla al
servicio de los agentes por medio de un sistema de emisión o circu­
lación monetaria para que ellos realicen los pagos con la m ayor
confianza. Un sistema monetario, entonces, posee dos partes: por
un lado el dinero como entidad que define la unidad de cuenta, y
por el otro, un procedimiento de regulación (de emisión y de con­
trol) de las unidades monetarias que circulan en los mercados. Así,
en un sistema designado como el patrón oro estricto, se toma como
base el oro y se decreta legalmente un sistema de acuñación de la
moneda metálica, de tal manera que la Casa de la Moneda recibe
lingotes de oro y entrega monedas acuñadas que sirven al agente
para comprar mercancías.

Evidentem ente, la relación entre esa institución y los agentes no


es un intercambio, sino relaciones de em isión fijadas por reglas
n o-m ercan tiles, pero que son el p reám bu lo a las relacion es
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 105

com erciales privadas. Com o debe ser evidente, la vigencia del


patrón oro perm ite controlar las cantidades em itidas de esa uni­
dad de cuenta y asegurar a los agentes un soporte objetivo o no
arbitrario del valor.

Este sistema monetario metálico es apenas uno de las posibilida­


des que las sociedades pueden utilizar, puesto que también puede
establecerse un sistema fiduciario basado en el crédito, en el cual es
el monto del capital y su liquidez, los aspectos que determinarán la
capacidad de acción de los individuos61. Am bos procedimientos
tienen en realidad como condición la definición de una unidad de
cuenta previa al sistema de circulación, es decir, un acto social por
fuera del intercambio.

En otras palabras, que el oro, la plata y otros objetos, hayan podido


realizar en la historia de las sociedades funciones monetarias no
implica que el dinero sea necesariamente oro, ni que el dinero deba
tener como base un bien producido en la división del trabajo. De la
misma manera que si las ideas se pueden transmitir por medio de
una escritura no implica que el lenguaje sea escritura, tampoco el
dinero debe confundirse con sus representantes. El oro puede ser
la base técnica para una emisión y circulación del dinero, pero no
expresa un aspecto esencial del dinero.

La dualidad del sistema monetario, el poseer una unidad de cuen­


ta para las magnitudes económicas y, adicionalmente, un sistema
de emisión y de control de dicha unidad entregada a los agentes,
permite entender la posible confusión entre estas dos realidades.
La segunda aparece sustituyendo a la primera; esto puede explicar
las am bigüedades que se presentan en la teoría de la unidad de
cuenta de Marx y la interpretación tradicional de su teoría. Por ejem­
plo, Schumpeter afirma:
El error implicado [en la tesis metalista que confunde el metal
con el dinero] consiste en una confusión entre el origen históri­
co de la m o n e d a -e l cual puede efectivamente identificarse en

61 C o m o s a b e n lo s h i s t o r i a d o r e s e c o n ó m ic o s , la v ig e n c i a d e u n s i s t e m a m o n e ta r i o
y su c a m b io p o r o tro d e p e n d e d e c irc u n s ta n c ia s in s titu c io n a le s e h is tó ric a s
p a rtic u la re s .
106 Lecciones de Economía Marxista

muchos casos, aunque tal vez no umversalmente, en el hecho de


que algunas mercancías particularm ente vendibles se fueron
usando como medio de c a m b io -y su naturaleza o lógica, la cual
es por completo independiente del carácter de mercancía de su
material ( 1971 , 337 , nota 19 ) b2.

Una vez las am bigüedades se disipan un resultado claro se obtie­


ne: si el dinero es ante todo una institución y no una cosa, los
diversos sistemas monetarios son realizaciones diferentes e histó­
ricam en te esp ecífica s del establecim ien to de uno de dich os
sistemas. El m ayor peligro de confusión proviene de los sistemas
monetarios con base en alguna mercancía, los cuales hacen creer
que el dinero funciona por fuera de instituciones. En realidad, la
confusión se disipa si se entiende que cuando la mercancía fun­
ciona com o dinero no está funcionando como mercancía. Es esto
lo que Marx manifestaba al afirmar:
Si pareciera que en el proceso de circulación el oro se cambiaría por
mercancías en carácter de mera mercancía, tal apariencia surge
simplemente del hecho de que la cantidad de mercancía determina­
da en los precios ya está equiparada a una cantidad determinada
de oro, es decir, que está referida al oro en cuanto dinero, en cuan­
to equivalente general, y por ello es directamente intercambiable
por él. En la medida en que el precio de una mercancía se realiza en
el oro, ella se intercambia con él en cuanto mercancía, como con­
creción material particular del tiempo de trabajo, pero en tanto sea
su precio el que se realiza en él, se intercambia por él como dinero
y no como mercancía, es decir del oro como concreción material
general del tiempo de trabajo. Pero en ambos casos, la cantidad de
oro por el cual se intercambia la mercancía dentro del proceso de la
circulación no resulta determinada por el intercambio, sino el in­
tercambio por el precio de la mercancía, es decir, por su valor de
cambio estimado en oro (Contribución, 77).

62 R e s p e c t o a la v ig e n c i a d e la te o r ía m e ta lis ta el m is m o S c h u m p e t e r a g r e g a :
"El metalismo teórico [el enfoque que no puede separar el dinero de la mercancía]
generalmente es asociado con el metalismo práctico [el principio de que la unidad mone­
taria debe mantenerse firmemente asociada... a una cantidad dada de cierta mercancía]
se mantuvo vigoroso a lo largo de los siglos XVII y XVIII y triunfó en la "situación
clásica" cristalizada en el último cuarto del siglo últimamente dicho. Adam Smith ratifi­
có en lo sustancial el metalismo. Y durante más de un siglo fue casi universalmente
aceptado, por Marx más implícitamente que por nadie... " (337, subrayados propios).
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 10 7

Se encuentra la posición de que un p a t r ó n o r o es la forma en la cual


un acto institucional excluye el oro del mundo de las mercancías y
lo coloca en funciones sociales que no están dadas por la naturaleza
ni por el carácter de mercancía63.

Marx y la explicación del mercado

Forrria monetaria del valor de las mercancías y salto mortal son en­
tonces los elementos claves que proporciona Marx para describir el
mercado. Este sistema comercial es descrito de la siguiente manera:
Q u e la e s t r u c t u r a c i ó n c u a n t i t a t i v a d e l o r g a n i s m o s o c i a l d e p r o d u c ­
c i ó n . . . e s t a n n a t u r a l m e n t e f o r t u i t a c o m o la c u a l i t a t i v a . N u e stro s
p o s e e d o r e s d e m e r c a n c í a s d e s c u b r e n , p u e s , q u e la m i s m a d i v i s i ó n
d el tra b a jo q u e lo s c o n v ie r t e n e n p r o d u c t o r e s p r iv a d o s in d e p e n d ie n ­
te s h a c e q u e e l p r o c e s o d e p r o d u c c i ó n y l a s r e l a c i o n e s s u y a s d e n t r o
d e l p r o c e s o s e a n i n d e p e n d i e n t e s d e e l l o s m i s m o s y q u e la i n d e p e n ­
d e n c i a r e c í p r o c a e n t r e l a s p e r s o n a s se c o m p l e m e n t a c o n u n s i s t e m a
de d e p e n d e n c ia m u lt ila t e ra l y p r o p io de co sa s.

L a d i v i s i ó n d e l tra b a jo c o n v ie r t e e n m e r c a n c ía el p r o d u c t o d e l t ra b a ­
jo , y c o n e l l o t o r n a e n n e c e s a r i a la t r a n s f o r m a c i ó n d e l m i s m o e n
d i n e r o , a la v e z , h a c e q u e s e a f o r t u i t o e l q u e s e l o g r e o n o e s a t r a n -
s u s t a n c ia c ió n ( E l C a p it a l, 1 3 1 ).

Aquí se muestra que no obstante los individuos tienen capacidad


de decidir con quién realizan sus relaciones, sus resultados no son
controlados por ellos. Se conoce que el mercado es un sistema de
articulación de los trabajos privados, para lo cual la premisa es que
las mercancías deben recibir su forma de valor antes del intercam­
bio y recibir en éste su carácter objetivamente social. Intervención
de los individuos e interdependencia social son las fuerzas presen­
tes en el mercado para formar los precios. ¿Cóm o se explica esta
formación? Desgraciadamente, no se encuentra en Marx una expli­
cación de la manera en que este funcionamiento del mercado se
representa como proceso de socialización o evaluación de los tra­
bajos privados. Seguramente no tenía elementos para encontrar una
solución y prefirió resguardarse en posiciones como “ q u e a q u í h e m o s

63 S in e m b a r g o , p e r m a n e c e el p r o b le m a d e q u e el o r o m o n e ta r i o s e p u e d e c o n v e r ­
tir e n o r o m e r c a n c í a p o r la v ía d e la fu n d ic ió n .
108 Lecciones de Economia Marxista

de analizar el fenóm eno (de la circulación mercantil) en estado puro, presu­


poniendo por ende su transcurso normal ” (El Capital, 132), esto es,
suponiendo que el trabajo generado en la producción circula como
trabajo social sin sanción a través del mercado.

La consecuencia de ello fue suponer que el estudio del intercambio


puede realizarse como si las mercancías se intercambiaran de acuer­
do con las cantidades de trabajo dadas independiente del proceso.
De ahí que el capítulo II (llamado “proceso de intercambio”) y el
capítulo III (“la circulación de mercancías”) se dediquen a los temas
del dinero respecto a su rotación, la relación de la cantidad de dine­
ro y circulación mercantil, las monedas fiduciarias y dinero mundial,
sin que el tema de la formación misma del valor en el mecanismo
mercantil sea abordado. En síntesis, en todos ellos el análisis se rea­
liza suponiendo que el valor está fijado de antemano a su circulación,
es decir, separando la formación y la circulación del valor.

Aquí se ha mostrado que un enfoque heterodoxo debe romper con


esta separación. Se verá más adelante la propuesta de Benetti y
Cartelier 64 para intentar corregir esta situación. Pero antes se pasa­
rá al nivel superior de la generación de la ganancia capitalista.

64 E s ta f o r m u l a c i ó n s e e s b o z ó o r i g in a l m e n te e n B e n e tti y C a r t e l i e r ( 1 9 8 0 ) y h a s id o
a f i n a d a p a u l a t i n a m e n t e e n u n a s e r ie d e a r t í c u l o s p o s t e r i o r e s , e s p e c i a l m e n t e
B e n e tti y C a r t e l i e r ( 1 9 9 5 ) .
C apítulo VII

TEORÍA DE LA SOCIEDAD
CAPITALISTA: PLUSVALOR Y SALARIO

[...] la ganancia es una forma transmutada del plusvalor,


una forma en la cual se vela y extingue el origen y el miste­
rio de la existencia de éste. En los hechos, la ganancia es la
forma en que se manifiesta el plusvalor, el cual sólo puede
ponerse al desnudo mediante el análisis, despojándola del
ropaje de aquella. En el plusvalor se pone al desnudo la
relación entre capital y trabajo
(El Capital, III, 63).

El capitalismo es la sociedad de las ganancias privadas y del trabajo


asalariado, siendo ambas magnitudes monetarias.

La teoría económ ica posee varias teorías de la ganancia, donde


las ideas principales son las siguientes. Prim ero, en las versio ­
nes m ás d iv u lg a d a s de la teoría n eo clásica (presen te en la
m ayoría de los m anuales de m icroeconom ía), el concepto de
beneficio aparece com o rem uneración del propietario del capi­
tal gracias a que este factor hace una contribución en el proceso
p rod uctivo. Para la determ inación cíe esta m agnitud se recurre
al cálculo de la p ro d u ctivid ad m arginal del factor capital al
producto suponiendo que el factor trabajo se considera cons­
tante. A sí la ganancia es pensada com o reconocim iento de una
con tribu ción y su m agn itu d com o algo en d ógen o al sistem a
económ ico de acuerdo con las condiciones iniciales del acervo
de factores y la m agnitud de su utilización. La idea resultante
es que si la ganancia corresponde a la contribución aportada,
110 Lecciones de Economía Marxista

todo conflicto d istrib utivo queda excluido del sistem a econó­


m ico, al m enos en su definición pura65.

Por otra parte, en el modelo Arrow y Debreu, el origen del benefi­


cio no se atribuye a ningún factor de producción sino que se logra
en el sistema económico en su conjunto (la diferencia entre ingresos
y costos de las firmas) y se afirma que los hogares reciben los bene­
ficios que las empresas generan, dado que ellos se postulan como
propietarios de esas empresas.

Los economistas clásicos (Smith, Ricardo, Sraffa) explican el benefi­


cio como una repartición social del excedente creado en el proceso
de producción. En esta óptica, el beneficio es un ingreso residual
correspondiente a los dueños del capital físico de la economía una
vez la sociedad, exógenamente al espacio económico, determina
cuánto ingreso le corresponde al salario. Aquí, la tasa salarial o la
de beneficio aparecen como índices contrapuestos de reparto de las
diversas partes en que la riqueza neta producida se distribuye en­
tre los trabajadores y los capitalistas.

Respecto al salario, la teoría neoclásica afirma que es fijado por las


fuerzas que determinan los precios de las mercancías, y por ende,
que ese ingreso no necesita una teoría especial. En ese sentido la
teoría del valor se aplica para mostrar que el obrero es un agente
que participa simétricamente con los otros. En lo que se refiere a los
clásicos, es notable que la teoría de la distribución no haga parte de
la de los precios; proponen que el salario se explica a partir de le­
yes especiales de la distribución del producto.

La tesis de marxista no pretende ser equivalente a las posiciones


antes descritas aunque conserva algunas similitudes con la formu­

65 E s ta v e r s i ó n d e la t e o r í a n e o c lá s i c a d e la d is tr ib u c ió n d e l p r o d u c t o fu e c r it ic a d a
e n la d é c a d a d e 1 9 5 0 e n lo q u e se lla m ó la controversia del capital, d a d o q u e el
c á l c u l o d e la p r o d u c t i v i d a d d e l c a p it a l im p lic a b a su h o m o g e n e i d a d fís ic a e n las
f u n c io n e s a g r e g a d a s d e p r o d u c c i ó n , lo q u e im p e d ía su v a li d e z c o m o te o r ía g e n e ­
r a l d e la d i s t r i b u c i ó n . L a r e a c c i ó n d e lo s t e ó r i c o s n e o c l á s i c o s fu e e l i m i n a r la
u ti li z a c i ó n d e f u n c io n e s d e p r o d u c c i ó n a g r e g a d a s y e v i t a r e l c o n c e p t o d e c a p it a l
e n lo s m o d e l o s d e e q u i li b r i o s g e n e r a l d e tip o w a l r a s i a n o . S in e m b a r g o , e s a s
fu n c io n e s a g r e g a d a s a p a re ce n en l o s m o d e l o s d e c r e c i m i e n t o s y e n la
m a c r o e c o n o m í a d e lo s a ñ o s 8 0 y 9 0 .
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 111

lación clásica. Para Marx el beneficio no es ni el equivalente de una


contribución de un factor ni el efecto de un mero reparto sino que
es, antes que todo, la consecuencia de un tipo de relaciones de pro­
ducción y de distribución de la riqueza comercial.
Las denominadas relaciones de distribución corresponden a formas
específicamente sociales e históricamente deternnnadas del proceso
de producción y de las relaciones que los hombres contraen entre sí
en el proceso de reproducción de la inda humana y derivan de esa
forma. El carácter histórico de estas relaciones de distribución es el
carácter histórico de las relaciones de producción, de las que aque­
llas expresan una faceta (El Capital, III, 1120 ).

Aquí la visión es que la sociedad moderna, a pesar de haber logra­


do la libertad jurídica de los individuos, funciona con base en una
desigualdad social fundamental que se manifiesta precisamente en
que el excedente económico se otorga a un grupo restringido de
agentes, una vez se ha descontado el salario. Es en este sentido que
la explicación de la ganancia se convierte en una teoría de las con­
diciones sociales de su generación y por tanto toma la forma de una
teoría especial de la explotación capitalista de una clase sobre otra.

Se entiende así que esta teoría sustente la crítica de esta formación


social porque, bajo la apariencia de relaciones de intercambio, exis­
te una desigualdad específica entre agentes económicos. La tesis
fundamental que se propone es la siguiente: la ganancia capitalista
resulta del proceso capitalista en el que una cantidad de dinero logra, me­
diante la contratación de la mano de obra, la generación de un excedente en
dinero para los capitalistas.

El análisis marxista procede en dos etapas. La primera, estudia en


general la generación del excedente capitalista; la segunda, estudia
las formas concretas que toma esa magnitud para que sea recibida
por el capitalista individual. El primero se denomina teoría del
plusvalor y el segundo, teoría de la ganancia propiamente dicha.
En esta sección sólo se abordará la primera parte.

Definición del capital y del plusvalor

Una circulación especial del dinero es definida como circulación


del capital:
112 Lecciones de Economía Marxista

L a f o r m a d i r e c t a d e la c i r c u l a c i ó n m e r c a n t i l e s M - D - M , c o n v e r s i ó n
d e la m e r c a n c í a e n d i n e r o y r e c o n v e r s i ó n d e é s t e e n a q u e l la , v e n d e r
p a r a c o m p r a r . P a r a le la m e n t e a e sta f o r m a n o s e n c o n t r a m o s , e m p e ­
ro , c o n u n a s e g u n d a e s p e c í f i c a d i s t i n t a d e e lla : la f o r m a D -M -D ,
c o n v e r s i ó n d e l d i n e r o e n m e r c a n c í a y r e c o n v e r s i ó n d e la m e r c a n c í a
e n d i n e r o , c o m p r a r p a r a v e n d e r . E l d i n e r o q u e e n s u m o l i m i e n t o se
a j u s t a a e st e ú l t im o tip o d e c i r c u l a c ió n , se t r a n s f o r m a e n c a p it a l,
d e v i e n e c a p it a l. . . ( E l C a p i t a l , l, 1 8 0 ) .

P e r o a d e m á s d e se r u n a c ir c u la c ió n d e d in e r o , e l c a p it a l d e s ig n a
u n d in e r o (o v a lo r ) q u e se in c r e m e n ta c u a n tita t iv a m e n t e tra s se r
a d e la n t a d o :

H i s t ó r i c a m e n t e , e l c a p it a l.. . se p r e s e n t a e n u n c o m i e n z o y e n t o d a s
p a r t e s b a j o la f o r m a d e d i n e r o , c o m o p a t r i m o n i o m o n e t a r io ... S i n
e m b a r g o , n o h a c e f a l t a e c h a r u n a o j e a d a r e t r o s p e c t i v a a la p r o t o h i s -
t o r ia d e l c a p it a l p a r a r e c o n o c e r e n el d in e r o s u p r i m e r a f o r m a d e
m a n ife st a c ió n . Esa m is m a h is t o r ia se d e s p lie g a d ia r ia m e n t e a n t e
n u e s t r o s o jo s. T o d o n u e v o c a p it a l e n t r a p o r v e z p r im e r a e n e s c e ­
n a - o s e a e n e l m e r c a d o d e m e r c a n c ía s , d e t r a b a j o o d e d i n e r o , s i e m ­
p r e c o m o d in e ro , d in e r o q u e a t ra v é s d e d e t e r m in a d o s p r o c e s o s h a b r á
d e c o n v e r t i r s e e n c a p it a l . ( E l C a p i t a l , 1 7 9 ) .

E l v a l o r a d e l a n t a d o o r i g i n a r i a m e n t e n o s ó lo , p u e s s e c o n s e r v a e n
la c i r c u l a c i ó n , s i n o q u e e n e lla m o d if ic a s u m a g n i t u d d e v a lo r , a d i ­
c i o n a u n p l u s i m l o r o s e v a l o r i z a . Y e s t e m o v i m i e n t o lo t r a n s f o r m a
e n c a p it a l ( E l C a p it a l, 1 8 4 ).

R e s u lta e n to n c e s , q u e e l c a p ita l n o es u n a co sa sin o el p r o c e s o m is ­


m o q u e lle v a e l d in e r o a in c re m e n ta rse tra s h a b e r s id o la n z a d o p o r
s u p o s e e d o r in ic ia l, e l capitalista, q u ie n p o r e ste h e c h o a p a r e c e c o m o
el p r o ta g o n is ta , e l c r e a d o r d e l p ro c e s o y c o m o tal, e s la fig u r a q u e
p e r s o n ific a la in te n c ió n y la p o s ib ilid a d d e q u e se c u m p la el p r o ­
y e c to e n e l c u a l se desprende del dinero, pero con la astuta intención de
echarle mano nuevam ente (El Capital, 1 8 2 ).

E l s ig u ie n te e s q u e m a fa c ilita rá la c o m p r e n s ió n d e l p ro b le m a : si p o r
D se in d ic a e l d in e r o in ic ia lm e n te e n m a n o s d e l c a p ita lis ta y D ' re ­
p re s e n ta la c a n tid a d d in e ra ria fin a l, el p ro c e s o c a p ita lis ta e s e l p a s o
d e D ------ D ' d o n d e la d ife re n c ia D ' - D , es d e c ir, d e lta D , e s el exce­
dente monetario o plusi'alor.

El c a p ita l q u e d a , p o r e n d e , d e fin id o c o m o el p ro c e s o y el r e s u lta d o


d e u n a c ir c u la c ió n m o n e ta ria q u e g e n e r a u n a c r e c e n ta m ie n to d e la
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 113

cantidad de dinero original. Tal circulación es lo que la teoría del


plusvalor debe explicar.

Circulación del capital: una circulación especial del dinero

El punto de partida del análisis es la teoría de la circulación


mercantil:
La transformación del dinero en capital ha de desarrollarse sobre
la base de las leyes inmanentes del intercambio de mercancías de
tal modo que el intercambio entre equivalentes sirva como plinto
de partida. N uestro poseedor de dinero tiene que comprar las
mercancías a su valor, venderlas a su valor y, sin embargo, obte­
ner al término del proceso más valor que el que arrojó el mismo
(El Capital, 202 ).

¿Cuál es el proceso com pleto que tiene tal fundam ento y que
puede satisfacer esas condiciones? En realidad, el proceso capi­
talista D - D' es la u n i d a d d e t r e s f a s e s :

1. Adquisición, por medio de una compra de la fuerza de trabajo.


Así se tiene la relación monetaria inicial, la cual puede represen­
tarse por D<— >Ft.
2. El uso de la fuerza de trabajo (y aquí se aprecia la gran novedad
respecto a la primera aproximación), por medio del alejamiento
de la fuerza de trabajo de la esfera de la circulación para que sea
consumida, es decir, para que realice una producción de bienes
y valor. Marx designará estas dos producciones como p r o c e s o d e
t r a b a j o (o producción material) y p r o c e s o d e v a l o r i z a c i ó n (formación

del valor y del plusvalor) respectivamente. Esta fase se Repre­


senta por Ft — M.
3. Regreso a la esfera de la circulación mercantil por medio de la
venta del producto en cuestión y por ende la conversión final de
la nueva mercancía en dinero, es decir M' —>D'.

Estos tres actos constituyen una unidad y por lo tanto carece de


sentido afirmar que sólo se requiere alguno de ellos.
El ciclo del capital sólo se efectúa normalmente mientras sus distin­
tas fases se desarrollan sin paralizaciones. Si el capital se estanca en
la primera fase D -M , el capital dinerario se congela convirtiéndose
114 Lecciones de Economía Marxista

en tesoro; si se paraliza en la fase de la producción, entonces los


medios de producción yacen, desprovistos de función, de un lado,
mientras del otro la fuerza de trabajo permanece desocupada; si la
detención ocurre en la última fase M ’—D'; entonces las mercancías
acumuladas que no se pueden vender obstruyen la fluencia de la
circulación (El Capital, 11, 59 ).

Teniendo en cuenta estas distintas fases, tanto en su diferencia como


en su unidad, el siguiente esquema muestra la secuencia forma del
proceso capitalista:
f ~\
Primera fase Segunda fase Tercera fase

M — ► D'
o

LL
1—

FT — M
Î

P a g o d e s a la rio s y ' ^ C o n su m o d e la fu erza d e tra b a jo N ^ e n t a d e la m e r c a n c ía

Para comprender lo que aquí queda representado se hace necesario


exponer en detalle cada una de estas etapas.

La fase D — Ft: contratar trabajo asalariado es “ comprar y vender”


la fuerza de trabajo

Esta primera etapa del proceso describe la adquisición de la fuerza


de trabajo por parte de los poseedores de dinero. En este momento,
la teoría debe explicar los siguientes aspectos:

1. La existencia inicial de dinero en manos privadas.


2. El interés en adquirir particularmente la fuerza de trabajo.
3. ¿Por qué esa fuerza de trabajo puede adquirirse?
4. ¿Por qué se puede adquirir por medio de una compra?

La posición de Marx sobre cada uno de estos puntos se explica a


continuación.

El dinero en manos de los capitalistas

El punto de partida del capital es el dinero: “ T o d o n u e v o c a p it a l e n t r a p o r

p r i m e r a v e z e n e sce n a ... s ie m p r e c o m o d in e r o , d in e r o q u e a d e t e r m in a d o s p r o c e ­

s o s h a b r á d e c o n v e r t ir s e e n c a p it a l ” ( E l C a p it a l, 1 , 1 8 0 ) .

Para que el dinero se invierta es necesario que esté en manos de un


agente especial:
Mercados, precios y dinero desde un en foque heterodoxo 115

En su condición de vehículo consciente de ese movimiento, el posee­


dor de dinero se transforma en capitalista. Su persona, o, más preci­
samente, su bolsillo, es el punto de partida y de retorno del dinero.
El contenido objetivo de esa circulación, la valorización del valor es
su fin subjetivo, sólo en la medida en que la creciente apropiación de
la riqueza abstracta es el único impulsor de sus operaciones, funcio­
na él como capitalista... (El Capital, 186).

La razón de la posesión del dinero no es en realidad explicada en


este momento por Marx, hasta tal punto que se debe tomar como
el supuesto de un patrimonio monetario en posesión de los indi­
v id u o s66. A l asum ir este presupuesto queda oscuro el acceso
inicial al dinero, al equivalente general. Tal vez la causa sea que
en este momento no es pertinente hablar ni de los bancos, ni del
capital a interés, ni alguna otra fuente de capital en dinero para
invertir en las industrias. Sin embargo, tal cuestión será necesario,
en algún momento, tratarla en sí misma para poder com pletar la
descripción del proceso capitalista. Conociendo este supuesto es
posible pasar al otro punto.

La "demanda" de fuerza de trabajo

¿Qué es la fuerza de trabajo? Es un bien con cualidades especiales.


Por fuerza de trabajo entendemos el conjunto de facultades físicas y
mentales que existen en la corporeidad, en la personalidad viva de
un ser humano y que él pone en movimiento cuando produce valores
de uso de cualquier índole (El Capital, 203 ).

Dicho lo anterior, esa fuerza se confunde con el cuerpo mismo de


los hombres, así como la capacidad de pensar está m aterializada
en el cerebro de los individuos. En estos términos, se supone que
los hombres poseen la capacidad de ejecutar tareas productivas,
ya sea en actividades simples como es la caza, pesca y siembra,
hasta la realización de com plicadas tareas en diseño de instrumen­

66 N ó t e s e q u e el p r o b l e m a n o s e s u p r i m e d i c i e n d o q u e lo s p r o c e s o s h i s t ó r i c o s (la
l l a m a d a " a c u m u l a c i ó n o r i g i n a r i a " ) e x p l i c a n las p r i m e r a s a c u m u l a c i o n e s d e d i ­
n ero, p u es to q u e d ia ria m e n te tod o capitalista en p o ten c ia se h ace p re se n te m o s ­
t r a n d o u n m o n t o d e d i n e r o . El p r o b l e m a n o es e x p l i c a r e l p r i m e r c a p i t a l i s t a
s i n o d a r c u e n t a d e c ó m o el c a p i t a l i s t a p u e d e r e a p a r e c e r c o n t i n u a m e n t e c o m o
un a g en te con dinero.
116 Lecciones de Economía Marxista

tos científicos y técnicos que requirieron avanzadas facultades


mentales y técnicas.

Para explicar su demanda por parte de los hombres con dinero, Marx
atribuye a esa fuerza de trabajo dos cualidades o servicios. En pri­
mer lugar, la capacidad obvia de crear bienes materiales mediante su
ejercicio; en segundo lugar, una capacidad especial, la c r e a c i ó n d e v a ­
l o r (si ello se hace bajo ciertas circunstancias que la teoría indica):

Nuestro poseedor de dinero tendría que ser tan afortunado como para
descubrir dentro de la esfera de la circulación, en el mercado, una
mercancía cuyo valor de uso poseyera la peculiar propiedad de ser
fuente de valor; cuyo consumo efectivo mismo, pues, fuera objetivación
de trabajo, y por tanto, creación de valor. Y el poseedor de dinero
encuentra en el mercado esa mercancía específica: la capacidad de tra­
bajo o fuerza de trabajo (El Capital, 203 , subrayados de Marx).

Para garantizar que el trabajo útil sea de inmediato también “sus­


tancia del valor”, Marx hace la hipótesis de que estos trabajos son
idénticos: “ P a r t i m o s d e la i d e a d e q u e e l t r a b a j o d e h i l a r [e l p r o d u c t o d e l
c a p it a lis t a m o d e lo e s c o g id o p o r M a r x ] e s u n tra b a jo s im p le , t ra b a jo s o c ia l

m e d io ” ( E l C a p it a l, 2 2 9 ) .

En otras palabras, se supone que la fuerza de trabajo, al ejecutar


durante un tiempo determinado una jornada de trabajo, crea un valor
por esa m agnitud y, por ende, la conducta del agente demandante,
el capitalista, se ajusta a este supuesto: demandar unidades de tra­
bajo es demandar unidades de creadoras de valor67.

Ahora bien, si la fuerza de trabajo existe en los hombres capaces de


trabajar y ella produce, por hipótesis, valor (trabajo general) l o s c a ­
p i t a l i s t a s e s t á n i n t e r e s a d o s e n e lla , y la d e m a n d a n a q u i e n e s e s t é n d i s p u e s t o s

a c e d e r l a 68.

67 M á s a d e l a n t e s e v e r á la m a n e r a e n q u e esa c a n t i d a d se d e t e r m in a . Esta f o r m a d e
p r e s e n t a c i ó n n o de ja d e s o r p r e n d e r ; M a r x a t r i b u y e a s u c a p i t a l i s t a , al e n u n c i a r la
d e m a n d a d e f u e r z a d e t ra b a jo c o m o d e m a n d a d e l b ie n q u e g e n e r a v a l o r , u n
c o n o c i m i e n t o q u e s ó lo es p o s ib le c o m p r e n d ie n d o s u teoría.
68 “Si la mercancía a se cambia por el dinero b, y luego éste por la mercancía c destinada al
consumo, el uso de la mercancía c... queda al margen de la circulación, no afecta en nada
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 117

Se tiene aquí la base de la demanda de la fuerza de trabajo. Pero


¿quiénes están dispuestos a ello? ¿Quiénes la ofrecen? ¿Por qué la
ofrecen?

La fuerza de trabajo se ofrece y es adquirible

Si el hombre de dinero necesita las fuerzas de trabajos de otros,


es im portante descubrir cóm o puede adquirirlas69. Marx em pie­
za su explicación declarando: “ Una cosa es evidente: In naturaleza
no produce por una parte poseedores de dinero o de m ercancías y por
otras personas que sim plem ente poseen sus propias fu erza s de trabajo"
(El C apital, I, 2 0 6 ).

De esta manera, antes de explicar cómo se hace posible que el due­


ño del dinero consiga la fuente del valor, se debe resolver la
pregunta de por qué algunas personas ofrecen su fuerza de trabajo
en una sociedad donde el principio de existencia económica (acce­

laforma de la relación; ....solo expresa una relación del individuo A... con un objeto de su
necesidad singular. Lo que hará con la mercancía c es exterior a la relación económica.
[En la relación capitalista], por el contrario, el valor de uso de lo que se cambia por el
dinero se presenta como una relación económica especial, y la utilización determinada de
lo que se cambia constituye el fin último de los dos procesos [adquisición y consumo de
la fuerza de trabajo]. Es esto lo que ya en lo formal diferencia el intercambio simple del
intercambio entre el capital y el trabajo" (Elementos, 216).
69 A l m ir a r la h is t o r ia p u e d e o b s e r v a r s e q u e las m o d a l i d a d e s d e a d q u i s i c i ó n d e la
f u e r z a d e t r a b a j o p o r q u i e n e s e s t á n lib r e s d e la e j e c u c i ó n d i r e c t a d e l a b o r e s
p r o d u c t i v a s d e o b je t o s ú tile s y s u s c e p t i b l e s d e ser a p r o p i a d o s , s o n m u y v a r ia d a s .
El f a r a ó n e g i p c i o y su ca sta b u r o c r á t ic a c o n s e g u í a n la f u e r z a d e tra b ajo d e las
c o m u n i d a d e s d e b a s e p o r m e d i o d e la s u m i s i ó n e sta ta l y r e l i g i o s a . La G r e c i a
a n t i g u a , al i g u a l q u e el im p e r i o r o m a n o , lo g r a i m p o n e r p o r la f u e r z a la o b l i g a ­
c i ó n a o t r o s p u e b l o s d e p r o p o r c i o n a r l e s tra b a jo n e c e s a r i o p a r a el c a m p o , las
a r t e s a n ía s , las m in a s y ta r e a s d o m é s t i c a s . A s í se c r e ó y se m a n t u v o el e s d a v i s m o
c o m o f u e n t e d e m a n o d e o b r a d u r a n t e la r g o s s ig lo s . En la E d a d M e d ia , se e n c u e n ­
tra e l d e s a r r o l l o d e la s e r v i d u m b r e , e sto es, d e la p r o v i s i ó n d e tra b a jo s c o n c r e to s
(o d e s u s p r o d u c t o s ) c o m o c o n s e c u e n c i a d e la s u m i s i ó n p e r s o n a l f re n t e a los
S e ñ o r e s o al R e y . L o a n t e r io r m u e s t r a q u e en la his to ria se ha a s i s t i d o p o r v a r io s
p e r í o d o s a u n a s e p a r a c i ó n e n tre q u i e n e s e je c u ta n las p r i n c i p a l e s ta r e a s p r o d u c t i ­
v a s y q u i e n e s s e a p r o p i a n y c o n s u m e n los p r o d u c t o s . A d i c i o n a l m e n t e , esta s e p a ­
r a c ió n ha s i d o a c o m p a ñ a d a d e un p r o c e d i m i e n t o p o r m e d i o d e l c u a l u n o s g r u p o s
o b f i e n e n el tra b a jo c o n c r e to d e otros; e s c l a v i s m o , c o e r c i ó n c o m u n a l o i n d i v i d u a l
s o n lo s m é t o d o s m á s u s a d o s .
118 Lecciones de Economía Marxista

der a los bienes) se hace por medio del dinero. Su respuesta es colo­
car una asimetría social: una parte de la población carece del dinero
y de medios alternativos de conseguirlo. En consecuencia, a la vez
que unos buscan la fuerza de trabajo para producir bienes otros
buscan el dinero para conseguir los bienes de los cuales están sepa­
rados. Para que tal cosa ocurra es necesario que, adem ás del
candidato a capitalista, existan hombres d o b l e m e n t e l i b r e s :
Para la transformación del dinero en capital el poseedor de dinero,
pues, tiene que encontrar en el mercado de mercancías al obrero
libre, libre en el doble sentido de que por una parte dispone, en cuan­
to hombre libre, de su fuerza de trabajo en cuanto mercancía suya, y
de que, por otra parte carece de mercancías para vender, está exento
y desprovisto, desembarazado de todas las cosas necesarias para la
puesta en actividad de su fuerza de trabajo (El Capital, I, 205 ).

La primera “libertad” hace referencia a la ausencia de dominacio­


nes sobre las personas, tales com o las de la servid u m b re, el
es», avismo o la sumisión sobre extensos grupos de población a la
colectividad propia de las sociedades tribales o comunistas. Los
individuos se postulan, entonces, l i b r e s j u r í d i c a m e n t e y, por lo tanto,
sus fuerzas de trabajo les pertenecen de forma que ningún otro pue­
de obligarle a ceder su usufructo.

La segunda “libertad” es negativa ya que en realidad es la condición


para una carencia de poder económico, cuya consecuencia es una
nueva dependencia. En efecto, la carencia de dotaciones propias de
medios de producción (ni tierra como campesinos, ni instrumentos
como artesanos, entre otros), impide que este sujeto libre realice una
producción autónoma de algún bien. Además, como no posee dine­
ro, tampoco consigue la riqueza en los mercados. Sin bienes y sin
dinero, no puede ser un productor autónomo e independiente, como
era la primera figura del agente de la sociedad mercantil simple. Ser
poseedor libre de sólo fuerza de trabajo no le da acceso directo a los
bienes (los bienes no “compran los bienes”), sino que lo obliga a en­
trar en negociación con los tenedores de dinero.

Resulta, por tanto, la existencia efectiva de la oferta de trabajo, pero


se trata de una oferta especial; no se trata de la presentación de un
bien producido privadamente con vistas al cambio (el sujeto no tiene
insumos para generar autónomamente la fuerza de trabajo); ni la ac­
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 119

ción voluntaria de un individuo al cual se le ofrece la elección entre


quedarse m arginado de la economía (el consumo del ocio de los
neoclásicos) o entrar en ella. En realidad, su oferta es la manifesta­
ción de una situación social -la ausencia de las circunstancias que
podrían darle autonomía y libertad para conseguir los bienes- y per­
sonal -al carecer de dinero o riqueza material y necesitar sobrevivir,
el único camino para este personaje es el de ofrecer lo único que po­
see, a la manera de un imperativo involuntario para conseguir los
medios monetarios para subsistir-. Esto lo enuncia Marx claramente:
P o r e s o t a n t o , la r e l a c i ó n d e c l a s e e n t r e c a p i t a l i s t a y a s a l a r i a d o y a
e x is t e , y a e s t á p r e s u p u e s t a e n e l m o m e n t o e n q u e a m b o s s e e n f r e n ­
tan e n el a cto D — F t (d e l la d o d e l o b re ro , F t - D ) . E s co m p ra y
v e n t a , r e l a c i ó n d i n e r a r i a , p e r o u n a c o m p r a y u n a v e n t a e n l a s q u e se
p r e s u p o n e n el c o m p r a d o r c o m o c a p it a lis t a y el v e n d e d o r c o m o a s a ­
la r ia d o 1/ e s t a r e la c ió n e st á d a d a p o r el h e c h o d e q u e la s c o n d ic io n e s
n e c e s a r i a s p a r a q u e se e f e c t iv ic e la f u e r z a d e t r a b a j o - l o s m e d i o s d e
s u b s is t e n c ia y m e d io s de p r o d u c c ió n , e stá n se p a ra d o s, c o m o p r o p ie ­
d a d a j e n a , d e l p o s e e d o r d e la f u e r z a d e t r a b a j o ( E l C a p i t a l , I I , 3 7 ) .

En el mismo sentido:
A l r e c i b i r e l o b r e r o e l e q u i v a l e n t e b a j o la f o r m a d e d in e r o . . . s e e n ­
f r e n t a a l c a p i t a l i s t a c o m o i g u a l a éste, ta l c u a l s u c e d e c o n c u a l q u i e r
o t r o p a r t i c i p a n t e e n e l i n t e r c a m b i o ; p o r lo m e n o s e n a p a r i e n c i a . E n
f a c t , e s t a i g u a l d a d y a se h a l l a a l t e r a d a p o r q u e s u r e l a c i ó n c o m o o b r e r o
c o n e l c a p it a lis t a , c o m o v a l o r de u s o e n la f o r m a e s p e c íf ic a m e n t e
d i f e r e n t e d e l v a l o r d e c a m b io . . . e s t á p r e s u p u e s t a p a r a e s t e i n t e r c a m ­
b io a p a r e n t e m e n t e s i m p l e ; p o r q u e e l o b r e r o s e e n c u e n t r a y a e n u n a
r e la c ió n d e t e r m in a d a e c o n ó m ic a m e n t e de o t ra m a n e r a , e x t e r io r a l
in t e r c a m b io (E le m e n to s, 2 2 6 ).

En resum en, la fuerza de trabajo no es ofrecida porque sea una


mercancía fruto de un trabajo privado previo. En realidad, ella
se ofrece de m anera obligada puesto que por encima del in d ivi­
d u o existe una situ ació n social esp ecial de los trabajadores
(expuesta en la idea de la doble libertad) que crea la asimetría
respecto a los poseedores del dinero70, y hace que la relación con

70 L a s c a u s a s h i s t ó r ic a s d e e sa a s i m e t r ía e c o n ó m i c a s o n v a r ia s . En p r i m e r lu g a r , es
e l r e s u l t a d o d e p r o c e s o s t a l e s c o m o la e x p u l s i ó n d e lo s c a m p e s i n o s l i b r e s y
p r o p i e t a r i o s d e lo s c a m p o s (ccrcamienlos in g l e s e s , g u e r r a s c iv il e s y r e l i g i o s a s y el
120 Lecciones de Economía Marxista

el capitalista sea la única manera de acceder a las subsistencias


y, por ende, a la v id a 71.

La fuerza de trabajo se adquiere por medio de una compra

Se ha visto que el capitalista encuentra al propietario de la fuerza


de trabajo obligado a entablar relaciones con él. El capitalista estará
dispuesto a entregar el monto de dinero a condición de disponer
del trabajo que pueda ejecutar el trabajador. Pero ¿la fuerza de tra­
bajo puede adquirirse con dinero? ¿Acaso, es ella una mercancía?
¿Tiene ella incorporado valor? La respuesta de Marx es que en una
primera aproximación: “En e l a c t o D — F t e l p o s e e d o r d e d i n e r o y e l d e
f u e r z a d e tra b a jo s o lo se c o m p o r t a n r e c íp r o c a m e n t e c o m o c o m p r a d o r y

v e n d e d o r , s e e n f r e n t e n c o m o p o s e e d o r d e d i n e r o y p o s e e d o r d e la m e r c a n ­
c í a s ” ( E l C a p it a l, II, 3 6 ).

En esta relación el obrero aparece como poseedor de la fuerza de


trabajo, del bien que debe poseer valor para ser comprado por el
dinero del capitalista. Marx explica la existencia de ese valor por
medio de cuatro ideas:

• Primera idea: el valor de la fuerza de trabajo parece ser un caso


particular de una teoría general:
A l igual que todas las mercancías (la fuerza de trabajo) posee un
valor. - ¿Cómo se determina? El valor de la fuerza de trabajo, al
igual que el de toda mercancía, se determina por el tiempo de traba­
jo necesario para la producción, y por tanto también para la repro­
ducción, de este artículo específico (El Capital, I, 207 ).

c o n s e c u e n t e e m p o b r e c i m i e n t o y m i g r a c i ó n d e las p o b l a c i o n e s ) y la l i b e r a c ió n
d e l t r a b a j o s e r v i l , s in q u e e ll o r e p r e s e n t e c o n q u i s t a d e la p r o p i e d a d i n d i v i d u a l
(fin d e lo s g r e m i o s y g u i l d a s d e o f i c io s ) . E n s e g u n d o l u g a r , e s e l r e s u l t a d o
c o t i d i a n o d e l s i s t e m a c a p i t a l i s t a m i s m o : la s i t u a c ió n d e o b r e r o i m p l i c a n o p o ­
d e r a c c e d e r , p o r la v í a s a l a r i a l , a la c o n d i c i ó n d e l h o m b r e d e l d i n e r o . C o n
r e s p e c t o a e s t e ú l t i m o p u n t o s e s u g i e r e v e r la r e f l e x i ó n d e M a r x e n el c u a d e r n o
II d e Elem entos, t o m o I.
71 Se e stá lejos d e la i m a g e n d e l a g e n t e d e la e s c u e l a n e o c l á s i c a q u e o f r e c e v o l u n t a ­
r i a m e n t e tra b ajo a p a r t ir d e s u d e c i s ió n d e d i s m i n u i r su d o t a c i ó n d e o cio a n t e el
a c ic a t e d e la r e m u n e r a c i ó n q u e se le o fre ce. E n la teo ría n e o c l á s i c a , el o cio es u n a
p o s i b i l i d a d d e e x i s t e n c i a . P o r el co n tr a r io , e n M a r x s e r o b r e r o n o se e x p l i c a p o r
u n a d e c i s i ó n i n d i v i d u a l , s i n o p o r la e x is t e n c ia d e u n a a s i m e t r í a s o c i a l p r e v i a ,
q u e o b l i g a a lo s i n d i v i d u o s a c o n v e r t ir s e e n o f e r e n t e s d e m a n o d e o b ra .
Mercados, precios 1/ dinero desde un enfoque heterodoxo 121

• Segunda idea: la producción de la fuerza de trabajo existe, pero


se trata de un proceso particular exterior a la división social
del trabajo:
L a f u e r z a d e t r a b a j o s ó l o e x i s t e c o m o f a c u l t a d d e l i n d i v i d u o v iv o . S u
jp r o d u c c i ó n p u e s , p r e s u p o n e la e x i s t e n c i a d e éste . U n a v e z d a d a d i ­
c h a e x i s t e n c i a , la p r o d u c c i ó n d e la f u e r z a d e t r a b a j o c o n s i s t e e n s u
p r o p ia r e p r o d u c c ió n o c o n s e rv a c ió n . P a r a s u c o n s e r v a c ió n el in d i v i ­
d u o v i v o r e q u ie r e c ie r t a c a n t id a d de m e d io s d e s u b s is t e n c ia . . . q u e
t ie n e q u e a l c a n z a r p a r a m a n t e n e r a l i n d i v i d u o l a b o r i o s o e n c u a n t o
tal, e n s u c o n d i c i ó n n o r m a l d e v id a . L a s u m a d e l o s m e d i o s d e s u b ­
s i s t e n c i a n e c e s a r io s . . . i n c l u y e l o s m e d i o s d e s u b s i s t e n c i a d e l o s s u s ­
t it u t o s , e s t o e s, d e l o s h i j o s d e l o s o b r e r o s . . . D i a r i a m e n t e se c o n s u m e
u n a p a r t e d e lo s m e d io s d e su b sis t e n c ia ... y e s n e c e s a r io r e n o v a r lo s
d i a r i a m e n t e ( E l C a p i t a l , 1, 2 0 9 ) 72.

• Tercera idea: los bienes que producen la fuerza de trabajo deben


considerarse como una regla social, para cada época histórica,
para todos los trabajadores. Para cada sistema y cada período
este conjunto de bienes se plantea como un dato73.
L a s n e c e s id a d e s n a t u r a le s m is m a s , c o m o a lim e n t a c ió n , v e st id o , c a ­
le fa c c ió n , v iv ie n d a , e tc., d if ie r e n segú n la s p a r t ic u la r id a d e s
c lim á t ic a s y la s d e m á s c o n d ic io n e s n a t u r a le s de u n p a í s . P o r lo
d e m á s, h a st a el v o lu m e n de la s lla m a d a s n e c e s id a d e s im p r e s c in d i­
b le s , a s í c o m o la í n d o l e d e s u s a t i s f a c c i ó n , e s u n p r o d u c t o h i s t ó r i c o
y d e p e n d e p o r t a n t o d e l n i v e l c u l t u r a l d e u n p a ís , y e s e n c i a l m e n t e ,
e n t r e o t r a s c o s a s , t a m b ié n d e l a s c o n d i c i o n e s b a j o l a s c u a l e s s e h a
f o r m a d o l a c l a s e d e t r a b a j a d o r e s l ib r e s , y p o r t a n t o , d e s u s h á b i t o s
y a s p i r a c i o n e s v it a l e s . P o r o p o s i c i ó n a l a s d e m á s m e r c a n c í a s , p u e s ,
la d e t e r m i n a c i ó n d e l v a l o r d e la f u e r z a l a b o r a l e n c i e r r a u n e l e m e n ­
to h i s t ó r i c o y m o r a l. A u n a sí, e n un p a ís d e t e r m in a d o y e n un

72 Esta e s p e c i a l p r o d u c c i ó n se r e a li z a e n los h o g a r e s y en el t i e m p o p r i v a d o d e los


t r a b a j a d o r e s , y e n e se s e n t i d o , u n p r o c e s o d o m é s t i c o q u e está p o r f u e r a d e l c o n ­
trol d e lo s c a p it a l i s t a s y d e la d i v i s i ó n d e l trabajo. P o r tal r a z ó n , t o d a s las a c t i v i ­
d a d e s q u e c o n c u r r e n e n e sta la b or (los tra bajo s d o m é s t i c o s ta n t o d e la f a m ilia
c o m o d e e m p l e a d o s a s a l a r ia d o s ) n o se tien en en cu e n ta , es d e c ir , s o n e c o n ó m i c a ­
m e n t e i m p r o d u c t i v a s , d a d o q u e n a d a t ien en q u e v e r c o n el t ie m p o d e trabajo
s o c i a l m e n t e n e c e s a r io p r o p i o d e las m e rc a n c ía s .
73 Se e n c u e n t r a a q u í el c r ite rio d e los e c o n o m i s t a s c l á s ic o s (R ic a r d o , p r i n c i p a l m e n ­
te), p a r a q u i e n e s lo s b i e n e s n e c e s a r io s p ara s u s t e n t a r a los t r a b a j a d o r e s c o r r e s ­
p o n d e n a u n a c a n a s ta s o c i a lm e n te d e te r m in a d a , la c u a l d e b e c o n s i d e r a r s e c o n o c i d a
p a r a el a n á l i s i s p u r o d e la r e la c ió n e n tre o b re ro s y c a p it a lis t a s .
122 Lecciones de Economía Marxista

período determinado, está dado el monto de medios de subsisten­


cia necesarios (El Capital, 208 ).

Al tomar en consideración estos elementos la producción o con­


servació n de la fu erza de trabajo p uede rep resen tarse en el
esquema siguiente:

• Cuarta idea: el valor de la fuerza de trabajo es equivalente al


valor de los bienes de subsistencia consumidos.
El tiempo de trabajo (socialmente) necesario para la producción de la fuer­
za de trabajo se resuelve en el trabajo necesario para la producción de di­
chos medios de subsistencia, o dicho de otra manera, el valor de la fuerza
de trabajo es el valor de los medios de subsistencia necesarios para la con­
servación del poseedor de aquella (El Capital, I, 208 ).

Si suponemos que en esta masa de mercancías necesaria para un día [de


subsistencia] se encierran 6 horas de trabajo social, tendremos que en la
fuerza de trabajo se objetiva diariamente medio día de trabajo medio social.
(El Capital, I, 210 ).

En una sociedad com ercial los bienes que los trabajadores asala­
riados consum en son mercancías previa y socialm ente fijadas y
es en el m ercado donde el obrero va a buscarlos a cam bio del
dinero recibido. Es esto lo prim ero que indica el texto citado
aunque ello no es lo fundam ental. La idea básica es que esta re­
lación entre los m edios de subsistencia y la fuerza de trabajo
perm ite declarar que el valor de esta últim a corresponde el v a ­
lor incorporado de los primeros. Es de señalar aquí que no se
trata de que existan dos valores equivalentes, sino que el m i s m o
v a l o r e s t á i n c o r p o r a d o p r i m e r o e n l o s b i e n e s c o n s u m i d o s y d e s p u é s e n la

En otras palabras, un m ism o valor se


f u e r z a de tra b a jo re su lt a n t e .

ve representado en dos bienes distintos: bienes de subsistencia


y fuerza de trabajo.
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 123

Valoración de la fuerza de trabajo

Valor de los bienes d Valor de la


subsistencia de los fuerza de
trabajadores trabajo

Al existir, entonces, la fuerza de trabajo en la corporeidad efe los


sujetos doblemente libres y al relacionar esta existencia con el con­
sumo de unos bienes que son socialmente establecidos y que son
mercancías, se afirma que esa corporeidad posee t r a b a j o s o c i a l , es
decir, valor de cambio.
En consecuencia, al aparecer el poseedor de dinero en el mercado
de la fuerza de trabajo, todas las condiciones están dadas para que
la contratación de mano de obra sea posible por medio del dinero,
de la conversión de este último en s a l a r i o . Com o cualquier mercan­
cía que se ofrece en el mercado, el dinero permite el traslado de
propiedad de la fuerza de trabajo de manos del obrero a manos del
capitalista y, por tanto, la adquisición de la fuerza de trabajo es con­
siderada una relación mercantil. Tal resultado le permite a Marx
declarar solemnemente:
L a e s f e r a d e la c i r c u l a c i ó n o e l i n t e r c a m b i o d e m e r c a n c í a s , d e n t r o d e
c u y o s l í m i t e s s e e f e c t ú a la c o m p r a y la v e n t a d e la f u e r z a d e t r a b a jo ,
e r a e n r e a lid a d , u n v e r d a d e r o e d é n de lo s d e r e c h o s h u m a n o s i n n a ­
tos. L o q u e a l l í i m p e r a b a e r a la lib e r t a d , la i g u a l d a d , la p r o p i e d a d y
B e n t lia m . ¡L ib e r t a d ! P o r q u e el c o m p r a d o r y el v e n d e d o r de u n a
m e r c a n c í a , p o r e j e m p l o d e la f u e r z a d e t r a b a jo , s ó l o e s t á n d e t e r m i ­
nados p o r su lib re v o lu n t a d . C e le b ra n s u c o n t ra to c o m o p e r s o n a s
l ib r e s , j u r í d i c a m e n t e ig u a l e s . E l c o n t r a t o e s e l r e s u l t a d o f i n a l e n e l
q u e la s v o lu n t a d e s c o n f lu y e n e n u n a e x p r e s ió n j u r í d ic a c o m ú n . ¡ I g u a l ­
d a d !. P o r q u e s ó lo se r e la c io n a n e n t r e s í e n c u a n t o p o s e e d o r e s de
m e r c a n c ía s e in t e r c a m b ia n e q u iv a le n t e p o r e q u iv a le n te . ¡ P r o p ie d a d !
P o r q u e c a d a u n o d i s p o n e s ó l o d e lo s u y o . ¡B e n th a m !. P o r q u e ca d a
u n o d e l o s d o s se o c u p a s o l o d e s í m i s m o 74. E l ú n i c o p o d e r q u e l o s

74 B e n th a m (1 7 4 8 - 1 8 3 2 ) es el f u n d a d o r del utilitarism o m oral en el cu a l el p rin cip io d e


u t ilid a d o el p rin c ip io d e la m ás g r a n d e felicidad para el m a y o r n ú m e r o co n siste en
u n a b ú s q u e d a ca lc u la d a d e los placeres y sirv e d e base al g o b ie rn o y al derecho.
124 Lecciones de Economía Marxista

reúne y los pone en relación es el de su egoísmo, el de su i'entaja


personal el de sus intereses privados (El Capital, I, 214 ).

Una vez que se ha cumplido esta relación salarial termina la prime­


ra fase del proceso capitalista. Al comprarla, ahora el capitalista es
el dueño de la fuerza de trabajo; el obrero ha recibido un monto de
salarios y en virtud de un contrato laboral, tiene la obligación de
ponerse a disposición del capitalista durante una jornada de traba­
jo, esto es, ceder “el valor de uso” de esa fuerza humana.

Lo que a continuación sucede es objeto de la segunda fase, la cual


se realiza -com o se permite ironizar M arx-, fuera de e s a r u i d o s a e s f e ­
r a i n s t a l a d a e n l a s u p e r f i c i e ( d e l o s f e n ó m e n o s ) y a c c e s i b l e a t o d o s l o s o j o s , es

decir, fuera de las relaciones monetarias y del mercado mismo. En


otros términos, en la producción de mercancías y del valor.
C a p ítu lo V ili

TEORÍA M ARXISTA DEL EXCEDENTE

La fase ft —> M: proceso de trabajo y proceso de valorización

La realización de la segunda fase del proceso capitalista se cumple


en las propiedades privadas de los capitalistas, es decir, en los ta­
lleres o fábricas; Marx a veces los llama los laboratorios secretos para
indicar la lejanía de estos lugares respecto a las relaciones mercan­
tiles. El capitalista allí concentra los elementos que le pertenecen
(gracias a la compra): los medios de producción y la fuerza de tra­
bajo. Ahora se verá -com o dice el mismo M arx- no sólo cómo el capital
produce, sino también cómo se produce el capital con lo cual se hará luz,
finalm ente, sobre el misterio que envuelve la producción de plusvalor.

Dos procesos distintos se efectúan en esta fase: el proceso de trabajo


y el proceso de valorización. A continuación se explica cada uno de
ellos en detalle.

El proceso de trabajo

El capitalista tiene el interés en obtener valor y plusvalor, pero para


lograrlo debe permitir que en su fábrica se realice una producción
específica, una acción material: la producción de un bien particu­
lar. El proceso que permite tal resultado es el proceso de trabajo, el
cual es la realización concreta del primer valor de uso de la fuerza
de trabajo, el de realizar un trabajo concreto.

La ejecución del proceso de trabajo no tiene nada de misteriosa: la


humanidad desde su aparición ha repetido constantemente esta
actividad, puesto que ha sido y será la condición mínima de su exis­
tencia. Los hombres producen artículos de las más diversas índoles
126 Lecciones de Economía Marxista

por medio de su esfuerzo físico (el uso de su fuerza o capacidad de


trabajo propiamente dicho) y la puesta en funcionamiento de ins­
trum entos de trabajo (herramientas, máquinas, robots), los cuales
actúan sobre objetos de trabajo (tierra, materias primas).

El proceso de trabajo es en síntesis una técnica de producción en acción


cuya descripción coloca en evidencia los requerimientos en activi­
dad, instrumentos y objetos de trabajo para producir una determinada
cantidad de un bien específico. Marx supone que el capitalista deci­
de la cantidad de la producción y de acuerdo con la técnica disponible
esto implica una contratación apropiada de mano de obra.

A manera de ejemplo, si se decide producir 10 libras de hilo donde


se requiere 10 libras de algodón, el desgaste de 1/4 de hiladora y 6
horas de trabajo. La puesta en marcha de tales condiciones es el
proceso de trabajo que culmina en la producción del hilo. Tal reali­
dad puede ser representada en la siguiente forma:

10 libras de algodón© V4 huso@ 6 horas------- >- 10 libras de hilo

Donde © significa “unido a” .

Las técnicas cambian constantemente por la acción de múltiples


fuerzas (avances científicos, nuevas tecnologías, nuevos productos,
nuevas necesidades, etcétera) y algunas podrán ser más atrasadas
que otras (el artesanado es inferior al maquinismo de la primera
revolución industrial, y éste a su vez, inferior al automatismo y los
procesos de trabajo informatizados del presente). En ese sentido, el
proceso de trabajo tiene su propia historia la cual se confunde con
la historia de la tecnología.

Para el presente análisis sólo es necesario asumir la existencia de


una técnica específica para cada producto, por lo que se suponen cono­
cidos los elementos materiales que el capitalista debe reunir en sus
talleres para poder obtener un bien o valor de uso, por ejemplo, el
caso del hilo antes registrado. Sin embargo, al realizarse el proceso
material de producción en circunstancias capitalistas, aparecen ca­
racterísticas particulares.
El proceso de trabajo, en cuanto proceso en que el capitalista con­
sume la fuerza de trabajo, muestra dos fenómenos peculiares.(...)
El obrero trabaja bajo el control del capitalista... el capitalista vela
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 12 7

porque el trabajo se efectúe de la debida manera y los medios de


producción se emplean de acuerdo con el fin asignado. Pero, en
segundo lugar, el producto es propiedad del capitalista, no del pro­
ductor directo, del obrero (El Capital, l, 226 ).

No obstante, la cuestión importante no reside allí, puesto que indu­


dablemente ese control y esa propiedad representan condiciones
para un buen proceso de trabajo. El capitalista no busca el control
ni la propiedad de objetos en sí mismos, dado que su fin es tener la
propiedad sobre un valor que sea mayor que su inversión inicial,
pero ello no puede ser obtenido en el marco de un proceso técnico
cuyos únicos resultados son objetos materiales y no valores. Estos
últimos no surgen -y no podrían hacerlo-, de la actividad técnica y
por ello es necesario introducirse al proceso de formación o constitución
del valor del producto, es decir, describir el propio proceso de valori­
zación. En efecto:
En la producción de mercancías, el valor de uso no es, en general, la
cosa qu'on aime pour elle rneme (que se ama por sí misma). Si aquí se
producen valores de uso es únicamente porque son substrato mate­
rial, portadores de valor de cambio y en la medida en que lo son. Y
para nuestro capitalista se trata de dos cosas diferentes. En primer
lugar, el capitalista quiere producir un valor de uso que tenga valor
de cambio... una mercancía. Y en segundo lugar, quiere producir una
mercancía cuyo valor sea mayor que la suma de los valores de las
mercancías requeridas para su producción (El Capital, 226 ).

En el otro proceso sí existe misterio, porque no es evidente cómo es


posible crear el valor adicional.

Proceso de valorización del dinero adelantado

El proceso de valorización debe mostrar cómo se forma el valor del


producto elaborado y enseguida aclarar el origen del excedente o
plusvalor. Se deben separar momentáneamente estos dos aspectos
para aprehender en detalle sus características propias.

La formación del valor del producto

Por razones que más adelante se entenderán, se asume la hipótesis


de que el único elemento que el capitalista requiere al comienzo
128 Lecciones de Economía Marxista

del proceso capitalista es la fuerza de trabajo, es decir, los medios


de producción se consiguen por fuera del mercado, en forma gra­
tuita desde el punto de vista de la economía mercantil.

En este sentido, al tomar el ejemplo de Marx referido a la presunta


producción de 10 libras de algodón, se tiene que la única inversión
se materializa en la contratación de la mano de obra mediante el
pago de un salario equivalente al valor de la fuerza de trabajo (para
este caso 6 horas), el cual posee, también por hipótesis, la represen­
tación monetaria de 3 chelines de la libra inglesa.

La situación, entonces, se puede representar así:

La primera cuestión por resolver es la siguiente: ¿cuánto valor está


incorporado en el producto? O lo que es equivalente: ¿cómo puede
justificarse que el producto tenga valor?

La tesis de Marx corresponde obviamente a la teoría de la formación


del valor formulada en la sociedad comercial simple, la cual se debe
considerar como concepto previo para la teoría del excedente. La idea
retenida por Marx es la siguiente: "El trabajo que produce los bienes
cuenta únicamente en la medida en que el tiempo gastado para la
producción... sea socialmente necesario" (El Capital, 237).

Esto equivale a decir, como se concluyó antes, que la actividad pri­


vada se supone creadora de valor (la fuerza de trabajo opera bajo
condiciones "normales") o que ella está "reconocida" por el mercado.
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 129

Por otro lado, el trabajo desplegado en la jornada es por hipótesis


el valor creado perteneciente al capitalista.
El valor diario de la fuerza de trabajo ascendía a [6 horas] porque en
ella misma se había objetivado media jornada laboral... Pero el tra­
bajo pretérito, encerrado en la fuerza de trabajo, y el trabajo vivo
que esta puede ejecutar, sus costos diarios de mantenimiento y su
rendimiento diario, son dos magnitudes completamente diferentes.
La primera determina su valor de cambio, la otra conforma su valor
de uso (El Capital, 234 ).

Esta cantidad de trabajo social es e l v a l o r c r e a d o en el proceso de valoriza­


ción, gracias a la acción creadora de valor de la fuerza de trabajo durante
la jomada laboral. ¿Es éste valor el único incorporado en el hilo?

La respuesta es afirmativa dado que el valor adelantado d e s a p a r e c e


al consumirse la propia fuerza de trabajo al igual que todo valor se
desvanece al abandonar las mercancías la esfera de la circulación75.
En efecto, una parte del trabajo vivo realizado r e e m p l a z a el dinero
adelantado por el capitalista al comprar la fuerza de trabajo, es de­
cir, que el obrero r e p r o d u c e e f e c t i v a m e n t e un equivalente del valor
adelantado antes del proceso de valorización. La consecuencia de
ello es que la valorización o formación del valor del hilo es un pro­
ceso que implica también la desaparición del valor adelantado (el
valor de la fuerza de trabajo):

Con relación a los 3 chelines gastados [= invertidos] el nuevo valor


de 3 chelines aparece únicamente como reproducción. Pero se le ha
reproducido efectivamente... La sustitución de un valor por otro es
mediada aquí por la creación de valor (El Capital, 251 )7b.

De esta manera, la creación de 6 horas de trabajo social está acom­


pañada por la desaparición de las 6 horas que aparecen adelantadas
en el valor de la fuerza de trabajo, o en términos monetarios, el ade­
lanto de 3 chelines es reemplazado por un valor creado en cuantía

75 M a r x r e c u e r d a e s t o ú l t i m o m á s a d e l a n t e : "en el caso de las restantes mercancías, a


llegar a las manos de su últim o poseedor se consum e el valor de uso, y con ello desaparece
la sustancia del valor m ercantil" (El Capital, ¡II, 449 ).
76 E n l o s M a n u s c r i t o s la i d e a s e e n c u e n t r a e x p l í c i t a m e n t e : "E l valor de la fuerza de
trabajo, el salario, es destruido, el valor y valor de uso son consumidas por el obrero. Pero
este valor es reemplazado por un nuevo equivalente" ( 1961 - 63 , 181 ).
130 Lecciones de Economía Marxista

de otros 3 chelines. Al final del proceso de valorización se encuen­


tra un valor de 6 horas (de 3 chelines) incorporado en el producto
terminado, el mismo que el propietario ve en sus manos cuando la
venta reporta esa cantidad de dinero. El esquema siguiente permi­
te ver claramente lo sucedido:

En esta situación el valor adelantado es igual al valor creado. Tal es


la situación que Marx atribuye al “capitalista perplejo” :

Nuestro capitalista se queda perplejo, el valor del producto es igual


al valor del capital adelantado. El valor adelantado no se ha valori­
zado, no ha generado plusvalor alguno; el dinero no se ha converti­
do en capital (El Capital, I, 231 ).

En efecto, habiendo visto que la creación de valor en el tiempo


de trabajo realizado es apenas suficiente para sustituir el valor
de la fuerza de trabajo, no puede aparecer un plusvalor. Los va ­
lores n u evo s alcan zan sólo a sustituir los va lo res “v ie jo s” o
adelantados y en estas condiciones el capitalista no puede lo ­
grar su objetivo. Se hace necesario crear una situación diferente
que lo haga posible.

Aparición del excedente o plusvalor

La aparición del excedente se deduce por lógica. El punto de parti­


da es la idea marxista del “capitalista previsivo” del capítulo V de
El Capital, el cual tiene en mente que la aparición de un plusvalor
exige que el valor creado sea superior al valor avanzado, o en otras
palabras, que el valor creado o jornada de trabajo sea superior al valor entre­
gado como equivalente a la fuerza de trabajo, o que el valor del producto sea
superior al valor que es necesario sustituir.
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 131

Para el caso de la producción de hilo, Marx afirma:


Nuestro capitalista había previsto este caso, que le hace reír. Por eso
el obrero encuentra en el taller no solo los medios de producción
necesarios para un proceso laboral de...doce horas. Si 10 libras de
algodón absorbían 6 horas de trabajo y se convertían en 10 libras de
hilado, 20 libras de algodón absorberán 12 horas de trabajo y se
convertirán en 20 libras de hilado (El Capital, 1, 235 ).

Al haber prescindido provisionalmente del valor de los insumos,


dejando sólo el valor asignado a la fuerza de trabajo, es posible
formular la siguiente pregunta: ¿cuánto valor existe ahora en 20 li­
bras de hilo? La respuesta es inmediata: en 20 libras de hilo se
encuentra incorporado un valor de 12 horas.

Al comparar el resultado y el punto de partida: esta nueva reali­


dad, la del capitalista “previsivo”, puede representarse así:

La técnica para una jornada de 12 horas de trabajo:

20 lib ra s de algodón(+)V2 h u s o © 1 2 h o r a s ------- >- 20 lib ra s de h ilo

El valor correspondiente a estos datos técnicos será:

Valor del algodón 12 horas

fl2 horas

Valor adelantado y Valor creado Valor del producto


destruido = $ 3 = $6 = $6

Plusvalor = $6 - $3 = $3
»i >

Si tal es el proceso, el plusvalor surge de la diferencia de dos can­


tidades ligadas directamente a la presencia del trabajador en el
proceso de valorización. Se trata de la d esigu ald ad cuantitativa
entre los dos valores de la fuerza de trabajo: entre su valor de uso
y su valor, es decir, entre el valor que se consigue a cam bio de
pagar el salario.
132 Lecciones de Economía Marxista

Si se designa la jornada de trabajo por j, el valor de la FT por w y el


plusvalor por m, entonces:

m > 0, si y sólo si j > w

En resumen, el plusvalor existe siempre y cuando se dé el “ inter­


cam bio” desigual entre el valor creado por el obrero y aquel que él
recibe como salario.

Si este “intercambio desigual” entre el obrero y el capitalista es la


condición lógica de la aparición del plusvalor, es necesario expli­
car cómo tal desigualdad es, de una parte, aceptada por el obrero y,
de otra, que no sea un accidente o casualidad en las condiciones de
la sociedad moderna sino, por el contrario, algo normal y fácil de
encontrarse en la historia moderna de los últimos siglos.

Con respecto al primer punto, Marx afirma:


El valor de uso de la fuerza de trabajo, el trabajo misino, le pertenece
tan poco a su vendedor como al comerciante en aceites el valor de
uso del aceite vendido... La circunstancia de que el mantenimiento
diario de la fuerza de trabajo sólo cueste media jornada laboral, pese
a que la fuerza de trabajo pueda operar el día entero... constituye
una suerte extraordinaria para el comprador, pero en absoluto una
injusticia en perjuicio del vendedor (El Capital, l, 235 ).

La idea que se propone aquí es que la clase capitalista se aprovecha


de la circunstancia que la relación salarial la pone en condiciones
de recibir del consumo del bien que adquiere un "valor de uso",
independiente de lo que cuesta su adquisición. El "valor de uso"
de la fuerza de trabajo no le pertenece al vendedor y, además, es
independiente de su costo, así como todo consumidor tiene el de­
recho a consumir o recibir la utilidad de lo que compra.

Por tanto, no existe ninguna injusticia en que sea el capitalista quien


se apropie de ese consumo. Esta posición significa, entre otras co­
sas, que la plusvalía no es un robo, no es la expropiación de algo
que pertenece a otro.

Puesto de esta manera, parecería que el capitalista posee el dere­


cho de utilizar indefinidamente al obrero, como si la relación salarial
lo esclavizara, como si el pago de salarios fuese el fin de la libertad
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 133

jurídica del obrero. Obviamente las cosas no pueden tener este efec­
to, y por ende, aquí se hace visible otra singularidad de la relación
entre obrero y el capitalista. La compra de la fuerza de trabajo, a
diferencia de cualquier otra adquisición de mercancías, debe con­
templar también un pacto social en torno al uso del bien comprado.

Es lo que Marx pone al descubierto cuando explica la extensión de


la jornada de trabajo o magnitud del valor entregado por el obrero
al capitalista. En efecto, ¿de qué depende la extensión de ese valor?
E l c a p i t a l i s t a h a c o m p r a d o la f u e r z a d e t r a b a j o p o r s u v a l o r d ia r io , le
p e r t e n e c e e l i m l o r d e u s o d e la m i s m a d u r a n t e u n a j o r n a d a la b o ra l...
¿ P e r o q u é e s u n a j o r n a d a l a b o r a l ? . . . E l c a p i t a l i s t a se r e m it e a la l e y
d e l in t e r c a m b io m e r c a n t il. A l ig u a l q u e c u a l q u ie r o t r o c o m p r a d o r ,
p r o c u r a e x t r a e r la m a y o r u t i l i d a d p o s ib l e d e l v a l o r d e u s o q u e t ie n e s u
m e r c a n c ía . P e r o s ú b i t a m e n t e se a l z a la v o z d e l o b re ro ... L a m e r c a n c ía
q u e te h e v e n d i d o s e d i s t i n g u e d e l p o p u l a c h o d e l a s d e m á s m e r c a n c ía s
e n q u e s u u s o g e n e r a v a lo r... P o r e s o la c o m p r a s t e . .. T e p e r t e n e c e , p o r
ta n t o , e l u s o d e m i f u e r z a d e t r a b a j o d ia r ia . P e r o yo... q u i e r o e c o n o m i ­
z a r la f u e r z a e t ra b a jo , a la m a n e r a d e u n a d m i n i s t r a d o r r a c i o n a l y
a h o r r a t iv o de m i ú n ic o p a t r im o n io , y a b ste n e rm e de todo d e rro ch e
i n s e n s a t o d e la m is m a . [...]. L a u t i l i z a c i ó n d e m i f u e r z a y la e x p o l i a ­
c i ó n d e la m i s m a s o n c o s a s m u y d ife r e n t e s . [...] E x i j o p u e s u n a j o r n a ­
d a l a b o r a l d e d u r a c i ó n n o r m a l . [...] E x i j o la j o r n a d a n o r m a l d e t r a b a jo
p o r q u e e x i j o e l v a l o r d e m i m e r c a n c ía , c o m o c u a l q u i e r v e n d e d o r .

D e ja n d o a u n l a d o l í m i t e s s u m a m e n t e e l á s t ic o s , c o m o ic e m o s , d e la
n a t u r a l e z a d e l i n t e r c a m b i o m e r c a n t i l n o se d e s p r e n d e l í m i t e a l g u n o
d e la j o r n a d a la b o r a l y p o r ta n to lím it e a l g u n o a l p lu s t r a b a jo . El
c a p it a lis t a .. . r e a f ir m a s u d e r e c h o e n c u a n t o c o m p r a d o r .. . E l o b r e r o
s u d e r e c h o c o m o v e n d e d o r . T ie n e l u g a r a q u í, p u e s, u n a a n t in o m ia :
u n d e r e c h o c o n t r a u n d e r e c h o . [...] E n t r e d e r e c h o s i g u a l e s d e c id e la
f u e r z a . Y d e e s t a s u e r t e , e n la h i s t o r i a d e la p r o d u c c i ó n c a p i t a l i s t a la
r e g l a m e n t a c i ó n d e la j o r n a d a d e t r a b a j o se p r e s e n t a c o m o u n a l u c h a
e n t o rn o a lo s lím it e s de d ic h a jo r n a d a , u n a lu c h a e n tr e el c a p it a lis t a
c o le c t i v o , e s t o e s, la c l a s e d e l o s c a p i t a l i s t a s , y e l o b r e r o c o le c t iv o , o
s e a la c l a s e o b r e r a ( E l C a p i t a l , I, 281).

La idea es clara: la extensión de la jornada de trabajo, la cantidad


normal de trabajo realizada por los trabajadores, no resulta del mer­
cado. Tam poco por una decisión del obrero en arm onía con la
decisión del capitalista. La magnitud del valor que potencialmente
se crea está determinada, por el acuerdo institucional (generado en
un conflicto entre grupos).
134 Lecciones de Economía Marxista

Se evidencian aquí tres aspectos importantes:

• En primer lugar, la determinación de la extensión del valor crea­


do es externa tanto al capitalista como al obrero particular, dado
que se impone a ellos como norma social pactada, válida para
todos los capitalistas y todos los obreros. El tiempo de trabajo
que se realiza en la jornada se debe considerar como una condi­
ción institucional de funcionamiento del proceso capitalista.
• En segundo lugar, la-lucha de clases aparece por primera vez en
la teoría económica marxista como parte de las condiciones del
proceso capitalista. Esta lucha de clases no es permanente; ella
desemboca en un acuerdo social sobre la jornada normal, es de­
cir, la contratación salarial implica la vigencia y el reconocimien­
to por parte de los agentes de una norma social impuesta.
• Ahora bien, si los determinantes del salario son diferentes a los
de la jornada y el plusvalor depende de su comparación, ¿cómo
es posible garantizar que la segunda determine recurrentemente
que su dimensión es mayor que la primera, esto es que j > w? En
otras palabras, ¿cómo es posible garantizar que el valor creado
sea superior al valor pagado en salarios?

En lo que se refiere a este punto no es mucho lo que M arx explica.


Una de las ideas que se encuentra es la constatación de que los
trabajadores pueden física y socialmente trabajar más tiempo del
que es necesario para producir sus propias subsistencias. Esta
ventaja productiva, piensa Marx, existe gracias a una herencia his­
tó rica qu e recib e el sistem a ca p ita lista de o tros m o d o s de
producción. En efecto, para Marx:
El capital no ha inventado el plustrabajo. Dondequiera que una par­
te de la sociedad ejerce el monopolio de los medios de producción, el
trabajador, libre o no, se ve obligado a añadir al tiempo de trabajo
necesario para su propia existencia tiempo de trabajo excedentario
y así producir los medios de subsistencia para el propietario de los
medios de producción ya sea el propietario un aristócrata ateniense,
el teócrata etrusco, un ciudadano romano, el barón normando, el
esclavista norteamericano, el boyardo valaco, el terrateniente mo­
derno o el capitalista (El Capital, 282 ).

Esto equivale a suponer que el capitalismo garantiza un excedente


físico respecto a los consumos productivos, al igual que en otras
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 135

sociedades (por ejemplo, esclavistas, feudales, etcétera), donde los


trabajadores ejecutaban una cantidad de trabajo excedente, y lo
materializaban en un sobre-producto que era captado por la fuerza
o la tradición para sostenimiento material de los grupos sociales
que no trabajaban. Por eso se argumenta que:
La relación capitalista brota en un terreno económico que es fruto de un
largo proceso de liesarrollo. La productividad alcanzada por el trabajo,
en la que se funda aquella relación, no es un don de la naturaleza, sino
de una historia que abarca miles de siglos (El Capital, I, 621).

Lo anterior permite afirmar que la explicación del plusvalor depende


de hacer la hipótesis, justificada aquí por la historia, de la existencia de
un sobreproducto de riqueza. En este sentido el plusvalor capitalista
no se distingue de los demás porque sea un sobre-producto (caracte­
rística que sería común a todas las sociedades de clases), sino por el
hecho de que este sobre-producto capitalista es una realidad mercantil
y, por ende, el soporte material de un plusvalor que llega a manos de
los capitalistas en forma de dinero (por medio del mercado) y no por
la fuerza. Sobre esta idea es que se afirma que el capitalismo no es la
primera sociedad de clases, sino una forma particular de la organiza­
ción de la explotación de una clase sobre el producto de otra.

La fase M '-D ': la venta de la mercancía

Una vez que se ha expuesto la formación del plusvalor a partir de


la diferencia entre el trabajo vivo creado y el monto de trabajo plas­
mado en los salarios, aparece como necesaria la tercera etapa, en la
cual el producto y el valor creados toman la forma de dinero.
Cuando reviste la forma de mercancías el capital tiene que cumplir
la función propia de éstas. Los artículos que lo forman, artículos
producidos de por sí para el mercado, tienen necesariamente que ser
vendidos, convertidos en dinero; y tienen, por tanto que pasar la
operación M -D . (El Capital, I, 45 ).

La última fase que debe atravesar el capitalista individual no tiene


ahora problema analítico alguno. La conversión en dinero contante y
sonante de la producción realizada en el proceso de trabajo es un
acto mercantil cuya explicación se supone conocida, puesto que se
trata cié una c o m p r a y u n a v e n t a normal que materializa el trabajo so­
136 Lecciones de Economía Marxista

cial como tal. En realidad, desde un principio se podría haber afir­


mado que al suponerse que la jornada era creadora de valor se asumió
que esta etapa estaba garantizada, porque el autor de El Capital indi­
ca que, mientras permanece inmóvil, el capital “no funciona ni como
creador de producto ni como creador de valor (El Capital, I, 47 ).

A l suponerse la venta, se ratifica que la producción del plusvalor


no se limita sólo a la esfera de la producción física, sino que ella se
refiere a un proceso económico que también comprende la venta de
la mercancía producida, la conversión en dinero, de tal manera que
el llamado “proceso de valorización” es realmente la integración
de la producción y circulación del valor, tal como se ha determina­
do para todas las mercancías. Al volver a encontrar la forma de
dinero el proceso capitalista parece completo y el misterio que lo
envolvía queda presuntamente disipado.

En efecto, Marx concluye que este es un proceso donde:


Se han contemplado todas las condiciones del problema y, en modo
alguno, Itan sido infringidas las leyes del intercambio de mercancías.
Se ha intercambiado un equivalente por otro. El capitalista como com­
prador, pagó todas las mercancías por su valor: el algodón, la masa
de husos, la fuerza de trabajo. Hizo entonces, todo lo que hacen los
demás compradores de mercancías. Consumió el valor de uso de las
mismas. El proceso por el cual se consumió la fuerza de trabajo y que
es a la vez proceso de producción de la mercancía, dio como resultado
un producto de 20 libras de hilado con un valor de [12 horas]. El
capitalista retorna al mercado y vende mercancías, luego de haber
comprado mercancías... Vende la libra de hilo... a su valor. Y sin
embargo, extrae de la circulación [más dinero] de los que en principio
arrojó en ella. Toda esta transición, la transformación del dinero en
capital, ocurre en la esfera de la circulación y no ocurre en ella. Se
opera por intermedio de la circulación, porque se halla condicionada
por la compra de la fuerza de trabajo en el mercado. Y no ocurre en la
circulación, porque esta se limita a iniciar el proceso de valorización,
el cual tiene lugar en el proceso de producción (El Capital, I, 235).

En resumen, la circulación de equivalentes (pago de salarios y la venta


de los productos) y la desigualdad en la valorización (entre el valor
creado y el pagado), parecen poder aclarar el misterio de cómo un
dinero genera más dinero por medio de la producción y la circula­
ción de mercancías.
C apítulo IX

EVALUACIÓN DE LA TEORÍA
MARXISTA DEL PLUSVALOR

La teoría económica de la plusvalía es para el marxismo una pieza


clave de su proyecto científico, dado que con ella se quiere funda­
mentar una posición anticapitalista: si la sociedad explota a los
obreros es que la organización capitalista, bajo la apariencia jurídi­
ca de que los individuos son iguales, mantiene una desigualdad
económica, y por tanto, es ésta la que debe destruirse con el fin de
conseguir la igualdad integral de los hombres y mujeres.

A continuación se mostrará que el análisis propuesto no es del todo


satisfactorio, si se quiere poseer una teoría completa y coherente
del plusvalor. Es importante recordar que esta teoría se expuso con
las siguientes ideas claves:

1. El plusvalor es el resultado de un proceso en términos moneta­


rios. En efecto, explicar el plusvalor se asocia a entender el surgi­
miento de un excedente monetario (una desigualdad), a través
de un proceso que toma varias etapas (compra de fuerza de tra­
bajo, producción y venta de las mercancías) resumida en la fór­
mula D -D ' donde D' > D.
2. La primera etapa de esa circulación monetaria es la r e l a c i ó n s a l a ­
r i a l la cual se concibe como “compra y venta de la fuerza de tra­

bajo”, es decir, el pago de salarios se plantea como la compra de


una mercancía poseída por el obrero.
3. La explicación de la generación del plusvalor se realiza supo­
niendo la existencia del valor de las mercancías producidas, es
decir, sin incorporar l a s a n c i ó n m e r c a n t i l de los productos.
138 Lecciones de Economía Marxista

4. La generación del plusvalor (la valorización) se atribuye a un


aspecto del proceso de producción. En efecto, si la circulación de
mercancías impone la equivalencia y, por ende, de ella no puede
surgir la desigualdad, la generación del plusvalor se sustenta en
la creación de un valor superior al monto de los salarios gracias
a la diferencia entre el valor creado en la jornada y el valor paga­
do en los salarios. De esta manera, la generación del valor y por
ende del plusvalor, aparece como exterior a la circulación mer­
cantil, con lo cual la producción se convierte en la esfera decisiva
para explicar la generación del excedente.

Evaluación crítica de la exposición de Marx

Ausencia de una descripción completa de las condiciones moneta­


rias del plusvalor

Si el plusvalor surge de un proceso monetario, M arx postula tanto


la posesión inicial del dinero por parte de los capitalistas, como
el hecho de que el plusvalor encuentra la form a m onetaria final.
En realidad, en el tomo II de E l C a p i t a l , Marx reconocerá que existe
un problem a no resuelto cuando se toma la plusvalía global del
sistema económ ico.
L a c l a s e d e l o s c a p i t a l i s t a s c o n f o r m a e l p u n t o d e p a r t i d a ú n i c o d e la
c i r c u l a c i ó n m o n e t a r ia . C u a n d o n e c e s it a $ 4 0 0 p a r a e l p a g o d e m e d i o s
d e p r o d u c c i ó n y p a g a r $ 1 0 0 p a r a p a g a r la f u e r z a d e t ra b a jo , v u e l c a
$ 5 0 0 e n la c i r c u l a c i ó n . P e r o e l v a l o r e n c e r r a d o , s i la t a s a d e p l u s v a l o r
es del 1 0 0 % e s ig u a l a u n v a lo r de $ 1 0 0 . ¿ C ó m o p u e d e e x tra e r c o n s ­
t a n t e m e n t e $ 6 0 0 d e la c i r c u l a c i ó n , s i s o l o v u e l c a c o n s t a n t e m e n t e $ 5 0 0
e n e l l a ? D e la n a d a n o s a le n a d a . L a c la s e c a p i t a l i s t a e n s u c o n j u n t o n o
p u e d e e x t r a e r d e la c i r c u l a c i ó n lo q u e p r e v i a m e n t e n o v o l c ó e n e lla ( E l
C a p it a l, II, 4 0 9 s u b r a y a d o s p r o p io s ) .

Marx formula aquí una pregunta importante: ¿cuáles son las verda­
deras condiciones para la formación de un plusvalor en dinero en
el sistema económico visto en su conjunto?

Para com prender el problema es necesario hacer las siguientes con­


sideraciones. En el caso del capitalista individual productor de
hilo, las ventas dependen de la situación de los otros mercados
que generan el dinero para comprarlo, por ejemplo, el sector que
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 139

elabora tejidos. Esto indica que la existencia de la plusvalía m o­


netaria com prom ete una integración de m uchos m ercados por
donde circula el dinero. Por lo tanto, si se supone el avance total
de todos los capitalistas como un agregado monetario que circula
adquiriendo un contingente de mano de obra (haciendo abstrac­
ción del gasto en insumos y máquinas), la relación salarial aparece
como el adelanto de un valor que permite el uso de una m agnitud
de fuerza de trabajo en las fábricas donde se elaboran los diferen­
tes productos, con el fin de ser vendidos: bienes com prados por
los obreros y bienes com prados por los capitalistas (sean medios
de producción o medios de consumo).

¿Cóm o se puede hacer aparecer ahora el plusvalor en términos


monetarios? Siguiendo a Marx y como se vio anteriormente, se debe
suponer que es posible la extensión de la jornada de trabajo más
allá del tiempo necesario para producir un valor equivalente a los
salarios, sin caer en ninguna injusticia con el obrero, de tal manera
que además de los bienes de subsistencia se produzcan otros bie­
nes, dado que los obreros trabajan el doble de su jornada para ellos
necesaria. En estas condiciones, los obreros trabajan 12 horas cada
uno, produciendo el doble del valor y de bienes. Si el valor final
debe ser m ayor que el valor inicial, entonces, el dinero final debe
ser m ayor que el dinero inicial.

Para lograrlo, se puede constatar que los salarios monetarios per­


miten convertir en dinero la producción de bienes para obreros, y
de esa manera, el dinero adelantado en salarios vuelve a la clase
capitalista. O tros capitalistas reciben dinero de la inversión en
insumos e instrumentos de producción. Restaría solamente aclarar
cómo la producción correspondiente a los bienes demandados por
los capitalistas (que quieren pagar con la plusvalía y no recibirlos
en bienes) es efectivamente vendida. Es precisamente a ello que se
dirige la pregunta ¿cómo puede extraer constantem ente $600 de la circu­
lación, si solo vuelca constantem ente $500 en ella?.

Marx sólo propone la respuesta en tomo II de El Capital


En realidad, por paradójico que parezca a primera vista, la propia
clase l pitalista lanza a la circulación el dinero que siw e para reali­
zar el plusvalor encerrado en las mercancías. Pero nota bene
140 Lecciones de Economía Marxista

[adviértase]: lo vuelca en aquella no como dinero adelantado, no


como capital. Lo gasta como medio de compra para su consumo
individual (El Capital, T. II, 409 , subrayados propios).

Al reconocer que todo valor debe tener su efectiva contrapartida


monetaria so pena de no ser realmente un valor, Marx indica que es
necesario explicar la existencia en el mercado de una cantidad de
dinero correspondiente a D'. No incorporar la respuesta en la expli­
cación del plusvalor en el tomo I es el primer vacío si se quiere una
explicación completa.

La naturaleza especial de la relación salarial

Marx afirma que las relaciones económicas presentes en el proceso


D - D ' son de naturaleza comercial, esto es, relaciones monetarias
sometidas a ley del intercambio y del valor. Sin embargo, una lec­
tura más cuidadosa muestra que “la compra y la venta de la fuerza
de trabajo” está descrita por medio de características particulares
que no se encuentran en ninguna otra compra y venta de mercan­
cías y que, contra las apariencias, permite plantear una relación
monetaria especial que compromete una asimetría social y una trans­
ferencia de dinero. Las características especiales que surgen de una
lectura crítica se presentan a continuación.

a. Respecto al im lo r d e u s o

Toda mercancía se define, en primer lugar, como un bien, un obje­


to útil. En el caso de la fuerza de trabajo, a diferencia los bienes
mercantiles, esta utilidad es doble: crea bienes y simultáneam en­
te genera valor. Este último hace de la fuerza de trabajo un objeto
con una utilidad de tipo social y no material como la de otros bie­
nes. Adicionalmente, la “compra” de la fuerza de trabajo contempla
un aspecto inaudito: los v e n d e d o r e s d e l a f u e r z a d e t r a b a j o aparecen
con derechos especiales sobre la utilización del bien que ceden a
cambio de los salarios. Esto se evidencia cuando se plantea que
los capitalistas y obreros deben fijar por medio de un acuerdo co­
lectivo de carácter institucional y en un ambiente conflictivo (es
decir, no solo entre individuos), la regla que determine la jornada
de trabajo recibida por los capitalistas En otras palabras, “ l a v e n t a ”
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 141

de la fuerza de trabajo se caracteriza porque el com prador debe so­


meterse a una regla institucional y no personal sobre el consumo
de la mercancía que adquiere.

b. Respecto a la naturaleza de la relación salarial

Si la relación salarial es la venta y compra de una mercancía como


las demás (un mercado de fuerza de trabajo), debe reunir las carac­
terísticas centrales de un intercambio. Marx mismo afirma, como se
mencionó anteriormente, que toda relación de intercambio reúne
Libertad, propiedad, igualdad y Bentham. Ahora bien, si en la relación
salarial se encuentra, en primer lugar, la propiedad (una persona es
propietaria de la fuerza de trabajo y otra distinta del dinero) y tam­
bién el espíritu de Bentham (ambos se comportan de acuerdo con
su interés), en realidad, no se configura ni la libertad ni la igualdad.

En efecto, como consecuencia de la asimetría social respecto al ac­


ceso al dinero y a la propiedad de la riqueza, no hay libertad económica,
porque los obreros no pueden ejercer la libertad típica del comer­
ciante de decidir si realizan un trabajo privado para vender su
producto, sino que su “opción” es la de realizar la relación salarial
para acceder a la riqueza y al sistema económico o poner en peligro
su existencia como persona.

Tampoco existe la igualdad, ya que en la relación no hay cambio de


equivalentes dado que el obrero no entrega el valor de su fuerza
trabajo (este no existe, como se verá a continuación) sino un valor
creado (una jornada de trabajo) mayor que el valor recibido en for­
ma de salario monetario.

Estas características hacen que la relación salarial, a pesar de ser


una relación monetaria, no sea una relación de intercambio. Tal con­
clusión es la que Marx indica en otra parte:
La relación entre meros vendedores de mercancías implica que estos
intercambien sus propios trabajos, encarnados en diversos valores
de uso. La compraventa de la capacidad de trabajo... implica que el
obrero debe readquirir constantemente una parte de su propio pro­
ducto a cambio de su trabajo vivo. Con ello se esñima la apariencia
de la mera relación entre poseedores de mercancías. (...) Esta perpe­
tuación de la relación entre el capital como comprador y el obrero
142 Lecciones de Economía Marxista

como vendedor de trabajo ... encubre, como relación monetaria, la


transacción real y la dependencia perpetua...La renovación constan­
te de esta relación de compraventa no hace más que mediar la conti­
nuidad de la relación específica de dependencia y le confiere la
apariencia falaz de una transacción, de un contrato entre poseedores
de mercancías dotados de iguales derechos y que se contraponen de
manera igualmente libre (El Capital libro I capítulo VI (inédito),
subrayados propios 103).

Se está ante el hecho importante de que una relación monetaria, la


relación salarial, a pesar de las apariencias, es también una relación
de subordinación.

c. Respecto a la explicación del valor de la fuerza de trabajo

Determinar el valor de la fuerza de trabajo equivale a explicar el


salario, la cantidad de dinero que debe pagarse por ella. Para las
mercancías, es la teoría del trabajo socialmente contenido la que se
aplica para explicar el dinero recibido por el productor. Ahora bien,
la creación misma de la fuerza de trabajo es algo especial respecto a
la producción de los bienes mercantiles porque su producción se
realiza por fuera de las fábricas, en un consumo privado y domésti­
co donde no existe una actividad que pueda denominarse trabajo
privado que genere mercancías para el cambio. “De hecho el obrero
debe conservar su capacidad de trabajo merced a los bienes de subsistencia,
pero este consum o privado suyo, que es al mismo tiempo preproducción de
su capacidad de trabajo, está al margen del proceso de producción de la mer­
cancía” (El Capital libro I capítulo VI (inédito), 36).

Es decir, la reproducción de la fuerza de trabajo se hace en las


actividades de consum o, anteriores o posteriores al m ercado y,
por tanto, exteriores a la división del trabajo que genera las diver­
sas mercancías. De esta manera, la fuerza de trabajo no puede
recibir la característica de poseer valor de cam bio de la misma
forma que cualquier mercancía producida por la división del tra­
bajo descentralizado.

Tomando esto en cuenta, plantear que el valor de la fuerza de tra­


bajo equivale o proviene del valor de los medios de subsistencia,
significa proponer una teoría especial para explicarlo dado que se
afirma que un bien tiene valor porque conserva el de los bienes que
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 143

sirven de base a su existencia material. En efecto, Marx afirma que a


pesar de que el obrero ha consumido (con su familia) los bienes, el
valor de estos se ha conservado en la fuerza de trabajo así produci­
da. Sin em bargo, tal tesis no es aceptable puesto que está en
contradicción con otras dos afirmaciones de Marx.

En primer lugar, cuando dice que “en el caso de las mercancías, al llegar a
manos de su último poseedor se consume su valor de uso, y con ello desaparece la
sustancia de la mercancía, y con dicha sustancia el valor mercantil (El Capi­
tal, III, 449 ). En segundo lugar, cuando muestra que el consumo de la
fuerza de trabajo durante la jornada laboral en las fábricas de los capi­
talistas no genera la reaparición de su valor como parte del valor del
producto, es decir, que el uso de la fuerza de trabajo no hace conservar
el valor presuntamente existente al comienzo del proceso. Aquí es evi­
dente que el consumo de bienes es destructivo del valor ya que ni
conserva ni trasmite el valor de los bienes consumidos77. ¿Cómo pue­
de decirse una cosa para los bienes de subsistencias y otra para el valor
de la fuerza de trabajo, sin entrar en contradicción?

A dicionalm ente, aun aceptando la idea de tran sferencia del v a ­


lor de la canasta a la fuerza de trabajo aparece otra incoherencia:
si todavía la p roducción no se ha realizad o (el capitalista ap e­
nas está contratando la m ano de obra) ¿cóm o es posible que esa
m ano de obra haya ya consum ido m ercancías? M arx m uestra
bien que la situación del obrero es la exclusión respecto a las
m ercancías y al dinero, y por tal m otivo, va a encontrarse preci­
sam en te con el ca p ita lista p ara co n s e g u ir el d in ero que le
perm ite adquirirlas. La escapatoria afirm ando que las m ercan­
cías corresponden a un período pasado es inaceptable porque
si bien es cierto que la fuerza de trabajo procede de un consu­
m o a n te r io r n a d a p e r m ite a c e p ta r v a lo r e s q u e no se a n
prod ucidos en el período del cual se habla.

Marx insiste bien que es la primera parte de la jornada (6 horas en su


ejemplo) el valor que efectivamente el obrero recibe y con este valor

77 L a t r a n s m i s i ó n d e l v a l o r a p a r e c e t a m b i é n e n la t e o r í a d e l c a p i t a l c o n s t a n t e . E s
e v i d e n t e q u e s i la f u e r z a d e t r a b a j o t r a n s m i t i e r a su v a l o r n o p o d r í a d i f e r e n c i a r s e
e l c a p i t a l v a r i a b l e y e l c a p i t a l c o n s t a n t e e n la t e o r í a m a r x i s t a .
144 Lecciones de Economía Marxista

posee el poder de compra para adquirir esa parte de la producción


actual. Así se llega al razonamiento coherente: no es un consumo pre­
vio de mercancías lo que permite explicar el valor de la fuerza de
trabajo sino que es el salario recibido por el obrero previamente lo
que permite acceder al consumo privado del obrero.

Lo anterior es suficiente para mostrar que Marx se ve obligado a


encontrar un criterio especial para hablar de “valor de la fuerza de
trabajo”, ante la imposibilidad de usar la misma teoría aplicada a
las mercancías normales. Sin embargo, esta alternativa no es cohe­
rente con otra parte de sus posiciones. Se conoce que esta es la vieja
idea clásica del salario real de acuerdo con una norma social de la
subsistencia obrera, ya planteada y hecha famosa por David Ricardo.
Ahora es evidente que, la utilización de tal concepto por parte del
autor de P r i n c i p i o s como el de E l C a p i t a l , es un artificio para señalar
que ese valor recibe un tratamiento especial.

Lo curioso es constatar que el mismo Marx percibió claramente que


en el caso del clásico inglés esto sucedía. En efecto, en el capítulo
XVII de E l C a p i t a l cita con aprobación a un inteligente crítico de
Ricardo, S. Bailey, quien había denunciado el caso:
El señor Ricardo es suficientem ente ingenioso para eludir una
dificultad que amenaza, a primera vista, con poner en aprietos
su teoría: que el valor depende de la cantidad de trabajo emplea­
da en la producción. Si nos adherimos rígidamente a este princi­
pio de él se desprende que el valor del trabajo depende de la
cantidad, empleada en producirlo, lo que evidentem ente es ab­
surdo. Por eso el señor Ricardo, mediante un diestro viraje, hace
que el valor del trabajo dependa de la cantidad de trabajo necesa­
ria para producir los salarios... Esto es como decir que el valor
del paño se estima, no según la cantidad de trabajo empleada en
su producción, sino según la cantidad de trabajo empleada en la
producción de la plata empleada que se da a cambio (Citado por
Marx, El C a p ita l, I, 6 5 2 ).

Ahora es evidente que tanto Marx como Ricardo deben realizar


un “diestro viraje” para explicar el salario, dado que no puede
hacerse con la idea de intercambio y de mercancía. No obstante, el
viraje en Marx no es válido porque el consumo de bienes no con­
serva el valor de ellos.
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 145

Todas estas características especiales de la mercancía fuerza de tra­


bajo y de su circulación, conducen a plantear que en la teoría
marxista de la generación del plusvalor la relación salarial no debe
tomarse como una sim ple relación de intercambio o a lo sumo que
la fuerza de trabajo no es una mercancía como las demás.

El privilegio otorgado a la producción en la generación del valor

No es difícil ver que al considerar el intercambio como una relación


de equivalencia y la relación salarial como una relación mercantil,
la teoría del excedente de Marx es conducida para que sea en la
producción, lo exterior al momento del mercado, donde está la clave
para entender la generación del plusvalor. Si el plusvalor es un ex­
cedente y el intercambio es relación entre equivalentes, el plusvalor
sólo es posible obtenerlo yendo al exterior del mercado. Esta posi­
ción hace que sean obligatorios (y no simplemente un artificio de
simplificación) dos aspectos claves:

a. Separar la formación del valor de su circulación.


b. Remitir la formación del valor y del plusvalor a la esfera de la
producción.

La producción expuesta por Marx aparece con dos facetas. Prime­


ro, ella es producción de bienes materiales (proceso laboral), y segundo,
ella es proceso de creación de valor y de plusimlor. Al considerar que el
valor se crea en la producción, los dos procesos quedan asimilados
hasta tal punto que la existencia de los bienes viene a identificarse
con la existencia de su valor, es decir, la dimensión social es calca­
da sobre la dimensión material.

Por tal m otivo, el procedimiento utilizado para explicar el acre­


centam iento del valor va a centrarse en una desigualdad entre
variables presentes en la esfera de la producción (el salario y la m ag­
nitud del valor creado), pero cuyas m agnitudes se determ inan por fuera
de ella. Se debe recordar que el salario es pensado a partir del valor
de una canasta de bienes-salarios definida exógenam ente y que la
m agnitud del valor creado se hace depender de la extensión la
jornada de trabajo, la cual obedece a un acuerdo social generado
146 Lecciones de Economía Marxista

en un contexto de conflicto de clases. En ambos casos se trata de


realidades institucionales determinadas por fuera del m ercado y
de la form ación del valor.

Resulta, entonces, un problema importante: ¿cuál es la idea de valor


que es coherente con la teoría del plusvalor de Marx? Si se sigue la
formulación que se encuentra en el capítulo V de El Capital se ten­
dría que aceptar que el valor se debe concebir como magnitud que
emana de la producción, de tal forma que el papel de la circulación
mercantil en la formación del valor queda eliminado o simplemente
se relega a un papel pasivo, a darle la forma monetaria.

Si las cosas son así, como se vio anteriormente, habrá necesidad de


interpretar la teoría del valor marxista como semejante a la que en­
contrada en Ricardo, con todos los problemas que ello representa
para una teoría que comenzó en una crítica a esta posición. Para
escapar a esa opción que conduce a un impase, es necesario cons­
truir una explicación del plusvalor introduciendo la unidad de la
producción y la circulación y la sanción del mercado en el análisis,
y al hacerlo, ya no es imposible afirmar, como para todo valor, que
la plusvalía se crea en la esfera de la producción78.

78 E l d e s c u i d o d e l o s m a r x i s t a s e n el e s t u d i o d e la f o r m a c i ó n d e l v a l o r y s u é n f a s i s
s o b r e u n a p l u s v a l í a e n la p r o d u c c i ó n d e m e r c a n c í a s c o n s t i t u y e n u n a p u e r t a a b i e r t a
p a ra q u e las c o n c e p c io n e s ric a rd ia n a s se a p o d e r e n del m a r x is m o en e co n o m ía .
C apítulo X

MERCADOS Y CAPITALISMO DESDE


UNA PERSPECTIVA MONETARIA: EL
MODELO DE BENETTIY CARTELIER

En los capítulos anteriores se explicó que la teoría económica mar-


xista sobre el valor, el dinero, el mercado y la plusvalía aparece,
algunas veces incompleta y otras mal desarrollada. El estudio aquí
presentado evidencia una serie de problemas que se enuncian a
continuación.

1. La ausencia de la explicación de cómo el trabajo privado se con­


vierte en trabajo social por medio de las relaciones mercantiles.
2. La ambigüedad del concepto de dinero entre una idea de dinero-
mercancía y otra que hace del dinero una creación institucional,
exterior al mercado.
3. La ausencia de una teoría explícita sobre el precio ideal y sobre
la formación de precios de mercado.
4. La explicación del origen de la plusvalía a partir únicamente de
la producción de valor sin incorporar la idea de “salto mortal”
que debe sufrir todo valor creado.
5. La am bigüedad de la concepción de la relación salarial la cual
algunas veces es presentada como relación comercial y otras como
relación jerárquica.
6 . La ausencia de explicación sobre la presencia de la cantidad de
dinero necesaria para la realización de la plusvalía global.

Con el fin de ver cómo la investigación moderna intenta resolver


estos inconvenientes, se exponen las bases, el método y los logros
del m odelo de C. Benetti y J. Cartelier, en el cual se formula una
148 Lecciones de Economía Marxista

teoría monetaria de los precios, de la plusvalía y del salario. Por el


hecho de que el dinero es la forma general en la que se originan y se
presentan las magnitudes económicas en este modelo, se hablará
de un enfoque monetario, al pensar que de esta manera se toma
una vía contraria al enfoque real, aquel donde el dinero no juega
un papel esencial para hablar de los precios y en general de los
fenómenos económicos.

Fundam entos analíticos del modelo Benetti y Cartelier

Bases marxistas

1. Aceptación del holismo metodológico: “ Individuos que producen


en sociedad, o sea la producción de los individuos socialmente determina­
da; este es naturalmente el punto de partida ” (Elementos, 3 ). Esto indi­
ca que un sistema mínimo de relaciones sociales es el principio
de definición de los individuos y de sus actividades.

2. La crítica a la concepción clásica del trabajo general: “ Los trabajos


privados no alcanzan realidad como partes del trabajo social, sino por
medio de las relaciones que el intercambio establece entre los productos
del trabajo y, a través de los mismos, entre los productores ” (El Capital,
I, 89 ). Según esto, el trabajo socialmente necesario, la sustancia
del valor de las mercancías, no es un dato de la producción (como
en Ricardo) sino un resultado de la unidad entre la producción y
las relaciones de intercambio.

3. La ausencia en Ricardo del concepto de “precio ideal” :


El error de Ricardo es que sólo se ocupa de la m agnitud de valor. D e ahí
que sólo dirija su mirada a la cantidad relativa de trabajo que represen­
tan las mercancías (...) Pero el trabajo contenido en ellas debe repre­
sentarse como trabajo social (...) En el precio, esta representación es
ideal. Sólo se realiza con la venta (Teorías sobre la plusvalía 1980 , 116 ,
énfasis propio).
Así, es necesario enlazar, como algo esencial, el contenido y la
forma monetaria del valor.

4. Recuperación de la idea de que la venta es el “salto mortal” de


las mercancías: “ El salto que el valor mercantil da desde el cuerpo de la
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 149

m e r c a n c í a a l d e l o r o ( d i n e r o ) e s e l “ s a l t o m o r t a l " d e la m e r c a n c í a " ( E l

C a p i t a l , l, 1 2 9 ) . Es decir, la venta no es la relación entre dos pode­

res de compra simétricos sino que es la relación asimétrica entre


el dinero y el producto privado, de tal manera el intercambio se
convierte en una sanción económica al productor de mercancías.

5. El dinero es resultado de la acción social: “ ¡E n su p e r p le jid a d -

n u e s t r o s p o s e e d o r e s d e m e r c a n c ía s p ie n s a n c o m o F a u s t o ! E n e l p r in c ip io

e r a l a a c c i ó n . (...) P e r o s ó l o u n a c t o s o c i a l p u e d e c o n v e r t i r u n a m e r c a n c í a

Así se puede
d e t e r m i n a d a e n e q u i v a l e n t e g e n e r a l " ( E l C a p i t a l , l, 1 0 6 ) .

plantear que el dinero obedece a hechos colectivos mientras que


las mercancías obedecen a hechos privados.

6. La idea del circuito monetario en la plusvalía: “ T o d o n u e v o c a p it a l

e n t r a p o r v e z p r im e r a e n e s c e n a - e n el m e r c a d o d e m e r c a n c ía s - d e tra b a jo o

d e d in e r o , s ie m p r e c o m o d in e r o , d in e r o q u e a t r a v é s d e d e t e r m in a d o s p r o c e s o s

” ( E l C a p i t a l I,
h a b r á d e c o n v e r t ir s e e n c a p it a l (d in e r o q u e g e n e r a m á s d in e r o )

1 7 9 ) . Es decir, la actividad económica se desarrolla a partir de un

gasto monetario inicial que debe refluir al punto de su creación: la


economía se describe como D-D.

7. La especialidad de la relación salarial: "L a re la c ió n d e c la se e n tr e

c a p i t a l i s t a y a s a l a r i a d o y a e x is t e , y a e s t á p r e s u p u e s t a e n e l m o m e n t o e n q u e

a m b o s s e e n f r e n t a n e n e l a c t o D - F T (d e l l a d o d e l o b r e r o , F T - D ) E s c o m p r a y

v e n ta , r e la c ió n d in e r a n a , p e r o u n a c o m p r a y u n a v e n t a e n la s q u e se p r e s u p o -

n e n e l c o m p r a d o r c o m o c a p it a lis t a y e l v e n d e d o r c o m o a s a l a r i a d o y e s t a r e la ­

c i ó n e s t á d a d a p o r e l h e c h o d e q u e l a s c o n d i c i o n e s p a r a q u e s e e f e c t i v i c e la

f u e r z a d e tra b a jo ( . . . ) e s t é n s e p a r a d a s , c o m o p r o p ie d a d a je n a , d e l p o s e e d o r d e

la f u e r z a d e t r a b a j o " ( E l C a p it a l, II, 3 7 ).

Es decir, el pago del salario es económicamente diferente al pago


de un bien.

8. La plusvalía como gasto anticipado: “ S i n u e s t r o c a p it a lista q u e b r a ­

ra, s u s a c r e e d o r e s y lo s t r i b u n a l e s i n v e s t i g a r í a n s i s u s g a s t o s p r i v a d o s

a n t ic ip a d o s g u a r d a b a n u n a p r o p o r c ió n co rre c ta c o n el v o lu m e n de s u

n e g o c io y e l c o r r e s p o n d ie n t e in g r e s o , n o r m a l o h a b it u a l d e p l u s v a l o r ” ( E l

C a p it a l, II, 5 1 4 ) .
Es decir, la ganancia capitalista debe también ser anticipada por
medio de un gasto inicial del empresario capitalista.
150 Lecciones de Economía Marxista

Bases modernas del enfoque monetario

1. El fracaso de los enfoques “reales” en dar cuenta del sistema de


mercados. El teorema de existencia de precios de equilibrio de
A rrow y Debreu y el de Sraffa, presentan algunos equilibrios de
precios y cantidades que sólo describen situaciones virtuales de
compatibilidad sin mostrar cómo se llega a ellas por la propia
acción del mercado ni cómo se dan las transacciones descentrali­
zadas (Benetti y Cartelier 1980 y Benetti 1990).
2. La ausencia de la teoría satisfactoria del dinero en el paradigma
neoclásico para sostener que el dinero es fruto de una elección
individual (Benetti 1990 y H elwig 1993).
3. La insatisfacción respecto al enfoque Neo-ricardiano al cambiar
solamente la visión del equilibrio económico de precios y no
avanzar sobre el real funcionamiento monetario y salarial del sis­
tema capitalista.
4. El diagnóstico crítico y la corrección de los problemas existentes
en las formulaciones iniciales propuestas por Marx sobre la for­
mación del valor, el dinero, el salario y la transformación de va­
lores a precios (Benetti y Cartelier 1980 y los capítulos anteriores
de esta obra).

H ipótesis generales del m odelo monetario de precios, salarios y


ganancia

Un sistema de pagos

Esta es la prim era hipótesis que m uestra el punto de partida


institucional y holista del modelo propuesto. Con ella se propor­
cionan las reglas y los instrumentos que sirven de contexto común
de las acciones individuales y las relaciones entre agentes. Un siste­
ma de pagos, al nivel más general, posee tres componentes mínimos:
una unidad de cuenta común, un principio de emisión y un princi­
pio de reglamentación de saldos.

L a u n i d a d d e c u e n t a es instituida por una autoridad política o estatal


y puede ser el precio legal de una unidad físicamente definida (por
ejemplo, una libra esterlina es un gramo de oro acuñado) o, simple­
mente, com o dinero fiduciario (una libra esterlina es una libra
esterlina) que de esta manera crea un anclaje nominal al mercado.
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 151

“La unidad de cuenta es un lenguaje, el lenguaje usado en el mer­


cado” (Benetti y Cartelier 1995).
El principio de em isión se refiere a que los productores de mercancías
deben disponer de una solvencia monetaria inicial para actuar como
agentes comerciales autónomos. Este poder no puede estar basado
en los bienes, porque los bienes no compran bienes, sino en la po­
sesión de medios de pago, en el dinero, que por definición es poder
de compra general sobre las riquezas. De esta manera, el proceso
de em isión es el mecanismo a través del cual los agentes obtienen
medios de pago.
En un sistema de crédito, es la capacidad de endeudamiento sobre
la base de la promesa de reembolso lo que permite acceder al dine­
ro circulante. Benetti y Cartelier desarrollan su modelo con base en
este último sistema, donde por hipótesis existe una Casa de Mone­
das o un Banco Central que traza las reglas del acceso al dinero.
Aunque no es el único mecanismo posible puesto que si el oro es la
base de la emisión, ésta puede establecerse sobre las cantidades de
oro entregadas a la casa de monedas.

El principio de reglamentación de los saldos. Com o los individuos des­


centralizados utilizan su solvencia para funcionar sin conocer a priori
el equilibrio global, es normal que el mercado determine que los
ingresos de los individuos no son iguales a sus gastos. Una transac­
ción simple de compra y venta no es una relación de equivalencia
dado que los saldos de cada individuo pueden ser positivos (agen­
te en superávit) o negativos (agentes en déficit), y esta situación
conduce a que el sistema económico determine una regla que can­
cele estas diferencias de cuentas para los distintos individuos y así
dar vigencia al principio de la equivalencia global en la totalidad
de las relaciones económicas de cada individuo. Las formas de esta
cancelación cambian ampliamente según los sistemas monetarios,
tal como se anotará más adelante.

La pluralidad de individuos descentralizados (la división del trabajo)

Se supone una pluralidad de productores de bienes o firmas des­


centralizados que deciden acciones económicas de producción sin
estar sometidos a un principio centralizador que cree la armonía
152 Lecciones de Economía Marxista

entre agentes, antes de pasar por el mercado. Esto indica que el


sistema económico es la combinación de las conductas individua­
les descentralizadas y los efectos de la interdependencia que se
impone a los individuos como realidades mercantiles. En una so­
ciedad mercantil simple estos agentes serán los productores directos
de mercancías, mientras que en las sociedades capitalistas, serán
firmas que contratan trabajo asalariado.

Los obreros como grupo especial

En el capitalismo, los productores de mercancías contratan asala­


riados y por tal motivo es necesario introducir por hipótesis personas
que, como decía Marx, sólo poseen su capacidad de trabajar, pero
sin poder ejercerla por su propia decisión (no tienen dinero ni tie­
nen medios de producción). La explicación del capitalismo incorpora
entonces una asimetría social, entre agentes que son capaces de pro­
poner una actividad económica (los solventes) y aquellos que están
excluidos de los medios de producción y del dinero, los no solven­
tes. Estos últimos se ven obligados a ofrecer su fuerza de trabajo
como única vía para acceder al dinero en manos de los capitalistas.
Esto contrasta con una sociedad económica de productores simples
que sólo compromete productores directos que no se ven afectados
por asimetrías sociales y sólo incorpora diferencias cuantitativas.

Una tecnología para los procesos productivos

Com o es habitual, se supone que los productores disponen de una


tecnología para elaborar los productos, que determina las cantida­
des de insumos y de trabajo específico que son necesarios para
elaborar una cantidad determinada de cada producto. Para facilitar
la exposición se continúa con la hipótesis simplificadora de Marx,
según la cual cada productor fabrica sólo un bien y que el sistema
genera un sobre producto físico.

Un sistema de mercados

Existe un sistema de mercados organizado para las mercancías,


donde los productores capitalistas traen la cantidad de bienes que
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 153

ellos quieren vender, donde se gastan las sumas de dinero que co­
rresponden a las mercancías que quieren comprar como insumos y
como consumo personal y donde los obreros gastan los salarios
correspondientes a los contratos de trabajo. Los mercados abren y
cierran simultáneamente y duran un período discreto de tiempo.

F u n c io n a m ie n to d e l s is te m a m e r c a n til y g e n e r a c ió n d e la g a n a n c ia

La unidad entre la producción y la circulación

Al tomar directamente un sistema capitalista con empresarios y asa­


lariados, explicar el mercado implica mostrar inicialmente cómo es
posible que los agentes presenten sus mercancías para ser vendi­
das contra el dinero de los compradores. Esto se logra mediante la
unidad entre producción y circulación, es decir, cuando la produc­
ción no precede a la circulación.

La producción y el consumo se presentan como un proceso único de


la siguiente forma: el empresario autónomo decide y propone una
producción teniendo en cuenta, además de la tecnología, sus expec­
tativas y cálculos personales con respecto al precio y las cantidades
que espera vender. La realización de esta producción le implicará un
gasto de dinero, en primer lugar, en una serie de compras para obte­
ner los insumos y ejecutar los gastos propios del cada capitalista, y
en segundo lugar, los pagos de la mano de obra de acuerdo con las
reglas sociales vigentes. En este sentido, el gasto o la circulación de
un monto de dinero es la condición de la producción.

La emisión

El dinero e x a n t e procede del sistema monetario por medio de la


emisión apoyada y generada en la creación de la deuda o financia­
ción, de acuerdo con reglas supuestamente conocidas y válidas para
todos los agentes. Los empresarios evalúan en unidades de cuenta
el valor inicial de su actividad, como diría Marx, el valor de su ca­
pital y de su plusvalía. Al hacerse efectiva, gracias a la emisión, se
tiene una formulación posible para el concepto de p r e c i o i d e a l de
Marx (un precio monetario para la presentación social de las mer­
cancías), que no es otra cosa que una evaluación privada, hecha en
154 Lecciones de Economía Marxista

dinero efectivo y aceptado por todos, de la actividad productiva


del em presario. Así, los gastos incurridos por el capitalista para
llevar a cabo su producción hacen del precio ideal de M arx un pre­
cio efectivo antes que venda su m ercancía79.

La relación salarial

Se vio an terio rm en te que M arx plantea la relació n salarial com o


“la com p ra y v en ta ” de la m ercancía fuerza de trab ajo del obrero,
por m ed io del d in ero del em p resario cap italista en un m arco de
asim etría en tre ca p italistas y obreros. Esta p o sició n es in terp re­
tad a de o tra fo rm a en el en foq u e m o n eta rio o h e tero d o x o . El
salario no es el pago de una m ercancía p oseíd a por los obreros
(estos no tien en nada para vend er porqu e no pued en prod u cir
au tó n o m am en te nad a), sino que se trata de una vía esp ecial para
que una p arte de la p o blación pueda acced er al d in ero y así al
sistem a econ óm ico.

En efecto, por la naturaleza de la sociedad m oderna, un sector de la


población está excluido de las condiciones que perm iten proyectos
productivos y al necesitar dinero para su existencia, se som eten a la
iniciativa y al control de los em presarios-capitalistas. La diferencia
con otros regím enes de sum isión (esclavism o y feudalism o) es que
este som etim iento no im plica la pérdida de la libertad individual
sobre su persona ni sobre la disponibilidad de su ingreso. C on el
pago de salario, los sujetos excluidos de la división social del tra­
bajo y del dinero, pueden existir económ icam ente com o portadores
de dinero y luego com o consum idores.

C ontrario al enfoque neoclásico donde el m ercado de trabajo es el


espacio donde los agentes optim izan la relación entre el ocio y el
trabajo, aquí el m ercado de trabajo o m ejor, la relación salarial, es el
m ecanism o de integración de la m ayoría de la población a los m er­
cados. Si un obrero no consigue em plearse, queda exclu ido del
sistem a económ ico.

79 En Marx el precio ideal era apenas una expresión de un posible valor. En Benetti
y Cartelier es una expresión que se hace efectiva por medio de los gastos.
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 155

Dada la asim etría para acceder a los m ercados y puesto que son los
productores em presarios los que deciden el volum en de producción
y el em pleo, Benetti y Cartelier proponen pensar esta relación sala­
rial m ediante la idea de sumisión o dependencia monetaria que sufre un
sector social en el sistem a capitalista y que lo convierte en clase obre­
ra. Lo com ún entre el obrero moderno y el siervo feudal es la sumisión,
pero en un caso es m onetaria y en el otro social o personal.

El salario es un precio institucional

E stando definid a la naturaleza especial de la relación salarial, es


necesario dar cu en ta del nivel de salario com o algo diferen te a los
precios. A quí se recuerda que en la vieja teoría clásica y m arxista
no era posible otorgar un valor a la fuerza de trabajo con los m is­
m os argu m en tos que para las m ercancías (ella no se produce en la
división del trabajo) y, por lo tanto, el salario se explicaba por una
relación especial, la necesidad social de recon ocer la subsistencia
de los o b rero s, la cu al se co n sid era b a d ep e n d ie n te de h ech o s
histórico-cu ltu rales externos a las leyes económ icas.

En lugar de repetir esta condición histórica, se introduce el conflic­


to de clases com o confrontación entre agentes puestos en jerarquías
diferentes y se definen los niveles salariales socialm ente vigentes.
El salario, entonces, “no es un precio de m ercado sino un precio
n e g o cia d o p o r los e m p re sa rio s y los tra b a ja d o re s” (B e n e tti y
Cartelier, 1 9 9 8 ,1 9 ). Por su propia naturaleza, entonces, uno de los
tem as de esa negociación es precisam ente la fijación del nivel sala­
rial (lo que reciben los obreros) y sobre las condiciones de trabajo
(lo que ellos dan).

Por ser una relación de dependencia, la relación salarial está regla­


m entada socialm ente por norm as jurídicas obligatorias para todos
los contratos de trabajo. Los obreros son agentes pasivos y depen­
dientes económ icam ente, y en este m arco no sufren la incertidum bre
del salto m ortal de las m ercancías ni tam poco el riesgo de caer en
quiebra puesto que ellos no invierten dinero en los m ercados.

De esta m anera, una variable social (la preexistencia de un consu­


m o social en el v iejo m arxism o) es su stituid a por otra, la regla
156 Lecciones de Economía Marxista

salarial, con la ventaja de ser m ás coherente con la perspectiva mar-


xista. La consecuencia m ás im portante de esta situación es que son
los em presarios, quienes al ser aquellos que tienen la iniciativa eco­
nóm ica, se som eten a la sanción del m ercado. Por el contrario, los
obreros com o agentes pasivos, son agentes del m ercado sólo com o
consum idores del ingreso que obtienen en la relación salarial, al
tiem po que dependen de los em presarios capitalistas para la deter­
m inación de la cantidad de empleo.

La matriz de pagos

Al poseer dinero y conocer las condiciones salariales, los em presa­


rios capitalistas sim ultáneam ente pueden gastar dinero (com prar)
y recibirlo (vender), en los distintos m ercados existentes: para n
m ercancías existirán n m ercados. El funcionam iento de los m erca­
dos es una red de traspasos de dinero. Por este m otivo, cada uno de
ellos puede representarse com o una cuenta en la cual, por un lado,
se registran sus gastos (el dinero que introdujo en el m ercado) y,
por el otro, las ventas (los ingresos que recibió de los otros). En
consecuencia, la econom ía entera se registra com o un cuadro o m a­
triz de pagos e ingresos monetarios.

Gastos
>
Agentes l 0 11 Salarios Total Saldo
l 0 dl2 din dl(n+l) Di Si
O chi 0 d2n d2(n+l) [>2 S2
...
11 dm dn2 0 du(n+i) Dn S11
Obreros d(11+1)1 d(ll+1)2 d(ii+i)n W 0
Total Ri R2 R11 W M 0

En esta m atriz, cada cifra tiene un sentido doble: las filas contem ­
plan los diversos gastos de los em presarios por com pras de diversas
m ercancías y las com pras hechas por los obreros (las fracciones se
señalan com o Dij con i y j = l...n + l siendo n+1 los obreros que reci­
ben salarios). Las colum nas contem plan los ingresos respectivos
generados por las ventas y adicionalm ente la colum na de los sala­
rios pagados.
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 15 7

La confrontación para cada uno de los participantes del total de


ingresos y gastos proporciona el vector de saldos (Si) que resulta
de la circulación. Para los em presarios estos saldos son positivos o
negativos y solam ente por azar serían iguales, m ientras que para
los obreros no hay saldos distintos a cero. En el prim er caso, estas
desigualdades proceden de la acción descentralizada de los agen­
tes dado que los gastos son decididos por cada individuo sin conocer
lo que se decide por parte de los otros. Los saldos finales son la
e x p re sió n de los e fe cto s n eto s de la in te rd e p e n d e n c ia de los
m ercados, aquello que no es controlado por los agentes. En el se­
gundo caso, existe igualdad entre ingresos y gastos dado que los
obreros no son sancionados por el m ercado.

La confrontación de las evaluaciones

Interpretando la financiación inicial com o la evaluación privada de


las actividades de cada em presario, la cantidad de dinero recibida
por cada uno de ellos no es otra cosa que la evaluación social de las
m ercancías o de los proyectos ejecutados. Las entradas de dinero
por las ventas son el instrum ento en que se realiza la socialización
de las decisiones privadas que se presentan en los m ercados.

La formación de precios unitarios

Dos tipos de precios intervienen en esta descripción del m ercado.


En prim er lugar, existe lo que se debe entend er com o el precio
ideal o evalu ación privada de las m ercancías. En segund o lugar,
existe un precio de mercado, aquel que form a el m ercado y al cual
se van a realizar las transacciones efectivas entre com prad ores y
vend ed ores, tal com o sugería Sm ith en el capítu lo VII de la R ique­
za de las N aciones. C om o es del m ercado, y no de los agentes, es
necesario incorp orar un m ecanism o que haga posible su form a­
ción. Para evitar introd ucir un subastador w alrasiano se introduce
un m ecanism o de form ación de precios, de acuerd o con el con ju n ­
to de acciones ind ivid u ales80.

80 Una crítica a la teoría neoclásica de formación de precios está en Benetti (2001).


158 Lecciones de Economía Marxista

Com o M arx no propuso nada al respecto, Benetti y C artelier (1995)


recuperan una idea de los fundadores de la econom ía política en el
siglo xviii, Richard C antillon y Adam Sm ith. En efecto, se introduce
por hipótesis lo que puede llam arse la regla de C antillon-Sm ith. En
1755 C antillon escribe: “Los precios van fijándose en el mercado conforme
a la proporción de los artículos que se ofrecen en venta y el dinero dispuestos
a comprarlos ” ( 1950 , 19 ). Por su parte, Sm ith en 1776 plantea: ‘‘ El pre­
cio de mercado se reglamenta por la proporción entre la cantidad que se lleva
al mercado y la demanda de aquellos que están dispuestos a pagar el precio
natural de la m ercancía” ( 1988 , 140 ).

Adoptar esta regla im plica que los agentes fraccionan, por un lado,
su dinero en cada uno de los m ercados donde desean com prar bie­
nes esp ecífico s (de m edios de produ cción o de consu m o) y, en
segundo lugar, ofrecen los bienes en sus respectivos m ercados. La
regla de C antillon-Sm ith se reduce a aceptar el cociente entre una
masa de dinero dispuesta a com prar (a un precio esperado) un bien
determ inado y una cantidad de bienes ofrecidos, de donde resulta
que el precio es independiente de la voluntad de los individuos, y
es por eso que se puede afirm ar que es dado por “las fuerzas pre­
sentes en el m ercado”.

De esta m anera, se logra que los precios dependan tanto de las de­
cisiones sobre la producción (de acuerdo con las expectativas de
las posibles ventas y a los requerim ientos técnicos), com o de las
decisiones efectivas de consum o, es decir, conform e al valor antici­
pado que se gasta entre los diversos m ercados81.

El desequilibrio monetario

La form ación de un precio en el m ercado no garantiza que el resul­


tado sea un equilibrio m onetario para el individuo. Al contrario,

81 Debe notarse que en esta regla, puesto que los gastos son tomados de acuerdo
con los precios esperados y dados por el mercado, es posible que la canasta de
bienes que el comprador recibe sea diferente, cuantitativamente, de la que pen­
saba comprar; por ejemplo, que se adquieran más chocolates que la cantidad
esperada inicialmente. Esto aparece como un defecto menor respecto a la idea
walrasiana de que el gasto se decide en función del conocimiento del vector de
precios de todas las mercancías ofrecidas en el mercado.
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 159

dado el carácter descentralizado de la econom ía, en general, los


gastos de un em presario no coinciden con los ingresos recibidos,
generando los saldos diferentes a cero. Los em presarios se pueden
encontrar en situación de superávit m onetario (m ayor dinero reci­
bido que el gastado) o en estado deficitario (m enor dinero recibido
que el gastado), esto im plica que el prim er resultado de la acción
del m ercado es generar saldos negativos o positivos en la cuenta de
los agentes. Esta es una m anifestación del desequilibrio económ ico
de una sociedad com ercial aunque no el único.

En térm inos de M arx se diría que el intercam bio niega la equivalen­


cia cuantitativa en la relación de intercam bio, debido precisam ente
a que la expresión m onetaria inicial o evaluación privada de cada
trabajo no puede coincidir n priori con su expresión m onetaria final,
dada por la evaluación social.

El ajuste posterior al mercado

Los desequilibrios o saldos m onetarios plantean la necesidad de


un ajuste de cuentas posterior al m ercado. Esto significa que las
relaciones de com pra y venta no se establecen de acuerdo con una
identidad, donde cada uno de los cam bistas recibe lo m ism o que
gasta. La razón es que en una econom ía m onetaria la com pra o la
venta, no son operaciones de intercam bio entre dos m agnitudes
enfrentadas. En realidad, el intercam bio bilateral sólo com prom ete
una m agnitud, el precio efectivo, el pago de dinero por cada bien.

El dinero no com pra los bienes porque él posea un valor equ iv a­


lente a ellos, sim plem ente es aceptado a cam bio de bienes porque
representa el poder social de com prar, y por tanto perm ite adqu i­
rir otros bienes (o cancelar la deuda contraída por el gasto). La
equ ivalencia entre lo que se recibe y lo que se da sólo se puede
v erificar al nivel social, es decir, en el saldo del con ju n to de la
circulación, en la m atriz de pagos.

Por la im p osib ilid ad de plan tear que cada v enta y cad a com pra
realiza intercam bios entre equivalentes, se hace necesario un prin­
cip io de la reg lam en tació n de los saldos netos de cad a ind ivid u o
para lograr, a p osteriori, el principio de equ iv alen cia en tre sus gas­
tos e in g resos totales.
160 Lecciones de Economia Marxista

Las form as de esta cancelación cam bian am pliam ente según los sis­
tem as de organización m onetaria:

En un sistem a m etálico estricto, los saldos son cancelados


automáticamente porque todo excedente de gastos sobre los ingre­
sos equivale a una pérdida de oro-metal (aquel contenido en las pie­
zas ‘‘/ altantes”) y el sistema nunca puede ser bloqueado (como los
gastos están limitados por las tenencias de metal es imposible que
los saldos excedan esas tenencias). En esta organización, las rique­
zas de los individuos son constituidas por sus tenencias en oro que
revelan, simultáneamente, el residtado del mercado y sus posibili­
dades de acción en el mercado siguiente. Las cosas se presentan de
forma diferente en los sistemas con crédito y de manera aún más
compleja en los sistemas modernos de emisión-capital. Principal­
mente, es concebible el hecho de no cancelar los saldos y prorrogar­
los en el tiempo gracias a las operaciones financieras de toda clase.
En tales sistemas, la complejidad de las relaciones es llevada a un
grado extremo. Ahora es tanto más esencial no perder de vista que
el principio de equivalencia en el intercambio continúa aplicándose,
pero a través de las formas específicas de la economía monetaria con
capital (A glietta y C artelier, 2 0 0 2 , 5 4 ).

Las estructuras de precios de mercado

El proceso de form ación de precios podrá crear varias estructuras


de precios de m ercado a partir del encuentro en el m ercado de cada
bien con los diversos flujos de dinero que allí convergen. Unas ve­
ces se podrá tener agentes que no son capaces de reproducir su
nivel inicial de producción o de consum o (sus ingresos no fueron
suficientes para reproducir el proceso en la escala planeada) y otros
que pueden tener la posibilidad de ir más allá.

Pero, tam bién, es posible la situación de un equilibrio general, es


decir, que por azar se creen precios que garanticen saldos finales
nulos y que sim ultáneam ente perm itan la reproducción física de
las condiciones de producción para cada artículo. La situación de
equilibrio es posible y particular: aquella donde la evaluación pri­
vada y la evaluación social de la producción resultan idénticas y,
por tanto, no existen saldos positivos o negativos.

Se encontraría aquí una situación donde coincide la com patibili­


dad física y la m onetaria, es decir, un requisito que la vieja teoría
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 161

clásica de Ricardo exigía para los “precios naturales” y W alras para


el Equilibrio General.

Las mercancías ofrecidas son asignadas entre los individuos

Todas las m ercancías ofrecidas son asignadas entre los individuos.


Cuando la cantidad ofrecida es m enor que la dem andada el resul­
tado obvio es que esto sucede, m ientras que cuando la cantidad
dem andada es m enor que la ofrecida el excedente sin vender que­
dará en m anos del productor, com o si toda falta de m ercado para
un bien fuese com pensado por la com pra de su propi oferente. El
j

único desequilibrio que aparece es en las cuentas m onetarias de los


individuos o con respecto a los bienes deseados y com prados.

La vida económica de los obreros

M ención especial m erece la vida económ ica de los obreros con refe­
rencia a la de los em presarios capitalistas. M ientras los em presarios
son evaluados por m edio de la diferencia entre sus gastos y el re­
sultado de sus ventas, los obreros no sufren esta incertidum bre
económ ica. En lugar de poseer dos cuentas para com parar, ellos
sólo tienen una cuenta representada desde el principio por el sala­
rio determ inado exógenam ente al m ercado y, por tanto, ellos no
realizan un salto m ortal en los térm inos de una evaluación privada
frente a una evaluación social. Por lo tanto, la relación salarial es
exógena y previa al m ercado, y por tanto, obedece a reglas propias
y no del m ercado.

Al recibir el salario, se crea una dem anda efectiva en los m ercados


de tal m anera que los obreros gastan lo que ganan, m ientras los
capitalistas ganan lo que gastan, tal com o sugería Kalecki. Los obre­
ros sólo intervienen en los m ercados tras recibir los salarios. Su
problem a es su dependencia frente a las decisiones de los capitalis­
tas, entre ellas la creación de puestos de trabajo de acuerdo con los
proyectos productivos decididos según los resultados que van dan­
do los m ercados y las expectativas. La am enaza que enfrentan los
obreros no es la sanción económ ica que genera el m ercado sino el
desem pleo, una situación que significa m antenerse por fuera de la
econom ía en contra de su necesidad y voluntad.
162 Lecciones de Economía Marxista

Particularidades del m odelo de Benetti y Cartelier sobre la teoría


del valor de Marx

Las consecuencias analíticas de este modelo son complejas porque a la


vez se distingue tanto de las visiones ortodoxas del mercado y de los
precios como de las interpretaciones tradicionales sobre la teoría del
valor de Marx. El marxismo tradicional, en su mayoría, asume un enfo­
que sobre el valor y el dinero diferente al propuesto en esta formulación
monetaria. Los puntos siguientes muestran las grandes divergencias.

La plataforma monetaria

A pesar de que M arx insistió en que el hom bre es un anim al social


que sólo puede individualizarse en sociedad, las versiones tradi­
cionales de la teoría m arxista no daban im portancia a las hipótesis
institucionales im plícitas en su teoría del valor y hacían parecer que
bastaba con definir al individuo com ercial com o productor en una
división del trabajo con técnicas dadas. Tom ando en consideración
la definición del dinero y del agente económ ico se deduce que el
proceso com ercial ya no puede seguirse representando com o la sim ­
ple venta de un producto y la posterior serie de com pras com erciales,
es decir, el tradicional esquem a M ercan cía-D inero-M ercan cía.

Ahora es necesario colocar al dinero desde el principio por m edio


de alguna regla de em isión. De esta form a, la teoría del valor de
M arx no puede confundirse con alguna form ulación “real” de los
valores o precios. Por eso los autores concluyen:

La teoría del valor sin dinero no puede determinar valores relevan­


tes para una economía mercantil. Esto es cierto para el marxismo
moderno y para los modelos de equilibrio general. El dinero es lógi­
camente anterior al valor y no lo inverso. El dinero es otra expre­
sión de la división mercantil del trabajo. Marx nos recuerda que la
división mercantil del trabajo no es lina hipótesis técnica. Introducir
el dinero en la misma base que la división mercantil del trabajo es el
enfoque relevante (Benetti y Cartelier 1998 , 14).

Un enfoque diferente al de los ricardianps

El hecho de plantear que las cantidades de trabajo socialm ente ne­


cesario dependen del m ercado, hace im posible asim ilar la teoría
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 163

del valor de M arx a un caso de la teoría ricardiana. En efecto, Benetti


y C artelier (1998) en contra de las interpretaciones ricardianas de
M arx, son claros:

A l asumir t (el vector de cantidades de trabajo) como dado desde


afuera, como es tradicional hacerlo por los marxistas, equivale a
afirtnar que t es independiente de q (el vector de las cantidades
producidas). A s í la teoría marxista del valor se convierte en un
caso e sp ecia l de la teoría ricardiana de los p recio s (como
Samuelson lo estableció hace algunas décadas). En realidad, el
vector de valores netos sólo puede encontrarse en el mercado
(B enetti y C a rte lie r 1 9 9 8 , 1 4 ).

Paralelam ente, al no existir una idea de precios naturales o de pro­


ducción previa al funcionam iento del m ercado, tam poco es una
form ulación que pueda asim ilarse a los precios de producción o
“naturales” de la tradición clásica de Sm ith, Ricardo y Sraffa. C ontra
estos últim os, todos los precios de la teoría heterodoxa son de tipo
m onetario y, sobre todo, del m ercado, donde los precios de equili­
brio son apenas casos particulares de ellos y determ inados por la
m ism a ley.

La desaparición analítica de la idea del trabajo abstracto

El conjunto de los trabajos privados de la división del trabajo (la


actividad productiva del productor sim ple o de los trabajadores
asalariados contratados por los em presarios), debían según M arx
convertirse en trabajos sociales, en m ontos de sustancia del valor.
En este sentido, se debería encontrar alguna diferencia cualitativa
entre esos trabajos. Pero esto es im posible porque en el intercam ­
bio no hay una realidad que se pueda designar com o trabajo social.
En su lugar, aparecen dos evaluaciones en dinero del trabajo priva­
do, la prim era, la estim ación privada hecha por el productor, y la
segunda, la estim ación social resultante del m ecanism o de m erca­
do. Es decir, estam os frente a dos evaluaciones hechas por m edio
de reglas distintas cuyo elem ento com ún es que am bas se hacen en
dinero. En las sociedades no com erciales el trabajo se hace social al
m ism o tiem po que se ejecuta; en la sociedad com ercial está separa­
do la ejecución y la evaluación social.
164 Lecciones de Economía Marxista

Esta nueva teoría de la “circulación m ercantil” perm ite ver que es el


dinero lo que constituye la verdadera y única unidad o m agnitud
económ ica socialm ente válida (la sustancia del valor) del sistem a
m ercantil. En cuanto al trabajo, este solo se vuelve social porque es
asalariado y la relación salarial tiene com o requisito el dinero y la
dependencia m onetaria82.

La nueva formulación de la equivalencia en el intercambio

M arx insistió frecuentem ente en que la equivalencia de valores era


característica del intercambio, como si toda transacción mercantil fuese
una equivalencia entre dos valores iguales, uno frente al otro. En la
form ulación m onetaria, tal característica no se cum ple porque el en­
cuentro en cada transacción particular entre el dinero y la mercancía
no es la concurrencia de dos valores distintos (el dinero es el repre­
sentante del valor, pero no es un valor), sino la form ación del precio
efectivo de la m ercancía, la generación de la evaluación social.

Para h ab lar de eq u iv a len cia h abrá que co m p a ra rla co n la e v a ­


lu a c ió n p r iv a d a , c o n a q u e lla h e c h a a n te s d e la v e n ta . N o
o b stan te, por la d e sce n tra liz a ció n de las d e cisio n e s, esta s dos
ca n tid a d es no son e q u iv a len te s, salv o si se e stu v ie se en e q u ili­
b rio , lo cu al es excep cio n a l.

Sin em bargo, la regla que im pone la necesidad de anular esos saldos


obliga a que se cum pla la equivalencia en el intercam bio, pero ahora
en un sentido nuevo: la totalidad de los ingresos deben, al final, co­
rresponder a los egresos totales. La equivalencia del intercam bio no
se da en intercam bios aislados sino en la totalidad de las relaciones.

La formación del poder económico de los individuos

El gasto privado inicial, es decir, la evaluación privada de los pro­


ductores de m ercancías, no determ ina su verdadero poder com ercial
o de com pra. Si esto ocurriera, se volvería a encontrar el error de
contenid o en la idea del m arxism o trad icional, segú n la cual el
trabajo privado es inm ediatam ente social. Lo que aparece ahora es

82 Sobre estos puntos ver Benetti y Cartelier (1999).


Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 165

que lo privado puede expresarse socialm ente en dinero, sin dejar


de ser priimdo o concreto.

En efecto, no es el dinero ni las dotaciones lo que crean el verdade­


ro poder de com pra sino las relaciones económ icas entre los sujetos.
Por eso Benetti y C artelier (1995, 14) lo enfatizan: “El valor de las
m ercancías sólo existe com o una m agnitud m onetaria resultante de
la red com pleta de circulación”. No es la relación con una cosa (la
posesión o la producción de bienes), lo que perm ite explicar el po­
d er e co n ó m ico del a g e n te co m o lo p re te n d e el p e n sa m ie n to
económ ico ortodoxo desde Adam Sm ith, sino que, por el contrario,
ese poder se deriva de dos factores:

1. La solvencia m onetaria del individuo (de acuerdo con las reglas


de em isión vigentes) con lo cual em prende, por ejem plo, una
actividad o una producción.
2. El balance final resultante de la red de relaciones económ icas
ejecutadas, las que a su vez dependen del gasto o solvencia de
los otros sujetos. Lo anterior indica que es necesario definir los
sujetos activos de la econom ía inicialm ente com o solventes y au­
tónom os y que la valoración social depende de las decisiones de
los otros, es decir, deben tenerse en cuenta los efectos de la inter­
dependencia entre los sujetos.

La introducción de un mecanismo de precios

Las versiones tradicionales del m arxism o no estudian la form ación


del precio en el m ercado ni le dan im portancia a la idea del “salto
m ortal” que representa la venta. M arx m encionó el problem a, pero
no propuso una explicación, dejando inacabada su teoría del valor.
La introducción de la regla Cantillon-Sm ith es un avance para re­
presentar la acción del m ercado a partir de las decisiones de los
in d iv id u o s, p u esto que e v ita la in co rp o ra ció n del su b a sta d o r
w alrasiano, a pesar que se m antiene la hipótesis de com petencia
perfecta, y perm ite m ostrar que el intercam bio no es la confronta­
ción entre dos bienes sino la perm utación de bienes que se realiza
en un proceso m onetario llam ado m ecanism o de m ercado83.

83 Sobre este punto véase Benetti y Cartelier (1999) y Bolaños y Tobón (2001).
C a p ít u l o XI

CONCLUSIONES

La tradición m arxista presentó las ideas económ icas de M arx com o


una visión en la cual el dinero no aparecía com o el vínculo social
esencial y, lo que sucedía en el m ercado, en la circulación, se trata­
ba com o algo sin im portancia. Esto perm itió que la intención de
M arx de presentar una idea de precios alternativa a la de Ricardo se
perdiera y que la teoría m arxista se convirtiera en un caso particu­
lar de la teoría ricardiana m oderna com o si las grandes ideas del
autor de Principios de economía y tributación fueran la verdadera base
para la propuesta de M arx, a pesar de su proyecto de plantear una
crítica de la economía política clásica.

El estudio sobre m uchas ideas m arxistas y el enfoque m onetario de


Benetti y C artelier han perm itido m ostrar que las form ulaciones de
M arx no se dejan asim ilar al ricardianism o y que, por el contrario,
ellas se pueden presentar, con algunas correcciones, com o verda­
d e ra m e n te a lte rn a tiv a s a clá sic o s y n e o c lá sico s. La c rític a al
naturalism o de Sm ith y Ricardo hecho por el autor de El Capital se
confirm a al plantear que el m ercado es una configu ración social
especial (alternativa a la sociedad patriarcal, al feudalism o, al so­
cialism o , etcétera), que perm ite relacion es en tre p ro d u cto res y
consum idores descentralizados porque el dinero se acepta com o
una regla social que los individuos incorporan paralelam ente a las
circu nstancias privadas que les determ inan qué producir, cóm o
producir y cuánto consum ir.

El proceso capitalista se com pleta cuando al dinero y al m ecanism o


del m ercad o se añ ad e la rela ció n sa la ria l, la circu la ció n de la
plusvalía y las reglas financieras de anulación de saldos m oneta­
rios creados por el m ercado.
168 Lecciones de Economía Marxista

De esta m anera, el proceso capitalista no es sólo un intercam bio de


una pluralidad de m ercancías por dinero sino la integración en un
sistem a de circulación m onetaria de realidades crediticias, salaria­
les, m ercantiles y financieras, sin que se pueda reducir unas a otras.
Esta presentación del sistem a económ ico com o integración m one­
ta r ia d e r e la c io n e s e c o n ó m ic a s d iv e r s a s , m u e s tr a q u e la s
representaciones del m ercado que plantean las teorías ortodoxas
de los precios (m eros teorem as de existencia de precios de equili­
brio sin intercam bios descentralizados efectivos), no son criticables
por ser m uy abstractas sino por ser absurdas abstracciones del sis­
tem a de m ercados y del capitalism o que la sociedad m oderna tanto
alaba pero se resiste a tener los m edios para entenderlo. U n estudio
renovado de la teoría económ ica de M arx nos da elem entos para
una m ejor explicación.
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Schum peter, J. (1971). Historia del análisis económico. Barcelona: Ariel.


ÍNDICE GENERAL

Pág.

PRÓLOGO 11

PREFA CIO 15

IN T R O D U C C IÓ N 17
Un método holista para el análisis de la sociedad 17
La sociedad de los mercados como forma particular
de sociedad 18
El contraste entre las formas de sociedad 21

CAPÍTULO I
MARX Y LA TEORÍA DE LOS PRECIOS
DE LOS ECON OM ISTAS CLÁSICOS 25
Críticas generales a la teoría clásica del mercado 26
Plantear una respuesta sin claridad sobre la pregunta
tratada 26
Observaciones sobre la teoría de la gravitación
de precios 27
Críticas particulares a la teoría del valor de Ricardo 28
La confusión entre trabajo concreto y trabajo abstracto 28
La ausencia de la conexión inmanente entre
v alor y dinero 29
La relación de las mercancías con el dinero es especial 30

CAPÍTULO II
TEORÍA M ARXISTA DE LA SOCIEDAD
M ERCANTIL SIM PLE 33
Definición de los agentes básicos del mercado 33
174 Lecciones de Economía Marxista

Pág.

Los com ponentes de la relación de intercambio 36


El aspecto cualitativo de la relación de intercambio:
el concepto del valor de uso 38
A specto cuantitativo del intercambio: el concepto
de la sustancia del valor 40
La definición del trabajo socialmente necesario o trabajo
hom ogéneo 43
El TSN no se confunde con los trabajos particulares
o concretos 44
El trabajo homogéneo de Marx no es el mismo
de R icardo 45
El trabajo hom ogéneo no resulta de una
abstracción teórica 46
La explicación marxista de la hom ogeneización
de los trabajos: dos enfoques diferentes 47
Primera tesis: la reducción se hace en la producción 47
Segunda tesis: la reducción o abstracción se realiza
en la relación entre la producción y el intercambio 48

CAPÍTULO III
LAS CO N CEPCIO N ES M ARXISTAS DEL TRABAJO
GENERAL Y LAS TEORÍAS DEL M ERCADO 51
La idea del precio a partir del trabajo incorporado
en la producción 51
Exam en crítico de esta alternativa 53
La teoría del valor inicial de Marx sería un caso
particular e inferior de la de Ricardo 55
La idea del valor como unidad de la producción
y el intercam bio 59
El precio ideal en dinero o la form a del v alor 60
El salto m ortal de las mercancías 62

CAPÍTULO IV
EL DINERO O LA FORM A DEL VALOR 65
Digresión sobre el dinero en la teoría económica 67
La vía neoclásica 68
La vía clásica 69
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 175

Pág.

La teoría m arxista del dinero 70


La necesidad de la expresión en dinero 71
Las formas del valor o la "génesis" del objeto
que sirve de dinero 74
La Forma I del valor 75
La Forma II o form a total del valor 76
Primera génesis: La «inversión» de la Forma II
genera la Forma III 79
La segunda génesis: una «acción social» genera el
equivalente general 80
La Forma IV: la selección del oro como dinero 82

CAPÍTULO V
EL DINERO ES U NA "M ERCA N CÍA " PER O ... ESPECIAL 85
El dinero es una mercancía 85
Las especialidades de la m ercancía dineraria 87
El valor de uso del dinero no es un valor de uso m aterial 87
El trabajo privado que produce el dinero es de inm ediato
trabajo socia l 88
La mercancía dinero no posee la form a dinero 89
El dinero entra y circula en el mercado de manera
distinta a las mercancías 90

CAPÍTULO VI
EV ALU A CIÓ N CRÍTICA DE LA TEORÍA M ARXISTA
DEL VALO R Y DEL DINERO 95
El dinero ¿m ercancía o no-m ercancía? 96
El significado de la acción social que instituye el dinero 102
La m aterialidad del objeto monetario 103
M arx y la explicación del mercado 107

CAPÍTULO VII
TEO RÍA DE LA SOCIEDAD CAPITALISTA:
PLUSVALO R Y SALARIO 109
Definición del capital y del plusvalor 111
Circulación del capital: una circulación especial del dinero 113
176 Lecciones de Economía Marxista

Pág.

La fa s e D Ft: contratar trabajo asalariado es


"comprar y vender" la fuerza de trabajo 114
El dinero en manos de los capitalistas 114
La "demanda" de fuerza de trabajo 115
La fuerza de trabajo se ofrece y es adquirible 117
La fuerza de trabajo se adquiere por medio de una compra 120

CA PÍTU LO VIII
TEO RÍA M A RXISTA DEL EXCEDENTE 125
La fase ft —> M: proceso de trabajo y proceso
de valorización 125
El proceso de trabajo 125
Proceso de valorización del dinero adelantado 127
La form ación del valor del producto 127
Aparición del excedente o plusvalor 130
La fase M '- D ': la venta de la m ercancía 135

CAPÍTULO IX
EVALUACIÓN DE LA TEORÍA MARXISTA
DEL PLU SV A LO R 137
Evaluación crítica de la exposición de Marx 138
Ausencia de una descripción com pleta de las
condiciones m onetarias del plusvalor 138
La naturaleza especial de la relación salarial 140
Respecto al valor de uso 140
Respecto a la naturaleza de la relación salarial 141
Respecto a la explicación del valor de la fuerza de trabajo 142
El privilegio otorgado a la producción en la generación
del valor 145

CAPÍTULO X
M ERCADOS Y CAPITALISM O DESDE UNA PERSPECTIVA
M ONETARIA: EL M ODELO DE BENETTI Y CARTELIER 147
Fundam entos analíticos del modelo Benetti y Cartelier 148
Bases m arxistas 148
Bases modernas del enfoque m onetario 150
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 177

P ág.

H ip ó te sis g e n e ra le s d e l m o d e lo m on etario de p recio s,


sa la rio s y g a n a n cia 150
Un sistem a de pagos 150
La pluralidad de individuos descentralizados
(la división del trabajo) 151
Los obreros com o grupo especial 152
Utta tecnología para los procesos productivos 152
Un sistem a de m ercados 152
F u n cio n a m ien to d el sistem a m ercan til y g en eració n
de la g a n a n cia 153
La unidad entre la producción y la circulación 153
La em isión 153
La relación salarial 154
El salario es un precio institucional 155
La matriz de pagos 156
La confrontación de las evaluaciones 157
La form ación de precios unitarios 157
El desequilibrio m onetario 158
El ajuste posterior a l mercado 159
Las estructuras de precios de mercado 160
Las mercancías ofrecidas son asignadas
entre los individuos 161
La vida económ ica de los obreros 161
P a rticu la rid a d e s d el m o d e lo de B en etti y C a rte lie r sobre
la teoría d e l v a lo r de M arx 162
La plataform a m onetaria 162
Un enfoque diferente al de los ricardianos 162
La desaparición analítica de la idea del trabajo abstracto 163
La nueva form ulación de la equivalencia en el intercam bio 164
La form ación del poder económ ico de los individuos 164
La introducción de un mecanismo de precios 165

C A P ÍT U L O XI
C O N C L U S IO N E S 167

BIBLIOGRAFÍA 169
eo
E D IT O R E S E IM P R E S O R E S

Edición terminada
en mayo de 2009
Bogotá, D.C. - Colombia
Llltimas publicaciones

Facultad de Ciencias Económicas

Economía matemática en Matlab


Norma Góm ez, Norman Maldonado,
Eduardo Sánchez y Lida Quintero. Miembros
del grupo Grupo de Estudios de Economía
Matemática (G EDEM ) de la Facultad de
Ciencias Económicas (FCE) de la Universidad
Nacional de Colombia.

Portal de Publicaciones

www.fce.unal.edu.co/publicaciones
* Documentos FCE: Documentos de trabajo
de los profesores, estudiantes de posgrado e
investigadores de la FCE.
* Econografos FCE: Documentos de
producción estudiantil (pregrado).
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‘‘Resultado de una larga maduraáón, este libro presenta con rigory claridad la
teoría de M arx y , en cada etapa, propone una reflexión crítica sobre sus respuestas
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de la Universidad Autónoma Metropolitana de México.
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