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CASACION. RADICACION. 1 1.

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RAMIRO DE JESUS VELEZ RIVERA

Proceso No 11188

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA


SALA DE CASACION PENAL

Magistrado Ponente:
Dr. FERNANDO E. ARBOLEDA RIPOLL
Aprobado acta No. 017

Bogotá, D. C., catorce de febrero del año dos mil dos.

Resuelve la Corte el recurso extraordinario de casación interpuesto por el


defensor del procesado RAMIRO DE JESUS VELEZ RIVERA contra la
sentencia del Tribunal superior del distrito judicial de Medellín, mediante la
cual lo condenó por el delito de homicidio.

Hechos y actuación procesal.-

Aquéllos fueron declarados por el juzgador de segunda instancia, de la


manera siguiente:

“El 23 de julio de 1994 estaban jugando billar e ingiriendo


aguardiente en el establecimiento billares Ayacucho (en la
ciudad de Medellín), Pedro Pablo Orrego Miranda, Iván de
Jesús Gómez Montoya y Ramiro de Jesús Vélez Rivera. Se
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les acercó en estado de embriaguez Elkin Gabriel Yepes


Moreno y les pidió un trago. Se lo negaron y el primero lo
agarró a puños. Como el afectado no pudiese soportar los
golpes con los brazos se tapó la cara y el administrador,
Roenis de Jesús García Alvarez tuvo que decirle ‘déjalo
pues ya hombre’ (fl. 42). Enseguida se le vino encima
Vélez Rivera con una navaja pico de loro y lo siguió hasta
la heladería Disco Éxito, le propinó seis puñaladas en la
espalda, una en el cuello lateral izquierdo y la otra en la
frente. De la calle 49 entre la carrera 51 y 52 fue llevado a
(la) policlínica municipal donde falleció (fls. 1, 92 y 93)”.

Abierta la instrucción por la Fiscalía treinta y siete seccional de la unidad


tercera de patrimonio (fl. 6), vinculó mediante indagatoria a RAMIRO DE
JESUS VELEZ RIVERA (fls. 8 y ss.), a quien la Fiscalía séptima de la
unidad primera especializada de vida, a donde fueron reasignadas las
diligencias, definió su situación jurídica con medida de aseguramiento de
detención preventiva (fl. 25 y ss.).

Posteriormente, previa clausura del ciclo instructivo (fl. 117), el veintitrés


de noviembre de mil novecientos noventa y cuatro se calificó el mérito
probatorio del sumario profiriendo en su contra resolución de acusación por
el delito de homicidio (fls. 141 y ss.), mediante determinación que el cuatro
de enero del siguiente año la Unidad de fiscalía delegada ante los tribunales
superiores de Antioquia y Medellín confirmó íntegramente, al conocer en
segunda instancia por vía de apelación interpuesta por el defensor (fls. 166

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y ss.).

La fase de juzgamiento se tramitó ante el Juzgado once penal del circuito


(fl. 177), autoridad que, entre otras diligencias, dispuso practicar examen
psiquiátrico al acusado con el fin de establecer su salud mental con
anterioridad al hecho materia de juicio, si al momento de realización de la
conducta se encontraba en las circunstancias previstas por los artículos 31 ó
32 del decreto 100 de 1980, y la salud mental “en la actualidad y las
recomendaciones para su futura encarcelación en caso de hacerse
merecedor a ésta” (fl. 245).

En cumplimiento de lo ordenado, el psiquiatra forense del Instituto nacional


de medicina legal y ciencias forenses, concluyó que el estado de salud
mental del imputado antes de los hechos “era normal”; que “al momento de
los hechos se encontraba en un estado de embriaguez leve que no le
comprometía de manera total ni absoluta su capacidad de comprensión ni de
determinación por lo tanto no sufría ni un trastorno mental ni una inmadurez
psicológica”, y que “el estado de salud mental del sujeto en la actualidad es
el de no colaborar conscientemente con la entrevista de ahí que requiera
continuar su actual tratamiento y ser nuevamente remitido para evaluación
cuando decida colaborar en la entrevista” (fls. 249 y ss.).

Previa realización de la vista pública (fls. 267 y ss.), el trece de junio de mil
novecientos noventa y cinco se puso fin a la instancia, condenando al
procesado a la pena principal de veinticinco (25) años de prisión y la
accesoria de interdicción de derechos y funciones públicas por el término de

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diez (10) años, entre otras determinaciones, a consecuencia de declararlo


penalmente responsable del delito imputado en el pliego enjuiciatorio (fls.
277 y ss.), mediante sentencia que el Tribunal superior confirmó
íntegramente al conocer en segunda instancia por vía de apelación
interpuesta por la defensa (fls. 304 y ss.).

Contra el fallo de segundo grado, en oportunidad, este mismo sujeto


procesal interpuso recurso extraordinario de casación (fl. 313), el cual fue
concedido por el ad quem (fl. 318) y dentro del término legal presentó el
correspondiente escrito sustentatorio (fls. 321 y ss.), que se declaró ajustado
a las prescripciones legales por la Sala (fls. 3 cno. Corte).

Es de advertir, que con oficio número 949 del 15 de noviembre de 2001, el


Juzgado once penal del circuito de Medellín, remitió a la Corte copia del
auto proferido el dieciséis de octubre anterior, mediante el cual procedió a
“REDOSIFICAR la pena de VEINTICINCO AÑOS DE PRISION A
TRECE de la misma , sanción esta última que será la que definitivamente
deberá purgar RAMIRO DE JESUS VELEZ RIVERA, como autor
responsable de la conducta punible de HOMICIDIO en la persona de quien
en vida respondía al nombre de ELKIN GABRIEL YEPES MORENO” (fls.
91 y ss. cno. Corte).

La demanda.-

Con apoyo en la causal primera de casación, cuerpo segundo, el libelista


postula un cargo contra el fallo del tribunal.

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CARGO UNICO. (Violación indirecta de la ley sustancial).

Denuncia el casacionista que el tribunal incurrió en error de hecho por dejar


de apreciar algunas pruebas obrantes en el informativo, lo que determinó la
falta de aplicación del artículo 31 del Código penal vigente por entonces
(Decreto 100 de 1980).

Refiere al efecto que el sentenciador incurrió en falso juicio de existencia


respecto del dictamen rendido por el psiquiatra Pedro Balbuena González
que corre a folio 185, donde el citado profesional al describir la situación
del procesado VELEZ RIVERA afirma haber encontrado un lenguaje
acelerado, en tono normal, con pobre vocalización, lo que dificulta entender
su discurso, por momentos incoherente, y seguidamente refiere el
tratamiento iniciado para tratar la dolencia mental, que a su criterio
corresponde a una psicosis maniaco-depresiva.

Asimismo, el Tribunal desconoció el testimonio del citado profesional


rendido en la vista pública, incurriendo de tal modo en error de existencia,
en el que afirmó que “la psicosis maniaco-depresiva es un cuadro psicótico
o sea un cuadro de locura que se caracteriza por períodos de exaltación del
afecto, principalmente en la fase maniaca y por disminución del estado de
ánimo en la fase depresiva, o sea, hay un período de aumento del estado de
ánimo y otras etapas en las que se disminuye el estado de ánimo”. Y en
referencia al procesado señaló que de acuerdo a lo diagnosticado, sus

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antecedentes familiares y la buena respuesta al tratamiento farmacológico,


padece una psicosis maniaco-depresiva de carácter hereditario que se
disparó por el consumo de tóxicos, lo cual corresponde a un cuadro de
locura y no a una sociopatía o a un estado confinante.

En la actuación, agrega, hay prueba que el procesado estuvo ingiriendo licor


la noche de los acontecimientos, la que sin embargo fue ignorada por el
sentenciador, como así se establece de los testimonios de Iván de Jesús
Gómez Montoya, y Pedro Pablo Orrego Miranda quienes relatan haber
estado consumiendo aguardiente en compañía del procesado, antes y
durante el juego de billar.

De lo anterior colige que cuando su asistido llegó a los billares, se


encontraba en avanzado estado de embriaguez, y por tal motivo “ya tenía
dentro de sí el suiche (sic), el dispositivo que accionaría su terrible mal y
ante esa fuerza destructora nada podía hacer”.

El tribunal tampoco apreció los testimonios de Martha Inés Rivera Arboleda


y las hermanas del procesado Lucía y Luz Morelia, quienes informan sobre
la anormalidad mental en que VELEZ RIVERA se encontraba antes de
cometer el hecho.

Estos errores, llevaron al sentenciador a dejar de aplicar el artículo 31 del


estatuto punitivo por entonces vigente, no obstante hallarse acreditados en
la actuación los elementos que estructuran dicha figura.

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Por lo anterior, solicita casar el fallo impugnado y proferir la sentencia que


en derecho corresponda.
Concepto del Agente del Ministerio Público.-

El Procurador primero delegado en lo penal conceptúa que el cargo debe


desestimarse, por cuanto si bien en principio asiste razón al actor ya que el
tribunal no menciona en su decisión el dictamen y la declaración rendidos
por el psiquiatra Pedro Balbuena, así como las declaraciones de Iván de
Jesús Gómez Montoya, Pedro Pablo Orrego Miranda, Lucía y Luz Morelia
Vélez Rivera, ello no significa que hubiere incurrido en un falso juicio de
existencia por omisión determinante en el resultado del proceso. Todo se
reduce a un enfrentamiento de criterios respecto del tema de la
imputabilidad o no del procesado en el momento de realización de la
conducta.

Ello por cuanto para los falladores no existe duda alguna sobre la
normalidad mental de RAMIRO DE JESUS VELEZ RIVERA al momento
de ocasionar la muerte de Elkin Gabriel Yepes Moreno, a cuya conclusión
llegaron con fundamento en el dictamen médico-forense realizado por el
Instituto de medicina legal, según el cual, antes de cometer el hecho el
estado de salud mental del procesado era normal, y que al momento de los
acaecimientos objeto de juzgamiento se encontraba en estado de
embriaguez leve que no le comprometía de manera total ni absoluta su
capacidad de comprensión ni de determinación, y que por tanto no sufría de
trastorno mental o de inmadurez sicológica.

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En la audiencia pública, el doctor Ricardo Bernal Jaramilllo, profesional


que suscribe el dictamen, explicó las razones por las cuales se consideró
que la embriaguez del sindicado era leve, con fundamento en la actividad
motora desplegada al momento de los hechos, cual fue la de correr,
forcejear y defenderse, al igual que las otras circunstancias acompañantes.
Y sobre la cantidad de licor que el sindicado dijo haber ingerido, expuso
que ella no está establecida, pues es sabido que cuando varias personas se
dedican a dicha actividad, no todos lo hacen en igual cantidad, y además,
cada persona tiene diferente grado de tolerancia al alcohol.

En relación con la psicosis maniaco-depresiva que posiblemente padece el


procesado, los profesionales de la psiquiatría son acordes en conceptuar que
es de origen hereditario, y que el enfermo presenta períodos de total
normalidad.

El sentenciador, en desarrollo de su función valorativa, analizó las


diferentes probanzas incorporadas a la actuación, incluida la indagatoria,
realizada trece horas después de llevar a cabo el acto homicida, donde
efectúa un relato nítido y coherente, que permitieron establecer la sanidad
mental del encartado al momento de ejecutar el hecho.

El juzgador acogió íntegramente el dictamen pericial rendido por el Instituto


de Medicina Legal, en el que se advierte que pasados cuatro meses desde la
fecha de los hechos, estando detenido el procesado, es cuando se inicia el
cuadro maníaco, explicado por el habitual consumo de tóxicos,
concretamente de marihuana, dentro del establecimiento carcelario.

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A criterio de la Delegada, el juzgador realiza un raciocinio ajustado a la


legalidad cuando sostiene que para declarar inimputable a una persona se
requiere que se cumplan a plenitud las exigencias del artículo 31 del Código
penal por entonces vigente, pues no todo aquél que padezca trastorno
mental o presente inmadurez sicológica, por ese solo hecho adquiere dicho
carácter ya que el trastorno debe ser concomitante con la ejecución del
comportamiento y que éste obedezca a la situación personal del agente, de
modo que le haya obstaculizado el conocimiento de lo antijurídico de su
actuar o menoscabado su capacidad de autodeterminarse.

No empece que el procesado presenta sintomatología que según los


expertos puede responder a una psicosis maniaco-depresiva, el proceso no
indica que el proceder delictivo se hubiere presentado en desarrollo de una
crisis propia de tal enfermedad, sino por el contrario informa que actuó en
estado de normalidad, pues el cuadro psicótico lo presentó cuatro meses
después cuando se encontraba en el establecimiento de reclusión.

Agrega que ninguno de los profesionales de la psiquiatría escuchados en el


proceso dictaminó la inimputabilidad de RAMIRO DE JESUS VELEZ
RIVERA, siendo ésta una apreciación particular del actor, quien, con base
en los conceptos de los galenos, realiza su propia evaluación de la salud
mental de su representado para llegar a la citada conclusión, en contravía de
la expuesta por el dictamen del Instituto de medicina legal, en cuya solidez
científica se basó el fallador para proferir su decisión.

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Concluye, entonces, que el demandante no logra demostrar la configuración


de un error de hecho manifiesto según se exige en casación, y por el
contrario, la argumentación expuesta no deja de ser la exteriorización de un
personal criterio valorativo que pretende imponer frente al objetivo y
razonado del juzgador, sin ninguna posibilidad de éxito en sede
extraordinaria por la doble presunción de acierto y legalidad que acompaña
la decisión judicial, lo que determina la improsperidad del cargo.

Por lo anterior, solicita de la Corte no casar la sentencia impugnada (fls. 44


y ss.).

SE CONSIDERA:

UNICO CARGO. (Violación indirecta de la ley sustancial).

Aun cuando el casacionista denuncia que el sentenciador incurrió en errores


de hecho por falso juicio de existencia, al haber dejado de ponderar el
dictamen rendido por el doctor Pedro Balbuena González, médico psiquiatra
de la Unidad de salud mental de la cárcel Las Mercedes de Medellín; la
declaración de éste rendida en la audiencia pública; y los testimonios de
Iván de Jesús Gómez Montoya, Pedro Pablo Orrego Miranda, Martha Inés
Rivera Arboleda y las hermanas del procesado Lucía y Luz Morelia Vélez
Rivera, para pregonar falta de aplicación del lo dispuesto por el artículo 31
del decreto 100 de 1980 (Código penal aplicado al caso), y sostener con
base en dichos medios que el enjuiciado se encontraba en situación de

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inimputabilidad al momento de cometer el hecho, es lo cierto no sólo que la


formulación del cargo deviene incompleta, sino que carece de fundamento,
y en su desarrollo tampoco se controvierten las consideraciones del
juzgador para arribar a la conclusión contraria, todo lo cual amerita la
desestimación de la censura por la Corte.

En efecto. Si bien los juzgadores de instancia no hicieron alusión, en los


términos esperados por el casacionista, a los medios de convicción
señalados en la demanda como dejados de considerar en el fallo, esto no
significa que no hubieren basado sus conclusiones sobre el estado de
imputabilidad del procesado en la apreciación de dichas pruebas, las cuales
fueron valoradas conjuntamente con otras válidamente recaudadas en la
actuación, cuya ponderación el actor no cuestiona.

Para que el ataque pudiera entenderse completo, el demandante debió hacer


patente que el juzgador omitió ponderar los medios a los que se refiere, y
demostrar al tiempo que, de haberlo hecho, esto es, valorándolos no solo
individualmente sino de modo contextualizado con los demás sobre los que
no recae desacierto alguno y siguiendo las reglas de la sana crítica, sus
conclusiones habrían sido de contenido distinto, lo cual ni siquiera se
ensaya en el libelo.

Recuérdese que en el fallo de primer grado precisó el juzgado de


conocimiento:

“De lo que venimos de analizar y del contenido de la foliatura,


se deduce que como bien lo hace notar la Fiscalía instructora,
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al procesado no puede tenérsele como inimputable y menos


aún darle el tratamiento de tal como lo solicita la defensa
contractual, quien a lo largo de la averiguación no ha hecho
más que tratar de demostrar que Ramiro de Jesús está dentro de
las previsiones del Art. 31 de la codificación penal, que debido
a su ingesta de alcohol y a su probable herencia, se encontraba
en circunstancias que le impedían comprender la ilicitud de su
actuar y de determinarse conforme a él por la inmadurez
psicológica que sufría; circunstancias demeritadas con las
pesquisas Psiquiátricas conforme lo venimos describiendo”
(Destacó la Sala).

Las “pesquisas Psiquiátricas” que se mencionan en el pronunciamiento cuya


ponderación por la Fiscalía el juzgador comparte, y la valoración del
testimonio rendido por los acompañantes del procesado en el momento de
ejecución del hecho, aparecen consignadas en otro aparte de la sentencia de
primera instancia, donde consta lo siguiente:

“Pronunciamiento que por vía de alzada conoció la unidad


seccional de Fiscales delegados ante los Tribunales de
Antioquia y Medellín, siendo confirmado en un todo por
cuanto que la prueba es demostrativa de la responsabilidad del
acusado y de su normalidad anímica; pues que no conducen a
la observación de un posible estado de enajenación mental
como lo pregonan los compañeros de andanzas y quiere
hacerlo notar el defensor contractual de aquél, cuando dice que
los conceptos emitidos por la Sicóloga del plantel de la cárcel
de Bellavista y el Psiquiatra Forense son indicativos de la
pérdida de juicio de su pupilo, lo que le limita sus contactos
interpersonales y hacen procedente un tratamiento de
inimputable por su crítico estado (Se destaca).

“Aquél funcionario, al sustentar los cargos proferidos en la


acusación, dentro del debate público encuentra que la conducta
agresiva de Ramiro de Jesús no tiene exculpación alguna, ni
encuadra dentro de alguna de las causales de justificación o de
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inculpabilidad y menos aún por hallarse en estado de


anormalidad psíquica que le impidiera autodeterminarse; su
actuar constituye violación a la normatividad penal y por ello
debe ser sancionado, como que al momento de su actuar doloso
se encontraba dentro de sus cabales, así lo está demostrando el
dictamen psiquiátrico que afirma la completa normalidad
mental del acusado para la época de los hechos, que la
enfermedad que sufrió ocurrió cuatro meses después y que si
hubiese sufrido crisis similar para el momento del insuceso, esa
crisis le hubiera durado solo media hora; es decir que hubiera
recordado como lo hizo, empero que con ese vacío y por ello
sus exculpaciones no encuentran en el infolio soporte y no
pueden ser atendidas, debiéndose en consecuencia, sancionar
con pena su reprochable comportamiento”.

Este razonamiento permitió concluir al a quo respecto de VELEZ RIVERA


que “se hace reprochable penalmente su comportamiento y por ello, habida
cuenta de su salud mental al momento del acontecimiento doloso, se le
sancionará con pena y no con medida de seguridad; pues que si requiere
tratamiento diferente al que bien merece, bien puede solicitarlo cuando así
lo considere necesario…”

Se evidencia entonces, contrario a lo sostenido por el casacionista, que


cuando el juzgador de primera instancia mencionó a los “compañeros de
andanzas” del procesado para establecer la fuerza persuasiva de sus
declaraciones, estaba haciendo alusión a quienes le acompañaban la noche
de los hechos, esto es Pedro Pablo Orrego Miranda e Iván de Jesús Gómez
Montoya, lo que indica que el cargo por falso juicio de existencia por
omisión respecto de dichos medios, carece de fundamento. Cosa distinta es
que no se les hubiere otorgado el mérito que el actor demanda, pero en tal
hipótesis, debió plantear la censura en el ámbito de otro tipo de error y no

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por aquél en que funda el ataque.

Tampoco es cierto, que los juzgadores hubieren dejado de ponderar los


testimonios de Martha Inés Arboleda y las hermanas del procesado sobre la
condición mental de éste, pues lo que se observa de la sentencia es que
acudieron al método integral de valoración probatoria siguiendo las reglas
de la sana crítica, y en tal medida, se consideró la irrelevancia de sus dichos
frente a lo consignado en la historia clínica del sindicado abierta en el
centro de reclusión, los criterios científicos allegados al proceso, y la
narración coherente del sindicado en la injurada recibida pocas horas
después del suceso fáctico, para tomar como fundamento de la decisión no
sólo el concepto profesional rendido por el doctor Pedro Balbuena de la
Unidad de salud mental Las Mercedes de Medellín, que corre a folio 185 y
que el casacionista interesadamente afirma haberse omitido en el fallo, sino
la indagatoria y la peritación practicada por la Sección de Psiquiatría
Forense del Instituto de Medicina Legal en el curso del juicio, donde se
concluyó que el estado de salud mental del acusado antes de los hechos “era
normal” y que para el momento de éstos “se encontraba en un estado
embriaguez leve que no le comprometía de manera total ni absoluta su
capacidad de comprensión ni de determinación por lo tanto no sufría ni un
trastorno mental ni una inmadurez psicológica” (fl. 257), cuya apreciación
probatoria el demandante no controvierte, incumpliendo de esta manera su
deber de demostrar no sólo la configuración del desacierto sino la definitiva
incidencia de éste en el fallo.

En tal sentido, merece ser destacado por la Sala, cómo el Tribunal Superior

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se ocupó de analizar la indagatoria del procesado, el dictamen psiquiátrico


rendido por el doctor Pedro Balbuena que el actor denuncia no haber sido
objeto de consideración, y el reconocimiento practicado por la sección de
psiquiatría forense del Instituto de medicina legal cuya apreciación no se
cuestiona, con lo cual el fundamento de la censura, queda desvirtuado.

Con apego a la realidad del proceso, expuso el ad quem:

“RAMIRO DE JESUS VELEZ RIVERA fue escuchado en


indagatoria a las doce y veinte minutos de la mañana del 24 de
julio de 1994 (fl. 8) y de su relato vertido a escasas trece horas
de sucedidos los hechos se concluye su sanidad mental, pues
explicó lo acaecido con nitidez y coherencia. Precisó que
estaba en los billares que quedan por la Notaría Tercera con
unos amigos que eran las 10 u 11 de la noche cuando entró un
hombre como drogado, pidiendo trago a la brava, discutieron y
él lo hirió en repetidas ocasiones con una navaja. Esto lo
manifiesta una persona en uso pleno de sus facultades (fl. 19)”.

“Para que el acusado pueda ser considerado inimputable se


requiere la presencia simultánea de las exigencias estipuladas
en el art. 31 del C. Penal (Decreto 100 de 1980), pues no toda
persona que padezca trastorno mental o tenga una inmadurez
sicológica, tiene por ese solo hecho aquel carácter. El trastorno
mental debe ser concomitante con la ejecución del
comportamiento y que esta conducta obedezca a esa situación
personal del agente, de modo que ese trastorno le haya
obstaculizado el conocimiento de lo antijurídico de su actuar o
menoscabado su capacidad de autodeterminación.

“RAMIRO DE JESUS VELEZ RIVERA fue privado de su


libertad la misma noche de los hechos, 23 de julio de 1994. En

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noviembre del mismo año presentó quebrantos en su salud


mental, y fue atendido en enfermería y remitido al anexo
siquiátrico Las Mercedes (fls. 127, 152, 185 y siguientes). En
su historia clínica se anotó por el médico tratante el 30 de
noviembre de 1994 (Destacó la Sala):

‘Al parecer es consumidor de tóxicos’ (fls. 221).

“El 1º de diciembre /94 en la noche:

‘Tiene como antecedente importante el consumo de tóxicos, lo


que llevaría a pensar en un cuadro de sicosis exotóxica ...
consume marihuana ocasionalmente…’ (fl. 214).

“En diciembre 2/94:

‘…consumidor de marihuana y licor (fls. 218).

“El 3 de enero de 1995:

‘…comenzó a fumar marihuana en la cárcel, patio 8, y bebió


licor desde los nueve años de edad, más vino que cerveza’ (fl.
207).

“El 8 de marzo /95:

‘…consumidor de marihuana’ y se le hizo un diagnóstico


sicosis maniaco-depresiva en remisión’ (fl. 185) (se destaca).

“El 28 de marzo de 1995 se dictaminó por el siquiatra forense:

‘2. Al momento de los hechos Vélez Rivera- se encontraba en


un estado de embriaguez leve que no le comprometía de
manera total ni absoluta su capacidad de comprensión ni de
determinación por lo tanto no sufría ni un trastorno mental ni
una inmadurez sicológica.

‘3. El estado de salud mental del sujeto en la actualidad es de

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no colaborar conscientemente con la entrevista de ahí que


requiera continuar su actual tratamiento y ser nuevamente
remitido para evaluación cuando decida colaborar con la
entrevista…’(fl. 257).

“En esta condiciones, la posición personal de la defensa no


tiene respaldo probatorio. Ramiro de Jesús Vélez Rivera
actualmente está enfermo y su etiología radica en el consumo
de marihuana dentro del establecimiento carcelario, pues de ser
un consumidor ocasional, se convirtió, según la historia clínica,
en un consumidor habitual. Su situación mental para el
momento de la comisión del homicidio era diferente. El actuó
como un imputable y como tal debe ser condenado, de donde
se infiere que el fallo impugnado será confirmado en su
integridad, porque el A-quo fue acertado al valorar en conjunto
la prueba allegada al proceso.

“El cuadro maníaco lo presentó estando detenido y después de


cuatro meses de los hechos” (fls. 304 y ss.).

Por manera que no resulta ser cierto, como de modo contrario se pregona
por el recurrente, que el sentenciador hubiere dejado de considerar la prueba
que aduce omitida, pues además de hacer expresa referencia al concepto
que corre a folios 185 y siguientes, es claro que al ser interrogado en la
audiencia pública el siquiatra Pedro Balbuena González de la Unidad de
salud mental Las Mercedes, se ratificó en su opinión científica consignada
en dicho documento, y señaló: “En esa primera crisis se hace una impresión
diagnóstica de una psicosis maniaco-depresiva que actualmente, con el
tratamiento se diagnosticaría como psicosis maniaco-depresiva en
remisión, porque la psicosis maniaco-depresiva es una enfermedad
crónica que hace períodos de crisis y otras veces el paciente está normal
pero no por ello deja de tener la enfermedad, por eso se considera que está
en remisión” (fl. 269 vto.) (Destacó la Sala), criterio que se compagina con
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la manera como el procesado relató los hechos en la indagatoria y lo


establecido por el psiquiatra forense del instituto de medicina legal sobre la
capacidad de comprensión y autodeterminación que tenía para el momento
de los hechos, como en tal sentido fue apreciado por el juzgador para
declarar que actuó en situación de imputabilidad.

Desconociendo que la situación de inimputabilidad o imputabilidad no es


un concepto médico sino jurídico, cuya declaración compete realizarla al
juez atendiendo la idoneidad y mérito del conjunto de la prueba recaudada
siguiendo las reglas de la sana crítica, el estado de inimputabilidad del
procesado lo infiere particularmente el censor de la circunstancia de padecer
una enfermedad mental hereditaria y de haber estado dedicado al consumo
de bebidas alcohólicas horas antes de los hechos, sin atender para nada a su
condición psíquica durante el desenlace de los mismos, olvidando de esta
manera que ella no consiste simplemente en encontrarse en un estado de
ebriedad, o padecer una condición mental cíclica, recurrente o hereditaria,
sino en la carencia de capacidad para comprender la ilicitud del acto y de
determinarse de acuerdo a esa comprensión como certeramente fue
declarado por el ad quem y que el actor no se ocupa en controvertir.

Si bien es cierto el trastorno mental como fuente de inimputabilidad puede


ser originado por factores traumáticos, psicológicos, hereditarios y
orgánicos, lo que realmente resulta importante para su declaración judicial,
como ha sido entendido por la jurisprudencia de esta Corte, “no es el origen
mismo de la alteración biosíquica sino su coetaneidad con el hecho
realizado, la magnitud del desequilibrio que ocasionó en la conciencia del

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actor y el nexo causal que permita vincular inequívocamente el trastorno


sufrido a la conducta ejecutada” (Cfr. sent. casación junio 8/00. Rad.
12565).
Debido a ello, independientemente que el sujeto presentara una condición
mental heredada, y del consumo de alcohol horas antes del insuceso, la
vinculación de dichas circunstancias no resulta por sí misma indicativa de la
inimputabilidad del acusado como se entiende por el demandante, pues lo
que debe acreditarse en estos casos, y en eso los funcionarios de instrucción
y juzgamiento fueron acuciosos, es si al momento de cometer el hecho el
actor había perdido la conciencia de la ilicitud o la capacidad de dirigirse
acorde a dicha comprensión.

Si bien resulta innegable que RAMIRO DE JESUS VELEZ RIVERA


cuando fue evaluado por el doctor Balbuena en el centro de reclusión,
cuatro meses después de haber cometido el homicidio, presentaba un cuadro
clínico compatible con una sicosis exotóxica versus una sicosis maniaco-
depresiva hereditaria, que se manifestó a consecuencia del consumo de
sustancias estupefacientes en la cárcel, ello no significa que al momento de
los hechos se encontrara en situación de inimputabilidad como de modo
errado se entiende por el casacionista, pues del dictamen pericial practicado
por el Instituto de Medicina Legal en que se fundamentó el fallo no sólo se
establece lo contrario, sino que el psiquiatra que atendió al procesado
cuando se encontraba en detención preventiva, durante la audiencia fue
enfático en clarificar que la sicosis maniaco depresiva es una enfermedad
crónica “que hace períodos de crisis y otras veces el paciente está normal”.
Es tan cierto esto, que en tal condición de normalidad mental se encontraba

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CASACION. RADICACION. 1 1. 1 8 8
RAMIRO DE JESUS VELEZ RIVERA

al momento de los hechos como así se dictaminó por el Instituto de


Medicina Legal y acertadamente fue declarado en el fallo, siendo esto lo
que debió desvirtuar el casacionista con el desarrollo y fundamentación del
ataque y que por no lograrlo, la sentencia resulta inconmovible.

Se desestima la demanda.

En mérito de lo expuesto, LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA,


SALA DE CASACION PENAL, oído el concepto del Procurador primero
delegado en lo penal, administrando justicia en nombre de la República y
por autoridad de la ley,

RESUELVE:

NO CASAR la sentencia impugnada.

Contra esta decisión no proceden recursos. Devuélvase al Tribunal de


origen. CUMPLASE.

ALVARO O. PEREZ PINZON

FERNANDO E. ARBOLEDA RIPOLL JORGE E. CORDOBA POVEDA

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CASACION. RADICACION. 1 1. 1 8 8
RAMIRO DE JESUS VELEZ RIVERA

HERMAN GALAN CASTELLANOS CARLOS A. GALVEZ ARGOTE

JORGE A. GOMEZ GALLEGO EDGAR LOMBANA TRUJILLO

CARLOS E. MEJIA ESCOBAR NILSON PINILLA PINILLA

TERESA RUIZ NUÑEZ


Secretaria

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