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Virgilio B e c e r r a
Profesor Asociado
Departamento de Antropología
Universidad Nacional de Colombia
Generalidades
La pregunta alrededor de las formas sociales y culturales que existieron en
el altiplano Cundiboyacense entre el II milenio a.C. y el I milenio de nuestra
era, ha abierto una compleja trama de búsquedas, investigaciones e interpreta-
ciones alrededor del desarrollo, surgimiento, influjo o aparición de las prime-
ras sociedades agrícolas y alfareras de la región. Cada uno de estos términos,
elevados al nivel de conceptos descriptivos, han implicado enfoques diferen-
ciales alrededor del cambio y la dinámica social y cultura!, con una incidencia
nada escasa en importancia, no sólo para acceder al conocimiento de las comu-
nidades de este período, sino también de sus relaciones históricas con otros
grupos, tanto del altiplano como de otras regiones. Es decir, el problema ha
superado la inscripción de estas sociedades agroalfareras dentro de un territo-
rio en una t e m p o r a l i d a d definida para extenderse en un plano diacrónico-
historicista y multirregional.
Con el fin de aprehender mejor esos grupos sería importante precisar las
regiones hacia las cuales se desplazaron los recolectores cazadores durante el
IV milenio a. C , excluyendo su extinción eventual, y qué tipo de relación
tuvieron con las tierras altas y con los grupos humanos que se habían quedado
en la región.
Teniendo en cuenta el hecho que las relaciones entre el valle del Río Mag-
dalena y las tierras altas fueron multiterritoriales y muy móviles, es posible que
el valle como las zonas de vertientes, hayan sido el teatro de una ocupación
por grupos de recolectores-cazadores nómadas que obtuvieron parte de sus
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Sobre esta base, podemos pensar que los desplazamientos hacia ecosistemas
diferentes permitieron, gracias a los recursos de éstas, el desarrollo de una tra-
dición de manejo de plantas y el comienzo de la alfarería. El análisis de mate-
riales cerámicos antiguos hace notar que los grupos humanos guardaban uña
relación importante con las tierras bajas pero no necesariamente según los es-
quemas difusionistas. Esta relación estaba determinada fundamentalmente por
una constante interacción entre grupos y más allá de estos, entre grupos cuyos
medios no estaban necesariamente compartimentalizados. Si aceptamos la mo-
vilidad de los recolectores-cazadores, no podemos limitarla a la región del alti-
plano, sino por el contrario integrar también el acceso a zonas extensas y a
medios múltiples con todo lo que esto implica.
1. Las a n t i g u a s sociedades de a g r o a l f a r e r o s
El análisis de una periodización asociada a los agroalfareros tempranos en el
altiplano Cundiboyacense, ha estado sustentado en una serie de características
un tanto fragmentarias que, pese a ello, son las que en últimas le han entregado
un cuerpo descriptivo. Hasta el momento actual de las investigaciones, un análi-
sis interpretativo exige una revisión de los criterios que han permitido estas ca-
racterizaciones, de globalizar las discusiones y de centralizar una serie de aspectos
relacionados con procesos que, en su amplitud y heterogeneidad, han ocupado
un lugar determinante en las discusiones en arqueología, como la relación
nomadismo/sedentarización, los patrones de movilidad, las pautas de habitabilidad
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De esta manera, queda abierta la idea alrededor de que el pasado es lo que fue
y lo que se ha dicho de él (Becerra, Serna, 1997a) que, en esta doble dirección,
plantea la necesidad de una evaluación misma de los escenarios históricos que,
desde la propia disciplina arqueológica, han permitido este ejercicio interpretativo.
Para ello, es necesario recluirse en dos preocupaciones fundamentales: en primer
lugar, la configuración de variables que le entregan una ubicación sincrónica y
microespacial a la periodización; en segundo lugar, la misma ubicuidad de esta
p e r i o d i z a c i ó n en el conjunto más a m p l i o de los p r o c e s o s s o c i o c u l t u r a l e s
prehispánicos del altiplano, es decir, una ubicuidad diacrónica y macroespacial.
A esta abstracción metodológica subyace el problema general de transformar ia
arqueología de sitios en una arqueología regional.
2. L a s v a r i a b l e s
El estudio e interpretación del período de los agroalfareros tempranos del
altiplano se ha realizado siguiendo el análisis de una serie de variables especí-
ficas que han determinado una serie de correlaciones entre ellas:
5) La dispersión macrorregional.
3 . La p e r i o d i z a c i ó n
Aquello que podríamos definir como la vida útil del concepto metodológico
de período se extiende desde los principios de la arqueología científica como
una forma de ubicar la caracterización formal de los objetos sobre unas se-
cuencias cronológicas e históricas, expuestas sobre los criterios de determina-
dos d e s a r r o l l o s c u l t u r a l e s . El e s q u e m a de p e r í o d o s fue p r o p i c i o para la
arqueología del altiplano, no sólo porque era e! análisis de los objetos el que
evidenciaba la existencia de distintas etapas, sino también porque permitía or-
ganizar unos procesos socioculturales prehispánicos que se mostraron cada
vez más antiguos y complejos.
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En s í n t e s i s , s o b r e e s t o s dos c r i t e r i o s f o r m a l e s de las v a r i a b l e s y la
periodización, los aportes al conocimiento de los agroalfareros tempranos han
sido notables y han dejado abiertas las propuestas de nuevas interpretaciones.
Este ejercicio hermenéutico se enfrenta así a recurrir nuevamente al panorama
directo de los sitios como al de las elaboraciones teóricas, metodológicas y
técnicas para abordar una descripción cultural.
El siguiente inventario descriptivo se fundamenta en los informes o publicaciones tíñales, que deter-
minan ei estado de las investigaciones hasta la fecha de elaboración o publicación. En algunos casos,
en los textos los análisis cerámicos corresponden a la colaboración de otros investigadores pero para
esta presentación se mantiene la unidad de la publicación en torno al investigador principal. En
algunos casos se citan otros textos producto de las investigaciones.
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s i t i o s de h a b i t a c i ó n . Los r e s u l t a d o s de la i n v e s t i g a c i ó n han a p a r e c i d o
fragmentariamente en diversos escritos del autor desde los años cuarentas, época
desde la cual emprendió estas investigaciones.
Pasca ( C u n d i n a m a r c a ) , H e r r e r a , 1972
La cronología para esta área se extiende entre los últimos siglos antes de
Cristo y los primeros siglos de nuestra era. La fecha más temprana se remonta
a 2100 años antes el presente y la más tardía a 1890 antes del presente. El sitio
de Zipaquirá, de acuerdo a la presencia de material Mosquera rojo inciso, cons-
tituye el área más antigua de extracción de sal y, como la propia autora lo
señala, el lugar de provisión de los grupos agroalfareros del suroccidente. A
partir del cálculo de producción de sal, la autora señala que para los primeros
siglos de nuestra era la región sostenía aproximadamente 30000 habitantes.
Finalmente, los autores sugieren cuatro hipótesis para explicar esta relación
entre grupos cazadores recolectores y agroalfareros tempranos a partir del sitio
de Zipacón: la primera, que éste "[...] representa un refugio temporal que pue-
de representar uno de los puntos de contacto inicial entre los ascendentes gru-
pos portadores de técnicas agrícolas y alfareras, y los grupos de recolectores
cazadores tardíos de la altiplanicie de Bogotá [...]". La segunda refiere "[...]
q u e los g r u p o s c e r a m i s t a s más a n t i g u o s de la s a b a n a de B o g o t á , ya
sedentarizados, hayan elaborado artefactos como consecuencia de sus prácti-
cas secundarias de cacería y aún recolección incipiente, usando los modelos
de manufactura y material de general usanza en la altiplanicie por pobladores
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Las autoras concluyeron que "El lugar fue utilizado sólo esporádicamente,
posiblemente como resguardo de las inundaciones, que se sabe ocurrían en la
parte baja aledaña al río Chueca, como zona de caza, ya que se recogieron
abundantes huesos de animales" (García, Gutiérrez, 1983; 1985: 82).
5360 años antes del presente. La segunda ocupación está caracterizada por la pre-
sencia de material cerámico así como con artefactos líticos de los cuales señalan
las autoras que "[...] no se ve diferencia en la elaboración de los artefactos y la
materia prima utilizada [con relación a los de la primera ocupación]" (García,
Gutiérrez, 1983, T I: 60; 1985: 81). El material cerámico que refieren como Grupo
2 puede corresponder al Mosquera roca triturada tanto por el desgrasante, con
abundante roca molida, como por la decoración de líneas incisas pandas paralelas.
Los otros materiales corresponden a cerámica de los períodos muiscas y moderno.
Zipaquirá pues se ha sugerido que " [ . . . ] existían fuentes de agua salada que los
indígenas aprovechaban para evaporar y compactar bloques del mineral, un pro-
cedimiento que ya se conocía en otros yacimientos c o n t e m p o r á n e o s como
Zipaquirá y Nemocón [ . . . ] " (1986: 129). Finalmente se refiere el hallazgo de
huesos de animales, venados, patos y ratones, que constituyeron un complemen-
to proteínico a la dieta, así como de artefactos asociados a las faenas de caza.
La tercera ocupación de esta área (Chía II) se fechó en 2090 años a.P. sobre
un piso de piedra. El sitio corresponde a un abrigo rocoso que era utilizado como
sitio de paso, donde se encontró material cerámico tipológicamente Herrera como
el Mosquera roca triturada, el Mosquera rojo inciso, el Zipaquirá Desgrasante
Tiestos y el Chía Arenoso Inciso, este último con semejanzas al Mosquera roca
triturada descrito en Zipacón. Esta cerámica fue igualmente hallada en el sitio de
Chía I, segunda ocupación y principios hortícolas, para lo cual el autor señala
que "[...] es poco probable que la relación de los habitantes de Chía I con el Valle
del Magdalena les permitiera adquirir la cerámica por contacto con grupos alfa-
reros ubicados en la vertiente occidental de la Cordillera Oriental. Por el contra-
rio, lo que indican las excavaciones es que la cerámica empieza a aparecer de
repente en la región, traída por gentes diferentes" (Ardila, 1984: 34).
Todos los sitios están relacionados con una ruta mítica al parecer delineada
por la presencia de menhires, en algunos de los cuales fue donde precisamente
se evidenció la asociación del material tipológicamente Herrera. Las relaciones
del material cerámico con el descrito en Tunja, con los tipos Tunja desgrasante
de calcita, Tunja rojo sobre crema y Tunja carrnelito ordinario, tiene sustento
no sólo en la caracterización formal de la clasificación sino que se insinúa en el
mito que vincula las dos áreas en modo directo aunque, como lo refiere la
investigación, no se puede pensar en relaciones de comercio sino en una fabri-
cación local por las variedades que se presentan en la manufactura. Junto con
el material de este primer período se refirió la presencia de material muisca y
guane en la región.
SOCIEDADES AGROALFARERAS TEMPRANAS 135
Existe una confusión: en el lexto de 1987 aparece esta fecha como de 3140+/-35 años a. P: en el texte
de Agua?uque -1990- aparece como fecha 3410+/-3S años antes del presente
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El basurero arrojó dos fechaciones. una por carbono 14 de 230 años a.C. y
otra por termoluminiscencia de 480 años d.C. Las investigadoras concluyen, a
partir de la densidad de materiales y la extensión temporal del sitio que "la ma-
nufactura de las vasijas debió desempeñar un papel muy importante dentro de
las actividades diarias de este grupo cultural, que les permitió satisfacer, no sólo
las necesidades domésticas propias de la comunidad, sino que, a juzgar por la
cantidad, pudo abastecer otros grupos vecinos" (Cáceres, Hernández, 1989: 80),
Sobre los tipos, las formas de subsistencia y aún el manejo regional, la inves-
tigación de Cáceres y Hernández ha estado sujeta a discusiones y críticas (Therrien,
1990; Becerra, Montenegro, Serna, 1996). La asociación de este contexto ar-
queológico con otros excavados en el valle del Magdalena, como en Pubenza
(Cárdale, 1976) y la ampliación macrolocal del mismo teniendo en cuenta el área
general dei valle de Guaduero, hubieran favorecido no sólo una aproximación
más aguda a algunos de los datos sino una correlación de áreas en un mismo
horizonte geográfico. A d i c i o n a l m e n t e , la segunda fechación por termolu-
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importantes para conocer las eventuales interacciones entre las áreas de ver-
tiente y las partes altas de la cordillera Oriental.
Otros sitios referidos con materiales cerámicos del período Formativo del
altiplano y del valle del Magdalena fueron los restantes de Tocarema y Salcedo,
así como los Guacamayas (I, II, III y IV) y Las Quintas (I, II y III). que ofrecie-
ron menores condiciones para la investigación arqueológica con relación a los
dos basureros excavados. Los yacimientos estaban sobre terrazas aluviales,
coluviales y coluvio-aluviales sobre la cuenca media del río Bogotá.
F u n z a ( C u n d i n a m a r c a ) , Bernal, 1992
En Funza, en el centro occidente de la sabana de Bogotá, las investigaciones
conducentes a identificar el antiguo cacicazgo de Bogotá, arrojaron en algunos
de los sitios la presencia de material tipológicamente Herrera. En los sitios El
Hato (2 y 4) y La Negrita se registró material del tipo Mosquera rojo inciso
junto con material tipológicamente Muisca, Guatavita desgrasante gris, Tunjuelo
arenoso fino pintado, Tunjuelo cuarzo fino y Funza laminar duro.
El sitio de Pozo Hondo 1, una terraza baja lacustre, evidenció una ocupa-
ción relacionada exclusivamente con material tipológicamente Herrera, parti-
cularmente con presencia de Mosquera rojo inciso. En una terraza aledaña
semejante se encontró material del mismo tipo pero en una proporción muy
inferior y asociada con material muisca TCF.
Otros Sitios
Aparte de este inventario de sitios, se encuentran una serie de referencias
sobre hallazgos de material cerámico relacionado o emparentado con los des-
critos tipológicamente para el período Herrera del altiplano. En la región del
valle del Magdalena la cerámica descrita como panche en el sitio de Méndez
(Jiménez, Ochoa, 1943) presenta rasgos asociables a los tipos rojos incisos de
la vertiente suroccidental del altiplano. Otra cerámica definida como panche y
hallada en Guaduas (Rojas de Perdomo, 1975), presenta rasgos estilísticos y de
forma relacionables con el material cerámico descrito en Guaduero que fue
fechado entre los últimos siglos antes de Cristo y los primeros de nuestra era.
Ávila, en su prospección en la cuenca del río Venadillo, departamento del
Tolima. refiere presencia de material cerámico semejante al de Guaduas, aun-
que la presentación de su investigación, donde el análisis cerámico no ubica
espacialmente el material- impide afirmar contundentemente que éste corres-
ponde a la zona del Valle o a las laderas de la cordillera Central. En el sitio de
Santa Marta, en Suárez, departamento del Tolima (Torres, 1988), encuentra
una cerámica Rojo sobre Crema que Mendoza y Quiazúa relacionan con las
descritas para el área de Tocaima. Una cerámica similar fue encontrada en esta
misma área de Suárez, en una terraza aluvial en la confluencia del río Magda-
lena con el río Bogotá (Rozo, 1989).
Cubia pulida carmelita (incisiones paralelas con baño rojo y amarillo), Cubia
lisa rosada (incisa con baño rojo). Algunos de estos tipos pueden ser cotejados
con los propuestos por Brando en las investigaciones en los sitios La Fragua y
Montanel, también en Bojacá (Brando, 1971).
5. C o n s i d e r a c i o n e s p r e l i m i n a r e s
Si bien las relaciones de los agroalfareros tempranos con el valle del Magda-
lena se han ampliado gradualmente desde los trabajos de Cárdale (1976 y 1981),
Correal y Pinto (1983) y más recientemente con los trabajos de Peña (1991),
Mendoza y Quiazúa (1990 y 1992) y Cifuentes (1993), no son muy claros los
desarrollos de estos grupos tempranos hacia el norte del territorio del altiplano a
excepción de los trabajos de Osborn (1985) en la Sierra Nevada del Cocuy, de
Bray en el departamento de Santander (citado en Osborn, 1985) y de Pérez (1988
y 1990) en Sativa sur. El trabajo más reciente en el norte del departamento de
Cundinamarca (Langebaek, 1993), no sólo registró nuevos sitios sino que plan-
teó una serie de excelentes consideraciones y cuestionamientos, sobre todo las
relacionadas con los procesos de interacción entre los grupos del período Herrera,
constituyéndose en el primer trabajo sistemático y conducente a una clarifica-
ción interpretativa de la vida de estos grupos. Quizás el único antecedente es el
de Cárdale (1981) desde el análisis de un contexto espacial microrregional con
base en una subregion específica, el Valle de Fúquene.
El trabajo de campo, los análisis y las discusiones alrededor de esta investigación se realizaron con la
participación del antropólogo Adrián Serna y de los estudiantes Angela Ramírez, Freddy Guerrero y
Guillermo Peña, de la carrera de antropología de la Universidad Nacional de Colombia. A ellos, como
a don .Alvaro Martínez en Duitama. quien nos acompañó en algunos recorridos y nos dio informacio-
nes sobre algunos hallazgos fortuitos, nuestros especiales agradecimientos
SOCIEDADES AGROALFARERAS TEMPRANAS 147
El sitio arrojó una fecha de 2160 años antes del presente 210 a.C. Adicional-
mente, el investigador refirió 21 locaciones más para el período Herrera en el
altiplano (Becerra, 1985 y 1997).
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La suela plana del valle está a la altura de los 2530 msnm, custodiada por
las cuchillas de Laguna Seca y páramo de Pan de Azúcar, las lomas Los Patíes,
Buenavista y El Cordón y el Páramo de La Rusia, de las cuales se desprenden
las laderas medias y bajas, aproximadamente de 120 a 150 metros de altura,
que caen al valle y a las cuales pertenecen también algunas colinas disectadas
que a modo de islas se alzan en la suela plana. Estas condiciones hacen del
valle un área con dos pisos térmicos bien diferenciados: el frío, que correspon-
de a 85 kilómetros cuadrados del territorio y el páramo, que corresponde a 101
kilómetros cuadrados. El valle es atravesado por los ríos Chicamocha, Surba y
C h i t i c u y a los c u a l e s l l e g a n o t r o s c a u c e s m e n o r e s ( I G A C , 1980: 5 8 7 ) .
Geológicamente el valle se encuentra en la formación Villeta, especialmente en
las áreas que surca el río Chicamocha, sobre la suela plana, que corresponde a
pizarras hojosas oscuras y grises azulosas o negras, con bancos delgados a
gruesos de areniscas claras de grano habitualmente fino. Se encuentran en las
pizarras, además de estas intercalaciones de areniscas de 6 a 15 m, bancos de
calizas de grano fino que pueden presentar formaciones fosilizadas de valva y
amonitas entre 50 cm y 2 m (IGAC, 1976: 6).
El estudio arqueológico
El estudio de reconocimiento y prospección del valle de Duitama se em-
prendió desde finales de los años 80, acudiendo al reconocimiento sistemático
de p a i s a j e s , al inventario de sitios a n t i g u o s y a la p r o s p e c c i ó n de áreas
focalizadas de dispersión de materiales arqueológicos^".
a) La Tolosa
El sitio de La Tolosa está ubicado en ia colina del alio de La Tolosa, ai
suroccidente de la cabecera municipal de Duitama, sobre los 2600 msnm. Esta
colina hace parte de una formación de colinas más extensa que divide el occi-
dente del valle y que desciende progresivamente hacia el SW donde nueva-
mente se eleva para alcanzar una altura de 10 a 15 metros más baja que la cima
de la colina. El sitio se encuentra a cielo abierto.
Las consideraciones teóricas y metodológicas y la concepción técnica del presente estudio se exponen
ampliamente en Becerra. 1997: T. I.
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h) A g u a t e n d i d a
El sitio de Aguatendida se encuentra en el sector de este nombre, en un
predio del barrio Camilo Torres, al oriente de ia cabecera municipal de Duitama,
sobre la suela plana de los 2530 msnm El sitio se encuentra a cielo abierto.
c) Tocogua
En el área Tito M. Recerra realizo otros cortes y trincheras cuyos resultados finales no se conocen
ampliamente, a no ser por las referencias a un eventual período precerámico que aún no se puede
afirmar contundentemente y cuyas lechas, que deben ser sujetas a un análisis minucioso, se remontan
a ocupaciones de más de 19000 años antes del presente (T M. Becerra. 1994; Pinto. 1996).
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por los cultivos y la utilización reciente e intensiva del suelo. Esto conllevó,
adicionalmente, a no poder acceder a un contexto estratigráfico para orientar
verticalmente la disposición de las evidencias. La muestra más representativa
se obtuvo del tipo Duitama cuarzo abundante (99 frgs.), seguida de Duitama
cuarzo fino (65 frgs.), de Duitama arenoso (18 frgs.) y de Guatavita desgrasante
tiestos (10 frgs.). El total del material cerámico prehispánico fue de 194 frag-
mentos. De la misma manera, se evidenciaron fragmentos de cerámica colo-
nial y moderna.
El sitio de La Tolosa está sobre una colina del valle, comunicado con las
laderas occidentales sobre las cuales puede preverse la ruta de desplazamiento
de los grupos humanos hacia este sitio a cielo abierto. El carácter reducido del
área de dispersión de evidencias con relación al área geográfica de la colina
sugiere que se trató de un emplazamiento limitado y con escasa población. La
disposición de las evidencias, con reducido efecto de borde concéntrico en las
márgenes de la colina y con una densidad amplia en un costado de la misma
SW, sugiere una eventual especialización en la ubicación/tratamiento y/o utili-
zación de los materiales cerámicos. En la colina no se aprecian adecuaciones
particulares por lo cual el sitio pudo corresponder a una estación de paso de
grupos agroalfareros tempranos. Esta relación entre el área geográfica, el área
de dispersión de cerámica y la densidad de material hacen prever que se trató
de una utilización muy focalizada, no necesariamente asociada con una habita-
ción de un grupo social amplio, en el ámbito de un núcleo familiar.
154 L O S C H I B C H A S
D u i t a m a D e s g r a s a n t e de Calcita (DDC)
Esta cerámica presenta características semejantes a las descritas para la sa-
bana de Bogotá como Mosquera roca triturada (las caracterizaciones más am-
plias se encuentran en Broadbent, 1971 y Cárdale, 1981) y Sopó desgrasante
de calcita ( L a n g e b a e k , Zea, 1983) y para la región de Tunja como Tunja
desgrasante de calcita (Castillo, 1984). En el valle de Duitama esta cerámica
presenta las siguientes características;
Pasta
Color: Negro, marrón y gris oscuro.
Superficie
Color: En la superficie interna algunos de los fragmentos presentan un co-
lor pardo oscuro y en otros café oscuro. Los bordes sin decoración presentan
158 L O S C H I B C H A S
una tonalidad naranja. En la superficie externa los colores van de rojizo oscuro
a carrnelito oscuro. Un borde presenta una tonalidad crema oscura.
F o r m a s y decoración
janzas con las descritas por Cifuentes (1993) como Grupo Cerámico (B) para la
región de Honda en el Valle del Magdalena. En el valle de Duitama esta cerá-
mica presenta las siguientes características:
Pasta
Superficie
Formas y decoración
D u i t a m a D e s g r a s a n t e Tiestos (DDT)
Esta cerámica presenta características semejantes a las descritas para la sa-
bana de Bogotá como Zipaquirá desgrasante tiestos (Cárdale, 1981) y para la
región de Tunja como Tunja desgrasante tiestos (Castillo, 1984). En el Valle de
Duitama esta cerámica presenta las siguientes características:
Pasta
C o l o r : Crema a crema oscuro.
T e x t u r a : La cerámica presenta una textura compacta; algunos fragmentos,
quizás por la erosión misma, observan una textura más porosa.
D e s g r a s a n t e : El componente principal es el tiesto molido distribuido en
forma irregular. Se evidencia la presencia de cuarzo, aunque en una propor-
ción muy reducida, así como de óxidos de hierro.
G r o s o r : 3 mm-9 mm.
Superficie
Color: En la superficie interna mantiene una tonalidad semejante a la déla
pasta, en tanto que en la superficie externa, si bien también tiene predominio el
tomo crema tiende a aparecer más rojiza en algunos fragmentos.
R e g u l a r i d a d : Se evidencia huellas de alisamiento, en unos fragmentos más
perceptibles que en otros. La textura en la superficie externa tiende a ser más
compacta.
B a ñ o : Tanto en la superficie externa como interna se evidencia la presencia
de un engobe carrnelito con algunas variaciones rojizas en unos fragmentos de
la muestra.
SOCIEDADES AGROALFARERAS TEMPRANAS 151
Formas y decoración
La muestra no registró fragmentos decorados ni de bordes. No obstante, la
forma de algunos fragmentos del cuerpo y, fundamentalmente, el análisis de
composición sugiere aspectos semejantes a las vasijas relacionadas con fun-
ciones domésticas, el típico cuenco hemisférico y la producción de sal -vasijas
campaniformes,
D u i t a m a C u a r z o A b u n d a n t e (DCA)
Pasta
Superficie
F o r m a s y decoración
En primer lugar, se aprecian incisiones pandas en líneas de 3 mm de ancho así
como impresiones ovoidales. Algunos de los rasgos decorativos, particularmen-
te la raspada, tienen semejanzas para los descritos dentro del tipo Mosquera roca
triturada en Zipacón (Correal & Pinto, 1983). Uno de los fragmentos presenta un
aplique de 15 mm. de largo por 10 mm de ancho, aunque éste se encuentra
altamente erodado. Otro motivo decorativo corresponde a líneas incisas horizon-
tales y pandas de 2 mm. de ancho, separadas por espacios de 1 mm. Al parecer
también tenían líneas diagonales que se interceptaban con las horizontales, for-
mando un zig-zag ángulos y verticales; estos fragmentos presentan la particula-
ridad de que si bien conservan los rasgos generales de éste tipo, presentan
partículas de cuarzo más pequeñas. Finalmente, un borde presenta una decora-
ción de raspado con peine sobre una banda abultada. La muestra es poco repre-
sentativa para la obtención de formas, pero se considera que responde a las formas
descritas para los tipos principales, es decir, ollas sin cuello, ollas de cuello cor-
to, copas y cuencos, jarras y ollas-cuenco (Castillo, 1984: 176).
D u i t a m a C u a r z o Fino (DCF)
Esta cerámica presenta características semejantes a las descritas para la
Sabana de Bogotá como Tunjuelo cuarzo fino (Broadbent, 1971). Si bien se
c o n s i d e r a este tipo dentro del período Muisca, existen discusiones al res-
pecto a propósito del tipo Funza cuarzo fino (Broadbent, 1971) que si bien
se ha considerado típico del muisca tardío, recientemente se ha considera-
do c o n t e m p o r á n e o de los tipos H e r r e r a (Peña, 1991: 82). En el valle de
Duitama esta cerámica presenta las siguientes características:
Pasta
Color: Naranja fuerte; en algunos fragmentos se aprecian tonalidades roji-
zas eventualmente por oxidación.
T e x t u r a : P r e d o m i n a la textura c o m p a c t a ; algunos fragmentos, por los
m i s m o s procesos erosivos, presentan una textura porosa y agrietada.
D e s g r a s a n t e : Arena muy fina con inclusiones abundantes de cuarzos peque-
ños a n g u l a r e s . Se aprecian igualmente partículas negras (angulares) rojas
(subangulares y redondeadas).
Superficie
Color: En las dos superficies el color es semejante al de la pasta, tornándose
en algunos fragmentos de color crema oscuro.
R e g u l a r i d a d : Se alcanzan a percibir huellas de alisamiento, particularmente
en las superficies externas.
B a ñ o : Naranja con variaciones en su gama.
F o r m a s y decoración
Se evidenciaron fragmentos con decoración de líneas incisas muy delgadas
(0.5 mm de ancho) y pandas. Corresponden a cuatro líneas agrupadas en pa-
res; en cada par las líneas son paralelas entre sí. Un par de líneas se tiende en
diagonal y el otro en forma horizontal que, juntándose, formarían una decora-
ción angular. Se aprecian también bordes evertidos con decoración incisa de
líneas longitudinales sobre el labio y líneas angulares sobre el cuerpo pandas.
Se aprecian bordes de cuenco con decoración incisa en líneas pandas y anchas
(acanalada) así como bordes achurados. La forma predominante la constitui-
rían los cuencos.
D u i t a m a D e s g r a s a n t e G r i s (DDG)
Esta cerámica presenta características semejantes a las descritas para la sa-
bana de Bogotá como Guatavita desgrasante gris (Broadbent, 1971), para la
vertiente occidental del altiplano como Cachipay desgrasante gris (Peña, 1991)
y para la región de Boyacá como Tunja desgrasante gris (Castillo, 1984). Se
consideran típicas del período Muisca. En el valle de Duitama esta cerámica
presenta las siguientes características:
Pasta
Color: Gris muy oscuro a negro. Se aprecian tonalidades rojizas eventual-
mente por la oxidación.
T e x t u r a : Laminar, aunque algunas muestras presentan una alta porosidad
debido al arrastre y la erosión.
D e s g r a s a n t e : Inclusiones de piedra gris (arcillolita) en forma bastante irre-
gular. Se aprecian en proporción muy reducida partículas rojizas y algunas de
cuarzo lechoso.
G r o s o r : 7 mm.
Superficie
Formas y decoración
Sólo se aprecia en un fragmento una línea incisa delgada (2 mm.) y profun-
da. La forma más usual fueron las ollas globulares y subglobulares así como
los cuencos.