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Franco Goncalvez (2005) - Clinica Laboral, Nuevos Abordajes Clínicos y Organizacionales
Franco Goncalvez (2005) - Clinica Laboral, Nuevos Abordajes Clínicos y Organizacionales
Los tiempos actuales en donde los soportes institucionales y los equilibrios vinculares
se caracterizan por su precariedad, exigen, por un lado, nuevos sentidos de iniciativa
para vivir en crisis vertiginosas y nuevas capacidades de asumir riesgos calculados en
situaciones de permanente incertidumbre e inestabilidad.
La precarización del empleo a la que ha asistido en los últimos tiempos, en sus múltiples
expresiones -flexibilidad laboral, bajos salarios, trabajo informal, tercerización,
desocupación, violencia y presión psicológica en el ámbito laboral- posiciona a quienes
hoy aun son trabajadores en una situación de vulnerabilidad tal que, en muchos casos,
favorece la adopción de comportamientos de sumisión, pasividad, resignación,
fatalismo, etc. A estos mecanismos defensivos, se suman la negación y la evitación,
1
Franco, S. & Gonçalvez, L. (2005). Clínica Laboral: Nuevos abordajes clínicos y organizacionales para
los síntomas contemporáneos, en Schvarstein, L. & Leopold, L. (comps.), Trabajo y Subjetividad: entre lo
existente y lo necesario, Bs. As.: Paidós 265-295p
dando lugar a sujetos cansados, vencidos, deprimidos, desvitalizados o excesivamente
controlados. Quien tiene un trabajo lo cuida más allá de condiciones contractuales,
aunque esto signifique comprometer su salud, soportando situaciones de abuso en sus
múltiples manifestaciones. Desamparado, sumido en el individualismo, sin un colectivo
referente -compañeros de trabajo, colegas, sindicato, estado actual de la organización
del trabajo- el trabajador se expone a riesgos que atentan sobre su propia existencia.
Frente al desánimo generalizado, se hace necesario repensar los procesos de
subjetivación dados por la organización del trabajo actual y su impacto en la
subjetividad de los trabajadores.
Las crisis económico social que han vivido nuestros países latinoamericanos en los
últimos años, quizás sin precedentes para varias generaciones, brinda un marco singular
de nuevas micro y macro políticas de subjetivación en donde los valores dominantes
requeridos para la adaptación van a estar diagramados, como decíamos anteriormente,
por:
2
Italo Calvino, “Seis propuestas para el próximo milenio”, Ed. Siruela, Madrid, 2001.
3
Luis Gonçalvez, “Cartografías de la clínica social contemporánea: entre la consistencia y el vacío”,
Fichas de la Clínica Social del TEAB, Montevideo, 2002.
De los límites del cuerpo a los cuerpos sin límites
La disciplina como tipo de poder, se constituyó como una tecnología, como un conjunto
de técnicas de control corporal, que apuntan a una cuadriculación del espacio, del tiempo y
de los movimientos del cuerpo humano y que pueden quedar a cargo de instituciones
como la cárcel, la escuela, la fábrica, la familia.
Preconizando la vigilancia constante de los individuos, por alguien que sobre ellos
ejerce “su poder” (invisible, inverificable, incorpóreo) -al modo del panóptico de
Bentham- los liga a aparatos de producción, de rehabilitación, de formación, de
corrección. Las cárceles, los ejércitos, los hospitales, las fábricas y las escuelas serán los
escenarios privilegiados donde las tecnologías disciplinarias imponen sus formas de
existencia a los individuos.
> fluidez + > movilidad + > control al aire libre = sociedades de control.
La lógica que antes estaba restringida a la prisión abarca el campo social entero. Como
si la sociedad se hubiese tornado una propia prisión.
4
Michel Foucault, 1988, “Vigilar y castigar”, Ed. Siglo XXI, Buenos Aires.
Para ejemplificar cómo las más modernas modalidades de gestión proponen este
control, basta citar aquí la evaluación del desempeño laboral en 360°5. Si la evaluación
tradicional operaba como mecanismo de control para la organización, este instrumento
al cual “no se le escapa nada”, actúa como un panóptico organizacional omniabarcativo.
El trabajador es “observado” y “medido” de abajo-arriba, de arriba-abajo, de costado, en
diagonal, constituyéndose este dispositivo en toda una geometría de control.
Modalidades invasivas y paranoides que esperan que los sujetos trabajadores acepten
sin “resistirse”. Atrozmente, los individuos soportan esta invasión con una
“sobreadaptación” alienante. Cercenando las posibilidades de espontaneidad, los
individuos se transforman en seres estratégicamente planificados. Cada paso, cada
palabra o cada conversación tiene una finalidad futura, ya no en la generación de un
vínculo interpersonal saludable, sino como estrategias comunicacionales que sirven
como medio para obtener beneficios personales. Relaciones utilitaristas, vacías de
contenido vincular operan a diario en las organizaciones. La ética de la especulación es
el menú cotidiano. Se insta así a los trabajadores a moverse “libremente” bajo la mirada
atenta del cuerpo organizacional.
5
Funderburg, S. A., & Levy, P. E. (1997). The influence of individual and contextual variables on
360-degree feedback system attitudes. Group and Organization Management, 22, 210–235.
“La vida es una prisión” afirman Hardt y Negri. Para Paul Virilio vivimos prisioneros a
cielo abierto. Y esto se debe a varias razones, ciertamente, a la manera en que el
capitalismo actual invadió las esferas más privadas e íntimas de la vida humana. Somos
monitoreados permanentemente por las diversas ondas electrónicas que nos rodean por
todos lados, rastreando los mínimos detalles de nuestra vida: nuestras huellas de
conducta. En este contexto, el pánico y la agorafobia aparecen como uno de los
analizadores privilegiados de la clínica contemporánea.
En la actividad clínica de los últimos quince años el pánico aparece como una de las
formas predominantes de queja, malestar y padecimiento, junto con la depresión, el
estrés y el trauma, en una co-morbolidad cada vez más compleja y creciente. Pánico,
como extremo del continuum de ansiedad generalizado, derivado de la emoción básica
del miedo social: miedo a lo extraño, miedo a la diferencia, miedo a la traición, miedo a
la pérdida y al abandono, miedo a no poder sobrevivir, etc. Más que un síntoma
psicopatológico el pánico aparece como analizador natural (Lourau), como emergente
social de nuestra época.
Podemos pensar así en la Clínica Social, en la Clínica Laboral a los ataques de pánico
como un analizador más que como un “síndrome” desde el punto de vista psiquiátrico
(entendido sólo a la luz de una causalidad psicológica u orgánica o como categoría de
clasificación universal y a-histórica de las psicopatologías).
El pánico, ese extraño invisible que nos habita, es un terremoto ontológico en donde lo
que permanece amenazado es el propio ser en cuanto pulsación vital. La persona con
pánico siente su organismo habitado por la desorientación, por un peligro progresivo de
pérdida de organicidad, que en cualquier momento puede derivar en un enloquecimiento
del cuerpo y quizás llevarlo a la muerte. Se siente enteramente impotente en cambiar ese
proceso ya que acontece imperceptiblemente en el secreto de sus entrañas, como si la
vida o la cordura se le escapase de sus manos. La resolución con que estas personas
intentan encaminarse, tal como se constata en la clínica, es la de no moverse a no ser
que pueda estar acompañado, depositando así su vida en las manos de un
“acompañante” que le sirve de garantía externa. Una especie de cuerpo-prótesis del cual
necesita y puede disponer en caso de que el miedo a su propio cuerpo y a lo social
comience a desarrollarse.
El pánico es así un claro emergente de los nuevos riesgos de la sociedad de control.
Una sociedad de control que suprimió la dialéctica entre abierto y cerrado, entre adentro y
afuera, ya que abolió la propia exterioridad. Para el capital no hay más exterior.
Uno de los problemas que confrontamos en la Clínica Social es cómo repensar el estatuto
de la exterioridad en un momento en que ésta sufre una de sus más asustadores
reversiones: un mundo sin afuera, un capitalismo sin exterior, un pensamiento sin
exterioridad. ¿Cómo generar entonces encuentros con un exterior que nos permita pensar
diferente? ¿Cómo evaluar si la exterioridad, de la que todavía disponemos en los distintos
campos de intervención, en los distintos ámbitos insumisos y contra-hegemónicos, todavía
es capaz de anclar una resistencia a lo intolerable suscitando la creación de “nuevos
mundos posibles”?
En un nivel simbólico muy fuerte lo que hoy hace sufrir a las masas del tercer mundo no
es sólo la probada explotación capitalista de su trabajo productivo, sino también su
contrario: la ausencia de esa explotación. La anticipación cognitiva que el sujeto hace de
la posibilidad de quedar excluido del circuito laboral se le materializa, al decir de
Dejours, como “disciplina del hambre”; la manera de afrontar una exigencia aun más
imperiosa para el sujeto en este contexto: sobrevivir!6, exponiendo así de manera
implacable, su salud.
6
Dejours, C., 1988
Partiendo de la base que los seres humanos se constituyen como sujetos en el lazo
social7, donde el individuo se instituye integrando una sociedad determinada y en tanto
este lazo está mediatizado por el discurso que es quien organiza los esquemas y tramas
de lo social, la ausencia del mismo genera una suerte de no-lazo que actúa en la
disgregación de los individuos.
7
Lewcowicz, I., 2004
organizarla. Se instaura así un capitalismo disperso de sobre-producción que no se
vuelca ya más primordialmente a la compra de materias primas o a la venta de
productos terminados. Compra productos terminados o descompuestos en piezas, para
posteriormente montarlos. Es un revendedor de productos, un gestor de trabajo, vende
servicios por medio de tercerización. En este sentido, los valores máximos de
mercadería en la sociedad de control es el prestigio, la información, el conocimiento
especializado. Vivimos en el reino del espectáculo, de la producción de celebridades
descartables, de imágenes efímeras. La dinámica prevaleciente es la de una sociedad de
descarte y los propios sujetos son objeto de esta descartabilidad.
Tal como lo adelantara Italo Calvino el capitalismo actual nos aproxima al umbral de la
fluidez absoluta. Él mismo está obligado a multiplicar los axiomas a fin de mantener
garantida la conjugación de los flujos que escapan por todos lados.
Es en este horizonte de la fluidez total en todas las direcciones, impuesta por el capital,
en donde la sociedad disciplinaria, con sus compartimentaciones y estriamientos, parece
caducar.
La sociedad de control, sin frontera entre las instituciones, opera por fluidez y
modulación prescindiendo de las instituciones antes responsables por el
disciplinamiento de los sujetos. El espacio social, vaciado de las instituciones
disciplinarias abandonadas por el Estado a la pobreza y al colapso, es enteramente
ocupado por las modulaciones del control.
En vez de disciplinar a los ciudadanos como identidades sociales fijas, el nuevo régimen
social busca el control del ciudadano como un soporte flexible para infinitas
identidades.
Los modos de subjetivación, cada vez más mutantes y consumistas (de imágenes, sonidos,
datos y objetos) no consiguen acompañar ese proceso en la misma velocidad en que se
produce (esencialmente en los monopolios de los mass media), lo que en parte nos deja
inhabilitados para operar en este nuevo ambiente, por ejemplo, donde las cosas se agotan
tan rápidamente que no podemos disfrutarlas.
¿Cómo integrar los cambios y las transformaciones que acontecen en las aceleraciones
vertiginosas en donde lo que era conocido, y nos servía de referencia y de soporte para la
existencia, se nos escapa de las manos como granos de arena, al mismo tiempo que nos son
ofrecidos como referentes otros castillos de arenas que nos apaciguan, confunden,
aprisionan y capturan?. ¿Cómo lidiar con las demandas de flexibilidad y la extrema
aceleración de las leyes rígidas y competitivas del mercado laboral que nos vacían y
despotencializan?. ¿Cómo zafar de la sensación marginal de estar siempre por fuera, pero
con la promesa infantilizadora de inclusión vendida a cada esquina mediática, corportativa
o partidaria?
Hacia una Clínica Laboral
Por otro lado, los conflictos no resueltos –negados– relacionados con el ejercicio del
poder perturbarán profundamente e incluso corromperán no sólo a la alta dirección sino
a toda la organización. En el plano de lo concreto en la vida laboral, la desigualdad en la
división del trabajo, como nos plantea Dejours8, puede resultar un arma temible de la
cual se valen los jefes para dar rienda suelta de su agresividad, hostilidad o perversidad.
La personal forma de ejercer el poder, puede provocar una dinámica destructiva que, a
la larga, podría acabar con una organización9.
8
Dejours, C.; 1990
9
Greiner L. E., Schein, V.E., 1990
nada”.10 La violencia se da en los márgenes del discurso, (Lewcowicz, I., 2004). La
descalificación, negación de las contradicciones y su consecuente no respeto o
resolución hace del ambiente organizacional un ambiente inestable y de desconfianza en
un espiral enteramente destructivo.
10
Traducción de los autores
Estrategias clínicas y dispositivos técnicos de la Clínica Laboral
Del mismo modo en que el poder se tornó más sutil con sus nuevas máquinas y formas
de ejercicio, la vida, los devenires activos de la vida, también pueden encontrar
ocasiones inéditas, inauditas y poderosas para resistir, crear, hacer pasar lo inesperado,
el aire puro de los nuevos devenires y la potencia de las nuevas composiciones en el
seno mismo de las máquinas cibernéticas de control.
Quizás parte de nuestro desafío sea escapar de las máquinas sociales productoras de
parálisis y padecimiento, re-produciendo las posibilidades de ser-en-grupo, re-
singularizando individual y colectivamente las maneras que tenemos de estar en las
organizaciones. Conectándonos con la producción deseante, recorriendo y desplegando
las líneas nómades habitadas por los devenires y por lo inesperado. Forjando alianzas y
solidaridades, agenciando mundos, abriendo pasajes e intensificando los buenos
encuentros. Construyendo nuevos dispositivos libertarios que favorezcan la expansión
de la vida y las múltiples formas de existencia, cartografiando nuevas políticas del
cuerpo y nuevas políticas de subjetividad.
Una pregunta no menos importante implicaría pensar sobre los efectos del trabajo como
psicólogos en nuestros propios cuerpos, es decir: ¿Cómo prevenir y trabajar, en nuestra
labor profesional, la delegación del trauma vicario, la transferencia del trauma
vicarizante en nuestros cuerpos y en nuestras vidas personales?.
Si estamos trabajando en clínica con altos niveles de trauma (shock y disestrés), tenemos
que estar preparados para lidiar con sus efectos en nosotros mismos. Los relatos clínicos de
colegas que trabajan psicoterapéuticamente con pacientes que han sobrevivido a
situaciones traumáticas de gran magnitud, han hecho necesario conceptualizar la
delegación del trauma en sí mismos (“trauma vicario” o “traumatización vicarizante”,
“contratransferencia del trauma”, “trastorno por estrés traumático secundario”, etc.).
En este contexto social histórico, invertir las energías en el desarrollo de nuevas estrategias
clínicas de intervención y en la creación de dispositivos de solidaridad operantes, debería
ser una prioridad de todo colectivo psicológico que tenga como objetivos intentar
desarrollar acciones más efectivas en el campo laboral y social.
11
Llamamos Clínica de la Multiplicidad a aquella clínica que (en nuestro caso desde el entrecruzamiento
entre la Clínica Bioenergética Reichiana, la Psicología Social Universitaria y la Psicología
Organizacional), genera un alto grado de transversalidad con otras corrientes o técnicas (Bioenergética
Suave, Psicología Formativa, Biosíntesis, Análisis Biodinámico, Análisis Institucional, Esquizoanálisis,
Gestalt-terapia, Orgonomía, Psicodrama, Socioanálisis, Psicología Grupal Operativa, E.M.D.R., T.F.T.,
T.I.R., etc.), produciendo líneas transdisciplinarias como la Clínica Bioenergética de las Organizaciones,
el Análisis Bioenergético Reichiano, la Bioenergética Social, el Esquizodrama, o el Trasanálisis.
fomentar los espacios expansivos de la resistencia. En este sentido creemos que es
fundamental crear y desarrollar una definición positiva y afirmativa del concepto de
resistencia sin recurrir exclusiva y esencialmente a ninguna negatividad. Resistir, para
esta Clínica Social, no es necesariamente resistir contra una situación, sino que puede
ser, más allá de esa necesidad inmediata, un acto de re-existencia, es decir de afirmar
plenamente nuestra existencia, produciendo nuevas singularidades, ya sean individuales
y/o colectivas.
12
En el sentido de Habermas. Ver: Habermas, J., Conciencia Moral y Acción Comunicativa, Península,
Barcelona, 1998, también Teoría de la acción comunicativa I: Racionalidad de la acción y racionalización
social, Taurus, Madrid, 1984 y Teoría de la acción comunicativa II: Crítica de la razón funcionalista,
Taurus, Madrid, 1987.
El desperdicio de la capacidad humana por gestiones inadecuadas, van dejando sus huellas
en los cuerpos de los trabajadores que a su vez trasladan de uno a otro lugar de trabajo. Es
necesario actuar propositivamente produciendo espacios de confianza, comunicación,
cooperación y apoyo mutuo donde los trabajadores y la propia organización puedan
expresar y elaborar en conjunto aquello que en lo individual y organizacional “enferma”.
La confianza necesaria para la libre participación, que permita con seguridad y firmeza el
despliegue de un discurso integrador de la diversidad humana se hace difícil en climas de
trabajo individualistas. La escasa seguridad y de respeto reinante, menosca la integridad y
dignidad de los trabajadores, fomenta las luchas por el poder y el control y el cinismo y la
resignación dentro de las organizaciones y hasta tanto estas no tomen conciencia de lo
devastador que esto resulta para los sujetos y tomen en sus agendas su tratamiento,
seguiremos viendo en la clínica sujetos enfermos de desesperanza!.
Por lo tanto hemos visto necesario desarrollar una Clínica Laboral aún inexistente en
nuestra región para atender tanto necesidades, demandas y/o encargos profesionales en el
ámbito laboral, clínica de lo organizacional y del trabajo generando sentido y continentes
liberadores del potencial humano.
Para la Clínica Social la salud podría definirse entonces como una línea inestable de
creación que pasa entre estos dos polos y que consiste en:
a) afrontar los riesgos de la experimentación, de la búsqueda de intensidad para liberar
la vida allí donde permanece aprisionada y acorazada;
Los últimos años han sido, particularmente intensos y vertiginosos. Hemos tenido que
aprender clínicamente a desacelerar líneas de fuga (fundamentalmente las de abolición),
a lentificar procesos de desestratificación (principalmente de desterritorialización sin
posterior reterritorialización), tratando de crear la posibilidad de procesar las
intensidades surgidas de las nuevas afectaciones corporales y vinculares, siempre socio-
históricas y políticas. Hemos aprendido que hay situaciones, sensaciones y emociones
que no valen la pena ser intensificadas (sólo crean más miedo y paranoia), que hay
recuerdos, marcas y traumas que tampoco valen la pena intensificar ya que pueden
sobrecodificar la captura (la mayoría de las veces identitaria y psicopatológica), y no
abren el espacio para que surjan nuevos aprendizajes y opciones de vida.
Sabemos que los organismos están cada vez más estresados por la violencia que se les
impone desde fuera para dentro. En este contexto las defensas también cambian de lugar
y se van volviendo más primitivas. En el ámbito organizacional hemos constatado
clínicamente que hay una regresión creciente en el uso de las defensas.
13
Franco, Gonçalvez , 2003, Curso UFP: Nuevos abordajes clínicos y organizacionales para síntomas
contemporáneos
Una de nuestras preocupaciones actuales consiste en prevenir la transmisión de los
procesos de acorazamiento de generación en generación y los procesos de alienación de
enfermar en el ámbito organizacional y en las relaciones interpersonales del mundo del
trabajo.
Sabemos que padres traumatizados crean hijos traumatizados, que a su vez, tenderán a
herir a sus congéneres e hijos, retroalimentando una cadena de situaciones violentas y
traumáticas que generan un círculo vicioso sin fin.
Desde el punto de vista reichiano sabemos además que nuestro organismo tiene una
capacidad innata para auto-regularse, aun en situaciones adversas. Esta es una de las
causas que nos lleva a tomar contacto con los últimos descubrimientos realizados por
las neurociencias y los procedimientos terapéuticos que posibilitan activar los
mecanismos naturales de cura que se encuentran en nuestro cuerpo (procedimientos
clínicos como E.M.D.R. o T.F.T, por ejemplo, que hemos integrado eficazmente a la
Clínica Laboral14).
14
Lo novedoso de estas nuevas prácticas clínicas, como la desensibilización y el reprocesamiento a través
de movimientos oculares, por ejemplo, es que han logrado investigar y enunciar algo que “estaba allí”,
sistematizándolo en una estrategia y en una tecnología que subvierte viejos principios de la clínica. De
aquí en más lo breve y focal puede ser a la vez profundo y altamente efectivo, aun desde la primera
sesión, siendo además un método de sencilla transmisión, económico, y fácilmente incorporable a todas
las culturas, idiomas y niveles intelectuales.
Estas nuevas demandas fueron surgiendo de la mano de las frustraciones impuestas por
las limitaciones del trabajo científico tradicional (la iatrogénesis psiquiátrica, por
ejemplo). La ortodoxia de la atención psicológica (tradicional y hegemónicamente
psicoanalítica), se ha visto desbordada por nuevos dispositivos. Es así que, en los
últimos 20 años, la comunidad psicoterapéutica se ha visto constantemente
bombardeada con una gran cantidad de ofertas de técnicas y corrientes psicológicas.
15
Seminario coordinado por L. Gonçalvez: "El cuerpo y los quehaceres del psicólogo" (curso de
profundización de Psicología Grupal e Institucional del Area de Psicología Social de la Facultad de
Psicología de la Universidad de la República)
ANEXO 1. Similitudes y diferencias entre las SOCIEDADES DISCIPLINARIAS (M. Foucault) y las
SOCIEDADES de CONTROL (G. Deleuze)