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© CESAR AUGUSTO AYALA DIAGO

© UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA


Facultad de Ciencias Humanas
Departamento de Historia
CFNDEC
COLCIENCIAS

Derechos reservados de autor

Diseño de carátula: Luis Javier González


Al fondo manifestación de la ANAPO
en Bucaramanga. En linea ascendente:
Alvaro Uribe Rueda, Alberto Ruiz Novoa
y Gustavo Rojas Pinilla.

Diagramación e impresión:
EDITORIAL CÓDICE LTDA
Cra. 15 No. 53.86 Int. 1
Tels.: 2177010-2494992
Santafé de Bogotá, D.C.
CESAR AUGUSTO AVALA DIAGO

NACIONALISMO Y
POPULISMO
ANAPO Y EL DISCURSO POLÍTICO
DE LA OPOSICIÓN EN COLOMBIA: 1960-1966

LINEA DE INVESTIGACIÓN EN HISTORIA POLÍTICA


UNIVERSIDAD NACIONAL

1995
CONTENIDO

Págs.

Prólogo 7
Introducción 11

1. RENACIMIENTODEL
NACIONALISMOCOLOMBIANO 15

1.1 La Nueva Prensa (LNP) 15


1.2 La propuesta nacionalista de Alberto Zalamea 20
1.3 El nacionalismo de Alvaro Uribe Rueda 21
1.4 Nuevos rumbos del populismo colombiano 25
1.4.1 La influencia de Antonio García 25
1.4.2 Confluencia de los nacionalismos colombianos 28
1.5 El general Alberto Ruiz Novoa 32
1.6 La ANAPO condensa sus idearios en una nueva plataforma 47

2. LA LUCHA POLÍTICA DE LOS MOVIMIENTOS


DE LA OPOSICIÓN DURANTE 1965 57

2.1 La agitación política en los comienzos de 1965 57


2.2 Rojas no se amilana 61
2.3 La agitación política en Barranquilla 62
2.3.1 Osear Alonso Villegas 63
2.4 El Movimiento Democrático Nacional (MDN) 64
2.5 Oposición y candidaturas en la primera mitad de 1965 77
2.6 Reagrupación conservadora y el lauroalzatismo 79
2.7 Los sacerdotes en la política 81
2.8 El Frente Unido del Pueblo (FUP) 84
2.9 Camilo, la Nueva Prensa y ANAPO 86
2.10 La línea blanda del MRL contraataca 89
2.11 La oposición: confrontación y confluencia de tesis 92
2.12 De nuevo el general Ruiz Novoa 100

3. PLATAFORMAS, DOCUMENTOS PROGRAMÁTICOS


Y PERIÓDICOS MOVILIZADOS DURANTE
LA CAMPAÑA ELECTORAL DE 1965-1966 105

3.1 La ANAPO: constantes políticas y la reaparición de "Alian-


za Popular" 105
3.2 Editoriales y contradestinatario anapista 108
3.3 Rojas ejerciendo su poder 114
3.4 La oposición y el destinatario de sus discursos 120
3.5 La oposición construye su contradestinatario 133
3.5,1 La Línea Dura del MRL, ¿un tercer partido? 135
3.6 Nacionalismo y Estado en los documentos programáticos 138
3.7 Las categorías menores 144

4. EL FRENTE NACIONAL ANTE EL


DISCURSO DE LA OPOSICIÓN 147

4.1 La salida de "la crisis estacional" del Frente Nacional 151


4.2 Los destinatarios del nuevo discurso frentenacionalista 155
4.3 El Estado y los problemas nacionales en la nueva plataforma
del Frente Nacional 159
4.4 Referentes nacionalistas en la plataforma del Frente Nacio-
nal 165
4.5 Los liberales haciendo hostias. La Iglesia en el programa de
Carlos Lleras Restrepo. 168

5. LAS ELECCIONES LEGISLATIVAS DE 1966 171

5.1 Las contradicciones de la oposición 171


5.2 El avivamiento de la campaña electoral, en tierra derecha 173
5.2.1 El Anapismo o el Sistema Rojista de llegar al pueblo 173
5.2.2 El Rojismo Liberal 182
5.2.3 La conquista de los votos bogotanos 184
5.2.4 La mística religiosa del Anapismo y la reacción de
las jerarquías eclesiásticas 186
5.3 Los resultados de las elecciones legislativas de 1966 193
5.3.1 La votación conservadora por la ANAPO, un punto
de llegada. El recorrido del voto conservador 195
5.3.2 La votación liberal por el Anapismo, un punto de
partida. Origen del voto liberal anapista 206
5.3.3 El Anapismo liberal en Cundinamarca, Atlántico y
Antioquia 209
C Í A T ~ A XT A T V \ * — 1—_ J _* *— _ J _ * S1~1JL~ I I I I ^ 1 C
j.j.t i_,a n . r * t v \ j un IUS uefjcii Lcmieuius ue uauíwiuii nueicu ZlJ
5.3.5 La votación liberal anapista en las regiones de
tradición conservadora 221
6. LAS ELECCIONES PRESIDENCIALES DE 1966 225

6.1 Oposición y candidaturas 225


6.2 José Jaramillo Giraldo 227
6.2.1 Alberto Zalamea, el Movimiento Democrático
Nacional y la Nueva Prensa adhieren a la ANAPO 232
6.3 Los resultados de las elecciones presidenciales 238

CONCLUSIONES 245

BIBLIOGRAFÍA 257
LISTA DE TABLAS Y CUADROS
Págs.

TABLA 1. Referencias a Rojas y a la ANAPO en la Plataforma


1964-1966 116

TABLA 2. Referencias a Rojas y a la ANAPO en 25 editoriales


de Alianza Popular 117

TABLA 3 Destinatarios positivos de los movimientos políticos


de oposición al Frente Nacional 1959-1961 124

TABLA 4. Destinatarios positivos de los movimientos de oposi-


ción al Frente Nacional 1963-1966 125

TABLA 5. Correlación entre los destinatarios de la oposición


1959-1965 130

TABLA 6. Referentes nacionalistas en los movimientos de la


oposición al Frente Nacional 1963-1965 139

TABLA 7. El Nacionalismo en los movimientos de oposición


1963-1965 140

TABLA 8. Correlación entre los destinatarios de la oposición al


Frente Nacional 1965 156

TABLA 8A, Distribución porcentual de las categorías en las pla-


taformas políticas 1963-1966 157

CUADRO 1. El voto conservador por la Alianza Nacional Popular


1962-1966 194

CUADRO 2. El voto liberal por la Alianza Nacional Popular 1964-


1966 207

CUADRO 3. Votación liberal para Cámara de Representantes marzo


20 de 1966 208

CUADRO 4. Votación por la oposición liberal al Frente Nacional


entre 1960 y 1966 210

CUADRO 5. Las elecciones de 1966 239

CUADRO 6. Los avances de la ANAPO en las elecciones de 1966 241


PROLOGO

«La conocida definición de la historia social dada


p o r G. M. Treveylan 'como historia a l margen de la
política' es rechazada en la actualidad casi p o r
todos. E n cambio, descubrimos un interés p o r el
componente social en la política y p o r los elementos
políticos en la sociedad»^.

La historia política está definitivamente reviviendo. La crisis de las ideologías


y de los paradigmas estructurales para explicar la historia, el retorno a la na-
rrativa en la reconstrucción del pasado, la necesidad de mirar campos de la
vida social olvidados por la 'nueva historia' y otros fenómenos relacionados,
han llevado a la historiografía contemporánea a repensar su habitual rechazo
de la política. No se trata de una moda, afortunadamente, y menos de un sim-
ple retorno a las recetas de Leo Von Ranke centradas en las biografías de reyes
y presidentes. Por el contrario, sin desechar los logros teóricos y metodológicos
de la llamada historia social, la historia politica - no la llamamos 'nueva' para
no desgastar más este adjetivo - retoma las preocupaciones en torno a la for-
mación de los Estados y el desenvolvimiento de los regímenes políticos,
cuantifíca y analiza los procesos electorales, estudia la gestación y estructuración
de formaciones políticas y a veces hace biografías pero ya no de los dirigentes
ejemplares, sino de quienes muestran trayectorias erráticas y aún oscuras en la
vida pública.

La historiografía colombiana no ha estado ausente en esta transformación. En


ello incide no sólo el impacto teórico de la literatura que nos llega de fuera
sino la permanente reflexión sobre nuestra realidad. La preocupación por la
Violencia o, más propiamente, las violencias; la atención prestada a las protes-
tas sociales, siempre en cruce con el sistema político; la inquietud por las
formaciones regionales en contraste con la evolución del Estado central, se
tradujeron en investigaciones sobre fenómenos políticos, aunque no se las re-
conociera como tales, tal vez por no ser muy populares entre los nuevos histo-
riadores.

Grupos de investigadores a lo largo y ancho del país, han tomado cada vez más
en serio este retorno a la historia política. Uno de esos grupos tiene asiento,
desde mediados del decenio pasado, en el Departamento de Historia de la Uni-
versidad Nacional. En una loable integración de profesores, estudiantes de
maestría y ahora de pregrado, se gestó desde 1992 la Línea de Investigación en
historia política colombiana. Es en este contexto institucional donde César
Augusto Ayala Diago elabora su minuciosa reconstrucción de la evolución de

Peter Burke, Formas de hacer Historia Madrid: Alianza Editorial, 1993, págs. 36-37.
la Alianza Nacional Popular, ANAPO. El objeto del libro es la microhistoria
de la oposición colombiana durante gran parte de los años sesenta. El tema del
libro es la curiosa convergencia de discursos nacionalistas en un momento de
la historia reciente del país. El nacionalismo es una categoría política impreci-
sa, pues se nutre de diversas ideologías, a veces antagónicas, y apela a distin-
tas bases sociales. El nacionalismo del que trata este libro tuvo orígenes, como
la ANAPO, en el conservatismo. De ahí, sus primeras características
hispanizantes y religiosas, similares a las que practicó el general Rojas Pinilla.
Pero a principios de los años sesenta, fruto de la revolución cubana, con su
carga antiimperialista, y de las luchas anticoloniales en África y Asia, el na-
cionalismo se convirtió en una bandera de la izquierda. De esta forma, Ayala
nos va ilustrando la convergencia en el ideario nacionalista de grupos tan
disímiles como el alzatismo, los periodistas de la Nueva Prensa, el General
Alberto Ruiz Novoa y su efímero Movimiento Democrático Nacional, el Mo-
vimiento Revolucionario Liberal de Alfonso López Michelsen, el Partido Co-
munista, y la temprana irrupción de fuerzas de izquierda como el Movimiento
Obrero Estudiantil Colombiano MOEC, el Frente Unido de Acción Revolu-
cionaria FUAR y posteriormente el Frente Unido de Camilo Torres y los gru-
pos guerrilleros Ejército de Liberación Nacional ELN y las Fuerzas Armadas
revolucionarias de Colombia FUARC, En medio de ese berenjenal ideológico
se ubica la ANAPO. El ambiguo nacionalismo le imprime carácter, como a
otros grupos populistas de América Latina, especialmente el peronismo. En
una mezcla de chauvinismo hispanizante y de antiimperialismo, los populismos
latinoamericanos vieron crecer su electorado, convirtiéndose en fuerzas políti-
cas multitudinarias, pero con una precaria identidad y una profunda debilidad
política. Por ello, rápidamente se fragmentaron por la polarización entre iz-
quierda y derecha. Recuérdese la ruptura entre montoneros y peronismo ofi-
cial en Argentina, o para no ir muy lejos, entre M-19 y ANAPO en nuestro
medio. Entre 1964 y 1966 se vivió en el país la convergencia de discursos
nacionalistas. En ese contexto la ANAPO se consolidó como tercer partido,
integrando su electorado conservador, el más fuerte en todo caso, con liberales
y con «no alineados» como solía decir Camilo Torres. El énfasis en dicha
convergencia tal vez explica por qué Ayala estudia en profundidad sólo dos
años de nuestra historia política contemporánea. Se trata de un minucioso
análisis de discurso y comportamiento políticos de diversas agrupaciones, pri-
vilegiando obviamente a la ANAPO. Con una paciencia a toda prueba, el autor
estudia juiciosamente cuanto documento original, declaración de prensa, dis-
curso de plaza pública o estadística electoral existe para esos años. Combinan-
do los métodos tradicionales de lectura e interpretación de textos, con los cuan-
titativos, hoy un tanto descuidados por otros historiadores, logra una buena
aproximación a la evolución del discurso político o a las continuidades y
discontinuidades, en términos electorales, a nivel municipal. Cada método por
aparte entrega una pieza del rompecabezas; tal es el caso del content-analysis
para el hallazgo de la alta correlación entre discurso frentenacionalista y el de
la oposición —que nos llevan a pensar que no hay gran diferencia entre unos y
otros en términos de discurso o que «el papel aguanta todo»--; o de las
minuciosas estadísticas electorales para mostrar cuántos votos gana
una u otra fracción. Pero tomados de conjunto, tanto las fuentes escu-
driñadas como los métodos practicados, en los cuales se incluye tam-
bién el recurso a las fuentes orales, nos ofrece una rica pintura de la
vida política nacional de esos años. César A. Ayala no niega que su
intento es realizar una lectura del discurso y práctica políticos, lo más
cercano a aquello que los actores quisieron decir o hacer. Si bien esto
puede entrañar una limitación en términos de la necesaria distancia
que el historiador debe mantener con relación a su objeto de estudio
para hacer las interpretaciones críticas de lo reconstruido, tiene la gran
ventaja de ofrecer con mayor riqueza y menos mediaciones los docu-
mentos sobre los que reposan las interpretaciones. Por ello, no duda-
mos en calificar este libro como un texto que simultáneamente es una
rica fuente documental y una coherente reconstrucción interpretativa.
Por ambos sentidos, está llamado a ser una historia de obligada con-
sulta y sobre todo de forzosa discusión pues uno no puede dejar de
leerlo sin que surjan nuevas alternativas de entendimiento de lo descri-
to. El lector apenas inicia su lectura entra en diálogo creativo con el
autor. No todos los libros de historia tienen la cualidad de ser tan suges-
tivos y al mismo tiempo tan sólidamente documentados.

Mauricio Archila Neira


Director del Postgrado en Historia
de la Universidad Nacional de Colombia.
Aviso del dentista Teófilo Caballero, jefe de un Comando de Barrio
de la ANAPO de Barranquilla.

10
INTRODUCCIÓN

Nos ocupamos en este libro, de la historia política colombiana durante buena


parte de la década de los años sesenta. Uno de nuestros objetivos principales
consiste en mostrar las condiciones de orden subjetivo que impidieron una
temprana formación y consolidación de un sector liberal dentro del Movi-
miento Alianza Nacional Popular (ANAPO). En los capítulos I y II abordamos
la reaparición, ahora, del nacionalismo, desde personalidades e idearios libe-
rales. Los capítulos describen y analizan la aparición de la revista La Nueva
Prensa LNP y la manera como ésta agrupó, en torno suyo, un importante
sector de la opinión intelectual. Demostramos además, cómo LNP pudo con-
vertirse en el órgano de expresión y conjunción de gran parte de los matices
nacionalistas presentes en el país.

El capítulo I examina en detalle la renovación y adaptación, a las condiciones


de la década del sesenta, de las tesis nacionalistas de Antonio García. Explora
en los intentos de conformar en Colombia una tercera fuerza independiente de
los partidos tradicionales y del comunismo, y reseña la manera como la va-
riante del populismo colombiano se abría espacio. Describimos el proceso por
medio del cual comienzan a coincidir los planteamientos de las corrientes
nacionalistas liberales con las de los ideólogos, conservadores ante todo, de la
Alianza Nacional Popular. El capítulo aborda con amplitud la actividad del
general Alberto Ruiz Novoa en el Ministerio de Guerra en tiempos del Presi-
dente Guillermo León Valencia y destaca sus intervenciones polémicas, que lo
ponen en el centro de la atención de la opinión pública. Al final, se analiza el
contenido de la nueva plataforma ideológica de la Alianza Nacional Popular
ANAPO, promulgada en diciembre de 1964 y se demuestra que, al recoger los
planteamientos nacionalistas en circulación, el documento neutraliza el avan-
ce del general Ruiz Novoa.

El capítulo II gira en torno a la agitación política que vivió Colombia en el año


1965. En ese contexto, estudiamos el papel desempeñado por la comunidad de
los anapistas. El capítulo informa y analiza acerca del surgimiento y desarro-
llo del movimiento Democrático Nacional MDN y del Frente Unido del Pue-
blo FUP, dirigidos, el primero por Alberto Zalamea y Alberto Ruiz Novoa y el
segundo por el sacerdote Camilo Torres Restrepo. Se da importancia at MDN
y al FUP como puntos de confluencia de idearios nacionalistas y obstáculo
para la realización del anhelo anapista de ensanchar sus bases liberales. El
capítulo aborda la reestructuración del lopismo emerrelista y el surgimiento de
la corriente Lauro-alzatista dentro del conservatismo. Demuestra cómo la po-
tencialidad renovadora del MRL va más allá de los intereses políticos de Al-
fonso López Michelsen. Un elemento importante del capítulo, es la ilustración
acerca de la influencia de las teorías y prácticas afro-asiáticas en los movi-
mientos políticos del decenio del sesenta. A partir de este capítulo, demostra-

11
mos cómo se adaptaron y readaptaron nuevas y viejas concepciones populistas
de corte tercermundista o europeas vertidas a suelo colombiano. El texto en
general aborda el drama de la unión de los grupos adversos al Frente Nacio-
nal. En ese orden de ideas, tratamos en profundidad los intentos que hicieron
los opositores al Frente Nacional de conformarse en un vasto movimiento.

Con el propósito de establecer y presentar la historia de la Alianza Nacional


Popular desde una perspectiva comparativa, en el capítulo III reconstruimos
los discursos políticos e ideológicos de los movimientos de oposición de la
década, mediante la aplicación, a sus respectivas plataformas o documentos
programáticos, de los análisis de contenido y de correlación1. Interesados en el
estudio de sus formas: de llegar a los sectores sociales, de hacer la política, de
plantear los problemas sociales y sus respectivas soluciones, sumamos a tales
métodos las experiencias y sugerencias de la obra de Elíseo Veron, especial-
mente las expuestas en «La Palabra Adversativa. Observaciones sobre la enun-
ciación política»2. Las conclusiones y reflexiones en general a las que llega-
mos en el capítulo, se comparan en el capítulo IV con las nuevas propuestas
del establecimiento, ahora bajo la denominación de Frente de Transformación
Nacional, a la cabeza del dirigente liberal Carlos Lleras Restrepo.

Los capítulos V y VI entran de lleno en la etapa final de las elecciones de


1966. Desde un punto de vista comparativo, nos detuvimos en las formas de
llevarse a cabo las manifestaciones públicas de la época. Ordenamos y exami-
namos los símbolos y las consignas promovidas por los diferentes movimien-
tos. Tratando de establecer las diferencias entre el discurso de la plaza pública
con el discurso ideológico, los capítulos informan sobre la recepción del dis-
curso electoral y el comportamiento de las masas movilizadas a las concentra-
ciones de la plaza pública colombiana. Ambos capítulos escudriñan el sistema
rojista de llegar al pueblo, demostrándose cómo Gustavo Rojas Pinilla y los
anapistas rescatan la plaza pública para el ejercicio del proselitismo político.

El período en el que se desenvuelve la actividad política del anapismo ha sido


poco ilustrado en la historiografía colombiana. ¡Extraño!. Una época caracte-
rizada por la proliferación de la literatura política no ha llamado la atención
de los investigadores colombianos. Nuestro trabajo no tuvo entre sus objetivos
primarios la teorización a priori del populismo y, del nacionalismo colombia-
no como uno de los principales componentes del primero. Nos interesó, fundar

' Para el Análisis de Contenido del material seleccionado de Alianza Popular, se tuvieron m
cuenta las siguientes categorías: «Contra el establecimiento», «Destinatarios Sociales», «Nacionalis-
mo», «Anapo-Rojas», «Denuncia de», «A favor de», «Religión», «Revolución», «Problemas» y «So-
luciones».
2
Veron E. y otros. El Discurso Político. Lenguaje y acontecimientos. Buenos Aires, Librería Hadiette,
1987 p. 13-26; y Sigal Silvia y Veron Eliseo. Perón o Muerte. Los fundamentos discursivos del fenó-
meno peronista. Buenos Aires, editorial l^egasa, 1986.

12
un texto, reconstruir la circulación de idearios, establecer los puntos de con-
fluencia y demarcar un punto de arranque en firme; el de la variante colombia-
na del populismo. Por eso, éste es ante todo un trabajo de fuente primaria, con
gran atención en el folleto político, en el documento escrito, en la vivencia de
los personajes. Entre las fuentes utilizadas, destacamos los periódicos de la
provincia, los órganos de difusión de los movimientos de oposición, sus docu-
mentos programáticos y los testimonios orales. La revista La Nueva Prensa,
fue una fuente esencial para la comprensión del pensamiento colombiano de
los años sesenta. En sus páginas pudimos excavar los vestigios de hombres y
movimientos que resistieron al establecimiento y ejercicio del Frente Nacio-
nal: Alberto Zalamea y Alfonso Torres de la Dirección de la revista; Alvaro
Uribe Rueda y Ramiro De la Espriella; Alfonso López Michelsen y Hernando
Garavito Muñoz de los sectores del MRL; Hernando Olano Cruz, María Eugenia
Rojas y Gustavo Rojas Pinilla de la ANAPO; Francisco de Paula Pérez y Alva-
ro Rivera Concha de la Democracia Cristiana, entre otros. Además de la im-
portancia que tuvo para el trabajo la revista La Nueva Prensa, destacamos el
caso de El Nacional, un periódico fundado en 1945. Los líderes nacionalistas,
emerrelistas y anapistas, utilizaron sus páginas en la defensa de sus idearios.
El periódico cotidianamente informaba a la ciudadanía del comportamiento
de los adversarios del Frente Nacional. Sin ser de su propiedad, los activistas
del anapismo contaron con él para la publicación de sus manifiestos, procla-
mas, y propaganda. Gracias a este órgano pudimos reconstruir las manifesta-
ciones del general Rojas en Barranquilla y contar con documentos imposibles
de conseguir en otros medios. Anales del Congreso fue una fuente de vital
importancia para la reconstrucción de la historia política del país durante el
período en estudio. Por tratarse de un material que transcribe en su totalidad
las actividades desplegadas por los parlamentarios: Proyectos de Ley, Ponen-
cias, Constancias, Proposiciones y, sobre todo de sus Debates e intervencio-
nes, su seguimiento facilitó establecer el comportamiento de los voceros
anapistas en el Congreso de la República. Lo mismo puede decirse de los Li-
bros de Actas de los concejos municipales y de las Asambleas Departamenta-
les consultados.

Los órganos voceros de los distintos movimientos políticos que intervinieron


en el período 1964-1966 constituyen una fragua de documentación histórica:
Alianza Popular, La Calle, MRL de Colombia, Pueblo y Libertad, La Nueva
Prensa, Frente Unido, Voz Proletaria, Vertical, amén de los periódicos oficia-
les nacionales y de provincia. Pero de ellos destacamos las Plataformas y de-
más documentos programáticos; lo mismo que los Manifiestos, Declaracio-
nes, Resoluciones, Propaganda y demás mecanismos de llegar a los destinata-
rios. Gracias a que gran parte de los protagonistas de nuestra historia viven
aún, esta investigación ha tratado de vincularlos al texto. A las reflexiones del
autor han contribuido las conversaciones con Samuel Moreno Díaz, Alberto
Zalamea, Alvaro Uribe Rueda, Alberto Ruiz Novoa, Ramiro De la Espriella,
Francisco de Paula Jaramillo y Víctor Manuel Rincón entre los más sobresa-

13
lientes. También hemos entrevistado a dirigentes de provincia y a líderes po-
pulares, sin los cuales nuestra reconstrucción histórica hubiese sido muy par-
cial: Claudio Urruchurtu y Torregrosa, Darío Meló, Marcos A. Castaño, entre
tantos.

Por último, quiero manifestar mis agradecimientos a las Organizaciones


CINDEC de la Universidad Nacional y COLCIENCIAS por su ayuda finan-
ciera para la realización de esta investigación; a la Facultad de Ciencias Hu-
manas y al Departamento de Historia por su apoyo; a mi asistente Giovanni A.
Molano Cruz, quien no sólo participó en el trabajo de recopilación y sistema-
tización de materiales, sino que tomó parte en las tesis que aquí se sustentan;
a los profesores Mauricio Archila, Medófilo Medina, Fernán González, Ber-
nardo Tovar y León Arled Flórez por sus valiosos comentarios y recomenda-
ciones; a Vladimir Daza por la grabación del material de El Nacional; a Orlando
Villanueva por facilitarme documentos valiosos de los movimientos de oposi-
ción de los años sesenta y por colaborarme también en el dispendioso trabajo
del Análisis de Contenido; a Guillermo Loaiza y Ana Luz Rodríguez por la
lectura que hicieron de algunas de las variantes del texto; a mi compañera
Ruby Ramírez por su transcripción y por la sistematización de gran parte de
las fuentes acumuladas y al Museo Romántico de Barranquilla por facilitarme
la consulta de sus archivos. Mis reconocimientos al General Alberto Ruiz Novoa,
a los doctores Alberto Zalamea, Alvaro Uribe Rueda y Samuel Moreno Díaz
por su colaboración testimonial y documental y a todos los personajes que con
buena voluntad accedieron a conversar y compartir con el autor la experiencia
de sus vidas políticas.

14
1. RENACIMIENTO DEL
NACIONALISMO COLOMBIANO

Las diversidades ideológicas reunidas en el Movimiento político Alianza Na-


cional Popular ANAPO, al tiempo que el nacionalismo que renace en los tiem-
pos del Frente Nacional, tuvieron el mismo origen y la misma trayectoria.
Deambulando por el siglo, se encuentran de pronto, en la segunda mitad del
decenio del sesenta. En los años treinta, para poner una fecha no muy remota,
el nacionalismo había emergido desde el pensamiento conservador, haciendo
luego presencia en corrientes pragmáticas del liberalismo. Más que un nacio-
nalismo como movimiento así configurado, se trató de una serie de ideas na-
cionalistas, cuyos contenidos trataremos de identificar.

No son ajenas las ideas nacionalistas colombianas a una influencia recibida


del exterior. El nacionalismo de los años 30 está atravesado por la influencia
de los nacionalismos europeo y latinoamericano. Es latente la presencia de
Alemania, España e Italia, como de México, Argentina, Perú y Brasil. A estas
ascendencias se sumaría, después de la Segunda Guerra Mundial, el naciona-
lismo de los países que luchaban por el logro de su independencia nacional.
Mussolini impresionó al rebelde liberal Gaitán y al rebelde conservador Alza-
te. Al primero le sedujo del líder italiano sus formas de hacer política, al se-
gundo le llamó la atención el contenido idealista de su pensamiento. Ambos,
Gaitán y Álzate eran portavoces de una generación para la cual no era fácil ser
escuchada dentro de sus propios partidos. En Gaitán el nacionalismo era la
defensa de los países débiles; en Álzate era agresivo, impetuoso. Ambos nacio-
nalismos irrumpen por la misma época. El de Álzate, por ir en contravía de las
tendencias económicas que le imprimían a sus paises los gobiernos liberales a
nivel mundial y por tratarse de la expresión de una considerable pugna inter-
na, descolló en un principio mucho más agresivo que el gaitanista. En el fon-
do, sus preocupaciones se identificaban en los mismos objetivos sociales.

La fuerza de las cosas, el curso mismo del desarrollo de la historia política de!
país, haría que en la ANAPO terminaran coincidiendo vertientes nacionalis-
tas de toda estirpe. Desde quienes -entre 1953 y 1957 - esperaron hasta última
hora que el gobierno de Rojas fuera la expresión de sus ideas, hasta las genera-
ciones de los nuevos nacionalistas de los años 60, para quienes el nacionalis-
mo se cubre con un manto mucho más ancho que aquel con el que se habían
cubierto sus predecesores. Veamos el proceso.

1.1 La Nueva Prensa (LNP)

No era la primera vez que el nacionalismo irrumpía en la política colombiana.


Aunque su resistencia a la modernidad ocupa un destacado lugar y su apari-

15
ción coincide con un acelerado proceso de urbanización en el país, las condi-
ciones políticas producidas por el nuevo ordenamiento jurídico de los años
sesenta hizo posible plantear el nacionalismo como movimiento bipartita. Antes,
las tesis nacionalistas eran patrimonio de las corrientes políticas donde sur-
gían. Pero, sin duda, aquellas de origen liberal repercutían en las masas con-
servadoras y viceversa, mas no es fácil su comprobación. En cambio el am-
biente de conciliación y los movimientos que promovían un Frente Nacional
desde abajo, estimularon la iniciativa.

Quienes se atrevieron a plantear el nacionalismo desde una propuesta inde-


pendiente de los partidos tradicionales, como movimiento en sí, fueron los
intelectuales que se reunieron, de 1961 a 1966, alrededor de la revista La
Nueva Prensa (LNP)1. Convocaron al país en su totalidad a conformar un
movimiento nacionalista. En las páginas de la revista empezaron a expresarse
los ideólogos de la Línea-dura del Movimiento Revolucionario Liberal MRL,
del anapismo, del cristianismo popular, de la Democracia Cristiana, del
militarismo y de corrientes políticas regionales. Aspirando a conformar una
mayoría nacional con las minorías de los partidos, LNP le reproducía por
igual los discursos a Jorge Leyva, a Alfonso López Michelsen a Hernando
Olano Cruz, a Alvaro Uribe Rueda y, en parte al sacerdote Camilo Torres
siempre y cuando en ellos se tocase el tema del nacionalismo. En síntesis,
LNP recogía el sentir nacionalista que se había manifestado desde los órganos
periodísticos de las disidencias conservadoras y liberales desde la década del
40, ahora súbitamente salidos del escenario político: Sábado. Diario de Co-
lombia, Jomada, Eco Nacional, La Nación, El Día, Diario Popular, etc. En
ellos los colombianos de los años cincuenta, pudieron seguir de cerca los pasos
de los movimientos nacionalistas en el poder tanto en América Latina como
en Asia y África. Por las páginas de estos periódicos desfilaron los procesos
históricos de Argentina, Brasil, Bolivia, Egipto, India, Indonesia y en general
se ilustraban las actividades de cuanto movimiento en cualquier parte del
mundo aspiró desde lo nacional a resolver sus grandes males sociales. Tradi-
ción que continúa LNP. Sus ideólogos contemporizan con quienes en Colom-
bia habían sido seguidores de José Antonio Primo de Rivera, de Benito
Mussolini, de Georges Sorel. Resaltan la virtud de sus ideas, señalan las que
fueron sus deformaciones y llaman la atención sobre el nacionalismo depura-
do de los últimos tiempos, abierto a todos los vientos del mundo, «el que ha
florecido en todos los países que realizan actualmente la revolución nacional,
desde Egipto hasta Indonesia, desde la India hasta Guinea»2. Llaman al resca-
te de los elementos positivos de los paradigmas nacionalistas del continente

1
En la monografía. Nacionalismo y Sociedad. Colombia 1958-1965, elaborada por Giovanni A.
Molano Cruz para recibirse de sociólogo de la Universidad Nacional (1994), se encuentra un intere-
sante y detallado seguimiento del tránsito de la revista Semana a la Nueva Prensa, cuyo primer número
salió a la luz pública el 19 de abril de 1961.
2
La Nueva Prensa. «Ahora y Aquí Nacionalismo». Informe Especial Nacional. No.7, mayo 31
1961 p.50-54

16
latinoamericano. Profesan admiración por el nacionalismo aprista de sus pri-
meros años, reconocen en el peronismo el movimiento nacionalista más cohe-
rente del continente, consideran que el «Estado Novo» de Getulio Vargas no
fue fascista y califican a Víctor Paz Estensoro de «el más lúcido expositor de
un nacionalismo moderno para América Latina»3.

En uno de los primeros números de la revista se esbozaron los lineamientos de


la nueva prédica; lo. Nacionalizar la política debe ser el primer paso para la
regeneración de la vida colombiana; 2o. Revitalizar el sentimiento patrio; 3o.
Recuperar para el país una visión nacionalista de los problemas; 4o. Oponerse
a la descolombianización progresiva del gran dinero; 5o. Buscar siempre el
interés nacional; 6o. Contestar al inmovilismo del gobierno con el vitalismo
colombiano4. Para llevar a la práctica tales aspiraciones propusieron la reali-
zación de una Revolución Nacional que aunque inspirada por los nuevos aires
del Tercer Mundo, en Colombia se remontaba al espíritu conservador. En 1949,
un grupo disidente del conservatismo en el que se encontraban Gilberto Álzate
y Francisco Plata Bermúdez, decidió incorporar en el vocabulario de la dere-
cha colombiana la palabra revolución. En octubre de ese año, Gilberto Álzate
Avendaño llamó desde Eco Nacional a la realización de una Revolución Na-
cional5 . En los sesenta, la gente de LNP se sintoniza con los postulados conser-
vadores de entonces: «La Revolución Nacional tendrá que ser, si lo es, el
restablecimiento del orden, de la disciplina, de las jerarquías. Y a ellas ingresa-
rán las instituciones permanentes en forma total, unidas, sin resquebrajamiento
alguno, en bloque»6. Fue ésta concepción, al igual que el retorno a la «hispani-
dad», los puntos de convergencia que marcaron la continuidad con el naciona-
lismo conservador.

Al igual que en todo proceso de configuración nacionalista, el impulsado en


Colombia por LNP estuvo precedido de una revisión histórica, aunque no de
las dimensiones de casos como el de la Argentina. Por entregas, la revista
publicó la obra de Indalecio Liévano Aguirre sobre los «Grandes Conflictos
Económicos y Sociales de Nuestro Tiempo», y destacó aspectos positivos de
los trabajos de Milton Puentes, Arturo Abella, López Michelsen, entre otros.
Pero no encontró en esa revisión nada parecido a lo que en la Argentina se
denominó «La Argentinidad», en el Brasil «La Brasilidad», o en el Perú «La
Peruanidad». No había entonces en el país de donde prenderse. «La
Colombianidad no es sino un abuso del lenguaje. Nuestra manera de ser hom-
bres está cifrada en la hispanidad»7, concluyeron los ideólogos de LNP. Su
revisionismo les había llevado a rechazar los resultados de la propia indepen-

3
Ibid. p. 53
4
La Nueva Prensa, mayo 30 de 1961 No.6p.14-15
5
Véase «Una Revolución Nacional derechista pidió Gilberto Álzate. En: Eco Nacional, octubre 9
de 1949 p. 1 y 8; y la Columna «NOTIFICAMOS», octubre 28 de 1949 p. 28
6
La Nueva Prensa, No.28, octubre 25 de 1961 p. 60
' La Nueva Prensa, «La Patria Grande», No. 26. octubre 11 de 1961 p. 52

17
dencia que Hispanoamérica alcanzara en la primera década del siglo XIX:
«...perdimos nuestra unidad y quedamos a merced de las grandes potencias.
Mientras las trece colonias norteamericanas se agrupaban bajo una misma
bandera, nosotros, que fuimos un solo estado, hemos llegado a ser veinte.. .Desde
hace un siglo y medio, cada potencia de Europa y América comercia con vein-
te países desunidos.^.»8.
La carencia de un protonacionalismo colombiano obligó a los editores de LNP
a recurrir a la hispanidad como artefacto cultural para fundamentar su naciona-
lismo. Desde las páginas de la revista, sus lectores polemizaron alrededor de
éste tema. Algunos columnistas de la revista asociaron hispanismo y revolu-
ción. Vieron con buenos ojos que el pueblo colombiano conservara la religión,
las tradiciones y los ideales de España, elementos que -según señalaban- «son
los más poderosos aglutinantes de las fuerzas populares en cada país»9. Ante
la aseveración de algunos de que se trataba de una especie de fascismo, otros
declararon que no se podía confundir una «civilización milenaria con una
ideología política contemporánea»10. En realidad, el género de nacionalismo
que se profesaba en la revista no era nuevo ni siquiera para Colombia y menos
aún para el continente. Pero resucitaba en condiciones nuevas; regresaba ata-
viado con ropajes ideológicos orientales y norafricanos. Su ideología estaba
lejana de representar los intereses de clase que había representado el hispanis-
mo que en los albores del siglo XX sirvió de mampara a la avalancha de los
Estados Unidos sobre el Continente. Pero, como en el caso de sus predeceso-
res, los contertulios de LNP expresan una especie de antinorteamericanismo.
Consideran que la alianza con los Estados Unidos es «contra-natura». «Los
norteamericanos - escribían - son descendientes de la política imperial británi-
ca; nosotros, del sentido misional de España»11. Dicho antinorteamericanismo
se identificaba en cierta medida, con el profesado por los apristas de los años
20. Surgía bajo condiciones parecidas. Cuando el aprismo proclamó el progra-
ma general que debería servir de base para los programas de las secciones del
Movimiento en los países latinoamericanos, el primero de los cinco puntos
que lo componían llamaba a luchar «contra el imperialismo yanqui»12. No se
trataba de un mecanismo de manipulación popular. Los líderes apristas, veían
en directo, y sentían en carne propia la avalancha de unos Estados Unidos que
fortalecidos después de sus victorias en la Primera Guerra Mundial, se lanza-

8
Ibid. p. 53
9
La Nueva Prensa, No. 26 octubre 11 de 1961. Véase «La Hispanidad y la Revolución», p. 54
10
Véanse los siguientes documentos: Vargas Martínez Gustavo. Capitalismo e Hispanidad. En La
Nueva Prensa, No. 29, noviembre 1 de 1961 p. 3-4; Perea Jaime. Hispanidad y Libertad. En: La
Nueva Prensa, No. 33, diciembre 5 de 1961 p. 3^4; Vásquez Rafael. La Patria Grande y El
Revisionismo. En La Nueva Prensa, No. 31, 1961 p.3,4 y 6; Vásquez Rafael. La Hispanidad no es
Fascismo. En: La Nueva Prensa, No.35, diciembre 13 de 1961 p. 4-6: Polémica sobre Hispanidad.
La Nueva Prensa No. 36 diciembre 20 de 1961 p. 1.
11
Ibid.
12
Haya de la Torre Víctor Raúl. ¿Qué es el APRA ?. En: Muñis Pedro y Showin Carlos. Lo que es
el Aprismo. Bogotá, Ed. Cromos, 1932 p. 14-41

18
ban a la conquista definitiva del continente latinoamericano. Igual sentimien-
to expresaban los líderes nacionalistas de los sesenta. La invasión a Cuba per-
petrada por los Estados Unidos en abril de 1961, provocó una nueva ronda de
irrupciones nacionalistas. En Colombia fuera de los comunistas expresaron su
repudio los dirigentes de la corriente del MRL que hemos mencionado. El
emerrelista costeño Ramiro de la Espriella, en un Informe Especial para LNP,
era claro en manifestar: «A nosotros no nos interesa el régimen cubano, ni nos
hemos casado con las orientaciones del señor Castro, y creemos, en fin, que la
revolución colombiana, la que todos estamos viendo llegar, deberá tomar otro
sentido y otro rumbo; pero defendemos el derecho de Cuba a hacer su revolu-
ción como la quiera»13. En la invasión de Bahía Cochinos, los nacionalistas
colombianos vieron una violación de los tratados de no intervención y de
autodeterminación en los cuales el liberalismo colombiano había consignado
sus principios, así lo afirma De la Espriella Antes de declarar su antinorteameri-
canismo, el emerrelista enjuicia la conducta de Alberto Lleras Camargo a quien
considera uno de los impulsores de dichas violaciones. No lo culpa, sinembargo.
Las inculpaciones recaen en lo que él considera «la conservatización del Fren-
te Nacional»: «La conjunción de fuerzas políticas que integran dentro del Frente
Nacional unos mismos intereses económicos de clase; y a su dependencia y
sujeción del capital extranjero y sus formas propias de gobierno»14. Sostiene
De la Espriella que Colombia vive un momento en que la clase gobernante
siente que sus intereses están mejor defendidos desde afuera por una potencia
extranjera que les preserve «su coloniaje político y económico, a cambio de la
propia soberanía, que por la afirmación individual de las cosas y principios
que contribuyen a formar una verdadera nación independiente»15. Por todo lo
anterior. De la Espriella afirma que en América Latina el nacionalismo es la
respuesta patriótica al sabor amargo de la invasión de los marines, al gran
garrote de Teodoro Roosevelt y los presidentes republicanos, al asesinato de
Sandino, para no recordar el caso de Panamá ni el descuartizamiento de Méxi-
co. En el mismo sentido, Alberto Zalamea, el ideólogo por excelencia del
nacionalismo que impulsaba la LNP, anotaba en los años 60, sobre el carácter
colonialista de la nueva política de los Estados Unidos hacia América Latina.
En una Carta Abierta dirigida al presidente Kennedy con motivo de su visita a
Colombia en 1961, Zalamea escribió: «...En América Latina existe el prejui-
cio de achacarle todos nuestros males a los Estados Unidos. Pero también hay
el prejuicio contrario, el de esperarlo todo del gobierno de Washington. Noso-
tros nos negamos a participar de cualquiera de ellos. Aún confiamos en que
poco a poco se abra camino y se amplíe el concepto -infortunadamente sólo
teórico- de la «política del buen socio». Menos ayuda gubernamental y más
inversiones privadas en un plano de mutuo beneficio y de recíproco respeto;
menos préstamos y la firma de convenios internacionales, bajo la égida de la

13
De la Espriella Ramiro. «Nacionalismo y Anlicomunismo». En: La Nueva Prensa, No. 96, abril
27del963p.76
14
Ibid. p. 69
15
Ibid.

19
ONU, que estabilicen los precios de las materias primas; estos serían los pila-
res de una política eficaz, ambiciosa, en la que nuestros países pudieran enten-
derse de igual a igual, respetando su soberanía nacional y por tanto sus formas
políticas de gobierno»16. Siguiendo los pasos de Haya de la Torre, Zalamea ve
en la integración económica latinoamericana la única forma de evitar el colo-
niaje norteamericano. Entretanto, propone que cada uno de los países a través
de una revolución nacional cree las condiciones propicias que den inicio a la
construcción de «la patria grande latinoamericana». Un paso previo para el
logro de esos propósitos estaba en la integración misma de la población de
cada uno de los países, sin hacer caso de la lucha de clases. Zalamea declaraba
que derechas e izquierdas constituían una antinomia definitivamente supera-
da en los países del Tercer Mundo; manifestaba que hablar en Colombia de
conservadores y liberales era un «truco perfecto del clan antinacional» para
dividir y aprovecharse de los colombianos17.

1.2 La propuesta nacionalista de Alberto Zalamea

Realmente, la gente de La Nueva Prensa expresaba los anhelos de amplios


sectores de la población. La revista se sintonizaba con las ideas que circulaban
en el ambiente político. Ambicionaba canalizar, con su propuesta nacionalis-
ta, un disperso torrente de pensamientos incongruentes con el establecimiento.
Finalmente, la serie de ideas y tesis que exponían y defendían editores y
colaboradores de LNP, fueron condensadas por su director en conferencias
dictadas en las universidades Nacional y de Antioquia, publicadas y difundi-
das después bajo la denominación de Una Solución Nacional. Zalamea
escrupulosamente sintetizó y desarrolló los matices que se expresaban en su
revista. Le propuso al país nacionalismo popular que él presentaba como la
síntesis entre el liberalismo y el comunismo. Postura que sustentó al señalar
que una y otra doctrinas eran ajenas a la idiosincracia del pueblo colombiano.
Consideraba que la ideología liberal había tenido su etapa democrática en el
momento en que se alió con los desposeídos para destruir el viejo régimen.
Reconocía que si bien ésta había ensanchado la conciencia nacional, al mismo
tiempo había absorbido todo el poder político, convirtiéndose en «la dictadura
de la burguesía liberal»18.

Los planteamientos de Zalamea lograban precisar los contenidos del naciona-


lismo promovido en Colombia desde los años 30. Particularmente de aquel
nacionalismo que anidaba en las disidencias de los partidos tradicionales. No
se trataba de la lucha de una definida burguesía nacional contra el imperialis-

16
Carta Abierta al Presidente Kennedy. En: Zalamea Alberto, La Nueva Prensa 25 años después
1961-1986 Tomo 1. Bogotá, Nueva Biblioteca Colombiana de Cultura, 1986p.87-88.
" Ibid.p.91
18
Véase «Una Solución Nacional». En La Nueva Prensa, No. 100, junio 15 de 1963 p.50

20
mo. Sobre el país no se vislumbraba el peligro de una agresión extranjera. Los
colombianos no estaban disputándose los espacios laborales con una creciente
ola de inmigrantes calificados. Se trataba más bien de un nacionalismo hacia
adentro. Su enfrentamiento contra el imperialismo no era directo, lo hacían
combatiendo las «oligarquías nativas». Desde los tiempos de Gaitán, cuando
la confrontación entre «el país nacional» y «el país político», dirigentes me-
dios de los partidos tradicionales concibieron el nacionalismo como la necesi-
dad de reconocerse parte de una nación de la que habían sido excluidos. En ese
sentido, interceder a favor de la democratización de la política, significaba en
Colombia luchar por deselitizar el poder político y, ante todo, luchar contra la
apropiación que del país se había hecho la oligarquía. Eran estos los compo-
nentes del nacionalismo colombiano.

Para los años 60, el sentido de la lucha no había cambiado. Al contrario, con el
advenimiento del Frente Nacional se acentuaron las tendencias económico-
sociales que habían comenzado a irrumpir, no obstante la resistencia de los
grupos intermedios del bipartidismo nacional que se oponían al modelo liberal
de desarrollo. Pasado el tiempo, la coyuntura de los años sesenta permitió que
el nacionalismo renaciera como fórmula salvadora. Era lógica su irrupción en
la escena política desde el periodismo, ha gran prensa se había convertido en
la expresión más evidente de la monopolización. Lo grave consistía en que
además de ser un monopolio económico, lo era de la información. Habían
desaparecido los periódicos que surgidos entre los años 40 y 50 ofrecían una
diversificación del sistema político colombiano. La sola presencia de la gran
prensa en el país daba para pensar que sus concepciones eran compartidas por
la totalidad de los colombianos. LNP, al contrario de la nación acabada que
presentaban los ideólogos del establecimiento a través de los medios a su servi-
cio, se hacía vocera de esa parte de los colombianos que excluida del ejercicio
político, consideraba inconcluso el proceso de conformación de la nación. De
cuál nación podría hablarse sin la participación popular en los asuntos del
Estado?. De otro lado, la gente de LNP veía el país desintegrado; comenzaron
entonces a hablar de una necesaria integración nacional. Anotaba Zalamea
que Colombia no existía más que en algunos departamentos, señalaba como la
prosperidad cubría solo la parte del territorio que había ingresado al circuito
económico. Para él la mitad de los colombianos era analfabeta19.

1.3 £1 nacionalismo de Alvaro Uribe Rueda

Los avances electorales de 1962, con los cuales el MRL logró 12 Senadores y
33 Representantes convirtieron al Movimiento en un grupo con capacidad de
negociación. Así entendió las cosas el presidente Valencia, quien ofreció a la

Ibid. p. 58

21
disidencia liberal un Ministerio y una «alta misión extranjera», halagos buro-
cráticos aceptados por la organización. Fue éste el pretexto del que se valió
una corriente del MRL, identificada con los nacionalismos tercermundistas,
para profundizar los deslindamientos ideológicos en el interior del emerrelismo.
Convertida esta corriente momentos después en LA LINEA DURA DEL
MRL20, las páginas de la LNP, de inmediato se cubrieron de escritos y
declaraciones del ideólogo de la nueva agrupación, Alvaro Uribe Rueda, quien
desde las entrañas del MRL intentaba convertir el emerrelismo en cosa distin-
ta a una disidencia liberal. La otra, la Línea Blanda, encabezada por Alfonso
López Michelsen, por el contrario, no recibió mayor ilustración en la revista.

A Uribe Rueda como a Zalamea, le atraia el nuevo «Tercer Mundo». En sus


debates en el Senado de la República, Uribe sostenía que Colombia no tenía
por qué mirar hacia las grandes potencias cuyos intereses eran contrarios a los
colombianos ni tampoco tenía por qué seguir mansamente sus dictados en
política internacional. Consideraba que el país debía adoptar una posición in-
dependiente y digna que le permitiera hacer una revolución nacional, con
métodos colombianos y con el concurso de gentes de todos los partidos21. En
vez de la «estrella polar», Uribe Rueda proponía dirigir la mirada a los países
subdesarrol lados de Asia, África y América Latina con quienes se tenían ma-
yores similitudes.

El jefe de la Linea Dura había evolucionado de manera inesperada. Intervi-


niendo como primer ideólogo de la agrupación de La Calle, sostuvo entre
1957 y 1958 que el Frente Nacional debía convertirse en un verdadero partido
burgués capaz de realizar las reformas liberales que se le adeudaban al país.
Ahora, en 1962, se declaraba desengañado. El Frente Nacional no había sido
lo que anheló, sino algo peor. Es muy posible que Uribe estuviera ajeno a
nuestra observación de investigadores: la presencia en sus intervenciones de
ahora, del vocabulario con el que Álzate Avendaño había combatido la instau-
ración del Frente Nacional. Le tocaba al rebelde emerrelista, darle tácitamente
la razón al líder del Movimiento de Unión y Reconquista de los años 1957-
1958, aunque después de muerto: «No solamente se ha entronizado una nueva
hegemonía política con carácter bipartidista -decía Uribe en el Senado- sino
una hegemonía económica, una dictadura de grandes intereses y grupos de
presión, un gobierno plutocrático y oligárquico»22. Era como estar escuchando

20
Los «duros»- como se les denominó en el argot político - se apropiaron de La Calle. El periódico
se convirtió en vocero de los sindicatos colombianos que luchaban por la nacionalización de sus em-
presas. El grupo de Senadores que en un principio encabezaron la divisicn fueron: Alvaro Uribe Rue-
da, Ramiro de la Espriella, Francisco Zuleta Holguín, Ramiro Andrade, Alvaro Echandía, Gregorio
Becerra. Isaías Hernán Ibarra, Humberto Ariza Rivera, Eduardo Vanegas, Justo P. Castellanos, Ciro
Ríos Nieto, Jaime Velásquez Toro. Enrique GómezRestrepo, ítalo Daza, Luis Torres Almeida, Germán
Ángel Naranjo, Camilo Rodríguez, Alberto Ordóñez Galindo y Diógenes Jiménez
21
Discurso prenunciado el 25 de julio de 1962 en el Senado de la República. Véase: Uribe Rueda
Alvaro. Recorrido a la Interperie. Bogotá, Editores Tierra Firme, 1982, p. 73.
22
Ibid. p. 75.

22
el eco de los discursos de Álzate saliendo de la garganta de quien fuera su
contrahombre ideológico en los comienzos de la «gran coalición». Uribe ha-
blaba del zarpazo al poder que habían dado las oligarquías para, desde el Esta-
do, dirigir la economía en sentido exclusivista. Haciendo un balance del pri-
mer gobierno de la coalición bipartidista en el poder, el líder emerrelista encon-
traba que las obras públicas que inauguraba el presidente Lleras se habían
iniciado en el gobierno de Rojas Pinilla, que el decreto de restricción a los
monopolios dictado por éste había sido cambiado por una legislación que esti-
mulaba la concentración de capitales. Subrayaba que la técnica empleada por
Alberto Lleras para derrocar a Rojas, podría constituirse en el capítulo que le
habría quedado faltando a Curzio Malaparte en su libro sobre la técnica del
golpe de Estado: «...el paro general de la oligarquía, la insurrección de los
poderosos, el cierre subversivo de los bancos, la clausura deliberada de los
clubes sociales, la subversión en los templos, la huelga de los rectores priva-
dos, los desfiles de las altas damas...»23.

Cuando Carlos Lleras Restrepo inició el proceso de reunificación del partido


liberal, la circulación y confrontación de las ideas, el balance de los primeros
años en el poder del Frente Nacional, la agitación social, presagiaban que la
fusión sería parcial. Carlos Lleras presentó nuevos estatutos para el partido,
manifestó que en el fondo ni los oficialistas liberales eran tan reaccionarios ni
los emerrelistas tan revolucionarios. Finalmente, Lleras redujo todo el conflic-
to a un problema de edad: «se es revolucionario en la juventud y reaccionario
en la vejez», dijo con aire de patriarca. Sin embargo, el MRL no estaba prepa-
rado en su totalidad para regresar con la cabeza inclinada al oficialismo. Des-
de el Senado, Uribe Rueda se interpuso en el camino hacia la unión. Comenzó
por demostrar la distancia entre el Lleras de las ideas y el Lleras de la acción.
Este último lo asociaba a Celanese, al Banco Francés e Italiano, a Icollantas de
Goodrich, a Grasco de Morris Gutt, a Seguros Bolívar, a Fleichsman de Co-
lombia. A la afirmación que hiciera Lleras de tener identidad con los postula-
dos del MRL, Uribe le recordó que, siendo los programas del partido liberal
los mismos de Gaitán, él que tenía la representación del partido en el gobierno
no había hecho nada por su aplicación. Inculpaba al oficialismo liberal de los
desastres económicos, de la bancarrotafiscaldel gobierno y de la descomunal
concentración de la riqueza. Nada tenía pues que decirle a los emerrelistas
seguidores de Uribe Rueda, un hombre que había contribuido con hechos a la
edificación del nuevo establecimiento. Como los anapistas de la Cámara de
Representantes, Uribe en el Senado denunciaba la violación en el país de los
principios que él denominaba «del liberalismo universal», tales como las li-
bertades de expresión y de reunión. Y lo demostraba, denunciando las activi-
dades de una supuesta organización siniestra y clandestina denominada «La

23
Uribe Rueda Alvaro. Por qué nonos unimos al oficialismo. Discurso pronunciado en el Senado el
20 de febrero de 1963. Tomado de Uribe Rueda A. Recorrido a la Merperie. Bogotá, ed. Tierra Firme,
1982 Op. d t p . 112-113.

23
Mano Negra» entre cuyos objetivos estaba el de impedir toda publicidad y
avisos a los periódicos que no estuvieran de acuerdo con las ideas del Frente
Nacional. Si en los años 50, los liberales vieron en los regímenes conservado-
res a los culpables de sus desdichas, ahora en los 60, los enemigos los veían
dentro de su propia organización: «La Mano Negra no fue creación del partido
conservador. Es muy lamentable tener que decir que sus dirigentes son miem-
bros activos del oficialismo liberal»24.

Aunque Uribe Rueda está en contra del regreso del emerrelismo al seno de su
partido de origen y aunque manifiesta su deseo de convertir al MRL en una
«alternativa distinta», sin influencia de «las clases plutocráticas», pesa en él
su sentido de pertenencia a esa colectividad. Considera que gracias a la identi-
dad del MRL con las preocupaciones del pueblo, la gente liberal pudo seguir
confiando en la capacidad renovadora de ese partido. Por eso no se decidió en
un comienzo a abandonar las filas del MRL. Junto con Ramiro Andrade y
Ramiro de la Espriella organizaron el MRL-Línea Dura. Internamente crea-
ron un organismo denominado «Comité Nacional de Acción Revolucionaria
del MRL» con el propósito de convocar desde allí la conformación, según
consta en los primeros documentos, de «un partido monolítico, disciplinado y
fuerte» que fuera capaz de oponerse a los avances cada vez más peligrosos de
la reacción colombiana, sintetizada en el Frente Nacional, sus clases dirigen-
tes y sus intereses económicos contrarios a los del país»25. Objetivo que se
lograría - según sostenían - en un primer paso con la organización de un Blo-
que Nacionalista integrado por miembros de todos los partidos políticos.

Sin embargo, la irreversible reunificación del liberalismo y sumada a ella la


fuerza del proceso político colombiano, que le exigía ser consecuente con lo
que venía predicando, presionaban a Uribe Rueda a sintetizar su pensamiento
en una propuesta independiente.

Las respuestas dadas por Uribe Rueda a una serie de preguntas que le formula-
ron unos jóvenes javerianos que dirigían la revista Síntesis y que salieron a la
luz pública con el nombre de «El Nacionalismo, Motor de Nuestro Tiempo»,
se convirtieron en el documento que le permitió al emerrelista condensar su
nueva propuesta. Renunciaba no solo al partido liberal. Estimaba que los par-
tidos tradicionales habían fracasado. Presentándose como portavoz de unage-
neración nacionalista, llamada a superar a la del Centenario, no propuso crear
un nuevo partido porque según él, lo que esperaba el colombiano medio era un
antipartido, o lo que es lo mismo, un movimiento «que aglutine en vez de
dividir». Ese movimiento sería un nacionalismo con capacidad de proyectarse
«a la gran nación hispanoamericana»26. Hasta ahí no había novedades, era el

24
Ibid. p. 107.
25
Véase La Nueva Prensa, No.99-100, junio 15 de 1963, p. 85-87.
26
Uribe Rueda Alvaro. El Nacionalismo. Motor de Nuestro Tiempo. En: Recorrido a la Intemperie
Op. cit. p. 125

24
mismo esquema sobre el que había montado su discurso La Nueva Prensa.
Como ella, Uribe Rueda llamaba a dejarse llevar por la «corriente de la épo-
ca», la revolución nacional. Uribe pensaba también como LNP, que era nece-
sario una tercera opción que le evitara al país alistarse en uno de los dos ban-
dos en que se había dividido el mundo contemporáneo. «La controversia capi-
tal de nuestro tiempo -decía- no es la que se plantea entre oriente y occidente,
sino entre el imperialismo y el nacionalismo. Por lo menos en el Tercer Mun-
do, que es la mayoría de la humanidad»27.

1.4 Nuevos rumbos del populismo colombiano

1.4.1 La influencia de Antonio García

Si para su lucha contra el Frente Nacional y para resistir a la entrega del MRL,
Uribe coincidió con el vocabulario político del Álzate de los tiempos de la
Reconquista, para fundamentar su nueva propuesta, el emerrelista parece ha-
ber desempolvado algunos textos que Antonio Garda, el jefe del socialismo no
comunista, escribió en los comienzos de los años 5028.

La trascendencia que no tuvieron los escritos de García en los 50, Uribe al


igual que Zalamea, se la conferían en los 60. De esa manera regresaba el líder
del Movimiento Socialista Colombiano (MSC) a la política colombiana. Pero
esta vez. García no intervenía personalmente, sino a través de sus libros. Nos
referimos particularmente al libro La Rebelión de los Pueblos Débiles- Nacio-
nalismo y Antiimperialismo, donde el jefe del MSC coloca en el centro de sus
elaboraciones intelectuales el problema del imperialismo. García se había pro-
puesto diseñar una Doctrina Anti-imperialista de los países débiles, que a
nivel interno y mediante un nacionalismo popular les permitiera construir
una economía de la defensa que con un sentido estratégico social y no militar
pudieran los países pobres del continente defenderse de las grandes potencias.

El proceso histórico-mundial favorecía ahora más que en los 50, la difusión de


las ideas de García. Había razones en sus planteamientos que convenían para
los nuevos argumentos teóricos de los nacionalistas colombianos de los años
sesenta. Antonio García, por ejemplo, no compartía la teoría leninista del im-
perialismo. A diferencia de Lenin, no creía que el imperialismo fuera una
etapa en el desarrollo del capitalismo. «El imperialismo -escribe- no empieza
con la historia capitalista, sino que remata en ella, no es una corriente que
brota del capitalismo agonizante, sino una corriente de poder que transita por

27
Ibid. p. 125.
28
Escritos cuyo contenido fue asimilado en países del continente distintos al nuestro, debido quizá,
a las condiciones de violencia política en que se debatía el país.

25
toda la historia»29. Según el jefe socialista, toda gran potencia crea su propia
teoría antimperialista a la medida de sus intereses y en correspondencia con su
estrategia de dominio hegemónico del mundo. Luego, la teoría de Lenin obe-
dece, según García, a la estrategia del «imperialismo ruso para hacer aparecer
su anti-imperialismo como anti-norteamericamsmo y a cuyo servicio están los
partidos comunistas del continente»30. Como alternativa a la concepción mar-
xista del imperialismo. García es partidario de que los «países oprimidos ela-
boren su propia teoría del imperialismo y con ella su propia estrategia
antiimperialista. Su propuesta consiste en que se opte por el Nacionalismo
Popular y Revolucionario. Es decir, por el establecimiento de un Estado capaz
de integrar a todas las clases en armónica convivencia para después confor-
mar la unidad de los países débiles bajo el lema de la «organización regional».
A la lucha de clases, García contrapone la «opresión de las naciones», trasladan-
do así la solución de los conflictos a nivel continental y dejando débil o intacta
la lucha contra los opresores nacionales.

El pensamiento nacionalista de Uribe Rueda, de Zalamea y del mismo Anto-


nio García venía deambulando por toda América Latina desde los años 20. Sus
raíces las encontramos en los postulados que dieron origen en 1924 al aprismo
como movimiento con pretensiones continentales. Nacionalismo que reapare-
cía cada vez renovado con los vientos del tiempo cuando las condiciones de
cada país lo requerían. Por la época en que García escribió sus tesis naciona-
listas, por ejemplo, estaba en boga en Latinoamérica el Nacionalismo Conti-
nental. Sus ideólogos difundían la «peculiaridad» latinoamericana, rechaza-
ban tanto la experiencia de los países socialistas como la pretensión de éstos de
liderar ideológicamente el movimiento de liberación en los países del Tercer
Mundo; de ninguna manera aceptaban que la clase obrera ocupara un lugar de
vanguardia en las revoluciones nacionales. No era casual que sus libros fueran
reeditados en Bolivia, en donde por la misma época Guillermo Bedregal- uno
de los ideólogos de la «Revolución Nacional»- ponía el signo igual entre los
Estados Unidos y la Unión Soviética. Para ambos, el antimperialismo efectivo
consistía en utilizar los conflictos del «diálogo demoníaco entre los dos
imperialismos»31. García, enfáticamente apuntaba: «La estrategia de las na-
ciones débiles tiene que basarse en la poderosa dinámica de la rivalidad anti-
imperialista»32.

Los nuevos nacionalistas colombianos inscribieron su propuesta en una «Ter-


cera V¡a» que se distanciara de los ejes de poder mundial. Tendencia que se

29
García Antonio. La Rebelión de los Pueblos Débiles- Nacionalismo Popular y Antiimperialismo.
La Paz, Librería Editorial Juventud, 1955 p. 83
!0
Ibid. p. 71 y 82
" Bedregal Guillermo. La Revolución Boliviana. Sus realidades y perspectivas dentro del ciclo de
liberación de los pueblos latinoamericanos. La Paz,ed, Juventud 1962 p. 65.
32
García Antonio. La Rebelión... Op. cit. p. 99

26
reafirma y desarrolla en la medida en que el régimen cubano evoluciona hacia
el comunismo de corte soviético. A hombres como Fidel Castro, oponían hom-
bres como Ben Bella, Nasser, Seku-Turé, N'Krumah o Sukarno. «¡Qué ejem-
plo formidable el que nos dan hoy a los latinoamericanos los pueblos de Áfri-
ca! ¿Sabremos aprovecharlo?» 33 , escribia el director de LNP.
Empero, el de los 60 era más que un nacionalismo popular. Se trataba de un
fenómeno de carácter populista. El movimiento se promovía con una imagen
nacionalista, cuando lo nacional era apenas uno de sus componentes. Los
populistas de ahora se nutrían más que de Gaitán, de algunos de los ideólogos
que trataron de darle coherencia al gaitanismo, como acabamos de demostrar-
lo con el caso de Antonio García. Se hacían intentos por convertir el populismo
político de Gaitán en un populismo teórico, es decir, en una alternativa ideoló-
gica, al estilo de los países que en el «Tercer Mundo», oponiéndose tanto al
capitalismo como al comunismo, trataban de sacar sus países del atraso. De
ahí la referencia de los nacionalistas colombianos a los mismos temas que en
África promovían Kwame N'Krumah, o Sukarno en Indonesia: la originali-
dad, la tradición, la conciliación de las clases sociales, el rechazo al capita-
lismo y la aceptación de la organización socialista de la economía. Como los
líderes africanos y asiáticos, los colombianos aceptaban en principio el socia-
lismo y como ellos sostenían que el camino no era el mismo en todo el Tercer
Mundo34. Sin embargo, no ponderaron el peso que para los países afroasiáticos
tenían los factores históricos que a ellos les facilitarían la construcción de un
modelo intermedio, tales como su profundo protonacionalismo. Al igual que
la nueva generación de líderes tercermundistas, quienes afanosamente se apres-
taron -una vez conquistada su independencia- a recuperar el tiempo perdido,
en el mismo sentido, los nuestros llamaban a emprender un esfuerzo excepcio-
nal para poner en práctica «un plan de emergencia» que recuperara el desarro-
llo económico interrumpido según afirmaban «por las fuerzas ciegas del lucro
privado y el arbitrio político»35.

El aterrizaje del populismo teórico afroasiático en suelo colombiano tuvo sus


complejidades. Aquí las teorizaciones populistas no contaban en términos cuan-
titativos con una burguesía nacional pujante y con vocación de poder que las
respaldara. Los mismos populistas no creían ya en la existencia de una bur-
guesía nacional. Consideraban que se trataba de un tiempo pasado, le recono-
cían sus méritos: colonización y valorización de las vertientes de las cordille-
ras, la urbanización del país, la creación de las industrias cafetera, tabacalera,
azucarera, algodonera y ganadera. Anotaban que en las condiciones de los
años 60, el capitalismo colombiano había entrado de lleno a la etapa de con-
centración de capitales. Estimaban que se había iniciado «un movimiento de
aproximación a los grandes poderes económicos que dominan el hemisferio.

La Nueva Prensa, No. 100, junio 15 de 1963 p. 50


Ibid. p. 57
Ibid. p. 53

27
Lo cual equivale a decir que comienza a supeditar su carácter nacional origi-
nario a sus conveniencias de grupo cerrado, de monopolio o de trust»36. Con-
vencidos de lo anterior, el movimiento populista colombiano no tenía más
remedio que apelar en primera instancia al pueblo, concepto que para sus
líderes abarcaba a sectores medios, a las pequeñas economías capitalistas y a
los marginados.

En medio de múltiples coincidencias entre los líderes nacionalistas de los


sesenta, existían algunas diferencias. García había inculpado a todo el libera-
lismo, tanto al importado como al criollo, del atraso del país. Concepción que
comparte Uribe Rueda y que lo lleva a romper tajantemente con ese partido.
En cambio, para Zalamea el liberalismo colombiano constituía un fenómeno
único y original en América Latina: «Ha sabido expresar el interés nacional»,
«Ha permitido recoger una emoción popular auténtica»37. Zalamea considera
que en él se han debatido desde siempre dos líneas- una democrática y una
burguesa. Si el «nacionalismo revolucionario» de García era una alternativa a
los partidos tradicionales y al partido comunista, para el editor de La Nueva
Prensa, el «nacionalismo popular» era la alternativa entre el liberalismo im-
portado y el comunismo.

1.4.2 Confluencia de los nacionalismos colombianos

De esta manera, el curso de los sucesos políticos en el país fue reuniendo a


dirigentes, que si bien no ocultaban su deseo de evitar la difusión del comunis-
mo, se distinguían de los demás por su consecuente antioligarquismo, su per-
tinaz lucha contra el sistema del Frente Nacional. No resultaba por eso fortui-
to, que en las páginas de La Nueva Prensa se reflejara con respeto, a medida
que avanzaba el tiempo, la actividad de los rojaspinillistas. Al fin y al cabo
ellos habían sido los primeros entre los antifrentenacionalistas y los mayor-
mente perseguidos.

Así las cosas, pasada la euforia por su triunfo electoral de 1964, el general
Rojas desde su retiro de descanso en Melgar, invitó a Zalamea a intercambiar
opiniones sobre la situación política del país. A su regreso a la capital, el
director de La Nueva Prensa compartió su experiencia con los lectores de su
revista: «Da la impresión de que el carisma que las gentes sencillas, las gentes
explotadas, humilladas, escarnecidas, colocan sobre la frente del que fuera su
liberador en 1953 y promete ser ahora su vocero, se hubiera aposentado con
caracteres de firmeza indeleble en el espíritu del general»38. Conclusión a la

36
Ibid. p. 55.
" Ibid. p. 51-52.
38
Véase «Domingo de Resurrección en Melgar»~En La Nueva Prensa, del 4 al 10 de abril de 1964
Nos. 107-108, p. 35.

28
que llegó el periodista después de haber presenciado una romería de trabajado-
res de los alrededores de Melgar que llegaban a saludar a Rojas. «Los ojos
brillan, la emoción los sacude. Alguna mujer llora...»39, anotaba al describir la
transfiguración que había observado en los campesinos al momento de entrar
en contacto con el jefe máximo del anapismo.

A diferencia de los congresistas anapistas de 1962 que esperaban solidaridad


de Valencia por tratarse de un presidente conservador, los de 1964 que cono-
cieron los sinsabores de una persecución de origen conservador, emprendieron
todas sus actividades contra el sistema del Frente Nacional, fuera del partido
que fuera quien estuviese a la cabeza del gobierno. La fe en la doctrina conserva-
dora hizo que mientras Rodolfo García quien era el parlamentario estrella del
anapismo entre 1962 y 1964, Olano Cruz callara, observara, y meditara. El
discurso de García se acomodaba al momento de tránsito que estaba viviendo
el movimiento. En la coyuntural y efímera unión del conservatismo de 1963,
apresuradamente regresaron al sector ospinista los dos senadores anapistas,
Francisco Plata Bermúdez y Alfonso Garcés Valencia. García García que bien
pudo haberse marchado, no lo hizo, pero su voz no volvió a sonar en el Con-
greso con el estrépito de la anterior legislatura. Eran distintas las cosas en la
segunda mitad de 1964. Ahora las condiciones favorecían a Olano, correspon-
dían a su manera de ser.

La Nueva Prensa, consciente de los cambios en las entrañas del rojismo e


identificada en parte con su política, le dedicó una de sus portadas al parlamenta-
rio vallecaucano: «Hernando Olano Cruz: tempestad en la Cámara» 40 . Olano
fue claro en deslindar el espíritu conservador que hasta entonces había caracte-
rizado al anapismo. Manifestó que el conservatismo había sido revaluado por
las condiciones socio-económicas del momento; sostuvo que el programa de
Caro y Ospina era «un código de moral y de buenas costumbres» apropiado
para el siglo pasado pero carente de vigencia. Definió los programas conserva-
dores como «un hermoso material del museo de la historia»41. Le contó desde
la revista a los colombianos los propósitos de la política que identificarían a su
movimiento en lo sucesivo: «El pueblo que nos eligió - decía -no nos enco-
mendó la misión de hacer recomendaciones o de asesorar al régimen, sino que
quiso, a conciencia plena, que nosotros viniéramos al Parlamento a desenmas-
carar a las oligarquías que se han coaligado bajo el Frente Nacional, para
acometer el saqueo escandaloso y descarado del erario público...»42. Le impri-
mía así Olano al anapismo la impronta de su personalidad.

Ibid.
La Nueva Prensa, No. 121, agosto 8 de 1964.
Ibid. p. 21 y 22.
Ibid. p. 20.

29
Convertido Olano en el ideólogo del movimiento, el anapismo empieza a bus-
car su propia identidad. En el tránsito a la vía civilizada de hacer política,
aunque menos que en el remoto pasado troglodita, pesaba el reciente pasado
conspirativo. No les era fácil a los rojistas renunciar a esta aspiración. Tampo-
co estaban interesados en rechazar de la noche a la mañana el método que, por
excelencia, les había permitido el reconocimiento popular. Sintonizándose con
los planteamientos de Zalamea y Uribe Rueda, los anapistas empezaron a ha-
blar de la necesidad de realizar una Revolución Nacional, solo que ellos, a
diferencia de los primeros, la realizarían a largo plazo por «las vías revolu-
cionarias». Pero no todo era amenazas. Olano, junto con la bancada de su
agrupación, consideraba apropiado demostrarle al país por medio de Proyec-
tos de Ley desde el parlamento, que el anapismo poseía una conciencia defini-
da sobre los problemas nacionales. En el plano político, el anapismo construi-
ría su nuevo discurso a partir de lo que Olano consideraba eran los principales
problemas del país: El desajuste moral del régimen, la bancarrota económica,
el desquiciamiento, el incontrolado costo de la vida, el hambre, la crisis social,
el irremediable descontento nacional y la ineptitud del gobierno43.

El cruce de identificaciones entre los nuevos nacionalistas y los rojistas y,


sobre todo, el crecimiento intempestivo del movimiento anapista, pusieron en
contacto a unos y otros. El sábado 21 de noviembre de 1964, al regreso de un
viaje que Rojas hiciera a Europa, el general se sorprendió de ver, entre la
multitud que salió a recibirlo en Eldorado, a los dirigentes de la Línea Dura
del MRL Alvaro Uribe Rueda y Ramiro Andrade. Los «duros» -como se les
llamaba - estaban ataviados con los mismos atuendos que los rojistas: pantalón
negro, camisa blanca y una «boina negra cuatro estrellas» con los colores de la
bandera de la ANAPO. La presencia de Uribe y Andrade en la bulliciosa
manifestación de bienvenida al general, significaba la oficialización de una
alianza entre estos y el movimiento rojista. Los manifestantes se reunieron en
la glorieta de la calle 26 con carrera 26. Allí, los emerrelistas alternaron el uso
de la palabra con Olano Cruz. Al tiempo que Andrade proclamó «la unidad de
las fuerzas revolucionarias», Uribe explicando que su asistencia al mitin de
recibimiento a Rojas no era circunstancial dijo: «Es necesario comprometerse
para poder liquidar las viejas denominaciones y comenzar la integración del
bloque nacionalista que reemplazará a los viejos partidos tradicionales:
conservador, liberal y comunista. Si un hombre de izquierda como yo - agregaba
- un revolucionario convencido avanza hoy hombro a hombro con Rojas Pinilla,
no es porque consiuere lacu e¿ camino, sino porque no nay sino uos caminos:
la entrega a la oligarquía, el vencimiento, el abandono de las masas, o la alianza
con quienes están identificados con los mismos ideales de cambio, con los
mismos anhelos de renovación» 44. Finalmente, Uribe habló de las reformas

Ibid.p.23.
Véase la prensa capitalina del 22 de noviembre de 1964.

30
que el país necesitaba y sostuvo que únicamente el nacionalismo popular podría
realizarlas. A su turno, el general Rojas cerró el mitin sintonizándose con el
discurso hegemónico: «La revolución no será sólo colombiana sino una
revolución de todos los pueblos de América, de todos los pueblos explotados»45.

Uribe Rueda invadía los predios del discurso anapista. Manifestaba estar
buscando la veta popular o nacionalista de la religión de Cristo. Como los
rojistas, acudía a los curas, mejores instrumentos políticos, según decía, que
los comunistas. Reforzaba su prédica apoyándose en el legado de Juan XXIII,
particularmente en la encíclica Pacem in Terris que autorizaba la colaboración
entre inconformes y revolucionarios46.

Parecía que en la ANAPO Uribe viera el movimiento donde encajaban todos


sus planteamientos; ese podría ser el antipartido que, según él, estaba esperando
el colombiano medio, esa era la que él consideraba la unidad nacional de la
izquierda y la derecha. La composición social del liderazgo anapista coincidía
con el sujeto para quien hablaba Uribe; aquel «grupo social intermedio y
frustrado que ya no tiene hambre de pan sino de poden>47, conformado no por
el obrero sindicalista sino por «gentes que han tenido acceso a cierta clase de
cultura, profesionales, intelectuales, técnicos, empleados, trabajadores
especializados, casi toda la juventud estudiosa, gente, que en su mayoría viven
al servicio de laclase dominante, relativamente bien remunerados, «satisfechos»
en sus necesidades vitales...»48. Pero eran mayores los objetivos de la gente de
la Línea Dura. Aspiraban a absorber el creciente electorado del general Rojas.
No se conformaban con que la ANAPO fuera la condensación de sus ideales.

Ramiro De la Espriella, por ejemplo, no hablaba de antipartido, sino de un


supuesto «partido de la nacionalidad colombiana». De crearse tal agrupación
los colombianos contarían con dos partidos: uno, el de la nacionalidad
colombiana, y el otro fraccionado en dos vertientes: el partido de la dependencia
extranjera «cuyas ramas serían tributarias la una del imperialismo
norteamericano y la otra del poder soviético- el partido comunista»49.

En febrero del mismo año la «Línea Dura» del MRL dirigió una carta abierta
a todos los dirigentes políticos contrarios al Frente Nacional. En la carta, los
«duros» reiterando sus tesis ya mencionadas en este texto, manifestaban estar
inclinados a integrar su militancia «en un vasto movimiento nacional que
recogiese con amplitud a todos los sectores de la oposición al sistema oligárquico

45
Ibid.
46
Véase; 23 Preguntas a Alvaro Uribe. En: La Nueva Prensa, No. 124, octubre 7 de 1964,p.23-24.
47
Uribe Rueda A. El Nacionalismo motor... Op. cit. p.131.
48
Ibid. p. 130.
4
' De la Espriella Ramiro. Una Hoguera de ideologías sacrificadas. En: La Nueva Prensa, No. 126,
diciembre 26 de 1964, p. 3.

31
imperante, y que entregase a Colombia el pleno dominio de su soberanía y
libertad»50.

Aunque la adhesión de la cúpula de la Línea Dura del MRL a la ANAPO no se


materializó en una participación electoral conjunta, sirvió de ejemplo a un
número considerable de liberales que habiendo hecho parte del MRL no estaban
dispuestos a regresar al oficialismo liberal.

1.5 El general Alberto Ruiz Novoa

Hijo de un comerciante liberal, Alberto Ruiz Novoa era de origen urbano:


nació y realizó su educación preuniversitaria en la ciudad de Bucaramanga.
Toda su ascendencia habitó los pequeños poblados santandereanos de Girón y
Barichara. Su tío abuelo, Aristides Novoa, alcanzó el grado de Coronel y uno
de sus abuelos hizo una brillante carrera política: Secretario de Gobierno de
Santander y Senador de la República. Gracias a la conocida Librería Católica
de propiedad de su abuelo, donde de joven devoraba las biografías de las grandes
personalidades de la historia, Alberto Ruiz Novoa tuvo la oportunidad de forjarse
una cultura universal apreciable51. El hábito de la lectura que cultivó desde su
juventud, le distinguiría en el ejercicio militar. Su carrera trascurre
paralelamente a una preocupación desde el Estado por profesionalizar el ejército.
Ruiz asistió a cuanto curso se organizó en este sentido. Fue alumno de Carlos
Lleras Restrepo. De él recibió conocimientos en Hacienda pública y economía
política en un curso sobre administración militar organizado en 1938. Ruiz
estuvo entre los iniciadores del cuerpo logístico del ejército y fue de los primeros
militares colombianos que realizó estudios de Gerencia Comercial, equivalentes
a lo que comunmente se conoce con el nombre de Administración de Empresas.
Entre 1946 y 1949 fue enviado en Comisión de Estudios al ejército de Chile
donde obtuvo el grado de Oficial de Estado Mayor. A su regreso a Colombia,
en enero de 1950, Ruiz fue nombrado Comandante del Batallón Juanambú,
después se vinculó a la Escuela de Infantería. Vino luego su viaje a Corea
como Comandante del Batallón Colombia, donde pudo codearse con los altos
oficiales que habían participado en la Segunda Guerra Mundial. Después de
un año de permanencia en el extremo oriente, regresó al país en julio de 1953.
De inmediato el general Rojas lo nombró Subcontralor General de la Nación.
Al cabo de algunos meses ocupó el puesto de Contralor, cargo que desempeñaría
hasta los comienzos del gobierno de Lleras Camargo. Ruiz reconoce en la
Contraloría «el mejor laboratorio para conocer el país». Allí comenzó el futuro
ministro-de guerra a estudiar los problemas de la Nación. Le convencieron las
tesis del Padre Lebret y de Lauchlin Currie, tesis por demás compartidas por

50
Asamblea Nacionalista. En La Nueva Prensa, No. 129 febrero 26 de 1965, p. 35.
51
Conversación de César Augusto Ayala Diago y Giovanni Molano Cruz con Alberto Ruiz Novoa.
Bogotá, agosto 19 de 1992.

32
amplios círculos de intelectuales. En la Contraloría, Ruiz Novoa fundó la revista
Economía Colombiana y la Escuela de la Contraloría. Al término de esta
experiencia, volvió al ejército como Jefe de Estado Mayor. Continuó en su
empeño de elevar el nivel cultural de los oficiales, estimulándolos a que
escribieran y tomaran la profesión como ciencia.

Sustraído de los problemas de orden político ocurridos en el país durante los


denominados «años de la violencia», Ruiz Novoa reunía todos los requisitos
para jugar el papel de nuevo modemizador del ejército colombiano. Por encima
de oficiales de mayor antigüedad, fue designado Comandante del Ejército.
Para él, la razón de este vertiginoso salto estuvo en el impacto que causó en el
presidente de la República un escrito que le hiciera llegar: «Hice unos estudios
sobre la violencia de esa época que plasmé en unas apreciaciones de situación
que envié al doctor Lleras Camargo en donde concluía claramente que la
violencia no era una cosa misteriosa como la querían hacer aparecer, al tiempo
que querían hacer aparecer a las Fuerzas Armadas y al gobierno como incapaces
de acabar con la violencia, sino que ella tenía causas de tipo político, social y
económico, y que además los políticos eran sus verdaderos actores, quienes
incitaban la gente a la violencia y que mientras no se acabara esa manera de
hacer política en Colombia no se podría pacificar al país porque las Fuerzas
Armadas estaban convertidas en una especie de cuerpo de bomberos que
apagaban incendios para que los políticos los volvieran a encender»52. Elevado
a dicho rango, con mayor facilidad, el Comandante del Ejército continuó su
labor de iluminista de los militares colombianos. Bajo su auspicio se creó la
biblioteca del ejército y cada uno de los cuerpos de las Fuerzas Armadas llegó
a tener su propia revista, surgiendo así abundante material ilustrativo y analítico
sobre la defensa nacional y sobre los problemas del país.

Los escritos de Ruiz, sus mensajes a las Fuerzas Armadas, se fueron


reproduciendo en los demás órganos nacionales. No constituían un secreto sus
consideraciones sobre la violencia enviadas al presidente Lleras, las repetía
sin cesar, sin ningún temor, al ser abordado por los medios.

Pendiente del acontecer mundial, Ruiz estaba al tanto de las intervenciones de


los gobernantes del continente. Escuchó con atención dos discursos de Kennedy
que tenían que ver con las políticas externa e interna de los Estados Unidos.
Uno de ellos fue pronunciado en Colombia a raíz de su visita en 1961. De éste,
Ruiz destacó el siguiente aparte: «Los dirigentes de la América Latina, los
industriales y terratenientes deben estar dispuestos a reconocer sus errores
pasados y aceptar nuestras responsabilidades. Porque a no ser que estén
dispuestos a contribuir con sus recursos al desarrollo nacional; a no ser que
estén decididos, no solo a aceptar sino también a iniciar reformas agrarias y

Ibid.

33
tributarias básicas; a no ser que tomen la iniciativa para elevar el bienestar del
pueblo de sus respectivos países, se les arrebatará la dirección y el patrimonio
de siglos de civilización occidental se habrá consumido en unos cuantos meses
de violencia»53. El segundo discurso lo había pronunciado Kennedy en su país.
Exponiendo -ante los norteamericanos- su política interna de «La Nueva
Frontera», el mandatario norteamericano explicaba que la actual situación de
los Estados Unidos se debía al hecho de haber perdido ese país el propósito
nacional de la conquista de la frontera oeste. De ahí tomó Ruiz lo del «Propósito
Nacional». Se lo había escuchado a Lleras Camargo en un discurso de 1959.
Pero el presidente no había presentado ninguna iniciativa. En cambio él, como
Comandante del ejército se decidió a presentar una salida. Escribió en la revista
del ejército un artículo con el nombre de «La Justicia Social como Propósito
Nacional», donde propuso que «Para esa generación, la de 1962, el país debería
adoptar la justicia social como el propósito nacional de Colombia». Treinta
Años después, interrogado sobre el ambiente en que escribió su trascendental
texto, el general confesó que para evitar ser acusado de comunista decidió
fundamentar sus tesis apoyándose en las encíclicas papales: «las leí todas»,
manifestó54. Realmente Ruiz mostraba en ese artículo un vasto nivel de
información. Apelaba en sus argumentos al pensamiento del líder Demócrata-
cristiano chileno Eduardo Frei. Estaba de acuerdo con las cuatro reformas
fundamentales que -según éste- debían lograrse en el continente para evitar
una revolución: La reforma agraria, la reforma del sistema de impuestos, la
refonna y expansión educacional, sobre todo en el campo, y la reforma política,
para que funcione una democracia verdadera55.

Convertido en el ministro de guerra del segundo gobierno del Frente Nacional,


Ruiz Novoa se distinguiría por sus continuas intervenciones acerca de los
problemas nacionales. La política era uno de ellos. No vaciló en opinar y poner
contra la pared el sistema que él mismo representaba. Olvidó un famoso discurso
que Lleras Camargo pronunciara en mayo de 1958 ante los Jefes Oficiales de
las Fuerzas Armadas, donde el electo presidente de manera pedagógica
fundamentó la inconveniencia de que los militares en Colombia deliberaran
en política56. No hacía una semana que había sacudido al país una intentona de
golpe de Estado y, seguramente los propósitos del presidente eran amarrar a
los militares colombianos, divorciarlos de la contienda política, mantenerlos
en los cuarteles. Cuestión difícil si tenemos en cuenta el papel que estaban
jugando los militares en todo el mundo en ese momento. Mientras en otros
países ios militares eran alternativa de poder, el presidente sacaba a los
colombianos del escenario político. Ruiz -como lo hemos anotado- tenía en su

53
Véase: Ruiz Novoa Alberto «El Gran Desafío». Bogotá, ediciones Tercer Mundo. 1965 p. 55,
54
55
Entrevista citada.
Ibid.
56
Véase Lleras Camargo Alberto. Sus Mejores Páginas. Bogotá, Compañía Grancolombiana de
Ediciones S.A.,p. 212.

34
cabeza el mundo cambiante de su tiempo, recurría lo mismo a Kennedy que a
Nasser, lo mismo a los paradigmas liberales que a los conservadores. Su discurso
abrazaba todo el espectro de las propuestas políticas ubicadas entre las de las
cúpulas de los partidos tradicionales y las del comunismo. Mostraba una
asombrosa capacidad de reunir en su pensamiento, en su acción y en su
investidura, múltiples expresiones ideológicas presentes en el ambiente político
del país. Ponía en peligro el crecimiento de las agrupaciones que buscaban el
respaldo popular recurriendo a los temas de los que se había apropiado el
ministro. En peligro de quedar sin argumentaciones, estaban el general Rojas
y su grupo de golpistas, lo mismo pasaba con López o Uribe Rueda y todos los
que acariciaban la idea de un gobierno fuerte que aplicara en el país unajusticia
social.

Es útil anotar que los constantes pronunciamientos del ministro de guerra


fueron motivados por las discusiones que sobre los grandes problemas sociales
del país se desarrollaban desde los medios, en las aulas universitarias, en los
sindicatos y en la opinión pública en general. La primera de ellas se realizaba
alrededor de la violencia. Sin haberla superado, el país comenzaba a preguntarse
por sus causas reales. La historia había empezado en 1958, cuando la Junta
Militar designó una Comisión para que escudriñara sus orígenes57. Los
comisionados realizaron un formidable trabajo de campo por las zonas
geográficas del país afectadas por el fenómeno; entrevistaron sus víctimas,
recuperaron toda clase de materiales, suficientes como para demostrar ahora sí
con base en una investigación empírica que la culpabilidad de la violencia
recaía sobre las élites gobernantes de los dos partidos tradicionales y el ejército.
Fue ese el material informativo que sirvió de base para el desarrollo de una
ambiciosa investigación sobre la violencia, emprendida por la Facultad de
Sociología de la Universidad Nacional. En este ambiente salió a la luz pública
en junio de 1962, el primer tomo del libro «La Violencia en Colombia» escrito,
entre otros, por uno de los participantes de la Comisión, el sacerdote Germán
Guzmán Campos58. El libro provocó revuelo en el país. Produjo todo tipo de
reacciones. Se inició un sonoro debate que se estimulaba día a día por el
recrudecimiento del mismo fenómeno sobre el cual se polemizaba. El primer
tomo de la obra se editó dos veces en menos de tres meses. Para la segunda
edición, que echó más brasas a la candela, ya era Alberto Ruiz Novoa el ministro
de Guerra del presidente Valencia. No había remedio, le correspondía a él
defender la Institución. Continuaba el debate. El ejército había sido acusado
de tener culpas directas en todo el proceso de la violencia.

57
Su denominación fue la siguiente: «Comisión Investigadora de las Causas Actuales de la Violencia».
58
En la composición del libro habían tomadoparte el sociólogo Orlando Fals Borda, el jurista Eduardo
Umaña Luna y el capellán y profesor de la Universidad Nacional, Camilo Torres Restrepo. Véase: La
Violencia En Colombia. Bogotá, ed. Tercer Mundo, 1962.

35
Al principio, Ruiz se comprometió ante el Senado a no inmiscuirse en politica.
Consideró traidor de la Institución Armada, al militar que interviniera en ella.
Así lo manifestó en el debate sobre la violencia que se desarrollaba en el
Congreso. Preparando el ambiente del Parlamento para conceptualizar sobre
el Estado, Ruiz se apresuró a definir la política como «la preocupación
permanente por el bienestar de los ciudadanos»59. Sostuvo allí que la violencia
tenia múltiples causas, pero enfatizó que estaban superadas las que tenían que
ver con los enfrentamientos partidistas. A la innumerable lista de causas que
se daban de la violencia, las políticas, las sociales, las económicas, con las que
se manifestó de acuerdo, Ruiz añadió una más: la debilidad del Estado. «El
Estado colombiano es débil, carece de herramientas para enfrentarse no
solamente al problema de la delincuencia sino a muchos de los problemas que
confronta actualmente; no tiene recursos en materia de justicia penal; sus
códigos, sus procedimientos no corresponden a las necesidades actuales. No se
podía prever esta ola de violencia...El Estado colombiano es pobre, no puede
pagar a sus jueces, ni a sus policías, ni a sus agentes, y mientras no se movilice
la voluntad nacional de manera concreta para darle al Estado Colombiano los
elementos necesarios no podremos tampoco acabar con la violencia»60.
Definiéndola como una enfermedad crónica que requería de un tratamiento
largo y continuado, Ruiz propuso elaborar un plan conjunto que «cubriera
todos sus aspectos y que atacara todos los frentes de manera armónica». Se
pronunció contrario a la utilización de la fuerza como único recurso. Afirmó
que las causas políticas se podían neutralizar acabando con la violencia política,
las económicas se podían terminar controlando la compraventa de finca raíz,
las sociales buscando fuentes de empleo, etc. Se comprometió -porque según
él, éste problema si competía a la fuerza pública- acabar con el bandolerismo,
pero llamó a una movilización nacional contra ese flagelo que estimulara a las
Fuerzas Armadas61. Explicó ampliamente, cómo se estaba operando dentro del
ejército una readaptación para enfrentarse al creciente fenómeno que el
denominaba bandolerismo, sin discriminación. Es decir al movimiento
guerrillero en general. Fue amplia su descripción de la táctica de guerrillas
que empleaban los «bandoleros» y de las dificultades y desventajas de las fuerzas
regulares para combatirlos. Enumeró los esfuerzos que se hacían para el cambio
de mentalidad entre los soldados. El mismo Ruiz no tenía la experiencia
necesaria en el manejo de una guerra irregular. Enteró a los senadores de las
actividades que escuelas, como la de Lanceros, venían adelantando para preparar
personal militar en la lucha contraguerrillera. Informó sobre los cursos de
inteligencia y contrainteligencia que se adelantaban en esos momentos. Se
quejó de la carencia de equipos suficientes para los propósitos del ejército, de
la deficiencia de transporte para movilizar a sus tropas, del bajo presupuesto
en general de las fuerzas militares y finalmente se lamentó de que la principal

Véase Anales del Congreso, septiembre 4 de 1962, p. 979.


Ibid. p. 980.
Ibid.

36
dificultad en su lucha contra la guerrilla, la encontraran las Fuerzas Armadas
en cierta «solidaridad de tipo político que los bandoleros encuentran de las
zonas donde operan»62. Explicó que esto se debía al hecho de no recibir los
campesinos ninguna atención del Estado. Señaló que los campesinos no tenían
asistencia social, ni escuelas, ni vías de comunicación. En esas condiciones,
agregaba el ministro, era imposible despertar en ellos algún estímulo cívico
que les moviera a ayudar al Estado. Por eso, explicó Ruiz Novoa, la invención
dentro del ejército de una serie de campañas de acción psicológica unas, y de
acción cívica otras, para acercarse a los campesinos, para hacer conciencia en
los soldados de la necesidad de combatir a los enemigos internos y para
convencer incluso a los bandoleros de la conveniencia de volver al bien y
ponerse al amparo de las leyes colombianas. La acción cívica por su parte,
consistía en darle a la población asistencia social: por intermedio del personal
médico del ejército; construyendo obras públicas, caminos veredales, carreteras,
y fomentando el entendimiento entre los miembros de los diferentes partidos.
Consciente de los lazos del bandolerismo con las colectividades políticas
tradicionales, Ruiz demandó, para terminar su intervención, una declaración
de los Directorios Departamentales y Municipales, en la que se condenara con
nombre propio a cada uno de los bandoleros que con afán perseguía la fuerza
pública, con el propósito de quitarles el respaldo del campesinado.

Ruiz siguió puliendo sus tesis, hablando cada vez que se le presentaba la
oportunidad. Hacía esfuerzos por adaptar al suelo colombiano lo que veía en
otras partes y lo que leía en tanta revista que pasaba por sus manos. Por ejemplo,
en su concepción del comunismo y la manera de combatirlo advertimos cierto
sabor salazarista. Esto quiere decir que no descansaba exclusivamente en la
fuerza de las armas; hablaba de una solución contra el comunismo que tuviera
que ver con la eliminación de las desigualdades sociales. Es posible que su
inspiración no viniera directamente del pensamiento de Oliveira Salazar (cuyas
concepciones habían difundido en el país en décadas pasadas las disidencias
conservadoras). Pero es bueno anotar que el «nuevo» anticomunismo venía
con la factura de la nueva política de los Estados Unidos hacia América Latina.
Se trataba del viejo anticomunismo nacionalista ibérico que ahora la Comisión
para Asuntos Latinoamericanos del presidente Kennedy readaptaba a las
condiciones del continente. Dicha comisión había presentado ante el mandatario
norteamericano un preocupante informe acerca del avance del comunismo en
la región; pero a diferencia de otras épocas, los comisionados señalaron que la
principal arma contra el comunismo consistía en la adopción por parte de los
Estados Unidos de una «filosofía democrática positiva» que colaborara con la
«democracia indígena de América Latina coordinando y apoyando los amplios
movimientos progresistas democráticos, empeñados en la conquista de un
gobierno representativo, una reforma social y económica (incluida la agraria).

Ibid. p. 981.

37
y resistiéndose a permitir la entrada de fuerzas no democráticas desde fuera
del hemisferio»63. Se pronunciaron los comisionados a favor de una lucha contra
el comunismo que no favoreciera únicamente la represión armada, sino más
bien una especie de combinación de métodos civiles y militares. Pero fue enfática
la Comisión en que se debían «promover desde los Estados Unidos partidos
políticos democráticos, y un nuevo empuje al desarrollo económico mediante
planes de desarrollo de los distintos países»64. Nacía la Alianza Para el Progreso.

Ruiz era en esencia kenneidiano. Aunque militar, el nuevo discurso de la Casa


Blanca hacia América Latina le había seducido. Con mayor razón habiendo
nacido los nuevos postulados de esa política en el gobierno del general
Eisenhower.

Es inextricable todavía para el historiador de la política en Colombia, encontrar


el camino seguido por las ideas que conmovían al mundo en el decenio del
sesenta. Complicaba las cosas el sólido sistema bipartidista del país que, aunque
de élite, estaba arraigado en la conciencia de los colombianos. EÍ país salía
apenas de una guerra civil de carácter partidario y transitaba hacia una violencia
de tipo social. Las ideas no eran patrimonio de nadie. Los ideólogos acomodaban
sus nuevas concepciones dentro de las de los partidos tradicionales. Las nuevas
ideas podían estar por igual en las agrupaciones legítimas de los partidos o en
sus disidencias, sus portadores eran liberales o conservadores; la pertenencia
política, llevada ahora a norma constitucional, no excluía a los militares. Si
bien la Comisión asesora de Kennedy recomendaba promover partidos
democráticos en el Continente, de hecho contaba con una serie de ellos recién
en el poder o que venían buscándolo con azar, los mismos que con ataques de
alborozo saludaron el nuevo curso de los Estados Unidos hacia América Latina;
en Colombia, esas ideas que al principio parecieron estimular el avance del
MRL o por lo menos coincidir con los propósitos del mandatario
norteamericano, eran compartidas también por el nuevo ministro de guerra.

Así lo advertimos en una conferencia pronunciada por Ruiz en el Primer


Congreso Latinoamericano de Escuelas Radiofónicas, reunido en Bogotá en
septiembre de 1963. El ministro demuestra que está informado de las discusiones
que precedieron la aprobación de la Alianza para el Progreso. La Comisión a
la que venimos refiriéndonos, señalaba: «Aunque la empresa privada tenga
que desempeñar un importante papel, los Estados Unidos deberían dar
relativamente mayor relieve al capital indígena frente al capital extranjero, y
dar ya por terminada su «oposición doctrinaria» a los préstamos para empresas
estatales. El hemisferio es lo bastante grande como para tener distintos sistemas

63
Véase: A. Schlesinger. The Thousand days. John F. Kennedy in the White House. p. 195-197. Hay
edición en español, p. 152.
64
Ibid. p. 152.

38
sociales en los distintos países. Nuestra política económica y nuestra ayuda no
debe limitarse a países en los que la empresa privada sea la única base o
instrumento predominante del desarrollo. El gobierno deberá sentar bien claro
que la empresa privada «no es el principio determinante o el exclusivo objetivo
de la política americana»65. Resulta claro que en el fondo de la discusión estaba
el tipo de capitalismo que estarían dispuestos a apoyar en el Continente los
Estados Unidos. No es posible creer que las cosas estuvieran muy claras para
el ministro. En su conferencia muestra dudas: «...existe el peligro de que los
norteamericanos puedan forzar la Alianza a la adopción de determinados
sistemas que resulten no ser adecuados para nosotros y caer así en el error que
se achacaba a los estalinistas, de forzar dentro de los países de su órbita política
una sola solución para el tránsito al socialismo»66. Es en medio de la
incertidumbre y de la desconfianza que existe entre los latinoamericanos ante
la supuesta «buena voluntad» de los Estados Unidos, que estando Ruiz de
acuerdo con la esencia de la nueva política de ese país, propone una tercera
vía: «Adelantar como propósito nacional, una reforma destinada a alcanzar
una real justicia social que, en el término máximo de una generación, determine
un progreso tal que le quite el piso a la penetración comunista en el Continente
Latinoamericano»67.

Conscientes de que la violencia había pasado de nuevo a primer plano y de las


inculpaciones que recaían sobre los partidos políticos y sobre el ejército, los
directores de los principales diarios de la capital tomaron la iniciativa de
convocar a sus colegas de la provincia colombiana a tratar en mesa redonda el
tema de la violencia. La reunión se llevó a cabo el 4 de octubre de 1962 con la
presencia del ministro Ruiz Novoa68. Los delegados de provincia coincidieron
en que se debía denominar a los «forajidos», con el nombre simple de bandoleros
para evitar que se les siguiera llamando «Robin Hood» o «vengadores del
pueblo». El ministro de Guerra, a su vez, destacó la reunión como un hecho
trascendental, pues mostraba que no estaban solas las Fuerzas Armadas, pero
llamó al gobierno a dotar de inmediato al ejército para que el esfuerzo venido
de la prensa no se perdiera69. Finalmente los representantes de la prensa
suscribieron una Declaración en la que se comprometían a «Evitar toda polémica
sobre las responsabilidades que en la violencia hayan tenido los partidos
políticos, dejándole el necesario juicio histórico a una generación menos
angustiada y comprometida»70.

65
Ibid. p. 152.
66
Véase Ruiz Novoa Alberto. El Gran Desafío. Bogotá, ed. Tercer Mundo, 1965, p.77-89.
67
Ibid. p. 80.
68
La reunión tuvo lugar en el salón Guillermo Valencia del Capitolio Nacional. Fue presidida por
Silvio Villegas de La República, Arturo Abella de El Siglo, Roberto García Peña de El Tiempo,
Guillermo Cano de El Espectador y Abelardo Londoño Marín de El Colombiano.
69
Véase El Espectador, octubre 5 de 1962, p. 1 y 9.
70
VéaseElT1empo,octubre5del962,p. 1.

39
Las medidas dieron algunos resultados. Bandidos que en su conjunto
conformaban la secuela de la anterior ola de violencia, desprovistos del respaldo
de sus partidos primero, y de los gamonales después, empezaron a caer uno
tras otro en tiempos del ministro Ruiz Novoa: «Chispas», «Melco», «Ceniza»,
«Pedro Brincos», «Desquite», «Sangrenegra», «Tarzán y Joselito». Sin
embargo, esas muertes no marcaron el fin del conflicto, sino que pusieron en
evidencia un tipo de violencia de naturaleza política distinta a la anterior. La
«acción cívico militar» y el denominado «Plan Lazo» se convirtieron en
operaciones contra algunas zonas campesinas -ubicadas en una región conocida
con el nombre de «Marquetalia», en el triángulo formado por los límites de los
departamentos de Tolima, Huila y Cauca- donde se había agrupado un núcleo
de combatientes con características políticas diferentes a las del bandidaje. Se
trataba del surgimiento de lo que sería poco después, un vasto movimiento
guerrillero, que aunque producto de las circunstancias propias del país, se
alinderaba en el mundo de la ideología comunista.

La ciudad colombiana, por otra parte, estaba siendo testigo de una agitación
social sin precedentes. En un ambiente de gran tensión, el ministro de guerra
paradójicamente era el centro de atención de la opinión pública colombiana.
En mayo de 1964 fue homenajeado por la Sociedad de Agricultores de Colombia
(SAC) en el Salón Rojo del Hotel Tequendama. Días antes, la prensa capitalina
había publicado el texto completo de unas declaraciones suyas, donde afirmaba
que el gobierno estaba frenado por sectores y personas influyentes organizados
en grupos de presión. Posición que impresionó debido a que el mismo presidente
Valencia había negado su existencia. En la misma entrevista, Ruiz declaró que
era preciso e inaplazable modificar las estructuras de la sociedad, «... Aquí
hay que hacer algo y hacerlo pronto. Nuestros sistemas, nuestros procedimientos,
no corresponden a esta era vertiginosa de progreso...»71. En el discurso del
Tequendama, el ministro ratificó sus posturas y condensó a lo largo de su
exposición los problemas que mayormente preocupaban a la población, se
sintonizó con los sectores políticos que comulgaban con sus planteamientos,
con su manera de concebir y resolver los problemas nacionales. Se apropió del
vocabulario político que identificaba a las agrupaciones que desde un discurso
también conciliatorio, hacían la oposición al Frente Nacional. Empezó su
intervención citando un extenso análisis que por esos días había publicado en
las páginas de La República el otrora ideólogo del Movimiento de Unión y
Reconquista Luis Torres Quintero: «Como en el caso de «Desquite», de
«oangrenegra» y ue «Chispas», laniuien c*eu*e existir un cuerpo uS sxpen.os en
aplicar los resortes del gobierno sin piedad y sin miedo, sin tantas consultas ni
conferencias, porque el hambre no aguanta mucho tiempo, ni tiene color político,
ni respeta fronteras de ninguna naturaleza. Y lo que es más grave, los bandoleros

" Véase La Nueva Prensa, mayo 30 de 1964. p. 10.

40
económicos le aplican el corte de franela a la totalidad de los colombianos»72.
Como los anapistas, como la gente de LNP, como «los duros» emerrelistas,
como los demócratas-cristianos, el ministro de guerra manifestaba; «...porque
estoy convencido de que la única manera de evitar el progreso del comunismo
es por la aplicación de una fina sensibilidad social que reparta la riqueza
equitativamente y disminuya el abismo que hoy existe entre las clases de la
sociedad colombiana»73. Ruiz habló por los sectores sociales asfixiados por su
incapacidad de competir con el poderío que habían alcanzado los gremios
económicos. Fustigando los «grupos de presión», anotó: «...no se afirma que
no es lícito el derecho de agremiación, lo que no es lícito es la formación de
carteles y monopolios comprando las fábricas competidoras y suprimiendo la
competencia tanto en la compra de la materia prima como en el precio de
venta...Tampoco es lícita la formación de oligopolios para comprar y vender
las materias primas oprimiendo al consumidor que no está representado en el
trato. O ponerse de acuerdo en la fijación de tarifas; o dominar todas las etapas
de un negocio, como son la fabricación, distribución y venta de los productos
y, a veces, hasta la siembra de la materia prima. O pertenecer a juntas directivas
que tienen intereses afines, de manera que una persona con una mano puede
ordenar una medida y con la otra recibir el beneficio. O ponerse de acuerdo
clandestinamente para fijar precios»74.

En el fondo, sus concepciones no estaban alejadas de las del general Rojas


Pinilla. Sólo que Ruiz tenía mayor capacidad intelectual para el análisis, para
la profundización y además la posibilidad de la transmisión rápida y completa
por los medios. Lo que en Rojas eran expresiones manifestadas en las entrevistas
que se le hacían, en el ministro eran exposiciones acompañadas de textos
originales. Al igual que Rojas, Belisario Betancur y la gente de LNP, el ministro
de guerra recurría a los «Estudios sobre las condiciones del desarrollo en
Colombia» que el Padre Louis Joseph Lebret venía realizando desde los tiempos
del gobierno militar (1953-1956) y que se publicaron en 195875, a la «Operación
Colombia», controvertido informe que Lauchlin Currie elaboraba desde los
años cincuenta76 y, obviamente a los contenidos de las encíclicas papales.

Ambos, Lebret y Currie, contemporáneos de Ruiz, seguían iluminando mentes


colombianas en los años sesenta. La prensa y las editoriales continuaban
reproduciendo sus diagnósticos y soluciones dispersos en libros y artículos.

72
Ruiz Novoa Alberto. El Gran Desafío. Op. cit. p. 93
73
El Gran desafío... Op. cit. p. 96.
74
El Gran desafío... Op. cit. p. 94.
75
Lebret Joseph Louis. Estudio sobre las condiciones del desarrollo en Colombia. Bogotá, Aedita
Editores, 1958. Véase además: Vajta Ferene. Las Predicciones del Padre Lebret. En: La Calle, junio
18 de 1959 p. 9; El Informe Lebret: los problemas de Colombia en carne viva. En: El Independiente.
septiembre 27 de 1957, p. 8.
76
Ehagostode 1961,Curriepresentóacousideracióndeloscolonibianosunprograniadedesarrollo
económico bajo la denominación de «Operación Colombia». Véase Lauchlin L. Currie. Operación
Colombia, segunda edición, Barranquilla, Cámara de Comercio, 1965.

41
Currie había presentado en 1961 al gobierno de Lleras Camargo un extenso
plan para acelerar el desarrollo en el país, el cual no había sido tenido en
cuenta. El Frente Nacional prefirió adoptar un programa elaborado por la
CEPAL77. Sin embargo, la agudización de la crisis económica a partir de la
segunda mitad de los sesenta, puso de nuevo sobre la mesa de las discusiones,
los mamotretos del profesor Currie.

No era casual que Ruiz hablara extensamente de la tenencia de la tierra en un


homenaje que le rendían los propietarios de ella, en agradecimiento quizás a
su lucha contra el bandolerismo y la subversión en general. Pero Ruiz no
desaprovechó la oportunidad para expresar sus concepciones sobre la posibilidad
de un cambio social sin salirse de los marcos de la sociedad capitalista y de la
legitimidad constitucional colombiana. Enfatizó en la necesidad de cambiar
las estructuras; con datos a la mano demostró que la tierra no pertenecía a
quien la trabajaba y señaló en ese sentido que la estructura agraria del país
además de inadecuada, era «un obstáculo para el desarrollo económico de la
Nación»78. Si Rojas y Belisario Betancur79 acudían momento a momento a los
diagnósticos del padre Lebret y de Currie, Alberto Ruiz Novoa recomendaba
llevar a la práctica sus recomendaciones en el sentido de gravar la tierra mal
utilizada, la ampliación del crédito agrícola y el incremento de la educación
rural.

Por supuesto, Ruiz no tomaba los informes de las misiones Currie y Lebret al
pie de la letra, de uno y otro extractaba lo que consideraba aplicable a las
nuevas circunstancias del país. Si de Lebret le llamaba la atención sus
recomendaciones a largo plazo, de Currie le atraía su afán de resolver
inmediatamente los problemas de la pobreza y del subdesarrollo en general y
su concepción de un desarrollo acelerado del capitalismo. Del programa
«Operación Colombia», el ministro destacaba: lo. Producir un crecimiento
rápido del nivel de vida; 2o. Disminuir considerablemente la distancia entre
las clases sociales y entre los trabajadores del campo y de la ciudad; 3o.
Aumentar las disponibilidades de divisas e importaciones; 4o. Acelerar la
industrialización del país y la tecnifícación de la agricultura80. Abogó porque
se ejecutaran las medidas contempladas en la Ley de Reforma Agraria. Propuso
la formación de cooperativas agrícolas integrales inspiradas en «el principio
comunitario». Fundamentó su propuesta en el éxito que éstas habían tenido en
Israel y señaló además que la cooperativa de ese tipo: «...organiza el esfuerzo
de ios asociados, asegura ei mejor aprovechamiento de su capacidad individual,
alcanza la mayor economía en el uso de la maquinaria y obtiene el máximo

Véase Currie Lauchlin. Desarrollo Económico Acelerado. La necesidad y los medios. México,
FCE, 1968, p. 16.
78
Ibid p. 99-100.
79
Véase Betancur Belisario. Colombia cara a cara. Bogotá, ed. Tercer Mundo, 1961.
80
El Gran Desafío Op. cit. p. 91-108.

42
rendimiento de la asistencia técnica disponible. Facilita, además, el
aprovechamiento del crédito para el fomento de la agricultura y ganadería,
que al campesino le es difícil alcanzar individualmente...»81.

La intervención del ministro de guerra causó revuelo. En realidad, quedó la


impresión en los colombianos de haber escuchado un discurso de campaña
electoral. Como era de esperarse, vinieron las protestas de la clase política. El
ministro no tuvo necesidad de responder inmediatamente. Por él lo hicieron
abogados que desde la prensa manifestaron que a «los hombres de armas se les
podía exigir todo, menos envilecerse»82. Ruiz, sin embargo -aunque a propósito
de otra acusación- aprovechó la oportunidad para contestar a las inculpaciones
que se le hacían de estar deliberando en política: «Querer someter a los militares
a la calidad de ciegos, sordos y mudos -escribía en una carta al Director de El
Tiempo»- al estilo de la célebre alegoría oriental representada por tres simios,
es algo que no se le ha ocurrido al constituyente en ningún momento, entre
otras razones porque tal disminución sería incompatible con la dignidad del
hombre de armas en cualquier país»83. LNP dedicando su carátula de la edición
definalesde mayo a lafiguradel ministro, lo consideró «El Primer Estadista
Moderno de Colombia». La revista legitimó su comportamiento señalando que
Ruiz era consciente del papel que correspondía a los ejércitos en los países
subdesarrollados. La gente de LNP publicó una carta abierta de respaldo al
general, que de inmediato recibió la adhesión de nacionalistas de todos los
rincones del país. En dicho documento, los suscritos hablaron en representación
de los abstencionistas y de los millones de colombianos que por tener nuevas
ideologías, distintas a las del bipartidismo, estaban por mera de la participación
política. «Daríamos nuestro respaldo integral -se lee en la carta- y nuestra
gratitud imborrable a quien nos restituyera nuestros derechos políticos y
reivindicara para Colombia su auténtica estructuración democrática»84. Los
congresistas anapistas por su lado empezaron a presionar para que la
intervención del ministro fuera publicada en Anales del Congreso, lo que se
hizo realidad el 24 de septiembre de 1964. En una intervención en la Cámara,
el Representante anapista Rafael Camerano Merino sostuvo que para salvar al
país se debería formar un bloque para luego pedirle a los generales Rojas y
Ruiz que asumieran la Presidencia85. En un discurso pronunciado por el capitán
Elias Salazar Salamanca, a propósito de un homenaje de respaldo que le
ofrecieran al general Ruiz Novoa los militares en retiro, reconocía en él
condiciones de gobernante86. El semanario bumangués La Nota, del futuro
dirigente anapista Roberto Harker Valdivieso, editorializó: «El Gobierno de

81
Véase ampliamente en El Gran Desafío, Op. cit. p. 103.
82
Véase La Nueva Prensa Nos. 1 1 5 y l l 6 d e mayo y junio de 1964.
83
El Gran Desafío... Op. cit.p. 115.
84
Carta Abierta al General Ruiz En: La Nueva Prensa, No. 116,junio9 de 1964,p. 14.
85
Véase Anales del Congreso, agosto 18 de 1964,p,861.
86
Los militares en retiro renuevan respaldo a Ruiz Novoa. En: La Nueva Prensa, No. 121, agosto
8 de 1964,p. 24.

43
Valencia Agoniza». Harker llamó a deponer el régimen del presidente Valencia,
según él «para salvar el futuro de la República y para permitir nuevamente que
las masas conservadoras y liberales rectifiquen los procedimientos y alcancen
su plena soberanía nacional». No se explicaba el editorialista, que teniendo las
Fuerzas Armadas a su favor la simpatía de varios millones de colombianos que
deseaban su prosperidad y su bienestar, tuviera que retenerse al ejército en sus
cuarteles. «Ese cuerpo armado -escribía- tiene la misión de proteger nuestras
fronteras, de asegurar la convivencia de los colombianos y de trabajar por la
prosperidad y por la grandeza de la patria»87.

Las adhesiones que produjo el discurso de Ruiz ponen en evidencia un


sentimiento de orfandad política presente en amplios sectores de la sociedad,
que empezaron a pedirle al general liderar los destinos de la nación: «Rogárnosle
constituirse en vocero de los campesinos del Norte del valle del Cauca...para
que en el avance del propósito nacional que usted invoca el pueblo comprenda
que en verdad el ejército es el guardián del orden, de la Constitución y de la
soberanía nacional que permita en el pleno disfrute de la democracia una
verdadera estructura social que obligue al capital a cumplir su función social»,
manifestaron al general tres Federaciones de trabajadores cristianos: Acción
Sindical Antioqueña, Acción Sindical del Valle y Acción Sindical de
Cundinamarca88.

De 382 personas residentes en Bogotá, entrevistadas por un grupo de LNP y


de la Universidad Nacional, el 80% estaban enteradas de las intervenciones
del ministro. Los encuestados coincidieron en considerar a Ruiz como «una
opción razonable». «Que un militar de la categoría del general Ruiz, se atreva
a proponer ante el país, desafiando todos los sinsabores, la realización de una
integral reforma en nuestras caducas instituciones, para proporcionar un
mejorestar al pueblo, nos parece digno de todo encomio», fue la opinión de dos
sacerdotes abordados por los encuestadores89. El camino estaba despejado para
un eventual lanzamiento del ministro a la política. LNP cerró filas: «Ruiz
Novoa ha dicho que así como otros países buscaron su solución propia, Colombia
debe buscar su solución nacional, colombiana. Este lenguaje auténtico, digno,
realista, merece la adhesión de cualquiera que busque la grandeza de la Patria»90.

Los anapistas no fueron ajenos al alborozo que produjeron en el país las


intervenciones del general Alberto Ruiz Novoa. Alcanzaron a vislumbrar la
salida política y nacionalista a la mencionada oposición de intereses en el
respaldo al controvertido «jefe del ejército y brazo fuerte del régimen».

87
La Nota, septiembre 25 de 1964, p. 1 y 3.
88
«Total respaldo a Ruiz Novoa dan Sindicatos Cristianos» En: La Nueva Prensa, No. 116, junio
9 de 1964, p. 23.
89
Ibid, p. 24.
90
Ibid p. 35.

44
Reconocían en Ruiz Novoa su «patriotismo» y la posibilidad de que las fuerzas
bajo su mando «hicieran regresar al país al orden jurídico quebrantado por el
Frente Nacional, para así poder proporcionar un mejorestar al pueblo
colombiano, a las clases menos favorecidas y trabajadoras que sufren de hambre
y de miseria por obra directa de los dólares devaluacionistas, de las múltiples
cargas tributarias que las agobian, de los constantes y enormes empréstitos de
dólares americanos, o sea, del monstruoso endeudamiento de la Nación sin
destino conocido o justificado...»91. Al fin y al cabo, Ruiz Novoa se presentaba
como una solución radical originada en el Estado y por ello muy acorde con el
espíritu político del movimiento. En el cabildo de Cali, uno de los numerales
de una extensa constancia de los concejales de la ANAPO rezaba así:
«Reconocemos la necesidad del cambio de las estructuras sociales y económicas
valientemente preconizadas por el general Ruiz Novoa, y declaramos que ese
planteamiento corresponde a la tesis que estamos defendiendo cuya ejecución
se requiere angustiosamente para el bien de la República»92.

La pertenencia partidista liberal del general puso a pensar a sectores de la


población colombiana en una eventual candidatura del ministro a la Presidencia.
Robusteció la imagen de Ruiz la visita que hizo al país el presidente de Francia.
La Nota, manifestó al respecto: «Con motivo de la presencia de De Gaulle los
colombianos debemos meditar sobre la importancia de esos hombres
excepcionales que desde los cuarteles de una gran nación han podido salir
hasta el palacio de los presidentes para convertirse en los personajes del
momento y en los conductores de una República... Nosotros creemos que es un
acto de falta de lógica creer que Colombia no puede tener un General presidente
que lleve a su pueblo por los caminos de la gloria como Francia ha ido de la
mano del insigne Charles de Gaulle»93.

Un incidente ocurrido en la recepción oficial al presidente de Francia, sirvió


de pretexto para que se volcaran sobre Valencia todos sus enemigos. En su
discurso de bienvenida, deshilvanado e incoherente, el mandatario colombiano
creyó necesario ponerle de presente al presidente francés la vocación
pronorteamericana de la política internacional de Colombia. La salida de
Valencia fue una bofetada para cientos de personas que veían en un posible
acercamiento a Francia el punto clave para equilibrar la dependencia externa
del país. Llamó profundamente la atención la invitación que De Gaulle hizo
para formar una «Tercera Fuerza» en la política mundial, orientada desde
París94. Colmó la animadversión hacia el presidente el lapsus linguae con el
que finalizó su discurso: «Señoras y señores: acompañadme a brindar esta

91
Anales del Congreso, agosto 20 de 1964, p. 891.
92
Libro de Actas del Concejo de Cali. Acta No. 1. Sesión demstalación del díaprimero denoviembre
de 1964. Constancia.
91
La Nota, septiembre 25 de 1964, p. 6.
94
Véase «De Gaulle busca Tercera Fuerza». Eh: El Espectador, septiembre 23 de 1964, p. 4,

45
copa por el futuro de España y la ventura personal del general De Gaulle y su
ilustre comitiva»95.
La Nueva Prensa declaró que «Valencia no puede ser presidente sino de un
país condenado al más anacrónico, absurdo y antinacional de los sistemas
políticos»96. La Nota, que venía pidiendo la renuncia de Valencia, no
desaprovechó la oportunidad para escribir: «En sus manos, general Ruiz Novoa,
está la suerte de Colombia. Un paso al frente y se liquidará este gobierno
indigno que repudian los colombianos. Valencia no merece respeto ni
consideración porque ha atentado contra el prestigio de Colombia»97. Los
Representantes anapistas encabezados por Rodolfo García Garda aprovecharon
la oportunidad para adelantar desde el Parlamento un debate que exigía un
Juicio al presidente. Según García García lo ocurrido en Palacio no había sido
un «lapsus linguae» del presidente, sino una confusión de ideas proveniente
del permanente estado ebrio en que vivía Valencia. «La embriaguez habitual.
Honorables Representantes, decía el dirigente anapista, conlleva directa y
fatalmente a la incapacidad total para el ejercicio del mando. Cómo es posible
que después de los episodios sucedidos cuando el general De Gaulle vino a
Colombia, no hubiera el Senado de la República entrado a estudiar detenida y
patrióticamente la situación presidencial?» Y más adelante agregaba: «Ese
mismo día ha debido caer el presidente Valencia»98.

Ruiz Novoa sintetizaba todo el espíritu de una ideología dispersa: la de La


Nueva Prensa, la de la Línea Dura del MRL, la de los Demócratas Cristianos
e incluso la del anapismo. Empezaba, en losfinalesde 1964, a significar para
todos estos movimientos una salida simbólica. Es decir, la suya no era una
ideología elaborada por el simple interés del poder político -como en cada uno
de los casos que mencionamos- sino que revelaba tensiones e interacciones de
una densa serie de factores sociales, psicológicos y hasta culturales de ese
momento histórico. En el contenido de sus reiteradas intervenciones y en su
investidura, líderes políticos de todo el país, adversos a la evolución del Frente
Nacional y que veían imposible su acceso al poder por las vías legales, estimaron
conveniente la opción militar a la crisis que vivía el país. El MRL en proceso
de regresar al oficialismo liberal, aplazaba indefinidamente un favorecimiento
popular como el alcanzado en las elecciones de 1962. La reducida votación
que recibiera la Línea Dura de ese movimiento en la contienda electoral de
1964 desesperó su dirección.

95
Véase texto de los discursos en: El Espectador, septiembre 24de 1964., p. 10A
96
La Nueva Prensa, No. 124 octubre 7 de 1964,p. 22.
97
Véase La Nota, octubre 2 de 1964, p. 1 y 4.
98
García García Rodolfo. Intervención en la Sesión del 15 de Octubre de 1964 para sustentar
proposición y responder a acusaciones de! Presidente Valencia Véase; Anales del Congreso. Diciembre
16del964,p. 2211.

46
Finalmente, en la agonía de 1964 un grupo de simpatizantes del general Ruiz
inscribieron su candidatura a la presidencia de la República en la ciudad de
Cali. Un mes después, un Comité Civil acompañado por unas doscientas
personas, hicieron lo propio en la ciudad de Ocaña". Mientras tanto, la presencia
de Ruiz en el establecimiento, su imagen de hombre fuerte al mando de las
Fuerzas Armadas y sus cotidianas intervenciones en la vida pública del país,
coadyuvaron a propagar por cielo y tierra, la especie de un próximo e inminente
golpe de estado. Así, 1964 terminaba con la amenaza de una huelga general
para los comienzos de 1965100.

1.6 La ANAPO condensa sus idearios en una nueva plataforma


En diciembre de 1964, los ideólogos del anapismo decidieron neutralizar el
avance del general Ruiz Novoa. Para ello, divulgaron su nueva plataforma;
documento que recogía y reflejaba las aspiraciones nacionalistas del momento
que vivía el país.
A diferencia de la de 1961, que condensaba en 10 numerales, de manera directa
y esquemática, las orientaciones político-ideológicas de la ANAPO, la
plataforma de 1964 se distinguió por la riqueza de su contenido y por la densidad
de sus análisis. Desde un principio, con claridad, los redactores del documento
pusieron de presente tanto la justificación como la legitimación de su presencia
en la arena política nacional: «El Movimiento de Alianza Nacional Popular,
organizado y dirigido por el expresidente general Gustavo Rojas Pinilla, surgió
como natural reacción de las masas trabajadoras de los partidos tradicionales
contra el negociado de los dirigentes políticos y capitalistas liberales y
conservadores coaligados, y como una respuesta necesaria a las urgencias de
renovación del país, bajo la máxima de que el bien común debe primar sobre el
bien particular. La crisis profunda en que se encuentra Colombia en todos los
campos y cuyo aspecto más alarmante es la desnacionalización por el imperio
del personalismo, no tiene remedio mientras el sistema oligárquico del Frente
Nacional continúe en el poder»101.

99
Véase El Siglo, enero 25 del 965, p. 1.
100
En una de las sesiones del Concejo de Barranquilla a fmales de 1964, el concejal de la ANAPO
Claudio Urruohurtu pidió la palabra para anunciar que «.. Dentro de pocas horas tendremos un nuevo
gobierno dirigidopor el General Rojas Pinilla y Revéiz Pizarro». Véase Libro de Actas del Concejo de
Barranquilla 1964-1966.
IOI véase Plataforma de Alianza Nacional Popular ANAPO. En: Alianza Popular. Periódico del
pueblo. Edición especial. Bogotá, jueves 27 de enero de 1966. Más que de una plataforma, se trataba
de un extenso y explicativo programa al estilo de los densos documentos que distinguían a los partidos
doctrinarios Entre los programaspolíticos que circularon entonces, sólo se le igualarían por su volumen
y contenido la Plataforma del MRL de 1961 y el programa de los comunistas de 1966. La nueva
plataforma del anapismo estaba compuesta de una pequeña introducción y 24 considerandos a saber:
Antecedentes, Alianza Nacional Popular y las consecuencias del Frente Nacional; Columnas
fundamentales de Alianza Nacional Popular: Alianza Nacional Popular, los partidos y las hegemonías;

47
La agudización de los conflictos sociales, el prematuro envejecimiento del
nuevo orden, la caótica situación de la población en general, crearon condiciones
propicias para que el discurso político de los anapistas ganara espacio. Ahora
sonarían de otra manera aseveraciones del siguiente tenor: «A partir del 10 de
mayo de 1957, los grupos económicos de presión se apoderaron del Estado y
comenzó a desarrollarse en su plenitud la operación de poner a un país entero
a trabajar para enriquecer más a las minorías ávidas de lucro. Los grandes
negocios hicieron las más mostruosas utilidades rápidamente y el pueblo
colombiano fue sometido, a la vez que a una explotación ilimitada, al abandono
físico y moral»102.

Por su orden de importancia, en el documento se destaca lo que hemos


denominado contradestinatario o destinatario negativo del mensaje anapista103.
El mayor porcentaje de las referencias en el documento van dirigidas «contra
el establecimiento». Dentro de esta unidad de análisis, la plataforma se refiere
en particular al Frente Nacional al cual se le culpa de todos los males del país.
Se reafirma, una vez más, que la coalición en el poder expresaba la fusión del
poder económico con el poder político, en detrimento de las mayorías populares.
Por Frente Nacional los redactores de la plataforma entendieron: la represión,
la violencia, el amplio poder político y económico de la gran prensa, la
burocracia despilfarradora, la agudización de los problemas sociales, el
negociado de los dirigentes políticos y capitalistas liberales y conservadores,
los desastres económicos y la estrechez de la democracia en el país. A veces el
documento personaliza las acusaciones contra el régimen en la figura de Alberto
Lleras Camargo, del presidente Valencia y de Eduardo Santos. En un segundo
nivel se despotrica contra Carlos Lleras Restrepo.

El lenguaje en el que está escrito el nuevo documento de la comunidad anapista


sintetiza la forma particular de expresarse en el país, los idearios que en el
pasado reciente se habían manifestado a través de las míticas figuras de Jorge
Eliécer Gaitán y Gilberto Álzate Avendaño. El vocablo oligarquía que había
hecho carrera en la voz de estos dos tribunos no va a desaparecer, en lo sucesivo,
del vocabulario anapista. El tono del mensaje anapista es la adaptación, a las
nuevas condiciones, del discurso de la etapa final del gaitanismo y del momento

los poderes públicos y los problemas nacionales; Alianza Nacional Popular y la libertad de prensa; el
negociado Eduardo Santos-Standard Oil Company; Alianza Nacional Popular y el costo de la vida;
nacionalización de importaciones; nacionalización del Banco de la República; Alianza Nacional Popular
y el comercio exterior; la salud y la educación del pueblo; vivienda y reforma urbana; campesinos,
tierra, reforma agraria; trabajadores y capitales; equilibrio presupuesta! y arbitrios rentísticos; burocracia
y carrera administrativa, las fuerzas armadas, nacionalización de las riquezas del subsuelo; Flota
Mercante Grancolombiana; Ecopetrol y Acerías Paz del Rio; La Universidad; Síntesis; una dinámica
indispensable. Las vías revolucionarias.
lra
Véase folleto de la «Plataforma de Alianza Nacional Popular», p.3.
IM
Para este tipo de análisis nos hemos guiado por la metodología que sugiere Eliseo Veron en su
trabajo: La Palabra Adversativa. Observaciones sobre la enunciación política. En: Veron E. y otros. El
Discurso Político. Lenguaje y acontecimientos. Buenos Aires, Librería Hachetle, 1987, p. 13-26.

48
alzatista de la «Reconquista». La impronta del anapismo estaba en la valoración
que daban sus ideólogos al gobierno presidido por el general Rojas, como un
régimen de realizaciones populares y lo que significaba el general como médium
de ambos imaginarios latentes todavía en la sociedad colombiana. Conscientes
de la pertenencia partidista del colombiano, el nuevo documento no se arriesgó
a convocar filiaciones distintas a las liberales y conservadoras. Los redactores
no creyeron necesario ir más allá de los capitales axiológicos de las
colectividades tradicionales. Si bien el documento señalaba que la Alianza
Nacional Popular se levantaba sobre tres columnas fundamentales: Colombia,
como fundamento y finalidad de su lucha, la Doctrina Social de la Iglesia de
Cristo y el Hombre colombiano; al mismo tiempo afirmaba que sobre esas tres
columnas se habían sostenido también a través de los tiempos las dos
colectividades colombianas. En este sentido, casi en igual número de referencias,
el nacionalismo se destaca entre las apelaciones del documento.

Al igual que en su primera plataforma, la ANAPO se autodefíne como


Movimiento nacionalista. Empero, el espectro de su nacionalismo se amplia.
Ya no se trata del nacionalismo espurio e indefinido de estirpe conservadora
que esbozaba antes. Entonces, sus explicaciones pasaban por el filtro de los
conceptos jurídicos. Mientras que en 1961 afirmaban que el orden social estaba
afectado en gran medida por la «suplantación del principio de autoridad por la
politiquería dominante y soberbia», ahora, a punto de partirse la década en
dos, consideraban que la crisis profunda en que se encontraba el país tenía que
ver con «la desnacionalización por el imperio del personalismo». La lectura
que hicieron los ideólogos del Movimiento del papel que estaban jugando en el
país los grupos de presión y los vínculos de éstos con los monopolios
norteamericanos, de la actitud «entreguista» de la clase dirigente al capital
extranjero y del auge nacionalista que vivía el continente, tuvo que ver en la
orientación nacionalista por la que optaron los anapistas. La plataforma muestra
que la gente que tenía a su cargo las cuestiones ideológicas del movimiento,
estaba sintonizada nacional e internacionalmente. El nacionalismo colombiano
de esta parte de la década del sesenta no era el patrimonio de una agrupación
en particular. Pero lo importante es que la Alianza Nacional Popular encabezaba
la lista en la tabla de posiciones entre los movimientos que aspiraban a
presentarse ante la opinión pública como nacionalistas puros. En particular,
competían por el liderazgo los colombianos reunidos, sobre todo, en los grupos
de La Nueva Prensa y de la Línea Dura.

El nacionalismo que emana del documento pone su atención en Colombia. Ya


en el documento programático de 1961, la ANAPO se había definido como
«movimiento colombianista», lo que estaba muy ligado al tipo de soluciones
que los anapistas proponían para resolver los grandes problemas del país. El
destacado lugar que ocupan las referencias a las soluciones, por encima incluso
del planteamiento de los problemas, dan a la plataforma un verdadero sentido

49
de programa de gobierno. Mientras en 1961, los programas apuntaban a
presentar propuestas de soluciones, entre 1964 y 1966, los ideólogos anapistas
analizan los problemas, los ponderan. No se trata ahora de simples enunciados.
Los problemas aparecen de manera jerarquizada; en un primer lugar, destacan
los problemas ocasionados por el alto costo de la vida y los efectos sociales del
crecimiento demográfico. Afirman que «el hambre y la carestía, cada vez
mayores, continuarán golpeando al pueblo colombiano mientras el Frente
Nacional continúe en el poder». El incremento de la población y su
desplazamiento a unos centros urbanos no preparados para su absorción
ocasiona problemas como: la falta de vivienda, de servicios de salud, el auge
de la violencia, las enfermedades, la pobreza, la falta de educación, el desempleo,
etc. Todos de posible solución en corto tiempo, sostienen, si existiera voluntad
de los gobernantes para ello.

Por reflejarse negativamente en la eficiencia de la administración pública y en


el establecimiento de privilegios y preferencias en todas las estructuras del
Estado colombiano, los ideólogos de la ANAPO vieron en el aumento de la
burocracia uno de los problemas más graves del país. Asi mismo opinaron del
subdesarrollo ocasionado, según afirmaban, por la deficiente planeación
económica y la incapacidad dei establecimiento de llevarla a cabo.

Empero, las soluciones tenían que ser propias, ajenas de las ideologías
importadas de corte comunista o capitalista. La plataforma considera como
obstáculo para «el fortalecimiento de la nación» y como aliciente de la «tragedia
colectiva», la presión que sobre la economía y la política nacional ejercen «los
monopolios extranjeros en convivencia con leguleyos nacionales». La solución
a éste y al resto de los problemas nacionales era el nacionalismo; en otras
palabras, la realización de un programa nacionalista. Para ello proponen
establecer estrechos vínculos entre el Estado, como «conductor de la
nacionalidad» y el pueblo que, como colectivo, significaba parala ANAPO la
misma «patria».

Para la solución de los problemas graves del país, la plataforma anapista lanzó
al mercado de las propuestas una política nacionalista desde el Estado:
nacionalización de las importaciones, del Banco de la República y de las
riquezas del subsuelo. Afirmaba el documento, que en el país se había venido
creando desde hacía muchos años una clase importadora, la cual se había
constituido a la vez en uno de los pilares más poderosos de ia oligarquía, que
disponía de las divisas del país y traían con ellas la maquinaria, los elementos
de consumo que no se producían en Colombia: materias primas, material
rodante, abonos, semillas, insecticidas, tractores, etc. Según los ideólogos
anapistas, las casas importadoras se habían transformado «en tenebrosos antros
de usura, acaparamiento y especulación». Por ello, consideraban que en el

50
estado actual de la economía colombiana, nacionalizar las importaciones era
la condición básica para que el costo de la vida bajara.104

No bastaba con las importaciones. Se necesitaba un complemento: nacionalizar


el Banco de la República. Sólo así el Estado podía contar con las divisas
necesarias para importar. A través de la nacionalización del Banco de la
República, el Estado anapista manejaría también el crédito y tendría bajo su
control los resortes de la vida económica del país. La dirección del Movimiento
estaba segura de que con esta medida iba a poder «orientar el crédito en forma
expansiva, organizar su distribución oportuna, reducir los intereses a los tipos
estrictamente necesarios y hacer de él, no el negocio de la usura en que lo
convirtieron los proceres del Frente Nacional, sino un verdadero servicio público
destinado a acrecentar la producción industrial y agrícola»105.

La ANAPO planteó y presentó soluciones a los problemas de la salud y la


educación. Señaló que por ser un movimiento nacionalista, la educación y la
salud eran los objetivos principales de su política interna. Dentro de su
perspectiva de establecer un Estado nacionalista, la plataforma plantea que
«los recursos del Estado deben estar orientados a la recuperación y conservación
de la salud del pueblo colombiano y a que éste logre la cultura que le niega el
sistema del Frente Nacional. Esta propuesta era concebida desde la preocupación
que manifestaba la ANAPO de dignificar al «pueblo colombiano», como
requisito para acelerar los planes de desarrollo y lograr la «afirmación de la
personalidad y soberanía del país», ya que «el capital humano, afirmaban, es
el elemento fundamental de la nacionalidad».

Declarando que «toda familia colombiana tiene derecho a poseer casa propia»,
sostuvo que ningún plan eficaz de vivienda podía limitarse a resolver las
necesidades del momento en que se elaborara, sino en prever el futuro con
«índices aumentativos de la población». Los anapistas vieron en la
reestructuración de la política comercial, la solución al problema de la
incapacidad del país para financiar los planes de vivienda. Partiendo de su
propuesta de propiciar y establecer relaciones comerciales con todos los países
del mundo, los anapistas vislumbraron la posibilidad de obtener recursos
monetarios, materiales y máquinas para la construcción de viviendas, a través
del capital europeo y mediante pactos de trueque y tratados de compensación
con los países del Este106. Habló la plataforma de expropiar latifundios urbanos
y de controlar los arrendamientos mientras no se resolviera el problema de la
vivienda.

104
Véase Plataforma de la Alianza Nacional Popular, Op. dt,p. 14.
105
Ibid. p. 15.
"*• Ibid.

51
La ANAPO llevó su pragmatismo político a sus propuestas sobre reforma
agraria. Defendió el derecho a la propiedad privada para diferenciarse de
movimientos ubicados a su izquierda y rechazó la riqueza mal adquirida o mal
heredada para no ser identificada con los partidos tradicionales. Anotó la
plataforma que el objetivo de la reforma agraria que proponían los ideólogos
anapistas, era «el aumento de la riqueza agrícola». Para tal efecto señaló la
necesidad de poner en producción las tierras sin cultivo existentes en el país.
Con esto, se abastecería el mercado interno y se crearían nuevas fuentes de
divisas. La propuesta se sintetizaba en la realización de planes de producción
intensiva en grandes zonas de labores mediante la utilización de maquinaria
moderna. «La competencia en el mercado internacional -leemos en el
documento- impone el abaratamiento en los costos de producción para lo cual
es necesario la maquinaria agrícola moderna, el cultivo de extensas zonas de
terreno y el crédito conveniente y oportuno, y principalmente la ayuda eficaz
del gobierno, para estimular y defender el trabajo»107.

Hablaba el documento también, de «la formación sistemática de grandes


unidades territoriales de explotación por cooperativas y uniones campesinas»,
como manera de lograr efectivamente el aumento de la producción agraria.
Sostenían que «la organización de cooperativas y uniones de labriegos» hacía
posible la creación de capitales inmediatos y potenciales. Apuntaba que «esos
capitales deben estar capacitados para adquirir maquinaria agrícola, formar
centros mecánicos y estaciones de tractores con talleres de reparación y
almacenaje de repuestos»108. Los dirigentes nacionales del anapismo se
pronunciaron en la plataforma a favor del crédito barato y oportuno, del seguro
de cosechas, de la planificación de inversiones y producción, de la mecanización
del trabajo y de la organización cooperativa de propietarios y labriegos; de la
expropiación de los «latifundios sin cultivo» y de la «vialización de los territorios
potencialmente productivos para hacerles accesibles a los mercados». Encontró
reflejo en el principal documento del Movimiento, las iniciativas que defendían
sus representantes en el Parlamento.

Los anapistas se declararon adversos a las parcelaciones. Consideraban que


esa política a la vez que multiplicaba el minifundismo, no permitía el
mejoramiento real de la población campesina como tampoco el abastecimiento
nacional. Estimaron que la tierra del Estado debía regalarse a quien deseara
explotarla.

De llevarse a cabo las anteriores políticas expuestas, al pensar de los redactores


del documento, el país lograría: lo. Autonomía en cuanto a planeación
económica, control y distribución de la riqueza; 2o. Robustecimiento del sector

Ibidp. is
Ibiip. 18

52
industrial; 3o. Poder y capacidad de negociación en el concierto internacional,
al tener absoluto control sobre las riquezas del subsuelo; y 4o. Facilidades de
transporte en la actividad comercial con otros países.

En síntesis: La plataforma de la ANAPO consideraba responsabilidad del


Estado: lo. Construir vivienda para empleados y obreros con las condiciones
mínimas de salubridad y comodidad, fines a los que contribuiría una Reforma
Urbana que expropiará bienes inmuebles y absorberá las utilidades de
valorización de los predios urbanos; 2o. Prestar los servicios médicos,
odontológicos, hospitalarios e inclusive el abastecimiento de drogas; 3o. Crear
centros de educación pública en todos los niveles, así como la utilización de la
televisión con fines educativos.

Como se puede apreciar, no hay una propuesta de solución concreta en la


plataforma más importante que la intervención del Estado. El gran Estado
interventor era indispensable para lograr «el fortalecimiento de la vida nacional»
y «defender los intereses nacionales». Bastaba cambiar el establecimiento y
garantizar la satisfacción de las necesidades básicas: vivienda, educación, salud
y trabajo, para que el país lograra superar el subdesarrollo y alcanzara soberanía
económica y autonomía necesarias para competir en el mercado internacional.

La ANAPO planteaba la posibildad de crear «un Estado de raíz popular y de


objetivos nacionalistas» con base en un «sistema de gobierno cristiano,
nacionalista y democrático» que reformara las instituciones. Para ello, y al
igual que en 1961, la plataforma propone una Asamblea Nacional Constituyente
y Legislativa, que genere el espacio adecuado para «la revisión y actualización
de la Constitución». En ese aspecto, les interesaba a los anapistas profesionalizar
a los funcionarios públicos, tanto a los empleados de las instituciones estatales
como a sus cuadros para acabar con la ineficiencia, los privilegios y la
corrupción, presentes según afirmaban, en todas las esferas del Estado,
ampliando de esa manera las posibilidades de participación en el control del
mismo. Por ello su plataforma explicaba los beneficios que le traería al país su
propuesta de «elección popular de alcaldes y gobernadores», de «carrera
administrativa» y de la «revocatoria del mandato por incumplimiento de
funciones». De acuerdo con la ANAPO, la justicia, como manifestación de
igualdad e imparcialidad del Estado ante la sociedad, requería de mayor
independencia y autonomía para su correcto funcionamiento. En ese sentido,
la agrupación consideraba importante el establecimiento de la carrera judicial
y el fortalecimiento del Ministerio respectivo. Propuestas éstas que se hacían
con alusiones a la imparcialidad de que fue y era víctima, antes y después de
haber estado preso sin comprobársele ningún delito. Rojas Pinilla y a la
irresponsabilidad penal de la gran prensa. El otro espacio institucional que
interesó a los anapistas fue el militar. Con unas «Fuerzas Militares
modernamente instruidas», plantearon los redactores de la plataforma, la nación
además de contar con su colaboración para realizar las políticas del Estado

53
podría defender eficazmente su «territorio» y «soberanía». El documento
propone entonces la capacitación de los oficiales en centros extranjeros y el
ascenso de los suboficiales hasta la jerarquía de capitán.

De igual manera, la plataforma defendió y sobrevaloró el trabajo, la dignidad,


la libertad, la moral, la justicia, la igualdad y la verdad. Valores generales de
gran importancia según leemos para la reconstrucción de la nacionalidad y el
logro de la tranquilidad colectiva.

Los destinatarios positivos del discurso de la ANAPO estaban estrechamente


ligados a su carácter y propósitos nacionalistas. Sin duda se reafirmaba su
vocación popular. El pueblo continuaba siendo el principal auditorio del mensaje
político de la ANAPO. Acompañado algunas veces de atributos generales como
«pueblo colombiano» o particulares como «pueblo civil», «pueblo liberal»,
«pueblo conservador», «pueblo militar». La organización siguió como de
costumbre hablando a nombre de los humildes, de los desamparados para
quienes intentaba erigirse como salvadora. Pero la novedad estaba en el creciente
número de paradestinatarios a donde quería llegar el movimiento. Con
intensidad habló de los colombianos, de las gentes, de los ciudadanos y de la
población en general. Se hacen evidentes apelaciones a sectores sociales que
en la anterior plataforma apenas se percibían; «pequeños industriales»,
«pequeños comerciantes», «artesanos», «vendedores ambulantes», «pequeños
transportadores», «comerciantes al detal», presentándose también la ANAPO
como su salvadora. «A los campesinos, a los pequeños industriales, a los
pequeños comerciantes -se lee en el documento- se les niega o se les conceden
migajas con las que no pueden resolver los problemas de abastecimiento de
materias primas, adquisición de equipos, sostenimiento de las empresas en
etapas iniciales o difíciles, sino que casi siempre agravan su situación»109.

Los ideólogos del anapismo se detuvieron en la pequeña industria. Hablaron


del apoyo y protección que el Estado debía brindar a quienes de ella dependían
o dependieran. Prometieron llevar a cabo una «legislación eficaz que planificara
la producción y les garantizara su permanencia en el mercado nacional y a la
vez, los protegiera de la guerra desleal. Anotaron que al pequeño industrial se
le debía suministrar crédito oportuno y suficiente, con plazos e intereses
adecuados a su desarrollo y crecimiento. Para este fin se crearían recursos
financieros por medio de un Banco Obrero o de una poderosa Caja de Ahorros.

Consciente de que no se podía hablar de nacionalismo excluyendo sectores


claves de la economía del país, la ANAPO amplía el campo de sus destinatarios
convocando a todos «los productores del campo y la ciudad», a «los
empresarios», a «los grandes industriales», a «los comerciantes», a «los

109
Ibid. p. 15.

54
transportadores», a «los agricultores», a «los ganaderos» y a «los capitalistas
con sensibilidad social». Es nueva también la alusión a grupos sociales en
quienes la agrupación esperaba encontrar eco a sus planteamientos relacionados
con el desarrollo y el progreso: «los hombres de ciencia», «los escritores», «los
médicos», «los ingenieros», «los botánicos», «los economistas», «los expertos
en finanzas», y «los artistas e intelectuales». El discurso llamaba no a la
universidad sino a «los universitarios», no a las Fuerzas Armadas sino a «los
militares», no a la Iglesia sino a «los sacerdotes de ciudad», y a «los curas de
aldea», para la construcción del Estado nacionalista. Sostenían los anapistas
en la plataforma, que las Instituciones oficiales habían perdido su verdadera
orientación. En cambio ponía sus esperanzas en las bases de tales instituciones
para crear «la nueva conciencia social». Por último, convocaron los anapistas
a «los trabajadores», «los empleados», «la clase trabajadora», «la clase media»
y «el consumidor», al igual que a «los obreros», a «los campesinos», y en
general a «las muchedumbres urbanas y campesinas», etc.

Así terminó 1964. Los anapistas lanzaron a la circulación de los programas


políticos el más denso de los documentos existentes en el país. Por un lado,
resplandecía la Alianza Nacional Popular como el Movimiento nacionalista
por excelencia. Por otro lado, sin renunciar a su propia tradición de movimiento
de origen conspirativo y asimilando los discursos hegemónicos de la época,
los anapistas no consideraron pertinente aún, renunciar del todo, por lo menos
en el discurso, a las vías de hecho para la conquista del poder. «Mientras la
casta plutocrática controle el aparato del Estado, y sostenga su hegemonía con
la utilización de medios represivos tales como la violencia política, la coacción
y el soborno -se lee al final del documento- es moral y socialmente lícito
luchar contra su imperio con uso de todos los elementos de fuerza que se
dispongan»110. Si el contenido económico de la mayor parte del documento
estaba identificado con alternativas de poder nacional-reformistas y por su
destinatario social la plataforma presentaba a la ANAPO como un movimiento
populista, la parte final del documento se sintonizaba plenamente con un tipo
de discurso que había ido ganando espacio en la conciencia de los colombianos;
el discurso de la izquierda radical: «Como no es posible que esa casta se despoje
de sus privilegios en un asombroso acto de generosidad, ni que permita que
sea vencida por la vía electoral es preciso preparar al pueblo para que insurja
contra la iniquidad reinante por medio de la acción insurreccional. Esa acción
debe contemplar desde el sabotaje, la agitación obrera y campesina contra la
explotación, la lucha callejera y la resistencia individual armada, hasta la huelga
general y el alzamiento». Esto que los redactores de la plataforma denominaron
una dinámica indispensable, pasaría poco tiempo después a hacer parte del
inventario político de los comunistas bajo la denominación de «combinación
de todas las formas de lucha».

Ibid. p. 34.

55
El documento principal del Movimiento anapista, sin embargo, dejaba
premonitoriamente escrito el camino por el cual continuaría su ascenso al poder:
«Solamente en el caso de que falle este tipo de lucha debido a la presión del
Estado gendarme contra el inerme ejército de los humildes y a la indigna
complicidad nacional, tendría que optarse por recurrir a la variante civil de las
elecciones populares pero haciendo de ellas un episodio beligerante de nuestra
batalla sin concepción alguna a quienes se han valido de esos tramposos medios
para escamotear la voluntad nacional. Que si llegamos a ese extremo,
defendamos nuestro derecho y nuestra opinión electoral como se defienden
todas las cosas trascendentales: la vida, el pan, la paz»111.

111
Ibid, p. 35.

56
LA LUCHA POLÍTICA DE LOS MOVIMIENTOS
DE LA OPOSICIÓN DURANTE 1965

2.1 La agitación política en los comienzos de 1965

Fueron dramáticos los comienzos de 1965. Era como si z\ partirse la década en


dos, los colombianos estuviesen dispuestos a cambiar el orden de las cosas. En
medio de gran agitación social, un paro cívico nacional estallaría el 25 de
enero. La primera organización en convocar a los trabajadores al cese de las
actividades fue la Confederación católica UTC. Con justicia los utecistas reco-
gían las angustias populares, los problemas más sentidos de la gente de los
años sesentas: el constante incremento del costo de la vida, producido según
las Centrales Obreras por medidas del gobierno, como «el impuesto a las ven-
tas», que llevaban a la especulación. En sus Comunicados a la población la
UTC recriminaba la política económica del régimen, acusándola de improvi-
sada e inflacionaria. Culpaba al Frente Nacional del incumplimiento de los
planes de desarrollo y de la situación en que se encontraba el país en general1.
De realizarse el paro, sería el primero en las dos últimas décadas producido
por el alto costo de la vida.

A la convocatoria de la UTC se sumó la Confederación de Trabajadores de


Colombia. La CTC declaró que en todo momento había compartido la angus-
tia y desesperación popular y que por tanto se identificaba plenamente con el
paro. Ambas organizaciones sindicales expidieron entonces un comunicado
previniendo a sus afiliados a no obedecer órdenes que no fueran impartidas
por las dos Centrales en su conjunto. Se dolieron de verse vinculadas por el
gobierno y por la prensa con grupos de oposición que no practicaban sus ideas
y métodos de lucha. La UTC, por ejemplo, afirmó que no era aliada de los
comunistas ni de los rojaspinillistas. Le recordó al establecimiento que era
vocera de miles de trabajadores honrados y cristianos cuyo pan, vivienda, edu-
cación y futuro no estaban sometidos a doctrinas, sino a la necesidad. «Nues-
tro movimiento, anunció, es de reivindicación de los elementos necesarios a la
dignidad de los trabajadores, como personas humanas, sujetos de derechos y
que el gobierno está en la obligación de amparar y proteger»2

Las cosas se complicaron cuando la UTC decidió convertir el paro cívico en


una huelga general indefinida si el gobierno no daba solución a un pliego de
peticiones de 18 puntos, entre los cuales se destacaba la supresión del impues-
to a las ventas; una acción frontal del gobierno contra la especulación, estable-
ciendo penas carcelarias para los responsables de injustificadas alzas en los

Véase prensa nacional de comienzos de 1965.


El Si^o, enero 6 de 1965, p. 7.

57
artículos de primera necesidad; desarrollo económico mediante un adecuado
planeamiento industrial para crear mayores fuentes de empleo; aumento de los
programas de vivienda, mejores condiciones salariales, etc.3.

Los concejales anapistas de Barranquilla de inmediato se pronunciaron a fa-


vor del movimiento huelguístico convocado por las centrales obreras. Some-
tieron a la aprobación del Concejo en pleno una resolución de apoyo al paro
nacional. Los términos en que estaba redactado el proyecto de resolución pro-
vocó un acalorado debate que le sirvió a los ediles de la ANAPO para enjuiciar
al gobierno de Guillermo León Valencia4.

El presidente Valencia, al calificar de subversivo el paro, rechazó las peticio-


nes de los trabajadores afiliados a la UTC, concebidas, según dijo por televi-
sión, en un «lenguaje hirsuto e irresponsable». Vaticinó el Presidente que si no
se mantenía el imperio de las instituciones y la estabilidad del gobierno, la
nación se precipitaría «a los abismos de una catastrófica revolución». Com-
probó tal afirmación dando lectura a una supuesta circular secreta del Partido
Comunista en la que se ordenaban algunas consignas destinadas a derrocar al
gobierno, a la constitución de una junta popular para que se hiciera cargo del
poder, a la aplicación de la justicia contra los enemigos del pueblo, a la toma
de las radiodifusoras y órganos periodísticos y a la destrucción de los servicios
públicos5. En un arrebato de patriotismo el Presidente convocó «a la batalla
por la patria» al tiempo que prometió adelantar una enérgica campaña para
combatir la especulación y el acaparamiento.

En efecto, el gobierno decretó congelar los precios al nivel del primero de


diciembre de 1964 y aplicó sanciones a especuladores. Coltejer resolvió anu-
lar las alzas del 10% al 15% en sus productos que había ordenado un mes
antes; la cúpula de la Iglesia llamó al orden a los sacerdotes que actuaban
como «asesores morales» de la UTC. De otro lado fueron detenidos dirigentes
obreros en las principales ciudades del país. Se propagó el rumor de que el
paro sería utilizado por los militares para realizar un golpe de Estado.

En realidad, no era claro lo que pasaba en el país. De un día para otro las calles
de las ciudades amanecieron empapeladas con carteles cuyo texto decía: «El
País exige orden, progreso, desarrollo. Ruiz Novoa es la solución»6. Un am-
plio grupo de intelectuales entre quienes figuraban los ideólogos de la Línea
Dura del MRL, de LNP y de algunos anapistas como el barranquillero Rafael
Camerano, hicieron un «llamamiento a la Nación» pidiendo la constitución de
Comités de Salvación Pública en todas las ciudades y veredas del país «dis-

Véase El Siglo, enero 13 de 1965, p. 13.


Libro de Actas del Concejo Municipal de la ciudad de Barranquilla. Enero de 1965 p. 97-105
El Siglo, enero 21 del965,p. 13.
Véase Prensa Nacional, enero 24 de 1965.

58
puestos a encarar la situación y hacerse cargo de las responsabilidades que los
próximos días habrán de depositar en manos de los patriotas de verdad que
quieran rescatar las virtudes y valores postrados, establecer la justicia, crear el
nuevo orden y hacer respetar nuestra condición de pueblo libre y soberano»7.
El documento sin apartarse de los problemas que preocupaban a los trabajado-
res afiliados a la UTC: la devaluación, el impuesto a las ventas, la especula-
ción; el enriquecimiento sin causa, el alza escandalosa del costo de la vida, le
imprime al llamamiento el rasgo nacionalista característico de sus firmantes:
«El capital extranjero, en contubernio con la oligarquía criolla está devorando
la industria nacional, producto del esfuerzo, del trabajo y de la inteligencia de
los colombianos, y con este fenómeno se están extinguiendo los últimos rasgos
de nuestra soberanía, se están borrando definitivamente nuestras fronteras eco-
nómicas, se está aniquilando nuestra libertad y se nos está haciendo soportar
la más triste y humillante condición de colonia sumisa...»8. Muchos años des-
pués, Ramiro De La Espriella, viejo dirigente de la Línea Dura del MRL,
escribía en la introducción a una entrevista que le hiciera a su excompañero
Alvaro Uribe Rueda ; «En alguna ocasión fuimos nosotros conspiradores con
un alto general de la República. Y no por culpa nuestra sino de él, del general,
no llegamos al poder. La situación del país en aquella época a que me refiero
era particularmente grave y desastrosa para el interés nacional...»9.

Así las cosas, por separado y con éxito, el ejecutivo empezó a negociar las
reivindicaciones de los trabajadores. El viernes 22 de enero, la CTC, después
de expulsar a los dirigentes que apoyaban el movimiento cívico nacional, se
retiró del paro. Argüyeron sus directivos la medida, señalando que el descon-
tento general había sido canalizado, utilizado y aprovechado por organizacio-
nes del comunismo internacional y la extrema derecha para llevar a cabo un
golpe de Estado. Los concejales anapistas de Barranquilla que venían siguiendo
paso a paso la evolución de los acontecimientos en la capital del país, se indig-
naron por lo que ellos denominaron la traición del presidente de la CTC José
Raquel Mercado. El líder popular Claudio Urruchurtu y Torregroza propuso
ante sus compañeros de cabildo un proyecto de resolución por medio del cual
condenaba la conducta del mencionado presidente de la CTC y llamaba a no
desmayar en la preparación del paro10.

La UTC, en efecto, sostuvo la orden de paro hasta la víspera del día señalado.
Pero finalmente, los dirigentes utecistas y los comisionados del gobierno fir-

7
Véase La Nueva Prensa, enero 23 de 1965 p.30-31 El llamamiento que sepublicó en éste órgano
y apareció además en carteles por todo el país, pedía el apoyo de los colombianos al paro del 25 de
enero.
8
Ibid. p. 30.
' Espriella Ramiro De La. La Baraja Incompleta y por fuera de la baraja. Bogotá, ed. Durbv, 1959
p. 43,
10
Libro de Actas del Concejo de Barranquilla, enero de 1965, p. 112-113

59
marón un acuerdo para formar un comité técnico integrado por expertos y
trabajadores para la elaboración de anteproyectos de carácter social y económico.
El segundo numeral del acuerdo rezaba: «El gobierno procederá a elaborar y a
expedir dentro de sus facultades los decretos y medidas administrativos nece-
sarios para resolver las solicitudes formuladas por las organizaciones sindica-
les que el gobierno ha estimado razonables y convenientes, tales como la re-
glamentación del impuesto a las ventas para impedir su incidencia directa
sobre la producción de alimentos, drogas y textos escolares que están exclui-
dos del gravamen; la aceleración de la revisión que se viene adelantando del
arancel aduanero, especialmente en lo tocante a los equipos automotor y agrí-
cola; reorganización de los Seguros Sociales; reestructuración de los organis-
mos de control de precios con el criterio de dar participación a voceros del
trabajo en la formulación de la política de precios; participación equilibrada
del sector del trabajo en relación con el sector empresarial en los organismos
del Estado que ejecutan políticas sociales y económicas; incremento efectivo
de la acción cooperativa»11. Así, con simples promesas, melancólicamente ter-
minaba el primer intento de la década por organizar una huelga general. Aun-
que fallida, la preparación del paro demostró que se vivía un proceso de re-
agrupación de ¡a clase obrera.

Para nuestro estudio, el auge del movimiento huelguístico de enero de 1965 es


importante por cuanto sus motivaciones tuvieron que ver con los temas objetos
del discurso de las agrupaciones de carácter conciliatorio que vamos a estu-
diar. Es decir, aunque el paro no tuvo éxito, su etapa preparatoria logró sinto-
nizarse con las angustias populares, aquellas que yendo más allá de los intere-
ses obreros, cubrían amplios sectores de la población.

En un momento de difícil reconstrucción histórica todavía, el 27 de enero,


Ruiz Novoa fue destituido del Ministerio de Guerra. Su reemplazo fue el gene-
ral Gabriel Rebeiz Pizarro. El Ejecutivo explicó que la medida había sido to-
mada «para resolver la situación de tensión que se había creado en el seno de
las Fuerzas Armadas»12. Los concejales de la ANAPO en Barranquilla entera-
dos de la medida del gobierno central abandonaron el recinto en señal de pro-
testa. Claudio Urruchurtu manifestó que con la destitución del Ministro se
había cometido «una injusticia con un militar»13.

Los gremios económicos y la gran prensa saludaron con efusión el nuevo paso
de Valencia. Tanto en declaraciones de la época como en entrevista realizada
con el General en agosto de 1992, Ruiz sostuvo que su salida tuvo que ver con
las acusaciones que contra él habían hecho los oficiales Rebeiz Pizarro y Gerardo
Ayerbe. Según anotaba el exministro a la prensa de entonces, los citados Ofi-

La UTC levantó Anoche la Orden de Paro Laboral. El Tiempo, enero 24 de 1965, p. 1 í


Ver prensa nacional de los últimos días de enero de 1965.
Véase Acta No. 5. Libro de Actas del Concejo de BarTauquilla febrero de 1965,

60
dales concluyeron de algunas intervenciones suyas, que él pretendía capitali-
zar el movimiento huelguístico a su favor.

El retiro de Ruiz del Ministerio lo llevó a la política. No en vano había dicho


en Medellín en uno de los innumerables agasajos que le ofrecían, que el desa-
rrollo económico no era primordialmente un proceso económico, sino un pro-
ceso político y social y que para llevar a cabo los cambios que eran necesarios
efectuar se necesitaba de una poderosa energía política14.

2.2 Rojas no se amilana

El general Rojas desplegó, en medio de un auge del movimiento huelguístico


sin precedentes y de un ambiente caldeado de pasión política, una activa e
independiente campaña por nuevos prosélitos. Ya en noviembre de 1964, ha-
bía reaparecido en una manifestación pública en Bogotá. Entre los finales de
enero y principios de febrero de 1965 el general emprendió una gira por el
noroccidente colombiano. De una concurrida manifestación del general en la
Plaza de Cisneros de Medellín, un reportero de LNP escribió: «Lo extraor-
dinario es que, en condiciones evidentemente desfavorables, después del fra-
caso del paro, de la decepción nacional y de la espectativa creada por" el hecho
Ruiz Novoa', las gentes salieron a vivar al expresidente, intuyendo tal vez en
él ese sabor campechano de lo popular que solo Rojas sabe imponer a la orato-
ria política de la actualidad»15. Además de Antioquia, el expresidente estuvo
en el Choco y regresó a Bogotá pasando por el Tolima. En febrero, antes de
una exitosa manifestación en Cartagena, el general se pronunció a favor del
establecimiento de unas relaciones comerciales con todos los países del mundo
que neutralizaran la influencia «del capitalismo internacional que nos vende
caro y compra barato, para retardarnos por muchos años la conquista de nues-
tra soberanía económica»16. Rojas declaró que no estaba en contra de la inter-
vención del capital extranjero en la exploración y explotación del subsuelo
siempre y cuando las empresas fueran manejadas con criterio nacional por
colombianos. En su reaparición el jefe de la ANAPO reafirmó las posturas
nacionalistas, religiosas, anticomunistas y antioligárquicas, que venían iden-
tificándolo: «La ANAPO aspira a la reconstrucción de Colombia por la acción
nacionalista revolucionaria, que afirme nuestras creencias cristianas, que han
dado espíritu propio a la nacionalidad, defienda el territorio, las riquezas y las
verdaderas tradiciones del país contra las ideologías importadas»17. El general
explicó que su movimiento buscaba resolver los problemas del pais con los

14
Véase texto completo del discurso pronunciado en esa oportunidad por el Genera! Ruiz en: La
Nueva Prensa No, 127, enero 23 de 1965,p. 60.
15
Véase «La Clave de Rojas» en: La Nueva Prensa. No. 129, febrero 26 de 1965, p. 28.
16
Citado por Voi Proletaria, febrero 11 de 1965, p. 5.
17
Ibid.

61
colombianos, sin rechazar la cooperación extranjera y defendió la participa-
ción de los obreros y empleados de las ganancias de los establecimientos don-
de trabajaran. Sostenía que de esa manera se convertirían en accionistas y se
evitarían los conflictos sociales. Para Rojas, el gobierno debería fiscalizar las
relaciones obrero-patronales «con severo criterio de Justicia social»18

2.3 La agitación política en Barranquilla

Uno de los centros urbanos en Colombia de mayor importancia para la disputa


política durante lo corrido del siglo había sido la ciudad de Barranquilla. Te-
nía las condiciones indispensables para la intervención de minorías políticas:
un acelerado crecimiento económico y urbano, pero ante todo contaba con
dinámicas publicaciones a través de las cuales los ciudadanos adversos al Frente
Nacional se podían pronunciar. El caso más importante fue el de El Nacional,
un periódico fundado en 194519. Junto con los líderes nacionalistas Carlos
Bula, Jaime Devis Pereira, con el emerrelista Dolcei Manga, los ideólogos del
anapismo Rafael Camerano y Osear Alonso Villegas utilizaron sus páginas en
la defensa de cada uno de sus idearios. El periódico cotidianamente informaba
a la ciudadanía del comportamiento en general de los activistas del anapismo
Claudio Urruchurtu, Moisés Tarud y Manuel Rodríguez Verdeza. Sin ser de su
propiedad, los anapistas barranquilleros contaron con El Nacional para la
publicación de sus Manifiestos, proclamas, y propaganda en general. «El Na-
cional, nadie lo duda, es el único vocero que tiene Barranquilla para batallar
ante los poderes centrales -decía alguna vez Claudio Urruchurtu- porque se le
atiende en sus justas peticiones. En cuanto a las clases populares se refiere,
ningún órgano informativo como El Nacional se ha preocupado tanto por
ayudarla en sus justas aspiraciones»20.

La contienda electoral de 1965-1966 no fue la excepción. En la arenosa, como


ya se le conocía popularmente, los políticos colombianos lograban
reencaucharse, robustecerse o bien rehabilitarse. La ciudad recibía con igual
generosidad las reiteradas visitas de Zalamea, de Ruiz Novoa, de Camilo To-
rres y con curiosidad y entusiasmo se arremolinaban sus gentes en la Plaza de
San Nicolás o a lo largo del Paseo Bolívar para escuchar a Rojas Pinilla. El
anapismo crecía allí de elección en elección. Su dirección central no tuvo que
esperar a que algunos de sus futuros cuadros barranquilleros, se desengañaran
bien del MRL, del Frente Unido o, de los nacionalismos que se disputaban el
respaldo popular. Desde los inicios de su conformación como agrupación polí-

18
Ibid.
" La dirección del periódico estaba integrada así: Julián Devis Echandía, Director; Amaldo Valen-
cia Contó, Director Ejecutivo; Milvio de la Hoz y Gustavo Vieco, Jefes de Redacción.
20
Intervención de Urruchurtu con motivo del estreno de nuevos equipos para el periódico. Véase El
Nacional, 29 de mayo de 1965, p.l.

62
tica a nivel nacional, el anapismo contó con ideólogos y con gente del común
dispuesta a seguir y defender sus postulados.

2.3.1 Osear Alonso Villegas

En los comienzos de 1965, Osear Alonso Villegas, un abogado y periodista


liberal de origen antioqueño, radicado en Barranquilla desde la caída del go-
bierno de las Fuerzas Armadas, se impuso la misión de predicar en esa ciudad
y en toda la región la buena nueva del retorno del General. Había llegado la
hora de la reivindicación. Villegas encontró en El Nacional el respaldo que
necesitaba para la realización de sus propósitos. Terminó escribiendo los edito-
riales del periódico y le confiaron sus directores la responsabilidad de las edi-
ciones especiales. Ahora, con orgullo podía decir en voz alta: «...Yo fui más
rojista después del 10 de mayo, porque me atraen mucho los caídos. Me gusta
por temperamento asistir a los velorios, no gusto de los bautizos. Si asistí y
acompañé a Rojas en su muerte, pueden estar tranquilos mis amigos y mis
enemigos, porque personalmente nada espero de él, en el domingo de su resu-
rrección. Solamente deseo que esta resurrección sea la salvación del pueblo
por la justicia del pan para Colombia a cuyos hijos humildes se les arrebató de
la boca para alimentar los finos perros de unas pocas familias del país»21.
Villegas describía ampliamente la manera como se había visto obligado a salir
de Medellín el 10 de mayo de 1957, cuando los «oligarcas antioqueños dieron
orden a sus peones pagados que destruyeran los haberes de todos los intelec-
tuales que habían cooperado con el gobierno de Rojas, no desde el gobierno
sino en los periódicos y revistas...»22. Con las características del discurso
anapista, como si se hubiera puesto de acuerdo con sus copartidarios conservado-
res de todo el país, Villegas colocó la denuncia en el centro de sus escritos.
Tanto como a la denuncia, le dedicó gran atención, a su manera, al desarrollo
de la conciencia de clase del pueblo. Le explicaba a los barranquilleros por qué
Rojas Pinilla era el único de los políticos colombianos que estaba llenando las
plazas públicas. No le bastó comparar a Rojas con Gaitán. Para él, Gaitán
había sido «un mártir de las necesidades palpitantes» de todo un pueblo, mien-
tras Rojas lo había sido del Estado, «entregado a la voracidad y al poder omní-
modo de los ricos» según decía23. Destacaba Villegas el papel del pueblo como
reivindicador de Rojas, como artífice en la autoconstrucción de su propio cau-
dillo. Se empeñó en demostrar la línea de continuidad entre el pensamiento de
Gaitán y la vida del general Rojas. Dividió la historia colombiana de los últi-
mos tiempos en dos épocas: la época del gobierno presidido por Rojas y la
época del Frente Nacional.

21
El Nadonal, mayo 13 de 1965, p. 4.
22
Ibid.
23
Osear Alonso Villegas escribía con frecuencia en laspáginas editoriales de El Nadonal una columna
que se denominaba: «Vientos del Sur». Véase edición del primero de abril de 1965, p. 4.

63
En sus escritos invitaba a la comparación de los dos períodos. Puestas así las
cosas, llamaba a la gente del común a escoger entre Carlos Lleras Restrepo,
«el más distinguido de los enemigos del pueblo» y Gustavo Rojas Pinilla, «el
mártir del Estado» y «el caudillo de los desposeídos». Hacía conciencia entre
los barranquilleros de la importancia de rescatar el poder para el pueblo. Les
recordaba el gobierno del general como la época de las vacas gordas, como el
tiempo de la abundancia. En cambio de los adversarios manifestaba: «Nadie
tiene que hacer esfuerzo alguno, para saber que la situación de hambre, de
miseria y de abandono en que está el pueblo colombiano, es obra exclusiva de
los caciques, de los amos y de los electoreros que crearon el fantasma del
Frente Nacional para hacer millonarios a los mismos explotadores y para cerrarle
al pueblo los derechos de aspirar al poder como una patriótica conquista para
su propia salvación»24.

Los aniversarios del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán que año tras año
conmemoraban los anapistas, no estaban sobrecargados de dramáticas
lamentaciones. Todo lo contrario, era corriente escuchar en labios del anapista
que llevaba la voz del Movimiento, lo que en su columna escribiera Villegas:
«Gaitán está bajo tierra, pero sus enseñanzas y sus programas, están caminando
por todos los pueblos de Colombia»; «...este pueblo barranquillero no olvidará
que las banderas de Gaitán están flameando orgullosas por todos los caminos
de la Patria y sabe qué manos las llevan como símbolo del triunfo del pueblo
en las elecciones de marzo y mayo próximo»25.

2.4 El Movimiento Democrático Nacional (MDN)

Sin embargo, la ANAPO tendría que esperar un poco más para consolidar su
ala liberal. Mientras tanto, un considerable número de futuros anapistas se
verán atraídos por el Movimiento Democrático Nacional (MDN), fundado por
!a gente de La Nueva Prensa, el general Roberto Torres Quintero y el dirigente
liberal Hernando Echeverry Mejia, promotores todos de la candidatura a la
Presidencia de la República del exministro de Guerra, general Alberto Ruiz
Novoa.

En Medellín, durante la borrasca de los finales de 1964, un grupo de antioqueños


homenajeó al Ministro de Guerra. En una larga intervención, el médico Héctor
Abad Gómez, presidente del «Comité de Amigos de La Nueva Prensa»,
reconociendo los méritos del General, había señalado que «un movimiento de
los desposeídos y de los necesitados -que contara con la colaboración de los
que tienen el poder- sería la salvación incruenta de Colombia... Un movimiento

Véase El Nadonal, abril 8 de 1965, p. 4.


Véase El Nadonal, abril 8 de 1965 p.4 y abril 10 de 1965, p.4.

54
del pueblo, armado e inerme, por fuera de los partidos políticos tradicionales,
que buscara el cambio de estructuras que tantos han predicado pero que ninguno
ha efectuado, devolvería a los muchos lo que unos pocos les han arrebatado y
habría más justicia y más igualdad»26. El doctor Abad se refirió a la necesidad
de una nueva tuerza en el país. Le informó al Ministro que en los lugares
aparentemente más disímiles, en la universidad y en el agro, en los barrios de
las ciudades y en las fondas camineras, en los hogares y en los lugares de
reunión del público, se estaba gestando «un movimiento nacional»27.

En el mismo sentido consideraba las cosas el ideólogo de la Línea Dura del


MRL Ramiro De la Espriella, ahora en los comienzos de 1965. La Nueva
Prensa delegó en él la respuesta a una serie de interrogantes surgidos en los
lectores de la revista, relacionados con el nuevo partido nacionalista colombiano
que habían prometido organizar sus editores. De la Espriella como todos los
que como él pensaban, tenía prisa. Hablaba de una reagrupación ideológica en
torno a la acción, a los hechos: «un partido de Acción es un partido que produce
Hechos, no simplemente palabras, «programas», vale decir: Promesas»28.
Empero, De la Espriella en realidad no creía en la fuerza popular, como los
golpistas de la ANAPO, creía en una minoría escogida, en una élite intelectual
pensante que resolviera los problemas sociales. De pronto tenían puntos
comunes con Olano Cruz. Ambos bebían en las mismas fuentes ideológicas:
Curzio Malaparte. Como éste. De la Espriella hablaba de un grupo de gente
intrépida y audaz. «Ningún partido -escribí - que haya aspirado a hacer una
revolución en el mundo ha sido un partido mayoritario. Prendida la mecha,
creados los hechos necesarios, el crecimiento cuantitativo de sus fuerzas es
una consecuencia de su impulso inicial cualitativo»29. Sin embargo, si convocaba
a reunirse en el nuevo partido a todo el mundo. Se trataba, en el esquema del
emerrelista, de un partido de coyuntura: «...el partido nace en la lucha, no se
funda.. Las condiciones objetivas de su nacimiento y acción están dadas». Nada
había de nuevo en tales manifestaciones, por igual se las podia encontrar en
Curzio Malaparte, Mijaíl Bakunin o en cualquier otro panfleto de la historia
del anarquismo político. Son abigarradas sus posiciones, llenas de
contradicciones, como a la espera de algo por suceder. Denominando «partido
de la Nacionalidad Colombiana» al futuro movimiento político, al paso que
negaba todo grado de organización partidaria, el mecanismo de cooptación
escogido para convocar a todo el mundo, aunque no desprovisto de contenido
fue el nacionalismo. En lo internacional, el nacionalismo colombiano respondía
a una lucha contra el imperialismo, en lo interno significaba: lo. Aniquilar las

26
Véase el texto completo del discurso de Abad Gómez en; La Nueva Prensa, No. 127, enero de
1965,p. 55.
11
Ibid.
28
De la Espriella Ramiro. El Colapso de los partidos y la creación -en la lucha- de un nuevo
movimiento. En: La Nueva Prensa, No. 127, enero 23 de 1965. p. 14.
29
Ibid. p. 14

65
clases parasitarias: especuladores, usureros, propietarios ausentistas,
intermediarios influyentes, bolsistas con agallas, propietarios urbanos de tierra,
latifundistas ociosos, contrabandistas de capitales, negociantes de la educación,
etc. 2o. Realizar las verdaderas reformas urbana, agraria y del Estado como
organizador de la producción.30.

La convocatoria de De la Espriella, que era la de La Nueva Prensa y la de la


Línea Dura del MRL; la de los anapistas y la de Ruiz Novoa; la de los demócratas
cristianos y la de tantos colombianos que compartían su manera de pensar,
cubría la casi totalidad del país ubicada al margen del Frente Nacional: «pueblo
conservador, socialistas aisla'dos, que no han podido encontrar resonancia a
sus inquietudes y deseos de cambio; los social-cristianos, iluminados por su fe
en el origen divino del hombre; los liberales sin ataduras tradicionalistas, que
son cientos y cientos, miles y miles; campesinos, obreros, la silenciosa pero
humillada clase media; las promociones universitarias de todos los años,
amenazadas por un destino incierto; el sacerdote encendido en la verdadera
pasión de cristo; el oficial, el suboficial, el soldado, con una gran ambición de
patria. «Todos ellos -todos nosotros, juntos- somos, potencialmente, ese partido»,
anotó31.

El 31 de enero de 1965, el exministro Ruiz Novoa concedió a la cadena radial


Caracol un extenso reportaje considerado después por los editores de LNP
como «la última Proclama del General a los Colombianos». En esa ocasión,
Ruiz sintetizó lo que hasta entonces constituía su pensamiento. Sus posturas,
reiteradas una y otra vez, lo vincularon de manera más estrecha al espíritu
político de los hombres y movimientos que vieron en él un portavoz de sus
idearios. El más afectado con la popularidad de Ruiz fue el movimiento de los
anapistas. El exministro planteaba los problemas acudiendo, inconscientemente
quizás, a recursos del discurso de Rojas: «El gran culpable de esta situación
-contestó a los reporteros de Caracol- es el egoísmo de ciertos sectores sin
conciencia social ni de sus obligaciones para con la comunidad (...) Durante
150 años se ha estado engañando al pueblo ofreciéndole los elementos de una
democracia formal y de una libertad política, como la mejor y más astuta forma
para esclavizarlo (...) los primeros que deberían favorecer la reforma de las
estructuras para hacer de Colombia un Estado Moderno, deberían ser los grandes
industriales, los terratenientes y la gente de fortuna, porque de esa manera la
economía se fortalecería en todos sus estratos y niveles, siendo ellos los primeros
favorecidos. Yo pienso decirles que aún tienen ocasión para hacerlo»32. De
otra parte, Ruiz neutralizaba los ímpetus golpistas que hasta las elecciones de
1964 parecían ser patrimonio del anapismo. El golpe de Estado también rondaba

,0
Ibid.
" Ibidp. 15.
32
Véase texto completo de la entrevista en: Ruiz Novoa A. El Oran Desafío. Bogotá, ed. Tercer
Mundo, 1965,p.ll9-131.

66
en la cabeza de liberales (Ruiz, uno de ellos), que como los rojistas llegaron a
considerar casi imposible llegar al poder por los canales democráticos. Mientras
que el anapismo renuncia al golpismo ante el evidente crecimiento electoral
registrado en los logros de la campaña de 1964, los emerrelistas, en particular
los de la Línea Dura, viendo disminuidos significativamente sus votos en las
mismas elecciones, incapaces, decidieron acudir al cuartelazo.

Aunque despojado del uniforme, a Ruiz se le seguia viendo ligado a las Fuerzas
Armadas. A la pregunta que le hicieron los reporteros de Caracol de cómo
llevar a cabo el cambio de las estructuras, el exministro respondió: «haciéndolo».
Esta afirmación lo colocaba en el mismo universo de las concepciones políticas
de la gente de la Línea Dura. Esa promesa de realizar inmediatamente las
reformas, lo colocaba también cerca del discurso del general Rojas. Pero lo
más importante era que lo colocaba cerca de las masas pobres que llegaban a la
ciudad provenientes del campo, cerca de la clase media lesionada por el proceso
de concentración de la economía y cerca ante todo de los colombianos ausentes
de la vida política del país.

Ruiz Novoa aprovechó la oportunidad que le ofrecía la radio para llamar a la


organización de «un gran movimiento nacional, vigoroso, agresivo y beligerante
capaz de enfrentarse a la maquinaria política tradicional.. »33. La Nueva Prensa
de inmediato acudió al llamado del exministro: «He aquí el jefe que la Nueva
Colombia necesita. Un hombre que conoce, comprende y estudia los auténticos
problemas de la Patria, que sabe a quien dirigirse, que no promete ríos de
leche y miel, que no es un aprendiz de demagogo ni un maximalista a ultranza.
Un hombre serio, austero, vigoroso, un patriota intachable y honesto, un
ciudadano del siglo XX, un estadista moderno»34. El semanario se aprestaba a
concluir un anhelo acariciado desde su aparición en 1961, con énfasis consideró
llegada la hora de la salvación nacional. Declaraba, por medio de su director,
que «por fin va a poder realizarse una simbiosis de diferentes matices con
ideas comunes encaminadas al desarrollo moderno de la sociedad
colombiana»35.

Uno de los cerebros golpistas entre los nacionalistas, Ramiro De la Espriella,


estuvo de acuerdo con el nombre de Ruiz Novoa para enfrentarlo a Carlos
Lleras Restrepo, sólido candidato del oficialismo liberal. Sin embargo, estimó
que el general no debía jugar a la política porque de esa manera se cortaba el
diálogo directo que éste había establecido con el pueblo. Precisó que el objetivo
de Ruiz debería ser la toma del poder. En este sentido, consideró el proceso
electoral no como un fin sino como un medio aprovechable en el camino de la
toma del poder. «A través de su cause -escribió- se puede penetrar e influir

Ibid. p. 131.
Véase La Nueva Prensa, No. 128,febrero9 de 1965,p. 18.
La Nueva Prensa. No. 128. febrero 9 de 1965, p. 27.

67
sobre la conciencia ciudadana. Se puede crear el organismo político necesario
para entrenar la militancia de la oposición. Se pueden estrechar los lazos de
unión entre los distintos grupos identificados con el objetivo común. Se pueden
disciplinar las masas con miras a la acción conjunta. Se puede demostrar la
existencia de una fuerza política multitudinaria capaz de respaldar en un
momento dado las decisiones de sus dirigentes y de correr sus riesgos. Se
puede, en fin, crear un clima social, penetrado de intrepidez y dinamismo, que
se adelante a la culminación del proceso electoral, lo haga innecesario en un
momento dado, lo supere y lo rebase»36. De la Espriella concluyó su posición
ante el fenómeno Ruiz Novoa manifestando que lo que le imprimía respeto a
un movimiento político era «su fuerza explosiva de reacción en cadena»37. Los
editores de LNP a su vez aclararon que el nuevo movimiento debería ser
«aluvional» y no una corriente política más. Es decir estaban de acuerdo con
De la Espriella en que la nueva agrupación no tenía porqué entrar en discusiones
de tipo político con las otras corrientes en que estaba dividida la oposición en
el país. El Movimiento «moderno» que la gente de LNP tenía en mente debería
ser caudillista con una ligera participación de un Estado Mayor integrado por
gente distinta, como Ruiz, y de la vieja clase política colombiana. La clase
media, entre tanto sería el núcleo social por excelencia bajo la cual correría la
responsabilidad de la dirección del Movimiento. Las masas populares se tendrían
en cuenta claro, como «inspiración popular y nacional»38, empero, la vanguardia
estaría en los profesionales y los universitarios.

En general, en los idearios que aqui se vienen ilustrando ocupa destacado


lugar la utilización consciente de los elementos claves de una cultura política
colombiana tradicionalmente conservadora: la tendencia del colombiano común
al caudillismo, por ejemplo. Sobre esa cultura política, los ideólogos del
nacionalismo de los años sesenta montaron las nuevas tendencias del ejercicio
político.

Sucedidos así los acontecimientos, difundida con profusión en el ambiente


político la ideología del nacionalismo colombiano, dispuestos sus dirigentes a
aportar sus seguidores al nuevo movimiento, sólo faltaba que el nuevo caudillo
dijera sí.

El 26 de febrero, la plana mayor de LNP le ofreció al exministro Ruiz Novoa


un homenaje de agradecimiento. La clase media apareció en la publicidad,
como oferente del evento. Entre los asistentes ocupaban puesto especial los
militares retirados, pequeños comerciantes y empresarios, profesionales y
estudiantes universitarios, los empleados públicos y privados. Hicieron presencia

56
De la Espriella Ramiro. Ante Ruiz Novoa. En: La Nueva Prensa, No. 129 febrero 26 de 1965p.
18.
" Ibid.
,8
La Nueva Prensa, No. 129, febrero 26 de 1965,p. 28.

68
allí los periodistas de provincia y de la capital que luchaban contra el monopolio
de la gran prensa.

Fue en esa ocasión cuando Ruiz habló del Gran Desafío. El desafío de la
generosidad contra el egoísmo, de llevar a cabo con abnegación y espíritu de
sacrificio una lucha definitiva, de organizar una sociedad basada en el bien
común. Pidió a todos los colombianos, cual Rojas Pinilla, que juraran con él,
ante Dios cumplir con el propósito nacional de la implantación en el país de la
justicia social. Ruiz no mencionaba a los Estados Unidos, Ni para bien ni para
mal. Aunque lo de «Gran desafío» era un giro extraído de algunas lecturas que
hacía el exministro de economistas norteamericanos como Walter W. Rostow
y Robert L. Heibroner. Este último, había escrito el libro «El Gran Ascenso»
donde recomendaba algunos pasos necesarios para salir del subdesarrollo. El
nacionalismo de Ruiz difería del nacionalismo de uno de los sectores que con
mayor entusiasmo le acompañaban, del sector de la Línea Dura del MRL. Para
éste el antiimperialismo y en particular el antinorteamericanismo era un
componente esencial en su doctrina nacionalista. En otras palabras, su
identificación con Ruiz estaba en las formas de concebir el nacionalismo en lo
interno. La opresión de la que habló el homenajeado era nacional, los
monopolios que vituperó eran criollos, en fin, el yugo que sufrían los
colombianos tenía su origen en la insensibilidad de las clases dominantes del
país. La opresión y la explotación foránea no ocuparon ningún lugar en la
peroración del nuevo caudillo de los nacionalistas. En el esquema del nuevo
candidato, la solución a los problemas sociales descansaba como el mismo lo
enunciara «en una inamovible resolución de vencer todos los obstáculos
representados por el dinero de los potentados; por la acción de quienes quieran
emplear el poder público para ponerlo al servicio de los intereses exclusivistas
y por la hostilidad de los grupos de presión que aplican el bloqueo económico
para reducir a quienes desean liberar al país del régimen de los privilegios»39

Paso a paso el exministro habló de los puntos que conformaban su plataforma.


Explicó que concebía una reforma agraria que no parcelara la tierra de manera
inconsulta. Más que de parcelaciones se refirió a una «correcta y adecuada
explotación de la tierra». Al igual que los parlamentarios del anapismo y que
el mismo Rojas, Ruiz defendió la necesidad de educar en la técnica moderna a
los campesinos, de facilitarles las semillas, maquinaria y crédito, de asegurarles
mercados y precios mínimos. Su palabra no se dirigía al hombre asalariado del
campo, sino al campesino propietario frenado económicamente. Abogando por
el respeto a los derechos del ciudadano, Alberto Ruiz Novoa pidió el apoyo
para los órganos de expresión independientes hablados y escritos. Propugnó
por un Estado fuerte para que, según él, cumpliera la función para la que había
sido creado: la garantía de la honra, vida y bienes de los ciudadanos.

" DiscursopronunciadoporRuizNovoael26 de febrero de 1965 al agradecer el homenaje rendido


por la clase media en el Hotel Tequendama. El Gran Desalío...Op. cit. p. 143.

69
Ruiz dirigió su voz a los marginados de la vida pública, a los abstencionistas.
Les habló de la importancia de intervenir en la política para lograr con su
ayuda producir el cambio de las estructuras. Les pidió contribuir material y
espiritualmente, hablando con el pueblo. Les dijo que de no hacerlo serían
responsables por omisión de las desgracias por venir.

Así, llamó el nuevo caudillo a la conformación de un Movimiento Nacional.


Todo el mundo quedó invitado, pero a la manera como querían los ideólogos
de la Línea Dura y de LNP, como invitados de piedra. «Este movimiento
nacional - dijo Ruiz Novoa- no aspira ni desea competir con los grupos políticos
que se encuentran igualmente descontentos; tiene las puertas abiertas a todas
las corrientes de opinión y está dispuesto a formar un frente común con quienes
compartan sus propios ideales y propósitos. No es un partido nuevo. Es una
convocatoria a la conciencia nacional para que despierte de su letargo y reedite
los días gloriosos de Colombia cuando todos los patriotas se lanzaban a la
lucha, sin otra consideración que alcanzar sus dignos ideales»40.

De esta manera fue conformado el Movimiento Democrático Nacional MDN.


El general Ruiz inauguró sus oficinas en el centro de la ciudad. Esta vez llevó
la palabra el otrora líder del Movimiento Alzatista de finales del decenio del
cincuenta, apasionado golpista y futuro dirigente anapista Humberto Silva
Valdivieso, quien alternó el uso de la palabra con el industrial Fernando
Mazuera, jefe del Movimiento Independiente Liberal (MIL) y el ideólogo
nacionalista Alberto Zalamea. El MDN empezó a emitir diariamente, por la
emisora Radio Juventud, el radioperiódico «Los Derechos del Hombre». La
Secretaría general del nuevo movimiento quedó integrada por el general Roberto
Torres Quintero, el industrial Julio Bernal, por Libardo Escobar y Roberto
Pradilla. Entre los dirigentes de primera plana cabe destacar al liberal
antioqueño Hernando Echeverry Mejía y al historiador Eduardo Santa. El 23
de abril salió a la luz lo que podría ser el primer documento programático del
Movimiento: El Gran Desafío, un libro que recopilaba escritos e intervenciones
del general Ruiz Novoa comprendidos entre 1960 y 1965.

La Nueva Prensa convertida en vocera del MDN, se colmó de mensajes y


artículos de adhesión alternados con informes especiales sobre las experiencias
nacionalistas de poder que personalidades militares encabezaban en el Tercer
Mundo ante todo. Destacado lugar ocupó una extensa separata sobre Nasser
publicada en la misma edición en que se reprodujo el texto completo de la
intervención de Ruiz en el Tequendama «Este informe -se lee en la introducción
del documento- no sólo será útil en cuanto analiza y estudia una realidad política
triunfante sino también en cuanto de esa experiencia puede aplicarse hoy a
Colombia, un país subdesarrollado en condiciones muy semejantes a las que

40
Ibid. p. 144.

70
vivía Egipto antes de su liberación nacional»41. De todas las personalidades de
los países del Tercer Mundo que se encontraban por ese momento en el poder,
Nasser era quien más se acomodaba a los intereses de los nacionalistas
colombianos. Sobre él recaía la mayor parte de la información que semana a
semana LNP daba a los colombianos acerca de los aciertos de los gobiernos
nacionalistas en el mundo42. A los nacionalistas colombianos les complacía
destacar los aspectos de la vida de Nasser que lo caracterizaban como un hombre
de acción. Les resultaba interesante resaltar su procedencia de clase media
baja y la manera como desde allí había logrado ascender a la oficialidad del
ejército de su país. Considerándolo «Prototipo del patriota de los tiempos
nuevos», LNP divulgaba con pasión, detalle a detalle, el ritmo acelerado que
Nasser le había dadop a la solución de los males de su país: salubridad y
seguridad social, educación, reforma agraria, etc. Destacaba la manera como
se había efectuado bajo la dirección de Nasser la construcción de la represa de
Asuán como tarea indispensable para aumentar la extensión de los suelos
cultivables del país y como propósito nacional que evocaba en el pueblo egipcio
los gloriosos tiempos del antiguo imperio. Los editores de la revista mostraron
a los colombianos las vicisitudes por las que tuvo que pasar el pueblo egipcio
para construir la represa ante la negativa de los Estados Unidos y demás
potencias occidentales de concederle los créditos necesarios para su realización.
Por último, resaltó el semanario las convicciones que llevaron a Nasser a
nacionalizar el Canal de Suez y la manera como enfrentó junto con su pueblo
la arremetida de los enemigos externos a tal medida. Empero, aunque los
círculos nacionalistas colombianos ponían de relieve «la cadena inexorable de
hechos» que producía el gobierno militar de Nasser, no podían ocultar los
aspectos de sus convicciones político-sociales que también les llamaba
profundamente la atención. Nasser solía manifestar que su pensamiento se
sostenía en el panarabismo, la cooperación musulmana y la solidaridad africana.
Elementos estos que traídos a suelo colombiano estimularían a la gente de
LNP en la formulación de las tesis sobre la hispanidad que arriba hemos
explicado. El pensamiento de De la Espriella o el de Uribe Rueda colindaba
con tesis nasseristas como las siguientes: «...Nunca he formado un partido
político porque no creo en ellos. Pero en ese momento estaba tratando de escoger
miembros de todos los partidos que, a mi juicio, se preocupaban ante todo por
los intereses del pueblo (...) Tenía conciencia de los peligros que para Egipto
representaba el comunismo. Pero estos peligros solo podían afrontarse elevando
el nivel de vida de la población y logrando la estabilidad en vez de servilismo

41
«(La Verdad sobre Nasser y la R.AU.» En: La Nueva Prensa, No. 130, marzo 16 de 1965
(separata).
42
Destacamos algunos artículos: La Gran Estrategia de La Revolución Árabe. No. 28, 1961; La
tentación Nasserista. No. 57, 1962; Nasserismo en América Latina. No. 57, 1962; Sobre
Nacionalizaciones en Egipto No 63,1962; El poderío de la Revolución Árabe. No. 66 1962; Í0Años
de Revolución en Egipto. No. 103,1964; La Verdad sobre Nasser y la R.AU. No. 130,1965; Nasser
Patriota de los Tiempos Nuevos. No. 131,1965,

71
en una nación a la que durante tan largo tiempo se privara de inspiración
propia»43.

Con la energía de un adolescente el MDN salió a la conquista del favor popular.


Organizó comandos urbanos en Bogotá, en Cundinamarca, Santander,
Antioquia, Atlántico y Caldas. Visitó los centros de educación superior y los
principales municipios de estos departamentos. Especial atención le prestó el
MDN a la juventud universitaria. El primer acto político de campaña posterior
al evento del Tequendama fue un homenaje rendido al general Ruiz, el 19 de
marzo por cinco estudiantes oferentes que manifestaron llevar la vocería de la
comunidad universitaria del país. Destacamos entre ellos al joven javeriano
Carlos Bula Camacho, futuro dirigente anapista.

El partido Demócrata-Cristiano adhirió completamente a la candidatura de


Alberto Ruiz Novoa. En uno de los apartes del comunicado de adhesión, se
lee: «Hoy se vive en Colombia un ambiente de injusticia total. La democracia
colombiana es falsa, la economía es manejada por unos pocos, la política está
en manos de demagogos y oportunistas. El país en lugar de avanzar retrocede.
Por eso es necesaria una revolución, un cambio fundamental de las estructuras,
un implantamiento de la justicia, una apertura hacia una verdadera libertad.
Para realizar esto se requiere romper el sistema arbitrario del mal llamado
Frente Nacional»44.

El discurso del MDN insufló de ánimo positivo en el ambiente político del


país. Recurrir a los ejemplos de los gobiernos militares que transformaban en
ese momento las estructuras de sus países, como en caso de Egipto, servía de
válvula de escape al clima de pesimismo e inestabilidad palpables en la
atmósfera social. Ruiz acomodó a su discurso la consigna del «sí se puede»45,
como recurso para convencer a los colombianos de que existían condiciones
reales para sacar al país del subdesarrollo. En ese sentido, alternando en
Bucaramanga el uso de la palabra con el líder nacionalista Alvaro Uribe Rueda,
señaló que sí se podía construir el aeropuerto de la ciudad, que sí se podían
trazar líneas férreas en el Departamento y que si se podía emprender la
construcción de una poderosa hidroeléctrica que sirviera para irrigar y rescatar
las tierras estériles de la región46.

" Citas tomadas de La Nueva Prensa, No. 130, marzo 16 de 1965 Separata p. X-XI. Es bueno
anotar que el Senador Alvaro Uribe Rueda fue recibido personalmentepor Nasser en su visita a Egipto
a comienzos de 1965. Uribe se entrevistó con los más importantes funcionarios de ese gobierno.
14
Véase El Nadonal, abril 26 de 1965 p. 2. Más adelante, cuando el General Ruiz disolvió el
MDN, los Demócratas-cristianos se negaron a seguirlo acompañando, al tiempo que ratificaron su
decisión de continuar «a la vanguardia de una auténtica revolución social, que garantice a las clases
populares de Colombia su acceso al poder, a las riquezas y a la cultura». Véase El Nacional, mayo 14
de 1965,p. 1 y 2.
45
Consigna que años después tuviera tanto que ver con el triunfo electoral del candidato conservador
Belisario Betancur.
46
VéasetextocompletodeldiscursodeRuizenLaNuevaPrensa.No. 132,abril de 1965,p.63-72.

72
La perorata con la que Ruiz Novoa terminó su intervención en la capital
santandereana, despejó cualquier duda sobre la decisión del exministro de
jugárselas todas: «Quiero desde mi querida ciudad de Bucaramanga, proclamar
a la faz de la nación que estoy dispuesto, como lo están todos los que
pertenecemos al Movimiento Democrático Nacional a llevar esta lucha, que es
la lucha del pueblo colombiano, hasta sus últimas consecuencias»47.

El 7 de mayo de 1965, Alberto Zalamea visitó Barranquilla. Fue recibido con


entusiasmo por la gente que se reunía alrededor de El Nacional, órgano de
expresión que hacía en Barranquilla las veces de La Nueva Prensa. Allí tenían
cabida por igual todas las disidencias políticas de carácter nacional-conciliatorio
de la ciudad y el país en general. Zalamea visitó el periódico y dio un extenso
reportaje sobre la situación del país. En una conferencia dictada en la
Universidad Libre, el periodista declaró que el general Alberto Ruiz Novoa
estaba listo a encabezar la revolución armada en Colombia si el gobierno
nacional trataba de desconocer la voluntad popular en las urnas durante las
elecciones presidenciales de 196648.

Abril y mayo fueron los meses de mayor actividad política durante 1965.
Viviendo el momento cumbre de su historia el MDN desarrolló una intensa
labor proselitista.

El sábado 8 mayo, una estruendosa manifestación de la ANAPO en la ciudad


de Cali sorprendió a los colombianos. Los anapistas se aprestaron a conmemorar
el octavo aniversario del retiro del general Rojas del poder. Sus ideólogos
colmaron el evento de significaciones. Venían llenando, precisamente las plazas
públicas de las ciudades en donde el movimiento popular contra el gobierno
militar había sido considerable. Querían poner de presente que Cali, la ciudad
de «Las Jornadas de Mayo» de 1957, estaba ahora con el general Rojas. Fue
una conmemoración en grande. Cali fue empapelada por completo, «no se
respetaron los frentes de los edificios del Parque Caicedo y sectores
circunvecinos, los pedestales de los monumentos públicos, los árboles
ornamentales de parques y avenidas para la fijación de propaganda rojista...
Como si fuera poco, esta madrugada la ciudad fue despertada al estruendo de
pólvora y cohetes, durante una hora como preludio de la llegada del exdictador»,
escribió el reportero de El Tiempo49.

María Eugenia y la plana mayor del anapismo encabezaron desde Bogotá una
caravana de vehículos a la que se adhirieron delegaciones de los municipios
por donde pasaban. El conservatismo del norte del Departamento del Valle en

47
Ibid. p. 72.
48
El Nadonal, mayo 8 de 1965, p. 1.
49
El Tiempo, mayo 9 de 1965, p.23.

73
pleno participó en la caravana, la cual se uniría horas después con el desfile
que había salido a recibir a Rojas y a su comitiva que había llegado por aire a
Cali. El general hizo su entrada a la ciudad subido en una volqueta que
difícilmente pudo movilizarse, durante hora y media, por las principales calles
de la capital vallecaucana. Los manifestantes se tomaron la Plaza de Caicedo,
ubicada en pleno centro de la ciudad y que había sido vedada para el anapismo
por las autoridades, pero continuaron hacia el Parque de San Nicolás, sitio
programado para la concentración. La multitud obligó al general a descender
del carro que lo transportaba y con gritos de «Lleras no», «Lleras no» y vivas
a «Rojas» lo llevó en hombros hasta la tribuna, localizada en el segundo piso
de una casona tradicional. Desde abajo los manifestantes pudieron divisar con
claridad la gente que rodeaba al jefe de la ANAPO: los parlamentarios Hernando
Olano Cruz y Arturo Villegas Giraldo, el concejal Elias Salazar García, el
Coronel retirado Víctor Navia y el dirigente de la juventud emerrelista del
Valle y futuro anapista Fabio Pineda. Los líderes anapistas de la región
aprovecharon la oportunidad para proclamar la candidatura de su jefe a la
Presidencia de la República: «Esta tarde -dijo Olano Cruz con su patetismo
característico- proclamamos bajo la clara luz del día al general Rojas Pinilla..
Estamos resueltos a jugarnos la vida en su defensa.. .Esa es nuestra respuesta a
Lleras Restrepo y a Guillermo León Valencia»50. Salazar García, por su parte,
llamó a los caleños a continuar en la lucha «como lo hizo el dirigente cubano
Fidel Castro, andando de brazo con los liberales, comunistas y socialistas»51.
A las 6:30 de la tarde, los manifestantes saludaron el anunció de la intervención
de Rojas, entonando el Himno Nacional. Emocionado, el general empezó su
discurso anunciándole a los caleños su irrevocable decisión de tomarse el poder
por la vía electoral. Precisó, que para llevar a feliz término su nueva estrategia,
era necesario que los anapistas salvaran con su vida el voto «para salvar así
nuestra mayoría». El general propuso rebautizar la Plaza de San Nicolás con
el nombre de la «Plaza de la Reconquista» y llamó a defender el sufragio de
todas las formas: bien aplicando la «dialéctica de los puñales» o recurriendo
incluso a la «revolución sangrienta». «Oídme bien, peroró Rojas, la bandera
de Alianza Nacional Popular tiene en la mitad el color blanco de la paz. Pero
si es menester lo arrancaremos para lanzarnos a la revolución sangrienta. Pero
esperad la corneta que por mi boca y por mis manos daré la orden de empezar
la lucha, e invitar a los hombres, mujeres y niños para empuñar las armas y
tomarnos el poder. Tenemos por delante un enemigo poderoso y por eso yo
estaré esperando el momento de dar la orden»52. Refiriéndose a Ruiz Novoa,
dijo: «Vamos solos con nuestras banderas para llegar al palacio de los presidentes
y recibir el mandato del pueblo. Nosotros respaldamos al exministro de guerra
mientras tuvo las armas para hacer lo que debió hacer. Retirado el general

50
Véanse apartes del discurso de los oradores en la Manifestadón del 8 de mayo en El Espectador,
mayo 9 de 1965, p. 3A Y El Tiempo, mayo 9 de 1965, p. 23.
51
Ibid.
52
El Tiempo, mayo 9 de 1965, p.23.

74
Ruiz Novoa, ANAPO le ha vuelto la espalda porque no era merecedor ya de su
respaldo»53.

Tanto la manifestación, tildada por el enviado especial de El Siglo, Alberto


Giraldo como «.. uno de los más sorprendentes despliegues de presencia humana
en actos políticos que registra la historia de Cali», como el contenido de los
discursos allí pronunciados, provocó pánico en la clase política del bipartidismo
nacional. El matutino liberal El Espectador no se explicaba por qué Rojas
habiendo pronunciado «un discurso francamente subversivo, que contiene no
una sino numerosas incitaciones a la subversión del orden y de la violencia»,
seguía libre. Otro columnista del mismo periódico comentando «la monstruosa
manifestación», escribió: «...No hay que seguir tapando el sol con las manos.
Es mejor prevenir que curar. Si la gente que acompaña a Rojas, llegare a triunfar,
pues nos llevó el demonio a todos.. con la victoria rojista no quedará títere con
cabeza»54

A la vez que el Movimiento Democrático Nacional MDN se organizaba a


pasos agigantados por todo el país, su jefe máximo, el general Ruiz Novoa, se
preparaba psicológicamente para disolverlo. De repente, en la mañana del 10
de mayo los medios de comunicación sorprendieron a la opinión pública. A
grandes titulares de primera página, la gran prensa daba la noticia: «Ruiz
Disuelve su Movimiento y se afilia al liberalismo»55. Era el dia del octavo
aniversario de la caída de Rojas. Como todos los años por esa fecha el país
vivía momentos de tensión. Junto a una ruidosa movilización militar, a
reuniones de los altos mandos militares con el Presidente y a comunicados del
Ejército y del Ejecutivo anunciando las medidas tomadas para garantizar el
orden público, el fantasma del golpe de estado salía a recorrer las calles de las
principales ciudades del país. Cierto o no, inculpados y acusadores sacaban
provecho del rumor. Esta vez, con impresionante habilidad política, no
desprovista de dramatismo, Lleras Restrepo anunció el retiro de su candidatura.
Se dolía el candidato oficial del Frente nacional, de la manera como se
expresaban de él sus adversarios al presentarlo ante el pueblo como una
encarnación de los viejos vicios políticos y de «cosas» que el país deseaba
cambiar, mientras que no se le prestaba atención a los verdaderos peligros que
amenazaban la nación56. La táctica dio resultado. La clase política tocó a rebato,
sus órganos hablaron de la «conmoción nacional» producida a raíz de la noticia.
Lleras hizo que todo el mundo se ocupara de él. Conservadores unionistas y
liberales oficialistas de todo el país rodearon al rogado candidato. El Directorio
Liberal de la capital emitió una trascendental Declaración que calificaba a la
oposición de antipatriótica e invitaba a «los buenos ciudadanos» a colaborar

Tomado de El Nadonal, mayo 10 de 1965 p. 1 y de El Espectador, mayo 9 de 1965, p, 10A.


Véase El Espectador, mayo 10 de 1965,p. 4A
ElTiempo,mayol0del965,p.l y24.
El Tiempo, mayo 8 de 1965, p. 1 y 14,

75
para que desaparecieran «las circunstancias políticas» que habían hecho
renunciar al candidato57. El Movimiento Independiente Liberal (MIL) aunque
consciente de que se trataba de una patraña, aprovechó la oportunidad para
propiciar un diálogo con todos los matices del partido. Fue en este ambiente,
en medio de declaraciones, comunicados y opiniones sobre el caso Lleras, que
Ruiz Novoa tomó a solas -sin más presión que la de él mismo, según comentaba
27 años después-58 la decisión no sólo de renunciar a su candidatura, sino de
disolver, como si fuera de su propiedad, el MDN, En su carta enviada a la
prensa, Ruiz exhortaba a Alberto Zalamea y a los presidenciables Alvaro Uribe
Rueda y López Michelsen a seguir su ejemplo. La Nueva Prensa que estaba
lista para salir cuando se produjo la defección de Ruiz tan sólo alcanzó a insertar
una carta de rechazo a tal medida. La edición dedicada por completo a Jorge
Eliécer Gaitán y al general Alberto Ruiz Novoa, pretendía sin duda hacer
conciencia en los colombianos de que el segundo realizaría desde el poder El
Plan Gaitán y la Plataforma del Colón enunciados y sustentados por el primero.
Como el MRL de 1960, el MDN incorporaba a sus programas el legado de
Gaitán.

Sin la presencia del exministro, el MDN continuó con la divulgación de


Proclamas, Manifiestos y propuestas políticas. La gente de La Nueva Prensa
no echó pie atrás. Su director Alberto Zalamea en carta abierta a Ruiz anunció
continuar a la cabeza del MDN: «Por mi parte -dice la carta- después de haber
comprometido mi honor y responsabilidad personales en la creación del
Movimiento Democrático Nacional, aglutinado en torno a su figura y a las
tesis nacionales de reforma estructural, no me creo con derecho a abandonar a
los amigos liberales y conservadores, nacionalistas y social-demócrata-
cristianos, rojistas y socialistas, que en Bucaramanga, Medellín, Cali,
Manizales, Barranquilla y otros lugares del país me escucharon o leyeron
defendiendo nuestras tesis contra el actual sistema y a favor de una reforma
del Estado colombiano»59. En realidad, la decisión de disolver el MDN no
resultaba tan simple para LNP como había resultado para Ruiz. Editores,
columnistas, colaboradores y lectores de la revista se habían identificado en el
esfuerzo de conformarse como fuerza política en el país. De ahí que Zalamea
le escribiera al General lo siguiente: «Usted, apreciado amigo, no puede olvidar
que la mayoría de los grupos que hoy claman por el cambio en Colombia
utilizan precisamente las ideas que, desde hace muchos años, tanto usted como
yo hemos preconizado en distintas esferas de la actividad pública. Estas ideas
están triunfantes en todo el ámbito, colombiano...El Movimiento Democrático
Nacional no puede, pues perecer ni disolverse. En él se han unido las
inteligencias más jóvenes y abiertas de todo el país, procedentes de las más

51
El Tiempo, mayo 10 de 1965, p. 24.
58
Entrevista en Bogotá con el General Ruiz el 19 de agosto de 1992.
59
El Movimiento Democrático Nadonal Continúa. Carta de Alberto Zalamea al General Rui/, Novoa.
En: La Nueva Prensa. No. 132 abril de 1965,p.1-3.

76
diversas vertientes ideológicas, pero convencidas de que la Patria puede ser
rescatada del baratillo de los partidos. El Movimiento Democrático Nacional
es en síntesis, el movimiento de la juventud colombiana, el movimiento llamado
a convertirse en el gran Frente Nacional Popular, en la gran Concentración
Patriótica del porvenir»60.

Impulsado por Zalamea, el MDN siguió su marcha. Continuaron en la pelea


los nacionalistas que en Barranquilla lideraba el periodista de El Nacional
Jaime Devis Pereira61; los nacionalistas Hernando Echeverri Mejíay el general
Torres Quintero, entre otros62.

2.5 Oposición y candidaturas en la primera mitad de 1965

Los primeros en llamar a la unidad de la oposición fueron los emerrelistas de


la Línea Dura. En julio de 1964, Ramiro De la Espriella, Ramiro Andrade,
Ciro Ríos y Alvaro Uribe Rueda, entre otros, enviaron una carta a los principales
dirigentes de los grupos de oposición al Frente Nacional distintos al comunismo:
Rojas Pinilla, López Michelsen, Jorge Leyva, Hernando Olano Cruz y Alberto
Zalamea, proponiendo la formación de un «Nuevo Frente de los colombianos
por medio de la convocatoria de una Gran Asamblea del descontento
nacional» 63 . Por lo pronto, el llamado se dirigia ante todo a ciertos
parlamentarios dispersos por los grupos disidentes del liberalismo. La
convocatoria no alcanzaba, por esta vez a cubrir una oposición de carácter
popular. Más el anhelo de unir a los grupos opositores no era un patrimonio de
la Línea Dura. Sorpresivamente, en septiembre de 1964, un grupo de 26
parlamentarios de la Línea Blanda del MRL64, lanzaron desde la Cámara un
Manifiesto llamando a la unidad de la izquierda de Colombia contra el Frente
Nacional. El documento que no llevaba la firma de López Michelsen significaba
que a la Línea Dura no habían ido a parar todos los revolucionarios que
acampaban en el Movimiento Revolucionario Liberal. El documento presentaba
al MRL en general, como la vanguardia de la oposición e invitaba a unir las
tesis del movimiento con las masas, al tiempo que llamaba a combatir los
monopolios nacionales y extranjeros65. Los 26 Congresistas levantaban la tesis

60
Ibid. p. 2.
61
Los nacionalistas de Barranquilla eran: Ángel Palma Júnior, Jaime Tellez Pereira. Alfonso Castro
Bermúdez, Gabriel I^urarte y Jaime Devis Pereira.
62
El MDN eligió un Comité Ejecutivo de Acdón Política integradopor Hernando Edieverri Mejía.
médico antioqueño, expresidente del Concejo de Medellín y expresidenle del Directorio Liberal de
Antioquia; el general Roberto Torres Quintero y Alberto Zalamea. El abogado Libardo Palacios pasó
a dirigir el Comité Central del Norte de Bogotá.
63
Grupo Parlamentario propone unificar oposidón al gobierno. Ver texto completo tu: La Nueva
Prensa, No. 120, julio25 de 1964,p. 17-18.
" Estos parlamentarios se convirtieron tiempo después en una fracdón de avanzada dentro del MRL,
Estaban allí csitre otros: Hernando Garavito Muñoz. Humberto Montañez. Gerardo Bemal y Ernesto
McAllister.
65
Véase Voz Proletaria, septiembre !7p. 5 y septiembre 24 p. 5 de 1964,

77
de «la tierra para quien la trabaja» y se pronunciaban a favor de reformas en
beneficio de los campesinos sin tierra66. Abogaban por la libre autodeterminación
de los pueblos, por el apoyo a la revolución cubana y por derechos iguales para
todos los partidos. El documento definió al MRL como movimiento
antiimperialista. El pronunciamiento de los 26 parlamentarios buscaba rescatar
el carácter revolucionario de sus inicios y abría la posibilidad de una alianza
amplia; ya no insistían como en 1963 en una unión en torno a caudillos sino
en escoger como candidato a un «auténtico representante de las mayorías
laboriosas»67.

Aunque Olano Cruz estuvo de acuerdo con las razones que argüían los
nacionalistas de la Línea Dura para la formación de un bloque de oposición,
su beneplácito no trascendió al movimiento anapista68. A diferencia de sus
pares, la ANAPO no diseñó un plan concreto para unirse con otros grupos de
oposición. Aunque a veces se refería a ella, en realidad no estaba interesada.
Asimiló su confrontación con el nuevo establecimiento como la función natural
de su presencia en la vida política del país. Más tarde, las intervenciones de
Rojas y de Olano Cruz durante el mitin del 8 de mayo en Cali, pusieron de
presente que los anapistas irían solos a las elecciones. Empero, su decidido
enfrentamiento contra las oligarquías, su firme propósito de identificarse con
las angustias populares, la persecución política, asesinatos y torturas que sufrían
los militantes del anapismo y los de los otros grupos de oposición, la defensa
de los derechos humanos y ante todo, el criterio popular del ejercicio de la
política que primaba en ellos, hicieron que se fuera configurando paulatinamente
desde abajo, particularmente desde los Concejos Municipales la unión de la
oposición que otros grupos diseñaban desde arriba. En ciudades como Cali y
Barranquilla, los ediles anapistas y emerrelistas comienzan a desarrollar una
serie de acercamientos y alianzas que serán apenas el inicio de una larga
tradición. En Cali por ejemplo, los emerrelistas López Michelsen y Efrén
Fernández, concejales por la capital vallecaucana, votaron a favor del anapista
conservador Elias Salazar García, para la vicepresidencia de la Corporación
No se trataba de contravenir a la Dirección oficial del liberalismo que había
impartido la orden de no pactar alianzas con grupos distintos a los que
compartían la responsabilidad del Frente Nacional. Fernández, coincidía con
Olano en el sentido de que los cuerpos colegiados no deberían tan solo servir
para presentar proyectos en beneficio de la infraestructura de las ciudades.
Sostenía que los Concejos debían defender los derechos de los ciudadanos,
controversia que también había llevado a cabo el parlamentario anapista
conservador Rodolfo García. Claro, Fernández era más amplio. Si la apelación
a la defensa de los derechos humanos que hacía García tenía que ver
directamente con «el caso Rojas», la del concejal emerrelista se refería a los

Véase Voi Proletaria, septiembre 17 de 1964,p. 5.


Ibid.
Olano Cruz define la política rojista. En: La Nueva Prensa, No. 121 de 1964,p.22.

78
ciudadanos que luchando por vivienda o por tierra eran perseguidos,
encarcelados, torturados y finalmente asesinados. Además, los emerrelistas y
anapistas caleños apuntaban en sus discursos a los mismos problemas de los
mismos destinatarios: la vivienda, las invasiones de terrenos baldíos en la
ciudad, las persecuciones, la violación de los derechos humanos; el pueblo
humilde, las masas humildes, los desarrapados, los pobres, los paupérrimos.

2.6 Reagrupación conservadora y el lauroalzatismo

Después de las elecciones de 1964 el conservatismo se reagrupó. La colectividad


volvió a su histórico fraccionamiento entre ospinistas y laureanistas. El nuevo
alinderamiento no permitió establecer cuál de las dos fracciones tenía las
mayorías. Así las cosas. Valencia procedió a nombrar «milimétricamente» en
los cargos públicos a unos y otros. Hubo quienes no quisieron sumarse a ninguno
de los bandos en pugna, los conservadores independientes. El Frente Nacional
no podía seguir hablando ahora de socios mayores.

Aprovechando las nuevas coyunturas, queriendo robustecerse, el laureanismo


dirigido ahora por Alvaro Gómez "Hurtado, decidió atraer a la gente del
conservatismo doctrinario todavia dispersa en la política del país, después de
la muerte de Álzate. Acudieron a su llamado el dirigente santandereano, otrora
jefe de la Reconquista, Humberto Silva Valdivieso y el excandidato de la misma
Jorge Leyva, entre los más connotados. Proclamándose como «Lauro-alzatistas»
continuaron en la actividad proselitista69.

Desde El Siglo desataron una implacable campaña contra la candidatura de


Carlos Lleras Restrepo sin que significara para ellos tener que retirarse del
gobierno. Declararon que ser contrarios a la candidatura de Lleras no significaba
estar en contra del ejecutivo. Denunciaron las persecuciones y presiones a que
estaban siendo sometidos sus funcionarios a lo largo del país, sin tener en
cuenta las directrices impartidas por el presidente de la República, de
participación «milimétrica» en el gobierno a los diferentes sectores
conservadores. Los lauroalzatistas denunciaron además, que estaban siendo
conminados a contribuir económicamente a la financiación de la campaña del
candidato oficial del liberalismo™. Finalmente no se retiraron de los Ministerios,
pero si lo hicieron de la administración distrital.

69
Conformaban la plana mayor del lauroalzatismo: Alvaro Gómez Hurtado, Humberto Silva
Valdivieso, Presidente y vicepresidente respectivamente; el Representante Diego Tovar Concha, los
parlamentarios Aurelio Caí cedo Ayerbe, Hugo Escobar Sierra. Jorge Leyva; los dirigentes Rafael Azula
Barrera, Felio Andrade Manrique, Femando t Maneta Laverde. Darío Hernán Vanegas, Néstor Eduardo
Niño y Alberto Casas Santamaría. Secretario General del Directorio.
™ El 25 de abril El Siglo pubHcó la siguiente advertenda: «El Directorio Nadonal Conservador
previene a los copartidarios y funcionarios públicos en el sentido de que no están obligados a hacer
contribudones económicas en favor del Fondo Pro-candidatura Carlos Lleras Restrepo». Ver edidón
p. 1.

79
Los lauroalzatistas fundamentaron su adversidad hacia la candidatura de Lleras
por considerar que se trataba de «un acto unilateral de una fracción del
liberalismo». En su prensa se le denominó «la candidatura de imposición» y al
igual que los anapistas, emerrelistas, demócratas-cristianos y en general toda
la oposición, van a presentar a Carlos Lleras como el candidato de los gremios
económicos, en una palabra, de la oligarquía. Algunos hombres de este
movimiento llegaron a creer que la opinión colombiana estaba frente a dos
alternativas: llerismo y antillerismo.

Entre los grupos de la oposición, el lauroalzatismo era el menos radical contra


el Frente Nacional. Su lucha estaba dirigida apasionadamente contra la
candidatura del Frente Nacional. En el fondo le preocupaba perder poder dentro
de la coalición bipartidista. Su lucha contra la candidatura de Lleras se explica
en la realización del Frente Nacional como proyecto liberal. Tarde se había
dado cuenta el laureanismo de su error y tal vez tarde decidió regresar a las
fórmulas doctrinarias como mecanismo para recuperar espacios perdidos. «Otro
aspecto que debemos analizar es el de que el partido no se puede envejecer con
el Frente Nacional.. .el conservatismo tiene que volver a pesar como una fuerza
política importante...», eran expresiones de Alvaro Gómez Hurtado a finales
deabrildel965 7 1 .

El lauroalzatismo celebró con alborozo la renuncia de Carlos Lleras a la


candidatura presidencial en los inicios de mayo. Su enconada oposición tuvo
su parte en este desenlace. Lleno de optimismo, Alvaro Gómez Hurtado
aprovechó la oportunidad para proponer desde su columna periodística en El
Siglo la conformación de un «Gran Movimiento», iniciativa algo gaseosa que,
sin embargo, fue respaldada por sus seguidores y por gentes del liberalismo72
Más en concreto, la bancada parlamentaria de la agrupación propuso «un gran
acuerdo nacional con participación de los partidos políticos, las fuerzas del
trabajo, los gremios, los sindicatos y todos los sectores de la opinión pública»73.
En su propuesta no justifican que el problema de las candidaturas presidenciales
ocupara el primer rango de las preocupaciones del país y llamaron a que se
trabajara en pro de la satisfacción de las aspiraciones populares74.

Pero, el laureanismo de los últimos días del viejo caudillo no era un grupo
homogéneo. Si bien Alvaro Gómez heredaba en vida de su padre la jefatura de
la fracción, no parecía heredar sus fidelidades políticas. Los planteamientos
del delfín no eran producto de deliberaciones de grupo. Dos días antes de la
muerte de Laureano, hablando para el popular programa radial «Cinco
reporteros y el personaje de la semana», se le ocurrió en el curso de la entrevista

Véase El Siglo, abril 27 de 1965, p. 13.


Véanse las edidones de El Siglo, mayo 10 y 11 de 1965.
El Siglo, mayo 12 de 1965, p. 15.
Ibid.

80
proponer convenciones de concejales de los dos partidos como fórmula para
escoger candidato a la presidencia de la república. Hablaba de un acuerdo
político necesario, pero no se le ocurría en qué forma debería llevarse a cabo.
En fin, de todas maneras los seguidores del lauroalzatismo se prendían de sus
conceptos también para expresar los suyos. Asi, empezaron todos a hablar de
«acuerdo nacional», de «nuevo acuerdo entre los partidos».

Por el mismo tiempo algunos de los connotados dirigentes propusieron como


solución a la crisis política que vivía el país la abolición constitucional del
Frente Nacional. El Representante Diego Tovar Concha anunció que presentaría
ante la Cámara un Proyecto de Asamblea Nacional Constituyente, para que
procediera «a extinguir la reforma plebiscitaria de 1957»75. El excandidato
presidencial de 1958, Jorge Leyva explicaba a su manera el contenido de la
propuesta lauroalzatista de la siguiente manera: «...reconocer con sencillez y
probidad que el sistema y el gobierno fracasaron y proceder a cambiar lo que
no sirve... Cuan do un régimen es inhábil para atender a las rudimentarias
necesidades colectivas, las clases dirigentes están moralmente obligadas a
removerlo dentro de cauces de legalidad, antes de que el pueblo se vea forzado
a manifestarse sin curadores»76. Se advertían, pues, dos sectores en el
lauroalzatismo, uno conciliador, partidario de reformas al Frente Nacional y
uno adverso a la coalición, el orientado por Jorge Leyva.

2.7 Los sacerdotes en la política

No sólo el movimiento nacionalista en donde coincidían La Nueva Prensa,


La Línea Dura y el general Alberto Ruiz Novoa, frenaban el impulso que traía
el anapismo. La agitación proselitista del sacerdote y sociólogo Camilo Torres
Restrepo primero, y de su organización política El Frente Unido del Pueblo
(FUP) después, puso en peligro los esfuerzos de Rojas por agrupar en torno
suyo un frente nacional por abajo77. Pero, no era el Frente Unido que arriesgaba
la popularidad de Rojas sino la presencia en el escenario político de un dirigente
popular salido del clero. Los colombianos venían tomando la prédica de Rojas
como un mensaje evangélico. Un columnista que militaba en el anapismo
barranquillero, se preguntaba dias antes de salir Camilo a la plaza pública:
«¿Qué se hizo la justicia social? ¿Donde está el sabio código de Cristo? ¿Qué

75
El Espectador, julio 10 de 1965, p. 2A
76
Ibid.
El editorialista del periódico del Movimiento, escribía al respecto: « Por contraposidón al Frente
Nadonal, partido de la oUgarquía hemos propuesto el Frente Unido, Movimiento de masas que aglutine
al pueblo colombiano y le sirva de instrumento político en su lucha por la conquista del poder. Por eso
lo hemos llamado «Frente Unido del Pueblo». Porque queremos que en él se unan todos los trabajadores,
todos los hombres pobres y los que, sin serlo se solidaricen con su angustia, identificados todos en el
propósito común de arrebatar el poder a la oligarquía que hoy lo detenta. Véase El Frente Unido,
noviembre 12 de 1965,p. 8.
lo hicieron los poderosos ? ¿Por qué lo quemaron?, ¿Donde está el pan que la
misma palabra de Dios anunció a los hombres en el Génesis como ganados
con el sudor de la frente ?, ¿Por qué se ha desatado en Colombia tan espantosa
ola de delincuencia, jamás conocida en ningún país del mundo?, ¿Por qué
están cerrados todos los caminos de las oportunidades para el pueblo y sólo
hay en Colombia una ancha senda tapizada de damascos por donde pasan los
pocos elegidos del actual sistema de gobierno?78. Habían sido precisamente los
anapistas, con Rojas a la cabeza, los más interesados en el país en la difusión
de los contenidos populares y democráticos de las encíclicas papales.
Recordemos que fue el rojista José María Nieto quien, desde la caída de Rojas
Pinilla, se puso al frente de los dogmas cristianos cuando consideró que el
respaldo de la jerarquía eclesiástica colombiana al establecimiento del Frente
Nacional, constituía una traición a la Iglesia. Pero ahora lo hacían de lleno los
mismos sacerdotes. Porque no se trataba sólo de Camilo. Desde sus orígenes,
en las filas del anapismo estaban alineados una serie de sacerdotes que veían
en el Movimiento de Rojas la posibilidad de predicar el cristianismo popular.

Junto a Camilo, empezó a aparecer en las páginas de los periódicos la fotografía


de un cura boyacense de nombre Martín Amaya Martínez, quien había sostenido
en una conferencia dictada el 17 de junio en la Universidad Tecnológica de
Tunja controvertidos temas como: lo. La reforma del Concordato; 2o. La
separación de la Iglesia y el Estado; 3o. La liberación de las conciencias del
pueblo latinoamericano; 4o.Reconsideración del matrimonio católico; 5o.
Control de la natalidad; 6o. Conformación de un movimiento que libere al
país de las actuales estructuras «anacrónicas»; 6o. Mentalidad nueva para
transformar el mundo79. Los planteamientos de Martín Amaya produjeron
revuelo en la región. Después de la publicación del texto completo de su
conferencia en el Diario de Boyacá, el Arzobispo de la Diócesis de Tunja,
considerando de «aventuradas tesis sociológicas, morales y dogmáticas» sus
posturas, decidió prohibirle escribir y/o hablar públicamente. Más tarde se le
privó del derecho de vestir el traje eclesiástico, la sotana. Amaya, sin embargo,
continuó hablando. Se trasladó a Bogotá, en donde sostuvo, que el Segundo
Concilio Vaticano estaba «creando una nueva mentalidad dentro de la Iglesia,
por la posibilidad de la autocrítica dentro de la Iglesia y por el esfuerzo de un
mayor acercamiento al pueblo y de evitar la estrecha alianza con los ricos y
capitalistas»80.

Guardadas las proporciones, Camilo Torres y Martín Amaya, jugaban dentro


del clero colombiano, el papel que Ruiz Novoa había jugado dentro del Ejército.
Ruiz de alguna manera rescató para los militares el derecho a opinar sobre los

Véase El Nadonal, abril 6 de 1965, p. 4.


Véase El Espectador, junio 24 de 1965,p.ly2A
Véase El Espectador, julio 2 de 1965, p.3A

82
problemas políticos del país. A su vez, los dos sacerdotes, demostraban con
sus comportamientos, que el bajo clero podía y debía intervenir en política.»No
toleramos seguir siendo esclavos de ciertos prejuicios, de ciertas ideas y de una
religión deformada -decía el padre Amaya desde los balcones de la Alcaldía de
Tunja- Yo protesto en nombre de mi pueblo contra esa deformación que ha
sufrido el mensaje de Jesucristo. Porque el mensaje cristiano es profundamente
humano, profundamente progresista. Pero precisamente se lo ha deformado,
se lo ha mutilado para convertirlo en un instrumento de explotación y de
enriquecimiento. Sigo siendo yo un sacerdote católico pero empeñado en
devolverle al cristianismo su autenticidad para poner al servicio del pueblo la
religión»81. Fue esto lo que mayormente mortificó a las cúpulas eclesiásticas.
«.. Desde el principio de mi sacerdocio -le escribía Concha Córdoba a Camilo-
he estado absolutamente persuadido de que las directivas pontificias vedan al
sacerdote intervenir en actividades políticas y en cuestiones puramente técnicas
y prácticas en materia de acción social propiamente dicha. En virtud de esa
convicción durante mi ya largo episcopado me he esforzado por mantener al
clero sujeto a mi jurisdicción apartado de la intervención en las materias que
he mencionado»82. Así como no pudo Alberto Lleras impedir a los militares
que opinaran en política, tampoco podía aspirar el Cardenal a taparle la boca
a los sacerdotes. Hombres de armas y de Iglesia estaban por doquier participando
en las transformaciones del mundo moderno. Como en el caso de Ruiz,
personalidades de la política en las localidades salieron a la defensa de los
sacerdotes. Un inquieto líder popular de Barranquilla, el médico Dolcei Manga
-viejo gaitanista, emerrelista simpatizante de las tesis que promulgó Ruiz Novoa
y futuro dirigente de la ANAPO- escribió un extenso editorial en El Nacional
para pronunciarse a propósito de las declaraciones emitidas por los jerarcas de
la Iglesia en contra de los levitas. «Los sacerdotes -escribía- también deben
defender la dignidad de su pueblo. Nos encontramos ante un estado de postración
grave; factores de orden biológico, moral, cultural y económico, exigen un
nuevo orden en la dirección nacional»83. ¿Qué exige Camilo Torres? Se
preguntaba Manga y él mismo se respondía: «Exactamente lo que pedía
Jesucristo. Que no se maltrate a su pueblo, que no haya opresores y oprimidos,
que no haya privilegiados, que no haya hambreados, que no haya desnudos,
que no haya ignorantes, que no tengamos el pavoroso cuadro de la mayoría de
las madres colombianas llevando en sus brazos y contra sus pechos a sus tiernos
hijos moribundos; sin posibilidad de poderlos salvar por falta de un infeliz
recurso económico y negación total de protección por parte del Estado»84.

Véase El Espectador julio 8 de 1965. p.2 y 3A


Ibid p. 374.
El Nadonal, julio 9 de 1965, p.4.
Ibid.

83
2.8 El Frente Unido del Pueblo

A Camilo Torres Restrepo le apasionaba la idea de la formación de un


movimiento popular por encima de las colectividades políticas. Se creyó capaz
de unir no sólo a la izquierda y a la oposición en general, sino que pretendía
aglutinar en un solo Movimiento a toda la clase popular colombiana. Desde
octubre de 1964, comenzó a circular entre algunos colombianos un
«Llamamiento» redactado por el sacerdote. «Es indispensable la unión de todas
las personas interesadas en la transformación del país en torno a programas
concretos, prescindiendo de las diferencias ideológicas, religiosas y de política
tradicional. Unámonos en las ideas y después buscamos un jefe»85, decía el
llamamiento. Camilo adjuntó al documento, 30 puntos que consideró claves
para el inició de una discusión amplia: Integración económica subzonal,
neutralismo y autodeterminación, posición ante Cuba, integración
latinoamericana y Alianza Para el Progreso, nacionalizaciones,
industrialización, inversiones, política monetaria, reforma parlamentaria,
judicial, agraria, presupuesto, reforma tributaria, planificación, desempleo,
sindicalismo, programas de salud, seguridad social, propiedad, partidos
políticos, ejército, educación, universidad, soluciones al problema de la
violencia, libertad de cultos y de opinión, liberación de la mujer, arte
colombiano. Más tarde, el 12 de marzo de 1965, en un homenaje que se le
brindó en Medellín, el sacerdote leyó por primera vez en público la «Plataforma
para un Movimiento de Unidad Popular» compuesta de 7 motivos y 14
numerales. Meses después, resultado de un amplio proceso de discusión, el
ejemplar número 1 del periódico Frente Unido, vocero del movimiento del
mismo nombre publicó una nueva versión de la Plataforma esta vez reducida a
10 numerales, conservándose los 7 motivos y la convocatoria que rezaba: «... A
todos los colombianos, a la clase popular, a la clase media, a las organizaciones
de Acción Comunal, a los sindicatos, cooperativas, mutualidades, ligas
campesinas y organizaciones obreras, indígenas, a todos los inconformes,
hombres y mujeres, a la juventud, a todos los no alineados en los partidos
políticos tradicionales, a los nuevos partidos...86.

El nuevo documento político advertía que la tierra necesaria para el bien común
sería expropiada sin indemnización, que los habitantes de casas en las ciudades
serían sus propietarios, que los predios urbanos y suburbanos particulares no

85
Véase el texto completo del Llamamiento en: Torres Camilo. Cristianismo y Revoludón. México,
EdidonesERA, S.A. 1970, p. 351-352.
86
Plataforma Para un Movimiento de Unidad Popular». Hoja Volante, marzo 17 de 1965. Véase:
Torres Camilo. Cristianismo y Revoludón. Op. Cit. p.515-523. La Plataforma se redujo a lOpuntos
conservándose el encabezamiento: 1 o. Reforma Agraria; 2o. Reforma Urbana; 3o. Planeadón; 4o.
Política Tributaria; 5o. Nadonalizadón; 6o. Reladones Intemadonales con todos los países del Mundo;
7o. Seguridad sodal y salud pública; 8o. Política familiar; 9o. Fuerzas Armadas; 1 Oo. Derechos de la
mujer. Varios de los 30 puntos mídales se agregaron a los 10 aprobados. Por ejemploEducadón, pasó
al numeral de «nadonalizadón», el problema indígena al de Reforma Agraria.

84
construidos serían expropiados, que todos los trabajadores pasarían a ser
accionistas de las empresas, que los Bancos, hospitales, clínicas, laboratorios,
droguerías y la explotación de los recursos naturales pasarían a ser propiedad
del Estado y, que el presupuesto destinado a la represión se reduciría al
mínimo»87. Se trataba pues, de un documento único en la historia política del
país: amplio, radical, abiertamente comprometido con las masas populares,
sin la prevención social que distinguía a los Movimientos conciliatorios y
nacionalistas de La Nueva Prensa, la Línea Dura y el anapismo.

La prédica del Frente Unido llegó y cautivó primeramente a la izquierda


colombiana. En sus intervenciones, Camilo neutralizó el anticomunismo que
gobierno e Iglesia utilizaban para atemorizar a la población. Sostenía que en
los problemas sociales, el clero debería preocuparse «por el bienestar de la
humanidad más que preservarla del comunismo»88. Manifestó además, estar
dispuesto a luchar junto con el Partido Comunista contra la oligarquía y contra
el dominio de los Estados Unidos, por la conquista del poder para las masas.
Declaración que produjo el respaldo inmediato de ese partido al nuevo
movimiento.

Camilo contó además con el respaldo del Partido Social Demócrata-Cristiano


PSDC. En su V Congreso realizado en julio de 1965, los demócratas-cristianos
emitieron una declaración en laque expresaron «su identificación y solidaridad
con los objetivos perseguidos por el padre Camilo Torres en su plataforma y
recientes campañas, que coinciden en lo esencial con los planteamientos
demócratas-cristianos»89.

En mayo de 1965 el arzobispo de Bogotá, cardenal Luis Concha Córdoba,


declaró: «En la plataforma de acción político-social presentada o suscitada por
el padre Torres, hay puntos que son inconciliables con la doctrina de la Iglesia»90.
Un mes después, el Cardenal volvió a pronunciarse al respecto: «Las actividades
del Padre Camilo Torres son incompatibles con su carácter sacerdotal y con el
mismo hábito eclesiástico que viste. Puede suceder que estas dos circunstancias

87
Véase Guzmán G.C. op. dt. p.79-82.
88
Véase Torres Camilo. Cristianismo y revoludón... op. dt. p.370.
89
El texto completo de la Declaradón rezaba de la siguiente manera: Reafirma su compromiso con
la revoludón colombiana y su dedsión de reabzarla con el pueblo organizado y consdente, dentro de
un vigoroso espíritu democrático y una definida mspiradón cristiana. Considera un deber expresar su
identificadón y solidaridad con los objetivos perseguidospor el padre Camilo Torres en su plataforma
y rédenles campañas, que coinciden en lo esendal con los planteamientos demócratas-cristianos. Asume
la responsabilidad que le corresponde en el proceso revolucionario nacional dentro de una línea
independiente, dinámica y leal, como corresponde a una fuerza que constituye sin lugar a dudas la gran
esperanza del pueblo colombiano. Invita a los diferentes sectores populares a ejercer una poderosa
presión social, que lleve a la realizadón de un plebisdto que sirvapara reflejar la voluntad del pueblo
en reladón con los grandes cambios institudonales exigidospor la justida. Véase: Pueblo y Libertad.
Órgano del PSDC, agosto 1 de 1965, p.5 .
90
Véase Torres Camilo. Cristianismo y revoludón...Op. dt. p. 371.

85
induzcan a algunos católicos a seguir las erróneas y perniciosas doctrinas que
el padre Torres propone en sus programas»91. Camilo decidió no enfrentarse
más con la Jerarquía de la Iglesia y pidió al Cardenal le concediera la reducción
al estado laical y la exoneración de las obligaciones inherentes al estado clerical.
La petición de Camilo fue concedida. Con desespero, en agosto de 1965, la
cúpula del clero antioqueño pidió a las autoridades y a losfielesque consideraran
a Camilo Torres como un simple ciudadano, como un laico más. Señaló que
éste no representaba ni llevaba la vocería de la Iglesia en los programas e ideas
que divulgaba en público o privadamente92. No obstante, la gente siguió
acudiendo a escuchar al «padre Camilo».

2.9 Camilo, la Nueva Prensa y ANAPO

Parecidos pero distintos eran el MDN y el FUP. Ambos Movimientos estaban


dirigidos por personalidades de élite. Uno y otro compartían las influencias de
la sociología moderna y empezaron moviéndose entre las capas medias. Desde
meses atrás, las posturas de Camilo Torres no estaban lejanas de los idearios
promulgados por LNP93. Un somero recorrido por su vida así lo demuestra.
Como Ruiz Novoa, Camilo había permanecido, incluso más que aquel, alejado
de los conflictos políticos colombianos. De 1954 a 1959 el sacerdote estuvo
cualificando su formación en Europa, como estudiante de ciencias políticas y
sociales en la Universidad Católica de Lovaina. De manera intensa participó
de los cambios acelerados que vivía la Europa de la II posguerra: la
modernización de los partidos políticos, la irrupción de los partidos comunistas
a los gobiernos europeos, el despertar de la nueva esperanza que provocó la
creación del bloque socialista oriental, el avance de la democracia cristiana, la
radicalización de los movimientos de liberación de las colonias europeas en
Asia y África (particularmente el caso Argelino) y por supuesto el avance de
las ciencias sociales modernas. Quizás por eso, Camilo no quiso regresar a
Colombia sin palpar un poco los logros de la sociología norteamericana: el
funcionalismo, entre otras corrientes le impactó.

Durante su estadía en Europa, Camilo estuvo en contacto directo con la labor


que entre trabajadores y marginados desarrollaban reconocidos sacerdotes
obreros franceses. La tesis que elaboró para recibirse de sociólogo en 1958
tiene, por todo lo anterior, la impronta de los nuevos tiempos: «Approche
Statisque de la Realite Socio-Economique de la Ville de Bogotá», publicada en

91
Ibid. p.375.
92
Ibid. p. 378.
9!
La Nueva Prensa le dedicó a Camilo Torres la carátula del Número 117 de la revista Los editores
insertaron apuntes biográficos del sacerdote en el artículo «Quién es el padre Camilo Torres» ehiderou
una síntesis de las opiniones expresadas por él y que, por supuesto, coincidían con las de la revista.
Véasela edidón del 16 de junio de 1964, p.32 y 33

86
español muchos años después bajo el título de «Laproletarización de Bogotá»94.
Desde su llegada al país en 1959, Camilo desarrolló una intensa actividad
académica de nuevo estilo, en contacto directo con los objetos de estudio que
constituían su preocupación. Participó en los organismos oficiales que tenían
relación directa con la solución de los problemas de la comunidad: El Instituto
Colombiano de Reforma Agraria, la Escuela Superior de Administración Pública
ES AP, entre otros; es cofundador de la Facultad de Sociología de la Universidad
Nacional de Colombia, aboga por la justicia social y, como los intelectuales de
LNP o los seguidores del general Rojas, Camilo quiso resolver los problemas
de la población colombiana de manera inmediata. De ahí que se haya despertado
cierta solidaridad y simpatía de los anapistas con el clérigo, lo mismo que
semanas antes, se habían manifestado con Ruiz Novoa95.

Ambos, MDN y Camilo, escogieron la Universidad como punto esencial para


la difusión de sus mensajes. Fue un cambio notorio en el ejercicio de la política
en Colombia. Para ellos, antes que la plaza pública, primó el centro universitario.
Creyendo en la fuerza del estudiantado, decidieron dejar para después el contacto
directo con un pueblo acostumbrado al espectáculo oratorio de los mercados.
A diferencia de Rojas que desafiando el estado de sitio vigente, competía con
los varones electorales en los balcones de la plaza principal de cada uno de los
pueblos colombianos y enterraba día a día Directorios, el MDN y Camilo pasaron
la mayor parte de su corta pero intensa vida política, en los recintos cerrados
de las universidades o de los salones exclusivos de afamados hoteles. De un
total de 92 actos políticos que presidiera Camilo entre el 20 de mayo y el 17 de
octubre de 1965, un día antes de su desaparición, el 69.58% se realizó en
recintos cerrados: el 30.43% en universidades, el 28.08% en estadios, teatros y
clubes, y el 13.04% en sedes de sindicatos. En cambio, sólo el 26.08% de sus
intervenciones públicas se efectuó al aire libre: desfiles y manifestaciones en
provincia. El 2.18% restante correspondió a sus intervenciones por radio96. Le
interesaba a Camilo la preparación del sujeto que iría a difundir entre las
capas bajas de la población urbana y entre el campesinado, las consignas de la
revolución. Por eso la mayor parte de su actividad la concentró en Bogotá,
Medellín, Barranquilla y Cali. En la Capital de 23 intervenciones, 11 tuvieron
lugar en universidades, particularmente en la Ciudad Universitaria, 7 en barrios
que por aquella época concentraban la población que había emigrado del campo

94
Camilo Torres, La proletarizadón de Bogotá, Fondo Editorial Cerec, Bogotá, primera edidón
1987.
95
En la edidón del 7 de odubre de 1965, el periódico del Frente Unido aprovechó una solidtud de
un militante de la ANAPO para reproducirla en un notable recuadro en el extremo superior derecho de
la página séptima: MILITANTES DE ANAPO EN FRENTE UNIDO. Señores/Frente Unido./
Me permito dirigirme a ustedes para preguntarles si dentro délos Comandos del Frente Unido
hay algunos militantes de la ANAPO/. El periódico contestó gráficamente: «Miguel Lasso,
Representante a la Cámara por la ANAPO del Huila y sus dos hijos. Lasso forma parte del
Comité del Frente Unido en su Departamento» Véase Él Frente Unido, odubre 7 de 1965, p. 7
96
Esos resultados provienen del seguimiento de las adividades de Camilo en El Espectador, mayo-
didembre de 1965 y Camilo Torres. Cristianismo y Revoludón. México, ed. ERA, 1970, p. 39 a 56.

87
a la ciudad, tales como El Claret, Santa Lucía, Quiroga; 3 en sedes sindicales,
una en la casa del Partido Comunista y una manifestación frustrada en la
Plaza de Bolívar. En Medellín Camilo tuvo durante esa ocasión 7 intervenciones.
Desde el jueves 17 al 20 de junio de 1965, Camilo permaneció en la capital
antioqueña. Esta vez disertó en el Sindicato de Coltabaco, en las Universidades
de Antioquia y Nacional. Al día siguiente se reunió con sindicalistas en la
Asociación Sindical Antioqueña ASA. En las horas de la tarde del día domingo,
ante la imposibilidad de realizar un acto público, Camilo se vio obligado a
hablar en el Teatro Colón del popular barrio Guayaquil. Regresó a Medellín el
lunes 9 de agosto y como la vez anterior su permanencia fue dramática. La
policía bloqueó la Plaza de Cisneros lugar donde se había programado una
manifestación, viéndose los simpatizantes del sacerdote presionados a recogerse
en la sede de ASA, Obligados por la fuerza pública a permanecer en el interior
de la Asociación Sindical, continuaron las deliberaciones entre Camilo y sus
seguidores. Pasado un mes largo, el 19 de septiembre continúo sus contactos
con asociaciones sindicales. En la capital vallecaucana visitó en dos
oportunidades la Universidad Santiago de Cali (mayo 21 y julio 31). El 30 de
julio miles de personas lo esperaron durante 3 horas en la plaza de San Nicolás
en donde se llevó a cabo una de sus pocas manifestaciones exitosas y, al término
de la cual se organizó un desfile que le acompañó a un restaurante de la ciudad
donde se le había preparado un agasajo. Cuatro días después, se reunió con los
Comités del FUP de la misma ciudad. De inmediato, el 5 de agosto, se traslada
a Barranquilla en donde es recibido por el estudiantado que lo lleva a la
Universidad del Atlántico. Habla, un día después, en el bachillerato de la
Universidad Libre. Un mes más tarde regresa y sostiene una interesante
confrontación de ideas con Alberto Zalamea en un programa radial denominado
«La Peña Alicia». Estas eran las ciudades de mayor población en el país y
donde con mayor curiosidad y expectativa se recibían los nuevos mensajes
políticos. En ese orden de importancia siguieron Bucaramanga, Pereira, Ibagué
y Cúcuta, ciudades visitadas por el sacerdote en 3 oportunidades97. En resumen,
de las 92 intervenciones de Camilo, 61 se realizaron en ciudades capitales y
las restantes en ciudades intermedias como Buga, Palmira, Girardot,
Fusagasugá, y en localidades menores como Hobo, Gigante, Granada, Armero,
Líbano, Sabana de Torres.

Es esto lo que observamos hoy cuando seguimos el itinerario de sus actividades.


Claro, el comportamiento de Camilo obedecía a una tarea que se había impuesto
y que se diferenciaba de la manera como ejercían la política el general Rojas y
Alberto Zalamea, quienes ya estaban decididos a lograr sus propósitos por la
vía electoral. Camilo por el contrario le dedicaba la mayor parte de su tiempo

97
Camilo alcanzó a visitar, además de las mendonadas, 10 capitales de departamento: Villaviceudo,
Tunja, Popayán, Manizales, Valledupar, Santa Marta, Cartagena, Sincelejo, Ndva y Montería.

88
al desarrollo de la conciencia política de un sector o sectores de la población
llamados -según su esquema- a dirigir la revolución.

Las cosas empezaron a ponerse claras desde el viaje de Camilo a la ciudad de


Lima, donde participó en el Segundo Congreso Bolivariano de Desarrollo de
la Comunidad. Sus declaraciones a la prensa y los contenidos de sus conferencias
pusieron de manifiesto lo que en realidad estaba pensando. Camilo negó una
eventual candidatura suya a la presidencia, dijo que «primero habrá que realizar
el movimiento revolucionario de transformación y luego se podrá hablar de
candidaturas»98. Afirmó sin titubeos que organizaría un frente para la toma
del poder. Le dijo a los peruanos que contaba con el apoyo de campesinos,
obreros y estudiantes «Para hacer la Gran Revolución que transforme el actual
estado social en Colombia»99. Más claras todavía se pusieron las cosas, con el
discurso que pronunció en el apoteósico recibimiento que le hicieron los
estudiantes a su regreso al país. Desde ese instante, Camilo no vaciló más.
Habló ante todo del campesinado, dijo que éste sería la vanguardia de la
revolución, sostuvo como si leyera algún manual guerrillero de moda, que la
confrontación se desarrollaría en la zona rural. De los obreros y los sindicatos
señaló que jugarían el papel de «apoyo urbano». A los estudiantes, sus más
cercanos aliados, después de alabarles su intelecto e inconformidad, los llamó
a la obediencia absoluta e invitó a seguir colaborando en la politización de la
clase popular a través de la difusión de la Plataforma del Frente Unido en los
barrios y veredas100. Horas más tarde, cuentan sus biógrafos, el sacerdote, se
encaminó, de manera clandestina, a las montañas de Santander a entrevistarse
con los Comandantes del Ejército de Liberación Nacional ELN, organización
guerrillera surgida en los primeros días de 1965101.

2.10 La línea blanda del MRL contraataca

Entre tanto, a mediados de 1965 la corriente del MRL que se conoció


popularmente con el nombre de «Línea Blanda» se aprestó a reestructurar su
Movimiento. El primer paso en ese sentido fue la designación que hizo Alfonso
López Michelsen en junio de ese año de una Junta Asesora102. En dicha ocasión,
el dirigente consideró necesario poner de presente; «...deseo reservarme el
derecho de formular declaraciones a título personal sobre los problemas públicos

98
Véase El Espectador, julio 3 de 1965, p. 1.
99
Ibid.
100
Véanse apartes del discurso de Camilo en El Espectador, julio 4 de 1965, p. 1 y 2A
101
Acerca de Camilo Torres son interesantes los siguientes libros: Walter Broderick, Camilo el cura
guerrillero. Editorial El Labrador, Bogotá, 1987; Gustavo Pérez, en Cristianismo y revoludón,
Edidones Era, México, 1972; Norberto Habegger, Camilo Torres: El ¿ura guerrillero, A Peña
Lulo, Editor, Argentina, 1967.
102
La Junta estuvo integrada por los parlamentarios Jaime Isaza Cadavid, Hernán Villamarín,
Guillermo Hernández Rodríguez, Arquimedes Palau y Gerardo Bernal.

89
que no necesariamente deben ser los del MRL...»103. En efecto, la mayor parte
de sus intervenciones durante la campaña tuvieron más un acento personal
que de grupo. Aunque hemos seguido sus intervenciones, en particular las de
recinto cerrado, es bueno señalar que existían dentro de la Línea Blanda dos
imaginarios: el racionalista y mesurado del jefe de la agrupación y uno de
izquierda, que a diferencia del primero siguió dirigiendo su mensaje a las
masas populares.

La Junta Asesora del emerrelismo lopista advirtió la necesidad de dotar al


MRL de un «aparato moderno de partido democrático de izquierda, liberado
de la montonera anárquica en que se derrocha inútilmente las fuerzas
políticas»104. Prometió así mismo darle al movimiento una organización
disciplinada al tiempo que señaló el deber de abrirle las puertas a «todos los
colombianos, liberales oficialistas y de otras tendencias, que ante la dramática
situación a que ha llegado el país, comprendan que el MRL es la única
alternativa entre la catástrofe y la salvación nacional, entre la reacción y el
progreso, entre la democracia y la dictadura»105. El 10 de julio, la Junta Asesora
cumplió una de las tareas asignadas por el jefe del Movimiento: la edición de
un periódico que ocupara el vacío dejado por La Calle. Con el nombre de
MRL de Colombia, el nuevo órgano oficial del emerrelismo lopista comenzó
a llevar a los más remotos rincones del país, un informe semanal sobre las
labores de Ja Dirección Nacional y de los diferentes comandos
departamentales106. Del mismo modo, la agrupación comenzó a llegar a los
colombianos a través de un radioperiódico dirigido por Guillermo Hernández
Rodríguez bajo la denominación de La Calle.

El contrataque de este sector del MRL evidenciaba que entre los seguidores de
López se encontraban aún elementos ubicados a su izquierda. Esto quiere decir
que no todos los hombres de mentalidad revolucionaria pasaron a hacer parte
de la Línea Dura emerrelista107. Algunos por el contrario saludaron con

,03
Ver documentos en: MRL De Colombia, julio 10 de 1965, p.2.
1M
Veáse «Alfonso López y la Junta Asesora. Mensajes cruzados a raíz del Nombramiento de la
Nueva Direcdóu Nadonal». En: MRL de Colombia, jubo 10 de 1965, p. 2.
105
Ibid.
106
Los cargos en el periódiab aparederon distribuidos así: Alfonso López Michelsen, Fundador;
Jaime Isaza Cadavid, Diredor; Carlos Restrepo Arbeláez, Gerente. La Junta de Redacdón estaba
integrada por Jaime Isaza C, Guillermo Hernández R., Gerardo Bernal Castaño., Arquimedes Palau.
Las oficinas del órgano emerrelista estuvo ubicada en la calle 18 No. 9-14 de Bogotá, til periódico
traía una diagramadón paredda a la de La Calle. Jm sus formas de presentar la informadón tenía
similitudes con Alianza Popular vocero de los anapistas. Con grandes titulares en rojo, cada edidón
traía una denunda contra el establecimiento: «No más alzas. Lleras nó, etc». Simultáneamente en
Medellín se empezó a editar MRL-Antioquia.
107
Entre los dirigentes de sensibilidad revoludonaria del MRL destacamos a Gerardo Molina, José
Gutiérrez, Marco A Castaño, Guillermo Hernández Rodríguez, Hernando Garavito Muñoz, Luis Villar
Borda miembros todos del Comando emerrelista de Bogotá y Cundinamarca. Estaban además el dirigente
del Huila Jaime Ucrós Garda, Humberto Montañez Villamizar. El periódico del Movimiento contó
con la colaboradón del antiguo director de Sábado y simpatizante del gobierno de Rojas, el gaitamsta
Darío Samper.

90
beneplácito el éxodo de comunistas y duros de la agrupación. Continuando
con el ímpetu del MRL de sus comienzos, uno de los militantes escribía en el
primer número del nuevo órgano «Sin ahorrar un solo esfuerzo daremos la
batalla final contra todas las fuerzas de la reacción, frente a la gran prensa
mentirosa y sumisa, contra el dinero y la oligarquía liberal y conservadora,
contra el clero y la radio, contra el imperialismo y sus mayordomos criollos,
hasta dar el golpe certero con la victoria total de las fuerzas de oposición, que
con un solo hombre que encarne las aspiraciones populares derrocará al
candidato de la burguesía, del continuismo y de los conformistas de la
derecha...El MRL demostrará desde el poder que puede hacer la revolución
colombiana, que se puede lograr la anhelada transformación del país, el cambio
de las estructuras, el paso hacia la nueva patria amable para todos. El año
entrante habrá gobierno del pueblo y para el pueblo, gobierno para los
campesinos olvidados y sometidos al destierro de la injusticia, cambio para
todos los que lo anhelan....»108. Mientras el jefe del movimiento racionalizaba
su pensamiento, mientras gastaba horas en supuestos mensajes de pedagogía
política para la clase dirigente del país, la militancia de sectores medios
continuaba radicalizando el discurso del MRL. El estar con López, era
inevitable. Creyendo como creían en la necesidad de un partido moderno, eran
conscientes también de la necesidad de un caudillo. En el fondo no concebían
un partido sin este componente. Uno de los líderes de primera línea, el
parlamentario Ernesto McAllister escribía: «Colombia está necesitando ya,
ahora mismo, una sola cabeza despejada, con una conciencia clara de los
propósitos nacionales y una voluntad firme para salir dignamente de la
encrucijada a donde la han llevado los pequeños intereses de su clase
dirigente»109. En el mismo periódico, la Junta Asesora respondía a tal inquietud:
«Las gentes sinceras de todas las vertientes sociales ven en López la posibilidad
más provechosa para resolver los gravísimos problemas nacionales dentro de
una revolución constructiva, de beneficio para todos los colombianos»110.

La Junta Asesora emprendió de veras su promesa de modernizar el MRL. El


20 de julio de 1965 entraron en rigor los estatutos del Movimiento redactados
en una primera instancia por Guillermo Hernández Rodríguez y sometidos
después a la aprobación de López y de la Junta Asesora. En la elaboración del
nuevo documento se tuvieron en cuenta los estatutos de partidos
latinoamericanos y europeos de avanzada. Sus redactores manifestaron haber
acudido a la Democracia Cristiana italiana, a la social-democracia alemana y
francesa. No obstante, sin renunciar al legado del partido liberal colombiano,
declararon: «\famos a despojarnos de la vieja estructura para darle al movimiento
la organización propia de los partidos revolucionarios de tipo laborista o

"" Restrepo Carlos. Hada el poder para el pueblo. En: MRL de Colombia, jubo 10 de 1965, p. 3.
109
Ernesto McAllister. El Caos. En: MRL de Colombia, jubo 10 de 1965,p,3.
110
Manifiesto de la Junta Asesora a la Militanda del MRL. En MRL de Colombia, jubo 10 de
1965,p. 2.

91
socialista democrático. Se ha adoptado la forma nuclear de organización en
sus dos formas básicas: el sistema territorial paralelo al sistema de los núcleos
gremiales y de empresa. Se luchara organizadamente por las reivindicaciones
del pueblo en los barrios pero también en las haciendas y en las fábricas, en el
lugar donde vive y en el sitio donde trabaja. Con la observancia de una disciplina
consentida pero estricta dentro de las estructuras organizacionales modernas
del movimiento, será posible capacitar a las masas del MRL tanto para ganar
elecciones en las justas cívicas como tomar el poder bajo la presión popular en
los grandes desplazamientos democráticos que están porvenir»111. El documento
definió al MRL como «un movimiento de izquierda de masas populares
revolucionarias, con plena libertad de expresión dentro de sus cuadros, como
foro de hombres libres»112. Aunque el artículo primero aceptaba miembros del
MRL a todas las personas que aceptaran su programa y sus estatutos, en realidad
el documento iba dirigido a los liberales. Se advierte entre líneas que los
ideólogos emerrelistas más que regresar a las toldas del viejo partido liberal,
aspiraban a atraer hacia el MRL las masas liberales del país.

2.11 La oposición: confrontación y confluencia de tesis

Reorganizado el MDN propuso para el estudio de sus militantes cinco puntos:


lo. Plebiscito que retorne a Colombia a la democracia; 2o. Desanalfabetización
masiva y educación gratuita; 3o. Asistencia médica pública; 4o. Reforma
integral agraria; 5o. Plan orgánico de emergencia de la economía nacional.
Sobre éste último numeral, el médico Echeverri Mejía puntualizó: «Es preciso
buscar la instauración de la democracia económica sobre bases socialistas»113.
Se refería en concreto a la nacionalización del Banco de la República, de los
recursos naturales, regulación constante del Estado en la vida económica y
planificación de la economía en general. En el primer punto se agruparon
problemas como el de la recuperación moral de la República, la integración
nacional y el pluripartidismo. Para lograr los objetivos del segundo punto, el
documento prevé la creación del Instituto Nacional de Alfabetización (INALFA)
que obligaría a todos los ciudadanos alfabetos a desanalfabetizar a un
compatriota. En el poder el MDN crearía el Paz y Salvo obligatorio de educación
e implantaría la educación técnica como la «única forma de liberar al país de
la dependencia extranjera»114. Se cierra éste numeral con una promesa de
educación gratuita en todos los niveles, como lo anunciaran también los
anapistas en sus plataformas de 1961 y 1964. La asistencia médica pública se
llevaría a la práctica mediante la creación del Instituto Médico Social (INME),

"' Ver texto completo de los Estatutos del MRL en: MRL de Colombia, jubo 23 de 1965 p. 4-5 y 8.
1,2
Ibid p. 8.
113
Los5puntosdelMDNEn:LaNuevaPrensa,No.l33,1965 sin mes ni día. Véanse contraportadas
de la revista y p. 12-13.
114
Ibid Véanse contraportadas.

92
el cual centralizaría la asistencia social y los servicios médicos de los grupos
regionales de la salud. La propuesta de una reforma integral agraria se dirigiría
a un aumento de la producción basado en el desarrollo intensivo de la
infraestructura económica y en la creación de incentivos reales para la
producción agrícola y pecuaria. En este numeral, el MDN enfatiza en la
multiplicación de las formas industriales, empresariales y cooperativas de
producción en grandes extensiones.

A todos los grupos oposicionistas los identificaba un mismo vocabulario político.


Estaban contra el Frente Nacional, hablaban de oligarquías, de castas, de
revolución. El lenguaje, entre unos y otros en los mítines, no se distanciaba
considerablemente. La población, con expectativa, se congregaba a escucharlos
a todos por igual. Era común advertir la presencia de las mismas personalidades
en una concentración de Camilo, que en una del MDN o confundidas entre el
gentío que acaudillaba a Rojas. Los colombianos, sin duda, estaban movilizados.

En agosto volvió a sonar el tema de la unidad de la oposición. Esta vez fue el


Movimiento Democrático Nacional quien lanzó su propuesta. El MDN formuló
una invitación a todos los movimientos oposicionistas, para que, alrededor de
algunos postulados mínimos, se trazara un plan de acción conjunta que
permitiera la posterior celebración de una Asamblea Nacional de la Oposición115.

Uno de los ejes de la discusión entre las agrupaciones contrarias al Frente


Nacional que se peleaban el favor popular, lo constituía la participación o no
en las elecciones. En pleno despegue de la campaña electoral, el periódico del
Frente Unido publicó el 26 de agosto, en su primera edición, un trascendental
artículo de Camilo Torres. En el escrito el dirigente -quien se encontraba en
esos momentos con un pie en la agitación política civil y con el otro en la
guerrilla- señalaba las razones por las cuales era contrario a participar en los
comicios electorales. Para él, las elecciones constituían un impedimento grande
en su propósito de unificar la clase popular colombiana. Entre los puntos en
que fundamentaba su postura señalamos: «lo. En el sistema actual para votar
la clase popular colombiana tiene que dividirse en liberal y conservadora; todo
lo que divida al pueblo está contra sus intereses; 2o. El aparato electoral está
en manos de la Oligarquía y por eso «el que escruta elige», el que cuenta los
votos determina la victoria. Las elecciones se hacen más en las oficinas del
gobierno oligárquico, que en las mesas de votación; 3o. Como es imposible
ganarle a los que controlan la maquinaria electoral y todos los factores de
poder, los grupos de oposición que llegan al Parlamento no podrán nunca
hacer transformaciones revolucionarias; por el contrario, su presencia en el
Parlamento facilita que la oligarquía diga que en Colombia hay democracia

Véase La Nueva Prensa Nos. 134 y 136. Agosto 16 de 1965,p. 12 en adelante.

93
porque hay oposición»116. Y apuntaba más adelante: «Yo soy partidario de la
abstención electoral pero no de una abstención pasiva sino de una abstención
activa, beligerante y revolucionaria»117. Sin duda el Frente Unido aspiraba a
canalizar la creciente tendencia del abstencionismo electoral en el país.
Recuérdese que en las elecciones de 1964 los abstencionistas al participar como
fuerza electoral consideraron triunfo suyo el alto porcentaje de no votantes.

En esas condiciones, los llamados del MDN a la unidad de la oposición, no


encontraron mucho eco. Tanto para comunistas como para los ideólogos del
Frente Unido, el Movimiento de Alberto Zalamea era tildado de fascista. Los
últimos, de manera ligera, consideraron que el retiro de Ruiz Novoa de ese
Movimiento se debió a que su «reformismo democrático» no comulgaba con el
fascismo de LNP118. En septiembre de 1965 Camilo Torres y Alberto Zalamea
participaron en una Mesa Redonda organizada por una emisora de la ciudad
de Barranquilla. La confrontación de tesis permitió establecer hacia dónde
habían evolucionado los dos ideólogos. A la lucha de clases defendida por
Torres, Zalamea contrapuso la integración nacional. El director de LNP rechazó
la abstención electoral que promovía el FUP y criticó de plano la alianza de
Camilo con el Partido Comunista. Sostuvo que no creía en los elegidos del
proceso histórico y que «el concepto milenarista de los comunistas y su
dogmatismo» le parecían «anticientíficos, falsos, inadecuados para los países
subdesarrollados»119. Mientras Torres quería llegar a todo el espectro de la
sociedad colombiana. Zalamea en cambio se conformaba en afirmar que «un
equipo pequeño pero eficaz, dispuesto al sacrificio», podría transformar a
Colombia. «Las masas -señaló- lo seguirán después, como al flautista de
Hamelin»120.

María Eugenia Rojas de la ANAPO, Indalecio Liévano Aguirre del emerrelismo


lopista e incluso el mismo López, estimaron que todos los grupos oposicionistas
deberían hacerse presente en forma separada en el primer escrutinio. Para
ellos, la escogencia del candidato de la oposición a la presidencia saldría del
sector mayormente favorecido en las célebres elecciones de mitaca. López
Michelsen sintetizó así las cosas: «Es necesario que esa unión se realice después
de las elecciones de marzo, para que, al entrar a discutir en mesa redonda un
programa mínimo o el nombre de un candidato, todos los que se presenten
puedan, como en una sociedad de capitales, poner de presente cuál es su aporte,
su peso y su influencia»121. El emerrelismo de la Línea Dura pensaba sin

116
Camilo Torres. Por qué no voy a las elecdones. En; Camilo Torres. Cristianismo y Revoludón..
Op. dt. p.523-525.
1.7
Ibid p. 525.
1.8
Véase «INTEGRACIÓN O FASCISMO? En: El Frente Unido, odubre 28 de 1965, p. 7.
119
Véase: La Nueva Prensa, No. 137, septiembre6 de 1965,p.29-31.
120
Ibid p. 31.
L2U
Véase La Nueva Prensa, agosto 16 de 1965 p. 13 y septiembre 6 de 1965, p.22.

94
embargo otra cosa. Alvaro Uribe Rueda, de regreso de una gira por la República
Árabe Unida y de Argelia a inicios del mes de abril, había dejado dicho, que el
candidato que se opusiera a Carlos Lleras Restrepo fuera señalado antes de las
elecciones de marzo. Con razón consideraba el dirigente que un candidato
presidencial no se improvisaba ni podía ser «el producto de una trasnochada a
alto nivel, en un mes antes de la elección del Jefe del Estado»122. Manifestando
que se trataba de un problema nacional de interés para todos los colombianos,
Uribe llegó al país hablando de un candidato suprapartidista. Incluso declaró
que no se trataba ni siquiera de escoger el candidato de las fuerzas de la oposición
por haber sido éstas rebasadas por los acontecimientos, «...parece por lo menos
ilógico -decía - que el candidato que va a significar una alternativa a todo lo
que encara el doctor Lleras Restrepo como continuador del actual gobierno,
sea sometido, por parte de los dirigentes de las parcelas oposicionistas, a un
tratamiento de clandestinidad hasta después de las elecciones del Congreso»123.
Cuando en agosto el tema de la unión de la oposición volvió a ponerse sobre la
mesa de la discusión, el jefe de la Línea Dura reiteró su vieja tesis de conformar
un bloque nacionalista y propuso en esta oportunidad, crear un Comité de
«Personalidades y Grupos».

Camilo a su vez, continúo propalando sus tesis. Estimó que la unión no debía
hacerse «a medio, ni alto, ni altísimo nivel», sino que debería partir de «los
cuadros de base obreros y campesinos»124. Tajantemente el sacerdote dividió
los grupos de oposición en electorales y no electorales. Manifestó que la unidad
popular no se efectuaría sino alrededor de hechos revolucionarios donde el
pueblo no alineado en los grupos políticos existentes sería «el principal
elemento».

Aunque por el momento no se trataba de la escogencia de un candidato, debido


a que lo inmediato eran las elecciones parlamentarias fijadas para el 20 de
marzo de 1966, en asuntos de candidaturas presidenciales la oposición estaba
en desventaja Aunque Uribe Rueda afirmaba con seguridad que «los nombres
con arraigo en la conciencia pública ya los tenía el pueblo en la punta de la
lengua»125, lo cierto era que la oposición no contaba con una personalidad de
las condiciones que reunía Carlos Lleras Restrepo. Si se hubiera tratado de
unas elecciones libres de la coyunda alternacionista, Gustavo Rojas Pinilla
hubiera sido el contracandidato perfecto al del Frente Nacional. Quizá a eso se
refería el líder de la Línea Dura del MRL cuando sostenía que la selección del
candidato era un problema nacional. En un principio, como quedó claro en la
gran manifestación del 8 de mayo en Cali, los anapistas presentaron como
candidato el nombre de Rojas. Alfiny al cabo el debate electoral evolucionaría

Véase el texto de las declaradones de Uribe Rueda en: El Nadonal. abril 2 de 1965, p.4.
Ibid.
Und. p. 14-15.
Véase El Nadonal. abril 2 de 1965.p.4.

95
hacia una polarización entre su nombre y el de Lleras Restrepo. El jefe de la
Anapo, por eso, era parco cuando se le preguntaba por su filiación política.
«No veo el objeto de meterse con uno cualquiera de los dos vocablos, por
cuanto creo que al individuo se lo debe juzgar por sus actuaciones y no por
decir que es liberal o conservador», había declarado el General, en una entrevista
concedida a la revista Sistema a mediados de abril de 1965126. Prueba de lo
anterior era la respuesta que el pueblo daba a las nutridas concentraciones
populares de uno y otro candidato en las plazas públicas del país.

A finales de octubre, el jefe del lauro-alzatismo difundió en su periódico El


Siglo, la fórmula de lanzar un contracandidato de la oposición con posteridad
a las elecciones legislativas de marzo de 1966, por los congresistas elegidos en
ellas. María Eugenia Rojas y Alfonso López Michelsen saludaron la fórmula
aunque consideraron que ellos ya habían propuesto esa medida. Declararon no
obstante, que lá propuesta laurdalzatista constituía un paso fundamental hacia
la unificación de la oposición127.

Mientras tanto, el lauro-alzatismo empezaba a resquebrajarse a partir de este


momento. Los dirigentes Jorge Leyva y Rafael Azula Barrera hicieron pública
una declaración en la cual señalaron el carácter personalista que se imponía en
la dirección de dicho grupo. Afirmaron que la fórmula sobre escogencia de
candidato presidencial presentada por Alvaro Gómez Hurtado no había sido
sometida a la discusión del Directorio Nacional del cual ellos eran miembros128.
Un día antes de la proclamación oficial de la candidatura de Lleras en Bogotá,
la prensa publicó una declaración de la plana mayor del lauro-alzatismo
santandereano adhiriendo a Lleras129. A comienzos de diciembre, Jorge Leyva
protocolizó su total desacuerdo político con Alvaro Gómez Hurtado y reafirmó
su propósito de lanzar su nombre en un Movimiento disidente al Senado por el
Valle del Cauca130.

Alfonso López Michelsen de su parte, ponía a prueba su sagacidad política.


Ante las nuevas realidades, aventuró nuevas interpretaciones del Frente

126
Véase El Nadonal, abril 22 de 1965, p. 5.
127
La fórmula de Gómez rezaba así: «...el Diredorio Nadonal conservador ha determinado invitar,
desde ahora, a todos los parlamentarios que resulten electos en los próximos comidos, para que ellos
escojan el nombre del candidato a la presidenda de la repúbbca, de suerte que este sea el representante
auténtico de la opinión expresada en las urnas. Los congresistas liberales podrían reunirse el domingo
siguiente a las elecdones, o sea el 27 de marzo de 1966, y escoger, de acuerdo con lo ya sugerido por
el jefe del liberalismo no ofidalista, los cinco nombres que deben ser considerados, ocho días más
tarde, por los parlamentarios del conservatismo. En frente a cada nombre se indicaría el porcentaje de
votos obtenido tanto en la votadón de los parlamentarios überales como en la de los conservadores. El
candidato debe ser aquel que hubiera obtenido la suma mayor de ambos porcentajes, de suerte que su
designadón sea el resultado de una indiscutible voluntad mayoritaria, sin quepueda señalarse ventaja
o privilegio para ningún partido.»
Véase El Siglo, odubre 25 de 1965,p.l.,
128
Véase El Espectador, odubre 30 de 1965,p. 2A.
129
El Espectador, noviembre 26, p.l.
,!0
Véase El Tiempo, didembre2de 1965,p. 8.

96
Nacional. Justificó y valoró positivamente la naturaleza bipartita del anapismo.
Empero, quiso ir más allá. Sin estar en contra del espíritu del Frente Nacional,
se propuso recoger las intenciones de sus comienzos, hablaba de una
rectificación nacional que consolidara la paz que el Frente Nacional ya no
podía garantizar. Así, empezó a proponer una contracoalición a la Ospino-
Llerista. Estando el gobierno representado por estos sectores de los partidos
tradicionales y la oposición por Lauroalzatistas, anapistas y emerrelistas,
sectores también del bipartidismo, trataba de arrebatarles el monopolio del
poder a los primeros. Aunque existía en el fondo el agravante del debilitamiento
del MRL por la crisis irreversible que vivía, López estimó y defendió su nueva
postura con convicción, «...es una fortuna, decía en Santafé de Antioquia, que
nos estemos dando cita no ya sólo con nuestros propios partidarios, sino con
los conservadores progresistas, con los anapistas, con los alzatistas, con los
laureanistas, con todos los que se han desilusionado de ese Moisés de Cartón
que responde al nombre de Alberto Lleras Camargo. Vamos a buscar la tierra
prometida, vamos a buscar la Colombia nueva. La Colombia de las mismas
oportunidades para todos, la Colombia de los grandes días...»131.

Entre tanto, los anapistas, decididos a respetar las normas electorales vigentes,
empezaron a buscar candidatos de reconocida pertenencia política liberal.
Primero acudieron a los oficiales militares retirados. En la antesala de las
elecciones de 1964, la ANAPO le propuso la candidatura presidencial al General
liberal Alfredo Duarte Blum, viejo amigo de Rojas, negociador de la paz con
las guerrillas del Llano en 1953 y exministro de Justicia. Más adelante, cuando
el alboroto de la candidatura de Ruiz Novoa, Duarte se declaró partidario de
las tesis que éste difundía y aprovechó la oportunidad para rechazar la propuesta
de la ANAPO132. Entre finales de 1964 y comienzos de 1965, se propaló la
especie de que Rojas respaldaría el nombre del ex ministro Ruiz Novoa a la
Presidencia, sin embargo el jefe anapista descartó ese nombre, apaciguando
así el entusiasmo nacionalista que despertaba la actividad de Ruiz en la
militanciade la ANAPO133. Con seriedad los ideólogos anapistas vislumbraron
la posibilidad de lanzar el único nombre liberal que según ellos, podría hacerle
contrapeso al de Lleras: López Michelsen. Rojas no sentía animadversión hacia
ese nombre. Consideró que si la situación política del país le imponía escoger
un candidato que no fuera de las filas de su movimiento, el anapismo apoyaría
a López siempre y cuando su plataforma doctrinal fuera una realidad desde el

' " López M. Alfonso. El Movimiento Revoludonario Liberal es la Paz Discurso pronundado en
Santa Fe de Antioquia, didembre 12 de 1965. En Postdata a la Altemadón... Op. dt. p. 114-115.
1,2
Véase La Nueva Prensa No. 103,marzo6 de 1964p. 34 y El Nadonal, abril 9 de 1965,p. 1.
" ' El controvertido concejal anapista de Barranquilla, Claudio Urruchurtu que con entusiasmo
pronundara su respaldo a las tesis del exministro de Guerra, enterado de las declaradones de su jefe el
General Rojas manifestó: «El General Ruiz Novoa tiene quehacer mucho para que olvidemos ¡o que
él nos persiguió cuando era Ministro de Guerra. El apresamiento de nuestro jefe y su reclusión en Tres
Esquinas no lo hemos olvidado». Esas serán en realidad las razones por las cuales el General Rojas no
podía aceptar el nombre de Ruiz como candidato de la ANAPO a la Presidenda. Las declaradones de
Urruchurtu pueden consultarse en: El Nadonal, abril 22 de 1965,p. 1.

97
gobierno, es decir, «que se tome el poder en favor del pueblo liberal y
conservador para ponerlo al servicio de las clases menesterosas»134, anotaba
Rojas.

A diferencia de las anteriores elecciones, esta vez los movimientos políticos


intentaron imitar en algo la experiencia de la táctica anapista. Todo el mundo
empezó a hablar de alianzas bipartitas. Se aspiraba a derrotar el sistema del
Frente Nacional mediante la utilización de sus propios mecanismos, lo que
llenó de pánico a la coalición en el poder. Los ideólogos oficiales insatisfechos
con la represión que el establecimiento había desatado contra los movimientos
de oposición, apelaron a dividir el país entre buenos y malos, entre ángeles y
demonios. El liberalismo en el gobierno fustigó al MRL por adelantar
conversaciones con grupos conservadores. Jaime Ucrós García, parlamentario
huilense emerrelista se preguntaba en ese sentido: «¿Cuándo es bueno, o cuando
es malo el entendimiento? Según la doble moral de nuestros detractores, el
entendimiento es bueno cuando lo hacen ellos por lo alto, en beneficio de unos
pocos, y es malo cuando lo hacemos nosotros por la base, buscando el bienestar
para la mayoría»135. En esto, en realidad, tenían razón los emerrelistas lopistas.
Si como se interrogaba éste dirigente «¿No fue acaso la necesidad de borrar los
odios entre nosotros uno de los argumentos que le dio más fuerza a la creación
del sistema del Frente Nacional? Entonces, ¿de dónde el interés en que el odio
que nos profesábamos liberales y conservadores se traslade ahora, con morbosa
intención, a los distintos grupos políticos en que está dividida la opinión
pública?»136, se caía de su peso el espíritu de conciliación, principal componente
del Frente Nacional.

Así las cosas, la dirección del MRL de Colombia inició una serie de
conversaciones con dirigentes jóvenes del conservatismo, con el propósito de
abonar terreno en la conformación de un «Frente Nacional del Pueblo». El
primer dirigente conservador en aparecer en las páginas del vocero emerrelista
fue Alberto Dangond Uribe, quien junto con un grupo de jóvenes de su partido,
fundó y dirigió, en medio de las discusiones en torno al plebiscito, el periódico
La Gente, el cual intentó representar el mismo papel que La Calle representaba
dentro del liberalismo. Sin embargo, el alzatismo de 1959-1960 entre tantos
factores, enterró tal proyecto. Dangond era ahora parte del conservatismo
doctrinario o lauroalzatismo. Manifestando tener puntos de convergencia con
el MRL, el dirigente sostuvo la tesis de conformar el «gran frente nacional del
pueblo». Consideró posible el entendimiento político con el Movimiento
Revolucionario Liberal. «Si los dueños de la riqueza nacional -comentó- se
han entendido para conquistar el poder político y mantener sus privilegios, el

" 4 Ibid.
" 5 Ucrós Garda Jaime. Los Cuatro Ases y los Grupos Heterogéneos. En: MRL de Colombia,
didembre 17 de 1965, p. 3.
1,6
Ibid.

9S
pueblo de los dos partidos puede y debe acordarse para ganar el poder en
buena lid y usarlo en beneficio de todos»137.

Coincidían así emerrelistas lopistas y conservadores lauro-alzatistas, en las


postrimerías de 1965, con la manera consciente, mecanismos y formas de hacer
la oposición que el anapismo venía probando desde sus inicios. Haciendo eco
de una declaración del dirigente máximo del lauroalzatismo, Alvaro Gómez
Hurtado, acerca de la lucha de clases que los ricos le habían declarado desde
arriba a los pobres, Dangond Uribe señaló: «Los nuevos ricos se han congregado
en los salones bogotanos para hacer un fondo común con sus aspiraciones, con
sus dineros, con sus intereses. Pretenden asumir la totalidad del poder político
para mantener su poder económico. Han iniciado el salto sobre ese poder
político, dirigidos por Alberto Lleras Camargo, quien designó a Carlos Lleras
como apoderado y mandatario general de esa clase. Quieren imponer a Carlos
Lleras como presidente de la República y confiarle la tarea de consolidar sus
privilegios»138. Finalmente, Dangond coincidió con la ANAPO y el MRL en
esperar los resultados de las elecciones parlamentarias para buscar un candidato
presidencial de mutuo acuerdo.

De otra parte, como los demás líderes de los movimientos de oposición, López
Michelsen continuó inculpando de todos los males del país al Frente Nacional.
Inclusive de la abstención electoral: «Si la abstención es mala, el remedio está
en una gran rectificación de los mecanismos del Frente Nacional que la han
engendrado; y no en reverdecer los laureles del sectarismo, exacerbando los
ánimos contra los adversarios del régimen presentándolos como enemigos de
la patria y extremistas que buscamos romper una concordia que hoy no existe
entre los colombianos»139. Considerando que se trataba de un tiempo distinto
al de los comienzos del régimen paritario, el líder de la línea blanda enfatizaba:
«Ya no hay dos partidos con sus pequeñas disidencias sino cinco grupos
distintos, sensiblemente iguales...hay dos soluciones de las cuales depende la
paz de Colombia en los años por venir. La una, la nuestra, admitir el cambio
en las realidades de la política colombiana e iniciar un proceso de rectificaciones
para acomodar las instituciones a esas nuevas realidades. Es lo que hemos
llamado la búsqueda de una nueva normalidad... La otra, es la propuesta por el
expresidente Lleras Camargo, que consiste en tratar de hacer operante el
anacrónico sistema del Frente Nacional, creando el partido de la llamada gente
bien, para redimir el Estado de su ineficacia original, creando una especie de
fascismo de nuevo cuño, afianzado con el poder del dinero»...140. Y remataba

1
" Contra la Plutocrada debe crearse el Fraite Nadonal del Pueblo. Entrevista de Hernando Garavito
Muñoz a Alberto Dangond Uribe. En: MRL de Colombia, noviembre 19 de 1965, p. 5.
158
Ibid
139
Dialéctica de las chequeras, dialéctica de las pistolas. Mensaje para el radioperiódico La Calle,
noviembre 8 de 1965. En: Postdata a la Altemadón...Op. dt. p. 142-143.
140
Si LlerasR. sale elegidonotendrápoderdedsorio. Discursopronundado en el Restaurante Jaroslov,
didembre 12 de 1965. En Postdata a la Altemadón... Op. dt. p. 152 y 153.

99
el dirigente ante una amplia recepción que se le ofreció en el mes de diciembre
de 1965 en el restaurante Jaroslov de Bogotá, en presencia del general Alberto
Ruiz Novoa: «Sustituir el sectarismo de los viejos partidos por un sectarismo
frentenacionalista, de sabor económico y clasista, mal puede ser la solución
para una sociedad desarticulada a la que agita el anhelo de cambio. Si los
gobiernos de partido fueron condenables por precipitar a los contrarios,
proscritos y excluidos, al golpe de cuartel o a la insurrección multitudinaria,
no vemos por qué este desesperado intento de constituir un gobierno de partido,
con un nuevo partido, disfrazado de partido altruista, no vaya a llevar a la
nación a los mismos fracasos»141. No era casual que Ruiz Novoa estuviese
presente en dicha «reunión de amigos». Tres días antes, en una conferencia
pronunciada en los salones de la Sociedad Antioqueña de Ingenieros, López
mostró haber recogido el discurso del controvertido exministro de guerra. Habló
de la carencia de «un propósito nacional». «La autoridad del Estado -dijo- su
fuerza, su poder decisorio dependen de que haya un partido o una coalición de
partidos identificados en determinadas metas concretas y en los procedimientos
para alcanzarlas.. .»142.

2.12 De nuevo el general Ruiz Novoa

La vida política de Alberto Ruiz Novoa no terminó entonces con su paso por el
Movimiento Democrático Nacional, como insistentemente le asegurara al autor
años después. Las fuentes muestran otras cosas. Muy probablemente fallaron
sus cálculos políticos al intentar disolver el MDN. Su desaparición de la escena
política no fue inmediata. Cuando en agosto de 1965 la fuerza pública de
Medellín reprimió una manifestación del padre Camilo Torres, en compañía
de dirigentes del MRL, el general se movilizó a la capital antioqueña para
interceder por la suerte del clérigo. Aprovechó la oportunidad para anunciar
el reinicio de su campaña política. Sostuvo que lucharía «hasta el final,
defendiendo los mismos postulados pregonados antes y después de su salida de
la cartera de guerra»143. El asunto de su aspiración presidencial lo dejaba «en
manos de las gentes». Pero el estudiantado no quiso creerle más. Los
universitarios del Atlántico, a gritos de «traidor», «desertor», y «tránsfuga»,
le impidieron dictar una Conferencia el primero de septiembre. Abordado Rojas
Pinilla sobre las salidas de su antiguo subalterno, declaró: «Yo creo que el
general Ruiz Novoa no tiene un solo elector. El en su vida militar, debió aprender
que la deserción es un delito y que los soldados desertores sólo los sigue la
autoridad para detenerlos y sancionarlos»144.

141
Ibid p. 153-154.
142
Alfonso López se dirige a los Ingenieros de Antioquia. En: MRL de Colombia, didembre 17 de
1965,p.6y 11.
,4J
Véase El Espectador, agosto 11 de 1965, p. 3A
144
Véase La Nueva Prensa, No. 137, septiembre de 1965, p.31.

100
No obstante los rechazos, decidiendo utilizar la razón social del MDN, el
exministro intentó fortalecerse con un sector nacionalista conservador de
inspiración laureanista reunido en torno al periódico Vertical145. Sus editores,
Hugo Mantilla y Antonio José Uribe Prada, se dieron a la tarea de promover de
nuevo al general. A comienzos de diciembre la gran prensa reportó que 213
personas habían asistido, en el Teatro Atenas de Bogotá, al lanzamiento del
nombre de Ruiz Novoa a la presidencia de la República146. El acto estuvo
presidido por Hernando Echeverri Mejía, a quien le correspondió la
proclamación del candidato, por el director de Vertical, y por los presidentes
de las delegaciones departamentales. Aunque la prensa de izquierda y de derecha
minimizó y ridiculizó el acontecimiento, hay que anotar algunos hitos
importantes: la presencia en la arena política de dos MDN147, el discurso de
Ruiz y una nueva propuesta para la unión de la oposición.

A diferencia de sus anteriores intervenciones, Ruiz habló sin ambigüedades.


Se decidió, definitivamente, por las argumentaciones políticas que identificaban
a la oposición que impugnaba al Frente Nacional desde las posiciones de los
movimientos de espíritu nacional-conciliador. En otras palabras, se acercó más
al discurso de sus antiguos socios de La Nueva Prensa y se dirigió a los
concurrentes tocando los temas, planteando problemas y proponiendo soluciones
en los mismos términos del anapismo. En su forma, no se diferenciaban los
discursos. Tampoco en sus contenidos. Destinatarios, denuncias y nacionalismo
ocupan los tres primeros lugares en la estructura de la nueva enunciación política
de Ruiz Novoa. La mayor parte de su intervención la dedicó al análisis y
desenmascaramiento de la política económica oficial. Denunció el crecimiento
de los monopolios nacionales: «... Aquí, a pesar de haber leyes que los prohiben,
existen monopolios que están frenando la industrialización del país, que impiden
el desarrollo de la libertad de empresa y la inversión de los capitales en la
producción, que abusan en la fijación de los precios al amparo de tarifas

145
L a s e d i d o n e s del periódico iban acompañadas de un pequeño subtítulo que rezaba; «vocero
c o n s e r v a d o r nadonaUsta cristiano».
146
Según la expresión de El Espectador, esta vez fue un tal Hugo Mantilla, personaje conservador
«espedalista en el lanzamiento de candidaturas presiden cíales», quien lo lanzó al ruedo. El Tiempo a
su vez, reportó que con la frase de «General, salve usted la Patria» y a nombre del Movimiento
Democrático Nadonal, Hernando Echeverri Mejía había proclamado a R u i z Véase El Tiempo,
didembre 12 de 1968 p.21. Al día siguiente aparedó en este mismo Diario una caricatura de Chápete
que ilustraba la visita de Ruiz a un adivino. El mago consultando su bola mágica le dice al General, le
va a tocar una banda en su futuro. A lo que Ruiz répbca: ¿La banda presidendal ? - No, la banda de
Guatavita, responde el adivino. Véase El Tiempo, didembre 13 de 1965, p.4.
147
En efedo, el día de la proclamadón de la candidatura, aparedó entre los avisos de Propaganda
Política Pagada de El E s p e c t a d o r una advertencia del «verdadero M D N » : «El Movimiento
Democrático Nadonal Rechaza las Componendas Personalistas y Proclama la Necesidad de Luchar
por una Oposddón que le Restaure a la Política la Decenda, la Coherenda y la Firmeza.. EJ Movimiento
Democrático Nadonal denuncia como uno de los grandes males que aquejan al país la incoherenda
ideológica de quienes, cambiando de rumbo cada vez que los vientos del oportunismo soplan en una u
en otra direcdón, están constituyendo la coartada del injusto sistema que mantiene a Colombia en el
subdesarrollo, hipotecada al imperiabsmo norteamericano». Véase texto compldo del documento en
El Espectador, didembre 11 de 1965, p . 2 0 A

101
aduaneras, sin preocuparse por poner los artículos al alcance del consumidor.
Lo único que les interesa es aumentar las ganancias148. Quizás esté aquí la
única diferencia del discurso de Ruiz con el de los mencionados; su propuesta
de rescatar el poder no para el pueblo sino para el Estado; poder que según él
«se ha entregado en las Comisiones de alto nivel a los grupos de presión y a los
monopolios». Condenando la intromisión acelerada del capital extranjero en
la economía nacional, llamó a los gobernantes colombianos «testaferros» de
los norteamericanos. «La forma como se están explotando el petróleo, el oro,
las esmeraldas y el platino colombianos -dijo- constituye uno de los más graves
crímenes contra la economía nacional, hecho a ciencia y paciencia de todos los
gobiernos siempre listos, obsecuentes y flexibles ante las influencias de los
capitales extranjeros»149. Como los anapistas y el otro MDN, Ruiz habló de
una reforma agraria integral con crédito para los campesinos, asistencia técnica,
semillas y aseguramiento de mercados de consumo. Propuso también como
aquellos, una política económica nacionalista y planeada que favoreciera la
diversificación y abogó por el establecimiento de relaciones con todos los países
del mundo. No faltó en su intervención una posición frente a las Fuerzas
Armadas: «Será un Estado donde la Fuerza Pública no estará destinada
exclusivamente a la represión de los humildes y al cuidado de los poderosos
sino que integrada con el pueblo será uno de los principales factores
revolucionarios que sin perder su función fundamental de mantener el orden,
lo hará al servicio de una política de Justicia Social». Se preocupó el candidato
por sensibilizar a quienes hacían parte del ejército colombiano: «Debemos
demostrar a los miembros de las Fuerzas Armadas la obligación que tienen de
darse cuenta de la situación de miseria y de desamparo que vive el pueblo
colombiano; que esa situación tiene remedio y que su solución no puede
demorarse al amparo de bayonetas oficiales que están en las manos de los hijos
del pueblo. Que como en Nuremberg fueron juzgados por crímenes contra la
humanidad quienes aducían solo estar cumpliendo órdenes superiores, asi
también serán responsables de traición a su propio pueblo quienes contribuyan
a su esclavitud social y económica, que es injustificable a la luz de los principios
cristianos y democráticos»150.

Finalmente, Ruiz Novoa, como sus pares de la oposición, llamó a la unidad. A


ella también se refirió Hugo Mantilla uno de los oradores del evento: «Esta
Asamblea propone a todos los grupos opuestos a la candidatura de la satrapía,
que se unan y actúen como un solo cuerpo nacionalista para derrocar el oprobio
vigente e impedir su consolidación,..cancelemos las diferencias personales y
archivemos los odios de grupo para pensar exclusivamente en
Colombia...Unidos seremos invencibles. Unidos, despedazaremos al

Véase texto completo de la intervendón de Ruiz Novoa en: Vertical, didembre de 1965, p.4 y 5.
Ibid
Ibid

102
capitalismo. Unidos, revolucionaremos cristiana y socialmente al país»151.
Incluso la edición de Vertical dedicada al lanzamiento del exministro, insertó
en sus páginas una propuesta de unión que el dirigente conservador Mario
Lasema hacía a los grupos de la oposición: «constituir una coalición Nacional
Revolucionaria que asuma el control del estado colombiano con el fin de
promover el desarrollo socio-económico nacional... Nos constituiremos en una
coalición popular nacionalista dispuesta a responsabilizarse de la eficacia y
continuidad de la acción estatal en pro del desarrollo nacional»152. Sin embargo,
la iniciativa de Laserna no tuvo suficiente resonancia.

Para finales del agitado año de 1965 el destino de la oposición estaba claro
para el Movimiento Democrático Nacional de Alberto Zalamea. El director de
La Nueva Prensa, calificando de «saínete» los últimos pasos del exministro
de Guerra, sentenció que lo único salvable en la oposición eran los «núcleos
populares auténticos como el nacionalismo y las masas decepcionadas que
encuentran en el rojismo una luz»153. Para el jefe nacionalista, sólo contaba en
estos momentos su movimiento y el del general Rojas. Si con el triunfo electoral
del anapismo en 1964, el nacionalismo de Zalamea le entreabrió las puertas de
su revista a Rojas, ahora en la agonía de 1965 se las abrió de par en par. Un
comentario de la revista en septiembre fue el anuncio: «... el sector político del
país que más representa algo concreto contra el actual statu quo, es el rojismo,
aunque a muchos les cause sorpresa»154. Es interesante anotar que el espacio
abierto en la revista era, en primerísimo orden para el General y en menor
escala para su hija y para el destacado político vallecaucano Hernando Olano
Cruz. Cuando la revista se refería a la Alianza Nacional Popular, lo hacía para
resaltar lo nacional y popular, pero nunca destacaba un cuarto hombre de ese
movimiento. Reportando los éxitos de una sonada gira de Rojas, la revista
comentó: «De la visita de Rojas a ciudades de la Costa Atlántica y
particularmente a Barranquilla, donde siempre ha habido gran mayoría liberal,
se saca en claro que las tesis nacionalistas, las tesis sociales, las tesis contra el
bipartidismo oficializado se abren cada vez más amplia vía en la conciencia
del pueblo colombiano»155.

151
Ibid
152
Ibid
153
VéasemformeEspedal: Si señor, insistimos: la política puede ser algo decente. La Nueva Prensa
No. 140, didembre 17 de 1965, p. 18.
154
Véase La Nueva Prensa, No. 137, septiembre 6 de 1965,p.32.
155
Véase La Nueva Prensa, No. 141. febrero 12 de 1966,p,15.

103
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ALIANZA
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NACIONAL
POPULAR
Portada de to PLATAFORMA de la ANAPO
publicada en diciembre de 1964.

104
3. PLATAFORMAS, DOCUMENTOS PROGRAMÁTICOS
Y PERIÓDICOS MOVILIZADOS DURANTE
LA CAMPAÑA ELECTORAL DE 1965-1966

«Raras veces en la historia de Colombia h a n


coincidido los distintos grupos políticos en estar de
acuerdo en cuanto a los objetivos últimos, pero
también j a m á s h a n estado tan distanciados sobre
los medios p a r a alcanzarlos»^

3.1 La ANAPO: constantes políticas y la reaparición de


"Alianza Popular"

A medida que avanzaba la década del sesenta se multiplicaban los movimien-


tos de oposición. Novatos en su mayoría, comenzaban apenas a levantar el
edificio de su nueva enunciación política. Tenían en su contra haber saludado
con entusiasmo, gran parte de sus dirigentes, el advenimiento de un Frente
Nacional venido a menos. Sus posturas a veces indefinidas, a veces contradic-
torias, no tenían la permanencia necesaria para provocar la credibilidad popu-
lar2. La ANAPO en cambio no estaba improvisando. Había sido vertical en sus
posiciones frente a su adversario. Otros grupos, como el comunismo o el
emerrelismo para legitimarse ante el pueblo como oposicionistas de verdad,
tuvieron que empezar por explicar sus buenas relaciones con «la gran coali-
ción» durante sus primeros años. Al contrario, los anapistas habían señalado
y reiterado hasta la saciedad cada una de las insuficiencias que las nuevas
agrupaciones le enrostraban ahora al sistema: su esencia antipopular,
antinacional y sus lazos con los organismos que monopolizaban la vida econó-
mica del país. El anapismo entraba a la nueva contienda electoral con destinata-
rios positivo y negativo definidos. La ANAPO pues, aventajaba a todos los
enunciadores del discurso electoral de la oposición al régimen. Al lado de
nuevos contenidos ideológicos convivían sus permanencias: «En oposición a
ese totalitarismo de privilegio, escribieron los ideólogos en la plataforma de
1964, Alianza Nacional Popular busca que el pueblo colombiano, llámese
conservador, liberal o sin partido, se una y luche contra el enemigo común que
es la explotación de los poderosos y sus condiciones de miseria, imposibilidad

1
Véase López M. Alfonso. vE\ país no necesita una endclopedia sino un gobierno fuerte que no
esté sujeto a presiones». En: Posdata a la Altemadón. Intervenciones Políticas de 1964 a 1970. Bogo
tá. Editorial Revista Colombiana Limitada, didembre de 1970,p. 100
2
El jefe del lauroalzatismo por ejemplo, no obstante haber empezado una bebgerante campaña
contra la candidatura del bberalismo ofidalista, de pronto a comienzos de octubre de 1965 tendió
puentes de acercamiento hada Lleras Restrepo. A finales del mismo mes en una reunión en Cali mani-
festó: <¿Lleras no. Con esa bandera vamos a disputar y a ganar las elecdones». Véanse los editoriales
de Alianza Popular «La Capituladón». de odubre 14 y «El Oportunista» del día 28 del mismo mes.

105
de educar a los hijos, enfermedad, carencia de vivienda, violencia capitalis-
ta»3.

El once de octubre de 1965, luego de un cese de actividades, reaparece el


órgano de difusión de la ANAPO: «Alianza Popular. Diario del Pueblo».
Fue uno de los últimos periódicos en aparecer en el concierto de los voceros de
la oposición4. A diferencia de los otros órganos de la oposición, el anapista era
diario vespertino en la capital y matutino en la provincia. En recuadro de
primera página, el periódico señaló su papel de la siguiente manera: «...de-
nunciaremos todos los atropellos y crímenes del Frente Nacional, los negocia-
dos de los señores del gobierno, los delitos de la clase que detenta el poder en
su mano sucia, los abusos que se cometen en nombre de la democracia que no
es sino una falsa palabra convencional, manchada de sangre y de cieno. Aquí
denunciaremos también todos los crímenes que se cometen contra el pueblo,
contra las masas humildes y desamparadas, contra los campesinos sin hori-
zonte, contra los proletarios olvidados, contra la voluntad propia, contra la
economía nacional, contra la salud de los pobres. Este será sencillamente el
diario del pueblo, para defender sus derechos y buscar la solución de sus an-
gustias»5.

Celebraban los anapistas, con la reaparición de su periódico, un aniversario


más del regreso de Rojas al país6. Alianza Popular buscaba neutralizar la
campaña de desprestigio que la gran prensa adelantaba en contra de Rojas y
del anapismo. Pero ante todo, fue la voz del movimiento. En el periódico se
plasmaron sus opiniones y se analizaron temas y problemas del acontecer na-
cional. De otro lado, el 20 de marzo y el 1 de mayo de 1966 tendrían lugar las
elecciones legislativa y presidencial respectivamente, razón principal para que
los anapistas renovaran su actividad periodística.

Gracias a su periódico, los anapistas lograron establecer una comunicación


directa con militantes y simpatizantes de todo el país. El órgano se difundía a
través de los comandos de barrio en las grandes ciudades y de los Comandos
departamentales en la provincia. El líder anapista puso en conocimiento de
sus coterráneos las tesis que el periódico de su movimiento reproducía: comu-
nicados y mensajes del jefe del movimiento, resoluciones, comunicados de los

1
Véase Plataforma de Alianza Nadonal Popular... Op. cit. p. 9.
4
MRL de Colombia, del lepismo emerrebsta; La Calle, de la Línea Dura del MRL; Batalla dd
Pueblo del FUAR, MDN diario nadonalista y La Nueva Prensa, del MDN; el Frente Unido, del
FUP; Pueblo y Libertad, del Partido Sodal Demócrata Cristiano y Argumentos, del Movimiento
Sodalista Colombiano.
5
Véase Alianza Popular, octubre 11 de 1965, No. 62,p.l.
6
En la introduedón a la entrevista concedida por Rojas Pinilla al Diario en su primer número se
lee: «Publicamos el siguiente reportaje que tuvo a bien conceder para este diario el general Rojas
Pmilla al cumplirse, en el día de hoy 11 de octubre de 1965, el séptimo aniversario de su regreso al
país». Véase Alianza Popular No 62 octubre 11 de 1965, p. V

106
comandos de barrio y regionales; cartas de colombianos que manifestaban su
acuerdo con las tesis anapistas, mensajes y escritos de agrupaciones políticas y
gremios sociales que, como los sindicatos y las cooperativas o políticos de las
agrupaciones de la oposición, coincidían con sus críticas al establecimiento.

Como en su primera época. Alianza popular traía doce páginas y escasa pu-
blicidad. Y como entonces, continuó denunciando las debilidades y errores del
régimen a través de sus artículos y crónicas o ilustrando gráficamente las pau-
pérrimas condiciones de vida de los sectores populares. Ese fue su estilo de
proselitismo político desde el periodismo. Como la mayoría de agrupaciones o
personajes adversos al pensamiento hegemónico del Frente Nacional, los
anapistas fueron condenados por los principales medios de comunicación, al
ostracismo.

La nueva dirección de Alianza Popular la conformaban hombres expertos en


la combinación del periodismo con la actividad política. Sus directores habían
hecho carrera en la prensa alzatista: Hernando Olano Cruz, Samuel Moreno
Díaz y Ovidio Rincón. Diez años atrás, Olano había tenido bajo su dirección el
periódico prorrojista Diario del Pacífico. El honor de «Fundador e Inspira-
dor», naturalmente le correspondía a Rojas Pinilla. El consejo de redacción lo
integraban Arturo Villegas Giraldo, Fernando Pardo Quintana, Parmenio Za-
pata, Mario Montoya, Carlos Monroy Reyes y Ricardo Bejarano. Los tres pri-
meros venidos del liberalismo popular; los otros provenientes de antiguas disi-
dencias conservadoras. En el Diario escribieron con regularidad María Eugenia,
Néstor Forero G , el director y fundador del semanario bumangués La Nota,
Roberto Harker Valdivieso y Carlos D. Roca, entre otros7.

A continuación reconstruimos el discurso político-electoral de la ANAPO (su


evolución hacia 1966) a través de un estudio en detalle de los contenidos de
Alianza Popular. El material ha sido clasificado en los bloques: editoriales,
artículos de análisis, documentos y crónicas y mensajes políticos publicitarios
Se tratará en lo posible de establecer la dinámica del discurso anapista desde
éste tipo de fuentes. Presentaremos inicialmente los resultados obtenidos con
una muestra de 25 editoriales comprendidos entre el primero de octubre de
1965 y el 16 de marzo de 1966. Las unidades de análisis seleccionadas son las
siguientes; «Contra el establecimiento», «Destinatarios Sociales», «Naciona-
lismo», «Anapo-Rojas», «Denuncia de», «A favor de», «Religión», «Revolu-
ción», «Problemas» y «Soluciones».

7
A mediados de jubo de 1966 aparedó la columna del diredor y fundador de la desapareada
revista LNP Alberto Zalamea. Después de las decepdones políticas de 1965 y del derre de su revista
un mes antes, Zalamea se indino máspor la acdón política y cambió el nombre de su antigua columna
en LNP, Diario de un periodista, por Diario Político pubbcado en la última página de «Alianza Popu-
lar».

107
3.2 Editoriales y contradestinatario anapista

El contenido de los editoriales fue el punto de partida del discurso que distin-
guió a los anapistas de los demás movimientos de la oposición. Tiene impor-
tancia este tipo de documento por tratarse de la voz oficial de la agrupación,
por constituir su respuesta directa e inmediata a los ataques provenientes de su
adversario político. En los editoriales, se le confiere gran importancia a lo que
podríamos llamar culminación del proceso de configuración del contra-
destinatario de sus mensajes. Es decir, el acabado de un contradiscurso que los
anapistas venían construyendo desde sus remotos orígenes. El segundo lugar
de importancia en los editoriales lo ocupan las referencias a Rojas y a su movi-
miento. En un tercer lugar, el documento está dedicado a reafirmar su destina-
tario positivo.

Desde el primer editorial de la nueva edición de Alianza Popular, titulado


«La lucha contra el sistema», el anapismo reafirmó el lenguaje y el tono de su
irreversible oposición al régimen político imperante. Sin ninguna duda, el
Frente Nacional se había convertido en el destinatario negativo de la totalidad
de su discurso. Ocupaban lugar de preferencia vocablos y frases dirigidos con-
tra todas las partes integrantes del establecimiento: políticos e ideólogos; la
gran prensa y la oligarquía, sus actividades, pasos y medidas. Los editorialistas
escribieron con profusión sobre la «melancólica evolución» del Frente Nacio-
nal; siguieron sosteniendo su tesis de que con la llegada de «la gran coalición»
al poder, «el oligopolio había entrado a la política». Presentaron a los gobier-
nos frentenacionalistas como la causa de todos los desastres del país. Ocupa-
ron destacado lugar también, las referencias y alusiones a las personalidades
más sobresalientes del bipartidismo oficial: Carlos y Alberto Lleras. Por con-
centrar estos dos personajes el espíritu de la coalición bipartita en el poder,
sobre ellos recae la mayor parte de los ataques de los editorialistas. Alberto
Lleras Camargo, creador del Frente Nacional, era recordado como el más en-
conado y eterno adversario del anapismo. Escribían que «por sus crímenes
contra las clases humildes», se habían cerrado «los horizontes de la decen-
cia»; le enrostraban su responsabilidad en la dirección oligárquica del Estado
colombiano8. A Carlos Lleras Restrepo se le relacionó directamente con los
desastres nacionales. «Combatimos al doctor Lleras Restrepo porque él ha
sido el inspirador de esa horrenda injusticia y de esa explotación innoble que
ha dado por resultado un estrecho círculo de opulentos que cabalgan sobre la
angustia y miseria de nuestra patria...Combatimos al doctor Lleras Restrepo
como a uno de los representantes de la oligarquía, liderato supremo que com-
parte con su consanguíneo Lleras Camargo y con el doctor Mariano Ospina
Pérez»9. A Lleras Restrepo le adjudicaron la autoría de los decretos de las

Véase «El fracaso de la famüia Lleras», Alianza Popular 3-9 de didembre de 1965, p. 4.
Véase La lucha contra el sistema. Editorial. Alianza Popular, octubre 11 de 1965, p. TV.

108
últimas devaluaciones que, según el anapismo, no habían tenido otro efecto
que «aumentar las ingentes ganancias de los poderosos y la ruina y la desola-
ción de las clases desposeídas»10.

Estas eran las imágenes que de los más hábiles y prestigiosos ideólogos libera-
les del Frente Nacional proyectaba Alianza Popular. Posiblemente, por co-
rresponderá ejercer la presidencia al partido liberal en el siguiente cuatrenio,
los dardos del discurso antiestablecimiento recayeron en las personalidades de
esa agrupación. La activa presencia de los Lleras en la vida política del país
fue presentada «como un peligro mortal». Su diagramación de la nueva políti-
ca económica hizo que ambos fueran presentados como modelos de insensibi-
lidad con los problemas de los más necesitados. A Lleras Camargo, en particu-
lar, se le relacionó con la penetración del capital norteamericano al país. No
carecia, pues, el discurso de la prensa anapista de legitimación. A través de los
pasos de los Lleras, los ideólogos del anapismo demostraron sin mucho esfuer-
zo el carácter excluyente, elitista y oligárquico del régimen; lo mismo que su
olvido de los problemas más sentidos por la mayor parte de la población co-
lombiana. Presentando a los Lleras como «amenaza mortal» para los colom-
bianos pobres, la prensa anapista, de manera inconsciente, puso a girar su
campaña electoral en los términos del bien y del mal que conscientemente el
gobierno quería. Lleras Restrepo era presentado por los periódicos oficiales
como tabla de salvación del sistema y el órgano anapista presentaba a su cau-
dillo como el salvador del pueblo. De la misma forma que en la campaña
electoral anterior, el anapismo procuró mostrarse ante los colombianos como
una agrupación decididamente opuesta al orden establecido por el Frente Na-
cional y en ese sentido se creía la única capaz de beneficiar a las «mayorías
nacionales».

A partir de este momento advertimos avances en el discurso electoral de la


ANAPO. A diferencia de su anterior participación en las campañas electora-
les, ahora no bastaba la inmoralidad e insensibilidad social de los Represen-
tantes del Frente Nacional para que el movimiento les declarara su oposición.
Tampoco era suficiente oponerse al nuevo orden por el simple hecho de haber
sido desplazados los rojistas del poder o por autodenominarse y erigirse como
«los verdaderos voceros del pueblo». Ahora los ideólogos de la agrupación
esgrimían con mayor claridad y énfasis sus concepciones del desarrollo social.
La particularidad del discurso anapista consiste en la utilización del lenguaje
popular, en la explicación de sus tesis con emotividad y pasión. A las formas
religiosas de su lenguaje politico-electoral, se incorpora la racionalidad del
análisis objetivo. A diferencia de sus anteriores participaciones en política, la
ANAPO además de dirigir sus ataques a los orígenes políticos y sociales de sus
adversarios, critica en igual medida sus programas electorales. Comportamiento

Ibid.

109
que se daba, en cierta medida, conscientemente como resultado de su partici-
pación en la política desde 1961".

La ANAPO no abandona su fijación de salvadora del pueblo. Entre sus desti-


natarios políticos, los editoriales se refieren a los problemas y padecimientos
de «los humildes», «los desamparados», «los desposeídos», «los humillados».
Atributos que reafirman los componentes paternalistas y religiosos de su dis-
curso. La representación de «pueblo» se encontraba muy ligada al imperativo
cristiano de «ayudar a los más necesitados».

Como se ha esbozado y demostrado con el análisis del comportamiento de la


colectividad anapista en el Parlamento, para mediados de la década del sesen-
ta, la ANAPO se proyectaba ante sus contemporáneos como una agrupación
política madura. De allí la importancia de resaltar que casi el 10% de los
indicadores de la categoría «Destinatario» están dirigidos específicamente a la
cooptación de simpatizantes de otros grupos políticos, en particular del libera-
lismo. Pero, el llamado que se hace a los liberales es selectivo. Se trataba de
«las mayorías populares del liberalismo», de «los liberales rojistas», «los libe-
rales de abajo», «el caudal liberal anapista», en fin de «los liberales del pue-
blo». Con escasas reiteraciones convocaron también a los «Demócratas-cris-
tianos» y a «los socialistas». A medida que avanzaba el tiempo, los editorialistas
de Alianza Popular diversificaban los destinatarios de su mensaje: «los estu-
diantes», «los colombianos», «las multitudes», «los consumidores», «los inte-
lectuales», «los ciudadanos», «los pequeños comerciantes», «los loteros», «los
artesanos», e inclusive «los lustrabotas», «las verduleras» y «los indigentes».
La ANAPO se autoproclama defensora de sus intereses. En ese sentido deni-
gra de: «los tenderos aristócratas», «los nobles gerentes», «los distinguidos
señoritos del comercio», «las damas aristocráticas de la oligarquía», «las gen-
tes adineradas», y a «los grupos plutocráticos». Si, desde los destinatarios de
un discurso electoral, se pudiera establecer la composición social de un movi-
miento político podríamos estar de acuerdo con los editorialistas de Alianza
Popular: «... nosotros seguiremos llenando las plazas y calles en Colombia,
con las multitudes humildes y desharrapadas, con los maleantes y marihuaneros,
con los lustrabotas y las verduleras, con todo el conglomerado humano y que
constituye las mayorías colombianas y que está con nosotros; nosotros segui-
mos con el pueblo, que es precisamente donde reside la legítima voluntad
popular y del cual emana la verdadera legalidad...»12

11
Una amplia informadón sobre el comportamiento de los legisladores anapistas tanto en el Con-
greso como en los Concejos Municipales puede verse en: Ayala Diago César Augusto. El Discurso
Parlamentario de la Representadón Anapista en las Corporadones Púbbcas durante la legislatura
1964-1966. Eh: Revista Politeía déla Facultad de Derecho, Ciendas Políticas y Sedales de la Uni-
versidad Nadonal de Colombia. No. 15 1994, p. 56-84.
12
Véase Por qué las Calumnias ?. En: Alianza Popular No.74, febrero 4 de 1966, p. 4.

110
La ANAPO no perdía tiempo excusándose ante la clase dirigente de su con-
ducta pasada o presente, como sí lo hacía el líder de la Línea Blanda del MRL.
Todo lo contrario. El editorialista anapista es contestatario. Mientras el go-
bierno a través de la gran prensa presentaba a los anapistas como individuos al
margen de la ley, la ANAPO mostraba a sus principales adversarios políticos
en su cualidad de perversos. Empero, muchas veces, los anapistas no rechaza-
ron en su totalidad los juicios que sobre ellos hacía el régimen, sino que se
servían de los mismos para condenar las medidas y pasos oficiales y, ante todo
para proclamarse como los «únicos voceros del pueblo». «Nosotros somos -
decía un editorialista - para la dorada oligarquía que peca y delinque en gran-
de, una turbamulta feroz, maleducada y rebelde; y eso nos complace, tenemos
una espléndida masa de pelea, capaz de empujar con el pecho desnudo las más
afiladas armas y de combatir en las más difíciles circunstancias»13. Así, depo-
sitando toda su razón de ser en «el pueblo» o en «las masas», los anapistas
pretendían dejar sin legitimidad popular al Frente Nacional.

Cuando la ANAPO presentó por primera vez listas para el parlamento en 1962,
y por lo regular siempre que se acercaban las elecciones, el Frente Nacional
mediante la gran prensa, para desacreditar al movimiento, volvía sobre las
contradicciones y fallas del régimen militar. Ahora, el impulso que venía to-
mando el anapismo desde las elecciones de mitaca de 1964 y las multitudinarias
manifestaciones que recibían a Rojas en las localidades, hizo que los periódi-
cos que respaldaban el régimen oficial, arreciaran las tormentas de inculpaciones
contra los anapistas14. Estos sin embargo, ya no respondían, a las «tergiver-
saciones y calumnias de la gran prensa», únicamente con las referencias a las
«bondades y medidas populares» del gobierno militar. Aunque éstas se men-
cionan, no se tienen en cuenta tan sólo para presentarlas en calidad de solucio-
nes políticas y sociales. Para ellos, el cambio de las estructuras, es decir: «la
reforma del aparato estatal, la asistencia estudiantil, la producción de materias
primas, la creación y participación en nuevos mercados o la protección de la
moneda nacional», son propuestas tratadas en los editoriales como planes a
desarrollar para alcanzar la armonía social y el equilibrio político. Ahora la
defensa del orden social no la hacían con el único propósito de instaurar un
modelo del pasado, sino que con base en ese modelo pretendían la «moderni-
zación» del Estado.

También revelan los editoriales de Alianza Popular, el nacionalismo que se


gestaba dentro de la organización desde comienzos de la década. Nacionalis-
mo que salió a flote a raíz de la invasión de las tropas norteamericanas a
República Dominicana y de la consolidación de empresas estadounidenses tanto
en Colombia como en el resto del continente. Desde la Cámara de Represen-

Véase «La Violenda rojista». En: Alianza Popular No. 63. Odubre 14 de 1965,p. 4.
Véase «Por qué las calumnias ?». En: Alianza Popular, No. 74, febrero 4 de 1966, p. 4.

111
tantes los voceros anapistas venían denunciando el «comportamiento
extranjerizante» de la clase dirigente. La mayor parte de las referencias de los
editoriales tuvieron que ver con los Estados Unidos como enemigo externo. Se
conservan todavía las apelaciones al «patrioterismo» a la manera del Rojas de
los tiempos del gobierno militar. Apenas se advierten algunas alusiones a las
experiencias nacionales de algunos de los paises del «tercer mundo».

De otra parte, los editoriales del vocero anapista denunciaron ante todo la
represión del régimen y defendieron los derechos del ciudadano, en otras pala-
bras, los logros de la democracia burguesa. Prestaron atención a los problemas
y a las soluciones de los más acuciantes problemas de la gente común. El costo
de la vida, la miseria, los impuestos tenían su puesto preferencial en los escri-
tos editoriales de Alianza Popular. Día tras día los lectores del periódico eran
testigos de la preocupación del movimiento por las alzas en el transporte, en
los artículos de primera necesidad y en los arriendos, consecuencia, según
escribían, de las políticas económicas del Frente Nacional. «Alianza Nacional
Popular -afirmaba un editorialista- rechaza en ésta, como en todas las veces,
las alzas en los costos de la vida. No es simplemente una posición demagógica;
consideramos que el gobierno ha violentado la lógica en los altos gastos oficia-
les; que la ha violentado en la continuidad de una política de préstamos inter-
nacionales, cuya incorporación a la prosperidad colombiana es muy discuti-
ble; que la ha violentado en el exceso burocrático. Que ha permitido la voraci-
dad de los oligopolios, el exceso en la ganancia, los turbios negociados en
dólares, la especulación.,.»15.

Desde su victoria electoral en marzo de 1964, los anapistas habían empezado


a renunciar a la vía conspirativa como forma de alcanzar el poder. Se habían
decidido, aunque a regañadientes por la vía electoral. «No es éste nuestro me-
dio ni era éste nuestro programa -señalaba uno de los editorialistas-. Los rojistas
llegamos al estadio nacional como una falange subversiva. Propusimos el des-
cuartizamiento de las oligarquías y convocamos al pueblo en pleno, ya estra-
gado de sectarismos para que abandonara las odiosas prácticas y se preparara
para la toma del poder»16. Así, anotaban que los medios habían cambiado pero
no los fines. No obstante aceptar las reglas del juego, el discurso electoral
anapista no estaba exento de reservas, «frecuentamos las votaciones porque
allá nos esperan nuestros enemigos y a éstos hay que buscarlos donde se en-
cuentren. Declaramos que aquello es una farsa, una mentira endomingada, un
truco de los magnates del dinero para hacer creer a los humildes que partici-
pan en las dirección del Estado. El episodio es un vicio nacional que promete-
mos extinguir desde el gobierno. Para entonces crearemos la auténtica consul-
ta de las clases trabajadoras»17. Lo que en principio podría revelarse como una

Véase «Menos arroz en la sopa». En: Alianza Popular, febrero 12 de 1966, No 81, p. 4.
Véase Las Malditas Elecdones. En: Alianza Popular No.66, octubre 20 de 1965, p.4.
Ibid.

112
actitud contradictoria y confusa, redundaría en una acertada estrategia políti-
ca. Es decir, conservando el discurso agresivo y revanchista en momentos col-
mados de tensiones sociales y reiterando con intransigencia su oposición irre-
conciliable al sistema, la ANAPO aceptaba los mecanismos establecidos por el
nuevo orden. «Absurdo seria, -leemos en uno de los editoriales- despreciar el
procedimiento que el adversario nos ofrece para derrotarlo. Además no le te-
memos a la reyerta cívica porque la mayoría del pueblo habita nuestros cam-
pamentos»18. Así, pues, la Alianza Nacional Popular reafirma su política de
participación electoral, autodefiniéndose a la vez como abanderada de la revo-
lución nacionalista y popular que según sus ideólogos «reclamaba el país». En
realidad, no carecían los anapistas de ninguno de los componentes claves para
participar en la política colombiana. Con caudillo definido y fogueado, depo-
sitaban en el pueblo «la legítima voluntad popular y la verdadera legalidad».
Le invitaban a sacudir «el yugo de la iniquidad y de la miseria» y a «levantar
su cabeza inconforme, en un violento gesto de rebeldía para protestar por to-
das las injusticias y por el desorden social en que se debaten las gentes humil-
des de Colombia»19. Y cuando la crítica los asediaba por su discurso beligeran-
te, sacaban a relucir su vocación conciliatoria: «Hemos insistido en que la
revolución puede hacerse pacíficamente; que es posible realizar en el acuerdo
de los ciudadanos las transformaciones esenciales que el país requiere, que
nuestro pueblo es bueno, es confiado, es cristiano»20.

La edición del 27 de enero de 1966 de Alianza Popular estuvo dedicada a la


publicación de la nueva plataforma del movimiento anapista. No era una pla-
taforma nueva, permanecían intactos todos los planteamientos que contenía la
de diciembre de 1964, Sin embargo, por su difusión, por el espacio que había
ganado ya el anapismo y por la proliferación de documentos en la arena polí-
tica, el documento de los anapistas fue el último en aparecer; hecho que lo
puso en ventaja frente al resto de programas políticos que circulaban en el
país. El documento resplandece no sólo por haber podido sintetizar la expe-
riencia de la historia del anapismo, sino, además, por haberse erigido sobre los
planteamientos y propuestas que los otros movimientos de oposición venían
esgrimiendo. Los redactores de la plataforma lograron adaptar a sus formas de
concebir los problemas sociales, los programas y consignas de lucha de movi-
mientos políticos que habían desaparecido o empezado a languidecer: La Lí-
nea Dura del MRL, el Frente Unido, el Movimiento Democrático Nacional y
el Partido Demócrata Cristiano, entre otras agrupaciones.

Ibid
Véase «Por qué las calumnias ?». En: Alianza Popular, febrero 4 de 1966,p. 4.
Véase «La violenda rojista». En: Alianza Popular, odubre 14 de 1965, p.4

113
Para complementar nuestras observaciones sobre la evolución del anapismo,
seleccionamos 57 documentos publicados en Alianza Popular antes del 20 de
marzo de 1966.21

3.3 Rojas ejerciendo su poder

En recuadros bajo la denominación de «Advertencia» y «Prevención» se pu-


blicaron en el diario oficial de la ANAPO, los mensajes que el General envia-
ba a los comandos regionales, para dirimir conflictos. La mayor parte de ellos
ocasionados por desacuerdos en la conformación de listas para los Cuerpos
Colegiados. Esto revelaba, superficialmente, el crecimiento del movimiento.
Mostraba una de las variables que podría explicar ese intempestivo auge: la
necesidad que tenían amplios sectores de la población de conquistar nuevos
espacios por encima de la estrechez del Frente Nacional.

Los contenidos de 15 testimonios firmados por Rojas muestran las tempranas


crisis por las que atravesaba internamente el movimiento. Rojas entonces, de-
cidió poner la casa en orden. No era difícil. Precisamente se caracterizaba el
Movimiento por su estructura militar jerarquizada. Rojas le recuerda a los
destinatarios de sus mensajes, que la ANAPO es «un movimiento jerarquiza-
do» en el cual se hacía necesario «preservar la disciplina y defender la unidad
perfecta». En esto residía, para él, la fuerza de su agrupación22.

Es característico de los documentos producidos por Rojas Pinilla sus apelacio-


nes por igual al «pueblo liberal», al «pueblo conservador» y al «pueblo rojista».
En ellos están presentes las denuncias contra la devaluación y el alto costo de
la vida, como efectos del establecimiento y fracaso del Frente Nacional. Rojas
lo mismo que los editorialistas de Alianza Popular, inculpa a las «oligarquías
liberales y conservadoras», y en particular a Carlos Lleras Restrepo y Alberto
Lleras Camargo, de los problemas del país.

21
37 de ellos pertenecen a integrantes y directivas de la ANAPO y 20 a organizaciones gremiales y
particulares, cuyos planteamientos son muy cercanos a los del Movimiento. Los documentos anapistas
son: 15 mensajes y avisos firmados por Rojas Pinilla; 8 capítulos de la plataforma programática; 5
cartas de dirigentes de la ANAPO; 3 documentos de diferentes comandos anapistas; 2 dos discursos
radiales, uno de María Eugenia y el otro del general (r) Gregorio Duarte Jiménez; y un mensaje de
Roberto Harker Valdivieso al anapismo santandereano.
22
El siguiente es el texto compldo del documento: «MENSAJE DE ROJAS PINILLA A LOS
COMANDOS DE SANTANDER./ Dodores Roberto Harker Valdivieso, Edmundo Morales Behrán,
Paúl Duran Reyes, Carlos Parra./ Fin respuesta a su mensaje de ayer permítame manifestarles Reinaldo
Hernández no pertenece Alianza Nadonal Popular pues fue expulsado movimiento por indecoroso y
traidor. Ruégoíes transmitir este mensaje comandos municipales Santander fin nuestros amigos sepan
aditud deben adoptar frente audaces prdensiones dicho sujeto ha querido utilizar posidones exaltólo
ANAPO, solamente para benefido personal. Este es un movimiento jerarquizado y estoy dispuesto
toda costa preservar disdplina fin mantengamos unidad perfecta pues ahí reside parte nuestra tuerza.
Desde ahora condeno cualquier intento disidente de quienes hadándose pasarpor rojaspinillistas quie-
ren engañar a algunos ingenuos amigos didéndoles que voten por hstas distintas a las autorizadas./
Estas listas serán elaboradas por mi y oportunamente las haré conocer a fin de que mis amigos no
tengan la menor duda sobre su autentiddad. Cordial saludo./Gustavo Rojas Pinilla. Véase Alianza
Popular,febrero 11 de 1966,No. 80,p 11. y marzo9 de 1966,No.l02,p. 2.

114
Ante la opresión y exclusión de los sectores populares, originados en la admi-
nistración de Lleras Camargo y continuados en la de Guillermo L. Valencia, la
ANAPO era para Rojas, la mejor opción en el próximo debate electoral. Con
un lenguaje sencillo, recargado de un vocabulario cristiano. Rojas proyectaba
así las imágenes suya y de la ANAPO: «El Movimiento nació con un hombre
salido de una cárcel donde pagó el tremendo delito de haberle servido durante
cuatro años a los pobres trabajadores colombianos sin perseguir a las oligar-
quías y fue creciendo poderoso por encima de la delincuencia oficial y la per-
versión de las oligarquías que no ahorraron calumnias y atropellos para dete-
nerlo hasta conseguir que la verdadera justicia social, por la cual Jesucristo
murió en la cruz hace dos mil años, esté imperando ya hasta en la misma
conciencia de los señores del gran dinero y de la indecente politiquería, que
reconocen la verdad de nuestros programas doctrinales y la necesidad de una
transformación revolucionaria para que esajusticia social sea una realidad en
Colombia»23.

A diferencia de la plataforma general, donde sus redactores proyectan la Alianza


Nacional Popular como comunidad política, los Editoriales y documentos de
Alianza Popular proyectan ante todo al jefe máximo de la organización. Re-
saltan de él sus cualidades y virtudes, sus dotes de caudillo, su honestidad y
ecuanimidad. En esto tuvieron que ver las coyunturas políticas. La plataforma
fue difundida en el sosiego que les produjo a sus redactores el avance electoral
de 1964, mientras que para 1965 la agitación política que vivía el país y el
crecimiento de la ANAPO imponía la necesidad de poner a girar el movimien-
to en torno a Rojas. En la medida en que se desdibujaban las candidaturas
antilleristas y todo el establecimiento se reunía alrededor de lafigura de Lleras,
los ideólogos de la ANAPO se esforzaban por que la atención popular se diri-
giera hacia el General. Cuando de mencionar a Rojas o a la ANAPO se trata,
el 75.1% de las referencias tuvieron que ver con Rojas, el 15.5% con la comu-
nidad rojista-anapista y sólo el 9.4% con la ANAPO. (Ver Tablas 1 y 2).

Para muestra los ejemplos: Alianza Popular publicó en la primera edición de


su nueva salida, una carta que María Eugenia Rojas le enviara al dirigente
rojista Benjamín Burgos siete años atrás. En ella, la hija del General respondía
detalladamente a las acusaciones que contra su padre proferían sus detracto-
res. La imagen de Rojas, que proyecta la misiva es la de un hombre valeroso
que se había enfrentado a sus acusadores únicamente con la confianza en sí
mismo, en su honestidad, y con la seguridad «de que saldría adelante con el
triunfo de la verdadera justicia». «Rojas Pinilla, escribía la dirigente, simboli-
za la luz de esperanza ante las fuerzas del mal que buscan condenarlo en 1958
y en 1966»24. En otra carta que reproduce el órgano oficial del anapismo.

21
Véase «Transformadón Revoludonaria». Entrevista a Rojas Pinilla en el séptimo aniversario de
su regreso al país. Alianza Popular, odubre 11 de 1965. p. V.
24
Véase carta enviada por María Eugenia a Benjamín Burgos el 29 de septiembre de 1958. En:
Alianza Popular No. 62, octubre 11 de 1965,p 8.

115
TABLA No. 1
REFERENCIAS A ROJAS Y A LA ANAPO EN
LA PLATAFORMA 1960-1966

(8
O
c
Indicadores No. Subindicadores 3
No. O CS
41 !? O
a.

1 Alianza 1 Alianza Nacional Popular 38 50.6


Nacional 2 Movimiento de Alianza
Popular Nacional Popular 16 21.4
3 El Movimiento 8 10.7
4 Movimiento nacionalista 5 6.7 54.3
5 Nuestro 4 5.3
Frecuencia 6 Nuestro Movimiento 2 2.6
75 7 En el orden nuevo que propi-
ciamos 1 1.3
8 Movimiento nacionalista y
cristiano 1 1.3

2 Rojas A: GOBIERNO DE ROJAS


Pinilla 1 Fuerzas Armadas 8 12.6
2 Fin de una etapa sangrienta 7 11.1
3 Gobierno militar 7 11.1
4 Su mandato 4 6.3
5 Vigoroso movimiento militar 2 3,2
de poder popular
6 Regreso de los exiliados 2 3.2
7 Su obra de gobierno 1.6
8 El 13 de junio de 1953 1.6
9 Libertad de los presos políticos 1.6 45.7
Frecuencia 10 Nuevo régimen militar 1.6
63 11 Créditos de las entidades
bancarias oficiales 1.6
12 Convivencia colombiana 1.6
13 Seguridad para todos 1.6
14 Empresa de pacificación 1.6
15 Justicia social 1.6
B: ROJAS PINILLA:
16 El General Rojas Pinilla 15 23.8
17 Rojas Pinilla 4 6.3
18 Ex presidente Gustavo Rojas
Pinilla 1 1.6
19 Presidente Rojas Pinilla 1 1.6
20 Jefe del Gobierno militar 1 1.6
21 Et perseguido 1 1.6
22 Conductor y capitán de
esperanzas 1 1.6

TOTALES 138 100

116
TABLA No. 2
REFERENCIAS A ROJAS Y A LA ANAPO EN 25 EDITORIALES
DE "ALIANZA POPULAR"
(Octubre 1 9 6 5 - marzo 1966)

o
c to
No. Indicadores No. Subindicadores U

u. Q.

1 Rojas 1 ROJAS (General Rojas Pinilla


Pinilla 55; Rojas Pinilla 16; Ex presi-
dente de la República 15; cau-
dillo 6; jefe de la Colombia
nueva 2) 94 61 .0
Frecuencia 2 GOBIERNO DE ROJAS
154 (Gobierno militar 52; régimen 58.1
de las Fuerzas Armadas 5; Go-
bierno de Rojas 3) 60 39.0

2 Alianza 1 EL ROJISMO (Los rojistas 34;


Nacional rojismo 7; rojismo colombiano
Popular 2; pensamiento rojista 1; paci-
ficación 1) 45 40.5
2 ANAPO
(Alianza Nacional Popular 16
Alianza Popular 16; ANAPO 2;
Movimiento de Alianza Nacio-
nal Popular 1) 25 22.5
3 NOSOTROS (Nosotros 15;
nuestro movimiento 7: nues- 41 .9
tra plataforma 3) 25 22.5
Frecuencia 4 GENERALIDADES (contra la
1 1 1 presión del comunismo 7; opo-
sición de verdad 3; contra ei
izquierdismo nacional 2; mís-
tica sin precedente y devoción
sin h'mites 1; haremos cuanto
sea necesario 1; los soldados
de la reconquista 1; salvación
de las angustias 1) 16 14.5

TOTALES 265 100

117
Rodrigo Villarreal, político anapista santandereano se dirige a Rojas para re
afirmarle el respeto a sus ordenes, a la disciplina y a la jerarquía del Movi-
miento. De su parte, el Comando de ANAPO en Barrancabermeja, en un deta-
llado informe sobre el fracaso de una gira del candidato oficial del Frente
Nacional a esa localidad, anotó: «los rojistas hemos librado otra gran batalla
contra el sistema carcomido del Frente Nacional; hoy esta ciudad se enorgulle-
ce y cierra filas en torno al General Gustavo Rojas Pinilla»-3.

Después de publicada con gran profusión la Plataforma de la ANAPO, Alian-


za Popular continuó reproduciendo apartes. Entre ellos se destacaron aque-
llos que tenían que ver con: el costo de la vida, el hambre, el acaparamiento, la
especulación, el endeudamiento de la nación, la pobreza, la lucha de clases y
la salud. Se reproducían ante todo aquellos documentos en donde lo importan-
te no consistía en plantear los problemas sino en presentar sus respectivas
soluciones. Para alcanzar «el bien común» como uno de sus principales obje-
tivos, por ejemplo, este tipo de materiales insisten en la propuesta de una «Asam-
blea Nacional Constituyente y Legislativa» que estableciera los canales propi-
cios para creación del «Estado popular y nacionalista».

Otro aspecto interesante que los documentos reiteran en calidad de solución a


los problemas nacionales, es la participación directa del ciudadano común en
la conducción y desarrollo del país. Se proponen mecanismos directos de parti-
cipación como la elección popular de alcaldes y la «participación de los traba-
jadores en las utilidades de las empresas». Los anapistas manifestaban, a tra-
vés de su diario, que con las orientaciones y bases de un «Estado nacionalista
y popular», era posible colocar un freno a la explotación y dominio de los
monopolios nacionales e internacionales, desplazando «el mundo de los nego-
cios» de la esfera pública y logrando devolverle su sentido de organización al
servicio de los intereses generales, a las instituciones políticas.

En relación con la plataforma, los documentos ideológicos y editoriales aquí


analizados tienen algunas diferencias que valen la pena ser resaltadas. Mien-
tras que en la plataforma general del movimiento son mayores ias referencias
a la ANAPO como organización colectiva, en los documentos y editoriales la
relación es inversa. Lo mismo sucede con el destinatario de los documentos de
carácter ideológico. Si en la plataforma ocupa el primer lugar «el pueblo»
seguido por «el pueblo colombiano», en aquellos son las denominaciones «co-
lombianos» y «pueblo colombiano» las que ocupan los dos primeros lugares
seguidas de «el pueblo». La razón de tal ordenamiento consiste en que mien-
tras la plataforma es elaborada y publicadas después del respaldo popular que
recibiera la ANAPO en los comicios de 1964, pasado cierto tiempo el interés
está en resaltar su imagen de Movimiento Nacionalista.

25
Véase «Gastan 110.000 en Barranca vno Movilizan 200 personas. En: Alianza Popular. N° 93.
febrero 26 de 1966. p. 8.

118
Para darle un hilo de continuidad a todas sus actividades. Alianza Popular
reproduce medidas que los representantes del movimiento promueven en los
Cuerpos Colegiados en contra del Frente Nacional y a favor de las mayorías
nacionales.

Antes de finalizar con el análisis de los documentos seleccionados de Alianza


Popular, queremos referirnos a tres casos mas: el documento «Llamado a
Santander» de Roberto Harker Valdivieso26 y un par de intervenciones radia-
les, pronunciadas por los dirigentes Mario Montoya27 y por el General en reti-
ro Gregorio Duarte Jiménez28. Los tres documentos datan de diciembre de
1965. Todos ellos reafirman, lo que para la comunidad anapista significaba el
Frente Nacional: oligarquía, privilegios, exclusión, monopolios, corrup-
ción,lucha de clases y, la propia comprensión de la ANAPO como una síntesis
de ideales cristianos, populares y nacionalistas. Cuando se dirigían a sus des-
tinatarios positivos, los cuadros dirigentes en mención, utilizaban con fre-
cuente reiteración expresiones como «la lucha», «la batalla», «El Combate».
Para ellos, del triunfo en las elecciones de 1966 dependería la «redención del
pueblo colombiano»29. Mario Montoya, secretario general del anapismo en
Antioquia y veterano periodista de los tiempos de Diario de Colombia, peroraba
así en Cereté Córdoba: «Ahora nos enfrentamos a una votación que para Co-
lombia resultará decisiva por muchos años. La votación de la cual depende
que en el próximo futuro Colombia no continúe inflamada por el dominio
plutocrático, que los jueces y alcaldes y magistrados y policías y gobernadores
no sean instrumentos al servicio de caciques y poderosos nacionales o
pueblerinos, de que el interés nacional sea reconquistado y sacado adelante
siempre por sobre los intereses ajenos al país y contrarios a él»30. Así, los
acontecimientos cotidianos fueron llevando a la colectividad de los anapistas a
ejercer la política según las reglas de juego establecidas. «Esta batalla -conti-
nuaba Montoya- que dirige el señor General Rojas Pinilla ha tenido la virtud y
la eficacia necesarias para clarificar la conciencia política de las mujeres y los
hombres de Colombia. Esa conciencia política se ha venido fortaleciendo en el
sentido de aceptar la lucha en el campo en que ha sido planteada por los ene-
migos y en el de no rehuirla o disfrazarla»31. Empero, como tantas veces lo
hemos anotado - la ANAPO abandona sus proyectos conspirativos, pero con-
serva el lenguaje de confrontación directa entre dos opuestos como mecanismo
eficaz de convencimiento popular. La actitud a tomar era clara: «La dictadura
del Frente Nacional es necesario liquidarla -manifestó Harker Valdivieso en su

26
Alianza Popular No 69, 3 de diciembre de 1965,p.l0.
21
Alianza Popular No.70, diciembre 20-25 de 1965, p 11.
28
Alianza Popular No. 70, diciembre 20-25 de 1965, p. 4.
29
Véase «La Salvación del país está en el Triunfo de Alianza Nacional. En: Alianza Popular No
70, diciembre 20-25 de 1965, p . 4.
í0
Véase «Mario Montoya plantea la acción de Alianza Nacional. Discurso emitido por La Voz de
Cereté. En: Alianza Nadonal N° 70, diciembre 20-27 de 1965, p. 11.
" Ibid.

119
mensaje de posesión como Presidente del Comité Ejecutivo Departamental de
la ANAPO en Santander-. La revolución colombiana se debe hacer a cualquier
precio porque para los buenos patriotas es más importante morir una sola vez
en el campo de batalla combatiendo y destruyendo a un enemigo insolente,
que continuar agonizando en silencio mientras las aves agoreras se asoman a
los balcones de San Carlos para presenciar nuestro holocausto y el holocausto
de la Patria»32. Y, como en todas las fuentes que hemos venido estudiando, el
nacionalismo es la fragua de las tesis anapistas; no hay documento en donde
no aparezcan las expresiones: «Colombia», «patria», «independencia»,
«indoamérica», «patria nueva», «revolución nacionalista», «batalla colombia-
na». En la base de la configuración del tipo de nacionalismo que distinguía a
la ANAPO, estaba su tesis de la incongruencia entre quienes dirigían el Esta-
do y quienes componían la nación. La expresión nacionalista del discurso de
plaza pública era distinta a la del discurso parlamentario. Aquí se podía expo-
ner en detalle la intervención económica de los monopolios en la economía
nacional o los vínculos políticos y económicos entre la clase dirigente colom-
biana y la política norteamericana. En las manifestaciones públicas el proble-
ma nacional que ocupa el centro de la atención, más que un hecho concreto
protagonizado por un agresivo país extranjero, es el tema de la usurpación de
los derechos elementales del pueblo por parte de una «casta minoritaria»33. Se
acude dentro de un contexto regional-nacionalista, al ejemplo de los proceres
de la Independencia. Considerando a la mujer contemporánea como víctima
principal de la violencia, Harker apela al ejemplo de Manuela Beltrán con el
propósito de atraer al movimiento la participación activa de la mujer. Por su
parte, el general en retiro Gregorio Duarte Jiménez considera que la mujer del
pueblo es fuente de cohesión social. «Si ella acude con su voto -decía Duarte
Jiménez - el amor por sus padres, por su novio, por su esposo y por sus hijos
encontrará en Colombia el dulce ambiente, la seguridad familiar y el progreso
constante en un reencuentro con la verdad social»34.

3.4 La oposición y el destinatario de sus discursos

Después de los anapistas, el padre Camilo Torres se atrevió a lanzar a la arena


de la discusión política, una nueva plataforma. En el mismo mes de marzo de
1965, una agrupación guerrillera que había hecho su aparición en enero de ese
año, comisionó a uno de sus ideólogos, Jaime Arenas, para que redactara una
Declaración programática que sentara las bases del Ejército de Liberación
Nacional ELN. En agosto, el Movimiento Democrático Nacional y el Partido

n
Véase Alianza Nacional No 69, 3 de diciembre de 1965, p 10.
" Véase Alianza Popular No 69, 3 de diciembre de 1965, p 10.
54
Véase La Salvación del País está en el Triunfo de Alianza Nacional Popular. Discurso Radial del
General (r), abogado Gregorio Duarte Jiménez. En: Alianza Popular No 70, febrero 20 de 1966p. 4.

120
Social Demócrata Cristiano publicaron sus respectivas plataformas. Desde julio,
el emerrelismo lopista arremetió en la contienda política. Participaron en la
campaña electoral con el periódico MRL de Colombia y con el radioperiódico
La Calle. El Partido Comunista lo hizo en enero de 1966. En mayo de ese año,
con el fin de integrar en agrupaciones guerrilleras de tipo moderno a los
campesinos combatientes de Marquetalia, oriente del Huila, Caquetá, Río
Chiquito, 26 de septiembre. Guayabera y zona sur occidental del Tolima, se
crearon las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia FARC. La nueva
agrupación guerrillera incorporó a su declaración política fundacional, «el
Programa Agrario de los guerrilleros» en circulación desde el 20 de julio de
196435. Puede decirse que en la segunda mitad de la década se dispararon los
documentos programáticos de las organizaciones políticas en Colombia.

Los contenidos de los nuevos documentos radicalizaron el discurso político en


el país. Como era de esperarse los nuevos programas recogían preocupaciones
populares consignadas a su vez en los programas de los movimientos
progresistas existentes o desaparecidos. Continuaban en la circulación de las
ideas los textos célebres de los primeros años del MRL: El Plan de Enero y la
Plataforma de 1961. Salvo innumerables intervenciones de López Michelsen
durante la campaña 1965-1966, la Línea Blanda del MRL no configuró un
programa que por su trascendencia reemplazara los anotados36. A su vez, la
Línea Dura aunque prolífera en documentos, tampoco presentó ante la opinión
pública, durante su permanencia en la escena política, un acabado programa o
plataforma política37. A partir de la segunda mitad de 1965, el aguerrido
emerrelismo de Alvaro Uribe Rueda empezó a languidecer.

35
Véanse: Guzmán Campos Germán. La Violencia en Colombia. Parte descriptiva. Ediciones
Progreso. Cali, primera edición, 13 de agosto de 1968p. 469-471. Arenas Jacobo. Cese el Fuego. Una
historia política de las FARC. Bogotá, editorial Oveja Negra, febrero de 1985 p.86-88.

El estudio de quince discursos pronunciados por Alfonso López Michelsen durante su campaña
electoral de 1965-1966, permite conocer la orientación política que guiaba a la «Linea Blanda» del
MRL: Liberemos del chantaje a la libertad, en Posdata a la Alternación pp 125-138; Vivimos bajo el
signo de la incertidumbre y de la duda, en MRL de Colombia, julio de 1965; Manifiesto de la Junta
Asesora a la militancia del MRL, en MRL de Colombia, julio 10 de 1965; Ante todo la verdad, en
MRL de Colombia, octubre 1 de 1965; Falta de conocimientos falta de carácter, en Posdata a la
Alternación pp. 89-95; Dialéctica de las chequeras dialéctica de las pistolas, en Posdata a..., p 139-
147; El país no necesita una enciclopedia sino un gobierno fuerte que no este sujeto a presiones, en
Posdata a..., pp. 97-107; El Movimiento Revolucionario Liberal es lapaz, en Posdata a.. ,pp 109-113;
Si Lleras Restrepo sale elegido no tendrá poder decisorio, en Posdata a..., pp 149-158; Alfonso López
se dirige a los ingenieros de Antioquia, en MRL de Colombia, diciembre 17 de 1965 p 5; La cuestión
es eco dinero, en Posdata a la Alternación, pp 117-124; El Frente Civil ha dejado de ser un punto de
convergencia para convertirse en un extremismo, en Posdata a...,pp 159-178; La disidencia del MRL
beneficia al partido liberal, en Posdata a...,pp 179-193; Alberto Lleras al bate, en MRL de Colombia,
octubre 1 de 1965 p 1; Una Colombia difícil, en MRL de Colombia, noviembre 5 de 1965.
" Para llenar este vacío hemos sometido a nuestro análisis cuantitativo catorce importantes
documentosproducidos entre 1963y 1965.1963: 1. Declaración del Comité de Acción Revolucionaria
del MRL (LNP No 99-100 junio 15); 2. Frente Popular de Explotados propone Uribe (Diario de LNP
jubo 22); 3. En Colombiano existe hoy un orden democrático que valga lapena defender (Diario LNP
agosto 2); 4. El MRL solidario con FEDEPETROL (Declaración del Comité de Acción Revolucionaria
en Diario LNP agosto 5); 5. Reagrupación nacionalista en tomo a las Tesis revolucionarias buscara la

121
Simultáneos, los documentos de Camilo y el redactado por el dirigente urbano
del ELN Jaime Arenas, llevaron a la discusión política en la ciudad, algunos
de los problemas, que el movimiento guerrillero planteaba desde las montañas
del país38. Arenas escribió varios años después, que el programa político del
ELN buscaba «ser amplio, dentro de lincamientos incuestionablemente
revolucionarios, sin sectarismo ni complicaciones de ordenfilosófico,con el
objeto de que su comprensión por parte de las masas populares a quienes iba
dirigido el discurso fuera fácil y su aceptación se realizara rápida y
conscientemente...»39. Como la plataforma de Camilo, el documento del ELN
recalcaba la necesidad de crear un amplio frente democrático de «obreros,
campesinos e intelectuales de avanzada, estudiantes y sectores progresistas de
las capas medias». Ambos programas se erigían desde las ruinas del Movimiento
Obrero Estudiantil y Campesino MOEC que lanzara al mercado de los
documentos políticos sus tesis programáticas en julio de 1960. Los tres estaban
inspirados, en parte, por la nueva ola guerrillera que sacudía al tercer mundo
después de la segunda guerra mundial. El MOEC le había conferido en su
programa, gran importancia a los sectores vinculados con la educación,
particularmente a los estudiantes. Estos ocuparon más espacio como destinatario
positivo que los obreros y los campesinos. Pero más que a los estudiantes, el
MOEC dirigió su palabra al pueblo. En cambio, el Frente Unido de Camilo
nacido varios años después en la universidad y que había contado con el
entusiasmo de los universitarios, no le concedió siquiera una mención en su
plataforma a los estudiantes. Es muy posible que los ideólogos del Frente Unido,
consideraran definitivamente cooptado a su favor el sector estudiantil. Para
ellos, más que un destinatario supuestamente cooptado, ló importante eran los
paradestinatarios: las totalidades y organizaciones sin discriminación social:
los colombianos, la familia, hombres y mujeres, las Juntas de Acción Comunal,
las cooperativas. Los campesinos no aparecen para nada. El 10.2% de sus
referencias llaman a los obreros, otro tanto a la clase media (ver Tabla N° 4);
se trata, pues, de un movimiento de carácter urbano. Carácter urbano que no
se refiere en concreto al vocablo pueblo. Habla de clase popular o de

Linea Dura en la Asamblea del 10 (Declaración en Diario LNP octubre 4); 6. La Conferencia Nacional
del MRL (Diario LNP octubre 11); 7. La Declaración de los 18 (LNP No 96); 8. Conclusiones de la
Asamblea Nacional (Diario LNP octubre 14). 1965: 1. Un llamamiento a la nación (LNP No 127
enero); 2. Asamblea Nacionalista. Carta circular a todos los dirigentes de opinión pública que en una
u otra forma se han preocupado por el proceso revolucionario colombiano (LNP febrero No 129); 3.
Carta de A. Uribe Rueda dirigida a Ruiz Novoa, en respuesta a las declaraciones del ex-ministro al
abandonar el MDN (Anales del congreso mayo 18); 4. El Hundimiento del Estado Liberal (en Recorrido
a la intemperie, Op. Cit.); 5. Entrevista a Alvaro Uribe Rueda de C. Bula y A. Benedetti (El Nacional
octubre 9); 6. Candidato presidencial de la oposición antes de las elecciones pide Uribe (El Nacional
abril 2).
18
Por ejemplo: al igual que el programa agrario de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia
FARC, documento firmado por Manuel Marulanda Vélez el 20 de julio de 1964, la Plataforma del
FUP preveía la propiedad de la tierra para quien la trabajara directamente. Véase «Voz Proletaria» de
agosto 6 de 1964, p.8.
39
Véase Arenas Jaime. La Guerrilla Por Dentro. Análisis del ELN Colombiano. Bogotá, Tercer
Mundo. Colección Universal, 5 edición, 1975, p. 54-55.

122
organizaciones populares. Son las organizaciones las que están en la mira de
sus intereses, creen que en ellas está reunido el pueblo organizado y disciplinado.
Aunque dirigido por un sacerdote, el FUP no apela -por lo menos en su
documento esencial- a recursos mesiánicos de cooptación popular. Nada de
desheredados de la fortuna, de misericordiosos, de los humildes.

El ELN, al contrario del FUP tuvo en cuenta al pueblo como el principal


destinatario de su discurso. Las totalidades sin discriminación social ocupan
el segundo lugar. A diferencia del FUP, el ELN como en sus tiempos el MOEC,
tiene en cuenta a los campesinos, a los estudiantes. (Ver Tablas 3 y 4).

Las FARC -fieles a su origen- fueron el único movimiento que se declaró


abiertamente campesinista. A este sector de la población colombiana, en
especial, dirigieron sus programas. En calidad de protodestinatarios no
acudieron a los obreros, sino a los intelectuales: periodistas, escritores y artistas
progresistas y sectores vinculados con la educación y las letras, como medida
consciente para neutralizar la mala prensa de la que venían siendo objeto desde
sus remotos comienzos. En enero de 1966, los comunistas colombianos
publicaron el texto del más importante documento de su historia: la Resolución
Política del Décimo Congreso40. Todas las actividades posteriores del
comunismo se orientarán de acuerdo a las líneas trazadas por dicho congreso.
Se confundirán y complementarán con el paso del tiempo tanto los documentos
que emanan de las FARC como los que se aprueben en el seno del partido
comunista. Si las primeras dirigieron su mensaje político a los campesinos, el
segundo convoca a los obreros. A los sectores obreros con cierto grado de
organización y de conciencia política va dirigida la Resolución Política
divulgada a inicios de 1966. La documentación de las FARC tiene un carácter
espontáneo, producto de un contacto directo con sus realidades. Escoger entre
los sectores vinculados con la educación a sus protodestinatarios era cuestión
de sobrevivencia. Entre los ideólogos del comunismo y los del Frente Unido
hay puntos coincidentes. Aunque no en las dimensiones del comunismo, Camilo
tiene en alta estima a los sectores obreros. Ambos consideran como clave en
sus mensajes a los trabajadores organizados. A los dos los distingue una
preocupación epocalista. No se movían los comunistas ni los amigos de Camilo,
de acuerdo a los patrones convencionales de la manera tradicional de ejercer la
política en Colombia. No trabajaban sobre las opiniones de las mayorías, sino
sobre las que ellos mismos tenían. Los guerrilleros reciben más ilustración en
el documento del PCC que el que ocupan los demás movimientos
insurreccionales, el ELN o, en su tiempo el MOEC o, el proguerrillero Frente
Unido.

40
Véase Documentos Políticos. Revista del PCC No. 57, febrero de 1966. p. 90-104. Documento
del 28 de enero de 1966.

123
TABLA No 3
DESTINATARIOS POSITIUOS DE LOS MOUIMIENTOS
POLÍTICOS DE OPOSICIÓN AL FRENTE NACIONAL
1959-1961
DESTINATARIO POLÍTICO SOCIAL HOUIHIENTOS POLÍTICOS 1959 - 1961
FLAN DE PARTIDO
No INDICADORES MOEC ENERO ANAPO MIL COMUNISTA
1 PUEBLO 26.2 39.2 34.1 10.5
2 LAS NASAS 3.6
3 OBREROS 8.3 28 10.7 16.4 15.8
4 CAMPESINOS 9.5 20 14.3 3.5 15.8
5 EMPLEADOS 1.2 4 3.6 8.2 5.3
6 TRABAJADORES 2.4 5.8 31.6
7 ESTUDIANTES 14.3 1.2
8 PROFESIONALES 1.2
%_ I O M L Í M S E O SIN DISCRI- 5.3
MINACIÓN SOCIAL NI POLI- 8.3 44 10.7 27.1
TICA
18 SECTORES UICULADOS CON 6,0 5.3
LA EDUACION 1.2
11 LA CLASE NEDIA 2.4 4 7.14
12 ORGANIZACIONES SIN DIS-
CRIMINACIÓN SOCIAL
13 SECTORES INSTITUCIONALES
(POLICÍA, MILITARES,
CURAS)-
14 GRENIOS ECONÓMICOS 2.4 7.14
15 LA BURGUESÍA 1.2
16 PEO UENOS SECTORES DE LA 6.0 3.6 1.2 10.5
ECC NOMIA
17 LA OPOSICIÓN POLÍTICA
18 GUERRILLEROS
19 REVOLUCIONARIOS 4.7
20 MINORÍAS ÉTNICAS 8,3
21 BIPARTIDISMO
TOTALES 84 25 28 85 19

124
TABLA No 4

DESTINATARIOS POSITIUOS DE LOS MOUIMIENTOS


POLÍTICOS DE OPOSICIÓN AL FUENTE NACIONAL
1963-1966

DESTINATARIO POLÍTICO SOCIAL MOVIMIENTOS POLÍTICOS 1963 - 1 9 6 6


No INDICADORES ANAPO LINEA LINEA PSDC NDN FRENTE PCC FARC ELN
BLAND DURA UNIDO
1 PUEBLO 31,7 18.4 23,2 42,8 6,5 8.1 20.2 13,8 32,5
2 LAS NASAS 1.7 7.0 2.1 8,7 10,8
3 OBREROS 6.5 1,3 6,1 6,5 10,2 26,2 4,6 2.3
4 CAMPESINOS 5.6 11.3 4,3 4.5 14.8 25,3 8,6
5 EMPLEADOS 5.6 2,1 2.2 3,4
6 TRABAJADORES 6.8 1,7 2,1 4.8 6,5 4.1 3.8 2,3 10.8
7 ESTUDIANTES 0.43 0.5 3.4 6,5
8 PROFESIONALES 2,2 0.43 6.7 0,5
9 TOTALIDADES SIN D I S -
CRIMINACIÓN SOCIAL,N! 17,1 35.1 21.6 52.4 47.8 40,8 5,5 4.6 17,3
POLÍTICA
18 SECTORES VINCULADOS
CON LA EDUCACIÓN 5.9 5.3 1.2 13.8
11 LA CLASE HEDÍA 2,4 2.1 8,1 2,2 4,3
12 ORGANIZACIONES SIN
DISCRIMINACIÓN SOCIAL 14,3
13 SECTORES INSTITUCIO-
NALES (POLICÍA, MILI- 5,6 19,5 2,7
TARES, CURAS)
14 GREMIOS ECONÓMICOS 3.4- 0,43 8.7 3,4 2.3
15 LA BURGUESÍA 2.0 2.3
16 PEQUEÑOS SECTORES DE 0.6 2,7 8,0 2,3
LA ECONOMÍA 9.6
17 LA OPOSICIÓN POLÍTICA 8,9 16,4 6.1 4,6
18 GUERRILLEROS 10,4 5.7
19 REVOLUCIONARIOS 2,1 1.6 4.6
20 MINORÍAS ÉTNICAS 6.1 3.4 2.3
21 BIPARTIDISHO 16.0
T O T A L E S 322 293 327 21 46 49 183 87 46

125
Otra familia de movimientos, alejada del espíritu guerrillero, estaba conformada
por el Movimiento Democrático Nacional, las líneas blanda y dura del MRL y
el Partido Social Demócrata Cristiano. El MDN, el PSDC, y el dirigente de la
Línea Blanda del MRL Alfonso López Michelsen, al igual que el Frente Unido
convocaron a las totalidades sin discriminación social. Entre los Movimientos
en estudio fueron estas cuatro organizaciones las que pusieron en el primer
lugar de sus destinatarios a ese tipo de conglomerado: El primero y el último
llamaron a los colombianos, a la juventud y a la comunidad en general. El
segundo apeló a ésta y a los ciudadanos. Para el MDN es menos importante el
pueblo a secas (6,5%), que para el PSDC (42.8%). Los ideólogos del Movimiento
Democrático Nacional fieles también a su procedencia y prédica, apelan con
más intensidad a los sectores institucionales: Las Fuerzas Armadas, la Policía,
etc.( 19.5%). En la Plataforma del MDN no tuvieron espacio los pequeños
sectores de la economía nacional, ni las minorías étnicas, ni siquiera los
conglomerados que por excelencia eran los receptores de su discurso: la clase
media, los sectores vinculados con la educación. Es muy posible que como en
el caso del Movimiento de Camilo Torres, el MDN considerara cooptados para
si dichos sectores. (Obsérvese la Tabla N° 4).

Al igual que los anapistas, la «Linea Dura» colocó al pueblo como el principal
destinatario de su discurso. Hay sin embargo algunas diferencias de orden
cualitativo: las formas de recurrir al pueblo. Para los anapistas las referencias
al pueblo se hacen de manera directa No pocas veces, los ideólogos del anapismo
se presentan ante la opinión pública como sus portavoces y redentores. La
Línea Dura, en cambio, en ningún momento se consideró su abanderada. «En
las conciencias de las mayorías -leemos en uno de los documentos de la Línea
Dura- se abren paso a paso, cada día con más fuerza, dos objetivos de lucha
popular: la consecución del poder para las clases que trabajan y el logro de una
plena independencia nacional»4'. Para la «Línea Dura» pesaba la solución
política sobre las reformas sociales. Es decir, la reforma de las instituciones
estatales era para ellos una de las formas de impulsar el desarrollo nacional, la
armonía y la igualdad social. Mientras que los anapistas al igual que le daban
importancia primordial a la conquista del poder, trabajaban mientras tanto a
favor de soluciones efectivas a los problemas sociales del colombiano del pueblo.
Por supuesto que el anapismo también pugnaba por la consecución de
«derechos», «libertades públicas», «igualdad», etc, pero en las formas y
enunciados de su discurso político sobresalen las deficiencias en las condiciones
de vida de amplios sectores de la población, a diferencia de «los duros» que
revelan una gran preocupación por las formas antidemocráticas del régimen
sin olvidar sus efectos sociales. Para la ANAPO, el «pueblo» como generalidad
que incluía la mayor parte de la población, era el principal sujeto en su discurso
político. Parala «Linea Dura» del MRL la utilización del pueblo, como principal

41
Véase Diario La Nueva Prensa, Agosto 2 de 1963, p.8.

126
sujeto político, era la posibilidad de realizar el objeto de sus preocupaciones
ideológicas: alcanzar el desarrollo por medio de la autonomía nacional.

Como se anotó arriba, el primer lugar entre los destinatarios positivos del
discurso de Alfonso López Michelsen lo ocupan totalidades como;
«colombianos», «las gentes», «la opinión pública». La explicación de este
primer lugar dedicado a las «totalidades», la encontramos en las concepciones
y percepciones que tenía el jefe de la Línea Blanda de los que para él constituían
los verdaderos problemas del país: El Estado, la acción del gobierno, los
problemas globales de la sociedad. En una palabra, la ciencia de la política
Así lo aseguraba una noche de enero de 1966 en el recinto conservador del
Centro de Estudios Colombianos: «En la discreta penumbra de una cátedr;
procuré enseñar, no el derecho constitucional, que generosamente se me
atribuye, sino, apenas, ciencia política, que es el esbozo de las doctrinas acere:
de la misión del Estado y el proceso de cambio de las estructuras en el seno de
las sociedades. Es lo que puedo ofrecer a mi auditorio de esta noche. Una
cierta familiaridad con las cuestiones que atañen a la acción del gobierno, su
razón de ser como guardián del orden y el logro de la paz. Porque ¿qué es, al
fin y al cabo, el estudio de la ciencia política sino el recuento de los esfuerzos
de los hombres para vivir en armonía? ¿Y qué son las doctrinas políticas sino
los distintos caminos que, en el curso de los siglos, han trazado los ideólogos
para guardar la concordia en la sociedad?». Ahora, en la campaña de 1966, el
discurso de López antes diseminado y confundido entre los planteamientos de
las distintas corrientes que conformaron en un principio el MRL, se torna
diáfano, transparente. Más que el discurso de un político, parece el de un
hombre hablando desde la cima del poder. Si de una parte señalaba que no se
sentía «ningún Moisés, cargado de experiencia y de años, designado por la
Divina Providencia para llevar al pueblo escogido a la tierra prometida», por
otra, ahora más que en la campaña de 1962, sin la incómoda presión de los
comunistas o de los que ahora campaban en la otra tolda del MRL, se sentía
llamado a salvar, por supuesto no al pueblo, sino al Estado colombiano. Mientras
que en su plataforma de 1961 el MRL había apelado en primera instancia al
pueblo y en segundo lugar a las totalidades, López, en su discurso de 1965
invierte las categorías. Atrás quedaba el entusiasmo por rescatar para el partido
liberal la vena popular que -según él- lo había distinguido en la historia política
nacional42. Los obreros que tuvieron significativo reflejo en los documentos de
la primera mitad de la década, empiezan a desaparecer de su discurso. El
«pueblo» no existe en el esquema del discurso de López como su preocupación
por la situación en que viven ni por sus demandas. Al igual que los emerrelistas
de la «Línea Dura», le inquieta, en primer lugar, las consecuencias de las

42
Al respecto véase: «El Oficialismo liberal como partido al servicio de los factores del poder y
como promotor de la Mano Negra.» Ea: López Michelsen A. Colombia en la Hora Cero. Tomo II.
Bogotá, ed. Tercer Mundo. 1963,p.l2.

127
medidas del Frente Nacional sobre las estructuras sociales y políticas de
Colombia, y de allí, por extensión, el pueblo. En cuanto a sectores específicos
de la sociedad, son los campesinos quienes sobresalen en el discurso lopista de
recinto cerrado. Habiéndose excusado ante sus camaradas para hablar en su
nombre propio, el líder de la Línea Blanda aprovechaba las invitaciones de
entidades particulares, tanto para suavizar el discurso revolucionario de los
otros cuadros del movimiento, como para expresar su vocación de líder
reequilibrador de la sociedad, «...si el primer cómplice en la división
colombiana, entre una sociedad monopolística industrial y una sociedad agrícola
indefensa, entre una sociedad industrial soberbia y una sociedad agrícola mansa,
es el propio Estado y sus propios organismos, no sé a donde vamos a desembocar.
Lo digo porque es de conocimiento de todos ustedes - decía López hablando en
Manizales ante los dirigentes de ventas- y fenómeno de carácter universal el
de que, si en las ciudades la transformación se va alcanzando por medio de la
evolución, gradualmente, sin apelar a la acción directa o a los medios violentos
a través de la lucha de los sindicatos con los patronos sobre la mesa de una
junta directiva, en los campos, no solo en Colombia sino en el continente y en
todos los continentes, el problema del mejoramiento de la clase campesina no
se está resolviendo con pliegos de peticiones ni con papel sellado sino por
medios violentos, por la inconformidad traducida en rebeldía que recurre a la
acción directa»43. En un momento histórico en que empezaba a hablarse poco
de los campesinos, cuando los movimientos políticos habían, siguiendo el curso
de los tiempos, optado por los habitantes de las ciudades, López se inclina por
el campesinado, conglomerado para el que hablaban por lo regular bien los
dirigentes de extracción conservadora, bien los líderes guerrilleros. Así se
expresaba López: «Colombia va a tener que decidirse dentro de lo que yo llamo
la estrategia global a largo plazo si sigue prestándole atención preferente a la
clase industrial y hablo de la clase industrial comprendiendo tanto a los
empresarios y a los directores y a los accionistas como a los obreros, o si se le
presta atención a la clase campesina que es el talón de Aquiles, la parte débil,
la parte limitativa de nuestro propio desarrollo industrial. Si no se mejora la
condición campesina, si no se mejora el ingreso campesino, nos vamos a
encontrar con el doble problema de que la expansión industrial hallará un
limite forzoso por la falta de mercados con que la inconformidad que hoy
llamamos bandolerismo y antes llamábamos violencia no aplazará sus
reivindicaciones pacíficamente sino recurrirá por todos los medios a tener un
puesto igual al que se les está negando por los propios mecanismos del Estado»44.

La tabla de correlaciones elaborada para el presente caso permite aventurar


algunas interpretaciones: El plan de enero, donde es evidente la influencia
directa de López, está mejor correlacionado con los discursos del jefe de la

43
«Vivimos bajo el signo de la incertidumbre y de la duda» Dijo Alfonso López ante los Dirigentes
de Ventas reunidos en Manizales. Véase MRL de Colombia, julio 10 de 1965, p.4.
44
Ibid.

128
Línea Blanda en 1965 que con la Línea Dura; en cambio la Línea Dura se
acerca más a la plataforma de 1961 aprobada por todo el conjunto del MRL,
que el López de mediados de la década. (Ver Tabla N° 5)

Reflexionar sobre los problemas, surgidos o agudizados a raíz del nuevo orden,
en dimensiones como: Colombia, el Estado, etc, lleva a López a convocar a los
«colombianos», a «las gentes», etc. a diferencia de quienes -como los anapistas-
advierten que las consecuencias del régimen afectan directamente al pueblo y
por ello acuden directamente a él. De otra parte, es común a todos los
movimientos de oposición al Frente Nacional considerar como destinatarios
de su discurso político, en porcentajes representativos, las totalidades sin
discriminación social ni política. La concentración de nuevos grupos humanos
en las ciudades (estudiantes, trabajadores, empleados, obreros, profesionales,
marginados, etc) produjo cambios lógicos en el lenguaje político.

En calidad de paradestinatarios, las dos vertientes en que se encontraba dividido


el MRL, dirigen también su discurso a los colombianos reunidos alrededor del
resto de movimientos de la oposición. En sus intervenciones, López, consciente
de la fuerza electoral de la ANAPO, no descarta una eventual coalición
antifrentenacionalista de anapistas y emerrelistas contra «el partido único del
Frente Nacional»45. En realidad, el dirigente ha constatado que después de las
elecciones de 1964, el partido liberal ha dejado de ocupar definitivamente el
puesto de protesta social y popular que lo había identificado en el pasado. La
intención pues, de rescatarle al partido la vena popular que el dirigente se
había propuesto desde los comienzos del MRL había fracasado. Ocuparse de la
Alianza Nacional Popular y vislumbrar con ella una eventual alianza electoral
significaba en primera instancia un importante reconocimiento político, aunque
en el fondo López, cuyo comportamiento político demostraba que no daba
puntada sin dedal, pretendía con este paso mediatizar la simpatía popular liberal
que hacia el movimiento de Rojas se había desplazado. La cúpula liberal no
entendió la táctica de quien quería ocupar el puesto de oráculo de la clase
dirigente del país, vacante después de la muerte del viejo López Pumarejo. De
nada valieron extensas cartas del jefe de la Línea Blanda, dirigidas a Darío
Echandía, presidente de la Dirección Nacional Liberal, explicándole su
conducta. En una de ellas, López escribía: «El mal que ustedes como dirigentes
le han hecho al partido en estos años, cuando se han empecinado en no permitir
que una de sus alas abandere el descontento social, reviste proporciones
incalculables. ¿Qué sería del liberalismo si no hubiera tenido al MRL en contra
del impopular Frente Nacional? Los mismos efectivos militarían en el
comunismo o en la ANAPO. Pienso que sirvo más al partido pudiendo
entenderme en el futuro como jefe de las masas liberales descontentas con la

45
Véase «Si Lleras R. sale elegido no tendrá poder decisisorio» (Discurso en el Restaurante Jaroslov,
diciembre 12 de 1965) En: Posdata... Op. cit p 154.

129
TABLA No 5

CORRELACIÓN ENTRE LOS DESTINATARIOS DE LO OPOSICIÓN


1959-1965

AGRUPACIONES POLÍTICAS MOEC PLAN ANP MRL PCC ANP L.BLA L.DUR PSDC MDN F.UNI PCC FARC ELN
ENER 61 1 9 6 1 1961 64-66 1966

HOvIMIENTQ OBRERO ESTUDIAN -


1
TIL V CAMPESINO (MOEC)

FLAN DE ENERO (PLANENERO) 0,21 1

ALIANZA NACIONAL POPULAR 1961


8,79 0.29 1
(ANP 61)

MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO
0,70 0,58 0 . 8 1 1
LIBERAL (NRL 19(1)
PARTIDO COMUNISTA DE COLOMBIA
0.28 0.28 0.30 8.37 1
(PCC 1961)
ALIANZA NACIONAL POPULAR
0,74 0,33 0.86 0.90 0.41 1
(ANP 64-66)

LINEA BLANDA D E MRL (L.BLAN) 0,37 0.65 0.51 8.69 0.18 0,58 1

LINEA DURA DEL MRL (L.DURA) 0.51 0.45 0 , 6 6 0,78 0.13 0.72 0,74 1

PARTIDO SOCIAL DEMÓCRATA


8.59 0 . 5 5 0 . 6 7 0.89 0.17 0.83 0,84 0.81
CRISTIANO (PSDC)
MOVIMIENTO DEMOCRÁTICO NACIO-
0.15 0 . 7 4 0 . 2 4 0.57 0.12 0,47 8.71 0.50 0.74 1
NAL (MDN)

FRENTE UNIDO (F.UNI) 0.19 0,76 0.26 8.62 8,87 0.41 0.72 8.60 0.76 0.79 1

PARTIDO COMUNISTA DE COLOMBIA


0,53 0 . 4 7 0 . 6 9 0.61 8.47 8,52 0.23 0.40 8.32 0.14 0,15 1
(PCC 1966)
FUERZAS ARMADAS REVOLUCIONA-
0.54 0 . 2 5 0 . 5 1 0,29 0.39 8.43 0,24 0.27 0.19 0.08 - 0 . 0 7 0.46 1
RIAS DE COLOMBIA (FARC)

EJERCITO DE LIBERACIÓN NACIO-


0.76 0 , 2 9 0 , 8 5 8,81 0.38 3.84 8.62 0.72 0.81 0.48 0,42 0,52 0.35 1
NAL (ELN)

130
ANAPO que habiéndolas dejado agruparse, bajo el nombre del anapismo liberal,
conducidas por el general Rojas, como masas propias»46. Sin embargo, los
dirigentes del oficialismo liberal estaban más dispuestos a perdonarle al
descarriado López sus acercamientos con el comunismo criollo que con el
rojismo. «...Usted ha hecho algo que considero peor que coligarse con los
comunistas - le escribía Echandía - y es aliarse con los partidarios de la dictadura
tropical que constituye, como usted bien lo sabe, el más inmediato peligro para
la subsistencia, no sólo del partido liberal, sino de cualquier forma de vida
republicana en Colombia»47. López entonces, consideró necesario establecer
diferencias entre el rojismo y el movimiento de la ANAPO. En una
manifestación en la población antioqueña de Puerto Berrío, enfatizó: «Nosotro?
no estamos con el rojismo, estamos con la Alianza Nacional Popular, que poco
tiene que ver con la mayor parte de la gente del régimen que cayó el 10 de
mayo. La Alianza Nacional Popular es un movimiento que persigue fines socio-
económicos y al cual se halla incorporado aquí en Antioquia, Jaime Piedrahita,
como su máximo dirigente. ¿De qué pecado se le acusa en Antioquia bajo el
gobierno del general Rojas? Quienes aprovecharon de ese gobierno, cuando el
exgeneral era un político bisoño, sin experiencia en estas bregas, fueron viejos
políticos conservadores como el doctor Pabón Núñez, el doctor Antonio Alvarez
Restrepo, Don Carlos Villaveces, el doctor Evaristo Sourdis, el doctor Castor
Jaramillo Anubla y tantos otros, que fueron quienes se identificaron con el
rojismo en el rojismo en el gobierno y hoy constituyen el Estado Mayor del
doctor Carlos Lleras Restrepo»48.

López reconocía al anapismo la eficacia de su conformación bipartita y popular


para enfrentar el «nuevo partido» del Frente Nacional. Si en los comienzos del
MRL había partido de principios alzatistas, ahora en el ocaso de su movimiento,
recurría no solo a tácticas probadas por la ANAPO, sino también a conceptos
trajinados por ella49. En una conferencia pronunciada en el Centro de Estudios
Colombianos, López dijo: «...tenemos que tratar el nuevo partido, como
cualquier otra de las colectividades políticas, semejante por su carácter
bipartidista a la ANAPO, por su gran desproporción entre liberales y
conservadores dentro de la coalición, con la sola diferencia de que la Alianza
Nacional Popular, como su nombre lo indica, tiene una mística popular, de la
que carece el partido único de la Transformación Nacional»50. A diferencia de

46
Véase carta a Darío Echandía de Alfonso López M. de marzo 17 de 1966. En: Postada a la
Alternación... Op. cit. p. 190.
47
Véase carta de Darío Echandía a Alfonso López Michelsen de marzo 17 de 1966 p. 186 En:
Posdata a la Alternación... Op. cit.
48
Véase «El país no necesita una enciclopedia sino un gobierno fuerte que no este sujeto a presiones»
en Posdata a la... p 101.
49
En laplataforma de 1964, el anapismo había consignado: «El Frente Nacional unió las oligarquías
liberales y las plutocracias conservadoras, creando así un partido único, con intereses propios, que
ejerce el poder de manera exclusivista y hegemónica». Véase Plataforma de la Alianza Nacional
Popular, 1964. p. 8.
50
Véase «El frente civil ha dejado de ser un punto de convergenciapara convertirse en un extremismo».
En: Posdata a la Alternación... Op. cit. p 162.

131
la «linea dura» que buscaba acercar a «los revolucionarios», López dirigiéndose
a los «lauroalzatistas» a «los conservadores progresistas», y a «todos los grupos
de oposición», etc, no está interesado en cooptar los sectores de extrema
izquierda, por el contrario es claro al mencionar como destinatarios políticos
«los grupos anticomunistas», o bien «la resistencia». A López le importaba
más el destinatario liberal en toda su extensión, es decir, tanto «los compañeros
liberales», «el liberal del pueblo», como los «liberales extraviados», aquellos
que se encontraban por fuera de la «Línea Blanda». Esto por la responsabilidad
que le correspondía al liberalismo frente a los cambios que el Frente Nacional
adelantaba. Cuando en Santa Fé de Antioquia mencionó su próximo itinerario
por el Caribe, López dijo que iría allí «donde se está incubando por igual el
porvenir económico de Colombia, como nación exportadora y el porvenir del
Partido Liberal, como partido revolucionario»51.

Al igual que otros dirigentes políticos de la oposición, el jefe de la «Línea


Blanda» conserva un espectro amplio de destinatarios político-sociales. En
sus discursos encontramos nominaciones dirigidas a: «la clase media», «la
burguesía», «las masas», «los trabajadores», «los obreros», «los empresarios»,
«los profesionales», «los estudiantes». Todas estas referencias, a excepción de
«la burguesía», con pocas significación frente a las otras agrupaciones de la
oposición. López Michelsen no tiene como destinatario negativo a la burguesía.
La enjuicia pero no la rechaza abiertamente como lo hace la ANAPO ni la
condena como lo hizo el líder de los duros cuando respondió a un periodista
que sondeó su opinión sobre una supuesta capacidad revolucionaria de la
burguesía colombiana: «ni siquiera creo en la burguesía progresista de los
países colonizados»52. López en cambio tiene otra opinión. Para él si bien la
tradición de la burguesía colombiana había sido la de anticiparse siempre a los
acontecimientos y asumir el liderazgo del cambio, no representaba ahora ese
papel53. En este sentido manifestaba lo siguiente: «... a diferencia de la burguesía
ilustrada y reformista de 1936 que tomó la bandera de anticiparse a los
acontecimientos y le garantizó 20 años de paz a la Nación, la de 1966 se ha
tornado frondista, renunciando a hacer voluntariamente las concesiones que
los tiempos demandan y prefiere, bajo una dirección miope, desafiar el deseo
de cambio, encarnado por una nueva clase económica y social, ofreciéndole al
país una transformación sin presentarle como equipo nuevo cosa distinta que
una pléyade de exministros, exembajadores y exalcaldes»54. Aunque no lo
manifiesta abiertamente, López convoca a la burguesía, para que no abandone
su interés por el desarrollo de un Estado autónomo libre de presiones externas.

51
Véase «El Movimiento Revolucionario es la Paz» en Posdata a la Alternación ... Op.cit. p 115.
52
Véase «23 preguntas de Alberto Galindo» en Recorrido a la intemperie... Op. cit. p 137.
53
Véase «El país no necesita una enciclopedia...» En Posdata a la Alternación ... Op. cit. p. 106.
54
Véase<<ElFrenteCivühadejaQV5deserunpuntodeconvergencia...>)En: Posdata a la Alternación...
Op. d t p . 169.

132
Hasta aquí podemos aventurar una síntesis. De todos los movimientos analizados
entre 1959 y 1961, fue la ANAPO el que dedicó la mayor parte de sus mensajes
al pueblo. (Ver tabla N° 3). Entre las agrupaciones estudiadas entre 1963 y
1966 la ANAPO y el ELN continúan en esa tónica. Como se puede apreciar en
la Tabla N° 4, no es que no les interese el pueblo a los demás movimientos de
la oposición. Sólo que sus mensajes preferencialmente se dirigen a otros
colectivos sociales. Una mirada atenta sobre la Tabla N° 5 permite también
hacer algunas observaciones pertinentes. Se trata por lo regular de discursos
políticos altamente correlacionados entre sí. Veamos en concreto el caso de la
ANAPO. Hacia 1961, el Movimiento estuvo cercano a los idearios que se
expresaban en el combativo MRL de entonces. A su vez las agrupaciones
políticas que surgieron momentos después estuvieron cercanos a ella: La Línea
Dura del MRL, el Partido Social-Demócrata Cristiano PSDC, el Ejército de
Liberación Nacional (ELN). Años después, cuando es divulgada la plataforma
de 1964, la ANAPO continúa identificándose con las formas como el MRL de
1961 apelaba al pueblo. Es decir, el anapismo estaba más cercano a la versión
original del MRL que los mismos emerrelistas que intervenían en la campaña
electoral de 1966. Obsérvese que el rango de correlación entre la plataforma
emerrelista de 1961 y la plataforma anapista 1964-1966 es de 0.90.

En esta contienda, el mensaje popular de la Línea Dura, del PSDC, y del ELN
estuvo altamente identificada con las formas que la ANAPO utilizaba para
acercarse al pueblo. Se trató de un discurso muy correlacionado entre sí. Los
14 movimientos sometidos a nuestro análisis comparten la mayoría de sus
planteamientos. Precisamente para detectar lo que los diferenciaba emprendimos
este estudio. El 60% de las agrupaciones están relacionadas entre sí por su
manera de concebir el destinatario de sus mensajes. A medida que avanzaba la
década mayor era la identificación entre ellos. El partido comunista, para poner
un caso, no estaba altamente correlacionado con movimiento alguno en 1961;
en cambio, en 1966 cuando se reunió en su X Congreso se acercó
significativamente no sólo con los anapistas, sino que, además recogió las
experiencias del MOEC y de las plataformas de emerrelistas y anapistas
divulgadas en 1961.

3.5 La oposición construye su contradestinatario

Como los anapistas, también las corrientes del MRL dirigieron sus
intervenciones «Contra el Establecimiento». Aquí se cruzan los discursos de
manera más evidente que en el caso de los destinatarios positivos. Cuando
leemos extractos de enunciados como el siguiente: «Buscamos la redención
política y económica del pueblo colombiano, como base para estructurar una
patria cimentada en la concepción individual, y no que su apoyo sean los planes
oligárquicos, la burocracia esclavizante que explota al individuo convirtiéndolo
en palafrenero de los grupos de presión donde siempre se estrella todo propósito

133
de mejoramiento comunal y por la culpa de los cuales siempre se llega a la
miseria de los menos favorecidos», podríamos creer que se trata del discurso
de un anapista, pero en realidad es la intervención de un líder local de la Línea
Blanda del MRL55. Así mismo coincidían los dirigentes de base del MRL lopista,
los dirigentes de la Línea Dura y los anapistas en su lectura de la experiencia
frentenacionalista: «Quiebra en lo económico y servilismo en lo internacional
al imperialismo yanqui, bancarrota y devaluación, miseria y hambre para el
pueblo colombiano es el inventario de estos años corridos del Frente Nacional»56.
En otras palabras, el contradestinatario o destinatario negativo de la mayor
parte de los discursos de los partidos políticos de oposición en 1965 era el
Frente Nacional.

Incisivos al respecto, también como los anapistas, fueron los dirigentes de la


Línea Dura. Su oposición tenía un marcado acento político. Para ellos, que
habían colaborado denodadamente en la entronización del Frente Nacional
desde la fundación de La Calle, el nuevo orden se había convertido en la
expresión perfecta de la antidemocracia. Pero a diferencia de la ANAPO, que
en su crítica al establecimiento destacaba ante todo los problemas que afectaban
las condiciones de vida de la mayoría de la población y que por ende merecían,
a su parecer, solución inmediata, la «Linea Dura» concentra sus denuncias en
las precarias condiciones con que se contaba en el país para el ejercicio de la
política no oficial. La represión desatada contra los sectores populares y en
particular contra los obreros, por ejemplo, fue considerada uno de los mayores
lastres del establecimiento.

Tanto la ANAPO como la Línea Dura coincidieron en definir al Frente Nacional


como oligárquico, elitista y antipopular. Empero, mientras el vocabulario de
los anapistas se enriquecía apelando a una herencia popular colombiana, la
Línea Dura traía a la circulación de los términos políticos, vocablos extractados
de otras experiencias, particularmente del caso egipcio que apasionaba a la
cúpula del movimiento. En ese sentido para la dirigencia de esta agrupación
eran las «castas» colombianas («casta dirigente», «casta gobernante», «casta
opresora»), el sector social que usufructuaba los beneficios del poder.

Anapistas y «duros» escogen al liberalismo como su contradestinatario por


excelencia. Corría una campaña electoral que terminará con la elección de un
presidente liberal. Sin embargo, las acusaciones de la Línea Dura contra los
dirigentes del liberalismo oficial son menos emocionales que las de los anapistas.
Al referirse a Carlos Lleras Restrepo, por ejemplo, ambas colectividades lo
llaman «el devaluador». Pero, el grupo de la «Linea Dura» nunca le inculpa

55
Díaz Pineda Lucas. Discurso pronunciado en la elección del Comando en Corregimiento Nueva
Granada. En: MRL de Colombia, octubre 1 de 1965,p. 8.
56
Romero Peñaranda Luis José. La Crisis del Frente Nacional. En MRL de Colombia, octubre 1
de 1965,p. 8.

134
del hambre, del alto costo de la vida, de la especulación reinantes, como lo
hacían los anapistas, sino de los efectos negativos de la devaluación en la
esfera económica y fiscal del Estado.

Mientras que el anapismo enfatizaba en su discurso el problema del costo de la


vida como la consecuencia más inmediata del establecimiento del Frente
Nacional, los voceros de la «Linea Dura», destacaban en ese mismo sentido la
«devaluación», «el déficit fiscal y presupuestal», «los monopolios», «los
impuestos», y los diferentes componentes de las políticas económicas y laborales.
Por ello, el politico anapista tenía más posibilidad de cooptación popular. Era
él quien en lenguaje sencillo y directo llegaba a los problemas concretos del
hombre común de la ciudad colombiana. Por supuesto el político profesional
emerrelista producía un discurso profundo, de recepción en ambientes de buen
nivel en cultura política, pero complejo y abigarrado para las gentes que apenas
asimilaban las formas de la vida urbana. Era ésta la característica general que
distinguía a ambos discursos.

3.5.1 La Línea Dura del MRL, ¿ un tercer partido ?

No existen personajes conservadores que preocupen a la cúpula de la Línea


Dura. Destacan sí la decadencia de ambos partidos tradicionales. Es en esta
parte de su discurso político donde la Línea Dura parece apartarse de lo que
podría entenderse como una disidencia liberal. Es donde la agrupación pretende
erigirse como un tercera opción. A diferencia de los comienzos del MRL, cuando
La Calle intentaba rescatar el viejo y popular partido liberal, la Línea Dura
entre 1963 y 1965 hace conciencia en los colombianos de la imposibilidad de
ese proyecto. En 1963 intentó la creación de un «Bloque Nacionalista» con
amplia cobertura social. No se conformaba entonces con un frente de izquierdas
como lo querían los comunistas. «Debe procurarse de entrada -escribía Alvaro
Uribe- una gran concentración de fuerzas interesadas en el cambio social sin
limitación de rótulos. Se trataría de la gran alianza de los explotados de todos
los partidos, de los nacionalistas de todas las vertientes, de los revolucionarios
de todos los credos, sin que ninguno de los adherentes se sintiere repelido por
haber llegado de los campamentos de la derecha o de la izquierda»57. Mas
adelante, en octubre de 1963 cuando sesionó la Primera Conferencia Nacional
de Dirigentes de la Línea Dura, Uribe señaló; «El Partido nuevo, es la vieja
aspiración de los humildes, de los humillados de Colombia /Un partido nuevo
con mando centralizado, jerarquía de autoridad, disciplina, eficacia del sistema
de comunicación nacional; espíritu de cuerpo, solidaridad, lealtad/ Viva el

57
Véase: Uribe emplaza al Partido Comunista. En Colombia no existe hoy un Orden Democrático
que valga la pena defender. En Diario Vespertino La Nueva Prensa, agosto 2 de 1963 ,p.4 y 8.

135
nuevo partido del pueblo. Viva la Línea Dura de la revolución colombiana/»58.
De acuerdo con Uribe Rueda era necesario que el «Estado popular estuviera
penetrado por un partido revolucionario», que impidiera cualquier desvío «en
la obra de transformación revolucionaria»59. Además de interpretar ese partido
como «una vieja aspiración de los humildes, de los humillados, de Colombia»,
y por ello popular, el líder emerrelista propuso la «unidad de mando» como
componente fundamental en el Estado y el gobierno popular. En 1965, cuando
el general Alberto Ruiz Novoa instó a Uribe a renunciar de la candidatura
presidencial, como lo había hecho él, so pretexto de la unión del partido liberal,
el dirigente de los duros le replicó: «No creo que uno de los problemas más
graves del país se encuentre en la división del partido liberal. Presumo, más
bien, que no ha sido la división sino la desaparición del liberalismo como
partido del pueblo, lo que impidió que el país cosechara los frutos del armisticio
firmado hace ocho años. Y ha sido bajo el pretexto de preservar la unidad del
viejo partido, como sus dirigentes oficiales en los últimos tiempos han dejado
convertir las tropas de Gaitán y Uribe Uribe y el López de la Revolución en
marcha.. en un dócil instrumento de masas al servicio de los grupos de presión
del privilegio económico que usted ha estigmatizado valerosamente. Así, el
prestigioso nombre de partido liberal ha ido muriendo poco a poco en la
conciencia pública, en la misma medida en que ha venido siendo otorgado
como fiador solvente de la persecución a los obreros, el despojo a los campesinos,
la inflación y el déficit fiscal, la inmoralidad administrativa, el desgobierno, la
inseguridad ciudadana, la incapacidad, el imperio del privilegio, la especulación
y el atraso»60. Es en este estilo político donde la Línea Dura colinda con la
ANAPO. A la postre serán los anapistas quienes resulten concentrando esa
expresión de partido que anhelaban los ideólogos de la Línea Dura. Atrás
quedaba el optimismo de los gestores del emerrelismo cuando creyendo aún en
ellos, llamaron a colaborar en la financiación del semanario a Carlos Lleras
Restrepo y Virgilio Barco, entre otros. Ahora, su crítica cubre por igual a ambos
partidos tradicionales. Ni uno ni otro, en el discurso de la agrupación, tienen
en sus miras el bienestar común. Para la Línea Dura, ambas colectividades
han puesto sus potencialidades al servicio de los grandes grupos económicos.

En 1961, cuando el MRL, la ANAPO y el PCC, lanzaron sus respectivos


programas políticos, entre los dos primeros existía una diferencia sobre la
percepción del proceso político que se iniciaba. Los emerrelistas presentaron
un detallado análisis de la situación del país, recurriendo a la estadística, a los
avances de las ciencias sociales y a la hermenéutica del derecho para respaldar

58
Véase: Comenzamos una nueva batalla por Colombia. Discurso de Uribe ante la Primera
Conferencia Nacional de Dirigentes de la Línea Dura. En: Diario Vespertino La Nueva Prensa,
octubre 11 de 1963, p.4 y 5.
59
Ibid.
60
Carta de Alvaro Uribe Rueda al General Alberto Ruiz Novoa. Bogotá, mayo 11 de 1965. En:
Anales del Congreso, mayo 18 de 1965,p. 226-227.

136
todas sus argumentaciones. De su parte la ANAPO, publicó una plataforma
política simple e identificada en gran parte con la experiencia del gobierno
militar. Sin considerar las diferencias en la elaboración de aquellos documentos,
demostramos en donde coincidían y en donde se distanciaban. Ahora, durante
la campaña electoral de 1965-1966, anapistas y emerrelistas conservan en los
estilos del discurso político, en la manipulación del vocabulario, en los elementos
que respaldan sus juicios y verdades, algunos lincamientos advertidos ya en
1961. Por ejemplo, el MRL utilizaba la estadística para explicar la trascendencia
de un problema, mientras que la ANAPO, cuando comienza a utilizar datos y
números, lo que pretende es afinar más sus denuncias en contra del sistema.

A pesar de la fragmentación del MRL, entre «duros» y «blandos», no obstante


sus discrepancias ideológicas y políticas, los emerrelistas de una y otra linea se
identifican por sus inquietudes intelectuales. Venidos de la universidad, s^
preocupan por probar en la praxis política todo lo asimilado en las aulas. En
1963 Uribe Rueda, que para la fecha es un político con imagen nacional, afirmó,
en torno a las libertades públicas: «Si aceptamos que existe una ciencia social,
que tiene sus leyes y sus principios confrontados con la experiencia, debemos
entonces partir de la base de que las libertades formales son el resultado de
situaciones y hechos reales, de relaciones de trabajo y producción en un momento
dado, lo que nos lleva a concluir que un régimen plutocrático como el que
impera en Colombia, de marcada intención minoritaria, termina por negar
tales libertades...»61. Los elementos de una formación académica moderna,
tenían un peso grande en las actividades de los hombres del MRL. Sus
reflexiones, sus discursos, sus propuestas de solución, sus formas de pensar los
problemas de la sociedad; los diferencia de una agrupación como la ANAPO.
Esta, recurre ante todo a elementos tradicionales en el ejercicio de la política,
tales como la apelación a los sentimientos y factores emocionales del hombre.
En los discursos de los «duros» y los «blandos» en cambio, se reflejan los
conocimientos elaborados y mediatizados por la razón de la investigación
empírica. Para los anapistas, los problemas que padecen amplios sectores de la
población son tratados considerando el sentimiento de desprotección y abandono
que padecen «quienes nada tienen». Cuando recurrían a las cualidades de Rojas,
a la moral, y cuando manifiestan su identificación con los padecimientos del
pueblo, los políticos de la ANAPO no se dirigen al intelecto de sus destinatarios
sino que intentan conmoverlos con recursos emocionales. Por supuesto el
«predominio» de la razón o de los sentimientos no se presenta en ningún caso
como resultado de un proceso racional y meditado. Simplemente son elementos
determinantes en cada una de las agrupaciones que permiten evaluar sus
comportamientos en el escenario de la política colombiana.

61
Véanse los apartes de la carta que Uribe envía a Gilberto Vieira en; «En Colombia no existe hoy
un orden democrático que valga la pena defender». La Nueva Prensa Diario ilustrado de la tarde,
agosto 2 de 1963, pp 8,4.

137
3.6 Nacionalismo y Estado en los documentos programáticos42
La mayoría de agrupaciones políticas contrarias al Frente Nacional, sino todas,
vieron en el Estado la fuente de la armonía social y al supremo benefactor.
Aunque la «Linea Dura», cuantitativamente, es superada por los anapistas en
sus referencias al Estado, su importancia no era para los «duros» menos
relevante. Varias de las propuestas en torno al Estado y a las reformas que
necesitaba, planteadas por la segunda plataforma anapista, fueron expresadas
poco más tarde por el líder de la «Linea Dura»63. A su vez, la redacción de
aquella se hizo por los tiempos de mayor combatividad del conjunto de hombres
que se reunieron alrededor de la Línea Dura. Entre 1963 y 1964 los duros
dieron todo lo que podían dar. No dudamos que la plataforma anapista de
diciembre de 1964 haya recogido para sí postulados defendidos por el Senador
Alvaro Uribe Rueda y sus seguidores. No fue casual por ello, su sonada
presencia, en noviembre de 1964, en el recibimiento que los anapistas le
tributaron a Rojas procedente del exterior.

Los «duros» colocaban la culminación del proceso de configuración de la nación


mediante el intervencionismo del Estado. «La nación -decía Gustavo Vasco,
uno de sus dirigentes por Bogotá, se construye en el mundo actual desde el
Estado y con el poder y los instrumentos del Estado. La soberanía nacional se
afirma, se ejerce y se preserva por intermedio del Estado»64. En ese orden de
ideas la Línea Dura propugnaba por un nuevo Estado que alcanzara un acuerdo
sobre la organización social y que fuera diferente, por su carácter nacionalista,
no sólo de las instituciones del Frente Nacional, sino que también superara las
del fracasado «Estado liberal». Según Alvaro Uribe Rueda este tipo de
instituciones habían permitido «que una casta minoritaria se apoderara del
Estado y lo administrara en su exclusivo beneficio»65. Para él era importante la
participación del pueblo en las reformas de las instituciones, de allí su propuesta
de un plebiscito «para que el pueblo decida sobre la arquitectura y el contenido
del Estado nuevo»66.

En un artículo de una afamada revista universitaria, Uribe afirmó que las


instituciones colombianas eran inadecuadas para superar el subdesarrollo y
sus consecuencias de desigualdad. Como si se dirigiera a sus copartidarios
oficialistas, Uribe escribió: «En estas condiciones, hay que tener la imaginación
y el valor suficientes para buscar nuevos organismos políticos congruetes con

62
Favor seguir las Tablas 6 y 7.
61
Véase «El hundimiento del Estado liberab>, artículo pubhcado en la revista Uhiversitas de la
Facultad de Derecho de la Universidad Javeriana. En: Recorrido a la intemperie... Op. cit. p 140.
64
Véase Sólo un Estado Nacionalista Reencontrará a Colombia. En: Diario Vespertino La Nueva
Prensa, octubre 11 de 1963, p. 5 y 6.
65
Véase El Hundimiento del Estado Liberal. En: Recorrido a la Intemperie... Op. cit. p. 142.
66
Véase 23 preguntas de Alberto Galludo. Semanario Al Día, septiembre de 1964. En: Recorrido a
la Intemperie Op. cit. p 136.

138
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139
TABLA No 7

EL NACIONALISMO EN LOS MOUIMIENTOS


DE OPOSICIÓN 1963-1965'

'Correlaciones superiores a 0,50

140
la economía del siglo XX. Hay que resolverse a pagar 'el precio de la invención
de nuevas formas políticas' acordes con la época»67. Y para ello propuso una
Asamblea Legislativa y Técnica -idea esbozada en la primera plataforma de la
ANAPO en abril de 1961 y desarrollada completamente en la segunda- como
cambio fundamental que permitiría al país llegar alcanzar el desarrollo y la
igualdad social. En concreto la «Línea Dura», proponía «una cámara de
cuestiones constitucionales y políticas y una cámara de planeación del desarrollo
económico y social».

La gente de la Línea Dura pensaba que la ausencia de un proyecto nacionalista


de gobierno le originaba innumerables problemas al país. La dependencia
económica y la carencia de autonomía política de Colombia, eran motivo de
preocupación. En general para todos los movimientos adversos al
establecimiento, el Frente Nacional favorecía intereses extranjeros en detrimentc
de los nacionales. Todos enjuician la actitud sumisa y extranjerizante de)
gobierno. Algunos movimientos, los proguerrilleros, por ejemplo, expresan su
nacionalismo manifestándose a favor del internacionalismo y en contra del
imperialismo. Hay que anotar, sin embargo, que todos los movimientos de
oposición estaban atravesados al igual que por los mitos del intervencionismo
de Estado, por los del nacionalismo. En cuatro movimientos: PCC, Línea Dura,
ANAPO y ELN el nacionalismo ocupa el segundo lugar de importancia en su
discurso; en otros cuatro: FARC, MDN, FUP y MOEC el tercero. Es interesante
por ejemplo, que el comunismo, partido comúnmente conocido como
intemacionalista, le dedique el 25.6% de los temas de su discurso político al
nacionalismo.

Nacionalismo con diferentes matices, por supuesto. La ANAPO, las dos


vertientes del MRL y el MOEC colocaron en el primer lugar de sus evocaciones
nacionalistas a Colombia. Por tal entendían la nación, el país, la patria. La
primera tuvo en cuenta en sus argumentaciones políticas «los problemas de la
nacionalidad». A este indicador acudieron también la Línea Dura, el PCC, los
demócratas cristianos, las FARC, el ELN. Pero a diferencia de éstos, la crítica
de la ANAPO no iba especialmente dirigida contra un supuesto
contradestinatario externo sino contra la clase dirigente del país68. La Línea
Dura por ejemplo, invitaba a mirar hacia modelos políticos nacionalistas que
en países parecidos al nuestro presentaban resultados favorables a la superación
del subdesarrollo. Gustavo Vasco, manifestaba en una de las sesiones de la
primera Conferencia Nacional de su movimiento: «el subdesarrollo es ante
todo un fenómeno de supeditación y el nacionalismo airado y fervoroso es la
gran bandera que enarbola la revolución. He allí el gran enfrentamiento en el

61
Uribe Rueda Alvaro <díl Hundimiento del Estado Liberal». En: Recomido a la Intemperie...Op.
cit. p. 145.
68
Ver en detalle la Tabla N" 6 que trata de los referentes nacionalistas de todos los Movimientos de
Oposición al Frente Nacional.

141
seno de la sociedad colombiana. Es ese el dilema de la hora; supeditación y
subdesarrollo o soberanía y prosperidad»6<>. La ANAPO por su parte declaraba
que «El país real, la Colombia verdadera han sido supeditados, escarnecidos y
explotados hasta el punto que este país real se ha hecho casi invisible. El
Estado, de conductor de la nacionalidad se fue convirtiendo en máquina
abstracta de represión al servicio de los poderosos. Por eso la tierra, el prestigio,
el agua, los servicios, la cultura, el acceso al mando, le es ajeno al pueblo.
Todo es de los señoritos satisfechos que nos dominan. Alianza Nacional Popular
justifica su aparición en la escena política y se enfrenta en la batalla por el
poder porque ese estado monstruoso de cosas existe y eso hace necesario
recuperar la nacionalidad para si misma»70. ANAPO y los duros acuden al
tema del subdesarrollo. Empero la Línea Dura resalta como indicador de ese
carácter antinacional: «el fortalecimiento de la empresa privada extranjera y
sus efectos para la economía y el desarrollo nacional», mientras que para la
ANAPO lo es el desplazamiento de «el pueblo» de las riquezas naturales y
culturales.

Siguiendo el ejemplo de las corrientes tercermundistas, tales como el


panafricanismo, los ideólogos anapistas y duros propusieron una «tercera vía».
En este aspecto fue incisiva entre todos los movimientos estudiados, la Línea
Dura: el 12.7% de sus reiteraciones nacionalistas se refieren a ello. La ANAPO
sólo le destaca el 2.1%. Lo importante de señalar es que las dos son las únicas
agrupaciones que proponen este tipo de soluciones. Fuera de la Línea Dura,
ninguna otra fuerza política se ocupó de América Latina. En este sentido
promovió la creación de un nuevo movimiento hispanoamericano. «La
imposición del liberalismo utilitarista sobre el continente hispánico -argumentaba
Uribe Rueda- destruyó el destino manifiesto de nuestros pueblos que es la unidad
pensada por Bolívar, y frenó el curso de la nación hispanoamericana»71. Uribe
Rueda consideraba que aunque los problemas de América Latina no se
solucionarían con empréstitos del capital extranjero, como creía la CEPAL,
sino con recursos propios, aceptaba los postulados de esa entidad económica
en lo relacionado con la creación de grandes mercados en el continente que
según él beneficiarían a los países de la región. Sólo a través de la unidad
latinoamericana, los países del continente alcanzarían la independencia
económica. De ésta manera, se consolidaría «una gran nación articulada,
económica y políticamente, para implantar en este gran espacio los polos de
desarrollo de la industria común»72.

Véase Solo un Estado Nacionalista Reencontrará a Colombia. En Diario Vespertino La Nueva


Prensa, octubre 11 de 1963, p 5 y 6.
™ Véase Plataforma de Alianza Nacional Popular. En: Alianza Popular, N° 72, enero 27 de
1966, p 3.
" Ibid.
72
Véase El Hundimiento del Estado Liberal. En: Recorrido a la Intemperie... Op, cit. p 143.

142
Los ideólogos de la Línea Dura juzgan al Frente Nacional por la falta de
autonomía nacional en el desarrollo de políticas y reformas. Se interesan más
en rebatir las medidas económicas que los gobiernos del Frente Nacional
tomaban por insinuación de Lleras, las cuales habían traído, a su parecer,
nefastas consecuencias en «la vida nacional», que por las cualidades humanas
del jefe liberal. La ANAPO, como la Línea Dura también aludía a la
responsabilidad de Lleras Restrepo en el deterioro económico del país, pero
era recalcitrante en demeritar las cualidades humanas y políticas del dirigente.

En resumen, las propuestas nacionalistas de la Línea Dura no eran ajenas a las


realidades nacionales e internacionales. Pero en la explicación que daba a este
tipo de problemas prevalecían las referencias a los factores extemos. Epocalista.'
a morir, se apuntaban a esquemas de explicación tales como el siguiente: «la
controversia capital de nuestro tiempo no es la que se plantea entre oriente y
occidente, entre capitalismo y socialismo, sino entre imperialismo >
nacionalismo». Los anapistas en cambio mimetizaban su nacionalismo más
en el plano nacional que en el internacional, veían más los enemigos adentro
que por fuera.

La Línea Blanda al igual que el resto de Movimientos de oposición le da


importancia a la creación de un Estado y un gobierno fuertes, como alternativa
al Frente Nacional. Por ello propone, acomodar las instituciones, a las nuevas
realidades.

El Estado fuerte que proponía López no se salía de los marcos de la idea original
del Frente Nacional. En cambio, la propuesta de Uribe Rueda, quien también
aspiraba al mismo tipo de Estado, condenaba la fórmula frentenacionalista.
Para él lo importante era crear algo nuevo. López no se comportaba indiferente
al discurso tercermundista. Cuando afirmaba que «la llamada democracia
occidental ha ido padeciendo variantes» y en general cuando se refería a la
nacionalidad tenía en cuenta la paz y el entendimiento como elementos
indispensables para el desarrollo. Empero sus referencias al «tercer mundo»
nada tienen que ver con una supuesta asimilación del nacionalismo
tercermundista o con la elaboración de un nacionalismo popular como nutriente
esencial de su nuevo MRL.

A López le preocupa la nacionalidad entendida como un todo. No como la


culminación de un proceso, sino como su corrección, López no cree en la
primacía del desarrollo económico sobre la paz, todo lo contrario «La paz es
en toda sociedad el primero de los bienes», afirmaba. Por ello es constante en
su referencia a ella como un objetivo político imprescindible, al igual que el
Frente Civil cuando la colocaba como motivación y objetivo del nuevo régimen.
«Todos tenemos que seguir pensando en la paz y aplicando el criterio de la
rectificación cada vez que nos parezca amenazada, porque, admitiendo aún,
en gracia de discusión, que el Frente Nacional en un determinado momento

143
hubiera consolidado la paz, el espectáculo al que estamos asistiendo, con la
teoría de que las instituciones del plebiscito son solamente aplicables a los
amigos del Frente Nacional, es tal, que un número cada día mayor de
colombianos está siendo reducido a la condición de proscrito como ocurría
bajo los gobiernos de los partidos hegemónicos. La paz de que se habla es
entonces apenas una partija burocrática entre un grupo de amigos de ciertos
jefes, paz que ha perdido ya dimensiones nacionales, como norma de
convivencia, al punto que ya comienzan a reconocerlo los propios autores del
sistema»73. Aunque el jefe de la Línea Blanda -ya lo hemos dicho- reconocía el
carácter elitista y antipopular del Frente Nacional, su oposición no se dirigía a
su destrucción sino a volverlo sobre lo que él creía habían sido sus cauces
originarios, «...lo que busca la coalición -argumentaba- es una normalidad
institucional que se ha perdido, el levantamiento del estado de sitio, la igualdad
de condiciones y garantías para todos los ciudadanos.»74.

En las referencias nacionalistas de los documentos programáticos de la Línea


Blanda, del PSDC, del PCC y en el de las FARC no hay espacio para las
nacionalizaciones. Cuestión que le interesa bastante al Movimiento de Camilo
Torres. Es éste quien más insiste en nacionalizar la economía del país. En esto
era cercano el Frente Unido a la ANAPO y al MDN. Para aquellas
organizaciones «los problemas de la nacionalidad» son más importante que
las nacionalizaciones».

3.7 Las categorías menores

En un segundo nivel de importancia, los movimientos políticos contrarios al


orden del Frente Nacional utilizaron en sus discursos referencias agrupadas en
nuestro análisis cuantitativo en el resto de categorías no argumentadas arriba.
Una mirada a la Tabla N° 8a, permite afirmar lo siguiente: Los movimientos
que mayor preocupación muestran por la «Ciencia y el desarrollo» son el MDN
y la ANAPO. Por los «Derechos Ciudadanos» se preocupa el PSDC, las FARC
se interesan por la reforma agraria y por el costo de la vida; los comunistas
demuestran estar más interesados en los asuntos internacionales que sus pares
de la oposición; a diferencia de los demás grupos opositores, el FUP presenta
mayor sensibilidad por los problemas de vivienda urbana y la planeación. Con
las excepciones del PCC y las FARC, el resto de Movimientos apelaron a
mecanismos religiosos, destacándose el PSDC, la ANAPO y el MDN. Hablaron
con intensidad de educación y salud el FUP, el ELN y el MDN. Salvo la Línea
Dura todo el mundo habló de reforma agraria. Sin excepción todos tuvieron en
cuenta en sus discursos los logros científicos necesarios de ser aplicados en

73
Véase «Elpaís no necesita una enciclopedia sino un gobierno fuerte queno esté sujeto a presiones».
Discurso de Puerto Berrío, noviembre 11 de 1965. En Posdata a la Alternación... Op. cit. p.99.
71
Véase «Una coalición difícil». En MRL de Colombia, noviembre 5 de 1965, p 3.

144
Colombia. En la Colombia de estos tiempos nadie podía dejar de mencionar
los derechos ciudadanos. Comunistas, demócratas-cristianos, al igual que el
ELN, muestran particular interés por los vaivenes de la política internacional

En realidad, no estaban lejanos entre sí, los movimientos politices de mediados


del decenio del sesenta. Todos tomaban sus ideas de la fragua del discurso
hegemónico. A ninguno se le escapó la revolución, el cambio, el tercer mundo,
el desarrollo, el crecimiento de la población. Los contenidos se cruzan en
múltiples coincidencias. Para la época en que se concentra esta investigación,
no se puede hablar ya de la identidad ideológica de los partidos tradicionales.
Con Carlos Lleras Restrepo se pierde definitivamente el mito, como se verá
más adelante, del liberalismo como partido de antireligiosos o anticatólicos
Nadie pues, tenía el monopolio de las ideas en boga. Se trata de matices, de
formas de enunciar, de intensidades y fijaciones en el planteamiento de las
tesis y en últimas de los sujetos que enuncian el discurso, de sus capacidades
de convocatoria y de sintonizarse de manera natural y no artificial con los
anhelos de la comunidad. Empero, no eran los movimientos de la oposición
portadores del sentimiento de cambio. Por reacción o por convicción, por presión
o por necesidad, el establecimiento puso a prueba su capacidad de adaptarse a
los nuevos tiempos. No estaría completo el discurso político de la década en
estudio, si no intentáramos saber cómo respondía el establecimiento a los
mismos problemas que planteaba la oposición.

145
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Hernando Olano Cruz, ideólogo conservador de la ANAPO.

146
4. EL FRENTE NACIONAL ANTE EL
DISCURSO DE LA OPOSICIÓN

«No hemos acabado de matar lo que queríamos,


n i h a alcanzado a aflorar la nueva Colombia
que quisimos sembrar con esa política redentora» 1 .

El experimento del Frente Nacional produjo resultados que sus proge-


nitores no sospecharon. Surgido como la expresión de unos sectores
de la clase política, cada una de las cláusulas que le dieron origen se
prestaron para múltiples interpretaciones. Las cosas de la repartición
del poder burocrático estuvieron claras hasta los resultados de las elec-
ciones de mitaca de 1960, cuando el Presidente Lleras tuvo que cam-
biar de socio mayor. Los laureanistas derrotados electoralmente cedie-
ron su lugar a la unión de ospinistas y alzatistas. Se desató entonces
una lucha política-electoral para alcanzar los cargos públicos. El pro-
blema se agudizó con los resultados de las posteriores elecciones. El
presidente Valencia a su manera entendió el respaldo electoral que
recibió en 1962 el MRL y le ofreció cuota política. Después de las elec-
ciones de 1964 el presidente puso en práctica la «milimetría», palabre-
ja que significaba tener en cuenta milimétricamente en el poder no a
los partidos políticos como tales sino a sus irreconciliables corrientes.
La ausencia de la unión en ambos partidos tradicionales hizo que la
lucha política en Colombia se convirtiera en un permanente enfrenta-
miento de facciones. A tal extremo llegaron las cosas, que el sonado
candidato del Frente Nacional para suceder a Valencia se vio obligado
a retirar su candidatura en mayo de 1965.

La candidatura de Lleras Restrepo venía sonando desde los comienzos


del Frente Nacional. Los liberales oficialistas no lograban encontrar un
nombre distinto, a no ser el de su primo Alberto Lleras. Cualquier nomi-
nación resultaba inferior a los candidatos de la oposición. La figura de
Lleras como salvador del régimen pactado del Frente Nacional había
calado profundamente en sus seguidores. En marzo, el promovido can-
didato exigió de liberales y conservadores un Manifiesto de apoyo a su
nombre «dentro de un Movimiento de revitalización del Frente Nacio-
nal» 2 . Con habilidad. Lleras Restrepo a quien la oposición atribuía la
personería del continuismo, empezó a utilizar los mismos temas e in-

1
Palabras de Carlos Lleras Restrepo en el Hotel Cordillera de Bogotá, el 8 de abril de 1965. Véase
El Espectador, abril 9 de 1965,p. 7A.
2
Véase «Manifiesto Liberal y Conservador» sobre la Candidatura pide Lleras». En: El Especta-
dor, marzo 4 de 1965, p.l y 2A

147
cluso el mismo vocabulario de sus adversarios. A principios de abril de
1965, el candidato aceptando el reto de la oposición empezó a hablar
de cambios. «Me propongo -dijo- hacer en esta campaña una carga de
caballería con programas concretos e ideas nuevas. Sin pregones
demagógicos, para liberar los votos cautivos y saltar las corralejas elec-
torales»3. Lleras llamó a las agrupaciones de la oposición a concretar
las fallas que para ellos constituían la debilidad del Frente Nacional.
«Hay dos posiciones -dijo-. La de quienes consideran como solución
eliminar totalmente el sistema del Frente Nacional y la de quienes creen
que deben efectuarse reformas parciales, que busquen el regreso gra-
dual a la plena normalidad democrática. Yo comparto esta última te-
sis» 4 . Lleras explicó los motivos que llevaron a la clase dirigente a
institucionalizar en normas constitucionales la alternación. Anotó que
este paso había mostrado la mutua desconfianza que se tenían los
partidos y argüyó que de no haber sido así, la coalición se «habría roto
irremediablemente en los dos primeros años». Legitimando las circuns-
tancias que originaron el Frente Nacional señaló: «Creo que el país no
está preparado para cambios radicales y creo que las transformaciones
que el Frente Nacional buscaba, no se han logrado plenamente. En los
nueve años que nos restan de Frente Nacional hay que hacer esas
transformaciones» 5 . En ese sentido, el candidato liberal propuso una
serie de diez importantes cambios y transformaciones en la aplicación
y ejecución del sistema bipartidista, como base de su campaña electo-
ral. Los diez puntos fueron los siguientes: lo. Reafirmar la vigencia del
régimen presidencial, conforme la Constitución de 1886; 2o. Eliminar
el «Gobierno de los Directorios», establecido mediante la interpreta-
ción equivocada del pacto del 20 de marzo, que habla de «un amplio y
permanente acuerdo» entre el ejecutivo y los partidos; 3o. Abolir las
dos terceras partes en la mayoría de las decisiones de las cámaras,
asambleas y concejos; 4o. Reglamentar la paridad, ajustándola al verda-
dero espíritu plebiscitario; 5o. Permitir que nuevas fuerzas políticas -por
fuera de los dos partidos- puedan elegir sus representantes en las cor-
poraciones públicas, sin perjuicio de mantener la coalición guberna-
mental liberal-conservadora; 6o. Poner en ejecución una efectiva refor-
ma parlamentaria; 7o. Realizar una adecuada reforma de las adminis-
traciones departamentales; 8o. Crear un estatuto que fortalezca al mu-
nicipio; 9o. Estructurar un sistema que llene el vacío existente entre las
comunidades organizadas y los sistemas políticos, y 10o. Buscar el
cambio económico y social mediante el desarrollo paralelo del bienes-
tar social y el estímulo al capital6.

Véase «Diez Cambios Propone Carlos Lleras Restrepo...» En El Espectador, abril 9 de 1965 p. 1.
Ibid. p. 7A
Ibid.
Ibid.

148
Lleras hablaba de darle oportunidad a otras corrientes políticas, pero le
temía a las agrupaciones que intervenían en el reducido espacio políti-
co colombiano. Interpretando sus discursos, podemos decir que Lleras
era adverso a la proliferación de movimientos que a la larga interve-
nían como facciones donde primaban ante todos los intereses persona-
les. Temía que al llegar al poder, las presiones de los Directorios políti-
cos no le dejaran llevar a cabo sus tesis planteadas. Para él el mal
funcionamiento del Frente Nacional radicaba en la errónea interpreta-
ción de sus cláusulas. Para nada contaban los desaciertos económicos
y el empeoramiento de la población colombiana en la crisis del régi-
men. Nada tenían que ver tampoco sus protagonistas. Era curiosa su
concepción de la democracia.

La renuncia a su candidatura presidencial en mayo de 1965, le produjo


a Lleras Restrepo magníficos resultados. Consiguió que el exministro
de guerra Alberto Ruiz Novoa, quien había ganado considerable espa-
cio político, retirara su nombre del abanico de candidatos y, en general,
neutralizó la atención de los colombianos que se habían desplazado
hacia el discurso beligerante de los grupos de la oposición.

De todas las regiones del país, en una especie de plebiscito, dirigentes


y organizaciones frentenacionalistas le pidieron al personaje reconsiderar
su decisión. Incluso el Directorio Liberal de Córdoba en la instalación
de un denominado «Movimiento Liberal obrero-campesino» lanzó su
candidatura 7 .

Sin reconsiderar todavía su renuncia pero robustecido políticamente, el


candidato oficial, estimando necesario hacer conciencia en los secto-
res dominantes de la economia colombiana de la necesidad de cam-
bios, comenzó a reunirse con ellos. En Cali, en una conferencia ante
empresarios advirtió que debía «buscarse la manera de acabar con los
grupos de presión en forma de amenaza permanente sobre las institu-
ciones del poder público». Dijo que era indispensable crear un sistema
organizado de las relaciones entre el sector privado y el sector público
y enfatizó que el Estado no podía «ir solo por un lado y los particulares
por el otro»8. Lleras puntualizó que el verdadero desarrollo debería ser
«un conjunto de planeamientos armónicos que cobije a los distintos
sectores, creando un tipo de sociedad más igualitaria», señaló la im-

En mensaje dirigido a Lleras, los liberales cordobeses escribieron: «Cerca de mil obreros campe-
sinos cordobeses, con fervor liberal, proclamamos candidatura su nombre Presidente de la República.
Bandera liberal, como en mejores épocas, fue enarbolada trabajadores, y efigie máximo conductor
liberalismo fueportada manos encallecidas campesinos, esperan aurora mejorpara Colombia». Véase
El Tiempo, mayo 12 de 1965, p. 5B.
8
Véase «Lleras critica a los Grupos de Presión». En: El Espectador, agosto 3 de 1965 p. 1 y 2A

149
portancia que tenía para el país la planeación, recomendándola incluso
como el método de cooperación por excelencia entre el sector público
y privado. Insistió en que la planeación se volvía necesaria por la ur-
gencia de administrar bien los recursos escasos, las divisas extranje-
ras, el mercado de capitales y el crédito. Dijo que las divisas extranje-
ras tenían que ser administradas sobre un plan racional, en forma tal
que no se presentaran los fuertes altibajos en la concesión de divisas
para las importaciones9.

Sabiéndose fijo sucesor del poder. Lleras precisaba en sus intervencio-


nes sobre las fallas del Frente Nacional que le impedieron llevar a cabo
sus propuestas de revitalización y de cambio. Explicaba los numerales
que habia lanzado en abril último. «La especulación de las dos terceras
partes se ha vuelto anacrónica -decía en una conferencia en Cali- se ha
vuelto perjudicial para la República, se ha vuelto un peligro para las
instituciones. Como el Frente Nacional no se creó para maniobrar al
país sino para salvarlo, ha llegado la hora de buscar la manera de que
esas cosas se reformen. Yo no creo realmente que se puedan reformar
sino pidiéndole un mandato al país, para que el país exprese claramen-
te su voluntad de ser gobernado terminando con esas interferencias. Y
eso no se va a conseguir alrededor de las elecciones parlamentarias
sino alterando los factores, haciendo que un presidente ya electo, le
pueda pedir al país que le de un congreso para cambiar las cosas que
están malas»'0. En otras palabras. Lleras apuntaba a que las eleccio-
nes presidenciales se realizaran antes que las legislativas. Hablaba de
un fortalecimiento de la democracia pero conservando un ejecutivo fuer-
te. Fórmula ésta bien recibida en los auditorios de frentenacionalistas
conservadores. Se lamentaba Lleras del debilitamiento de la fuerza del
Presidente de la República en Colombia, en momentos en que según él
el mundo comprobaba «todos los días que la existencia de una autori-
dad ejecutiva dotada de todos los medios de poderes era una condición
indispensable para gobernar en las difíciles circunstancias del mundo
actual»". En otro auditorio de Cali, el candidato oficial declaraba: «Un
hecho indiscutible...es que el sistema del Frente Nacional por la divi-
sión de los partidos y por la regla de las dos terceras partes ha perdido
su poder decisorio. Ha caído en la impotencia. Nada sacamos con pre-
sentar programas si no curamos de esa impotencia al sistema»12.

El discurso político de Lleras no estaba impregnado de un sabor liberal.


El candidato hablaba para los auditorios de ambos partidos tradiciona-

' Ibid.
10
Véase «Nuevas Reformas y Cambios Políticos y Sociales Plantea Carlos Lleras Restrepo en Cali».
En: El Espectador, agosto 6 de 1965, p. 1 y 10A
11
Ibid.
12
Véase «Frente Nacional pierde poder». En: El Espectador, agosto 7 de 1965, p.7A

150
les. Se apersonó de los ejes del discurso comúnmente identificado con
el conservatismo y que para entonces habían sido retomados por los
grupos de la oposición. Arrebatándoles banderas. Lleras se pronunció a
favor de los campesinos. Convocó a los líderes agrarios para que los
dotaran de una organización social que a través de cooperativas de
producción y consumo se libraran de la de los intermediarios. Sostuvo
que sólo cuando la clase campesina se haya conformado cabalmente,
puede aspirar a una representación auténtica en el Congreso Nacional.
Como los opositores al Frente Nacional, Lleras habló de la necesaria
intensificación de la técnica en la agricultura, manifestó preocupación
por los bajos ingresos de los campesinos y propuso promover un estu-
dio realista de las condiciones del campesinado colombiano con el fin
de buscar soluciones acordes con sus necesidades 13 .

4.1 La salida de la "crisis estacional" del Frente Nacional

Corría el mes de septiembre de 1965. Los frentenacionalistas cansa-


dos de tanta polémica y temerosos de los avances de la oposición en
general y de la rehabilitación política de Rojas en particular, decidieron
ponerle orden a sus cosas. No quisieron descuidar nada, llamaron a
filas a toda su gente. Convencieron al expresidente Lleras Camargo de
renunciar a su promesa de retirarse de la política y se reunieron solem-
nemente en la noche del último día del mes en el Salón Rojo del Hotel
Tequendama.

Llevó la palabra Alberto Lleras. Su intervención fue patética. El conte-


nido de su discurso mostró las razones de su regreso a la lucha política:
frenar los avances del anapismo, de la izquierda radical, salvar lo posi-
tivo que quedaba de Frente Nacional en la conciencia de los colombia-
nos e impulsar la candidatura de Carlos Lleras Restrepo. El expresi-
dente no decía nada nuevo. Todo lo que iba leyendo eran las mismas
cosas que su primo Carlos Lleras de manera menos ordenada y con-
vincente había estado diciendo en sus reuniones de recinto cerrado
con las clases económicas del país. Conceptos que en boca del viejo
político tomaban el carácter sagrado de la sabiduría de un oráculo.
Como su primo Carlos, Alberto tuvo que remontarse al espíritu original
que iluminó el pacto bipartidista: sacar al país de la violencia y acabar
con la dictadura. Pensaba como Carlos Lleras que los políticos
malinterpretaban el Frente Nacional. Así se expresaba: «Lo que estaba
construido exclusivamente para evitar la tentación de un prematuro

1!
Véase «Lleras Pide a Centrales Obreras promover solidaridad de clases». En: El Espectador,
septiembre 21 de 1965,p. 1 y 2A.

151
rompimiento, pasó a ser lo esencial de la coalición que parece sobrevi-
vir solamente sobre los goznes de esos mecanismos de seguridad y no
sobre la voluntad caudalosa de la opinión nacional, que la quería, la
quiere aún y la respaldaría abiertamente si la casta política le diera más
nobles propósitos que los de mantener unas cuotas de poder, término
equívoco para referirse a un apetito desordenando de posiciones. El
Frente Nacional implicaba un programa para hacer algo grande entre
los dos partidos, y no fue una negociación para que ni el uno ni el otro
pudieran hacer cosa distinta de echarse paritariamente sobre el poder
por diez y seis años»14. Curiosamente para ambos dirigentes las fallas
eran de interpretación, la culpa del degeneramiento estaba en la politi-
quería que había producido la coalición. Razón muy simple para con-
vencer al elector popular. Al pueblo no le interesaban razones de inter-
pretación política sino realizaciones sociales. En realidad, la concien-
cia política del colombiano común no estaba preparada para asimilar
las elucubraciones de los Lleras. A éstos les interesaba en este mo-
mento convencer primero a los próximos pregoneros de la verdad ofi-
cial, suavizar y convencer a los dueños de la economía del país. Se
organizaba la campaña.

El expresidente Lleras se dirigió a las mujeres y a los jóvenes. Dándole


un tono trascendente a su intervención, aprovechó la oportunidad para
exponer sobre la «explosión demográfica», tema del que venía hablan-
do y escribiendo con profusión en medios internacionales15. Dijo que las
consecuencias de ese fenómeno en Colombia exigían un candidato de
excepcionales virtudes, «...la manera de distribuir esa población, de
manejar esa fuerza desbordada, de alimentarla, curarla, educarla,
alojarla, y todo ello a la misma velocidad en que se reproduce, es un
problema de tal magnitud que no es para entregarlo a un candidato
presidencial sacado a la suerte, de un sombrero, en un conciliábulo de
oposicionistas del Frente Nacional, públicos o clandestinos, empeña-
dos en personales rencores y morosas venganzas corsas»16. En tal punto
de dispersión se encontraban los partidos políticos tradicionales, que
Lleras terminó su intervención llamando «a la conformación de un Mo-
vimiento de opinión, dentro del más puro y amplio espíritu del entendi-
miento constitucional...», que respaldara la candidatura de Carlos Lleras
Restrepo.

También llevó la palabra en el acto del Tequendama el dirigente con-


servador Belisario Betancur. El exministro al igual que Lleras Camargo
14
Véase texto del discurso de Alberto Lleras. En: El Tiempo, octubre 1 de 1965, p. 10.
15
En Julio de 1965 Alberto Lleras intervino ante una Subcomisión Senatorial en Washington sobre
los peligros de la explosión demográfica para América Latina. Véase El Espectador, julio 10 de
1965, p. l y 2 A
16
Véase texto del discurso de Alberto Lleras. En: El Tiempo, octubre 1 de 1965, p. 11.

152
se refirió a «un Movimiento» al que se disponía aportar sus tesis.
Betancur estuvo elocuente. Escuchándolo, la gente pudo advertir que
por su intervención transitaban los idearios justicieros de Jorge Eliécer
Gaitán y la modernización que para su partido soñó Gilberto Álzate
Avendaño. Daba a entender Belisario que estaba en esa Asamblea por
no compartir el estado en que se encontraban las agrupaciones parti-
distas. Particularmente la suya, el conservatismo, convertido en un ar-
chipiélago de intereses personales. El, que había participado en las
anteriores contiendas electorales en el conservatismo doctrinario, in-
cluso había sido precandidato por dicha corriente, no concebía ahora
que, a esa altura de los años sesentas, se estuviera hablando de doctri-
nas. Sacaba Belisario al testarudo conservatismo colombiano de su
tendencia parroquial: «...el mundo entero despertaba y su despertar en
el Asia y África que expulsaban colonialismos milenarios, nos desper-
taba también a nosotros...pero nosotros resistíamos, asidos al formalis-
mo jurídico que amamos por sobre todas las cosas». Invitó a poner las
polémicas políticas en términos distintos a los de la división conserva-
dora, supuestamente doctrinaria: «¿ Por qué no abrir el debate sobre la
nacionalización de los petróleos -se preguntaba- o al menos de su
refinación o siquiera de un mayor beneficio estatal a través del fortale-
cimiento de Ecopetrol; o sobre la socialización de la propiedad que la
haga llegar por fin a los núcleos proletarios de Colombia y dividirnos en
pro o en contra de su intangibilidad o de su función social;...¿Por qué
no acentuar la controversia sobre las inversiones extranjeras que insis-
ten en dirigirse a actividades monopolísticas y en presentarse a com-
petir con el capital colombiano en mortal desventaja para éste?» 17 .
Irrumpía sin dique ninguno la evolución de su propio pensamiento. «He-
mos cambiado el repertorio de rencores por otro de soluciones que
busquen la transformación del país y alertamos las mentes puras para
que reclamen esas soluciones»18, anotaba. Belisario abogó por un Frente
Nacional del pueblo. Enardecido declaró estar hastiado y querer «una
transformación fundamental que elimine la distancia entre los de arriba
y los de abajo, que ofrezca una patria que no brinde sólo la angustia de
la miseria, distinta de la que están obligados a padecer tantos colom-
bianos: una patria para todos y no sólo para los ricos y los habilido-
sos»19. El discurso de Betancur equilibró la reunión del Tequendama,
los problemas que tocó estuvieron en completa armonía con los del
pueblo colombiano. Mientras que Lleras Camargo hablaba de las erró-
neas interpretaciones del Frente Nacional, Betancur se detuvo en el
crecimiento del desempleo y la miseria, en la dependencia extranjera.

17
Véase «Recobrar la Mística del Acuerdo Nacional pide Belisario Betancur». En; El Tiempo,
octubre 1 de 1965, p. II.
18
Ibid.
19
Ibid.

153
La postulación de la candidatura de Lleras Restrepo a la Presidencia de
la República y la conformación de un Comité bipartita «de transforma-
ción nacional» cerraron con broches de oro el acto político del
Tequendama20. Días más tarde, el Comité hizo entrega a Carlos Lleras
R. de un extenso documento donde se le pide acepte la postulación a la
presidencia a nombre de un «Movimiento bipartidista de transforma-
ción del país» y estudie una serie de 9 puntos donde se resumen, según
leemos «las aspiraciones manifiestas de innumerables colombianos»21.

De aceptar. Lleras debería partir del contenido de los 9 puntos para la


elaboración de su plataforma electoral22. Al fin y al cabo sus redactores
tuvieron en cuenta en primer orden las propuestas que el candidato
venía haciéndole al país de tiempo atrás.

Alberto Lleras Camargo se vinculó activamente a la campaña electo-


ral. Cada sábado, una red amplia de emisoras transmitía a todos los
rincones del país una conferencia radial suya. Los destinatarios de sus
alocuciones fueron los jóvenes y las mujeres. Los contradestinatarios,
la oposición. Para él, oposición y subversión eran la misma cosa. Por
igual denigraba de Rojas que de los demás grupos adversarios al Fren-
te Nacional. Aunque en la realidad lepismo, lauroalzatismo y anapismo
no habían sellado un acuerdo concreto de unidad electoral. Lleras
Camargo tomaba tal eventualidad como un hecho. Con sorna se burla-
ba de cada una de las propuestas salidas de los grupos mencionados.
No reconocía capacidades, ni mérito alguno. Pero era esta oposición la
que le quitaba el sueño. Para nada mencionaba en sus alocuciones a
los grupos guerrilleros.

Poco a poco conservadores y liberales frentenacionalistas que tenían


sus dudas frente a la candidatura de Lleras fueron cediendo. Desde la
provincia colombiana se empezaron a reportar creaciones de Comités
Bipartidistas de apoyo. Sin embargo, el grupo de conservadores reuni-
dos alrededor de Alvaro Gómez no cedió en nada su animadversión
hacia el candidato oficial. En la antesala de la proclamación de Lleras,
Gómez decidió hablarle a los colombianos a través de la cadena radial
«Todelar». El jefe conservador aspirando al favor popular, reafirmó sus

20
El Comité Bipartita lo integraron Alberto Lleras Camargo, Belisario Betancur, Misaél Pastrana
Borrero, Virgilio Barco Vargas, Hernando Agudelo Villa, Auna Muñoz de Zambrano, John Agudelo
Ríos, Fabio Lozano Simonelli y Esther Bonillo de Holguín quien reemplazó a la viuda de Álzate
Avendaño, Yolanda Ronga.
21
Véase «El Comité Bipartidista Pide a Lleras Presentar su nombre a los Colombianos». En: El
Tiempo, octubre 10 de 1965, p. 20.
22
Los numerales fueron los siguientes: lo. Urgencia de empleo suficiente; 2o. Tecnificación del
Estado; 3o. Contra los Monopolios; 4o. Desigualdad Social; 5o. Integración Económica con lospaíses
Vecinos; 6o. Mayor representación sindical; 7o. Apoyo a la cultura; 8o. La juventud Universitaria y
9o. Un Estado Moderno y Efectivo.

154
posturas frente al candidato. Lo relacionó con el gran capital y en gene-
ral con la oligarquía del país. Denunció la maquinaria del estableci-
miento puesta a favor de ese nombre, la prensa en particular. Hablando
de las condiciones humanas que se requieren para ser presidente, con-
sideró que no era suficiente con tener erudición en economía; «De nada
sirve estar atiborrado de estadísticas que por lo demás son pasajeras -
dijo - si no se tienen las virtudes propias de estadista: la moderación tan
esquiva en la familia del candidato, el buen juicio para escoger lo mejor
en vez de dejarse guiar por odios y sectarismos, la prudencia para no
equivocarse....»23, etc. Y terminó la idea de la siguiente manera; «...Todo
esto que falta en. la candidatura de imposición se reemplaza por un;
petulante erudición económica y por un diluvio de publicidad monocor-
de con el que se quiere colmar imaginariamente un inmenso vacío de
personalidad» 24

Finalmente, el sábado 27 de noviembre se proclamó pomposamente la


candidatura oficial de Carlos Lleras en el coliseo cubierto de la Feria
Exposición de Bogotá. El discurso del candidato fue aprobado por la
Dirección Nacional del Liberalismo (DNL) como Programa de gobierno
del futuro «Frente de Transformación Nacional»25. Pasemos entonces
a estudiar este documento con las mismas herramientas con las cuales
analizamos los de los movimientos de la oposición.

4.2 Los destinatarios del nuevo discurso frentenacíonalísta

En el primer lugar de preocupaciones, la plataforma del Frente Nacio-


nal destaca los «Destinatarios» (ver tablas 8 y 8a). Lleras justificó su
aceptación de la candidatura en la exhortación que le hacían, según él,
el «Comité Bipartidario constituido bajo la inspiración del expresidente
Alberto Lleras, miles de esclarecidos profesionales, grandes núcleos
femeninos y juveniles, y otros muchos compatriotas pertenecientes a
sindicatos,gremios de la producción y organizaciones políticas». «
Sencillamente -afirmó más adelante- me presento a ocupar la posición
que una parte del pueblo me señala»26. Su postulación como candidato
del Frente Nacional fue apoyada más por organizaciones gremiales y
de trabajadores que por sectores populares. La abundante referencia a
diversos grupos sociales y diferentes destinatarios, era, quizás, la ma-

23
Véase Contra un Candidato Nuevo y Popular de Nada Servirá la Maquinaria Publicitaria. En: El
Siglo, noviembre 26 de 1965, p. 3.
24
Ibid.
25
Hacían parle de la DNL: Darío Echandía, Jubo César Turbay Ayala y Víctor Mosquera Chaux.
26
Véase «Plataforma programática apoyada por la Dirección Nacional Liberal en noviembre de
1965» en: Programas del Partido Liberal Colombiano 1959-1981. Bogotá, Centro de Estudios e
Investigaciones José Antonio Galán, 1982, p. 82.

155
TABLA No 8

CORRELACIÓN ENTRE LOS DESTINATARIOS DE LA


OPOSICIÓN « EL FRENTE NACIONAL. 1965

No AGRUPACIONES POLÍTICAS MOEC ANAP0 LINEA LINEA PSDC MDN FRENT PCC FARC ELN F.N
1964 BLAND DURA UNIDO 1965 1965
MOVIMIENTO OBRERO ESTUDIAN -
1 1
TIL V CAMPESINO (MOEC)
ALIANZA NACIONAL POPULAR 1964
2 0.74 1
(ANP 1964)
LINEA BLANDA DEL MRL
3 0.35 0.57 1
(L.BLANDA)
LINEA DURA DEL MRL
4 0.54 0.74 0.74 1
(L.DURA)
PARTIDO SOCIAL DEMÓCRATA
5 0.59 0.83 0.83 0.82 1
CRISTIANO (PSDC)
MOVIMIENTO DEMOCRÁTICO
6 8.15 0.47 0.78 0.52 0.74 1
NACIONAL (MDN)

7 FRENTE UNIDO (F.UNIDO) 0,19 0.48 0.71 0.61 0.76 0.79 1

PARTIDO COMUNISTA DE COLOMBIA


8 0.53 0.53 0,25 0,37 0,32 0.14 0,15 1
(PCC 1965)
FUERZAS ARMADAS REVOLUCIONA-
9 0.54 0.42 0.22 0,31 0.19 0.00 -.07 0.46 1
RIAS DE COLOMBAIA (FARC)
EJERCITO SE LIBERACIÓN
18 NACIONAL (ELN) 0.76 0.85 0.64 0.68 0.81 0.40 0,42 8.52 0.35 1

11 FRENTE NACIONAL (F.N 1965) 0.53 0.78 0.89 0.74 0.92 0.75 8.69 0.32 0,35 8.76 1

156
TABLA No 8A

DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LAS CATEGORÍAS


EN LAS PLATAFORMAS POLÍTICAS
1963-1966

DISCURSOS POLÍTICOS

No CATEGORÍAS ANAPO LINEA LINEA PSDC MDN FUP PCC FARC ELN FRENTE
BLANDA DURA NACIONAL
1 DESTINATARIOS 15.2 16.6 20.4 13,7 16.6 24.8 20,9 31.6 22.1 16.2

2 ESTADO 8.4 9,8 5,7 15.2 4,0 16.7 0.0 0.0 6,4 15.2

3 NACIONALISMO 18,2 9.2 23.8 2.7 12,3 9.8 25,6 15,6 19.7 8.1

4 REFORMA AGRARIA 3.2 1.9 0.0 1.9 2.1 4.9 0,6 13.1 3.6 6.6

5 CIENCIA V DESARROLLO 7,2 1,6 1.3 6.2 31.5 2,9 1,7 4,0 18,0 6,5

6 PLANEACIÓN 0.4 2.9 0.3 1.9 2,9 5.9 0,0 1.1 3,6 3,1

7 FUERZAS ARMADAS 1,7 1,4 0.0 0,0 2,9 1.5 0,0 0.0 0,0 1,8

8 RELIGIÓN 3.0 1,2 0,7 5.3 4.0 1.0 0.8 0.0 1,2 1,7

9 DERECHOS CIUDADANOS 4.8 6.6 2,4 41.8 6.5 5,4 0,8 1,8 5,2 8,1

18 ESTABLECIMIENTO 31.4 45.2 38.8 0.9 3,2 3,9 31.0 20,3 3,9 7,0

11 COSTO DE VIDA 1.6 0.1 0.9 0,0 0,0 0.0 1,0 3,6 0.0 0.8

12 EDUCACIÓN 1,1 0.6 2.4 5.3 4,3 4.9 0.0 1,1 6,8 3.6

13 SALUD 0,9 0.0 1.0 0.0 4,0 1,0 0,0 0,4 4,4 0,9

14 POLÍTICA INTERNACIONAL 0.6 0.3 2.2 5.3 2,5 1,5 8.5 0,4 6,4 3.0

15 REFORMA URBANA 1.8 0.05 2.0 0,0 1,8 4,9 0,0 0.0 1.6 0,0

157
ñera como el candidato frentenacionalista pretendía legitimar el senti-
do nacional de su candidatura. En efecto, por la crisis social que atra-
vesaba el país, el Frente Nacional perdía el respaldo de muchos
colombianos, y probablemente por tal razón el principal destinatario
para el candidato frentenacionalista lo ocupan las totalidades: «los
colombianos», «los compatriotas», «todos los sectores», «las mayorías
nacionales», «todas las clases», «hombres y mujeres de Colombia»,
etc. Totalidades que sumadas a nuevos y determinantes actores políti-
cos como «los grandes grupos femeninos y juveniles» superan las
referencias al vocablo «pueblo», que ocupa el segundo lugar de los
destinatarios positivos de la plataforma del Frente Nacional.

Aunque el movimiento bipartidario que propuso la candidatura de Lleras


le pidió tener en cuenta entre los objetivos del nuevo gobierno «renovar
los distintos programas del Frente Nacional concernientes a la inter-
vención ciudadana en el manejo de la cosa pública» en el sentido de
vincular activamente a los profesionales, artesanos, pequeños agricul-
tores, asalariados de la ciudad y del campo, capitalistas y hombres de
empresa. Lleras agregó que tendría en cuenta la parte de la población
colombiana más afectada por la pobreza, el atraso y la ignorancia. Agre-
gó que principalmente en beneficio de ella había de buscarse el cambio
social»27. Para involucrar diversos sectores en la realización de los pro-
gramas del Frente Nacional, Lleras reconocía la necesidad de abrirle
paso a la renovación dentro de los partidos tradicionales. Pero advertía
que «No se trata del turno periódico de las generaciones. Durante los
últimos años el país ha visto hacer o robustecerse fuerzas que razona-
blemente aspiran a ejercer en el seno de los partidos el flujo proporcio-
nado a su importancia. Jamás fue mayor el número de técnicos, de
especialistas, de empresarios; nunca fue más intensa y organizada la
acción sindical ni tuvo la clase media una conciencia tan clara acerca
de los problemas que la afectan. Las mujeres, que en realidad solo
adquirieron sus derechos de ciudadanos con el Frente Nacional, se
interesan crecientemente por los poderes públicos y aprenden a descu-
brir las relaciones existentes entre éstos y su propia condición. Realida-
des de tanta magnitud no pueden ser ignoradas por los partidos políti-
cos y mi primer acto como candidato es el de solicitar que no lo sean»28.
Reconocia así el Frente Nacional, por medio de su candidato presiden-
cial, de una forma muy sutil, las características de élite que había ad-
quirido el programa inicial de 1957.

Ibid. p. 85
Ibid. p 86.

158
4.3 El Estado y los problemas nacionales en la nueva plataforma
del Frente Nacional

Tanto gobierno como oposición le dieron gran trascendencia a las elec-


ciones de 1966. Lleras al iniciar su discurso de aceptación de la candi-
datura reflexionó sobre el momento político de la siguiente manera:
«La tarea que nos trazamos al iniciar el Frente Nacional sólo en parte
está cumplida y debemos coronarla; han surgido problemas nuevos y
debemos superarlos, se han presentado deformaciones en el desarro-
llo de la concepción original y debemos corregirlas»29. A su parecer, el
primer paso para superar las nuevas situaciones conflictivas era conti-
nuar con el desarrollo del Programa del Frente Nacional que fue apro-
bado el 21 de febrero de 1962.

Para el correcto funcionamiento del Estado, Lleras propuso reformar


las relaciones entre el ejecutivo y el legislativo, favoreciendo el régi-
men presidencial, para que el gobierno pudiera adelantar con éxito los
planes de desarrollo económico y social que el Frente Nacional
planteaba.»El Estado atraviesa por una crisis profunda que afecta to-
das las ramas del poder público», decía. No era extraño al candidato
que muchas de las dificultades del Estado provinieran del comportamien-
to de sus funcionarios y de la incapacidad del ejecutivo para hacer
cumplir los objetivos del Frente Nacional. Sostuvo que una mejor
organización de las relaciones entre el ejecutivo y el Congreso permiti-
ría a los ministros actuar como gerentes efectivos en sus respectivas
ramas y evitaría una hipertrofia burocrática dañina para el país». Al
respecto Lleras enfatizaba: «El Frente Nacional protocolizaría su fraca-
so si al final del período por el cual se pactó no pudiera mostrar una
organización burocrática libre de todo influjo partidario»30 Las reformas
a las instituciones buscaban, además de rescatar su prestigio, armoni-
zar las funciones del Congreso y el gobierno de tal manera que éste
tuviera capacidad de supervisar la actividad legisladora de aquel. «Las
fallas en el funcionamiento del Congreso, declaraba, son un aspecto de
esa crisis general [del Estado] que tiene también manifestaciones muy
agudas en la rama ejecutiva»31. De allí que Lleras otorgara al Congre-
so, en su programa de gobierno, el control sobre el manejo fiscal y
sobre los planes de desarrollo pero también propuso la reducción del
número de Senadores y Representantes. Medida ésta que beneficiaba
su deseo de reafirmar el régimen presidencial. La única forma viable
de rescatar el objetivo de la reforma constitucional de 1957, «que no
era ni el régimen de gabinete ni el gobierno de los directorios», y termi-

Ibid. p. 87.
Ibid. p. 88.
I b i i p . 106.

159
nar con la «tendencia a utilizar la administración como botín político e
instrumento electoral» era, según Lleras Restrepo, favorecer el siste-
ma presidencial «que es clave y esencia de la Constitución colombia-
na». Coincidía el programa del Frente Nacional de 1965 con la platafor-
ma de la ANAPO de 1961 al considerar la preeminencia del ejecutivo
en la conducción del país. La importancia que Lleras concedía al siste-
ma presidencial lo llevó a afirmar que: «La elaboración y ejecución de
los planes de desarrollo, el restablecimiento del equilibrio fiscal, la
implantación de la política económico-social que el país necesita, exi-
gen tres condiciones: unidad, persistencia y celeridad». Y estas condicio-
nes eran factibles, si se reafirmaba y fortalecía el régimen presidencial.
Para Lleras, al ejecutivo le correspondía la función de velar por el co-
rrecto funcionamiento del Estado; así entendemos sus afirmaciones
respecto a la «acción vigilante del ministerio público sobre la adminis-
tración de justicia», aquellas de dotar al gobierno de medios para «ejer-
cer vigilancia eficaz sobre la oportunidad con que se despachan los
asuntos públicos», establecer el «control del presidente y los ministros
sobre el ritmo y efectividad de las inversiones» del Estado, a pesar de
que le concedía al congreso el control sobre el manejo fiscal, y en ge-
neral todas las actividades que según su plataforma correspondían al
sistema presidencial. Pero en donde más se advierte su concepción
funcionalista del gobierno es en las afirmaciones sobre la actividad de
la oposición al Frente Nacional. Al respecto anotaba Lleras que «El
gobierno tiene que ejercer una eficaz acción preventiva cuando cual-
quier núcleo social esté siendo incitado a quebrantar las normas vigen-
tes. No es prudente que espere hasta verse obligado a escoger entre
una represión difícil y la triunfante impunidad de los infractores (...)
Resulta inadmisible que siga, en su desbocada carrera la anárquica
inclinación que muestran ciertos grupos a imponer sus pretensiones
causando daño injusto a los demás o amenazando con causarlo»32.

La agudización de los problemas sociales llevó a que los líderes del


Frente Nacional se comprometieran con soluciones concretas. El nue-
vo programa de gobierno concebía al Estado como «instrumento eficaz
para el desarrollo económico y social» cuyo objetivo principal consistía
en «buscar la conciliación social». Lleras habló sobre la «función del
Estado de facilitar vivienda adecuada a las clases populares» y propu-
so la creación de «cooperativas para el sector artesanal estimuladas
por el Estado». También consideraba su plataforma la descentralización
y el fortalecimiento de la autonomía local como ejes en la realización
de su gobierno. Aspecto este último difundido por diversos movimientos
de la oposición al Frente Nacional.

" Ibid. p.87.

160
La forma como el candidato pretendía adelantar sus políticas de desa-
rrollo económico y social desde el Estado era a través de la creación de
«programas operativos». Sobre su finalidad y sentido dijo Lleras: «Su
elaboración conlleva un minucioso trabajo técnico destinado a permitir
al gobierno obrar con celeridad y cabal conocimiento de los respectivos
problemas. La preparación de ellos brinda, además oportunidad para
que grupos provenientes de diversos sectores políticos y sociales se
familiaricen a fondo con el aspecto práctico de las cuestiones adminis-
trativas. Esto facilitaría más tarde al presidente de la República esco-
ger colaboradores que conozcan ya las tareas concretas para cuya di-
rección se les designa y puedan entrar a desarrollarlas sin demora»33.

No obstante, los cambios y reformas que proponía Lleras para que el


Estado se adecuara a las nuevas realidades sin perder su espíritu origi-
nal, contemplaban únicamente las dimensiones económicas y socia-
les. Sobre el tema político el Frente Nacional parecía no estar dispues-
to a ceder en lo más mínimo. Todo lo contrario. Lleras respaldó nueva-
mente el sistema de la alternación y aunque habló del «derecho de la
oposición a tener representación en las corporaciones públicas», plan-
teó la necesidad de modificar la norma sobre las exigencias de una
mayoría de las dos terceras partes para las decisiones y elecciones en
los Cuerpos Legislativos. Medida contemplada desde la última reforma
constitucional pero que, con el desarrollo de las sucesivas elecciones
desde 1962, favorecía a los movimientos de oposición y facilitaba sus
intenciones de obstaculizar los programas del Frente Nacional.

Quizás era muy colombiana la concepción que tenían los ideólogos


frentenacionalistas de la democracia. A su manera adaptaban el con-
cepto a las condiciones colombianas. Nunca aceptaron que los aconte-
cimientos relacionados con el caso «Ruiz Novoa, el surgimiento de las
guerrillas, las amenazas de paro nacional, la agitación estudiantil y en
general el avance de la oposición, eran producto del modelo democrá-
tico del mismo Frente Nacional que ellos le impusieron al país. El texto
del documento de noviembre de 1965 muestra que Lleras prestaba
oídos a los clamores de la oposición incorporando a su programa y a su
estilo la mayoría de sus aspiraciones. Es más un proceso que se da no
tanto por convicción como por reacción. Con dramatismo señalaba co-
sas como la siguiente: «... hay que reafirmar y fortalecer el régimen
presidencial para salvar la democracia. Los gobiernos débiles y
anarquizados son el preludio de las dictaduras»34. Como si cosa distinta
hubiera querido hacer Rojas en el poder o en los primeros años de su

Ibid. p. 84.
Ibid. p. 86.

161
oposición. Al igual que los anapistas y que toda la opinión política del
país, hablaba de defender y respetar conceptos de la democracia mo-
derna: «la ley», «la constitución» y «la justicia» como medidas preven-
tivas en contra de la anarquía social y la dictadura.

En el fondo, el proyecto político que aspiraba a imponer Lleras en la


segunda etapa del Frente Nacional pretendía desarrollar a corto tiempo
y sin oposición, la infraestructura de una sociedad capitalista que él
adornaba con la fórmula de una «sociedad más igualitaria». Proceso
inconcluso y frenado durante todo el siglo. Lleras aceptaba el reto de la
oposición. Esta a su vez no creemos que lo haya advertido. Si lo advir-
tió, nunca creyó que uno de los gestores del Frente Nacional, precisa-
mente el continuista Carlos Lleras Restrepo, pudiera hacerlo. Por eso a
diferencia de López, que jugaba con lo supraestructural. Lleras decidió
coger el toro por los cachos, fue al grano, de manera pragmática hizo
un inventario de los problemas del país y presentó soluciones.

Como era de esperarse, Carlos Lleras Restrepo defendió a capa y es-


pada todos los postulados del Frente Nacional y su sentido original de
conciliación. No obstante su intervención del 27 de noviembre tuvo
cierto tono de rectificación. Su discurso de aceptación a la candidatura
presidencial no se aparta mucho del documento que le fue entregado
por el Comité Bipartidista de Transformación Nacional. Lleras retomó
en líneas generales los planteamientos y soluciones expuestos allí. Pero
señaló que algunos problemas nacionales contenían «carácter de es-
pecial urgencia». Dijo que «la atmósfera económica del país no debe
seguir dominada por el espectáculo de la ganancia fácil y el injusto
provecho. Las situaciones de privilegio, la usura, la especulación, el
contrabando, la apropiación ilimitada de las plusvalías sociales, el in-
debido aprovechamiento de los cargos públicos y del influjo que otor-
gan las posiciones políticas, desalientan el esfuerzo creador y corrom-
pen el espíritu público»35. En estos argumentos existían coincidencias
entré Lleras y los movimientos de la oposición, con el anapismo en
particular, al señalar «el privilegio», «la especulación», «el contraban-
do», etc como fenómenos que afectaban el mundo económico y por
ende la vida social. Esta lógica que daba preeminencia a los problemas
económicos sobre los sociales y a la presentación de soluciones para
los primeros buscando superar los segundos, está presente a lo largo
de todo el documento que se analiza.

Para Lleras Restrepo, la realización de un «plan general de desarrollo»


ampliaría el mercado económico reduciendo la «progresiva inflación

,!
Ibid. p. 88,

162
de costos», es decir, el costo de la vida, y armonizando los diferentes
elementos y variables del mundo económico. Para Lleras la causa del
deterioro de la situación económica en el país, se encontraba en la
coexistencia de una economía de mercado y un poder estatal \<que
interviene sin estudio y se expande sin método». Todas sus propuestas
de solución a los problemas económicos, tienen que ver con una revi-
sión de la política económico-social que de plenas garantías a la activi-
dad económica privada y modifique las reglamentaciones que van en
contra del desarrollo económico. «Una política económica de esa clase
es la que puede producir más inmediatos efectos sociales, generando
conjuntamente mayor empleo y abaratando el costo de vida. Es tam-
bién la política que puede contribuir mejor a acortar la distancia entre
los sectores que han podido librarse de los efectos de la inflación o
aprovecharlos, y aquellos otros, débiles e inorgánicos, que soportan sin
compensación la carestía creciente» concluía Carlos Lleras. Para él,
problemas como el crecimiento demográfico, el desempleo, la concen-
tración urbana, y los fenómenos por ellos producidos -delincuencia,
miseria, prostitución, etc-, tenían parte de su solución en la realización
eficaz de «una nueva política económica» y parte en programas de
organización adelantados desde el gobierno. Para el crecimiento
demográfico, por ejemplo, planteó adelantar una política «en estrecha
consulta con la iglesia, tutor indiscutible de la moral cristiana», sin dejar
de considerar los aspectos económicos, éticos, sicológicos y médicos,
así como educativos y jurídicos. La alta tasa de crecimiento de la po-
blación sumada al fenómeno de la concentración urbana, frustrarían
«el avance económico y el cambio social», sino contribuían a que fue-
sen más lentos advirtió Lleras. Pero en concreto eran, el desempleo y
el freno de la productividad, los efectos inmediatos de la concentración
urbana y el crecimiento demográfico. Para Lleras era necesario enton-
ces frenar la alta emigración del campo a la ciudad con incentivos en el
sector rural, «elevar el nivel educativo en los campos; multiplicar las
industrias rurales; hacer menos monótona y dura la vida campesina;
facilitar la descentralización industrial son medidas que pueden contri-
buir a aliviar el problema», manifestó.

No sólo coincidían Lleras y los anapistas en sus planteamientos refe-


rentes a las instituciones del Estado, en considerar como problemas la
burocracia, la falta de funcionarios honestos y el debilitamiento del ré-
gimen presidencial; en considerar como problema social el crecimiento
demográfico, coincidían también en la importancia que ambos le adju-
dicaban dentro de sus respectivos planes de gobierno y en las vías
para su solución. Del análisis cuantitativo de los documentos progra-
máticos de la ANAPO y de Lleras advertimos detalles interesantes:
mientras la primera le dedica el 8,7% de sus referencias a los plantea-
mientos de los problemas, el candidato liberal le dedica el 12.3%; pero

163
mientras éste le confiere el 7.2% a las soluciones, la ANAPO se ocupa en un
15.5% de ellas.

También como en los documentos de la ANAPO, en los del Frente


Nacional está presente la conciliación social. Propone Lleras la partici-
pación de los trabajadores de las ganancias de las empresas y median-
te el apoyo a la organización y desarrollo de los sectores rezagados de
la actividad económica. En ese sentido, afirmó que «La búsqueda de
un mejor equilibrio social y de la integración de los sectores marginales
requiere intensificar la sindicalización del asalariado rural, y fomentar
la asociación de los pequeños agricultores, por una parte, y de los arte-
sanos por la otra»36. Consideraba Lleras, retomando el programa del 27
de febrero de 1962, que creando con apoyo del Estado organizaciones
de trabajadores sin empleo fijo ni garantías laborales, en las ciudades y
en el campo, se favorecería el logro de su estabilidad social.

El documento frentenacionalista de 1965 trató de neutralizar la base


social del anapismo: «Ese sector abandonado -se refería Lleras a los
marginados- será objeto preferencial de mis ocupaciones como gober-
nante. Hay que identificarlo muy bien, cuantifícarlo, encuadrarlo en al-
gún tipo de organización que lo una a la comunidad y facilite a ésta el
estudio y resolución de sus problemas»37. Lleras prometió dotar a los
estratos populares del conocimiento de sus derechos y obligaciones
para que pudiesen participar activamente en las decisiones públicas.

Lleras expresaba las mismas cosas de la ANAPO, pero la manera como


lo hacía era fría. Su preocupación por el desmejoramiento de las clases
pobres, por ejemplo, no contenía para nada los elementos mesiánicos
y reivindicativos del discurso de los anapistas. El programa del Frente
Nacional a pesar de referirse a las clases populares, no alcanzaba a
tener el carácter de popular. Se advierte a lo largo de su discurso una
preocupación funcional pero no una identificación. Se trataba de que el
Estado hiciera presencia para salvar el modelo frentenacionalista. Así, Lleras
llamaba a «crear nuevos canales de comunicación entre los diversos sectores;
promover más activamente el interés por los problemas de cada comunidad y
conseguir que en su resolución cooperen altruistamente las clases dirigentes
locales; utilizar con acierto los nuevos medios de motivación social; fomentar
asociaciones que den a los más débiles posibilidades de actuar eficazmente y
prestarles asistencia técnica en su organización o funcionamiento: todo eso
debe ser no sólo parte de la labor política pre-electoral sino tarea permanente

Ibid. p. 98.
Ibid. p. 98.

164
de la Iglesia, los partidos, las centrales obreras y el Estado»38. En ese sentido
es comprensible la importancia que Lleras le concedía a la acción comunal,
creada por el Frente Nacional como medio de socialización de los sectores
marginados.

4.4 Referentes nacionalistas en la plataforma del Frente Nacional

En el discurso de Lleras no hay lugar para los Estados Unidos. Ni una


palabra al respecto, ni en pro ni en contra. En esto se diferencia de los
movimientos de oposición. El candidato no evoca el nacionalismo. Se
guramente partía del hecho de aceptar el Frente Nacional como tal. De
acuerdo a su interpretación del pacto frentenacionalista los partidos
habían acordado desplazar sus intereses para luchar por programas >
políticas de Estado comunes, y en ese sentido vinculaba a toda la na-
ción. Aspectos comprendidos de la misma manera por el líder
oposicionista Alfonso López Michelsen.

A pesar de lo anterior, el candidato oficial trató problemas concernien-


tes al nacionalismo que pregonaban Movimientos como la ANAPO, la
Línea Dura o el MDN. Para estas agrupaciones, la nación estaría in-
completa y mal gobernada hasta que no se tuviera en cuenta la partici-
pación o representación real de amplios sectores de la población en las
políticas de Estado; hasta que no se le dieran oportunidades a los estra-
tos populares. Carlos Lleras consideraba prioridad de su futuro gobier-
no «la intervención ciudadana concerniente al manejo de la cosa públi-
ca», y «la elevación del nivel de vida de las clases populares». Lleras
manifestó preocupación por la falta de integración de la sociedad como
elemento que perturbaba el normal desarrollo de la nación colombiana.
Así, se acercaba el candidato oficial del Frente Nacional a las concep-
ciones nacionalistas de los grupos de la oposición. Relacionaba directa-
mente el impulso al desarrollo con el bienestar general de la población,
y en particular el de los «grupos sociales minoritarios». Al respecto
decía: «Por desgracia, no obstante los esfuerzos cumplidos en los últi-
mos años, está aún tremendamente retrasado el proceso de la integra-
ción social colombiana. Nos corresponde acelerarlo. Los grupos margi-
nales compuestos por buena parte de la población rural y por la que
forma los cinturones de miseria de las ciudades tienen que convertirse
en miembros actuantes del cuerpo político y social y alcanzar un razo-
nable nivel de vida. Existe una clara interdependencia de los factores
sociales y económicos en el desarrollo. No resulta posible que la eco-
nomía crezca aceleradamente sin el estímulo que suministran a la in-

" Ibid. p. 91.

165
versión los mayores consumos por parte de las grandes masas populares. La
nación no será verdaderamente rica sino comenzando por ser justa»39.

La nueva plataforma del Frente Nacional no veía la falta de cohesión


social y los problemas del desarrollo desde una perspectiva nacionalis-
ta, sino más bien como problemas de Estado de urgente tratamiento.
Aunque se reconocía que la época estaba marcada «por el signo del
cambio» y aunque Lleras utilizara en su discurso frases como «la con-
ciencia nacional», «el trabajo nacional» y hacer referencias constantes
a «la nación», a «Colombia» y sus «recursos naturales», el Frente Na-
cional no cuestionaba en lo más mínimo los rumbos que, al parecer, ya
estaban trazados en torno a la política exterior colombiana. Por ejem-
plo, el candidato habló puntualmente de los recursos naturales y sus
potencialidades como factores económicos. Dijo Lleras: «Estamos avan-
zando en el estudio de nuestra geografía, meteorología e hidrología; de
los suelos agrícolas y de las riquezas geológicas; de la flora y la fauna;
pero es mucho lo que nos resta por hacer», con lo cual trataba el tema
de los recursos naturales tan discutido por las agrupaciones de la opo-
sición al régimen. Pero no mencionó para nada el principal recurso que
interesaba a aquellas agrupaciones, el petróleo. No cuestionó la políti-
ca que sobre él adelantaba el Estado colombiano. Simplemente se li-
mitó a expresar que su gobierno le daría toda la importancia que el
tema de la investigación y explotación de los recursos naturales, mere-
ciera. «Así como multiplicaría -agregaba Lleras- los esfuerzos, aún tan
incipientes, para defender los recursos naturales y enmendar la salvaje
destrucción que algunos de ellos han sufrido»40.

El asunto del petróleo era de gran importancia para la oposición, en


particular para la ANAPO y la Línea Dura del MRL, ya que si el Estado
colombiano se decidía a intervenir su explotación y venta, lograría mayor
autonomía en el contexto internacional y el desarrollo nacional recibiría
un gran impulso. Sin embargo, no le interesaba a Carlos Lleras Restrepo
tocar un tema ya definido para el Frente Nacional.

En otros aspectos como la consideración del desarrollo y la cuestión


nacional, el discurso de Carlos Lleras Restrepo se acercaba a las con-
cepciones de la oposición. El gobierno que proponía el candidato presi-
dencial del Frente Nacional utilizaría en todos sus proyectos la
planeación, de buen recibo en todos los movimientos políticos de la
época. Lleras por ejemplo, aunque le dedica menos atención en su
discurso a la planeación que el Frente Unido y que el ELN, está mucho más

Ibid. p. 90.
Ibid. p. 92.

166
interesado en ella que las corrientes del MRL y que la ANAPO41. Para Lleras,
la planeación era «un instrumento precioso para orientar y hacer más fecun-
dos los esfuerzos del país» y coordinar la cooperación entre el sector público y
el sector privado. Con ella. Lleras esperaba adelantar su política de desarrollo.
En términos generales la planeación que proponía Lleras debería orientarse a
los siguientes aspectos: lo. Movilización de los recursos humanos y el logro de
un conocimiento completo del territorio y sus recursos naturales; 2o. Solución
a los problemas del crecimiento demográfico y de la concentración urbana; 3o.
Reformar los órganos del poder público y de las relaciones entre éstos y el
sector privado; 4o. Revisión de la política económica y su intervención; 5o.
Conciliación por parte del Estado de los intereses económicos y sociales; y 6o
«una acción económica internacional que tome en cuenta valerosa y audaz-
mente, la evolución del mundo contemporáneo»42. Como vemos, todos este
aspectos, revelan el alcance que el candidato concedía a sus planes de desarro-
llo. Pero las reflexiones de Lleras en torno al desarrollo, no se presentabas
como una crítica al régimen, por el contrario, estaban orientadas a reforzar los
programas que sobre el asunto venía adelantando el Frente Nacional,

Para Lleras, el desarrollo eléctrico, el ensanche de la producción de


petróleo y gas, el plan de adecuación de tierras para el cultivo intensivo
y el desarrollo ganadero, combinado con el adelantamiento de la Refor-
ma Agraria constituían las grandes líneas de trabajo inmediato, por tra-
tarse de los puntos estratégicos de la economía que «tienen influjo de-
cisivo en el desarrollo general»43. De otra parte Lleras planteó la inci-
dencia directa de las condiciones de vida y capacitación de los colom-
bianos sobre la productividad y la distribución del ingreso. Y fue en este
sentido que expuso sus programas en tomo a la educación, la salud y la
vivienda. Sobre la educación Lleras prometió, además de incentivar el
desarrollo de las universidades como centros de investigación y forma-
ción de la clase dirigente, continuar con los aspectos contemplados en
el Programa del Frente Nacional aprobado en febrero de 1962, es de-
cir, crear liceos de segunda enseñanza para las clases populares, am-
pliar la educación técnica con base en los programas del SENA, y faci-
litar la expansión de las profesiones intermedias. Los problemas referen-
tes al estado sanitario de la población los enfrentaría con la formación
de personal en las profesiones auxiliares de las ciencias de la salud y
servicios médicos preventivos y hospitalarios para la «parte amplia de la po-
blación que no esté cobijada».

41
El FUP le dedicó a la planeación de 5.9% del total de sus referencias, el ELN el 4.4%, la Línea
Blanda y el MDN el 2.9%, la Línea Dura el 0.3% y la ANAPO el 0.4%.
42
Ibid. p. 91.
43
Ibid. p. 93-94.

167
No obstante el reconocimiento de diferentes situaciones problemáticas, la acep-
tación de las desviaciones de la «concepción original del Frente Nacional» y
de las deficiencias en el funcionamiento del Estado, y de proponer ampliar los
espacios para la participación ciudadana y la prestación de los servicios a los
sectores populares, es evidente que el tema más importante para Carlos Lleras,
según su programa de gobierno, era acelerar el desarrollo nacional.

4.5 Los liberales haciendo hostias. La Iglesia en el programa


de Carlos Lleras Restrepo

El 6 de julio de 1965, el Episcopado Colombiano había trazado las


directrices que en materia social y respecto a la «problemática del país»
deberían seguir quienes siendo católicos tenían bajo su responsabili-
dad la organización de «la convivencia dentro de las líneas generales
de respeto a la dignidad humana de los socios y de equidad en el repar-
to del producto colectivo»44. Invitado a opinar sobre el contenido de la
pastoral eclesiástica. Lleras Restrepo aprovechó la oportunidad para
decir: «El examen de la declaración episcopal, como el de las grandes
encíclicas pontificias cuyos principios se reflejan en ella, me convence
de que existe una identidad completa entre la presente doctrina social
católica y la del neo-liberalismo colombiano45. Dio a entender el candi-
dato frentenacionalista que precisamente los principios de la doctrina
social de la iglesia habían sido los que los liberales colombianos habían
procurado consagrar en la legislación colombiana.

La intervención de Lleras Restrepo, realizada en una serie de conferen-


cias organizadas por la Iglesia católica colombiana, le permitía al can-
didato matar varios pájaros de un solo tiro. En primer lugar, aspiraba a
neutralizar a los católicos liberales que veían con buenos ojos la prédi-
ca política del cura Camilo Torres y el comportamiento mesiánico del
General Rojas Pinilla. En segundo lugar, neutralizaba también cual-
quier sospecha de persecución religiosa que pudiera poner en ejecu-
ción el liberalismo en el poder. Encíclicas en mano, interpretando sus
textos, cual versado en teología, Lleras demostraba que entre la doctri-
na social de la Iglesia y el pensamiento liberal no había diferencia algu-
na, ni en la teoría ni en la práctica. Por supuesto, el objetivo de Lleras era
cercar lo más estrechamente posible el espacio de los anapistas, que funda-
mentaban toda su actividad teórica y política en los legados papales. Con me-
nor intensidad se lesionaban los intereses de los demócratas-cristianos y de los

44
Véase prólogo al libro: Lleras Restrepo C.3igó Pierre, Gómez H.Alvaro, Pastrana B. Misaél. ¿
Revolución Violenta? Bogotá, ed. Andes, 1965 157p.
45
Véase Lleras Restrepo C. El Cambio Social. Bogotá, editorial Agrá, 1965. p. 101.

168
partidarios de la revolución violenta reunidos con Camilo Torres en el Frente
Unido.

Interesado, como estaba Lleras, en llevar a cabo su proyecto político


sin ninguna intermediación ni tropiezo, decidió apelar -en este sentido-
más al modelo de la Regeneración que al de la «Revolución en Mar-
cha»: «No vacilo en afirmar -declaraba Lleras- que para Colombia es
una positiva ventaja el hecho de que un partido, tradicionalmente seña-
lado como personero de las clases populares, pueda desarrollar su po-
lítica social sin tener que chocar en forma alguna con las orientaciones
de la Iglesia. Como es también una ventaja que ésta no tropiece en la
prédica de sus principios con prejuicios políticos. Mientras más se iden-
tifiquen la Iglesia y las fuerzas políticas en sus objetivos sociales, cada
una desde el campo que les es propio, más probabilidades habrá de
que la nación realice rápida y pacíficamente las transformaciones re-
queridas» 46 .

Sus ideas expuestas entonces, no variaron. En el documento electoral


reconocía en la Iglesia «un elemento esencial, del orden social, y hoy,
más que nunca, fuente de enseñanzas que suavizan las relaciones
humanas47. Lleras apelaba más a las cuestiones religiosas incluso que
el mismo Camilo Torres o que alguna de las corrientes del MRL. Apeló
menos que los demócratas cristianos, que los nacionalistas del MDN y
que los anapistas. Mientras el candidato oficial iba directo a la cúspide
de la Institución, los ideólogos anapistas particularizan su llamado a la
baja Iglesia: el cura, el párroco de pueblo o de los barrios pobres de la
ciudad.

Finalmente, el candidato del Frente Nacional dejó consignado en su


plataforma el itinerario de su vida política. «... puedo -dijo- presentarme
sin rubor como abanderado de un cambio social que no predico ahora,
por conveniencias electorales, sino que he defendido desde hace mu-
cho tiempo y al cual he colaborado todas las veces que me fue posible
hacerlo... ni el cambio social ni la concordancia son en mis labios vil
mentira o recurso estratégico, y puedo actuar ante la nación sin necesi-
dad de disfrazarme»48. Así, buscaba Lleras contrarrestar la propaganda de la
oposición que lo tildaba de antipopular. Acuñó para su discurso electoral la
consigna del "cambio social" como alternativa a la promovida "revolución" de
los grupos de la oposición. De inmediato se distribuyeron folletos que recopi-
laban escritos e intervenciones suyas bajo esa denominación.

46
Ibid. p. 102.
" Véase «Plataforma programática apoyada por la Dirección Nacional Liberal en noviembre de
1965» en: Programas del Partido Liberal Colombiano 1959-1981... Op. cit. p.108,
48
Ibid. p. 104.

169
Después de proclamada la candidatura oficial del Frente Nacional, vino la
utilización de toda la maquinaria del establecimiento para su promoción. De-
clararon su adhesión las centrales obreras CTC y UTC.

El sábado 4 de diciembre se reunió la Convención de los conservadores iden-


tificados con el Directorio Nacional que seguía las orientaciones del ex presi-
dente Mariano Ospina Pérez. Los convencionistas adhirieron a la candidatura
oficial del liberalismo. En documento emitido en esa ocasión declararon que el
programa de Carlos Lleras Restrepo "satisfacía plenamente al conservatismo
por su enfática defensa del régimen presidencial, la restauración de la autori-
dad, la consolidación de las relaciones entre la Iglesia y el Estado. . . "49.

49
Véase El Tiempo, diciembre 5 del 965, p. 20. De la nueva reagrupación conservadora al lado de
Ospina, destacamos los nombres de los ex ministros de Roj as: Ludo Pabón Núñez y Evaristo Sourdis;
del dirigente del MAN de los tiempos del gobierno Ernesto Martínez Capella; el dirigente del
Movimiento de Unión y Reconquista Luis Torres Quintero; el alzatista Femando Londoño.

170
5. LAS ELECCIONES LEGISLATIVAS DE 1966

5.1 Las contradicciones de la oposición

La unión de la oposición no se concretó. La llamada alianza entre el MRL-


Línea Blanda, el lauroalzatismo y la ANAPO para escoger de común acuerdo
el nombre de un candidato a la presidencia de la República, no pasó de ser un
anuncio; en el mejor de los casos una posibilidad; un mecanismo de conve-
niencia electoral. Más claramente, un truco para López y Gómez Hurtado. No
fue suficiente el común antillerismo como catalizador de la unidad1. En octu
bre de 1965 por ejemplo. Rojas Pinilla le confesó al redactor político de Ei
Nacional que no había hablado con López ni con Gómez y que tampoco per.
saba hacerlo. «Tenemos tanta fuerza, dijo, que no necesitamos pedirle cacao a
nadie. Además, no tenemos ningún interés en hacer pacto con esos caballeros
aunque si podemos conversar después de las elecciones de marzo cuando se
sabrá quien es quien»2. A finales del mismo mes, el Comando Nacional de la
ANAPO expidió una tajante Declaración cuyo numeral segundo rezaba: «Re-
chazamos cualquier posibilidad de entendimiento o acuerdo, o pacto con las
fuerzas políticas que tienen acciones en el Frente Nacional, que defienden el
sistema, lo utilizan y hacen parte del actual gobierno»3. Se descartaba de esta
manera la alianza con el lauroalzatismo. No le quedó más remedio a Alvaro
Gómez que manifestar: «Me alio con Rojas si soy jefe de ese grupo». El jefe
del lauroalzatismo señalando no estar de acuerdo con la dialéctica de las pisto-
las y de los puñales, descartó en enero de 1966 cualquier pacto o alianza con
los anapistas4. Más allá de lo electoral había razones de peso para que no
cuajara esta inflada y explotada propuesta de unidad.

También la izquierda radical tanteó la posibilidad de atraer incluso la oposi-


ción conciliadora. Antes de su desaparición de la lucha política civil, Camilo
sostuvo conversaciones con Rojas y con López. Sin embargo, todos los grupos
de la oposición, radical o conciliadora, buscaban su propio fortalecimiento a
costa de sus posibles aliados, nadie trabajaba por la unidad de la oposición con
transparencia. En una carta al jefe del ELN, Camilo Torres escribió: «...tuve
una charla muy larga con Rojas que tiene como resultado que actualmente no
radicalice tanto su oposición...debemos, naturalmente, probarlo...los conoce
casi a todos personalmente, lo que es también muy importante para después»5.

1
Hubo sin embargo un acto político significativo. En enero de 1966 el Centro de Esludios Conser-
vadores invitó a disertar a Alfonso López Michelsen. Allí, junto con los emerrelistas estuvieron jefes
lauroalzatistas como Aurelio Caicedo Ayerbe y anapistas como Jaime Piedrahita Cardona.
2
El Nadonal, octubre 20 de 1965, p. 1 y 2.
3
Véase el texto completo de la Declaradón en El Nadonal, octubre 27 de 1965 p 1.
4
El Tiempo, enero 7 de 1966, p.7.
3
Véase Torres Camilo. Cristianismo y revoludón... Op. cit. p. 566.

171
Fue precisamente Rojas, quien meses después, en octubre, a través de una
cadena radial de Pereira revelara el paradero del prelado: «Ni los grupos
políticos, ni el gobierno son autores de la desaparición del Padre Torres. El
mismo se ha enterrado y creo que se enterró en el monte ya que él estaba
convencido de que su movimiento se hacía a base de entreguismo al comunis-
mo o por otros sistemas ajenos al nacionalismo que es lo que tenemos que
defender. Se sobrentiende que el nacionalismo no es entregarse por unas mo-
nedas a Rusia, a los Estados Unidos o a cualquier otro país para que nos go-
bierne. Allí está precisamente el fracaso del Movimiento de Camilo Torres,
quien debe saber mucho de la cosa interna de la Iglesia, pero nunca de la
política»6.

Los dos bloques de la oposición, el Frente Unido que reunía a la izquierda


radical y la supuesta alianza ANAPO-Lauroalzatismo-MRL, parecían no te-
ner chance. En ambos casos eran más las distancias que las cercanías. Las
posturas de Camilo, contradictorias unas, extremadas otras; sus inclinaciones
a favor de unos socios en desmedro de otros fueron diezmando aceleradamente
el Frente Unido. Lo que de veras hubiera podido ser la auténtica contracoalición
de la que hablaba López Michelsen fue desaprovechada históricamente. El 7
de enero de 1966 los periódicos del país difundieron el texto de una proclama
que desde «las montañas colombianas» Camilo enviaba a los colombianos.
Junto al texto aparecía una fotografía suya en compañía de Fabio Vásquez
Castaño y Víctor Medina Morón, comandantes máximos del ELN. «Me he
incorporado al Ejército de Liberación Nacional porque en él encontré los mis-
mos ideales del Frente Unido. Encontré el deseo y la realización de una unidad
por la base, de base campesina, sin diferencias religiosas ni de partidos tradi-
cionales. Sin ningún ánimo de combatir a los elementos revolucionarios de
cualquier sector, movimiento o partido. Sin caudillismos. Que busca liberar al
pueblo de la explotación de las oligarquías y del imperialismo. Que no depon-
drá las armas mientras el poder no esté totalmente en manos del pueblo. Que
en sus objetivos acepta la plataforma del Frente Unido»7. Resolución que el
mismo sacerdote había tomado sin consultar siquiera con los otros represen-
tantes de los grupos vinculados a su agrupación. Identificar al ELN con el FUP
era su elección pero de ninguna manera la de toda la gente que conformaba el
Frente Unido.

Desmoronado el Frente Unido, López continuó firme en sus posiciones: «Se


trata de una alianza para sustituir al grupo gobernante, -declaró en enero a una
emisora de radio- al equipo gastado del Frente Nacional que hace dos meses a
esta parte desembozadamente se ha constituido en un nuevo partido político
con carnetización, con tesorería, con directorios disfrazados bajo el ropaje de

6
Véase El Tiempo, noviembre 6 de 1965, p. 1 y 30.
Ver el texto completo de la Proclama en: Torres Camilo. Cristianismo y Revoludón ...Op. dt. p.
571-572.

172
comités bipartidistas, es lógico que se forme una contra-coalición de otros
grupos. En ese sentido, como oposición al partido único del Frente Nacional,
es que nos hemos ido aglutinando los grupos de la oposición»8.

5.2 El avivamiento de la campaña electoral, en tierra derecha

5.2.1 El Anapismo o el Sistema Rojista de llegar al pueblo

Los anapistas no desaprovechaban ninguna oportunidad para llegar al pueblo.


Mientras la mayor parte de las fuerzas electorales del país hacían sus compo-
nendas en los recintos cerrados. Lleras conversando con los gremios económi-
cos, López convenciendo a las capas medias de las bondades de su propuesta,
la gente de La Nueva Prensa delineando su proyecto nacionalista, los comu-
nistas perfeccionando su nuevo método de combinación de todas las formas de
lucha y Camilo dirimiendo los conflictos internos del ambiguo Frente Unido,
el dirigente máximo de la ANAPO llamaba a sus correrías por el país «diálo-
gos con el pueblo»: «Es realmente emocionante -decía- el espectáculo de las
masas populares dialogando en las plazas públicas»9. El General no perdió el
tiempo en conversaciones con dirigentes políticos. A su manera, le llevaba la
idea a López pero a la vez impartía órdenes de no pactar alianzas para las
elecciones de marzo de 1966 con ningún tipo de organización política. Rojas
exigió de la militancia anapista de todo el país, oponerse a toda clase de au-
mentos en las tarifas de los servicios públicos y víveres en general y recomen-
dó apoyar todos los movimientos huelguísticos de los trabajadores oficiales y
particulares10. Lo más importante del anapismo érala mística política. O como
denominó al fenómeno el periódico El Nacional «el sistema rojista de llegar
al pueblo». Rojas tuvo la suerte de contar en todos los rincones del país con un
número amplio de dirigentes políticos decididos, por iniciativa propia, a
jugárselas todas por el Movimiento. No era tan necesaria la presencia física
del General para que marchara el anapismo de la provincia, salvo en el caso de
dirimir los conflictos internos.

Con el nombre de «la caravana de la libertad», los anapistas del departamento


del Atlántico bautizaron la movilización de masas para sus concentraciones
populares. Consistía este rito en trasladarse en toda clase de vehículos, ca-
rruajes de tiro, decorados con banderas y demás simbología del movimiento,
de día o de noche, a los municipios del departamento o barrios de Barranquilla,
recogiendo simpatizantes por calles y caminos, repartiendo hojas volantes de
casa en casa, colocando carteles y vivando a Rojas Pinilla.

Véase E) Tiempo, enero 18 de 1966,p.l y 14.


Ibid.
El Nadonal, octubre 20 de 1965,p. 5A

173
En 1966 la campaña entró con todo. Los movimientos se lanzaron a la con-
quista de los votos. El establecimiento y los anapistas decidieron empezar la
recta final de la campaña electoral por la costa atlántica. Aqui tendrían lugar
las concentraciones humanas más saturadas de símbolos políticos. El primero
en llegar a la Costa caribe fue el candidato oficial. Para comenzar eligió la
ciudad de Cartagena. Junto con Lleras viajó una numerosa comitiva integrada
por los miembros del Comité Bipartidista y de los Directorios Nacionales del
ospinismo y oficialismo liberal. Tanto en los preparativos como en la gira
misma por la Costa, Lleras contó con las primeras páginas de la «gran prensa»
nacional y de provincia, contó, con excepción de Barranquilla, Chocó y Cór-
doba donde los gobernadores eran lauro-alzatistas, con la maquinaria oficial
para la movilización de las masas.

Fue apoteósica la manifestación de Lleras en Barranquilla. La concentración


se llevó a cabo en el histórico Paseo Bolívar de la ciudad. El periódico El
Nacional que no tenía simpatía ninguna con el Frente Nacional comentaba al
respecto: «El certamen resultó exitoso por su ejemplar organización: 500 buses
y camiones fueron contratados para trasladar a gente de los barrios y pueblos
al centro de Barranquilla y regresarlos al final del acto político. Tres emisoras
transmitían los discursos. Centenares de miles de carteles litografiados cubrie-
ron los muros de Barranquilla. 500 banderas rojas y otras tantas azules. Las 16
emisoras de la ciudad y los dos periódicos de los grupos de presión económica
del Atlántico llenaron sus páginas de avisos y cuñas radiales durante un mes.
El Tiempo, El Espectador, La República. Todo el andamiaje periodístico
nacional se volcó en propaganda sobre el acto; 200 mil pesos invirtió el Comité
local bipartidista en la manifestación que congregó un buen número: 20 mil,
30 mil, 40 mil personas ante Lleras...»11.

Los anapistas barranquilleros decidieron sabotear la manifestación. Aposta-


dos en sitios estratégicos impidieron el desarrollo normal del evento. Días
antes de la llegada de Lleras a Barranquilla, por disposición del Comando
Departamental de la ANAPO, los militantes llevaron avispas a la sede del
Movimiento y las encerraron en cajas especiales. En el momento preciso de la
intervención de Lleras, los perturbadores liberaron las avispas, que furiosas
produjeron la estampida de la gente. Mientras en medio de la plaza, los
saboteadores de la ANAPO utilizaron «pedos químicos» para dispersar las
masas, en otro de los costados de la concentración, otro grupo de anapistas
roció «pica pica» sobre la multitud. La rasquiña que produjo la pelusa entre la
gente causó su retiro momentáneo de la manifestación12. No faltaron los pitos.

" Véase El Nadonal, enero 21 del 966, p. 1.


12
Interrogado sobre ese tipo de comportamiento, el señor Tito Meló, uno de los fundadores del
anapismo en el Atlántico deda: «Era para darle lecdones al sistema que no nos dejaban hacer las
manifestadones. Como rebeldía tampoco les dejábamos hacer las suyas». Conversadones del autor
con Tito Meló. Barranquilla, noviembre de 1990.

174
ni los garrotes, ni los enfrentamientos entre anapistas y lleristas, entre aque-
llos y la fuerza pública. Cuando por fin pudo hablar. Lleras trató a los anapistas
de «hampones» y a Rojas de «tirano barato». «El hombre de la yuca -dijo- se
ha servido de ese argumento infantil para sostener que la vida era más barata
bajo su dictadura. Yo habría podido traer mi yuca en el bolsillo y demostrar
que cuando yo era ministro de hacienda hace 25 años la vida valía muchísimo
menos que bajo el régimen dictatorial de Rojas Pinilla. Ese argumento es pue-
ril, ridículo y constituye una falta de respeto al pueblo colombiano que es
inteligente»13.

Lleras continuó su gira. Rumbo a Santa Marta se detuvo en Ciénaga, uno de


los tuertes emerrelistas de la costa norte. Aquí también hubo saboteo por parte
de la militancia anapista. Lleras respondió de nuevo tratándolos de hampones.
«Se equivocan si creen que el país va a entregar su destino a cuatro matones de
mala condición». Acusó a Rojas de haber «despilfarrado los cuantiosos ingre-
sos provenientes de las exportaciones cafeteras, cuando ese producto básico
alcanzó un precio récord de noventa centavos de dólar». Agregó que Rojas
debía explicar «por qué no realizó con esos fondos el mejoramiento social que
viene exigiendo ahora»14. Aunque en su discurso electoral. Lleras tuvo en cuenta
el liberalismo rojista, el destinatario político era preferencialmente la gente
que había acompañado en la región al MRL en los años anteriores. Por eso no
ahorró esfuerzos en desacreditar a López Michelsen. Enrostrándole la división
del liberalismo, señaló: «El señor López celebra desayunos semanales con el
mejor representante de la reacción, el señor Alvaro Gómez para conspirar
contra el partido liberal. El que se dice liberal de tiempo completo anda de
socio minoritario en una coalición de reaccionarios contra las grandes mayo-
rías nacionales»15. Desde el baluarte emerrelista de Valledupar, le pidió aLópez
que se marginara y no le hiciera más daño a la República y al liberalismo. En
Riohacha Lleras contó con el respaldo del antiguo emerrelista José Ignacio
Vives Echeverría, quien explicó su retiro de aquel movimiento debido «a que
los ataques del conservatismo sectario que antes se dirigían a López Michelsen,
ahora están concentrados en el doctor Carlos Lleras Restrepo, porque Alfonso
López se volvió al lado de aquellas fracciones. Dime contra quién disparan los
conservadores sectarios y te diré quién tiene las auténticas banderas libera-
les»16.

La correría de Lleras por el litoral caribe fue sin duda un éxito. Ha debido
quedar la sensación en el oficialismo liberal de haberle ganado una partida al
emerrelismo. Sin embargo no podía cantar victoria todavía. Por esta región
andaba también Rojas Pinilla que, si bien no era candidato, en él se concentra-

Véase El Espectador, enero 15 de 1966, p. 1 y 10,


Véase El Espectador, enero 17 de 1965,p. 15A
Véase El Espectador, enero 17 de 1966,p. 15A
Véase El Espectador, enero 18 de 1965, p. HA

175
ba, mejor que en el resto de personalidades de la oposición, toda la simbología
de la protesta contra el Frente Nacional17.

Ambas manifestaciones fueron anunciadas con profusión como si se tratara de


un round de boxeo. En El Nacional se anunció la concentración de Rojas de la
siguiente manera: «...Barranquilla y el país entero van a poder apreciar con
sólo cinco días de diferencia el espectáculo de las gentes que siguen a las
oligarquías y las que respaldan al Movimiento Popular de ANAPO»18. En efecto,
cinco días después de haber estado Lleras en la ciudad, llegó Rojas. A diferen-
cia de la manifestación liberal que se realizó un sábado, los anapistas la lleva-
rían a cabo un jueves. Desde la noche anterior camperos con altoparlante reco-
rrieron los barrios pobres de la ciudad informando que ANAPO no tenía dine-
ro para contratar buses y pidiéndole al pueblo que marcharan a pie al Paseo de
Bolívar. Como Lleras había hecho cargos contra el expresidente, los anapistas
invitaron a la gente con el gancho de que Rojas respondería a las acusaciones
del candidato del Frente Nacional.

Relata El Nacional que sólo tres de las 16 emisoras de la ciudad aceptaron


cuñas pagadas. Ninguna quiso transmitir los discursos. Los grandes rotativos
locales no registraron la llegada del general y menos aún anunciaron la mani-
festación. A las tres de la tarde del día señalado, empezó a ocurrir algo inaudi-
to. Caravanas de gentes a pie, cantando el himno nacional, se dirigían al Paseo
de Bolívar. Venían de los barrios más apartados de la ciudad. El ejército montó
guardia en los diarios matinales y se alistó en sitios estratégicos. A las 4 de la
tarde la Plaza de Bolívar estaba colmada. Rojas entró por la Avenida de los
Estudiantes, seguido de una multitud superior a la que lo esperaba en la Plaza
de Bolívar. Le acompañaba Moisés Tarad, primer jefe rojista del Atlántico.
Como era natural nadie había previsto tal concurrencia. Los altoparlantes no
alcanzaron a cubrir todo el espacio. Cuando Rojas apareció, pañuelos blancos
se agitaron al grito de «Lleras no. Rojas si».

Después de las intervenciones de Josefina Valencia de Hubach, Claudio


Urruchurtu y Rafael Camerano, le correpondió el turno al general. Como lo
habían anunciado los anapistas. Rojas se dedicó a defenderse de las acusacio-
nes que le había hecho el candidato del oficialismo. Por tratarse de una pieza
completa, que nos permite conocer mejor la estructura del discurso electoral
del personaje, la transcribimos tal como lo reportó el periódico El Nacional:

«Hombres y Mujeres de Barranquilla -comenzó diciendo- hace pocos días Lleras


Restrepo hizo graves cargos contra el General Gustavo Rojas Pinilla y contra Alianza

17
Curiosamente el General Rojas había amaneddo en Barranquilla en casa del dirigente Moisés
Musa Tarad, el día de la manifestadón de Lleras. Su estadía en la dudad se debió a un daño técnico de
la lancha que estaba utilizando en su gira por el sur del Magdalena.
18
Véase El Nadonal, enero 8 de 1966, p. 5.

176
Nacional Popular en esta plaza pública de Barranquilla, es decir, al pueblo, y en esta
tarde memorable le vamos a contestar punto por punto. Vamos, a decirle por qué el
pueblo liberal es rojista. ¿Dónde estaban los grandes oligarcas Carlos Lleras Restrepo,
Eduardo Santos y Alberto Lleras Camargo el 13 de junio?. El pueblo liberal, había
sido empujado por Lleras Restrepo a la matanza y luego cobardemente lo abandonó
porque su vida vaha más que la de millares de liberales por él traicionados. Así lo
atestiguó posteriormente el exjefe guerrillero de los Llanos Orientales y hoy brillante
Diputado a la Asamblea de Boyacá, señor Fonseca. El señor Fonseca le ha dicho a
Lleras Restrepo, sin que hasta hoy haya sido rectificado que él los obligó a irse al
monte para organizar la resistencia contra el gobierno y luego cuando nos faltaban
medicinas y drogas, cuando no temamos comida, cuando faltaban armas, cuando dé-
bil la lucha, cuando nos estaban aniquilando, huyó cobardemente del país, nos aban-
donó diciéndonos que su vida valía más que la del pueblo liberal de Colombia.»E1
dictador» le dijo al señor Lleras Restrepo que regresara a la Patria bajo la protección
del nuevo gobierno, y «el dictador» lo nombró luego miembro de la Comisión Asesora
del Ministerio de Hacienda y allí trabajó con «la dictadura». Después el señor Lleras
perdió una casa durante los extravíos sectarios y luego «el dictador» dictó el respecti-
vo Decreto pagándole 670 mil pesos por la casa y la biblioteca.¿Y saben ustedes qué
hizo Lleras Restrepo?. En el Senado con los mismos señores que le habían quemado la
casa pagada por «ia dictadura» pidió que le quitaran los derechos ciudadanos al dicta-
dor. Ese es el señor Lleras Restrepo. ¿Dónde estaba Alberto Lleras Camargo? Arrodi-
llado ante el gobierno de los Estados Unidos donde tiene una participación del 40% en
la poderosa revista Visión y donde devenga más de 100 mil pesos colombianos men-
sualmente, y tiene la desfachatez de decir que es pobre. ¿Dónde estaba el director de
El Tiempo Eduardo Santos, esa fábrica de calumnias contra el pueblo colombiano y
sus verdaderos dirigentes?. Estaba en París dándose la vida del gran oligarca mientras
el pueblo liberal luchaba ardorosamente por defender sus derechos y este mismo San-
tos es el acusado de vender la soberanía nacional en oscuros negocios pero no ha
tenido hasta hoy el valor de defenderse, de volver por su honra. Y yo estoy aquí,
regresé al país a enfrentarme a la oligarquía, a la justicia vendida, al parlamento co-
rrompido. En la Costa, frente al mar Caribe, en esta maravillosa tarde democrática, he
recordado la infamia de los Lleras cuando me metieron en una fragata y quisieron
destruirme. Pero Dios está por encima de los Lleras y aquí estoy al frente del pueblo
luchando por alcanzar para él un destino mejor. Es verdad que estuve en la cárcel
porque la justicia estaba al servicio de la oligarquía, pero ahora tenemos a esa oligar-
quía contra la pared y vamos a exigirle que nos entregue el poder, el poder para el
pueblo. Y el poder lo ganaremos por la fuerza de las armas, pues aceptamos el reto en
el campo que lo quieran situar. Ahora saben los Lleras por qué el pueblo liberal es
rojista. Y creo que no habrán olvidado que cuando llegué al poder mis palabras de no
más sangre, no más depredaciones a nombre de ningún partido político fueron cumpli-
das y los liberales perseguidos pudieron regresar a sus casas protegidos por las Fuer-
zas Armadas». Un mar de pañuelos blancos se agitaba en la plaza y un sólo grito se
escuchaba: ¡Rojas sí! ¡Lleras no!; ¡Lleras no! Rojas sí!. El General Rojas Pinilla dijo
entonces: «Hay conciencia formada en el pueblo liberal y conservador de reconquis-
tar el poder. No hay que dar cuartel a las oligarquías. ¿Rechazamos a Lleras Restrepo?
Si... Si. Respondieron unánimemente los manifestantes. «Yo pregunto: se necesitó
siquiera que se le pagara el pasaje del bus a alguno de los 200 mil manifestantes aquí
congregados? No. No. respondía la multitud. «¡Qué diferencia entre esta manifesta-
ción y la que presidió Lleras Restrepo. El candidato frentenacionalista estaba rodeado
de tropa para que el pueblo no se acercara porque sabían los oligarcas que el pueblo le

177
iba a escupir la cara para demostrarle así su desprecio. Y esta tarde el pueblo liberal y
conservador paseó en hombros al general Rojas Pinilla, al «dictador». Ahora vamos a
responder a otro cargo, a otra calumnia de la oligarquía de los Lleras: Se dice que
Rojas Pinilla dilapidó los dineros públicos, pero ocurre que no hay una sola población
colombiana que no exhiba una obra construida durante «la dictadura», es decir, duran-
te mi gobierno. ¿Que no tenemos programas que ofrecer?, la plataforma de Alianza
Nacional Popular es todo un programa para hacer una Colombia nueva en la cual no
haya hambre y miseria, en la cual haya igualdad de oportunidades para todos, en la
cual el poder del Estado se ponga al servicio del pueblo. Por ejemplo, nosotros frente
al parlamento inútil, el parlamento de holgazanes, proponemos una gran Asamblea
Nacional Constituyente integrada por dos representantes de cada departamento con
sus respectivos suplentes uno liberal y otro conservador, pero no políticos porque
necesitamos gente que vaya a trabajar en estas Corporaciones en beneficio del pue-
blo». Es un crimen contra la Patria el hecho de que los oligarcas liberales y conserva-
dores tengan más de 300 millones de dólares en los bancos extranjeros. Ese es dinero
robado al pueblo, estos oligarcas no se cansan de negociar con el hambre y miseria del
pueblo colombiano. Gaitán que decía «a la carga» para acabar con el país político.
(Cuando Rojas trajo a su discurso el recuerdo de Jorge Eliécer Gaitán, hubo explosión
de vítores y batir de pañuelos blancos). Y Ahora tiene Lleras Restrepo el cinismo de
decir que él recogió las banderas de Gaitán cuando todos sabemos que Gaitán siempre
lo despreció. Este chiquito quiere profanar su tumba pero el pueblo libera] y el pueblo
conservador no se lo van a permitir. El pueblo debe empuñar el látigo de la justicia
patria para azotar este bandido. Las tesis de Gaitán eran: «defensa del pueblo», «el
poder para el pueblo», «todo para el pueblo» y eso es lo que está haciendo el General
Rojas Pinilla. Con que Lleras Restrepo es el defensor del pueblo ¡FARISEO!; con que
Lleras es defensor del pueblo ¡MENTIRA!; es él uno de los principales responsables
de la devaluación del trabajo colombiano y el alza del costo de la vida, él impuso su
Ministro de Hacienda, que no tiene mas lenguaje que el de los impuestos y la vida
cara. Y trata de mofarse del General cuando habla de la yaca. Se burla de la «dialéc-
tica de la yuca» y anuncia que cuando él era Ministro de Hacienda la yuca era más
barata que cuando el gobierno de «la dictadura». Pero olvida que lo importante es que
los padres de familia tengan el dinero para comprar esa yuca. Y trata de hampones a
los trabajadores colombianos, los trata de «micos». Los hampones son ellos, los
oligarcas; los «micos» son ellos, los oligarcas. Hasta cuándo la prensa va a seguir
desfigurando la verdad. Por ejemplo, habla la prensa oligárquica del éxito rotundo de
su candidato por la Costa y la verdad es que el pueblo le ha vuelto la espalda a ese
«chiquito» devaluador. Vamos a votar contra las Oligarquías. Yo, General Rojas Pinilla,
pido al pueblo unión y disciplina para poder derrotar al poderoso enemigo que tiene el
poder ejecutivo, el legislativo y judicial y sobre todo el del dinero corruptor. Llegare-
mos al poder o por la fuerza de las urnas o por la fuerza de las armas». Para finalizar su
intervención. Rojas hizo poner de rodillas a los presentes y les tomó el siguiente jura-
mento: «Pueblo: Juráis a Dios y prometéis a vuestros hijos votar contra el Frente
Nacional». Sí... respondió la multitud. «Si así lo hicieres el porvenir os espera, en caso
contrario vuestros hijos os reclamarán por la falta de valor para defender vuestra liber-
tad y vuestros derechos»19.

" Tomado de El Nadonal, enero 21 de 1966,p. 1.

178
Irritó a la dirigencia anapista del Atlántico que la prensa local y nacional
callara el acontecimiento. En calidad de «publicidad política pagada» publica-
ron en toda una página de El Nacional el siguiente aviso acompañado de una
foto inmensa de Rojas; «Derramando millones de pesos en propaganda la re-
acción trata de llevar al pueblo a las urnas a votar contra el pueblo/ Asi como
los diarios matinales de Barranquilla ayer en forma desconcertante negaron la
estruendosa manifestación de antier al general Gustavo Rojas Pinilla, los dia-
rios bogotanos de todo el país esconden o adulteran la verdad de los hechos
políticos/ La prensa y la radio están oprimidas y actúan bajo amenaza de reti-
rarle avisos y de cerrarlas/ No crean sus informaciones mientras se logra
regresarle al país su libertad de prensa. La hora de la libertad se aproxima»20.
La Nueva Prensa siempre presta a ilustrar lo que callaba la gran prensa, hizo
comentarios favorables a la manifestación. Concluyó que «de la visita de Ro-
jas a ciudades de la Costa Atlántica y particularmente a Barranquilla, donde
siempre ha habido gran mayoría liberal, se saca en claro que las tesis naciona-
listas, las tesis sociales, las tesis contra el bipartidismo oficializado se abren
cada vez más amplia vía en la conciencia del pueblo colombiano21.

En el fondo, aunque no lo expresaran en un principio, la manifestación de


Barranquilla preocupó a los dirigentes del Frente Nacional. Primero, porque
se trataba de una plaza liberal por excelencia. Carlos Lleras creyó haber hecho
mucho neutralizando al menos la militancia emerrelista. Pero lo de Barranquilla
mostraba que el peligro no estaba en los seguidores de López Michelsen, sino
en los anapistas. Segundo, porque de nada valía el esfuerzo que hacía el candi-
dato oficial por presentar ante los colombianos un discurso cesudo, racional,
pragmático y futurista, que en nada cambiaba la esencia del discurso frentena-
cionalista de sus comienzos. Los pobres de Colombia prestaban mejores oídos
al discurso contestatario y panfletario de Rojas y de sus seguidores, que al
meticuloso discurso del establecimiento. El nivel de la cultura política, las
condiciones en que vivían los colombianos de abajo, la incapacidad de secto-
res pequeños de la economía de salir de sus crisis económicas, estuvieron a
tono con la forma de discursear de los anapistas. De todas maneras, por el
volumen de gente que salió a escuchar a ambos personajes, se puede afirmar
que la contienda electoral de 1966 se polarizaba entre Lleras y Rojas como si
el último fuera también candidato. Así se pusieron las cosas cuando supo Lleras
que el líder anapista vallecaucano Hernando Olano Cruz, seguía insistiendo
en la postulación del nombre de Rojas para la Presidencia de la República.
«Nuestra política -había declarado Olano- tiene como bandera el nombre de
Rojas Pinilla y con él iremos al debate presidencial. Nuestro propósito es rom-
per el orden constitucional y crear un sistema que reemplace al Frente Nacio-
nal oligárquico. Esa es la tesis que tiene la aceptación de los dirigentes nacio-

EI Nadonal, enero 22 de 1966, p. 5.


La Nueva Prensa, N° 141. febrero 12 de 1966,p.l4.

179
nales de la ANAPO»22. Posteriormente a la afirmación del ideólogo anapista,
desde Villa de Leyva, replicó Lleras: «La lucha está casada. Entre los liberales
y conservadores que quieren la paz y la ordenada transformación de las insti-
tuciones nacionales y las falanges del antiguo dictador que convoca a la vio-
lencia y a la muerte»23. Lleras calificó de «un atentado contra la constitución,
contra el liberalismo y contra la dignidad de la nación» la posibilidad divulga-
da por Rojas Pinilla en el sentido de que él puede ser elegido en los próximos
comicios»24.

Mientras Lleras había recorrido la Costa de occidente a oriente, visitando los


grandes centros urbanos. Rojas lo hizo en sentido contrario, deteniéndose en
las pequeñas poblaciones. Utilizando desde el avión y la avioneta, hasta lan-
chas y canoas, la comitiva rojista visitó la Guajira, el sur del Magdalena y los
pueblos del oriente del departamento del Atlántico; Ponedera, Puerto Giraldo,
Sabana Larga y Campo de la Cruz. En medio de recibimientos que incluían
especies de veladas folclóricas. Rojas recibió la adhesión de liberales campesi-
nos que le confiaron en particular la realización de una verdadera reforma
agraria y en general la revolución colombiana. Finalmente, en cada uno de los
pueblos de la Costa que visitó. Rojas invitó a votar el 20 de marzo por las listas
de la ANAPO para liquidar «el maldito gobierno del Frente Nacional que sólo
miseria y corrupción administrativa le ha traído al país»25.

El candidato del oficialismo no cambió en nada la estrategia de su campaña.


Siguió visitando los fuertes emerrelistas, denunciando y enjuiciando «la esen-
cia reaccionaria» de la oposición. Se desplazó por los pueblos del actual De-
partamento de Sucre. De López dijo en Magangué que como no había podido
convencer al liberalismo se aliaba con Rojas y con Alvaro Gómez; «El no
puede comprometer al partido en esa alianza. A lo sumo se puede comprome-
ter él solo, porque las masas que lo siguieron no se dejan engañar más y están
regresando a los cauces del partido». En Sincelejo declaró que López se había
convertido en un «modesto oficial de enlace del exdictador Rojas Pinilla. El
hijo del mayor combatiente contra la dictadura rojista, resulta hablando ahora
de cómo nos vuelve a montar a Rojas, de quien es, forzosamente un socio
minoritario. Esa es una afrenta contra el partido liberal». En esta misma plaza
tildó a los anapistas de «corte de marihuaneros». «Con esa gente, dijo, se
unirá López...¿Qué tal el equipito que el doctor López respalda en lugar de
volver a los viejos principios liberales?. El ha tenido y tiene abiertas las puer-
tas del partido, porque nació en el mismo seno del liberalismo, pero él no nos
quiere. Se alió primero con los comunistas y ahora con la reacción...»26. Pero

22
Declaradones de Hernando Olano Cruz al radionotidero «Periscopio Mundial». El Espectador,
enero 23 de 1966, p. 14A
23
Véase discurso de Carlos Lleras en Villa de Leyva. El Espectador, enero 30 de 1966, p. 5A.
24
Ibid.
25
Véanse las edidones de El Nadonal, finales de enero de 1966.
26
Véanse las edidones de la «gran prensa» del 18 al 25 de enero de 1966.

180
Lleras no sólo daba garrote. En medio de sus planteamientos y propuestas se
colaban las que habían identificado al MRL y demás agrupaciones de la oposi-
ción, tales como las del «Estado fuerte», «incorporación a la economía de los
sectores marginales y a las clases desamparadas», «asistencia técnica y crediticia
para los campesinos», «lucha contra la burocracia», «la economía de la abun-
dancia» como salida al problema de la vida cara; «gobierno de las clases más
pobres», etc. Por eso mientras Lleras andaba por el noroccidente colombiano
proponiendo en otro estilo ideas del MRL, López interviniendo en Bogotá ante
dirigentes del Lauroalzatismo, del anapismo y del mismo establecimiento de-
cía: «Tantas banderas nos ha robado el Frente Nacional que muchas veces me
he sentido tentado a no sacar más programas para que no nos los roben y
desfiguren»27, A su manera lo expresó Lleras en una plaza pública: «...Y lo
saben los demagogos de la revolución y los reaccionarios. Saben que haré el
cambio social y que les voy a quitar las banderas de la demagogia izquierdis-
ta»28.

No hizo ningún esfuerzo el candidato oficial por reconocer elementos positi-


vos en las propuestas de la oposición. Ni siquiera reconocía los hechos. No se
vislumbraba en su discurso electoral un ápice de comprensión de los otros. Si
en la Plataforma algún espacio ocupó el derecho a la oposición, en la plaza
pública fue implacable. Lleras ni se ruborizaba al decirlo, no quería, en la
eventualidad de triunfar, oposición. En la práctica del proselitismo político, lo
que resultaba era la explotación del odio. Le criticaba a Rojas el deseo que
había tenido de perpetuarse en el poder, como si cosa distinta estuviera hacien-
do el Frente Nacional.

En Chocó y Córdoba Lleras encontró algunos impedimentos de orden técnico


atribuidos a los gobernadores lauroalzatistas de estos departamentos. Si en los
baluartes emerrelistas Lleras, condenando la disidencia, se portaba con «sec-
tarismo liberal», en los lauroalzatistas, atrayendo su respaldo, hablaba de de-
poner el odio y el sectarismo. Con los suyos su comportamiento era como el de
un león enfurecido y con los laureanistas como el de una mansa paloma. Para
nada tuvo en cuenta Lleras el discurso político de la izquierda radical. Poco
del enmontado Camilo, nada de los comunistas.

La campaña del Frente Nacional tenía otra ventaja considerable. El socio ma-
yor de Lleras, Ospina Pérez, que contaba ya 73 años, recorría por aparte el
país, visitando precisamente poblados conservadores que no habían sido cu-
biertos por las giras del candidato oficial, o que no habían sido visitados por
Rojas ni por los lauroalzatistas o bien preparaba las masas para una próxima
visita de Lleras. El anticomunismo de la campaña frentenacionalista corría

27
Véase intervendón de Alfonso López Michelsen en el Centro de Estudios Colombianos. En: El
Espectador, enero 21 de 1966,p. 9Ay 12A
28
Discurso de Carlos Lleras en Duitama. El Espectador, enero 31 de 1966, p. 1OA

181
por su cuenta y riesgo. En las poblaciones de Antioquia, Ospina advirtió a sus
copartidarios, que Colombia estaba librando la segunda batalla contra el co-
munismo al luchar contra la oposición de Rojas, López y Alvaro Gómez.

La campaña del candidato del Frente Nacional no varió mucho en el mes de


febrero. En su visita a los municipios de Boyacá se dedicó a convencer a la
población conservadora de las inconveniencias de votar por Rojas Pinilla. Dijo
que éste no podía ser candidato por estar desprovisto de derechos políticos y
por tocarle esta vez el turno a los liberales. En Tunja, los anapistas repartieron
volantes con consignas de su movimiento torpedeándole a Lleras, el curso de
su intervención. En Puerto Berrío por donde había pasado López con marcado
éxito a finales de 1965, el candidato oficial dedicó gran parte de su discurso a
deslegitimar al emerrelismo. Finalizó aquí diciendo: «No tiene el MRL mejor
plataforma que la nuestra, ni conoce mejor que nosotros los problemas nacio-
nales»29. En el pueblo liberal de Fusagasuga el candidato del Frente de Trans-
formación Nacional retó al jefe del MRL: «Yo desafío a López a que demuestre
que tiene la mayoría del partido liberal, le lanzo un reto político para que
ambos afrontemos sus consecuencias. Si López pone más votos que yo en las
próximas elecciones, yo retiro mi candidatura, porque no podría ir con una
minoría a representar al partido liberal en el Frente Nacional»30. En Chaparral
reiteró el reto y peroró «el que saque la mayoría en las elecciones parlamenta-
rias de marzo se queda con el partido liberal»31.

5.2.2 El Rojismo Liberal

Al término de su gira por el departamento de Antioquia, Lleras trazó las pau-


tas que deberían seguir sus copartidarios en la provincia colombiana: I o Lucha
contra la abstención en las elecciones para el Congreso y 2° Una gran ofensiva
para conjurar la penetración rojista en las filas liberales. «Denme un buen
Congreso y les daré un buen gobierno», pedía sin cesar el candidato liberal. En
ninguna otra parte como en las grandes ciudades liberales. Lleras se
desmadejaba desvirtuando a Rojas. No tenía en cuenta al conjunto de hombres
que acompañaban al general, ni se molestaba en criticar con profundidad los
programas del anapismo. Todo el peso de sus ataques recaía sobre la persona
del «dictador» y sobre la composición social de su Movimiento. Aunque con
dolor. Lleras terminó aceptando la realidad del liberalismo rojista y pensó que
el fenómeno era reversible. «El rojismo es incompatible con el liberalismo -
decía en Medellín- el liberal que se sienta rojista que se vaya del todo, porque

29
Grandioso Redbimiento en Puerto Berrío a Lleras Restrepo. En: El Espectador, febrero 5 de
1966,p. 10A
30
Reto de Lleras a López Michelsen. En: El Espectador, febrero 19 de 1966, p. 7A
31
Véase El Espectador, febrero 23 de 1966, p. 1 IA

182
va a tener cerradas para siempre las puertas del partido»32. El Tiempo había
advertido con anterioridad el desplazamiento de las bases liberales hacia la
ANAPO, pero entonces no era tan severo con los nuevos «lentejos», por el
contrario, escribía un editorialista del periódico que las puertas estaban abier-
tas para su regreso al partido33. Curiosamente, los liberales oficialistas del
citado Diario argumentaban que liberalismo y rojismo eran corrientes que es-
piritual, doctrinaria, y moralmente se excluían, como si la alianza Lleras-Ospina
Pérez fuera asimilable para los liberales que identificaban al expresidente con-
servador como su verdugo en los infaustos años de 1948 y 1949. Si en la
práctica existía el ospinismo liberal, por qué no podía existir el liberalismo
rojista?. Calculando así las cosas. Lleras declaró que Rojas tampoco era con-
servador, sino «simplemente rojista».

Siguiendo las directrices de su candidato, el matutino liberal desató una furi-


bunda arremetida contra los liberales que veían con buenos ojos la actividad
proselitista del general Rojas. «Ni liberales rojistas, ni rojistas liberales» fue el
título de uno de sus últimos editoriales preelectorales34. Todo porque los
anapistas consideraron llegado el momento de presentarse masivamente a las
elecciones como anapistas liberales en los departamentos y localidades donde
sus pobladores fueran en su mayoría de esa filiación política. Cosa que venían
haciendo, pero que sólo ahora, cuando era débil la disidencia liberal emerrelista,
constituía una verdadera amenaza para el oficialismo. Los periódicos del libe-
ralismo llerista tocaron a rebato. En un despliegue de editoriales, no les faltó
argumentos para presentar el gobierno de Rojas como la antítesis del liberalis-
mo. Alianza Popular contratacó. Tampoco le faltaron argumentos para indi-
car las bondades del gobierno militar para con las masas liberales.

En el fondo, las partes en disputa no fueron muy convincentes. Eran más com-
plejas las cosas. Acudir a lo malo del gobierno de Rojas para neutralizar a los
liberales, o a lo bueno que produjo a favor de los liberales para ganárselos, era
apenas un elemento de juicio. En cambio, Alberto Lleras Camargo mostraba
mejor tino. Aunque se refería a Rojas como «el culebrero de la protesta so-
cial», contribuía con olfato sociológico a la comprensión del fenómeno anapista.
Por fuera de la plaza pública y de sus alocuciones proselitistas, el expresidente
comentaba que el respaldo popular a Rojas se debía a la presencia en las ciuda-
des grandes del país de gente que vivía al margen de la vida social, política y
económica sin servicios públicos y «sin la esperanza de que la nación se de
cuenta de sus deberes para con ella». Apuntaba que este tipo de población no
entendía más lenguaje «que el primitivo y grosero de una persona o grupo de
personas que están fuera de la ley o bordeando la delincuencia, y mientras más
primitivas sean las formas de aproximación, tanto más claras para quienes no

Lleras pide grande esfuerzo electoral. En: El Espectador, febrero 8 de 1966,p. 1 y 10A
Liberales rojistas? Imposible !. En: El Tiempo, didembre 13 de 1965 ,p. 4
Ni Liberales rojistas, ni Rojistas Liberales. Editorial de El Tiempo, marzo 4 de 1966, p. 4

183
se sienten perteneciendo a Colombia, a sus sistemas, a su orden social, a su
vida material»35. Lleras Camargo consideró el auge rojista como un fenómeno
de tránsito producido por el exceso de población, del crecimiento demográfico
vertiginoso, de la violencia, del desarrollo industrial y de la desocupación cam-
pesina.

Lo cierto es que los lleristas estaban asustados. Podían silenciar en sus periódi-
cos las manifestaciones de Rojas, como en efecto lo hicieron con relativo éxito
en las anteriores elecciones. Pero en 1966 no podían seguir con los ojos venda-
dos ante la realidad. Rojas había movilizado Cali, Medellín, Barranquilla,
Bucaramanga y sobre todo a Bogotá. Amén de las pequeñas localidades a don-
de no iban sus adversarios, de las ciudades intermedias, etc. Por eso cuando se
acercaban las elecciones, los lleristas fueron hablando menos del peligro
emerrelista. Ahora los titulares de la gran prensa rezaban: «Paz con Lleras o
Violencia con Rojas».

5.2.3 La conquista de los votos bogotanos

En su campaña de Bogotá, Lleras repitió las condenas a la oposición que hicie-


ra en sus giras por el país. El Frente Nacional le puso especial atención a la
capital debido al triunfo electoral obtenido aquí por los anapistas en las elec-
ciones de 1964. Por ello en una manifestación realizada en el barrio Quiroga,
que reunió la gente que habitaba los barrios del sur de Bogotá, Rojas ocupó
destacado lugar.

Los anapistas no descuidaron un momento la capital. Conscientes del respaldo


que tenían aquí, desde temprano organizaron su campaña. La ciudad estaba
empapelada con carteles que promovían la candidatura de María Eugenia Ro-
jas al Congreso. En uno de ellos una mujer con expresión de felicidad, cargaba
en sus brazos a su pequeño niño. Al fondo, un letrero grande decía: «Reviva-
mos a SENDAS», seguido por avisos que rezaban: «restaurantes populares»,
«aguinaldos para pobres», «salas cunas», «jardines infantiles». En otros car-
teles aparecía la fotografía de María Eugenia rodeada de las siguientes leyen-
das: «Gracias María Eugenia. Triunfaremos»; «PUEBLO Si/votando por Ma-
ría Eugenia/el 20 de marzo/OLIGARQUIAS NO/; «El Pueblo sufre/La Oli-
garquía brinda/ Vote por María Eugenia el 20 de marzo/; María Eugenia/ con
el pueblo/ Derrotará la oligarquía/. Como su padre que recorría los poblados
perdidos del país, María Eugenia sola o con él, se desplazó por los barrios más
pobres de Bogotá. También se difundieron afiches relacionados con Rojas. En
todos, en el extremo superior aparecía el estribillo de la campaña anapista:
«ROJAS SI» acompañado de diversos mensajes y de una fotografía suya. Ro-

35
Véanse declaradones de Lleras Camargo. En: El Tiempo, marzo 14 de 1966, p. 11

184
jas aparecía señalando el horizonte o con su atuendo de militar. Los mensajes
de los carteles eran los siguientes: «Alegría Liberal con Rojas»; «A la carga
con Rojas es el grito en los barrios»; «El pueblo Liberal y Conservador con
Rojas Pinilla/Vote por las listas de Alianza Nacional Popular el 20 de marzo»;
«El Pueblo trabajador con Rojas»; «A la victoria el 20 de marzo»; «Rojas en
los barrios/desbordante entusiasmo popular/triunfal recibimiento le tributa-
rán»; «Rojas Si !/El pueblo con su caudillo a la victoria»/.

Para neutralizar la propaganda del Frente Nacional contra el movimiento, los


anapistas respondieron con carteles que desvirtuaban los progresos de los que
se ufanaban los pregoneros de la candidatura de Lleras y con programas radia-
les. Todos los días y en cadena con numerosas emisoras de la provincia, los
anapistas transmitían un dramatizado del juicio de Rojas ante el Senado36. En
los carteles contra el establecimiento, con material fotográfico, los publicistas
del anapismo mostraban el hambre, la falta de vivienda, el desamparo, la de-
solación y el frío de los niños y demás necesidades por las que estaban pasando
los colombianos pobres.

Al tiempo que la hija del jefe de la ANAPO hablaba dos veces por día por una
emisora popular, en Alianza Popular comenzó a aparecer una pequeña co-
lumna suya. En ella, María Eugenia se manifestó en contra de la abstención y
declaró «enemigos del pueblo» a los seguidores de dicha política. Se dirigió a
la mujer, mas no de la manera totalizadora de los Lleras. Su llamado era para
las mujeres de abajo: «Me dirijo a las mujeres campesinas, que vienen a las
aldeas, en los días de fiesta, con el último niño al hombro, cargadas como
bestias de labor con los productos de la labranza; y a las mujeres de las aldeas,
encogidas en una pobreza tímida; y a las mujeres de las ciudades que trabajan
y conocen la angustia de los salarios escasos. A las madres de hijos descalzos;
a las esposas de escasos salarios; a las mujeres de éste país que creen en Dios y
esperan en su misericordia...»37. María Eugenia legitimaba su llamado en su
desempeño como directora de SENDAS en los tiempos del gobierno de su
padre. Hablaba de una «compensación con el pasado» y se lamentaba que ese
gobierno no hubiera tenido más tiempo para completar una «obra grande».
Escribió ampliamente sobre las condiciones de vida de los niños colombianos;
«no puede pensarse en el futuro de la patria si él se sostiene, como en el caso
nacional, en las manos mugrientas del gamín urbano, que tiene la mendicidad

36
El aviso de la propaganda rezaba así: «Rojas ante el Senado/ Se transmitirá todos los días de/
LUNES a VIERNES, de 8 y 30 a 9:00 p.m./Una producdón de Jaime Zubieta, con la Direcdón de
Marco Fidel Várela y Julio Enrique Vúlate A./Actuadón espedal del Grupo Escénico de Radio Mode-
lo/ Dirigidopor Julio Molma Vergara/ Con la actuadcn de JOSÉ Dulfo Rojas. ARTURO BAZZANI.
LUIS MUNEVAR y ALFONSO GONZÁLEZ/ Este programa se transmitirá en cadena con las/si-
guientes emisoras: Emisora Ecos del Combeima en Ibagué/Emisora La Voz del Rio Suárez de Barbosa/
Emisora Norte-Vallecaucana, de Calarcá; Emisora Ondas del Huila en Ndva/ Origina RADIO MO-
DELO -CANAL 125/La Emisora del Pueblo -/.
37
Véase Habla María Eugenia Fai; Alianza Popular, febrero 12 de 1966, p. 4

185
y el robo como fuente de una precoz subsistencia; ni cuando avanza en los pies
descalzos del niño campesino, ni cuando mira con los ojos tristes de los niños
con hambre»38. Por igual, en sus intervenciones de radio y por su columna,
María Eugenia se apersonó de los problemas de la baja oficialidad, de los
suboficiales, de la policía y de los maestros. Prometió presentar Proyectos de
Ley que revisara los salarios y dotara de vivienda propia estos sectores de la
población colombiana39.

5.2.4 La mística religiosa del Anapismo y la reacción de las


jerarquías eclesiásticas

Como en los tiempos del gobierno militar, no obstante la persecución de la


Iglesia hacia Rojas Pinilla, los anapistas no dejaron de presentarse ante los
colombianos como modelos de católicos. Si algo los hería, era que dudaran de
su fervor religioso. Aunque la ANAPO identificaba sus tesis en todos sus do-
cumentos programáticos con las promulgadas por la Doctrina Social de la
Iglesia, recibía de parte de la jerarquía eclesiástica los embates de una especie
de «macartismo religioso». La iglesia no toleraba que de las comitivas de
Rojas hicieran parte clérigos como en verdad venía sucediendo. La intensa
actividad de Camilo Torres hizo que la Iglesia se concentrara en él y Rojas
pudo descansar de las presiones de la jerarquía eclesiástica. Ausente Camilo
de la vida política civil, cayeron de nuevo sobre los anapistas los dardos de la
Iglesia.

A finales de enero de 1966, cuando el expresidente Mariano Ospina Pérez


andaba haciendo política en la población antioqueña de Santa Rosa de Osos,
tuvo como compañero de balcón al obispo de esa localidad, Miguel Ángel
Builes. El alto prelado dedicó su intervención a lanzar diatribas contra la opo-
sición. Proclamó su adhesión a Lleras Restrepo y manifestó que «el espíritu
satánico» se había apoderado de Rojas Pinilla40. Días después. Monseñor Bulles,
en pastoral a los párrocos y fieles de su Diócesis, llamando a votar por el
Frente Nacional, acusó a todos los grupos de la oposición de «comunizantes».
«Los millones de católicos colombianos -decía el documento- con su jerarquía
religiosa y el Frente Nacional están en el sacrosanto Concilio Ecuménico. Los
emerrelistas con su fundador, los anapistas con Rojas, los lauro-alzatistas con
su jefe, la Democracia Cristiana comumstoide con sus corifeos, y el ejército
dizque de liberación nacional están con el Congreso Tricontinental Comunis-
ta»41.

38
Véase «Habla María Eugenia» En: Alianza Popular, febrero 21 de 1966, p. 4.
39
Véase «Habla María Eugenia». En: Alianza Popular, marzo 9 de 1966, p. 4.
40
Véase El Tiempo, febrero 1 de 1966 p. 13 y La República, febrero 1 de 1966, p. 8.
41
Véase texto de lapastoral en: La República, miércoles 9 de febrero de 1966p.3. Terminaba así el
documento: «Léase esta circular en todas las iglesias y capillas de nuestra diócesis en los últimos

186
De todo lo que se había dicho en contra de la ANAPO hasta ese momento, fue
la declaración de Monseñor Builes lo que más le dolió a los seguidores del
general Rojas. El editorialista de Alianza Popular se vio obligado a escribir:
«Nosotros, los rojistas, somos realmente el único antemural que resiste la pre-
sión del comunismo. Prohibimos el ejercicio de la antipatria en el régimen de
las Fuerzas Armadas. Y ha sido constante nuestra afirmación anticomunista.
Pero nuestra acción frente al marxismo no puede amparar una situación social
y económica como la que padece el pueblo colombiano, ni continuar en el
servicio de unas castas explotadoras y viciosas, engolosinadas por las granje-
rias y ventajas que a la economía da el mandato político. El comunismo no
está en el poder ni aspira a él, por lo menos a través de las vías electorales, ya
que carece de fuerza decisoria. Citarlo como nuestro aliado es una paradoja sin
sentido. Y afirmar que los rojistas representamos la disolución del país y de
sus tradiciones religiosas y morales, cuando ellas son base de nuestra tarea y
oxigeno de nuestros pulmones, es injusticia, tanto más injusta cuanto que vie-
ne de quien tiene la obligación de la verdad, la necesidad de la prudencia y el
deber de la caridad cristiana»42. La salida de Monseñor Builes sirvió para que
César Garrido, el otrora dirigente nacional del Movimiento de Unión y Recon-
quista de Álzate Avendaño, encontrara equivalentes las posiciones de élite de
la Iglesia con las de los ideólogos del Frente Nacional. Para Garrido no existía
ninguna diferencia entre quienes afirmaban que por la ANAPO votarían «los
atracadores, los marihuaneros, los ladrones, los pordioseros, los hampones,
los hombres sin Dios y sin Ley» y una iglesia como la colombiana que despre-
ciaba a los pobres. «Exabruptos como los del obispo antioqueño -escribía Ga-
rrido- son los que vienen preocupando hondamente a la iglesia moderna, la de
Pió XII, Juan XXIII y Paulo VI, cuyo espíritu evangélico se refleja en el último
Concilio Ecuménico. Cristo fue pobre, nació, vivió y murió con evidente sim-
patía por los pobres»43.

Empero, los anapistas no tuvieron que hacer demasiado esfuerzo para defen-
derse. Afrontaron la contrapropaganda de una manera sutil. Se reprodujo en la
portada de Alianza Popular una fotografía que mostraba a María Eugenia y
Rojas Pinilla de rodillas orando en la catedral de Chiquinquirá en diciembre
último, después de una manifestación política en dicha localidad. La fotogra-
fía se reprodujo días después en grandes carteles, cuando los anapistas recibie-
ron respuesta a una solicitud que hiciera al Papa de «Bendición Apostólica».
En el afiche se exhibía al lado derecho un recuadro de Pavlo VI con un texto
en letra gótica que decía: «BEATÍSIMO PADRE/ANAPO y Gustavo Rojas
Pinilla/humildemente postrados a los pies de Vuestra Santidad, suplican una
especial/BENDICION APOSTOLICA/prenda de Gracias celestiales/. Al lado

domingos de este mes de febrero y de abril en todas las misas que se celebren y aun en otros días de
ambos meses, si se juzga necesario».
42
Véase editorial de Alianza Popular, febrero 11 de 1966 $A.
43
Garrido César. Trucos del pasado. En: Alianza Popular, febrero 11 de 1966, p.4.

187
izquierdo aparecía la citada fotografía de María Eugenia y su padre en la Ca-
tedral de Chiquinquirá, acompañada del siguiente texto: «SU SANTIDAD
PAULO VI/ENVIO SU BENDICIÓN APOSTÓLICA AL General Gustavo
Rojas Pinilla y al Movimiento de Alianza Nacional Popular/». Así, en las
últimas de la campaña electoral, las circunstancias hicieron que los anapistas
le dieran un tono religioso a su prédica. Con el cartel descrito, continuaron
recorriendo el país. Es interesante en este sentido, el relato que hizo pocos
años después el ahora recién vinculado al movimiento, Roberto Harker
Valdivieso: «Nuestro pueblo venera a sus mártires. Por ello en los días de
mercado, a la salida de la misa mayor, levantábamos el estrado para exhibir
nuestro mártir y semejando luego a los vendedores de específicos empezábamos
a ofrecer nuestra revolución. Las gentes con los ojos bien abiertos, casi fuera
de esas órbitas tristes que nos indicaban el hambre campesina, nos miraban y
nos aplaudían tímidamente. Venía entonces el reparto religioso de la esfinge
erguida de un exgeneral cubierto con la bandera de la patria y revestido de
medallas, charreteras y escudos. Y después, los grandes cartelones, cuidado-
samente colocados en sitios estratégicos, en donde aparecía Su Santidad el
Papa, enviando su bendición al ex Presidente mártir y a su hija. Todo esto
llegaba a lo más íntimo del alma del pueblo campesino y lo aglutinaba en
torno a su figura»44. La defensa de los ataques provenientes del alto clero hizo
que los anapistas sin pensarlo descubrieran un efectivo mecanismo para llegar
a los colombianos de los años sesentas, al contrario de lo que El Tiempo afir-
maba en un editorial titulado «Escandalosa Explotación Religiosa Hace la
ANAPO»45.

El 16 de febrero los medios de información comunicaron al país la muerte en


combate del padre Camilo Torres. Alianza Popular dedicó dos portadas de
sus ediciones al cura guerrillero: «Recrudece la violencia. Muerto Camilo
Torres en San Vicente de Chucurí», «Camilo Torres Asesinado por las Oligar-
quías». El periódico reprodujo textos y frases del legado de Camilo que com-
partía, tales como su concepción del pueblo, la violencia oficial, la avaricia de
los ricos. En uno de los editoriales dedicado a su memoria, los ideólogos de la
ANAPO aprovecharon la oportunidad para deslegitimar el régimen: «El Fren-
te Nacional ha asesinado obreros y campesinos y estudiantes. Tan sólo faltaba
que asesinara sacerdotes y Ministros de Dios. ¿En qué quedan la caída de los
estudiantes en el gobierno militar y la masacre del circo de toros en que no
hubo sino una muerte accidental, ante el crimen que ahora acaba de cometer el
sistema en la persona de un convencido de la revolución, de un apóstol de la
caridad, de un personero de la justicia, que cayó porque deseaba un cambio
inmediato en los estamentos del Estado y porque defendía el derecho de los
pobres a tener trabajo, casa propia, educación?. Esta mancha será indeleble»46.

44
Harker Valdivieso Roberto. La Rebelión de las Cumies. Boceto en negro para d ex-general
Rojas Pínula. s.e.l968,p.21-22.
45
El Tiempo, febrero 22 de 1966,p.4.
46
Véase «Jomada de Combatiente». Editorial de Alianza Popular, febrero 19 de 1966, p. 4.

188
Desde los comienzos de la vida política de Camilo, la ANAPO, por obvias
razones, miró su actividad con recelo y no dudó en referirse a él de manera
peyorativa. Para algunos de los columnistas de Alianza Popular, Camilo era
un idiota útil que le hacía el juego a la oligarquía del Frente Nacional. Para
ellos, Ruiz Novoa primero y Camilo después, no habían hecho otra cosa que
contrarrestarle crecimiento al anapismo. Para otros, Camilo era simplemente
una vedette. En una de las páginas editoriales del órgano anapista, un colum-
nista se atrevió a vaticinar en octubre de 1965: «...Ruiz y Camilo, como las
furtivas golondrinas de Becker, no volverán. Ya cumplieron su función de
fuegos de artificio. Ahora van hacia la anécdota. Atrás quedaron colgados de
un ropero un uniforme, una sotana y también unos sueños decapitados, unos
sueños de unos hombres que tuvieron, como en el viejo tango su cuarto de
hora»41. Menos aún simpatizó a la dirección anapista las posturas de Camilo
Torres frente a las elecciones. Si aprovechó la oportunidad para capitalizar el
espíritu del inmolado sacerdote: «Sobre la tumba del padre Camilo Torres y
entre las brumas augúrales de su recuerdo ejemplar, las muchachadas, las tur-
bas hambrientas, los tristes, los explotados, tienen que prometer hacer el últi-
mo esfuerzo el 20 de marzo para acabar con el Frente Nacional, que es un
frente de miseria, de ruina, de estafa, de angustia, de desolación, de iniquidad
y de muerte»48.

Varios días después de la muerte de Camilo, la alta jerarquía de la Iglesia


colombiana se pronunció oficialmente en contra de la abstención. Tratando de
evitar el escándalo que produjo la pastoral de Monseñor Builes, los arzobispos
fueron prudentes al convocar a los católicos a participar en las elecciones. Su
animadversión hacia el comunismo y hacia los movimientos de izquierda ra-
dical fue expresa, mientras que su posición frente a los anapistas fue tácita;
«...sería más grave aún que la abstención, el depositar el sufragio por personas
que profesan doctrinas materialistas y ateas condenadas por la Iglesia, tales
como el comunismo. Igualmente sería reprobable y, desde el punto de vista
democrático inaceptable, el dar el voto por quienes preconizan la violencia o
amenazan con destruir el orden social»49. Los anapistas no se llamaron a enga-
ño. Entendieron que el episcopado colombiano se refería a ellos. Por eso en el
editorial de Alianza Popular posterior a la promulgación del documento
episcopal se lee: «Nos vemos, en la necesidad de aclarar ciertos conceptos
cuya vigencia hemos reiterado, de tiempo atrás, con más terquedad que buen

47
Ver en edidones de Alianza Popular de octubre 11 de 1965 p.7 «Don Camilo o El Idiota útil»;
octubre 25, p.2 «Los Fuegos de Artifido».
48
Véase Editorial «Jomada de combatiente» En: Alianza Popular, febrero 19 de 1966 p.4 El
presbítero Ignado Yepes Yepes, párroco de Carolina Antioquia y reconoddo rojaspinillista de la re-
gión, ofidó misas por el alma de Camilo y pronundó panegíricos a favor de su lucha. Culpando de su
asesinato al Frente Nadonal, el padre Yepes declaró a Camilo inocente y mártir. Véase ampliamente
El Siglo, mayo 3 de 1966, p.8.
49
Abstenerse de votar es falta grave. Declara el Episcopado. En: El Espectador, 19 de febrero de
1966,p.ly9A

189
éxito»50. El editorialista hizo esfuerzos, como si fuera la última vez, por mos-
trar la correspondencia que existía entre la actividad política del movimiento
anapista y los postulados de la Doctrina social de la Iglesia. Por supuesto, no
se trataba de un problema religioso.

Así, todo estaba listo para las elecciones del 20 de marzo. Se recogerían los
frutos de un extenuante trabajo proselitista. La prensa oficial redobló esfuer-
zos para desacreditar la oposición, especialmente el sector del general Rojas.
Las ciudades grandes fueron empapeladas con carteles que reproducían las
fotografías de los hechos sangrientos acaecidos en el gobierno de las Fuerzas
Armadas, lo que provocó grescas entre los anapistas y quienes pegaban la
contrapropaganda51. Ante las numerosas disidencias que se produjeron a raíz
de la confección o ratificación por parte de la cúpula del Frente Nacional de
las listas para los cuerpos legislativos, la gran prensa llamó a la unanimidad
de los partidos. El extremo del dramatismo quedó consignado así: «Las disi-
dencias, en esta ocasión, son movimientos inadmisibles, porque las jornadas
que se avecinan tienen un carácter decisorio para la república»52.

Cuando ya no se pudo salir a la plaza pública, el debate político continuó por


las cadenas radiales. Así cerraron sus campañas Ospina Pérez, los líderes del
oficialismo liberal y Alfonso López Michelsen. Ospina ratificó sus posiciones
anticomunistas fundamentándose en los pilares filosóficos del conservatismo
colombiano. Llamando a los jóvenes conservadores a no abandonar el «viejo
solar godo» y a no entusiasmarse con la idea de un nuevo partido cristiano,
Ospina demostró que el partido conservador era precisamente la versión co-
lombiana de la «democracia social católica» y de la «democracia cristiana»
europeas53. Por su parte Carlos Lleras, utilizando el señuelo de la amenaza
rojista, llamó a los emerrelistas a regresar al partido oficial: «Estos son los
momentos de la unión, dijo, antes de que el rojismo se pueda sentir estimulado
por las divisiones liberales...no pongan en peligro la alternación al reforzar
con su actitud disidente las pretensiones de Rojas Pinilla»54.

Alberto Zalamea, el líder del MDN y director de la revista La Nueva Prensa,


invitó a votar por la oposición. Sostuvo que no había puesto para el
«abstencionismo consciente». Señaló que las tres alternativas: la extrema de-
recha de Alvaro Gómez, la izquierda reformista de Alfonso López y el juicio
final de los partidos que inspiraba inconscientemente Rojas Pinilla aunque

50
Véase «El Documento Episcopal» EN: Alianza Popular, febrero 21 de 1966, p.4.
51
Uno de los carteles recordaba con gráficas impresionantes la matanza de estudiantes el 8 y 9 de
jumo de 1954. Véase El Tiempo, marzo 10 de 1966, p. 7.
52
El Tiempo, marzo 7 de 1966, p.4.
53
Alocudón radial de Mariano Ospina Pérez al cerrar la campaña conservadora. Véase: El Tiem-
po, marzo 15 de 1966,p.l9.
54
Abriremos un Nuevo Período en la vida de Colombia. Alocudón de Carlos Lleras Restrepo para
cerrar la campaña para Cuerpos Colegiados. En: El Tiempo, marzo 15 de 1966, p. 21.

190
podían no satisfacer las aspiraciones del pueblo y los anhelos del nacionalis-
mo, son «el ariete con el cual los colombianos podemos derribar las primeras
murallas de la fortaleza enemiga, cipaya y vergonzosa que hoy domina a la
República»55.

Ruiz Novoa sin los frutos que esperaba consechar después de renunciar a su
candidatura nacionalista en mayo de 1965, aconsejó votar por los candidatos
de los grupos oposicionistas. «La cuestión de fondo que se disputa en las próxi-
mas elecciones, manifestó, es el triunfo sobre la política de continuismo y la
política del cambio, entre la opresión política, social y económica de unos
pocos y la libertad para todos los colombianos. El Frente de Transformación
Nacional propicia la opresión y la oposición es partidaria de la libertad»56.

Alvaro Uribe Rueda, el jefe la Línea Dura del MRL anunció públicamente el
28 de febrero su retiro del debate electoral, no obstante que su nombre había
sido postulado para Senador por Santander y Caldas. Este paso significó la
disolución de la Línea Dura. Había fracasado Uribe en su intento de unificar la
oposición alrededor de la agrupación que dirigía. Agotado del esfuerzo, decla-
ró: «Si se hubiera dado la imagen de esa nueva formación política, de una
organización que constituyera el futuro partido nacional del desarrollo y de la
independencia, como esqueleto integrador y omnímodo del pueblo y la Na-
ción, la gente no comprometida pero descontenta habría tenido el estímulo de
saber que existía un acuerdo nuevo que no sería, como el de ahora de los
opositores, una coalición para oponerse al nombre de Lleras, sino una unión
popular para ejercer el gobierno»57. En el Valle del Cauca, en una Convención
Departamental de la Línea Dura, realizada en la segunda semana de marzo de
1966, se logró la unidad del MRL. El duro Ramiro Andrade encabezó la lista
del Movimiento para la Cámara de Representantes. También encabezó lista
para la Cámara el duro santandereano Ciro Ríos.

A última hora, Darío Echandía involucró a López Michelsen en una polémica


doctrinaria en la que sin duda salió mal librado el jefe emerrelista, viéndose
éste obligado a declarar que el MRL no tenía pactos privados ni públicos con
el alvarismo ni con el anapismo. «Tenemos la esperanza de sustituir al ospinismo
y al llerismo en el poder que han usurpado». Agregó luego López «Nosotros
no estamos contra el Frente Nacional como sistema de concordia»58

El lauroalzatismo llegó debilitado a las elecciones. Dos de sus principales fi-


guras, Jorge Leyva y Rafael Azula Barrera conformaron el Movimiento Popu-
lar Conservador y lanzaron listas por aparte en algunos departamentos. Alva-

La Nueva Prensa, febrero 12 de 1966, p. 18.


Véase «Rechazo Militar a pretensión de Ruiz». En: El Tiempo, marzo 19 de 1966, p.9.
La Nueva Prensa,febrero 12 de 1966,p.l8.
El Tiempo.marzo 17 de 1966,p.6.

191
ro Gómez Hurtado negó su alianza con Rojas y con López y pidió el voto como
medida de salvación del partido conservador. Alvaro Rivera Concha dirigente
del PSDC declaró que ese partido requería «un caudal mayor de votos para
acabar con la politiquería en el país». En ese sentido prometió lanzar listas en
los departamentos de Huila, Valle, Tolima, Cundinamarca, Meta, los dos
Santanderes, Nariño y Antioquia. Por Cundinamarca encabezaría Senado Al-
varo Rivera Concha y por Antioquia Francisco de Paula Jaramillo59.

Al Partido Comunista, que venía apoyando al MRL desde sus comienzos, se le


complicaron un poco las cosas cuando el jefe máximo del MRL empezó a
buscar entendimientos con Alvaro Gómez y Rojas. Pasos que entendió el par-
tido como la búsqueda que hacía López de un respaldo amplio para su candi-
datura. El comunismo estuvo entretenido un buen tiempo con el Frente Unido
de Camilo. Luego se reunió en su X Congreso que aprobó la combinación de
todas las formas de lucha para llegar al poder y la conformación de un gran
movimiento popular, el Frente Democrático de Liberación Nacional. Para este
último objetivo llamó a trabajar con las pequeñas burguesías de las ciudades,
propósito que lo colocaba también en la necesidad de entablar conversaciones
con los anapistas. Escribía uno de sus ideólogos, que cuando había surgido la
ANAPO «sosteníamos tesis según las cuales este movimiento se componía de
elementos desclazados. Lo cierto es que esa posición se ha modificado. En su
seno existen sectores populares e inclusive gentes del MRL se han pasado a
este movimiento. Por otro lado sectores anapistas realizan acciones conjuntas
con el partido y el MRL en muchas regiones del país. Hay que señalar una
tarea muy clara: entenderse por la base con elementos de ANAPO, pues están
levantando consignas antioligárquicas, antiimperialistas y antifeudales, para
ser consecuentes con nuestra política de formación del frente democrático de
liberación nacional»60.

En realidad, hubo intentos de alianzas entre el PCC y las bases de la ANAPO.


En Viotá, durante un mitin que contó con la asistencia de representantes
anapistas y emerrelistas, Gilberto Vieira recalcó sobre «la necesidad de alian-
zas de clase con los sectores populares del MRL y la ANAPO con vistas a la
integración de los concejos en una serie de municipios»61. Finalmente, aunque
los comunistas eran conscientes del abandono que había hecho López de con-
signas revolucionarias como la lucha por la reforma agraria, la nacionaliza-
ción del petróleo, apoyo a la revolución cubana, entre otras, declararon que
apoyarían las listas del MRL que incluyeran en sus plataformas locales: el
levantamiento del estado de sitio; la liquidación del frente nacional como base

39
rbidyEITiempo,marzo2del966,p. 21.
60
Hurtado Hernando. Sobre Política de Alianzas. En: Documentos Políticos, N° 57, febrero de
1966, p.39.
61
Voz Proletaria, febrero 24 de 1966,p.3.

192
podían no satisfacer las aspiraciones del pueblo y los anhelos del nacionalis-
mo, son «el ariete con el cual los colombianos podemos derribar las primeras
murallas de la fortaleza enemiga, cipaya y vergonzosa que hoy domina a la
República»55.

Ruiz Novoa sin los frutos que esperaba consechar después de renunciar a su
candidatura nacionalista en mayo de 1965, aconsejó votar por los candidatos
de los grupos oposicionistas. «La cuestión de fondo que se disputa en las próxi-
mas elecciones, manifestó, es el triunfo sobre la política de continuismo y la
política del cambio, entre la opresión política, social y económica de unos
pocos y la libertad para todos los colombianos. El Frente de Transformación
Nacional propicia la opresión y la oposición es partidaria de la libertad»56.

Alvaro Uribe Rueda, el jefe la Línea Dura del MRL anunció públicamente el
28 de febrero su retiro del debate electoral, no obstante que su nombre había
sido postulado para Senador por Santander y Caldas. Este paso significó la
disolución de la Línea Dura. Había fracasado Uribe en su intento de unificar la
oposición alrededor de la agrupación que dirigía. Agotado del esfuerzo, decla-
ró: «Si se hubiera dado la imagen de esa nueva formación política, de una
organización que constituyera el futuro partido nacional del desarrollo y de la
independencia, como esqueleto integrador y omnímodo del pueblo y la Na-
ción, la gente no comprometida pero descontenta habría tenido el estímulo de
saber que existía un acuerdo nuevo que no sería, como el de ahora de los
opositores, una coalición para oponerse al nombre de Lleras, sino una unión
popular para ejercer el gobierno»57. En el Valle del Cauca, en una Convención
Departamental de la Línea Dura, realizada en la segunda semana de marzo de
1966, se logró la unidad del MRL. El duro Ramiro Andrade encabezó la lista
del Movimiento para la Cámara de Representantes. También encabezó lista
para la Cámara el duro santandereano Ciro Ríos.

A última hora, Darío Echandía involucró a López Michelsen en una polémica


doctrinaria en la que sin duda salió mal librado el jefe emerrelista, viéndose
éste obligado a declarar que el MRL no tenía pactos privados ni públicos con
el alvarismo ni con el anapismo. «Tenemos la esperanza de sustituir al ospinismo
y al llerismo en el poder que han usurpado». Agregó luego López «Nosotros
no estamos contra el Frente Nacional como sistema de concordia»58

El lauroalzatismo llegó debilitado a las elecciones. Dos de sus principales fi-


guras, Jorge Leyva y Rafael Azula Barrera conformaron el Movimiento Popu-
lar Conservador y lanzaron listas por aparte en algunos departamentos. Alva-

La Nueva Prensa, febrero 12 de 1966, p. 18.


Véase «Rechazo Militar a pretensión de Ruiz». En: El Tiempo, marzo 19 de 1966, p. 9.
La Nueva Prensa, febrero 12 de 1966,p.l8.
El Tiempo, marzo 17 de 1966,p.6.

191
ro Gómez Hurtado negó su alianza con Rojas y con López y pidió el voto como
medida de salvación del partido conservador. Alvaro Rivera Concha dirigente
del PSDC declaró que ese partido requería «un caudal mayor de votos para
acabar con la politiquería en el país». En ese sentido prometió lanzar listas en
los departamentos de Huila, Valle, Tolima, Cundinamarca, Meta, los dos
Santanderes, Nariño y Antioquia. Por Cundinamarca encabezaría Senado Al-
varo Rivera Concha y por Antioquia Francisco de Paula Jaramillo59.

Al Partido Comunista, que venía apoyando al MRL desde sus comienzos, se le


complicaron un poco las cosas cuando el jefe máximo del MRL empezó a
buscar entendimientos con Alvaro Gómez y Rojas. Pasos que entendió el par-
tido como la búsqueda que hacía López de un respaldo amplio para su candi-
datura. El comunismo estuvo entretenido un buen tiempo con el Frente Unido
de Camilo. Luego se reunió en su X Congreso que aprobó la combinación de
todas las formas de lucha para llegar al poder y la conformación de un gran
movimiento popular, el Frente Democrático de Liberación Nacional. Para este
último objetivo llamó a trabajar con las pequeñas burguesías de las ciudades,
propósito que lo colocaba también en la necesidad de entablar conversaciones
con los anapistas. Escribía uno de sus ideólogos, que cuando había surgido la
ANAPO «sosteníamos tesis según las cuales este movimiento se componía de
elementos desclazados. Lo cierto es que esa posición se ha modificado. En su
seno existen sectores populares e inclusive gentes del MRL se han pasado a
este movimiento. Por otro lado sectores anapistas realizan acciones conjuntas
con el partido y el MRL en muchas regiones del país. Hay que señalar una
tarea muy clara: entenderse por la base con elementos de ANAPO, pues están
levantando consignas antioligárquicas, antiimperialistas y antifeudales, para
ser consecuentes con nuestra política de formación del frente democrático de
liberación nacional»60.

En realidad, hubo intentos de alianzas entre el PCC y las bases de la ANAPO.


En Viotá, durante un mitin que contó con la asistencia de representantes
anapistas y emerrelistas, Gilberto Vieira recalcó sobre «la necesidad de alian-
zas de clase con los sectores populares del MRL y la ANAPO con vistas a la
integración de los concejos en una serie de municipios»61. Finalmente, aunque
los comunistas eran conscientes del abandono que había hecho López de con-
signas revolucionarias como la lucha por la reforma agraria, la nacionaliza-
ción del petróleo, apoyo a la revolución cubana, entre otras, declararon que
apoyarían las listas del MRL que incluyeran en sus plataformas locales: el
levantamiento del estado de sitio; la liquidación del frente nacional como base

59
Ibid y El Tiempo, marzo 2 de 1966, p. 21.
60
Hurtado Hernando. Sobre Política de Alianzas. En: Documentos Políticos, N° 57. febrero de
1966, p.39.
61
Voz Proletaria, febrero 24 de 1966, p.3.

192
para la formación de un gobierno de amplia coalición democrática y el retiro
de las tropas de las regiones campesinas agredidas62.

La ANAPO fue sola a las elecciones. En el departamento del Magdalena se


habló de una alianza con el lauro-alzatista Hugo Escobar Sierra, desautoriza-
da después por Rojas. Esta vez Rojas no tuvo necesidad de romper en las
narices de los portadores las órdenes de los gobiernos locales que le prohibían
hablar en público; tampoco tuvo necesidad de esconderse para evitar ser en-
carcelado. Prevenidos, dispuestos a hacerse escuchar, resueltos a la revancha,
los militantes de la ANAPO sabotearon cuanta manifestación oficial pudie-
ron. Al punto que los líderes de las agrupaciones del bipartidismo oficial, se
vieron en la obligación de pedir protección para continuar sus giras políticas63
María Eugenia se consolidó, durante la campaña electoral de 1966, como líder
nacional. Así se lo reconocieron sus copartidarios: Encabezó la lista de Anapc
conservadora para Senado por Cundinamarca, para Concejo por Bogotá, Cali,
Barranquilla, Guasca, Fusagasugá y Zipaquirá y para Asamblea por el Qui ndío,
Huila y Atlántico.

5.3 Los resultados de las elecciones legislativas de 1966

El domingo 20 de marzo de 1966 se llevaron a cabo las elecciones legislativas.


Los resultados favorecieron a la ANAPO. De hecho se convirtió en el movi-
miento de oposición más importante del país. Su ala conservadora se incrementó
del 26.8% al 32.5%. Aumentó el porcentaje de la votación de su ala liberal: del
1.4% en 1964 pasó a 6.2% en 1966. El porcentaje general del anapismo subió
de 13.6% a 17.8% de la votación total. La ANAPO conservadora eligió 18
Senadores y 33 Representantes a la Cámara. El número de Diputados a las
Asambleas por esta ala se incrementó de 42 en 1964 a 62 en 1966. El liberalis-
mo anapista no logró elegir senadores. Su éxito estuvo en la Cámara donde
logró 4 Representantes. De 7 Diputados liberales elegidos en 1964 se pasó a
10 en 1966.

Los 2.939.222 votos depositados para la Cámara de Representantes significa-


ron el 44% del potencial de sufragantes64. En comparación con las últimas
elecciones, la abstención disminuyó. El liberalismo oficialista obtuvo 1' 120.824
votos, mientras que las listas unionistas y en general las de los representantes
del conservatismo frentenacionalista, lograron 474.397. Del volumen total de
votos el 17.8% pertenecían a la ANAPO; superando los porcentajes electora-

62
Declaradón del PCC de enero 31 de 1966. En: Voz Proletaria, febrero 3 de 1966, p. 1.
63
Fue el caso particular del Movimiento de Revitalizadón Liberal que dirigía Carlos Holmes Truj illo
y en general del Directorio Liberal del Valle. Véase: El Tiempo, marzo 4 de 1966, p.8.
64
Organizadón y Estadísticas Electorales. Marzo 20 y mayo 1 de 1966. Bogotá, Sccdón de Publi-
cadones de Registraduría Nadonal del Estado Civil, 1967.

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194
les del MRL (12.6 %), del lauro-alzatismo (11.8 %), e inclusive el de otros
grupos, liberales y conservadores, que se presentaron como independientes.
La suma de votos del anapismo (523.102), del emerrelismo (369.956), del
lauro-alzatismo (346.664) y del leyvismo (7.485) representó el 42.4 % de vo-
tos en contra de las listas del Frente Nacional. En la cámara de representantes,
de un total de 190 parlamentarios, la Alianza Nacional Popular eligió 33, el
movimiento liderado por Alvaro Gómez Hurtado 24 y los seguidores de Alfon-
so López Michelsen 21.

El anapismo presentó listas conservadoras y liberales en 12 de los 20 departa-


mentos: Antioquia, Boyacá, Cundinamarca, Huila, Norte de Santander,
Santander, Tolima, Atlántico, Bolívar, Caldas, Meta, y Valle. Con excepción
de los cinco últimos, en los demás el anapismo ya había presentado listas
bipartidistas en 1964. Sin embargo, a nivel departamental no fue fácil para la
Alianza Nacional Popular superar las listas del Frente Nacional en conjunto.
En Cundinamarca logró su cifra más alta como movimiento bipartidista:
133.756, es decir el 25.3% del total general departamental, pero fue en Boyacá
donde el movimiento tuvo resultados más importantes en comparación con
todas las listas que se presentaron al debate. Allí los votos anapistas (54.802)
representaron el 34.2% del total departamental. En Antioquia la suma de los
votos liberales y conservadores por la ANAPO significó el 18% del volumen
electoral departamental; en Atlántico el 12.4%; en Bolívar el 7.8%; en Caldas
el 15.6%; en Huila el 14.6%; en Meta el 25%; en Norte de Santander el 22.2%;
en Santander el 18.3%; en Tolima el 16.9% y en el departamento del Valle el
bipartidismo anapista representó el 21.9%.

5.3.1 La votación conservadora por la ANAPO, un punto de llegada.


El recorrido del voto conservador

Como lo demuestra el cuadro N° 1, en 1966 el conservatismo anapista se con-


solidó a nivel nacional. Salvo en el departamento del Atlántico, se puede ha-
blar también de una consolidación regional. Si en el primer debate electoral en
que participó, el anapismo encontró respaldo conservador en 11 de los 19
departamentos del país; en 1964, sobre el mismo total, el número aumentó a
17; y en 1966 no hubo una circunscripción electoral en donde sus listas conser-
vadoras no encontraran adherentes. La ANAPO se convirtió en la primera
fuerza conservadora de Cundinamarca, Valle, Boyacá Santander, Tolima, Meta
y Caquetá. En esta ocasión, el ala conservadora se enfrentó a los lauroalza-
tistas y unionistas en todo el país; a leyvistas en Boyacá, Cundinamarca y
Tolima; y a la Democracia Cristiana en Cundinamarca.

En Cundinamarca, los votos sufragados a favor del anapismo en las elecciones


de 1964, no pudieron superar al conservatismo unido en todo el departamento.
Los avances electorales de esa contienda fueron en Bogotá, en particular por la

195
actividad política de María Eugenia Rojas de Moreno. En cambio, en 1966 la
votación por la ANAPO ocupó el primer lugar tanto en la capital como en el
departamento: 85.742 votos, es decir, el 45.4% del total conservador. La ANAPO
supera con amplio margen 46.058 votos lauroalzatistas, 44.911 del oficialismo
unionista, 3.247 del reducido leyvismo, 2.686 del demócrata cristiano Jesús
Montoya y 5.950 votos de otros conservadores independientes. De 110 muni-
cipios cundinamarqueses, el ala conservadora recibió votos en 104 y alcanzó
la más alta votación en 31 de ellos. Al igual que en 1964, el anapismo triunfó
en Arbeláez, Villeta, Facatativa y Nilo, antiguos fortines laureanistas. Tam-
bién fue la primera fuerza conservadora en municipios densamente poblados
como Zipaquirá, Soacha y Girardot. Sin embargo, en Chia, pueblo en donde la
ANAPO había sido opción electoral ante la unión del conservatismo dos años
antes, el movimiento no obtuvo ningún voto en 1966. Otros municipios en los
cuales el anapismo ocupó el primer lugar entre las listas conservadoras fueron
Tabio, Quebradanegra, Puli, La Peña, Paime, Guayabal de Siquima, Cota,
Guasca y Fosca. El comportamiento electoral de estos dos últimos pueblos
resulta interesante. En Fosca, el unionismo había triunfado sin dificultad cua-
tro años antes y la ANAPO no obtuvo ningún voto ni en 1962 ni en 1964; pero
en 1966,400 electores conservadores favorecen las listas anapistas. En Guasca,
la lista de Maria Eugenia recibió en 1962 el apoyo de 45 sufragios únicamente,
mientras que el unionismo logró 1497 votos y los doctrinarios 282; dos años
más tarde aumenta la cifra de ANAPO a 348 votos frente a 364 del conserva-
tismo unido y en 1966 gran parte del electorado conservador se decide por la
ANAPO: 647 votos.

En los departamentos de Boyacá y Valle del Cauca también el anapismo fue la


primera fuerza electoral conservadora en 1966. En el segundo, las listas de
Elias Salazar García y Floro Cardozo alcanzaron 61.625 votos65, cifra que le
significó al movimiento anapista del Valle representar el 49% del total de
sufragantes conservadores del departamento. El segundo lugar a nivel departa-
mental fue para el unionismo que reunió 30.730 votos; el lauro-alzatismo con
27.680 votos, fue la tercera fuerza seguido de aquellos conservadores que se
presentaron como independientes y lograron 5.378 votos. En los municipios
de Anserma, El Águila, La Victoria, Versalles y Restrepo, donde había ganado
el Movimiento de Unión y Reconquista en 1958, el anapismo conserva su
primer lugar como en 1964. De igual manera, los anapistas continúan logran-
do la más alta votación en Caicedonia, Candelaria, Darién, Florida, Yotoco y
Yumbo. En la capital del departamento, el movimiento se robusteció al obte-
ner el 52.1% del total conservador de la ciudad, o sea 18.676 votos, ante 10.898
votos del lauroalzatismo y 6.232 del unionismo. La ANAPO se convierte en
primera fuerza, en municipios donde había triunfado el unionismo en 1962:
Argelia, Bolívar, El Dovio, Obando, Riofrio, San Pedro, Toro, Tulua, Ulloa y

65
La lista encabezada por Salazar Garda reunió 60.693 votos.

196
Palmira. Y en otros municipios que, al contrario, eran mayoría los conserva-
dores doctrinarios en 1962: El Cairo, El Cerrito, Guacarí y Pradera. La ANAPO
gana en total en 26 municipios del departamento del Valle. Sin embargo, es
necesario mencionar otros pueblos donde había logrado importantes resulta-
dos cuatro años antes y que disminuyeron sus votos en 1964 y 1966. Son los
casos de Buga y Trujillo, En el primero el anapismo, liderado por Hernando
Olano Cruz, ganó en 1962 con 2.634 votos a las otras listas conservadoras,
para 1964 la cifra decreció a 1.365. En Trujillo Olano obtuvo en 1962, 2.783
votos, derrotando a sus rivales conservadores y en 1964 sus votos se redujeron
a 1.568. En 1966 la lista anapista gana con dificultad en Buga al obtener 1.319
sufragios frente a 1.097 del lauroalzatismo y 1.028 del unionismo y en Trujillo
el movimiento ocupa el segundo lugar con 1.142 votos por debajo del unionis-
mo que logra 2.205 y superando los escasos 228 votos del lauroalzatismo.

En Boyacá, Gloria Alvarez Ayala concentró a favor de la ANAPO más de la


mitad del volumen total conservador. Los 51.283 votos que logró sobrepasa-
ron sin dificultad los 20.784 votos del unionismo, los 19.043 del lauroalzatismo
y los 740 votos de la lista leyvista. De un total de 131 pueblos boyacenses la
lista de Alvarez Ayala ganó en 66 a sus contrincantes conservadores. En Tunja,
ciudad en donde fue reñido el resultado electoral entre los laureanistas (3.280)
y los «reconquistadores» (3.069) en 1958, la ANAPO ocupó el primer lugar
entre las fuerzas conservadoras como lo venía haciendo desde 1962. Sus votos
en esta ciudad (3.519) en 1966, representaron el 69.2 % del total conservador
capitalino. En Boavita, Chiquinquirá, Duitama, Güicán, La Uvita, Saboyá,
San Mateo, Soata y Umbita las cifras por la ANAPO superaron los mil votos,
ganando sin mayor dificultad a sus adversarios conservadores. Con excepción
de Duitama, Guicán y Soatá, en todos también había triunfado con comodidad
el movimiento que lideró Gilberto Álzate Avendaño en 1958. En 1962, de los
anteriores pueblos, la ANAPO sólo ganó en La Uvita y Umbita. Y en 1964, sin
contar a Guicán, Boavita y Umbita, los demás municipios permitieron el triunfo
del anapismo. Las votaciones por ANAPO en Duitama y Chiquinquirá (dos
pueblos con alto índice de crecimiento demográfico para la fecha) en 1966,
resultan interesantes por su sostenido incremento desde 1962. En este año, en
Duitama, la lista anapista recibió el apoyo de 881 electores, frente a 614 votos
de los unionistas y 1922 de los doctrinarios. Dos años más tarde Duitama
conservadora respalda a la ANAPO con 1.552 votos ante los 1.116 del
conservatismo unido. Y en 1966 la lista de Gloria Alvarez obtiene allí 2,080
sufragios que representaron el 64% del total conservador del pueblo. El caso
de Chiquinquirá es similar. En 1962, 213 votos para la ANAPO, siendo amplia-
mente superada por los doctrinarios (3.056) y los unionistas (896); en 1964 los
votos del anapismo aumentan considerablemente a 1.628 a diferencia de los
resultados del conservatismo oficialista que disminuyen a 400 sufragios; y en
1966 el anapismo robustece su fuerza electoral en Chiquinquirá al obtener el
67.4% del total municipal conservador, es decir 2.049 votos. Además de estos

197
dos pueblos en 56 de los 116 municipios donde el anapismo obtuvo votos en
1966, la votación aumentó paulatinamente desde 1962.

En Santander, donde había triunfado el Movimiento de Unión y Reconquista


en 1958, ganaron los doctrinarios en 1962 y en 1964 el anapismo fue derrota-
do por la unión de las listas conservadoras. En 1966, el electorado conservador
del departamento favorece a la ANAPO. Roberto Harker Valdivieso y Reinaldo
Hernández, encabezando cada uno una lista para la Cámara, protagonizaron
el éxito de ANAPO en el departamento66. Sin embargo, fue reñido el triunfo
anapista. A pesar de que los 25.810 votos que lograron aumentaron el porcentaje
conservador del anapismo del 27.2 % en 1964 al 30.2 % en 1966, con relación
al total conservador departamental, el lauroalzatismo estuvo muy cerca de su
resultado al conseguir 25.145 votos. Los conservadores que se presentaron
como independientes en Santander alcanzaron 21.763 votos, mientras que el
unionismo fue respaldado por 12.475 sufragantes. De un total de 75 munici-
pios, únicamente en 7 no encontró el anapismo ningún respaldo. En Bucara-
manga, la ANAPO se impuso, al igual que en 1964, como la primera fuerza
conservadora concentrando 5.511 votos a su favor ante 1.884 del lauro-
alzatismo, 2.211 del unionismo y 1.136 de la lista conservadora independien-
te. Asi mismo fueron importantes para el anapismo santandereano los resulta-
dos obtenidos en Rionegro, Málaga, Bolívar, Jesús María y Barrancabermeja,
pueblos en donde se consolidaba como opción distinta al bipartidismo. En
Rionegro, a diferencia de los otros municipios, el anapismo ganaba desde su
primera participación en un debate electoral. Málaga y Jesús María, en 1962
optaron por el unionismo, mientras que, Bolívar y Barrancabermeja lo hicie-
ron por los doctrinarios. Y en 1964 con excepción de la capital de la antigua
provincia de García Rovira, en todos triunfó el anapismo.

En el Tolima, la ANAPO participaba por tercera vez en elecciones. Los votos


recibidos allí por Alfonso Ospina M. y Pedro Pablo Cardoso representaron el
39.6% del total conservador. Contrario a lo que podría pensarse, la presencia
de dos listas por el ala conservadora no fue obstáculo para que la ANAPO
ocupara el primer lugar entre cinco listas conservadoras presentadas al debate.
No es difícil advertir que el avance anapista se logró por la división conservado-
ra, ya que dos años antes la ANAPO había sido derrotada por la lista del
conservatismo unido. Pero en esta ocasión los 21.113 sufragios de la ANAPO
(11.482 por Ospina M. y 9.631 por Cardoso) superaron sin dificultad 13,486
votos del lauro-alzatismo tolimense, 12.475 votos del unionismo, 3.498 del
leyvismo y 2.736 de una lista independiente. Es importante anotar que los
conservadores tolimenses se habían caracterizado desde 1958 por su preferen-
cia por el laureanismo; comportamiento que cambia en 1966 a favor de la

66
El diario Alianza Popular informa sobre la expulsión de R. Hernández de la ANAPO, pero aquí
consideramos sus votos como anapistas ya que la registraduria contó los votos de Hernández y Harker
como tales.

198
ANAPO. Los votos conservadores anapistas provinieron de 40 municipios,
dentro de los cuales fueron sobresalientes los votos de Ibagué (3.511), Guamo
(2.775), Espinal(2.551), Purificación (1.311), Cunday (1258) y Anzoátegui
(1.037); pueblos en donde se convirtió el anapismo en primera fuerza conser-
vadora. Con excepción de Cunday, de preferencia conservadora unionista en
1962, todos estos municipios fueron doctrinarios; y en 1964, a diferencia de la
capital, en ellos ya había triunfado el anapismo.

También en el departamento del Meta la votación conservadora se inclinaba


por el laureanismo antes de la primera participación de la ANAPO en las
elecciones departamentales de 1964. En esta fecha, la lista del General Luis
Carlos Turriago fue duplicada en votos por la unión conservadora; pero dos
años más tarde, el militar logra la mayor votación y llega al senado, y su
reemplazo en la lista para Cámara de Representantes, Alfonso García V. supe-
ra con facilidad los 1.902 sufragios unionistas y los 4.102 lauro-alzatistas, al
obtener 7.573 votos. Cifra que significó el 55.8% del total conservador
departamental. De la misma manera que en el departamento del Tolima, aquí
también el anapismo fue un espacio político para que los electores inconfor-
mes del laureanismo se expresaran en el ala conservadora del movimiento. En
Villavicencio (2.895v), Acacias (1.721v) y Guamal (1.320v) el anapismo se
convirtió en la primera fuerza conservadora. Los resultados de estos tres luga-
res representaron el 78.4% del total anapista. Y en todos superó a lauro-alzatistas
y unionistas. Los resultados por la ANAPO en el Tolima y en el Meta permiten
adelantar una conclusión sobre el origen electoral del ala conservadora de la
ANAPO. Como ya se dijo, estos dos departamentos eran conocidos por su
tradición laureanista y en ellos fue derrotada la ANAPO conservadora por la
unión de doctrinarios y unionistas en 1964. De allí que sea significativo que en
1966, cuando de nuevo los conservadores divididos se enfrentan al anapismo,
el triunfo departamental sea para este último y no para quienes en principio
tenían una tradición política en aquellas regiones, es decir, los laureanistas.
Estos votos demostraban que la ANAPO no era solamente una alternativa
coyuntura! que mediaba las disputas entre laureanistas y ospinistas, sino que
también aumentaba su caudal electoral. En 1966 del anapismo no se podía
decir simplemente que era otra casa conservadora, más bien su crecimiento
electoral comprobaba que era «otra cosa» al interior del bipartidismo colom-
biano. En el ¿aqueta, circunscripción electoral laureanista en 1962, el movi-
miento anapista superó con 2.860 votos, originados en su mayoría en Florencia
(1.277v) y en Belén de los Andaquies (856v), pueblos donde también ganó, los
resultados del lauroalzatismo (2.020v) y del unionismo (1.578). Allí también
había sido derrotado por la unión conservadora en 1964, cuya desintegración,
sobra mencionarlo, favorece la lista del anapista y ex-militar Hernando Forero
Gómez en 1966.

En Antioquia, departamento que había permitido el triunfo de los laureanistas


en 1958 y del unionismo en 1960 y 1962, la ANAPO fue superada ampliamen-

199
te por la unión de estos dos sectores en 1964. De allí que sus avances electora-
les desde 1962 fueran significativos, no obstante ocupar el segundo lugar con
50.632 votos por debajo del unionismo y sus 132.633 votos y superando los
14.711 sufragios lauro-alzatistas. En 1962 la agrupación obtuvo el 8,9% del
total conservador departamental, dos años más tarde alcanzó el 22.6% y en
1966 representa el 25.2%. En esta ocasión le correspondió al político regional
Mario Montoya encabezar la lista para cámara por la ANAPO, mientras que
Jaime Piedrahita encabezó lista para senado. En Medellín avanzó el anapismo,
sin embargo, el orden para unionistas (33.791v), anapistas (16.462v) y lauro-
alzatistas (3.694v) fue el mismo que a nivel departamental. De 106 munici-
pios antioqueños, Mario Montoya fue respaldado en 104, seis más que en 1964
y veintiséis más en comparación con 1962. Otros municipios que presentaron
avances para la agrupación fueron Bello, Itagüi, Envigado, Andes y San Car-
los, pueblos de mayoría conservadora doctrinaria en 1962. En 1964 la ANAPO
ganó en Bello, donde dos años atrás había ocupado el segundo lugar, en Itagüi.
Pese a estos avances hubo municipios en donde disminuyeron los votos anapis-
tas. Los más significativos en este sentido fueron Cocorná, San Luis y Támesis.
En 1958 San Luis y Támesis facilitaron el triunfo del valencismo, mientras
que en Cocorná ganaron los laureanistas. En las siguientes elecciones parlamen-
tarias estos tres pueblos se inclinaron por el unionismo. En 1962 en Cocorná y
San Luis la disputa por el favor popular conservador se dio entre anapistas y
doctrinarios, saliendo vencedores estos últimos al igual que en Támesis. En
1964 la ANAPO liderada por Piedrahita Cardona reúne en Cocorná 3.935
votos frente a 1.405 de doctrinarios y ospinistas unidos, en San Luis 1.641 en
contra de 784 y en Támesis pierde con 1,502 votos ante 1.568. Y en las elec-
ciones de 1966 los resultados son: Cocorná 1.420 sufragios de ANAPO frente
a 3.677 votos unionistas; en San Luis gana el anapismo con 1.505 votos ante
1.156 del unionismo y 3 votos del lauro-alzatismo; y en Támesis 1.474 para la
ANAPO, 1.529 para el oficialismo unionista y 186 para el lauro-alzatismo. De
la misma manera en estos 3 pueblos se presenta un interesante comportamien-
to electoral similar al de otros municipios del país y que permite corroborar los
orígenes electorales del anapismo. Veamos: En 1962 cuando triunfaron los
doctrinarios, el conservador ospinista respaldó a la ANAPO; y cuando resultó
vencedor el unionismo, como en 1966, algunos doctrinarios se dirigieron a las
toldas anapistas.

En el departamento de Norte de Santander, durante las pasadas elecciones a


corporaciones públicas, el anapismo había sido triplicado en votos por el
conservatismo oficialista. En 1966, la ANAPO obtiene 19.051 votos que la
colocan en el segundo lugar departamental, por debajo del unionismo que
alcanza 25.137 y superando al lauro-alzatismo y sus 11.409 sufragios. La cam-
paña proselitista a la Cámara la lideró Pablo Arias mientras que el militar en
retiro Manuel F. Lemus Garviras, antiguo representante nortesantandereano a
la Cámara por el movimiento, encabezó la lista para senado. Los votos de
Arias, que representaron el 34.2% del conservatismo regional, fueron coopta-

200
dos en 33 de los 35 municipios del departamento. En Cúcuta, en donde el
anapismo ganó por primera vez en 1964, el movimiento consolida y aumenta
sus votos al derrotar con un amplio margen de diferencia a sus adversarios
conservadores. En esta ciudad, de mayoría conservadora doctrinaria en 1958 y
ospinista en 1960 y 1962, los resultados fueron en 1966; 5,984 votos para la
ANAPO, 1.845 para el unionismo y 999 para el lauroalzatismo. Pablo Arias
también aumentó los resultados de ANAPO y ganó en Ábrego, Cachira, Conven-
ción y Pamplona. Con excepción del último, en todos, los resultados fueron
muy reñidos con la lista unionista. Pero en Convención, por ejemplo, el fenó-
meno no era nuevo para la ANAPO; en 1962 con quienes disputó estrechamente
el triunfo fue con los doctrinarios. En ese momento la agrupación anapista,
dirigida por Sixto T. Reyes P. ganó por 24 votos al doctrinario Jacinto Villami-
zar (1.799 v de ANAPO contra 1.775 v doctrinarios). En 1964 la votación
conservadora de Convención decreció por la unión de doctrinarios y ospinistas
que lograron derrotar sin dificultad al anapismo (806 v. por ANAPO frente a
2.062 de sus adversarios). Y en 1966 los anapistas alcanzaron 1.677 sufragios,
tres más que el unionismo; el lauro-alzatismo de su parte escasamente reunió
6 votos. En Pamplona, al contrario, ANAPO disputó estrechamente el triunfo
con el laureanismo. Antes de 1966 la tradición conservadora de este pueblo
presentaba el siguiente comportamiento: en 1958 favoreció el triunfo del Mo-
vimiento de Unión y Reconquista, en 1960 el de la lista ospino-alzatista, en
1962 ganó allí el unionismo y en 1964 la unión conservadora. Pero dos años
más tarde ganó la ANAPO con 1.439 votos, seguida por el lauro-alzatismo
que obtuvo 1.106 votos y duplicando los 639 votos del unionismo. En otros
municipios con altos niveles de población en donde, por la tendencia de su
comportamiento electoral, era de esperarse el éxito de la ANAPO la agrupa-
ción aunque aumenta sus cifras no alcanza a derrotar a sus adversarios. Es el
caso de Ocaña, pueblo que había respaldado las tesis alzatistas en 1958, las
doctrinarias en 1960, al unionismo en 1962, al compacto conservatismo en
1964, y que en 1966 permite el éxito del oficialismo conservador con 2.249
votos frente a 1.380 de la ANAPO y 265 del lauroalzatismo.

Como en 1964, la ANAPO logró en 1966 elegir dos Representantes en Caldas.


Disminuyendo su votación, pero aumentando su porcentaje electoral con rela-
ción a las otras listas conservadoras (véase cuadro N° 1), el anapismo caldense
continuó ocupando el segundo lugar entre las fuerzas conservadoras del de-
partamento y de la capital. Los 27.043 votos reunidos por Horacio Mendoza
(18.650) y Roberto Saín M. (8.393) derrotaron la lista lauro-alzatista (20.709v)
pero no fueron suficientes para disputar el primer lugar de los unionistas
(44.701). En este departamento hubo mayoría doctrinaria en 1958, pero desde
1962, cuando encabezó la lista Gilberto Álzate Avendaño, se inclinó por el
unionismo. En todos los municipios caldenses encontró el ala conservadora
del movimiento respaldo. Ganó en 10 de ellos, cuatro más que en 1964. El
mayor número de votos se consiguió en: Belén de Umbría, Balboa, Chinchiná,
Santuario, Victoria, La Dorada, La Virginia, Marmato, Marquetalia, La Celia

201
y Manzanares. No pudo conservar el primer lugar en Filadelfía, Pijao ni
Quimbaya en donde había derrotado al conservatismo en 1964. De otro lado,
fueron interesantes los resultados en Riosucio y Santa Rosa de Cabal. En el
primero la ANAPO conservadora aumenta sus votos y obtiene 1.758, ocupan-
do así el segundo lugar por debajo de los unionistas que alcanzan 1.872 sufra-
gios y superando al lauro-alzatismo que reúne 1.561 votos. En Santa Rosa de
Cabal también es la segunda fuerza conservadora con 2.219 votos frente a
2.808 de la lista unionista y 1.155 del lauroalzatismo. En Pereira los resulta-
dos conservadores aumentan y la agrupación mantiene sus simpatizantes. Allí
había reunido dos años antes 3.206 votos frente a 5.005 del unido conservatis-
mo. En 1966 la ANAPO obtiene 3.168 mientras que los unionistas alcanzan
5.208 votos y los lauro-alzatistas 2.266 votos. Los resultados de esta pequeña
ciudad corroboran la anterior afirmación de que la ANAPO no era simple-
mente la mediación entre las corrientes del conservatismo sino que era un
movimiento consolidado y con una identidad conservadora propia.

Reinaldo López C encabezó la lista anapista para la Cámara por el departa-


mento del Magdalena. Aquí el movimiento alcanzó su mayor crecimiento como
fuerza conservadora. Hecho que cobra mayor significado si recordamos que
dos años antes los votos no fueron suficientes para que este dirigente llegara al
Congreso. En 1964 el anapismo magdalenense alcanzó 3.400 votos que
representaron el 9.0% del conservatismo departamental. En 1966, cuando los
conservadores se han dividido de nuevo, obtiene 11.093 votos, es decir, el
21.5% del total conservador. En este departamento de tradición conservadora
laureanista, al contrario de lo ocurrido en otros ya analizados, quienes ocupan
el primer lugar son los lauro-alzatistas con 20.049 votos mientras que los
unionistas son la segunda fuerza conservadora con 16.845 sufragios. A dife-
rencia de los dos anteriores debates electorales, en este año todos los munici-
pios del Magdalena presentaron votos anapistas. En Santa Marta, la ANAPO
fue la segunda lista entre las conservadoras al obtener 2.408 votos frente a
1.967 de los unionistas, 122 de una lista conservadora independiente y por
debajo de 3.399 sugragios lauro-alzatistas. Además de la capital las cifras del
movimiento aumentaron en Chiriguaná, Plato, Fundación y Pailitas. En
Valledupar, fortín laureanista entre 1958 y 1962 y en donde el anapismo no
obtuvo ningún voto en 1964, Reinaldo López triunfa sin dificultad con 2.038
votos ante 968 lauroalzatistas, 896 unionistas y un voto independiente. Tam-
bién aumentó sus votos y ganó en Aguachica, Agustín Codazzi, Curumaní,
Gamarra, Robles y Río de Oro. En este último pueblo el éxito anapista fue
arrollador. Ya había triunfado allí en 1964 con 924 votos ante 756 de sus
adversarios conservadores. Pero en 1966 coopta 1.505 sugragios frente a 272
de la lista independiente, 262 de los unionistas y 194 del lauro-alzatismo. Por
lo anterior podemos afirmar que el comportamiento electoral del ala conserva-
dora, si bien es cierto no tiene la misma dinámica que en otras regiones
laureanistas del interior, si presenta avances en cuanto a la expansión de sus
simpatizantes por la región, y en torno a sus adelantos en la capital y su éxito

202
demoledor un municipios tan importante, por su número de habitantes, como
Valledupar.

En el Departamento de Córdoba la ANAPO conservadora participó por terce-


ra vez en el debate electoral y al igual que en el Magdalena no le fue posible
desplazar al lauro-alzatismo del primer lugar, pero si ocupó el segundo derro-
tando las listas unionistas. Como sucedió con otros representantes de la ANAPO
de 1964, Benjamín Burgos P. que había encabezado la lista a la Cámara ese
año pasó al senado mientras que en su reemplazo el anapismo designó a Car-
los Rojas Correa, hijo del General Rojas. Los 11.547 votos que éste obtuvo
significaron el 29.7% del total conservador, es decir, 7.7 puntos más que las
anteriores elecciones (cuadro N° 1). En Montería, la capital, ganó la ANAPO
con 3.715 votos ante 2.901 del lauro-alzatismo y 1.578 de la lista unionista.
También alcanzó el triunfo, aumentando sus votos, en Cereté, Lorica, Purísima
y San Bernardo del Viento. En Lorica, municipio que había sido clave en el
proselitismo y los resultados del Movimiento de Unión y Reconquista en 1958,
triunfa el anapismo con 1.666 v frente a 1.499 lauro-alzatistas y 929 del unio-
nismo. De su parte Cereté, Purísima y San Bernardo del Viento, de mayorías
laureanistas en 1958 y 1960 y unionista en 1962, presentan los siguientes
resultados en 1966: Cereté, 1.502 votos por la ANAPO, 1.059 por el lauro-
alzatismo y 422 por la lista unionista; Purísima, 422 v. anapistas, 195 v.
unionistas y 50 v. lauro-alzatistas; y en San Bernardo del Viento, la ANAPO
obtuvo 320 votos, el lauroalzatismo 295, y los conservadores oficialistas 128.
Aunque no es fácil para el ala conservadora afectar la votación laureanista a
nivel departamental, no ocurre lo mismo en el interior de Córdoba. Es decir,
los resultados de ANAPO conservadora en Montería, Cereté y Lorica, en par-
ticular, no solo son importantes por la derrota al lauroalzatismo en una de sus
más tradicionales regiones, sino que confirman la tendencia del anapismo de
sobresalir en los grandes centros urbanos de cada departamento.

La ANAPO avanzó significativamente en el Departamento del Huila. En 1964


la agrupación había reunido 7.383 votos y en 1966, liderada por Marco T.
Sterling, alcanzó 9.840 votos, equivalentes al 23.7% del total conservador
departamental. Pero estas cifras no permitieron ganarle a ninguno de sus ad-
versarios conservadores. En esta región, de tradición laureanista, ganó el lau-
ro-alzatismo con 20.110 votos y los unionistas ocuparon el segundo lugar con
11.592. Pero en Neiva, como en otras capitales de tradición laureanista, triun-
fó la lista de Sterling con 2.406 sufragios ante 1.487 de la lista unionista y
1.224 del lauro-alzatismo. Con excepción de Hobo, en todos los municipios se
presentaron cifras por la ANAPO. Las mayores votaciones fueron recibidas
en: Acevedo, La Argentina, Palermo, Rivera, Villavieja y Yaguara. Con ex-
cepción de Villavieja donde el unionismo ganó en 1962 y el anapismo en 1964,
en todos había triunfado el laureanismo en 1962 y el conservatismo unido en
1964, Revisten interés los éxitos de ANAPO en Acevedo, La Argentina y
Palermo, porque allí el movimiento había logrado avances significativos en

203
1964. Por ejemplo, durante aquel debate electoral, en Palermo alcanzó 1.018
votos frente a 1.805 del conservatismo frentenacionalista; o en Acevedo, pue-
blo que presentó 535 votos a su favor ante 793 de sus adversarios.

En Nariño, otro de los antiguos fortines laureanistas entre 1958 y 1962, la lista
de ANAPO encabezada por Alfredo Caviedes duplicó el anterior resultado de
la agrupación. En 1964 la cifra fue 4.620, ante 42.943 votos de los unidos
conservadores y en 1966 fue de 10.619ante27.072dellauro-alzatismoy25.130
de los unionistas. Un caso más donde la división política y electoral del
conservatismo robustecía a la ANAPO. En Pasto, la capital, contrario a lo
esperado, el lauro-alzatismo ocupó el tercer lugar con 2.985 votos por debajo
de los unionistas, que ganaron con 3.852, y los anapistas, quienes reunieron
3.728 votos. De los 57 municipios que cubría esta circunscripción electoral,
Caviedes fue respaldado en 54, diez más que en 1964. En 43 de ellos aumentó
las cifras por el anapismo y ganó, además de la capital, en Cumbal con 568
sufragios ante 208 de la lista unionista y 107 del lauro-alzatismo.

En el departamento del Cauca, de mayoría valencista en 1958, ospino-alzatista


en 1960 y unionista en 1962, la ANAPO triplicó su cifra electoral de 2.037
votos en 1964 a 6,498 en 1966. Es decir que pasó del 5.7% del electorado
conservador departamental al 15.6%. Pero estos resultados no fueron suficien-
tes para que el político Ricardo Vejarano, quien dirigió la campaña en esta
ocasión, llegara a la Cámara. El triunfo departamental, y el de la capital, le
correspondió al conservatismo frentenacionalista, que con 26.481 votos dejó
al lauroalzatismo en segundo lugar (8.662) y a los anapistas en tercero. Pero
en la capital la ANAPO obtuvo el segundo lugar con 1.904 sufragios superan-
do al lauro-alzatismo que logró 1.247 y frente a 2.729 del unionismo. Única-
mente en 3, de los 33 municipios, no se presentaron votos anapistas, sin em-
bargo, el movimiento aumentó sus votos en los 21 municipios que en 1964 lo
respaldaron. El éxito total lo encontró la ANAPO en Miranda y Puerto Tejada.
En el primero fueron 159 votos por la ANAPO frente a 124 del unionismo y 39
por el lauroalzatismo, mientras que en Puerto Tejada obtuvo 168 ante 108
unionistas y 99 lauroalzatistas.

En el Chocó, la ANAPO aumentó su representación departamental. Pasó del


7.5% en 1964 al 11.4% en 1966. El dirigente anapista Jesús Ramírez reunió
969 votos ante 3.367 del lauro-alzatismo y 4.134 del unionismo. La mayor
votación no provino de los 118 electores que votaron en Quibdó por la ANAPO,
sino de San José del Palmar donde los 683 votos conservadores anapistas pre-
sentaban un comportamiento político-electoral homogéneo desde los inicios
del Frente Nacional. En este pueblo habían ganado el Movimiento de Unión y
Reconquista en 1958 con 711 votos, el ospino-alzatismo en 1960 con 383, el
unionismo en 1962 con 531 y la ANAPO en 1964 con 477 sufragios.

204
El único departamento en donde el conservatismo anapista perdió respaldo
electoral fue Atlántico. En 1964 esta región presentó 7.111 votos por el movi-
miento, cifra que significaba un avance en comparación con los 1.245 votos de
1962. Pero en 1966 la lista del líder popular barranquillero Claudio Urruchurtu
reunió 5.336 votos, que no le fueron suficientes para llegar a la Cámara ante
21.860 votos lauro-alzatistas y 17.074 unionistas. La mayor parte de los elec-
tores de Urruchurtu en 1966 estaban concentrados en la capital, donde se ha-
bía desempeñado como concejal entre 1964 y 1966, pero también aquí dismi-
nuyó su cifra electoral. No ganó la ANAPO en ninguno de los 11 municipios,
de un total de 23, en donde encontró votos67.

En 1966 en Bolívar y La Guajira, además del novel departamento del Quindío,


el anapismo conservador participa por primera vez en un debate electoral. En
Bolívar la tradición conservadora había favorecido al sector laureanista del
partido en 1958,1960 y 1962. En 1966 sigue siendo este sector, representado
por el lauro-alzatismo, la primera tuerza conservadora del departamento al
concentrar 32,545 electores. La ANAPO, liderada por Benjamín Bermúdez,
representa el 13% del conservatismo regional con 8.430 votos; cifra que es
superada por los 23.277 sufragios unionistas. El 70.6% del resultado anapista
se originó en la capital Cartagena (2.985v), Corozal, Sincelejo y Simiti. Los
resultados de los dos primeros eran significativos por ser dos municipios den-
samente poblados. Sin embargo, de ellos llama la atención la disputa por el
favor electoral entre anapistas y laureanistas en Sincelejo. Allí Benjamín
Bermúdez obtuvo 1.322 votos, al tiempo que el lauroalzatismo reunió 1.345 y
el unionismo 623. En el pueblo de Simiti, que al contrario de Cereté y Sincelejo
no era muy grande pero si muy conservador, ganó el anapismo al obtener
1.135 votos ante 467 lauroalzatistas y 347 unionistas. Los resultados en estas
tres poblaciones demuestran como la ANAPO conservadora a pesar de no de-
rrotar al lauroalzatismo de la región si lo enfrenta con importantes resultados
en los municipios más grandes o bien en los más doctrinarios. En el recién
creado departamento del Quindío los electores anapistas ocuparon el tercer
lugar. El político Reinel Arias concentró a 3.496 votantes ante los 4.094 del
unionismo y los 5.285 lauro-alzatistas. No obstante su incipiente experiencia
en la región, la ANAPO derrotó, a nivel departamental, una lista independien-
te representada por Rosembert Zuluaga H. que reunió 1.668 votos. A nivel
municipal ganó en Pijao, de mayoría laureanista en 1958, alzatista en 1960 y
de nuevo laureanista en 1962. Allí el éxito anapista se debió a los 574 votos
que superaron los 491 lauro-alzatistas y los 369 unionistas. También fueron
importantes para la ANAPO del Quindío los resultados de Calarca (526v) y
Quimbaya (590), municipios que entre 1958 y 1962 se debatieron entre los
extremos del conservatismo. En la Guajira, otra circunscripción electoral que

67
Aunque es difícil establecer la verdad, la prensa anapista, la adversa a ese Movimiento y la histo-
ria oral, coindden en afirmar que Claudio Urruchurtu redbió dinero por ayudar por «debajo de cuer-
da» a la lista para la Cámara del lauro-alzatismo.

205
favoreció al laureanismo de 1958 a 1962, después de la unión conservadora de
1964 las mayorías azules se deciden por el unionismo permitiendo su triunfo
con 8.318 votos. Los lauro-alzatistas de su parte son apoyados por 5.948 elec-
tores mientras que la ANAPO obtiene el respaldo de 2.004 electores que si-
guen a Luis E. Aponte. Fueron importantes para Aponte, aunque no llegó a la
Cámara, los resultados de Maicao (62 Iv), Villanueva (523) y San Juan del
César (452).

En resumen, el anapismo conservador se presentó al debate electoral de 1966


en todos los departamentos. Fue la primera fuerza electoral conservadora en el
35% de ellos. Además de Bogotá, sus listas triunfaron en nueve capitales. Pasó
a representar las mayorías conservadoras de las principales ciudades del oriente
colombiano: Cúcuta, Bucaramanga y Tunja; del suroriente: Neiva, Ibagué,
Florencia y Villavicencio; del occidente y centro del país: Cali y Bogotá. En la
costa norte, el anapismo logra avances significavos sin nutrirse del electorado
laureanista. Ganó en una capital. Montería. Debutó en Cartagena y Riohacha
y avanzó considerablemente en Sincelejo y Valledupar, dos grandes centros
urbanos del norte colombiano.

El voto conservador anapista provino de las bases laureanistas y alzatistas. El


electorado ospinista, salvo eventuales cooptaciones del anapismo en algunas
municipalidades, mantuvo sus efectivos. Aunque La República en su edito-
rial siguiente a las elecciones manifestó que los votos recogidos por Rojas no
eran «índices de nada» para el conservatismo ya que sólo «en mínima parte»
le pertenecían, lo cierto es que los avances de la ANAPO tenían una proceden-
cia conservadora. Sus masas, en particular las que venían enfrentándose entre
sí desde 1958: alzatistas y laureanistas conformaron con el pasar de 5 eleccio-
nes entre ese año y 1966, la base electoral mayoritaria del anapismo conserva-
dor. No obstante los intentos que hizo la casa Gómez por unir los imaginarios
de Laureano Gómez y de Gilberto Álzate Avendaño en una síntesis personifi-
cada por Alvaro Gómez, éste poco se asemejaba a los dos caudillos.

5.3.2 La votación liberal por el Anapismo, un punto de partida.


Origen del voto liberal anapista

En 1966, 100.898 liberales votaron por la ANAPO. En las anteriores eleccio-


nes el anapismo había contado con el respaldo de 16.495 electores. Del 1.4%
en 1964, pasó a representar el 6.2% en 1966. Mientras que el MRL pasó de
381.847 en 1964, a 369.956 votos en 1966, Esta vez los seguidores liberales
del General Rojas volvieron a presentar listas en Antioquia, Boyacá, Cundina-
marca, Huila, Norte de Santander, Santander y Tolima. Por primera vez se
decidieron a probar suerte en Atlántico, Bolívar, Caldas, Meta y Valle. Los
resultados no fueron malos: cuatro Representantes liberales, tres más que en
1964. Los «liberales rojistas» como se les denominaba, compitieron por el

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208
electorado liberal con el oficialismo, con el Movimiento Revolucionario Libe-
ral y, en algunas regiones se enfrentaron a sectores liberales independientes.

No obstante la campaña de deslegitimación hacia el «liberalismo rojista» em-


prendida por los grandes voceros del oficialismo liberal, el anapismo no des-
cansó en su propósito de engrosar y consolidar su ala liberal. Con excepción
de los santanderes, en Boyacá, Antioquia, Huila, Cundinamarca y Tolima, los
votos y la representación porcentual del anapismo liberal aumentaron. La agru-
pación obtuvo el 76.5% de sus votos liberales en Antioquia, Cundinamarca y
Atlántico. En éste último, al contrario de lo ocurrido con sus listas conserva-
doras, fue exitosa la participación de la ANAPO liberal. Aquí ocupó el segun-
do lugar como fuerza política superando al MRL. Igual fenómeno ocurrió en
el departamento de Cundinamarca, donde los avances electorales fueron muy
significativos. El anapismo pasó de representar el 0.45% al 14.1% del libera-
lismo cundinamarqués. En el Atlántico representó en 1964 el 3.5% del total
liberal regional y en 1966 el 10.3%. Estos triunfos cobran mayor significado,
si se tiene en cuenta que desde las elecciones de 1958, Cundinamarca y Atlán-
tico eran departamentos de mayorías liberales. En Antioquia, departamento
conservador electoralmente, en los dos debates anteriores, el anapismo liberal
pasó de 4.360 votos en 1964 a favor de Alfredo Tobon W. a 18.907 en 1966
cooptados por las listas de Arturo Villegas y Julio C. Obando. En el cuadro N°
3 se observa la votación por el ala liberal en comparación con los resultados de
sus adversarios de 1966.

5.3.3 El Anapismo liberal en Cundinamarca, Atlántico y Antioquia

En Cundinamarca la ANAPO obtuvo su mayor votación liberal. Dos años


atrás, la lista del anapismo liberal que encabezó el historiador Milton Puentes
no había corrido con suerte, ahora en 1966 la lista de Fernando Pardo Quinta-
na recibió votos en 72 municipios; mientras que en la contienda anterior Puen-
tes había sido respaldado sólo en 7. Aunque es necesario tener en cuenta que la
intensa agitación política movilizó un número mayor de electores68, el comporta-
miento de la oposición liberal al Frente Nacional desde 1960 terminó crecien-
do a favor de la ANAPO en detrimento de corrientes liberales como el MRL.
En 1966, emerrelistas, anapistas y liberales frentenacionalistas aumentaron
sus resultados en Cundinamarca. Sin embargo el MRL, a pesar de su crecimien-
to, con relación a 1964, se encuentra lejos de la cifra que alcanzara en 1962 e
inclusive de la de 1960; a diferencia del anapismo que se robustece amplia-
mente. En 1966 el anapista Fernando Pardo concentró 48.014 votos superan-
do 46.798 del MRL, 12.546 del antiguo emerrelista Guillermo Hernández
Rodríguez que se presentó como liberal independiente, y 1.967 de otras listas

68
La votación en el departamento aumentó para todas las agrupaciones liberales, (véase cuadro 4)
De 160.372 sufragantes liberales en 1964, se pasó a 338.878 en 1966.

209
as

210
liberales, claro, por debajo de los 229.553 votos del frentenacionalista Germán
Zea Hernández.

De otra parte, en Bogotá, donde obtuvo el 92% de sus votos, el anapismo


superó sin dificultad 24.341 votos del MRL y a otras listas liberales, convir-
tiéndose así en la segunda fuerza liberal de la ciudad con 44.186 votos por
debajo también de 155.065 sufragios de Zea Hernández. El aumento del total
liberal en la capital fue asombroso para la oposición y para el frentena-
cionalismo. Sin embargo, el logro de la ANAPO es significativo si se tiene en
cuenta que la cifra más alta de votación a favor de la oposición liberal en la
capital estaba en 38.425 sufragios alcanzados por el MRL en 1962.

El anapismo avanzó en los municipios cundinamarqueses de gran concentra-


ción humana: Girardot, Soacha, Fusagasugá, Madrid, Facatativá, Zipaquirá,
Funza y Chía. Allí los emerrelistas y anapistas aumentaron sus votos, pero en
Madrid, Facatativá y Funza la ANAPO superó al MRL y ocupó el segundo
lugar por debajo de los resultados del oficialismo. En Madrid, en 1962, se
redujeron a 96 los 127 votos que el MRL alcanzara en 1960; mientras que el
oficialismo mantuvo sus electores en 1960 y en 1962. Para 1964, la abstención
liberal afecta por igual al MRL y al oficialismo liberal, y no se advierten avan-
ces del anapismo. Empero en 1966, al restablecerse el liberalismo oficial, cre-
ce vertiginosamente el voto liberal anapista, ocupando el vacío del inconforme
liberalismo emerrelista.

En Facatativá, el emerrelismo logró 388 votos frente a 2.694 del oficialismo


en 1960 y 490 sufragios ante 3.253 liberales oficialistas en 1966. En 1964 el
liberalismo de Facatativá respaldó con 216 votos a la Línea Dura, con 5 a la
Linea Blanda, al candidato liberal oficial con 1.299 y con 215 al MIL. Los
anapistas liberales no tuvieron representación. En 1966 las cosas cambian para
la ANAPO que se convierte en segunda fuerza liberal con 385 votos por debajo
de 2.533 sufragios oficiales. Mientras que la otra votación liberal se distribuyó
así: 288 por las listas de Hernández Rodríguez y 82 por Antonio Izquierdo,
quien representó al MRL.

En Funza ocurrió lo siguiente: en 1960 el MRL enfrentó con 13 votos los


1.252 del oficialismo liberal; dos años después los emerrelistas incrementan
su votación en 100 electores mientras que el oficialismo obtiene 1.329 sufra-
gios. La división del emerrelismo provocó la abstención liberal en el munici-
pio en 1964 pero no favoreció al anapismo, en aquel año ganó el liberalismo
frentenacionalista con 551 votos ante 66 de la Línea Dura, 16 de la Línea
Blanda, 3 del Movimiento Independiente Liberal y cero por el anapismo. Em-
pero en 1966 aumentan los liberales oficialistas a 953 y los anapistas alcanzan
258 votos, mientras que el MRL vuelve a sus 100 sufragantes.

211
En los tres pueblos anteriores, el MRL cedió su puesto al anapismo el cual
ocupó en 1964 el tercer lugar y el segundo en 1966,

En otros municipios la lucha electoral entre MRL y ANAPO liberal fue reñi-
da. Es el caso de Zipaquirá, en donde el MRL había pasado de 130 votos en
1960 a 199 en 1962. En 1964 la división del movimiento generó el desplaza-
miento de algunos de sus simpatizantes al MIL. Los resultados en este año
fueron: 1.773 sufragios por el Frente Nacional, 152 por el Movimiento Inde-
pendiente Liberal, 42 por la Línea Blanda, 9 por la Línea Dura y cero por el
anapismo. Sin embargo, en 1966, desaparecidos el MIL y la Línea Dura, los
votos de la oposición liberal de Zipaquirá se dividieron entre el MRL y la
ANAPO, al tiempo que el liberalismo frentenacionalista aumentó su volumen
electoral. En este debate los resultados fueron: 2.765 por el Frente Nacional,
344 votos por el MRL, 333 por el anapismo liberal y 23 sufragios por la lista
de Hernández Rodríguez.

No ocurrió lo mismo en Fusagasugá, allí los votos liberales adversos al Frente


Nacional se repartieron entre MRL, ANAPO y la lista de Guillermo Hernández
Rodríguez. Fusagasugá era desde 1960, cuando reunió 2.707 votos frente a
2.432 del oficialismo y no obstante perder con 2.244 ante 3.620 en 1962, un
fortín electoral del MRL. En 1964 la oposición liberal se distribuyó de la si-
guiente manera: 804 por la Línea Dura, 236 por el MIL, 186 por la Línea
Blanda y 2 votos por la ANAPO. Y en 1966 los resultados son: 661 votos para
el emerrelista Antonio Izquierdo, con los cuales se coloca como la segunda
fuerza liberal, 591 para Hernández Rodríguez y 661 para la ANAPO, frente al
crecimiento del oficialismo que reúne 2.765 electores.

Pero en otros municipios, importantes por su tamaño y por su tradición liberal


beligerante, como Girardot y Soacha el ala liberal aumentó en 1966 el número
de simpatizantes sin lograr superar al MRL. En el primero, por ejemplo, la
oposición liberal al Frente Nacional era significativa desde 1960 cuando el
MRL obtuvo 2,581 sufragios ante 859 del Frente Nacional. La votación
emerrelista se duplicó en 1962 al lograr 4.347 votos frente a la disminución
del oficialismo y sus 7.199 votos; y dos años más tarde, en 1964 dividido el
MRL disminuye su cifra a 3.369 (2.589 por la Línea Blanda) ante 299 de la
ANAPO, 248 del MIL y 3.335 del Frente Nacional. En 1966 aunque la incon-
formidad liberal disminuye su participación electoral, continúa favoreciendo
al emerrelismo. El sector oficialista aumenta sus votos, pero no como hubiera
esperado Carlos Lleras después de su sonada visita al municipio en febrero
último. Los resultados en 1966 se distribuyeron de la siguiente manera: 7.498
sufragios por el Frente Nacional, 4.024 por el MRL, 814 por Hernández
Rodríguez y 384 por la ANAPO.

El segundo departamento de significativa votación liberal por el anapismo fue


Antioquia. Allí las listas de Arturo Villegas y Julio C. Obando se enfrentaron

212
al emerrelismo y al Frente Nacional, logrando 18.907 votos ante 51.079 del
MRL y 182.581 del Frente Nacional. La participación electoral de la ANAPO
estimuló el aumento de la votación liberal antioqueña en la oposición y en el
oficialismo. Pero no fue en el MRL, que mantiene en 1966 los votos de sus dos
corrientes de 1964 (véase cuadro N°4), sino en el anapismo liberal en donde se
expresaron liberales desengañados con el régimen. Los resultados departa-
mentales muestran la polarización del electorado antioqueño entre ANAPO y
Frente Nacional. En Medellín, por ejemplo la ANAPO y el liberalismo oficialista
ocuparon el segundo y el primer lugar respectivamente, al tiempo que el
emerrelismo aumentó sus resultados con base en la suma de los votos por sus
dos Lineas en 1964. En 1960 el MRL había alcanzado 15.676 votos, ante
87.717 del oficialismo liberal; en 1962 los votos emerrelistas disminuyeron a
11.439 al igual que los del liberalismo del Frente Nacional, 39.538; en 1964 la
ANAPO ocupa el tercer lugar con 3.374 sufragios por debajo de 5.125 de la
Línea Blanda y 25.101 de liberalismo oficial pero superando los 1.761 votos
de la Línea Dura. De su parte la agrupación dirigida por el General Rojas
desplazó en 1966 las cifras emerrelistas de Virgilio Vargas y Jaime Velásquez
Toro a un tercer lugar al obtener 13.278 sufragios, mientras que aquellos lo-
graron 7.416 y el Frente Nacional, representado por el primer Ministro de
Hacienda del Frente Nacional Hernando Agudelo Villa, reunió 49.799 votos.

El total liberal de la ANAPO en este departamento provino del 79.2% (84) de


los municipios antioqueños. Fueron notables los resultados anapistas en Bello,
Caldas, Envigado, Itagüi, Retiro y Santa Bárbara. Si en la capital estaba el
70.2% de votos por ANAPO, en estos seis municipios se encontraba el 18.8%.
De ellos son interesantes los casos de Bello y Retiro. En el primero, el MRL
alcanzó 664 votos en las elecciones de 1960, ante 2.606 del liberalismo
frentenacionalista; dos años más tarde obtuvo importantes resultados al reunir
1.297 votos ante 1.557 del oficialismo, en 1964 la Línea Blanda ganó con 762
votos frente a 723 del oficialismo, 247 de ANAPO y 81 de la Linea Dura. En
1966 aumenta el volumen total liberal del municipio y las listas del MRL
disputan estrechamente el segundo lugar con las anapistas ante el oficialismo
liberal que obtuvo 1.720. En 1966 el MRL logró 1.032 sufragios mientras que
la ANAPO llegó a 1.030. Es decir, algunos de los electores liberales de la
oposición en este municipio, que se abstuvieron en 1964, ahora en 1966, se
deciden por la ANAPO. Por su parte en Retiro también disminuyó la absten-
ción liberal y como en Bello y en todo el departamento, el anapismo fue el
grupo beneficiado por este fenómeno. Pero en este poblado, al contrario de lo
ocurrido en Bello, la ANAPO cooptó el favor popular de nuevos sectores libe-
rales, mientras que el MRL mantuvo su votación, lo cual es posible compro-
barlo con la descripción de su comportamiento electoral. Si en 1960 el MRL
obtuvo 43 votos ante 730 frentenacionalistas, en 1962 los liberales de Retiro
no cambian su militancia política y respaldan al Frente Nacional con 743
votos y al MRL con 41 votos. Dos años después el oficialismo ganó de nuevo
con 794 votos frente a 43 de la Línea Blanda y el nulo apoyo para la Línea

213
Dura y por la lista de ANAPO. Y en 1966, liberales que no habían participado
en los tres últimos debates electorales se deciden por el anapismo y lo convier-
ten en la primera fuerza al obtener 1.011 votos que superaron los 40 que alcan-
zó el MRL y los 965 del Frente Nacional.

En los municipios de Caldas y Envigado el ala liberal de la ANAPO vence al


MRL ocupando el segundo lugar, mientras que en Itagüi y Santa Bárbara pier-
de con el emerrelismo y ocupa el tercer lugar. En 1960 el municipio de Caldas
no presentó ningún sufragio por el MRL pero en 1962 este movimiento liberal
logra cooptar 194 votos al liberalismo oficialista cuya cifra electoral es de
1.069. Dos años después, es considerable la abstención liberal y la lucha en la
oposición es entre la Línea Dura que alcanza 150 votos y la ANAPO que gana
con dificultad al obtener 151, cifra que la ubica en el segundo lugar frente a un
voto de la Línea Blanda y 458 del oficialismo. En 1966 el Frente Nacional
coopta de nuevo a los liberales desilusionados de 1964 y obtiene un resultado
superior al de cuatro años antes, 1.344 sufragios. La ANAPO de su parte ro-
bustece su electorado en el municipio y derrota al MRL con 241 votos ante
215. En Envigado, el otro pueblo donde triunfa el ala liberal, los resultados de
1960 fueron escasos para el MRL, 18 votos ante 2.317 del liberalismo oficial;
en 1962 la cifra crece a 634 votos pero en 1964, esta cifra de la oposición
liberal disminuye y se divide entre la Línea Blanda con 247 votos, la ANAPO
con 102 y la Línea Dura con 247 frente a 887 del Frente Nacional liberal. Y en
1966, al igual que en otras regiones del país, la votación liberal aumenta y el
anapismo pasa a ser la segunda tuerza liberal de Envigado al reunir 743 votos,
frente a 2.061 de la lista frentenacionalista y 519 de sus adversarios del MRL.
Del crecimiento del volumen liberal de estos dos poblados, como vemos, es el
anapismo el que avanza a diferencia del MRL que retrocede como fuerza libe-
ral representativa de la oposición. Al contrario de lo que ocurre en Itagüi y
Santa Barbara en donde el Movimiento Revolucionario Liberal aumenta los
votos que sus dos Líneas lograron en 1964 y recupera su votación de 1962.

El éxito de las manifestaciones de todos los movimientos políticos en el depar-


tamento del Atlántico creó expectativas por los resultados electorales. En este
departamento, al igual que en años anteriores, fueron numerosas las listas por
el liberalismo oficial y emerrelista, a diferencia del anapismo que presentó
únicamente la lista del dirigente Moisés Tarud. Esta lista ocupó el segundo
lugar con 10.273 votos, representando el 10.3% del total liberal departamental,
ante 9.294 de la suma de tres listas emerrelistas y 59.789 votos reunidos por
cinco listas del Frente Nacional (véase cuadro N° 3). El MRL había sacado
3.803 votos en 1960, dos años después avanzó a 9.900 votos ante 68.058 de
sus adversarios oficialistas; en 1964 la abstención liberal afectó a unos y otros.
En esta fecha, sólo se presentaron votos por la Línea Blanda y por el oficia-
lismo, 5.349 para los primeros y 60.320 para el Frente Nacional. Como se
observa en los cuadros 3 y 4, en 1966 aumenta toda la votación liberal, el MRL
recupera su cifra de 1962 al tiempo que el oficialismo liberal aumenta sus

214
resultados en comparación con la cifra lograda dos años antes. El 83.8% de los
votos anapistas de 1966 provino de Barranquilla. Moisés Tarud tuvo un res-
paldo de 8.611 votos con los cuales ocupó el segundo lugar entre las listas
liberales por debajo de 35.033 sufragios por el Frente Nacional. La historia
electoral reciente de la oposición liberal al Frente Nacional en esta ciudad
presentaba el siguiente comportamiento. El Movimiento Revolucionario Libe-
ral logró 2.406 votos en 1960, 7.429 en 1962 y la Línea Blanda en 1964 hizo
lo propio al reunir 3.052 sufragios. Al observar los votos por el MRL en
Barranquilla de 1966, advertimos que la agrupación, aunque se acerca, no
alcanza a recuperar sus votos de 1962, al contrario, su cifra de 7.429 en aquel
año disminuye a 6.646 cuatro años después. De allí que la diferencia de estos
pocos emerrelistas podría encontrarse en el crecimiento de la votación liberal
por el anapismo. Los otros electores anapistas, como quizás también ocurrió
en todo el departamento, eran el resultado de la disminución de la abstención
y del convencimiento que logró el anapismo en el liberalismo de los sectores
populares de Barranquilla. Otras poblaciones en donde el ala liberal encontró
respaldo fueron Campo de la Cruz, Ponedera, Puerto Colombia, Sabanagrande,
Santo Tomas, Soledad, Tubara y Usiari. De ellos las cifras más altas fueron las
de Soledad con 443 votos y Ponedera con 218. En Soledad, al contrario de
Ponedera donde no existe información entre 1960 y 1964, el MRL obtuvo 170
votos en 1960, en contra de 2.090 del Frente Nacional; en 1962 llegó a 212
ante 3.711 del liberalismo oficialista; en 1964 la Línea Blanda alcanzó 141
votos mientras que al parecer los emerrelistas duros del municipio se abstuvie-
ron de participar. Pero en 1966 el MRL recupera su votación de 1962 al tiem-
po que permite el triunfo de la ANAPO liberal. Los resultados de todo el departa-
mento, asi como los de la capital y del municipio de Soledad nos permiten
concluir que en el Atlántico, como en Cundinamarca, Antioquia y sus capita-
les, aunque la tendencia de la antes solitaria oposición liberal es recuperar sus
antiguos electores, el hecho sobresaliente son los avances del ala liberal de la
ANAPO como segunda fuerza del liberalismo.

5.3.4 La ANAPO en los departamentos de tradición liberal

En los departamentos de Tolima, Bolívar, Caldas y Meta los liberales venían


superando desde 195 8 la votación conservadora. Algo parecido ocurría en Valle
y Santander, salvo en el debate de 1964. El 9.75% del respaldo liberal anapista
provino de aquellos cuatro departamentos. A diferencia de lo ocurrido en las
anteriores elecciones, en estas regiones el MRL logró mantener su segundo
lugar como fuerza liberal. La suma de los votos por ese movimiento le significa-
ron el 33.3% de su total nacional. Sin embargo, como lo veremos más adelante
en varias poblaciones muchos liberales adversos al régimen respaldan al
anapismo, en tanto que antiguos emerrelistas de la Línea Dura se acercan
tímidamente al movimiento. De ellos la más alta votación por la ANAPO
estuvo en Santander, 6.034 sufragios, frente a 9.275 de una lista independien-

215
te, 25.670 provenientes de dos listas emerrelistas69 y 47.169 del liberalismo
frentenacionalista. En 1966 la ANAPO presentó los nombres de Edmundo
Morales y Guillermo García G. Este último, no obstante haber sido elegido
Representante a la Cámara por el anapismo liberal de Santander en 1964, sólo
obtiene 848 votos, la mayoría de la capital Bucaramanga. En esta ciudad, ob-
tuvo el 61.5% de su total liberal departamental, porcentaje que lo colocó en el
tercer lugar de las listas liberales. Bucaramanga tuvo el siguiente comporta-
miento electora] durante 1960 y 1964: 18.748 votos del Frente Nacional con-
tra 4.139 del MRL en la primera participación electoral de este movimiento;
en 1962, 16.870 votos por el liberalismo oficial y 14.184 por el emerrelismo;
dos años después, la votación liberal se distribuye así, 9.615 por el Frente
Nacional, 4.467 por la ANAPO favorecida de la división del MRL, 2.840 por
la Línea Dura y 2.582 por la Blanda. En 1966 el debate político y electoral de
Bucaramanga, que fue muy agitado por la diversidad de listas y por las prome-
sas de Carlos Lleras de educación, empleo y salud en su visita a la ciudad™,
presentó 3.714 votos para la ANAPO. Cifra que estaba por debajo de los 6.223
súfranos por MRL y los 16.559 a favor del Frente Nacional, pero que superaba
los 3.037 de la lista independiente.

La disminución de la votación anapista de 1966, en relación con la de 1964, se


explica por la intensa agitación de idearios y listas liberales. Sin embargo, es
importante resaltar que el electorado liberal de ANAPO en Bucaramanga es
relativamente constante.

Otros resultados importantes para E. Morales y G. García fueron los de


Barrancabermeja, Floridablanca, Girón y Piedecuesta, en estos municipios la
ANAPO aumenta sus votos de 1964. Pero de ellos es Barrancabermeja el pue-
blo más importante porque allí el anapismo liberal santandereano alcanzó su
segunda cifra más alta, después de la capital. Desde 1960, este puerto fluvial
se distinguía por su beligerante oposición al régimen del Frente Nacional. En
ese año los resultados fueron: 2.922 por el liberalismo oficial y 5.049 por el
emerrelismo. Dos años más tarde, mientras la votación oficial liberal es constan-
te la oposición liberal aumenta considerablemente: 2.797 para aquella y 9.096
para ésta. Pero en 1964, gran parte de los liberales del puerto prefieren no
participar en el debate electoral. Los resultados de ese año colocaron a laLínea
Blanda del MRL en primer lugar con 1.849 sufragios ante 1.558 del oficia-
lismo, 570 de la ANAPO y 137 de la Línea Dura. En 1966, el volumen total
liberal aumenta y la lista liberal del Frente Nacional gana con 3.486 votos
frente a 2.717 del MRL y 849 votos de la ANAPO, cuya cifra de 1964 posible-
mente es reforzada en 1966 con los Duros de aquel entonces.

" Estas listas fueron encabezadas por Ciro Rios Nieto, y por José M. Arias C; el primero era
integrante de la Linea Dura y el segundo de la Linea Blanda, en el pasado debate electoral.
70
Véase «Santander en pie con la Transformación Nacional» en El Tiempo febrero 13 de 1966.

216
En Bolívar, el candidato de la ANAPO obtuvo 4.756 votos. Con esta cifra, la
lista que encabezaba Carlos A. Pareja representó el 4.57% del liberalismo
departamental. La suma de los resultados de 3 listas emerrelistas convirtieron
a esta organización en la segunda fuerza liberal: 23.558 votos frente a 75.636
del oficialismo liberal. En Cartagena, ciudad escogida por Carlos Lleras
Restrepo para iniciar su campaña, el fenómeno fue similar. Tercer lugar para
la ANAPO con 2.203 votos, antecedida por 3.138 del MRL y 12.762 del libe-
ralismo frentenacionalista. Si bien el MRL disminuyó sus votos en 1966 en
esta ciudad con relación a los 3.962 de sus dos Líneas en 1964 y a los 4.008
alcanzados en 1962, es necesario reconocer que el respaldo de sus simpatizan-
tes era homogéneo durante estos años. En Cartagena, a diferencia del departa-
mento, donde si disminuyó en 1964, la votación liberal aumentó desde 1960
hasta 1966, lo cual indicaría que si el MRL mantiene sus simpatizantes el
anapismo seduce a algunos liberales del oficialismo que desde los inicios del
Frente Nacional no habían tenido una corriente política que fuera de su
agrado.

Otros municipios del departamento de Bolívar donde sus habitantes optaron


por el ala liberal anapista fueron: Sincelejo, El Carmen de Bolívar, Corozal,
Magangué, San Jacinto y Sucre, además de la isla de San Andrés. El factor
común de estas localidades es que compartían desde 1960 amplia simpatía por
el emerrelismo, en ellas el MRL, dividido o unido, había logrado resultados
electorales significativos.

La ANAPO superó los resultados del MRL y ocupó el segundo lugar entre las
listas liberales de San Andrés y Carmen de Bolívar. En San Andrés la votación
liberal sorprendió a propios y extraños. En este lugar el MRL había logrado 14
y 26 votos en 1960 y 1962 respectivamente ante la mayoría absoluta del Frente
Nacional. Pero en 1964 algunos de los únicos 26 emerrelistas de la isla prefie-
ren acompañar la lista oficial, que obtiene 1.911, ante la nula votación por las
Líneas del MRL. Y en 1966 el oficialismo pierde simpatizantes y obtiene 886
votos ante 730 del anapismo y 327 del MRL. La explicación de este comporta-
miento electoral quizás esté en el remoto pasado, cuando Rojas aprobó que la
isla fuese puerto libre, y en el enfático contenido de la plataforma anapista en
pro de los territorios olvidados y abandonados por las políticas del Frente Na-
cional. En la otra población triunfadora del anapismo, Carmen de Bolívar, el
MRL obtuvo 1.155 votos ante 4.986 del liberalismo oficial en 1960, en 1962
incrementa sus votos a 1993 votos frente a 2.852 de sus adversarios
frentenacionalistas y en 1964 éstos aumentan a 3.097 mientras que en el MRL
gana la Línea Blanda con 604 votos a la Línea Dura que obtuvo 378. Al com-
parar los datos liberales de Carmen de Bolívar en 1964 con los de 1966: 3.583
por el liberalismo oficial, 240 por la ANAPO y 205 por el emerrelismo, encon-
tramos que sus totales en cada año son muy similares. De allí que no sea
equivocado afirmar que, por su disminución en 1966, la votación del MRL
contribuyó a aumentar los sufragios del liberalismo frentenacionalista a 3.583,

217
por el regreso de algunos de sus militantes al oficialismo; al tiempo que aque-
llos que continuaron en la oposición se dividieron entre el MRL y la ANAPO
liberal. Un comportamiento parecido al de este municipio encontramos en
Corozal, Magangué, San Jacinto y Sucre; a diferencia de Sincelejo, en donde
la Línea Dura gana a la Línea Blanda. En 1960, cuando Ramiro de la Espriella
encabezó la lista del movimiento, en este pueblo el MRL obtiene la más alta
votación en Bolívar; sus 2.272 superaron 1.670 votos del Frente Nacional. Dos
años después los emerrelistas repitieron el éxito, pero esta vez protagonizado
por las listas de De la Espriella y José J. García, al reunir 3.931 votos frente a
2.265 del oficialismo liberal. En el debate de 1964 los liberales de Sincelejo,
que aumentan considerablemente su participación electoral, se distribuyeron
así: 3.344 votos por el sector oficialista, 1.096 por la Línea Dura y 903 por la
Blanda. Y en 1966, cuando el volumen de votos liberales crece aún más, los
resultados son 5.221 electores afavor del liberalismo frentenacionalista, 1.430
por el MRL y 662 por la ANAPO; votación que tendría su explicación en el
convencimiento de liberales amigos y enemigos del Frente Nacional de parti-
cipar en la contienda electoral.

La lista liberal anapista para la Cámara por el Tolima, fue liderada por el
exofícial del ejército y exgobernador del régimen de las Fuerzas Armadas Cé-
sar Augusto Cuellar Velandia, quien recibió el respaldo de 2.286 electores
ante 29.033 del emerrelismo y 53.641 del oficialismo, dos años antes el
anapismo había logrado solo 572 votos (véase cuadro N° 4). De un total de 43
municipios ANAPO encontró respaldo en el 53.4% de ellos, siendo Ibagué la
que más apoyó al anapismo. Ibagué, representó el 61.2% de sus votos, es decir,
1.399 sufragios ante 5.437 del MRL y 11.501 del Frente Nacional. Seis años
antes, los resultados de esta capital se habían distribuido así: 11.144 por el
Frente Nacional y 8.575 por el MRL; en 1962, unos y otros robustecen su
votación, 12.541 para los primeros y 9.569 para los segundos. Con la división
del emerrelismo, los liberales de Ibagué no encuentran muy interesante el de-
bate político y prefieren abstenerse, así en 1964 encontramos que el oficialismo
liberal decreció a 5.237, al igual que el MRL, que reúne con sus dos Líneas
3,724 votos (de ellos 2.177 por la Blanda) y a diferencia de la ANAPO que
coopta 378 votos (para el comportamiento del MRL y la ANAPO véase cudro
N° 10). La votación liberal frentenacionalista de 1966 fue relativamente cons-
tante en comparación con la de 1960 y 1962 mientras que la conservadora fue
derrotada por la ANAPO como se anotó más arriba. Adicionalmente observa-
mos que la oposición liberal cooptó algunos votos oficiales en comparación
con los resultados del debate anterior. De otra parte, los municipios de Honda,
Líbano, Espinal, Cajamarca, Guamo, Purificación, Mariquita aportaron el 31%
del volumen departamental liberal de ANAPO. De ellos los resultados más
atractivos para el anapismo fueron los de Melgar y Honda, En el primero
César A. Cuellar, le ganó a la lista emerrelista y ocupó el segundo lugar por
debajo de los resultados del oficialismo. En 1960 los votos liberales de Melgar
estuvieron divididos entre el MRL con 295 y el Frente Nacional con 342; más

218
tarde en 1962, al parecer algunos emerrelistas regresaron al liberalismo oficial
ya que el movimiento disminuyó a 271 electores mientras que el frentenaciona-
lismo liberal aumentó a 368. En 1964 unos militantes del MRL volvieron al
oficialismo, otros votaron por la Línea Dura. En ese año los resultados fueron:
540 votos para el Frente Nacional, 1 para la Linea Blanda y 77 por la Linea
Dura. Se podría afirmar, con base en los anteriores resultados, que los votos de
la ANAPO liberal en 1966 fueron básicamente los de algunos liberales que
antes no se habían manifestado en las urnas; ya que la mayoría de los simpatizan-
tes de la Línea Dura parecen decidirse en esta ocasión por el MRL, veamos:
654 por el liberalismo oficial, 182 por la ANAPO y 71 por el emerrelismo. No
ocurre lo mismo en Honda. Allí el MRL superó al liberalismo oficial en 1960
con 1.801 sufragios ante 1.580 del sector oficialista liberal y en 1962 algunos
emerrelistas vuelven al liberalismo oficial y le permiten el triunfo con 2,051
votos ante 1.769 de la oposición. En 1964 la votación liberal de Honda es:
1.201 por el Frente Nacional, 630 por la Línea Dura, 98 por la ANAPO y 42
por el MRL. Y en 1966 la lista liberal frentenacionalista recupera sus votos de
1962 al obtener 2.042 votos; al mismo tiempo que la cifra electoral del MRL
con 1.204 votos, también se acerca a la que alcanzara en esa fecha, mientras
que la ANAPO avanza a 224. Según estos resultados, los 224 votos anapistas
de 1966, pudieron provenir del electorado que favoreció a la Línea Dura de
1964.

De 37 municipios de Caldas, la ANAPO encontró respaldo en el 37.8% de


ellos. El movimiento compitió con una lista, encabezada por Dario Saint A.,
contra tres del MRL, tres del liberalismo frentenacionalista y dos indepen-
dientes. Los votos de Saint fueron 1.546, los del MRL 19.094 y los del Frente
Nacional, 67.066. En Manizales se originó la mayor votación anapista del
departamento, 636 votos. También fue importante para el movimiento el apo-
yo electoral de Pereira, La Dorada, Santa Rosa de Cabal y Pacora. Incluyendo
la capital, la suma de los votos anapistas en todos estos pueblos representó el
90% de su total departamental.

Al analizar con atención los resultados de los cuatro últimos debates electora-
les en Manizales, encontramos que la votación liberal anapista de 1966 proba-
blemente vino de los sufragantes por la Línea Dura del MRL en la contienda
anterior. En 1960 se contaron en esta ciudad 1.753 emerrelistas y 15.216
frentenacionalistas. Durante el siguiente debate electoral aquellos ascendieron
a 4.016 y el liberalismo oficial a 16.013. En 1964 los liberales dividieron sus
preferencias así: 8.421 por el Frente Nacional, 2.033 por la Línea Blanda y
484 por la Dura. En 1966 el Frente Nacional recupera su credibilidad ante sus
seguidores liberales y obtiene casi el doble de los votos de 1964: 15.41571,

7
' Carlos Lleras visitó la región haciendo promesas en tomo al tema más sensible p ara los manizalitas
y caldenses en general, el café. Véase «Lleras esboza en Caldas futura política cafetera» en El Tiempo
febrero 26 de 1966, pp. 1 y 31.

219
mientras que el MRL avanza, con base en los votos de la Linea Blanda, y llega
a 2.354. De su parte el anapista Darío Saint, al parecer convence a los antiguos
«duros» de 1964 y a otros novatos electores, que suman 636 votos por la
ANAPO. La lista de la ANAPO liberal, a diferencia de las otras poblaciones
mencionadas, ganó al MRL únicamente en Pacora, un municipio esquivo al
discurso de la oposición liberal desde 1960. Su comportamiento político fue el
siguiente; en 1960 el emerrelista Ivan López Botero, quien cinco años después
regresó a las filas oficiales del partido liberal, encontró sólo un elector ante los
1.154 del Frente Nacional; en 1962 Liborio Chica y Humberto Ariza tampoco
tuvieron mucha suerte representando al MRL, 22 votos contra 1.591 del
oficialismo liberal; por supuesto, en 1964, con la división del movimiento no
mejora la situación, 1.219 sufragios por el liberalismo del Frente Nacional, 9
por la Línea Dura y 7 por la Blanda. Pero en 1964, y aunque los resultados del
Frente Nacional aumentan, la ANAPO logra una importante cifra para la opo-
sición al liberalismo frentenacionalista: 142 votos ante 1.340 del oficialismo y
8 del emerrelismo. Aquí la explicación es la misma de otras regiones, las
propuestas de la ANAPO en 1966 seducen a algunos liberales adversos al
régimen que antes no participaban en elecciones por no identificarse con la
oposición adelantada por el MRL.

En la circunscripción electoral del Meta, que incluía la intendencia de Arauca


y las comisarías del Vaupés, Vichada y Guainía, el pregón del anapista Gusta-
vo León Vega fue escuchado y respaldado en 12 de los 33 municipios de la
región. El 93% de los votos por Vega provino de Villavicencio, Castilla la
Nueva, Cumaral y Puerto López, De ellos el más sobresaliente, por supuesto,
fue el volumen electoral de la capital. Antes, en 1960, los 1.008 votos de la
oposición liberal, representada por el MRL, enfrentaron los 3.412 del libera-
lismo frentenacionalista. Dos años después, algunos electores liberales que
simpatizaban con el Frente Nacional se deciden por el emerrelismo que
incrementa su votación: 1.907 al tiempo que la liberal oficial disminuye a
3.150. Pero la abstención del liberalismo en 1964 también permea a
Villavicencio y reduce los votos del sector liberal frentenacionalista a 2.033 y
los del MRL a 650 -de los cuales 376 son por la Linea Dura-. En 1966 el
frentenacionalismo liberal logra 2.573 votos mientras que el MRL, recuperan-
do antiguos electores obtiene, 1.012. De su parte el ala liberal anapista reúne
832 votos, que como en otros municipios es probable que provengan de la
Línea Dura.

Finalmente, de todos los departamentos con tradición liberal, fue en el Valle


donde los esfuerzos del ala liberal de ANAPO, por ganarse el favor del libera-
lismo popular, no fueron fructíferos: solamente 216 votos, provenientes de
Cali (58v), Buenaventura (156v) y Caicedonia (2v). Aunque no es posible
distinguir con claridad el origen real de esta cifra es importante resaltar que
Buenaventura, donde fue mayor la votación por ANAPO, era desde 1960 una
población con marcada tendencia a manifestarse electoralmente en contra del
Frente Nacional.

220
5.3.5 La votación liberal anapista en las regiones
de tradición conservadora

Durante el tiempo que llevaba establecido el Frente Nacional, los departamen-


tos de Boyacá y Norte de Santander se distinguieron por la permanencia de sus
mayorías conservadoras. En el Huila, a partir de 1962, la votación conserva-
dora empezó a superar la liberal. La votación liberal en estas regiones conser-
vadoras trajo algunas sorpresas. En Boyacá, por ejemplo, el anapismo liberal
duplicó en 1966 los votos que consiguió en 1964. Aunque 3.519 anapistas,
fueron suficientes para superar 11.019 votos del MRL y 49.805 del oficialismo
liberal, si le permitió al movimiento renovar la curul, que el líder popular
Parmenio Zapata había logrado en 1964, en la Cámara de Representantes.

Los votos de Zapata no se concentraron en pocos pueblos, sino que estaban


dispersos en el 61.8% de los 131 municipios boyacenses. Sin embargo, el 63%
de su total departamental provino de Tunja, Duitama, Sogamoso y Santana.
De otra parte, el ala liberal ganó al MRL en 29 municipios boyacenses sin
lograr más de 110 votos en ninguno de ellos, entre otros, cabe mencionar a
Nobsa (109 votos por ANAPO), La Uvita ( 6 v anapistas), Viracacha (54 v
anapistas), Otanche (3 v. por ANAPO) e Iza con un voto por ANAPO liberal.

En Tunja, la oposición emerrelista de 1960, había reunido 173 votos contra


3.674 del liberalismo oficialista. En 1962 avanzó con las banderas de ese mis-
mo movimiento a 591 votos ante 3.634 del Frente Nacional. En 1964 la divi-
sión emerrelista es derrotada en conjunto por la lista anapista: 150 votos por
los Blandos, 208 por los Duros y 442 por ANAPO; al tiempo que el Frente
Nacional disminuye sus sufragios a 1.976. En 1966 algunos liberales de la
capital boyacense vuelven a favorecer al anapismo colocándolo en segundo
lugar. Como el MRL de ese año, obtiene los mismos votos de sus dos Líneas en
1964, 360 ; y por lo que el Frente Nacional recupera en parte el volumen
electoral de 1962: 3.296 votos, se puede afirmar que los 693 votos de la ANAPO
provienen tanto de sus antiguos electores de 1964 como de algunos liberales
oficialistas que deciden apoyar al movimiento. En 1966 el anapismo también
superó al MRL en Duitama y fue la primera fuerza liberal en Santana. En esta
última población el MRL solamente tuvo 25 votos en 1960 contra 1.782 del
oficialismo liberal; en 1962 la mayoría de los liberales simpatizantes con el
régimen no votaron y aquellos que lo hicieron, 406 en total, fueron derrotados
por los 465 emerrelistas que participaron en las elecciones. Dos años más
tarde la votación liberal continúa disminuyendo, la Línea Dura gana con 229
votos a sus adversarios frentenacionalistas, que obtienen 163 votos y a los
únicos tres electores que respaldaron a la ANAPO, Observando con atención,
podemos concluir que en este municipio los 440 liberales que apoyan el ala
liberal anapista provienen del MRL, en particular de la Línea Dura, y quizás
del propio oficialismo; ya que, de acuerdo con los resultados entre 1960 y
1966, el liberalismo oficialista disminuye aceleradamente su capacidad de con-

221
vencimiento en Santana, al tiempo que los nuevos emerrelistas de 1966 no
logran acercarse ni a su cifra de 1964 ni a la de 1966. El único movimiento
que crece en Santana es la ANAPO.

En Norte de Santander, el anapismo liberal fue representado por José del Car-
men Leal. Sus 2.213 votos, significaron una disminución en comparación con
los 2.255 de 1964 por José María Bautista (véase cuadro N°4). La mayoría de
los votos por Leal provino de la capital. En Cúcuta el apoyo liberal le significó
el 83% de su total departamental. Fueron importantes también las votaciones
de Pamplona y Ocaña. Al analizar el comportamiento de la votación liberal de
Cucuta se concluye que en 1966 todas las agrupaciones con excepción de la
ANAPO tienden a mantener sus anteriores resultados. En 1960 el emerrelismo
de Cucuta contó con 3.538 votos y el oficialismo liberal con 13.073, votación
que se mantiene en 1962, al tiempo que la oposición del MRL aumenta a
6.290. En 1964 ambos sectores del liberalismo cucuteño disminuyen sus ci-
fras: el Frente Nacional a 7.542, el MRL obtiene 4.609 votos provenientes de
sus dos Líneas (de los cuales 2.570 son por la Blanda); y la ANAPO logra
1.906 sufragios. Dos años después, el oficialismo recupera la totalidad de sus
simpatizantes, e inclusive coopta algunos liberales de la oposición, alcanzan-
do 13.986 votos. El emerrelismo, aumentando los votos que las dos Líneas
lograran en 1964, recibe el respaldo de 4.594 liberales. La ANAPO de su
parte, decrece a 1.838 sufragios. La explicación a este aumento del MRL y del
Frente Nacional y a la disminución de los votos anapistas, podría encontrarse
en la no participación del líder popular Rodolfo García García. En Pamplona
los anapistas liberales de 1966 se acercan al total de emerrelistas, a diferencia
de Ocaña en donde estos últimos son mayoría.

En 1960, el MRL obtuvo tan sólo 9 votos en Pamplona, ante 2.002 del libera-
lismo frentenacionalista. En el siguiente debate electoral llegó a 430 votos
frente a 1.793 del oficialismo liberal. En 1964 los emerrelistas pamploneses
deciden apoyar a la Línea Dura con 421 sufragios, mientras que la Blanda
recibe el respaldo de 12 electores y la ANAPO el de 199, al mismo tiempo que
la lista liberal frentenacionalista reduce sus votos a 1.173. En 1966, quizás por
el regreso de algunos emerrelistas al oficialismo o tal vez por la disminución
de la abstención liberal, el Frente Nacional aumenta sus votos de 1964 a 1.177;
de su parte el MRL reduce sus votos a 292 y la ANAPO aumenta su cifra a
225, posiblemente por votos venidos del emerrelismo de la Línea Dura. Los
anapistas son segunda fuerza en Santiago, Mutiscua, San Calixto y La Playa.

En el Huila, el ala liberal obtuvo 2,132 votos en las elecciones de 1966. Aun-
que el avance es considerable, no le permiten alterar las posiciones de las
fuerzas liberales, ya que el MRL fue respaldado por 15.908 huilenses y el
Frente Nacional por 22.013. Gregorio Duarte, el anapista que encabezó su
lista liberal, fue respaldado en el 77% del total de municipios del Huila. Los
votos de Neiva, representaron el 75% del total departamental anapista. Aquí

222
el MRL había logrado en 1960 3.705 sufragios frente a 5.209 del liberalismo
oficial; en el siguiente debate electoral, la oposición emerrelista robustece su
electorado al obtener 5.665 votos ante 6,746 por el Frente Nacional. Curiosa-
mente, a diferencia del resto de departamentos, aquí ni la división ni la absten-
ción provocaron en 1964 una perdida importante en el volumen de votos
emerrelistas. El éxito en ese año fue para la Línea Blanda que superó con
4.593 votos, 3.910 del liberalismo oficialista, 962 del anapismo y 333 de la
Línea Dura. En 1966 todas las listas liberales aumentan sus votos: el Frente
Nacional recupera a los votos abstencionistas de 1964, el MRL y la ANAPO,
atraen votación liberal, obteniendo 5.965 el primero y 1.607 la segunda. Al
igual que en otros municipios del país, la gente de la Línea Dura encuentra en
el ala liberal de la ANAPO el espacio propicio para el ejercicio de su belige-
rancia contra el Frente Nacional. Otro caso interesante en el Huila, es el caso
de Garzón, municipio conservador donde el MRL reunió sólo siete votos a su
favor en 1960 ante 690 del liberalismo frentenacionalista. En 1962 el
emerrelismo aumentó su votación a 103 al tiempo con el Frente Nacional que
tuvo el apoyo de 909 electores; dos años después, en 1964, disminuye los votos
liberales para el liberalismo oficial, 489 votos, para el emerrelismo aumentan,
154 por la Línea Blanda, y 6 por la Dura, y la ANAPO de su parte recibe el
apoyo de 59 electores. En 1966 el volumen total liberal de emerrelistas,
frentenacionalistas y anapistas liberales de Garzón crece y se distribuye así:
631 por el oficialismo, 187 por el MRL y 147 por el ala liberal, por lo cual
podemos afirmar que algunos emerrelistas vuelven al Partido Liberal oficialista
mientras que otros van a la ANAPO. De otra parte, en la población conserva-
dora de Acevedo, en 1966, el MRL no obtuvo ningún voto, mientras que 32
anapistas se enfrentaron en las elecciones a 35 liberales frentenacionalistas, y
en Santa María y Tesalia, municipios también conservadores, con cuatro votos
en la primera y dos en la segunda el anapismo fue «la segunda lista liberal».

En general, el fenómeno más sobresaliente de la votación liberal de 1966 fue


la disminución del abstencionismo. A nivel regional, no obstante lo atomizado
de los éxitos anapistas en el país sobre el MRL, el ala liberal también fue
protagonista de la oposición al oficialismo liberal. La mayor parte de sus votos
provinieron de las doce capitales de los departamentos en donde se presentó, o
de algunos de sus principales municipios. Los éxitos del anapismo liberal so-
bre el MRL en cuatro ciudades capitales: Bogotá, Medellín, Barranquilla y
Tunja fueron el inicio de su conversión en la segunda fuerza liberal del país y
en la primera como Movimimiento de oposición. En otras ciudades, como
Villavicencio, Manizales y Neiva el ala liberal recibió apoyo de antiguos
emerrelistas de los «duros». Y en las demás, Bucaramanga, Cartagena, e Ibagué,
la nota predominante fue el estímulo que significó para la participación de
liberales que nunca habían manifestado su opinión en unas elecciones
frentenacionalistas. En Cali y Cucuta, por el contrario, no fue fácil el comien-
zo para el ala liberal; en la primera su votación de 1966 es mínima, mientras
que en la segunda disminuyen un poco sus resultados de 1964.

223
Con el avance del anapismo en 1966 en fortines del liberalismo emerrelista y
oficialista, se consolida el electorado del ala liberal del movimiento. En un
futuro cercano podrá representar la oposición liberal al Frente de Transforma-
ción Nacional (FTN).

224
6, LAS ELECCIONES PRESIDENCIALES DE 1966

6.1 Oposición y candidaturas

El amplio respaldo que recibieron las listas frentenacionalistas en las eleccio-


nes legislativas del 20 de marzo, desmotivó a emerrelistas y lauroalzatistas
para presentar un candidato de unión a la presidencia de la República. De
haber corrido con la suerte de los anapistas, es muy probable que a López y a
Gómez no les hubiera incomodado contar con Rojas y sus seguidores como
socios minoritarios. Que el vencedor fuera Rojas desmontaba definitivamente
el embeleco de la candidatura de la oposición. Se esperaba, entonces, que la
comunidad anapista promoviera la figura de su líder como contracandidato,
hacia allá había evolucionado la confrontación partidaria en el país. Sin em-
bargo, los ideólogos del anapismo dieron muestra una vez más de su disposi-
ción inquebrantable de someterse a las reglas del juego establecidas. Desde el
día siguiente a las elecciones Rojas declaró que el candidato sería un liberal
que no representara un peligro para nadie y que cumpliera con la realización
plena de los «programas que nos hemos trazado para reconquistar el poder
real para el pueblo»1. Comenzó entonces el anapismo una azarosa y contradic-
toria búsqueda de nombres liberales. Dando la impresión de poner en subasta
pública la confianza electoral depositada en el movimiento, la cúpula anapista
vislumbró la posibilidad de acudir a los liberales Alfonso López Michelsen y
Alberto Ruiz Novoa. Sorteó los nombres de Femando Mazuera, Carlos Arango
Vélez y Juan José Turbay2. En un segundo orden sonaron Darío López Ochoa,
Indalecio Liévano Aguirre, Abelardo Forero Benavides, Carlos Sanz de
Santamaría, el excanciller José Joaquín Caicedo Castilla, el gerente de la Flota
Mercante Grancolombiana Alvaro Díaz y el militar Alfredo Duarte Blum.
Personalidades que, por supuesto, no estaban interesadas en aparecer como
candidatos de lo que aún se consideraba «el rojismo». El prestigioso exalcalde
de Bogotá y dirigente del desaparecido Movimiento Independiente Liberal MIL,
Femando Mazuera, que no se encontraba en el país, declaró desde Nueva York
que aceptaría la postulación siempre y cuando viniera de los tres grupos de la
oposición3. Seguidamente la Junta de Parlamentarios de Alianza Nacional Po-
pular declaró que se acogía al deseo del jefe de la agrupación de escoger el

' Conversación de Rojas Pinilla con la redacción del periódico El Nacional, marzo 22 de
1966, p. 1
2
El exministro de Minas declaró que de no ser el candidato López Michelsen, el MRL debería
marginarse del debate electoral. Ver ampliamente El Tiempo, marzo 30 de 1966, p. 31.
1
La contradictoria posición de la AÑAPO causó malestar entre su militancia y sus simpatizantes.
El Nacional por ejemplo, cercano a los anapistas, tenía razón cuando señalaba que entre losnombres
indicadospor los ideólogos del Movimiento, se encontraban personajes mucho más oligárquicos que el
candidato del Frente Nacional. «Lleras por lo menos tiene un programa de evolución, de revolución
pacífica -escribió el editorialista- y es muy posible que al llegar al poder rompa con la rosca odiosa que
lo oprime y desprestigia y lo cumpla». Véase El Nacional, marzo 23 de 1966, p.4.

225
candidato de las filas del Movimiento Revolucionario Liberal MRL. En ese
orden de ideas, la junta solicitó al MRL una lista de nombres de esa agrupa-
ción con el objeto de someterla a la discusión de la dirección de la ANAPO. La
junta asesora del MRL reunida el 29 de marzo, deliberó sobre la participación
del movimiento en la campaña presidencial con el nombre de López. Después
de largas discusiones se decidió votar. De los miembros de la junta 21 estuvie-
ron a favor y 15 en contra. López declinó de plano su candidatura. Seguida-
mente la junta asesora emitió una declaración en uno de cuyos apartes leemos:
«Que el MRL es el personero indiscutible de la oposición liberal y como tal no
proclama ni auspicia candidatura alguna para la próxima presidencia de la
república...Que en consecuencia deberá marginarse en el próximo debate pre-
sidencial, no sólo como enérgica protesta contra el actual sistema, por los
medios inescrupulosos empleados para defraudar el sentimiento oposicionista
de las mayorías populares, sino por no sentirse representados ideológicamente
en los candidatos que llegaron a lanzar algunos de los dos grupos de oposición

Sonó también el nombre de Alvaro Uribe Rueda. Sus amigos vallecaucanos,


los emerrelistas Ramiro Andrade y Luis Leyra, anunciaron a la prensa nacio-
nal que inscribirían a Uribe Rueda como candidato a la presidencia por la
Línea Dura. De inmediato, Uribe se dirigió a los citados dirigentes, que le
dieron la feliz oportunidad para manifestarse de lleno sobre su papel desempe-
ñado en la oposición. Al contrario del laconismo de López Michelsen frente a
la aceptación de su nombre para el debate presidencial, Uribe escribió: «Mi
empeño por una patria mejor no puede disminuirse a una pobre empresa de
carácter circunstancial para halagar ocasionalmente a alguien, sino que se
dirige a metas mucho más precisas y altas como son las de devolverle a Co-
lombia la conciencia de la patria colombiana, estructurar una organización
fuerte y capaz alimentadas por unas ideas claras y precisas acerca del Estado y
sus funciones, enrumbar la política por los caminos de la seriedad creadora y
darle al país un equipo de hombres capaces para realizar la inaplazable trans-
formación democrática hasta ahora retardada tanto por su casta dirigente como
por los falsos apostóles del cambio y la revolución»5.

Los dirigentes Hernando Olano Cruz y Jaime Piedrahíta Cardona se entrevis-


taron con Alvaro Gómez para decidir también sobre el problema de la candi-
datura. El jefe del Lauroalzatismo no coincidió con su copartidario Humberto
Silva Valdivieso para quien el candidato ideal sería el General Ruiz Novoa6.

4
Véasetexlo completo déla Declaración del MRL en El Tiempo, marzo 31 de 1966, p. 15.
5
Véase texto completo de la carta de del exjefe de la Línea Dura en: López y Uribe Rueda rechazan
candidatura. El Tiempo, marzo 25 de 1966,p. 25.
6
Humberto Silva Valdivieso acometió sin éxito la tarea de convencer a los grupos de oposición de
la necesidad de lanzar un candidato para no de&audar al pueblo. Mas tarde, El Espectador difundió
una información del radioperiódico Avance donde se afirmaba que silva junto con Armando Zabaraín
y Aurelio Caicedo Ayerbe habían adherido a la candidatura de Jaramülo Giraldo. Según el citado

226
Gómez por el contrario, opinó que lanzar un candidato de oposición a Lleras
Restrepo «sería engañar a la opinión pública» y siguiendo los pasos del MRL
llamó a la abstención: «No nos sentimos autorizados -dijo el jefe del desvenci-
jado lauro-alzatismo- para invitar a nuestros amigos a participar en una cir-
cunstancia electoral que no habrá de decidir nada que no esté ya resuelto,
porque fomentaríamos, a sabiendas falsas ilusiones. Tampoco creemos que esa
circunstancia merezca ningún acto de disciplina para impedir que las gentes
realicen, con su voto, un último acto de protesta por cuanto ha sucedido»7. La
opinión del comunismo colombiano fue del mismo tenor. En reunión de su
Comité Ejecutivo del primero de abril los líderes de esa comunidad política
decidieron no concurrir a las urnas8. En últimas, ¡vaya paradoja! emerrelistas,
comunistas y demás, que tanto le criticaron a Camilo Torres su llamado a la
abstención, resultaron promoviéndola, sólo que de manera coyuntura!, incon-
secuente y desconsiderada con sus seguidores.

No había remedio, el candidato saldría de la ANAPO. El nombre de María


Eugenia empezó a sonar. Su identificación con el conservatismo ponía en pe-
ligro la vocación del anapismo por respetar las reglas del juego. El mismo
Rojas Pinilla se encargó de conjurar las diferentes opiniones en torno a los
candidatos, señalando un nombre liberal sacado de sus propias filas: José
Jaramillo Giraldo. Se polarizaba, así, la política colombiana: anapismo versus
Frente Nacional.

6.2 José Jaramillo Giraldo


El 2 de abril, a menos de treinta días para las elecciones, los medios comunica-
ron a los colombianos que la noche anterior el dirigente liberal José Jaramillo
Giraldo había sido ungido por el anapismo a la candidatura presidencial. La
noticia fue bien recibida por la opinión política nacional, por cuanto desvane-
cía el generalizado temor de la candidatura única de Carlos Lleras9. Aunque
hacia parte Jaramillo de la plana mayor del anapismo, era un personaje opacado
nacionalmente. Refugiado en su profesión después de la caída de Rojas, su
vida política pertenecía más al pasado político del país que al presente históri-
co que se vivía. Pero precisamente en ese pasado estaba demostrada su filia-

noticiero, estos personajes acusaron a Gómez Hurtado denoposeer personalidad suficientepara orien-
tar el Movimiento y lo acusaron de obrar sin decisión en la campaña electoral pasada y de acobardarse
frente a la candidatura de la oposición. Véase El Espectador, abril 21 de 1966, p. 1.
' Véase «Texto del Mensaje del Jefe Conservador a los Colombianos». En: El Siglo, abril 29 de
1966,p. 1.
8
Cuando se conoció el nombre de Jaramillo Giraldo como candidato de la ANAPO, el comunismo
declaró que «no representaba realmente las fuerzas democráticas del país». Véase El Tiempo, abril 2
del966,p. 31
9
Fue furibundo, sin embargo, el editorial de El Tiempo: «El Testaferro de Rojas», abril 2 de 1966,
p. 4. La República tituló el suyo «El Fin de una aventura», abril 2 de 1966, p. 4.

227
ción a los principios liberales. Los colombianos lo recordaban por haber sido
presidente del Senado en la administración de Ospina Pérez y por haber pro-
nunciado, en su posesión, un discurso de más de cinco horas. Desde la época
del gobierno de las Fuerzas Armadas, cuando participó en la Asamblea Nacio-
nal Constituyente, Jaramillo Giraldo era un personaje cercano a la casa Rojas.
Había nacido en Manizales en 1915, sus estudios secundarios y universitarios
los realizó en la Universidad del Cauca. Aquí, fundó a los 12 años, el periódi-
co «La Academia de Ideas». Se recibió de abogado en 1936 con la tesis «Las
nacionalidades y el derecho a su auto-determinación». En una entrevista a El
Siglo dijo entre otras cosas, las siguientes: «...organicé la lucha de los obreros
y clase media en Popayán y otras ciudades del país, librando la batalla que
también resultó victoriosa, por la rebaja de los impuestos y el aumento de los
salarios, como en la fábrica de calzado «El Tigre» de Cali...Mis luchas en el
Quindio se libraron bajo el mismo signo: también culminaron con el éxito y
con mi absoluta pobreza»10. Jaramillo Giraldo se desempeñó como abogado de
los pobres en 1936; funcionario de la Gobernación de Caldas en 1937; alcalde
de Armenia en 1938; Concejal y Diputado. Representante a la Cámara en
1941; Senador en 1943 y 1946. Director de los periódicos caldenses «Pueblo
Libre», «El Fígaro», «El Universal». Magistrado y Presidente de la Corte Su-
prema de Justicia entre 1957 y 1958. No tenía por costumbre escribir, a pesar
de la erudición que desplegaba en la plaza pública, pero aún así quedaron
algunos escritos suyos: «Vagos, Maleantes y Rateros» en 1937; «La necesidad
de la victoria» en 1941; «Transmisión del mando» en 1946 y «Problemas de la
Industria Petrolera en Colombia» en 1949. En la víspera de la realización del
plebiscito, cuando la Iglesia declaró que incurriría en pecado quien no votara
(positivamente) y que excomulgaría a quien no lo hiciera. Diario de Colom-
bia publicó unas declaraciones donde Jaramillo descubría la esencia de la con-
sulta: «...canalizar la opinión pública a través de dos grupos políticos sola-
mente, con el fin de que no se presentara resistencia al plan oligárquico....»
Jaramillo señalaba que en el paquete «tramposo» del plebiscito no se aludía
«al problema de la economía nacional, ni de los precios; tampoco se decía una
palabra acerca: de la intensificación y abaratamiento de la educación, de la
dotación de vivienda barata, de la higienización de los campos y de los barrios
pobres, de la democratización del crédito, de la reforma bancaria, de la defen-
sa de la familia y el niño, de la defensa del consumidor, y de una política
agraria encaminada a hacer propietarios al mayor número posible de campesi-
nos»; declaraciones y cuestinamientos que reprodujo en cien mil hojas volan-
tes, difundidas la noche anterior al primero de diciembre de 1957".

A José Jaramillo Giraldo le correspondió hacer el balance de los gobiernos de


la llamada República Liberal, al posesionar en su calidad de presidente del

10
Véase El Siglo, abril 12 de 1966 p 12. Esteperiódico, ilustró de manera más amplia que el resto
de los rotativos del país la campaña del candidato de la ANAPO.
11
Véase Diario de Colombia, noviembre 30 de 1957 y El Siglo, abril 12 de 1966, p. 12.

228
Senado a Ospina Pérez en 1946. Allí demostró sus capacidades de hombre de
estado estrechamente vinculado a la política liberal y al establecimiento co-
lombiano en general. Nada tenían entonces que enrostrarle. No fue casual por
ello, que Rojas dijera de él, en su presentación como candidato: «Es un liberal
de limpios antecedentes, en quien ni el partido conservador ni el partido libe-
ral pueden encontrar una amenaza...Que se desencadene ahora toda la prensa,
en la seguridad de no encontrar mancha alguna que sacarle a nuestro candida-
to»12. Aunque Jaramillo poseía el talento del demagogo clásico: buen orador y
seductor de masas, era un hombre ponderado13. En el discurso de marras, planteó
que la preocupación por el hombre campesino y por el desarrollo del campo
colombiano no pertenecía con exclusividad al patrimonio político del
conservatismo. Señalando los logros de la República liberal en las políticas
rurales, reconoció los méritos del conservatismo en ese campo. No era pues,
un industrialista a ultranza. Había coincidido con Antonio García en las aulas
universitarias de Popayán y ambos se identificaron con los problemas y angus-
tias de los indígenas del país14. En general, Jaramillo era un hombre que con-
densaba pareceres y por eso servía de centro de confluencias. A la vez que
saludaba el progreso, advertía y padecía sus consecuencias, de no aplicarse
políticas de asistencia social a favor de los sectores intermedios y populares.
Su discurso de agosto de 1946, habría podido pronunciarlo veinte años des-
pués, en el momento de la campaña, como si el tiempo no hubiera pasado. No
le faltó objetividad a Jaramillo para denunciar las tendencias económicas al
término de la República Liberal: «La carestía de la vida, por ausencia de una
adecuada política monetaria, ha alcanzado proporciones impresionantes. La
gente pobre vive peor que antes, porque sus sueldos y salarios no han subido
en armonía con el alza del costo de la vida»15. Daba a entender Jaramillo, que

12
Véase José Jaramillo Giraldo, el candidato de ANAPO. En: La República, abril 2 de 1966, p. 3.
13
Samuel Moreno Díaz le recuerda de la siguiente manera: «Yo creo queno ha habido un orador de
su talla. Era un hombre que hablaba con más profundidad inclusive que Gaitán. Lo que pasa es que
Gaitán movía más la sensibilidad de las masas. José era un hombre que llegaba al estudiante, al obrero,
al campesino, al universitario, al profesional, al que había tenido especialización en su rama, al econo-
mista, al historiador. Era un hombre mullifacético...Sus discursos eran verdaderas piezas oratorias
dentro de una formidable construcción literaria y humanística. Era un hombre que se apoderaba de las
masas en una forma tal que éstas admitían que fuera el único orador que les hablara durante deshoras.
Entrevista del autor el 28 de octubre de 1993.
14
Precisamente su tesis de grado, escrita cuando aún era un adolescente, se encaminó a defender el
derecho de los indígenas colombianos a su autodeterminación. Escrita en el lenguaje de Antonio García
y en el espíritu indigenista de la región andina del continente y, con recursos teóricos del leninismo,
Jaramillo culminó su trabajo así: «La lucha de las nacionalidades indígenas en nuestro país, ayudada
por la solidaridad de las masas trabajadoras de la nacionalidad opresora y sus organizaciones, tiene
que culminar con la reconquista de los derechos de los pueblos oprimidos, con el goce de sus propios
derechos nacionales, con la organización de sus propios gobiernos...Las nacionalidades indígenas se
regirán asímismas, crearán sus propios órganos de poder, libre y voluntariamente podrán unirse a las
naciones entre si y a otros pueblos que, bajo el signo de una completa igualdad internacional, les
reconozcan y respeten sus propios derechos de naciones». Véase Las Nacionalidades y el Derecho a su
Auto-determinación. Uña contribución al ascenso de la teoría revolucionaria en Colombia. Tesis pre-
sentada para optar al título de Doctor en Derecho y Ciencias Políticas, por José Jaramillo Giraldo.
Universidad del Cauca, Popayán, mayo de 1936. (Biblioteca de la Facultad de Derecho).
15
Véase «Transmisión del Mando. Discurso del Presidente del Congreso, doctor José Jaramillo
Giraldo, agosto 7 de 1946». Bogotá, Imprenta Nacional, s.f p.53.

229
el gobierno que se instauraría en cabeza de Ospina Pérez podría realizar una
buena administración, que incluso corregiría los errores e insuficiencias de los
anteriores gobiernos, en particular los relacionados con el Estado, que, por
otra parte ocupa un destacado lugar en el discurso de Jaramillo. Durante su
permanencia en el Congreso en la década del cuarenta, estuvo en contra de la
conversión del Estado en agente de los grandes intereses. Al contrario, abogó
por un Estado que favoreciera a los menos influyentes, que protegiera los pe-
queños intereses. Inculpó al mismo establecimiento de arrojar al campesino al
«torbellino de la vida industrial urbana, para cuyo ambiente no ha sido prepa-
rado, sin que luego se preocupe por reeducarlo u orientarlo»16. Aunque no se
alistó en el gaitanismo, sino que fue uno de los jefes de la campaña de Gabriel
Turbay, Jaramillo coincidió con los gaitanistas que se acercaron al gobierno de
las Fuerzas Armadas. Caído Rojas, las circunstancias lo obligaron a refugiarse
en su profesión, casi hasta el momento de su candidatura.

Con la elección del nombre de Jaramillo y no el de Rojas para la candidatura


presidencial y con el fortalecimiento del ala liberal anapista en las ultimas
elecciones, la gran prensa y el establecimiento en general hablaron menos del
rojismo y comenzaron a referirse a esa comunidad como «La ANAPO».
Jaramillo se le midió sin titubeos a la candidatura. Seguro de si mismo y del
respaldo popular comenzó su campaña: «Ahora mismo entro en contacto con
el pueblo conservador y liberal», murmuró pleno de optimismo la noche de su
nominación como candidato17. Realmente el nuevo candidato se entrevistó con
nacionalistas, emerrelistas, con gente de las vertientes de la oposición e inde-
pendientes en general. Adelantó conversaciones con políticos, intelectuales y
líderes obreros de la provincia colombiana y con hombres de empresa.

En la mañana del 6 de abril Jaramillo inscribió su candidatura. Desde los


balcones de la alcaldía se dirigió a sus seguidores. Se organizó luego una mar-
cha que recorrió la carrera séptima rumbo a la parte norte de la ciudad. A la
altura de la calle 14, los manifestantes fueron agredidos por la policía y Jaramillo
fue herido a bala en una pierna. En convalecencia, el candidato de la ANAPO
leyó para todos los colombianos su programa de gobierno.

Cómo en ninguna otra contienda electoral, en la de 1966 la radio jugó papel


decisivo. «La revolución del transistor» como se le conoció a la populariza-
ción de un pequeño aparato de radio que funcionaba con pilas, permitió que el
mensaje político llegara a las remotas poblaciones del país, cuando todavía el
televisor era un artículo de lujo y la televisión no estaba politizada. Fue preci-
samente por radio que se reanudó la campaña del Frente Nacional. Las pode-
rosas cadenas radiales transmitieron los discursos y conferencias de los diri-

mid.
Ibid.

230
gentes del Frente Nacional. En menor escala, la invasión de los transitores
favoreció también a la ANAPO, que contó con propietarios de pequeñas esta-
ciones de radio que militaban en el movimiento18. En general, las partes en
confrontación hicieron uso con profusión de los medios de comunicación. El
Nacional reproducía en sus páginas las conversaciones de los cronistas políti-
cos con Rojas y demás dirigentes nacionales, para citar un caso.

La campaña por la presidencia tomó nuevos bríos después del receso de la


Semana Santa. El domingo de resurrección de 1966, las dos partes enfrenta-
das se dirigieron por las cadenas radiales al país. Primero lo hizo Alberto
Lleras y, minutos después, Jaramillo Giraldo lo rebatió por los micrófonos de
Radio Modelo. El 13 de abril, Giraldo emprendió giras por el país; ese día
visitó Medellín, Barranquilla el jueves 14 y el viernes 15 estuvo en Cali y en
poblaciones del Quindio y Caldas. La gran prensa se limitó a reproducir los
apartes de los discursos de Rojas y Jaramillo que tenían que ver con la belige-
rancia que caracterizaba al anapismo. He aquí algunos; «haremos usos de los
recursos legales por última vez -dijo el candidato en Manizales - si nos roban
las elecciones del primero de mayo, lloverá piedra sobre piedra», «Pagarán
con sus vidas los oligarcas -peroró Rojas- si somos derrotados en las eleccio-
nes del primero de mayo, por el espantoso fraude que están preparando, si al
pueblo no le queda más que el puñal, pues ese es el símbolo ante las armas que
poseen las oligarquías en el ejército, la marina y la aviación». «Si las malditas
oligarquías liberales y conservadoras, que me robaron el triunfo el 20 de mar-
zo -amenazó Rojas en Palmira- me lo roban el primero de mayo, pagarán con
sus vidas esa infamia»19. Es de anotar que en varias localidades del viejo Cal-
das los líderes anapistas alternaron el uso de la palabra con dirigentes del
MRL.

El domingo 17, gracias a una solicitud que el candidato había hecho ante el
presidente para acceder a la Radio Nacional y a la Televisora «en uso de la
libertad de expresión y ante la coacción oligárquica sobre los medios particu-
lares de comunicación»20, Jaramillo pudo apelar a este moderno servicio reser-
vado para los oráculos del establecimiento. Desde allí, lanzó acusaciones con-
tra el Frente Nacional y contra las oligarquías. En compañía de María Eugenia
y Josefina Valencia de Hubach, Jaramillo manifestó que aunque fuera procla-
mado candidato por la ANAPO, no quería decir eso que no lo fuera de toda la
oposición, «pues me acompañan las masas del lauro-alzatismo y del Movi-

18
Radio Modelo, pertenecía al anapista vallecaucano Marcos Várela. «Esta era una pequeña emiso-
ra - recuerda Samuel Moreno Díaz- que nos transmitía todo lo que nosotros les pasábamos: boletines,
discursos... A ellos les fueron quitando la propaganda y terminaron cancelándoles la Ucencia de radio-
difusión. Várela perdió todo el capital que tenia. Fue uno de los grandes damnificados de la ANAPO.
Entrevista del autor con el ideólogo anapista Samuel Moreno Díaz, octubre 28 de 1993.
" Véanse los reportes de prensa oficial correspondiente a la segunda quincena de abril de 1966.
20
Véase La Nueva Prensa, N" 143 abril 30 de 1966p. 5. El Diario La República y Alberto Lleras
se escandalizaron cuando el Ministro de Comunicación otorgó espacio al anapismo para que difundie-
ra sus tesis por los canales nacionales de la televisión.

231
miento Revolucionario Liberal», dijo21. Algo tenían de cierto sus declaracio-
nes. En Barranquilla, por ejemplo, en donde estuvo el 14 de abril, Jaramillo
alternó el uso de la palabra con dirigentes de los sectores que mencionó en su
intervención por televisión. Viajó luego a Neiva y Pasto. En esta última ciu-
dad, el candidato fue llevado en hombros al paraninfo de la Universidad donde
arengó a los estudiantes.

Esta vez, juntos, Mariano Ospina y Lleras Restrepo continuaron la campaña.


Visitaron las regiones de crecimiento intempestivo del anapismo, o donde el
emerrelismo continuaba canalizando la oposición liberal: Nariño por ejemplo.
Aquí los seguidores conservadores del General Rojas venían incrementando
su votación a costa del electorado laureanista y la ausencia del anapismo libe-
ral, le permitía al MRL seguir siendo la segunda fuerza dentro del liberalismo.
Ospina, en presencia de Lleras o, Silvio Villegas por su cuenta, volvieron so-
bre el tema de la cercanía del candidato frentenacionalista a las doctrinas de la
iglesia y del conservatismo mismo. Hicieron énfasis en que las doctrinas de la
Democracia-cristiana o de la Social-Democracia se encontraban reflejadas en
el programa de la Transformación Nacional22.

Cuando el anapismo optó por un candidato liberal puso de presente que era en
serio la decisión de ese movimiento de configurar un frente nacional popular.
Los conservadores anapistas venidos del alzatismo y del laureanismo votarían
por Jaramillo. Por él votarían además, liberales emerrelistas de base desenga-
ñados de las inconsecuencias de López Michelsen. En Barranquilla, por ejem-
plo, se conformó un comando pro candidatura de Jaramillo Giraldo integrado
por grupos del MRL, del lauro-alzatismo, el Movimiento Obrero Popular de
izquierda MOPI y desde luego por el anapismo23.

6.2.1 Alberto Zalamea, el Movimiento Democrático Nacional


y la Nueva Prensa adhieren a la ANAPO

Sin embargo, la adhesión más importante que recibió Jaramillo fue la del
Movimiento Democrático Nacional MDN24. Considerando que la ANAPO había
sido el único grupo que pudo convertir «el voto electorero y sectario en voto
social», Alberto Zalamea se trasladó con su gente, su prensa y sus idearios al
anapismo. El itinerario de sus actividades, descritas en esta investigación, su-
mado a las circunstancias políticas posteriores a las elecciones del 20 de mar-

21
Véase El Nacional, abril 18 de 1966, p. 1.
22
Silvio Villegas clausuró la campaña del Frente Nacional en Cartagena con un discurso que La
República, ahora bajo su dirección, tituló «Los Problemas de la Democracia Cristiana y el Movimien-
to de Transformación Nacional». Véase edición del 24 de abril de 1966.
23
Véase edición de El Nacional, abril 9 de 1966.
24
Aunque el 22 de abril. El Espectador publicó unas declaraciones de Humberto Silva Valdivieso
emitidas para protocolizar su retiro del lauro-alzatismo y su traslado a la ANAPO, la adhesión no se
materializó. Véase edición del 22 de abril de 1966,p. 1.

232
zo, revela que sus propuestas y concepciones apuntaban hacia el movimiento
de Rojas. Con la llegada del MDN, se amplían y refuerzan los contenidos de
los programas anapistas. Al discurso de la plaza pública se suma con intensi-
dad el tema del nacionalismo colombiano, antes disperso en las corrientes
disidentes del bipartidismo o en las frustradas terceras alternativas. Fundidas
sus plataformas, la campaña por el poder continúa con el nombre de «Concen-
tración Patriótica de intelectuales, profesionales, clases medias, empleados y
obreros de todas las vertientes», según La Nueva Prensa.

La ANAPO y el MDN convinieron en un programa que recogió las platafor-


mas de ambos movimientos: lo. Convocatoria de una Asamblea Nacional
Constituyente Nacional y Legislativa que reforme la actual Constitución y la
modernice, poniéndola de acuerdo con las conveniencias y las realidades co-
lombianas. Solo una Asamblea Constituyente puede abordar y solucionar los
urgentes y dramáticos problemas a que hoy se enfrenta la Nación; 2o.La bús-
queda de una auténtica integración nacional, en el marco de la cual se ordenen
todos los estamentos colombianos, dentro de un nuevo sistema de convivencia
en que todo esté sometido a la norma del interés nacional, por encima de todo
interés de grupo o personal; 3o. Elección popular de gobernadores y alcaldes,
recuperándose así la auténtica soberanía popular y responsabilizando a las
regiones de su propio desarrollo dentro del plan general de la Nación; 4o.
Elección popular de jueces y fiscales dentro de severas normas que serían re-
glamentadas en orden a garantizar la pureza y la independencia de la justicia;
5o. Reconquistar para el Estado la función de Director de la economía nacio-
nal, otorgando al departamento de planeación, dirigido con un criterio técnico
pero de orientación social, plenos poderes para regular el desarrollo colombia-
no; 6o. Nacionalización del Banco de la República, con el objeto de que el
Estado recupere el control de la moneda y canalice el crédito de fomento; 7o.
Conquistar la estabilidad monetaria, haciendo del peso colombiano una mone-
da dura, fuerte, que represente realmente el trabajo de todos los colombianos.
Para ello se requerirá limitar los gastos de funcionamiento del gobierno y au-
mentar el rubro de inversiones, reformar la estructura de la inversión pública y
privada cuyo aumento y selección deben estar sujetos a una escala de priorida-
des y necesidades impuestas por el Estado, y, por último buscar la repatriación
de los capitales colombianos inmovilizados en el exterior, creando estímulos e
incentivos para su retorno así como castigos tributarios fuertes para quienes se
nieguen a hacerlo; 8o. Nacionalización del comercio exterior, para suprimir a
los poderosos intermediarios que hacen subir el costo de la vida y fortalecen
cada día más la tendencia monopolizadora de la actual economía colombiana;
9o. Establecimiento de una reforma tributaria realista y valerosa que haga
contribuir a los ciudadanos en forma justa y eficaz al desarrollo colombiano.
Es evidente que el simple control de la evasión de impuestos podría hacer
innecesaria la creación de nuevos tributos. Es indispensable que quienes todo
lo tienen paguen en forma justa su tributo y quienes nada tienen, en lugar de
verse afectados año tras año por el impuesto abusivo se vean en cambio favore-

233
cidos por el Estado en su educación, en su salud, en su vivienda. El impuesto
predial, el impuesto de renta de trabajo deben ser reformados en forma tal que
no se conviertan en una carga para los pobres y en rey de burlas de los ricos;
10o. Reformar la actual estructura educativa del país e implantar la educación
pública y gratuita en todos los niveles -primario, secundario, universitario y
técnico-; crear el Instituto Nacional de alfabetización (INALFA), es decir,
emprender un plan bienal para alfabetizar al pueblo colombiano; lio. Crear
los Centros Regionales de Salud, reformar a fondo el Instituto Nacional de
Nutrición y tecnificar el Instituto de Seguros Sociales; 12o. Reforma Agraria,
sobre la base de una Ley que solo tenga en cuenta la productividad y busque
convertir los grandes baldíos nacionales en riqueza, reforzando la base estruc-
tural de nuestro campo, con carreteras, enseñanza agrícola y ganadera, crédito
para regadíos, abonos, semillas, cooperativas de producción, distribución y
consumo, estímulos a las fábricas de abono, de insecticidas, de alimentos ani-
males y estímulos a las grandes unidades económicas y sociales, con inversión
estatal y ayuda técnica; 13o. Creación del Banco Habitacional que haga posi-
ble que cada familia sea poseedora de su vivienda urbana o rural. El Banco
Habitacional financiará la construcción de nuevas viviendas y la adquisición
de las actualmente habitadas por medio de los propios pagos de arrendamien-
to; 14o. Nacionalización del petróleo y de todos nuestros recursos naturales,
por caminos técnicos y practicables, respetando los intereses privados, nacio-
nales y extranjeros, pero iniciando su negociación de inmediato. Ecopetrol
debe tomar en sus manos como Empresa Estatal, toda la distribución de los
productos petrolíferos, abasteciendo las cooperativas que serán creadas, 15o.
Participación equitativa y justa de los obreros y empleados en las utilidades de
las empresas que deben convertirse en unidades socioeconómicas de produc-
ción, en las cuales la gestión común obrero-patronal procure evitar al máximo
las posibilidades de huelgas y paros desastrosos para la economía nacional en
desarrollo; 16o. Reorganización total del Ministerio de Relaciones Exteriores
que será convertido en una auténtica agencia de defensa de nuestra soberanía
nacional en todos los campos, desde el político, hasta el comercial. Debe bus-
carse la posibilidad de nuevos mercados internacionales y la diversificación de
nuestras exportaciones agrícolas e industriales; 17o. Colocar a las Fuerzas
Militares en su auténtica misión de guardianes de la soberanía nacional y de
vanguardias en la lucha técnica contra el subdesarrollo económico y social y
en favor de los trabajadores de la ciudad y del campo; 18o. Crear el Ministerio
de la Juventud y los Deportes, cuyo objetivo esencial será la defensa, la protec-
ción de la niñez desamparada y de la juventud en general; 19o. Restituir al
intelectual, al profesor, al estudiante, al obrero capacitado, al militar, el sitio
de honor que les corresponde en la escala de valores nacionales, hoy pisoteada
por las fuerzas del dinero y la plutocracia; 20o. Indulto general a todos los
presos políticos para restablecer el imperio de la paz y la concordia en el seno
de la gran familia colombiana25.

25
Véase La Nueva Prensa, N° 143, abril 22 de 1966,p. 3 y 4.

234
Al fundador de La Nueva Prensa le correspondió proclamar a José Jaramillo
Giraldo en apabullante acto de masas en la Plaza de Bolívar, en la tarde del
viernes 22 de abril. En la tribuna localizada en el atrio del Capitolio Nacional,
estuvieron junto con el candidato y con el jefe máximo del Movimiento, Alber-
to Zalamea, Josefina Valencia de Hubach, María Eugenia Rojas y los sacerdo-
tes antioqueños Ignacio Yepes y Eugenio Garcés. Las fotografías en pro y en
contra de la manifestación revelan la dimensión del evento. La concurrencia
fue calculada por los adversarios de la ANAPO, en 30 mil personas. Desde la
creación de su Movimiento, los anapistas venían insistiendo en tomarse la
Plaza de Bolívar. En las anteriores campañas electorales, las marchas hacia la
histórica plaza habían sido interrumpidas por la fuerza pública. Por ello, el
significado de la concentración era inmenso para la comunidad anapista. Por
fin el general Rojas podía hablar a sus anchas desde el otrora vedado espacio
simbólico de la plaza mayor de la República.

Fue todo un espectáculo que duró desde las cuatro de la tarde hasta las 8 de la
noche. Como en los conciertos modernos, antes de la aparición de los protago-
nistas, intervinieron personalidades de segunda categoría: Blasteyo Trejos, el
controvertido dirigente vallecaucano; Marcos A. Castaño, reconocido dirigen-
te del MRL por Cundinamarca y los dirigentes Gregorio Duarte Jiménez y
Alvaro Ramos Murillo. María Eugenia llegó acompañada de una banda de
músicos, minutos después arribaron Rojas y su señora; Jaramillo Giraldo, los
presbíteros Yepes y Garcés y Josefina Valencia de Hubach26. Con las manos
entrelazadas por lo alto, el jefe de la ANAPO, su hija y el candidato saludaron
a la multitud. Jaramillo se despojó de su abrigo y lo lanzó a sus admiradores.
Al problema de la explosión demográfica que venía planteando el expresiden-
te Alberto Lleras, el candidato de la ANAPO, prometiendo conjurar el desam-
paro social, elevo ante la multitud un niño recién nacido, reafirmando con
ello, en forma simbólica, el voto por la vida y un rechazo al control de la
natalidad27. Los sacerdotes representaron al clero popular y la vocación reli-
giosa del movimiento. La presencia de Alberto Zalamea sintetitizó la llegada
al anapismo del ideal nacionalista que deambulaba en el ambiente político sin
norte preciso y el arribo del dirigente Marcos A. Castaño significó la llegada
del emerrelismo popular a la ANAPO. Esta vez fue el padre Garcés y no Rojas
quien tomó el juramento a los manifestantes: «He aquí al hombre -dijo el
prelado señalando a Jaramillo- Señores liberales y conservadores de Colom-

26
El padre Yepes pertenecía a la Diócesis de Santa Rosa de Osos. Acababa de ser suspendido de
funciones sacerdotales por Monseñor Miguel Ángel Burles por negarse a leer en misa la pastoral en
que el Obispo hacia la apología de la candidatura de Lleras y condenaba la oposición, en particular la
rojaspinillista. Yepes dirigió una carta al Jerarca donde explica las razones de su militancia en el
Movimiento de Rojas y de su animadversión hacia el Frente Nacional. Véase texto completo de la
misiva en El Nacional, abril 22 de 1966, p. 1 y 2. El texto del decreto de suspensión puede consultarse
en El Siglo, mayo 3 de 1966, p.8.
27
Véase formidable fotografía tomada por el reportero gráfico de El Vespertino, del 23 de abril p. 1
o su reproducción en primera plana en El Espectador al día siguiente.

235
bia, vamos a jurar que derrotaremos a Lleras en las elecciones del primero de
mayo: Juráis por Dios y por la Patria, por vuestras esposas y por vuestros hijos,
que ganaremos las próximas elecciones?». Ante la respuesta afirmativa de la
gente, Garcés replicó: «Que Dios os pague»28.

El jefe del MDN aprovechó su intervención en el acto de masas para populari-


zar y reafirmar sus concepciones y las de sus seguidores, que venían difun-
diendo con mística desde los primeros días de La Nueva Prensa29. Era la
oportunidad de llegar a un auditorio popular al que de seguro no llegaba la
afamada revista. «No hemos venido aquí -exclamó Zalamea- a proclamar un
nombre sino un programa técnico, eficaz, plausible que encamine a Colombia
por los caminos del desarrollo»30. Zalamea habló de «la hipoteca de la sobera-
nía económica», de programas de «planeación técnica y nacionalizaciones».
Consagró gran parte de su discurso a criticar la izquierda tradicional. Dijo que
la «auténtica izquierda, es decir el pueblo con sus aspiraciones centenarias»
estaba reunido allí, en la plaza de Bolívar, «dándose la mano con una derecha
popular» que por fin había entendido cómo era utilizada por la oligarquía para
dividir el país y usufructuar esa división». «La dicotomía izquierda derecha -
continuó diciendo- no tiene sentido, cuando un país subdesarrollado como el
nuestro se enfrenta al reto del imperialismo. No hay más camino, que aquel
que indica el nacionalismo popular revolucionario». Finalmente, Zalamea lanzó
un llamamiento a conformar nuevos cuadros del nacionalismo popular revolu-
cionario, capaces de «conquistar posiciones de fuerza dentro del panorama
nacional, como primer paso hacia la conquista del poder para el pueblo»31.

La reacción de los organizadores de la campaña del Frente Nacional, frente al


éxito de la manifestación de la Plaza de Bolívar, fue comparable con la reac-
ción que produjo en ellos mismos la movilización popular que hicieran los
anapistas de Barranquilla para escuchar al General Rojas en los días previos a
las elecciones legislativas. Los frentenacionalistas le temían a una eventual

28
Véase la prensa nacional del sábado 23 de abril de 1966.
29
Los siguientes fueron los textos de los carteles de la campaña de Jaramillo inspirados por La
Nueva Prensa: Sin política internacional/independiente mo hay soberanía polrticami libertad econó-
mica/ni dignidad nacional/votando/por/José Jaramillo Giraldo/digmdad-libertad/soberanía/; El pue-
blo colombiano exige/la nacionalización del/Banco de la República/El pueblo colombiano necesita la
naionalizacícn deLpetróleo/. El gobierno de la Concentración Patriótica adquirirá el control de la moneda
y el subsuelo/desterrando la miseria/; El control sobre los/oligarcas que evaden los impuestos y expor-
tan sus capitales/hará que el gobierno de la/concentración patriótica/pueda aliviar/la carga fiscal/de
los menos/favorecidos/; Los nuevos mercados/ que Colombia necesita/están cerrados/por los Cipayos/
El Gobierno de la/Concentración Patriótica/los abrirá/para beneficio de todos los colombianos/; ¡He
aquí nuestros títulos al poder! /Soberanía Política/Democracia de Masas/Eficiencia Técnica/Alianza
Nacional Popular/Nacionalismo Revolucionario/Liberalismo Independiente/Conservatismo Autóno-
mo/Independientes/ j He aquí las fuerzas que defenderán el votopor el Candidato de la Oposición!/.
!0
Véase la edición de La Nueva Prensa N° 143 abril 30 de 1966.
51
Ibid.

236
candidatura de Rojas32. Si en un principio estimaron de poca monta el lanza-
miento de una personalidad como la de Giraldo para oponerlo a Carlos Lleras,
el acontecimiento del 22 de abril y la acogida popular del contracandidato los
asustó. Desempacaron la artillería. De nuevo los editoriales de la gran prensa
se volcaron contra el anapismo33. Los líderes ospinistas llamaron a los conser-
vadores que habían votado por la ANAPO a reconsiderar sus posiciones y
redoblaron esfuerzos para convencerlos de la garantía que representaba Lleras
para la doctrina de ese partido. De inmediato se organizaron alocuciones ra-
diales, diálogos y cenas con los gremios económicos. Presionados por la pre-
mura del tiempo, los más destacados dirigentes del Frente Nacional, se divi-
dieron el país para su nueva cruzada. Todos recibieron la orden de convocar de
nuevo a los colombianos para la «salvación de la patria».

Al día siguiente de la manifestación de Bogotá, la comitiva de la ANAPO


partió para los santanderes. Fue exitosa la concentración en la Plaza Santander
de Cúcuta el sábado 23. Con disciplina, los anapistas conservadores aclama-
ron al candidato liberal de su movimiento. Lemus Garviras, el jefe regional y
electo Senador anapista, manifestó que el recibimiento multitudinario a
Jaramillo constituía una «definitiva notificación de que los nacionalistas se
habían emancipado de los sistemas de engaño a que los tenían sometidos los
partidos tradicionales»34. Después de una intervención de una hora, Jaramillo
fue paseado en hombros. El candidato visitó Pamplona y Bucaramanga. El
domingo 24, Jaramillo recorrió varios poblados del Departamento del Tolima
y Cundinamarca. Fueron significativas las concentraciones de El Espinal y
Girardot.

Desde el primero de abril, cuando Rojas anunció la selección definitiva del


candidato de la ANAPO, hasta el día del cierre de la campaña, el 26 del mismo
mes, Jaramillo pronunció 92 discursos y concedió 22 reportajes35.

32
Uno de los jefes liberales, Julio César Turbay Ayala reiterando su tesis de la peligrosidad de la
ANAPO, alcanzó a declarar que Jaramillo era «un simple accidente en la lucha». Véase El Especta-
dor, abril 11 de 1966,p.l y 13.
33
Véanse: «En Plena Locura». En: El Tiempo, abril 23 de 1966p. 4; «Dos Políticas»; «La Trampa
Rojista». En: El Espectador, abril 23 y abril 24 de 1966, p. 2A
34
El Senador Lemus, declaraba después de la concentración, que «el pensamiento de mucha gente,
estaba por encima de los decandentes». Anotaba que la ANAPO «había comenzado a trabajar con
gentes nuevas, dueñas de ideas nuevas y con enfoques nuevos de la problemática colombiana». Véase
El Nacional, abrü 25 de 1966,p. 1 y 2.
35
Uno de los últimos carteles con el que los anapistas empapelaron las principales ciudades delpaís,
daba cuenta del resumen del programa de la campaña de Jaramillo: «Un programa para todos los
colombianos/1 o. Asamblea Constituyente que derogue el Frente Nacional y establezca las bases de
un Estado modemo/2o. Planeación técnica de la Economía en busca de una auténtica integración
nacional/3o. Nacionalización del Banco de la República para recuperar el control monetario y organi-
zar el crédito/4o. Nacionalización del Comercio Exterior que suprima la tendencia monopolizada ac-

237
6.3 Los resultados de las elecciones presidenciales

El primero de mayo de 1966, Carlos Lleras Restrepo se convirtió en el tercer


presidente del Frente Nacional, con 2.638.411 votos. Los anapistas pasaron de
523.102 sufragios en marzo, a 741.208 en mayo. Esto quiere decir que el can-
didato de la ANAPO sedujo a 218.101 electores más. Del 17.8% que le corres-
pondió en el total de la votación general de marzo, el movimiento del General
Rojas ascendió al 28.2% en mayo. La votación por Jaramillo superó las cifras
de la oposición conservadora de Leyva en 1958 y la liberal de López en 1962.

Con la candidatura de Jaramillo Giraldo, la ANAPO aumentó considerable-


mente su votación en: Cundinamarca, Valle, Nariño, Santander, Huila, Mag-
dalena, Atlántico, Norte de Santander, Caldas, Bolívar, Guajira; incluso en
Boyacá. En menor número, aumentó en el joven Departamento del Quindio,
en Córdoba, Tolima y Meta. Sólo en Antioquia y Chocó disminuyó la canti-
dad. En el primero, no obstante habérsele refundido al anapismo 4524 votos,
su porcentaje aumentó; en el segundo se perdieron 340 de los votos consegui-
dos en las elecciones legislativas. (Véase cuadro 5).

El candidato liberal anapista le ganó a Lleras Restrepo en 11 municipios con-


servadores de Cundinamarca y en 13 vallecaucanos. Cuestión bastante signifi-
cativa por tratarse de pueblos de profunda tradición conservadora. El triunfo
de la ANAPO en ellos, revelaba el surgimiento y consolidación de una fuerza
política independiente36. La ANAPO crecía en estos departamentos como fuerza
conservadora, en forma sostenida desde 1962. Que fuera un liberal el candida-
to no ocasionó traumatismos. Aunque arriesgada, porque aventuraba su elec-
torado conservador, la decisión de la cúpula de la ANAPO, de lanzar un libe-
ral como contracandidato, fue inteligente. El caso del Departamento del Valle
del Cauca merece un comentario. Aquí, la ANAPO no había podido ver crecer
su ala liberal. Para los liberales el anapismo se asociaba a los «pájaros», cua-

tual de la Economía colombiana/5o. Educación pública gratuita en todos los niveles y creación del
Instituto Nacional de Alfabetización INALFA/60. Plan de Salud Nacional y tecnificación de los insti-
tutos de Nutrición y Seguros Sociales/7o. Reforma Agraria asentada en el principio de la productivi-
dad y conversión de grandes baldíos nacionales en riqueza, reforzando la base estructural de nuestro
campo/80. Nacionalización del petróleo, respetando los intereses privados nacionales y extranjeros
pero iniciando su negociación de iumediato/9o. Creación del Banco Habitacional que financiará la
construcción de nuevas viviendas y la adquisición de las actualmente habitadas por medio de los
propios arrendamientos/10o. Creación del Ministerio de la Juventud y los Deportes, que otorgue a la
juventud colombiana un papel de principalísima magnitud en la Revolución Nacional/El Primero de
Mayo usted puede hacer/aprobar este Programa/El 7 de Agosto la Nueva Colombia/podrá rea-
lizarlo/. Tomado de La Nueva Prensa, N° 143, abril 30 de 1966, p. 9-13
16
En Cundinamarca Jaramillo ganó en: Arbeláez, Choachí, Gama, Guasca, Guayabal de Siquima,
La Peña, Medina, Nimaima, Quebradanegra, Soacha y Vülagómez. Hubo considerable incremento del
voto anapista en las poblaciones liberales de Chía, Girardot, Facatativá, Fusagasugá y Bogotá. A su
vez en el Valle, el candidato anapista triunfó en: Anserma, Argelia, Bolívar, El Águila, El Cairo, El
Cerrito, El Dovio, La Victoria, Restrepo, Riofrio, Toro, Ulloa y Versalles.

238
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239
drillas de matones conservadores que en décadas pasadas habían perseguido y
asesinado a gentes de su partido. La presencia en la arena de la política local
de líderes y movimientos populares impedía que el discurso mesiánico llegara
al alma popular. Primero estuvo Alfonso Barberena seduciendo los barrios
pobres de la ciudad, vino después la actividad del MRL. En él, blandos, duros
y comunistas, abogaron por los marginados. Cuando empezó su desarticula-
ción, emergió la figura del líder popular de Cartago Carlos Holmes Trujillo,
quién utilizando la misma sigla del MRL, empezó a acaudillar sus seguidores
en el Movimiento de Revitalización Liberal. Las inconsecuencias y contradic-
ciones de las líneas del emerrelismo, llevaron a que comunistas y filocomunistas
fundaran el «MRL del Pueblo». Era esta la crisis que vivía el liberalismo po-
pular vallecaucano cuando se lanzó la candidatura de Jaramillo Giraldo. Del
21.9% de la votación departamental en marzo de 1966, el anapismo pasó al
35.2%. En Cali: del 18.2% pasó al 27.8%. El liberalismo anapista del Valle,
había alcanzado la cifra de 216 votos. Con Jaramillo los votos se elevan a
101,354. Es muy probable, que los afluentes liberales de esta votación nacie-
ran en Buenaventura, Buga, Candelaria, Florida, Jamundí, Palmira, Tuluá,
Pradera y Dagua, municipios liberales de amplias simpatías emerrelistas en
un pasado muy reciente37.

En tres municipios antioqueños Jaramillo derrotó a Lleras: Bello, Caracoli y


San Luis, respaldo que provenía del voto conservador. Igual podemos decir del
avance anapista en San Carlos, Cocorná, Caldas, Bello y Marinilla.

El caso de Boyacá también es interesante. Allí la ANAPO se había convertido


en la primera fuerza conservadora. La presencia de un candidato liberal salido
de las entrañas del movimiento mantuvo e incluso aumentó su cauda electoral.
Jaramillo triunfó sobre Lleras en 41 municipios (es decir en el 33.8%). En 37
de ellos había triunfado en marzo pasado la ANAPO conservadora. La mayor
votación por el candidato de la ANAPO provino de Boavita, Duitama, Güicán,
La Uvita, Pachavita, San Mateo, Socha y Umbita. De representar el 34.2% de
la votación departamental en marzo, la ANAPO pasa al 37.5 en mayo.

La candidatura de José Jaramillo Giraldo fue respaldada por 48.737


santandereanos. Votos que significaron para el anapismo, un aumento de 12.5%
respecto a los resultados de marzo. En otras palabras: del 18.3%, pasó a repre-
sentar el 30.8% del porcentaje departamental. Los anapistas se llevaron la
victoria en 11 de los 75 municipios del departamento. Los votos por Jaramillo
se concentraron en: Floridablanca, Girón, Puerto Wilches, Rionegro y Zapatoca,
precisamente donde había crecido el anapismo liberal en las anteriores elec-
ciones. Es interesante el caso de Jordán, Aquí los únicos que se presentaron a
las elecciones legislativas fueron los lauro-alzatistas. En las presidenciales.

En lo sucesivo ver cuadro N° 6.

240
CUADRO No. 6
LOS AVANCES DE LA ANAPO EN LAS ELECCIONES DE 1966

20 D E M A R Z O P R I M E R O DE MAYO

% %
Departamentos repres. repres. Diferencia
y Votación por Votación p o r J. e n t r e los
No. Capitales total ANAPO total Jaramillo G. dos %

1 Antioquia 385.171 18.05 301.948 21.5 3.4


Medellín 125.825 23.5 114.959 26.5 3.0
2 Atlántico 125.670 12.4 103.514 27.8 15.4
Barranquilla 75.771 18.1 66.598 36.0 17.9
3 Bolívar 169.374 7.8 131.046 14.7 6.9
Cartagena 29.571 17.5 22.240 22.1 4.6
4 Boyacá 160.009 34.2 155.169 37.5 3.3
Tunja 9.651 43.6 10.394 42.8 -0.8
5 Caldas 182.749 15.6 166.956 21.9 6.3
Manizales 38.305 15.8 38.901 24.0 8.2
6 Cauca* 110.282 5.9 101.150 9.0 3.1
Popayán 13.933 13.6 14.500 19.2 5.6
7 Córdoba 91.668 12.6 74.085 16.9 4.3
Montería 16.742 22.2 15.272 23.2 1.0
8 Cundinamarca 529.240 25.3 574.151 34.9 9.6
Bogotá 331.135 31.7 371.690 39.9 8.2
9 Chocó* 39.551 2.4 34.208 1.8 -0.6
Quibdó 10.350 1.14 8.959 3.7 2.6
10 Hulla** 100.279 14.8 80.445 39.1 24.3
Neiva 19.252 20.8 20.094 52.9 32.1
11 La Guajira" 36.279 5.5 21.837 36.5 31.0
Riohacha 8.259 3.6 5.679 44.3 40.7
12 Magdalena* 124.619 8.9 91.775 27.8 18.9
Santamaría 15.168 15.8 11.822 40.2 24.4
13 Meta 34.241 25 28.388 33.5 8.5
Villavi c e n c í o 9.399 39.6 9.416 46.2 6.6
14 Nariño* 116.170 9.1 119.137 28.1 19.0
Pasto 18.573 20.0 23.082 46.6 26.6
15 N o r t e de Santand. 95.647 22.2 88.840 34.6 12.4
Cúcuta 29.425 26.6 33.250 42.2 15.6
16 Quindlo* 44.582 7.8 37.062 17.2 9.4
Armenia 20.806 7.1 19.508 20.2 13.1
17 Santander 174.069 18.3 158.152 30.8 12.5
Bucaramanga 40.474 22.8 45.188 39.7 16.9
18 Tolima 138.598 16.9 109.638 22.2 5.3
Ibagué 26.161 18.7 21.156 18.6 -0.1
19 Valle 281.024 21.9 287.910 35.2 13.3
Cali 102.904 18.2 120.043 27.8 9.6

T o t a l e s n a c i o n a l e s 2.939.222 17.8 2.638.411 28.1 10.3

En estos departamentos la ANAPO sólo presentó listas conservadoras en marzo.


Incluye los resultados del Caquetá.

241
Jaramillo contó aquí, con la totalidad del voto de esa corriente conservadora38.
Fueron considerables los avances anapistas en las dos ciudades liberales más
importantes del departamento: Bucaramanga y Barrancabermeja. En la pri-
mera, los partidarios de la Alianza Nacional Popular, pasaron de representar
el 22.8% de la votación total de la ciudad en marzo, al 39.7% en mayo. En la
segunda, Jaramillo superó la votación de marzo por el Movimiento: de 1963
votos pasó a 4528.

En Caldas, su departamento, Jaramillo Giraldo derrotó a su contrincante en


dos municipios: La Celia y Marquetalia. Municipios que se habían convertido
en fortines del anapismo. El respaldo al candidato vino como en los casos
anteriores de localidades conservadoras. La candidatura liberal no frenó el
crecimiento que traía la ANAPO desde 1962 en este departamento.

En Nariño, donde no hubo listas liberales por la ANAPO ni en 1964 ni en


1966, el respaldo a Jaramillo fue sorprendente: 33.567 votos. En sólo Pasto, se
duplicó la votación departamental anapista de marzo: de 3.728 votos, se pasó
a 10.766 el primero de mayo, convirtiéndose en la tercera ciudad, en el país,
de mayor incremento electoral para la ANAPO. Los seguidores del
contracandidato ganaron en cinco municipios Albán, Arboleda, Funes,
Guartarilla y San Lorenzo.

Fue también sorprendente el caso del Huila39. Neiva por ejemplo, tradicional-
mente liberal, fue la única ciudad capital donde José Jaramillo Giraldo le ganó
a Carlos Lleras Restrepo, hecho que la convierte en la segunda ciudad de alto
incremento electoral para los anapistas. De igual manera, el candidato de la
ANAPO triunfó en 9 localidades más: Acevedo, Palermo, Pital, Rivera, Santa
María, Tesalia, Teruel, Yaguara y en el Doncello (Caquetá). En general en el
Huila, crecía el respaldo liberal al anapismo desde 1964. Sin duda la desarti-
culación del emerrelismo ayudó al fortalecimiento del Movimiento en la re-
gión.

En Norte de Santander, Jaramillo Giraldo ganó en seis municipios: Conven-


ción, Herrán, Mutiscua, Pamplonita, Ragonvalia y Santiago. La procedencia
del voto por el candidato de la ANAPO, provino del conservatismo. Se conso-
lidan las tendencias electorales que traía el anapismo en este departamento.
Aumentan los votos no sólo en los municipios donde triunfó. Crece el Movi-
miento en Ábrego, Ocaña, Pamplona y Sardinata. En Cúcuta el aumento fue
significativo: del 26.6% del total de marzo, pasó al 42.2% en mayo. A nivel
departamental, el anapismo pasó del 22.2% al 34.6%.

A los 621 votos lauroalzalistas, se sumaron 44 votos nuevos.


A los votos por esta ciudad se sumaron los del Caquetá.

242
El 83.3% de los votos por el candidato de la ANAPO en el Atlántico, se con-
centró en su capital. En realidad, los líderes que promovieron la candidatura
de Jaramillo no tuvieron el tiempo necesario para desplazarse a otros lugares.
Sin embargo. Aunque no triunfa en ningún municipio, la Anapo aumenta su
porcentaje electoral tanto en Barranquilla como en el departamento. En la
primera, pasa del 18.1% al 36% y en el segundo del 12.4% al 27.8%. Fue
amplio el respaldo electoral en Sabanalarga y Soledad. Puede asegurarse que
la confluencia de varios sectores populares, al igual que buena parte del electo-
rado lauro-alzatista contribuyó al avance electoral en este departamento.

Los anapistas conservadores del departamento del Magdalena lograron un


importante avance electoral. En su orden de crecimiento, Santa Martha ocupó
el cuarto lugar. Del 15.8% de marzo, pasó al 40.2% en Mayo. A nivel departa-
mental del 8.9% pasó al 27.8%. Jaramillo Giraldo ganó en tres localidades,
donde ya habían ganado las listas anapistas en marzo pasado: Aguachica,
Curumaní y Rio de Oro. El voto anapista de Chimichagua, Chiriguaná, El
Banco y Guamal fue cooptado del electorado conservador. En ciénaga el
anapismo se nutrió de liberales y conservadores. La ANAPO avanzó por lo
regular en los municipios de mayor población.

En el Tolima, los anapistas consolidan su electorado. El voto a su favor conti-


núa proviniendo del viejo laureanismo. Jaramillo triunfa en 4 municipios:
Cunday, Espinal, Flandes y San Antonio. Aumenta la votación en Flandes,
Honda, Líbano, Purificación. En este último y en Guamo la competencia fue
reñida. Como se anotó arriba, en el departamento de Bolívar los anapistas
debutaron con sus dos alas a partir de 1966. Para empezar no estuvieron mal
las cosas. Del 7.8% del total departamental en marzo, los anapistas pasaron al
14.7%. También se incrementó su porcentaje electoral en la capital: de 17.5%
pasó al 22.1%. Jaramillo triunfó en la Isla de San Andrés, que se contaba en
esta circunscripción. La ANAPO aumentó su caudal electoral en Córdoba. Su
electorado continúa nutriéndose del sector laureanista de la región. En Ayapel,
Ciénaga de Oro, Planeta Rica y San Bernardo del Viento el crecimiento del
anapismo es considerable. En el cauca, donde tampoco existía ala liberal, los
anapistas conservadores votaron por Jaramillo, logrando incluso incrementar
sus efectivos en 9 municipios donde sacó el 75.5% de sus votos. En Meta, le
correspondió a los anapistas el 33.5% de la votación total departamental para
Presidente, mientras que en las legislativas fue del 25%. En Villavicencio, la
confrontación entre los dos candidatos fue pareja. Lleras se impuso por escasa
diferencia. En Acacias, Guamal, Restrepo, San Luis de Cubaral y en Castilla
la Nueva, donde los anapistas se habían impuesto sobre lauro-alzatistas y
unionistas en las elecciones de marzo, triunfó Jaramillo. En la Guajira, los
anapistas iniciaron su carrera por el voto popular con éxito. Los logros aquí
significaron para la ANAPO el mayor avance electoral en la jornada del pri-
mero de mayo. A nivel departamental el Movimiento pasó del 5.5% al 36.5%
de la votación total. En Ríohacha del 3.6% pasaron al 44.3%. El triunfo de

243
Jaramillo sobre Lleras en Maicao condensó el incremento del voto anapista.
También en el Quindio, los conservadores que simpatizaban con el General
Rojas, mejoraron sus posiciones con el nombre de Jaramillo Giraldo: Del 7.8%
de la votación total departamental de marzo, pasaron al 17.2% en la de mayo.
En Calarcá, Armenia y Quimbaya mientras el candidato frentenacionalista
disminuyó sus efectivos de marzo, la ANAPO aumentó los suyos. En el único
departamento donde la ANAPO disminuyó su votación fue en el Chocó. Aquí
se presentó una abstención que afectó a oficialistas y no oficialistas. No obs-
tante, el Movimiento mejoró sus posiciones en la capital y en el Municipio de
El Carmen.

Concluyamos: los resultados electorales de mayo de 1966 a favor del candida-


to José Jaramillo Giraldo, significaron el fortalecimiento del voto anapista. No
obstante la pertenencia conservadora de la base electoral del movimiento, los
seguidores del general Rojas depositaron su voto por el candidato liberal que
éste les señaló. Fue el espíritu del Frente Nacional el que salió ganando en
toda la contienda electoral que acababa de terminar. Si realmente ese espíritu
hubiese consistido en la conciliación interpartidista de los colombianos, los
adversarios de la ANAPO habrían advertido que en esa dirección trabajaban
Rojas y sus seguidores. El conservatismo otrora recalcitrante y fundamentalista
de regiones como Boyacá, los santanderes, Cundinamarca, Nariño y Valle del
Cauca, no tuvo reparos para expresarse a favor de un liberal libertario como
José Jaramillo Giraldo. Podría pensarse que la ANAPO empezaba a ser otra
cosa.

244
CONCLUSIONES

1. EL ORIGEN DEL VOTO ANAPISTA

La gente conservadora que llega a la ANAPO entre su fundación en 1961 y las


elecciones de 1966 proviene de esa especie de conservatismo doctrinario y
fundamentalista que profesaban antes del establecimiento del Frente Nacio-
nal, Gilberto Álzate Avendaño y Laureano Gómez. El voto conservador anapista,
por eso, es un voto de llegada, cooptado no de manera simple. Hubo conserva-
dores de esta estirpe que entraron a la ANAPO, en el vacío que dejó la intem-
pestiva muerte de Álzate en 1960. Las masas alzatistas acompañaron incluso
al «Mariscal» en el experimento electoral del Ospino-alzatismo, que los metió
de pronto en el Frente Nacional. Defraudados poco después, acamparon, en el
«doctrinarismo» fórmula ideada por los laureanistas, ahora liderados por Al-
varo Gómez, hijo del caudillo, para continuar en la arena política cuando fue-
ron desplazados del poder por el ospinismo. Conformaron junto con Gómez
Hurtado el «lauro-alzatismo», último intento por arriba (tanto de líderes
laureanistas como alzatistas) de cooptar la base electoral de ambos políticos.
El curso del Frente Nacional, las contradicciones y estilo político personalista
de Alvaro Gómez y la estrecha alianza ospino-llerista, volcó sobre el anapismo
el respaldo conservador que antes le pertenecía a aquellos.

2. LOS LIBERALES DE LA ANAPO

La lenta conformación de un sector liberal en el anapismo se debió a la proli-


feración de movimientos de estirpe liberal en la arena política durante el pe-
ríodo estudiado. Hemos demostrado, que la causa por la cual el ala liberal
anapista no alzó vuelo no se debió únicamente a la presencia de un MRL que
canalizaba la inconformidad liberal. Esa era, apenas, una parte de la explica-
ción. Otros idearios, impedirían el anhelado sueño de los ideólogos del
anapismo.

Desde posiciones doctrinarias, Gilberto Álzate Avendaño por el conservatismo


y Alfonso López Michelsen por el liberalismo canalizaron la oposición al sis-
tema paritario. En ambos movimientos tuvieron cabida no sólo nuevas fuerzas
políticas, sino además quienes habían participado en el gobierno militar. La
inesperada muerte de Álzate en noviembre de 1960 dejó huérfanos a miles de
conservadores rasos que vieron en sus planteamientos la pureza doctrinaria de
ese partido. Muerto Álzate la única fuerza en capacidad de heredar la incon-
formidad y doctrina conservadoras fue el anapismo que, de hecho, se convirtió
después de 1963 en la segunda alternativa de ese partido, como en efecto lo
demostraron sus logros electorales de 1964.

245
No sucedió lo mismo por el lado liberal. El anapismo contaba con políticos de
ésta procedencia, pero cooptados por el general Rojas desde los tiempos del
gobierno militar: Parmenio Zapata, José Jaramillo Giraldo, Milton Puentes,
Jorge Villaveces, entre otros. Aunque en Bogotá, cerca de 15 mil liberales
votaron por la ANAPO en 1964 y 23 mil en toda Cundinamarca por el nombre
de Parmenio Zapata para la Asamblea del Departamento1, lo cierto es que sólo
a mediados de la década del sesenta, ante el irreversible declive del MRL y la
precipitada renuncia del general Alberto Ruiz Novoa a su candidatura presi-
dencial, políticos nacionalistas y emerrelistas de todas las líneas, empezaron a
deslizarse hacia la ANAPO.

¿Por qué no fue capaz la ANAPO de atraer inmediatamente a las masas frus-
tradas del MRL? nos preguntábamos en el curso de nuestra investigación. La
respuesta a este interrogante la encontramos en la naturaleza de la composi-
ción política y social de ese movimiento, que agrupaba a sectores liberales,
nacionalistas, comunistas y gentes de avanzada en general. Obviamente, las
tendencias reunidas allí, entendían el carácter de la alianza desde diferentes
tópicos. Por un lado, la presencia del MRL en el escenario político le permitió
al liberalismo no perder su influencia en sectores de ese partido insubordina-
dos al proyecto del Frente Nacional, incluidos los bandoleros y las bases cam-
pesinas influidas por estos. Por otro lado, los comunistas estaban interesados
en empujar hacia la izquierda marxista, que profesaban, a las masas identifi-
cadas con el MRL2. Mas no era el emerrelismo la única agrupación rebelde
que convocaba a las masas liberales.

En 1961 un grupo de líderes adversos al Frente Nacional y que veían en el


MRL la encarnación de un lopismo con el que no simpatizaban, se arremoli-

1
En artículo acerca de los resultados electorales de 1964, Gilberto Vieira, Secretario General del
Partido Comunista escribió: «Aunque es imposible establecer la cuantía de votos rojaspinillistas de
origen conservador y de origen liberal, el caso de Bogotá es sugestivo. La lista conservadora de la
ANAPO encabezada por María Eugenia Rojas de Moreno obtuvo 38.561 votos y la lista liberal de la
misma ANAPO para la asamblea departamental encabezada por Parmenio Zapata obtuvo 23.198
votos. Los electores que votaron por la lista encabezada por Zapata para la Asamblea de Cundinamarca
votaron a la vez, en la misma papeleta, por María Eugenia Rojas para la Cámara. En consecuencia,
aparentemente más de 15.000 ciudadanos de origen liberal votaron en Bogotá por candidatos conser-
vadores, mientras que al mismo tiempo ciudadanos de origen conservador votaron por candidatos
liberales. Este es un hecho interesante y de alguna manera positivo frente a la tragedia de los «odios
heredados» tradicionales en Colombia». Véase: Vieira Gilberto. Bases para un Balance de las eleccio-
nes del 15 de marzo. Documentos Políticos No. 35, 1964 p. 5
2
El PCC entendió que este movimiento no era homogéneo, apoyó los planteamientos de su jefe
máximo que, según ellos, tomados en forma conjunta, parecían ser la opción opositora más coherente
al Frente Nacional. López estaba formulando diagnósticos y soluciones de carácter radical, neutrali-
zando a su vez los enfoques puramente represivos del nuevo gobierno. Sostenía que la violencia no se
podía combatir efectivamente sino con transformaciones estructurales; que era necesario realizar una
reforma agraria democrática que correspondiera a la insurgencia campesina, etc. Lo anterior sumado
al alegato jurídico de la alternación, en el sentido de lograr que otrosparlidos distintos a los tradiciona-
les pudieran participar en la lucha política legal y finalmente su respaldo a la revolución cubana,
hicieron que el partido comunista entrara en alianza con el MRL, peleando su legitimación. Dividido
el MRL, el PCC estableció con la linea dura una serie de alianzas más o menos estables hasta las
elecciones de 1964.

246
naron alrededor en la revista La Nueva Prensa. Los intelectuales reunidos en
la revista empezaron a promover un «nacionalismo popular» que sintetizaba
los idearios nacionalistas colombianos de todos los tiempos y de todas las pro-
cedencias. Se adecuaron a las condiciones del decenio del sesenta, el naciona-
lismo conservador difundido entre los finales del siglo XIX y la primera mitad
del siglo XX, el promovido por los líderes del Movimiento Socialista Colom-
biano de Antonio García desde los años cuarenta y se adaptaron al suelo co-
lombiano los modelos nacionalistas de Asia y África. Los primeros en identi-
ficarse ideológicamente entre si, fueron los dirigentes de la Línea Dura del
MRL y del «nacionalismo popular». Después de las elecciones de 1964 cuan-
do la ANAPO se convirtió en movimiento de oposición mayoritario, duros y
nacionalistas de la LNP empezaron a ver con buenos ojos un acercamiento
hacia la corriente que seguía las orientaciones de Gustavo Rojas Pinilla, Sin
embargo, el contenido de las intervenciones del General Alberto Ruiz Novoa,
tanto en el Ministerio de Guerra como en la oposición, volcó hacia él toda la
atención de los nacionalistas colombianos. Su discurso abrazó todo el espectro
de las propuestas políticas ubicadas entre las de las cúpulas de los partidos
tradicionales y las del. comunismo. Ruiz mostró una asombrosa capacidad de
reunir en su pensamiento, en su acción y en su investidura, múltiples expresio-
nes ideológicas deambulantes en el ambiente político del país. Puso, pues, en
peligro el crecimiento de las agrupaciones que buscaban el respaldo popular
recurriendo a los temas de los que él se había apropiado. En peligro de quedar
sin argumentaciones, estuvieron el General Rojas y su grupo, lo mismo pasaba
con López o Uribe Rueda y con todos los que acariciaron la idea de un gobier-
no fuerte que aplicara en el país una justicia social. Así, en la primera mitad de
1965 la gente de LNP junto con Ruiz Novoa conformaron el Movimiento De-
mocrático Nacional MDN, que lanzó poco después la candidatura a la presi-
dencia del exministro de guerra. En la configuración del MDN tomó parte
activa el dirigente de la Línea Dura, Ramiro De la Espriella. Con amplitud el
emerrelista escribió sobre el carácter que debería tener el nuevo partido. Tras-
ladando a las condiciones colombianas, las tácticas del populismo anarquista
del viejo continente. De la Espriella consideró que el nuevo partido debería
nacer en la lucha diaria. Para él no eran necesarias las condiciones objetivas,
hablaba de una reagrupación ideológica en torno a la acción, a los hechos.
Como los conspiradores de la ANAPO, De la Espriella no creía en la fuerza
popular, sino en una minoría escogida, en una élite intelectual pensante que
resolviera los problemas sociales. Habló de un grupo de gente intrépida y au-
daz. Estuvo de acuerdo con el nombre de Ruiz Novoa para enfrentarlo a Carlos
Lleras Restrepo, pero recomendó que el objetivo de Ruiz debería ser la toma
del poder. Concluyó su posición ante el fenómeno Ruiz Novoa manifestando
que lo que le imprimía respeto a un movimiento político era «su fuerza explo-
siva de reacción en cadena». El líder emerrelista no habló del MDN sino del
«partido de la Nacionalidad Colombiana». Estuvo de acuerdo con la gente de
LNP en que el mecanismo de cooptación escogido para convocar a todo el
mundo, debería ser el nacionalismo.

247
La inmediata aceptación popular del MDN es explicable. El Movimiento sur-
ge en un momento de declive del MRL, Si éste había correspondido al auge de
las expectativas que despertó en el país la Alianza para el Progreso, el auge del
MDN corresponde al fracaso de aquella, Ruiz logra penetrar en el mundo de
los sectores sociales que directamente estaban padeciendo los embates de un
proceso disparado de concentración de la economía. Su discurso fue sensible
ante todo a los sectores de la pequeña burguesía, a las capas medias y por
extensión a las masas populares. «Sostenemos, había manifestado, que es po-
sible terminar con los oligopolios y con los monopolios que están estrangulan-
do la iniciativa y la capacidad de empresa y la energía de los colombianos,
además de someter a vastos sectores de la actividad nacional a la tiranía de los
privilegios. Creemos que la solución de los problemas nacionales no pueden
entregarse a los grupos de presión para que acuerden en comisión de alto nivel
compromisos y medidas que no consultan el interés de la inmensa masa de los
consumidores y de las gentes que no están representadas en las discusiones»3.
Era el discurso hegemónico de entonces. Quiere esto decir, que los temas,
abordados por Ruiz, no eran patrimonio suyo. El personaje realizó una apro-
piación oportuna y efectiva de ellos. Su ubicación en las altas esferas del poder
cuando comenzó la exposición de sus tesis y el respaldo de las capas medias
que le rodeó de inmediato, le imprimieron a su prédica una irresistible convo-
catoria de poder en desmedro de la popularidad y del reconocimiento que con
la insistencia en el mismo discurso había empezado a cosechar el movimiento
de los anapistas. No resultaba casual por ello, que entre los asistentes de lujo a
la recepción que le hicieran los bumangueses a Ruiz en abril de 1965, estuvie-
se Rodolfo García García, el motorcito de los rojistas en la legislatura 1962-
1964.

Así que Ruiz y el conjunto de hombres seducidos por el MDN, no solo jugaban
como alternantes entre el Frente Nacional y la izquierda marxista, sino que
además frenaban en seco los avances del anapismo. Inconsciente o
concientemente quizás, los integrantes del MDN derruían el edificio del dis-
curso que hasta entonces le había permitido a Rojas Pinilla introducirse de
nuevo en la vida de los colombianos. Primero, ya está anotado, se apropiaron
los nacionalistas de nuevo cuño, de los temas que del alzatismo había hereda-
do y trabajado el anapismo, luego intentaron arrebatarle los mecanismos que
también él había perfeccionado del gaitanismo: el respeto a la pertenencia
liberal-conservadora de los colombianos. Pero en ésto no les fue muy bien.
Aunque Ruiz Novoa no pretendió que sus seguidores renunciaran a sus parti-
dos, su mensaje lo dirigió a los conservadores y liberales modernos: al hombre
de clase media, al universitario, al profesional; dejándole de esa manera a
Rojas un espacio que tan sólo él podría llenar: el pueblo llano y tradicional.
Así, el paralelo de la diferencia entre el discurso del MDN, particularmente el

' Ibid. p. 65

248
de Ruiz; y el de la ANAPO, particularmente el de Rojas, pasaba por el trata-
miento que ambos universos políticos hacían del pueblo.

Después de la renuncia de Ruiz Novoa a la candidatura presidencial y su in-


tento de disolver el MDN en mayo de 1965, la agitación política de una nueva
agrupación dirigida por el sacerdote Camilo Torres Restrepo se interpuso en el
camino de Rojas, colocando también en aprietos la popularidad que el anapismo
había conquistado hasta entonces. Son estos algunos de los obstáculos que
encuentra la Alianza Nacional Popular para hacer realidad el sueño de tener
su propia clientela liberal. Tendría que esperar un poco. Camilo, junto con su
Frente Unido abogaron por la justicia social y como los intelectuales de LNP o
de la ANAPO, propusieron en un principio, resolver los problemas de la po-
blación colombiana de manera inmediata. De ahí que se haya despertado cier-
ta solidaridad y simpatía de los anapistas de base con el clérigo, lo mismo que
semanas antes, se había manifestado con Ruiz. Aunque su aparición en el
escenario político fue casi simultánea, el ascenso de la popularidad de Camilo
dependió en gran medida de la incapacidad del Movimiento Democrático Na-
cional de conformarse en una fuerza política sólida. O mejor, la inconsecuencia
del General Ruiz Novoa con su propia prédica, hizo que Camilo empezara
después del 10 de mayo de 1965, a llenar el vacío que dejaba el afamado
General. Es a partir de ese momento que empieza su línea de ascenso. Como
en los comienzos de Ruiz, las primeras palabras de Camilo se referían al cam-
bio de las estructuras, pero a diferencia de aquel, planteó de una vez por todas,
que para cambiarlas se necesitaba una revolución. Se definió «revolucionario
como ciudadano colombiano, como sacerdote, y como sociólogo»4. Al levita le
empezaron a llegar mensajes de la provincia colombiana en el mismo tono y
en los mismos términos de los que le habían llegado en su momento al General
Ruiz Novoa5.

En medio de la movilización política que caracterizó al año 1965, el Movi-


miento Revolucionario Liberal que seguía las orientaciones de Alfonso López
Michelsen resurgía de su crisis como el ave fénix. Decididos a librar una nue-
va batalla que los pusiera en capacidad de competir por el favor popular, la
dirección del Movimiento consideró oportuno dotar al MRL de un aparato
moderno que lo distinguiera como un partido democrático de izquierda. En
ese sentido prometiendo darle al movimiento una organización disciplinada,
convocaron a «todos los colombianos, liberales oficialistas y de otras tenden-

4
Véase El Espectador, mayo 23 de 1965 p. 10A
5
Un denominado «Comité de Acción Revolucionaria del Huila», le hizo llegar una Declaración
que anunciaba el respaldo «a lastesíspolílicas y socioeconómicas tendientes a buscar el cambio de las
caducas y anacrónicas estructuras del actual sistema que origina nuestro atraso, tal como lo preconi-
zan los patriotas y valerosos sacerdotes Camilo Torres y Martín Amaya, e invitan a todo el pueblo
huilense a sumarse a este movimiento de inconformidad nacional. Por una Colombia libre, nueva y
democrática». Véase El Espectador, julio 22 de 1965 p.7A

249
cias, que ante la dramática situación a que ha llegado el país, comprendan que
el MRL es la única alternativa entre la catástrofe y la salvación nacional, entre
la reacción y el progreso, entre la democracia y la dictadura»6. El contraataque
de este sector del MRL, evidenciaba que entre los seguidores de López se
encontraban aún elementos ubicados a su izquierda. La militancia de sectores
medios continuaba radicalizando el discurso del MRL. Mientras tanto López
recuperaba en el discurso sus banderas refundidas o arrebataba las de los Mo-
vimientos que surgían debido a sus mismas contradicciones. En varias oportu-
nidades, López se quejó de la carencia de «un propósito nacional», como si no
hubiera sido ese el caballito de batalla del controvertido exministro de guerra.

A esta altura de la década, los movimientos políticos de oposición decidieron


apelar a la experiencia de la táctica anapista. Todos empezaron a hablar de
alianzas bipartitas. Se aspiraba a derrotar el sistema del Frente Nacional me-
diante la utilización de sus propios mecanismos. El emerrelismo lopista inició
una serie de conversaciones con dirigentes jóvenes del conservatismo, con el
propósito de abonar terreno en la conformación de un «Frente Nacional del
Pueblo». Más adelante, López consciente de la fuerza electoral de la ANAPO,
no descarta una eventual contracoalición antifrentenacionalista de anapistas y
demás grupos de la oposición contra «el partido único del Frente Nacional».
En realidad, el dirigente reconoció que después de las elecciones de 1964, el
partido liberal había dejado de ocupar definitivamente el puesto de protesta
social y popular que lo había identificado en el pasado. Ocuparse de la Alianza
Nacional Popular y vislumbrar con ella una eventual alianza electoral, signifi-
có un importante reconocimiento político; aunque en el fondo el dirigente,
intentaba con este paso mediatizar la simpatía popular liberal desplazada ha-
cia el movimiento de Rojas. Le reconocía López al anapismo, la eficacia de su
conformación bipartita y popular para enfrentar el «nuevo partido» del Frente
Nacional. Si bien el MRL se valió de los principios alzatistas, para su conver-
sión en Moviminto revolucionario, ahora en su ocaso, recurría no sólo a tácti-
cas probadas por la ANAPO, sino también a conceptos trajinados por ella7.

3. LOS DOCUMENTOS PROGRAMÁTICOS, LA CONSTRUCCIÓN


DE DESTINATARIOS, CONTRADESTINATARIOS
Y LA CONFLUENCIA DE LOS DISCURSOS

De todos los movimientos analizados entre 1959 y 1961, fue la ANAPO la


agrupación que destinó la mayor parte de sus mensajes al pueblo. Entre las

6
Ibid.
7
En la plataforma de 1964, el anapismo había consignado: «El Frente Nacional unió las oligar-
quías liberales y las plutocracias conservadoras, creando asi un partido único, con intereses propios,
que ejerce el poder de manera exclusivista y hegemónica». Véase Plataforma de la Alianza Nacional
Popular, 1964. p. 8

250
agrupaciones estudiadas entre 1963 y 1966 la ANAPO y el ELN continuaron
en esa tónica. Sin embargo, se trata de discursos políticos altamente
correlacionados entre sí. Hacia 1961, La Alianza Nacional Popular estuvo cer-
cana a los idearios que se expresaban en el combativo MRL de entonces. A su
vez las agrupaciones políticas que surgieron momentos después estuvieron
cercanos a ella: La Línea Dura del MRL, el Partido Social-Demócrata Cristia-
no PSDC, el Ejército de Liberación Nacional (ELN). Años después, cuando la
divulgación de la plataforma de 1964, la ANAPO continuó identificándose
con las formas como el MRL de 1961 apelaba al pueblo. Es decir, el anapismo
estaba más cercano a la versión original del MRL que los mismos emerrelistas
que intervenían en la campaña electoral de 1966. El mensaje popular de la
Línea Dura, del PSDC, y del ELN estuvieron altamente identificadas con las
formas que la ANAPO utilizaba para acercarse al pueblo. Los 14 movimientos
sometidos a nuestro análisis comparten la mayoría de sus planteamientos. Pre-
cisamente para detectar qué los diferenciaba emprendimos este estudio. El
60% de las agrupaciones estuvieron relacionadas entre sí por su manera de
concebir el destinatario de sus mensajes. Conforme avanzaba la década, ma-
yor era la identificación entre ellos. El partido comunista, para poner un caso,
no estaba altamente correlacionado con Movimiento alguno en 1961; en cam-
bio, en 1966 cuando se reunió en su X Congreso se acercó significativamente
no sólo con los anapistas sino que, además recogió las experiencias del MOEC
y de las plataformas de emerrelistas y anapistas divulgadas en 1961. A dife-
rencia de la «Línea Dura» que buscaba acercar a «los revolucionarios», López
dirigiéndose a los «lauroalzatistas» a «los conservadores progresistas», y a
«todos los grupos de oposición», etc, no está interesado en cooptar los sectores
de extrema izquierda, por el contrario es claro al mencionar como destinata-
rios políticos «los grupos anticomunistas», o bien «la resistencia». A López le
importaba más el destinatario liberal en toda su extensión, es decir, tanto «los
compañeros liberales», «el liberal del pueblo», como los «liberales extravia-
dos», aquellos que se encontraban por fuera de la «Línea Blanda». Esto por la
responsabilidad que le correspondía al liberalismo frente a los cambios que el
Frente Nacional adelantaba. Cuando en Santa Fé de Antioquia mencionó su
próximo itinerario por el Caribe, dijo López que iría allí «donde se está incu-
bando por igual el porvenir económico de Colombia, como nación exportadora
y el porvenir del Partido Liberal, como partido revolucionario»8.

No estaban lejanos entre sí los movimientos políticos de mediados de los años


sesenta. Todos tomaban sus ideas de la fragua del discurso hegemónico. A
ninguno se le escapó la revolución, el cambio, el tercer mundo, el desarrollo,
el crecimiento de la población. Los contenidos se cruzan en múltiples coinci-
dencias. No hubo movimiento político en los años 60 que no hablara de la
revolución. Era el término por excelencia al que acudían todos los dirigentes

Véase <¡E\ Movimiento Revolucionario es la Paz» en Posdata a la Alternación ... Op.Cit. p 115

251
para legitimar sus propuestas. Las había de todas las especies y para todos los
gustos: socialistas, democratice-burguesas, populistas, pacíficas, científico-téc-
nicas, campesinas, obreras, obrero-campesinas, nacionalistas, nacionalista y
popular, cristiana, cristiana y nacionalista, de liberación nacional, e incluso
burguesa. Sintetizaba el vocablo el espíritu de la época. El mundo en general
vivía una de sus tantas olas revolucionarias. Aunque en Colombia se ha habla-
do de revolución desde siempre (a ella han acudido desde los comunistas hasta
los conservadores), fue con la Revolución Cubana y el proceso de liberación de
los pueblos de Asia y África durante los años 60 que la apelación a dicho
vocablo desbordó el discurso político. El surgimiento del movimiento guerri-
llero primero y la aparición del sacerdote Camilo Torres en la escena política
nacional después, reverdecieron el tema de la revolución.

Para la época en que se concentra esta investigación, no se puede hablar ya de


la identidad ideológica de los partidos tradicionales. Con Carlos Lleras Restrepo
se pierde definitivamente el mito del liberalismo como partido antirreligioso o
anticatólico. Nadie tenía el monopolio de las ideas en boga. Se trató de mati-
ces, de intensidades y fijaciones en el planteamiento de las tesis y en últimas
de los sujetos que enuncian el discurso, de sus capacidades de convocatoria y
de sintonizarse de manera natural y no artificial con los anhelos de la comuni-
dad. Empero, no eran los Movimientos de la oposición portadores del senti-
miento de cambio. Por reacción o por convicción, por presión o necesidad, el
establecimiento puso a prueba su capacidad de adaptarse a los nuevos tiempos.
El proyecto político que aspiraba a imponer Lleras en la segunda etapa del
Frente Nacional pretendió desarrollar a corto tiempo y sin oposición, la infra-
estructura de una sociedad capitalista que él adornaba con la fórmula de una
«sociedad más igualitaria». Proceso inconcluso y frenado durante todo el si-
glo. Lleras aceptaba el reto de la oposición. Esta a su vez no creemos que lo
haya advertido. Si lo advirtió, nunca creyó que uno de los gestores del Frente
Nacional, precisamente «el continuista Carlos Lleras Restrepo», pudiera ha-
cerlo. Por eso a diferencia de López, que jugaba con lo supraestructural. Lleras
decidido a coger el toro por los cachos, fue al grano. De manera pragmática
hizo un inventario de los problemas del país y presentó soluciones.

La llamada alianza entre el MRL-Línea Blanda, el lauroalzatismo y la ANAPO


para escoger de común acuerdo el nombre de un candidato a la Presidencia de
la República, fue un mecanismo de conveniencia electoral. No fue suficiente el
común antillerismo como catalizador de la unidad. El amplio respaldo que
recibieron las listas frentenacionalistas en las elecciones legislativas del 20 de
marzo de 1966, desmotivó a emerrelistas y lauro-alzatistas para presentar un
candidato de unión a la Presidencia de la República. El que el vencedor fuera
Rojas desmontaba definitivamente el embeleco de la candidatura de la oposi-
ción. Se esperaba entonces que la comunidad anapista promoviera la figura de
su líder como contracandidato. Sin embargo, los ideólogos del anapismo die-
ron muestra una vez más de su disposición inquebrantable de someterse a las

252
reglas del juego establecidas. El 2 de abril, los medios comunicaron a los co-
lombianos que la noche anterior el dirigente liberal José Jaramillo Giraldo
había sido ungido por el anapismo a la candidatura presidencial. Con la elec-
ción del nombre de Jaramillo y no el de Rojas para la candidatura presidencial
y con el fortalecimiento del ala liberal anapista en las pasadas elecciones, la
gran prensa y el establecimiento en general hablaron menos del rojismo y
comenzaron a referirse a esa comunidad como «La ANAPO». La adhesión
más importante que recibió Jaramillo fue la del Movimiento Democrático
Nacional MDN. Alberto Zalamea se trasladó con su gente, su prensa y sus
idearios a las toldas del anapismo. Con la llegada del MDN, se amplían los
contenidos de los programas anapistas. Al discurso de la plaza pública se le
suma con intensidad el tema del nacionalismo colombiano, antes disperso en
las corrientes disidentes del bipartidismo o en las frustradas terceras alternati-
vas. Empieza el ensanchamiento del sector liberal del anapismo ante el fraca-
so, e inconsecuencias de las disidencias liberales.

4. EL RESCATE DE LA PLAZA PUBLICA.


Gran parte de la agitación política entre 1964 y 1966 transcurrió en medio del
estado de sitio. Fue esa una de las razones que llevó a las agrupaciones de la
oposición a reunirse en recintos cerrados. Pero fue sólo una de las razones.
Ante las nuevas circunstancias que vivía el país, las reagrupaciones y alianzas
políticas se convirtieron en el nuevo tema de las discusiones políticas. Mien-
tras que todo el mundo concertaba, negociaba o discutía en hoteles, sindicatos,
universidades, sedes de los gremios, sobre las maneras de llegar al poder, el
anapismo recorría las plazas públicas colombianas de manera intensa y per-
manente. Rojas tenía muy presente la geografía nacional para la realización de
sus campañas políticas. Se le ve en Maicao o en San Andrés; recorriendo el sur
del Magdalena en canoa o deslegitimando el Frente Nacional en las principa-
les ciudades del país. Hay una correspondencia entre las regiones visitadas por
el jefe del movimiento y la alta votación a su favor en las mismas.

Finalmente, para una sociedad como la colombiana, altamente politizada a


mediados de la década del sesenta, la presencia de tanto movimiento político,
servía de control de la misma. Las agrupaciones existentes evitaron que fuera
peor en Colombia, por la exclusividad del Frente Nacional, el problema de la
falta de canalización político-social para los nuevos sectores de la población
colombiana que necesitaban expresarse. Lainstitucionalización del bipartidismo
no significó siquiera la participación de la mayoría de los colombianos libera-
les y conservadores. Tenían razón los grupos de la oposición que acusaban al
sistema político del país de unipartidista. No significaba esto que las agrupa-
ciones de la oposición, con la excepción de la Línea Blanda, estuvieran intere-
sadas en hacer del sistema político colombiano un sistema de partidos; no
obstante que el análisis cuantitativo realizado permitió advertir en el compor-

253
tamiento de los grupos de la oposición algunos elementos que contribuían a la
configuración de un sistema de partidos9. Sin embargo, los avatares de la evo-
lución política del país no favorecieron ni el fortalecimiento de esta tendencia
como tampoco la estructuración y regularización de un sistema de canaliza-
ción diversificado. A la larga, los grupos de oposición aspiraban a imponer en
caso de llegar al poder el tipo de Estado que rondaba en sus cabezas. En una
carta al Presidente Valencia, firmada por los máximos dirigentes de la Línea
Dura Alvaro Uribe Rueda y Ramiro Andrade, por la cúpula del MDN Hernando
Echeverry Mejía, Alberto Zalamea y Roberto Torres Quintero, por los líderes
del PSDC Alvaro Rivera Concha y Francisco de Paula Pérez y por numerosos
intelectuales del país, se consignan algunas opiniones interesantes a propósito
de las medidas de excepción tomadas entonces por el ejecutivo: «Si este estado
de sitio fuera aprovechado para darle a la Nación el rumbo nuevo que estamos
reclamando todos los colombianos, desde las plazas públicas, desde las uni-
versidades, en el silencioso discurrir de nuestros campos, a través de las voces
de descontento reiteradamente repetidas por nuestros obreros o por entre el
sereno razonar de nuestros intelectuales, y se acometiera, por medio de ese
peligroso pero eficaz instrumento, la obra de transformación radical de nues-
tras carcomidas estructuras políticas, económicas, sociales y culturales, noso-
tros, y los movimientos de opinión pública que representamos, no tendríamos
ningún reparo que hacer a esa obra constructiva que por si misma contaría con
el apoyo ciudadano10. Interesados en la toma del poder y en la realización de
sus programas por la vía más directa y rápida, las agrupaciones de esta parte
de la década no se concentraron en trazar a largo plazo las directrices para su
conversión en verdaderos partidos políticos. Les llamaba más la atención un
gobierno que con el estado de sitio lograra: «nacionalizar el Banco de la Repú-
blica, implantar la función social y colectiva del crédito; para establecer un
control planificado de las divisas con fines de desarrollo; para las posibilida-
des pesqueras de nuestros mares; para imponer la planeación en todos los
niveles y hacer cumplir los planes; para otorgar a la cultura su primer puesto
en la escala de los valores sociales; para defender nuestra dignidad de Estado
soberano y dar a nuestra política exterior la dimensión de la gran nación his-
panoamericana; para conseguir nuestra libertad auténtica a través de la inde-
pendencia económica y la justicia social; para sentar las bases de una reforma
urbana y dar un paso serio en favor de una verdadera reforma; para establecer
nuevas relaciones en régimen empresarial, dentro de las cuales el trabajo no

' En este sentido es sugestiva la siguiente tesis de Giovanni Sartori: «Lospartidosno constituyen un
sistema, sino cuando son partes (en plural), y un sistema de partidos es precisamente el sistema de
interacciones que es resultado de la competencia entre partidos. Esto es, el sistema de que se trata
guarda relación con la forma en que se emparentan los partidos entre sí, con cómo cada uno de los
partidos es función (en el sentido matemático) de los demás partidos y reacciona, sea competitivamente
o de otro modo, a los demás partidos» Véase: Sartori Giovanni. Partidos y Sistemas de Partidos, 1.
Madrid, ed. Alianza Universidad, 1980. p.69
10
Véase «Transformar Estructuras con Decretos Leyes», piden grupos. En: El Espectador, mayo
30 de 1965 p. 2A.

254
sea considerado simplemente como una mercancía; para hacer en fin, de Co-
lombia una Nación digna y poderosa, una patria en constante expansión espi-
ritual y material»".

Ibid.

255
Visita de Alberto Zalamea, Director de la revista La Nueva Prensa
a Rojas lanilla en Melgar, el Domingo de Pascua de 1964.

256
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Y A T E , mayo 1974.
Veron Eliseo Et. al. El Discurso Político. Lenguaje y acontecimientos. Buenos Aires,
Librería Hachette, 1987.
Veron Eliseo, Sigal Silvia. Perón o Muerte. Los Fundamentos Discursivos del fenó-
meno peronista. Buenos Aires, Ed. Legasa, 1986.

IV. PRENSA NACIONAL

Eco Nacional, (Bogotá) Octubre, 1949.


El Tiempo (Bogotá) 1964-1966.
El Espectador (Bogotá) 1964-1966.
El Siglo (Bogotá) 1964-1966.
La República (Bogotá) 1964-1966

257
V. PRENSA REGIONAL

El Frente (Bucaramanga) 1964-1966.


El País (Cali) 1964-1966.
Occidente (Cali) 1964-1966.
El Nacional (Barranquilla) 1963-1966.
Diario del Caribe, abril 1985.

V I PRENSA DE LOS MOVIMIENTOS POLÍTICOS DE LA OPOSICIÓN

Pueblo y Libertad. Órgano del PSDC. 1965.


La Calle. Órgano de la Línea Dura del MRL 1963-1965.
MRL de Colombia. Órgano de la Linea Blanda del MRL 1965.
Alianza Popular. Órgano de la ANAPO 1965-1966.
Frente Unido. Órgano del Frente Unido 1965.
Voz Proletaria. Órgano del pee 1964-1966.
La Nueva Prensa. 1961-1966.
Diario vespertino La Nueva Prensa 1963.
Vertical. Órgano conservador nacionalista cristiano, impulsor de la candidatura del
General Alberto Ruiz Novoa en diciembre de 1965.

VH ESTADÍSTICA

Organización y Estadisticas Electorales. Bogotá, Reginal Publicaciones 1964 Y 1966.

Vffl. DOCUMENTOS DE LOS CUERPOS LEGISLATIVOS.

Anales del Congreso 1964-1966.


Libro de Actas del Concejo de Cali 1964-1966.
Libro de Actas del Concejo de Barranquilla 1964-1966.
Libro de Actas del Concejo de Bucaramanga 1964-1966.
Libro de Actas del Concejo de Bogotá 1964-1966.

I X TEÓRICOS DEL NACIONALISMO COLOMBIANO

Álzate Avendaño Gilberto. Obras Selectas. Bogotá, Imprenta Patriótica del Instituto
Caro y Cuervo, Yerbabuena, 1979.
Betancur Belisario. Colombia cara a cara. Bogotá, ed. Tercer Mundo, 1961.
Betancur Belisario. El rostro Anhelante. Imagen del cambio social en Colombia. Bo-
gotá, ed. Revista Colombiana Limitada. 1966.
De la Espriella Ramiro. «Nacionalismo y Anticomunismo». En: La Nueva Prensa,
No. 96, abril 27 de 1963, p.76.
De la Espriella Ramiro. Una Hoguera de ideologías sacrificadas. En: La Nueva Pren-
sa, No. 126, diciembre 26 de 1964.
De La Espriella Ramiro. La Baraja Incompleta y por fuera de la baraja. Bogotá, ed,
Durby, 1959.

258
De la Espriella Ramiro. El Colapso de los partidos y la creación -en la lucha- de un
nuevo movimiento. En: La Nueva Prensa, No. 127, enero 23 de 1965.
Uribe Rueda Alvaro. Recorrido a la Interpone. Bogotá, Editores Tierra Firme, 1982.
Uribe Rueda Alvaro. El Nacionalismo, Motor de Nuestro Tiempo. En: Recorrido a la
Intemperie Op. cit, p. 125.
Uribe Rueda A Carta al General Alberto Ruiz Novoa. Bogotá, mayo 11 de 1965. En;
Anales del Congreso, mayo 18 de 1965, p. 226-227.
Rincón H. Víctor Manuel. La Revolución Popular. Por una revolución nacionalista
popular. Bogotá, Imprenta Osmar, 1965.
Ruiz Novoa Alberto. El Gran Desafio. Bogotá, ed. Tercer Mundo, abril de 1965 146 p.
Zalamea Alberto. «Una Solución Nacional», En La Nueva Prensa, No. 100, junio 15
de 1963, p. 50.

X. DOCUMENTOS

Plataforma ideológica y política de la Alianza Nacional Popular. Alianza Popular No.


1 agosto 11 de 1961, p. 1.
Plataforma Ideológica del MRL. En: MRL. Documentos 1961, folleto de divulgación.
Bogotá, editorial Kelly, 1961.
Resolución Política y Plataforma de Lucha Inmediata. Resoluciones del 9o. Congreso
del PCC. Bogotá, s.e. 1961.
Programa del Pueblo. Frente Unido de Acción Revolucionaria FUAR. En: La Nueva
Prensa No, 51, abril 18-24 de 1962, p. 12-14.
Manifiesto Electoral del Partido Comunista. En: Voz de la Democracia, abril 28 de
1962, p- 1 y 4.
Primer Consejo Político Nacional del Frente Unido de Acción Revolucionaria (FUAR)
18-19 de agosto de 1962. Análisis de la situación nacional. En: La Nueva Prensa, N°
70, 1-7 de septiembre. 1962 p. 18-19.
La Declaración de los 18. Declaración de los Congresistas que dieron origen a la
linea Dura del MRL. La Nueva Prensa N° 96. p. 60-61. Abril 27-mayo 3 de 1963
Declaración del Comité de Acción Revolucionaria del MRL (CAR). En: La Nueva
Prensa, No 99-100 junio 15, 1963 p. 85-87.
Frente Popular de Explotados propone Uribe. Diario Vespertino La Nueva Prensa,
julio 22, 1963, p.l y 4.
Uribe emplaza al Partido Comunista. En Colombia no existe hoy un oden democráti-
co que valga la pena defender. Diario Vespertino La Nueva Prensa. Agosto 2, 1963,
p»y4.
Reagrupación nacionalista en tomo a las Tesis revolucionarias buscará la Línea Dura
en la Asamblea del 10. Puntos acordados para el temario de la Primera Conferencia
Nacional de Dirigentes de la Linea Dura. Diario Vespertino La Nueva Prensa. Octu-
bre 4, 1963, p. 3 y 4.
Conclusiones de la Asamblea Nacional del MRL. Lucha abierta contra el Frente Na-
cional proclamó La Linea Dura. Diario Vespertino La Nueva Prensa. Octubre 14,
1963, p. 8 y 4.
Plataforma de Alianza Nacional Popular. Bogotá, diciembre de 1964. (folleto) 35 p.
en: Alianza Popular. Periódico del pueblo. Edición especial. Bogotá, jueves 27 de
enero de 1966.
Un Llamamiento a la Nación. Texto del llamamiento lanzado a los colombianos el
sábado 16 de enero por distintos dirigentes de la opinión Pública, pertenecientes a

259
todas las comentes ideológicas del país y en el cual se pide la constitución de Comités
de Salvación Pública en vista de la gravedad de la crisis y de la impotencia del actual
Estado colombiano para afrontarla. La Nueva Prensa, N° 127 enero 23 de 1965,
p 30-31.
Plataforma Para un Movimiento de Unidad Popular». Hoja Volante, marzo 17 de 1965.
Véase: Torres Camilo. Cristianismo y Revolución. México, Ediciones ERA, S.A 1970.
p. 515-523.
Plataforma del Partido Social Demócrata Cristiano PSDC aprobada por el Quinto
Consejo Nacional del PSDC. Periódico del PSDC «Pueblo y Libertad», agosto 1 de
1965, p. 3.
Texto de los discursos pronunciados por el expresidente Alberto Lleras, y el exministro
Belisario Betancur en el Hotel Tequendama, en la comida mensual del Centro de
Estudios Colombianos, ante una audiencia bipartidista. £1 Espectador, octubre 1 de
1965, p. 10 y 11.
Manifiesto de la Junta Asesora a la Militancia del MRL. En MRL de Colombia, julio
10 de 1965, p. 2.
Estatutos del MRL en: MRL de Colombia, julio 23 de 1965, p. 4-5 y 8.
Los 5 puntos del MDN. En: La Nueva Prensa, No. 133, 1965 sin mes ni día. Véanse
contraportadas de la revista y p. 12-13.
Camilo Torres. Por qué no voy a las elecciones. En: Camilo Torres. Cristianismo y
Revolución... Op. cit, p.523-525.
López Michelsen Alfonso. Colombia en la Hora Cero. Bogotá, editorial, tercer mun-
do, 1963. 2 tomos.
López Michelsen Alfonso. Posdata a la Alternación. Intervenciones Políticas de 1964
a 1970. Bogotá, Editorial Revista Colombiana Limitada, diciembre de 1970. 460 p.
Plataforma de la Concentración Patriótica, Síntesis de las plataformas del Movimien-
to Democrático Nacional MDN y de la Alianza Nacional Popular ANAPO para la
campaña presidencial de José Jaramillo Giraldo. La Nueva Prensa, N° 143, abril 22
de 1966, p. 3 y 4.
Resolución Política del Décimo Congreso del PCC. Documentos Políticos. Revista
del PCC No. 57, febrero de 1966, p. 90-104.

XI DOCUMENTOS DE LOS PARTIDOS TRADICIONALES

Programa del Frente Nacional. En: La República, febrero 21 de 1962, p. 9 y 10.


Plataforma programática apoyada por la Dirección Nacional Liberal en noviembre de
1965" en: Programas del Partido Liberal Colombiano 1959-1981. Bogotá, Centro de
Estudios e Investigaciones José Antonio Galán, 1982, p, 82.
Lleras Camargo Alberto. Sus Mejores Páginas. Bogotá, Compañía Grancolombiana
de Ediciones S.A, p. 212
Manifiesto Liberal y Conservador sobre la Candidatura pide Lleras». En: El Especta-
dor, marzo 4 de 1965, p.l y 2A
Diez Cambios Propone Carlos Lleras Restrepo. En: El Espectador, abril 9 de
1965, p. 1.
Nuevas Reformas y Cambios Políticos y Sociales Plantea Carlos Lleras Restrepo en
Cali». En: El Espectador, agosto 6 de 1965, p. 1 y 10A
Recobrar la Mística del Acuerdo Nacional pide Belisario Betancur. En: El Tiempo,
octubre 1 de 1965, p. 11

260
Lleras Restrepo C ; Bigo Pierre, S.J.; Gómez H. Alvaro; Pastrana B. Misael. ¿Revolu-
ción Violenta?. Bogotá, Ed. Andes (Agosto de 1965).
Lleras Restrepo C. El Cambio Social. Bogotá, Editorial AGRÁ Limitada, (s.f.) Proba-
blemente 1965. (Selección de materiales entre 1960 y 1965)

Xn. DOCUMENTOS DE LA IGLESIA CATÓLICA

Abstenerse de votar es falta grave. Declaración del Episcopado. En: El Espectador,


19 de febrero de 1966, p.l y 9A

Xm. ENTREVISTAS

Alberto Ruiz Novoa. Conversaciones durante 1992 y 1994.


Tito Meló. Barranquilla, noviembre de 1990.
Claudio Urruchurtu. Barranquilla noviembre de 1990 y julio de 1993.
Alvaro Uribe Rueda. Conversaciones durante 1992 y 1993.
Alberto Zalamea. Conversaciones durante 1992 y 1993.
Samuel Moreno Díaz. Conversaciones durante 1991 y 1994.

XIV. REVISTAS

Documentos Políticos. Revista del Partido Comunista de Colombia. 1964-1966


Sistema. Colombia y el mundo en quince días. 1965.

XV. LITERATURA

Alba J. Tito. Vida, confesión y muerte de Efrain González. Un relato de amor, violen-
cia y desesperanza. Bogotá, Tipografía Bermúdez, 1965. 226 p. (Este libro fue escrito
por Francisco Plata Bermúdez bajo el pseudonimo-de J.Tito Alba).
Arenas Jaime. La Guerrilla Por Dentro. Análisis del ELN Colombiano. Bogotá, Tercer
Mundo. Colección Universal, 5 edición, 1975.
Ayala Diago César Augusto. El Discurso de la Conciliación, Análisis cuantitativo de
las intervenciones de Gustavo Rojas Pínula entre 1952-1959. En: Anuario Colombia-
no de Historia Social y de la Cultura. Universidad Nacional, Departamento de Histo-
ria Nos 18-19 1990-1991, p. 205-244.
. El Movimiento de Acción Nacional (MAN). Movilización y Confluencia de
Idearios Políticos durante el Gobierno de Gustavo Rojas Pinilla. En: Anuario Colom-
biano de Historia Social y de la Cultura. Universidad Nacional, Departamento de
Historia No. 20 1992, p. 44-70.
. Los Orígenes del Anapismo como variante colombiana del populismo 1959-
1965. En: Ensayos sobre cultura política colombiana. Controversia 162-163. Bogotá,
CINEP, 1990.
. Idearios y Movimientos Nacionalistas en el Debate Político colombiano en-
tre 1961 y 1965. En: Cultura Política. Movimientos Sociales y Violencia en la Histo-
ria de Colombia. VHI Congreso de Historia de Colombia. Bucaramanga Publicacio-
nes UIS, 1993,. p. 217-269.

261
. El Discurso Parlamentario de la Representación Anapista en las Corporacio-
nes Públicas durante la legislatura 1964-1966. En: Revista Politeia de la Facultad de
Derecho, Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de Colombia. No. 15
1994, p. 56-84.
Camués F. Ludgerio. El Tugurio. Problemática Social de las Invasiones. Bogotá, Edi-
torial Kelly, 1966,
Currie Lauchlin. Desarrollo Económico Acelerado. La necesidad y los medios. Méxi-
co, FCE, 1968.
Gaitán Mahecha Bernardo. Misión Histórica del Frente Nacional. Bogotá, edición
Revista Colombiana Limitada, 1966.
Hagen Everett E. El Cambio Social en Colombia. El factor humano en el desarrollo
económico. Bogotá, edición Tercer Mundo, 1963, 108 p.
Harker Valdivieso Roberto. La Rebelión de las Cumies. Bogotá, ed. Salazar, 1968.
Lasema Mario. La Revolución, para qué ?. Bogotá, ed. Revista Colombiana Limitada,
1966
Lebret Joseph Louis. Estudio sobre las condiciones del desarrollo en Colombia. Bo-
gotá, Aedita Editores, 1958.
Lebret L.J. Manifiesto por una Civilización Solidaria. Lima, Ediciones El Sol, 1962.
López Francisco. Los Factores de la revolución. Bogotá, Editorial, Iqueima, 1964
204p. (Publicado después de marzo).
Olano Cruz Hernando. Su Obra. Bogotá, Gráficas Leipzig, 1966.
Sandilands Roger J. Vida y Política Económica de Lauchlin Currie. Bogotá, LEGIS,
Fondo Editorial, 1990.
Torres Camilo. La proletarización de Bogotá, Fondo Editorial Cerec, Bogotá, primera
edición 1987.
Villanueva Martínez Orlando. Camilo. Acción y utopía, Bogotá, Línea de Investiga-
ción en Historia Política, Universidad Nacional, 1995.

262
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