Está en la página 1de 4

Reseña crítica de Jérôme Baschet: “La civilización feudal.

Europa del año mil a la


colonización de América”. México, FCE, 2009

Jérôme Baschet, publica La Civilización feudal. . Europa del año mil a la colonización de
América en 2004. Traducido al castellano en 2009, este libro constituye probablemente uno de
los mejores esfuerzos de los últimos años por concebir una obra prolija, detallada y general,
rozando la lógica de manual, en la medida en que revisa en prosa accesible, muchos de los
debates que en la actualidad se ciernen al respecto de los estudios sobre la Edad Media y el
feudalismo.
Baschet articula un marco historiográfico que le permite poner en relación los postulados de
la historia social francesa y el materialismo histórico al definir al feudalismo como un modo
de producción caracterizado fundamentalmente por el dominium, y por tanto en relación al
poder sobre la tierra y los hombres, categoría originalmente trabajada por Alain Guerreau,
atravesado por la Iglesia que se inserta en su estudio como eje vertebrador en la medida en
que se deshace de la tradicional oposición entre estructura y superestructura, y se inscribe en
una lógica de larga duración, siguiendo el planteo de su mentor, J. Le Goff. En este sentido,
revestirá al siglo XI de un limitado papel en tanto muestra de cambio de tendencia en un
proceso histórico de formación y consolidación del feudalismo mucho más extenso que
trasciende a la lógica del poder de Ban, poniendo en discusión tanto los postulados clásicos
mutacionistas de G. Duby y C. Wickham, como las tesis revolucionarias de P. Bonnassie y J.
Salrach. De esta manera, y en la medida en que no será el poder de Ban sino la Iglesia el
articulador feudal por excelencia, el medievo se extenderá tres siglos más de lo
tradicionalmente postulado.
De esta manera, nos encontramos con una línea de trabajo que parte de la idea de que el
feudalismo necesariamente debe pensarse en términos de largo plazo (Le Goff) en el que la
conquista de América es vista como un punto de articulación surgida en el marco de la propia
dinámica occidental más que como una división tajante. Probablemente aquí radique el
principal aporte del autor, puesto que la ruptura del feudalismo entrará en crisis
definitivamente no ya con el renacimiento o la conquista de América sino con la revolución
industrial, de modo que Baschet explicará la transición al capitalismo dentro de los marcos del
feudalismo, siguiendo de esta manera los fundamentos de Immanuel Wallerstein. Es en este
largo feudalismo que estudiará a la civilización feudal como el marco en el cual se dan las
condiciones necesarias para el desarrollo y posterior consolidación del capitalismo.
La civilización feudal… ofrece una perspectiva muy interesante incluso en su propia
construcción. Nos animamos a decir que a la manera de espiral, el libro presenta una

4
estructura interna diacrónica y sincrónicamente acompasada que permite ir de lo más general,
lo cronológico, el feudalismo y sus características, a lo más particular en donde esta estructura
hunde sus raíces más profundas, la construcción de la institución eclesial a través del estudio
de las nociones de tiempo, espacio, sistema moral, persona humana y parentesco. Este
andamiaje permite percibir incluso paratextualmente, la importancia asignada a la
espacialidad en la construcción de la sociedad feudal, estructurada, atravesada y ordenada a
su vez por el cristianismo, a tal punto que institución y sociedad terminan fundiéndose en sus
argumentos en uno solo: la sociedad feudal para Baschet es esencialmente una sociedad
cristiana y en la medida en que se expande más allá del Atlántico, es la civilización la que
termina haciéndose cristiana, retomando en este sentido los planteos de Iogna-Prat.
La importancia del locus se hace visible en todos y cada uno de los aspectos revistados por el
autor, inclusive en lo atinente a la lógica del tiempo, retomado sin matices aparentes del
planteo clásico de Le Goff. Desde la consolidación de las ciudades, las peregrinaciones, los
procesos de transformación y resignificación de la salvación de las almas hasta el desarrollo
de la imaginería cristiana, una vez consolidado su papel de refuerzo institucional, la
espacialidad se constituye como la esencia misma y probablemente una de las características
más significativas del concierto feudal.
Desandar los argumentos de La civilización feudal… implica un esfuerzo por parte del lector
para entretejer las esferas retomadas en cada capítulo para reordenar finalmente el objetivo
propuesto: considerar el sistema feudal como un sistema dinámico, donde la inscripción
territorial, el encelulamiento retomado de Fossier, el encastellamento toubertiano, el anclaje
espacial del poder propuesto por Morsel, y en última instancia el dominium de Guerreau, no
pueden explicarse, y acaso siquiera tampoco concebirse sino es en relación directa a la
institución que sirve de “envoltorio y forma”, la iglesia.
Según Baschet, la Iglesia, motor dinamizador del feudalismo, engendrará una plasticidad y
poder de negociación tal, cuyas fibras encontrará en el análisis de una serie de paradojales
pares dicotómicos del proceso histórico de conformación del dogma, como institución total,
que encontrará plena correspondencia con el marcado dinamismo con el que caracteriza al
feudalismo. Este planteo le llevará a ver en la plasticidad, que no reniega sin embargo del
carácter prescriptivo y condenatorio de la institución, la característica nodular del poder que
ejercerá sobre las relaciones entre oratores, bellatores y laboratores.
Una de las críticas que podríamos hacer, es sin duda lo tangencial del acercamiento a América
de los argumentos esgrimidos por Baschet. Aunque parecen bien sustentados los puentes que
establece entre la Europa medieval y América, al concluir el libro, al lector le queda pendiente

4
la especialización y profundidad profesada por Le Goff en el prefacio. Probablemente, esta
sea una de las grandes líneas que Baschet reservaría para libros futuros.
Por otro lado, y aquí reside nuestra principal diatriba al respecto de La civilización feudal…
es la linealidad perfecta, divina, que se establece en la competencia de la Iglesia en su intento
por articular la vida pública y privada de los hombres. Baschet, de manera acabada da la
impresión de que la Iglesia efectivamente supo controlar sin fisuras todos los ámbitos y
relaciones sociales establecidas por la cristiandad y sin embargo, quedan dudas de que así
hubiere sido, incluso cuando el mapa que dibuje en sus conclusiones sea impecable.
Hubiere sido interesante que su análisis contemplara los “puntos de fuga”, los intersticios de
la cristiandad, allí donde la elección racional es más fuerte que el mandato social. Tan solo al
pasar, Baschet hace referencia a un libro de horas en Gand en el que las ilustraciones profanas
contrastan fuertemente con el contenido del texto, dedicado a establecer las oraciones que
debían ser rezadas por laicos. Hubiere sido interesante un análisis más profundo que explicara
esta contradicción que podría perfectamente echar luz sobre compulsiones humanas,
pecaminosas no contenidas. Por otro lado, toda argumentación sobre la plasticidad como un
mecanismo de negociación puede también leerse como un mecanismo de autopreservación,
que no es puesto en discusión.
La civilización feudal… abre generosas líneas de investigación a partir del aporte de Baschet
en el estudio de la iglesia en la larga duración como actor estructurante de la sociedad, como
lo demostraron los trabajos de Iogna Prat (2010) y Boucheron (2010). Solo para empezar, si
seguimos los lineamientos del autor, Europa no estaba más regida por el espacio que por el
tiempo. De manera que queda pendiente un estudio más profundo y en perspectiva comparada
sobre el impacto en América de la implantación del tiempo eclesial. Asimismo, si el
feudalismo se extiende hasta la revolución industrial, el rol de la iglesia total, podría ponerse
en discusión para las postrimerías del período desde la conquista de América.

4
Bibliografía de referencia
BONNASSIE, P.: “Supervivencia y extinción del régimen esclavista en Occidente en la Alta Edad
Media (ss. V-XI)”. Tomado y traducido de: Cahiers de Civilisation Medievales, XXVIII, 1985.
BOUCHERON, P; MENJOT, D., “Las estructuras de la economía urbana”/ “La emancipación
política” en Historia de la Europa urbana. T. II. La ciudad medieval, Universidad de Valencia,
Valencia 2010.
BROWN, P., “Reverentia, rusticitas: de Cesáreo de Arles a Gregorio de Tours”, en, IBID., El primer
milenio de la Cristiandad Occidental. Barcelona, 1997.
DUBY, G., “La época feudal”, en Guerreros y campesinos, Desarrollo inicial de la economía
europea (500- 1200), sº XXI, Madrid, 1985
DUBY, G.: “Estructuras del parentesco y nobleza en la Francia del norte de los siglos XI y XII”, En
Hombres y estructuras de la edad media. Madrid Siglo XXI, 1980.
FOSSIER, R., "¿Qué es la ciudad?", En su La infancia de Europa. Barcelona, 1984.
GUERREAU, A,, "El feudalismo en el siglo XX" y “Para una teoría del Feudalismo”, en IBID., El
feudalismo, un horizonte teórico. Barcelona, 1984, (París, 1980).
IOGNA PRAT, D. , Iglesia y sociedad en la Edad Media, Universidad Nacional Autónoma de
México, México, 2010
MEDICK, H.: "La transición del feudalismo al capitalismo: renovación del debate", en SAMUEL, R,
(ed.): Historia popular y teoría socialista. Barcelona, 1984
MORSEL, J., “Castellanos y caballeros”, en La aristocracia medieval. La dominación social en
occidente (siglos V- XV), Universidad de Valencia, Valencia, 2008.
SALRACH, J. M., "Del Estado romano a los reinos germánicos. En torno a las bases materiales del
poder del Estado en la Antigüedad Tardía y la Alta Edad Media", en, AA.W., De la Antigüedad al
Medioevo -Siglos IV-Vlll, III Congreso de Estudios Medievales. Fundación Sánchez Albornoz,
Madrid, 1993
TOUBERT, P., "El régimen domanial y las estructuras productivas en la Alta Edad Media", en
Castillos, señores y campesinos en la Italia Medieval, Crítica, Barcelona, 1990.

También podría gustarte