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Máster Universitario en Estudios Medievales Europeos: imágenes, textos y contextos.

El feudalismo: ¿Realidad histórica o divagación intelectual?

Autor: Francisco de Asís Maura García

e-mail: quicomaura@hotmail.com

2015-2016
Contenido

1. Introducción: estado de la cuestión y objetivos. ........................................................... 1

2. Debate de tendencias historiográficas: autores, obras e hipótesis. ............................... 4

-2.1. François-Louis Ganshof: ¿Qué es el feudalismo? ............................................. 4

-2.2. Marc Bloch: La sociedad feudal......................................................................... 6

-2.3. Joseph Strayer: Feudalism. .............................................................................. 10

-2.4. Julio Valdeón: El feudalismo. .......................................................................... 11

-2.5. Alain Guerreau: El feudalismo. Un horizonte teórico. ................................... 14

3. El feudalismo: viejas preguntas ¿Nuevas respuestas? ................................................ 15

4. Un juego de realidades cruzadas: entre el viejo empirismo y la nueva creación


intelectual........................................................................................................................ 19

5. Conclusiones............................................................................................................... 22

6. Bibliografía. ................................................................................................................ 24
Videmus nunc per speculum in aenigmate.

San Pablo1.

1
I, Corintios, 13, 12. Traducción: Vemos a través de un espejo formas enigmáticas. Frase referida a los
medievalistas Bloch, Duby y Le Goff que en sus respectivas obras aluden al espejismo feudal como una
metáfora de lo desconocido, refiriéndose al debate historiográfico del feudalismo como una eterna
quimera que enfrentará a los historiadores ad eternum.
1. Introducción: estado de la cuestión y objetivos.

Cuando hablamos de feudalismo todos creemos entendernos en lo sustancial y


reconocemos ciertas vertientes que no necesitan discusión. Por un lado el término como
nombre o adjetivo denota estructuras feudales, régimen feudal o sistema feudal,
teniendo significados semánticos diversos sujetos a definiciones polémicas y a enojosas
discusiones terminológicas. Aceptamos pues la concepción polivalente del concepto y
admitimos la acepción que nos brindan institucionalistas, gradualistas o marxistas
acerca de este complejo y polifacético término2.

Desde el siglo XVIII hasta el XXI ríos de tinta han corrido acerca de qué
entender como feudal o qué significa realmente ese método de gobierno -si lo podemos
considerar así-, cuáles serían sus características y por qué se desarrolló entre los siglos
X-XIII y no antes o después. Como diría P. Iradiel tenemos al menos la conciencia de
que es el término menos malo, aunque como veremos a continuación, ciertos autores
estuvieron muy convencidos de tener que eliminar tamaña palabra del vocabulario
académico-histórico por su ambivalencia terminológica. Para algunos el feudalismo
existe porque había que ponerle un nombre a ese período histórico como nos expone de
forma lacónica Guerreau, hasta que llegáramos al punto de que si no existiera habría
que inventarlo, como postuló Hilton3.

Al abordar un tema tan enredado y sujeto a cambios uno no puede sino


concienciarse a sí mismo de que va a realizar un viaje por un cenagal donde en más de
una ocasión deberá pedir ayuda para ser rescatado, como ocurrió a tantos académicos
antes. Con todo, y para acotar nuestro ensayo, realizaremos un análisis sistemático de
varias obras escogidas intencionadamente para delimitar nuestra investigación, ya
suficientemente amplia de por sí.

En el primer apartado, trataremos a cinco personalidades con sus respectivos


trabajos, realizando en cada una de ellas una triple función analítica: hipótesis
planteadas por el autor, hipótesis propia extraída y marco teórico. De esta forma
conseguiremos una visión diáfana de cada autor, la tendencia que abraza y como influyó

2
IRADIEL, P., Las claves del Feudalismo (860-1500), Editorial Planeta, Barcelona, 1991, p. 4.
3
IRADIEL, Las claves., p. 4.

1
su obra no en los demás académicos, que también, sino saber qué aportó al entero
debate acerca del feudalismo4.

Comenzaríamos por F. L. Ganshof y su obra: ¿Qué es el feudalismo?


considerado por muchos el padre del institucionalismo. Continuaríamos con M. Bloch y
su clásico La sociedad feudal, no siendo una obra puramente dedicada al debate sobre el
feudalismo al cual dedica tan solo la parte final, sino más bien al trato de la sociedad,
sus sentimientos, organización y la importancia de lo social y lo económico dentro de
un conjunto humano. La tercera figura será J. Strayer, medievalista americano que
aunque tildado de institucionalista a mi parecer es más moderado, concibiendo al
feudalismo como un método de gobierno.

Las siguientes dos figuras a tratar serán J. Valdeón y A. Guerreau los cuales
resultaron de gran ayuda tanto por sus hipótesis como por el trato que realizan de otros
autores, Valdeón de una forma más profesional y Guerreau, pecando de reaccionario.

Tras este análisis, extraeremos tanto las hipótesis de los autores como las
extraídas por mí para analizarlas y someterlas a colación con otras obras significativas,
viendo si realmente las viejas preguntas que se hicieron sobre el feudalismo fueron
resueltas o han surgido nuevas que necesitan ser tratadas y que ahora mismo se
encuentran estancadas. Aparte de lo mencionado, trataremos de esclarecer cuáles son
los puntos relevantes que hacen falta para elaborar una suerte de tesis feudal de corte
orgánico que intente aunar todas las posturas en una, para lograr lo que en definitiva
tendría que ser el objetivo de estos ensayos, libros y artículos: lograr un cuórum de
ideas más que hacer un combate de tendencias historiográficas, un punto primordial que
será expuesto en el último apartado tratando de crear un puente entre el viejo empirismo
y la nueva creación intelectual.

4
Por esta misma razón nuestro ensayo será considerado como meramente historiográfico, analizando
tendencias y sometiéndolas a debate en consenso con obras y escritos de otros historiadores.

2
3
2. Debate de tendencias historiográficas: autores, obras e
hipótesis.

En el siguiente apartado analizaremos las posturas de ciertos autores, sus obras y


el impacto de sus hipótesis para someterlas a colación, entrelazarlas y compararlas para
escudriñar en la medida de lo posible una definición de feudalismo que se adecue a la
evolución que desde el siglo XVIII hasta nuestros días vemos en dicho término.

2.1. François-Louis Ganshof: ¿Qué es el feudalismo?

Cuando nos adentramos en la obra de Ganshof notamos al instante una suerte de


aura conservadora que abraza el concepto de feudalismo, como eso mismo, un
concepto, un término que parece incluso hierático, inamovible. Su obra, convertida a día
de hoy en clásico historiográfico, nos expone de forma tanto diáfana como enfática, una
confusión al tratar el término feudal-feudalismo, argumentando que ya desde la
Revolución Francesa de 1789 se atribuyó -en principio- sin quererlo, un fanatismo
fantasioso a dicho término que empañó la verdadera percepción que se debía tener del
feudalismo más como sistema y no tanto como pulsión romántica rezumante de
sentimentalismos revolucionarios de finales del XVIII5.

No obstante ¿Hasta qué punto coinciden el feudalismo de Ganshof y el posterior


feudalismo clásico manejado por la propia historiografía? ¿En qué medida ha terminado
siendo la propia historiografía la que ha contrapuesto los enfoques diversos -y, en
algunos casos, complementarios- sobre el feudalismo6? No debemos olvidar que
Ganshof concibe al feudalismo como una relación de lazos de dependencia del hombre
para el hombre, con un sistema jerarquizado que se mantendría no por una relación
social compartimentada y establecida para el perfecto cuórum dentro de un sistema

5
GANSHOF, F. L., Que éo Feudalismo?, Coleccçao saber, Publicaçoes Europa-América, 1974, p. 9.
6
MASFERRER, A y HEIRBAU, D., “La contribución de F. L. Ganshof a la historiografía feudal
europea: una revisión crítica de la historiografía española en torno al feudalismo ganshofiano”, Anuario
de historia del derecho español, Tomo LXXV, Ministerio de Justicia, Secretaría general técnica, 1993-
2014, p. 642.

4
socio-económico reconocido, sino más bien por el uso de la fuerza y la coacción de una
clase social militarizada que ejercería su derecho a través de la intimidación7.

Los derechos sobre la tierra, la jerarquía de los lazos de dependencia, el poder


público o el pacto social entre los diversos escalafones creaba al mismo tiempo una
situación que pecaba de utópica por la sencillez que a priori se desprende de ella,
viendo como en cada región podía llegar a crearse una jerarquía autónoma8.

Expone al mismo tiempo un desarrollo espacio-temporal que recorrería desde el


siglo X al XII toda Europa, tiñéndola no de lo que hoy comprendemos como
feudalismo, sino de un régimen feudal que sería la piedra angular de su hipótesis,
viendo como dentro de ese sistema feudal y señorial militarizado se llega a crear una
institución feudal que a mi parecer comenzaría a aplicarse a partir del siglo XI. Ganshof
concibe el feudalismo como una institución donde el feudo constituye la llave maestra
del debate por la eterna lucha de los derechos de la tierra.

La excesiva implementación en este caso particular de un institucionalismo


severo hace chirriar ciertos engranajes que como veremos en apartados posteriores, no
llega a cristalizar en algunas obras historiográficas de impacto que tienden a concebir a
esa sociedad feudal como un todo orgánico que no tendría nada que ver con una visión
jurídico-pública que acaba siendo por defecto identificada con el Derecho feudal9.

Ganshof también asienta un requisito que autores como Guerreau y Strayer


mencionan como un hecho relevante y es que se suelen generalizar acepciones que antes
permanecían aletargadas, como es el asentamiento de las relaciones feudo-vasalláticas a
través de una clase armada libre y guerrera que combate a caballo, con hábitos militares
y que tiene ciertas características y bienes. Volvemos a ver que la militarización de la
sociedad es claramente capital pero no se entiende sin la posesión de la tierra y por ello,
el feudo que en este caso, sería propiedad de un rey que repartiría sus posesiones entre
sus súbditos de confianza, trazando lazos esenciales a través del ius militare de la
época10.

7
GANSHOF, Que éo Feudalismo?., p. 9. A. Guerreau critica a Ganshof por utilizar muy a la ligera los
términos derecho, jerarquía e institución, teniendo en cuenta que se está refiriendo a una sociedad entre
los siglos X-XI en la que no se puede jugar de un modo tan prosaico con una terminología tan importante.
8
GANSHOF, Que éo Feudalismo?., pp. 9-12.
9
MASFERRER y HEIRBAU, “La contribución de”., p. 645.
10
GANSHOF, Que éo Feudalismo?., p. 93.

5
¿Debemos aceptar tan solo la visión militarista a través de un derecho que
supuestamente sería recíproco entre las clases aristocráticas guerreras para el reparto
equitativo de las tierras que iban a explotar sin tener en cuenta a la mano de obra, es
decir al campesinado? Para Ganshof todo emana del feudo, es la razón de ser y la causa
de la fidelidad de los servicios de vasallaje11. Eso mismo refleja Fulberto de Chartres en
el siglo XI, observando que el vasallo debía permanecer fiel al señor, ayudarle y darle
consejo en lo que se llamó beneficium et fidelitatem, un hecho que percibimos como
real, pero que Ganshof aquí reinterpreta como una ley magna que gracias a la tenencia
del feudo legado por el rey y el posterior homenaje de los súbditos al monarca crearía
una institución cimentada en una relación social que se institucionalizaría ipso facto a
través del servitio empático entre el gobernante -dador de tierra- y sus vasallos, los
receptores de la misma12.

El llamado legado del feudalismo puede haber asentado instituciones, maneras


de ser, de pensar y de sentir, y aquí Ganshof intenta extrapolar las herencias del
feudalismo a situaciones puntuales o a frases hechas incluso para ver las herencias
inmanentes dentro de un sistema que se tipificó como institución casi hierática.

Empero, donde realmente recala el valor de la obra de Ganshof no es en que sus


argumentos sean o no verídicos o totalmente fehacientes, recala sin duda en los nuevos
caminos que abre su investigación a la historiografía, que vio en él un padre trazador de
líneas maestras para una posterior investigación que lleva ya en cocción muchos años.
Ese posterior debate no iba a permanecer mucho más en el purgatorio, ya que un
contemporáneo de Ganshof, Marc Bloch, iba a revivificar ese nuevo pero al mismo
tiempo añejo institucionalismo fundamentado en la relación guerrero-aristocrática de la
nobleza para referenciar que el feudalismo englobó a la sociedad en su conjunto y no
tan solo a las capas más altas.

2.2. Marc Bloch: La sociedad feudal.


Tanto M. Bloch en La sociedad feudal, como G. Duby en Los tres órdenes o lo
imaginario del feudalismo, hablan de espejismos al referirse a ciertas partes de la
historia de la Edad Media y no era baladí tal licencia poética, porque realmente, estaban

11
GANSHOF, Que éo Feudalismo?., p. 199.
12
GANSHOF, Que éo Feudalismo?., p. 223.

6
en lo cierto13. Si hablamos de esos espejismos aplicados al debate historiográfico feudal,
está claro que es una metáfora bien escogida por ciertas actitudes tradicionalistas que
sin cesar atraen el presente hacia el pasado, no estando en las antípodas del llamado por
Bloch, espíritu histórico, donde la diversidad debería primar sobre el hieratismo
intelectual encorsetado en muchas ocasiones en ideales pasados de moda que se resisten
a desaparecer14.

La obra de Bloch a mi parecer sí que asienta férreos pilares donde fundamentar


una nueva revisión de la concepción del feudalismo o de la llamada sociedad feudal.
Parte de lo auténtico y parte de lo imaginario, parte de la realidad histórica y parte de la
divagación intelectual que percibimos en dichas obras, tanto en Ganshof, como en
Bloch o Duby, alegan que alejarse de toda tentativa de interpretación que dejase de dar
cuenta, con igual plenitud, alguna de las corrientes anteriores a su obra y comenzar a
divagar sin prestar atención a los precedentes estaría condenada al fracaso15.

Es por esa razón y en contestación a la obra de Gansgof, que Bloch alude a una
unidad conjunta, un todo, más que un monopolio del poder a través de la militarización
de la sociedad. Bloch retrata al monarca como un ente relevante, sin duda, pero se
pregunta a sí mismo: ¿Era el rey durante los siglos X-XI una figura potente e
indiscutible tal y como veríamos por ejemplo en el siglo XII con los Plantagenet y los
Capeto? El rey no tenía de rey más que el nombre y su corona, incapaz de defender
contra los peligros que los amenazaban ni a sus obispos ni a sus súbditos, apuntillaría el
estudioso francés16.

Entonces, si para Ganshof el feudo era el epicentro de todo el sistema feudal,


¿Qué significaba para Bloch? La fundamentación de la importancia de la tierra vendría
dada por la capacidad de herencia y de inherencia de esas posesiones, de donde se
conseguiría extraer tanto un salarium como un beneficium; ese feudo, como se recoge
en La Glosa del Espejo del siglo XIV en Sajonia, es el salario del caballero17.

13
BLOCH, M., La sociedad feudal, Akal universitaria, Historia Medieval, Madrid, 2002, p. 112; DUBY,
G., Los tres órdenes o lo imaginario del feudalismo, Taurus humanidades, Madrid, 1992, p. 11.
14
BLOCH, La sociedad., p. 112.
15
BLOCH, La sociedad., p. 114. Esta es sin duda la crítica que se le reprocha más a Guerreau en la obra
que analizaremos a continuación.
16
BLOCH, La sociedad., p. 179.
17
BLOCH, La sociedad., pp. 180-183.

7
¿Entonces esta tierra es una explotación? Un matiz vital debe ser expuesto aquí.
Bloch, cuando alude a ese feudo como tierra dada en herencia que da beneficios se
refiere obviamente a la clase alta, a la nobleza terrateniente, pero al mismo tiempo, deja
entrever la existencia de una paradoja dentro del vasallaje. Por encima de las múltiples
cuestiones que plantea la historia del vasallaje europeo, un gran problema humano las
domina todas: ¿Cuál fue, en las acciones y en los corazones, la verdadera fuerza de ese
cimiento social18?

Ese germen que crea unidad, según Bloch, sería la afección. Una lógica que nos
invitaría a pensar que el hombre que rinde vasallaje a otro hombre superior -evitamos
aquí referencia a la realeza o nobleza guerrera- sería una relación recíproca encuadrable
en la máxima del do ut des tan típico y al mismo tiempo tan complejo.

Para ello Bloch escoge un pequeño verso de un personaje de la epopeya


francesa:

Girart se ha hecho el hombre ligio de Carlomagno

Y de él recibe entonces amistad y señorío19.

¿Estamos ante la referencia de afección que estábamos buscando? Bloch aquí va


más allá de la ejemplificación vacía, debido a que ese breve extracto es de una poesía,
es decir, literatura, no historia. Y dice él: ¡Literatura! Exclamarán quizás los
historiadores que no tienen oídos más que para la seca voz de los documentos. ¡Qué no
sea un obstáculo20! Podemos interpretarlo como una crítica al institucionalismo o
incluso al historicismo de corte más rankeano, exponiendo aquí Bloch que el desechar
las nuevas disciplinas que ahora integra la historia sería como dar la espalda a la
evolución y mejora de una ciencia social cambiante como pocas21.

Dentro de esa estela de ciencia social e historia social, podemos ver otra de las
hipótesis centrales de Bloch: el feudalismo como tipo social. Para abrir la lata y

18
BLOCH, La sociedad., p. 247.
19
BLOCH, La sociedad., p. 248.
20
BLOCH, La sociedad., p. 248.
21
BLOCH, La sociedad., p. 248.

8
proseguir con su argumentación, Bloch se hace una pregunta: ¿Estamos hablando pues
de feudalismo o feudalismos22?

Para cimentar estas alusiones implementa un excurso muy relevante haciéndose


eco de las palabras de ciertos pensadores como Voltaire y Montesquieu, el cuál postuló
que el establecimiento de las “leyes feudales” en Europa era un fenómeno único en su
género, un acontecimiento ocurrido una sola vez en el mundo y que quizá no volviera a
repetirse jamás23. Voltaire por su parte dijo que el feudalismo no fue en absoluto un
acontecimiento, era sin duda una forma muy antigua que subsistía en los tres cuartos de
nuestro hemisferio con administraciones diferentes24. Ganshof atisbaba la posibilidad de
que hubiera feudalismo en Japón o en ciertas zonas de Turquía pero Bloch aquí es
tajante y se ampara en pensadores ilustrados para atribuir el feudalismo íntegramente a
Europa.

Vimos el conjunto social y vimos también el feudo, pero, ¿Y si Bloch en el título


de su obra nos estuviera dando la clave para resolver el problema? Para ello hace una
mezcla aparentemente exitosa de sociedad y feudo conjugado en la tierra por la cual y
en palabras de B. Guerard, la tierra es el centro. Pero resulta que J. Flach, replica que es
el grupo personal el epicentro de la sociedad feudal. Bloch revivifica el debate yendo a
los inicios, yendo más allá de la tierra y atacando a las reminiscencias históricas que
tildaban a la tierra de evocadora del mando, como una invasión de la vida pública por la
nobleza para alzarse como potencia económica a través de la tierra25.

Parece innegable, en efecto, que la confusión de la riqueza -sabemos que rústica


en su gran mayoría- con la autoridad fue uno de los rasgos característicos del
feudalismo medieval. Esa fundamentación en el señorío, no hacía de esa sociedad feudal
un ente vacuo y dominado por la simple fuerza. Las relaciones de dependencia personal
que las caracterizaban tenían algo de parentesco artificial que se encuadró por muchos
estudiosos dentro del llamado feudalismo.

22
BLOCH, La sociedad., p. 454. Para Bournazel no existiría un feudalismo en plural, es más, tan solo
habría un feudalismo. Incluso llega a criticar que feudo y feudalismo son aceptaciones elitistas, de palacio
que no reflejarían de forma justa la sociedad feudal. POLY, J y BOURNAZEL, É., El cambio feudal
(siglos X-XII), Nueva Clío, Barcelona, 1983, p. 401.
23
BLOCH, La sociedad., p. 454.
24
VOLTAIRE., Fragments sur quelques revolutions dans l’Inde, II, Ed. Garnier, T. XXIX, 1773, p. 91.
25
BLOCH, La sociedad., p. 455.

9
Ese feudalismo que suponía una profunda disminución de la vida de relaciones
tanto humanas como monetarias por la atrofia de la circulación mercantil relegó a
relaciones básicas los afectos del hombre en comunidad, una mentalidad apegada a lo
sensible a lo próximo, a lo elemental, que presuponemos erróneamente como
jerarquizada. En realidad fue simplemente desigual26. La ecuación última de la sociedad
feudal de Bloch sería el de un conjunto de campesinos supeditados a una superioridad
de guerreros especializados con lazos de obediencia y protección que fragmentarían el
poder generando un desorden ordenado, entrando de lleno en lo que él llamó segunda
edad feudal que se desarrollaría en el siglo XII para acabar a principios del XIII27.

2.3. Joseph Strayer: Feudalism.

Con la siguiente obra me gustaría expandir las miras y abandonar el Viejo


Continente para adentrarnos en el medievalismo americano. J. Strayer, suele aparecer en
casi todos los ensayos que tienen algo que ver con el feudalismo por una simple razón:
la ecuanimidad que demuestra en su argumentación. Tiene sólidas hipótesis que, aunque
de corte institucionalista, no dejan de ser atractivas para su reinterpretación y aceptación
dentro de la comunidad académica.

El modelo feudal que aboga Strayer es un feudalismo concebido como un


método de gobierno, distinguiendo entre los grandes señores que tenían un poder
político extensivo y los pequeños vasallos que al principio, tan solo eran meros
guerreros. Vemos un paso más respecto a Ganshof, aquí hay una separación clara entre
la aristocracia guerrera y los milites que estos tenían en vasallaje28.

Al mismo tiempo, vuelve la vista para atrás y analiza obras de impacto en este
tema. Vislumbra, antes de acercarnos sus conclusiones y plantearnos su forma de ver el

26
BLOCH, La sociedad., p. 456.
27
BLOCH, La sociedad., pp. 459-460.
28
STRAYER, J., Feudalism, D. van Nostrand, Princeton, 1965, p. 57. En la introducción de su obra,
Strayer conjuga una frase que tiene bastante mérito. Este dice que su obra es tan solo un pequeño
conocimiento de una gran obligación -el feudalismo-, agradeciendo a los historiadores que le
antecedieron el poder haber creado su libro, ya que de no ser por ellos no lo habría logrado. Todo lo
contrario que la obra de Guerreau, que como veremos, utilizó las obras de estudiosos de todo el mundo
para crear un libro -El feudalismo: un horizonte teórico- que no dejó indiferente a nadie por su digamos,
curiosa forma de hilvanar dicho método de estudio a través de la crítica sistemática de sus homónimos
historiadores, un hecho que incluso está reflejado por J. Le Goff en el prólogo que escribió para Guerreau
en su propio ensayo.

10
feudalismo, que dicho término es una palabra de difícil acceso, acuñada en el siglo
XVIII por personas que no pertenecieron al medievo; un término acuñado por
intelectuales, historiadores y juristas para bautizar a una época que se escapa a nuestro
entendimiento por la lejanía y supuesta complejidad29.

Más allá de la evolución de las hipótesis planteadas por Ganshof, Strayer a mi


parecer traza un camino que antaño se encontraba cubierto de hojarasca. Se aleja de las
vertientes más institucionalistas para devenir en un matiz necesario y es que los juristas
en este caso particular, usaron dicho término para postular que las connotaciones
políticas, económicas y sociales no tenían por qué conformar el feudalismo.

El feudalismo no muta en la Edad Media, el feudalismo muta con las nuevas


tendencias historiográficas que renuevan su significado30. El pasado histórico está
quieto pero palpita al mismo tiempo y son los académicos los que desde hace más de
tres siglos intentan hacer que sus nuevas hipótesis y teorías revivifiquen un pasado que
consideramos nuestro como propiedad cambiante.

Por último, Strayer casa con Ganshof al concebir en primer lugar la


fragmentación política de los reinos en este periodo. La tierra es el centro, la tierra es la
ley y está diseminada sin control aparente31. Suele concebir en muchos capítulos de su
obra al feudalismo como término amorfo, porque a mi parecer, Strayer halló una
definición propia de lo que podía haber sido el feudalismo, pero la aplica a la vieja
usanza, postulando que la tierra es el centro porque la nobleza terrateniente la posee
aplicando la fuerza, una fuerza que se tornaría en ley y que de esa ley nacería un método
de gobierno que respondería tan solo ante las armas32.

2.4. Julio Valdeón: El feudalismo.

De igual forma que retrató Strayer en la introducción de su obra, J. Valdeón,


medra desde el inicio de su ensayo de forma conservadora pero criticando al mismo
tiempo las diversas posturas que adoptaron varios estudiosos antes que él y las
conclusiones a las que estos llegaron.

29
STRAYER, Feudalism., p. 11.
30
STRAYER, Feudalism., p. 11
31
STRAYER, Feudalism., p. 13.
32
STRAYER, Feudalism., p. 57.

11
Me parece harto significativo que comience citando a Elizabeth Brown, una
historiadora americana que publicó un controverso artículo en el cuál demostraba la
imperante necesidad de retirar del mundo académico el término feudalismo y feudalidad
por llevar a equívoco tanto a académicos como a alumnos por tener dobles sentidos
ocultos; llegando a ser más un combate de tendencias que una mano tendida al cuórum
para conseguir allanar el camino a una tesis consensuada33.

¿Es entonces el feudalismo una guerra de conceptos que se aleja de la realidad


empírica de los documentos para divagar y guerrear contra otras tendencias para
sobreponerse y primar en la contienda? Tal vez haya sido así durante un tiempo. Con
ello no estoy creando una oda para recuperar el positivismo de viejo cuño que no haría
sino abotargar el debate, pero como diría J. Valdeón, al fin y al cabo, el feudalismo es
un debate historiográfico y se aleja de la realidad porque es más un sentimiento que
genera fobias y odios que un hecho que deba ser estrictamente verdadero34.

Valdeón, cuando menta a Strayer lo hace de una forma sosegada y acrítica,


revistiendo el argumento del estudioso americano como lo que es: una hipótesis de
tantas que se deben barajar con seso, siendo en este caso el feudalismo un método de
gobierno, una forma de ejercer el poder35.

Es tremendamente relevante además el acercamiento que realiza al estudio de M.


Dobb, economista británico que postuló que el feudalismo era tan solo la relación entre
el productor directo, su superior y la relación económica que los liga36. El materialismo
histórico y las posturas marxistas jugaron un tremendo papel dentro del debate que aquí
nos concierne, viendo como aquí el feudalismo pasa de ser una suerte de institución-
Ganshof-, conjunto social -Bloch- o un método de gobierno -Strayer- para ser un modo
de producción.

33
VALDEÓN, J., El feudalismo, Alba libros, Madrid, 2005, p. 14 y BROWN, E., “The Tyranny of a
Construct: Feudalism and Historians of Medieval Europe”, The American Historical Review, vol. 79, nº4,
(Oct., 1974), pp. 1063-1088. Por otra parte, Boutruche en el año 1959 en Seigneurie et féodalité defiende
que sería mucho mejor limitar el uso del término feudalismo en ámbitos en los que pueda crear
controversia. BOUTRUCHE, R., Seigneurie et féodalité. Le premier âge des liens d’homme à homme,
Aubier, París, 1959, p. 400.
34
VALDEÓN, El feudalismo., p. 11.
35
VALDEÓN, El feudalismo., p. 16.
36
VALDEÓN, El feudalismo., p. 16.

12
Siguiendo esta misma estela, W. Kula, dijo que podía ser compatible el que
fuera un sistema socio-económico agrario con fuerzas productivas menores, débil
comercio pero con una gran propiedad territorial37. Por último, recoge el testimonio de
Barbero y Vigil para presentar una postura mixta entre un materialismo histórico más
moderado y una postura más social como la expuesta por Bloch, para concretar que el
feudalismo era una relación de dependencia a todos los niveles, desde el económico
hasta el político38.

Para añadir más leña al fuego me gustaría citar a una personalidad que en 1890
atisbó en cierta manera hacía donde se dirigiría el debate académico acerca de este
término. Fustel de Coulanges, de la escuela historicista, dedujo de una forma muy hábil
que lo más importante es la tierra. Es desde la tierra donde se erige la desigualdad, es la
misma tierra la que es la institución regidora, es esta tierra la que es el auténtico campo
de batalla intelectual por la primacía del verdadero feudalismo39.

Es tremendamente relevante el análisis ambivalente de Valdeón jugando con el


materialismo histórico, el historicismo y también el institucionalismo, viendo incluso
dentro del mismo discurso que utilizó J. Le Goff postulando que se debería acabar con
esa eterna dicotomía de concepciones sobre el feudalismo que circulaban en los medios
académicos. No existe una torre de marfil para los historiadores que hablan del
feudalismo porque se ha querido que así fuera40.

¿No es exactamente esa postura de corte más orgánico y unitario la que avalaban
Barbero y Vigil también en sus escritos? Tal vez sería la postura menos problemática y
la que realmente englobara al feudalismo como el todo económico, político, social y
militar que tal vez es realmente41.

37
VALDEÓN, El feudalismo., pp. 16-17. Pierre Vilar, marxista reconocido, postuló también que era más
bien una sociedad agrícola con lenta evolución técnica e intercambios limitados, en el cual el excedente
de trabajo de la mayoría de la población era acaparado mediante una coacción extraeconómica en
beneficio de una mayoría definida jurídicamente. PARAIN, C y VILAR, P., El feudalismo, Sarpe
editorial, Madrid, 1985, p. 55.
38
BARBERO, A y VIGIL, M., La formación del feudalismo en la Península Ibérica, Crítica, Barcelona,
2015, p. 403.
39
COULANGES, F., Les Origines du système féodal: le benefice et le patronat pendant l’époque
mérovingienne, Bruxelles: Culture et Civilisation, Paris, 1890, p. 223.
40
VALDEÓN, El feudalismo., p. 24.
41
Una crítica que se debe hacer en este caso a los historiadores americanos es que veían a ese régimen
feudal como un ente puramente político y militar, dejando la tierra como una trivialidad por la que
combatían, como en ocasiones dejan ver Strayer y Coulbon en la controversa obra Feudalism in History.

13
¿No podríamos entonces aceptar la postura que nos muestra Duby? ¿Por qué
empeñarse en deslindar los aspectos jurídico-políticos por una parte y las realidades
socioeconómicas por otra a la hora de analizar la sociedad feudal42? ¿No se trata en el
fondo de dos caras de una misma moneda43? Por desgracia no se puede lograr una
ecuanimidad en un debate tan apegado al sentimiento y al libre discurrir de la tinta,
como bien nos demuestra Guerreau en la última obra a analizar.

2.5. Alain Guerreau: El feudalismo. Un horizonte teórico.

Guerreau pretende crear una definición del feudalismo a través del pasado que
nos ha llegado. Con esta fundamentación realiza un ensayo en el cual analiza varias
corrientes historiográficas y a las principales personalidades que las representaron desde
el siglo XVIII hasta nuestros días. ¿Cuál sería el problema entonces? Citando la clásica
obra de Shakespeare: mucho ruido y pocas nueces.

Guerreau comienza estableciendo la necesidad imperiosa de definir el


feudalismo, debido a que hay que darle un nombre a un sistema que ha funcionado en
Europa desde el siglo V al XV44. Además de ello estipula que es un término cómodo
que denota una evolución constante y un funcionamiento efectivo, casi como un
baluarte tras el cual parapetarse y sentirse a salvo. A partir de esta premisa, realiza un
bosquejo de autores que irían desde Guizot, Michelet o Lavisse hasta Luchaire,
Boutruche o Ganshof.

El primer problema que atisbamos es que deja claro que pretende analizar el
pasado tal y como nos ha llegado sí, pero siempre con inverosimilitud. Por ejemplo,
Guerreau abraza una ensayo de Guizot: Ciquième essai sur l’histoire de France y
analiza su principal hipótesis: el sistema feudal es disperso, personal y emana de la
autoridad señorial, siendo la característica central del feudalismo y principio de su

COULBORN, R y STRAYER, J., Feudalism in History, Princeton University Press, Princeton, 1956, p.
349.
42
DUBY, G., Los tres órdenes o lo imaginario del feudalismo, Taurus humanidades, Madrid, 1992, p.
377.
43
VALDEÓN, El feudalismo., p. 27.
44
GUERREAU, A., El feudalismo. Un horizonte teórico, Editorial Crítica, Barcelona, 1984, p. 11.

14
dinámica45. Para Guerreau, Guizot es clave, pero por ejemplo para él Fustel de
Coulanges no es válido por sus tendencias positivistas.

¿A qué se debe esa elección? Guerreau discierne con Coulanges por una sencilla
razón. Utiliza el feudalismo como una herramienta intelectual y al mismo tiempo
presenta una definición diáfana de la historia. ¿Es realmente cierta esa postura? Aquello
que realiza Coulanges es una separación del feudalismo como un elemento diferenciado
de cualquier método de gobierno anterior o posterior dándole una situación no
privilegiada sino eternamente cuestionada, curiosamente como hace Guerreau en su
obra46.

La preocupación última que podemos entrever aquí es sencillamente que se


ocupa más de la evolución del término que de la dinámica y ese tal vez sea el problema.
A mi parecer, lo que intenta realizar Guerreau es una reformulación disimulada de los
ideales de Guizot, al cual reverencia durante gran parte de su libro para luego realizar
una crítica mordaz contra el institucionalismo ganshofiano introduciendo ideas que
vemos en otras obras de impacto, como las analizadas anteriormente, pero con una
simple diferencia: acaba dándole a la Iglesia un rol protagonista que llega a sorprender,
anteponiéndolo al impacto de la nobleza guerrera que mencionan Bloch, Duby o
Strayer. ¿Estamos entonces tras otra interpretación del feudalismo topándonos de nuevo
con un espejismo feudal47 dilucidado por una neblina intelectual severa?

3. El feudalismo: viejas preguntas ¿Nuevas respuestas?

Acabamos el anterior apartado con una pregunta y me gustaría abrir el que sigue
con otra. ¿Podríamos ver el feudalismo como una suerte de potenciador historiográfico
que sirviera para encarnar un fetiche teórico? ¿Sirve realmente el feudalismo para
demostrar una teoría? La realidad y el mito se vuelven a entrelazar y el argumento que
tal vez convenga exponer aquí es el presentado por Boutruche y Fossier que negaba la
existencia del feudalismo48.

45
GUERREAU, El feudalismo., p. 49.
46
GUERREAU, El feudalismo., p. 89.
47
GUERREAU, El feudalismo., p. 221.
48
IRADIEL, P., Las claves., p. 4.

15
Es una vieja hipótesis que podría resultar atractiva y seguramente sería
secundada por Elizabeth Brown, no cabe duda, pero a mi parecer es una postura que
peca optimista como la del médico que le suministra morfina al herido para acallar el
dolor, aun a sabiendas de que el resultado final va a ser fatal. No por negar la existencia
de un hecho va a desaparecer, es más su interés por él va a aumentar exponencialmente.

Desde ese tipo de hipótesis negacionistas a hipótesis como las de Bournazel y


Poly que concebían el feudalismo como una hidra agazapada en el fondo de la
ignorancia histórica y las épocas oscuras medievales como un reflejo de las carencias de
una investigación más dispuesta a desordenar que a ordenar lo que se cree real49.

¿Y sí este debate no tuviera fin? Michelet concibió de forma muy racional y


distinta a los autores citados hasta ahora que era más un movimiento que se llegó a
convertir en la vida misma y en el reflejo y característica principal de la sociedad del
momento50 abriendo la puerta a la reinterpretación de Bournazel que se preguntaba a sí
mismo: ¿Era un movimiento feudal asentado progresivamente en el tiempo para derivar
en un derecho que primaría sobre las relaciones sociales51?

Tal vez deberíamos sacar a escena una de las referencias más ecuánimes hasta
ahora expuestas cuyo autor es G. Duby. Como los citados Michelet y Bournazel, Duby
también respeta el término “movimiento”, pero añade un matiz. Es un movimiento que
arrastró a la sociedad del momento entre los siglos XI y XIII a través de un contrato
vasallático y del feudo, pero esto, no fue más que un barniz superficial de esta profunda
impulsión social, ya que la fundamentación primera del feudalismo está adherida sobre
las estructuras vivas de la sociabilidad, cuya naturaleza es doméstica y familiar. Es
decir, que la tierra aquí no es relevante si no hay súbditos que la traten52.

Más que de feudalismo podríamos hablar entonces de “convivialidad” una


palabra expresada por el mismo Duby para referenciar que todo el entramado social se
había convertido en feudo, legalizándose y burocratizándose hasta cristalizar en el siglo
XII. ¿Es entonces el feudalismo una reminiscencia de la primera edad feudal que nos

49
IRADIEL, Las claves., p. 16.
50
KIPPUR, A, Jules Michelet: A Study of Mind and Sensibility, Sunny Press, 1981, p. 81.
51
IRADIEL, Las claves., p. 20.
52
DUBY, G., “Feodalités mediterranéennes”, Le Monde, 27 octubre, 1978, p. 21.

16
exponía Bloch53? Bournazel dice tajantemente que no es así porque en la primera mitad
del XI no podemos hablar de era feudal54.

Empero, ¿Y si en este caso los contrarios se atrajeran? Godelier, en una breve


pero significativa obra, hace una pequeña cita al principio de identidad de contrarios que
extrae del pensamiento hegeliano para crear una situación que abogaría por la
psicomaquia más pura. Plantea que en una sociedad el amo no es el esclavo, el patrón
no es el obrero aunque cada uno de ellos no pueda existir sin el otro y esta relación les
una tanto como les separa55. Entonces, si deslindamos las críticas o negaciones que
vemos entre los autores y nos quedamos en la esencia, que en este caso sería la sociedad
que vive en y del feudo, podemos presentar una serie de puntos comunes que quedarían
en tierra de todos y de nadie:

- El feudalismo como institución jurídico-política cuyo núcleo central es la


existencia de un contrato entre hombres libres y los correspondientes vínculos de
dependencia56.
- El feudalismo entendido como un tipo de sociedad, tipificada como feudal, no
por la preeminencia de las instituciones jurídicas anteriores, sino más bien por
las realidades materiales, el dominio casi exclusivo de la actividad rural y la
estructuración de las realidades sociales en torno al señorío57.
- Feudalismo como una forma de gobierno y de organización de la sociedad, de la
economía y del gobierno en relación a un modo de producción que giraría
alrededor del feudo58.

La enumeración anterior sería una esclava del decoro y de las medias tintas tal
vez, pero como bien dijo P. Toubert en ocasiones es necesario tener una concepción
integradora del feudalismo; estableciendo una diferencia que pretenda demostrar el uso
del feudalismo para designar un sistema económico y social de la Edad Media Europea

53
POLY y BOURNAZEL, El cambio feudal., p. 399.
54
POLY y BOURNAZEL, El cambio feudal., p. 399.
55
GODELIER, M, Funcionalismo, Estructuralismo y Marxismo, Cuadernos Anagrama, Barcelona, 1976,
p. 17.
56
IRADIEL, Las claves., p. 5.
57
IRADIEL, Las claves., p. 5.
58
IRADIEL, Las claves., p. 5.

17
y el de feudalidad para las instituciones y el feudo, que como referenciaron Bonnassie y
Toubert comenzó con el llamado incastellamento a partir del año 100059.

Entonces, el feudalismo se asentaría en el siglo XI a través de las necesidades de


poblamiento del territorio para delimitar el poder de la aristocracia militar, por eso los
castillos, plazas fuertes y emplazamientos fortificados, son una expresión de la
consolidación del poder de una clase social considerada feudal y militar al mismo
tiempo. La entera sociedad feudal basaba su economía en la agricultura, por esa razón
debía ser defendida y explotada por este régimen feudal que otorgaba a los guerreros la
posesión de los feudos60.

Con el siguiente esquema me gustaría plasmar de una forma mucho más clara e
intuitiva ese esqueleto feudal en el cual todas las tendencias historiográficas, autores,
obras y ensayos al menos dejen ver un espacio común donde poder converger, debido a
que se ha introducido al menos una pincelada de parte de cada casa.

Aristocracia jerárquica y
beneficium
dependencia vasallática
(feudo)
feudalización del poder y
Aristocracia militar la justicia: rentas sobre la
tierra

Creación de un modelo
social

Fig. 1. Esquema integrador del feudalismo según las tendencias analizadas.

No podemos negar que este esquema, al igual que la pirámide social medieval
que vemos por ejemplo a través de la obra de Benito de Saint-Maure: Historia de los
duques de Normandía, -1173-1185- refleja una clara superioridad de dos estratos frente

59
TOUBERT, P., Europa en su primer crecimiento: de Carlomagno al año mil, Universitat de Valéncia,
2006, pp. 191-196.
60
IRADIEL, Las claves., p. 12.

18
a uno, siendo esta una sociedad idílica para los que gobiernan, no ecuánime, pero
económicamente sostenible. Duby llamaba a esto la falsa sociedad feudal, bautizándola
con un término más apropiado: sociedad señorial, una representación que tal vez
represente mejor la situación a todos los niveles que se desprende del esquema
superior61.

El problema que se percibe en las obras de Duby y Bloch es que en ocasiones


pretenden lograr un equilibrio social que claramente no existió. Con ese equilibrio me
refiero a las relaciones que ocurrían dentro de las posesiones territoriales que eran
gobernadas por nobles con campesinos supeditados a estos. Duby, lo que suele realizar
en varias de sus obras es reflejar a través de las crónicas una forma tan racional y
humana que en ocasiones peca de optimista62. Con esto me refiero sin duda al reflejo de
la unidad social en los tres órdenes pero no al modo usual representada como una
pirámide. Aquí la veríamos como un círculo concéntrico que agrupara a aquellos ordos
que Duby presupone como injustos y monopolizados por la nobleza guerrera63.

4. Un juego de realidades cruzadas: entre el viejo empirismo y la


nueva creación intelectual.

No resulta fácil apartarse del empirismo sin perder de vista la realidad. Todo lo
tratado hasta ahora, la lluvia de hipótesis y el análisis de las tendencias historiográficas
de unos y otros, comporta una parte de esquematización abusiva, como si el feudalismo
pudiera esquematizarse a la ligera. El problema que vemos como una constante y que
hemos esbozado aquí es que la presente coyuntura historiográfica conlleva a que el
rumbo de las investigaciones a día de hoy resulte más difícil de mantener que nunca64.

¿Qué sentido tiene entonces perseguir semejante quimera? Tanto G. Bois, como
G. Duby o J. Le Goff proponen una respuesta sencilla a esta pregunta. Se trataría de una
utopía movilizadora y estimulante, que llevaría al historiador a privilegiar la búsqueda
de las correlaciones existentes entre los fenómenos más diversos y en la gran mayoría
de ocasiones contrarios entre sí. Ayudaría que no se persiguieran quimeras académicas

61
DUBY, Los tres órdenes., pp. 213-215.
62
DUBY, Los tres órdenes., p. 377.
63
DUBY, Los tres órdenes., p. 377.
64
BOIS, La revolución del año mil, Crítica, Barcelona, 2015, p. 181.

19
y teóricas, ayudaría a que nos interesáramos menos por los objetos aislados y más por
los vínculos que los unen a los demás objetos, presuponiendo la racionalidad de los
procesos que transforman las sociedades, siendo en definitiva, una exigencia racional
sin la cual el oficio de historiador carecería de sentido65.

Citando de nuevo a Godelier debemos decir que la necesidad de pensar las


relaciones de incompatibilidad entre estructuras, de descubrir por qué existen unos
límites a las posibles transformaciones de esas mismas estructuras y atisbar aunque sea
tan solo la punta del iceberg los límites más allá de los cuáles la reproducción de un
sistema queda dificultada, cuando no imposibilitada, llevando obligatoriamente a la
reflexión crítica66.

¿Entonces qué podría llegar a enriquecer el debate historiográfico? Pensamiento


integrador y una suerte de estoicismo académico-intelectual que aúne de forma total
todas las propuestas para crear un feudalismo orgánico, regido por todas las tendencias
analizadas en este ensayo y las que no pudieron ser expuestas por falta de espacio o
desconocimiento del autor.

Durante más de tres siglos se ha elucubrado con este término para acabar
creando un puzzle con el que jugar y contraponer pensamientos más que ir directamente
al grano. El libro de Guerreau es una muestra fehaciente de lo que no debería hacerse
para ayudar a revivificar el debate, de igual forma que no serían aceptables las posturas
de Elizabeth Brown o Boutruche que llegarían a negar la existencia del feudalismo o de
apartarlo del academicismo para situarlo en el desván de la comodidad intelectual que
exiliaría términos por no atreverse a abordarlos tanto metodológicamente como
racionalmente.

Ese juego entre dos mundos que tienen nombre y apellidos como son el
empirismo del documento y la nueva creación intelectual viven de rentas que autores
anteriores a nosotros crearon. El debate se aletarga pero siempre está vivo como decía
G. Duby, un debate que ayuda a esclarecer la secuencia evolutiva que definió la Edad

65
BOIS, La revolución., p. 181.
66
GODELIER, Funcionalismo, Estructuralismo., p. 17.

20
Media67, pero a mi parecer y coincido con Duby no veo a día de hoy que ese abismo
esté superado68.

Entonces, ¿Qué es el feudalismo? ¿Una institución como mentó Ganshof? ¿Un


término que engloba a una sociedad feudal como dijo Bloch? ¿O sería más bien un
método de gobierno como pregonaba Strayer? Tal vez tan solo sea un combate de
tendencias que intenten llegar a un punto de unión para divergir en el último momento.
El espíritu del espejismo feudal que aparece en la gran mayoría de los medievalistas
franceses no parece la solución, pero sí una metáfora bastante acertada para explicar la
situación que se vive de una forma elegante y semi ocultista69.

En el presente contexto, rechazar la falsa alternativa ofrecida por un empirismo


arcaico y por una modernidad alborotada, sabiendo por lo demás que la labor
historiográfica no debería limitarse a simples e irrisorias querellas entre escuelas o
camarillas de pensadores, llegando a ser más bien un reflejo de profundas líneas de
división; la Historia, como las otras ciencias sociales, palpita al mismo tiempo que la
sociedad actual70. Por ese motivo lo viejo y lo nuevo sí que son compatibles dentro del
feudalismo, término cargado de simbología que construye odios, fobias y emociones sin
sentimiento, dirigidas desde el corazón sin pararse a razonarlas con la mente. Es debate
sí, pero también en cierta medida un punto cardinal de polémica ideológica71.

67
DUBY, G., Historia social e ideologías de las sociedades, Anagrama, Barcelona, 1976, p. 122.
68
Duby habla de una obsesión por una antigua utopía, el mentado espejismo. Él realmente ve una
sociedad que no está dividida en clases y que al mismo tiempo está ordenada. No expone una división
tripartita de la sociedad sino más bien de cuatro, siendo esta última terrenal y corpórea. DUBY, Los tres
órdenes., p. 453.
69
Ver cuadro sinóptico en el anexo. Anexo 1.
70
BOIS, G, La revolución., p. 181.
71
VALDEÓN, J, El feudalismo., p. 12.

21
5. Conclusiones

Con todos los argumentos mostrados hasta ahora y tras sopesar varias hipótesis y
confrontarlas entre sí debemos afrontar una conclusión que para nada quedaría relegada
a un hermetismo convencido, quedaría necesaria e irremediablemente sujeta a opiniones
dispares para un tema tan polifacético. No puedo sino añadir y argumentar que el
feudalismo, en todas sus vertientes y acepciones refleja la fragilidad de nuestras propias
categorías mentales.

Tal vez nos pueda parecer abstracto, e incluso de índole metafísica pero en
cuantiosas ocasiones creemos que todo aquello que llegamos a construir en referencia
directa al debate historiográfico feudal es parte integrante de la naturaleza misma de las
cosas; esas mismas obras que hacemos creyendo que son totales e infinitas. Como diría
Bournazel: la collera y el molino son inseparables de los cuentos del asno o las
canciones que hablan del molinero72, lo mismo pasa con la Edad Media, tendemos a
disociar lo que creemos que puede ser real para convertirlo en un hecho tan solo
movible a través de una tendencia que incite al debate y se contraponga a otra.

La causalidad nunca es lineal y es necesario establecerlo para abordar


correctamente un tema tan ambicioso y complejo como éste. Si no se hace de dicha
forma incurriríamos sin percatarnos en lo que G. Bois reflejó como el sofisma del huevo
y la gallina, creyéndonos un argumento falso que pretende hacerse pasar por
verdadero73. Al mismo tiempo, cuando mentábamos la metáfora del espejismo feudal
que los medievalistas franceses preconizaban en muchas de las obras analizadas
deberíamos añadir en palabras de Jorge Luis Borges que no hay un solo arquetipo
creado por el hombre que resista a la eternidad y al paso del tiempo, y si estos no son
tratados correctamente se convierten en anomalías que por continua aceptación se
consideran verdaderas74.

Bournazel escribió también que no existe un feudalismo clásico, ni uno perfecto


que consiga englobar al resto, puesto que todos son válidos dentro de su estilo y
complementan a los demás75. ¿No sería mejor aunar todo aquello que se ha creado y

72
POLY y BOURNAZEL, El cambio feudal., p. 19.
73
BOIS, La revolución., p. 183.
74
BORGES, J. L., Historia de la eternidad, Editorial Contemporánea, Barcelona, 2011, pp. 19-21.
75
POLY y BOURNAZEL, El cambio feudal., p. 45.

22
debatido en un feudalismo orgánico y englobarlo en lugar de escoger una tendencia que
sea perfecta? Debemos partir de la base de que el feudalismo es imperfecto porque
nunca ha existido un método de gobierno que ensalce las necesidades de sus estratos
inferiores. El feudo y la tierra eran una forma de sujeción del hombre a sus necesidades
básicas, gracias a ello se crea una jerarquía terrestre cimentada en el vasallaje
dependiente que no debe ser vista como una degradación, sino como la condición sine
qua non de su estabilidad y durabilidad a través del tiempo. El feudalismo, en el exacto
sentido de la palabra tal vez no sea más que una etapa esencial en la progresión de una
ideología de servicio, de una pedagogía de la sumisión establecida76.

76
POLY y BOURNAZEL, El cambio feudal., p. 402; BLOCH, La sociedad., p. 343 y GUERREAU, El
feudalismo., p. 79.

23
6. Bibliografía.

BARBERO, A y VIGIL, M., La formación del feudalismo en la Península Ibérica,


Crítica, Barcelona, 2015.

BLOCH, M., La sociedad feudal, Akal, Madrid, 1986, 2002.

BOIS, G., La revolución del año mil, Editorial Crítica, Barcelona, 2015.

BORGES, J. L., Historia de la eternidad, Editorial Contemporánea, Barcelona, 2011.

BOUTRUCHE, R., Seigneurie et féodalité. Le premier âge des liens d’homme à


homme, Aubier, París, 1959.

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COULANGES, F., Histoire des institucions politiques de l’ancienne France: les


origines du système féodal, París, 1890.

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1956.

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GANSHOF, F. L., Que éo Feudalismo?, Coleccçao saber, Publicaçoes Europa-América, 1974.

GODELIER, M., Funcionalismo, estructuralismo y marxismo, Editorial Anagrama,


Barcelona, 1976.

GUERREAU, A., El feudalismo: un horizonte teórico, Editorial Crítica, Barcelona,


1984.

IRADIEL, P., Las claves del Feudalismo (860-1500), Editorial Planeta, Barcelona,
1991.

KIPPUR, A., Jules Michelet: A Study of Mind and Sensibility, Sunny Press, 1981.

24
MASFERRER, A y HEIRBAUT, D., “La contribución de F. L. Ganshof a la
historiografía feudal europea: una revisión crítica de la historiografía española en torno
al feudalismo ganshofiano”, Anuario de historia del derecho español, Tomo LXXV,
Ministerio de Justicia, Secretaría general técnica, 1993-2014.

PARAIN, C y VILAR, P., El feudalismo, Sarpe editorial, Madrid, 1985.

POLY, P, J y BOURNAZEL, É., El cambio feudal (siglos X al XII), Editorial Labor,


Barcelona, 1983.

STRAYER, J., Feudalism, D. Van Nostrand Company, Princeton, 1965.

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VALDEÓN, J., El feudalismo, Albor Libros, 2005.

VOLTAIRE., Fragments sur quelques revolutions dans l’Inde, II, Ed. Garnier, T.
XXIX, 1773.

WICKHAM, C., Land and Power. Studies in Italian and European Social History, 400-
1200, British School at Rome, London, 1994.

25
7. Anexos.

Anexo 1. Principales características sobre el debate feudal por autores

GANSHOF BLOCH STRAYER VALDEÓN GUERREAU

Institución feudal Espejismo feudal Método de Feudalismo Dinámicas


gobierno como combate de feudales
tendencias
Relación de lazos Conjunto social y Lucha por la Método de Iglesia como
de dependencia orgánico tierra gobierno motor del
feudalismo
Militarización de Feudo y tierra: Influencias de F. ¿Un modo de Espejismo feudal
la sociedad: vitales de Coulanges producción?
coacción armada
Feudo como El feudalismo La ley emana del Materialismo Reformula a
epicentro como tipo social feudo histórico Guizot y lo
renueva

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