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michAel WAlzer, La revolución de los santos. Estudio sobre los orígenes de la


política radical, Katz editores, madrid, 2008. 356 páginas.

una lectura rápida del proceso de confor- el interés de Walzer al estudiar distin-
mación del estado, iniciado en el siglo die- tas ramas del calvinismo, pero sobre todo
ciséis, trazaría una línea divisoria irreconci- al puritanismo inglés entre 1530 y 1660,
liable entre dos flancos opuestos: por un como grupos forjadores de una ideología
lado, los clérigos fanáticos, que con su pré- política revolucionaria, basada en el poder
dica subversiva desataban guerras e insufla- de la conciencia, el trabajo y la organiza-
ban pasiones propias de la “edad oscura” en ción disciplinaria, es destruir la presunción
las masas; del otro, los ideólogos de la polí- de que al antiguo orden lo derrocaron prín-
tica estatal moderna, que con su racionalis- cipes absolutistas o la teoría y la práctica
mo, sus técnicas represivas y su frialdad de de la razón de estado; son, en cambio, las
funcionarios sembraron la paz, al poner fin “bandas de santos” las que construyeron
al conflicto sangriento entre las religiones, por primera vez una justificación para la
en la fecha insigne de 1648, la culminación acción política autónoma (p. 16). en las
de la Guerra de los Treinta Años. esta páginas del libro, los profetas prefiguran a
visión tranquilizadora del origen de la polí- lenin; a los que predican bajo —y con-
tica moderna, esta verdad maniquea que tra— el reinado de jacobo i estuardo se
ancla los sectarismos al pasado, no conven- los llama con explícita doble intención
ce —con razón— a michael Walzer y quizá “jacobinos”; se dice rousseaunianamente
no explique la reaparición de los funda- —aunque sin citarlo— que las congrega-
mentalismos en la escena contemporánea. ciones puritanas obligarían a ser libres a
en este libro, una versión revisada de su aquellos fieles incapaces de autocontrol
tesis doctoral en la universidad de harvard (p. 240), y los sínodos ingleses remiten a
en los años sesenta, el historiador elige, a las asambleas igualitaristas del siglo vein-
contrapelo, seguir la pista que los mismos te. Pero esta interpretación de los calvinis-
clásicos insinuaban, cuando rechazaban la tas según los parámetros revolucionarios
posibilidad de que los clérigos se convirtie- no es un elogio. cuando Walzer explicita
ran en “un estado dentro del estado”. la el objeto de su tesis queda claro que ocu-
frase daba cuenta de cuán comparables eran parse de aquellas organizaciones radicales
los aparatos en cuestión: si los religiosos disciplinarias, sobre todo inglesas, en los
podían aspirar a ser un estado dentro del siglos dieciséis y diecisiete —y no de las
estado era porque sus técnicas, su forma de sectas de la izquierda, como los Levellers
organización, su discurso elaborado como o los Diggers, que el autor considera irre-
ideología, sus recursos de movilización, en levantes (p. 10)— y reconstruir su carácter
fin, su modo de hacer política, que compro- innovador en política no tiene nada que
metía la entera vida, era tan equiparable a ver con la emancipación, sino con el per-
las formas político-estatales que conoce- feccionamiento progresivo de las técnicas
mos que era posible aludirlos con la misma de control social; el historiador escribe,
palabra “imperium” e incluso ponerlos en según dice, para hacer “humanamente
estricta paridad. comprensible” una decisión que le parece

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perturbadora, la de “ser puritano, reprimir- mas políticas contemporáneas —valga


se y reprimir a otros, [la] de poner en acto citar, por ejemplo, a los periódicos, pero
una concepción de la santidad abstracta y, también al lobby parlamentario (pp. 143 y
a la vez, apremiante”, una decisión que, otras). los puritanos no transformaron a
confiesa, “nos ha dejado cicatrices a inglaterra en una comunidad santa, como
todos” (pp. 9-11). hubieran querido, pero la protegieron del
el libro sostiene una tesis que le debe absolutismo y de la inestabilidad de su
mucho a max Weber, pero también, por tiempo y abrieron, paradójicamente, cami-
qué no, a Karl Polanyi, en su análisis de no a la paz, cuando la restauración decre-
las fuerzas progresivas y regresivas que tó que ya no eran necesarios los políticos
disponen los tiempos en una revolución. que se veían a sí mismos como “instru-
Para empezar con las analogías con el mentos” divinos ni las sociedades que
autor de La Gran Transformación, dire- mantuvieran el celo ideológico como sig-
mos que, para Walzer, las organizaciones no de la piedad (pp. 336 y otras). Su fraca-
puritanas fueron un factor modernizante so, podría decirse, era tan necesario como
—y no moderno—, un motor que tendió el el fin de los tiempos excepcionales.
puente entre una sociedad tradicional en Pero la tesis es también deudora de
decadencia, con sus ideas de jerarquía, de max Weber, decíamos, aunque el autor tra-
patronazgo y sus organicismos, y una te de desacoplarse explícitamente del
sociedad liberal, democratizada y capita- sociólogo alemán, al criticar la hipótesis
lista, a la que llamará “lockeana” (pp. 333 ya clásica que hizo de la tolerancia de la
y otras). los puritanos constituyeron una usura, por parte de los calvinistas, la puer-
ideología de transición, comunitarista, un ta de entrada a la acumulación indefinida
impulso modernizador y a la vez, un freno de capital (pp. 321 y otras), o al distan-
al capitalismo y al liberalismo, que irrum- ciarse de su método individualista (pp. 247
pieron sin trabas luego de la restauración y otras). A pesar de cualquier disonancia,
de la monarquía inglesa, con Guillermo iii La revolución de los santos está bajo el
de orange. Su carácter fue disciplinario y influjo de Weber —y los lectores lo agra-
represivo, y sin embargo, constituyó una decemos—, porque sería injusto reducir
respuesta comprensible en el marco de una La ética protestante o incluso Economía y
sociedad atemorizada por los cambios Sociedad a los aspectos económicos de un
repentinos. Fue por su desarrollado siste- análisis que tendría en la disertación de
ma de vigilancia mutua entre los miem- Walzer su complemento político, como
bros locales de la congregación y por la parece sugerir el profesor de Princeton (p.
interiorización del control en cada fiel, 344); es el alemán quien formula esa sub-
sometido a “auto-exámenes”, que inglate- yugante hipótesis que postula que el pun-
rra no tuvo que convertirse en una socie- tapié inicial del moderno proceso de racio-
dad hobbesiana (pp. 220 y otras); fue por nalización y de desencantamiento del
su falta de respeto a los canales tradiciona- mundo está en los intentos de los profetas
les de participación política que se favore- judeo-cristianos de incluir la contingencia
ció la democratización posterior, el auge y el dolor en una teodicea. Fue porque
de la opinión pública y la creación de for- ellos quisieron otorgar un sentido unívoco

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a la vida y controlar y sistematizar todas mas hobbes llamaba los “hombres sin
sus manifestaciones en un catálogo amo”. el santo será entonces, alternativa-
exhaustivo de conductas prácticas, que el mente, un intelectual en el exilio, un
proceso se echa a andar y se vuelve impo- magistrado protestante bajo las teorías
sible extirpar la dimensión de control y hugonotes del cargo, un soldado en guerra
violencia que supone toda racionalización permanente contra Satán y sus formas
—y que convierte a la irracionalidad en el mundanas, un parlamentario que se ve a sí
huésped permanente de su aparente con- mismo como instrumento de dios en la
trario, la racionalidad1. esta hipótesis cámara de los comunes, un hombre nuevo
weberiana, tan política como económica, que pugna por el advenir de una comuni-
tan económica como occidental, es la que dad venidera a través de la metamorfosis
permite repensar a los puritanos como de la reforma religiosa en una revolución
agentes de la modernización y anclarlos integral de los modos de vida, un caballero
históricamente en la inglaterra pre-revolu- disconforme, o, por último, un hijo de
cionaria, como hace Walzer, a la vez que nobles que ha pasado por la universidad
intentar, como sucede al final del libro, londinense, como el propio jefe del bata-
hacer de ellos una especie de “tipo ideal” llón hizo. los santos, en una analogía bri-
de las vanguardias revolucionarias —qui- llante que hace Walzer con el flamante neo-
zá el intento menos logrado del texto. estoicismo de la época, son aquellos
el libro comienza explicitando sus des- capaces de vigilar, ordenar y reprimir, por-
acuerdos y metodologías: hará un análisis que ellos ya se vigilan, ordenan y reprimen
del radicalismo político en sus orígenes, a sí mismos. no son la burocracia moderna
sin identificarlo con el totalitarismo (p. 11); posterior, pero instauran la impersonalidad
tomará el concepto de ideología, pero se del cargo y la necesidad de la obediencia
separará de los marxismos (pp. 81 y otras); voluntaria, a través del pacto; no son repre-
transitará la revolución inglesa, pero no se sentantes de intereses, porque más que eso
adentrará en sus procesos, sino que intenta- tienen una misión que les modela la vida y
rá trazar una historia “complementaria” (p. que quieren extender a todos los demás por
9). más importante aún, el autor importará, medio de sus escritos, sus sermones, sus
sin citarlo, el nombre del regimiento de organizaciones metódicas, su insistencia en
caballería de oliver cromwell, los así lla- la necesidad de saber y participar en lo
mados Ironsides o el “Batallón de los San- público, y su labor disciplinada en función
tos” del “nuevo ejército modelo”, y lo de un nuevo orden. Son una intelligentsia
pondrá como título y leit motiv de su libro, que engendra un innovador régimen de la
pero convertirá a los santos en una catego- palabra política, que no debe tanto al len-
ría de límites tan imprecisos como fagoci- guaje shakespeareano, renacentista y
tantes, signada por el transformismo de los barroco, sino a la pesadez y el academicis-
activistas de la nueva época, a los que Tho- mo de los panfletos y los discursos, enmar-

1
max WeBer, Economía y sociedad. Esbozo de una sociología comprensiva, Fondo de cul-
tura económica, méxico, 1996, pp. 419ss.

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cables en el ímpetu racionalista de la época. por la inglaterra pre-revolucionaria, aun-


una elite de la palabra que, sin embargo, que tenga un destino cierto. no porque
motoriza, con su régimen de organización seamos testigos postreros del devenir de la
subterránea y conspirativa (pp. 140ss.) y su historia que se relata aquí, sino porque
concepción militar del mundo político, la Walzer presupone un concepto de moder-
transformación de la teoría medieval y cató- nización que tiene componentes definidos
lica de la guerra justa y de su resistencia y que le permite entender ciertas épocas
legal y focalizada, en pos de la idea de una bajo el sustantivo de “transición”: es
guerra total y permanente contra Satán, moderno el impersonalismo, las burocra-
similar a la que insuflaba a las cruzadas cias, la moderación de los fanatismos, el
medievales. hubiera sido interesante quizá desarrollo de la imprenta, la opinión públi-
comparar más profundamente estas innova- ca y las servidumbres voluntarias, los pac-
ciones protestantes con la católica Compa- tos y las organizaciones metódicas. Pero lo
ñía de Jesús (pp. 146 y otras) y también son también, y esto es lo que hace que el
contraponer a los calvinistas ingleses con texto vaya más allá de su historicismo, jus-
sus hermanos ortodoxos holandeses, que tamente por estar bajo la estela weberiana,
lejos de sostener una república o de ser un sus aparentes contrarios: los fanatismos,
factor, a la postre, democratizador, se opu- las misiones, el celo ideológico y las ines-
sieron con éxito al interregno liberal de jan tabilidades que constituyen necesariamen-
de Witt, en la misma época. te al nuevo tiempo.
La revolución de los santos es, en resu-
men, un viaje fascinante e imprescindible ceciliA ABdo Ferez

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