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La dimensión histórico-literaria
de la Biblia
I
B. HISTORIA y LITERATURA
Ahora bien, ¿ cuál es el criterio para clasificar por épo-
cas o períodos los productos literarios? No basta el puro
recurso a hechos histórico-políticos puntuales, pues la rea-
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lidad nunca se puede explicar recurriendo a acontecimien- cio que provoca la repetición indefinida de los mismos
tos aislados.
modelos. Podríamos añadir una tercera causa, también
El criterio que se ha de seguir debe basarse, más bien, importante: el ejemplo extranjero, el deseo de adaptar a
en la interacción entre cada generación y la literatura que un país géneros o estilos que ya han triunfado en otros.
produce. Y, asimismo, en la interacción entre cada gene-
ración y las que la preceden y siguen.
11. LA REALIDAD HISTÓRICO-LITERARIA
Para comprender la historia literaria de un pueblo se-
DE LA BIBLIA
rá fundamental, por tanto, la cronología de los diversos
autores y el «tema» de cada uno de los grandes momen- Todo lo que acabamos de decir de la literatura en ge-
tos históricos. Pero también lo será determinar una serie neral se aplica perfectamente a la Biblia en particular.
de factores que revelan las grandes preocupaciones de ca- También ella se inserta en Ia historia de un país y refleja
da generación: nuevos fermentos educativos, relaciones la organización social, la cultura y las creencias del pue-
interpersonales, vivencias comunes, modelos y lenguaje. blo que le dio origen. También en ella es decisiva la im-
Todo esto no ~ignifica que la obra literaria se explique portancia de la relación entre las diversas generaciones.
totalmente recurnendo a su contexto histórico generacio- La dimensión social de la literatura bíblica es innegable,
nal. El misterio de la creación literaria subsiste porque más amplia incluso que la de otras literaturas.
toda obra de arte auténtica trasciende el marco histórico
en que ha surgido.
A. HISTORIA y SOCIEDAD EN EL MUNDO
DE LA BIBLIA
C. FACTORES ARTÍSTICOS QUE CONDICIONAN
LA CREACIÓN LITERARIA Sin embargo, la Biblia tiene aspectos histórico-sociales
Los factores histórico-sociales no son los únicos im- peculiares, en los que conviene que nos detengamos breve-
mente. Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento son el
portantes en el proceso de creación literaria, ya que sir-
resultado de la interacción de diversos grupos y partidos,
ven más bien de apoyatura a los estrictamente artísticos.
Ambos tipos de factores se necesitan mutuamente para con intereses y puntos de vista particulares. Sería ingenuo
dar razón del fenómeno literario. pensar que todos los israelitas (durante más de un milenio)
y todos los cristianos del siglo primero y comienzos del se-
.Entr~ los ~actores artísticos destacan los géneros y los gundo formaban un bloque ideológico monolítico.
estilos literarios. Los géneros literarios cambian con el
correr del tiempo, y lo mismo ocurre con los estilos. La En el antiguo pueblo judío, las vicisitudes de política
alteración, de estos factores determina un cambio en las internacional se reflejaban inmediatamenteen la política
formas de creación literaria. interior. En un país pequeño y débil, ~n:d'aVáclo~~'?tfe las
grandes potencias d~l .Nilo y Meso ~Eamia, ~10 ~'i!'he,~~s-8;-
Dicha alteración se debe fundamentalmente a dos cau- prendemos que existieran grup -t'to-bablh,lllos, Rf,~,-
sas. La primera es el cambio de la sensibilidad, la cultura y ersas y pro-seléucidas (según la óf.ca),JodbJ ellos riva-,
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el gusto, que van desarrollándose a partir de lo ya obteni- les de un perenne partido pro- ~cio. ,,(~~a~~ü~~ tenerv
do por las generaciones anteriores. La segunda, el cansan- en cuenta que en el Israel de aqu l.~ton~~~~~ifica y¡2~ei
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ligión estaban íntimamente unidos. Por lo que no hay mas a contemplarla a la luz de cuatro pares de conceptos.
que extrañarse de que esas facciones se reflejen en los tex- Cada uno de ellos representa los polos extremos de una
tos bíblicos. Asimismo, en el ámbito más propiamente re- relación entre lo literario y lo histórico-social. Cada uno
ligioso, el pueblo del Antiguo Testamento conoció dentro se ocupa de una cuestión literaria básica: qué se escribe
de sí tendencias diferentes. En un ámbito politeísta como (la relación entre lo oral y lo escrito); para qué se escribe
el de Palestina, la religiosidad sincretista pugnó durante (la tensión entre la literatura pura y la pragmática); quién
siglos con la del culto exclusivo a Yahveh. En la restaura- escribe (la cuestión del autor y la literatura anónima y
ción posterior al exilio, los partidarios de la asimilación a apócrifa); y cómo se escribe (la contraI:>0.sició~entr~ las
los otros pueblos y los defensores del aislacionismo tam- concepciones abierta y cerrada de la actividad literaria).
bién mantuvieron luchas que han dejado huellas litera-
rias. Todas ellas, con sus convergencias y divergencias,
configuraron la composición del Antiguo Testamento, tal 1. Tradición y literatura bíblica
y como lo conocemos hoy. Cuando los autores del libro del Génesis o del evan-
En cuanto al cristianismo primitivo, no se deben olvi- gelio de Lucas se pusieron a redactar, no inventaron los
dar los problemas planteados entre los cristianos de ori- contenidos que iban poniendo por escrito. En su mayor
gen judío y los de origen pagano (ritos de purificación, parte, se los encontraron ya dados por una tradición oral,
comidas, función de la Ley judía). Reflejos de esa coyun- que se iba transmitiendo de generación en generación. Lo
tura se encuentran por todo el Nuevo Testamento. Por que sí hicieron fue dar forma a esa tradición, ajustando
otro lado, las diversas comunidades cristianas gozaban de sus contenidos dispersos a un plan y modificándolos
gran autonomía y de una tradición propia, procedente del cuando convenía a sus propios fines.
apóstol fundador. A partir de los textos se descubren di- «Puesto que muchos han intentado narrar ordenada-
ferencias notables entre las comunidades paulinas y joáni- mente las cosas que se han verificado entre nosotros, tal
cas, petrinas y jacobeas, mateanas y lucanas. como nos las han transmitido los que desde el principio
En este contexto de pluralismo (no siempre bien tole- fueron testigos oculares y servidores de la Palabra, he
rada) debemos situar la actividad literaria bíblica. Los decidido yo también, después de haber investigado dili-
, materiales y los temas de que hablan, incluso las formas gentemente todo desde los orígenes, escribírtelo. por su
orden, ilustre Teófilo, para que conozcas la solidez de
de expresarlos, pertenecían en muchos casos al ámbito
las enseñanzas que has recibido» (Le 1,1-4).
histórico-social. En general, era la sociedad de cada mo-
mento concreto la que los proporcionaba. A ello añadía Lucas deja claro que lo que comunica por escrito es
cada autor su aportación individual, su estilo propio, que algo recibido por transmisión oral (y posiblemente tam-
hace de cada obra algo único e irrepetible. bién escrita, pues Lucas debió conocer el evangelio de
Marcos y una fuente de dichos del Seño.r). y afirma ~lue
B. PRINCIPALES COORDENADAS
lo va a escribir «por su orden». En realidad, esto qmere
decir que los materiales recibidos tienen un orden dado
HISTÓRICO-SOCIALES DE LA BIBLIA
(el de la vida de Jesús) que Lucas se propone respetar. Pe-
Para trazar las coordenadas histórico-sociales de la li- ro no debemos engañamos: Lucas reorganiza los diversos
teratura bíblica de un modo simple pero orientativo, va- materiales, según su propio plan teológico. Basta compa-
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Si leemos los textos bíblicos donde se habla de la roca En el AT, unos escritos nacen en un ámbito social, co-
a la que Pablo se refiere (Éx 17,5-6; Nm 20,7-11), com- mo la familia, el templo o la corte (así los proverbios, las
probaremos que nunca se dice que la roca fuera espiri- genealogías o las crónicas reales). Otros, de una actividad
tual, ni que siguiera a los israelitas. Sin embargo, tales peculiar, como el culto, las peregrinaciones o los usos le-
afirmaciones pertenecen a la explicación tradicional que gales (por ejemplo, los salmos y los códigos y preceptos).
se daba de esos textos. La encontramos registrada en el En el NT, hay textos que se conectan con elementos
Targum, una paráfrasis que explicaba con relativa libertad doctrinales, como los provenientes de las celebraciones li-
los textos del AT. túrgicas o la catequesis. Otros, en cambio, se relacionan
con coyunturas históricas determinadas, como la misión,
En muchos casos, la tradición oral sigue ejerciendo su
la persecución y la defensa de la fe.
presión sobre el escrito, llevándolo a nuevas redacciones
corregidas y" aumentadas. Pero de eso hablaremos más Todos ellos desempeñan una función en su contexto
adelante, a propósito de la literatura abierta. de origen y se proponen un objetivo concreto, al margen
del puramente estético: son libros para algo. Cada obra
de la Biblia se sitúa en algún punto entre los dos extre-
2. Literatura pura, literatura pragmática mos del arco: Judit o el Cantar, por ejemplo, se acercan
mucho a lo que llamaríamos literatura «pura»; el libro del
Cuando mencionamos las características de toda obra Lev.ítico,en cambio, se encontraría muy cerca del polo de
literaria, afirmamos que una de ellas era la ausencia de fi- la literatura «pragmática». Pero todos ellos poseen, en
nalidad práctica. Naturalmente, hacíamos salvedades. No mayor o menor medida, algo de estético y algo de prácti-
se trata de que, para ser literario, un escrito no deba per- co. Determinar esa proporción es tarea del estudio litera-
seguir otra cosa que el arte y la belleza por sí mismos. En rio de cada libro.
muy pocos casos se da este tipo «puro» de literatura. En
él no podríamos incluir el teatro de Buero Vallejo ni los 3. Literatura anónima, literatura de autor
sonetos de Petrarca, y tampoco los deliciosos retratos de
Chaucer o Boccaccio. De hecho, toda obra literaria tiene , Hasta .ahora, cuando he~os hablado de «autor», qui-
zas hemos pensado en alguien que un buen día decide
una intención, un objetivo, que presupone la intención
ponerse a escribir y que, tras un período más o menos
estética pero la desborda.
largo de tiempo, nos ofrece su obra acabada. Esta idea es
La Biblia no es una excepción. Los escritos bíblicos demasiado simple. La actividad literaria del autor es tan
surgen en un contexto vital (histórico-social) concreto, com~leja. y variada que cabe decir que no hay dos que
que les da sentido y finalidad. Los textos bíblicos reflejan trabajen Igual. Resulta fascinante atisbar la entraña de esa
la complejidad de un mundo plural, lleno de realidades actividad creadora cuando el autor mismo nos habla de
diferentes, que unas veces entran" en conflicto y otras es- ella, como hace Margarita Yourcenai', al final de su libro
tablecen alianzas. Pero, en todo caso, están en íntima re- Opus nigrum, o Henry James en el prefacio de 1907 de
Roderick Hudson.
lación con ese contexto en el que surgieron, porque des-
de él se construyen, y desde él cobra sentido la intención Pero, por muchas formas que haya de ser autor, todos
de su autor al escribirlos. convendremos en que el autor es la persona concreta, con
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nombre y apellidos, que, del modo que sea, ha confeccio- nombre de su autor no les añadía nada de autoridad ni
nado una obra. En este sentido decimos que Homero es valor. Saber quién los compuso no importa en este con-
el autor de la Odisea o que Platero y yo tiene por autor a texto semita. Es el grupo, el pueblo, quien cuenta. Las
Juan Ramón Jiménez. obras literarias emergen de él y él es quien las reconoce,
Desde luego, en toda literatura hay obras anónimas, valora y perpetúa. El autor concreto no se plantea ningún
cuyo autor ignoramos. Naturalmente, fueron escritas por protagonismo, porque él, separado de ese grupo y ese
un autor, pero desconocemos su nombre. Y ningún mis- pueblo, no es nadie. Estamos muy lejos del individualis-
terio 'es más fascinante para los historiadores de la litera- mo gnego ...
tura que la búsqueda de padres a obras huérfanas tan im- En este mismo ámbito debemos explicamos el fenó-
portantes como el Cantar de Mio Cid o el Lazarillo de meno de la pseudonimia. En él, el autor auténtico se
Tormes. Las numerosas hipótesis al respecto demuestran oculta tras el nombre de un autor supuesto, a quien atri-
que, en nuestra cultura, el autor nominal es importante. buye su obra. Podemos distinguir dos tipos de pseudoni-
Esta importancia procede de la mentalidad clásica griega mia: la que utiliza un nombre ficticio y la que usa el
y de su individualismo congénito, que puso a la persona nombre de algún personaje famoso del pasado. En la Bi-
concreta en el centro de su reflexión. El influjo de esta blia sólo se da el segundo tipo.
mentalidad griega se encuentra también en la Biblia, por
ejemplo en el Eclesiástico (o Sirácida), libro en que e! au- Esa pseudonimia bíblica nos causa alguna dificultad
tor se presenta a sí mismo al modo heleno. de comprensión. En nuestra mentalidad grecolatina, cali-
ficaríamos esa acción de fraude, de engaño al lector. ¿ Qué
Pero, en la antigua cultura semita en que nació la Bi- otra cosa se podría decir de quien quisiera hacer pasar un
blia, se escribía con otra mentalidad. El autor concreto, poema suyo por una obra perdida de T.S. Eliot, o inten-
con su nombre y apellido, no era importante en sí mis- tara vender un cuadro abstracto pintado por él mismo
mo, sino en relación con un grupo y con un pueblo. De como si fuera un Picasso extraviado de la época azul? To-
hecho, el nombre de los autores bíblicos sólo se conserva dos estaríamos de acuerdo en que se trataba de un fraude
cuando se considera importante para la comunidad recep- y una estafa inadmisibles. Empezando por el mismo au-
tora de! libro correspondiente. Por ejemplo, el nombre de tor de las falsificaciones.
los evangelistas es la garantía de que esos escritos ponen
Pero, una vez más, hemos de situarnos en otro molde
a las comunidades cristianas en comunicación con la fe
cultural, el semita o, más en concreto, el reflejado en la
apostólica. El nombre de Jeremías o Isaías demuestra a
Biblia. Imaginemos a un discípulo del profeta Isaías que,
los creyentes que Dios actúa en medio de su pueblo, a
tras acompañar muchos años al maestro, se ve enfrentado
través de hombres concretos, en un momento preciso de
la historia. Para el semita no es importante el autor en sí a una situación nueva: el exilio en Babilonia. Está conven-
cido de que, en las circunstancias _que vive e! pueblo,
mismo. Sólo lo es por lo que representa: la garantía de!
testimonio legítimo acerca de la acción de Dios por su Isaías tendría una palabra que decir en nombre de Dios. Y
ese discípulo, que conoce tan bien el pensamiento de su
pueblo.
maestro, lo actualiza y lo aplica a la nueva realidad. Esto
Situados en el marco de esta mentalidad, no debe ex- es lo que Isaías diría hoy, piensa. El discípulo se conside-
trañamos que muchos libros de! AT sean anónimos. El ra un mero intérprete, por eso se pone bajo la autoridad
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del nombre de. su maestro: es su palabra actualizada la jas sueltas de papel cosidas o pegadas por uno de sus ex-
que él pretende transmitir al pueblo. Una vez más, tremos. Eran rollos de piel (pergaminos) o de tejido ve-
constatamos que el autor concreto no cuenta. El nombre getal (papiro), sobre los que se escribía con un cálamo o
del maestro es sólo una garantía de autenticidad. Su auto- pluma que permitía extender la tinta sobre la superficie
ridad procede de la relación peculiar que lo unió con el desigual.
plan divino. Desde este planteamiento entenderemos que En esa época, cada ejemplar de una obra literaria debía
se hable de tres Isaías: el profeta histórico y dos discípu- ser copiado a mano, por lo que su difusión era lenta y
los que retornaron su mensaje en otras tantas épocas. costosa. Por esa razón, las comunidades sólo copiaban las
y lo mismo cabe decir de otros libros bíblicos. Por obras que tenían verdadero interés para ellas. Las obras
ejemplo, existen cartas llamadas déutero-paulinas, es de- que no les interesaban, o eran contrarias a su sentir o
cir, atribuidas a Pablo, pero no escritas por él. Su autor, pensar, quedaban abandonadas a su suerte. Con el paso
un miembro de la escuela paulina, intentaba decir a sus de los siglos, los manuscritos originales se deterioraron
contemporáneos la palabra que Pablo, de estar allí, habría hasta ser inutilizables, y sólo sobrevivieron las obras va-
dicho. loradas, porque se siguieron copiando. Otra forma de in-
flujo histórico-social en la literatura bíblica ...
Así pues, en el mundo bíblico el autor como tal care-
ce de importancia. Su valor reside en ser testigo autoriza- Sin embargo, el proceso de reproducción de un ma-
do ante el grupo y el pueblo de la acción salvadora que nuscrito tenía sus riesgos. El copista podía cometer erro-
transmite en su obra. Y la pseudonimia se debe entender res de transcripción que alteraban la obra. Pero no sólo
como un intento de actualizar ese mensaje antiguo, en eso. En algunas ocasiones, el copista añadía algo al texto
continuidad con la autoridad del maestro o del personaje original, por diversas razones. De hecho, contamos con
importante que vivió una relación especial con Dios y su muchos ejemplos en la Biblia. Basten sólo dos. El final
salvación. del evangelio de Marcos (16,9-20) fue añadido al texto
¿Qué ocurre, entonces, con las partes de Isaías o las original en el siglo lI. Pero se admite como perteneciente
cartas de Pablo que no tienen por autor a estos persona- al canon y, por tanto, se reconoce su inspiración. Por
jes? ¿Siguen siendo palabra inspirada por Dios? ¿Hemos otro lado, en el texto latino de la primera carta de Juan se
de considerarlas Escritura Sagrada? Naturalmente que sí. mantuvo durante siglos un añadido tardío, sin base en los
La doctrina de la Iglesia afirma que Dios inspiró a los au- manuscritos griegos más antiguos. La inserción no es ca-
tores de los textos bíblicos, fueran quienes fueran. Y, por nónica ni está inspirada. Se encontraba entre los versícu-
tanto, sus obras pertenecen a la lista de libros santos (el los 7 y 8 del capítulo 5. La transcribo entre corchetes:
canon) por méritos propios, y no porque en ellos figuren "Pues tres son los que dan testimonio [en el cielo: el Pa-
el nombre de Isaías o de Pablo. dre, el Verbo y el Espíritu Santo, y estos tres son uno; y
tres son los que dan testimonio en la tierra]: el Espíritu,
el agua y la sangre, y estos tres son uno.»
4. Literatura abierta, literatura cerrada A alguien puede sorprenderle esta «falta de respeto» al
En los tiempos bíblicos no existían la imprenta ni las texto sagrado, que llega a modificarlo o incrementarlo.
fotocopias. Los libros no eran como los actuales, de ho- Que esta práctica era frecuente, lo atestigua Ap 22,18-19:
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«Yo advierto a todo el que escuche las palabras proféti- Pero hay algo más. Ya hemos dicho que la mentalidad
cas de este libro: Si alguno añade algo sobre esto, Dios semita no daba mucha importancia al autor individual y
echará sobre él las plagas que se describen en este libro. que la pseudonimia era un modo corriente de actualizar
Y si alguno quita algo a las palabras de este libro profé- el mensaje de los grandes hombres del pasado. Pues' bien,
tico, Dios le quitará su parte en el árbol de la Vida y en esa misma mentalidad llevaba a tomar la obra misma del
la Ciudad Santa, que se describen en este libro.»
maestro y a reelaborarla y aumentarla a lo largo de los
. Este texto del Apocalipsis nos da una pista para en- años, manteniéndola en constante revisión. Lo hemos di-
tender la presunta «falta de respeto». Se insiste por dos cho ya a propósito de los tres Isaías que se encuentran en
veces en que el libro y las palabras que contiene son pro- el libro bíblico de ese nombre. Lo mismo podemos decir
féticos, es decir, proceden de Dios. Añadir o quitar algo de los demás libros proféticos: el profeta predica, a veces
de él equivale a tergiversar la palabra de Dios. El autor escribe; los discípulos recogen todos sus hechos y dichos
del Apocalipsis es consciente del valor divino de su obra. y los editan, creando abundantes materiales escritos; en
Pero la cuestión es: ¿ a partir de qué momento fueron un momento dado, con todos esos materiales confeccio-
considerados canónicos (es decir, de la lista de los inspi- nan un libro del género «obras completas»; más tarde,
rados por Dios) los libros que hoy consideramos sagra- otros discípulos añaden otros textos o glosas a la obra,
dos? La lista de libros sagrados de los judíos quedó ce- que en todo momento se sigue atribuyendo al profeta
rrada a finales del siglo 1 de nuestra era. Entre los cristia-
«fundador» de esa escuela.
nos, .la primera declaración oficial de la Iglesia respecto a
los libros del AT se produjo a finales del siglo IV, y su de- Un proceso parecido han seguido muchos de los li-
finición de inspirados, en el concilio de Trento (1546). En bros del AT. Casi todos los más antiguos. En realidad,
cuanto a los del NT, la unanimidad fue total en la Iglesia son ejemplos de una literatura que se ha perdido entre
a partir del año 450, siendo ratificada igualmente por el nosotros: durante siglos, fueron obras literarias abiertas.
concilio de Trento. Primero, a raíz de los hechos o las experiencias, surgieron
tradiciones orales. Poco a poco se fueron poniendo por
Así pues, los libros del AT no constituyeron un cuer-
escrito. Los escritos se combinaron ocasionalmente en
po cerrado de escritos sagrados hasta finales del siglo 1 de
síntesis de mayor envergadura. Por fin, un autor, o un
nuestra era. Desde ese momento, por tanto, no se hicie-
grupo de 'autores, los redactó según un plan. Posterior-
ron ya modificaciones voluntarias en los textos. Pero ya
mente, y hasta el momento en que la obra se consideró
antes, aunque no constituían una lista cerrada, era reco-
nocido su carácter sagrado, es decir, que tampoco se aña- sagrada, la obra sufrió modificaciones y añadidos meno-
día ni quitaba nada voluntariamente. Y lo mismo cabe de- res. En pocas palabras: en general, la literatura bíblica es
cir de los escritos del NT: ya antes del siglo V, casi todos el resultado de un proceso largo y abierto de elaboración.
ellos eran considerados sagrados y, por tanto, intocables. En el caso de los libros más recientes del AT y en la
Ahora bien, desde que una obra se escribía hasta que mayoría de los del NT, esa apertura también ha existido,
se ll~gaba ~ considerar sagrada, pasaba un tiempo. En pero el tiempo transcurrido entre su aparición y el mo-
ocasiones, SIglos. En ese período es donde se deben situar mento en que comenzaron a ser intocables fue mucho
la mayoría de las modificaciones voluntarias debidas a los más corto. De ahí que las alteraciones sean menores, aun-
copIstas. que se den, como ya hemos visto.
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