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La vida como metáfora

Todo lo que sucede a nuestro alrededor es una metáfora para nosotros de lo que
tenemos pendiente por comprender. La vida, es el mejor espejo que tenemos de
nosotros mismos y nada sucede fuera de ese propósito.
Las situaciones que vivimos vienen a mostrarnos claramente lo que estamos
aprendiendo y en este escenario las molestias que sentimos son la mejor brújula
para darnos cuenta hacia donde se debe orientar nuestra comprensión.
Sin embargo, a veces ocurren sucesos aparentemente inconexos, que salen de
nuestra cotidianidad y por eso muchas veces no los vemos, o los interpretamos
como una “coincidencia” o “evento fortuito”. Lo cierto es que lejos de ser algo
fortuito, son una segunda alerta que recibimos para hacernos cargo de una
situación que estamos dejando pasar. Yo los llamo “Eventos metafóricos”
Un día llegué sobre el tiempo a una cita y no encontraba parqueadero. Estaba
dentro de un centro comercial, así que decidí esperar sobre una de las filas de
parqueo a que un carro saliera para ocupar el lugar que dejara. Unos minutos
después apareció el dueño de la camioneta que estaba frente a mi, pero en el otro
costado. Yo estaba sola esperando y con luces de parqueo así que me quedé
esperando donde estaba para además permitir el paso de los carros que iban
hacia la salida. El carro que esperaba salió pero venía un camión así que lo dejé
pasar, sin embargo justo detrás del camión venía otro carro que inmediatamente
comenzó a parquear. Yo le pité, pensando que no me había visto, pero la señora
se volteo y mirándome siguió parqueando. En ese momento sentí la ira dentro de
mi y por un instante dejé que ella alimentara mi imaginación. Pensé que esa
señora merecía que le rayaran el carro y que sería divertido dejarle una nota en el
vidrio que simplemente dijera “revise su carro”. Me la imaginé leyendo la nota al
regresar y asustarse de pensar en lo que podrían haberle echo a su carro y
sonreí… Esa fue mi alerta.
Con sorpresa me di cuenta de hasta donde llegaba mi ira y que mi imaginación
había viajado tan rápido que la señora ni siquiera se había bajado del carro. Me
quedé mirándola, reconociendo para mí que no haría nada de todo lo que había
pensado y que probablemente ella tendría más afán que yo.
Pero el evento siguió dando vueltas en mi cabeza, no por ella, sino por mi, pues fui
consciente de que si lo había vivido era porque era correspondiente con él. Ese
evento había estado allí sencillamente para mostrarme la emoción que tenía
acumulada, una emoción cuyo origen era probablemente una situación
metafóricamente igual. Me sorprendí, no era consciente de toda la rabia que
llevaba puesta, así que decidí que ese mismo día llegaría a casa a sacar mi
emoción y a entender qué me estaba queriendo decir toda esa rabia. Y así lo hice.
La clave está entonces en encontrar esa situación sobre la cual el evento
metafórico me está alertando, y la llave para hacerlo yace en la metáfora.
Entonces, ¿cómo encontrarla?
Muy sencillo, pensando en la situación metafórica vivida, hay que contestar estas
preguntas, pues son la guía para salir del laberinto metafórico en que nos
encontramos:

 ¿Qué pasó?... En mi ejemplo: estaba esperando parqueadero y ….


 ¿Qué pensé?... En mi ejemplo: que era un irrespeto
 ¿Qué sentí?... En mi ejemplo: ira
 ¿Qué hice?... En mi ejemplo: nada, se me ocurrieron muchas cosas para
“desquitarme” pero no hice nada

Luego, tomas las respuestas que has dado a estas preguntas y observas: ¿Cuál
es la situación en la que pienso, siento y actúo de la misma manera?.
Y ahí es donde empieza tu verdadero trabajo interior, porque ahora debes
reconocer que esa situación que encontraste te está generando una emoción que
no estás sacando y que si se genera emoción es porque hay algo que no
comprendes, tu trabajo es reconocer dónde es que está lo molestia y cuál es la
comprensión a hacer.
Yo, por ahora, te dejo estas preguntas para que puedas interpretar tus eventos
metafóricos y hacerte cargo de ti y de tus aprendizajes, con eso no necesitaras
que la vida te traiga otras situaciones más confrontantes que te lleven a reconocer
el aprendizaje que tienes pendiente.
Espero que estás sencillas preguntas sean tan iluminadoras para ti como lo son
para mi y que cada día sea más fácil reconocernos como discípulos de la vida. Un
abrazo!!!

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