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Nuestra vida

Después de dos años y medio, mi amigo Facundo René Torres fue dado de alta por su psiquiatra. Lo
que lo había llevado a consultar con un médico había sido el estado de excesivo silencio en el que
entraba, una mezcla de somnolencia y dificultad para encadenar palabras o ir al punto de lo que
quería decir. Ahora la cura reemplazó esas lagunas de mutismo con momentáneos éxtasis
verborrágicos que se volvieron un espectáculo cotidiano en nuestras reuniones en El vómito, cenas y
fiestas de cumpleaños. De repente, Facu empieza a soltar lo que nosotrxs empezamos a llamar las
“payadas solitarias”:
- ..de su santificación para finalmente y ante inhóspitas pequeñas bestias, pueda sucedernos
de una manera que si no fuera absoluta, sería alternativa. Con eso nos conformaríamos por
los siglos de los siglos hasta volvernos epígrafes de nuestras propias fotos. El relincho
definitivo vendrá del caballo absuelto. El caballo absuelto está desbocado y sueña con fingir
situaciones despavoridas, hacia allí se dirige. Su pequeña luz, tan pronto como yo he
pestañeado, me ha engañado. Los caballos brotan al tuntún, ellos narran la caída negociable
de la recóndita alfombra-tanque. Oh, solícito zapallo vengativo, tu anuencia alerta me
previene. Yuyos informales me delatan”.

Ramiro empezó a filmarlo para poder llevar un registro de sus palabras que de otra manera se nos
escaparían. Pensó que podría terminar haciendo una película que se llame Nuestra vida. Lo que
empezó a notar a medida que recopilaba videos fue que todxs pasábamos de un estado de
incomprensión a un estado de locura colectiva. En una de las imágenes se ve a una poeta que,
contagiada por sus palabras y en un arranque de furia cómica, agarró el retrato en blanco y negro de
Olmedo y los tiró por las escaleras del edifcio hasta que se estrellara contra la planta baja. Lxs vecinxs
empezaron a quejarse y nosotrxs lentamente iniciamos una marcha fúnebre en silencio hacia el
cuadro, que volvimos a colocar destruido en el pasillo común de los departamentos.
La locura colectiva es un estado en el que nos gusta entrar, todo gracias a las asociaciones surrealistas
de las palabras de Facu. Casi siempre pensamos El vómito como un lugar en donde los chistes se nos
puedan ir de las manos. El mes que viene seguramente tengamos que entregar el espacio de la calle
Aráoz para ir en busca de otro espacio o local al que mudarnos. Estuvimos pensando si hacer una
muestra de dibujos en los días que quedan, o una exposición colectiva con los cuadros que tengamos
en casa, algo que no nos lleve mucho tiempo. Aunque lo más probable sea que reconstruyamos el
juicio en el que absuelven al caballo. Dos personas tendrían que alegar a favor y en contra, Facu sería
el juez y daría un discurso sobre su absolución. Sería una opción bastante viable desde lo económico
si Ramiro consigue el caballo de algunx de sus amigxs con chacras y si Ramón se las ingenia para
construir el estrado con las maderas del sótano... veremos.

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