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DEL MAPA AL CONTRAMAPA DE CHILOÉ:

la proyección del territorio a través de los discursos de intelectuales y artistas chilotes

Tesis para optar al grado de Magíster en Ciencias Sociales,


Mención Estudios de Procesos y Desarrollo de las Sociedades Regionales

Profesor director de tesis


Francisco Ther Ríos

Profesores Revisores – Asesores


Alejandra Lazo Corvalán
Gonzalo Saavedra

Fernando Riveros Palma

2020

1
A la memoria de Nelson Vergara Muñoz

2
ÍNDICE

Resumen ……………………………………………………………………. 4

Introducción …………………………………………………………………….. 5

Artículo (1) …………………………………………………………………….. 10

Artículo (2) …………………………………………………………………….. 46

Conclusión …………………………………………………………………….. 77

Bibliografía …………………………………………………………………….. 80

ÍNDICE DE ILUSTRACIONES

Fig. 1. …………………………………………………………………………… 54

Fig. 2. …………………………………………………………………………… 56

Fig. 3. …………………………………………………………………………… 57

Fig. 4. …………………………………………………………………………… 59

Fig. 5. …………………………………………………………………………… 60

Fig. 6. ……………………………………………………………………………. 62

Fig. 7. ……………………………………………………………………………. 64

Fig. 8. ……………………………………………………………………………. 65

Fig. 9. ……………………………………………………………………………. 66

Fig. 10. …………………………………………………………………………... 68

Fig. 11. …………………………………………………………………………... 69

Fig. 12. …………………………………………………………………………... 70

3
Resumen
La de tesis se enmarca dentro del contexto investigativo de los estudios isleños, con el
propósito de indagar en torno al modo en que los escritores y artistas visuales chilotes
construyen sus imaginarios territoriales. La problemática sostiene que la crisis
socioambiental acaecida en Chiloé desde mediados de la década del setenta hasta la
coyuntura más reciente (2016), conlleva una crisis de los imaginarios territoriales isleños
tradicionales, suponiendo una puesta a prueba de la capacidad de los chilotes para re
imaginar su territorio. Se propone la necesidad de indagar en torno a la producción
imaginaria del territorio isleño evidenciada en la producción artístico literaria por medio del
enfoque metodológico de la hermenéutica dialógica territorial (Vergara, 2011). Como
objetivo general, proponemos evidenciar imaginarios isleños diferenciados, caracterizando
las concepciones del territorio contenidas en la producción literaria y artística reciente
referidas al archipiélago de Chiloé en sus diversas facetas, procediendo a proponer una
cartografía de la producción imaginario territorial que sirva como elemento de análisis para
problematizar las representaciones imaginarias del territorio contenidas en los discursos
institucionales.

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Introducción

Los recientes episodios de crisis socioambiental en el Archipiélago de Chiloé (2016), han


marcado un punto de inflexión dentro de un largo proceso de transformaciones
socioculturales hasta hace poco inéditas en las islas, cuyo origen más reciente se remonta a
la implementación de la infraestructura industrial asociada a la industria del salmón,
generando un trastorno en las formas de vida tradicionales de las islas bajo la forma de un
acentuado proceso de proletarización y dependencia de la monetarización para la
satisfacción de necesidades y relaciones sociales que se desplegaban en el marco de los
mundos vitales tradicionales. (Mansilla: 2017, Contreras: 2013); Esta condición de crisis
socioambiental, supone una mutación en el imaginario territorial archipelágico desde la
imagen de un campo cultivado en el marco de una economía de subsistencia, a la de un
territorio intervenido por dinámicas productivas de modalidad industrial, responsable de la
degradación de los ecosistemas maritoriales y sus efectos en la relación simbólica de las
comunidades con el territorio (Skewes, Álvarez, Navarro 2012). La forma en que se ha
dado esta problemática, subraya el carácter coyuntural de su desenvolvimiento, queriendo
significar con ello la condición por la que atraviesa toda formación social que en
determinado momento condensa y articula una multiplicidad de corrientes y circunstancias
para dar cuenta de una realidad fracturada y en conflicto en una diversidad de planos y
escalas: económico, político, cultural, medioambiental, territorial, etc. Su característica
central: la búsqueda constante de equilibrios por medio de un heterogéneo repertorio de
prácticas orientadas a narrar, construir y fabricar la coyuntura, con el objetivo de trascender
la apariencia caótica que esta presenta a nivel superficial (Grossberg, 2012).

Siendo así, nos interesa indagar en torno a las diversas simbolizaciones del territorio
contenidas en la producción discursiva y visual de los intelectuales y artistas chilotes
surgidas desde situaciones coyunturales específicas y valoradas desde la perspectiva de su
capacidad para problematizar las cartografías oficiales del territorio del Archipiélago de
Chiloé, esto es, su capacidad para problematizar el presente de las islas y proyectar el
futuro de un territorio que se sabe transitando por un momento decisivo de su historia como
sistema cultural autónomo del continente.

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Nuestra investigación, sugiere la hipótesis, según la cual, cabe concebir un ámbito en el
cual la interacción entre las representaciones simbólicas y las perspectivas teóricas operen
como campo matriz productor de imaginación territorial, evidenciado a partir del trabajo
hermenéutico con las representaciones imaginarias contenidas en sus producciones
discursivo semióticas. Ámbito de encuentros y desencuentros (Carretero Pasín, 2005), en el
cual es posible visualizar un juego de modelaciones imaginarias a partir de la contingencia
medioambiental y su impacto en los modos de pensar e imaginar el territorio isleño.
En relación a esto último, cuando se ha escrito y se escribe aún hoy en torno al estado de la
cultura y sociedad tradicional en el archipiélago de Chiloé (Mondaca, et. al. 2019), viene a
ser un lugar común referirse a ella en términos de crisis cultural profunda (Mansilla, 2006).
Las expresiones con las cuáles se ha notificado esta condición recorren un notable rango de
denominaciones que recoge y a la vez refleja la inquietud y complejidad de una
problemática que no deja indiferente a nadie que mínimamente denote un grado de
identificación con la cultura y el paisaje del archipiélago. Así, expresiones tales como
“neocultura chilota” (Uribe, 2005), “reciclaje insular” (Rojas, 1996), “smoltización de la
cultura” (Cárdenas, 2006), intelligentzia chilota (Mansilla, 2006), vienen a constituir una
serie conceptual que habla de un componente esencial en lo relativo a comprender la
problemática sociocultural, a saber, la presencia ineludible de un campo intelectual activo
compuesto por artistas e intelectuales chilotes y de lo chilote, cuya producción es notificada
en una amplitud discursiva digna de mención.

Un breve recuento de este panorama discursivo imaginario, evidencia las matrices de


pensamiento, esquematismos conceptuales e ideológicos, así como también motivaciones
de interés político que subyacen en el subsuelo epistémico de las representaciones teóricas
y simbolizaciones artísticas del territorio Chiloé.
Una primera constatación, es la persistencia de la visión de un lugar mágico y maravilloso
constantemente amenazado por la fuerza de poderes foráneos (Mansilla, 2006), como una
imagen cautivadora de un territorio mágico y deslumbrante acosado por fuerzas foráneas
(Rojas, 1996). Esta visión, propia de una conciencia intelectual inclinada a la abstracción y
a la fragmentación de la realidad (Vergara: 2007), persiste en la imagen de un territorio
mágico y cautivador, cuya potencia imaginaria tendría su raíz en lo que Sergio Mansilla
expone como una aparente intemporalidad relacionada a una suerte de surrealismo propio

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del territorio donde, por tradición cultural, lo innombrado acontece con toda naturalidad en
los discursos y acciones cotidianas (2009). Con otro énfasis (Montiel, 2007), se constata la
presencia del discurso cultural proyectado más allá de los acotados márgenes del discurso
escrito asociado a la defensa del patrimonio medioambiental de las islas. Desde esta lectura
de contornos míticos, el territorio isleño se presenta como un escenario en el cual acontece
el eterno retorno de las fuerzas, en donde cada incendio o cataclismo pareciera ser un signo
imperecedero del ciclo de refundaciones inacabables, de las cuales el sello personal de sus
habitantes sería su producto definitivo (Torres, 2007). Se subrayan hitos importantes como
el resistido proyecto del puente sobre el Canal de Chacao, la llegada de la televisión y el
arribo de la industria salmonera como eslabones de una historia de demoliciones y
refundaciones de un territorio en constante pérdida de sus referentes.
De este modo, va tomando forma un síntoma que se desprende de sus discursos como una
fuerte carga de nostalgia que pone en entredicho la capacidad del sistema cultural chilote
para imaginar futuros utópicos (Vergara, 2007). Dicho con la intensidad de quien ha sido
testigo de este conjunto de transformaciones, el historiador Marcos Uribe nos presenta un
panorama de incertidumbre por el que transita el devenir de la identidad chilota en el marco
de lo que denomina la última colonización de Chiloé con su producto más notable, la
neocultura chilota, expresión simbólica que alude a los procesos de proletarización de los
individuos, la popularización de los social y, sobre todo, la folkorización de lo cultural,
acompañado de la pauperización psicológica del habitante de las islas chilotas, definido en
términos de psicología del oprimido, del desposeído, del enajenado, del renegado (Uribe,
2005).
Del mismo modo, instalado desde las mismas claves hermenéuticas y en una modalidad
discursiva de hondas proyecciones sociales y políticas, asistimos a una elaboración en
donde la problemática relación tradición – modernidad, adquiere una nueva visibilidad a
partir del cruce entre la dimensión simbólica y su vinculación con el afuera del mundo
social. En una línea que ensaya una nueva contextualización de la historia reciente de
Chiloé en el marco más global de los conflictos socioambientales vinculados al nuevo
orden internacional neoliberal, toma vigor una visión del territorio asociada al CESCH
(Centro de Estudios Sociales de Chiloé), como lugar de despojo a raíz de la
implementación de un patrón económico de explotación extractivista guiado por una lógica

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de devastación y saqueo del patrimonio cultural y socioambiental, cuya figura más
discutida y socialmente más sentida corresponde a las consecuencias perversas del llamado
conservacionismo (Mondaca, 2012). Para el caso de Chiloé, este arrastra una historia de
postergaciones compensada por el nuevo protagonismo que adquieren el estado y el
mercado desde la década de los 80s. en su afán por impulsar su explotación y saqueo de un
territorio entendido en su aspecto objetual y colonial (Mondaca, 2016). Hitos importantes
del modelo extractivista impulsado en Chiloé lo representan la industria salmonera, el
silencioso avance de los monocultivos forestales, el neoliberalismo verde o despojo
conservacionista, el avance de las concesiones de exploración y explotación minera, el
impacto de los mega parques eólicos sobre el territorio y el puente sobre el Canal de
Chacao.
No obstante, este panorama poco alentador, se observa, en el seno del conflicto la
emergencia de nuevos actores y nuevas modalidades de enunciación de las controversias
territoriales, en lo que los nuevos analistas ven como una fase transicional hacia la
resignificación y reconstrucción identitaria con vistas a una re – existencia político social
de carácter colectivo (Mondaca, 2016).
Cabe esperar bajo estas condiciones, la irrupción de nuevas sensibilidades con la esperanza
de que en ellas germinen visiones del territorio que se vengan a sumar a la nombrada
smoltización (Cárdena, 2006) y neocultura chilota (Uribe, 2005), permitiendo dar respuesta
a estos desafíos afirmando la necesidad de un renacimiento cuyo fruto, en primer término,
sea de los propios actores chilotes (Santana, 1998), retomando sendas recorridas por el
ejercicio de reciclaje de las tradiciones que podrían posicionar al archipiélago con identidad
en un escenario de compleja y polémica actualidad (Rojas, 2003). Nuevas emergencias que
nos llevarán a experimentar los alcances de nuestros propios límites teóricos al constatar
que las nuevas expresiones acontecen bajo modalidades inéditas en el marco de una cadena
de sucesos y acontecimientos inscritas en el ADN del territorio insular de Chiloé (Madeira,
2016).
Nuestro objetivo general, propone evidenciar imaginarios isleños diferenciados a través de
los discursos intelectuales y artísticos chilotes, poniendo especial énfasis en la
caracterización de las concepciones del territorio contenidas en los discursos de escritores y
artistas visuales referidos al archipiélago de Chiloé en sus diversas facetas y en cartografiar

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la producción intelectual y artística chilota emergente de la coyuntura socioambiental
reciente (2016), para problematizar las representaciones del territorio oficiales contenidas
en las representaciones institucionales, teniendo como localización geográfica la
producción intelectual y artística llevada cabo en la ciudad de Castro, capital provincial del
archipiélago.
Siendo así cabe preguntarse: (1) ¿de qué forma afecta la crisis socioambiental a las
representaciones del territorio contenidas en el registro discursivo de intelectuales chilotes?,
(2) ¿qué nueva cartografía imaginaria del Archipiélago de Chiloé es posible deducir a partir
de estas producciones discursivas?.

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CONTRAMAPAS IMAGINARIOS DE CHILOÉ
La proyección del territorio en el discurso literario de dos escritores chilotes:
Jorge Velásquez Ruíz y Gabriel Gutiérrez Muñoz

Resumen
Considerando la especial importancia que el discurso literario ha tenido en la creación de
imágenes del territorio insular de Chiloé, nos interesa indagar el proceso de evolución que
ha experimentado el modo en que se ha representado el territorio en la producción literaria
reciente. Al respecto, destacamos la naturaleza coyuntural de dichas transformaciones, con
el ánimo de subrayar el carácter específico de los distintos imaginarios territoriales
propuestos por los escritores seleccionados en este estudio, evidenciando las diferencias de
sensibilidades que están en la base del conjunto y que determinan las proyecciones
imaginarias en sus respectivos trabajos. En lo que sigue, intentaremos dar cuenta de la
problemática territorial insular actual a partir del trabajo del poeta Jorge Velásquez Ruíz y
del narrador Gabriel Gutiérrez Muñoz, en la dirección de establecer un contramapa
imaginario a los actuales escenarios de crisis socioambiental.

Palabras clave: Chiloé, imaginarios, contramapa, literatura, maritorio.

Introducción
Los recientes episodios de crisis socioambiental en el Archipiélago de Chiloé (2016), han
puesto en evidencia la fragilidad de los imaginarios territoriales a partir de los cuales se han
sustentado usos y relaciones con el entorno natural y social a lo largo de su desarrollo,
proporcionado pautas orientadoras a los discursos representacionales del territorio. Si bien
es cierto, la institucionalidad del país ha dispuesto de un cuerpo normativo en lo relativo a
acceso y control de recursos, los valores que sustentan desde la perspectiva del discurso
delatan la visión instrumental del territorio que se desprende de sus fundamentos

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ideológicos y cuya consecuencia más inmediata redundaría en una discordancia territorial o
controversia dada por la disparidad de simbolizaciones del territorio confrontadas a partir
de los agudos procesos modernizadores acaecidos en el Archipiélago desde la década de los
70s. y que han puesto en peligro su sustentabilidad socioambiental y cultural.
La presente investigación, considera una parte significativa de la producción artística y
literaria desarrollada en las últimas dos décadas en la ciudad de Castro, capital provincial
de Chiloé, poniendo especial atención en la importancia de la coyuntura socioambiental del
año 2016, valorada como punto de inflexión en relación a la crisis de los imaginarios
territoriales isleños hasta el presente. Como hipótesis de trabajo, partimos del supuesto
según el cual cabe concebir un ámbito en donde la interacción entre las representaciones
simbólicas, las perspectivas teóricas y la producción artística y literaria, operen como
matriz de producción de imaginación territorial, evidenciado en el trabajo hermenéutico con
las representaciones imaginarias contenidas en sus producciones discursivo semióticas y
valoradas en su proyección de contramapas imaginarios del territorio (Stratford, 2013). Así,
nos preguntamos: ¿de qué forma afecta la crisis socioambiental a las representaciones del
territorio contenidas en el registro discursivo de intelectuales chilotes?, y ¿qué nueva
cartografía imaginaria del Archipiélago de Chiloé es posible deducir a partir de estas
producciones discursivas?.

Estado del arte


Para la consideración de los procesos socioculturales que constituyen la experiencia de la
insularidad, destacamos el esfuerzo investigativo de Island Studies Journal por posicionar
en los estudios isleños la idea de in the midst of in-between-ness, (en medio de la
medieidad), (Stratford, Baldacchino, McMahon, Farbotko, Harwood, 2011). Para el grupo
de investigadores reunidos en torno a la publicación, el mundo de las islas es descrito en
términos de conectividad, en donde nociones tales como movilidad y multiplicidad, son
puestos a circular en el contexto de los estudios isleños para representar un mundo de islas
sin jerarquías ni esquematismos, de donde resulta toda una nueva “archipielagrafía”, capaz
de contramapear las representaciones modernas de las islas construidas desde esquemas
binarios y disyuntivos y cuyo rendimiento interpretativo daría a luz una concepción de la
insularidad como una representación de la identidad, la interacción, el espacio y el lugar,

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desestabilizando y desterritorializando los objetos de estudio isleños (Stratford, 2013).
Partiendo de un diagnóstico crítico del modo como la modernidad ha abordado el estudio
de las islas como un pedazo de tierra rodeado de agua, se identifican tropos críticos de
insularidad presentes bajo esquematismos del tipo que considera a las islas como la
quintaesencia de los lugares naturales o la demarcación del límite o brecha fundamental
entre tierra y agua. Gracias a estos nuevos enfoques nos es posible desnaturalizar estos
binarismos afirmando, en cambio, el carácter fractal y paradójico presente en la
espacialidad de los archipiélagos como lugar de interacciones múltiples, como espacio
movedizo, un ser que es una conjunción discontinua de condensaciones inestables, un
campo de conexión entre las ciencias puras y lo social y estas con el arte y la tradición
cultural, (Stratford, 2011)

Destacamos los planteamientos de Benítez Rojo (1996) con su discurso del caos, que nos
ayuda a designar el carácter diferencial de los archipiélagos frente a las cartografías
oficiales reductoras de las diferencias de las islas a planos culturales homogéneos y
repetidos, con su efecto de invisibilización o borradura de los archipiélagos como objeto y
campo de investigación, reduciéndolos a una sola entidad uniforme e indiferenciada. En
suma, recogemos la perspectiva, de alcances ontológicos, referida al archipiélago como
caos germinal, como un contexto relacional que nos permite comprender el fenómeno
archipelágico como un mundo de significado a condición de saberse en conexión a las
demás islas (Stratford, Baldacchino, McMahon, Farbotko, Harwood, 2011).

Por otro lado, recogemos la idea de la condición transfigurativa o metamórfica de los


archipiélagos en su peculiar modo de adaptar, apropiar y metamorfosear bienes y usos
culturales y sociales (Pugh, 2013). El archipiélago, entonces, como un lugar abierto de
interconexiones entre islas, pero también de generatividad cognitiva. En este sentido y
proyectando más allá de los estudios tradicionales de las islas que fijan límites entre tierra y
mar, isla y continente, subrayamos las ricas posibilidades de la noción de archipiélago en
tanto nos permite trascender tropos estáticos de singularidad, aislamiento y condición
periférica, trastocando ontologías y estimulando investigaciones y metodologías más
pertinentes a su verdadera condición conectiva. Algunos tropos reconocibles de esta
ontología archipelágica como los ensamblajes, las redes, los filamentos, los tejidos

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conectivos, las movilidades y multiplicidades (Pugh, 2018), nos serán útiles para
conceptualizar las condiciones de emergencia de los discursos y representaciones del
territorio archipelágico, cuya conectividad y relacionalidad resultarán reveladoras de la
capacidad de los territorios insulares para trascender su condición de aislamiento más allá
de las visiones coloniales que subordinan los procesos de anexión de las islas desde
visiones continentales unilaterales, permitiéndonos evidenciar el carácter abierto de los
imaginarios isleños, desde la reescritura de los mapas de relaciones continentales e
insulares como ejercicio emancipatorio de cartografías coloniales (Stratford 2013). En
suma, los estudios isleños nos proporcionarán una nueva y renovada perspectiva sobre el
modo de pensar las islas y el archipiélago en su condición de redes temporales múltiples y
su capacidad germinal para reinventar continuamente el modo en como los habitantes de las
islas construyen y desconstruyen sus cartografías imaginarias.

En una línea complementaria, la antropóloga Mónica Martínez Mauri (2015), destaca a las
islas como objeto de interés predilecto tanto de antropológos como de turistas,
específicamente en aquellos aspectos relacionados a la construcción de territorialidad en
relación al mar. Para la autora, en un aspecto que parece aunar consenso, las islas poseen un
poder de seducción que invita tanto a la curiosidad de antropólogos como de turistas. En
una genealogía que ya es tradición de los etnólogos, podemos citar los nombres célebres de
antropólogos como Bronislaw Malinowski, Margared Mead, Gregory Bateson, Clifford
Geertz, Jeremy Boissevain y Jacqueline Waldren, como autores que inician su obra con
investigaciones de campo en contextos insulares. Sin embargo, pocos son los que han
centrado su atención en la relación de las sociedades isleñas con el mar, una relación que
convierte al mar en un espacio vivido y socializado y por ello no exento de controversias
relativas, para el caso de estudio, a la confrontación de imaginarios entre los isleños Gunas
del atlántico oriental de Panamá y los turistas. El trabajo de Martínez, estudia el problema
en torno al desconocimiento de la condición simbólica del territorio de los Gunas y lo
define en términos de controversia en torno a la noción de propiedad del mar por parte de
unos actores (instituciones y comunidades indígenas) cuya noción de tenencia legal del
territorio es contrapuesta.

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En el ámbito de los estudios literarios, Ralph Crane y Lisa Fletcher (2016), han llevado a
cabo una ardua labor para posicionar a los estudios literarios y su contribución al estudio de
las ideas sobre las islas que se han desarrollado en la denominada literatura popular. Ante el
hecho indesmentible de la masificación de los géneros populares, como las llamadas
storyworlds, se hace necesaria una atención especial que indague en torno a las
representaciones de las islas presentes en estos géneros. La investigación realizada por
Crane y Fletcher se centra en el estudio de la ficción popular desde el concepto de
“geografías performativas”, como concepto clave para los estudios de la literatura de la isla
y otros ámbitos de la cultura. Para los autores, los géneros populares son fuentes innegables
de distracción y entretenimiento para millones de lectores. Sin embargo, también son
sistemas de significado, que tienen un impacto inconmensurable en nuestro conocimiento
geográfico y la imaginación. En otro registro, cercano al enfoque de los estudios culturales,
Daniel Mezzana, Aaron Lorenz y Llan Kelman (2012), exploran las temáticas presentes en
las letras de canciones rock, para dar cuenta de la condición de insularidad como tropos
organizadores de los imaginarios de los habitantes isleños; para ello, elaboran una
clasificación dividida en metatemas y temas como ejercicio de categorización,
identificando motivos como el agua, el mar, el océano, la vulnerabilidad, el estilo de vida,
el escape, el amor, el exotismo, la aventura y el romance, en el centro de las creaciones de
los músicos isleños. Este trabajo contribuye a los estudios de las islas centrándose en las
representaciones. Tales estudios buscan información acerca de cómo una determinada
sociedad o un grupo social interpreta y representa las islas desde su propia experiencia de
vida, identificando ideas específicas acerca de las características de las islas que son
utilizadas con frecuencia para dar una forma más amplia a mitos, símbolos, emociones,
sentimientos, proyectos e ideologías (Baldacchino, 2007). En la misma dirección, para el
equipo de investigadores compuesto por Daniel Graziadei (Universidad Ludwig-
Maximilian de Munich, Alemania), Britta Hartmann (Universidad de Tasmania, Australia),
Ian Kinane (Universidad de Roehampton, Reino Unido) y Johannes Riquet (Universidad de
Tampere, Finlandia) (2017), resulta clave responder a la pregunta de cómo emergen las
islas en los textos. La reflexión en torno a la representación de las islas en los estudios
literarios y culturales, gravitan por lo general en torno a la discusión del significado de las
islas desde consabidos lugares comunes conceptuales tales como el aislamiento, paraíso y,

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más recientemente, los espacios de control colonial. En consecuencia, los autores sostienen
que la isla es una figura que puede y debe ser leída en más de una forma, reconociendo el
carácter resbaladizo del concepto, como un sitio de oscilación semántica. Mientras que
estas discusiones han aportado mucho a nuestra comprensión de la apelación metafórica y
conceptual de las islas en el imaginario occidental, a veces se han oscurecido las
experiencias de varias capas de islas transmitidas por las narrativas de la isla. Por este
motivo, los autores proponen, en primer lugar, el desarrollo de una fenomenología de las
islas de ficción, que se centra en las formas en que la topografía de las islas se presenta a
menudo como una confluencia de experiencias sensoriales (vista, oído, gusto, olfato y
tacto) y espacial prácticas (el movimiento a través de y / o la interacción con la topografía
de la isla ficticia). Para en un segundo lugar, proponer una investigación participativa con la
propia medialidad, con el fin de analizar las formas en que las islas son imaginadas y
presentadas a través de diferentes medios de comunicación, poniendo especial énfasis en la
manera en que las narrativas de las islas pueden llamar la atención a lectores y
espectadores.

Metodología
Como postulado inicial, y partiendo de la naturaleza específica de nuestro objeto de
estudio, definimos al territorio y a la territorialidad como expresión de significaciones
sociales imaginarias, es decir, como algo que se lleva adentro y que se expresa por medio
de narraciones y relatos (Vergara, 2011); como aquella espacialidad que se modeliza por
medio de sueños colectivos y se espacializa en el lenguaje, gracias a la actualización que
este lleva a cabo de los significados estratificados en los niveles más arqueológicos de la
institución imaginaria que es la sociedad misma y que por esa condición requiere de un
método de interpretación que dé cuenta de la presencia de esas significaciones imaginarias
y sus relaciones con el conjunto de circunstancias en que se desenvuelven de forma
compleja y dinámica. Para dar cuenta de los imaginarios alternativos presentes en el
discurso literario chilote, se tomaron algunos aspectos metodológicos de la hermenéutica
dialógica territorial (Vergara, 170), que contempló tres etapas:

Etapa 1. Construcción del corpus discursivo

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Una vez estipulada la condición lingüístico semiótica de nuestro objeto de estudio, la
perspectiva metodológica de la hermenéutica dialógica territorial (Vergara, 2011), nos
facilitó la tarea de llevar a cabo la elaboración de un corpus discursivo, en base a establecer
un contraste entre las prácticas discursivas artísticas seleccionadas de acuerdo a la
categorización de la hermenéutica dialógica territorial, consistente en diferenciar los
discursos contestatarios – artísticos, valorados por su especificidad local y representativos
del denominado paradigma complejo (Vergara,173), de los discursos denominados
monológicos y reduccionistas, en donde evidenciamos los contrastes esenciales entre los
discursos representativos del denominado paradigma de la simplicidad de orientación
instrumental y los discursos literarios complejos:

Discursos contestatarios:

Fundación para la superación de la pobreza (2016): La crisis del habitar insular.


Representaciones, significados y sentimientos de los habitantes del mar interior de Chiloé
sobre la crisis sociocultural y productiva de la isla, sus dinámicas presentes e imágenes de
futuro. Ed. María José Rubio. Región de los Lagos.
García, Mario (2000): Los Palafitos … Del Paisaje. Ediciones Aumen. Castro.
Gutiérrez, Gabriel (2019): Voces en la Lluvia. Ancud. Ed. Kö.
Mansilla, Sergio (1991): El sol y los Acorralados Danzantes. Paginadura Ediciones.
Valdivia. 1991.
Mansilla, Sergio (2006): Chiloé y los dilemas de su identidad cultural ante el modelo
neoliberal chileno: la visión de los intelectuales y artistas. ALPHA N° 23. diciembre.
Rodríguez, Osvaldo; Zenaida Suárez, editores (2013): Insularidad e imaginario
intercultural, Canarias- Chiloé. LAR. Concepción.
Rojas, Edward (1996): El reciclaje Insular. Colombia. Facultad de Arquitectura,
Universidad de los Andes.
Torres, Nelson (2005): Chiloé: nuevas tomas de posesión. Cultura de y desde Chiloé. N°
19. Castro. 2005.
Trujillo, Carlos (2001): Aumen, antología poética. Ediciones Aumen. Castro.
Velásquez, Jorge (2009): Guaitecas. Ediciones Kultrún. Valdivia.
Velásquez, Jorge (2013): La Iluminada Circunferencia. Ediciones Kultrún. Valdivia.

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Discursos monológicos reduccionistas:
Estrategia de Desarrollo Regional
Estrategia Regional de Innovación, Región de los Lagos Chile, 2014 – 2019
Ley General de Pesca y Acuicultura N° 18.892
Cartografías vectoriales del archipiélago de Chiloé, del Instituto Geográfico Militar.
Mapas del archipiélago de Chiloé, de la Gobernación provincial de Chiloé.
El trabajo hermenéutico, se centró en evidenciar el análisis sistemático de las reglas de
significación que dan organicidad al discurso artístico e institucional de relevancia
territorial, necesario para el análisis de los discursos artísticos como contramapa
imaginario territorial.

Etapa 2. Estudio sistemático de discurso artístico literario

En esta etapa se procedió a seleccionar las prácticas discursivas literarias de los artistas
chilotes registradas en la etapa 1, con el objeto de acreditar su valor como contramapas del
territorio (Stratford, 2013). En esta etapa se llevó a cabo una contrastación y corroboración
entre los marcos teóricos seleccionados en la formulación del proyecto de investigación y
su relación con las obras literarias seleccionadas para el análisis, de acuerdo a las hipótesis
y objetivos planteados en el proyecto de investigación. Para este propósito propusimos un
plan de acción que consignó:

a) Lectura de tres obras literarias de dos escritores chilotes: Velásquez, Jorge (2009):
Guaitecas. Ediciones Kultrún. Valdivia. Velásquez, Jorge (2013): La Iluminada
Circunferencia. Ediciones Kultrún. Valdivia. (Jorge Velásquez Ruíz y Gabriel Gutiérrez
Muñoz)

b) Lectura de artículos de prensa y redes sociales, relativas a la coyuntura socioambiental


del 2016.

c) Registro representaciones e imágenes con la finalidad de acceder a una visión gráfica del
territorio percibido desde una sensibilidad al margen de la mirada institucional. En rigor,
este archivo operó como instancia de consulta y revisión.

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En el intento de acceder a una comprensión en los modos profundos del significar social,
reparamos en aspectos tales como:

Las formas y procedimientos que ponen en juego los artistas e intelectuales para
representar el modo de hacer territorio desde la imaginación y el discurso crítico.

La comprensión de la interpretación que el artista e intelectual tienen de sus experiencias


de vivir el territorio acorde con los marcos teóricos propuestos para la comprensión de la
apropiación sociocultural de los territorios.

Etapa 3. sistematización de resultados


En esta etapa de la investigación, se establecieron los resultados del trabajo interpretativo
conducente al diseño de una cartografía imaginaria del territorio archipelágico de Chiloé,
bajo la figura conceptual de contramapa (Stratford, 2013). Para tal efecto, formalizamos las
etapas según el orden de prioridad:
a) Modelización de interpretaciones, identificando las confluencias y distancias entre el
modelo conceptual y el objeto estudiado.

b) Trabajo de gabinete: en el cual se procedió a formalizar el análisis conducente a la


visualización de contramapas imaginaros del territorio archipelágico de Chiloé, por medio
de la redacción de artículo académico.

Chiloé en la perspectiva de los estudios territoriales


Al abordar el estudio de la crisis del habitar insular en Chiloé desde la perspectiva de los
imaginarios territoriales, se obtienen una serie de ventajas en vistas a comprender un
territorio que, desde el primer acercamiento, exige considerarlo en su especificidad a partir
de un conjunto de atributos que lo instalan en un plano colindante entre lo imaginario y lo
real. La consabida belleza natural unida a su riqueza cultural con sus tradiciones, mitos y
leyendas aún activos como matrices de comprensión de la realidad (Mansilla, 2009),
sobresalen como una variable decisiva por cuanto Chiloé, la isla grande y sus islas menores
es un territorio imaginado. Un atributo, decíamos, que sintoniza con el lugar común de los
estudios territoriales contemporáneos (Haesbaert, Capel, Boisier, Raffestín) desplegados
desde la más amplia gama de enfoques interdisciplinarios que desde la geografía, la

18
sociología, la antropología, los estudios literarios, los estudios culturales, los estudios
postcoloniales, los estudios isleños y la filosofía, han coincidido en subrayar, como un
rasgo característico del denominado giro cultural en el estudio del espacio, el ser percibido
desde ahora como producto de la interpretación de los sujetos que lo habitan, dando así
paso al diseño de una nueva racionalidad que valoriza la irrupción de nociones y conceptos
tales como cosmovisión, cultura, hermenéutica, temporalidad, etc., favoreciendo con ello
un acercamiento al territorio desde el abigarrado espesor de las significaciones sociales y
culturales distantes de las referencias objetivantes de las ciencias naturales y positivistas
dominantes en la geografía en los siglos XIX y principios del siglo XX (Aliste, 2015).
Desde estas nuevas consideraciones teóricas el territorio, al decir de Nelson Vergara Muñoz
“… no se presenta nunca como algo natural, como un dato, como algo dado, autónomo o
independiente de quienes lo habitan, quienes lo encontrarían o hallarían allí en el espacio
físico sin más, sino que se manifiesta siempre como producto de una intervención social
que lo construye y que por eso crea condiciones de habitabilidad; por tanto, como una
invención o creación de la sociedad; con otras palabras, como una institución y como tal
instituida y constituida socioculturalmente” (2012, 13).
En este sentido, sabemos que, en tanto invención, el territorio insular de Chiloé ostenta
todos los títulos de la imaginación que se le puedan atribuir a un lugar en que ha
prevalecido un alto grado de dominio imaginario, en el sentido de que para su habitabilidad
y su percepción como hecho o realidad histórica y cultural, tanto para los isleños como para
los no isleños, ha jugado un peso significativo el conjunto de narraciones que han modelado
en amplios registros discursivos una determinada percepción del territorio insular de
Chiloé, lo que nos demanda una mirada que fije su atención al nivel de los estratos en
donde lo decisivo es comprender lo “relevante” no como un dato natural sino como una
determinación sociocultural definida en lo más profundo por lo simbólico de cada
comunidad (Vergara 2012). En esta dirección, proponemos relevar aquellos momentos de
la imaginación territorial en que se evidencie esa especie de no lugar desde el cual se hace
posible la ponderación crítica del presente de las islas chilotas o, como mejor lo expresa
Nelson Vergara Muñoz: “como aquel lugar que no es propiamente un lugar, sino la
aspiración a que algo reemplace lo ya existente: no es la propuesta de algún lugar efectivo
ahora, sino la postulación de algo desde el cual lo existente puede ser cuestionado y

19
negado, y obligado a hacerse ver en sus limitaciones” (2012). Condición desde ya
atravesada por una aguda crisis del sistema cultural chilote para repensar estos horizontes
utópicos.

Crisis del habitar insular y crisis de la imaginación insular


Cómo decíamos, esta perspectiva supone una doble condición: por un lado, el
reconocimiento de una serie de imágenes y narraciones que, al modo de un sistema cultural
instituido, han funcionado y siguen funcionando como un poderoso sistema de códigos en
la consolidación de significados naturalizados e institucionalizados en el imaginario
cultural chilote, como también en el ensanchamiento de los márgenes de la imaginación
utópica y de reinvención de lo real imaginado (Carretero Pasín, 2005).
Pero, por otro lado, existe un amplio consenso en relación a que este denso sistema de
códigos y esquemas de representación que han instituido los sentidos del habitar en las
islas, se encuentra atravesado por una crisis cultural profunda (Mansilla, 2009), que se
remonta a una conocida cronología de los hechos que, al modo de eventos inesperados y
traumáticos, detonaron las transformaciones en las formas de vida en el archipiélago y la
consecuente enajenación y fragmentación en los imaginarios territoriales isleños (FSP,
2016).
Así, el descubrimiento y conquista del territorio sería el primer momento que, por medio de
la instauración del sistema de encomiendas daría paso a un sistema de vida de intramundos
(sic), en donde el mestizaje interno daría vida al uso consuetudinario de los recursos
naturales, junto a una ritualidad festiva y cosmovisionaria asociada a la vida comunitaria
(Skewes, Álvarez, Navarro, 2012).
Le seguiría un segundo momento a partir de la incorporación forzada del archipiélago a la
república de Chile (1826), cuyo efecto inmediato se dejaría sentir en la diáspora de un gran
número de habitantes de la isla por todos los rincones de Chile y la Patagonia chilena y
argentina. Génesis de la añoranza como fuente de proyección imaginaria del territorio.
Como tercer momento de importancia, se reconoce la implementación del modelo
económico imperante bajo el “modelo” de las denominadas fiebres extractivas, previa
instauración de un sistema regulatorio de normas de acceso a los recursos naturales, lo que
desata la sobreexplotación y los primeros episodios de conflictos socioambientales. El

20
efecto inmediato en términos de relación con el territorio (maritorio) 1, es el debilitamiento
del modelo consuetudinario y un agudo proceso de desregulación imaginaria del territorio
dado por la yuxtaposición de visiones contrapuestas.
Un cuarto momento, designaría la expansión del modelo económico imperante, cuyo signo
crítico e inherente al patrón de explotación de los recursos naturales, es la denominada
“asfixia insular” (FSP, ídem, 2016), expresión que denuncia el proceso de enajenación del
habitante isleño de su territorio, producto de la imposición del modelo de las concesiones
acuícolas externas sobre el agua, las playas y la tierra. Lo anterior, queda en evidencia en el
fenómeno de abandono de las islas por parte de sus habitantes, en especial las nuevas
generaciones sujetas a los procesos socializadores que tienen en la educación su resorte
fundamental, cuyo eje ideológico estriba en la entronización de un imaginario de bienestar
asociado a la búsqueda de un futuro más auspicioso en las grandes ciudades del continente.
Lo anterior, amén de las dificultades propias que supone habitar un territorio insular frío,
lluvioso, aislado aún hoy y, por lo tanto, carente de la infraestructura mínima para satisfacer
necesidades educativas, sanitarias y conectivas básicas, acontece en el contexto de una
actualización del modelo extractivista impulsado en Chiloé, bajo el patrocinio del estado
chileno y los conglomerados empresariales y que tiene en la expansión de la industria
salmonera, el silencioso avance de los monocultivos forestales, el neoliberalismo verde o de
despojo conservacionista, el avance de las concesiones de exploración y explotación
minera, el impacto de los mega parques eólicos sobre el territorio y el puente sobre el Canal
de Chacao (Mondaca, 2016), sus formas actualizadas de generación de riqueza por
desposesión del capital medioambiental . Principales dispositivos de acción de
neocolonización territorial. Es el momento de las proyecciones imaginarias distópicas y, al
mismo tiempo, de la reactualización de los imaginarios territoriales ancestrales.
Situación de crisis que se ve dramáticamente evidenciada y vivida a causa de los efectos
desastrosos de la contaminación y la inmediata emergencia del conflicto coyuntural del
denominado mayo chilote del 2016 y que supuso la puesta a prueba de la capacidad de

1
En relación al concepto de maritorio su historia y sus proyecciones heurísticas, me remito al trabajo inédito:
Nota breve sobre el concepto de maritorio y su relevancia para los estudios isleños contemporáneos. Ricardo
Álvarez, Francisco Ther-Ríos, Juan Carlos Skewes, Carlos Hidalgo, Diego Carabias, Christian García. 2017.

21
resiliencia imaginaria para repensar el territorio insular en tiempos de crisis integral y cuyos
rendimientos imaginarios están aún hoy en pleno proceso de elaboración

La poesía y el imaginario territorial de la catástrofe


Esta sensación de asistir a una crisis integral del sistema de referencias culturales por
vaciamiento de sus referentes simbólicos, es vivida por la clase intelectual chilota como una
oportunidad de empoderamiento de su patrimonio cultural que busca sensibilizar en torno a
la diferencia cultural (Mansilla, 2009) y al sentido crítico sobre una tradición construida
sobre bases coloniales (Contreras, 2011). Condición que recorre un amplio rango de
denominaciones que recoge y a la vez refleja la verdadera magnitud de una problemática
que se quiere total más no así consumada del todo. Así, reciclaje insular (Rojas, 1996),
depredación de los recursos naturales y del paisaje (Contreras, 2003), neocultura chilota
(Uribe, 2005), smoltización de la cultura (Cárdenas, 2006), intelligentzia chilota (Mansilla,
2009), crisis del habitar insular (FSP, 2016), crisis socioambiental (Ther, 2017), maritorio
(Álvarez, Carabias, Hidalgo, García, Skewes, Ther, 2016) entre otros, vienen a constituir
una serie conceptual que nos habla de un componente esencial en lo relativo a comprender
la problemática sociocultural, a saber, la presencia ineludible de un campo intelectual
activo compuesto por artistas e intelectuales chilotes y de lo chilote, cuya producción es
notificada en una amplia variedad de registros.
Uno de ellos, talvez el más significativo por presencia e historia (Contreras, 2014), es el
registro literario de vasta producción en lo que va corrido de modernidad cultural en el
archipiélago y al que puede atribuírsele, junto a la mitología chilota, ser la principal fuente
de producción imaginaria de lo chilote y, por extensión, de la imaginación territorial2.
Su forma predilecta ha sido desde sus orígenes contemporáneos en el grupo Aumen (1975)
la expresión poética, no por simple capricho o producto del efluvio lírico de sus miembros
2
En el contexto de la presente investigación, hacemos nuestra la visión de la modernidad que se ha
desarrollado en el contexto de las transformaciones socioculturales acaecidas en Chiloé en los últimos
cuarenta años (Mansilla: 2017, Contreras: 2013) y que están relacionadas con los agudos procesos
transformadores de los marcos relacionales comunitarios como efecto inmediato de la implementación de
infraestructura industrial asociada a la industria del salmón, con el consecuente proceso de proletarización y
dependencia de la monetarización para la satisfacción de necesidades y relaciones sociales que se despliegan
en el marco de los mundos vitales tradicionales de Chiloé; lo que, a su vez, produce una mutación en el
imaginario territorial de Chiloé desde la imagen de un campo cultivado en el marco de una economía de
subsistencia, a la de un territorio intervenido por dinámicas productivas de modalidad industrial, responsable
de la degradación de los ecosistemas maritoriales y sus efectos en la relación simbólica de las comunidades
con el territorio.

22
fundadores, sino por representar un lazo de continuidad natural, como diría el poeta Nelson
Torres (2005), con la poesía libre de las nubes y el viento de Chiloé, contexto en el cual la
poesía sería tan sólo la llave que abriría la cerradura de lo maravilloso poético que habitaría
en cada poeta chilote.
Su rasgo singular, empero, considerando la gran variedad de formas y estilos, viene dado,
entre otras características, por una presencia central de la búsqueda de identidad del chilote
y de lo chilote, templada por una intensa tonalidad elegíaca y enriquecida por una
reelaboración de la tradición mítica y legendaria (Carrasco, 2001). Pero en todos, sin
excepción, gravita el leitmotiv de la devastación de la que sigue siendo víctima el territorio
de Chiloé (Torres, 2005), condición, al parecer, sin la cual no hubiese sido posible el
florecimiento de la literatura como un sistema cultural autónomo desde el que se diera
cuenta, desde la elaboración y reelaboración de la tradición, de esta conciencia crispada de
la propia pertenencia a un territorio percibido en crisis. Al respecto, Mario Contreras (2014)
es claro en señalar que: “en lo que dice relación con la literatura propiamente tal… tuvieron
que pasar muchos años y producirse una ruptura brutal con el modo de vida chilote para
que esa observación paciente y rigurosa de los seres y de la naturaleza pudiera articularse,
casi a modo de catarsis, como discurso estético intencionado”. Condición que atraviesa la
totalidad de la producción poética chilota alcanzando niveles de alta expresividad en
imágenes de un territorio arrasado en sus referencias culturales e hitos materiales. Una
muestra indiscutible de lo anterior se evidencia en toda su magnitud en el poema Remen,
remen, boteros, contra el viento, de Sergio Mansilla Torres (1991):

En medio de la niebla/Oímos/el murmurar de las playas ahora empobrecidas, /saqueadas,


cerradas con alambres de púas/por Transnacionales. /Remen, remen, boteros/contra el
viento. /Un faro de luz roja/indica el camino que no tiene principio ni fin.

Así, la condición de caída o pérdida de mundo, unida a una concepción del pasado como
proyección ideológica de un lugar de comunión entre palabras y cosas perdido para
siempre, (García, Mansilla, Contreras) operaría como una cláusula en la textualización
poética del territorio cuya ficcionalización sería la única chance o condición para ser real.
Así también, en una variante de esta condición, y como muestra de un ejercicio crítico en
constante desarrollo, la negación del efecto desrealizante del fetiche folclórico desde la

23
afirmación de un territorio diferencial, denunciaría la producción imaginaria del territorio
explotada hasta la saciedad por la industria del turismo en su interés por imponer y
capitalizar una imagen atractiva y hecha a la medida del consumidor turístico sobresaturado
de la modernidad metropolitana (Mansilla, 2009). Acá, la edición del patrimonio territorial
a partir de un conjunto de imágenes “representativas” de lo chilote auténtico, testimonia el
proceso de desrealización del territorio insular por la penetración del modo de producción
capitalista y su poder de reificación de la realidad, denunciado en una potente reflexión en
torno a la degradación del paisaje isleño en Los Palafitos Del Paisaje, del poeta Mario
García Álvarez (2000):
Soy un palafito de alerce/en las vitrinas/para los turistas.

Chiloé, /en medio del desierto/de una guía de turismo/es un palafito, /el mundo es un
palafito/que se lleva el mar lleno, / el sol un palafito hipotecado/sobre el cielo azul/ de
la postal/entre mis manos/ (…).

Temple de ánimo que evidencia un déficit en la capacidad del sistema cultural chilote para
imaginar futuros utópicos y que se presenta como una constante que atraviesa la casi
totalidad de la producción cultural chilota, tensando la posibilidad de otras lecturas posibles
a la luz de los recientes acontecimientos de conflicto socioambiental.
En lo que sigue, ensayaremos una lectura de esta problemática, poniendo en relación la
producción literaria reciente sobre Chiloé, con los enfoques teóricos actuales en torno a los
estudios isleños y las corrientes literarias más contemporáneas asociadas a imaginarios
futuristas cercanos a la ciencia ficción y la fantasía.

El contramapa archipelágico en La Iluminada Circunferencia y Guaitecas de Jorge


Velásquez Ruíz
Uno de los motivos centrales en los estudios isleños contemporáneos consiste en pensar la
experiencia de la insularidad desde la condición de la medieidad (in the midst of in-
between-ness), (Stratford, Baldaquino, McMahon, Farbotko, Harwood, 2011), para
designar con ello un mundo de islas descrito en términos de redes, ensamblajes, filamentos,
tejidos conectivos, movilidades y multiplicidades. Se afirma que su valor radicaría en la
capacidad para desestabilizar y contramapear las representaciones modernas de las islas
caracterizadas por su fijeza y esquematismos reductores de la complejidad del sistema

24
archipelágico a relaciones topológicas binarias y duraderas: la tierra y el agua, las islas y el
continente, de isla a isla (Stratford, 2013). Comprendido como un lugar de interacciones
múltiples, el archipiélago se deja ver como un espacio movedizo, constituido de
conjunciones discontinuas y de condensaciones inestables, cuyas proyecciones
investigativas apuntan hacia un campo de conexión entre las ciencias puras y lo social y
estas con el arte y la tradición cultural (Stratford, 2011).
Esta perspectiva de alcances ontológicos, refiere el archipiélago como un caos germinal o
contexto relacional, enseñándonos que cada isla perteneciente a un archipiélago adquiere
significancia en conexión con las demás islas, en una ecuación de conjunto de magnitud
ontogenética (Pugh, 2013).
Desde nuestro interés, lo más significativo reside en el hecho de que esta condición
transfiguradora o metamórfica de los archipiélagos, nos permite visualizar la emergencia de
discursos y representaciones del territorio archipelágico en su valor de cartografías
alternativas o contramapas, evidenciando su capacidad para reinventar continuamente el
modo en que los habitantes de las islas traman y retraman sus imaginarios territoriales.
Vista desde estas consideraciones y como hemos venido señalando, la producción literaria
chilota de los últimos cuarenta años constata la producción continua y persistente de lo que
denominamos contramapas imaginarios del territorio insular, en especial, si consideramos
su faceta de modelo cognitivo de las relaciones dinámicas que dan vida al sistema
archipelágico y que, pensamos, se proponen como alternativa legítima para repensar la
crisis del habitar insular.
En nuestro interés, conjeturamos una lectura de los poemarios La Iluminada
Circunferencia (2006, en adelante LIC) y Guaitecas (2009), del poeta chilote Jorge
Velásquez Ruíz (1971), que destaca su valor como matriz productora de imaginarios
territoriales diferenciales del archipiélago de Chiloé, subrayando su poder para conmover
los imaginarios territoriales consagrados en las cartografías oficiales en virtud de su
capacidad para producir imágenes desestabilizadoras de los tropos estáticos y dicotómicos
que están en la base de los grandes relatos del colonialismo y los discursos hegemónicos
del desarrollo.
Organizado en tres secciones -Primer Tiempo, Segundo Tiempo y Tiempos
Complementarios- LIC aborda las problemáticas históricas del habitar insular, trazando un

25
recorrido por los hitos geográficos e históricos de las islas en el marco cultural de los
torneos de fútbol isleño que antaño daban vida a la socialidad del archipiélago. Leído desde
esta condición móvil, el pre-texto futbolero que da título al poemario resulta ilustrativo de
las cualidades excesivas del ser insular, proponiendo al juego constante del ir y venir de isla
en isla como el verdadero juego; ese que consagra a los jugadores a ser jugados por una
potencia caosmótica que incorpora en un mismo movimiento a los habitantes isleños y los
elementos.

El mundo es un juego/Un niño dormido detrás del arco/esperando noticias de su abuelo


que no llega/ (…) /Es un juego el mundo en su estallido/un muro para el tropel de flores
enraizadas en las cuadernas. (El mundo es un juego).

De este modo, la escritura poética va delineando una compresión del ser insular que sugiere
una condición ontológica transicional, en la cual los elementos no se sitúan en términos de
una contraposición rígida y jerárquica sino, por el contrario, lo marítimo y lo terrestre, lo
natural y lo humano, se confunden formando un complejo sistema de referencias sin
principio ni fin, en donde las fronteras que convencionalmente se han impuesto al territorio
en el continente se diluyen de forma rizomática, es decir, sin jerarquías ni hitos espaciales
inamovibles, develando una suerte de condición maritorial (Álvarez, et. al. 2017), de la cual
la trayectoria dibujada en el desplazamiento de isla en isla, sería la expresión del acto
poético de habitar el archipiélago de Chiloé. Su metáfora, un contramapa imaginario
trazado sobre la base de las redes que hacen del ser archipelágico una unidad compleja y
diferencial difícil de delimitar según parámetros objetivos:

En nuestra chalupa iba la esperanza junto al timón/ un montón de rostros con la victoria
estallando en sus ojos/ iba también la bandurria golpeada con el sueño/ (…) /En Meulín
nos esperan caminos secretos/gritos furibundos como alzando la tempestad/ música
ranchera saliendo de la iglesia/ (…) Media hora dura el viaje al infierno y la travesía golpea
más fuerte que la hoguera/Todo lo demás pasa/Ni palabras ni resignación al desembarcar la
nave. (Torneo en Meulín).

Asimismo, se reivindica el sentido de pertenencia a un mundo de significado que tiene en el


circuito de las rutas navegables su condición de posibilidad; una totalidad de sentido al que
pertenece el conjunto de islas hecha a partir de entidades dinámicas al calor de las
relaciones de intercambio material y simbólico que la constituyen (Escobar, 2016); ya que
sólo navegando rumbo a la otra isla todo adquiere sentido:

26
“En mis manos/tengo tantos libros de leyes penales/libros de derecho/de decretos/y otros/de
Shakespeare/Moliére/y Whitman/pero para qué/si sólo quiero cruzar a la otra isla” (Sólo
quiero cruzar a la otra isla).
Como consecuencia de lo anterior, el imaginario territorial que resulta de esta interacción
emerge como tal en el acto de navegación; en LIC la travesía por los canales del
archipiélago iluminado.

Llegar a Lin-Lin era ganarle al viento y las aguas en su revoltura/pantanosa crueldad con
paso lastimero/Había que fondear lancha y preparar la escalada/hasta tocar el viejo
estandarte en la ceniza/ (…) /porque la marea sube/y las sombras de los que no aparecen
estallan iluminados/como estalla el viento y las aguas en su revoltura/con la terrible
convicción/ de que no hay ganadores después de la desgracia (Torneo en Lin Lin).

Ahora bien, esta condición caosmótica del ir y venir por la interfase maritorial, ejerce tal
“presión” que termina por desplazar y descentrar las delimitaciones territoriales
convencionales establecidas en el registro técnico de las cartografías 3. La formidable
fisonomía del ser insular que resulta de este sistema de trayectos nos hace suponer que el
contramapa imaginario propuesto en LIC, se extiende en Guaitecas (2009) desplazando los
límites territoriales consagrados en las cartografías oficiales hacia el archipiélago de las
Guaitecas, situado en la Región Aysén del Presidente Caros Ibáñez Del Campo (paralelo
43° y 44°, de latitud sur) 4. Operación imaginaria que tiene su correlato en la preexistencia
del sistema de redes ancestrales que conectaban el denominado mar interior con zonas
geográficas aledañas al sistema archipelágico chilote (Ther, 2012), dando pruebas
fehacientes en relación a la territorialidad que emerge del sistema de corredores
comprendido desde el mar interior en el norte de Chiloé hasta la región de Aysén,
desembocando en el archipiélago de los Chonos y las islas Guaitecas, evidenciando “la
existencia de sistemas marítimos, desde la isla de Chiloé hasta zonas australes… como una
zona de tránsito entre pueblos vecinos. Existiendo de esta manera, un modo particular y
común de habitar y usar los espacios marítimos” (Hucke-Gaete et al., 2008, p. 22) 5.
Destacamos los alcances de este imaginario territorial insular, en tanto que propone una
3
Para una reflexión en torno a los mapas como representación racional del espacio y memorándum de
prescripción de acciones, recomiendo de Michel De Certeau: La invención de lo cotidiano, en especial la
sección que lleva como título: Relatos y espacios. México. Universidad Iberoamericana. 2000.
4
El archipiélago de Chiloé está conformado por un conjunto de islas ubicadas en el sur de Chile, entre el
paralelo 41º y 43º de latitud sur. Es un amplio territorio de más de 9181 km2 que comprende principalmente
una gran isla, “la isla grande de Chiloé”, y más de 40 islas menores, la mayoría de ellas habitadas. El
archipiélago posee el estatus de provincia y depende administrativamente de la décima región de Los Lagos.

27
configuración cartográfica de proyecciones continentales, dibujando un contramapa en el
que la coexistencia de lugares reales e imaginarios 6 proponen una bitácora de lugares
patrimoniales en donde el ejercicio de la memoria cultural de las islas actúa como
dispositivo utópico de un futuro pasado que demanda su reivindicación para los tiempos
actuales:

Te diré que he estado buscando mi isla en otras islas/Chonquis o Payos carcomidos por el
bosquejo de una ruta misionera/sus peces brillantes en un ajeno mar transparente/ (…)
/Desorbitado en mi archipiélago (Mis propias Guaitecas).

Y navegábamos Vodudahue, Buill, la Punta de Ayacara/sin que se nos demarcara el


territorio/ nuestro espíritu corría como caballo en la playa de Abuyán/ (…) (Defensa de
Caleta Gonzalo).

Al respecto, y parafraseando a Miguel Chapanoff (2003), diríamos que el espacio que


podemos leer en un mapa es imagen, visualidad y símbolo asociado a una experiencia del
espacio que señala un lugar reconocible; técnicamente, todo ejercicio cartográfico nos sitúa
frente a un conjunto de hitos simbólicos y referenciales que nos facilitan orientarnos en un
mundo y así habitarlo con toda la espesura de sentido que supone. No obstante, tratándose
del espacio marítimo, sostiene Chapanoff, surge una especial dificultad por nuestra
incapacidad para percibirlo como espacio identitario, “es decir, en su condición fundante de
estilos de vida” (242). Condición de invisibilidad antropológica que le predispone a ser
colonizado por la imaginación técnico estratégica, tributaria de un modo de racionalidad
instrumental característica de la racionalidad política y económica que define al territorio
como variable dependiente, “que se modifica, como consecuencia de lo que ocurre sobre
él” (Boisier, 1993). Pero sabemos que el territorio refiere la construcción de un proyecto
que no está dado sin más, sino creado imaginativamente como un a priori que una
comunidad tenderá a materializar, según las circunstancias histórico sociales. En este
sentido, el territorio se define como parte de un sueño colectivo en el que han de

5
Tomado de F. Ther: Configuraciones del tiempo en el Mar Interior de Chiloé y su relación con la
apropiación de los territorios marítimos. Desenvolvimento e Meio Ambiente, n. 23, p. 67-80, jan./jun. 2011.
Editora UFPR.
6
La bitácora de viaje incluye los siguientes hitos geográficos: Golfo Corcovado, Canal de Apiao, Cerro
Centinela, La Ciudad de los Césares, Isla de los Muertos, Caleta Gonzalo, Pumalín, Río Butaco, Puerto
Aguirre, Melinka, Islas Queitao, Punta Chonos, Puerto Aysén, Caguach, Quenac, el mar de Camargo, el mar
de Moraleda, el mar de Ñancupel, el mar de Kochifas, Puerto Puluc, Isla Guar, Nahuelhuapi, Cochamó,
Cailín, Puyuhuapi, Vodudahue, Buill, Punta de Ayacara y muchos otros.

28
concretarse sus fines y valores porque cree en ellos (Vergara, 2012). En suma, su sentido
utópico:

¿Quién rescatará estos cuerpos allegados a los mástiles? /Allí donde habrán de volar
contrabandistas/la luz ilumina un cangrejo/y nos alumbran estrellas que vimos
ayer/perdiéndose en la nada para siempre en su propio abismo/sin final sin luz sin vida/Un
puerto sofocante nos espera/considerable whisky y tabaco/zapatos Morlan/productos
importados libres de impuesto/ (…) /Haz de cuenta que tienes una medusa/sin límites
geográficos/ni cartografía militar/ni Ley de Concesiones/y que nunca la recalada será la
misma/Otra misión puede revertir las memorias institucionales /antes que la tiniebla pase
haciendo más gris la fotografía/ ¿Quién dijo que un barco gigante no puede varar? /Hay
castillos de arena también al final de la noche/donde anzuelos traspasan la luz del farol velado
de rojas agallas. (Puerto Libre).

Conjeturamos, entonces, que un valor relevante en la operación imaginaria desplegada en


LIC y Guaitecas bajo la forma de una intersección entre el discurso literario con el espacio
vivido, sugiere una delimitación espacial en la cual las distinciones simples entre territorio
real y territorio imaginado, propias de la concepción moderna de la realidad, ceden su lugar
a la hipótesis de un espacio simbólico proyectado desde la apropiación de un maritorio
archipelágico ancestral que en su despliegue, trasciende la delimitación técnico – política
del territorio insular de Chiloé.

Chiloé distópico: imaginarios apocalípticos de un territorio en crisis


Siguiendo a Lawrence Grossberg (2012), definimos coyuntura como la condición de crisis
por la que atraviesa toda formación social que en determinado momento experimenta una
multiplicación de inestabilidades y contradicciones en casi todos los puntos de la formación
social y en las que las luchas se vuelven visibles y conscientes. Diríamos que su
característica central está dada por su capacidad para articular la multiplicidad de corrientes
y circunstancias que confluyen en la crisis coyuntural, dando cuenta de una realidad
fracturada y en conflicto en una diversidad de planos y escalas: económico, político,
cultural, medioambiental, en suma, territorial. Subrayamos su función estabilizadora en su
intento de búsqueda constante de equilibrios, valiéndose de un heterogéneo repertorio de
prácticas orientadas a construir, fabricar y narrar la coyuntura en su afán de trascender la
apariencia caótica que esta presenta a nivel superficial.
Como experiencia compartida de un grupo social, su unidad es vivenciada como crisis
integral del sistema de referencias socio culturales que delimitan sus rasgos y prácticas

29
identitarias específicas y cuyas proyecciones tiene connotaciones de alcances relativos a
una formación nacional. Enfatizamos el componente narrativo de la coyuntura, por cuanto
es en su elaboración en donde adquiere sentido el carácter crítico del trance coyuntural,
dando así forma al sentido de incertidumbre a partir del relato de la crisis.
Para el caso que nos ocupa sostenemos que, tomados en su conjunto, los hechos
acontecidos en Chiloé durante el primer semestre del 2016 presentan las características
propias de una crisis coyuntural debido, entre otras variables, a la percepción crítica
recogida de su puesta en discurso en un amplio rango de soportes y géneros que, desde los
medios a las redes sociales, dieron cuenta de la magnitud de la problemática que adquirió, a
ratos, tonalidades apocalípticas. Cito in extenso:

“Tras dos semanas de la mayor movilización de su historia, en Chiloé hay rabia


contra el Estado chileno. A las acusaciones contra la industria salmonera por la
crisis medioambiental se suma un sentimiento de postergación histórico, la
sensación de ser “el basurero de Chile” y el miedo a que el anunciado puente de
Chacao sea el golpe final en la depredación de la isla. El barco, tirado en medio de
la calle, y la pila de neumáticos que arde a su lado son tan inusuales como este sol
de mayo en Dalcahue. La ciudad lleva 13 días bloqueada por barricadas, y este
sábado 14 de mayo será el último que resistirán los pescadores de la localidad, ya
sin bencina y con escasez de alimentos, antes de aceptar la oferta del gobierno y
quebrar… la mayor movilización de la historia de Chiloé… Al lado del barco, en la
entrada de la ciudad, un lienzo dice lo mismo que muchas paredes de la isla. Años
atrás, era común ver rayada con aerosol en los muros de sus registros civiles la
pregunta “¿Chilote o chileno?, que días después alguien contestaba. Hoy la pregunta
no hace falta y la respuesta, aunque es la misma, es distinta. “PRIMERO CHILOTE,
DESPUÉS CHILENO” (www.movimientodefendamoschiloé.cl. 20/05/2016).

Esto, en relación a su registro discursivo de amplia producción en medios y redes sociales,


acompañado de una profusión de imágenes de un territorio en emergencia social y
movilizado en su totalidad.

30
Barricadas. https://laprensaaustral.cl. 18/05/2016.

Si bien es cierto, la crisis socioambiental que detona el 2016 viene a ser la expresión de un
largo proceso de deterioro socioambiental y cultural, conjeturamos que su expresión social
marcó un punto de inflexión en relación a conflictos de años anteriores, por cuanto su
puesta en circulación por las redes sociales jugó un rol importante en su percepción
generalizada como crisis integral, lo que se tradujo en un movimiento de respaldo masivo
casi en la totalidad del archipiélago y un sentimiento de solidaridad mundial hacia el
movimiento social chilote sin precedentes 7, fenómeno que favoreció ampliamente el
acceso democrático e instantáneo a las fuentes de información que daban cuenta de los
acontecido al calor de los hechos, fortaleciendo el protagonismo del movimiento social y de
paso el rol las nuevas generaciones gracias a la mayor disponibilidad para la producción de
hipertextos, de conectividad e interactividad instantánea necesarias para la coordinación de
las acciones de protesta y organización lo que, a su vez, se tradujo en cierto desconcierto
por parte de la intelectualidad chilota sobrepasada en su capacidad de lectura del fenómeno

7
Como efecto inmediato de lo anterior, podemos mencionar el retorno de jóvenes chilotes provenientes de
diversas latitudes del mundo para integrarse al movimiento social (entrevista personal con Oscar Mendoza,
músico y gestor cultural de la Corporación Cultural de Castro que a la fecha del mayo chilote cursaba estudios
de postgrado en Viena).

31
a raíz del vértigo de los acontecimientos y la magnitud de la crisis; fenómeno cuya
complejidad se encuentra hasta el día de hoy en proceso de asimilación.

http://www.elrepuertero.cl/06/05/2016.

Por lo pronto, nos interesa aventurar algunas hipótesis en relación al rendimiento


imaginario que se puede deducir de los antecedentes recogidos, con el objetivo de delimitar
el impacto en la producción de imaginarios territoriales en la literatura chilota y cuyo valor
atestigua los límites y alcances en que se mueve la imaginación del sistema cultural chilote
en su necesidad de proyectarse al futuro.
Situados en la línea interpretativa según la cual el orden social se funda como una trama de
relatos, como un conjunto de historias y ficciones que circulan entre la gente para producir
un sentido de realidad (Piglia, 1986), tenemos que una parte significativa de la percepción
colectiva de los acontecimientos coyunturales del mayo chilote está recortada sobre el
trasfondo del discurso reivindicativo de la autonomía de Chiloé de rasgos separatistas. La
naturaleza pública de este relato, vale decir, el poder que tuvo para circular en la sociedad
como trama de versiones e historias, hacen de él un lugar excepcional para la construcción

32
de una contrarrealidad alternativa a las narraciones oficiales (Eco, 1988), en virtud de su
capacidad para declarar, de manera cifrada, lo que está por venir a partir de las tensiones
que se hacen visibles como puntos de fuga del imaginario social.
Un breve recuento de los principales post de los medios y redes sociales publicados en el
mes de mayo, nos permiten hacernos una idea de la percepción de la problemática según el
relato del día:
“Defendamos Chiloé, no le creemos al ministro que se queda en Puerto Montt y no viene a
Chiloé”, (http://www.t13.cl/radio/conexion-tele13/ 04 de mayo del 2016).
“Rebelión en Chiloé: se agudizan movilizaciones y crece desconfianza en las autoridades”
(http://www.theclinic.cl/05 de mayo del 2016).
“Chile debe entender que esta es la gota que rebalsó el vaso” (http://radio.uchile.cl/07 de
mayo del 2016).
Desde otros registros se pueden apreciar lienzos, pancartas y grafitis en los muros de las
principales ciudades de la isla grande con las siguientes consignas:
“Chilwé pueblo libre: soberanía, identidad y autodeterminación, por un proyecto educativo
chilote”
“Asamblea constituyente”
“Luchamos por Chiloé y su gente, Quellón”
“Chiloé está privao”, “Chiloé está en crisis, y parece que al resto del país no le importa,
solo se acuerdan de nosotros para comer curanto”,
“Chiloé Autónomo”.

33
www.facebook.com/centroecopedagogico/posts/no-nos-hagamos-los-sordos/27/04/2016

Chiloé Autónomo. Grafiti. Castro, Chiloé. Lin Linao http://commons.wikipedia.org/

34
Se impone así un relato coyuntural de lo chilote que tiene en la negación de lo chileno su
condición de posibilidad, dando forma, de manera espontánea primero y elaborada después,
de un imaginario territorial que revive antiguos afanes secesionistas8.
El rendimiento imaginario que podemos obtener de estos antecedentes, trabaja una veta
postcolonial que oscila entre los extremos de la utopía y la distopía, testimoniando en sus
figuraciones narrativas los puntos de fuga hacia un futuro incierto del imaginario social
chilote.

Voces en la lluvia de Gabriel Gutiérrez Muñoz


Escrita en medio del fervor de las de protestas de mayo del 2016, la novela Voces en la
Lluvia, (en adelante, VELL) del joven escritor chilote Gabriel Gutiérrez Muñoz (1991), nos
presenta la visión de un territorio en crisis urdido en una trama de relaciones que une, en un
mismo relato, el argumento de la intriga con la historia reciente de Chiloé. Su valor reside
en una operación de captura gracias a la cual se filtran el deseo y la conjetura imaginaria
nacidas al calor de las barricadas de mayo, poniendo en circulación el espacio de la
imaginación distópica de un territorio en franco proceso de refundación.
Narrada en clave de relato fantástico, VELL nos traslada a un futuro fechado en el año
2026 en donde la República Independiente de Chiloé está lejos de ser una utopía redentora
de los mejores sueños de autonomía política y económica del archipiélago; distante de todo
rasgo de idealización, nos instala en un contrafactual histórico de una ruptura radical con la
lógica del devenir histórico del metarrelato del progreso, proponiendo una comprensión
alternativa del curso de la historia reciente de Chiloé desde la virtualidad de un territorio
descrito en términos postnacionales.
La búsqueda de la identidad y el destino de los personajes, metáfora de la constante
búsqueda del destino de las islas, operan como el hilo conductor de una historia que tiene

8
Un dato, en apariencia anecdótico, dice relación con la publicación de un titular del diario electrónico
español Alerta Digital relacionado a las manifestaciones de apoyo a las demandas de los chilotes por los días
de mayo del 2016: “Los habitantes de una isla de Chile prefieren volver a ser españoles”. En dicho titular, se
exhibe una fotografía que muestra a un estudiante dalcahuino portando orgulloso una bandera de los veteranos
de Castro, ejército con el que los propios chilotes intentaron defender su dependencia de España ante la
anexión del archipiélago a soberanía chilena. http://www.alertadigital.com/2016/05/15. Anécdota que tiene su
antecedente diez años antes el 28 de julio del 2006, ocasión en que el, en ese entonces, alcalde de Castro
Nelson Águila, levantó un gran revuelo al ondear una bandera española como símbolo de protesta del
abandono histórico de Chiloé.
http://www.laestrellachiloe.cl/prontus4_nots/site/artic/20060727/pags/20060727233056.html.

35
en el nacimiento de la “República Independiente de Chiloé y la muerte de Chile”, el motivo
central de un relato de contornos míticos en el que se entrelazan la narrativa de la crónica,
el diario apócrifo, la leyenda mítica, el relato oral, la ciencia ficción, el relato fantástico, el
mundo de los sueños; prefigurando en ello las características propias de una realidad que se
define a partir de su consabido componente imaginario, mágico y misterioso. Así, en un
pasaje que bien podría denominarse como iniciático, el protagonista se inicia en lo
desconocido y secreto, cayendo presa de la obsesión con un sueño repetitivo de una visión
onírica de Chiloé simbolizada por una lechuza, la lluvia y las casas típicas:

Acudió a Mariana, reconocida entre sus amistades como una buena intérprete de mensajes
cómicos: un pasaje sin salida y un muro al fondo, lluvia, casas iguales a lado y lado, Eduardo
caminando bajo la lluvia con pasos lentos para ir observando a su alrededor, última casa a la
izquierda: una lechuza lo miró desde una ventana. La mirada de la lechuza era entre sabia,
compasiva y autoritaria. Cuando él quiso abrir la puerta del cerco, no pudo moverla por más
fuerza que hizo, la impotencia le dio miedo y despertó. Exactamente lo mismo martes, jueves
y anoche (2).

Obsesión que le llevará a tomar la decisión de viajar a Chiloé con la esperanza de


comprobar lo que a esa altura es interpretado como un mensaje cifrado en símbolos en la
visión onírica pero que, sin lugar a dudas, conserva una verdad relativa a lo que Eduardo
intuye como su destino. Sin embargo, las “referencias” inevitables del paisaje isleño y la
decisión misma de partir a Chiloé, se ven súbitamente confundidas con las condiciones que
imponen la quemante “realidad real”; un territorio en estado revolucionario. A partir de
aquí, comienza a tomar forma un imaginario territorial elaborado sobre el trasfondo del
relato de la revolución independentista de Chiloé, que tiene el valor de resituar el relato
independentista en un contexto ucrónico, es decir, en el deseo de una historia alternativa
que se inicia cuando el acontecimiento significativo en la historia de Chiloé cambia la
linealidad del tiempo, generando un mundo del deseo, un mundo que subvierte la propia
historia y que pone en tensión todos los elementos que la conforman, ensayando una
reconstrucción lógica de la historia en otro tiempo.
Llegados a este punto, el relato avanza a un ritmo vertiginoso, arrastrando todo hacia el
cumplimiento de una fatalidad inscrita en lo más profundo de un territorio que desborda los
márgenes de lo real en un tiempo revolucionario, imprimiendo todo de una atmósfera de

36
agitación y turbulencia, propios de un estado de inversión de las estructuras de poder
históricas:

Se veía venir, Gonzalo el metalero tenía razón: las carreteras chilotas están cortadas desde
mediodía y, al parecer, con buena organización, la requerida para levantar barricadas en
Ancud (Chacao, Mutrico y Pudeto), Castro, Chonchi, Quellón... lo que se dice la patria
entera. Se hizo un llamado a apoyar a los pescadores y a sus familias que han quedado sin
trabajo y exigen una retribución por el daño, la contaminación impune, el despojo de los
recursos marinos, el despilfarro de una ley corrupta que permite la destrucción de cuanto
genere ganancias al empresario extranjero. Ha comenzado el enojo, por fin. Féisbuc hierve.
Allí todo el mundo desparrama sus opiniones, siente que participa de un tribunal
democrático, juran que alguien toma en cuenta sus palabras. Pelean, se ponen de acuerdo,
vuelven a odiarse. Jano me propuso ir a las barricadas de Pudeto. Jugaré unas partidas de BW
antes de acudir al llamado (67).

De súbito, las calles se llenan de barricadas, las carreteras son tomadas por brigadas
organizadas, las fuerzas policiales no se atreven a cruzar el canal de Chacao, se transmiten
noticias contradictorias, se llevan a cabo negociaciones sin muchas expectativas, se suman
Calbuco, Maullín, Puerto Montt y otros lugares continentales, se palpitan la muerte y la
rabia en todos los sectores sociales de la isla, las playas semejan verdaderos cementerios, es
una crisis del espíritu chilote nunca antes vivido, un horror que nadie recuerda haber visto
antes (68). Chile responde con sus aviones de transporte y los vuelos rasantes de sus
helicópteros, la gente se prepara con armas para defender la dignidad de un territorio
explotado hasta el absurdo, los medios internacionales y las redes sociales divulgan
imágenes de los hechos a cada momento; a ratos todo se embrolla en falsas noticias, la
confusión y la histeria hace presa de algunos, todo se torna impredecible; se lamenta la
ausencia de liderazgo, los pescadores no se ponen de acuerdo en torno a quien los dirige, se
pierde confianza, corren los rumores sobre el arribo de las fuerzas policiales que
desembarcarían por Ancud, de tropas listas en Quemchi, se rechazan las propuestas del
gobierno central. Cunde el desorden y el descontrol en las grandes ciudades del sur que
convocan a una asamblea constituyente patagónica en un indicio de que Chile ya no será el
de antes; paralelamente se ejecutan linchamientos y bandas organizadas protagonizan
saqueos bajo consignas anarquistas; se apuran las gestiones para que el referéndum se
realice lo antes posible. Por todos lados columnas de humo que suben al cielo,
En medio de esta incertidumbre surge la figura de Juan Jesús Mansilla. Personaje
carismático como pocos, dotado de una capacidad de oratoria capaz de levantar los ánimos
37
“en una pasión redentora y casi mística” (85), logrando devolver la esperanza a los miles de
chilotes movilizados; su capacidad para organizar a las masas movilizadas en base a orden
y disciplina irrumpe justo en el momento en que el caos amenaza con disolver todo en un
torbellino de violencia y confusión. Líder y rostro visible del Movimiento independentista
de Chiloé, Juan Jesús no hace más que desatar las fuerzas emancipadoras organizadas en
clandestinidad varios años antes de la coyuntura histórica, dejando en claro que el proceso
emancipatorio es la expresión de un plan ideado con años de anticipación:

Juan Jesús llamó a todos los chilotes a marchar sobre Castro para tomar el poder.
Escogió dramáticamente el 21 de mayo, así que, al mismo tiempo que en el Congreso
de Valparaíso Michelle Bachelet renunciaba a su cargo y era reemplazada por el
ministro Jorge Burgos, miles de personas se dirigían a nuestra capital desde todos los
recovecos del archipiélago. Las imágenes abarrotan internet, hacen eco en el mundo
entero: lanchas y barcazas recargadas de gente navegan a través de los fiordos, llenan
la bahía de colores alegres, cientos de autos, camiones, buses colapsan carreteras y
calles… Juan Jesús habló casi una hora sin decaer el ímpetu. Cerró su discurso
exhortando al resto de las regiones a levantarse contra el gobierno central, dijo que la
Patagonia y la Araucanía tenían motivos especiales para tomar el ejemplo de Chiloé y
que desde ya contaban con nuestra fraternidad. Las amenazas virulentas del recién
asumido presidente Burgos quedaron opacadas por la imponencia de don Juan Jesús
Mansilla. (91-92).

Los resultados inapelables del referéndum, con un respaldo ciudadano de 73,1 % de un total
de 200 mil sufragantes en favor de la propuesta independentista, deja el camino despejado
para la disolución del Movimiento Independentista y el diseño institucional de la nueva
República Independiente de Chiloé. El reconocimiento internacional de países como China,
Rusia e Inglaterra, deja entre la espada y la pared al gobierno central ante el alzamiento de
la Araucanía y las provincias australes en un efecto dominó que parece prefigurar el fin de
Chile. No obstante, la virtual resolución de los acontecimientos nos deja ante un final
abierto entre “el sueño y la pesadilla” (96).
En un relato de tiempos sobrepuestos, en donde pasado, presente y futuro se entrecruzan se
manera circular ajenos a toda linealidad, contemplamos un Chiloé independiente fechado
en el año 2026. El paisaje que se impone a la vista es de grandes y modernos edificios, muy
lejos de aquella añorada isla de tradiciones y palafitos, un hospital inmenso y un moderno y
equipado estadio de nivel internacional que exhibe en sus pantallas publicitarias imágenes
que halaban a dios y las virtudes del gobierno, de series propagandísticas que persisten en

38
invitaciones a una vida honorable, al orden y las buenas costumbres, de una nueva gran
avenida Coronel Melchor Márquez repleta de propaganda patriótica, teniendo como
epicentro un colosal escenario patriótico desde el cual se oye el discurso de Juan Jesús de la
Concordia Mansilla Cárdenas, Presidente de Chiloé, ante una gran muchedumbre de unos
10 mil adherentes enarbolando grises, verdes y azules desde los grandes pendones de
símbolos patrios repletos de cruces. Coronaba la visión la enorme catedral moderna
construida luego del incendio de la antigua iglesia de Castro en tiempos de revolución,
frente a una plaza ya sin árboles y desprovista de su antiguo encanto provinciano. Símbolos
de un territorio descolonizado y orgulloso de su gesta de épica de independencia; en suma,
otro país.
Lo que ocurre a continuación, se resume en las siguientes imágenes:

Justo en el momento de la explosión, cuando el fulgor encegueció a la multitud y la onda


expansiva lanzó a decenas de personas por los aires, Eduardo tuvo la suerte de estar mirando
hacia otro lado y perderse la macabra ceremonia. La bomba era tan potente que pulverizó
cuerpos, destrozó árboles, redujo el escenario a escombros, hizo estallar vidrios de algunos
edificios cercanos, barrió charcos, lluvia y hojas otoñales como un viento esférico y echó a
correr a la gente en estampida (25).

La escena es de una marea humana desbordada, de sirenas antiaéreas, de estruendos y


balaceras, de gente corriendo en todas direcciones, de empujones y gritos ensordecedores,
de súbita oscuridad, de un despertar esposado a la camilla de un hospital; de imágenes
televisivas anunciando estado de sitio y toque de queda, de bandos militares, de huida. Una
carpeta encontrada en algún lugar contiene los siguientes títulos: “Manual de tortura para
principiantes”, “La Secesión”, “Breve resumen de El Libro Blanco de la Revolución
Chilota”, “El Fin de Chile”. Títulos apócrifos que nos recuerdan que toda coyuntura ha de
ser construida y narrada en el ámbito del deseo de la imaginación utópica; ese ámbito de la
imaginación que, por un lado, nutre a la creatividad humana de la fantasía necesaria para
superar la facticidad de lo real en un armonioso y esplendoroso horizonte utópico pero que,
por otro lado, esconde la cara oculta donde cobran cuerpo los fantasmas y pesadillas
colectivas que obturan la proyecciones a futuro necesarias para superar el orden social
instituido; su reverso distópico.
Diríamos, parafraseando a Carretero Pasín (2005), que en el relato de la crisis desarrollado
en VELL, se lleva a cabo una abrupta conversión de la originaria actitud utópica hacia un

39
mesianismo histórico, lo que provoca un giro de la consideración utópica como rebeldía
radical y espontánea, hacia su conversión en un instrumento de legitimación y conservación
del orden establecido. Es el momento de los mitos y fabulaciones que desatan los fantasmas
de un Chiloé conservador, de aquel que encubre los abusos sexuales bajo la figura de seres
míticos, de un Chiloé que votó por un sí favorable a Pinochet, el de un conservadurismo
intolerable con las diferencias, en un territorio donde la propiedad privada es intocable y los
valores son los del trabajo, la familia y la palabra de Dios (Cfr. 72):

Las noticias de la revolución eran alarmantes. Agosto fue el mes de la llamada Noche de
los Gritos, cuando fanáticos del movimiento nacionalista chilote salieron a reventar las
casas y los negocios de su enemigo ideológico (o de cualquier persona a la que le tuvieran
rencor) en todas las ciudades y los pueblos del archipiélago. Los gritos eran de la gente
linchada, violada, que veía sus casas incendiadas, sus vidas deshechas. Durante la misma
semana fueron quemadas tres importantes iglesias patrimoniales y la rabia que esto
produjo sirvió de justificación a los excesos del estado recién nacido. Uno y otro hecho
consolidaban la independencia de Chiloé paso a paso.

Las proyecciones imaginarias puestas en juego en VELL, terminan por afirmar su sentido
distópico en un confuso desenlace en donde la ignorancia y la incomprensión, de la mano
del conservadurismo intransigente y la ceguera del fanatismo de lugareños y agentes
represivos de la nueva república, terminan por dar un trágico final a los sueños utópicos de
la Comunidad Autónoma de Lecam, isla imaginaria en las cercanías de Castro en la cual los
niños no van a la escuela, se practica la agricultura comunitaria y se promueven el libre
pensamiento asociado a valores anticapitalistas. El abrupto final con el cual se pone término
al relato, con unos protagonistas huyendo en el Caleuche, metaforiza la clausura de todo
sueño emancipador de un archipiélago sitiado y acosado en todos sus frentes, tanto el
imaginario como el real, cuyo desenlace nos sugiere el escapismo del mito y de la magia
como única escapatoria al terror desatado por el nuevo orden. Por la clausura del futuro.
Claves imaginarias que, tomadas en su complejidad, insinúan los caminos por donde
transita la posibilidad de los imaginarios territoriales isleños en tiempos de crisis.

Discusión de resultados
A modo de discusión de resultados, insistiremos en tres aspectos que, pensamos, abren
valiosas perspectivas de interés investigativo, tanto en lo relativo a la reconsideración de los

40
procesos culturales isleños, como también al valor del aporte de la teoría de los estudios
territoriales isleños en contextos locales.
En primer lugar, evidenciamos en la sociedad chilota la necesidad de contar con narrativas
imaginarias que contribuyan a satisfacer la demanda de certidumbre colectiva en tiempos
de crisis del habitar insular, en virtud de la amenaza que se cierne sobre las formas sociales
tradicionales y el sistema cultural que las sustenta a raíz de la imposición de modelos de
desarrollo que tienen en la visión monológica y reduccionista de los discursos
institucionales su matriz de intervención territorial. En efecto, los marcos declarativos de
los discursos institucionales de vocación proyectiva, como la Estrategia de Desarrollo
Regional (EDR, 2009 – 2020), consideran al territorio como valor orientador, pero
comprendido como un referente espacial sobre el cual es posible proyectar políticas y
programas de desarrollo sobre un conjunto de variables complejas, las que proyectadas en
una escala temporal y espacial sostenida generan una desestabilización de las relaciones
ecológicas claves para la sustentabilidad de los territorios isleños y la consecuente
preservación de los modos de vida tradicionales. Las evidencias señalan que la expansión
de la salmonicultura y los marcos normativos correspondientes, generaron a corto plazo un
efecto negativo en distintas dimensiones vitales para el hábitat insular sin precedentes, en
razón de dos aspectos importantes: la mencionada privatización de los cuerpos de agua y la
exclusión de los pescadores artesanales como protagonistas de sus propios procesos de
subsistencia material y simbólicas (Cfr. FSP, 2016). En este sentido, destacamos la
importancia del discurso literario, en relación a la posibilidad que abren en su ejercicio de
ficcionalización territorial para recoger y poner en valor las características propias del ser
insular amenazadas por las concepciones instrumentales y reduccionistas del territorio.
Del mismo modo y destacando el valor de contramapa de las representaciones literarias,
destacamos su proyección y atractivo investigativo en su intento de sugerir, para el caso de
Guaitecas y LIC, una alternativa imaginaria a las cartografías oficiales del archipiélago,
basada en la vigencia de las rutas ancestrales y su atractivo para hacer frente a la cada vez
más difícil vida en el mar interior de Chiloé. Lo anterior coincide con lo planteado por
Elaine Stratford (2013) en relación a que el mundo de las islas es descrito, a diferencia de
los discursos monológicos y simplificadores de la institucionalidad, en términos de
conectividad, movilidad y multiplicidad, en donde no hay lugar para jerarquías ni

41
esquematismos binarios y disyuntivos, desterritorializando y revitalizando con ello el
estudio de las islas (Stratford, 2013).
En segundo lugar, y considerando la doble función de equilibrio y desequilibrio de los
imaginarios sociales (Carretero Pasín 2006), observamos la presencia activa de un
imaginario social distópico, de gran poder de expresividad discursiva y movilización social.
Sin embargo, el análisis de la novela “Voces En la Lluvia”, evidenció la hipóstasis de
representaciones reificadas en el imaginario social de alto poder de sugestión, aún latentes
en el imaginario social chilote e indicativos de los miedos que asechan hoy a la sociedad
chilota. En virtud de ello, queda de manifiesto que la consideración a las nuevas referencias
simbólicas en que se desenvuelven las sensibilidades culturales en el Chiloé de hoy,
favorece poner en evidencia el estrecho vínculo existente entre las tendencias actuales en
materia de imaginarios socio-culturales y las tendencias subterráneas heredadas desde
tiempos coloniales para imaginar un territorio en contextos futuros postcoloniales.
En tercer lugar, conjeturamos que el ensayo de nuevas lecturas elaboradas en el cruce de los
enfoques teóricos contemporáneos, las coyunturas sociales, el componente generacional y
su relación con las nuevas tendencias en materia de géneros narrativos, sumados al espesor
cultural chilote, proponen horizontes imaginarios que, si bien es cierto, no son nuevos,
aportan una perspectiva esperanzadora en lo concerniente a revalorar las condiciones
ontogenéticas (Pugh, 2013) propias del sistema archipelágico.
Conclusión
Insistiremos en tres aspectos que significaron hallazgos importantes para concluir el
proyecto de investigación.
En primer lugar, y en virtud de la resonancia que el marco teórico dejó sentir en la totalidad
de la investigación, consideramos que la perspectiva teórica abierta por los Estudios Isleños
(Stratford, Baldacchino, McMahon, Farbotko, Harwood, 2011), operó como una instancia
hermenéutica privilegiada para la comprensión de los imaginarios territoriales isleños de
Chiloé, aportando, por un lado, a la crítica de las concepciones del territorio presente en los
discursos institucionales y, por otro lado, evidenciando las potencialidades que las obras
literarias y artísticas presentan para contramapear las representaciones oficiales del
territorio archipelágico. En relación a lo primero, la idea de archipiélago como un complejo
de redes, ensamblajes, tejidos conectivos, movilidades y multiplicidades, ofrece la

42
posibilidad de trascender los marcos interpretativos en que ha quedado encerrada la mirada
instrumental de las cartografías reduccionistas de límites rígidos y descontextualizados en
relación a las prácticas consuetudinarias del habitar isleño (Ther, 2011; Skewes, 2012). En
lo que atañe al segundo aspecto, el ejercicio de hacer entrar en juego categorías y figuras
conceptuales forjadas en el ámbito de los estudios territoriales isleños con las expresiones
artísticas chilotas, proporcionó una mirada, a nuestro juicio, renovadora en lo concerniente
a ponderar el coeficiente crítico imaginario contenido en las obras consultadas. Al respecto,
nociones tales como “el potencial ontogenético del sistema archipelágico”, su “condición
transfigurativa y metamórfica” (Pugh, 2013), que hace referencia a la capacidad para
adaptar, apropiar y metamorfosear bienes y usos culturales y sociales, nos ilustró sobre la
capacidad de generatividad cognitiva (Pugh, 2018), que se proyecta desde los usos socio
culturales asociados a las formas de vida isleñas, hacia la potencialidad expresivo
imaginaria de las obras artísticas, lo que en parte explicaría la riqueza de Chiloé en relación
a su reconocida producción discursivo semiótica (Mansilla, 2009).
De acuerdo con esto, y reconociendo el valor de la crítica cultural forjada en los estudios
literarios y culturales para el caso chilote, el considerable trabajo desarrollado por el
investigador y escritor chilote Sergio Mansilla (Mansilla, 2006, 2009, 2017), nos ha
ilustrado en torno a los límites y posibilidades de los imaginarios territoriales proyectados
desde la heterogénea sensibilidad cultural de la denominada intelligentzia chilota. Sin
embargo, sentimos que la gravitación dominante de lo que hemos denominado como el
imaginario de la catástrofe cultural acaecida en el archipiélago, nos habla más bien de los
límites del sistema cultural chilote para imaginar futuros utópicos alternativos a la actual
crisis de imaginación socio cultural. Análisis que ha de ser complementado con la mirada
rizomática de los estudios territoriales isleños y su atención en nuevos actores y
procedimientos.
Por otro lado, evidenciamos en el análisis de Voces En La Lluvia, de Gabriel Gutiérrez
Muñoz, lo que Ralph Crane y Lisa Fletcher (2016), desde la University Of Tasmania,
advierten en el estudio de las ideas sobre las islas que se han desarrollado en la denominada
literatura popular. El enfoque de los autores releva el hecho de la masificación de los
géneros populares, como las llamadas storyworlds, refiere el universo narrativo transmedia
en su valor para el desarrollo de relaciones en donde el lector deviene usuario-jugador

43
(Molano, Romero, Santorum, 2019); lo cual nos fue de mucha utilidad para valorar los
nuevos lenguajes y motivos argumentales en intersección con la imaginación territorial que
se está produciendo en la literatura chilota en la actualidad. La incorporación de la cultura
gamer y su cruce con la mitología chilota, la cercanía con la ciencia ficción y la referencia a
la información instantánea vehiculada por las redes sociales del denominado mayo chilote
(2016), nos ofreció la posibilidad de descubrir el modo en que las actuales generaciones de
chilotes procesan y reprocesan sus tradiciones, dando forma a imaginarios inéditos por
medio de un lenguaje interactivo que trasciende la actitud meramente contemplativa de los
géneros más dominantes en la producción literaria chilota (léase la poesía) gracias al
componente de entretención propio de los géneros populares. No obstante, advertimos la
ausencia de un análisis más crítico de los autores citados, al omitir la presencia de
imaginarios estabilizadores presentes en estos nuevos géneros y formatos que contienen
todo un sistema de significados valiosos para el conocimiento de los territorios y sus
imaginarios.
En segundo lugar, los instrumentos metodológicos aportados por la hermenéutica dialógica
territorial (Vergara, 2011), en especial la categorización entre discursos contestatarios y
discursos monológicos reduccionistas, contribuyó a la identificación de las matrices
ideológicas (sistemas de valores), presentes de manera implícita en los discursos
analizados. Especial valor cobró la posibilidad que la hermenéutica dialógica territorial
ofreció a la hora de poner en evidencia las tensiones sociales básicas existentes entre teorías
y prácticas tradicionales y antitradicionales, entre actores formales e informales, entre
imágenes artísticas e institucionales, entre ciencias naturales y ciencias sociales y humanas;
lo que, a su vez, facilitó la tarea de interpretar las obras seleccionadas como un diálogo
interno entre perspectivas contrapuestas, dando lugar al trazado de contramapas
imaginarios del territorio insular, en donde pusimos en evidencia formas de apropiación del
espacio, percepciones de límites y movilidad, de fronteras y borradura de las mismas, de
imágenes y representaciones esquemáticas del territorio, según la perspectiva de los
discursos y actores. Esto posibilitó la tarea de relacionar los textos públicos dinamizados
por las redes sociales y puestos a circular en pleno conflicto socioambiental del 2016, con
su elaboración imaginaria en la novela Voces En La Lluvia, haciendo posible, en un trabajo
de “depuración estética”, la identificación de esquemas imaginarios distópicos subyacentes

44
en la producción discursiva de la coyuntura socioambiental, magistralmente elaborados en
el trabajo de producción literaria.
Sin embargo, y considerando el carácter abarcador de la metodología de la hermenéutica
territorial, dada por su insistencia en la borradura de las fronteras disciplinarias en el
diálogo entre ámbitos de experiencia heterogéneos, se hace necesario una mayor
formalización con respecto a cualidades específicas de los objetos de estudio; en concreto,
la nueva naturaleza transmedial de los hipertextos, la condición híbrida de los nuevos
géneros, la aparición de nuevos autores que cuestionan las categorizaciones modernas entre
intelectuales y no intelectuales (Vergara, 2007), por nombrar sólo los problemas que
encontramos para el caso chilote, exigen una mayor especificación para el tratamiento
adecuado de los textos a interpretar, en función de las nuevas y emergentes condiciones en
su producción.
En tercer lugar y en directa relación a lo anterior, sugerimos que un modo posible de sortear
los obstáculos por los que atraviesa la crisis de producción imaginario territorial de la
denominada intelligentzia chilota (Mansilla, 2006), pasa por considerar la emergencia de
nuevos actores sociales y sus textualidades inéditas, los nuevos protocolos de lectura que
imponen las nuevas tecnologías digitales y las formas inéditas de conexión entre discurso y
realidad de parte de una nueva conciencia crítica emergente y en estado latente, que puso a
prueba los recursos conceptuales puestos en práctica en la investigación. En este sentido,
coincidimos con lo expresado por los estudios isleños, en el sentido de la necesidad de
integración de humanidades y ciencias sociales. Hibridaje investigativo que en palabras de
Elaine Stratford sería apuntaría a un lugar de interacciones múltiples, como espacio
movedizo de conexión entre las ciencias puras y lo social y estas con el arte y la tradición
cultural (Stratford, 2011). Un caso notable al respecto fue, a nuestro juicio, la apertura
imaginaria que experimentaron textos como LIC y Guaitecas, de Jorge Velásquez Ruíz, al
hacerlos dialogar con investigaciones llevadas a cabo en el ámbito de las ciencias humanas
y sociales. En concreto, investigaciones de Chapanoff (2003), Álvarez, Ther (2016), Lazo
(2017), por nombrar sólo las referencias inmediatas de la investigación, abren una rica
perspectiva de análisis para futuras investigaciones en vistas a enriquecer los estudios
territoriales de las regiones sur australes.

45
CHILOÉ: IMAGINARIOS TERRITORIALES DESDE LAS ARTES VISUALES
Edward Rojas Vega, Alejandro Barrientos Vivar, José Triviño Hernández

46
Resumen
La crisis socioambiental y cultural vivida en Chiloé, conlleva alcances relativos a una
nueva condición territorial definida en términos de hiperconciencia del espacio, en función
de la amplitud de sus efectos en las estructuras de la sensibilidad ancladas en lo más
profundo de los imaginarios sociales instituidos en la sociedad y cultura chilotas a lo largo
de su historia. La hipótesis de esta nueva conciencia territorial considera el aporte que las
artes visuales y el arte en general, llevan a cabo en su capacidad para registrar la dimensión
subjetiva del trance cultural, poniendo en juego nuevas constelaciones de significado que
permitan comprender tanto los efectos negativos, así como las proyecciones a futuro de los
imaginarios territoriales que emergen de esta condición de crisis histórica. Se pone especial
relevancia en la diversidad de imaginarios territoriales propuestos desde la singularidad de
la obra plástica en tres artistas visuales chilotes, enfatizando la presencia/ausencia de
matrices culturales tradicionales en su relectura crítica.

Palabras clave: visualidad, paisaje, arte, territorio

Introducción
Los últimos episodios de crisis socioambiental acaecidos en Chiloé, han puesto en
evidencia la fragilidad de los imaginarios territoriales isleños en lo concerniente a su
capacidad para proponer referencias simbólicas que proyecten una imagen de Chiloé hacia
el futuro. Los cambios acelerados que se han observado en el seno de las formas de vida
tradicionales, han impactado en el corazón de los marcos relacionales comunitarios como
efecto inmediato de la implementación de la infraestructura productiva asociada a la
industria del salmón, generando un proceso de proletarización y monetarización de la
sociedad chilota tradicional con el consecuente establecimiento de relaciones sociales
desgajadas del ámbito de interacción que otorgaban los mundos vitales tradicionales del
archipiélago. Esta situación, que se ha denominado de múltiples formas: crisis cultural
profunda (Mansilla, 2006), depredación del paisaje (Contreras, 2003), neocultura chilota
(Uribe,2005), reciclaje insular (Rojas,1996), smoltización de la cultura (Cárdenas,2006),
etc., supone, a su vez, una mutación de los esquemas simbólicos que dotaban una imagen
del territorio insular como un campo cultivado en el marco de una economía de

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subsistencia, a la de un territorio arrasado por las dinámicas destructivas de los procesos
productivos industriales, responsables de la degradación de los ecosistemas maritoriales y
sus efectos en la relación simbólica de las comunidades con el territorio.
Partimos de la hipótesis según la cual, cabe concebir un ámbito en donde la interacción
entre las representaciones simbólicas, las perspectivas teóricas y la producción artística y
literaria, operen como campo matriz de producción de imaginación territorial, valoradas en
su calidad de contramapas imaginarios del territorio (Stratford, 2013).; lo anterior, con el
propósito de responder a las siguientes interrogantes: ¿de qué forma afecta la crisis
socioambiental a las representaciones del territorio contenidas en la producción plástica
llevada a cabo por artistas chilotes?, y ¿qué nueva cartografía imaginaria del Archipiélago
de Chiloé es posible deducir de estas obras?.
En lo que sigue, intentaremos trazar un breve recorrido por ese territorio imaginario
desplegado en la producción plástica de tres artistas visuales residentes en la ciudad de
Castro y en la cual se han trazado las perspectivas críticas en torno al deterioro del
componente paisajísticos, para de ese modo explicitar matrices de pensamiento,
esquematismos conceptuales e ideológicos que subyacen en el subsuelo epistémico de las
simbolizaciones imaginarias del territorio insular de Chiloé.

Estado del arte


En lo relativo a la relación arte, islas y representación, recogemos el aporte de Elizabeth
Nyman (2013). Para la investigadora en ciencia política, estudios oceánicos e isleños de la
University of Louisiana, la utilización de las islas y archipiélagos en la configuración y
diseño de videojuegos ha demostrado ser una fórmula duradera y popular, en virtud de los
lugares comunes a los que se enfrentan los jugadores, viendo así reflejadas las expectativas
imaginarias más usuales en torno a la representación de las islas. Procediendo al examen de
las distintas generaciones de videojuegos, la autora ha logrado detectar ciertos patrones en
el uso que se les da a las configuraciones isla y archipiélago, desarrolladas por lo general en
torno a convenciones sobre el agua como obstáculo a atravesar, reforzando con ello las
preconcepciones sobre estos espacios como límites naturales que desafían a los jugadores.
Para Nyman, el imaginario ficcional de las islas y archipiélagos presente en los
videojuegos, desafía a los imaginarios turísticos que presentan a las islas como lugares

48
soleados y tropicales, de hermosas playas y gente amable, al presentarnos un escenario
lleno de peligros y misterios, plagado de monstruos y lugares inaccesibles que suelen
limitar al jugador en su intento de escapar de la isla. En este sentido, sostiene Nyman (p, 3),
las islas encajan en una larga tradición de video juegos que utilizan el agua como límite fijo
y cuya principal finalidad es su superación en tanto obstáculo para la escapatoria de la isla.
Siguiendo una línea de investigación que estudia la presencia de las islas en la literatura
(DeLoughrey, 2007) y en la música popular (Baldacchino, 2011), la autora concluye que la
constante aparición y reaparición de estos lugares en los videojuegos, es indicativo del
papel que las islas y los archipiélagos siguen desempeñando en las representaciones de la
cultura popular.

En el terreno de las artes, Laurie Brinklow (2013), de la escuela de estudios ambientales de


la University of Tasmania, estudia cómo las islas capturan la imaginación de los artistas.
Para Brinklow, los archipiélagos ofrecen un entorno ideal para los artistas que se inspiran
en su lugar, ya que en las islas pueden experimentar una intensidad de vida que de otro
modo no podrían tener. Brinklow, examina las expresiones de la insularidad de artistas que
viven en islas que se encuentran en las antípodas, como el archipiélago del Atlántico Norte
de Canadá y el Gran Océano del Sur. Se basa en entrevistas con artistas y escritores para
considerar la naturaleza de su apego y la atracción que las islas ejercen en ellos, explorando
a través de la lente de la fenomenología el entrelazamiento entre dos o más islas.

Para el equipo de investigadores compuesto por Daniel Graziadei (Universidad Ludwig-


Maximilian de Munich, Alemania), Britta Hartmann (Universidad de Tasmania, Australia),
Ian Kinane (Universidad de Roehampton, Reino Unido) y Johannes Riquet (Universidad de
Tampere, Finlandia), (2017) resulta clave responder a la pregunta de cómo emergen las
islas en los textos. La reflexión en torno a la representación de las islas en los estudios
literarios y culturales, gravitan por lo general en torno a la discusión del significado de las
islas desde consabidos lugares comunes conceptuales tales como el aislamiento, paraíso y,
más recientemente, los espacios de control colonial. En consecuencia, los autores sostienen
que la isla es una figura que puede y debe ser leída en más de una forma reconociendo el
carácter resbaladizo del concepto, como un sitio de oscilación semántica. Mientras que
estas discusiones han aportado mucho a nuestra comprensión de la apelación metafórica y

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conceptual de las islas en el imaginario occidental, a veces se han oscurecido las
experiencias de varias capas de islas transmitidas por las narrativas de la isla. Por este
motivo, los autores proponen, en primer lugar, el desarrollo de una fenomenología de las
islas de ficción, que se centra en las formas en que la topografía de las islas se presenta a
menudo como una confluencia de experiencias sensoriales (vista, oído, gusto, olfato y
tacto) y espacial prácticas (el movimiento a través de y / o la interacción con la topografía
de la isla ficticia) (p. 4). Para en un segundo lugar, proponer una investigación participativa
con la propia medialidad, con el fin de analizar las formas en que las islas son imaginadas y
presentados a través de diferentes medios de comunicación, poniendo especial énfasis en la
manera en que las narrativas de las islas pueden llamar la atención a lectores y
espectadores.
Desde la Universidad de Córdoba, Nancy Calomarde y Florencia Donadi (2017), han
venido desarrollando recientemente una línea de investigación en torno a lo que denominan
el giro territorial en el arte, el cual tendría su origen en una condición territorial abierta,
expandida y omnipresente, que adquiere cuerpo en la escritura al modo de una
hiperconciencia crispada del espacio, como registro performático de un nuevo sensorium o
manera de percibir la espacialidad, esta vez desde la virtualidad y multidimensionalidad del
trabajo del arte. Sin lugar a dudas, la irrupción de los nuevos paradigmas de estudios
territoriales puestos en circulación tras la crisis de la episteme moderna, sumado a la
conflictividad territorial de los escenarios del presente, han contribuido de manera decisiva
a este fenómeno, al punto que hace previsible un interés mayor en las dinámicas socio
espaciales que se anuncian en el horizonte siempre móvil de las problemáticas
socioambientales y su efecto inevitable de derivas conceptuales y socio espaciales. Es así
que este nuevo sensorium territorial, esta nueva experiencia de la territorialidad inscribe
una serie grafo – performance que elude y cuestiona la lógica y los contenidos ideológicos
de demarcación territorial, reclamando otro reparto de lo sensible (Clomarde/Donadi,
2017). Los imaginarios territoriales en su deriva artística - situados en el espacio
inmediatamente colindante con los imaginarios territoriales, que son colectivos y
pertenecen al archivo común de la cultura - recogen la experiencia de subjetivación como
proceso de des-territorialización y re-territorialización, en donde, imágenes, narraciones,
sonoridades, performances, formas y volúmenes, protagonizan una política de

50
desmaterialización espacial, en la medida que su performance efectúa una política de
emancipación de significaciones fijas y naturalizadas gracias a la liberación del flujo de
sentidos conectivos, heterogéneos y múltiples.

Metodología
Como postulado inicial, y partiendo de la naturaleza específica de nuestro objeto de
estudio, definimos al territorio y a la territorialidad como expresión de significaciones
sociales imaginarias, es decir, como algo que se lleva adentro y que se expresa por medio
de narraciones y relatos (Vergara, 2011); como aquella espacialidad que se modeliza por
medio de sueños colectivos y se espacializa en el lenguaje, gracias a la actualización que
este lleva a cabo de los significados estratificados en los niveles más arqueológicos de la
institución imaginaria que es la sociedad misma y que por esa condición requiere de un
método de interpretación que dé cuenta de la presencia de esas significaciones imaginarias
y sus relaciones con el conjunto de circunstancias en que se desenvuelven de forma
compleja y dinámica. Para dar cuenta de los imaginarios alternativos presentes en el
discurso literario chilote, se tomaron algunos aspectos metodológicos de la hermenéutica
dialógica territorial (Vergara, 170), que contempló tres etapas:

Etapa 1. Construcción del corpus discursivo

Una vez estipulada la condición lingüístico semiótica de nuestro objeto de estudio, la


perspectiva metodológica de la hermenéutica dialógica territorial (Vergara, 2011), nos
facilitó la tarea de llevar a cabo la elaboración de un corpus discursivo, en base a establecer
un contraste entre las prácticas discursivas artísticas seleccionadas de acuerdo a la
categorización de la hermenéutica dialógica territorial, consistente en diferenciar los
discursos contestatarios – artísticos, valorados por su especificidad local y representativos
del denominado paradigma complejo (Vergara,173), de los discursos denominados
monológicos y reduccionistas, en donde evidenciamos los contrastes esenciales entre los
discursos representativos del denominado paradigma de la simplicidad de orientación
instrumental y los discursos literarios complejos:

51
El trabajo hermenéutico, se centró en evidenciar el análisis sistemático de las reglas de
significación que dan organicidad al discurso artístico e institucional de relevancia
territorial, necesario para el análisis de los discursos artísticos como contramapa
imaginario territorial.

Etapa 2. Estudio sistemático de discurso artístico

En esta etapa, se procedió a seleccionar del conjunto de la obra plástica de los artistas
chilotes registradas en la etapa 1, las pinturas y collages más representativos de la temática
territorial, con el objeto de acreditar su valor de contramapas del territorio (Stratford,
2013). En esta etapa se llevó a cabo una confrontación y corroboración entre los marcos
teóricos seleccionados en la formulación del proyecto de investigación y su relación con
las obras plásticas seleccionadas para el análisis, de acuerdo a las hipótesis y objetivos
planteados en el proyecto de investigación. Para este propósito propusimos un plan de
acción que consignó:

a) Lectura de obra plástica de tres artistas visuales chilotes:

Edward Rojas Vega:


Serie: Una adorable criatura, collages y grabados digitales (2001)
MM, patrimonio mundial (2009)
Fuera de contexto (2013)

Alejandro Barrientos Vivar:


Serie: Chiloé Santos del escepticismo, pinturas (2013)
Chiloé, la nueva postal (2016)
José Triviño Hernández:
Serie: Nada es lo que parece sur, pinturas (2008)

b) Lectura de artículos de prensa y redes sociales, relativas a la coyuntura socioambiental


del 2016.

c) Registro representaciones e imágenes con la finalidad de acceder a una visión gráfica del
territorio percibido desde la producción plástica de los autores seleccionados. En rigor, este
archivo operó como instancia de consulta y revisión.

En el intento de acceder a una comprensión en los modos profundos del significar social,
reparamos en aspectos tales como:

52
Las formas y procedimientos que ponen en juego los artistas visuales para representar el
modo de hacer territorio desde la imaginación y el discurso crítico.

La comprensión de la interpretación que el artista e intelectual tienen de sus experiencias


de vivir el territorio acorde con los marcos teóricos propuestos para la comprensión de la
apropiación sociocultural de los territorios.

Etapa 3. sistematización de resultados


En esta etapa de la investigación, se establecieron los resultados del trabajo interpretativo
conducente al diseño de una cartografía imaginaria del territorio archipelágico de Chiloé,
bajo la figura conceptual de contramapa (Stratford, 2013). Para tal efecto, formalizamos las
etapas según el orden de prioridad:
a) Modelización de interpretaciones, identificando las confluencias y distancias entre el
modelo conceptual y el objeto estudiado.

b) Trabajo de gabinete: en el cual se procedió a formalizar el análisis conducente a la


visualización de contramapas imaginaros del territorio archipelágico de Chiloé, por medio
de la redacción de artículo académico.

El territorio fuera de contexto: los collages de Edward Rojas Vega


¿Qué es aquello a lo cual el arte atiende y que no nos es alcanzable por otros medios?, y
más específicamente ¿Qué aspectos o dimensiones del territorio son posibles de ser
percibidos desde el arte?. Ya sea como tema de creación o como conjunto de condiciones
históricas y biográficas de producción artística, lo que el arte nos permite capturar en su
simbolización de la realidad está dado por la condición de indeterminación e incertidumbre
de la experiencia moderna, caracterizada por sus tensiones irresueltas entre tradición y
modernidad (Gorelik, 2004), en especial, sus efectos disolutivos sobre una realidad que se
deshace a cada momento en que irrumpe una innovación tecnológica y sus efectos no
deseados en el entorno, cada vez que se emprende una cruzada modernizadora que
transforma los entornos familiares de la habitabilidad, cuando las expresiones más atávicas
se hibridizan en el intercambio simbólico de las redes de comunicación globales o, más
dramáticamente, cuando tenemos que trasladarnos de lugar a raíz de un cambio laboral o
una ruptura emocional. Es esta indeterminación la que explota el arte en su intento de

53
conjurar el curso de una temporalidad disolvente en lo inmediato. Parafraseando a Adrián
Gorelik (2004), diríamos que el arte, en su vocación desconcertante, pone en acto el tiempo
quebrado y el espacio fragmentado de los territorios, desconectándonos de la experiencia
naturalizada del espacio moderno, de ese continuum adormecedor que teje nuestra
experiencia cotidiana donde todo está establecido y aclimatado, es decir, familiar. Lejos del
ícono y la retórica del monumento, el arte representa un momento de radical disposición de
la subjetividad en donde el horizonte de la experiencia del tiempo se contrae a una
subjetividad descentrada, liberada de las convenciones perceptivas de la vida cotidiana
devolviéndonos el reflejo alterado de una realidad expuesta en sus nudos irresueltos, sus
grietas e intersticios por donde emana la imaginación.
Para el caso de Chiloé, la figura de Edward Rojas Vega (1951) ilustra más que ninguna otra
la síntesis de este conjunto de problemas, en el sentido de que asume en mayor medida el
desafío de resituar una tradición cultural arquitectónica y visual en el cruce de referencias
con una modernidad avasalladora e inevitable. En su propuesta arquitectónica y visual nos
encontramos con una de las más provocadoras reformulaciones culturales pensadas desde el
archipiélago, consistente en la idea del reciclaje insular que tiene como fundamento y
motivación un diagnóstico basado en lo que Rojas describe como “la ruptura de los patterns
tradicionales, el cambio de escala, la necesidad de responder a las razones ecológicas
energéticas y de preservación de la madera” (Rojas, 1996), que le obligan a una nueva
exploración del espacio. Con toda seguridad, el nombre de Edward Rojas destaca en el
panorama de la arquitectura nacional como formando parte del movimiento arquitectónico
de dimensiones latinoamericanas y que tuvo en el rescate de las formas tradicionales de
construcción y diseño su forma distintiva; la de una modernidad apropiada en tanto
adecuada, hecha propia y en tanto modernidad propia. Una propuesta arquitectónica
denominada como “contemporaneización de la tradición” vista como un proceso de
reciclaje técnico y semiótico de los objetos arquitectónicos heredados (Mansilla, 2006).
Mirada que, sostenemos, trasciende los márgenes del trabajo arquitectónico y se extiende a
en su labor de artista visual, en especial, su serie de collages curiosamente de escasa
atención crítica.
En este sentido, y a juzgar por lo expresado por Rojas, un posible hilo de continuidad entre
su obra como arquitecto y artista visual estaría contenida en su visión, diríamos, semiótica

54
del territorio insular; una visión sobredeterminada por la potencia figurativa de un paisaje
natural y cultural único en su género pero que no se detiene en filiaciones románticas de
una naturaleza abstracta y mágica a la vez sino, seguramente a raíz de su formación como
arquitecto y su condición de inmigrante isleño, el de un territorio intervenido por la cultura
global hasta sus cimientos imaginarios más profundos, dando cuenta de una condición
cultural híbrida y transmoderna, en el preciso sentido de estar constituida en toda su
extensión por un ir y venir entre el pasado y el presente a partir de estrategias vitales
claramente visibles como leitmotiv en sus proyecciones arquitectónicas y visuales.
Subrayamos lo expresado en el epígrafe, en relación a su necesidad de congelar en el
espacio el cambio de siglo, pero esta vez en el espacio bidimensional de los collages como
recurso desde donde dar cuenta de la radicalidad de las transformaciones culturales
acaecidas en el archipiélago y desde el cual se propone una reconfiguración simbólica del
territorio insular a partir de sus elementos semióticos yuxtapuestos.
Resulta tentador especular, en el buen sentido del término, en relación a la proyección
creativa de Edward Rojas desde el plano tridimensional de la arquitectura al plano
bidimensional de los collages; sin duda una operación que tiene en su origen un rico campo
de preocupaciones concernientes a cuestiones culturales que bien pueden exceder, en cierto
modo, las condiciones de representación que ofrece el plano tridimensional de la
arquitectura. Con ello me refiero a todo el rico componente imaginario, en rigor visual, que
a modo de fuente de referencias simbólicas que bien pueden referir elementos
pertenecientes a la dimensión biográfica del autor, bien a necesidades de comunicación,
bien al paisaje semiótico de la cultura. Por lo pronto y partiendo de nuestro interés por
interrogar la naturaleza de los imaginarios territoriales isleños, nuestra hipótesis sugiere que
la opción por el recurso collage está, entre otras razones, en directa relación con el
(des)orden cultural territorial causado por las profundas trasformaciones acontecidas en el
Chiloé actual, dando cuenta, en su serie, de la dificultad de referir un territorio en términos
compactos desde un punto de vista simbólico, presentándonos un territorio condensado en
capas temporales o momentos congelados de signos encontrados como propuesta,
sugerimos, de reorganización simbólico - territorial. Veamos.
Desde la historia del arte occidental, sabemos que el collage es una respuesta crítica a un
estado de descomposición y fragmentación no sólo del plano pictórico sino de todo el

55
horizonte de referencias imaginario sociales instituidas en la modernidad, al punto de
sugerir la imposibilidad de toda síntesis cultural única y verdadera (Bocola, 1999); en este
sentido, se sostiene que el collage representaría un viaje a la inversa para reestructurar el
plano representativo de la realidad desde nuevos parámetros, lo que daría razón de la
proyección de los planos representativos hacia el campo del observador para así poder
trascender la introspección del artista hacia el vocerío emergente y heteróclito de los
materiales cotidianos en donde la cultura de masas tiene un presencia central. Así, la
presencia en los collages de elementos prefabricados y de reconocimiento colectivo
aportarían con la certeza de algo conocido en medio del desconcierto de lo real devenido
simulacro. Lo esencial del lenguaje del collage apuntaría a liberar a los objetos apropiados
de su dimensión funcional, resignificándolos en base a una nueva constelación de sentido
de signo alegórico y anacrónico. En nuestro interés, proponemos que en la operación
artística de Rojas, el reciclaje técnico y semiótico de los objetos arquitectónicos e
iconográficos heredados de la iconósfera, devenida esta vez cuenca imaginaria, tendría por
finalidad estimular una reflexión en torno a la identidad cultural chilota como proceso,
haciendo uso del procedimiento de la yuxtaposición de imágenes y su poder para provocar
el efecto de diferencia a partir de imágenes aparentemente fuera de contexto, apelando al
recurso de la duda, el distanciamiento crítico y el desconcierto, insinuando la hipótesis de
una realidad devenida un tejido de signos.
Agudo observador, Edward Rojas ha sido testigo privilegiado de los cambios que han ido
transformando el paisaje seductor y fascinante de los comienzos, en un territorio
intervenido por la lógica depredadora del modelo económico neo extractivista. Los
impactos de la industria salmonera, el avance de los monocultivos forestales, el
neoliberalismo verde o despojo conservacionista, el avance de las concesiones de
exploración y explotación minera, el impacto de los mega-parques eólicos sobre el
territorio (Mondaca, 2016), a lo que habría que agregar la tendencia que tiene en la
especulación del suelo una de las modalidades recientes de segregación social y territorial
en el espacio urbano de las principales ciudades del archipiélago, conllevan efectos
decisivos en lo relativo al debilitamiento de las identidades locales, de sus referencias
simbólicas y por consiguiente una modificación de los paisajes tradicionales (Molina,
2013).

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Mirados desde esta perspectiva, las series de collages que ha venido desarrollando Edward
Rojas a lo largo de décadas, recogen de manera indesmentible este proceso de
fragmentación de los imaginarios territoriales tradicionales y el cuestionamiento del
imaginario nostálgico anclado en la pureza de la tradición. Su operación compositiva,
centrada en la yuxtaposición de imágenes y signos tradicionales y modernos, niegan toda
posibilidad de una continuidad que se consuele en la restauración de un pasado mitificado y
por ello petrificado, resultando de ello una desacralización de los hitos territoriales tanto
materiales como simbólicos, dejándonos un rendimiento simbólico antimonumental en su
gramática rota por las operaciones de montaje, recorte, de acumulación de elementos
dispares y prefabricados. Lo anterior lo podemos graficar en la serie “Fuera de Contexto”
(2013).

Fig. 1. De la serie: Fuera de contexto. (2013). Fuente: edwradrojas.cl

Ya el título de la serie nos advierte en relación al carácter problemático del imaginario


territorial resultante del proceso de condensación y desplazamiento de las imágenes que dan

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sustento a la composición, dejándonos la sensación de estar suspendidos en una
superposición de capas de tiempo congeladas y sedimentadas en lo más profundo de la
memoria cultural sólo expresable en imágenes aparentemente sin ninguna relación. Llama
poderosamente la atención el efecto de fragmentación espacial en el proceso compositivo,
dado por el uso de distintas escalas de planos, en los cuales destaca la sacralidad espacial
del territorio insular simbolizada por la presencia de la típica iglesia rural chilota. No
obstante, la tonalidad consagratoria del paisaje se ve bruscamente condicionada por una
composición que gira en torno a la centralidad de un edificio de estilo arquitectónico
vanguardista que parece caído del cielo – que resulta ser el Centro Cultural Jean-Marie
Tjibau, emplazado en la isla de Nueva Caledonia-, proponiendo un diálogo tenso, fuera de
contexto, con la imagen del ícono profano por excelencia de la década de los 50s., Marilyn
Monroe, suscitando un contraste radical con la imagen de la iglesia de San Juan Bautista de
Coquihuil en la comuna de Dalcahue, dispuesta de modo subordinado al pie del conjunto,
sugiriéndonos la dificultad de fijar referencialmente el conjunto. La igualación iconográfica
de las valencias de los signos referidos- la sexualidad de Marilyn y la iglesia típica
patrimonio de la humanidad- generan un efecto que dota de coherencia al conjunto de
significaciones que, al margen de la visón artística, vagarían libres por un territorio
imaginario en descomposición; la disposición arbitraria de las imágenes sobre el plano
bidimensional del collage propone alcanzar una especie de nueva sacralidad habitada por
imágenes espectrales desarraigadas de su contexto de origen y reincorporadas en un
territorio análogo en donde se dejan ver las fisuras y contradicciones que nos conminan a
distanciarnos de la naturalización de lo dado y, para el caso de Chiloé, la fetichización
costumbrista del paisaje.

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Fig. 2. De la serie: Fuera de contexto. (2013). Fuente: edwradrojas.cl
Por su parte, la técnica de montaje de recortes expuesta de modo tal que evidencie el
procedimiento de composición, nos informa a su vez del trabajo de edición de lo típico
chilote movilizado en la ingente producción de postales del territorio. Así, en otro de los
collages de la serie, toma forma un cubo semiótico en el cual la presencia aurática de la
iglesia de la isla de Caguach, conocido hito de peregrinación del mar interior, compone un
diálogo inusual con la obsesiva presencia de la sexualidad de Marilyn Monroe puesta al
nivel de la procesión de lanchas que peregrinan al santuario situado al otro extremo de la
diagonal representado por otra joya de la arquitectura moderna, el hotel Burj Al Arab
emplazado en una isla artificial en Dubai. La mezcla de planos y elementos naturales y
culturales simbolizados en la intersección entre lo sagrado y lo profano, genera un efecto
desestabilizador de los tropos binarios y estáticos a partir de los cuáles se ha entendido la
cualidad de los territorios insulares desde concepciones dicotómicas y simplificadoras
(Stratford, 2013). En los collages de Rojas, se efectúa análoga condición desestabilizadora,
pero, esta vez, en el plano estrictamente simbólico de las representaciones iconográficas
apropiadas según las necesidades del reciclaje cultural insular.
59
Fig. 3. De la serie: MM, patrimonio de la humanidad. (2009). Fuente: edwradrojas.cl

En relación al efecto desacralizador de los referentes espaciales y la consecuente


sacralización profana que resulta de la yuxtaposición de sus valencias, ésta alcanza niveles
paroxísticos en la serie Marilyn Monroe patrimonio de la humanidad, en donde el símbolo
Marilyn Monroe queda suspendido en un plano de sacralidad al ocupar el centro de
atención en un lugar tradicionalmente destinado a la contemplación aurática y distanciada
de estatuillas religiosas, según el estilo de las iglesias tradicionales de Chiloé, decretadas
como patrimonio de la humanidad.
Miradas desde la perspectiva que interroga los imaginarios territoriales insulares de Chiloé,
la totalidad de las series de collages: Una adorable criatura, Marilyn Monroe Patrimonio
Mundial, Ella soñó cuando niña que estaba desnuda en una Iglesia, Fuera de Contexto I y
II, Estampillas de Chiloé, Pincoya-ups, La Mariposa Encantada, Norma Jean, Patrimonio
Insular, problematizan la nueva encrucijada en la que se debaten los referentes simbólicos

60
tradicionales del archipiélago en su dimensión iconográfica y territorializante, es decir,
aquella que ejerce una indeleble atracción y un innegable poder de sugestión al
experimentar, tanto imaginariamente como en carne propia, el territorio insular; su
dimensión estética, en suma, aquella que poniendo en juego el imaginario como gusto
social (Silva, 2016 ) hace que el territorio de alguna manera se impregne como experiencia.

Chiloé: crisis de representación del paisaje

Comprendido como resultado de la transformación de la naturaleza, el paisaje ha encarnado


la dimensión material y simbólica de la sociedad y su cultura, proyectándose como un
dinámico sistema de símbolos que nos refiere las distintas etapas de desarrollo de una
sociedad a lo largo de su desenvolvimiento, siendo la posibilidad de su decodificación la
ligazón con el sistema cultural que lo produce (Nogué, 2007). Considerado en su doble
condición tanto material como inmaterial, ha sido visto, a menudo, como el espejo del alma
en el territorio; de ahí su carácter de tema de alta sensibilidad, en especial, en los períodos
en que estas modificaciones se suceden a un ritmo acelerado tornándose muchas veces en
transiciones dramáticas por la brusquedad de su proceso; para Nogué el quid de la cuestión.
Visto desde los estudios territoriales, el paisaje es producto de la interfaz sociedad –
naturaleza, en donde el trabajo sería el pilar fundamental en la producción de objetos y
símbolos a partir de los cuales se construye, desconstruye y reconstruye el territorio
siempre en su despliegue temporal, permitiendo distinguir distintos estados de desarrollo
tanto orgánico, como mecánico y virtual de donde resulta un determinado paisaje. Según
Raffestín (1979), la actualidad problemática de este proceso estaría dada por el surgimiento
de potentes máquinas territoriales productoras de sistemas de signos conocidos por su
fluidez, alargamiento, desterritorialización y globalización. Parafraseando a Saquet (2015),
diríamos que las tramas económicas y culturales presentes en la explotación del trabajo y en
la acumulación de capital, darían como resultado un paisaje dominado por las dinámicas
urbanizadoras, de movilidad poblacional y pérdida de enraizamiento, de los objetos al flujo
de objetos, de la circulación global de mercancías y a la consecuente sociedad de
consumidores y acumuladores de información en donde las decisiones se toman lejos de los
territorios, eliminando con ello las formas locales de autonomía y definiendo las

61
denominadas territorialidades patológicas. Como diría Joan Nogué (2007), territorios sin
discurso y paisajes sin imaginario.
En Chiloé, como es sabido, los impulsos de políticas públicas orientadas a la urbanización
del territorio insular han ocasionado una profunda trasformación en los códigos de
pertenencia territorial vinculados a las percepciones colectivas e individuales que se
desprenden de la abrupta modificación del paisaje (Molina, 2013) y que, considerada en
todos sus alcances, conforman el principal antecedente de los conflictos territoriales en
tanto conflicto de representación paisajística. Siguiendo a Nogué (2015), la fisonomía del
conflicto de representación paisajística viene dado en los términos de un agudo contraste
entre los arquetipos paisajísticos, generalmente ligados a la naturaleza y el mundo rural,
socializados por las instituciones culturales que han hegemonizado la producción discursivo
imaginaria de los territorios tales como la literatura, el folclor, el turismo, y el conjunto de
imágenes del paisaje real percibido en la rutina del tránsito cotidiano cada vez más definido

En la portada n° 19 de la revista Cultura de


y desde Chiloé, presenciamos un montaje
gráfico compuesto de abigarrados
rascacielos y torres hipertecnológicas,
dispuestas en agudo contraste con la imagen
apacible de la plaza de Castro hacia 1920,
en una lejana tarde insular que parece estar
detenida en el tiempo y en la que la
presencia hierática de la iglesia de San
francisco opera como hito simbólico del
tiempo y el espacio sacros. La ciudad está
dispuesta en la parte superior de la
composición. El pueblo, en cambio, ocupa
un lugar subordinado dentro de un montaje
que parece reproducir la lógica cartográfica
norte/sur. No hay lugar para la polisemia de
los signos, sino tan solo el augurio amargo
de lo inevitable.

62
por las dinámicas de movilidad propias de la vida urbana moderna caracterizadas por la
disolución

Fig. 4. Portada n° 19 Revista: Cultura de y desde Chiloé. (2005).

de las referencias culturales y la consecuente renovación de los signos de pertenencia


territorial, que en el contexto de las sociedades de consumo responden a la necesidad de
reformular una y otra vez los signos de distinción que este consumo desgasta (García
Canclini, 1990).
Más aun, este agudo contraste de imágenes apuntaría a una desrealización del “paisaje real”
cada vez más distante de sus representaciones, llegando a platear la interrogante en torno a
si estos nuevos paisajes pueden ser objeto de una representación social para poder solventar
esta fractura abierta entre paisaje real y paisaje representado, entre aquello que vemos y
aquello que deseamos (2015, 8); pregunta que, claro está, trasciende en gran medida los
márgenes de lo institucional hacia la dimensión subjetiva de lo social contenida en la
virtualidad de las representaciones artísticas consideradas en su valor de contramapa.

63
Fig. 5. Vista del edificio del Mall de Castro (2018). Se observa el contraste con el entorno natural y
constructivo de la ciudad de Castro. Fuente: archivo personal del autor.

La obra plástica de Alejandro Barrientos Vivar.


En el caso del pintor chilote Alejandro Barrientos Vivar (1957), nos encontramos ante un
panorama desolador que plasma en una serie de imágenes el panorama de devastación
paisajística y cultural del que está siendo objeto el territorio insular, en rigor, aquella parte
del archipiélago más expuesta a las dinámicas desterritorializadoras del consumo global,
como los centros urbanos más importantes del archipiélago, en este caso la ciudad de
Castro, capital de la provincia de Chiloé.
En un trabajo pictórico que podríamos denominar como de contra postal, asistimos a una
proyección de un imaginario territorial de tonalidades apocalípticas, cuyo recurso retórico
subraya el agudo contraste de signos de valencias contrapuestas de un marcado cariz
alegórico. En ellas, los íconos reconocidos del paisaje insular figuran como restos inertes de
un pasado devenido resto, como vestigios o huellas de un mundo caído ajeno a toda

64
trascendencia natural o mítica en la cual encontrasen su sentido más allá de las agudas
transformaciones de un presente degradado a un transcurrir homogéneo y vacío (Benjamin,
2003).
En su despliegue espectral, palafitos, naturaleza, arquitectura insular, la geografía humana
propia del archipiélago, figuran en la composición al modo de imágenes representativas del
nuevo paisaje que se yergue a la mirada del habitante habitual y pasajero de Chiloé que
obliga a un replanteamiento del imaginario tradicional que, en el caso de Barrientos,
alcanza a ratos un sentido exhortativo en “El Arribo”.

Fig. 6. El Arribo. Serie: Chiloé Santos del escepticismo, pinturas (2013).


Fuente: Archivo personal del autor.

En medio de un paisaje natural arrasado por las fuerzas del progreso podemos ver un
horizonte de tonos grisáceos y crepusculares en el que la estatuilla del Nazareno de
Caguach parece siendo trasportada por una grúa torre situada en la altura de una gran obra

65
en construcción, que al parecer es la propia isla de Chiloé. En un texto impreso en la parte
inferior del cuadro podemos leer en caracteres tipográficos, “las grúas trajeron new angels
al cielo de Chiloé, desde allí bajará el mismísimo Nazareno de Caguach… que se vestirá de
Wrangler”. La figura del nazareno, a diferencia del ángel de la historia de Paul klee,
mantiene la mirada resignada pareciendo presagiar la inevitable catástrofe. La cruz de su
calvario ya nada puede hacer contra esas otras grandes cruces que se alzan en un horizonte
paisajístico en pleno proceso de devastación dominado por el signo constructivo de unos
pilares de concreto que se yerguen como esqueletos metálicos sobre un mar gris e inerte. La
pintura, perteneciente a la serie “Chiloé, Santos del Escepticismo” (2013), entabla un
áspero y dramático diálogo con la inminente destrucción del paisaje insular que representó,
en su momento, la construcción del Mall de Castro, uno de los muchos episodios que han
puesto en el centro del debate la crisis del sistema cultural chilote en una de sus aristas más
sensibles, la destrucción del paisaje insular.
Forma parte de esta serie “Ya no subiremos”, en donde se plasma con singular intensidad el
contraste entre las formas tradicionales de una economía local de subsistencia de base
comunitaria, basada en el apoyo mutuo y la solidaridad y lo que a todas luces anuncia la
prepotencia de una modernidad neoliberal de carácter global que se anuncia con paso
amenazante de la mano de su cruzada constructiva, que tiene en la especulación del suelo el
resorte de la especulación económica basada en el consumo y el disfrute individualista de
bienes desechables. En esta representación, al parecer, ya no hay lugar para ningún tipo de
negociación ni reciclaje cultural en un contexto territorial intervenido por la inversión de
capitales nacionales y extranjeros que terminan con un sistema cultural local acorralado
entre la desarticulación de las formas de producción comunitarias y domésticas y el
desplazamiento de los chilotes desde sus comunidades de origen asociadas al bordemar
hacia las periferias urbanas. En el texto sobreimpreso sobre la superficie de la tela se lee:
“Ya no subiremos las cuestas cansadas y con canastos en nuestras cabezas como de
costumbre. Habrán escaleras mecánicas dicen que nos llevarán al cielo, y veremos entonces
el paraíso prometido en las liquidaciones de temporada”. La expresión cabizbaja de los tres
personajes que parecen salir de la escena, dos de los cuales son mujeres, consolidan el
sentimiento de resignación de una forma de vida que se bate en retirada ante la amenaza
voraz de la avanzada industrial, dejando tras de sí los restos de un territorio estéril que

66
parece tragado por el símbolo monstruoso de la grúa torre que preside el sombrío panorama
que se cierne como nuevo paisaje.

Fig. 7. Ya no subiremos. De la serie: Chiloé Santos del escepticismo, pinturas (2013)

La denuncia de la devastación del territorio insular llega a niveles de extrema expresividad


en “Las primeras piedras del consumo”, obra en la cual el autor propone la clausura radical
de la representación del paisaje tradicional isleño, sugiriendo un paisaje dominado por los
tonos grisáceos de los nuevos pilares de la sociedad chilota neoliberal anclada desde ahora
en sólidos cimientos de hormigón, muy distante de los pilares de luma de los tradicionales
palafitos de referencia inevitable a la cultura bordemar de Chiloé, de donde resulta un
panorama carente de la profundidad y expresividad propia de la producción paisajística de
tono naturalista y romántico que, si bien es cierto reificó en símbolos y representaciones
estáticas el imaginario territorial insular presentes en la mitología, la producción literaria
local y el folclor, otorgó sólidas referencias en lo relativo a un sentido de pertenencia de
lugar. En este sentido, la serie pictórica denuncia el trabajo deconstructivo de la expansión
territorial neoliberal en el archipiélago cuyo avance, al modo de una fatalidad inevitable,
termina por desnaturalizar los hitos paisajísticos y territoriales arquetípicos de Chiloé,

67
generando el efecto de lo que Joan Nogué (2015) denomina como pérdida de sentido de
lugar, aludiendo con ello al desconcierto, sensación de impotencia y angustias existenciales
que están en el origen de la conflictividad social territorial (5).

Fig. 8. Las primeras piedras del consumo. De la serie: Chiloé, la nueva postal (2016).
Fuente: archivo personal del autor.

Su carácter confuso y opaco da cuenta de una profunda crisis de legibilidad del lugar, en
función de la difícil lectura para un habitante poco habituado a las transiciones abruptas de
sus referentes espaciales hasta hace poco caracterizados por una hibridez característica de
los territorios transicionales urbano rurales de las ciudades más importantes del

68
archipiélago, reconocidos por la presencia de techos de alerce, antiguos caserones de
madera nativa, calles empedradas, palafitos maritoriales y la fuerte presencia de los
elementos naturales.

Fig. 9. Sin título. De la serie: Chiloé, la nueva postal (2016). Fuente: archivo personal del autor.

Esta descomposición semiótica del horizonte perceptivo inmediato, sugiere una mirada más
minimalista, si se compara con el tremendismo del paisaje insular, en la serie “Chiloé, la
nueva postal” (2016), en donde a partir de un lenguaje figurativo se expone el nuevo paisaje
de la ciudad de Castro que se configura desde las nuevas propuestas de consumo turístico
en sintonía con el circuito turístico global. Así, la figura del chef, impensada hace algunos
años, se suma a la de los palafitos boutique significando la desterritorialización cultural que
acontece desde la industria del turismo que amenaza con explotar hasta el absurdo los
íconos identitarios más reconocidos de la cultura del archipiélago.

69
No obstante la perspectiva crítica propuesta en las series pictóricas analizadas, se está lejos
de agotar la totalidad de las posibilidades de reimaginar el territorio; en efecto, junto con la
sensibilidad más inclinada a explotar el imaginario de la catástrofe, cohabitan otras
sensibilidades imaginarias más evasivas, si se quiere, en la cual se vuelve a insistir en el
imaginario maravilloso de Chiloé en donde ya no es fácil visualizar territorios arrasados,
edificios modernos, grúas destructoras, sino lo que denominamos como el retorno a lo real
maravilloso.

El retorno al Chiloé mágico: la obra plástica de José Triviño Hernández

Esa idea abstracta del ideal nos asalta desde la infancia, invadidos de
estereotipos ajenos, de anhelos inacabados, llenándonos de expectativas
y así vamos acumulando frustración. Talvez lo paradisíaco sea algo más
simple y a escala de nuestros conceptos de plenitud, perfección o
belleza; quizá el paraíso sólo sea un gran lomaje de verde perpetuo y de
cielo otoñal con nubes de hermosura casi imposible.
José Triviño Hernández

Me permito citar in extenso el texto del autor, porque pensamos que encierra los conceptos
esenciales que permiten leer las claves de un imaginario territorial que ha ido tomando
forma desde una sensibilidad anclada en lo mítico y maravilloso cotidianos. Lejos de un
talante crítico apocalíptico, la obra pictórica de José Triviño Hernández (1971) encara la
crisis del sistema cultural chilote haciéndonos una invitación a dejarnos arrastrar por la
inmersión en los estímulos visuales, sensoriales y olfativos que nos ofrece el todavía
privilegiado entorno natural y cultural de Chiloé, para de esa forma salir al encuentro de lo
maravilloso oculto en las nubes, el viento, la lluvia, el paisaje; en suma, en todo aquello que
ha sido reconocido como distintivo del paisaje insular. En este sentido, su trabajo tiende un
tenue hilo de continuidad con la tradición isleña dando muestras de una sensibilidad
cercana a un imaginario lárico por su común referencia al paraíso perdido de la infancia, al
énfasis puesto en el retorno a la tierra y, en fin, a una obra pictórica que se afirma en una
suerte de orden oculto del lugar y la memoria, sólo accesible por el camino de la
imaginación poética que habita en lo profundo del ser chilote.

70
En sus pinturas, las referencias a la crisis de la tradición cultural, el deterioro del
patrimonio natural y los dilemas identitarios derivados, son objeto de un trabajo poético de
marcada filiación surrealista, en donde los íconos significativos son concebidos formando
parte de sutiles textos visuales en virtud de su significado profundo. Cipreses talados
envueltos en anillos de nubes cohabitan un territorio imaginario de un firmamento surcado
por ballenas azules, de sutiles elementos naturales de donde penden nubes y ovejas.

Fig. 10. Ballenas (2010). Fuente: http://josetrivino.blogspot.com/

En los ambientes surreales concebidos en sus cuadros, las nubes germinan significando los
anhelos ocultos reivindicando la memoria de las “aspiraciones truncadas” en espera de su
revelación. Una epifanía posible si sólo reparáramos, por un instante, en la verdad de la
lluvia otoñal deslizándose por una vieja ventana de una casona rural. Una promesa
irrenunciable a condición de reconciliarnos con la infancia que habita en cada uno de

71
nosotros para desde allí recuperar los vestigios del paraíso perdido, ese que habita en la
verdad de un viejo galpón o en el caminar de un anciano por un sendero que se pierde en el
cielo. Se reafirma el compromiso del arte de hacer trascendente lo cotidiano haciendo uso
de lo cotidiano, afirmando una poética visual carente de toda disonancia y apelando a
elementos pertenecientes a la tierra investidos del aura de lo humano9.

Fig. 11. Carátula álbum, Bordemar, guardianes del mito. (2017).

Mirado desde nuestra perspectiva, no resulta difícil reparar en el carácter evasivo de la


representación del territorio insular que propone el autor, considerando la importancia que
los actuales conflictos socioambientales en el archipiélago de Chiloé han concedido a la
dimensión territorial como parte esencial de una reivindicación articulada en torno al
deterioro del medioambiente y la pérdida de las tradiciones, tanto más si el espacio y su
significación es un recurso movilizado por los actores para justificar sus acciones (Aliste,
2014), lo que revela que el territorio es, en tanto producción social, un ámbito definido por
la conflictividad en el modo de representarlo, vivirlo y practicarlo. De hecho, la crisis de
imaginación territorial que suponen los episodios de crisis socioambiental, suponen, a su
vez, el quiebre del sistema de referencias culturales que operan como condición de
posibilidad de toda representación, en tanto claves de comprensión de la realidad y el
9
Hago mías las expresiones de Jaime Quezada en relación al larismo de Jorge Teillier, contenidas en: Jorge
Teillier, el poeta de este mundo.

72
pensamiento instituidos históricamente en la cultura isleña; proceso ampliamente registrado
en la vasta producción intelectual desarrollada en Chiloé y que ha girado en torno a la
posibilidad de concebir nuevos modelos de significación y lenguajes. Como es evidente, el
imaginario territorial sugerido por Triviño recoge los elementos significativos presentes en
las proyecciones imaginarias del Chiloé tradicional, aquel del territorio mágico y
maravilloso, guardián del mito y la memoria que se propone en tiempos de crisis del habitar
insular10 como indicador de la poderosa adherencia del componente tradicional en tiempos
de crisis.

Fig. 12. Sin título. (1997). Fuente: http://josetrivino.blogspot.com/

10
Así reza el título de uno de los estudios más descarnados en torna a la crisis del habitar en las islas de
archipiélago de Chiloé. Véase: Fundación para la superación de la pobreza: La crisis del habitar insular.
Representaciones, significados y sentimientos de los habitantes del mar interior de Chiloé sobre la crisis
sociocultural y productiva de la isla, sus dinámicas presentes e imágenes de futuro. Ed. María José Rubio.
Región de los Lagos. 2016.

73
Al respecto, se ha sostenido que gran parte del patrimonio cultural tradicional de Chiloé
sobrevive como performance discursiva de lo mágico y mitológico, más allá del estrecho
círculo de la oralidad tradicional hacia el ámbito más formal de las creaciones literarias,
musicales, plásticas y audiovisuales que, tomadas en su conjunto, actualizan una densa red
semiótica de valor estético-cutural que opera como fuente de interpelación desde la
diferencia cultural (Sergio Mansilla, 2009).
Con todo, el imaginario territorial propuesto por José Triviño en su obra plástica, más allá
de los dobleces interpretativos que subyacen en todo ejercicio hermenéutico, rescata una
cláusula esencial para vivir el territorio en toda su diferencia, invitándonos a sumergirnos
en la maravilla oculta de lo cotidiano de la vida chilota a condición de despojarnos de los
esquemas preconcebidos del intelecto, y confiando en la forma del arte y su poder para
develar los secretos ocultos de un territorio devenido imagen de sí mismo.

Discusión de resultados
Como se puede deducir de la obra plástica examinada a la luz de la hipótesis de la
imaginación territorial y el trabajo del arte, la producción de imaginarios territoriales se
mueve en múltiples direcciones, en un repertorio que va desde la nivelación de las
valencias contenidas en los íconos de los collages de Edward Rojas, con su efecto de
descolección del archivo cultural tradicional de Chiloé de connotaciones postmodernas,
pasando por la borradura casi radical del paisaje insular tradicional en lo que designaría una
crisis de los códigos representacionales del paisaje en las pinturas de Alejandro Barrientos,
hacia una reconsideración de lo mágico y maravilloso, en una descripción del paisaje visto
como una urdimbre de signos que ocultan otra realidad, en donde resulta inevitable
relacionarlo con la idea del artista como guardián del mito y de la imagen arquetípica
reservada para tiempos mejores en la obra plástica de José Triviño; lo que atestigua, por un
lado, en relación a la magnitud de la crisis del habitar insular y la dificultad del sistema
cultural chilote para imaginar un futuro posible. Lo anterior, en virtud de lo que Carretero
Pasín (2005) denomina como funciones centrales de los imaginarios sociales, a saber, las
funciones de equilibrio y desequilibrio, generando expectativas que promueven la
realización del imaginario, así como también las consecuencias del efecto desrealizador y
fetichista de lo real, tendiente a la legitimación de los mitos y fabulaciones colectivas

74
emanadas de lo imaginario y desarraigadas de la praxis social. En este sentido, queda en
evidencia el valor del arte para capturar los efectos disolutivos de la experiencia moderna
del tiempo y el espacio en territorios de alta densidad simbólica como es el caso del
territorio insular de Chiloé.
Un desafío de importancia no menor para los objetivos de esta investigación, ha sido el de
vincular el marco teórico predominante de los estudios isleños en su intersección con el
fenómeno de la visualidad de la producción plástica de los artistas seleccionados, como
modalidad de producción imaginaria del territorio. En esta necesidad, cobró mucho valor la
perspectiva de Joan Nogué y su idea del paisaje como resultado de la transformación
histórica de la naturaleza, junto a su necesidad de decodificación sociocultural (Nogué,
2007, 2015). Su descripción del paisaje como el espejo del alma del territorio, nos reveló la
importancia de sus transformaciones para el desarrollo de una conciencia territorial en
tiempo de crisis cultural profunda, lo que quedó evidenciado en el análisis de la obra
plástica de los artistas visuales seleccionados. Visto desde esta perspectiva, las propuestas
visuales de los artistas plásticos analizados, expresan, cada una a su manera, la violenta
transformación del rostro del archipiélago de Chiloé, enfatizando en esta modelación
imaginaria del territorio el carácter diferencial del modo de representar esta crisis del
paisaje. Constatamos en este nivel del análisis claras correspondencias con lo visto en el
estudio de la clase intelectual chilota determinada en su sensibilidad por la condición de
crisis cultural profunda, entendida como la pérdida de un pasado comprendido como un
lugar de comunión entre palabras y cosas perdido para siempre, (Mansilla, 2011; Contreras,
2013). Esta cláusula en la textualización poética del territorio se hace sentir de manera
transversal en la obra de Alejandro Barrientos Vivar, en donde su denuncia de la
depredación del paisaje tradicional de las islas no hace más que recalcar el imaginario de la
catástrofe, expuesto en el análisis der la intelligentzia chilota en sus más diversos registros.

En este sentido, la presencia duradera de ciertos patrones simbólicos que se reiteran en las
pinturas de Triviño Hernández, referidas al carácter mágico del territorio isleño que, en un
análisis amplio, corroboran las representaciones con que el discurso turístico y folclórico
tienden a presentar las características propias y únicas del archipiélago de Chiloé, lo que
coincide con el análisis realizado por Elizabeth Nyman (2013), en torno a los lugares
comunes de que hacen uso los diseñadores de videojuegos en su objetivo de satisfacer las

75
expectativas imaginarias de los consumidores de imágenes a lo largo de generaciones,
logrando identificar patrones con que se representan las islas.

Por otro lado, la condición de inmigrante de Rojas significó una condición esencial para su
concepción artística y la representación del territorio que emana de dicha concepción,
tendiente hacia una mayor relativización de sus valencias semióticas contenidas en sus
series de collages en donde conviven la cultura transnacional de masas con el apego a la
tradición cultural chilota. En este sentido, el trabajo llevado a cabo por Laurie Brinklow
(2013), desde la escuela de estudios ambientales de la University of Tasmania, nos ilustró
en relación al poder de las islas para capturar la imaginación de los artistas, en especial, la
consideración de la naturaleza de su apego y la atracción que las islas ejercen en ellos.

En consecuencia, el rendimiento final del análisis nos advierte en torno a la diversidad con
que se está imaginando el territorio en una muestra significativa de las artes visuales
chilotas, una multiplicidad que es expresión de los cambios acelerados por los que atraviesa
el archipiélago en su conjunto y que en ocasiones trasciende y en otros consolida los
lugares comunes con que se tiende a representar las islas en arte y literatura. Lo anterior,
coincide con lo expuesto por el equipo de investigadores compuesto por Daniel Graziadei
(Universidad Ludwig-Maximilian de Munich, Alemania), Britta Hartmann (Universidad de
Tasmania, Australia), Ian Kinane (Universidad de Roehampton, Reino Unido) y Johannes
Riquet (Universidad de Tampere, Finlandia) (2017), en su intento de responder a la
pregunta de cómo emergen las islas en los textos, quienes, advirtiendo en torno a la
importancia de los consabidos lugares comunes conceptuales tales como el aislamiento,
paraíso, concluyen en el carácter resbaladizo del concepto.
En relación a los aspectos metodológicos puestos a prueba en la investigación, a saber, la
hermenéutica dialógica territorial (Vergara, 2011), la categorización ensayada entre
discursos contestatarios y discursos monológicos reduccionistas, hizo posible el poder
identificar las matrices ideológicas y esquemas representativos presentes en la obra plástica
de los artistas mencionados. En la práctica, comprobamos la utilidad que ofrece la
metodología utilizada para transitar entre diversos registros de análisis, tales como las obras
literarias y plásticas, en donde la hermenéutica dialógica territorial puso a prueba su
capacidad para poner en evidencia las tensiones entre sensibilidades múltiples, entre teorías

76
y prácticas discursivo semióticas tradicionales, institucionales y artístico contestatarias y,
en concreto, entre imágenes artísticas e institucionales. Lo anterior, hizo posible proponer
un trazado de contramapas imaginarios del territorio insular desde las artes visuales, en
donde pusimos en evidencia formas de apropiación del espacio, percepciones de límites y
movilidad, de fronteras y borradura de las mismas, de imágenes y representaciones
esquemáticas del territorio, según la perspectiva de los discursos y actores.
A modo de propuesta, sugerimos abrir el espectro de investigación hacia los nuevos
formatos, lenguajes, medios y actores que han entrado a jugar en este escenario de crisis
cultural, fundamentalmente por su naturaleza inédita en el contexto de las islas, cuyo efecto
inmediato más visible supone un corrimiento de fronteras disciplinarias, lo que, en el
contexto de nuestra investigación, significó una puesta a prueba permanente del aparato
conceptual y metodológico en virtud de los postulados desde los que partimos. Nociones
como arte, artista, representación, crisis cultural, de honda raigambre moderna, han de
reconsiderarse para rendir tributo a la naturaleza emergente de las discursividades puestas
en juego hoy por hoy en el escenario siempre latente del conflicto socioambiental en curso
en el archipiélago de Chiloé. En esta dirección, sentimos que las investigaciones llevadas a
cabo desde las humanidades con este fin, han de ser complementadas con investigaciones
realizadas en otros campos disciplinarios, con el objetivo de poder en contacto tradiciones
intelectuales y sensibilidades culturales otras, a fin de trascender las dificultades que
enfrenta el sistema cultural chilote para abrir perspectivas de futuro.

77
Conclusión final
Como punto de partida de nuestro proyecto de investigación, partimos del supuesto de que
la dimensión espacio temporal del territorio se resume en su condición imaginario –
utópica, significando con ello una especie de no lugar que simboliza las aspiraciones a las
que tiende la sociedad en su afán de reemplazar el estado de cosas existentes, actuando
como una suerte de principio regulativo de sus desviaciones y aciertos. También, y esto
resultó clave, la condición imaginario- utópica, en virtud de su capacidad para circular en el
espacio público en su modalidad poiético discursiva, (Vergara, 2009), nos abrió un
territorio preñado de potencialidades heurísticas, permitiéndonos penetrar en las capas de
sentido desde la cuáles la sociedad chilota elabora las imágenes de sí misma de modo tal
que le permite proyectarse a futuro o anclarse al pasado de su tradición. En este lugar, el
examen del ámbito de las narraciones, figuraciones y paisajes, nos remitió al ámbito de la
conciencia colectiva o experiencia común como fuente de significaciones en que se
reconoce la experiencia común, aquella en donde se traman las referencias de sentido que
se hilvanan para designar lo propio de lo ajeno, lo familiar y de lo infamiliar, lo sagrado y
lo profano, lo profundo y lo superficial.
Para el caso de la crisis socioambiental vivida en el archipiélago de Chiloé, con claros visos
de una crisis integral del habitar insular y que en muchos aspectos sobrepasa la referencia
coyuntural del 2016, se nos presentó el problema de delimitar los efectos que ocasionó y
ocasiona esta crisis en la producción imaginaria de los artistas chilotes, comprendida como
producción de imaginarios territoriales diferenciales frente a los discursos territoriales
institucionales.
De este modo a la pregunta inicial: ¿de qué forma afecta la crisis socioambiental a las
representaciones del territorio contenidas en el registro discursivo de los intelectuales
chilotes?, podemos afirmar, considerando los resultados expuestos en nuestra investigación
que, por un lado, una de las formas en que se expresa la crisis de las representaciones
imaginarias del territorio, se da por medio de un síntoma de agotamiento relativo de energía
utópica para pensar el futuro de las islas, acompañado de una preocupante sensación de

78
desconcierto con respecto a las nuevas manifestaciones culturales isleñas, pero por otro
lado, evidenciamos una reelaboración de estas fórmula de modo tal que motiva nuevas
lecturas, sobre todo en las nuevas generaciones de escritores. En relación a lo primero,
evidenciamos en la producción discursivo semiótica de algunos autores cuya obra
constituyó nuestro corpus analítico, la presencia activa y reciclada de viejos esquemas
ideológicos e imaginarios ya elaborados en la producción literaria chilota y reelaborados,
de forma más tardía si se quiere, en la propuesta plástica de los artistas visuales en su
modalidad más crítica (Barrientos) o en una tonalidad más nostálgica (Triviño);
sensibilidad activa en las generaciones más jóvenes pero reelaboradas con nuevos
lenguajes, estrategias de lectura y referencias culturales inéditas en la producción artístico
literaria reciente (Gutiérrez).
En lo concerniente al desconcierto de los sectores intelectuales, pudimos evidenciar una
dificultad, presumimos temporal, para valorar las nuevas formas en que se expresa la crisis
cultural. Formas inéditas de organización y expresión social, nuevos medios y géneros
como el cómic, el hip hop, el grafiti, el jazz chilote y la música de vanguardia, los llamado
géneros impuros, representan nuevas formas en las cuales se encarna la imaginación
territorial que no logran ser considerados en los registros letrados de la crítica cultural
chilota y, en consecuencia, son subvalorados en su poder productor de significaciones
sociales imaginarias.
En relación a la segunda interrogante: ¿qué nueva cartografía imaginaria del Archipiélago
de Chiloé es posible deducir a partir de estas producciones discursivas?.
No obstante las dificultades para reimaginar el territorio insular, las propuestas más
renovadoras de los autores estudiados (Rojas, Velásquez y Gutiérrez), adquieren un aspecto
prometedor y sugestivo, a condición de ser contrastados e interpretados a la luz de los
enfoques teóricos actuales, lo que abriga la esperanza de recartografiar el territorio insular
ofreciendo nuevas posibilidades de reimaginar el archipiélago a la luz de las asociaciones
con investigaciones de otros campos disciplinarios. De acuerdo con esto, la nueva
cartografía imaginaria que se dibuja, nos sitúa más allá de los mapas oficiales, extendiendo
los alcances territoriales del archipiélago de Chiloé hacia las Guaitecas y el continente, en
un ejercicio de visualización cartográfica e imaginaria en donde chonos y veliches, navegan

79
junto a chilotes y edificios vanguardistas y gráficas computacionales. En suma, una
cartografía rizomática, es decir, sin jerarquías ni hitos espaciales inamovibles.

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