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Sin embargo, este libro no solo es relevante en Italia para generar una
reflexión acerca de si la IT es una filosofía original italiana, si es una filosofía
de la praxis de impronta gramsciana, y si es capaz de orientar a los italianos
en las transformaciones de la realidad política de su país. Es todavía más
importante, a mi juicio, por la propuesta y el llamamiento a emprender un
programa alternativo de pensamiento, lo que implica someter a crítica a la
Sagrada Familia que está en la base de la IT; a saber, Carl Schmitt, Hannah
Arendt y Michel Foucault. Ante todo se trataría de limitar lo que Portinaro
llama “el instinto de las combinaciones”, como si todo fuera compatible con
todo en un dispositivo especulativo tecnificado como un mecano. No solo se
trata de esa promiscuidad que el método de la signatura facilita en extremo.
Se trata de sacar a la luz los principios de estas vías de pensamiento que
merecen ser problematizados y que en todo caso son incompatibles entre sí.
¿Se pueden usar las consecuencias de Carl Schmitt acerca de lo político para
defender entonces el final de la filosofía política y reivindicar la centralidad
de lo impolítico? ¿No sería más productivo someter a crítica a Carl Schmitt en
lugar de aceptar como indiscutibles sus conclusiones? O en el caso de Arendt,
¿debemos aplicar la premisa del otro comienzo frente a la historia de la
metafísica, para reivindicar el modelo de la polis de forma paralela a como
Heidegger recomendó el modelo de la physis? ¿Y respecto de Foucault, con
cuál nos quedamos? ¿Con el que piensa la biopolítica como modelo de
sociedad de control o con el que se esfuerza en mantener el programa de
Weber y destaca la diferencia entre subjetivación y sujeción, la inevitabilidad
del conflicto y el programa de la parresía como elemento central del cuidado
de sí? En este sentido, podemos preguntarnos, ¿de verdad la teología
política, lo impolítico, el poder constituyente permanentemente activo de la
polis, con su democracia actualista, y el proceso de subjetivación que emerge
del cuidado de sí son compatibles entre sí?
La sospecha de que no todo es compatible le lleva a Portinaro a hablar de “la
lección mal digerida de Schmitt-Arendt-Foucault”. En realidad, le lleva a decir
algo más, a saber, que todo esta constelación encuentra su lecho de Procusto
en un dualismo gnóstico que es el verdadero arcanum de la diferencia
ontológica heideggeriana, la clave de los dualismos schmittianos de poder
constituyente y poder constituido, y por tanto de su teoría de la soberanía, y
de todas las reinterpretaciones actuales de la natura naturans /natura
naturata spinoziana. Cuando Portinaro dice que “la forma democrática y
republicana no puede ofrecer ninguna oportunidad” a este tipo de
pensamiento, identifica algo que constituye el reto teórico decisivo, liberar
energías para una filosofía capaz de operar en el mundo actual.
Se comprenderá que era necesario traducir este libro al español y era preciso
hacerlo en esta colección Euroamericana. Aquí, en estas páginas, se ha
criticado a Schmitt, se ha exigido otro Foucault, se ha pensado a Gramsci, y
deseamos acudir a todo lo que sea preciso para hacer más compleja la
conversación política que intentamos forjar, con una mirada limpia, valiente,
capaz de nadar contracorriente, para afinar las herramientas de una sociedad
democrática madura. En la medida en que esta IT, con sus usos de
Maquiavelo, sus abusos de Gramsci, sus apelaciones al poder constituyente,
su llamamiento a las multitudes, su autorreferencialidad continua, ha
inspirado de modo importante a corrientes que se han hecho visibles bajo el
pomposo nombre de Anticapitalistas, este libro también es relevante para
hacernos en España las mismas preguntas que lo informan, y que desean
extraer el verdadero sentido de ese anticapitalismo, algo que nunca estuvo
claro, sobre todo en lo que implica para el futuro de la constitución
democrática de pueblo.
Por eso, muchas de las premisas de este libro pueden encontrar entre
nosotros elementos de recepción suficientes para enmarcar un rico debate.
El lector lo comprenderá tan pronto se acerque a la Introducción, una pieza
maestra de argumentación política, en la que se muestran los efectos
disolventes y paralizadores del intento de combinar a la vez una
sobreabundancia de utopía y una sobreabundancia de realismo del poder, y
eso en medio de un clima de intensidad retórica y de un paradójico
panpoliticismo que a su vez tiene inclinaciones impolíticas. Esta conjunción,
lo sabemos muy bien también en España, es el camino más directo hacia la
destrucción de las esperanzas reformistas en sentido republicano, las únicas
capaces de poner en pie energías populares mayoritarias.
He leído este libro dos veces antes de escribir esta humilde presentación y
cada vez he visto detalles que me hacen estar más de acuerdo con él. Por
supuesto, no puedo acabar estas palabras sin confesar mis simpatías por
alguien que denuncia la arriesgada situación del aventurero del pensamiento
que, aferrado a su propio hábito psíquico especulativo, se vincula a su propio
goce mental sin contemplar las consecuencias de su acción sobre la
construcción/destrucción de una dirección política eficaz. Sin embargo esa
denuncia es el punto de partida que necesitamos para contener las pulsiones
autoritarias y antidemocráticas del presente. Esta situación es tanto más
compleja porque, además, estos pensadores especulativos presumen de
orientar sus vidas y sus militancias bajo el rótulo de un realismo político que
se olvida por completo de la atención rigurosa a la “verdad efectiva de la
cosa”, el gran principio de Maquiavelo. En este sentido me atrevo a decir que
ya tuvimos bastante con un Carl Schmitt, a quien finalmente no le importó al
servicio de quién ponía sus arriesgadas categorías, por mucho que una
mirada atenta a la verdad efectiva de la correlación de fuerzas podría haberle
alertado de lo que iba a pasar.