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El arrêt Blanco - Los inicios del Derecho Administrativo

Las nociones de soberanía jugaron un papel fundamental en el mantenimiento, durante varios siglos
del principio de la irresponsabilidad del Estado y recién llegó a reconocérsela, durante el siglo XIX.

Con fundamento en la teoría del Fisco, en una primera etapa se reconocieron los actos llamados de
gestión de naturaleza civil del Estado considerado como persona moral. Lo cual redundarían
entonces en las nociones de doble naturaleza del Estado: por un lado como poder soberano (no
pasible de responsabilidad) y gestionando actos de naturaleza civil.
La responsabilidad era indirecta y se fundaba en la culpa de los funcionarios que habían incumplido
sus deberes.
A partir del caso “Blanco” y más precisamente el arrêt Pelletier (ambos resueltos en 1783), se
perfiló una concepción publicista sobre la responsabilidad del Estado sobre la distinción entre falta
de servicio y falta personal, que desembocó en el abandono de la noción de culpa, como
presupuesto inexcusable de la responsabilidad de la persona jurídica Estado, para hacerlo
responsable siempre por la ejecución irregular o defectuosa de la función administrativa, cuando
ello ocasione perjuicios a los administrados.

Tribunal de controversias – 8 febrero 1873 – Blanco

Competencia del juez administrativo para conocer de la responsabilidad por daños causados por
servicios de carácter público.

ANÁLISIS

Por medio del fallo Blanco, el Tribunal de Controversias consagra tanto la responsabilidad del
Estado por los daños causados por los servicios públicos así como la competencia de la jurisdicción
administrativa para conocer de ella.

Una niña fue arrollada y herida por un vehículo de una fábrica de tabaco, administrada por el
consejo de estado. El padre acudió ante los tribunales con la finalidad de que se declarase al Estado
responsable subsidiario de los daños, partiendo del fundamento contenido en los artículos 1382 al
1384 del Código Civil. El conflicto tuvo gran peso por lo que el Tribunal de Controversias atribuyó
la jurisdicción del caso a los Tribunales Administrativos.
El fallo Blanco consagra la responsabilidad del Estado, poniendo fin a una larga historia de
irresponsabilidad, de la que no hay excepciones más que en cuestiones de responsabilidad
contractual o intervención legislativa, tal como la ley de 28 de Pluvioso VIII que regula los daños a
obras publicas. Sin embargo, se somete esta responsabilidad a un régimen específico, considerando
que la responsabilidad del Estado por el servicio público no puede regirse por los principios
establecidos en el Código Civil para las relaciones entre particulares. La necesidad de aplicar un
régimen especial, se justifica por las necesidades que el servicio público mismo implica. El
corolario de la existencia de reglas especiales reside en la competencia de la jurisdicción
administrativa para conocer de dicha responsabilidad conforme a la ley 16 y 24 de agosto de 1790,
que impone a los tribunales la prohibición de “perturbar de cualquier manera de las operaciones de
los órganos administrativos”. Más allá de la responsabilidad misma, el fallo reconoce al servicio
público, como la materia de competencia del Tribunal Administrativo por otra parte reconoce la
especificidad de las reglas aplicables a los servicios públicos y establece un vínculo ente el fondo
del derecho aplicable y la competencia de la jurisdicción administrativa.

Si bien es cierto que el fallo Blanco es, en muchos aspectos, fundador del derecho administrativo, la
evolución posterior de la jurisprudencia debe conducir hacia el perfeccionamiento de las normas
aplicables en materia de distribución de competencias. El servicio público ya no es un criterio
absoluto de la competencia de los Tribunales Administrativos: particularmente, los litigios relativos
a los servicios públicos industriales y comerciales que son, en principio de la jurisdicción judicial
(ver TC enero 22, 1921, Société Commerciale de l’Ouest Africa, p.91). Sin embargo la
transformación de los servicios de tabaco y cerillos en empresa pública lo redujo a un servicio
público de carácter industrial y comercial, de tal manera que hoy en día sería aplicable al caso una
resolución completamente diferente. En cuanto a los servicios públicos gestionados por particulares,
es necesario que el daño sea el resultado del actuar de los servicios públicos así como del ejercicio
del poder público (por ejemplo: 23 marzo de 1983, Bureau Veritas SA y otros, p.133). Por último, la
ley puede llegar a modificar, en ciertas materias, la distribución de competencias entre los dos
niveles de jurisdicción, como la ley de diciembre 31 de 1957 que transfiere a los Tribunales
Judiciales las controversias derivadas de cualquier tipo de daño causado por los vehículos, entre los
cuales se debe considerar el vehículo del fallo Blanco.

A partir del fallo Blanco, el derecho de la responsabilidad administrativa, se constituyó sobre una
base esencialmente jurisprudencial, independientemente del derecho civil. Sin embargo, esto no
implica que las soluciones alcanzadas por el juez sean radicalmente diferentes de las dictadas por el
tribunal judicial o el código civil o los principios que lo inspiran y no son aplicables en materia de
responsabilidad administrativa, tal como lo evidencia la responsabilidad aplicable a los
constructores. Y si la especificidad principal de la legislación administrativa reside inicialmente en
la ausencia de una responsabilidad general y absoluta del Estado, ésta se ha ido reconociendo más
ampliamente, incluso ante la ausencia de culpa, ya sea en el ámbito de riesgo o de la violación al
principio de igualdad ante los gastos públicos. Así pues resulta un régimen más favorecedor para las
víctimas de lo que implicaría la aplicabilidad del derecho civil, por ejemplo ante la responsabilidad
médica (As. abril 9, 1993, B ..., P. N º 69.336 127).

Tribunal de Controversias - Febrero 8, 1873 - Blanco - 1 Suppl - Rec.. P. Lebon 61

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