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Tesis 2.

La creación como relación entre el Creador y la criatura


La creación es relación total de dependencia en el ser y el obrar de la criatura con respecto a Dios (ST I, 44;
45; II CG 18; Cf 2Mac 7, 22-23.28). La noción de creación no está unida necesariamente con la de inicio
temporal (ST I, 46). Puede llegarse por la razón al concepto de creación (ST I, 44,1)
 Relaciones. Dios 2
La creación es una doctrina teológica y metafísica compatible con las teorías científicas de la evolución (Pio
XII, Humani Generis D(H) 3897)

I. Enfoque Teológico
Definición del concepto de creación
A partir de la categoría de “relación”
La creación se manifiesta a nuestro entendimiento como una cierta especie de acción, que tiene por objeto la
existencia del mundo. Esto nos obliga a considerar algunos elementos de esta acción: (1) un sujeto activo,
(2) una materia que proporciona el punto de aplicación para la acción considerada, (3) una evolución de
dicha materia [cambio] y (4) el resultado mismo, es decir, el efecto de la acción.
De esta manera, la idea vulgar de creación, se ordena en el siguiente orden: 1º Dios, 2º la creación divina, 3º
el mundo. Pero este no es el orden verdadero según la realidad ontológica de las cosas, sino tan sólo un
modo de concebir tomado de la experiencia de nuestras fabricaciones humanas. En esta génesis
extraordinaria, el ente es primero, y la causalidad segunda. Santo Tomás admite este orden sólo para la
consideración de la creación “según su razón” (secundum suam rationem).
Ahora bien, esto no se condice con la comprensión del concepto de creación a partir de la categoría de
relación. En primer lugar tenemos que hacer una salvedad terminológica: cuando hablamos de relación entre
el ente creado y Dios, no hablamos de relación real. Como sabemos toda relación real comprende una
correlación, es decir, aquel que está en relación se encuentra vinculado, atado, de tal modo que es
dependiente el uno del otro. Dios no puede depender de nada ni de nadie, es preciso renunciar aquí a toda
correlación, a toda reciprocidad real, y no únicamente conceptual. Estamos ante una relación unilateral de
dependencia, y nada más. Esto es la creación en su realidad efectiva.
Pero esto nos lleva al nudo de la cuestión: para que la creatura esté en relación con Dios, es necesario
primero que exista. Luego, si la creación es dicha relación, viene en el orden del ser después de la creatura.
De este modo, vemos cómo se invierte el esquema vulgar de nuestra comprensión de la creación.
Lo importante y revolucionario de este planteo es poder optar por la categoría de “relación” para abandonar
los esquemas que involucran una “acción”. Es decir la creación es relación y no acción. Así lo afirma Contra
Gentes (II, 18): “La creación no es un cambio, sino la dependencia misma del ente creado respecto de su
Principio”. Hemos de agregar a esta afirmación, el hecho de que la relación es real, y no meramente racional,
porque si no, el mundo no sería realmente creado. Por eso toda creatura depende de Dios en forma mucho
más íntima que de cualquier otra creatura. Pero el modo de esta dependencia es lo que desconocemos por
completo. Lo único que sabemos es que el término dependencia resulta para el caso demasiado débil, puesto
que suele designar una condición superpuesta al ser: primero el ente es, después depende. Acá, en cambio, el
ente depende para ser; depende en lo que su ser tiene de más fundamental, hasta el punto que la dependencia
no se distingue de su ser. De manera que es justo decir: la creación es el ser mismo de las creaturas en cuanto
depende de Dios, así como la forma de existencia de esas mismas creaturas no es, según Santo Tomás, sino
su semejanza con Dios.
Santo Tomás se encarga de aclarar que esta relación es una Relatio quaedam, es decir, una cierta relación.
Porque nada de lo que se refiere a Dios, aunque sea indirectamente, como acá, entra sin fractura en nuestras
categorías racionales. La creación, que concierne al ente en cuanto ente, no puede ser llamada pura y
simplemente relación, pues la relación no es sino una especie de ente. La relación misma ha de ser creada, y
por tanto puesta en relación con la Fuente primera. Igualmente, la creación es una relación única en su
género; como concierne a todo ente, incluida la relación misma, parece más bien una forma general de las
categorías.
Concluimos diciendo que: la creatura se define como un ser dependiente, en cuanto ente, y por consiguiente
en todos los aspectos en que participa del ser, Dios lo crea. Todo cuanto hay en ella es creado por Dios:
substancia, atributos, modos, manifestaciones, acciones. Por lo que nada de la persona humana es no creado
por Dios. Para eximirse de la creación, debería eximirse del ser.
ST I, 44; 45

Q 44 “Sobre las criaturas en cuanto procedentes de Dios y sobre la primera causa de todos los seres”
a1. ¿Es o no necesario que todo ser haya sido creado por Dios?
a2. La materia prima ¿es creada o no por Dios?
a3. ¿La causa ejemplar es o no algo además de Dios?
a4. Dios ¿es o no la causa final de todo?

Q 45 “Sobre el modo como proceden las cosas del primer Principio”


a1. Crear, ¿es o no es hacer algo de la nada?
a2. Dios ¿puede o no puede crear algo?
a3. La creación ¿ es o no es algo de la creatura?
a4. Ser creado ¿es o no es propio de los seres compuestos y subsistentes?
a5. Crear, ¿es o no es propio de Dios?
a6. Crear, ¿es o no es algo propio de alguna persona divina?
a7. ¿es o no necesario encontrar en las creaturas algún vestigio trinitario?
a8. La creación, ¿está o no está mezcladas con las obras de naturaleza y voluntad?

II CG 18
“No puede arguirse contra la creación por objeciones tomadas de la naturaleza del movimiento y del
cambio”

La creación no es cambio, sino dependencia misma del ser creado, con relación al principio del que proviene
su existencia. Por lo tanto, se da en el género de la relación, y así nada impide que se dé en el ser ya creado
como en su sujeto. Sin embargo, nuestra inteligencia puede pensar en una misma cosa creada como no
existente antes de la creación, y como existente después de ella.
Si la creación es una relación es algo real; pero ni es increada, ni creada mediante otra relación. Dicha
relación no necesita ser creada por una creación especial ya que se produce al crear las cosas en su ser.
La relación no se refiere a otra relación, porque de ese modo tendríamos que proceder indefinidamente; sino
que, siendo esencialmente relativa, se relaciona por sí misma. Por consiguiente no necesita de otra creación
para crear la creación, de manera que así se procediese infinitamente.

Cf 2Mac 7, 22-23.28

22. “Yo no sé como aparecisteis en mis entrañas, ni fui yo quien os regaló el espíritu y la vida, ni tampoco
organicé yo los elementos de cada uno. 23 Pues así el Creador del mundo, el que modeló al hombre en su
nacimiento y proyectó el origen de todas las cosas, os devolverá el espíritu y la vida con misericordia,
porque ahora no miráis por vosotros mismos a causa de sus leyes.”
28 Te ruego, hijo, que mires al cielo y a la tierra y, al ver todo lo que hay en ellos, sepas que a partir de la
nada lo hizo Dios y que también el género humano ha llegado así a la existencia.
v 22-23 Se une la imagen de Dios Creador con el Señor escatólogico que resucitará a los justos.
v28 Primera afirmación explícita de la creación ex nihilo (cf. Is 44,24; Jn 1,3; Col 1,15).

1.2 Distinguiéndolo del concepto de inicio temporal


La creación no puede ser un acontecimiento, un evento; se denomina así el hecho que surge en un medio
como una fuente brota de la tierra. Pero no hay nada de donde pueda surgir el mundo; surgir de la nada, y no
surgir en absoluto (puesto que la nada es una pura negación), sería la misma cosa, y entonces el mundo no
existiría. En consecuencia, todas las expresiones que designan un acontecimiento: advenir, tener lugar,
sobrevenir, realizarse, suceder; expresiones que aquí igual que en cualquier otra circunstancia se imponen a
nuestro modo de concebir, no pasan en el caso único de la creación de meras imaginaciones, que no
corresponden a nada.
Por otro lado, las demostraciones científicas dan prueba del comienzo del mundo. Es cosa cierta actualmente
que nuestro pequeño planeta no ha existido siempre. Pero ¿se puede decir que esto es el universo? Decir
esto, sería muy audaz, incluso desde el punto de vista cosmológico, como si la extensión ya explorada por el
telescopio y el espectroscopio fuese realmente el todo. Que el universo físico es finito, se lo puede creer;
hasta puede que se haya creído demostrarlo; pero nosotros sabemos que las demostraciones no son seguras.
Es necesario afirmar que nuestro problema no es meramente cosmológico, sino de filosofía general,
metafísica incluida. Se trata de la creación de Dios en su totalidad: materia y espíritu. ¿Quién la conoce?
En resumen, no existe una demostración firme de que el mundo haya tenido un primer día. No ha habido
cambio inicial de la nada al ser, Dios por su parte no se ha movido, puesto que es inmutable. Tampoco se ha
movido lo real, ya que no existía, y lo que no existe no se mueve. Para que el mundo llegase al ser –que es lo
que nos representamos inevitablemente cuando hablamos de creación- sería preciso que fuera ya, pero
romperíamos con un principio metafísico: “lo que no es no llega”.
Respecto de la acción divina que imaginamos, y distinguimos instintivamente de Dios mismo, sabemos, en
primer lugar: que no existe, y si existiese no hallaría ni tiempo, ni espacio, ni materia disponible a que
aplicarse. Habría que crearlos primero, o sea crear el mundo, y con ello renacen todas las dificultades de la
operación.
La creación del mundo no es una operación, no es una fabricación, por ello la tesis del primer día y del inicio
temporal es tan impensable como la de un infinito precedente de que se habría querido huir. Por lo tanto
debemos establecer la independencia de la idea de creación respecto de la idea de comienzo.
Por último, Santo Tomás afirma la imposibilidad de una regresión al infinito y la necesidad de llegar a un
Primero, sin el cual toda la serie de los eslabonamientos de causalidad que componen la vida del mundo
descansaría en el vacío. Pero no busca ese primero remontándose a lo largo de la duración, sino por encima
de ésta. La duración misma debe proceder de él, y por lo tanto, para explicarla juntamente con todo lo que
arrastra, es menester sobrevolarla. El problema del inicio temporal es un problema de “trascendencia” y no
de duración. Establece la relación de lo derivado con el Primero: del ente finito con el Ser infinito, de lo
contingente con lo Necesario, etc.

ST I, 46

Q 46 “Sobre el principio de duración de las cosas creadas”


a1. La totalidad de las criaturas ¿existió o no existió desde siempre?
a2. El inicio del mundo ¿es o no es artículo de fe?
a3. La creación de las cosas ¿fue o no fue el principio del tiempo?

II. Enfoque filosófico-científico


1. Aproximación al concepto de creación
1.1 Vía de la razón natural
En el CCE 286 encontramos la siguiente afirmación: “La inteligencia humana puede alcanzar ciertamente
por sí misma una respuesta a la cuestión de los orígenes. En efecto, la existencia de Dios Creador puede ser
conocida con certeza por sus obras gracias a la luz de la razón humana (Concilio Vaticano I: DS 3026),
aunque este conocimiento es con frecuencia oscurecido o desfigurado por el error. Por eso la fe viene a
confirmar y a esclarecer la razón para la justa inteligencia de la verdad...” Y continúa en el número siguiente
(287): “La verdad en la creación es tan importante para toda la vida humana que Dios, en su ternura, quiso
revelar a su pueblo todo lo que es saludable conocer a este respecto. Más allá del conocimiento natural que
todo hombre puede tener del Creador (Hch 17, 24-29; Rm 1,19-20), Dios reveló progresivamente a Israel el
misterio de la creación...”
Para finalizar, debemos decir que la razón a partir de la realidad creada sólo puede afirmar necesariamente la
existencia de un Dios Uno no personal, un principio pero jamás un Dios Trinidad personal. Sin embargo,
algunos autores (San Buenaventura) afirman que la imagen de la Trinidad esta impresa en las cosas creadas
y que si el hombre no estuviera en las tinieblas del pecado original sería capaz de divisarla.
Por otro lado, la creación es un artículo de la fe cristiana (es decir, un misterio) y no la conclusión de un
razonamiento metafísico (es decir, un saber profano). En consecuencia hay que resistirse a la tentación de
comprometer este misterio de fe con una determinada cosmovisión. La palabra humana, por muy sagaz e
ilustrada que sea, se quedará siempre corta en nuestro tema frente a la palabra de Dios.
De ahí que sea preciso, un discernimiento entre dos formas distintas de enfocar la verdad y que se pueda
reivindicar el carácter religioso de la creación.
ST I, 44,1
¿Es o no necesario que todo haya sido creado por Dios?

Puntos principales de la argumentación:


* Todo lo que existe, existe de algún modo por Dios.
* Si algo se encuentra por participación en su ser, necesariamente ha de ser causado en él.
* Dios es el ser subsistente, el cual no puede haber más que uno. Por lo tanto, es necesario que todas las
cosas, menos Dios, no sean su propio ser sino que participen del ser.
* Es necesario que todos los seres tengan por causa un primer ser que es del todo perfecto.
Comentario: Santo Tomás explica la creación basándose en el concepto de “participación” que a su vez se lo
conjuga con el causalismo aristotélico.
El concepto de creación es compatible con la teoría científica de la evolución
A. Ruiz de la Peña1:
Al hablar del mundo como creación de Dios, estamos entendiendo por esto todo lo que existe fuera de Dios.
Entendiendo de este modo el término mundo, es evidente que la definición clásica de creación como
producción de algo a partir de la nada (“productio rei ex nihilo sui et subjecti”) no puede aplicarse a la
totalidad de lo real; tal visión convenía a una visión estática, en la que la pluralidad de las criaturas emerge
acabada y conclusa con su ser respectivo desde el comienzo.
¿Quiere decir que Dios sólo creó ese ser primogenio, de suerte que la acción creadora sería un gesto solitario
y relegado al extremo punto inicial de la historia del universo? No, evidentemente. Además de esa
producción desde la nada, hay otra modalidad de creación, esto es, de acción exclusiva y absolutamente
divina para dar el ser a las cosas.
Si, en efecto, se toma en serio el hecho de la evolución, que sustituye la cosmovisión estática fixista por la
cosmovisión dinámica de un universo en proceso de autodesarrollo progresivo, tal hecho está implicando
que se da en la historia del cosmos un permanente plus-devenir; los seres se autotrascienden, rebasan su
umbral ontológico, van de menos a más. ¿cómo es ello posible? ¿cómo lo más puede salir de lo menos? La
respuesta no puede hallarse en la sola causalidad creada; tiene que estar en la causalidad divina; una
causalidad no inferior en rango ontológico a la de la productio ex nihilo y que, por tanto, ha de ser llamada
creación.
Esa causalidad creativa es de orden trascendental; Dios opera desde dentro de la causalidad creada
informándola, potenciándola, para hacer factible que ella misma traspase su límite. La acción divina no
interrumpe la secuencia de las causas intramundanas, no se intercala en la cadena como u eslabón más. La
causa de Dios no es perceptible fenomenológicamente, no puee serlo, Dios no es una causa junto a otras en
una serie homogénea. Sin embargo, la suya es una causalidad hasta tal punto efectiva que que es ella la que
posibilita el proceso de plusdevenir de lo real.En esta interpretación de la causalidad creativa de Dios, las
ideas de causa eficiente y final parecen coincidir. El creador no es sólo el que está en el origen de la creatura
(causa eficiente); es además el que “tira” de la creación hacia delante, el que la “atrae” o la “mueve” (causa
final) al suscitar en ella una incesante dinámica de autotrascendimiento. Que Dios sea creador significa: a)
que da el ser a la criatura, b) que introyecta en la criatura una pulsión hacia el ser-más.
Convendría decir que no pocos científicos y filósofos e la ciencia, observan a estas teorías evolutivas como
teorías meramente descriptivas, no explicativas; que no hacen inútil, sino que postulan, una reflexión sobre
el porqué del fenómeno evolutivo. De este modo hay que decir que el concepto de creación pertenece al
ámbito del discurso explicativo, meta-físico, y responde a la pregunta sobre el ser (¿por qué es algo, y no la
nada?) , mientras que el concepto de evolución pertenece al ámbito del discurso descriptivo, físico, y
responde a la pregunta por el aparecer (¿cómo y cuándo aparecen estas cosas y no otras?).

Sertillanges2
Dios no está obligado a crear y menos aún estará obligado a crear de acuerdo con tal o cual modo, siempre
que el modo no esté en contradicción con el hecho o con él mismo. ¿Qué dificultad habría en decir que las
formas diversas de los vivientes, es más: de todos los vivientes, son efecto de un largo trabajo de modelado,
llevado a cabo por las fuerzas primordiales que fueron objeto de la acción creadora? Tal vez la ley de dichas

1
Ruiz de la Peña, J. L., “Teología de la creación”, Santander, Sal Terrae, 1986, 119-124.
2
Sertillanges, A. D., “La idea de Creación”, Buenos Aires, Nuevos Esquemas, 1969.
fuerzas sería entonces un determinismo dirigido, determinación que se encontraría en los agentes en cuanto
tales, es decir por la ley a ellos inmanente; ley que podríamos llamar “voluntad de Dios”.
En nuestra teoría de la creación, suponer una operación directa que durante el curso todo de la duración
histórica recae sobre el conjunto de las creaturas para “hacerlas” carece de sentido. No hay acto creador, es
decir no hay acción divina en el tiempo. Ya que la causalidad creadora de Dios no está en el tiempo, dado
que Dios ve y ordena las cosas desde la eternidad y que para su mirada y su acción propias la diversidad
temporal y la diversidad espacial no difieren en nada, la idea de creación no resulta por esto menoscabada.
Tres tesis se extraen de la articulación del concepto de creación con el de evolución:
Creacionismo puro: el Creador dio origen a cada naturaleza de ser en sí misma, sin capacidad de
transformación.
Determinismo dirigido: el Creador, siempre en virtud de su creación, determinó las naturalezas a evolucionar
de una cierta manera precisa, por simple desarrollo.
Determinismo libre no-dirigido: en virtud de la creación, se deja a las naturalezas la búsqueda de sus
caminos, bajo un impulso de conjunto cuyos efectos posibles se nos revelan sólo cuando se han realizado.

La idea de creación queda intacta en todos los casos. Su afirmación no depende de las teorías citadas, su
negación tampoco. Las diferencias surgen en otro terreno, el conflicto es metafísico.

Pio XII, Humani Generis D(H) 3897


Mas cuando se trata de otra hipótesis, la del llamado poligenismo, los hijos de la Iglesia no gozan de la
misma libertad. Porque los fieles no pueden abrazar la sentencia de los que afirman o que después de Adán
existieron en la tierra verdaderos hombres que no procedieron de aquél como del primer padre de todos por
generación natural, o que Adán significa una especie de muchedumbre de primeros padres. No se ve por
modo alguno cómo puede esta sentencia conciliarse con lo que las fuentes de la verdad revelada u los
documentos del magisterio de la iglesia proponen sobre el pecado original, que procede del pecado
verdaderamente cometido por un solo Adán y que, transfundido a todos por generación es propio a cada uno
(Rom. 5, 12-19).

[Dios 2]

[®Teol. filosófica]

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