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COLEGIO PARROQUIAL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

06 DE MARZO DE 2019

PROPUESTA DE ACTIVIDAD PARA EL MIÉRCOLES DE CENIZA

“Si se sienten afligidos como nosotros, porque en el mundo se extiende la inequidad, si les preocupa la frialdad que
paraliza el corazón y las obras, si ven que se debilita el sentido de una misma humanidad, únanse a nosotros para
invocar juntos a Dios, para ayunar juntos y entregar juntos lo que podamos como ayuda para nuestros hermanos”
Papa Francisco.

La actividad de preparación de la cuaresma contará con los siguientes momentos:

1) Oración

Al iniciar la mañana realizaremos la siguiente oración en cada una de las aulas de clase como punto de
partida para el buen desarrollo de la actividad.

Oremos para que en esta Cuaresma


retornemos a Dios y a los hermanos.
Oh Dios, Padre nuestro:
Tú sabes con qué frecuencia
intentamos caminar por nuestros senderos egoístas.
No nos permitas vivir y morir
sólo para nosotros mismos
o cerrar nuestros corazones a los otros.
Ayúdanos a vernos a nosotros mismos y a la vida
como dones tuyos.
Haznos receptivos de tu palabra y de tu vida
y haznos crecer en la mentalidad y actitudes
de Jesucristo nuestro Señor.

Finalizamos con la invocación al Inmaculado Corazón de María y el Padre Nuestro.

2) Presentación

Hoy comenzamos nuestros cuarenta días de Cuaresma, cuarenta días de preparación para Pascua. ¿Para
qué estos cuarenta días de penitencia y conversión? Para volver a nuestras raíces -a Dios, a lo mejor de
nosotros mismos- y, en consecuencia, también a nuestro prójimo. De muchas maneras hemos intentado
ser nuestros propios dioses, decidir por nosotros mismos lo bueno y lo malo, pero hemos acabado haciendo
de nosotros mismos el centro del mundo, a expensas de nosotros mismos, de Dios y de nuestro prójimo.
Ahora es el tiempo propicio para volver a Dios y volvernos hacia los hermanos que nos rodean. Hoy
expresaremos nuestro destrozo interior y nuestro deseo sincero de cambiar, cuando, después del
Evangelio, recibamos la ceniza.

Tomado de: Ciudad Redonda. Liturgia Viva del Miércoles de Ceniza.


https://www.ciudadredonda.org/calendario-lecturas/evangelio-del-dia/liturgia-viva/?f=2019-03-06
3) Objetivo

Reflexionar acerca del sentido de nuestra vida como seres humanos que hacemos parte de una comunidad,
retomando elementos que nos permiten ser fieles, volver a nosotros, volver a Dios examinando nuestras
prácticas y expresando nuestro más sincero deseo de cambiar.

4) Desarrollo

Para el desarrollo de la actividad propuesta para el miércoles de ceniza se propone la siguiente


organización para su adecuada ejecución:

 Ciclo inicial

Inicialmente, se realizará la lectura del siguiente cuento:

UN CUENTO SOBRE LA GENEROSIDAD

Érase una vez que había un rey que vivía bien su fe cristiana y que no tenía hijos. Por ello, envió a sus
heraldos a colocar un anuncio en todos los pueblos diciendo que cualquier joven que reuniera los
requisitos para aspirar a ser el sucesor al trono, debería entrevistarse con el Rey. Pero debía cumplir
dos requisitos: Amar a Dios y a su prójimo.
En una aldea lejana, un joven huérfano leyó el anuncio real. Su abuelo, que lo conocía bien, no dudó
en animarlo a presentarse, pues sabía que cumplía los requisitos, pues amaba a Dios y a todos en la
aldea. Pero era tan pobre que no contaba ni con vestimentas dignas, ni con el dinero para las
provisiones de tan largo viaje.
Su abuelo lo animó a trabajar y el joven así lo hizo. Ahorró al máximo sus gastos y cuando tuvo una
cantidad suficiente, vendió todas sus escasas pertenencias, compró ropas finas, algunas joyas y
emprendió el viaje. Al final del viaje, casi sin dinero, se le acercó un pobre limosnero. Tiritando de frío,
vestido de harapos, imploraba: “Estoy hambriento y tengo frío, por favor ayúdeme...” El joven,
conmovido, de inmediato se deshizo de sus ropas nuevas y abrigadas y se puso los harapos del
limosnero. Sin pensarlo dos veces le dio también parte de las provisiones que llevaba.
Cruzando los umbrales de la ciudad, una mujer con dos niños tan sucios como ella, le suplicó: “¡Mis
niños tienen hambre y yo no tengo trabajo!” Sin pensarlo dos veces, le dio su anillo y su cadena de oro,
junto con el resto de las provisiones.
Entonces, en forma titubeante, llegó al castillo vestido con harapos y sin de provisiones para el regreso.
Un asistente del Rey lo llevó a un grande y lujoso salón donde estaba el rey. Cuál no sería su sorpresa
cuando alzó los ojos y se encontró con los del Rey. Atónito dijo: “¡Usted... usted! ¡Usted es el limosnero
que estaba a la vera del camino!” En ese instante entró una criada y dos niños trayéndole agua, para
que se lavara y saciara su sed. Su sorpresa fue también mayúscula: - “¡Ustedes también! ¡Ustedes
estaban en la puerta de la ciudad!” El Soberano sonriendo dijo: “Sí, yo era ese limosnero, y mi criada y
sus niños también estuvieron allí”.
El joven tartamudeó: “Pero... pe... pero... ¡usted es el Rey! ¿Por qué me hizo eso?” El monarca contestó:
“Porque necesitaba descubrir si tus intenciones eran auténticas frente a tu amor a Dios y a tu prójimo.
Sabía que, si me acercaba a ti como Rey, podrías fingir y no sabría realmente lo que hay en tu corazón.
Como limosnero, no sólo descubrí que de verdad amas a Dios y a tu prójimo, sino que eres el único en
haber pasado la prueba. ¡Tú serás mi heredero! --sentenció el Rey-- ¡Tú heredaras mi reino!”.

José Martínez Colín

Los estudiantes realizaran el siguiente ejercicio en donde expresaran el pacto que realizan con Dios con el
fin de cambiar algunas actitudes y prácticas que consideran fundamental transformar en sus vidas.

Para ello se solicitan un octavo de cartulina y hoja iris por


estudiante. En primer lugar, se dibujarán las manos, se recortarán
y a manera de acordeón escribirán en que consiste ese nuevo
pacto que realizan con Dios, pueden decorarlo de manera libre y
creativa.

Finalmente, los estudiantes podrán socializar algunos de los


materiales elaborados profundizando en la reflexión del día.

Grados 3 a 11

En el salón cada docente determina si organiza 3 o 6 grupos. Se tendrán en cuenta algunos elementos que
aborda la lectura del mensaje del Santo Padre Francisco para la Cuaresma de 2019, para ello se distribuye
el documento de la siguiente manera con su respectiva actividad.

 Grupo 1: Abordaran la parte de La redención de la creación.

Los estudiantes plasmaran con plastilina en un octavo de cartón paja la figura de ser humano de acuerdo
a las siguientes frases que el docente leerá en voz alta y que orientarán el desarrollo de la actividad.
- “Queremos ponerle unas piernas y pies para que pueda andar e ir a donde le necesitan”.
- “Queremos ponerle unos brazos y manos para que pueda abrazar y acariciar a las personas que quiere”.
- “Le vamos a poner una cabeza con sus ojos bien abiertos para poder mirar con ternura. Unas orejas para
escuchar a su alrededor y una boca bien grande para sonreír a todos”.
- “Por último un corazón bien grande donde quepa todo el mundo”.
Finalmente, se socializarán algunos trabajos a partir del análisis y la reflexión de la transformación y
maduración de la vida en cuanto a espíritu, alma y cuerpo. Las conclusiones que resulten ser más
significativas pueden ser consignadas en la bitácora.
 Grupo 2: Harán énfasis en la segunda parte denominada La fuerza destructiva del pecado.

Se realiza la reflexión sobre la ilustración en la cual se evidencia cómo se siente una persona cuando hay
pecado en su vida. Luego se solicita a los estudiantes que reflexionen sobre su propia vida, sobre los
pecados que en algún momento no les ha brindado la tranquilidad suficiente (estos se escribirán en posticks
y se ubicarán en la hoja) Anexo 1

Finalmente, se proponen las siguientes preguntas para ser consignadas en la bitácora: ¿Por qué el pecado
se concibe como fuerza destructiva? ¿Cómo explicas que sea la causa de todo mal? ¿Por qué se ha
naturalizado el pecado en nuestras prácticas cotidianas constituyéndose así en una nueva forma de
dominio?

 Grupo 3: Profundizaran sobre la última parte titulada La fuerza regeneradora del


arrepentimiento y del perdón.

Inicialmente se propone a los estudiantes reflexionar sobre alguna situación


conflictiva en la cual el arrepentimiento y el perdón haya estado presente, de
este modo, escribirán una carta en la cual puedan expresarse libremente sobre
la necesidad de arrepentirse, pedir perdón o perdonar a alguien con quien se
tuvo un inconveniente o conflicto en algún momento de sus vidas. Sin embargo,
es necesario evocar la situación y reconocer aquellos errores y daños que se
cometieron para ser reparados a partir del perdón y el arrepentimiento. Para la
elaboración de la carta se puede utilizar una hoja blanca tamaño carta, su
creación es libre, sin embargo, se solicita que se realice en un ambiente de
tranquilidad y serenidad.

Posteriormente, se proponen las siguientes preguntas para ser consignadas en la bitácora y ser
socializadas durante la sesión: ¿qué es el perdón? ¿Qué elementos se requieren para hacer posible el
perdón? ¿Qué es lo que hace más difícil perdonar y arrepentirse? ¿Cuándo se da el paso de perdonar,
qué produce en la persona que otorga el perdón?

Finalmente, organizados por grupos de 4 estudiantes diseñaran un signo o símbolo que recoja el mensaje
del Papa sobre la importancia de concebir el arrepentimiento y el perdón no como debilidad sino como
fuerza regeneradora.

5) Parte Final

Para este momento se propone observar el vídeo propuesto con el fin de sensibilizar a los estudiantes
acerca de la Campaña de la Comunicación Cristiana de Bienes 2019 la cual tiene como lema “Cuando la
tierra grita los pobres también gritan” y que nos hace un llamado a la conversión mediante la práctica de la
solidaridad, como lo menciona el Papa Francisco cuando afirma lo siguiente: “hagámonos prójimo de
nuestros hermanos y hermanas que pasan dificultades, compartiendo con ellos nuestros bienes espirituales
y materiales”.
ANEXO 1
La Santa Sede
MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
PARA LA CUARESMA DE 2019
«La creación, expectante, está aguardando la manifestación de los hijos de Dios» (Rm 8,19)

Queridos hermanos y hermanas:


Cada año, a través de la Madre Iglesia, Dios «concede a sus hijos anhelar, con el gozo de habernos
purificado, la solemnidad de la Pascua, para que […] por la celebración de los misterios que nos dieron
nueva vida, lleguemos a ser con plenitud hijos de Dios» (Prefacio I de Cuaresma).
De este modo podemos caminar, de Pascua en Pascua, hacia el cumplimiento de aquella salvación que
ya hemos recibido gracias al misterio pascual de Cristo: «Pues hemos sido salvados en esperanza» (Rm
8,24). Este misterio de salvación, que ya obra en nosotros durante la vida terrena, es un proceso dinámico
que incluye también a la historia y a toda la creación. San Pablo llega a decir: «La creación, expectante,
está aguardando la manifestación de los hijos de Dios» (Rm 8,19). Desde esta perspectiva querría sugerir
algunos puntos de reflexión, que acompañen nuestro camino de conversión en la próxima Cuaresma.
1. La redención de la creación
La celebración del Triduo Pascual de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, culmen del año litúrgico,
nos llama una y otra vez a vivir un itinerario de preparación, conscientes de que ser conformes a Cristo (cf.
Rm 8,29) es un don inestimable de la misericordia de Dios.
Si el hombre vive como hijo de Dios, si vive como persona redimida, que se deja llevar por el Espíritu Santo
(cf. Rm 8,14), y sabe reconocer y poner en práctica la ley de Dios, comenzando por la que está inscrita en
su corazón y en la naturaleza, beneficia también a la creación, cooperando en su redención. Por esto, la
creación —dice san Pablo— desea ardientemente que se manifiesten los hijos de Dios, es decir, que
cuantos gozan de la gracia del misterio pascual de Jesús disfruten plenamente de sus frutos, destinados a
alcanzar su maduración completa en la
redención del mismo cuerpo humano. Cuando la caridad de Cristo transfigura la vida de los santos —
espíritu, alma y cuerpo—, estos alaban a Dios y, con la oración, la contemplación y el arte hacen partícipes
de ello también a las criaturas, como demuestra de forma admirable el “Cántico del hermano sol” de san
Francisco de Asís (cf. Enc. Laudato si’, 87). Sin embargo, en este mundo la armonía generada por la
redención está amenazada, hoy y siempre, por la fuerza negativa del pecado y de la muerte.
2. La fuerza destructiva del pecado
Efectivamente, cuando no vivimos como hijos de Dios, a menudo tenemos comportamientos destructivos
hacia el prójimo y las demás criaturas —y también hacia nosotros mismos—, al considerar, más o menos
conscientemente, que podemos usarlos como nos plazca. Entonces, domina la intemperancia y eso lleva
a un estilo de vida que viola los límites que nuestra condición humana y la naturaleza nos piden respetar,
y se siguen los deseos incontrolados que en el libro de la Sabiduría se atribuyen a los impíos, o sea a
quienes no tienen a Dios como punto de
referencia de sus acciones, ni un a esperanza para el futuro (cf. 2,1-11). Si no anhelamos continuamente
la Pascua, si no vivimos en el horizonte de la Resurrección, está claro que la lógica del todo y ya, del tener
cada vez más acaba por imponerse.
Como sabemos, la causa de todo mal es el pecado, que desde su aparición entre los hombres interrumpió
la comunión con Dios, con los demás y con la creación, a la cual estamos vinculados ante todo mediante
nuestro cuerpo. El hecho de que se haya roto la comunión con Dios, también ha dañado la relación
armoniosa de los seres humanos con el ambiente en el que están llamados a vivir, de manera que el jardín
se ha transformado en un desierto (cf. Gn 3,17-18). Se trata del pecado que lleva al hombre a considerarse
el dios de la creación, a sentirse su dueño absoluto y
a no usarla para el fin deseado por el Creador, sino para su propio interés, en detrimento de las criaturas y
de los demás.
Cuando se abandona la ley de Dios, la ley del amor, acaba triunfando la ley del más fuerte sobre el más
débil. El pecado que anida en el corazón del hombre (cf. Mc 7,20-23) —y se manifiesta como avidez, afán
por un bienestar desmedido, desinterés por el bien de los demás y a menudo también por el propio— lleva
a la explotación de la creación, de las personas y del medio ambiente, según la codicia insaciable que
considera todo deseo como un derecho y que antes o después acabará por destruir incluso a quien vive
bajo su dominio.
3. La fuerza regeneradora del arrepentimiento y del perdón
Por esto, la creación tiene la irrefrenable necesidad de que se manifiesten los hijos de Dios, aquellos que
se han convertido en una “nueva creación”: «Si alguno está en Cristo, es una criatura nueva. Lo viejo ha
pasado, ha comenzado lo nuevo» (2 Co 5,17). En efecto, manifestándose, también la creación puede
“celebrar la Pascua”: abrirse a los cielos nuevos y a la tierra nueva (cf. Ap 21,1). Y el camino hacia la
Pascua nos llama precisamente a restaurar nuestro rostro y nuestro corazón de cristianos, mediante el
arrepentimiento, la conversión y el perdón, para poder vivir toda la riqueza de la gracia del misterio pascual.
Esta “impaciencia”, esta expectación de la creación encontrará cumplimiento cuando se manifiesten los
hijos de Dios, es decir cuando los cristianos y todos los hombres emprendan con decisión el “trabajo” que
supone la conversión. Toda la creación está llamada a salir, junto con nosotros, «de la esclavitud de la
corrupción para entrar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios» (Rm 8,21). La Cuaresma es signo
sacramental de esta conversión, es una llamada a los cristianos a encarnar más intensa y concretamente
el misterio pascual en su vida personal, familiar y social, en particular, mediante el ayuno, la oración y la
limosna.
Ayunar, o sea aprender a cambiar nuestra actitud con los demás y con las criaturas: de la tentación de
“devorarlo” todo, para saciar nuestra avidez, a la capacidad de sufrir por amor, que puede colmar el vacío
de nuestro corazón. Orar para saber renunciar a la idolatría y a la autosuficiencia de nuestro yo, y
declararnos necesitados del Señor y de su misericordia. Dar limosna para salir de la necedad de vivir y
acumularlo todo para nosotros mismos, creyendo que así nos aseguramos un futuro que no nos pertenece.
Y volver a encontrar así la alegría del proyecto que Dios ha puesto en la creación y en nuestro corazón, es
decir amarle, amar a nuestros hermanos y al mundo entero, y encontrar en este amor la verdadera felicidad.
Queridos hermanos y hermanas, la “Cuaresma” del Hijo de Dios fue un entrar en el desierto de la creación
para hacer que volviese a ser aquel jardín de la comunión con Dios que era antes del pecado original (cf.
Mc 1,12-13; Is 51,3). Que nuestra Cuaresma suponga recorrer ese mismo camino, para llevar también la
esperanza de Cristo a la creación, que «será liberada de la esclavitud de la corrupción para entrar en la
gloriosa libertad de los hijos de Dios» ( Rm 8,21). No dejemos transcurrir en vano este tiempo favorable.
Pidamos a Dios que nos ayude a emprender
un camino de verdadera conversión. Abandonemos el egoísmo, la mirada fija en nosotros mismos, y
dirijámonos a la Pascua de Jesús; hagámonos prójimos de nuestros hermanos y hermanas que pasan
dificultades, compartiendo con ellos nuestros bienes espirituales y materiales. Así, acogiendo en lo concreto
de nuestra vida la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte, atraeremos su fuerza transformadora
también sobre la creación.
Vaticano, 4 de octubre de 2018
Fiesta de san Francisco de Asís
Francisco

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