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I.E.D.

ALMIRANTE PADILLA
ÁREA DE CIENCIAS SOCIALES
ASIGNATURA DE ÉTICA Y FILOSOFÍA

HISTORIAS PARA PENSAR

Actividad

Lee detenida y cuidadosamente cada una de las historias que aparecen a continuación, escribe en
el cuaderno el título de las historias, elabora una lista de palabras desconocidas, elabora una
historieta (5 viñetas mínimo) y responde las preguntas que aparecen a continuación para cada una
de las historias.

El traje nuevo del zar

Había una vez un zar al que le gustaban mucho los vestidos fastuosos y sólo pensaba en vestirse
del mejor modo posible. Un día se le presentaron dos sastres y le dijeron:

—Nosotros podemos hacerte un vestido tan hermoso como nunca nadie ha tenido en ninguna
época y además tiene la ventaja que aquél que sea necio y no sea digno del cargo que ocupa, no
podrá verlo. Sólo el inteligente será capaz de ver el vestido. El zar se alegró de la proposición que
le hacían los sastres y los encomendó el vestido.

Se dieron a los sastres piezas de paño para trabajar, terciopelo, seda, oro y todo cuanto es preciso
para hacer el vestido. Pasaron ocho días y el zar envió un ministro para saber cómo andaban los
trabajos de confección. El ministro llegó y pidió el vestido a los sastres, que le respondieron que ya
estaba listo, mostrándoles para que lo vieran un lugar vacío. El ministro, que sabía que aquél que
fuera necio e indigno de su puesto no sería capaz de ver aquel vestido, fingió verlo y los felicitó.

El zar se hizo llevar aquel vestido. Se lo presentaron, y también le indicaron un lugar vacío. El zar
también fingió ver el vestido nuevo; se quitó el que llevaba y ordenó que le pusieran aquellas
prendas magníficas. Cuando el zar salía de paseo por la ciudad, todo el mundo veía que iba
desnudo, pero nadie se atrevía a decirlo, sabiendo que únicamente los necios no podían ver el
vestido, y cada cual pensaba que era él sólo quien no lo veía. El zar se paseaba por la ciudad y
todos sus súbditos admiraban el nuevo vestido. De pronto un niño se fijó en el zar y dijo:

—¡Mirad! ¡El zar se pasea desnudado por la ciudad!

El zar sintió que la vergüenza se apoderaba de él, y todo el mundo comprendió que quedó todo
avergonzado, y todo el mundo comprendió que, efectivamente, el zar iba desnudo por la calle.

Preguntas

1. ¿Cuál es el mayor defecto del zar de la historia?


2. ¿Por qué la gente no se atrevía a decirle al zar que iba desnudo?
3. ¿Cuál es la enseñanza o moraleja de la historia?
El zar y la camisa

El zar hizo buscar en su reino a un hombre feliz. Los enviados del soberano se esparcieron por todo
el reino, mas no pudieron descubrir a un hombre feliz. No encontraron un hombre contento con
su suerte: el uno era rico, pero estaba enfermo; el otro gozaba de salud, pero era pobre; aquél,
rico y sano, quejábase de su mujer; éste de sus hijos; todos deseaban algo. Cierta noche, muy
tarde, el hijo del Zar, al pasar frente a una pobre choza, oyó que alguien exclamaba:

—Gracias a Dios he trabajado y he comido bien. ¿Qué me falta?

El hijo del Zar se sintió lleno de alegría; inmediatamente mandó que le llevaran la camisa de aquel
hombre, a quien, en cambio, había que darle cuanto dinero exigiera. Los enviados se presentaron
a toda prisa en la casa de aquel hombre para quitarle la camisa; pero el hombre feliz era tan
pobre, que no tenía camisa.

Preguntas
1. ¿Por qué las personas del reino no eran felices y por qué sí lo era el hombre feliz?
2. ¿Cuál es la moraleja o enseñanza de la historia?

Los ciegos y el elefante

Érase una vez un pueblecito perdido en el desierto. Todos sus vecinos eran ciegos. Un gran rey
pasó por la comarca, seguido de su ejército. Montaba un elefante. Los ciegos se enteraron, y
habiendo oído hablar mucho de los elefantes, los movió el deseo de tocarlo para hacerse una idea
de qué es un elefante.

Doce Ancianos y Notables del pueblo se pusieron en camino con este objetivo:

«Rey», dijeron, «os suplicamos que nos concedáis venia para palpar el elefante».

«Os la concedo», respondió el rey; «¡podéis palparlo!».

Uno palpó la trompa, otro la pierna, éste la espalda, aquél las orejas, e incluso hubo uno que, por
licencia especial del rey, montó sobre la bestia y se paseó. Los doce ciegos volvieron
entusiasmados a su pueblo. Los otros los rodearon, preguntándoles, muertos de intriga, qué tipo
de bestia era un elefante. El primero dijo: «Es un tubo enorme, que se alza con fuerza, se enrosca
y, ay de ti si te pilla!». Otro afirmó: «Es una columna peluda». El tercero: «Es como una pared de
un castillo». El que había palpado la oreja: «Es como un tapiz muy grueso, de tejido grosero, que
se mueve cuando lo tocas». Y el último exclamó: «¿Es que chocheáis? Es una montaña que se
pasea!».

Preguntas

1. ¿Qué error cometen los ciegos al tratar de saber qué es un elefante?


2. ¿Qué hubieran podido haber hecho los ciegos luego de tocar el elefante para descubrir
qué es?
3. ¿Cuál es la moraleja o enseñanza de la historia?
4. ¿Qué relación tendrá la historia con la filosofía?

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