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Vivimos un momento en que resulta cada vez más restringido el contacto directo del
médico con el paciente, mediado por un complicado sistema tecnológico, burocrático
y económico; de esta manera la primitiva relación entre ambos en la cual se
desarrollaba una especie de amistad y familiaridad, con el devenir de los años ha ido
cesando, operándose un cambio tanto en los profesionales de la salud como en las
personas que requieren estos servicios. La salud es un derecho humano
fundamental exigible legalmente (art. 61 de la Constitución dominicana); de su lado la
ley General de Salud No. 42-01, establece en su artículo 28 que: “Todas las personas
tienen los siguientes derechos en relación a su salud: f).- La información adecuada y
continuada sobre su proceso, incluyendo el diagnostico, pronóstico y alternativas de
tratamiento; y a recibir consejos por personal capacitado, antes y después de la
realización de los exámenes y procedimientos; h) Al derecho a decidir, previa
información y comprensión sobre su aceptación o rechazo de asumir el
tratamiento….”. Se exceptúan los casos de riegos para la salud pública, señalando
en adición que la decisión recae sobre los familiares en caso de menores,
discapacitados metales o pacientes en estado crítico.
En este mismo orden el decreto No. 641-05, que establece el Código de Ética Médica
del Colegio Médico Dominicano, dispone en su art 66: - “El/la médico(a) no deberá
aplicar a un enfermo(a) ningún tratamiento que signifique riesgo cierto o mutilación
grave, sin informar debidamente al/a la paciente y contar con su
consentimiento o el de sus familiares responsables cuando sea menor de edad o
esté incapacitado para decidir”
En segundo lugar, subsiste siempre la obligación del galeno de ofrecer, con la mayor
claridad y precisión, las observaciones y conclusiones que retiene para fundamentar
su diagnóstico y posteriormente el tratamiento recomendado; ahora bien, por tratarse
de un proceso no presencial la fórmula para certificar o avalar la información
suministrada por el galeno al paciente, deberá ser remitida de manera clara y precisa
por la vía electrónica y con identidad de causa, a efecto de avalar la recepción de
dicha información, así como el entendimiento de la misma y su aceptación o rechazo
al procedimiento o al procedimiento recomendado, por lo que será necesario que el
paciente reenvíe por la misma vía o físicamente al despacho del médico
tratante la constancia correspondiente.
[1] Edición 1984, del Manual de Ética del Colegio de Médicos Americanos, citado por Ortiz,
Fernando. Revisión bibliográfica del Consentimiento Informado. Universidad Nacional de
Colombia. Febrero a junio 2014