Está en la página 1de 10

Normas tributarias en tiempos

del COVID-19
"El mayor desafío será, sin duda, la reactivación económica una vez
que se levante el Estado de Emergencia Nacional"

Por
 S.O.S TAX
 -
30 marzo, 2020
2692
 
0

  

Por Pablo Sotomayor, abogado por la Pontificia Universidad Católica del Perú y socio de Miranda
& Amado.

Como es por todos conocido, debido a la propagación de Covid-19 en el


país, mediante Decreto Supremo N° 044-2020, vigente a partir del 16
de marzo, el Gobierno del Perú declaró el Estado de Emergencia
Nacional por el plazo de 15 días calendario, disponiéndose el aislamiento
social obligatorio (cuarentena) de los ciudadanos por dicho
periodo. Mediante el Decreto Supremo N° 051-2020-PCM se prorrogó
esta medida, la cual regirá al menos hasta el 12 de abril.

El Estado de Emergencia Nacional conlleva la paralización total o parcial


de diversas actividades económicas en el país. Así, se ha suspendido
el acceso al público a los locales y establecimientos, a excepción de
los establecimientos comerciales minoristas de alimentación, bebidas,
productos y bienes de primera necesidad, establecimientos farmacéuticos,
médicos, ópticas y productos ortopédicos, productos higiénicos, grifos y
establecimientos de venta de combustible, suspendiéndose cualquier otra
actividad o establecimiento que, a juicio de la autoridad competente, pueda
suponer un riesgo de contagio. Tampoco pueden atender restaurantes y
otros centros de consumo de alimentos.
Asimismo, durante el Estado de Emergencia Nacional se ha dispuesto
el cierre total de las fronteras, quedando suspendido el transporte
internacional de pasajeros, por medio terrestre, aéreo, marítimo y fluvial.
También ha quedado suspendido el transporte interprovincial de
pasajeros por medio terrestre, aéreo y fluvial.

Como es evidente, el contexto ha exigido la inmediata emisión de normas


de carácter tributario a fin de aliviar a los contribuyentes que
sufrirán el impacto económico de un contexto tan inesperado como
perjudicial. En efecto, independientemente de la disminución -o
desaparición- de sus ventas e ingresos por el cierre temporal forzado, es
imprescindible que las empresas continúen con su cadena de pagos y
cumplan con cancelar sus obligaciones laborales, financieras y operativas
corrientes.

Es así que corresponde al Estado proveer, en la medida de la posible, del


alivio fiscal necesario para no ahogar a estas empresas y puedan cumplir
con sus demás obligaciones, sin afectar a terceros durante esta coyuntura.

No obstante, el reto del gobierno en este nuevo fenómeno que enfrenta el


Perú en menos de 5 años -recordemos los estragos del niño costero del
2016- no queda ahí. El mayor desafío será, sin duda, la reactivación
económica una vez que se levante el Estado de Emergencia
Nacional. Como es evidente, la dureza de una medida como la cuarentena
de todo el país por casi un mes generará pérdidas en miles de empresas,
particularmente en industrias especialmente golpeadas, como el turismo y
la aviación. Esta situación repercutirá directamente en las arcas del Estado,
vía una menor recaudación.

Ante ese panorama, el pasado 26 de marzo, el Poder Ejecutivo solicitó


el Congreso recién instalado la delegación de facultades legislativas
en diversas materias, incluyendo la tributaria. Dichas facultades le
fueron otorgadas mediante Ley N° 31011, publicada el 27 de marzo de
2020, por 45 días calendario. Así, desde el 28 de marzo y hasta el próximo
11 de mayo, el Poder Ejecutivo podrá legislar en materia tributaria a
través de Decretos Legislativos, ciñéndose a los aspectos señalados en
la referida Ley.

Ahora bien, al ser el órgano recaudador más importante del país, la entidad
que ha emitido la mayor cantidad de normas para este contexto ha sido
la Superintendencia Nacional de Aduanas y de Administración
Tributaria (SUNAT), enfocándose principalmente en la prórroga de los
plazos para la presentación de declaraciones juradas y pago de tributos.

Así, se aplazó el vencimiento para la presentación de la Declaración


Jurada anual y pago del Impuesto a la Renta y del Impuesto a las
Transacciones Financieras del ejercicio 2019 para personas naturales y
jurídicas cuyos ingresos en el referido ejercicio no hayan superado los
S/21,000,000, moviéndose de marzo y abril para junio y julio de 2020.

Igualmente, se aplazó el vencimiento para presentar Declaraciones


Juradas y pago de obligaciones tributarias correspondientes al mes
de febrero de 2020, inicialmente previstas para el mes de marzo (como
el Impuesto General a las Ventas y el pago a cuenta del Impuesto a la
Renta de febrero de 2020), así como los plazos para el cumplimiento de
otras obligaciones formales. Así, aquellos contribuyentes que en el
ejercicio 2019 obtuvieron ingresos que no excedieron de
S/9,660,000 podrán presentar y pagar los tributos en abril y mayo
de 2020.

Dicho eso, tal como lo hemos adelantado al inicio de este texto, el Estado
de Emergencia Nacional se ha extendido en las mismas condiciones hasta,
al menos el 12 de abril. En ese sentido, parece evidente que se requerirá
no sólo un aplazamiento para las obligaciones de marzo con
vencimiento en abril, sino además una reprogramación para las
obligaciones de febrero ya aplazadas, puesto que las fechas de
vencimiento de ambos periodos coincidirán aún con la extensión de la
cuarentena.

Si bien estas medidas son convenientes, estas no alcanzan a aquellos


contribuyentes que estén por encima de los umbrales establecidos en las
normas. En términos generales, el aplazamiento de las obligaciones
tributarias no es aplicable para las grandes empresas, las cuales
están obligadas a cumplir conforme a los cronogramas originales pre
Estado Nacional de Emergencia. Aunque no explícita, la razón de esta
diferenciación estaría en la necesidad del Estado de recibir ingresos
tributarios que le permitan cubrir su funcionamiento, además de atender la
emergencia y solventar los programas sociales implementados para estos
efectos, así como los ya vigentes y en la presunción -injustificada, quizá-
de que las empresas con mayores ingresos tienen mayor espalda para
soportar el costo de la emergencia. En este punto, cabe destacar que,
inicialmente, el aplazamiento para fines del Impuesto a la Renta Anual solo
sería aplicable para personas naturales y jurídicas cuyos ingresos en el
ejercicio 2019 no hubieran excedido de S/9,660,000. La ampliación del
aplazamiento a contribuyentes con ingresos en 2019 no mayores a
S/21,000,000 es acertada e implica un reconocimiento, por parte
del Estado, de la dureza de la situación y de la necesidad de liquidez
de la gran mayoría de empresas.

De otro lado, la SUNAT ha dispuesto, en aplicación de su facultad


discrecional para determinar y sancionar administrativamente las
infracciones tributarias, no imponer multas por infracciones tributarias
incurridas por los contribuyentes durante el Estado de Emergencia
Nacional, incluidas las infracciones cometidas o detectadas a partir del 16
de marzo de 2020. Tampoco se sancionarán las infracciones aduaneras
relacionadas con no proporcionar, exhibir, y transmitir información o
documentos o proporcionar dicha información de manera incorrecta o
incompleta, siempre que se cumplan ciertos requisitos. La no aplicación de
sanciones es para todos los contribuyentes, sin distinción por ingresos. Por
ejemplo, una empresa que no cumpla con presentar a la SUNAT su
Declaración Jurada determinativa de tributos en los plazos que le
correspondan no será sancionada con la multa de 1 UIT por la comisión de
dicha infracción, siempre que ello haya sucedido durante el Estado Nacional
de Emergencia. Esta disposición, sin embargo, no es realmente un respiro
para las empresas que no puedan cumplir con dicha obligación
oportunamente, puesto que, en muchos casos, los intereses moratorios que
se generen sobre la deuda impaga frente a la SUNAT (calculados según la
Tasa de Interés Moratorio a que se refiere el artículo 33 del Código
Tributario y que actualmente se ha establecido en 14.6% anual) desde la
fecha de vencimiento hasta la de pago efectivo serán superiores a la multa
que no será aplicada por la SUNAT.

La SUNAT ha dispuesto también que el aplazamiento y/o


fraccionamiento y/o refinanciamiento particular de las deudas
tributarias, que hubiera sido concedido a los contribuyentes hasta el 15 de
marzo de 2020 y que estén actualmente vigentes, no se perderán si se
produce un incumplimiento en el pago de la cuota correspondiente a marzo
de 2020, siempre que dicha cuota se pague, incluidos los intereses
moratorios devengados, hasta el 30 de abril de 2020. También se han
establecido mecanismos más expeditivos para la devolución de
pagos en exceso a personas naturales y jurídicas, así como el acceso
anticipado a los fondos en las cuentas de detracciones de las personas
jurídicas. Todas estas medidas apuntan a permitir a las personas mantener
liquidez durante el periodo de la emergencia. Esto resulta particularmente
importante en el caso de personas naturales, sobre todo independientes,
que, con motivo de la cuarentena, se encuentran impedidas de trabajar con
normalidad y que, por ende, contarán con menores ingresos para su
sustento.

Sin perjuicio de lo anterior, no se puede dejar de lado que la SUNAT no es


el único órgano recaudador de tributos frente al cual las los contribuyentes
deben cumplir con el pago de obligaciones tributarias durante el periodo de
Estado Nacional de Emergencia. Así, además de los distintos gobiernos
locales, están los diferentes organismos reguladores en el caso de
industrias reguladas, tales como el OSINERGMIN, el OSIPTEL, el
OSITRAN y la OEFA y otras entidades a las cuales también se les
paga contribuciones, tales como el PRONATEL, SENCICO y
SENATI. Estas entidades no se han pronunciado de manera concreta
respecto de la prórroga para el pago de tributos o no la han otorgado, por
lo que, hasta cierto punto, existe incertidumbre. En ese caso, y salvo
indicación en contrario, el cumplimiento de las obligaciones tributarias será
requerido en la medida que ella sea posible.

Dado que la cuarentena se ha prorrogado, es probable que en los próximos


días se dicten normas adicionales, ya sea para regular el vencimiento de
obligaciones tributarias de marzo -que vencen en abril, conjuntamente con
las de febrero que fueron prorrogadas- o para otorgar beneficios más
concretos.

En lo que respecta a las normas tributarias que deben promulgarse por el


Poder Ejecutivo hasta el 11 de mayo, el numeral 2 del artículo 2 de la
Ley N° 31011 señala que la delegación de facultades comprende la
facultad de legislar sobre las siguientes materias:

“2) En materia de política fiscal y tributaria, para suspender temporalmente


reglas fiscales vigentes y establecer medidas para la reactivación
económica nacional; para establecer disposiciones que faciliten el pago de
las deudas tributarias administradas por la Superintendencia Nacional de
Aduanas y de Administración Tributaria (SUNAT); modificar la legislación
tributaria respecto del impuesto a la renta en cuanto a procedimiento de
pagos a cuenta, arrastre de pérdidas, plazos de depreciación, gasto por
donaciones; rediseñar, eliminar y/o modificar regímenes tributarios
simplificados para los micro y pequeños contribuyentes y otros aplicables a
los micro y pequeños contribuyentes; prorrogar y ampliar el ámbito de
aplicación del régimen de devolución de la Ley 30296; prorrogar el plazo de
la autorización a la SUNAT para ejercer funciones en el marco de la Ley
27269.”

En el proyecto de Ley presentado por el Poder Ejecutivo, se enuncia de


manera somera cuáles serían los cambios principales:

1.
1. Suspensión temporal de las reglas fiscales vigentes

Se propone suspender temporalmente la aplicación de las reglas


macrofiscales para el Sector Público No Financiero para el año 2020. Ello se
refiere a las reglas de deuda, de resultado económico y de gasto aplicables
al Gobierno Nacional, Gobiernos Regionales y Gobiernos Locales y a las
empresas estatales.

1.
2. Prórroga de la recuperación anticipada del IGV por
adquisición de bienes de capital

Se plantea prorrogar por 3 años el beneficio de recuperación anticipada del


IGV a efectos de promover la adquisición de bienes de capital, la cual
vencerá el 31 de diciembre de 2020, y ampliar su ámbito de aplicación de
este régimen.

1.
3. Fraccionamiento y aplazamiento especial de deuda
tributaria para sectores afectos por el COVID-19

Se propone facilitar el pago de las deudas tributarias y otros ingresos


administrados por la SUNAT a aquellos sujetos afectados por la emergencia
nacional declarada por el COVID-19.

1.
4. Modificación de pagos a cuenta del IR empresarial
Se plantea modificar la determinación del coeficiente para el cálculo de los
pagos a cuenta del IR a fin de reducirlos o suspenderlos.

1.
5. Deducción de donaciones para efectos del IR

Se propone permitir el arrastre de los gastos por donaciones realizados en


el ejercicio 2020 que no puedan ser aplicados por el exceder el máximo
permitido. Asimismo, se pretende adoptar medidas para incentivar las
donaciones de empresas a pesar de que estas obtengan pérdidas en el
ejercicio 2020.

1.
6. Depreciación acelerada de algunas cuentas del activo
fijo

Se plantea permitir la depreciación acelerada de algunas cuentas del activo


fijo de las empresas.

1.
7. Prórroga para la SUNAT en materia de firma digital

Se busca facilitar la obtención del certificado digital para los contribuyentes


con ingresos anuales no superiores a 300 UIT a fin de que estos puedan
constituirse como emisores electrónicos y reducir sus costos de
cumplimiento tributario. Por ello, se propone prorrogar el plazo de
autorización otorgado a la SUNAT para ejercer las funciones registro y
verificación de firmas digitales, el cual iba a vencer el 30 de junio de 2020.

1.
8. Ampliación del plazo de arrastre de pérdidas
Se propone establecer un mayor plazo de arrastre de pérdidas a favor de
los contribuyentes afectados por la emergencia nacional declarada por el
COVID-19 que generen pérdidas en el ejercicio 2020.

1.
9. Modificación de los regímenes tributarios aplicables a
las empresas de menor tamaño

Se plantea modificar los regímenes tributarios existentes para los


contribuyentes de menor tamaño (RUS, RER y Régimen Mype Tributario) y
también modificar los tamaños de empresa con propósitos tributarios.

Como se puede apreciar, la materia tributaria para la cual se solicitó la


delegación de facultades legislativas es bastante específica, quedando fuera
de las modificaciones algunas que podrían ser de relevancia en este
contexto particular, así como otras de corte más estructural (como, por
ejemplo, el caso de la tributación de personas naturales). Un par de
ejemplos podrían ser el régimen de utilización de servicios del Impuesto
General a las Ventas (IGV) y el régimen de detracciones o SPOT.

En efecto, el esquema del pago del IGV por utilización de servicios en el


país, sin aplicación contra este de crédito fiscal, implica un
desfinanciamiento importante para empresas que hacen pagos al exterior.
Esto será de especial relevancia para industrias directamente golpeadas en
este contexto, como la industria del entretenimiento o del turismo y que
probablemente tarden en levantar nuevamente, por lo que tampoco podrán
recuperar el IGV pagado aplicándolo como crédito fiscal en el corto o
mediano plazo.

Asimismo, urge la revisión del régimen de detracciones o SPOT, pues se


trata de un mecanismo de recaudación adelantada de tributos que en
muchos casos contribuye a la desfinanciación de las empresas, afectando
directamente su liquidez y capacidad de pagos (sin mencionar además que
se estableció como una medida temporal que no sólo se volvió permanente,
sino que se ha ido endureciendo con el tiempo).

En cualquier caso, queda esperar la emisión de las normas en cuestión para


evaluar su utilidad, considerando además que muchas de ellas recién
podrían ser aplicables a partir del 1 de enero de 2021, como sucede en el
caso del IR. Cabe destacar también que, si bien es cierto que la delegación
de facultades le permite al Ejecutivo legislar ampliamente en materia
tributaria -materia restringida, en lo más estricto, a norma con rango de
Ley-, también lo es que existen múltiples temas tributarios que pueden
modificarse o adecuarse vía Decreto Supremo o Resolución de
Superintendencia, como por ejemplo la revisión de la cuantía de la TIM.

Dado que una crisis es también una oportunidad, hay gran expectativa por
las modificaciones tributarias que el Poder Ejecutivo -y ciertamente también
el Congreso- proponga para esta coyuntura y de cara al futuro.
Recordemos que los desastres naturales no son ajenos al Perú, y el sistema
tributario debería tener disposiciones permanentes que permitan enfrentar
esas eventualidades con el menor desgaste posible.

También podría gustarte