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Taller-Comentario crítico1

El desbarrancadero
Fernando Vallejo

Nombres: Maria Jose Fernandez Badillo. Rafael Pérez Campanelli.


Literatura colombiana

“Han llovido los años sobre esa foto y ahora mi hermano se está muriendo. Mi hermano pero no
por los genes disparatados de una loca sino por el dolor de la vida. Lo mejor que le podía pasar
a él era que se muriera. Lo mejor que me pudiera pasar a mí era que él siguiera viviendo. No
concebía la posibilidad de vivir sin él”.

1. Explica cuál es la visión de mundo que Fernando Vallejo, filtrada a lo largo de todo el relato novelístico,
tiene acerca de la vida. ¿Por qué la imagen del desbarrancadero y qué otras (incluidos símbolos o
acontecimientos) se asocian a esta?

“Uno no es mas que unos recuerdos que se comen los gusanos. Cuando vos te murás seguirás viviendo en mí que
te quiero, en mi recuerdo doloroso, y después cuando yo a mi vez me muera, desaparecerás para siempre.” (p.
31). Estas son las agridulces palabras que dice el narrador a su padre, cuando éste último le pregunta sobre lo
que hay después de la muerte. La obra entera (El desbarrancadero) es una gran elegía a la muerte. Para Vallejo,
quien es nuestro autor/narrador, la vida no es más que existir, estar en el mundo, ¿y para qué? Para morir.

Así, viene la imagen del desbarrancadero: porque la vida es una línea, un camino que seguimos y que desemboca
en el fondo del barranco, de la nada, que es la muerte. La vida es un desbarrancadero puesto que no hay forma de
evitar la muerte. Es un camino cuyo final ha sido sentenciado desde el momento en que comenzó. Así le dice a
Darío, cuidándolo en sus últimos días, que lo único seguro es la muerte (p. 9). El autor hace la misma reflexión
también en otra ocasión, comparando los despojos de su hermano con su peso: “Vivir, amigos, es irnos muriendo
de a poquito, con aguardiente o sin él” (p. 66).

El pensamiento de Vallejo está fuertemente marcado por una crítica hacia la existencia misma. ¿Para qué existir,
vivir en el mundo, sufrir el peso de la existencia, si al final de cuentas se debe cerrar el círculo, volver a la nada
de la que venimos? Cuando alguien muere, es común manifestar gratitud por el descanso (en la muerte) del alma
de dicha persona. Esta misma expresión es dicha por La Loca hacia el final de la obra, y juzgada por Vallejo,
quien -en resumidas palabras- critica su labor reproductiva (la de su madre) por sacar la esencia de alguien de “la
imperturbabilidad del notiempo, también llamada eternidad” (p. 73).

Observando esta última cita, aparece un nuevo símbolo: el notiempo, que es la nada, la muerte. En este sentido,
el contrario al notiempo sería el tiempo, y entonces el tiempo es la vida. Tiempo y vida coexisten, móviles, no
pueden permanecer quietos porque son el movimiento, la existencia misma que propulsa toda esencia. El
símbolo del Tiempo (con T mayúscula) aparece en pocas ocasiones durante la obra, pero es muy evidente su
significado cuando Fernando narra la muerte de su padre: “El Tiempo, lacayo de la Muerte, se detuvo” (p. 50).
El Tiempo paró porque llegó la Muerte; la vida acabó y su padre volvió a la nada de la cual nunca debió salir.

2. Partiendo de las particularidades narrativas-literarias de esta novela, explica cuál es la visión de la


literatura que comparte el autor. De otra manera, ¿cómo concibe el autor a la obra de arte literaria? y a
su manera ¿cuál debe ser su función principal?

1
Nota: La evaluación de cada uno de los puntos del taller-comentario crítico depende de la calidad de los
recursos textuales y argumentativos empleados por los autores. Todo argumento debe ir acompañado de
evidencias (muestras de las situaciones de la novela) que permitan su justificación.
Vallejo en El desbarrancadero no habla directamente del rol que juega la literatura en el mundo, pero hay
ciertos fragmentos de la obra que permiten analizar e inferir su pensamiento. En primer lugar, para el autor, la
literatura es preservación y memoria. Cuando él muera, lo que quedará de recuerdo, lo que preservará su
existencia en el mundo es su obra literaria. Como en sus mismas palabras lo expresa, “piensan que me van a
borrar a mí pero se equivocan, porque si los ríos pasan la palabra queda!” (p. 9). De cierta manera, las obras
literarias son una forma de inmortalización de sus autores y -de forma especial en casos como este, en los que la
historia es tomada de la vida real- de sus personajes, sean estos reales o no. A pesar de Fernando sentirse muerto
en vida desde el momento en que le informan sobre la muerte de Darío, el Fernando escritor y personaje vivirá
siempre en su obra y así mismo en la memoria de sus lectores. Por eso le queremos decir al autor, Vallejo,
amigo! Tu papi no desaparecerá después de tu muerte, porque tú mismo lo has inmortalizado. Mientras nosotros
vivamos y mientras exista sobre la faz de la tierra hasta la última copia de este libro y alguien que pueda leerla,
seguirá viviendo en la memoria colectiva de la humanidad.

Por otro lado, Vallejo hace referencia a la función consoladora de la literatura, desde el punto de vista de la labor
creativa del escritor. En su reflexión interna, dice que las palabras son liberadoras (p. 28), y que descargar sus
palabras en el texto que por consiguiente crea es curación para su alma. Este alivio terapéutico de las palabras se
explica mediante la memoria, ya que después de expresadas las palabras o los pesares, el ser humano se puede
dar el lujo, el consuelo de olvidar. De ahí que se considera al acto de escribir como una forma de desahogarse. El
oficio de la literatura le puede dar la fuerza para soportar el sufrimiento, que para Vallejo es simplemente existir.
Así mismo, el acto de leer la literatura puede brindar consuelo a quienes lo hagan; aunque con la presente obra es
difícil visualizar la realización de esa función literaria.

Pero a pesar de que la palabra sea liberadora, el autor -en el mismo párrafo- habla sobre el poder destructor de la
palabra. Porque así como hay palabras que sanan hay palabras que lastiman en lo más profundo del alma, y
coloca de ejemplo el «hijueputa» que le lanzaba la Loca a sus hijos. A pesar de que en el ejemplo es una
expresión hablada y no escrita como el acto literario, la metáfora entre palabra y literatura está presente; esta
«palabra» a la que se refiere el autor ha sido escrita y ha compuesto El desbarrancadero.

En último lugar, pero siendo lo más importante, la función que debe cumplir la literatura para Vallejo es la
función reveladora, esa que enciende un fósforo en medio de la oscuridad. Esta función es claramente evidente a
lo largo de la obra. Mediante la historia que cuenta, el autor hace unas fuertes críticas a la sociedad y a la
existencia misma, entre otras críticas menores. De hecho, el autor habla del papel de este libro, en un pasaje
donde reflexiona sobre sí mismo y la escritura que está haciendo (en el momento en el que escribía la obra): “Y
aquí me tienen, viendo a ver como le atino a la combinación mágica de palabras que produzca el cortocircuito
final, el fin del mundo” (p. 66).

Esta frase no debe tomarse literalmente, como si Vallejo quisiera la destrucción del mundo, como la anterior
función de la palabra que explicamos. Al contrario, esta es una literatura de compromiso social, revolucionaria,
auténtica, libre, alineada con las necesidades del mundo. Fernando Vallejo trata de esclarecer el significado de la
vida, así como criticar a una sociedad que se está muriendo poco a poco por las mismas decisiones que toma, y
hace simil directamente entre estos dos elementos: tanto el mundo como todos los humanos vivimos y estamos
camino a morir. La manera en que Vallejo cumple su función en su creación es bastante escandalosa, y se puede
relacionar con el pensamiento de Javier Cercas citado en el discurso de Pablo Montoya: El escritor es pirómano
y la literatura es incendio. No habíamos conocido un autor antes que le diera tanta vida y razón a esta frase.

3. En el relato la casa familiar de los Rendón trabaja como clave alegórica del espacio nacional. Es decir,
hay una vinculación entre “La loca” y “La madre patria” que hacen posible leer una en la otra. ¿Qué
pretende la obra con esta conexión y qué reflexiones se desprenden de ahí?

El vínculo que relaciona tanto a la madre biológica como a la madre patria puede notarse en varias líneas de la
obra. El autor plantea su núcleo familiar como si fuera una Colombia en chiquito (p. 60), causado por la “furia
reproductiva” de su madre. De esta manera, “la Loca” es la culpable del caos que reina en la casa; ella es la
fuente de la cual proviene. Así mismo, en Colombia, los gobernantes son los culpables de todo el mal que sufre
el pueblo, cosa que expresa en numerosas ocasiones a lo largo de la obra. Por ejemplo, cuando menciona que a
su padre le gustaba escuchar la radio (p. 31) y se desprende toda un párrafo de críticas hacia los políticos que
dejan el país en la ruina, y que de la misma manera vuelve a enlazar con la figura materna de la mujer, que no
contentas con llenar el mundo de hijos, también estaban entrando a hacer estragos en la política.

Vallejo critica a ambas madres (madre biológica y madre patria) hasta el punto en que se confunden, como es el
caso de cuando se refiere que la Loca es culpable que el hogar se devenga en el manicomio y prime el desorden:
la Loca es quien gobierna en la casa, la abeja reina. Quiera o no Fernando, es ella el centro de su universo que es
la casa, así como los papas y presidentes que aunque fueran elegidos o no en cónclave, llevan a la humanidad al
abismo (p. 67). Incluso menciona textualmente que la Loca estaba poseída por un demonio que solo existe en
Colombia (p. 24), haciendo relación así a estos dos elementos, el mal de su madre y el mal que gobierna
Colombia, en una especie de sinécdoque.

Sin solamente quedarnos en ese símil, otro pasaje donde encontramos relación de la Loca con Colombia es aquel
en el que, mientras Papi está muriendo, ella madre espera su fin viendo telenovelas con una evidente indiferencia
(p. 28). Si establecemos un simbolismo, podemos encontrar que Papi es aquel ciudadano ejemplar que perece
ante la insensibilidad del país, como tantos otros que sufren la misma suerte hasta nuestros días, y que la
sociedad colombiana contempla inmutada una y otra vez. La crítica hacia su madre y Colombia es tan fuerte, que
siempre que una de las dos son mencionadas, arrastran una cadena de insultos consigo mismas. El autor vincula
en numerosas ocasiones al país y a su madre con todas las peores cosas que pueden existir: el borracho, el
asesino, la muerte, el infierno, el olvido.

4. El sida, como enfermedad y como metáfora, qué función cumple en la obra.

Como enfermedad, el sida cumple la función de hacer reflexionar al lector sobre su gravedad para afectar el
cuerpo individual. A lo largo de la historia, se describe descarnadamente el efecto de esta enfermedad sobre
Darío, la persona que la padece. Se expresa todo proceso degenerativo sobre el cuerpo humano, como que
convierte a las personas en cadáveres, en fantasmas traslúcidos (p. 3). De la misma manera, muestra algunos
otros padecimientos del cuerpo físico, como cuando Darío pierde el apetito a pesar de su consumo de marihuana,
de las frecuentes diarreas que padecía a causa de la enfermedad que se creyeron aparentemente curadas con la
sulfaguanidina que le dio Fernando. El padecimiento de Darío nos permite simpatizar con su personaje, que
podría de otra manera resultar alguien un poco problemático, y también es el elemento que nos acerca a la obra y
nos planta en el centro de la fraternidad de los hermanos y es evidencia del amor que se tienen.

Ahora bien, como metáfora, el sida cumple la función discursiva de poner en juego cada uno de los imaginarios
que se relacionan con la enfermedad. Estos se pueden ejemplificar en varios escenarios del texto, como cuando
se refiere a ella como esa enfermedad de maricas, que es la moda (p.3). La enfermedad del sida se considera
como algo innombrable, mal visto por la sociedad. De esta forma, el sida pasa a representar los tabús de la
sociedad, tabú del cual Fernando a lo largo de la obra intenta despegarse. El autor va más allá y la relaciona
constantemente con la vida y la muerte a través de los padecimientos, como es el caso del símil con los martirios
de la etapa tardía de la vida humana, donde dice que la vida misma es el sida pues los viejos son enclenques,
inmunosuprimidos, con pelos en las orejas y manchas en el cuerpo (p. 18), en pocas palabras los achaques de la
vejez son propios de una afección como esta.

5. Explica la siguiente afirmación: uno de los principales movimientos en los que trabaja la historia de
esta novela es en el de reconstruir el pasado a través del ejercicio de la memoria. Ese pasado alterado (es
decir, la historia de la familia y la herencia familiar modificada por la mirada de Fernando) trabaja en
función de construir un mejor presente y un mejor porvenir.

Vallejo en su obra hace una reconstrucción del pasado mientras recuerda a su hermano, y a su padre, en menor
medida, que murió. Sin embargo, el autor en numerosas ocasiones se refiere a la fragilidad del evento de la
memoria. Por ejemplo, recordando a su abuela y dirigiéndose a ella expresa que “el que se pone a recordar se
jodió porque el pasado es humo, viento, nada, irrealizadas esperanzas, inasibles añoranzas” (p. 47). Así como la
vida sigue, el tiempo se mueve y los ríos corren, la memoria cambia, es alterada por el mismo tiempo y la
endeblez de la mente humana. En la icónica escena en la que se presenta la foto que está en la portada del libro
(p. 59) y que conecta ese mundo ficcional con el mundo real, la fotografía es una metáfora de la memoria. Las
fotos del álbum se han ido marchitando, decolorando; son una imagen, una memoria del pasado, de lo que fue y
ya no es ni podrá nunca volver a ser.

Además, Vallejo utiliza la herramienta de la memoria para hacernos reflexionar sobre los vaivenes de nuestra
historia colectiva y existencia propia. La primera para hacernos aterrizar en los desmanes del pasado y
advertirnos de las consecuencias a futuro. Un ejemplo de esto es cuando, de nuevo mencionando, se refiere a que
entre papas y presidentes y otros “granujas de su calaña”, aunque sean elegidos en cónclave o no, llevan como
“mula vendada” a la humanidad hacia un abismo (p. 67). A través de esto el autor pretende ilustrar los riesgos de
seguir alcahueteando las injusticias y las malas decisiones, que si bien carga un tinte muy subjetivo propio de la
mentalidad y la ideología de Vallejo, no es del todo desatinado y todo lo contrario guarda una veracidad
distinguible.

Frente a la existencia propia el autor acude ella como cuando trae los recuerdos de aquel barrio Buenos Aires en
Medellín junto a su hermano, del cual le pregunta si también conserva las mismas memorias y relativiza el
tiempo mediante la siguiente expresión a su hermano: “Darío: cuando pasen cien años, que son nada y se van
rápido, vas a ver que esta ciudad miserable nos va a levantar una estatua.” (p. 53), trayendo al lector la reflexión
de que el tiempo no es nada más que esta vida que vivimos, disfrutamos y nos hace en algún instante felices.

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