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Las Geografías del Neoliberalismo

en América del Sur.


Ensayos descriptivos, críticos y necesarios

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(Editores)
IN ST IT U T O D E GEO GRAFÍA
P O N TIFICIA U N IV ERSID A D CATÓ LICA D E C H ILE
Avenida Vicuña Mackenna 4860, Santiago, Chile
Fono: +56 223544716

Editor Serie GEOlibros: Rodrigo Hidalgo

SERIE GEOlibros N ° 30

Todos los capítulos de este libro fueron sometidos a arbitraje externo, en


modalidad de doble par ciego.

Comité Editorial Serie GEOlibros: José I. González Leiva (Pontificia Uni


versidad Católica de Chile), Federico Arenas Vásquez (Pontificia Universidad
Católica de Chile), Rafael Sagredo (Pontificia Universidad Católica de Chile),
Axel Borsdorf (Universidad Innsbruck), Horacio Capel (Universidad de
Barcelona), Sandra Lencioni (Universidad de Sao Paulo) y Carlos de Mattos
(Pontificia Universidad Católica de Chile).

La serie GEOlibros es publicada por el Instituto de Geografía de la Pontificia


Universidad Católica de Chile con el objetivo de difundir trabajos de carácter
geográfico y obras vinculadas al conocimiento espacial y territorial. Todos
los textos que ella publica son revisados por el Comité Editorial de la Serie
GEOlibros, quién deriva los textos a pares evaluadores ciegos, cuyas observa
ciones son entregadas individualmente a los autores para su incorporación a
los trabajos definitivos.

LAS GEOGRAFÍAS DEL NEO LIBERALISMO EN AMÉRICA DEL SUR. Ensayos


descriptivos, críticos y necesarios
D aniel Santana Rivas, Voltaire Alvarado Peterson y Rodrigo Hidalgo Dattwyler

Revisión de textos: Daniel Santana - Voltaire Alvarado


Gestión editorial: Voltaire Alvarado

Impresión Gráfica LO M
Santiago de Chile
Primera edición: julio de 2019

ISBN N ° 978-956-14-2415-9
¿Q uiénes y dón de luchan p o r la vivienda en la
ciu dad neoliberal?: el caso de la
C a sa U k am au en San tiago de C hile

Alex Paulsen Espinoza1


Resumen

El neoliberalismo como máquina-dispositivo que somete a todos los cuerpos y subjetividades,


ha despojado, esquilmado y expoliado la matriz material e inmaterial de aquellas clases
que históricamente han luchado desde abajo. En el actual contexto posdemocrático, la
exclamación de aquellas luchadoras y luchadores se han apropiado de algunos lugares de
la ciudad para reclamar su derecho a la vivienda y también a la ciudad. El espacio urbano
ha devenido en un campo de batalla de manifestación de aquel disenso que en el Chile de
post-dictadura se acalló con el discurso del consenso. La pragmática narrativa del significante
que pretenden repolitizar esta distópica ciudad, proviene en su mayoría de un actor que se
ha relegado en el estudio de las luchas urbanas: la mujer. ¿Cómo re-pensar la re-presentación
de las luchas urbanas desde miradas científicas que den voz y parte a luchadoras que están
ensamblando un disenso al interior de la posdemocracia, neoliberal imperante hoy en día?
Desde un enfoque subalterno-re-presentativo, se pretende indagar en las formas en que las
luchadoras por la vivienda se encuentran incardinando una narrativa que las ha convertido
en un sujeto espinoso para un sistema sin égaliberté.

Palabras claves: luchas urbanas, vivienda, subalterna urbana, despolitización, cuerpo sin
órganos.

W ho and where do they fight for housing in the neoliberal city?


the case o f the “casa UKAM AU” in Santiago de Chile

Abstract

Neoliberalism, as machine-device that subjects all bodies and subjectivities, has stripped,
depleted and dispossessed the material and immaterial matrix o f those classes that historically
have fought from “below”. In the current post-democratic context, the exclamation of
those fighters has appropriated some places in the city to claim their right to housing and
also to the city. The urban space has become a battlefield of manifestation of dissent that
in the post-dictatorship Chile was silenced by the discourse of consensus. The pragmatic
narrative o f the signifier that pretends to re-politicize this dystopian city comes mostly from
an actor that has been relegated to the study o f urban struggles: vvomen. How to think
the re-presentation of urban struggles from scientific perspectives that give voice fighters?
Who is joining a dissent within the post-democracy, prevailing neoliberal today? From a
subaltern-re-presentative approach, the aim is to investígate how strugglers for housing are
incardinating a narrative that has made them a thorny subject for a system without égaliberté.

Key words: urban struggles; dwelling; urban subaltern; Depoliticization; body without organs.

1 Candidato a Doctor en Geografía. Instituto de Geografía, Pontificia Universidad Católica de Chile.


Correo electrónico: appaulse@uc.cl

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LAS GEOGRAFÍAS DEL NEO LIBERALISMO EN AMÉRICA DEL SUR

“Y el sujeto, ¿Cóm o liberarnos de los puntos de subjetivación


que nos fija n , que nos clavan a la realidad dom inante?
A rrancar la conciencia del sujeto p a ra convertirla en un
medio de exploración, arran car el inconsciente de la significancia
y la interpretación p ara convertirlo en una verdadera producción,
no es seguramente ni más ni menos difícil
que arran car el cuerpo del organismo ”
(Deleuze y Guattari, 1997: 155)

Introducción: subjetividades neoliberales y luchas femeninas por


la vivienda y la ciudad

La ‘lugaridad’2de diversos grupos de individuos ha conllevado


a la conformación de espacios que se han apropiado y resignificado
a partir de creencias y deseos que guían el actuar de los sujetos. Sin
embargo, las espacialidades que surgen desde abajo son constantemente
contrarrestadas por dispositivos espacio-temporales que el poder-
actuante, proveniente de la máquina de guerra estatal y privada
(agenciadas), ejerce sobre el cuerpo, el espacio y la subjetividad. En
tal sentido, las luchas urbanas por la vivienda han sido un punto en
donde el poder desde arriba y abajo se han encontrado en el espacio-
tiempo.
Desde inicios de siglo XX estas luchas urbanas han manifestado
una subjetividad que deviene en materialidad, y hoy en inmaterialidad.
En un primer momento, el Estado oligárquico que se inauguró en
1891 y acabó en 1925, disponiendo de una serie de medidas que
apuntaban a despolitizar los cuerpos que luchan en el espacio urbano

2 Consideramos que el concepto de “lugaridad” se inserta en un ciclo en el cual es posible identificar


los términos de lugarización, lugar, relugarización. El lugar es parte de “espacios simbolizados” en
donde la identidad individual y colectiva juegan un rol fundamental, ya que se producen procesos
de construcción social, sentimientos de adscripción y pertenencia, signos históricos y culturales,
condición del ser humano en el tiempo y espacio, resultado ser una trayectoria que cambia
permanentemente. En tal sentido, comprender la identidad es necesario para el entendimiento de
la producción de lugares. Ahora bien, en este sentido, lugarización es una acción que apunta a la
territorialización; mientras que lugaridad es un adjetivo que implica territorialidad en estos espacios
simbólicos. En los momentos en que se producen resignificaciones y cambios en estos lugares, se
habla de relugarización (Casey, 1997).

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Alex Paulsen Espinoza

de Santiago de Chile y Valparaíso en la primera década de aquel


siglo: dentro de tales dispositivos se encontraban el higienismo, las
transformaciones urbanas, así como la conformación de imaginarios
y representaciones en torno al deber ser del ciudadano por medio de
la educación cívica y moral. Estas manifestaciones encontraban su
legitimidad precisamente en dichas estrategias codificantes, seductoras
e inasibles, enraizadas en las dinámicas del deseo propio, el de otros,
la disciplina, las normas y la vigilancia. Estas microfísicas del poder
se espacializaban mediante formas de control y expoliación simbólica
que devienen en micro y en espacios rugosos.
Las ideologías urbanas que se aplican desde “arriba” hacen
alusión a acciones, estrategias y mecanismos que permiten al Estado
mantener el orden y su poder. No obstante, no solo se limitan a un
ente gubernamental ya que como lo menciona Foucault, el arte de
gobernar en sus diferentes formas siempre ha tenido un binomio
claro: saber + poder = gobierno de los vivos (Foucault, 2014). El
discurso ya no tendrá un correlato propiamente institucional, sino
que se presentará un dominio de los enunciados, lo cual implica
que existirán ciertas leyes formales en donde varios enunciados se
encuentran relacionados a un solo modelo teórico. Dicho modelo se
pone en tensión con las diversas prácticas institucionales, relaciones
sociales, espaciales, temporales, políticas, económicas y culturales
(Foucault, 1968). El poder se espacializa para controlar un espacio
liso y volverlo rugoso, y también para detener todo tipo de creación
de espacios contradictorios — o contra-hegemónicos— por parte de
cuerpos sin órganos (CsO) con subjetividades políticas de disenso.
¿Qué ocurre con la ideología neoliberal frente a un CsO
femenino que pretende luchar en la ciudad por la obtención de un
sueño material (vivienda) e inmaterial (derecho a la ciudad)? ¿cuáles
son los discursos que se manifiestan por parte de este CsO femenino
en contra de la ideología urbana neoliberal? ¿cómo el cuerpo y las
subjetividades son despolitizadas por parte del evangelio neoliberal
para acallar los disangelios espaciales de un ente que no ha sido
reconocido como interlocutor válido en la constitución de políticas
públicas? En el presente trabajo se pretende abordar las luchas urbanas

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LAS GEOGRAFÍAS DEL NEOLIBERALISMO EN AMÉRICA DEL SUR

por la vivienda que llevan a cabo mujeres organizadas (CsO) y de qué


manera las prácticas institucionales y privadas actúan con el objetivo
de despolitizar y acallar una organización que deviene en sujetos
espinosos para el orden neoliberal/democrático-representacional.
En el siguiente apartado llevaremos a cabo un agenciamiento
entre diferentes conceptos para analizar el caso de la casa Ukamau.
En tal sentido, en el primer acápite comenzaremos dando algunas
orientaciones sobre lo subalterno en la ciudad, la despolitización y las
definiciones de conceptos que guiarán la lectura posterior. Luego, nos
adentramos en la filosofía política posfundacional para traer a colación
términos que pretenden profundizar en lo político y sus implicancias
en la ciudad. En el tercer punto, hacemos un breve repaso de las
políticas habitacionales, pero, haciendo especial énfasis en la forma en
que el Estado daña la igualdad socioespacial y luego legitima dichas
consecuencias por medio de dispositivos-discursivos despolitizadores
para acallar las espacialidades insurgentes. Posteriormente, en el
último apartado de este capítulo, tratamos de rescatar las voces que
se encuentran insertas en un espacio simbólico, altamente lugarizado
por cuerpos-femeninos (en su mayoría) que se resisten a los flujos del
poder y del saber neoliberal. Finalmente, terminamos con algunos
devenires rizomáticos que tratan de resaltar estas trayectorias y
dinámicas.

Despolitizando al subalterno urbano: conformando un organismo


desde la máquina abstracta

El origen del concepto de subalterno proviene de las ideas y


reflexiones que Gramsci lleva a cabo en sus “Cuadernos de la Cárcel”
(1981), en donde a la luz de los acontecimientos que estaban en
desarrollo — Revolución Bolchevique; ocupaciones y protestas en
fábricas entre 1919 y 1920, la creación del Partido Comunista, las
discusiones en la Tercera Internacional y el ascenso del fascismo— ,
habían centrado su atención en la aparición de subjetividades
políticas a raíz de los procesos de insubordinación, independencia
y emancipación de la clase obrera (Gramsci, 1981). El concepto de

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Alex Paulsen Espinoza

subalterno será la contraparte de aquello que Gramsci denominó


hegemónico. Llama la atención que en aquellos años Gramsci ya se
refiriera a los procesos de despojo de las subjetividades políticas a través
de la subordinación (Modonesi, 2012). Son las primeras definiciones
que aluden a fenómenos de despolitización o des-subjetivación en
sectores urbanos.
Posteriormente, estas ideas fueron retomadas de la
historiografía moderna de la India, por parte del grupo de Estudios
Colectivos de lo Subalterno, considerando fundamentalmente las
relaciones de poder, de dominación y subordinación. Esto generó
que el concepto de subalterno viniese a englobar aquello que se ha
denominado “espacios de diferencia’. Lo subalterno fue asociado
rápidamente con lo popular, por lo que se ha tendido a señalar que
este concepto deviene en políticas populares y la cultura popular (Roy,
2011). Con ello, se amplía el concepto y se establece que este más que
un atributo de subordinación es el resultado de un agenciamiento
entre política y pueblo, sociedad política o políticas populares. Por
ejemplo, Chatterjee (2004) menciona que las reclamaciones por
vivienda o condiciones de habitabilidad de grupos subalternos hace
alusión a una sociedad política, a la existencia de una clase con
conciencia política (Chatterjee, 2004).
Los estallidos sociales que han acontecido en los últimos años,
tanto en América Latina, Europa y Asia, hablan de una repolitización
por parte de los grupos que han sido despojados, olvidados o
expoliados de sus bienes materiales e inmateriales. En este sentido, en
América Latina las luchas urbanas por la vivienda se encuentran con
un alto grado de relación con los espacios periféricos de la ciudad,
es decir, gran parte de estas se producen en aquellos sectores que se
encuentran alejados de los centros históricos o de decisión de las
ciudades principales.
Los actores que participan en dichas luchas están
caracterizados por ser de clases obreras o populares, seguida luego por
las clases medias. Las formas de espacializar las luchas se encuentran
caracterizadas por estrategias asociadas al cooperativismo entre el
grupo humano que se encuentra exigiendo determinados derechos.

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LAS GEOGRAFÍAS DEL NEOLIBERALISMO EN AMÉRICA DEL SUR

Los principales motivos que los llevan a luchar se relacionan con el


acceso a la vivienda, la localización de las viviendas y, en los últimos
años, en la conformación de “lo político” en cuanto enunciación de
discursividades asociadas al derecho a la ciudad.
Estos sujetos subalternos, que han cuestionado los mecanismos
neoliberales de administración y representación, se encuentran
repolitizando espacios que han actuado constantemente como lugares/
dispositivos de despolitización. Esto último implica que las estrategias
del poder neoliberal se han enfocado en la desideologización del
cuerpo social para sostener un dominio cultural, económico, político
y social. Siguiendo a Spivak (1998: 4): “la reproducción de la fuerza de
trabajo requiere no solo de una reproducción de sus habilidades, sino
también, al mismo tiempo, de una reproducción de su sumisión a la
ideología dominante para los obreros, así como de una reproducción
de la habilidad para manipular la ideología dominante de forma
correcta hacia los agentes de la explotación y de la represión, de modo
tal que también la provean para afirmar la dominación de la clase
dominante en la palabra y por la palabra”.
Para que esta reproducción sea efectiva, los rizomas y
corpúsculos del poder actúan en el espacio y el tiempo. Las tensiones
en el espacio no solo recorren la materialidad de este, sino que
también su inmanencia a través de trayectorias invisibles que la
ideología neoliberal ensambla a través de múltiples agenciamientos.
De esta manera, es indispensable constatar las dinámicas oscuras que
se generan en estas rizomáticas linealidades de la ideología y el poder
en el espacio, y cómo este último, con su organización (pero también
fractalidad y caos), transporta y dinamiza cuerpos y conductas. El
Estado y sus formas de gobernar, desde el siglo XVI han venido
evolucionando, pasando desde la ratio pastoralis, la constitución de
una diplomacia-militar hasta la conformación de una racionalidad
gubernamental que se guiará bajo el concepto de policía (Foucault,
2006). La policía, en el sentido que se le da a fines del siglo XVIII,
nos remite a las acciones, conjunto de instrumentos, prácticas,
intervenciones y la técnica que permitirán al Estado incrementar su
poder y mantener el orden interno (Foucault, 2007).

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Alex Paulsen Espinoza

Estas acciones, estrategias y mecanismos que permiten


al Estado mantener un orden y su poder, no son constitutivas y
esencialmente propias de este. Como señala Foucault (2014), el arte
de gobernar en sus diferentes formas, siempre ha tenido un binomio
claro: saber + poder= gobierno de los vivos (Foucault, 2014). En
análisis de las condiciones de posibilidad, según Foucault (1966),
se fundamentará sobre dos ejes, a saber: orden de los discursos y el
espacio de las instituciones. Con respecto al espacio, se proponen
dos: espacio de lo decible y espacio de lo visible. El primero de ellos
trata sobre las condiciones de enunciación en función del discurso
científico imperante de la época; mientras que el segundo trata sobre
las formas en las cual la materialidad del espacio se va modificando en
función de estas enunciaciones (Foucault, 1966). Dichas axiomáticas
científicas (saber) y la modificación de la materialidad en el espacio
(poder), conjugan un arte de controlar cuerpos, espacios y moldear
conductas.
Las diversas formas de control social, desde las corporales hasta
las incorpóreas, son la evolución de un sistema que ha ido refinando
y modificando las acciones que concretan la regulación social en
el espacio (Capel, 2014). En primera instancia, la penalidad y su
correspondiente suplicio, hasta las formas carcelarias y los actuales
sistemas de vigilancia, suponen enfoques diferentes de castigo y
disciplinamiento. De esta manera, la mutación de la penalidad, desde
un suplicio a la cárcel suponen dos maneras de castigar diferentes. La
primera de ellas se dirige a la corrección de la corporalidad mediante
el acto del espectáculo; mientras que la segunda es una manera de
penalizar, pero desde la incorporeidad. Esto implica un poder invisible
que despolitiza jurídicamente un cuerpo a través de una ortopedia
moral (Foucault, 2002).
Se inaugura el modelo llamado “poder disciplinario”. La
vigilancia jerárquica, la norma y el examen son los pilares de este
modelo. El primer dispositivo, actúa coaccionando con la mirada (ver-
sin-visto), el panóptico; el segundo dispositivo, se ejerce sancionando
todo tipo de acto, lo que genera la normalización de la conducta,
es decir, la transformación técnica de los individuos; y la última,

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LAS GEOGRAFÍAS DEL NEOLIBERALISMO EN AMÉRICA DEL SUR

es la articulación de un saber-poder sobre un espacio determinado


(Foucault, 2002).
Estas formas de poder actúan sobre un organismo espacial y
social. Dicho organismo, según Deleuze y Guattari (2007), se define
como la organización social y política del deseo, desde una máquina
que deviene en capitalismo-neoliberalismo. Este sistema económico
“es la única maquina social, como veremos, que se ha construido como
tal sobre flujos descodificados, sustituyendo los códigos intrínsecos
por una axiomática de las cantidades abstractas en forma de moneda”
(Deleuze y Guattari, 2007: 145).
Esta manera de descodificar-codificar es la manera en que el
capitalismo-neoliberalismo, en conjunto con el Estado, construye
unas semióticas maquínicas, es decir, cadenas de significantes que
pretenden transformar el deseo en necesidad y establecer sus límites
(Gómez, 2011). Las espacialidades políticas de los sujetos se ven
codificada por una serie de agenciamientos que pretenden controlar
los cuerpos-deseos y despolitizar sus subjetividades en la ciudad.
Como hace alusión Spivak (1998) sobre la dualidad poder-deseo:

“ [...] el poder [...] produce efectos [...] a nivel del deseo y


también a nivel del conocimiento” (Spivak, 1998: 4). Esto
hace alusión a una máquina diagramática, las cual “se apropia,
por un lado, de todas las operaciones creadoras del lenguaje,
mientras que, por el otro, las aprisiona mediante una sintaxis
particular [...] se produce una conjunción de todas las
formas del poder, una centralización y una jerarquización que
organiza un cierto tipo de equivalencias, de un cierto tipo de
significados. La función de la máquina lingüística consiste
en sistematizar [...] es, fundamentalmente, un instrumento
al servicio de la ley, de la moral, del capital, de la religión,
etc. [...] una retórica territorializada sobre cada una de esas
formaciones del poder local” (Guattari, 2017: 217).

Estas reproducciones ideológicas del poder sobre los vivos;


con sus manifestaciones de verdad y maquinarias de guerra, tienen la

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Alex Pauisen Espinoza

capacidad de conformar representaciones que apuntan a despolitizar


las subjetividades y con ello extinguir todo tipo de espacio agonístico
(Mouffe, 2017). En el lugar en donde pueden confluir espacios de
disensos, es decir, en donde “lo político” se enfrenta con “la política”,
la maquinaria diagramática articula ensamblajes que restringen estas
espacialidades del disangelio. Como señala Swyngedouw (2015), el
clima neoliberal despolitizador gestiona todo orden de cosas y personas
en relación al crecimiento económico. Esto excluye la legitimidad de
las voces, posiciones disidentes, mientras que la gobernanza mantiene
y favorece la acumulación de riqueza económica. Esto se traduce
en el imperativo de la despolitización de la economía, es decir, un
capitalismo neoliberal y la economización de la política (Swyngedouw,
2015).
El actual zeitgeist de esta economización de la política se
ha concretado en el malestar de los grupos subalternos, los cuales
han comenzado a cuestionar los mecanismos de la democracia
y su funcionamiento. Esto devela un panorama posdemocrático
y postpolítico. El concepto de posdemocracia nos vuelve a una
discusión que no ha sido puesta en relevancia en la opinión pública
y en la sociedad civil en general: ¿Qué es democracia? si esta ha sido
par excellence el sistema de representación que nos ha regido desde su
instauración y perfeccionamiento desde las revoluciones acontecidas
a fines del siglo XVIII en Francia y Estados Unidos, ¿Qué es lo que
ocurre hoy en día?
Esto era parte de un movimiento más amplio que acontecía
en el mundo. Varias revoluciones en medio oriente y América
Latina estaban abogando por cambios drásticos en los mecanismos
de participación y de ampliación de los derechos existentes y la
promulgación de derechos inexistentes. Este sistema de representación
ya no es suficiente, y se han levantado voces que abogan por una
democracia participativa o radical. Según Crouch (2004) el concepto
de posdemocracia viene a develar este nuevo contexto. Los síntomas
de este escenario posdemocrático están dados por la preponderancia
de grupos empresariales, además de la conformación y arraigo de unas

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LAS GEOGRAFÍAS DEL NEOLIBERALISMO EN AMÉRICA DEL SUR

elites gobernantes que controlan las decisiones políticas importantes


de una nación (Crouch, 2004).
Por su parte, la postpolítica, es un concepto que se refiere a
“la administración de cuestiones sociales, económicas o de otros tipos,
que permanecen por supuesto completamente dentro del campo de
lo posible, de las relaciones sociales existentes: el máximo indicio
de pospolítica en todos los países occidentales, es el crecimiento del
enfoque administrativo del gobierno: el gobierno es reconsiderado
como función administrativa, privado de su dimensión propiamente
política (Swyngedouw, 2014: 17). Que estas cuestiones permanezcan
en el campo de lo posible, implica un statu quo de todos los aspectos en
que la política se puede hacer presente, es decir, cuestionar o enunciar
antagonismos o disfunciones de la policía en diversos ámbitos. Esta
es la denominada política del consenso. ¿Qué implica esta política de
consenso? Swyngedouw señala al respecto que “frente a la ausencia de
una politización adecuada de las demandas prohibidas del orden del
consenso y a las que no se les permite ingresar a la esfera pública de
desacuerdos agonísticos, el encuentro violento persiste como una de
las pocas vías abiertas para la puesta en escena afectiva del descontento
activo” (Swyngedouw, 2014: 17).

Espacializando el disangelio en la ciudad postpolítica: entre el


reparto de lo sensible, la política, lo político y la policía

Los efectos de esta nueva realidad geopolítica, económica


y sus efectos en lo social, se percolaron en el ámbito urbano para
llegar a constituir el concepto de la ‘ciudad pospolítica. Esta realidad
urbana es una nueva forma de administrar, gestionar y planificar la
ciudad luego del término de la guerra fría. Esta se caracteriza por la
existencia de una tecnocracia que limita los flujos de participación
entre el cuerpo social y los ámbitos decisionales de la gobernanza
neoliberal. Traspasar los límites de la geografía institucional que
articula el neoliberalismo urbano, y que rigidiza además los canales de
participación, implica luchar con cortapisas inflexibles al momento de

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Alex Paulsen Espinoza

solicitar un bien necesario o al momento de solucionar los conflictos al


interior de la sociedad. La gestión tecnocrática conforma ensamblajes
poco amigables con el disenso en este último aspecto.
De esta manera, la ciudad postpolítica es aquella estructura
urbana en la cual operan dispositivos que no permiten el debate, el
descuerdo y el disenso, es decir, “lo político”. Con este panorama,
es posible advertir que la política será un asunto que la policía
tratará de evitar por diversos medios, por ejemplo, a partir de
cambios en los arreglos institucionales que van más allá del Estado,
evacuando la disidencia a través de la formación de nuevas formas
de gubernamentalidad, de una división particular de lo sensible que
gira en torno al consenso, negociación participativa de los distintos
intereses y la aceptación de la globalización neoliberal cosmopolita
como el estado indiscutible de la situación.
El gobierno urbano y los debates sobre la disposición de
la ciudad se construyeron sobre la base de la realización de nuevas
ciudades creativas, empresariales y nuevas formas de planificación
urbana que omitieron totalmente la igualdad y la capacidad de los
sujetos para enunciar sus discursividades — lo político— y para
llevarlas al espacio urbano — la política— (Swyngedouw, 2007). La
triada de “la policía”, “lo político” y “la política” poseen una alta carga
espacial en sus definiciones y provienen de la filosofía política. La
policía es un concepto que apunta a la organización de la “reunión
de los hombres en comunidad y su consentimiento, y descansa en la
distribución jerárquica de lugares y funciones” (Ranciére, 2006: 17).
Este concepto no sólo se constituye en un mero acto de
distribución, sino que responde a una multiplicidad de actos y procesos
que se caracterizan por “conflictos y tensiones, nunca se encuentra
totalmente cerrada y abraza no sólo la noción tradicional del Estado,
funciones y actividades estatales, sino también la espontaneidad de
las relaciones sociales” (Swyngedouw, 2011). La espontaneidad de las
relaciones sociales se encuentra asociada con los procesos de luchas,
resistencias, conflictos y movimientos sociales urbanos que se han
materializado en el espacio urbano a partir de la desigual distribución
de determinados derechos en materia de política de vivienda. A su vez

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LAS GEOGRAFÍAS DEL NEOLIBERALISMO EN AMÉRICA DEL SUR

el espacio urbano ha devenido en un tensor activo de los procesos de


creación de nichos de renta producto de las decisiones de la policía.
El Estado a partir del “reparto de lo sensible” (Ranciére,
2009) estaría no sólo espacializando el poder, sino que cimentando
las condiciones necesarias para la conformación de nichos de renta
propicios para las estrategias de financierización y mercantilización
de las diversas necesidades de los sujetos: salud, vivienda, educación,
cultura, ocio, necesidades, entre otros. ¿Qué produce esta distribución
jerárquica de lugares y funciones? Genera problemas con la igualdad
y produce sus consecuentes desacuerdos. Por lo tanto, las prácticas de
la policía tienden a dañar la igualdad. La existencia de condiciones
igualitarias para todos los individuos de una sociedad, expresadas en
el espacio social, es una condición sine qua non para la constitución de
una democracia real, por lo que se constituye en un aspecto ontológico
de los sistemas democráticos.
De esta manera, las decisiones y perjuicios generados por la
policía apuntan a actuar sobre la saturación (material, i.e. viviendas
e intangible, i.e. derechos) del espacio social (Swyngedouw, 2011).
Ahora bien, en la ciudad postpolítica la carencia es parte de la
gobernanza urbana neoliberal y de los sistemas de gobierno en general
o lo que algunos denominarían gobernar la precariedad (Lorey,
2016). Frente a los problemas en las formas del arte de gobernar
por medio de las ausencias materiales e inmateriales que produce la
policía, aparece la política o emancipación. Aunque para igualar los
conceptos y entrelazarlos, Ranciére prefiere emplear el concepto de
“la política”.
En la búsqueda de igualdad, los sujetos, actores o movimientos
conforman espacios insurgentes, disidentes, de resistencia, de
lucha o de conflicto a través de los cuales enfrentar las injusticias o
desigualdades a la cuales se han visto enfrentados. Como plantea
Ranciére (1996), la política es una “actividad bien determinada y
antagónica a la primera — se refiere a la policía— : la que rompe la
configuración sensible donde se definen las partes o su ausencia por
un supuesto que por definición no tiene lugar en ella: la de una parte
de los que no tienen parte” (Ranciére, 1996: 45).

157
Alex Paulsen Espinoza

La política se manifiesta en el espacio urbano a través de la


exigencia de un derecho — que en este caso puede ser la vivienda o la
ciudad— , y no tan sólo una discursividad que plantea una desigualdad.
“El actual atolladero de la reflexión y la acción políticas se debe, según
yo, a la identificación de la política con la manifestación de lo propio
de una comunidad” (Ranciére, 2006: 18). Quienes no se encuentran
insertos o incluidos en un sistema, ya sea por la omisión de la policía
en el reparto de lo sensible, pueden hacer uso del espacio a través de
su (re)politización por medio de la política.

“Para decirlo de forma simple, la política (o una secuencia


política propiamente dicha) aparece cuando aquellos que
no están incluidos equitativamente en el orden sociopolítico
existente, exigen su ‘derecho a la igualdad’, una demanda que
llama al ser a lo político, y hace visibles y expone los males’,
las injusticias del orden de policía: este es el lugar y el tiempo
de la política, cuando la representación y la articulación de
una demanda igualitaria exponen la carencia, lo superfluo,
inscritos en el orden de una situación dada” (Swyngedouw,
2011:56).

En definitiva, “la política no es el ejercicio del poder. La


política debe ser definida por sí misma como un modo de actuar
específico puesto en acto por un sujeto propio que depende de una
racionalidad propia. Es la relación política que permite pensar al
sujeto político y no lo contrario” (Ranciére, 2006: 59). Las actuales
luchas urbanas se sitúan en un ámbito de la política. De esta forma,
uno de los puntos en común de autores como Etienne Balibar y
Jacques Ranciére es que estas luchas urbanas sólo pueden conquistar
la libertad e igualdad, ya que estas nunca serán concedidas, ofrecidas
o distribuidas (Swyngedouw, 2011).
Las formas de enunciar los desacuerdos y rupturas con el
sistema imperante (con la policía), y, por lo tanto, construir una voz
de quienes no han sido considerados, será denominado “lo político”.
Por ello, es por lo que “lo político expresa la no-existencia de sociedad,

158
.ix n i.io iv iV y ' / V I V 1 L , I \ 1 ^ A LJLL,L, O U I \

representa el terreno ausente de la sociedad” (Swyngedouw, 2014: 18).


Se podría señalar entonces que “lo político será el terreno de encuentro
entre la política y la policía en el tratamiento de un daño” (Ranciére,
2006: 18). El ámbito de lo político se circunscribe al espacio de
disenso que articula la diferencia y negocia el conflicto en un contexto
de política consensual de la gobernanza urbana neoliberal, es decir, en
la ciudad post-política.

Las raíces de la ciudad distópica: del daño en el reparto de lo


sensible a la política consensual

Las luchas urbanas por la vivienda son un acontecer histórico


a lo largo del siglo XX chileno (Hidalgo, 2005; Espinoza, 1988). Si
bien el Estado de Chile fue pionero en la promulgación de una ley
sobre vivienda a inicios del siglo XX en América Latina, a mediados
de siglo, el desplazamiento de cientos de miles de personas hacia los
centros urbanos — sobre todo hacia Santiago— , produjo un cambio
importante en la morfología urbana de la ciudad. Frente a la imperante
necesidad de implementar políticas habitacionales que solucionaran
los asentamientos irregulares que se formaban de manera espontánea,
hacia la década de 1960 se modernizó el Ministerio de Vivienda y
Urbanismo que, hasta la fecha, concentraba sus operaciones en la
edificación y no en la gestión de los recursos.
No obstante, el enfoque que el nuevo gobierno
democratacristiano (Eduardo Frei Montalva, 1964 a 1970) persiguió
con la Operación Sitio, apostó a las llamadas soluciones habitacionales,
pero no a la vivienda como hito fijo en el espacio. El déficit habitacional
sostuvo las luchas urbanas, las cuales fueron motivadas por la lentitud
con la que opero este programa. Con el ascenso de Salvador Allende
a la presidencia, el escenario se agudizó en favor de la autogestión y la
toma de terrenos. Al imperio de la policía desde arriba, ascendió una
política desde abajo, materializada en huelga de pagos, paros generales
o cortes de vías públicas (Castells, 2014).

159
Alex Paulsen Espinoza

Luego del golpe militar en septiembre de 1973, las políticas


urbanas y de vivienda cambiaron radicalmente, a su vez que todo
el movimiento de pobladores fue despolitizado mediante tecnologías
gubernamentales violentas que azotarán al cuerpo social popular
de la ciudad. Esto produjo que la policía llevara a cabo un reparto
de lo sensible limitante sobre las condiciones de igualdad y justicia
social para todos. Lo político, como manifestación del disenso,
fue desarraigado del espacio junto con la desarticulación de toda
organización disidente, a partir de la erradicación y expoliación de
estos a la periferia de la ciudad y su posterior persecución militar.
En el contexto dictatorial, hacia 1983 Sergio Fernández, en
ese entonces ministro de varias carteras durante el Régimen Militar,
pero específicamente desde el Ministerio del Interior, ya planteaba lo
siguiente:

“los chilenos debían asimilar el neoliberalismo y la nueva forma


de hacer política, esto es, tomar conciencia del ejercicio de las
libertades que ofrecía la nueva Constitución, aprendiendo a
ejercitarlas y pasando a formar parte de su patrimonio moral,
en tanto aquello constituía el consenso indispensable, pues sin
ese consenso básico cualquier esfuerzo pasa a ser meramente
estéril no puede establecerse las bases sólidas de un sistema
político futuro” (Valdivia ,2013: 183).

Son los dispositivos de las máquinas diagramáticas que por


medio del consenso apuntaban a despolitizar a los subalternos y al
cuerpo sin órganos.
Sumado a ello, la nueva configuración tecnocrática del
Estado, por medio de la subsidiariedad y la creación de mecanismos
de “participación social” — y no política— a través de los municipios,
ensamblando las necesidades cotidianas inmediatas, más que aquellas
asociadas a demandas políticas vinculantes, produjo un nuevo
panorama de “representatividad”. El municipio se convirtió en uno de
los dispositivos de contención social y despolitización que retiene el
disenso que se dirige al Estado (Valdivia, 2013). Estas estrategias son

160
LAS GEOGRAFÍAS DEL NEOI.IBERALISMO EN AMÉRICA DEL SUR

parte de la gubernamentalidad neoliberal que se instaura durante los


noventa y en la primera década del siglo XXI (Swyngedouw, 2007).
Con la llegada de la democracia, el panorama posdemocrático
se afianzó a través de los agenciamientos políticos entre la izquierda
y la derecha (política y económica). Los discursos despolitizadores
continuarán actuando, en virtud de la conformación de un gobierno
del consenso (alianza izquierda-derecha), lo cual se percolará en los
estratos sociales para disciplinar a este sujeto post-dictatorial. El
consenso neoliberal llegará con discursos hegemónicos para apagar
todo tipo de antagonismos:

“Espero de mis compatriotas que nos respetemos mutuamente


en nuestras diferencias, que renunciemos a toda suerte de
sectarismos o afán hegemónico y que hagamos todo lo posible
por entendernos y encontrar caminos de consenso [...] Y a
los chilenos que han prosperado contando con la tranquilidad
de un orden impuesto por la fuerza, les pido comprender que
en las sociedades contemporáneas no hay orden ni seguridad
estables sino sobre la base del consenso racional fundado en la
justicia.” (Gobierno de Chile, 2014).

Frente a este contexto, la lucha social durante los noventa fue


demonizada y excluida como una forma de disenso. Sin embargo, los
efectos espaciales de la política de vivienda que fue heredada de la
dictadura y continuada por los gobiernos de la concertación, tendría
consecuencias hasta el día de hoy. Las voces de la furia comenzarán a
conformar espacios agonísticos, que tendrán como objetivo agrietar
estas maneras tecnocráticas y consensúales de llevar a cabo el “reparto
de lo sensible”.

161
Alex Paulsen Espinoza

¿Quiénes luchan por la vivienda?: de organismos despolitizados a


cuerpos sin órganos repolitizadores.

¿Cómo actúa un cuerpo sin órganos? Hemos definido


organismo y máquina diagramática anteriormente, y por lo tanto,
¿cómo se definir un cuerpo sin órganos (CsO)? Para ello debemos
considerar los objetivos de una máquina diagramática, los cuales
suponen construir espacios rugosos y oponerse firmemente a los
cuerpos sin órganos. Si en un sistema capitalista-neoliberal, la
codificación transforma los deseos en necesidad (y transforma a
los individuos en máquinas deseantes), y los territorializa a través
de la política, proyectando límites a todo lo que no se encuentre
codificado, un CsO es todo lo contrario. Lo nómade, intensidad,
flujos, multiplicidad, disrupción, diferencia, espacio liso, máquinas
nomádicas de guerra, etc.
El CsO se constituye en un sinfín de agenciamientos de diversa
índole: “perversos, artísticos, científicos, místicos, políticos, que no
tienen el mismo tipo de cuerpo sin órganos” (Deleuze y Guattari, 1997:
162). Por ellos solo se producen trayectorias de intensidades, flujos de
deseos, los cuales irradian todas nuestras experiencias y prácticas. Este
CsO se revela contra todo tipo de erotismo centralizado, organismo
(el sistema teológico es un organismo), política, o “sedimentación que
le impone formas, funciones, uniones, organizaciones dominantes y
jerarquizadas, trascendencias organizadas [...] (Deleuze y Guattari,
1997: 164). El Edipo que deviene en capitalismo-neoliberalismo
(junto a la máquina estatal) es la maquinaria que codifica las pulsiones
deseantes de un CsO, y las normaliza y despolitiza a través de
dispositivos disciplinarios en el espacio.
La construcción de espacio liso es parte de estos entes
llamados CsO. Mientras que la territorialización de un espacio rugoso
es parte de la maquinaria que deviene Estado. En el caso del espacio
liso, “la línea, es, pues, un vector, una dirección y no una dimensión
o una determinación métrica. El espacio liso está ocupado por
acontecimientos o haecceidades, mucho más que por cosas formadas o
percibidas. Es un espacio de afectos más que de propiedades” (Deleuze

162
LAS GEOGRAFÍAS DEL NEOLIBERALISMO EN .AMÉRICA DEL SUR

y Guattari, 1997: 487). Como se aprecia, lo liso reviste una dinámica


de lo continuo, del flujo, de lo nómade, en donde no existen devenires
de orden-propiedad.
El espacio rugoso/estriado posee características tales como
“las líneas y los trayectos tienen tendencia a estar subordinados a los
puntos: se va de un punto a otro. Es un espacio-dimensional y métrico.
Espacio de línea que delimita y cierra intervalos; de las multiplicidades
homogéneas, arborescentes, es el espacio, quizás, también, del
progreso” (Deleuze y Guattari, 1997). He aquí una contradicción.
Mientras un CsO proyecta un espacio que está en continuo flujo,
movimiento, línea, acontecimientos; el devenir estatal, convierte el
espacio en lo delimitado, lo estático, la métrica. Siempre el devenir
estatal ha eliminado toda forma de movimiento, porque atenta contra
su propia concepción de espacio-tiempo (Harvey, 1994).
¿Quiénes atentan actualmente contra la concepción de
espacio-tiempo del agenciamiento Estado-neoliberal en Santiago
de Chile? Mujeres, subalternas urbanas, cuerpos sin órganos que
espacializan flujos, movimientos, acontecimientos, en contra de la
maquinaria de guerra que pretende delimitar y parametrizar el espacio
en un organismo. ¿Dónde actúan estos CsO en la ciudad? en aquellos
lugares subalternos en donde lo político conforma lugaridades con
poder (Agnew y Duncan , 2014; Keith y Pile, 1993). Nos referimos
al CsO llamado casa UKAMAU.
Son las 19:50 hrs. y en la Población Santiago, en Estación
Central, cerca de la línea del tren, específicamente en el pasaje 39,
comienzan a llegar de manera considerable un número de pobladoras
(en su mayoría) y pobladores que se reúnen todos los jueves para
construir un sueño: la vivienda propia. El lugar de la reunión es
la histórica casa Ukamau, la cual nace en la década de los ochenta
como un lugar de resistencia frente a la dictadura. Sus orígenes se
remontan a 1984, cuando un grupo de jóvenes comienza a conformar
un centro cultural en la Población Santiago, el cual fue llamado Hue
Huentru. Posteriormente a ello, se da paso a la Agrupación de Talleres
Culturales Ukamau (que en aimara significa “Así somos”) el 30 de
abril de 1987. Gracias a los aportes que entregó una O N G sueca

163
Alex Paulsen Espinoza

ligada a la Iglesia Metodista, fue posible adquirir la actual casa en


donde se reúnen semanalmente estos pobladores para continuar con
la lucha por una vivienda digna y una ciudad más justa.
En la actualidad, estas luchadoras han conformado una
organización que a través de la autogestión y cooperativismo han
podido quebrantar los mecanismos de un sistema de vivienda que
se encuentra altamente financiarizado, es espacialmente injusto y
derechamente tecnocrático. Frente a esto, una de las fundadoras del
comité de viviendas UKAMAU, nos señala lo siguiente:

“se empezaron a ver terrenos y ahí dijimos, nosotros queremos


quedarnos en Estación Central, siempre dijimos vamos a
quedarnos en Estación Central, no es que nos íbamos a ir
a la periferia, y ahí empezaron a ver terrenos, un terreno de
allá de Juan Agüero, pero era muy caro y era chico, y ahí salió
la Maestranza...empezó la Maestranza no se podía vender,
porque era de ferrocarriles del Estado, entonces el Estado no
le podía vender al Estado, pero al final no era del Estado,
sino que era particular y ahí empezamos a ver las leyes y
claro, ferrocarriles había vendido en otro lugar, si hubo
jurisprudencia, si ya se hizo una vez, podía ser dos veces,
pero tuvimos que empezar a aprender, empezamos de cero,
no sabíamos de leyes, no sabíamos los decretos, no sabíamos
nada de eso y aprender nosotros y más encima enseñarle a
la gente...a enseñarle como tenía que hacerlo...” (María, 55
años, 2017)

Agrietar el sistema es precisamente profundizar aquellos


mecanismos que han entronizado una democracia estática,
incuestionable, representativa y ser el valor más inquebrantable de
nuestras sociedades. Quien vaya en la dirección opuesta o la cuestione
está fuera de “norma”. No obstante, se debe pensar en la democracia
como algo dinámico y altamente espacial (Mostafavi, 2017). Sin
embargo, la maquina abstracta-estatal se ha encargado de impregnar
representaciones incuestionables de varios ámbitos de nuestras vidas.

164
LAS GEOGRAFÍAS DEL NEOLIBERALISMO EN AMÉRICA DEL SUR

Espacializar nuestros disensos en un contexto post-político es ir contra


el dogma del consenso.
Deleuze y Guattari (1997) se refieren al Estado cuando hacen
alusión a la máquina abstracta. Este es uno de los dispositivos de
producción maquínica de subjetividad que reterritorializa los procesos
de sobrecodificación que genera una máquina abstracta, es decir,
macrosegmentaridades que resuenan en todos los espacios céntricos,
homogéneos, divisibles y estriados. La producción de subjetividad se
produce a través de componentes semiológicos significantes expresados
al interior de la familia, la educación, el ambiente, la religión , el
arte, el deporte; la producción proveniente desde los medios masivos
de comunicación; y dimensiones semiológicas a-significantes
que espacializan máquinas informacionales de signos, llevando a
cabo procesos paralelos-despolitizadores del hecho que producen,
transportando significaciones y denotaciones libres de la axiomática
lingüística. En otras palabras, procesos maquínicos invisibles de los
signos (Deleuze y Guattari, 1997; Guattari, 1996). ¿Qué ocurre si
el espacio-sacrosanto-masculino es invadido por subalternas urbanas
para contra-espacializar en la ciudad post-política la producción de
subjetividad? Sus luchas, en palabras de ellas:

“uno lucha todos los días, día a día, pero luchar por la vivienda,
empezando es una necesidad, yo creo que todas hemos llegado
acá por una necesidad, luego te vas viendo involucrada en otras
cosas... ¿pero qué significa? Harto trabajo...no es solamente
que vayas a luchar por la vivienda, tienes que luchar contra
tu fam ilia, contra tu entorno... por que salir a una reunión,
implica dejar a tus hijos encargados o dejarlos solos, a tu
marido también, que viene llegando del trabajo, cansado, no
lo estas esperando con un vaso de agua heladito... entonces,
dentro de tu entorno luchar por algo, es complicado, porque
socialmente la gente está acostumbrada a que se lo den, no
luchar por tus derechos...” (María, 55 años, 2017)

“yo cuando llegué acá, llegue buscando una casa, yo me inscribí


en el comité, buscando una casa.. .y el asunto de las marchas

16 5
Alex Paulsen Espinoza

yo decía, pero cómo?...yo decía, ya cuando salga la casa, esto


se va a terminar...y después me fui involucrando más y más,
y uno va obteniendo aprendizajes.. .acá he aprendido muchas
cosas, como los decretos, los artículos de la vivienda, como
conversar con la gente, como desenvolverte con la gente, y
cosas que eran inesperadas.. .yo nunca pensé que iba a ir a la 7
de la mañana a tomarme la Alameda a pelear con los pacos.. .o
teniendo otras virtudes que yo no sabía que las tenía...”
(Pamela, 43 años, 2017)

“es difícil porque para nosotras las mujeres hay un


cuestionamiento muy grande respecto de luchar, la tradición
dice que las mujeres tenemos que casarnos, tener hijos, ser
buenas dueñas de casa o buscarte un trabajo formal, pero
preocuparte de la fam ilia, y en decisión personal he decidido
abocarme a las cosas que me motivan, que me mueven, que es
la organización...afortunadamente terminé de estudiar en la
universidad, soy la primera generación de mi familia que llega a
la universidad y esas herramientas las quise poner a disposición
de aquella casa que me vio nacer, que me construyo... mis
vecinos que fueron parte de todo este crecimiento, la historia
de mi barrio, de mi población, de la gente con la que crecí,
que me enseñó lo bueno y lo malo, porque en ese sentido hay
que reconocer que también en nuestras poblaciones existen
cosas malas, pero que de eso también aprendemos para no
cometer los mismos errores y lo que esperaba de mi familia
era titulada, trabajo, ganar plata, incluso cambiarse de barrio”
(Daniela, 32 años, 2017)

Repolitizar la ciudad no es solo manifestar el disenso, también


es ir en contra de aquellas representaciones que se han encriptado a
nivel social, político, cultural y económico. La sociedad disciplinaria
y su control sobre los cuerpos en el espacio compromete y aplica
dispositivos emergentes para regular, normalizar y disciplinar de
manera eficaz. El devenir Dios-Yo son dos formas de control social

166
LAS GEOGRAFÍAS DEL L 'LIBERALISMO EN AMÉRICA DEL SUR

que han sido efectivas (Deleuze y Guattari, 1997). La imposibilidad


de un contra-espacio femenino también.
Esta conformación de contra-espacios también es parte de las
experiencias de las pobladoras que luchan por la vivienda, a saber:

“no, no es siempre, cuando ya no te dan solución, cuando


cambiaron el decreto 49, nosotros estábamos conversando
hoy día, con el director del SERVIU, decía que no, el decreto
no se iba a cambiar, que nosotros estábamos equivocados, y
esa misma noche nos llegó un correo que el decreto estaba
cambiado...” (Pamela, 43 años, 2017)

“entonces no nos tomaron en cuenta a nosotros, y ahí en ese


decreto había un párrafo que decía que nosotros podíamos
trabajar sin EGIS, porque las viviendas sociales acá son de
57 mt2, 55 mt2, entonces al trabajar sin EGIS, nos darían
6 mt2 más para construir, entonces con el nuevo decreto
no salía eso, lo sacaron de la urbanización de cuajo, pero ya
teníamos un compromiso, al final el compromiso para ellos,
no es compromiso, y ahí tuvimos que luchar, y ahí tomarnos
lo que sea, la calle...nos tomamos hartas veces la calle...la
otra vez y déjame echarme para atrás, tuvimos que hacer una
protesta y tomarnos ferrocarriles también y que fue allí en
Estación Central, ya se mandó una carta, o sea un correo a
ferrocarriles, que se quería comprar el terreno de Maestranza
para una inmobiliaria, se hicieron pasar por una inmobiliaria
y unos días después, dijeron que si que ya que bueno, estamos
en conversaciones y después a la otra conversación dijeron que
no, dijimos que era para una vivienda social y dijeron altiro
que no, y nos fuimos a tomar ferrocarriles.. .después estuvimos
con el alcalde, le pedimos alguna reunión, tres semanas nos
tuvo dando vuelta, tirando la pelota para allá y para acá, hasta
que lo tuvimos que ir a ver y nos tomamos la municipalidad
de Estación Central, fuimos todos los compañeros allá, y nos
dio altiro la reunión y ahí el viejo vino y dijo, ustedes quieren

167
Alex Paulsen Espinoza

la Maestranza San Eugenio a entonces yo me voy a comprar


la torre Entel, o sea nos miró totalmente a huevo.. .todavía no
se compra la torre Entel y nosotros estamos a punto de que
nos construyan, solamente con mucha fe eso, nada más y con
disciplina, porque somos muchos, me entiendes? Mira ya es
la hora de la reunión y ya hay 160 personas y aquí no hay un
segundo llamado, solo una vez” (María, 55 años, 2017)

“mira esto no se trata de un tema de valentía, no es que yo


sea valiente y que voy y me atrevo, sino que es un tema de
comprender que la realidad que nos tocó en este sistema
injusto, que nosotros podemos cambiar y que en definitiva la
única herramienta posible que tenemos, nosotros no tenemos
los medios de comunicación a nuestros servicios, nosotros no
venimos de la elite política, no somos ni siquiera la pequeña
burguesía que si tiene algunos privilegios, incluso en ese
ámbito, en cambio para nosotros no, todo es más difícil, todo
es el doble de trabajo porque a pesar de que tu sepas de lo
que estás hablando, siempre te cuestionan...entonces para
nosotros el tema de cortar vías, de tomarnos la Alameda, ha
sido un tema difícil, pero que nos ha permitido visibilizarnos
y nos ha entregado incluso, la palabra no es valor, por lo que
te decía denante, no es un tema de valentía, sino que es un
tema de comprensión de que somos pobres, somos personas
que hoy en día están siendo oprimidas por este sistema,
estamos siendo empobrecidas, más privatizado de todo, la
información, los derechos, de cualquier garantía que el Estado
te debiera brindar, aunque por lo menos te debiera garantizar
y eso nos obligó... o sea, no es un tema de gusto, no es un
tema de valentía, es que nos obligaron a tener que llegar a
esos extremos de tener que enfrentarnos con la policía en la
Alameda, de levantar barricadas porque es lo único que nos
queda para ser escuchados, para ser visibilizados.. (Daniela,
32 años, 2017)

168
LAS GEOGRAFÍAS DEL NEOLIBERALISMO EN AMÉRICA DEL SUR

Cuando en un contexto post-político los mecanismos


de resolución de conflictos se saturan, las luchas comienzan una
trayectoria rizomática contra el poder establecido. En tal sentido,
las resistencias no resultan estrategias adecuadas, en virtud de
que ellas solo pretenden continuar con el statu quo del reparto de
los sensible. Swyngedouw denomina a las resistencias el poder con
disfraz postdemocrático (Swyngedouw, 2015). De esta manera, las
modalidades de repolitización hacen alusión a las prácticas que están
más allá del orden simbólico de la ciudad post-política. Como se lee
en los testimonios presentados antes, el trabajo sin EGIS es una forma
de ir en contra de la tecnocracia simbólica y su gestión. A contrario
sensu, las formas de organización de estas subalternas urbanas van en
contra de los discursos individualizantes que no cambian el orden de
cosas (por ejemplo, reciclar, reducir la huella de carbono, etc.). La
cooperación es un valor determinante en este CsO, sobre todo por a
una memoria espacial e histórica presente en ellas:

“ . . .es que históricamente ha sido la mujer la que ha luchado


por la vivienda (...) aquí hay normas que se adquirieron
porque lo decidimos todos...aquí hay una reunión que
empieza a las 20:30 hrs. que es la de hoy día...a las 20:31 se
cierra la puerta...si quiera entra y se le da un número que es
el rojo, pero estas ausente, o sea, asististe pero estas ausente,
entonces así nos hemos respetado, claro hay un este de que
puede pasar algo, un accidente, hay un margen, sabes que
todo lo rígido tiende a quebrarse igual, pero acá hay normas
y las normas se respetan, tú no puedes faltarle el respeto a un
socio y el socio no puede faltarte el respeto, siempre hay que
conversarlo, hay un dialogo, y decisiones, si nosotros vamos a
ir a una marcha, del 8 de marzo de ahora, porque, porque el
8 de marzo se conmemora la mujer, entonces se le explica a la
gente (...)” (María, 55 años, 2017)

“aparte de ser dirigente, de llevar la asamblea, los papeles y


todo eso, somos una comunidad, entre todos nos conocemos,

169
Alex Paulsen Espinoza

entre todos sabemos que si uno necesita algo, va a estar el


otro y que todos podemos contar con todos, entonces no
estamos haciendo como una vivienda, estamos haciendo
un hogar, estamos haciendo algo digno, son 62 mt2, nunca
visto en viviendas sociales, el proyecto de nosotros es un
megaproyecto, un proyecto muy lindo, con ladrillo princesa,
es dignidad... antes yo también pensaba lo mismo, ah voy a
tener donde dormir, ahora no, ahora es dignidad...” (Pamela,
43 años, 2017)

“mira yo creo que tiene que ver con una herencia histórica
que tiene este sector de la ciudad, y a la vez mi familia...
el abuelo de mi padre participo de lo que fue la toma de los
Nogales, la toma de Barrancas en el año 47, en donde aquellos,
que vinieron del campo a la ciudad por la industrialización,
por este auge que ofrecía una mejor calidad de vida, empleo,
llegaron a la ciudad, y no teniendo una vivienda, ni un lugar
digno donde vivir, se tomaron un terreno del seguro obrero
y desde ahí fueron erradicados de lo que era el contorno de
General Velázquez, un hermoso campo de maravilla, donde
llegaron esos nuevos habitantes, a construir la ciudad y ahí
con esfuerzo de los vecinos y vecinas, con autogestión y auto-
resolución, levantaron sus viviendas, porque lo que el Estado
les ofreció fue la operación sitio, de marcar con tiza un terreno
y así, incluso en la casa donde creció mi padre, en Los Nogales,
se hizo un hoyo en el patio de la casa, y se cocieron los ladrillos
con los cuales se levantó la casa, esa casa todavía está de pie, ha
resistido terremotos, ha resistido embates de historia de una
dictadura sangrienta, lo que significó la dictadura en este sector
de la ciudad, hoy día Estación Central, entonces esa historia,
yo creo que esa carga emotiva, esa carga histórica también está
en mi familia, mis padres también tuvieron que organizarse
para obtener una vivienda.. .entonces todas esas historias de
organización yo creo que me marcó, porque yo participe en
esta casa UKAMAU desde muy pequeña, venía a los talleres

170
LAS GEOGRAFÍAS DEL NEOLIBERALISMO EN AMÉRICA DEL SUR

cuando era una niña, tenía 5 años, 6 años, participaba como


niña...” (Daniela, 32 años, 2017)

Las conciencias subalternas urbanas ya no resisten como lo


hacían en dictadura, ahora luchan. Sus espacialidades han conformado
un lugar polémico en donde los errores dirigidos han sido relevados
y han demostrado que la igualdad se ha dañado, sobre todo en un
orden espacial que se ha naturalizado a través del consenso y la
economización de la política sobre la vida social y nuestras formas de
pensamiento (Dikec, 2005; D'Alisa et al., 2015).
Las formas de espacialidades que pretenden afianzar sus
acciones sobre el movimiento, los flujos, lo no-delimitado, se
encuentran en contradicción con la maquinaria neoliberal que
pretende ajustar un espacio-tiempo ontológico sobre los cuerpos-
deseantes. Esta maquinaria agenciada Estado-neoliberal, en primer
lugar, identifica y regula, para luego controlar, disciplinar e identificar
sus deseos y delimitarlos en el espacio a través de dispositivos
emergentistas. ¿Qué espacio-tiempo pretenden relevar las subalternas
urbanas? uno en el cual la democracia se vuelva espacial, y lo político
vuelva nuevamente a los ciudadanos a través de la instauración de
espacio-disensos-disangelios que permitan regular el actuar de la
policía y sus mecanismos tecnocráticos. Las subalternas urbanas están
rehusándose a ser población dentro de este sistema.
En tal sentido, ¿la democracia es espacial? Las formas de
trayectorias que hemos denominado cuerpos sin órganos (subalternas
urbanas), producen un espacio por medio de su voz y movimiento,
el cual implica una disrupción en el orden de la policía, y se
encuentran guiadas por el principio de la igualdad, el cual fue dañado
a través del reparto de los sensible desde arriba. Estas no son luchas,
movimientos sociales, resistencias o conflictos, es democracia espacial
re-presentativa.

171
Alex Paulsen Espinoza

Conclusión (devenires rizomáticos)

¿Quiénes luchan por la vivienda? Un cuerpo sin órganos


que rezuma espacialidades ontológicas a través de “lo político”. Sus
rizomáticas trayectorias van en contra del organismo que pretende
instaurar el neoliberalismo urbano en la ciudad. El flujo, movimiento,
caos en el espacio siempre han sido conflictivos para la maquinaria
que deviene en estado-neoliberal. Sus dispositivos emergentistas
siempre han estado ajustando los problemas espacio-temporales que
surgen entre los sujetos que devienen en CsO y la máquina abstracta
que deviene en Estado y neoliberalismo. Las subalternas urbanas
han comenzado a cuestionar un sistema que se reproduce por medio
de estrategias, manifestaciones de verdad, saberes y poderes que se
encargan de espacializar determinados tipos de comportamientos.
En el actual contexto post-político dichas estrategias han devenido
en discursos tales como el consenso, el crecimiento, el desarrollo, lo
sustentable, lo individualizante a través de prácticas como el reciclaje
y la reducción de la huella ecológica; los objetivos de dichas narrativas
tienen sus efectos en la conformación de un organismo altamente
despolitizado y sin voz. Con ello, se dan las condiciones esenciales para
ajustar la concepción de espacio-tiempo dominante en estas épocas:
lo móvil y el flujo, pero a través de lo delimitado por la maquinaria
abstracta.
Las subalternas urbanas han comenzado a cuestionar estos
discursos por medio de la conformación de contra-espacialidades, en
las cuales el cooperativismo y la asociación son principios que van
contra la hegemonía imperante de lo individualizante. La tecnocracia
neoliberal propia de estos gobiernos ultraliberales, se ha visto opacada
por el actuar de quienes luchan por viviendas y barrios que ellos han
ideado y en las comunas de origen. La periferia ya no es una opción.
“La policía” se ha visto enfrentada cada vez más a un sujeto espinoso,
que ha comenzado a tomar “lo político” (enunciación del derecho
a la igualdad) como bandera lucha para espacializar “la política” (la
visibilización en el espacio urbano de aquellos que no están incluidos
dentro del sistema de reparto y su práctica de agrietar el orden

172
LAS GEOGRAFÍAS DEL NEOLIBERALISMO EN AMÉRICA DEL SUR

sociopolítico existente) y conquistar aquello que no es concedido, ni


otorgado, sino que conquistado: la igualdad y la libertad.
Sus efectos han sido la repolitización de las consciencias, las
cuales habían perdido “lo político” en la transición a la “democracia”,
debido a la creación de un ambiente altamente esperanzador sobre la
llegada de la justicia social y el consenso como una forma de acallar
todo disenso y disangelio. Ahora este CsO ha comenzado a agrietar
someramente la tecnocracia del consenso y manifestar “lo político”
en la arena de la policía. La democracia actual ya no es suficiente, las
posturas agonistas son necesarias para profundizarla.

Agradecimientos

El presente artículo quiere agradecer de sobremanera a


quienes componen casa Ukamau por habernos recibido, y de manera
amable y amistosa, responder nuestras preguntas y dejarnos observar
la dinámica de esta acogedora lugaridad. Además, el autor agradece
el apoyo brindado por el proyecto FO N DECYT N° 1150360 “La
política de Vivienda Social en el Area Metropolitana de Santiago y
Valparaíso: Entre la desigualdad y la sostenibilidad del desarrollo
urbano (1992-2014).”

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