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18. La cuestión que derrotó a la UP, según el senador socialista de izquierdas Carlos Altamirano, no
fue la duda sobre lo que había que hacer, sino cómo hacerlo. Esto no difiere mucho de la afirmación de
Sergio Bitar, ministro de Minas en el gobierno de la UP, en el sentido de que uno de los principales de
fectos del gobierno fue su incapacidad para poner en práctica una estrategia clara. Carlos Altamirano,
Dialéctica de una derrota, México, 1977, p. 44, y Sergio Bitar, Transición, socialismo y democracia: La
experiencia chilena, México, 1979, p. 15.
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19. José Garcés, uno de los consejeros políticos de Allende, criticó mucho la falta de «confianza, res
peto y disciplina» de los partidos en sus relaciones mutuas, en sus relaciones con el gobierno y en sus rela
ciones con el propio Allende. Garcés, Allende y la experiencia chilena, Barcelona, 1976, pp. 228, 455-5.
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do en el ajuste mensual de la paridad del cambio que utilizara el gobierno Frei, ar
guyendo que incrementaba los costes y alimentaba la inflación. Pero el resultado fue
que el escudo empezó a estar cada vez más sobrevalorado. Otras señales de adver
tencia comenzaban a aparecer antes de que concluyera el primer año de Allende en
el poder. Los gastos del gobierno central subieron acentuadamente, más del 66 por
ciento en términos nominales en 1971 en comparación con el año anterior, del 21 al
27 por ciento del PIB, pero el ingreso corriente del gobierno descendió del 20 al 18,5
por ciento del PIB. El déficit fiscal subió hasta quedar en el 8 por ciento del PIB en
comparación con el 4 por ciento del año anterior. La oferta monetaria se multiplicó
por más de dos y la enorme expansión del crédito fue en su mayor parte para el sec
tor público. Durante 1971 el precio medio del cobre descendió en un 27 por ciento,
y como la producción también disminuyó ligeramente en las tres minas principales,
el valor de las exportaciones de cobre descendió en un 16,5 por ciento. Aunque las
reservas internacionales eran altas, lo mismo cabía decir de la deuda pendiente de
pago. La balanza comercial pasó de un superávit de 95 millones de dólares nortea
mericanos en 1970 a un déficit de 90 millones en 1971. Las tradicionales fuentes de
financiación externa en los Estados Unidos virtualmente se secaron, y el gobierno se
vio obligado a recurrir a otras fuentes: Europa, América Latina y la URSS. Las re
servas de Chile disminuyeron en tres cuartas partes en 1971, y en noviembre el go
bierno se vio obligado a anunciar la suspensión del servicio de la deuda, en espera de
la renegociación.
Todos los problem as que ya eran visibles en 1971 —límites de la capacidad en
el sector industrial y en otros, rupturas en el sistema de distribución, conflictos in
dustriales, el crecim iento de un mercado negro, el declive de la inversión privada,
la expansión m onetaria incontrolada, el agotamiento de las reservas internaciona
le s— se acumularon y m ultiplicaron con terrible fuerza en 1972 y 1973. Cuando el
gobierno de la UP tocó a su fin, el PIB real per cápita y los salarios reales ya iban
en descenso, la producción agrícola había disminuido mucho (quizá hasta el nivel
de los primeros años sesenta, aunque el funcionamiento del mercado negro hacía
que los cálculos fuesen difíciles), la inflación estaba descontrolada, hubo que re-
programar varios años del servicio de la deuda, las reservas internacionales netas
presentaban un déficit de más de 200 millones de dólares norteamericanos y el dé
ficit de la balanza de pagos también era elevado. Los ingresos públicos bajaron m u
cho mientras los gastos crecían. Con el aumento del mercado negro y los obstácu
los que puso el Congreso a los cambios impositivos, el déficit del gobierno central
alcanzó alturas sin precedentes: el 22 por ciento del PIB en 1973. La masa moneta
ria creció en un 576 por ciento entre finales de 1971 y agosto de 1973; la expansión
total de la masa monetaria bajo el gobierno de la UP fue del 1.345 por ciento.
Aunque el gobierno devaluó la moneda en diciembre de 1971, y en intervalos a
partir de entonces, una tasa de inflación tan elevada hizo que el escudo estuviera en
todo momento seriamente sobrevalorado. Después de una caída de los ingresos pro
ducidos por las exportaciones al descender los precios del cobre en 1972, en 1973
hubo una recuperación. Pero las importaciones continuaron creciendo más aprisa;
los costes totales de las importaciones de alimentos fueron casi el cuádruple de los
correspondientes a 1970 (y representaron más de un tercio del total de importaciones
en comparación con sólo el 14 por ciento de tres años antes). Esto refleja la subida
de los precios internacionales así como el resultado de la subida de las rentas de los
pobres y el descenso de la producción.