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El camino PERFECTO (Salmo 16:8-11)

“A Jehová he puesto siempre delante de mí; porque está a mi diestra,


no seré conmovido. Se alegró por tanto mi corazón, y se gozó mi alma;
mi carne también reposará confiadamente; porque no dejarás mi alma
en el Seol, ni permitirás que tu santo vea corrupción. Me mostrarás la
senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu
diestra para siempre”.
Salmo 16:8-11

INTRODUCCIÓN
(Ejemplo de lo que bucan los jovenes en el internet)
Hoy en día el hombre busca la forma de ser feliz en este mundo en el
cual vive y se han escrito muchos libros acerca de esto, se han dado
conferencias acerca de la forma de cómo ser feliz y muchas personas
creen que la felicidad se encuentra en alcanzar grandes riquezas, en
prosperar académicamente o profesionalmente, y en general, hay
muchas opiniones al respecto. Pero en este Salmo se nos da el secreto
de cómo llegar a tener una vida verdaderamente feliz.

I. EL SECRETO DE UNA VIDA FELIZ CONSISTE EN PONER A DIOS


SIEMPRE EN PRIMER LUGAR.

“A Jehová he puesto siempre delante de mí…”

El secreto de una vida verdaderamente feliz consiste en poner a Dios


primero en todos los aspectos de la vida. Muchas infelicidades en la vida
vienen de malas decisiones en las cuales no consultamos a Dios, de haber
escogido una vida de complacer la carne en los deleites temporales de este
mundo o de creer que no necesitamos a Dios para triunfar en nuestra vida.
Muchos creen que la felicidad está en conocer a una persona o en los logros
académicos y profesionales; pero se equivocan ya que sin Dios estamos
destinados a fracasar porque la felicidad y la verdadera bendición viene por
buscar a primeramente a Dios y su reino, y no al revés: “Mas buscad
primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán
añadidas”, (Mateo 6:33). El salmista conocía este principio y por eso decía: A
Jehová he puesto siempre delante de mí.
II. ¿EN QUÉ CONSISTE ESTA FELICIDAD?

Sin embargo, ¿en qué consiste esta felicidad?, El salmista nos


responde estas preguntas.
1) La felicidad de saber que su presencia nos protege.
“… porque está a mi diestra, no seré conmovido…”
La primera razón por la cual somos felices aquellos que ponemos a
Dios en primer lugar en nuestra vida es porque contamos con su respaldo y
protección. Todos nosotros vivimos en un mundo hostil e injusto, donde
diferentes calamidades ocurren, pero que bueno es saber que el Señor nos
protege y nada pasa si Él no lo permite. Cuando Dios llamo a Abraham a
dejar su tierra y parentela le prometió que durante toda su vida de peregrino
gozaría de su protección divina: “Después de estas cosas vino la palabra de
Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu
galardón será sobremanera grande”, (Génesis 15:1). De la misma forma no
debemos temer sino poner toda nuestra confianza en Dios y creer que su
presencia nos protegerá en medio de este mundo. El saber es motivo de
gran felicidad.

2) La felicidad de reposar de la culpa de todos nuestros pecados.


“Se alegró por tanto mi corazón, y se gozó mi alma; mi carne también
reposará confiadamente…”
Nuestros pecados son una causa de culpa en nuestra conciencia, el
saber que estamos lejos de Dios y que merecemos ser castigados por la
causa de nuestras maldades es de gran incertidumbre en nuestra alma.
Muchos viven ignorando este hecho, pero el hacerlo no los exonera de las
consecuencias del pecado, pero cuando el hombre viene a Cristo y se
entrega a Él, su alma cansada puede encontrar el descanso de su culpo y
experimentar el gozo de la salvación, y por eso el salmista declaraba: Se
alegró por tanto mi corazón, y se gozó mi alma; mi carne también reposará
confiadamente. Muchas personas no son felices porque el pecado los ha
destruido y actualmente viven cargados y cansados de la vida, pero un día
Jesús vino a esta tierra y extendió una de las más grandes invitaciones al
hombre: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré
descansar”, (Mateo 11:24). El saber que podemos descansar en Él,
encontrar el perdón de nuestros pecados y la restauración de nuestra vida es
motivo para que nuestro corazón se alegre y se goce en la gran salvación
que Dios nos ha preparado.
3) La felicidad de saber que somos salvos del infierno.

“… porque no dejarás mi alma en el Seol, ni permitirás que tu santo vea


corrupción”.

Esta es otra razón por la cual los creyentes nos gozamos en el Señor, y
es que nos ha rescatado del infierno. En el Antiguo Testamento la palabra
que se usaba para referirse al lugar donde las almas de los muertos iban a
pasar la eternidad se llamaba Seol, y en griego se le llama Hades y es otra
palabra para referirse al infierno. Lo cierto es que un día íbamos camina a la
condenación eterna; pero Cristo nos salvó y nos dio vida eterna, y esto es
motivo de gran felicidad en nuestra vida.

4) La felicidad de saber que su Espíritu me guiara por este mundo.

“Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de


gozo; delicias a tu diestra para siempre”.

Finalmente los cristianos somos felices porque sabemos que somos


hijos de Dios y que su santo Espíritu nos guiara constantemente. La vida que
el Señor nos ofrece es una verdadera delicia y fuera de Cristo jamás
conoceremos una así, ya que el pecado nos destruirá y nos conducirá a la
condenación eterna, pero Jesús nos ofrece un vida diferente, una vida con
propósito y salvos de la ira venidera.

CONCLUSIÓN.

El secreto de una vida feliz consiste en poner a Dios siempre en primer lugar,
y esta consiste en experimentar:

1) La felicidad de saber que su presencia nos protege.


2) La felicidad de reposar de la culpa de todos nuestros pecados.
3) La felicidad de saber que somos salvos del infierno.
4) La felicidad de saber que su Espíritu me guiara por este mundo.

10 consejos para un cristiano en dificultades


I. Haz un examen y una reflexión
Debemos recordar que las aflicciones pueden ser
consecuencias de nuestros errores o de nuestro caminar en
justicia. Sea cual fuese la razón, Dios puede usar esa
circunstancia para seguir formando su carácter en nosotros.
Por eso en medio de los problemas, debemos hacer un
auto examen y pedirle al Señor que nos muestre cuales son
las áreas que él desea trabajar, fortalecer o cambiar.

II. Sé paciente

En momentos de dificultad, tenemos que ser pacientes y


esperar en Dios. No debemos anticiparnos en hacer juicios
ni tomar desiciones apresuradas sin antes pensar y
considerar todas las opciones y consecuencias. El rey
David decía “pacientemente esperé a Jehová, Y se inclinó a
mí, y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la
desesperación, del lodo cenagoso” (Salmos 40:1-2).

III. Resiste la condenación

Aunque las dificultades sean causadas por nuestra


negligencia y errores, no dejes que el remordimiento te
perturbe. Es por eso que el apóstol Pablo decía que
“ninguna condenación hay para los que están en Cristo
Jesús…” (Romanos 8:1). Por lo tanto podemos orar a Dios
para que nos ayude y “acerquémonos, pues, confiadamente
al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar
gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:16).
IV. Recuerda que Dios es soberano

El salmista decía “Jehová reina, regocíjese la tierra”(Salmos


97:1). Una de las verdades más reveladoras y consoladoras
para los creyentes es el hecho de saber que a pesar de
nuestras dificultades Dios siempre está gobernando y
dirigiendo todo lo que nos sucede. Esto se debe constituir
en la base y el fundamento de nuestra confianza y
esperanza futuras.

V. Pide consejo y ayuda si es necesario

En las adversidades, debemos recordar lo que decía el rey


Salomón: “en la multitud de consejeros hay seguridad”.
(Proverbios 11:14). La dirección y la ayuda de Dios a veces
puede llegar a través del apoyo y consejo de otros
creyentes.

VI. No te dejes llevar por la auto compasión

Cuando los problemas llegan, el creyente debe ser


cuidadoso de no caer en la autocompasión. La tentación de
sentirnos “víctimas”, nos robará la posiblidad de
levantarnos, resisitir y de seguir avanzando en la vida.
Cuando buscamos la conmiseración de la gente, entonces
dejamos de enfocarnos en Dios, quien es el único que
puede ayudarnos.
VII. No dejes de congregarte

Los momentos difíciles en ocasiones pueden demandar


tiempo y atención, provocando cierta distracción y descuido
en nuestra vida espiritual. Por eso es importante que
continúes congregandote en tu iglesia (Hebreos 10:25).

VIII. Recuerda que Dios obra todo para bien

No olvidemos que Dios está obrando sus propósitos eternos


aun en las circunstancias más adversas. A pesar de no
entender las cosas que nos suceden, es bueno entender
que Dios está obrando “todo para bien” (Romanos 8:28)

IX. No descuides tu vida devocional

El apóstol Pablo le decía a sus lectores, “Por nada estéis


afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante
de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias”
(Filipenses 4:6). Por lo tanto, una de los medios de gracia
que nos ayudará en las dificultades es la oración fervorosa
y constante.

X. Alaba y bendice a Dios

El rey David, cuando todavía era un joven, decía “bendeciré


a Jehová en todo tiempo y su alabanza estará de continúo
en mi boca” (Salmo 34:1). Sin embargo es importante saber
que estas palabras fueron dichas cuando David estaba en
medio de la aflicción y era perseguido por el rey Saúl.
Tenemos que alabar a Dios, porque a pesar de nuestros
problemas, Dios sigue siendo Dios.

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