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La Redacción: Presentación.


Bertrand Russell: El error inte­
lectual del comunismo.—J. G ar­
cía Pradas: Puntos de partida.—
Eusebio C. Carbó: Artistas «sin
tiempo» y creaciones sin histo­
ria.—J. Peirats: Zaragoza a la
vista.—B. Milla: El extremismo
literario.—Eugen Relgis: Los li­
bertarios de Rumania.—J. Car-
mona Blanco: La libertad y el
Estado.—Alberto Carsi: El Mon­
te Blanco.

NOTAS
Felipe Alaiz: Epicuro —Angel
Samblancat: Tartarinópolis.—R.
Mejías Pefla: La novela contem­
poránea y dos libros de John
Dos Passos.—J. Coll de Gus-
sem: «La vie et la mort en
U.R.S.S.»
*
Colaboración gráfica de La-
molla. Antolin, Cali y For-
cadell.

Enero, 4951
LA C N. T. EN LA REVOLUCION ESPAÑOLA”
Un lib ro que d e b e fig u ra r en la b ib lio te c a H e aqu i el sumario de los quince capítulos
de todo buen m ilita n te . N o se trata de una p u ­ de este p rim e r volum en;
blicación más ni de un simple m otivo de p ro p a ­ I. — D el Congreso de Bellas Artes a la
ganda. Es un lib ro de estudio y de consulta, un D ictad ura .
registro de todas las luchas de la C onfederación II. — D el D ire cto rio M ilita r a la Segunda
N acional d e l T rabajo de España, organización R ep úb lica .
que encarna cerca de m edio siglo de aspiracio­ III. — La R ep úb lica de Casas Viejas.
nes manumisoras d el p ro le ta ria d o ibé rico . I V . —-De las elecciones de noviem bre a la
En « L A C.N.T. EN LA R E V O L U C IO N R evolución de octubre.
E S P A Ñ O L A » hablan los textos con p rio rid a d V . — El 6 de octubre en Asturias y en C a ta ­
a la tesis y al com entario. La obra abarca el luña.
p e rio d o más á lg id o de la historia social espa­ V I. — Fin del b ie n io negro y triu n fo del
ñola, desde 1911 a 1 9 3 9 . El p e río d o de d e ­ Frente P o pu lar.
presión económica y de crisis p o lítica ; el auge V i l . — D el Congreso de Zaragoza al 19 de
del sindicalism o; la época del terrorism o g u b e r­ ju lio .
nam ental; el renacim iento y la decadencia de la V III. — España en llamas.
dem ocracia española; los m ovim ientos populares IX. — La obra revolucionaria.
contra el caciquism o eclesiástico, contra el c a p ita ­ X. — El dilem a de la revolución y de la
lismo y contra el Estado; la gran epopeya a n ti­ guerra.
fascista d e l p u e blo español a lo largo de tres X I. — La C .N .T . en el g o b ie rn o de C a ta ­
trágicos años de guerra civ il; las realizaciones luña.
revolucionarias del p u e b lo en el aspecto econó­ X II. — La C .N .T . en el g o b ie rn o de la R e ­
mico, social y cu ltu ra l quedan d e b id a m e n te r e ­ p ú b lic a .
gistradas en esta o b ra , cuyo p rim e r tom o está ya X III. — La p o lític a y la revolución.
presto a e ntrar en m áquina, y cuyos dos otros vo­ X IV . — Consecuencias de la colaboración con­
lúmenes, casi p o r entero preparados, se p u b lic a ­ fe d e ra l.
rán seguidam ente. X V . — El D ecreto de C olectivizaciones.

En breve se harán públicas las condiciones de adquisición de tan im p orta nte obra.

RF.VISTA M ENSUAL
DE SOCIOLOGIA, CIENCIA
Y LITERATU RA
D irector : A. G A R C I A . —24. r u é
S t e - M a r t h e , P a r í s iX).
A d m in istrad or : M. V I L L A R R U -
P L A . — 4, r u é Bolfort, T oulouse
' H aute-G aronne).
P r e c io s de s u s c r ip c ió n : F r a n c i a .
180 f r a n c o s t r i m e s t r e ; E x te r io r.
210 fra n c o s.
N ú m e r o suelto. 70 fra n c o s.
P a q u e te r o s , 15 p o r 100 de d e s ­
c u e n t o a p a r t i r de cinco e j e m ­
plare s.
G e r e n te : C H A R L E S D U RA N D .
PRESENTACION

a
P A R E C E esta revista en tiem pos d i ­ La explotación del hom bre por el hom bre susti­
fícile s. El capitalism o en d e ca d e n ­ tu ida p o r la explotación del hom bre por el Es­
cia y el llam ado comunismo que ta d o — otros hombres — no es un avance: es un
se le enfrenta amenazan con hun­ retroceso. Es p osible , aunque penosa, la lucha
d ir al m undo en caos in d e s c rip ti­ contra la explotación d el hom bre por el hom bre.
b le . N i el ca p ita lism o — no porqu e Acaba el Estado con toda p o s ib ilid a d de lucha
esté en decadencia: en sus m ejo ­ contra su e xplotación : e lim in a , sin escrúpulos, a
res momentos era tan im p oten te cuantos les salen al paso; ahoga la protesta antes
para esa tarea como a ho ra — tie n e soluciónde para que sea protesta; su mayor cuid ad o es que no
los problem as que consigo ha tra íd o , ni el sean
lla m ani­ siquiera hombres los que e xplota.
do comunismo es solución para pro ble m a alguno: N o nos vamos a contentar con exponer nuestro
la transform ación d e l hom bre en instrum ento, en p arecer ni con, e x p o n ié n d o lo , d e lin e a r la socie­
no ser, no es paso a solución de nada. M erece dad que sería p o r fin sociedad. Todos los p a re ­
el llam ado comunismo condenación mayor que el ceres, p o r distintos que sean d el nuestro, en que
capitalism o, y éste la merece absoluta. a lie n te un pensam iento respetable, te ndrán eco
Es parecer de los que redactamos C E N IT que en estas columnas. Y, siem pre que sea posible,
el anarquism o, con un sindicalism o cuidadoso de cabida. C om o el m ovim iento se demuestra a n d a n ­
su m isión, no sólo habría e vita d o que el m undo do, a co ntinuación, um bral de nuestras páginas,
llegara a la situación en que está, sino que puede encontrará el lector uno de esos pareceres. Se
sacarle de esa situación. Vamos a exponer ese p u b lic ó hace unos meses en El Socialista. H onra
parecer. Ahora desde un á ngulo, luego desde hoy las columnas de C E N IT . O tros semejantes las
otro, poco a poco desde todos. Y vamos a p ro ­ honrarán en lo sucesivo.
curar que lo expongan cuantos acierten a e x p o ­ N o se agotan, con lo expuesto, nuestras a spi­
nerlo. A veces, por nuestra p a rte , con m otivo de raciones. H ay en todos los países hombres que
algún suceso actual. Las más de las veces, sin re ­ vo lvieron hace tie m p o la espalda al capitalism o,
ferencia alguna a la a ctu a lid a d : no la desdeña­ ju z g á n d o le incapaz de lle g a r a sociedad acep ta ­
remos, p ero nos ocuparemos poco de e lla . Lo que b le para el hom bre. Muchos de ellos creyeron —
pasa y apenas pasado entra en el m undo de lo aunque intelige nte s poco intelige nte s en tal oca­
no existente, no d e b e d e ja r huella en columnas sión— que el llam ado comunismo ofrecía p o s ib ili­
que aspiran a v iv ir más de un día. Es anhelo dades de sociedad menos cond en ab le: no pocos
nuestro que el lugar de lo pasajero lo ocupe lo le han v u e lto ya la espalda ta m b ién . A ndan por
perm anente. ahí en busca de salida para lo que ni el c a p ita ­
Vamos a d e lin e a r, al exponer nuestro parecer, lismo ni el llam ado comunismo la tie n e n , sin sos­
ahora en un aspecto, luego en otro, poco a poco pechar que esa salida es la que el anarquism o
en todos, la sociedad que sería sociedad fre n te a p ro po ne . Vamos a tra ta r de que lo advierta n.
la que nunca lo ha sido y a la que tam poco lo es: Tienen, casi todos, aunque in te lig e n te s, una idea
a la que lo es menos que la que nunca lo ha sido. v u lg a r d el anarquism o. Vamos a tra ta r de que se
den cuenta de su error. Vamos a hacerles ver, Sin d e ja r de ver jamás la paja en el o jo ajeno,
porque no dudamos de que quieren ver, que lo veremos la viga en el p ro p io . Y si no la vemos y
que buscan es precisam ente lo que el anarquism o se hace que la veamos, a quien nos haga que la
persigue. Y sólo él. Con todas i as puertas abiertas. veamos irá nuestro a grad ecim ie n to. Por entero.
Para el que nada hay por encima de la lib e rta d Q u ie re ser C E N IT , sobre to d o , un m edio de
d el hom bre. liberación m oral, indispensable para c u alqu ier
Vamos a tra ta r de traerles, haciéndoles ver su otra liberación. D on de qu iera que encontremos
e rro r— no dudamos de que en cuanto lo a d v ie r­ aportes para esa lib e ra ció n , los juzgarem os nues­
tan se desprenderán de él — , al cam po en que, sin tros. A llá los autores si creen incorrecto nuestro
saberlo, están. N o tie ne n cabida en otro. N o tie ­ proceder. Demostrarán no sentir lo que escriben.
nen puesto sino a nuestro lado. N o se está fre n te Y ahora, un poco hoy, otro poco mañana, aquí
al capitalism o y fre n te al llam ado comunismo sino encontrará el íector, con nuestro parecer, la sa­
a nuestro lad o. En cu a lq u ie r otra p arte que se lid a para el ca lle jó n sin salida en que el m undo
esté, se está un poco con el uno o con el otro: está. Q u e sólo el anarquism o tie n e . N o es el anar­
buscando salida, p o r ta n to , en d o n d e no la hay. quismo sino un humanismo, el ú ltim o en fecha y
N i una palab ra s u p e rficia l, a sabiendas, a pa ­ corona de todos. O fre c e al hom bre una vida
recerá en estas columnas. Aceptárem os, gustosos, digna del hom bre. Cada cual é l, y todos uno.
la crítica de las que, por descuido, en ellas se Cada cual una persona, y todos, como personas,
deslicen. N o nos molestará se nos dig a dormíamos una sociedad. Q u e no ha existido hasta ahora,
si en efecto dormíam os. N o q u ie re d e cir eso que que no existirá sino j:o n el anarquism o, que ta r­
vaya a p re sid ir nuestro tra b a jo una seriedad es­ dará ta nto en existir como ta rd e el anarquism o
tira d a , siem pre ino po rtun a. Por nuestro gusto, lo en ser su base.
presidiría el humor, instrum ento como pocos de
liberación. LA REDACCION
EL HOMBRE Y EL DOGMA

EL ERROR INTELECTUAL DEL COMUNISMO


URANTE los dias de la primera guerra

D
En los primeros años, el sistema soviético era cri­
mundial, la Revolución rusa apareció en ticado casi exclusivamente por aquellos que se opo­
Oriente como una aurora radiante. Nues­ nían al Socialismo. La critica más interesante, que
tra alianza con la tirania zarista en 1907 vino después, es la de los socialistas, los cuales des­
había comprimido el corazón de todos cubren que lo que se está haciendo en Rusia no es
los occidentales humanos y progresivos, lo que ellos habían preconizado. El Socialismo, al
y ahora, al fin, parecía que el inmenso principio, perseguia ciertos objetivos: una mayor
peso de Rusia había de inclinarse del aproximación a la igualdad, un mayor control de
lado que nosotros deseábamos. El odio parte de los trabajadores sobre las condiciones de
ciego que los reaccionarios mostraban hacia el ré­ trabajo, una disminución del poder irresponsable
gimen soviético hacia fácilmente considerar toda y, en fin, como resultado e incentivo, un inmenso
critica como pura propaganda. Cuando yo vi, en aumento en el bienestar general. La realización de
1920, que los fines y métodos del Gobierno soviético estos fines, pensaban los socialistas, exigia ciertas
me repugnaban, casi todos mis amigos de izquierda medidas que eran penosas para los ricos; el temor
se sintieron escandalizados y me condenaron como a esas medidas producía la oposición, la oposición
un renegado. Gradualmente, con los años, el núme­ llegaba a la animosidad y a la lucha de clases, y
ro de los que se han desengañado ha aumentado. al fin eran muchos aquellos en los cuales el odio
Seis hombres famosos han expuesto las razones de tenia mayor peso que el originario motivo huma­
su retractación en un libro de notable importancia nitario. Marx santificó el odio y la lucha. La ga­
y valor: «The God that Failed». Estos seis hombres nancia para el trabajador venia a ser, desde el
—Arthur Koestler, Ignazio Silone, Richard Wrigth, punto de vista emotivo y también intelectual, me­
André Gide, Luis Fischer y Stephen Spender—te­ nos importante que el daño al capitalista. El actual
nían cada uno razones diferentes para abandonar sistema soviético es una manifestación de la renco­
el Partido Comunista, pero seria difícil, excepto rosa misantropía de Marx.
para un dogmático ciego, discutir la validez de esas Las razones que condujeron a los seis autores de
razones. Y en cada uno de los casos la experien­ «The God that Failed» a la ruptura final con el
cia de la desilusión ha sido terrible, en proporción comunismo son interesantes. Koestler, en el ocio
a la fe que antes se tenia. forzoso de una prisión española, se convenció de
Imagínese a San Juan Bautista transportado por la importancia del individuo. Silone, cuando fué
milagro a la Corte de Alejandro VI, presenciar sus requerido a participar en la condenación oficial de
delitos y verle alentar los crímenes de César Bor- un documento escrito por Trotsky, pidió ver pre-
gia, mientras pretendía obrar en el nombre de aquel v'amente el documento. Se le contestó que no podia
que San Juan había proclamado el Salvador. Lo que verlo, pero que la disciplina del partido exigia que
hubiese sufrido entonces el Bautista es lo que estos él debiese condenarlo. Richard Wrigth deseaba se­
hombres han sufrido en nuestro tiempo. Es verdad guir siendo uri escritor, pero encontró entre sus
que sus esperanzas no eran racionales; de hecho, compañeros ameriacnos un sentido de profunda
ni Marx ni Lenin tenían un evangelio que ofreciera sospecha hacia los intelectuales, que bien pronto
muchas perspectivas de humana salvación. No se llevó a denunciarlo como traidor. André Gide se
puede cosechar uva de los cardos, y los escritos de sintió, sobre todo, espantado de la idolatria por
Marx y de Lenin, ciertamente, contienen más cardo Stalin y de la falta de libertad intelectual y artís­
que vid. Pero hombres sensibles que sufren profun­ tica. Luis Fischer, tras muchas vacilaciones, rompió
damente frente al espectáculo de la miseria creada al fin con el partido con motivo del pacto Hitíer-
por la crueldad y la injusticia de los fuertes, pue­ Stalin. Spender, que fué miembro del partido por
den ser perdonados por su generoso entusiasmo brevísimo tiempo, quedó disgustado por los méto­
hacia aquellos que se proclaman los defensores de dos que los comunistas empleaban para subyugar
los oprimidos, los cuales afirman que su sistema otros grupos entre los republicanos españoles, lo
eliminará para siempre los padecimientos que los que fué también causa determinante de la rebetión
hombres se infligen los unos a los otros. Como dice final de Arthur Koestler contra la ortodoxia del
Silone: «El espectáculo del entusiasmo de la juven­ partido.
tud rusa en los primeros años de la creación de un
mundo nuevo, que todos nosotros esperábamos fue Por mi parte, considero que estos motivos de cri­
se más humano que el viejo, era enteramente con­ tica—excepto en cuanto concierne a la importancia
vincente. ¡Y qué amarga desilusión cuando los años del individuo—afectan más bien a los sintomas y
pasaron y el nuevo régimen se reforzaba..., al ver no a la causa fundamental de la enfermedad. La
que no llegaba la prometida democratización final causa fundamental es, a mi entender, el dogma­
y, por contra, la dictadura acentuaba su carácter tismo, asi como la ausencia completa de bondad de
represivo!» Mas Silone termina reafirmando su fe ánimo. Es precisamente la combinación de estos
en el Socialismo, con tal de que sea democrático. dos defectos, uno intelectual y otro moral, lo que
parece justificar la dictadura y el uso de medios asi como eran los medios vinieron a ser los fines,
crueles para reforzar su éxito. Dados estos dos de­ y los fines originarios resultan olvidados. Es una
fectos—que existían ya, ambos en Lenin—, todos vieja historia, que debería ser familiar en adelante.
los males que de ello derivan tenían que desarro­ Y ni Lenin ni sus admiradores han extraído la mo­
llarse forzosamente en su tiempo, a menos que no ral de ella.
lo impidiera alguna causa externa. Nada diferente Ha habido también lo que se puede llamar un
de lo que ha acaecido era de esperar por quien error filosófico. En el catálogo de la locura huma­
tuviese conocimiento de la Historia y comprensión na, una infinita serie de afirmaciones, que en segui­
de la naturaleza humana, o se diese cuenta, a tra­ da se demostraron falsas, han sido presentadas
vés de la filosofia, de la falibilidad de las convic­ como indudables para justificar la persecución de
ciones dogmáticas. Desgraciadamente, cuando la los escépticos. Se creyó firmemente que sç practi­
duda se hace insoportable y la incertidumbre no caba la magia, la brujería, la magia negra; innu­
es ya tolerable, cuando el espectáculo de los males merables victimas murieron luego de atroz agonia
existentes llega a ser tan penoso como la ansiosa por creérseles culpables de esos pecados. Una mu­
búsqueda de una rápida cura, entonces los hombres jer española fué sometida a la tortura de la rueda
rehúsan escuchar la cauta razón y aceptan, con el porque había cambiado la ropa blanca en sábado
ardimiento de la renuncia, cualquier infundado y dijo que la carne de cerdo le era indigesta; bastó
evangelio aparejado a una promesa de justicia. Esta eso para que la Inquisición la sospechase hebrea.
ha sido la génesis de la fe en los mejores entre Los cuáqueros fueron perseguidos porque creían en
los devotos del comunismo. el Nuevo Testamento, y los librepensadores porque
La Historia ha conocido muchas dictaduras dog­ no creían. Toda esa crueldad absurda disminuyó
máticas, y sus anales no son alentadores. El primer en el décimoctavo siglo y prácticamente desapare­
personaje histórico que formó un gobierno com­ ció en el décimonono. Nuestra Era la ha hecho
puesto de hombres escogidos por su adhesión a un renacer. La teología del materialismo dialéctico es
cierto credo fué Pitágoras, el cual durante algún sutil como la de Constantinopla en el sexto siglo.
tiempo estableció su autoridad en la ciudad de Cro- (El lector recordará que el emperador Justiniano,
tona, exhortando a los ciudadanos a estudiar geo­ según opinión de los ortodoxos de la época que le
metria y a abstenerse de comer habichuelas. Mas, sobrevivieron, marchó al infierno porque era un
por odio a la geometria o porque deseaban seguir «aftardocético», o julianista.) Y el castigo por here­
comiendo dicha legumbre, los ciudadanos se rebe­ jía en la Rusia moderna es tan severo como en las
laron y hubo Pitágoras de huir. Un ejemplo más precedentes eras de persecución. ¡Y, colmo de lo
importante fué la Iglesia medieval, la cual, bien absurdo, eso se hace en nombre del «socialismo
que nominalmente fundada sobre una religión de científico»!
amor, buscó hacer valer sus dogmas mediante la Se dice a veces: «Dado que debemos obrar sobre
Inquisición. El sistema de Cromwell del dominio de nuestra creencia, ¿cómo podríamos hacerlo si toda
los «elegidos de Dios» tenia mucha afinidad con el nuestra creencia son dudas?» Dos respuestas se
sistema de Lenin: comenzando con la defensa de pueden ofrecer. En primer lugar, son diversas gra­
la democracia y de la libertad, terminó establecien­ daciones de duda; en algunos casos la duda es casi
do una odiosa tirania militar. La Revolución fran­ inexistente. En segundo término, algunas acciones
cesa, partiendo de los Derechos del Hombre, dió causan leve daño si la creencia que las inspira es
origen primero a Robespierre y luego a Napoleón, falsa, mientras otras causan grave daño, a menos
y ninguno de los dos tuvo mucho respeto para los que la creencia que las inspira no sea exactamente
derechos humanos. En todos estos casos la fuente verdadera. Si se es liquidado o quemado en la pira
del mal consistió en la creencia dogmática en una porque no se está de acuerdo con la autoridad cons­
panacea; creencia tan dogmática y panacea tan tituida respecto a cualquier abstrusa cuestión teo­
espléndida que cualquier crueldad se consideraba lógica, ningún otro daño es provocado por esto
admisible para lograr el cumplimiento del objetivo salvo que la autoridad no esté perfectamente segura
deseado. no sólo de su opinión, sino de su creencia de que
Ln todos estos casos, como en la Rusia soviética, el error sobre aquella cuestión puede provocar con­
hubo un error de psicología. Dulce es el poder, pero secuencias desastrosas. Y a la inversa, si, por ejem­
es una droga cuyo deseo aumenta con la costum­ plo, se sale de casa con paraguas creyendo que llo­
bre. Los que se adueñan del Poder, aunque sea por verá mientras, por contra, hace buen tiempo, no
el más noble de los motivos, pronto se persuaden se deriva de ello, ciertamente, ningún grave daño.
de que tienen muy buenas razones para no aban­ La teoría comunista de la dictadura presupone que
donarlo. Esto es más probable que advenga singu­ el éxito final de alcanzar la meta es cierto—tan
larmente si aquéllos creen representar alguna causa cierto como para justificar al menos una genera­
extraordinariamente importante. Pensarán que sus ción de sacrificio, esclavitud, odio, espionaje, tra­
adversarios son ignorantes y perversos; no pasará bajos forzados, extinción del pensamiento indepen­
mucho tiempo sin que lleguen a odiarlos. ¿Qué de­ diente—y rehúsa colaborar en modo alguno con
recho tienen esos malvados para oponerse al adve­ naciones que tienen gobiernos considerados heréti­
nimiento del bien prometido? Perseguirlos es, sin cos. ¿Existe un sistema en todo el campo de la espe­
duda, cosa enojosa; mas, después de todo, no se culación humana que posea un tal grado de cer­
puede hacer una tortilla sin romper el huevo. En teza? Yo no lo creo. Y aunque existiese, no es el
su tiempo, a los pioneros que establecen una oli­ credo staliniano.
garquía, suceden en su posición privilegiada hom­ De estos errores fundamentales de historia, psi­
bres hechos de la más común arcilla, que aman los cología y filosofía ha seguido por lógica inevitable
privilegios, pero no tienen mucho interés por el todo lo que es repelente en el comunismo. En 1918
bien prometido. Para estos nuevos hombres lo la Asamblea Constituyente de Rusia tenia una ma­
importante es conservar el poder y no usarlo como yoría antibolchevique. Por eso los bolcheviques,
un medio para la ascensión a un paraíso final. Y ciertos de hallarse del lado de la razón, deshicieron
la Asamblea y se vieron obligados a gobernar abier­ ral resultado. Los campos de trabajo eran econó­
tamente con la fuerza. No teniendo ninguna base micamente rentables; la ausencia de maquinaria
legal para conservar el Poder, hubieron de prohibir no representaba tanto como el empleo del trabajo
todos los otros partidos políticos. Cuando una mi- «libre»; las malas condiciones no importaban nada
noria posee el poder por la fuerza, debe fundarse desde el punto de vista de la autoridad. Y asi los
sobre la policia. La situación crea una tirania po­ criminales vinieron a ser útiles, tanto que debió
liciaca determinada por el temor de la conspira­ asegurarse un suministro constante mediante mo­
ción : la tiranía produce la infidelidad y la infide­ dificaciones de la ley, depuraciones, deportaciones,
lidad aumenta el miedo a la conspiración. Este especialmente de polacos y otros ciudadanos extran­
circulo vicioso restringe continuamente el cerco de jeros de países conquistados. De fuente autorizada
los que detentan el poder y aumenta la parte de se calcula que el 16 por 100 de los hombres adultos
poder correspondiente a aquéllos que controlan la residentes en el territorio de la U.R.S.S. son conde­
policia. Pronto o tarde la policia, para mantener nados a trabajos forzados. Este es probablemente
su poder, inventa complots o procede de modo que un cálculo exagerado, mas la cifra ciertamente
agentes provocadores los fomenten. Al fin, cada asciende a muchos millones. Y no hay duda alguna
cual sospecha del otro, los hijos denuncian a sus de que las condiciones de éstos son desgraciadas
progenitores, las mujeres denuncian a sus maridos. por encima.de toda imaginación.
Cada uno sabe sólo que puede llegarle el turno ma­ Un mal en Rusia, que es una condición para la
ñana, con pelotón de ejecución, la prisión secreta supervivencia de los otros, es el secreto. Negro, im­
o la muerte lenta en los trabajos forzados del Arti­ penetrable secreto, no sólo a propósito de esto o
co. Esta es la realidad salida de una demasiada de aquello, sino para todo. Las otras naciones pu­
ferviente fe que creia haber encontrado el camino blican estadísticas; los rusos, no, salvo la estadís­
de un paraíso terrestre. tica de propaganda acerca del futuro. Las otras
Al comienzo los comunistas, bien que detentasen naciones permiten a los extranjeros viajar libre­
el poder en sus manos, hicieron una tentativa para mente en sus países, excepto en unas pocas zonas
asegurar la igualdad económica, que fué siempre militares; los rusos, no. Los otros Gobiernos per­
uno de los fines profesados por el Socialismo. La miten a sus ciudadanos salir de viaje al exterior;
primera generación, que sufrió exilio y persecución el Gobierno soviético, no, por temor a que sus ciu­
por su ideologia, continuó viviendo austera y sen­ dadanos hagan desfavorables comparaciones entre
cillamente. Mas todo esto cambió, como todos ha­ las condiciones en Rusia y las condiciones en el
brían debido prever, cuando el comunismo encontró resto del mundo. En Siberia nord-oriental, un área
de manera evidente la senda del éxito y atrajo a tan vasta como Francia y Alemania juntas, que es
los ambiciosos. ¿Qué ventaja tiene el poder sin el habitada sólo por funcionarios y forzados, existe
botin? De esta forma, la desigualdad económica una extensa zona aurífera considerada casi tan im­
vino a ser de nuevo deliberadamente introducida portante como la del Sur de Africa; pero nadie,
Ahora, según informaciones que se han podido obte­ fuera del Gobierno soviético, sabe ni aproximada­
ner, esa desigualdad es mayor en Rusia que en cual­ mente lo que ella produce. Cuando el presidente
quier otro pais. Los Sindicatos son parte en el Go­ de la Royal Society quiso informar a Vavilov, que
bierno; un obrero negligente puede ser enviado a había sido elegido miembro honorario de dicha ins­
un campo de trabajo forzado o privado de la carta titución, no logró descubrir dónde se encontraba
de aprovisionamiento; el verdadero proletario es aquél, ni siquiera que se hallara vivo o muerto.
más impotente que lo fué en Inglaterra en los dias ¿Qué está ocurriendo tras ¡a cortina? No la reali­
peores de la revolución industrial. El trato reser­ zación de una Utopia, creo yo. En los tiempos de
vado a los trabajadores agrícolas en Inglaterra los zares habia un libro famoso: «¿Quién puede ser
como se refiere en el «Village Labourer» de Ham- libre y feliz en Rusia?» Ningún libro de este género
monds, era espantoso; pero no pegaba a la muerte podria ser publicado en la Rusia de Stalin.
y la deportación de millones de campesinos delibe­ No he hablado de Rusia en sus relaciones inter­
radamente dispuesta por Stalin. La vida de Oliver nacionales. Este es un tema familiar al público de
Twist en el Hospicio era poco placentera, pero era todo el mundo. El imperialismo soviético, la mala
un paraíso en comparación de la de los niños sin fe soviética, la negativa soviética a impedir la ca­
hogar, como se describe en «New Civilisation» de rrera hacia el armamento atómico, todas estas co­
Webbs. sas son feas, pero no son nuevas, igual que los
El trabajo forzado en Rusia, como la ley para los males internos. En Rusia, como en un inmenso
pobres en Inglaterra en el siglo XIX, es un ejem­ laboratorio humano, el estudioso puede ver cuál es
plo de humanitarismo desviado. La idea originaria la consecuencia de dejar campo ilimitado de acción
era que el vicio no es innato en los criminales, los al impulso del poder en un moderno Estado mono­
cuales son, al contrario, victimas de las malas con­ lítico. Es un espectáculo terrible; y todo deriva de
diciones sociales. Déseles sanas condiciones de vida errores en el pensamiento de Lenin. Y es precisa­
y un trabajo honesto, y se corregirán. Pero Rusia, mente esta derivación de error intelectual la que
desde la primera guerra mundial, se encontraba en yo he querido singularmente demostrar.
malas condiciones. Para evitar que el delito fuera
atrayente, el trabajo correctivo impuesto a los cri­
minales debía ser duro y desagradable. Poco a poco,
el secreto y el poder despótico produjeron su natu­ Bertrand RUSSELL
PUNTOS DE PARTIDA
L VIEJO COMUNALISMO.—Hay que em­

E
los llamados «rebajaos d’hacenderia»: el médico, el
pezar a construir por los cimientos, y si boticario, el maestro, varios tenderos, algún ren­
lo que hay que construir es un sistema tista de medio pelo. Pero éstos tenían que pagarle
social, ningún cimiento es mejor que el al Concejo su exención: cierta cantidad de dinero,
de las costumbres e instituciones que lo algo superior al .jornal medio de un día. determi­
contienen ya como en germen. En nada nada por el Concejo, y no por ellos. Lo pagado por
conviene obrar de golpe y porrazo, ni estos «rebajaos d’hacenderia» les venia muy bien a
hay novedad que no encuentre resis- los demás, porque solía emplearse en vino, que
tencia, oposición; pero a veces pasan jamás se consumía en el tajo. Allá se hacia algo
por novedades cosas que sólo lo son a medias, y si m ejor: al terminar la faena del día, a la que cada
de éstas se presentase la parte vieja, en vez de la cual aportaba sus conocimientos técnicos y su mano
nueva, resultarían más aceptables. En otras pala­ de obra, se volvía a casa; echaba la gente una mi­
bras: el programa comunista libertario de la C.N.T.. rada a su ganado, charlaba un rato con la familia,
que existe por esquemático que sea, presentado y después, también a toque de campana, iba «a be­
como una novedad alarma a quien no lo entiende ber» a la Casa del Concejo, donde cuantos habían
o a quien barrunta su ruina en é l; pero presentado trabajado, sentados muy a su gusto, cenaban de
como secuela de instituciones que ya existen en frío, pero de firme, servidos por el alcalde, que
España desde tiempo inmemorial, se entenderá fá­ escanciaba el vino, y por los regidores, que iban
cilmente, se le verá realizable y será aceptado con pasando los vasos alrededor. A la hora o cosa así.
entusiasmo por cuantos pueden beneficiarse con él se daban las buenas noches, y a descansar.
—que, en verdad, son todos—. Y hay otra razón Huelga decir lo que puede hacer un pueblo, por
para proceder a s i: por muchos avances que prome­ pequeño que sea, sin oposición de ninguna clase,
tamos, por muchos saltos históricos que nos pro­ cuando tiene labores de esta índole y no carece de
pongamos dar, siempre ocurrirá que nuestro pro­ iniciativa. Hoy son los alberques, mañana es la
greso ha de partir de las cosas existentes. Esta es bolera o el frontón; ya es un lavadero, ya es una
una ley eterna. Hemos desdeñado por largo tiempo fuente; tan pronto es un camino como una ace­
el viejo comunalismo, pero en la revolución—en lo quia ; ora es un molino, ora es un horno. Sin pedir
mejor de ella, que fué la obra colectivista rural— permiso a nadie, se puede hacer maravillas; y cuan­
volvimos de lleno a él si bien a trueque de lla­ tas más son las hechas, mayores las ganas de hacer
marlo comunismo libertario. Lo que logramos a muchas más. La gente confia en si mism a: no sólo
tiros en circunstancias excepcionales, era, sobre un vecino en otro, sino todos ellos en su conjunto,
poco más o menos, lo que pacificamente se había que cada dia se atreve a más. Vais a ver cómo se
hecho y mantenido durante siglos de vida labrado­ puede pasar de una cosa a otra.
ra en centenares de Concejos españoles. Si alguien
lo duda, que lea a Costa, a cuyo bagaje de infor­ MOLIENDA.—Mis paisanos hicieron dos molinos:
mación sobre el colectivismo agrario voy a añadir uno, en el pueblo, y otro, a la entrada de la sierra,
unos datos concernientes a mi pueblo, que es Quin- donde había un pequeño salto de agua. Las obras
coces de Yuso, en el valle de Losa, al norte de la eran muy toscas, pero hicieron su servicio. Como
provincia de Burgos. ambos molinos eran del pueblo, y éste no quería
desprenderse de ellos vendiéndolos a un riquillo,
HACENDERIA. — Toda aldea necesita caminos, hubo que ponerlos en rendimiento por cuenta del
lavadero, alberques, etc., y no hay ninguna que Concejo, que al hacerlo socializó o colectivizó el
espere lograrlos con rogativas a Dios ni memoria­ servicio de maquila. El modo de hacerlo fué e ste :
les al Estado; aunque cualquiera lo esperase, se subastar el servicio, a fin de que se quedase con
quedaria esperándolo. Todas tienen que hacerse él el molinero dispuesto a realizarlo de manera
esas cosas por su pronia cuenta, y en mi pueblo responsable por menos dinero, o paga: tantas fa­
—hasta la guerra civil por lo menos—eran fruto negas de trigo, tantas de yeros, tantas pesetas al
de la labor comunal, que se llamaba hacendería, año, siempre «con techo en el molino». Cerrado el
palabra que, naturalmente, viene de «hacer» y vale contrato entre Concejo y molinero, no se hacia
tanto como faena. Las obras de hacendería, o labor escritura, porque bastaba el ser cosa pública entre
común, eran decididas en Concejo abierto de cabe­ vecinos que presumían de ser hombres de palabra;
zas de familia—sin distinción de sexo—, ante la todos tenían la molienda gratis—aunque pagada
mesa de alcalde y regidores. Si, por ejemplo, se por la comunidad—, y el Concejo enviaba al molino
acordaba hacer unos abrevaderos en la sierra, un sus veedores o inspectores cuando menos lo espe­
día, a las seis o las siete de la mañana, daba su raba el molinero, que procuraba tenerse más dere­
toque peculiar la campana de Concejo, y los veci­ cho que una vela.
nos se reunían a la salida del pueblo, para irse to­
dos juntos a la tarca común. PASTOREO. — Por el mismo procedimiento se
Cada familia tenia que aportar a la empresa un ajustaba el pastoreo de los rebaños del pueblo:
hombre, o la pareja de bueyes, o la carreta. Era lanar, cabrio y vacuno. La familia de pastores dis­
posible eximirse del trabajo comunal, y lo hacían puesta a hacerlo por menos, se quedaba con ello.
siempre con plena responsabilidad ante el Concejo sólo valieron para estropear la raza formada en la
abierto, que no demandaba mucho, pero en lo poco serranía, pues la finura de cabos y la vivaz, pero
exigia buen servicio; y tan bueno lo tuvo, que du­ endeble nervadura de sus rastras, no eran adecua­
rante un par de generaciones no hubo allí más que das para aquellas tierras, que demandan poca vis­
dos familias de pastores, ambas provistas de casa tosidad, pero mucha resistencia.
en el pueblo y de adecuadas cabañas en el monte,
todas ellas obra de hacendería. El ganado vacuno MONTES COMUNALES.—De lo dicho se despren­
pasaba el año en la sierra, de donde sólo bajaba de que montes y carrascales en que pacía el ganado
si habia nieve o había que llevar reses al mercado eran del pueblo. Sin embargo, los más de ellos lla­
o a la arada. Cabras y ovejas, en dos rebaños dis­ mábanse «del Estao». Pero en mi aldea natal nadie
tintos, se ponían de mañana a la salida del pueblo, recordaba haber pedido permiso a Burgos, y mucho
desde donde los pastores se las llevaban al pasto, menos a Madrid, para meter su ganado allí. Tam­
para volverlas al mismo sitio al anochecer, cuando poco para hacer leña. Esta se hacia por suertes, y
la chiquillería las llamaba, sal en mano, para guiar­ del modo que expondré. Los regidores y el guarda
las en grupos a los corrales caseros. forestal subían al monte y elegían las hayas que,
Los corderos lechales no iban al monte, sino a por su mala condición, habia que echar abajo. En
un carrascal vecino al pueblo, donde podían triscar elegirlas, las marcaban con números romanos,
y pacer sin cansarse. El pastoreo de los corderos hechos a hachazos en el tronco: I, II, III, etc. Cada
estaba a cargo de la gente menuda, que se lo iba número correspondía a una suerte, a un lote, en el
pasando de casa en casa, por turno de vecindad, que habia varios árboles; pero, en conjunto, los de
sin más que g rita r; «Juanillo: mañana, tuyos los cada uno equivalentes a los de otro. Una vez hechas
corderos.» Eso bastaba para que Juanillo, al dia las suertes, se sorteaban en Concejo, y cada cual
siguiente, estuviese muy serio en su lugar, esperan­ bajaba a casa la suya, que todos le respetaban,
do el rebaño como un hombre. Y de manera seme­ cuando más le convenia. Lo mismo ocurría con las
jante se hacia el pastoreo de los bueyes de labranza suertes de hoja—es decir, de gavillas de ramaje
y del ganado caballar que se empleaba en la trilla procedente de poda de carrascales, robledos y haya­
Durante el verano, hacia las cuatro de la tarde, les tiernos— : hechas las gavillas, se hacinaban en
eran sacados los animales a las afueras del pue­ suertes, y cada cual se acarreaba la suya a casa.
blo, para que alguien los llevase a pacer y pasar Pero la poda era un dia de hacendería y de fiesta,
la noche al fresco; y los llevaba cualquier vecino porque en ella intervenia el pueblo entero: hom­
a quien otro le dijo el dia anterior: «Mañana, tuyos bres, mujeres y chicos. Una romería en el manso
los gües.» O bien: «Tuyos los caballos.» sol de principios de otoño, con sus rondas de bota
y de pandero, mucho grito, mucha risa, mucho
SEMENTALES.—Otro servicio comunal, propio canto y mucho baile.
de tierras ganaderas, es éste, que en mi pueblo re­
sultaba casi gratuito. El Concejo no compraba mo­ EL SEXMO.—Pero no todo es cantar y bailar en
ruecos ni bucos, porque le era innecesario, ya que este mundo: si hay bautizos, hay entierros. Todos
algunos vecinos, que los tenían, los echaban a pastar los casados de mi pueblo pertenecían a una cofra­
con los rebaños, y el conjunto vecinal sólo tenia que día, presidida por el cura y administrada, bajo ins­
impedir que los llevados «en vereda»—como dicen pección de veedores concejiles, por el sacristán.
por allá—fueran machos de mala calidad. Pero, por Llamábanla «el Sesmo», corrupción de «Sexmo»,
el contrario, el Concejo compraba buenos verracos, que en lejanos tiempos fué una merindad, si no
buen toro, buen garañón, buenos caballos de re­ estoy equivocado. Tal cofradía pagaba el entierro
monta—o de parada—. De mantener los verracos del vecino muerto sin dejar recursos para tal gasto
se cuidaba un vecino, remunerado por el Concejo —caso que nunca se dió—; rezaba por él cuatro
en las condiciones más ventajosas para éste; y lo rosarios en un mes, y al cabo de este tiempo se
mismo ocurría con los demás sementales. Como los reunia una tarde, después de Vísperas, en el pór­
caballos losinos constituyen una raza peculiar, corta tico o a la entrada de la iglesia; y, bajo la presi­
de alzada y de pienso, pero muy dura y viva de dencia y la dirección del cura, salmodiaba unos
sangre, la recria caballar tenia alguna importan­ responsos, y entre cada dos echaba un traguillo
cia, y el Concejo, por lo tanto, ponia el mayor —que el sacristán escanciaba—y comía su merien­
esmero en la selección de cabal .os padres. Siempre da : pan y queso, pan y chorizo, pan y abadejo, pan
solia haber dos, de los que se encargaba, como mozo y lomo... De la cofradía, que tenia una pequeña
de parada, un tal Esteban Légaña, que tenia hasta cuota fija y recibía contribuciones voluntarias, de­
coplas del oficio: pendía el esplendor del culto religioso, que solia
resultar bastante majo, digan lo que quieran los
¡Ay, qué tarrito de miel tragacuras urbanos. Tan orgullosos estaban los ve­
para el señor Coronel! cinos de mi pueblo de su coro de cantores como de
¡Coronel, no abuses de ella, sus cuadrillas de jugadores de bolos.
que la potranca es doncella !...
LA MINADA.—Malo es que muera una persona;
Y, para librar de coces a los sementales, habia ñero, entre pobres labradores, frecuentemente es
también otro caballo entero, al que llamaban «el peor que se muera una bestia de labranza. Allá en
Relinchin», cuyo infortunado oficio era «registrar» mi tierra, pelantrín sin buenos bueyes, hombre al
las yeguas por ver si estaban de vez: si no lo esta­ agua. Y como los bueyes se desgracian de mil modos,
ban, para él las coces, y si lo estaban, para los y una yunta cuesta un carro de dinero, los vecinos
otros las yeguas... El Estado, cuando al cabo se han tenido que ayudarse a resolver el problema de la
enteró de que el caballo losino era excelente, quiso pérdida de bueyes. Tienen una sociedad de socorros
mejorarlo, y envió todos los años dos sementales mutuos, a la que llaman «la Minada»—si alguien
de raza árabe, muy fachendosos y peripuestos, que sabe por qué, dígamelo—. El dia del Angel, que es
el 1." de marzo, ateo lector, todos los bueyes del a menudo venian por mi pueblo mendigos de otras
pueblo, con gran lujo de colleras con esquilas y regiones sin defensas comunales. Se les socorría de
fronteras con madroños bajo un yugo de boj, tra­ buena gana, aunque jamás con largueza; pero como
bajado con esmero y cubierto por una piel de me­ los más de ellos solían emborracharse y armar la
rino, son llevados, de mañana, a una vasta campa de Dios es Cristo en cuanto se hacían con unos
próxima al pueblo, donde los «desaminan y regis­ cobres, nadie quería darles posada, ni sin pagar ni
tran» dos veterinarios, el alcalde y los veedores de pagando. No obstante, menester era dársela, porque
minada, que suelen ser tres. Llega el grupo a un las noches suelen ser frías todo el año. Y para
mozo, que se enorgullece de su pareja, y le pre­ resolver el problema se recurrió al procedimiento
gunta un veedor: empleado en la cuestión del pastoreo: «Necesita­
—¿Cómo se llaman los gües? mos un cuarto con dos camas. ¿Quién lo da por
—Corzo y Rebeco. menos?» Quien se ofrecía a tenerlo siempre en ade­
—¿Cuál es el Corzo? cuadas condiciones de limpieza por la menor remu­
—El de la mano aentro. neración se quedó con el servicio, y su casa fué lla­
—¿Cuánto han costao? mada «La Casa de los Pobres». No tardaron en sa­
—Tantos miles de reales, entregaos a tocateja en berlo los mendigos, y aquel que llegaba al pueblo,
la feria de Medina. después de rondarlo de puerta en puerta, la bus­
—Pues, amigo... te asaron en el trato. ¡No los caba como quien busca la fonda. El servicio se me­
valen! joró por dos bandas: mendigo borracho, no hallaba
Los veterinarios, mientras tanto, han examinado asilo; mendigo admitido, cenaba de caliente.
la yunta, y dan su informe a los veedores. Uno de
éstos, que lleva el libro-registro de laMinada, INCENDIOS.—Quienes creen que el hombre, y
apunta en él el nombre del propietario y los de especialmente el inculto y miserable, es un egoísta
ambos bueyes. En un amén, los tres veedores tasan más encerrado en su concha que el molusco, no ha
las bestias, siempre un poco por lo bajo, y, a la visto la vida ni por un agujero. Yo recuerdo tres
vez que el del libro toma nota de ello, informan incendios habidos en mi valle cuando yo era un
al mozo que las presenta. Si éste o supadreno chiquilán, y especialmente uno, que ocurrió en
están conformes con la tasa o el aprecio delos invierno, cuando había media vara de nieve en
veedores, puede quejarse en Concejo y someter el unos sitios y una en todos los demás. Una noche,
asunto al arbitraje de unos vecinos, «hombres ya a hora muy avanzada, se oyó una campana a
buenos». un lado del valle, frente a mi pueblo. Cinco minu­
Tasadas las bestias nuevas, vueltas a tasar las tos después, las de todos los Concejos repicaban,
viejas si se cree pertinente en algún caso, supon­ tocando a quema con premura trágica. La gente se
gamos que luego se despeña un buey. Su dueño, echó a la calle. Allá en la costanera del ábrego,
entonces, recibe de la Minada la cantidad en que alta en la loma coronada por un pobre aldeorrio,
fué tasado, y se reserva la piel de la bestia, que ardía una casa. Nadie sabia de quién era, ni hubo
bien le vendrá para hacerse abarcas y otras cosas quien lo preguntara. Pero más de diez caballos
de mucho menester. En cuanto a la carne, si el rompieron las cinchas, de apretados, en la nieve
veterinario la declara buena para el consumo, se que cubría los caminos y se arrimaba a los bar­
reparte por igual entre todos los miembros de la dales por donde bravos jinetes les hicieron saltar.
Minada, y como al riquillo le da vergüenza tomar Pueblos enteros subieron ladera arrib a; y todo sol­
su parte, se la deja a los demás necesitados. El tero o casado con pundonor se jugó la vida dispu­
dinero para el pago del siniestro procede, natural­ tando al fuego bestias y enseres, la hacienda de
mente, de las cuotas que pagan los asociados, que una familia. Era la casa de un pobre viejo, cuyos
jamás tienen gastos de administración, porque no hijos se habían ido a América. Se perdió entera,
hay veedor que cobre. porque allí todas las casas tienen henar y pajar
dentro. Yo le vi a él, luego, pidiendo de puerta en
EL RICO, A SOLAS.—Los labradores de mi tierra puerta, con sus alforjas al hombro el primer día
pocas veces tienen vacas de leche. Les resultan luego en una yegua que le prestaron. Pero no pedia
caras, en comparación con las ovejas y las cabras por caridad; es decir, no pedia limosna; pedía con
Quienes las tienen, son quince o veinte riquillos, confianza, sin la menor humillación, sabiendo que
y los muy perillanes han solido insistir en que el la costumbre era pedir la ayuda de sus vecinos.
Concejo pague los pastores que necesitan para Sacó sus dos mil pesetas, entre dinero, celemines
ellas; las cuales, por no ser ganado de braña, de de grano, chorizos, quesos y huevos. Y el valle, de
altura, no pueden ir con las bravias al monte. Pero hacendería, le hizo otra casa en el solar de la ante­
el Concejo se las ha tenido tiesas: «Vacas de ésas, rior. Huelga decir, mis queridos lectores proletarios
quien las tenga que las cuide.» Y, en efecto, los que los ricachos del valle y la gente de carrera que
riquillos han tenido que pagarse sus pastores. En allí habla no se quedaron atrás, ni en reventar
mil detalles como este se advierte la tenaz pero pa­ potros al acudir al incendio ni en socorrer al ve­
cifica oposición de la mayoría pobre a la pequeña cino luego. Era una cuestión de honor, a fuer de
minoría acomodada, que se ve en la necesidad de ser consuetudinaria.
pagar caros sus privilegios, y bien podría ser pues­
ta en el brete de perderlos o mantenerlos con pér­ BATIDAS. — De cuando en cuando, una intensa
didas. Es cuestión de iniciativa, donde tendrán nevada repentina hacia preciso subir al monte en
campo abierto los obreros sensatos, emprendedores, busca de los pastores; al menos, de los de altura
que se vuelvan de la fábrica a su pueblo, pero sólo que se quedaban allá con las yeguadas y las vacas
si vuelven sin consignas de mitin, con ganas de de braña. Se partía del pueblo a toque de campa­
v trabajar y buena dosis de cautela. na, y las hileras de labriegos, con sus obscuras
anguarinas de capuz, sus sogas en la mano, sus
CASA DE LOS POBRES.—Cuando yo era chaval. abarcas de cuero y sus «calcitos» de lana hasta la
pantorrilla, parecían gente de la Edad Media, lo­ pueblo, no hay mozo que sea mozo con rango un
mas arriba. Más de una vez fueron bajados los tanto oficial hasta que es mozo de cuadrilla. La
pastores en angarillas, medio muertos de frió. Y cuadrilla es el convento, la congregación, la iglesia
vacas y yeguas eran bajadas de modo muy pecu­ en que se consagra la mocedad. Los mozos de cua­
liar : las hileras de labriegos tendían las anguari- drilla rondan sin percance ni temor alguno; si cor­
nas sobre la nieve, y los animales, sin perder pie, tejan, nadie se mete en su coto; si hay ronca en
sin atropellarse, tan en fila como si fuesen solda­ las romerías, tiran de estaca del mismo lado; si
dos cruzando desfiladeros, iban avanzando por aque­ una moza de su pueblo es requerida por un galán
lla alfombra obscura, que impedia que se hun­ forastero, éste tiene que pagarles un tributo, una
dieran... merienda, y si no, no se la lleva ni con la Guardia
Otras veces, las nevadas en la Sierra del Escudo civil. Su gran día de fiesta es el de Santa Agueda,
obligaban a los lobos a bajar hacia mi tierra; y la de los pechos en la bandeja. ¿Qué mejor patrona
en cuanto hacían estrago en los rebaños se les daba deí mocerío? Semanas antes pasan pidiendo por las
una batida, en la que participaba todo mi valle, y casas, con mucho son de panderos y coplas viejas.
en ocasiones el de Montija y el de Mena al mismo Hacen un buen apaño de provisiones, y el día de
tiempo. Se pasaba lista en un descampado de car­ Santa Agueda invitan a las mozas a una meren­
boneo, ya monte adentro, y se multaba a quien no dola, en la que suelen comer los hormigos de las
asistiese, porque «de veinte p’arriba, hombre por colmenas catadas en medio pueblo.
casa». En pasar lista, dividíase la gente en nume­ Terminaré recordando que la gente menuda tam­
rosas cuadrillas, que con gran jolgorio ojeaban el bién tiene su día comunal: el de «Aguilando»—los
hayal, ladera adelante, avanzando siempre en ala Reyes—. Van, muy de mañana, los arrapiezos con
hacia la lobera. Ya os diré qué es esto, pero ima­ mocos y villancicos de puerta en puerta, muy tieso
ginaos antes lo que son miles de voces en un hayal el rabo de la camisa, que sale por la culera con
que, por kilómetros y kilómetros, entreteje su ra­ frescura de carámbano... Todos empiezan por visi­
maje como un palio de bruma... ¡Los troncos tiem­ tar a sus padrinos y decirles que allí están «pa ser­
blan! Se diría que enmudecen los torrentes, pues vir a Dios y a usté»; pero después no pierden
ve uno caer el agua por la Peña de Angulo, en un puerta, que en una hay higos, en otra nueces, en
salto de 100 metros por lo menos, y no la oye en ésta pasas, en ésa cobres y en todas y cada una la
él estruendo de la gente. ¡Quien allí no es poeta, afectuosa recepción de la familiaridad. Aquel día,
es un pedrusco! en efecto, cada aldea parece una familia.
La lobera es un gran ángulo formado por dos pa­
redes de hasta un kilómetro de longitud, con una TOQUES DE ATENCION.—Si un revolucionario
entrada de medio kilómetro. Las paredes, que son de esos a machamartillo, que suelen ser unos ma­
altas, tienen espinos arriba, y en su punto de con­ jaderos, fuese a mi pueblo el día de la Minada,
tacto hay un portillo, hecho adrede, con cisternas cuando todos los labriegos engalanan sus yuntas y
o pozos secos detrás de él. Tales pozos se cubren las lucen con orgullo, en cuanto viera su reunión
de ramaje el día de la batida. La entrada de la comunal, de apoyo mutuo secular y espontáneo,
lobera ha sido talada de árboles, y se domina desde advertiría una cosa: que quitarles los bueyes de
un cerro cercano. Dentro, en la lobera, hay chozas golpe y porrazo es cosa imposible, como no se haga
entre la maleza, y en ellas se apostan los cazado­ con ejércitos. Cada cual quiere su yunta, y hay que
res provistos de escopeta. Tales puestos de espera dejársela, siquiera sea para que la cuiden como si
se subastan en Concejo. fuera las niñas de sus ojos. Si en vez de repartir
Volvamos a los ojeadores, que aprendieron en la la leña por suertes, a partes iguales, de buenas a
escuela comunal de los viejos Monteros de Espi­ primeras se decidiese que cada cual la tomase de
nosa. Baten en ala la sierra, sin pronunciar la pa­ un montón, probablemente se acabaría a leñazos.
labra «lobo» hasta ver la fiera. Cuando la levanta Si en aquellas aldeas se entra en son de guerra,
un grupo, él, y sólo él, grita: «¡Lobo, lobo!» Los con intención de matar al cura y a una docena de
demás, cada cuadrilla atrayendo a su vecina, corren ricachos, se armará una tremolina de mil diablos,
por el hayal; y las puntas del ala se van cerrando se sembrará el odio a voleo, se arruinará lo que
hacia la lobera como ramas de compás. Es una sim­ ahora quede del viejo comunalismo. Si se va con
ple maniobra de caza y guerra, primitiva y bella, consignas de Partido o con sonsonetes de Sindicato,
de la que muy pocas veces se escapa el lobo levan­ pocos los entenderán, por no éntenderlos se asus­
tado. Metido éste en la lobera, la gente, que entra tarán muchos de ellos, y a poco que uno se descui­
en ella siguiéndole, suelta sus perros tras él, y los de, dará lugar a que el Concejo sea otro cuartel de
cazadores apostados emplean sus escopetas cuando la Guardia civil. Hay que ir con tiento a los pue­
se les pone a tiro. Si escapa de ellos, es forzado a blos, y no tan sólo a enseñar, sino también á apren­
saltar por el portillo, y en cuanto lo hace cae en der, que este mundo no es cosa de ayer tarde, y en
los pozos, donde perece, ya de un tiro, ya de un él madrugan los labrantines mucho más que los
hachazo de algún bravo que se tira a ajustar cuen­ pijaites, aunque éstos no se lo crean.
tas con él.
EMPALME Y AVANCES.—Lo que he descrito,
LA IGUALA V OTRAS MINUCIAS.—Los dos ve tuvo—por ser antañón, popular y vitalista—su emo­
terinarios que hay en el valle, los dos médicos, el ción, su poesia, como la tiene una jota cantada a
boticario y los maestros de las pequeñas aldeas coro. Pero no hay que verlo con antiparras estéti­
—que si quieren tenerlos tienen que pagarlos de su cas ni anteojos sentimentales. Hay que verlo como
bolsillo, porque el Estado no les envía ninguno— un conjunto de realidades sociales, engendradas por
son pagados a iguala, y no en dinero, sino en gra­ los apuros del vivir; como una serie de formas ele­
no. Esto es cosa corriente en muchos sitios de mentales de la prosaica y trabajosa existencia. Y
España, y por eso mismo es de mayor importancia. conviene, además, tener en cuenta que todo aquello
Pero hay más costumbres comunalistas. En cada nació no solamente sin intervención de Sindicatos
obreros ni de Partidos políticos, sino también antes cimientos del mañana, de ir alzando el edificio a
que éstos y que toda suerte de teorías políticas, a cal y canto, con sudores y sonrisas.
las que siempre—si ellas valen más que sueños—se Otra cosa, y van tre s ; en mi opinión, no se pue­
anticipan hechos y realidades sociales. El viejo co- de llegar al comunismo libertario en nuestro pais
munalismo es o fué el parapeto de la miseria frente sin llenar antes, hasta hacerlo rebosar, el molde
a la muerte, y jamás podrá ser el balcón de la comunalista. Completando lo viejo iniciaremos lo
abundancia. Si bastó en la Edad Media, no basta­ nuevo. Y para completar lo viejo, preciso es reca­
ría en la actualidad, porque sus autárquicas limi­ bar—no en nombre de la revolución, sino de la jus­
taciones impedirían el amplio juego que reclaman ticia ; no en nombre de la República o de la Anar­
las fuerzas económicas creadoras de la gran rique­ quia, sino del Pueblo y de su vida—la autonomia
za que necesitamos. No debemos volver a la vieja regional y concejil, que ha de tener por indispen­
comuna para estarnos en ella y aldeanizar la vida, sable base la verdadera desamortización de tierras
y mucho menos se ha de hacer eso en nombre de dentro de los municipios. Los bienes comunales de
doctrinas de avance y de avanzada, como la comu­ que éstos fueron robados el pasado siglo, han de
nista libertaria. Lo que hay que hacer es entroncar volver a ellos, y también una gran parte de los
el pasado comunalista con el presente sindicalista latifundios enclavados en su término. Esto, impres­
para crear el mañana comunista libertario. cindible en tres cuartas del pais para que el pue­
Pero algunas advertencias he de hacer. La pri­ blo vuelva a ponerse de pie, daria al traste con
mera es é s ta : hay que descargarse de envidias y una calamidad: la de «la tierra sin hombres y los
odios, para cargarse de iniciativa y generosidad hombres sin tierra», madre de nuestra miseria. Eso
Desde los tiempos de Marx y de Bakunin, la lucha acabaria con la existencia de jornaleros agrícolas,
revolucionaria del proletariado se ha venido ajus­ siempre pendientes de jornales de ham bre; y cuan­
tando a un funesto error de interpretación histó­ do no haya jornaleros en los pueblos, cuando sean
rica: el de la eliminación de la tesis por la anti­ redimidos por los bienes de Concejo, se vendrá
tesis para crear una sintesis superior a entrambas ; abajo por si solo el andamiaje del caciquismo, de
el de la lucha de clases llevada al último extremo, la usura, de la explotación y la incultura rural, que
de aniquilación de la burguesía por el proletariado. tiene a España más presa que sus Gobiernos.
Eso es una copla negada por la Historia de todos
los tiempos. Las clases, ni se aniquilan unas a otras APUNTE DE PERSPECTIVAS.—Ese paso hacia
ni conviene que lo hagan. Tampoco se ha dado ja­ adelante cuenta, de antemano, con el aplauso y aun
más el caso de que un régimen social desplace a el anhelo de casi todos los españoles, sin excluir
otro de la noche a la mañana. Regímenes y clases, —por ejemplo—a los capitalistas catalanes y vas­
se transform an; las sociedades cambian de tipo—y, cos, que, digan lo que quieran, necesitan por su
en cierto grado, de naturaleza—, como se va trans­ propia conveniencia un pais rico, económicamente
formando el cuerpo humano en el proceso celular redimido, para hallar en él un mercado próspero.
de su existencia. Se ha puesto excesiva atención en Los vascos, que ahora se muestran peligrosamente
el parto, en el quebranto instantáneo del cascarón, separatistas, se desvivirán mañana por industriali­
y demasiado poca en lo que da lugar a ello: la pro­ zar Castilla y tender vias ferroviarias por el pais
longada gestación. No habrá nueva sociedad mien­ si éste, volviendo a las viejas autonomías y a los
tras no exista en embrión dentro de la ya existente. bienes comunales, da señales de vida y de esperan­
El socialismo de mañana ha de germinar en la za. Lo mismo harán los catalanes, que aplicarán
tierra social de hoy. Y esa germinación se hace su iniciativa y su capital al desarrollo económico
imposible si revolvemos la tierra de continuo. La de las zonas pobres. Y esas obras harán pensar a
oposición entre clases, llevada a extremos de gue­ los portugueses...
rra, frustra toda posibilidad de progreso y reden­ Finalmente, veamos el asunto en pequeño y en
ción. En la vida hay lucha, pero no debe haber grande. Para verlo en pequeño, volvamos a mi pue­
guerra; ésta complica las cuestiones y sólo reporta blo. Proporcionadle un tablar de doscientas fanegas
muerte. No hay que cejar ante el enemigo de la jus­ de sembradura, cultivado por la vieja hacendería
ticia, pero tampoco hay que incitarle, con nuestra concejil o bien por los actuales jornaleros sin tierra
propia actitud, a defender su propia vida al par o arrendadores de la ajena. Que estos últimos, por
que sus privilegios, porque entonces bien podrá re­ ejemplo, se la arrienden al Concejo y la labren en
sultarnos invencible. régimen colectivo. Lo que tal tierra produzca, mien­
Otra cosa: no hay que amagar con las armas, tras no falten iniciativas—que algunos obreros de
pero tampoco con las palabras, como hacia el enano la ciudad, vueltos al campo, podrían ir aportando—,
de la venta. Hablemos menos de revolución y haga­ no sólo permitiría dar cogotazo a la miseria más
mos algo más de ella. No les pongamos grandes visible, sino también ampliar, multiplicar, los servi­
nombres a las cosas, para que nadie se espante de cios comunales: de desfonde de tierras bravas, de
ellas.. Si decís en mi pueblo que hay que hacer un siega y trilla, de aserrería y de fragua, de electri­
camino de manera comunista, contaréis con poca ficación, de enseñanza, etc. Dadles medios a los
gente para hacerlo como se han venido haciendo pueblos, dadles herramientas de construcción, y en
los dem ás: con los pies, andando, o bien por hacen­ pocos años harán una España rica, hermosa, espe­
dería. No presentemos grandes problemas teóricos, ranzada y audaz. Pero siempre, siempre, hay que
cuyos términos, de nombres un poco extraños, em­ empezar por abajo y en pequeño. Célula á célula
brollan cualquier m agín; demos pequeñas solucio­ se renueva y crece el cuerpo.
nes prácticas. Menos hablar de revolución, y más Veamos la cosa en grande. Durante la Edad Me­
hacer tal o cual cosa entre todos, sin pedir permiso dia, los gremios de menestrales, dentro de cada
a nadie ni esperar que lleguen los dirigentes o el ciudad, eran responsables de su labor al Ayunta­
dia del jaleo. Los jaleos nada crean, excepto odios miento. Poned ahora, en lugar de la ciudad, la na­
y ruinas. Se trata de trabajar, de ir echando los ción entera, y en vez de los gremios, los Sindicatos
unidos, las Federaciones de Industria. ¿Qué pon­ éstos y a aquéllas bien capaces de valerse por si
dremos en lugar del Ayuntamiento? No el Estado mismos; e integración económica mediante las Fe­
hecho y derecho, sino algo semejante a las viejas deraciones de Industria, que no han de recabar la
Cortes: una Asamblea nacional de representantes absorción plena e inmediata de todos nuestros re­
de Concejos o comarcas—de regiones autónomas, si cursos, sino que han de ir ganando los existentes
queréis—, cuyos miembros no sean diputados per­ y creando otros nuevos por su propia labor, me­
manentes, empecinados en legislar sobre todo lo diante una creciente satisfacción de las necesidades
habido y por haber, sino delegados circunstancia­ nacionales, una incesante aportación de iniciativas
les, con una misión de quince dias o un mes, que saludables, una intensa y progresiva educación de
examinen y aprueben los presupuestos o planes de toda España en el trabajo redentor. Pero para eso,
trabajo—basados en necesidades públicas y medios para ir allá, menester es cambiar de vía. La de la
de producción—y exijan cuentas de la labor del revolución a la vieja usanza ha dado lugar a peli­
ejercicio precedente. grosos descarrilamientos y nos está resultando una
En definitiva: descentralización «política» me­ vía muerta.
diante la concesión de autonomía a las regiones y,
dentro de ellas, a todos los municipios, haciendo a J. GARCIA PRADAS
CONFESIONES

ARTISTAS "SIN TIEMPO"


Y CREACIONES "SIN HISTORIA”
i A exposición de unas cuantas obras de espíritu le debe las emociones vivas en que se bañó
Picasso dió lugar últimamente a de­ tantas veces. Nada dice a nuestra sensibilidad ni
bates tempestuosos. Le faltó a la a nuestra mente el Picasso de hoy. Tengan la bon­
apreciación aquella unanimidad que dad de indicarnos, si pueden, a qué se debe un
el inquietante artista, objeto de las cambio tan brusco y tan completo.»
más ruidosas exaltaciones en nuestro ¿Intrusismo? De ninguna manera. No se puede
tiempo, por lo que fuere, logra casi hablar de intrusos. Si la cuestión que está sobre
siempre en todas partes. el tapete entroncara con las matemáticas, por
¿Es un bien? ¿Es un mal? Guardé­ ejemplo, cabria hacerlo. El «sentimiento» no ayuda
monos de hipotecar a la ligera. Ni en apoyo de a explicar o comprender un teorema. Es cierto.
nuestras personales opiniones debemos hacerlo. Es Pero en arte no ofrece duda que el sentir ayuda a
un hecho. Un hecho en cuyo justiprecio se dividen comprender, de igual modo que, reciprocamente, la
también, como es natural, los modos de ver. Mien­ comprensión ayuda a sentir.
tras unos lo celebran, otros lo deploran. Y en esos Es negativo imponer silencio a los profanos. Es
torneos no prevalece jamás—afortunadamente—el un designio reñido con la justicia. Y es olvidar que
dictamen improvisado de las mayorías. Los ejerci­ cuantos ocupan hoy altos sitiales en el templo de
cios democráticos no caben en el dominio de las Minerva ocuparon otrora duras, incómodas banque­
valorizaciones artísticas. Ni caben los decretos. El tas de última fila. ¿Es que la circunstancia de
consenso general tiene un valor substantivo cuan­ habérseles concedido pabellón no les permitió avan­
do resulta de un debate amplio, profundo y du­ zar, acelerándose de ese modo el ritmo de su mar­
radero. cha hacia nuevas conquistas? ¿Es que no hace falta
La siempre fecunda iconoclastia comienza ahora en cada época que alguien tenga la audacia—esa
a dar fe de vida. Y establece un hito muy impor­ audacia definida ahora como «signo de inconscien­
tante, ya que acusa afanes irrefrenables de palpar cia»—de exponerse a ser catalogado entre los bár­
la consistencia del suelo en que se apoyan los pe­ baros? ¿Existe algún docto que, antes de serlo, no
destales. No se necesita más para que—desmesu­ haya corrido ese peligro?
rado o corriente—aquello que fué «tabú» deje de
serlo.
¿Perderíamos de vista que nada aquilata tanto MAS ALLA DE LOS COTOS
los grandes valores—y ello en todas las esferas del
progreso humano—como las más atrevidas irreve­ CERRADOS Y DE LA FE CIEGA
rencias?
No se trata de discutir aspectos técnicos, ni en
el color ni en la línea. Se trata de hacer constar
DESACUERDO ENTRE DOS ' MODOS11 que el simbolismo de las figuras de Picasso es impe­
netrable para el noventa y nueve por ciento de los
La intervención de los profanos en determinadas hombres. Y estimamos, en nuestra profanidad
cuestiones, sobre todo cuando se atraviesan sin —acaso por un excesivo apego a las normas hasta
eufemismos ni términos medios en la corriente, hoy inalteradas de interpretar y demarcar lo que
tuvo siempre la virtud de malhumorar a los doc­ se «sabe» y lo que se «cree»—, que nada es tan sus­
tos. ¿Serán trasunto de ese malhumor los palme­ ceptible de extraviarnos como erigir monumentos a
tazos que con relación al caso que nos ocupa le la abstracción. ¿Dónde y por qué medio encontrar
prodiga Marinello a la critica? Es muy posible. el hilo de Ariadna? ¿Cómo saber si nos encamina­
«Cuando el intruso reconoce su atrevimiento mos a Atenas o a Beocia?
—dice—, apela por lo común a dos salidas: o su­ Nosotros no tenemos jurisdicción para afirmar
birse al mutismo de los entendimientos milagrosos, categóricamente ni para negar de una manera ro­
o justificarse por via del entusiasmo. Cabe también tunda. Pero ¡a tenemos para poner de relieve—en
la alusión a capacidades intuitivas que le ahorran nuestrb afán de claridades—aquellas dudas que,
camino al entendimiento y a veces dan en lo justo.» según Guyau, constituyen la dignidad del pensa­
Desde luego, no siempre la mordacidad es com­ miento. Y hasta lo reputamos inexcusable. Porque
pañera inseparable del razonamiento que convence mientras el aplauso se prodiga con estrépito, la
Y en este caso, menos que nunca. Porque queda, desconfianza en el valor raigal de lo aplaudido,
más claro y más recto que los señalados, otro ca­ temiendo despiadadas excomuniones, se expresa
mino. Y optamos por él sin titubeos. «Señores: nos­ quedamente. Y no basta para borrar aquellas dudas
otros comprendimos al Picasso de ayer. Nuestro el «magister dixit». No bastan las sentencias inape-
’ables. La fe sin base y el sometimiento incondi­ tos» picassianos? ¿Quién logra encontrarlo? ¿Con­
cional corresponden a etapas pretéritas y repre­ cibe alguien que no deje la menor huella el tránsito
sentan la menos perdonable de las herejías. de una a otra forma? ¿Qué vale una visión esti­
Extiéndase en buena hora el certificado de nues­ mativa falta del único punto de apoyo capaz de
tro primitivismo. Pero déjesenos el pequeño orgullo infundirle medula?
de pensar que en lo primitivo está la raíz de todos Todos los progresos implican la negación del pun­
los prodigios a que es capaz de elevarse el hombre to de partida. Y el arte no puede escapar a esa
en nuestra época. Es la única compensación a que regla. Pero de ese punto queda siempre, más o me­
aspira la modestia rebelde de quienes niegan su nos viva, tomando cualquier forma, una sombra
aplauso a lo que no comprenden, y no quieren pros­ Si ésta desaparece también, el hombre navega des­
ternarse, reverentes, porque otros se prosternen. de entonces sin brújula. Le falta el «point de re­
Déjesenos repetir, como un eco, aquello que es ya paire». Y no puede hacer el cálculo de sus avances.
tan viejo: «Pega cuanto quieras, pero atiende.» Ni tiene medio de advertir si retrocede.
Convendría poner en claro qué es el arquetipo en
estética. Convendría saber si existen reglas para el
FUNDAMENTO DE LA DUDA simbolismo. Y debiera examinarse con cautela si
cada uno de los elementos de una composición
Ignoramos si se puede hablar de un cubismo artística sufre notables alteraciones al yuxtaponer­
hiperbólico con relación a Picasso. No sabemos si se a otros—conservando, sin embargo, vestigios de
cabe afirmar que nos encontramos ante un genio lo que expresa aislado—, o se transforma por com­
que tardará siglos todavía en ser comprendido. No pleto, alcanzando significaciones diametralmente
falta quien lo asegure. Pero estimamos que asegu­ opuestas a las que antes tenia. Es el medio más
rando tal cosa se le p.resta al arte de Picasso un seguro de despejar la incógnita picassiana.
flaco servicio. Y ello por dos razones igualmente El valor de la obra de un artista se funda en el
poderosas: la primera, porque en esa misma anti­ reconocimiento que de él hagan quienes han podi­
cipación de siglos—que es preciso destinar al catá­ do, siquiera en parte, sentirla y comprenderla. Si
logo de las hipótesis sin fundamento—radicaría la la vibración de donde arranca el resorte emotivo
prueba terminante de que no está seguro de si no llega a nadie—o llega tan sólo a muy contadas
mismo, por fundarse tan sólo en lo intuitivo; la personas selectas—, no se puede atribuir seriamen­
segunda, porque su arte, por lo mismo que ha de te carácter genial a la obra. Las consagraciones no
permanecer incomprendido durante tan largo pe­ pueden basarse en simples supuestos, ni han de ser
riodo, dista mucho de cumplir la misión educativa sostenidas por la fe, por el afecto personal, por el
V moralizadora que su propia naturaleza asigna a capricho o por una no probada suficiencia.
las manifestaciones artísticas.
¿Duro nuestro lenguaje? No. Lo duro—y lo agre­
sivo—consiste en proponerse cortar el nudo—que QUE SE NOS AYUDE A VER CLARO
no es lo mismo que deshacerlo—echándoles en cara
a los profanos su insuficiencia. ¿Cómo explicarse Nada afirman nuestras palabras. Nada niegan.
que sepan tanto de aquello que casi todo el mundo Reflejan nuestras dudas. Son la confesión paladina
ignora? ¿Cómo han logrado establecer que se trata de nuestra incapacidad.
de un salto de siglos, de una revelación sensacio­ Los monstruos, los caballetes, las figuras trunca­
nal y no de una formidable hipérbole, con sentido das que amontona Picasso en sus cuadros, nos des­
o sin él, determinada por los antojos de un impre­ orientan en términos absolutos. Nos dejan la sen­
sionismo que igual puede ser maravilloso que en­ sación de una caprichosa mesa revuelta. Le hablan
fermizo? No hay quien cuide de explicarlo más o a nuestra profanidad de lo mudo y de lo arbitra­
menos satisfactoriamente. Y nosotros hemos de rio. Nos sucede exactamente lo mismo que con las
optar entre dos caminos: o creer bajo palabra, o escobas, los auriculares, la ropa tendida al sol, los
exponernos a ser catalogados entre los bárbaros gatos junto a un libro y la guitarra colgando de
Pero no importa. ¡Le gusta tanto al pensamiento un punto monumental de interrogación, que tanto
volar sin trabas y substraerse a todo linaje de cua­ prodigan Cocteau y Dali, y que de igual modo pue­
driculas!... den expresar un paisaje primaveral que una tem­
Por lo demás, ¿quién nos garantiza que ese pre­ pestad .en el Atlántico. ¿No seria imperdonable pe­
tendido saber no oculta una incomprensión del tulancia fingir que lo entendemos? La contempla­
mismo tipo que la nuestra? ción más pertinaz resulta inútil. Ni luces, ni sacu­
didas. Y hemos de consolarnos pensando que a Edi-
po ante la esfinge le sucedía lo mismo que a nos­
LO COMUN A TODAS LAS FORMAS otros ante el secreto impenetrable de las obras de
Picasso, de su doctrina estética y de su técnica. ¿A
DE LA CULTURA qué impulsos obedece su actual momento? ¿Signi­
ficará el propósito de volar en fragmentos todo lo
Que suceda en arte lo mismo que en el desarrollo que sea susceptible de ponerle topes a la concep­
de una teoria cualquiera, y que los elementos plásti­ ción? Perfectamente. No hay audacia que ponga
cos que Picasso utiliza sean «consecuencia de algo», temblores en nuestro esniritu. Por ellas admiramos
como se afirma, lo admitimos sin reservas. Lo repu­ tanto a José Clemente Orozco como por su arte.
tamos indiscutible. Pero, volviendo al punto de par­ «No importan las equivocaciones ni las exagera­
tida, hemos de preguntarnos: ¿Consecuencia de ciones—afirma con gallardia—. Lo que vale es el
qué? Porque aquello que más importa es el ante­ valor de pensar en alta voz, decir las cosas tal
cedente de su modo actual. Y se pierde en la este­ como se las siente en el momento de decirlas. Ser
rilidad nuestro esfuerzo por dar con él. ¿Dónde está lo suficientemente temerario para proclamar lo que
el punto de intersección entre los dos «momen­ uno cree que es la verdad sin importarle las con­
secuencias, caiga quien cayere. Si uno fuera a espe­ ser colocado, bajo ningún pretexto, al margen del
rar a tener la verdad absoluta en la mano, o seria tiempo y del espacio.
un necio o se volvería mudo para siempre. El mun­ Por otra parte, si en sus composiciones sobre el
do se detendría en su marcha.» pasado—presente eterno fuera del espacio y del
Asi. Un arte sin fronteras y que no se ahogue tiempo—utiliza aquellos elementos de siglos veni­
en el proceloso mar de los convencionalismos. Es deros que nadie más que él presiente e interpreta
el único modo de crear valores positivos, a condi­ en nuestra época, o rompiendo en términos cate­
ción de que en la forma plástica de cada atrevi­ góricos con aquellas normas sin las cuales no con­
miento deje el artista un resquicio por donde se siguen orientarse ni los doctos ni los profanos
llegue a interpretar la obra sin necesidad de rótu­ cambia la expresión del lenguaje artístico—que to­
los aclaratorios: «Esto, que parece una vieja reco­ dos interpretamos en mayor o menor grado—para
giendo leña, es un molino de viento. Esto, que pa­ traducir aquello que nadie está en condiciones de
rece el bosque de Chapultepec, es el Vesubio en comprender, será entonces de extraordinaria com­
erupción.» plejidad el justiprecio de su obra, puesto que a ese
Es preciso evitar que el caso de los esquimales justiprecio se llega mediante comparaciones suce­
que, tras haber contemplado largo rato la imagen sivas y que Picasso no podria ser comparado más
de un caballo, le preguntaban a Elias Reclus «si que consigo mismo. Por otra parte, ello seria como
aquello era Londres», se repita entre nosotros. pintar hoy el retrato de alguien que vivió en el
Tal admonición es válida para algunos artistas. siglo XIV, sin más antecedentes que los descubier­
No para los críticos «disconformes». tos en su árbol genealógico, o el de quien tardará
todavía un milenio en nacer. ¿Creeríamos al artista
al garantizarnos el parecido en ambos casos?
EN LOS DOMINIOS
DE LA HIPERBOLE * * *
Lo ancestral se mezcla en las obras de Picasso Se ha dicho que el estilo es el hombre. ¿Cómo
con vislumbres de un futuro todavía muy lejano. definir a Picasso por su estilo? ¿Cuál es? El estilo
Lo certifican todos sus admiradores. «Es tanta su refleja el pensar y el sentir de la personalidad. Y
fuerza y vuela tan alto—según Marinello—, que la personalidad no llega a experimentar jamás
crea mientras busca, sin que la búsqueda le estorbe —aun variando a veces mucho en sus aspectos «par­
para seguir creando.» Además, su quilate-rey estri­ ciales»—mutaciones que en su conjunto la tornen
ba en ser «un creador sin historia, sin asidero, incognoscible. Berdiaeff ha dicho: «La persona su­
huidizo del casillero y la interpretación». Artista pone el cambio, la innovación creadora, pero en el
sin tiempo. Pero surge en el acto una duda. Si está cambio no puede traicionarse a si misma, porque
fuera del «tiempo», ¿cómo haremos para situarle la esencia de lo personal consiste en unir el cam­
en el «espacio» de una constelación plástica? ¿Con bio y la innovación con la fidelidad a la propia
arreglo a qué dimensiones? No es cosa de detener­ naturaleza (la personalidad) y la conservación de
se ante pequeños obstáculos. Seguiremos aplaudién­ la identidad.»
dole y admirándole, por mucho que nos escape la ¿Qué vínculos existen entre las características
posibilidad de interpretarle. ¿Es esto prestarle fundamentales de la personalidad de Picasso hace
servicios al arte? veinte años, observada a través de su estilo, y la
Vertebradas sus obras por el riego de la sangre de hoy? ¿Dónde está la linea que permita el libre
—lo español—, por los substratos de la cultura—lo acceso de su «pasado» a su «presente»?
universal—y por un sentido cosmogónico que va «Ecco il problema». Y mientras no sea despejada
mucho más allá de cuanto podamos concebir en de una manera clara, terminante, sin pliegues para
nuestros dias, o expresa el momento que pasa, o la duda, esa incógnita que lo envuelve, no será
los tiempos por venir, o—de consuno—ambos esta­ fácil concebir que nadie esté en condiciones de atri­
dios a la vez. Y entonces se puede hablar de un buirle potencias geniales al más exaltado y menos
Picasso «sin tiempo». Para ello seria indispensable comprendido artista de nuestra época.
que su impresionismo—fuera del espacio que pode­ Nosotros, en pugna con la fe ciega, lo reputamos
mos medir—reflejara la gama de un futuro que no imposible.
podemos sospechar, puesto que la sospecha implica
un conocimiento por lo menos intuitivo y no debe Eusebio C. CARBO
APUNTES

ZARAGOZA A LA VISTA
ASAMOS revista mentalmente a las En poco más de un año, la unidad más veterana
estaciones de tránsito. Para el caso, de esta guerra ha sufrido una completa metamor­
la más importante es Lérida. ¡Cuán­ fosis. Aquellos voluntarios de Durruti se han con­
tos recuerdos! Imperecederos los acu­ vertido en la flamante 26 División. Diez mil mili­
mulados en Lérida desde agosto del tantes confederales encuadrados en tres aguerridas
36 a mayo del 37. Orto y ocaso con- brigadas: la 119, la 120 y la 121. Nuestro frente,
densados en una fórmula m ágica: muy nuestro y no menos bien merecido, es el trián­
¡Lérida! Diez meses equivalentes a gulo Osera-Sueltalta-Monteoscuro. Desde el Ebro
toda una vida. hasta los últimos confines de la sierra de Alcu-
No podemos transitar por Lérida indiferentes. Y bierre. Le cabe a la 119 el honor de figurar en el
menos camino del frente. Se atropellan en nuestra vértice de este triángulo o punta de flecha que
mente, en nuestro recuerdo, aquellos imborrables apunta hacia Zaragoza. Nueve kilómetros nos se­
dias de agosto, todo idealismo, audacia, abnegación paran de los arrabales de nuestra suspirada presa.
fe, esperanza, promesa, vida. En las noches quietas, el ruido del tráfico capita-
Los actos de los hombres, las gestas de los pue­ leño llega hasta nuestras trincheras. En dias cla­
blos se sincronizan, a veces sorprendentemente, con ros, las típicas torres del Pilar parecen, impacien­
el ritmo de las estaciones. Julio y agosto simboli­ tes, salimos al encuentro.
zan el fuego, la revolución. En otoño, a la caída de He ahi el objetivo. Lo señaló Durruti el dia 23
las hojas, mustias las flores, despoblados de verde de julio del pasado año, al rojo todavía los fusiles
los campos de la rica huerta, empiezan a desplo que abatieron a la m ilitarada:
marse las ilusiones. El mundo callejero tiene otro «¡A por la cabeza de Cabanellas!»
semblante en noviembre: bulos, intrigas, defeccio­ Dias gloriosos los de aquellas bizarras centurias
nes, dudas, recelos, desaliento. Entrados en diciem­ Medio Aragón y todo el poniente de Cataluña
bre, con el frío y la niebla, Lérida no es más que abriendo el paso a la gran caravana revolucio­
una sombra de si misma: un espectro de su re­ naria.
ciente cuan glorioso pasado. Manadas de matones Contra todas las adversidades transitorias, con­
gavillas de perdonavidas obligan a los transeúntes tra el designio venial y caprichoso de los dioses y
a marcar el paso. Hacia el cuartel, hacia la cárcel de los hados, en medio de estas desoladas llanuras
Se empieza a vivir de prestado bajo el signo de la monegrinas, sobre esta tierra áspera e ingrata y
hoz y el martillo. por mano de sus hijos, tan dulces, generosos y hos­
Saturno empieza a devorar a sus hijos. Y con las pitalarios, la posteridad levantará un monumento
lluvias, las savias, los aromas y los ardores de a un hombre, símbolo de un ideal gigante.
mayo, el postumo, breve y brioso gesto, convertido
en estertor agónico por la voz histérica y bronca ¥ # *
de «¡Alto el fuego!».
Después, vn corto verano de compromiso seguido El relevo se ha producido con precisión metódica
de cerca de un colapso lento y progresivo... Las fuerzas reemplazantes iniciamos la maniobra
La elección no es dudosa. A una retaguardia po­ desde la hora del crepúsculo. De buena mañana,
liticamente corrompida, quemadas las naves del ro­ apenas necesaria la complicidad de la niebla, todo
manticismo, volados los puentes del estimulo, la está de nuevo en orden. Se acabaron las libertades
aventura, el frente de guerra, constituyen el solo de movimiento. Termináronse las expansiones gas­
narcótico capaz de aplacar, por embrutecimiento, tronómicas en las casas de vecindad, las chácharas
, por masoquismo, por puro placer de desprecio a la con las mozas, el baile, las batidas de caza y los
vida, el intenso dolor de tantas heridas morales partidos de fútbol. Concluyeron las escapatorias
abiertas. A la vista del enemigo franco, sincero furtivas a Bu.iaraloz y a Fraga. Y el arriesgado
descubierto, escuchando sus imprecaciones de trin­ turismo de onda larga tan pródigo en penitencias
chera a trinchera, sintiendo muy cerca sus men­ de pico y pala.
sajes de plomo, es fácil volver a la idea de que Nuestro mundo se ha reducido enormemente. Nos
luchamos contra alguien y por algo definido. hallamos adheridos como moluscos a las costuras
de un complicado sistema de lomas y quebradas
* 5{í * Rivalizamos, ellos y nosotros, en la posesión ava­
rienta del terreno conquistado hace un puñado de
Hoy, esta noche, o a filo de madrugada, vamos, meses. Pensar siauiera en una mera rectificación
por fin, a cubrir la linea. Relevamos al «2.°» en de ese frente arbitrario, con miras a una mejor
sus posiciones de Falsasalada. El breve acantona­ protección, a un mayor car.ipo de tiro, seria una
miento en Monegrillo-Farlete ha sido todo un ejer­ herejía. A cada lado del frente, cada palmo de te­
cicio de adaptación. rreno es un fortín batido por los fuegos enemigos
Las salientes y envolventes descartan por completo nada nos sorprende la amable acogida que nos dis­
el concepto de linea regular y continua. Tal posi­ pensa el enemigo:
ción avanzada es fácilmente hostigable por otra —¡Bien venidos, rojillos! ¿Cómo ha ido ese rele­
posición contraria situada a su flanco o a retaguar­ vo? No tendréis queja de nuestros buenos modales
dia. O enfilada por otra de mayor altura. Hay trin­ ¡Bien venidos! ¡Bien venidos! Fiamos en vuestra
cheras apenas separadas por angosta quebrada, al buena vecindad. Lo cortés no quita lo valiente. Va­
alcance de los proyectiles de mano. Es rigurosa­ mos a haceros los honores de la casa. Dentro de
mente obligatorio taponar las troneras con trozos unos instantes empezaremos a «sacudir las man­
de saco. En tanto que la guarnición propiamente tas». Saludo de cortesia que tendréis presente todas
dicha, la de linea, la de servicios, las planas ma­ las mañanas y a la caída de la tarde. Cuestión de
yores, se hallan igualmente condenadas a régimen veinte minutos de obligado retiro a vuestras cue­
perpetuo de trinchera y cueva, a resguardo de la vas mientras nosotros, creyentes, rezamos y oímos
permanente ventisca do metralla. misa. Esperamos no os enoje nuestro protocolo. Acto
seguido, tened presta la mercancía y preparados
¥ ❖ ¥ los arreos de caza. Oido a la pisada...
Callado el «speaker» empiezan a llovemos las
Ellos y nosotros, los «fachas» y los «rojos», so­ primeras andanadas. Conocemos las hazañas de la
mos sólo dueños de la tierra que pisamos. Ahora famosa «Loca», mote de guerra aplicado por los
comprendo las palabras del sargento del «2.°», di­ veteranos a la artilleria rápida alemana. Pasaron
chas en su visita relámpago a nuestro campamento los tiempos del no menos famoso «Abuelo», viejo
de Monegrillo: cañón de Fuentes, de la quinta de Agustina, del
—Allá arriba hemos hecho un pacto sin firmas que es común el decir que daba tiempo, entre
ni papel sellado. Tenemos convenido no «zumbar­ estampido e impacto, a cavar la cueva, fumarse un
nos» sino a determinadas horas. Cambiamos papel cigarrillo y meterse sin prisas al abrigo.
de fumar por tabaco picado, y la «Soli» por el La «Loca» no admite tales guasas. La granizada
«Heraldo de Aragón». Cazamos conejos juntos, a de metralla llega cogida del mismo rabo del true­
garrotazos, entre trinchera y trinchera. Y distri­ no. Los dedicados a pronosticar el emplazamiento
buimos las piezas cobradas equitativamente. Los de las piezas, el calibre y trayectoria de la bala,
jefazos llaman a eso «confraternizar» y otra serie el lugar preciso de la explosión, fueron desahucia­
de palabrejas raras. Y hablan de indisciplina y de dos por los manteos de la «Loca». No hay ahora
relajamiento. Sin embargo, ¿no pactan también lince capaz de prevenirnos contra la sorpresa de
ellos con el enemigo, concluyendo treguas para los primeros tutes.
hacernos enterrar a los muertos? Ya sé lo que vas ¥ * ¥
a decir. Resérvate la respuesta para dentro de un
par de semanas, cuando empieces a pedir a gritos Nuestro comandante es un tio con toda la barba.
el relevo. No hay vida más perra que la de rata de Y «Borrascas», el más bruto de todos los maños
trinchera en un frente estancado. Preferibles son que trastean ametralladora. No han tenido frió hoy
mil veces los fregados a campo abierto a esta exis­ los «fachas». Tras el manteo de la «Loca», los bor­
tencia de topo y al cochino deporte de tiro al pi­ des de las trincheras enemigas festoneadas de tios,
chón, siempre al acecho de una cabeza descuidada, en plan de invite y algazara.
y no menos alerta a que te devuelvan la china —¡No tirad, rojillos! ¡Vamos a echar un pitillo!
entre ceja y ceja. Al final acabas en la neurastenia. ¡Respetemos el pacto!
Los pactos surgen por generación espontánea, como —¡Qué pacto ni qué niño muerto! ¡Ya hablare­
los piojos y la sarna. Empiezan entre «escuchas» mos de eso en Burgos!
y guardas de parapeto. Y por deseo imperativo de Cacho, Lacruz, Navarro, «Borrascas», la flor. y
respirar a nuestras anchas, de incorporarnos, de nata de nuestros tiradores automáticos, han hecho
estirar las piernas entumecidas, de hacer ejercicio, un verdadero estropicio.
de correr y de brincar. Y si sienta mal a los galo­ —¡Salvajes! ¡Desalmados! ¡Canalla! ¡Ateneros a
neados, venga la chatarra necesaria para hacer la las consecuencias!
guerra en serio y acábese ese jugar al escondite. Hasta llegada la noche no termina la zarabanda
Verán lo que tardamos en plantarnos en Zaragoza Ración extraordinaria de «Loca» y mortero, jor­
Y menos cuento, compañero... nada tras jornada. El honor antifascista está a
salvo; pero a trueque de reclusión perpetua, de
* * * andar a gatas, de cansancio y aburrimiento, de neu­
rastenia, de existencia de topo, de perra vida de
Por lo visto, más que relevar al «2.'», por simple rata de trinchera.
razón de turno, estamos en plan de reparadores
del «relajamiento». Iniciada apenas la primera jor­ J. PEIRATS
EL EXTREMISMO LITERARIO
A novela de hoy, como testimonio cons- En otro orden de cosas menos aparente, las for­
! ciente o no de nuestro tiempo, es un mas sociales que han ido desde la irrupción de la
formidable . documento psicológico. Pro- burguesía, por proceso de crecimiento, hasta el ca­
, yectada sobre el gran público con me- pitalismo y el super-Estado, con sus contradiccio­
i dios técnicos de difusión de los que ca- nes económicas unas veces y sus apetitos de poder
I recieron los novelistas anteriores, la no­ siempre, han fomentado otros géneros de violencia
vela actual manifiesta su influencia en y mixtificación que han terminado en las terribles
! la escala mundial ante amplísimas mul­ guerras coloniales o en las no menos horrorosas
titudes de lectores; pero en su grandeza guerras por el poder. En ese proceso, que ha reque­
potencial está su tragedia moral. El éxito ha co­ rido, mucho más que antiguamente, la intervención
rrompido los principios de responsabilidad del de una poderosa máquina de propaganda, los escri­
escritor, en la mayoría de los casos, y ha puesto a tores han jugado un gran papel como instigadores.
éste a merced de las pasiones de su público. En La interferencia de la política en la literatura
estas condiciones, la novela tenia que caer, inevi­ siempre ha sido nefasta para la última, pues es
tablemente, en los extremos que caracterizan a evidente que nunca pasó de ser un recurso de la
nuestra época, perdiendo sus objetivos modeladores primera. En ese sentido, los escritores que cons­
en beneficio de los desatados impulsos irracionales ciente o inconscientemente se plegaron a no impor­
del público-patrón. En la medida que el novelista ta qué política de poder—todas lo son—incurrieron
condiciona su obra a las exigencias de la demanda en el delito de irresponsabilidad social. Aqui podrá
ambiente, la despoja de toda intención social salu­ oponerse esa idea tan vulgarizada hoy en dia del
dable y de los esenciales pruritos artísticos. El no­ «escritor comprometido», pero en el fondo esa idea
velista se convierte en instrumento de sus propios no es más que una nueva mixtificación. El escritor
engendros literarios, y su objetivo final inalterable sólo puede comprometerse ante su conciencia y ser,
será el éxito con sus consecuencias publicitarias como decía Camus, el «testigo de la libertad». La
y financieras. En este caso, la obra literaria será libertad es el valor humano fundamental, y el escri­
una deposición contra la clase de sociedad que la tor, como hombre, debe considerarlo antes que
propicia y la estimula y su testimonio válido como nada, por encima de las apariencias de partido o
confesión de parte. Pero carecerá de objetividad de bandería. Si el escritor es incapaz de considerar
consciente, y será ella misma una parte más del al hombre como valor integral, dispersado única­
testimonio. «Por sus obras los conoceréis», podria mente por las supercherías políticas y los simbo­
decirse de esta literatura y de la sociedad que la lismos teológicos, raciales o nacionalistas, su crea­
auspicia. ción será una contribución más al desequilibrio
Caracterizándose las tendencias de la época que humano. Mientras el escritor no se enfrente con
nos toca vivir por sus precipitaciones en los abis­ sus responsabilidades esenciales de cara al hombre
mos de la violencia, la novela de éxito no podia y como hombre, antes que como escritor, es decir,
substraerse a sus influencias, y en mayor o menor sintiéndose previamente solidario del destino huma­
grado se ha plegado a ellas. Del proceso de frus­ no, incurrirá en la misma falsedad que se viene
tración de nuestra civilización técnica se han des­ repitiendo desde Platón hasta nuestros d ía s: la jus­
prendido causas diversas, reveladoras todas ellas de tificación de un orden social fuera de la justicia y
la ruptura de equilibrio social y armonía humana de la libertad y, por lo tanto, inicuo.
Con la irrupción de la burguesía en el plano social Si enfrentamos preferentemente aqui el proble­
y su sentido de la vida fundamentado en el éxito ma de la novela es por su amplia repercusión mun­
personal, en la competencia industrial y la lucha dial, y porque refiriéndose casi siempre a las zonas
comercial, todas las manifestaciones universales emocionales del individuo, es más capaz de desen­
debían saturarse de esa inmoralidad egotista. La cadenar instintos y pasiones. Sobre todo, desde que
misma ciencia del pasado siglo exageró las tesis la radio y el cine se apoyan insistentemente sobre
darwinianas sobre los procesos de selección natural la creación literaria para sus argumentos, ofrecien­
para justificar el predominio de clases y la con­ do a la literatura nuevos campos de difusión por
cepción de una sociedad establecida sobre la com­ la voz y por la imagen. La ampliación de medios
petencia, con todas las desigualdades inherentes a no hace más que acrecentar la responsabilidad
semejante ordenamiento. El resultado de esas for­ moral del escritor frente al público, aunque por
mas de vida no podía ser otro que la exasperación amarga contradicción el tipo del escritor respon­
de la desigualdad social y su evidente injusticia sable sea cada día menos reconocible ante la cre­
el crecimiento del complejo de culpabilidad en las ciente mercantilización literaria. El dilema para el
clases dominantes, el inevitable reforzamiento de escritor que sea capaz de plantearse ciertos proble­
los recursos represivos y la aparición de una téc­ mas de conciencia seria: Educar o satisfacer al pú­
nica de la mixtificación moral que desviara todos blico. Satisfacer al público equivale a plegarse
los descontentos hacia zonas menos peligrosas para incondicionalmente a los apetitos estimulados por
los privilegios adquiridos. La literatura primero, el el tipo de sociedad que hemos descrito, y que es la
cine y la radio después, han sido los grandes ve­ nuestra. Educar al público seria renunciar a una
hículos de esa mixtificación. serie de beneficios materiales, ante la posible inhi­
bición de los perezosos y rezagados mentales, ade­ contenido esencial de la lucha, es decir, sus obje
más de la repulsión hacia toda obra consciente de tivos sociales; en cambio, introduce toda la técnica
los irremediablemente intoxicados, y aceptar úni­ de la salacidad y la morbidez de la sangre y el sexo
camente las ventajas de tipo moral que semejante para representarla. Quiere decirse que él escritor
desprendimiento puede proporcionar a toda con­ de éxito está menos preparado—por falta de inte­
ciencia responsable. Limitación de público y limi­ rés más que de inteligencia—para captar lo esen­
tación de medios corren paralelamente. De ahi que cialmente humano, y transmitirlo multiplicado a
ese dilema sólo pueda ser enfrentado apelando a través del lente de aumento de la literatura, que
la calidad de hombre del escritor, no al oficio sim­ todos aquellos elementos que pueden producir el
plemente. disparo nervioso y la emoción violenta. En este
El oficio ha hecho incurrir a la literatura de sentido el escritor traiciona al hombre, y más aún
nuestro tiempo en el extremismo de la violencia cuando, generalmente, ese escritor extremista con­
literaria. Descontando la baja literatura de kiosco, dena otros extremismos políticos que no están de
que representa hoy en dia una verdadera infección acuerdo con los intereses a los que se ha sometido.
social y un peligro inminente para el equilibrio Esto suele ocurrir, y el caso más típico hoy es Mal-
mental de nuestros contemporáneos, la literatura raux, que pasó del extremismo literario al extre­
de la violencia y de la locura dominan fuertemente mismo politico, y de un extremismo político—el co­
el mercado, acelerando con su influencia el desen­ munismo—a otro extremismo politico—el gaullismo.
freno de nuestra sociedad. El proceso es el siguien­ Como el extremismo politico, del que está pode­
te : el novelista recoge la temática latente en el rosamente influido, el extremismo literario es una
ambiente, la moldea y exagera, devolviéndola con manifestación de la desintegración de un orden
el consiguiente impacto, que no hace más que ace­ social absolutista, sostenido sobre el tinglado del
lerar el movimiento ya existente. Violencia más vio­ egotismo capitalista, evolucionado hasta la exacer­
lencia igual a violencia. Y asi hasta el infinito. Los bación, y de la voluntad de poder cristalizada en
novelistas no ignoran la capacidad de mimetismo las formas actúale^ del super-Eetado. Las probabi­
contenida en el tipo medio de individuo, pues de lidades de equilibrio las podemos encontrar única­
ese conocimiento se valen para modelar sus perso­ mente en las tendencias sociales que se oponen fun­
najes intuyendo de antemano el efecto que van a damentalmente a la voluntad de poder y a una
causar sobre los lectores; por eso en la medida que Economía basada en la lucha de todos contra to­
los protagonistas responden a un tipo de hombre dos. Es innegable que estas tendencias siguen laten­
determinado, ese tipo de hombre poseerá innume­ tes en amplios grupos sociales minoritarios, pero
rables posibilidades de encontrar millares de imi­ cada dia mejor aleccionados y más convencidos de
tadores. En otro sentido, pero relacionándose estre­ sus razones de supervivencia por el ejemplo de los
chamente, la moda produce iguales efectos en base antagonismos de nuestra civilización. Se trata, para
a esa constante capacidad de mimetismo del tipo todos, y para los escritores responsables principal­
medio de individuo, que es la mayoría que produce mente, de dar a conocer todas esas experiencias y
la sociedad. Es indudable que si el escritor recurre aunar las voluntades dispersas en una suprema
a la pintura de sentimientos mediocres, pasiones integración de la cooperación, la justicia y la liber­
infames, instintos ruinejs o hazañas absurdas, las tad frente a las instituciones e individuos que se
posibilidades de incrementación de la mediocridad oponen a la inauguración de un verdadero orden
la infamia, la ruindad y la estupidez se multipli­ humano.
carán infinitamente. Es lo que se hace. Cuando
Hemingway intenta caracterizar la lucha civil espa­
ñola se vale de fórmulas abstractas para definir el B. MILLA
LOS LIBERTARIOS DE RUMANIA
U IE N E S leen la Prensa libertaria, Rumania, pero demasiado poco sobre los liberta­
anarquista o pacifista, encuentran rios de ese país. Voy a completar su informe de
frecuentemente artículos firmados por memoria, pues yo también he abandonado allá mi
camaradas búlgaros y—después de la biblioteca y mi archivo.
segunda guerra mundial—numerosos Es verdad que las ideas anarquistas han circu­
documentos, llamamientos e informes lado en Rumania, incluso durante la segunda mi­
concernientes a la feroz represión di­ tad del siglo XIX, gracias a los refugiados rusos
rigida por el nuevo régimen totalita­ y búlgaros, quienes encontraron allí asilo o partie­
rio contra los diversos movimientos ron en seguida hacia el Occidente. Adeptos de
libertarios de Bulgaria. En este país, todas las con­ Bakunin han pasado la frontera rumana, igual que
cepciones antiautoritarias, desde el anarquismo otros revolucionarios rusos perseguidos por el za­
hasta el tolstoísmo, desde el pacifismo integral rismo. Uno de estos últimos se convirtió en el prin­
hasta la ética vegetariana, han encontrado miles cipal teórico del socialismo rumano, bajo el nombre
de combatientes fieles, y hoy, pese a su martirio, de C. Dobrogeanu-Gherea. Pero los adeptos de Ba­
afrontan la tiranía de un Estado proclamado en kunin o de Kropotkin no han dejado trazos pro­
nombre de la «dictadura proletaria y campesina». fundos. Son más bien los refugiados búlgaros—entre
Sus gritos de revuelta, sus rechazos en aceptar el los cuales se cuenta el gran poeta revolucionario
yugo de un partido militarizado, su acción subte­ Christo Bottev (1847-76)—quienes continuaron en
rránea perseverante, han ganado la simpatía de Bucarest, Braila y otras ciudades danubianas su
las conciencias libres de otros países, la solidari­ acción por la liberación de Bulgaria de la esclavitud
dad activa de sus camaradas de Europa y América. turca. Se reconoce la hospitalidad que estos pros­
Ya se habla de Bulgaria como de una segunda criptos han encontrado en Rumania. Su influencia
España. en ese país fué la del ejemplo: indirecta, indivi­
Pero no se puede decir lo mismo de Rumania, dual, como también la de los italianos conmovidos
separada de Bulgaria por las aguas del «azul Da­ por las ideas de Malatesta y que iban a trabajar
nubio». La situación política y social es la misma, de albañiles o marmolistas. Es entre los intelec­
como en los otros «países satélites», denominados tuales donde es preciso buscar—como ya lo he di­
«Repúblicas populares». El mismo régimen m altra­ cho—lectores más comprensivos de los escritos
ta, las mismas «revoluciones» dirigidas, la misma anarquistas, sobre todo entre los estudiantes.
opresión policiaca. Si hay una oposición en Ruma­ Pero para indicar por lo menos una acción, aun­
nia, es más bien la de los «reaccionarios». Debemos que sea esporádica, en el sentido que a nosotros
decir francamente que no hay en Rumania una nos interesa aquí, es preciso buscar más lejos, entre
resistencia activa de los libertarios, como en Bul­ los jóvenes revolucionarios rumanos de 1848, quie­
garia, pues sus agrupaciones no fueron jamás des­ nes después de su retorno de París han tratado de
arrolladas en el mismo grado en aquel país, con­ transformar algo. Uno sólo entre ellos, Diamant,
siderado primero como latino, y que está ahora ha logrado aplicar las ideas de Fourier, realizando
sumergido por las olas del eslavismo «liberador» sobre la propiedad de un «boyardo» una comuna
Esos movimientos estaban en Rumania más bien agrícola conocida por el nombre de «Falansterio
en un estado embrionario. Individualmente, se po­ de Scaieni». Fué un éxito, pero de breve duración.
día contar con libertarios de todos los matices, El ejemplo era demasiado contagioso, y la «comu­
casi todos lectores asiduos de revistas y de libros na libre» fué destruida por los latifundistas alertas.
que procedían sobre todo de Francia. Muchos de En Bucovina, provincia rumana anexada hasta
ellos, libertarios en su juventud, se volvieron «pru­ 1919 a la monarquía austro-húngara y que ha reci­
dentes» o «prácticos» hacia su edad madura, mili­ bido la influencia de la cultura alemana, las obras
tando entonces en los cuadros de un partido de de Mühsarn, de Landauer, de Pierre Ramus, de Ru-
derecha o izquierda, pero que les aseguraba, si no dolf Rocker, de Max Nettlau han ejercido más
una situación en la «sociedad», por lo menos su influencia entre los anarquistas. Los jóvenes, sobre
pitanza. todo, han emigrado y algunos se fueron a España
No quiero exagerar nada. En este articulo no durante la guerra civil de 1936-39. Pero también
expongo las condiciones de la vida social y política «legionarios» (fascistas) combatieron allí como mer­
de Rumania, sino que doy solamente algunas indi­ cenarios de Franco.
caciones sobre los hombres que han sido conside­ De Transilvania podemos recordar el nombre de
rados como libertarios o anarquistas en ese país. Víctor Arady, un publicista húngaro de tendencias
«L’Adunata dei Refrattari» ha reproducido en su libertarias, que ha estudiado las rebeliones de los
número del 29 de enero de 1949 las declaraciones campesinos rumanos bajo la dominación de los
que un joven anarquista rumano ha hecho a «Uma- Habsburgos. Pero, atraído por el espejismo comu­
nitá Nova». Esta «voz de Rumania» es la única que nista, desapareció en alguna parte de la Unión So­
yo he escuchado, después de largos años. Este joven viética.
se escapó de la tiranía bolchevique y conoce ahora Generalmente, los verdaderos1 libertarios de Ru­
un poco de libertad en un... campo de concentra­ mania debían buscar en otra parte un medio más
ción de Italia. Nos dice algo sobre la situación en favorable. Emigraron hacia el Occidente, sobre todo
hacia América del Norte. Marcus Grahani, redac­ Pellico, etc. Haría falta citar todavía otros nom­
tor del periódico «Man», de San Francisco, es ori­ bres y títulos para mostrar cómo Musiou ha sabido
ginario de Rumania. En su antologia «Poetas re­ elegir entre todos los dominios literarios algo que
volucionarios» ha publicado la poesía de George podia ser útil a la acción de liberación intelectual
Cosbuc «Queremos la tierra», el grito de los cam­ y social, a la difusión de la cultura profundamente
pesinos rumanos que reclamaban la división de los humana entre las capas denominadas populares.
grandes dominios de los «boyardos». Y Joseph Ishill Panait Musoiu no era un editor en el sentido
también. Era un obrero tipógrafo de Botosani, de comercial, sino un servidor desinteresado de la
donde marchó hace cuarenta años para realizar en cultura, realizando todo el trabajo de traductor,
Nueva Jersey esa magnifica colección de obras comentador y propagandista. Vivia como un anar­
libertarias, esos libros perfectos desde el punto de quista: pobre en una sociedad mercantil, pero rico
vista gráfico y artístico, que ha traducido, anotado de esperanzas y de abnegación, solidario con los
e impreso, y que son apreciados no solamente en camaradas de otros países. Yo he bosquejado su
todos los medios anarquistas, sino también por los retrato en mis «Peregrinaciones europeas», cuando
más exigentes bibliófilos. (Yo he dedicado a su Max Nettlau—a quien visité en Viena en 1930—me
«Oriole Press» un articulo en uno de mis libros de preguntó por él. La pequeña pieza de Nettlau, toda
«Ensayos», 1936.) abarrotada, de papeles, me recordó la áe Musoiu.
Asimismo Panait Musoiu, la más prominente Pero éste habitaba entonces en una casita casi
figura anarquista de Rumania, ha hecho su apren­ hundida en un patio fangoso, en un arrabal de
dizaje en el extranjero. Vivió algún tiempo en Bru­ Bucarest. Los folletos formaban una doble muralla
selas hacia el fin del siglo pasado, y de regreso a hasta el techo: ese era el depósito de la «Biblio­
Bucarest dirigió, con el doctor P. Zosin, «Miscarea teca Ideei»... En medio, una cama de hierro y una
Sociala». una de las primeras revistas rumanas pequeña mesa. La puerta, siempre abierta. Si el
(después de «Contimporanul», de Ion Nadejde) con­ camarada no estaba alli, un pedazo de lápiz colo­
sagradas a las nuevas cuestiones sociales. El doctor cado sobre una hoja blanca invitaba al visitan­
Zosin, establecido en Yassy, se convirtió en el pro­ te a escribir una palabra. Una centena de ma­
motor del «positivismo» de Augusto Comte, y Mu­ nuscritos esperaban su turno para la impresión
soiu continuó, puede decirse solo, la obra de difu­ Musoiu sabia apretar bien, en sus folletos, esos ca­
sión de las ideas libertarias mediante la «Revista racteres menudos que dan un libro completo en
Ideei», cuya colección de 1900 a 1916 constituye sólo cuarenta y ocho páginas. Tenia vendedores
una verdadera enciclopedia. De espíritu más bien benévolos y fieles abonados. Llevaba la vida de un
ecléctico. Musiou fué al comienzo socialista, rela­ ermitaño, pero libre. Recibía la camisa de franela
cionado con los sobrevivientes de la Primera Inter­ de un amigo de Nueva York, el calzado de Italia
nacional. Reunió en dos folletos, «Orientaciones» y la chaqueta no sé de dónde... Comía durante dos
«Otros Horizontes», sus articulos de critica social. dias en la casa de un camarada, y desaparecía du­
A continuación se dirigió hacia las fuentes diversas rante un mes o dos en el campo, en el viñedo de
del anarquismo, traduciendo a los autores más ca­ un amigo «enriquecido» o en la casa de reposo de
racterísticos, desde Bakunin y Kropotkin hasta los escritores, en Ardeal... Estaba siempre vigoroso,
Malatesta y Sebastián Faure, sin descuidar las calmo, mesurado, los bolsillos llenos de manuscri­
obras de Historia, de Sociologia, de Literatura que tos e impresos. Imprimia sin tregua traducciones,
pueden ayudar a la difusión de las ideas y del espí­ pues no teniendo ya su revista, no escribía estu-'
ritu libertarios. Publicó una centena de obras en dios originales. Su generosidad era «libresca». Ofre­
ediciones populares, que repartia con perseverancia cía folletos desde que se le decía «buenos dias»
en todos los medios. Antes que la sistemática pro­ Ahorraba dinero, pero para los impresores. Y
paganda socialista y comunista en Rumania, ha encontraba linotipistas que trabajaban para él algu­
contribuido con sus traducciones a esta elemental nas horas por pura amistad...
cultura sociológica que las jóvenes generaciones Y cuando Nettlau me preguntó cuántos verdade­
encontraban en la colección de «Biblioteca de la ros anarquistas se encontraban en Rumania, debi
Revista Ideei». Muy pocos de esos jóvenes han per­ confesar que «en nuestro pais el anarquista es con­
manecido fieles a Panait Musoiu. Eran captados en siderado como un espantajo. Para los burgueses y
seguida por los partidos políticos. Pero el tenaz los chicos es un tipo salvaje, de rostro duro, los
traductor continuaba difundiendo sus folletos, ge­ largos cabellos en desorden y llevando a menudo
nerosamente, adjuntando a los «clásicos» libertarios una chalina anudada como una cuerda de un ahor­
los clásicos de la Literatura y de la Filosofia uni­ cado. Y en su bolsillo se puede encontrar siempre
versal. A veces editaba también textos curiosos una bomba o, al menos, uña daga».
como las «Memorias de Judas Iscariote», resúmenes Nettlau comprendió bien: salvo Musoiu, yo no
de Platón o de Leonardo de Vinci. Pero no olvi­ oodia nombrarle otro «verdadero anarquista». Pero
daba «Walden», de Thoreau; la «Moral fundada Musoiu era el hombre más dulce y apacible. La
sobre las leyes de la Naturaleza», de M. Desum- «fuerza explosiva» se encontraba en los folletos
bert; el «Pequeño Manual Individualista», de Han que difundía, infatigable, indiferente a los cambios
Ryner; los estudios de Antioco Zueca, de Jean Ma- de los regímenes... Más tarde dejó su pieza de
réchal, de Augusto Boyer, de Bertrand Russell, las arrabal para llenar otras tres, en el centro de la
páginas patéticas de Most, de Lafargue, de Re- ciudad. Ha escapado sano y salvo a los bombardeos
chis. de Coeurderoy, de Grave, de Paraf-Javal, y de la guerra, a los trastornos de la dictadura, a la
los libros de educación racionalista, de moral ocupación nazi y a la «revolución». Y después de
anarquista, de vulgarización científica, de filosofia la «liberación» de Rumania, siempre lúcido y acti­
humanista (Paul Gille), y también novelas y rela­ vo, muere el 14 de noviembre de 1945, el mismo
tos que desarrollaban el espíritu critico: «Qué dia de su 80." aniversario. Naturalmente, el nuevo
hacer», de G. N. Tchernichewsky; «Los malos pas­ régimen, ya subordinado a los bolcheviques, ha
tores», de Octavio Mirbeau; las Memorias de Silvio hecho... el elogio de ese «precursor del socialismo»
en Rumania. La Prensa dirigida no sabia nada más vante y Europa entera, para descubrir por último,
del inmenso trabajo libertario que Musoiu ha cum­ detrás del espejismo comunista, todo el horror de
plido durante medio siglo, sin partido, sin preben­ la tirania estatista y de la burocracia asesina. No
das, sin la comodidad de la burocracia política y podía adherirse ya a nada, pero ha quedado, pese
policiaca que reina en ese pais, como en los otros a sus contradicciones, como un defensor del Hom­
donde se ha instalado el absolutismo estatista, que bre y su libertad. Los muros del silencio lo han
no es ni «revolucionario», ni «popular», ni siquiera aislado, pero durante sus últimos años, en Buca­
«democrático». rest, roído por la tuberculosis, ha gritado sus ver­
En cuanto a otros libertarios de Rumania, si dades a los calumniadores, vanamente ha pedido
todavía existen, no pueden manifestarse abierta­ a Romain Rolland (convertido en ese tiempo en
mente, como los camaradas de Bulgaria. La oposi­ defensor de la U.R.S.S.) responder a sus penosas
ción es preferentemente subterránea. Y si se preguntas. Yo he bosquejado ese proceso de con­
encuentra en la Prensa rumana un articulo firma­ ciencia en mi prefacio a la versión española de
do por un antiguo compañero de Musoiu, se sabe «Mi Cruzada», compilación postuma de los últimos
que ha hecho «mea culpa», o que trata de «conci­ artículos de Panait Istrati (traducidos por Tito-
liar la cabra con el repollo». Livio Bancesco; Edit. Armonía, Buenos Aires, 1937.)
Neagu Negulescu publicó, antes de la guerra, Ya vendrá el tiempo de hacer justicia a la obra y
algunas obras de literatura social. C. Brudariu, dos al hombre, del cual no se puede pronunciar ya el
folletos sobre el progreso de los pueblos, la paz y nombre en Rumania. Pero aquí, en América del
cultura de la Humanidad. A. Galatzeanu contribuyó Sur, por todas partes donde he ido he visto todos
también con una pequeña colección de folletos: sus libros, en castellano, en los escaparates de las
«Pagini Libere», con el mismo espíritu que «Revista librerías, y numerosos son los que—también entre
Ideei». Después, con dos revistas esporádicas: «Cul­ los libertarios—me han pedido les explique «el caso
tura Omului» y «Pagini Libere», más bien eclécti­ Istrati».
cas, y, pese a sus preferencias por los clásicos liber­ Entre las declaraciones del joven rumano refu­
tarios, se ha dejado arrastrar hacia los compromi­ giado en Italia y publicadas en «Umanitá Nova»
sos políticos «del momento». (mencionadas al comienzo de este articulo) se
Un joven autodidacta, Ion Ionesco-Capatzana, ha encuentra el siguiente pasaje :
sido un celoso propagandista del esperanto, el ve­ «Nuestro compañero nos hablaba también de
getarianismo, el pacifismo y diversas tendencias aquel movimiento «humanitarista» de mucha afini­
libertarias, que ha expresado en su revista «Vege- dad con el anarquismo, que tenia como orientador
tarismul» (Bucarest, 1932-33) y en una serie de a Eugen Relgis, actualmente emigrado en el Uru­
folletos. Dejó su pais hacia 1935. En París dirigió guay y cerca de nuestros compañeros de allá. Tam­
el servicio de Prensa en esperanto durante la gue­ bién el movimiento «humanitarista» ha sido dis­
rra civil española. En 1938 se estableció en Sou- persado por la dictadura de Anna Paucker, por el
traine-par-Rantigny (Oise), en los limites de un régimen de partido único, por el severo «control»
bosque, en un pabellón de madera, arreglando allí bolchevique sobre la vida cultural del pais.»
una buena biblioteca y una pequeña imprenta. Cul­ Estoy obligado, pues, a hablar un poco de mi
tivaba su huerta, imprimía él mismo folletos y la mismo. Este no es el momento de exponer una acti­
revista «Artistocratie» (1939-40) en cuatro lenguas: vidad cultural y social que se ha manifestado en
esperanto (Capatzana), francés (G. de Lacaze-Du- Rumania durante treinta y cinco años (1912-1947) y
thiers), español (B. Cano Ruiz) y rumano (E. Rel- en diversos centros internacionales. He escrito en
gis). Quería realizar allí un centro de relaciones otras partes sobre las circunstancias de mi viaje a
internacionales y las reuniones de los libertarios la América del Sur (y también en mi pequeño libro
eran bastante animadas. Vino la guerra. Los nazis sobre el profesor George Nicolai: Edit. «Recons­
no han tenido tiempo de inquietarle, pues murió truir», Buenos Aires, 1949). Simplemente, continúo
en abril de 1942, después de haber comido—él, ve­ mi trabajo en este rincón de libertad—relativa, evi­
getariano integral—hongos que hizo recoger en un dentemente—, y este trabajo es doble, pues debo
bosque vecino. El médico estaba demasiado lejos recuperar los años perdidos durante la guerra y la
para llegar a tiempo al «Bosque de la Soledad». dictadura en Rumania.
Es esta una pérdida dolorosa para nosotros, pues Lo que debo explicar aquí es que el «humanita­
Ion Capatzana estaba hirviente de energías y de rismo», del cual he expuesto los principios en 1921.
iniciativas. El último folleto que ha traducido, co­ es una concepción positiva, de ningún modo dog­
mentado e impreso, contieno algunos testimonios mática, en continuo desenvolvimiento y que con­
de Panait Istrati, «el hombre que no se adhirió tiene todos los elementos favorables al individuo,
a nada». a la personalidad humana, sin descuidar los ideales
Este gran vagabundo ha conocido tardíamente la y los intereses permanentes de la Humanidad
gloria literaria, gracias a la primera comprensión entera, del «organismo de la especie». El «Primer
de Romain Rolland, pero después de su gesto deses­ Grupo Humanitarista» que fundé en Bucarest en
perado de suicida en Niza. Puede ser situado entre 1923 fué, ante todo, un centro de estudios. Pero la
los libertarios, por su espíritu de independencia, idea ha determinado la acción: veintitrés centros
por la búsqueda de la fraternidad humana, por su se formaron entre 1924-32 en Rumania y numero­
rechazo de aceptar las mentiras políticas y por su sas son las publicaciones que se han inspirado
sed de justicia, que le hizo escribir, después de un en este «humanitarismo». Nada de organización
largo viaje en la Unión Soviética, los tres libros: burocrática, sino libre emulación. ¿Venia quien que­
«Rusia al desnudo». Este narrador, del que se co­ ría, y... partía quien quería! Yo estuve secundado,
nocen por todas partes las emocionantes confesio­ durante esos años, por mi fiel secretario, Ion Mehe-
nes, nació cerca de Bra'ila, de padre griego y madre dintzeanu (a quien una enfermedad incurable le
rumana, militó durante su juventud en los medios hizo suicidarse en 1929).
socialistas, atravesó en seguida los países del Le­ En mis revistas «Umanjtatea» (Yassy, 1920), «Cu-
getul Líber» («Pensamiento Libre», 1927-28) y «Uma- «Según Max Nettlau («Bibliografia de la Anar­
nitarismul» (1929-30, Bucarest) he publicado tam­ quía», 1896), los orígenes del movimiento socialista
bién artículos firmados por libertarios de todos los rumano son anarquistas. Su fundador fué Nikolai
matices, de Rumania y de otros países. Mi «huma­ Petrovitch Dragosch (Zubku Kodreanu), cuya bio­
nitarismo» es también antiautoritario, antiestatista. grafía en lengua rusa, por Z. Ralli, apareció en
apolítico y antipolítico; proclama el pacifismo inte­ 1879, en Ginebra. Sus discípulos, el doctor Russel
gral, el postulado individual y no ignora nada de y Joan Nadejde, hicieron una intensa propaganda
lo que se denomina revolución económica y revo­ en Besarabia, en 1879-1881, editando en Jassy un
lución social. Es en la «Enciclopedia Anarquista», periódico y varios folletos. Dos años más tarde
de Sebastián Faure, donde he expuesto ampliamen­ (1884-1885), C. A. Filitis y G. Munteanu trasplan­
te la significación del «humanitarisího». Mis «Prin­ taron a Bucarest el centro de la propaganda escri­
cipios humanitaristas», traducidos en catorce len­ ta, donde el primero editó una revista. «Toda esta
guas (y muchas veces en algunas de ellas), han literatura es más o menos anarquista», dice Nett­
sido publicados igualmente en folletos y periódicos lau, y añade: «Hasta 1886 no logra introducir C.
editados por diversos grupos libertarios. Haría falta Dobrogeanu el marxismo en Rumania, que sirve
una extensa bibliografía para mostrar la buena de máscara a los socialistas convertidos en vulga­
acogida que he encontrado en los medios anarquis­ res políticos.»
tas, individualistas, socialistas-libertarios y anarco- El anarquismo resurge vigorosamente con Ch. A.
comunistas, y eso sin hablar de los movimientos Teodoru, Pescani y los compañeros italianos emi­
pacifistas y humanitarios. grados ; Panait Zosin y Panait Musoiu polemizan
No estoy, pues, asombrado de verme gratificado con Joan Nadejde, convertido a la socialdemocra-
con el nombre de humanitarista-libertario-anar- cia, fundan la revista «Munca», traducen y editan
quista-individualista, o de otro modo. Ello es una a Reclús, Most, Malatesta, hacen del movimiento
prueba de la afinidad que une a esa gran «familia anarquista rumano el movimiento más vigoroso de
humana» de la cual los miembros, esparcidos en todos los Balcanes. (Para más amplias informacio­
este vasto mundo dominado por la intolerancia y nes, ver «Der Socialist», de Berlín, 5 de septiembre
la violencia, persiguen los mismos fines: la libertad de 1896.)»
y el desenvolvimiento del individuo; la justicia, que Siendo conocido el cuidado con que Max Nettlau
jamás está basada sobre la opresión y la esclavi­ comprobaba sus fuentes de información, recono­
tud ; la fraternidad, que significa la solidaridad cemos la exactitud de los datos. Agregamos que
social y espiritual de la Humanidad, la cual es Z. Ralli, el autor del folleto citado, era el seudó­
también un organismo mundial del que las células nimo de Zamfir Arbure, y que murió en Bucarest,
—los individuos—pueden y deben vivir mediante el muy viejo, después de la primera guerra mundial.
apoyo mutuo, en armonía creadora. Ha publicado en rumano un libro de memorias
En ese sentido es en el que me asocio a los votos concerniente a su acción y sus detenciones en Ru­
expresados por «La Obra», publicación anarquista sia. De ellas se encuentran extractos en traducción
de Buenos Aires, que, dando cuenta de la situación inglesa, en el volumen consagrado a Elíseo y Elie
en Rumania (abril 1949), concluye: «Se ha asegu­ Reclus, editado e impreso por Joseph Ishill («The
rado que en las actuales circunstancias el anar­ Oriole Press», Berkeley Heights, N. Y., 1937).
quismo no podrá reorganizarse en Rumania, ni La revista de Joan Nadejde se llamaba «Contim-
ningún otro movimiento que no responda a la poranul», y su colección fué muy consultada por
orientación del despótico régimen bolchevique. Sin sus estudios sociales. Con un grupo de intelectuales
embargo, basta observar la lucha clandestina de socialistas, Nadejde ha pasado después a las filas
resistencia a sus opresores que sostienen los anar­ del partido liberal rumano, uno de los más reaccio­
quistas, en Bulgaria, España, Portugal y otros paí­ narios, a pesar de su nombre. Las polémicas que
ses, para negar validez a esa afirmación. A pesar Nadejde y sus «generosos» han tenido con el anar­
de todos los despotismos, el hombre tiende siempre quista Musoiu y el socialista C. Dobrogeanu-Ghe-
hacia la libertad, y en las entrañas del Pueblo vive rea han sido, sin embargo, útiles para clarificar un
y se agita eternamente un sentimiento instintivo poco la confusión que reinaba en los diversos cam­
de repudio a sus déspotas. Y en ello basamos nues­ pos «ideológicos»,
tra opinión para señalar que tenemos fe en la recu­ Pero cuando Nettlau dice que «toda esa litera­
peración de ese Pueblo, pese a la acción nefasta tura era más o menos anarquista», debemos aña­
de la dictadura roja.» dir que la influencia de los refugiados rusos en
Eugen RELGIS Rumania, hacia el fin del siglo XIX, fué harto va­
riada. Si había adeptos de Bakunin o Kropotkin.
no se puede ignorar la influencia de los socialistas-
revolucionarios rusos, cuyo doctrinario era N. C.
* * * Mihailowski. Una de las ideas esenciales de su con­
cepción filosófica y social era «la ley universal de
la lucha por la individualidad». En mi revista
«Umanitatea», de Jassy (Rumania), Alexis Nour ha
POST-SCRIPTUM expuesto esta doctrina (números 1-6, 1920). Yo le
consagré algunas páginas en mi libro «El Huma­
En el periódico «Organización Obrera», de Bue­ nitarismo y la Internacional de los intelectuales»
nos Aires (julio de 1949), he encontrado un suelto, (Bucarest, 1922), Este capitulo, ampliado, se ha pu­
reproducido integralmente de «Ruta», de Francia, blicado en francés: «Umanitarisme et Individua­
titulado «La voz anárquica de Rumania», de que lisme», en un folleto editado por «L’en Dehors»
ya hablé cuando se publicó. El autor, A. P., se refiere (Orléans, 1932), y también en español, Colección de
al gran historiador del anarquismo, Max Nettlau. «Cuadernos de Cultura» (Madrid, 1933).
He aquí el suelto: ¡Todo eso es ya Historia! Los últimos cincuenta
años de socialismo autoritario han culminado, en pesar de su martirologio—son aún numerosos y el
Rumania también, en el régimen comunista tota­ mundo retumba de sus gritos de revuelta.
litario, que sofoca sin piedad toda voz de libertad
Pero en Bulgaria, el pais vecino, los libertarios—a E. R.
LA LIBERTAD Y EL ESTADO
UESTRA época, que con seguridad está fico. El segundo lo es de personas, de individuos.
predestinada a tomar como nombre Por eso cuando el capital ha entrado dentro de la
histórico «la de los grandes Estados», órbita del monopolio estatal, como en el último de
nos está demostrando, más rotunda­ sus reductos, el capitalista, la persqna, el individuo
mente cada dia, que el problema fun­ ha quedado excluido de él, por lo menos en la for­
damental que el Estado plantea al ma de su vieja clase. Sólo en el grado en que le ha
hombre es el de la libertad. sido posible adaptarse al nuevo sistema del mono­
Esta es una verdad que ha venido polio absoluto, como pieza funcional de ese sistema,
siendo incomprendida—podria decirse ha podido conservar sus privilegios. Dicho de otro
que ha pasado inadvertida—por la mayor parte de modo, como lo hace notar García Pradas en sus
las tendencias filosóficas e ideológicas de nuestro estudios dedicados a este problema, el Estado mo­
tiempo. Fué esta la piedra angular que dió en derno constituye en cierta forma la creación de
Proudhon base al anarquismo como corriente filo­ una nueva clase que se alimenta y obtiene privile­
sófica. Pero, inclusive dentro del cauce de esta co­ gios en tanto que empleada de ese monopolio único
mente, quizás por excesiva preocupación hacia los y en la medida en que lo sirve.
problemas inmediatos, no se llegó a considerar, Tómese como ejemplo lo que fueron los regíme­
hasta el momento en que la experiencia nos golpeó nes de centralización estatal en Italia y en Alema­
en la frente, la importancia que el problema me­ nia, cuyas ligeras diferencias no son más que va­
recía. riantes circunstanciales. Considérese asimismo el
Debe anotarse que fué pura y exclusivamente el actual régimen de España y estúdiese la trayectoria
anarquismo quien apuntó siempre al Estado como de la curva a que el capitalismo está impulsando
la negación de la igualdad social y la justicia. Fué a la mayor parte de países llamados todavía demo­
precisamente la lucha por esa igualdad social con­ cráticos.
tra el capitalismo, apoyado y amparado por el De cómo la tendencia marxista ha llegado a con­
Estado, la que desplazó en cierto modo a un plano clusiones idénticas—como lo demuestra la experien­
posterior la verdadera idiosincrasia del Estado, en cia rusa—, es cuestión que merece párrafo aparte
tanto que negación de la libertad individual. A La aberración ha consistido precisamente en no
fuer de marchar juntos, y a pesar del desdobla­ haber sabido diferenciar entre capital y capitalista.
miento que Proudhon supo percibir como nadie, el Haber imaginado que los individuos que constitu­
Estado y las clases económicamente poderosas die­ yen un Estado absoluto, centralizador de toda la
ron la impresión de ser una misma cosa. El gigan­ Economía de un país, iban a dejar de ser una clase
tesco desarrollo del Estado—crecimiento "patrocina­ privilegiada e iban a dejar de defender su condi­
do por el capitalismo, por ejemplo en Italia, pero ción de tal en todo momento, es una ingenuidad
no en Rusia—, puso de manifiesto que si el capita­ inaceptable. La experiencia rusa no ha servido más
lismo era un principio de expoliación económica, que para mostrar a los capitalistas la forma en
el Estado, por su cuenta, no era tan sólo la espada que podían superar su crisis, salvando al mismo
que imponía ese principio, sino que poseía una pro­ tiempo, en tanto que individuos, su situación pri­
piedad inherente a su naturaleza que tendía a la vilegiada. El fascismo ha sido la consecuencia de
anulación del movimiento y hasta del pensamiento esa lección. En forma alguna es cierta la supuesta
individual. El propio capitalismo, con la miopía que necesidad de un Estado totalitario para llegar a la
le es característica para todo aquello que se refiere sociedad sin clases. La posibilidad de llegar a ella,
a valores humanos, no se ha percatado todavía ante el hecho hoy consumado de la existencia de
enteramente de ello. ese Estado absolutista, no se halla precisamente
El Estado moderno, con su proceso de centrali­ en la forma de fatalismo histórico en la que los
zación e intervención en todos los aspectos de la marxistas más avisados están demostrando no creer
vida de un país, es en realidad la consecuencia de tampoco, sino en la de la lucha contra esa nueva
la oposición sistemática del capitalismo a la socia­ clase estatal, sea su oi'gen cual fuere. Lo que no
lización, cada dia más necesaria al hombre. La na­ se nos escapa es que ahora esta lucha va a ser mu­
cionalización, como vértice de la Economía dirigida, cho más difícil, por la razón evidente de que esa
viene a ser hoy el último baluarte de la diferencia nueva clase estatal posee todas las armas en sus
de clases y del privilegio. Es, en verdad, el último manos y porque no repara en suprimir la poca
monopolio en que forzosamente tenia que concluir libertad individual existente para sostenerse. En
el sistema capitalista, y que sólo un Estado poli­ esa deshumanización de los procedimientos radica
ciaco y despótico es capaz de sostener. la verdadera condición del Estado. A los individuos
Pero cuando el proceso estatal ha llegado a dicho privilegiados no les seria posible utilizar tales pro­
grado de desarrollo, al monopolio absoluto, es cuan­ cedimientos si no fuesen amparados por una razón
do se pone enteramente de relieve la diferencia de Estado. El sistema estatal, materializando su
-que todavía hoy está pasando inadvertida para forma abstracta en los individuos que lo constitu­
muchos—entre el capital y los capitalistas. El pri­ yen, hace posible esta utilización.
mero es un problema de sistema, de engranaje dire­ Estamos de lleno en el problema del individuo, con
mos si queremos expresarlo de un modo más grá­ todo el bagaje de libertades que su propia existencia
implica, frente al Estado que justifica la suya sólo en el salario, sino en la impunidad de que gozan
por la negación de dichas libertades. Dice Albert para proporcionarse ingresos extraordinarios—de
Camus, a este propósito, que existe una caracterís­ que tal aceptación se cumpla a rajatabla.
tica en el Estado moderno—la burocracia—que hace No es, pues, tal o oual libertad del individuo lo
que cuando debemos dirigirnos a alguna de sus que el Estado pone en discusión, sino la propia
dependencias, en cumplimiento de cualquier obli­ humanidad del hombre. Y contra esa anulación de lo
gación entre las muchas que nos impone, no tro­ racional es contra lo que el hombre siente necesidad
pecemos jamás con un sér humano. El empleado de rebelarse. No hay progreso, ni belleza, ni verda­
estatal nc es un hombre que pueda decidir por ini­ deras corrientes de pensamiento humano donde las
ciativa propia y de una forma humana en cada libertades individuales han sido suprimidas. Ahora
caso. Es simplemente un funcionario^ un resorte más que nunca, el hombre tiene necesidad de que
del engranaje. Lo afirma él mismo en cuanto la nuevas ideas surjan de su mente, capaces de po­
rigidez de las tablas que le han sido colocadas entre nerlo sobre la ruta de las soluciones humanas,
las manos nos obliga a protestar. No estamos, pues, frente a los grandes problemas que la utilización
hablando con un hombre. El hombre, si no se ha de la técnica y de la ciencia le plantea. El verda­
identificado todavía mucho con las tablas que le dero obstáculo con que tropiezan esas humanas
han proporcionado, es en muchos casos capaz de soluciones es el proceso de desarrollo en que se
comprendernos. Pero allí, sobre su pupitre, están encuentra el Estado en la mayor parte de países.
los rígidos mandamientos como una muralla entre Todo problema tiene su forma interrogativa. El
las dos humanidades. El Estado está allí presente, que el Estado le plantea al hombre es el de si
y, por lo tanto, lo humano no puede tenerse en quiere seguir siendo un sér racional, humano, o si
cuenta. prefiere construir con los progresos técnicos y cien­
Esta deshumanización apuntada, se reproduce en tíficos—fruto de su razón libre—un hormiguero
todos los demás aspectos de la vida de un país a donde queden limitadas para siempre sus posibili­
medida que el Estado los interviene y monopoliza dades de una vida mejor.
El hombre va desapareciendo progresivamente en Los llamamientos que algunos hombres, aunque
la proporción en que las libertades individuales van pocos y dispersos, hacen a la razón humana, per­
siendo suprimidas. Ya no es el trabajador quien miten esperar que finalmente nos decidiremos a
produce, ni el filósofo quien piensa; la belleza ya considerar de nuevo la libertad individual como
no la crea el artista, ni es el escritor quien se principio de todo valor humano. El anarquismo
expresa. Unicamente el Estado produce, crea, pien­ tiene derecho a la satisfacción de haber sido el pri­
sa y expresa. Al individuo no le queda más libertad mero en percibir los peligros que en el Estado se
que la de someterse a ese sistema de producción y encerraban, y de haber sido al mismo tiempo la
aceptar como belleza y pensamiento los que expre­ corriente filosófica que con mayor impulso ha ve­
sa el Estado. Los funcionarios, la nueva clase, son nido oponiéndose a su desarrollo.
los encargados—deseosos de mantener su posición
de privilegio económico, que no siempre se refleja J. CARMONA BLANCO
OROGRAFIA INVERNAL

EL MONTE BLANCO
NO de los fenómenos naturales que más está situado en el punto preciso en que se reúnen
atrae a los hombres son las monta­ los limites de tres naciones: Francia, Suiza e Ita­
ñas. Por algo somos descendientes de lia, de tal suerte orientadas que un excursionista
los que en ellas tuvieron su cuna; no que pasase un dia completo en aquella cima, vería
precisamente en sus cumbres, sino en salir el Sol por Suiza, a mediodia observaria al Sol
sus vertientes y sus faldas, que les sobre Italia y lo vería luego ponerse por tierras de
ofrecían cobijo en sus cavernas, de­ Francia.
fensa en sus alturas y alimento en Es evidente que no es único en el mundo este
sus animales, sus plantas y sus to- caso de verse superadas las divisiones territoriales
rrentes. humanas por la lógica natural, porque de todos es
Las montañas, además, como el mar, nos infun­ la luz y de todos es la tierra, pero lo citamos por
den admiración y respeto; no por la ley física de su proximidad y general desconocimiento, no obs­
ia masa, sino por la ley moral de su serenidad y su tante la satisfacción y complacencia que ocasiona
grandeza, pues en ellas no hay nada nimio ni insig­ su comentario.
nificante. Conocemos perfectamente la constitución geoló­
Las montañas se eslabonan como cadenas inmen­ gica de los Alpes y la intrincada topografia de los
sas y forman lo que llamamos cordilleras; especies mismos. Es, como todas las grandes cordilleras, una
de vigas de carga del edificio del mundo, como só­ arruga enorme de nuestro planeta iniciada en las
lidas llaves del arco que constituye la redondez del primeras edades de su formación. Cuando todas las
planeta; siempre algo importante, algo notable, rocas eran cristalinas y estaban blandas como la
algo definitivo. Ellas son las espinas dorsales de cera y la Tierra se contraía rápidamente bajo las
los continentes, a su solidez están supeditadas todas primeras lluvias, ocurría en la Tierra lo que ocurre
las tierras, y cuando la bravura de los mares llega en un globo cuando se deshincha: se arrugaba. Al
a las bases de las montañas, se rinde a ellas, impo­ disminuir de volumen interno, le sobraba superficie
tente, después de los más inauditos esfuerzos. y formaba largas montañas, proporcionales al glo­
Dos cordilleras importantes tenemos en nuestra bo. pero montañas, aristas salientes, algo que esta­
proximidad, con la notable coincidencia extraña de bilizaba el problema en una forma determinada y
su diferencia de orientación: los Pirineos y los concreta.
Alpes. La primera nos es muy conocida, pero la se­ Aparte la Geología (Ciencia de la Tierra) y la
gunda no nos lo es tanto. Ciencia en general, nosotros amamos a las monta­
Los Alpes son la frontera natural de Francia con ñas—ya lo hemos dicho al principio—, pero estima­
Italia y Suiza, o sea sensiblemente perdendiculares mos oportuno insistir en el tema, que es infinito
a la orientación pirenaica, habiéndose dividido en como el tiempo y como la esperanza.
tres principales secciones: Alpes Occidentales. Cen­ Cuando el hombre estudioso realiza excursiones
trales y Orientales. Tienen 1.200 kilómetros de lon­ a altitudes superiores a 2.000 metros, cree haber
gitud y una altura media sobre el mar de 2.500 me­ traspasado el dintel de un nuevo mundo. La sole­
tros, siendo ricos en cumbres famosas y picos re­ dad, el silencio, la inmovilidad y la muerte apa­
nombrados en el mundo científico. Los principales rente le rodean a todas horas. El no es nada, no
son: el Monte Blanco, Rosa, Cervin, Pelvoux, Viso, representa nada. Sobre estas superficies cubiertas
Genévre, Cenis, Simplón, Saint-Gothard, etc. Desde de nieve que rodean los picos pelados, desprovistos
Francia se pasa a Italia por varios puntos de tan de toda vegetación, donde la presencia de un sér
escabrosa cordillera, como asimismo se atraviesa animado es accidental, la Naturaleza trabaja sin
desde Suiza por diversos lugares, tanto por medio descanso, tan activamente como en el seno de los
de carreteras como por caminos de hierro que uti­ océanos, aparte y sin tener en cuenta la existencia
lizan túneles gigantescos, obras magnificas y admi­ de los hombres, pues éstos, en aquellos laboratorios
rables que son evidentes vehículos de fraternidad superiores, son unos verdaderos intrusos.
humana y de positivo progreso. Porque, en efecto, todo parece decirles: ¿Qué ve­
Varias e importantes particularidades contienen nís vosotros a hacer aqui? Retornad a vuestros
los Alpes, y una de ellas es poseer la cumbre más campos, volved al nivel de los rios, a los valles
alta de Europa después del Cáucaso. Es la del feraces y floridos donde estáis aclimatados; aqui
monte que encabeza estas lineas: el Monte Blanco, no pueden ocurriros sino desgracias. En estas altas
que se eleva a 4.810 metros .sobre el nivel del mar regiones obedecemos a leyes demasiado imperiosas
y tanto en esta altura como en otras varias, asi para vuestra manera de ser, hombres débiles y qui­
como en ciertas elevadas cuencas, existen nieves zás degenerados. Idos a elevar diques y pretiles a
eternas o perpetuas, es decir, que la tmperatura es lo largo de los rios; a construir presas para retener
siempre sumamente baja. todas las aguas salvajes que huyen hacia el mar
Otra particularidad interesante se refiere concre­ aprovechando las fuerzas que os brindan, llevadas
tamente al pico del célebre Monte Blanco, y es que por los conductores de sus hilos líquidos; a levantar
promontorios de piedra por todas las costas que espíritus la preocupación de los grandes problemas
sean refugio de abundantes industrias m arítim as; sociales que consisten en aportar a la ayuda del
a abrir pasos por debajo de las montañas para que hombre las fuerzas que la Naturaleza nos ofrece
crucen vuestros vehículos con facilidad de uno a generosa, y que regala, como premio, a los que se
otro valle. Esta es vuestra labor; aquí, ya os lo ocupan de ellas, dejando de lado las tristes quere­
hemos dicho, no sois nada, no podéis n a d a ; dejad­ llas del interés personal y de clase.
nos tranquilos como elementos desinteresados de la La Humanidad ha de mirarse en los espejos se­
Naturaleza... renos de las altas cim as; en las blancas cabelleras
Y, entretanto, desoyendo los consejos del viejo de nieve y hielo que bajan hasta los hombros de
coloso de granito tocado con un inmenso turbante los colosos de roca maciza que se desgastan por
de nieve petrificada, los hombres, inquietos busca­ ella. ¿Qué menos hemos de sentir que gratitud y
dores de lo desconocido, hacen esfuerzos para subir reconocimiento? ¿Qué menos, que deseos de estu­
más arriba y ver de más cerca los formidables aun­ diar, para legar a las generaciones futuras un ejem­
que callados fenómenos que se producen en las plo y un principio de regeneración basada en el
cumbres. Su inteligencia sospecha solamente lo que trabajo y en la paz segura? Por algo dijo el natu­
ocurre en el seno de esos laboratorios en cuanto a ralista H elp: «Las corrientes que hacen girar las
sus trabajos gigantescos, de los que, aun a pesar ruedas de las máquinas del mundo nacen en los
de todas las investigaciones, el hombre apenas ha lugares solitarios y fríos de las alturas.»
captado todavía los más sencillos elementos de las Monte Blanco y montes nevados en general, cum­
fuerzas creadoras, omnipotentes, que ponen en mo­ bres admirables y poderosas que sois páginas albas
vimiento. sobre las que ha de escribirse la historia futura de
Perdonad que canse vuestra atención; mi objeto la virtud y del bien, la Historia noble y generosa,
no es enseñaros cosa alguna, sino despertar la aten­ todavía virgen como la blancura de la nieve.
ción sobre estas cuestiones que son fundamentales
para los intereses populares, y crear en todos los Alberto CARSI
NOTAS
EPICURO metodiza o puede metodizar la sensación más allá del parti­
cularismo profesional, incorporándola a la de otro para ser­
Entre las alusiones a Grecia, ¿quién no ha leído que Epi- vir al conjunto sociable. Tercero: la sensación varía según
curo era un cerdo? ¿Quién no ha visto la frase piara aplicada el temperamento, la educación o el humor del que la recibe,
a una pocilga humana? No hay tal. Un helenista—Mauricio lo mismo en el mundo físico que en el moral. Una epidermis
Solavin—de origen rumano, ha podido reivindicar la verdad delicada, una sensibilidad refinada se impresiona mucho por un
2.281 años después de morir Epicuro, situando a éste entre las pequeño agravio, mientras que la epidermis de elefante
figuras salientes del pensamiento universal y de la moral. La no se impresiona poco ni mucho. En fin, las sensaciones cons­
reivindicación, sin embargo, estaba hecha, pero la de ahora tituyen hoy material de observación dividido y subdividido
es más completa. hasta el infinito.
Exaltaba el placer, ciertamente. Veamos lo que entendía En cuanto a los sentimientos, tienen importancia tan
por placer. «Cuando decimos que el placer es nuestro obje­ excepcional, que las ciencias experimentales se consideran
tivo, no nos referimos a la disipación. Eso dicen los que ellas mismas insuficientes sin incorporar los sentimientos a
desconocen nuestra doctrina o la interpretan en mal sentido. la Antropología, valor sin valor si estudia al hombre exclu­
El placer se caracteriza por ausencia de dolor físico y au­ sivamente como laboratorio de fisiología o entidad de racio­
sencia de turbación en el ánimo. El licor y la orgía no son cinio. Los impulsos motores de la vida, tal vez los más de­
placeres, ni lo son las expansiones entre hombres y mujeres, terminantes y a menudo los más ocultos, incluso negados y
como tampoco los manjares tenidos por selectos. El placer hasta insospechados, están en la otra mitad del ser (el sen­
reside en la razón vigilante que inquiere con minuciosidad timiento) y los antropólogos incompletos se contentan con
lo que hay que elegir y lo que hay que evitar» (página 79 analizar una sola mitad (el raciocinio).
de la obra «Epicure», por M. Solavin, Paris, 1939). Luego Acerca de los presentimientos, si apartamos de su estudio
el placer es pensar, no beber ni retozar, aunque se beba y el charlatanismo y la buenaventura, veremos que pueden
se retoce por añadidura y previa deliberación, sin ser jugue­ ser pruebas de lucidez para síntesis no improvisadas. En rea­
te ni prisionero de nadie, ni de sí mismo. lidad el presentimiento gratuito o caprichoso, apenas existe.
El texto no es dudoso. Ved este otro: «No se puede llegar Por mucha que sea la actividad concedida al subconsciente
al bienestar si no se es sensato, honesto y justo, ni se puede —éste viene a ser hoy en desdichadas manos de psicoana­
ser sensato, honesto y justo sin gozar de bienestar. El que listas de tarifa una especie de cabeza de turco—existe y
se priva de una de estas tres condiciones, como por ejemplo, actúa aquel subconsciente de manera efectiva, probada,
de la sensatez, no puede aspirar al bienestar aunque sea ho­ comprobable para enjuiciar con tino. Si se dice (pie fulano
nesto y justo» (página 84). Añade que es imposible vivir sin enjuicia con rapidez y por consiguiente con poca responsa­
pánico cuando se inspira pánico y que en la mayor parte bilidad, hay que probar esta poca responsabilidad en los
de los hombres la calma es letargo y la emoción furia. Ele­ resultados, no darla como tal alegando únicamente la rapi­
vados conceptos. Están probados con referencia a Diógenes dez. Esta puede condensar un largo proceso de madurez
Laercio, que dió fe de la vida y de la obra de Epicuro. desembocando en fórmula rápida y escueta como el binomio
¿No son opuestos al cinismo que secularmente se atribuyó de Newton, pero con desarrollo anterior en el tiempo v en
al maestro griego? el cálculo. Hay en muchos casos en el presentimiento tal
En sus cartas se descubre lodo lo contrario de lo que se fusión do sentimiento y razón, tal amalgama de ponderables
cree corrientemente doctrina epicúrea. Escribe a un amigo: y de imponderables, que las experiencias modernas conside­
«Envíame un cacharro de queso por si quiero darme un ran aquella fusión como base de ciencias nuevas. Epicuro
banquete suculento.» Afirma en otro lugar que con pan se adelantó a prevenir un bosquejo sugestivo del futuro.
y agua se satisface. Atribuía a un puñado de aceitunas la La voluptuosidad es una negación cuando resulta posesiva,
calidad de una codorniz. ¿Puede pasar por sibarita un hom­ y no poseída. En el primer caso el hombre no es más que
bre así? El banquete mejor para Epicuro era el que al ter­ juguete de sí mismo, cosa tan lamentable como serlo de los
minar de comer no recuerde el comensal lo que coiné' demás. Epicuro establece la previa elección deliberada v no
sino lo que se habló o trató en cordial amistad. la conformidad sin deliberar. O sea, que deja abierta a la
Tres criterios de certeza se advierten en ja filosofía de razón y a) sentimiento la acción de estas dos categorías in­
Epicuro: sensaciones, sentimientos y presentimientos. Más servibles cuando actúan sueltas.
rio tre, siglos antes de nuestro tiempo bosquejó lo que hoy Decía Balzac genialmente que el hecho de querer abrasa,
mismo alimenta la sugestión de los debates humanos de al­ e| de poder inutiliza y el de saber nivela v serena. Ya tene­
tura, dominados, no por el tema do la selección, sino por el mos un reflejo de Epicuro, pues el ser puede seleccionarse
de la autoselección. por autodeterminación, templando con el saber la fiebre alta
Las sensaciones traducen lo que puede hacer el hombre de voluntad y la mezquindad de dominar. El supremo saber
moderno. Primero: por el criterio de selección al reaccionar. es elegir al elegirse, filtrar entre los deseos del tumulto in­
Entre dos seres que contemplan la caída de un objeto, pue­ terior los que no están degradados por la pedantería o por
de haber uno que no vea más que la caída y otro que sea el resentimiento que si acepta la fuerza bruta desemboca en
Newton y descubra nada menos que la gravitación como ley. una vida de brutalidad. «Entre los deseos—dice Epicuro—
Segundo: la sensación es experiencia ajena a cualquier prin­ los hay naturales y necesarios, los hay naturales que no son
cipio premeditado. La sensación que produce el árbol en un necesarios, y los hay que no son naturales ni necesarios, sino
labrador, en un naturalista, en un pintor o en un urbanista productos de vanidad». La regla segura contra la vanidad
es distinta. Cada cual ve el árbol a su manera, pero no sin consistirá en seleccionar los deseos en tromba para no caer
formación individual anterior, ajena a las improvisaciones. en su red envolvente siempre tejida con angustia y perfidia.
Cada cual experimenta una sensación diferente y cada cual ¡Tregua a esa angustia que parece formularse como obligato­
ria por el exietencialismo y nada tiene de fatal ni de incurable! ses melenudos y cabras tristes de Juego Floral. Hasta el
En lo más hondo de la filosofía griega late una especie romance del siglo XIII, que cantaba que el castellano de
de ejercicio saludable de serenidad. Nuestro inolvid ble Han Coucy, Ramón de Rosellón, le hizo comer a su esposa al
Ryner calibró el mundo griego con probidad. Si discutió por horno la asadura del bardo Guillén de Cabestany, con quien
tolerancia con André Colomer—que acabó por ser bolche­ le árboricultivaba el frontis, ha resultado pura filfa. Y no
vique de fila propagando los dogmas de sus amos en la con­ hay que decir la salvajada de aquel otro ogro feudal, de
troversia con Han Ryner y antes—seguimos teniendo en el quien se pretendía que regaló a su cónyuge un sillón forra­
maestro de «La sabiduría riente» un reflejo de la eternidad do con la piel del amante de la dama. De estas talabarte­
griega, toda ella antípoda de la fuerza bruta y triunfante con­ rías debe hacerse mejor uso.
tra ella, mientras Colomer fué un pigmeo con melenas ins­ Entonces ¿no hay una antigua civilidad ilustre, vieja de
crito ya eternamente en el santoral del Kremlin después de ocho o nueve siglos, de la que se pueden engreír ambas
difundir las más siniestras consignas en los medios avanzados, vertientes del Pirineo oriental? Naturalmente que existe. Nada
que lo radiaron concluyentemente. más que esa cultura no es trovadoresca, cortesana, pala­
ciana, castillón-roia y de galanía, sino cotidiana, callejera,
F. ALAIZ rusticoide y popular. Y no la representan Mireyas y Coupos
Santos y suspiros de Romeos mezclados con estocadas de
malandrín, sino los credos de los heresiarcas y de los revo
lucionaríos antifeudalistas y antipapistas. Y de la que es
capital, no tanto la sede de los Berengueres y los Raimundos,
torres de orgullo bélico ambas, como la oscura y humilde
y soñadora Albi.
Por mucho que el perro de los desmigues sexuales se
hinche por la pata elegida, nadie podrá enterrar el hecho
de que el problema internacional en los siglos XII y XIII
lo constituyeron, no los liras o lilas Peire Vidal y Bernat de
Ventadom, sino el estrecho fanático Pedro de Bruys y el
iluminado lyonés Pedro de Valdo, caudillo el primero de la
secta de Albi, y el segundo de la de los valdenses.
¿Qué quieren unos y otros? Los albigenses, acabar con la
impudencia y la sordicie del clero, así como con las prosti­
tuciones babilónicas de la Iglesia romana, y volver al cris­
tianismo de la barca y la vela, de los apóstoles, los mártires
y tas catacumbas. Los valdenses o insabatos llamados así
porque le daban el calzado y la camisa al primer pobre que
encontraban, intentan abolir el tuyo y el mío, hacer astillas
altares y tronos, restablecer los ágapes fraternitarios de las
TARTARINOPOLIS primeras hornadas bautistas, con la comunidad de bienes y
de esfuerzos entre los hombres, que dicta la Naturaleza.
En el ragú de la cultura occitánica—-de Toulouse, del Lan- Para extinguir, sobre todo, el incendio valdista, que, desde
guedoc, de Provenza, del Midi francés en general—también el sur de Francia, se había corrido como ía llama por un
se nos da gato por liebre. También en ese guisado se mete reguero de pólvora por todo nuestro bóreas pirinaico-cantá-
más paisaje, verdura y laurel que carne. Y no parece sino brico, hasta más allá de las Vascongadas y de León, creó
que ante el plato que digo, estemos siempre delante de un Inocencio III nada menos que el Santo Oficio. Y mientras
telón del «Cuento de Abril» valle-inclanesco. éste se organizaba lateranensemente, adelantáronse las ma­
Ramón del Valle-Inclán vivió y murió entrado a toda sacres y quematinas de excomulgados, heterodoxos e insu­
hora a saco por las garrapatas de la edición y comido de rrectos en Cataluña y Aragón, donde una Constitución de
pulgas. Pero, le dió por fantasear cómicamente que habitaba Pedro II, del 1197, decretó el pogrom de todos los herejes
palacios de cristal, era huésped de abades mitrados y se o insumisos, obligando a la población camera a matarlos
acostaba con canonesas y bellezas ducales. No le privo el o a delatarlos, y autorizándola a despojarles de toda su
gusto, pero no se lo alabo. Y menos me llamo a la parte en hacienda, haberes y enseres; ukase, de que fueron víctimas
él. A mercedes do reyes de baraja y a favores de princesas no menos de dos millones de evangélicos norpeninsuWes.
Micomiconas ¡abrenuncio! En alas de un mandil de bode­
gón y un coponazo de crudo de la tierra, brindado por la Angel SAMBLANCAT
hospitalidad paisana, sube cualquiera más deprisa al Paraíso.
Cabalmente es eso lo que no les cabe en la Ixila a los
que nos sirven de los trovadores una leyenda perfectamente
intragable. Hubo uno de la pandilla—Pedro Cardenal—■ que
escribió desolladora sátira contra el dinero, a la que perte­
nece este dardo: «Ni milanos ni buitres huelen tan aína el
barranco que un burro muerto perfuma a lo flor, como clé­
rigos y predicadores al cinturita de que pende una buena
bolsa».
Marcabrú, Bertrand de Born y otros felibres del olivar
catalano-provenzal tienen alguna otra perla del mismo oriente
claro. Pero, en conjunto, la banda juglar no lo era más que
de música celeste; de bandidos tal cual vez, como la que
capitaneó Guillermo de Bergadá; y casi siempre de bufones,
de mangantes, de curdas, de bohemios, de atorrantes, de sil­
badores de silvas y de parásitos.
Sus amoríos con Ermengarda de Narbona, con Esclara-
monda de Castellbò, con Azalais de Porqueiragues y otras
visiones de nombre no menos eufónico y poético, ya se ha
demostrado que son macanas o camándulas de camandulen-
» o
John Dos Passos es un ejemplo de esa formación lite­
raria que ha necesitado de múltiples tanteos en la vida
antes de definirse y adquirir conciencia de su realidad. (Si ha
nacido para la novela, en todo caso ha tenido que descubrir
su propio destino: eso es lo esencial y lo justo, y no la obe­
diencia pasiva a una supuesta vocación que ningún impulso
hondo ha revelado). La última etapa de Dos Passos, en su
marcha hacia la novela, ha sido el periodismo: algo así como
una suprema preparación—no importa si consciente o incons­
ciente—preliminar al impulso final que lo llevaría a su órbita:
LA NOVELA COMTEMPORANEA en la que ha quedado firme, seguro de sus fuerzas, con la
convicción de haber vivido lo suficiente para crear vidas.
Y DOS LIBROS «Paralelo 42» y «La primera catástrofe», libros cuya lectura
lia originado estas líneas, forman parte, junto con «El gran
DE JO H N DOS PASSOS dinero», de la trilogía que el autor ha denominado «U.S.A.».
El título es un anticipo de lo que Dos Passos ha intentado
Un semanario parisiense de literatura, organizó hace algún presentar en su obra: una visión panorámica de la existencia
tiempo una encuesta de cierto interés. Tratábase de ofrecer a norteamericana, que lograra captar la variedad caótica de un
la reflexión de varios escritores un problema complejo: frente período dado—representativo de la edad contemporánea—en
a la situación prometedora en que se halla la actual produc­ el vivir del Nuevo Mundo. No se trata, sin embargo, de
ción novelística americana, ¿cuáles son las causas de que el una historia novelada: el autor de «Manhattan Transfer»
mismo género literario, en Francia—pese a las figuras de Ca- ha querido simplemente trasladar al arte la realidad poliforme
mus, Sartre y el veterano Mauriac—, se resienta de una pro­ de la época moderna, plasmando su complejidad en una no­
funda crisis de valores? La pregunta parte de un supuesto vela que refleja al hombre americano como causa y efecto de
indiscutibles y que muy pocos se resisten ya a aceptar: novela su ambiente. Novela que enfrenta a sus héroes—héroes que,
y poesía francesas atraviesan una etapa de honda depresión— ya volveremos sobre ello, desconocen todo heroísmo—con el
quizás la más grave desde principios de siglo—, mientras que trágico o grotesco clima social en que actúan, y con los acon­
la creación teatral, por ejemplo, vive, por el contrario, un pe­ tecimientos que la Historia forja a sus espaldas. Novela, en
ríodo fructífero y francamente alentador. (La disposición del fin, que tanto tiene de burlesco como de dramático, y en la
público es problema ajeno al planteado por la encuesta: nin­ que el interminable cortejo de protagonistas desempeña en
guna relación existe—para citar un caso—entre el renacimien­ realidad un papel secundario, mera excusa para dar paso a
to de la literatura teatral y la acusada decadencia que por una extraña sinfonía apenas audible: el fluir y el sentido del
ella muestra el entusiasmo popular. Esta última cuestión es tiempo americano.
independiente de la primera; quizás de tanta importancia, Alguien ha evocado, al referirse a la obra de Dos Passos,
pero fundamentalmente distinta). ¡a «Comedia Humana», de Balzac. Una y otra construcción
La encuesta tuvo, como era de esperar, un notable' eco. novelística, empero, difieren en cuanto a aliento y contenido.
Numerosas fueron las respuestas, hasta el punto de que no Hecho comprensible de por sí, sin necesidad de otros argu­
pudo el semanario transcribirlas íntegramente, viéndose obli­ mentos, cuando se recuerda que el francés ha sido el típico
gado a publicar, en general, fragmentos, y sólo alguna que creador del siglo XIX: figura representativa, como pocas, de
otra contestación «in extenso». Inútil decir que el resultado concepciones, técnica y estilo insuperables de su época; Dos
fué una compleja diversidad de criterios, cada uno de ellos Passos, en cambio, hijo de este siglo, encama una etapa pos­
abordando casi siempre un solo aspecto del problema. Entre terior de la novela, en la que son evidentes las huellas de
ellos—su enunciación exigiría un extenso estudio—, he aquí una hora radicalmente opuesta a la pretérita: el tiempo, v
el que nos interesa: la novela francesa es obra de eruditos, sólo el tiempo, bastaría para explicar la diferencia.
discípulos de normas y tradiciones literarias cuvo análisis Ahondemos, sin embargo, en ella. Mientras la «Comedia
profundo les es familiar, y hombres que—aun siendo jóvenes, Humana» es un grandioso edificio construido a base de aná­
como varias figuras surgidas en la post-guerra—han enfren­ lisis psicológico individual, para desembocar luego, por natu­
tado la vida casi únicamente en calidad de literatos. Hombres ral síntesis, en lo social; mientras Balzac logra el estudio co­
para quienes la novela ha sido una tesis doctoral o un nuevo lectivo de una clase partiendo del estudio inflexible y severo
curso universitario. de sus componentes, Dos Passos, por el contrario, consigue
Tal situación es la antítesis del actual panorama ameri­ objetivo semejante con un método irreconciliablemente an­
cano. El novelista estadounidense—las excepciones no niegan tagónico: su análisis es siempre social, colectivo, genérico.
la regla—ha llegado a la literatura por caminos diversos, ex­ Enfoca al hombre no en tanto que ente individual, sino e>
traños a la propia literatura. Ha visto la vida desde ángulos tanto que clase—o movimiento, o doctrina, o aspiración—, en
desiguales y heterogéneos, de los que la novela ha nacido abstracto, lien Compton carece de una psicología propiamen­
como una síntesis a la que se integra esa diversidad; ha visto te suya, así como carecen de ella Dick, Moorehouse y Joe
como hombre—en la multiplicidad inagotable del hacer huma­ Williams. La diferencia es enorme entre un Rastignac bal-
no—y sólo después ha descubierto la literatura como otro ha­ zaciano, cuyo carácter es la suma de mil rasgos peculiares;
cer, susceptible de ofrecer la visión más amplia. La novela ha para Doá Passos, la vida de un hombre tiene únicamente el
sido para él vocación descubierta por una inquietud vital, v valor de un símbolo colectivo.
no por el aprendizaje paulatino de una norma. Ha vivido pri­ Y esto nos lleva al escepticismo—negador de casi toda
mero, ha creado después. esperanza—que brota de «Paralelo 42» y «La primera ca­
La oposición entre uno y otro camino—unilateralmente li­ tástrofe». Los héroes de Dos Passos, en efecto, son ajenos a
terario en Francia, integral en Estados Unidos—explica la la grandeza: el destino divino del hombre y la poesía de lo
existencia de una crisis novelística en aquel país, y un llore- heroico no tienen para ellos una significación real. Sus vidas
cimiento en éste. Los resultados no podían dejar de ser dis­ poseen un límite infranqueable, ante el cual se estrellan
tintos, habiéndolo sido los esfuerzos. Tal vez la salvación todos los esfuerzos—cuando existen—para superar la medio­
de la novela francesa, consista en comprender que la erudi­ cridad y el absurdo en que se desenvuelven; su impotencia
ción no es la única medida del hombre. se traduce entonces en la embriaguez, en el olvido, en el
cinismo, en la indiferencia o en la consciente cobardía. Y justifica la disención con sus antiguos camaradas por su na­
como cada uno de ellos es un símbolo de valor social, el turaleza anarquista, que en otro tiempo negó infligiendo duro
escepticismo adquiere un amplio sentido al que no es ex­ trato a colectividades de trabajo libertarias de Castilla y
traño ningún aspecto de la realidad: realidad en divorcio Aragón. Con actividades semejantes desarrolladas por otros
absoluto con la grandeza y la santidad humanas, demasiado generales en la Rusia Blanca, en Ukrania, y en general en
hundida para aspirar a la gloria. todo el territorio sovietizado, el poder moscovita llegó al ré­
La interpretación, indudablemente, es subjetiva. Quizás haya gimen feroz que ha sometido a El Campesino, en su calidad
otra más justa y menos dramática—protesta del hombre que de comunista depuesto, a las persecuciones que nos relata.
es víctima de un destino impuesto por la hora y las circuns­ Los regímenes de depredación humana, de imperativo po­
tancias—, pero ello no quita a la novela su desoladora pin­ licíaco y esclavizador, sólo pueden ser obtenidos y mante­
tura de la humanidad impotente para ascender. Y la fuerza nidos mediante el terror organizado.
de Dos Passos consiste precisamente en su maestría para dar A pesar de lo que ha sido, El Campesino puede, en su
cohesión y resonancia a ese trágico concierto que sirve de libro, decir verdad. Para valorizarla, se esfuerza en llamamos
música de fondo a la obra; maestría de la que el hombre la atención sobre los campos de muerte nazis, calamidad que
sale empequeñecido, sacrificado, como si la anulación de la parecía imposible, pero que no lo fué: se vió cuando al paso
unidad fuera el exclusivo camino para salvar el todo. de los ejércitos aliado; se de-cubrió la verdad. El desprecio
Libro sin esperanzas, pero libro hermoso. Intuición artís­ total a la criatura humana, el odioso vejamen inferido a la
tica que abarca toda la infinita complejidad de la época mo­ raza por las grandes tiranías del siglo XX, radicó innega­
derna—y su ritmo, factor esencial—, constituye otro triunfo blemente en Alemania y, pese a la indignación de los fer­
de la novela americana. Novela que, como antes dije, ha com­ vientes humanistas, continúa haciendo estrago; en España y
prendido que la erudición no es la única medida del hombre. en la U.R.S.S., esta U.R.S.S. que ya los propios comunistas
confesionales llaman cielo del proletariado en tono menor.
R. M EJIAS PEÑA No precisa que se esfuercen mucho los que, como El Cam­
pesino, están empeñados en perfilar la realidad del drama
ruso. El propio telón de acero pone en guardia a toda per­
sona consciente contra la supuesta moralidad revolucionaria
de los prepotente; teloneros. Con la casa aseada y sin escon­
drijos, no puede temerse la visita de las personas decentes.
Si la Siberia está poblada por colonos, por campeones del
trabajo, y sus nieves no están afeadas por las pisadas de
veintitrés millones de esclavos, ninguna razón de Estado de­
biera impedir, lógicamente, que tales trabajadores fueran
vistos y felicitados. Porque no es comprensible se esconda la
moral superior obtenida, las realizaciones sociales, los avan­
ces culturales, sanitarios, artísticos y literarios logrados. ¿Por
qué razón impedir que el gran ejemplo bolchevique cunda,
por visibilidad seguida de atracción, en los países sometidos
a cruel imperialismo? ¿Por qué las fronteras del paraíso so­
viético permanecen herméticamente cerradas, no abriéndose
sino en rendija para dar paso a los agentes en misión es­
pecial?
Todo; los indicios y referencias inducen a creer en la exis­
tencia de una miseria imponente rigiendo los destinos de la
U.R.S.S. Tanto es así, que los comunistas desarraigados de
España vacilan en encaminar sus pasos hacia la tierra de
"LA VIE ET LA MORT EN U.R.S.S." promisión, hacia el cielo que les es propio, y aun a veces no
vacilan: netamente, se niegan a ir. ¿Será superior la sole­
Vamos a prescindir de la figura del autor de este libro dad sahariana o la hosquedad corsa, a la blanca Rusia,
para dedicarnos de lleno al comentario de su relato, realmente blanca por la nieve?
alucinante. La U.R.S.S. está en lo alto como potencia mar­ Situado raramente en Moscú, el comunista forastero ab­
cial de primer orden, y su suelo sigue siendo presentado dica, consiente y traiciona. No tiene ya espíritu propio; no
como la patria clel proletariado. Entretando, el desagrado reconoce amistades. La mefistofélica N.K.V.D. guía sus pasos,
por la cosa ursiana sube de punto a medida que la esclavitud sus pensamientos, y le imprime sus intenciones. Sin embargo,
rusa toma cuerpo, y lo toma a pesar de la existencia de un comunista independiente queda, por muchos que haya tragado
telón de acero tras el cual bulle dolorosamente el imperio la nieve. E| Campesino ha tenido suerte y ha podido evitar
del Gran Mogol bolchevique. A los ojos de cuantos quieren que el frío elemento le haya servido de mortaja. Y ahí le
ver y saber, el paraíso del proletariado pierde sus supuestos tenemos denunciando, arrogantemente, el fallo de una Re­
encantos para transformarse en tierra de pesadilla. volución que podía ser señera: iél, que bajo el influjo comu­
El mérito de este de cubrimiento se debe (y por esto el nista hizo lo poáble para que una Revolución verdadera—la
testimonio es superior) a cierto número de comunistas que española—dejara de ser! Y he aquí que en la U.R.S.S. la
fueron a la U.R.S.S. esperando encontrar en ella el sistema desigualdad es manifiesta tanto o más que en los países ca­
social que ellos mismos habían asegurado, en sus propagan­ pitalistas. En el fementido paraíso, hay lo; amos que viven
das demagógicas, que allí existía. Y no; no dieron con el en la abundancia, y los siervos que se consumen de tristeza
paraíso ambicionado, con el edén que figura en las cartas en ciudadanas chozas. En el campo, ni el knut ni la isba
geopolíticas del Kremlin. Dolorosamente para ellos, la ilu­ han desaparecido; tampoco la miseria, en tanto que el es­
sión se había desvanecido. pionaje aumenta dondequiera. No rige ni siquiera el bene­
Hay que respetar a] comunista que, inducido a desengaño, ficio íntimo de la familia. Uno no está seguro de si su hijo
tiene el valor moral de confesar públicamente que ha sido es incapaz de denunciarle. El silencio es inmenso, y pavoroso.
víctima de un espejismo. El Campesino es posible que per­ Un resbalón, una palabra sincera, pueden determinar la ani­
tenezca a esta categoría de hombres, aunque motivos hirien­ quilación moral y física del individuo. ¿Que ello no es ver­
tes nos obliguen a considerarle con reservas. Asesorado por dad? ¿Que tal es la propaganda de los vendidos al imperia­
su prologuista, este relator de atrocidades vistas en Rusia. lismo? Se estima la advertencia. Pero los niños españoles no
volverán, ni los aviadores, ni los marinos, ni los propios co­ atroz experiencia determina la penetración de un rayo de
munistas que en España pelearon contra Franco. Cuando luz en el opaco espíritu de los que fueron sus camaradas en
no es la muerte, es el fatídico telón lo que se lo impide. España.
El relato de Valentín González, El Campesino, es indis­ Por nuestra parte, a partir del episodio de los marinos de
cutiblemente interesante, y repetimos que lo afirmamos sin Kronstadt (hermosa juventud revolucionaria sacrificada por el
preocupamos de su persona. Poco importa que sea, si lo es, Ejército Rojo) quedamos suficientemente aleccionados.
un desgarrado, un extraviado sin posibilidad de asirse a un
principio moral. Drama tremendo el suyo, y menos mal si su J. COLL DE GUSSEM

SOCIÉTÉ GENÉRALE D’IMPRESSION


Paisaje español (Sierra Nevada) moteado de trigo y árboles bravios, humanizado p o r la
presencia del caballero serrano.
Hambre y martirio, juventud
perdida, dolor de España. Odio
concentrado, sed insaciable de li­
bertad. He aquí la idea inspira­
dora del dibujo que Forcadell
planta — cartel de arte —<en el
pórtico de esta naciente Revista.

70 frs

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