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Reino de Bretaña

Este reino de la Alta edad Media recibe el nombre de los migrantes britanos que se asentaron en
Armórica, las actuales Bretaña y Normandía, en torno a los siglos V-VIII.

Tras la caída de la Bretaña Romana, Los inmigrantes Bretones llegaron a la península de Armoica y
firmaron con los francos un tratado mediante el cual los nobles bretones no podían hacerse llamar
reyes, pero que aseguró la independencia respecto al creciente imperio franco merovingio. Sin
embargo, la nueva dinastía de los Arnulfingos-Pipinidas tomó el poder en el 751, destituyendo a su
ultimo rey Childerico III. Esta dinastía y la siguiente, la Carolingia, lanzaron hasta 7 campañas
militares contra los bretones entre 753 y 830, tras las cuales Bretaña seguiría siendo insumisa ante
el dominio franco. Tras la muerte de Carlomagno en el 814, Ludovico Pío o Luis el Piadoso decidió
que la vía militar no serviría y nombró a un noble bretón gobernador de Bretaña, lo que ayudó a la
unificación de Bretaña y su mayor aceptación del control carolingio. El sucesor de Ludovico, Carlos
el Calvo se enfrentó a los bretones y acabó cediendo ante ellos, permitiendo que el hijo del
mencionado noble, Erispoe, logrará el título de rey de Bretaña.

Salomón, el primo de Erispoe, lo asesina, y aprovechando la situación de la Francia Occidental,


aumenta sus territorios mediante tratados con los carolingios. Muerto en el 874, hay un periodo
de caos, pero lo sucede Alano el Grande en el 890, que tranquiliza la situación, pero a su muerte el
reino había disminuido tanto territorialmente como demográficamente. Otro rey llamado Alano,
nieto de Alano El Grande, para el 939 cede el Reino de Bretaña que pasa a ser un ducado del Reino
de Francia.

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