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¿Qué arreglo para el hermano/a de un sujeto autista?

Autora: Inés Sotelo

Año: 2016

Agradezco a Silvia Tendlarz y al equipo organizador, la invitación a


participar de estas Jornadas.

En tiempos en que el diagnostico, tratamiento y terapéutica del autismo y


psicosis infantiles se diversifica, es fundamental que nuestra facultad de psicología
en la Universidad de Buenos Aires, incluya en su currícula una materia tal como
Clínica del Autismo, desde la perspectiva del psicoanálisis de Orientación
Lacaniana.

En esta Jornada se trabajarán los conceptos fundamentales que atraviesan


esta clínica, por lo tanto he pensado en detenerme en un aspecto no menos
importante presente en nuestra clínica: el arreglo que debe hacer un hermano /a
de un sujeto autista, psicótico, y hasta discapacitado.

Quienes trabajamos con pacientes psicóticos, autistas o con patologías


severas, sabemos muy bien que la problemática de los padres, hermanos,
abuelos, es decir de quienes sostienen cotidianamente a estos sujetos, no queda
por fuera.

De un modo u otro, consultas, pedido de derivaciones, soluciones o recetas


mágicas, llegan también al consultorio del analista.

Si bien se dirigirá el tratamiento posible para el sujeto, será necesario ubicar


como cada familia aloja o no a ese hijo, hermano, que tiene un modo muy singular
de transitar su existencia. Modo que suele ser complicado, difícil, incomodo,
incomprensible muchas veces. Particularmente, para los hermanos se trata
además de cómo ubicarse ante los padres, cómo hacerse uno entre otros.
La fraternidad

El mito de la horda primitiva muestra un padre violento y celoso que se


reserva para sí el derecho exclusivo de gozar con todas las mujeres. No distribuye
el goce. El mito relata que los hermanos se aliaron, mataron y devoraron al padre
hacia el cual sentían ambivalencia: amor y admiración a la par que odio por ser un
obstáculo. El banquete totémico es así concebido como la primera fiesta de la
humanidad, el origen de las organizaciones sociales tanto como de la moral y
religión. Freud establece un paralelismo entre el lugar de la ley en el totemismo y
el lugar de la ley paterna en la neurosis, caracterizada por el Complejo de Edipo
como estructurante.

En la religión totemista ubicamos la conciencia de culpa de los hijos con la


consecuente obediencia con efecto retardado que busca calmar al padre
ultrajado; es el recuerdo del triunfo sobre el padre.

Los Hermanos sean Unidos, condición en Tótem y Tabú que replica nuestro
Martin Fierro. Por otra parte, Caín y Abel será el primer fratricidio narrado en la
Biblia. Dios introduce la diferencia en su preferencia por la ofrenda de Abel: un
cordero, y el desprecio por la ofrenda de Caín: los frutos. Preferencia arbitraria
incomprensible e incalculable de dios, que desde el psicoanálisis podemos
entender como lo enigmático, oscuro y angustiante del deseo del Otro, ante la cual
Caín pasa al acto, mata a su hermano, le arranca a la angustia su certeza ante
esa causa misteriosa de un dios que es orden del universo para la condición de
ser-hablante de los hermanos. Se la roto la igualdad de los hermanos en el reparto
del plus de goce. Usufructo de la herencia que debería repartirse equitativamente
si no se tratara en el parletre del desencuentro del sujeto con el goce.

Otro modo de resolver el reparto del plus de goce, lo encontramos en el


cuento de Borges “La intrusa”. Allí los hermanos Nielsen, dos criollos muy unidos,
que defendían su soledad, atraviesan una contingencia: la llegada de Juliana
Burgos, moza que intentarán compartir equitativamente, administrando
igualitariamente el goce. Tal intento fracasa en tanto Juliana prefiere al menor. Allí
aparecen entonces los sentimientos hostiles, reprimidos y escindidos ante lo cual
la solución no será la salida exogámica sino el sacrificio de “La intrusa”, quedando
ambos hermanos Nielsen, atados y unidos por otro vínculo: la mujer sacrificada y
la obligación de olvidarla. Solución que nos recuerda al crimen de las hermanas
Papin.

El niño y su madre

¿Qué lugar ocupa un niño en el Otro?

La experiencia analítica nos muestra las significaciones que el niño viene a


dar a este problema del deseo de la madre, a esta x, al enigma. Eric Laurent
señala con Lacan 3 respuestas posibles: el niño como falo de la madre, el niño
como síntoma y el niño como objeto del fantasma de la madre1.

En estas jornadas trabajarán seguramente, la posición del niño como objeto


del fantasma de la madre, ese objeto como prototipo de la significancia del cuerpo
como lo que está en juego del ser. Cuando el niño ocupa el lugar de objeto, es el
ser del niño, ese ser absoluto el que viene a sustituir ese objeto del fantasma de
la madre, saturando el modo en que aparece la falta en que se especifica el deseo
materno, más allá de la estructura de ésta.

Identificación total y absoluta, apuesta del ser del sujeto que tiene un valor
estructural.

Pero en una familia podemos encontrar a otro de los niños con otra
respuesta: el niño como síntoma, enfrentado a la presencia del Otro.

El sujeto da una respuesta que es el efecto de significación s(A), el niño


responde con este efecto de significación a la falta en el otro S(A/).

1
Laurent, E. Hay un fin de análisis para los niños. Colección Diva. 1999.
En estos casos afirma Laurent, el niño lo hace en relación al deseo de la
Madre en tanto articulada con el Nombre del Padre.

El niño con su síntoma da una significación a esa X, identificación con el


síntoma de la madre en la medida que se articula con la posición del Padre.

En 1969 Lacan afirma que si el síntoma del niño representa la verdad del
discurso de la madre, es la verdad de la estructura de la pareja.

NP DM : NP (1)

DM/ X Falo

¿Qué arreglo posible para este niño neurótico ante un hermano que ocupa
ese lugar “privilegiado” de deseo, objeto de goce de su madre? ¿Por qué su
madre lo cuida, lo mira, se inquieta y se desvela por él, lo acompaña? ¿Por qué
lo prefiere?

Uno entre otros

Un hombre se hace hombre cuando puede hacerse Uno entre otros,


anuncia Lacan.

No es sencillo convivir con un hermano, que por ejemplo, habla de buen


grado pero con la condición de no decir2. Tampoco lo es convivir con la verborrea,
con la sensibilidad auditiva del hermano, con los automatismos, con la
inestabilidad afectiva, con la impulsividad, con alguien que habla sin decir, con un
hermano de quien no se sabe si en su rechazo padece de su soledad.

2
Maleval, J-C. El autista y su voz. Gredos, pág. 71.
Si los celos, violencia, compasión, culpa, preocupación, vergüenza,
ternura…son algunos de los sentimientos y emociones que habita a un hermano,
estos se profundizan aquí, unilateralmente, ya que evidencian que la ilusión de
ser “pares” es inexistente. Lo dispar se evidencia día a día.

Un arreglo posible

Lacan en el Seminario 20, Aun dirá que “los hombres, la mujeres y los niños, no
son más significantes”3, inscripción inconsciente que lo representa para otro
significante y mueve al sujeto vía el síntoma, es decir, un asunto de goce.

El psicoanálisis va mas allá del Ideal, en el fragmento clínico que


presentaremos, el Ideal de ser una buena hermana se ve quebrado en la pubertad
con pensamientos insoportables de la posible muerte de la hermana. Horror que
toma el cuerpo con un llanto incesante.

“¿Qué es el cuerpo hablante? Ah, es un misterio”4. La palabra es un don de


lenguaje, es cuerpo sutil pero es cuerpo, afirma Lacan en Función y campo de la
palabra y del lenguaje en psicoanálisis5. La palabra del analista, aún en su modo
silencioso, con su puntuación “tiene algo de escriba”6 toca al cuerpo y al síntoma
como su acontecimiento, produciendo efectos de reducción por añadidura. Los
síntomas que comprometen el cuerpo y el pensamiento son desbaratados en su
envoltura formal dejando un saldo de saber hacer con lo incurable. La escritura
será la huella donde se lee un efecto de lenguaje7.

3
Lacan, J. (2007). Aun (1972-1973 ed. Vol. Libro 20). Buenos Aires: Editorial Paidós. Clase del 15 de Mayo de
1973. pág.: 44.
4
Lacan, J. (2007). Aun (1972-1973 ed. Vol. Libro 20). Buenos Aires: Editorial Paidós. Clase del 15 de Mayo de
1973. pág.: 158.
5
Lacan, J. (1953) "Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis", en Escritos 1. Argentina.
Siglo XXI editores. 2008. pág.: 289
6
Ibid, pág.: 301
7
Lacan, J. (2007). Aun (1972-1973 ed. Vol. Libro 20). Buenos Aires: Editorial Paidós. Clase del 15 de Mayo de
1973. pág.: 147.
El cuerpo fundamenta al ser, al ser de goce, al parlêtre que habla sin saber
y habla con su cuerpo volviéndolo, por eso mismo, sujeto del verbo (je). Será la
palabra del Otro la que toque el ser encarnado, resonancia con efectos en tanto el
analista no deje pasar la ocasión de alcanzar la economía de goce a partir del
discurso analítico por vías esencialmente contingentes8.

Luego de las vueltas dichas sobre la metáfora que como envoltorio formal
recubría el acontecimiento de cuerpo, todo parecía haber sido dicho acerca tener
esa hermana especial, centro de atenciones de toda la familia, especialmente de
los padres. Hermana que solo despertaba en la sujeto, al menos en sus
enunciados sentimientos amorosos, de pena, de sobreprotección. En el ambiente
familiar la culpa habitaba todas las escenas.

El imposible esfuerzo de salvar a la madre de la angustia, al padre de la


tristeza, a su hermana de sus imposibilidades, encuentra su límite y es el
nacimiento de su primer hijo lo que conduce a la sujeto por primera vez, al analista
ante crisis de llanto similares a las de su pubertad, acallados en aquel momento
con ansiolíticos indicados por el pediatra.

Un relato trágico, heroico, narcisista, se erigía como pedestal de ideales de


Bien9, gozando con la palabra y acaparando sobre sí la culpa por no poder operar
el milagro. La angustia y dolor que atravesaba a la madre conducían a la
analizante a dedicar su vida a salvar a otros.

“Consagrada” pronunciada por la analista será la interpretación que toca el


cuerpo y el nombre propio. Desbaratando los sentidos gozados, la consagración a
la Virgen presente en su nombre deja de ser sostén que aunque molesto y
vergonzante funciona en la economía de goce.

8
Lacan, J. (2007). Aun (1972-1973 ed. Vol. Libro 20). Buenos Aires: Editorial Paidós. Clase del 8 de Mayo de
1973. pp: 141.
9
Miller, J-A. (2014) “El inconsciente y el cuerpo hablante” Conferencia pronunciada en la clausura del IX
Congreso de la Asociación mundial de psicoanálisis (amp) el 17 de abril del 2014, en París, presentando el
tema de su X Congreso.
La analizante puede perderlo y entonces ironizar, bromear con él, cayendo
también, “misteriosamente”, un soporte de sentido y de protección que
acompañaba su vida. Dejando el “…de la virgen/ se abre en el análisis el camino
de lo femenino.

Analista oportunista que con este medio decir de la interpretación


inesperada, sorprendente, aprovecha la ocasión y toma por ese cabello único, a
la sujeto que huye con las alas de la culpa, el relato, las obligaciones y castigos
posibles.

El lenguaje agujerea lo real, lo captura, real que es el misterio del cuerpo


que habla, misterio del inconsciente, misterio del parlêtre10.

La interpretación cuando se dirige al sujeto del inconsciente opera sobre el


síntoma como metáfora; en la última enseñanza de Lacan la interpretación será la
táctica singular que interpreta al parlêtre. Allí la palabra, el silencio, el gesto,
resuenan y tocan al síntoma como acontecimiento de cuerpo.

Para concluir, podemos pensar que una familia que aloja la singularidad de
cada miembro, abre posibilidades incalculables, por fuera de todo destino dado
por un pronóstico basado en el diagnóstico.

Analizarse parece ser ese camino, uno por uno.

10
Lacan, J. (2007). Aun (1972-1973 ed. Vol. Libro 20). Buenos Aires: Editorial Paidós. Clase del 15 de Mayo de
1973. pp: 158.

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