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CONTENIDO
SUMARIO ..................................................................................................................................................... 3
2
Sumario
En éste módulo desarrollaremos los aspectos básicos para comprender qué
debemos entender por gestión pública y lo que implica la nueva gestión pública
como un camino necesario para mejorar la gobernanza.
3
1. Nueva gestión pública y gobernanza
Según WEBSTER:
4
Según Blanca OLÍAS DE LIMA:
El informe de Mushkin define una lista de elementos de gestión pública, los cuales
son:
5
Trato con la prensa y el público.
Igualdad y eficiencia: En la
gestión gubernamental suele
hacerse gran hincapié en la creación
de condiciones de igualdad entre
diferentes grupos, mientras que en
las empresas privadas el énfasis
recae en la eficiencia y el desempeño competitivo.
6
Impacto legislativo y judicial: Los gestores gubernamentales se ven
sometidos a un minucioso escrutinio por grupos supervisores del legislativo,
o aún a órdenes judiciales, que son totalmente insólitas en la gestión de
empresas privadas.
1
LÓPEZ, Andrea (2003, pp. 9 y ss.).
7
tendrán que operar con una orientación de planificación estratégica de largo
plazo, centrándose en los resultados, remitiéndose a los incentivos del
contexto en el que brindan servicios, tomando en cuenta las actitudes y los
comportamientos del usuario-ciudadano para satisfacer plenamente sus
demandas y expectativas.
Reconceptualización apunta
básicamente a mejorar en todas sus dimensiones al ciclo de aprendizaje
organizacional. Reconceptualizar es desarrollar en el sector público una
nueva manera de pensar el fenómeno gerencial, promoviendo
organizaciones con capacidad de adaptación y forjadoras de conocimiento.
De este modo, podrá crearse una cultura diferente en la gestión pública,
que involucre a sus agentes en lo que ha dado en llamarse una visión
compartida sobre el futuro. Para alcanzar un proceso de reconceptualización
exitoso es imprescindible reformular la política de gestión de los recursos
humanos, que apunte a la captación de gerentes públicos con capacidad de
liderazgo y empleados comprometidos con los objetivos de la agencia, de
manera tal que se pueda conferir mayor poder a estos últimos para
conseguir los resultados propuestos.
8
amplio de valores que los que dominaron en el comienzo de la Reforma
(economía, eficiencia y eficacia), bajo el auge del neoliberalismo y las
sucesivas presiones por la reducción del gasto público para resolver la crisis
fiscal.
9
Otras visiones abogan por la reducción del poder de la burocracia, reforzando la
incidencia de las autoridades electas no solo en el terreno de la formulación, sino
en la implementación de políticas, a través de nuevos criterios de centralización,
coordinación y control. En este caso, el problema es domar a la burocracia. Por
ende, la existencia de asesores y/o cargos de confianza, etc., estaría ampliamente
justificada por la necesidad de contar con aparatos administrativos
consustanciados con las políticas de
gobierno.
10
No obstante, no puede soslayarse el necesario debate impuesto por esta oleada
reformadora en torno a los valores tradicionales del sector público y el progresivo
deterioro de los mismos. En rigor, la
plena vigencia de los valores
fundamentales tales como la
imparcialidad, la justicia, la equidad y el
derecho de un procedimiento justo,
como tareas propias de toda
administración pública en una
democracia, ha sido objeto de profundos
cuestionamientos, acordes con las
nuevas implicancias que el término
interés público posee hoy para la
sociedad.
2
Entendido como asumir la propiedad de una empresa privada; o bien, trasladar la regulación de una
determinada actividad desde el derecho privado al derecho público.
11
Por lo tanto, según LÓPEZ (2003):
12
Entre los factores que explicarían dicho fenómeno, según AGUILAR (2007),
tenemos:
En las democracias
emergentes latinoamericanas, la desilusión o el descontento democrático,
en el sentido de que los gobiernos democráticos elegidos, representativos y
legales no están acreditando suficiente capacidad directiva, particularmente
en lo que concierne a la cuestión de la seguridad pública y la cuestión social
de la pobreza y la desigualdad.
13
La globalización, que significa la desterritorialización de la economía, ha
provocado que las actividades de sectores económicos nacionales clave,
articulados con las cadenas de valor internacionales, se hayan
independizado bastante de los sistemas de regulación de las instituciones
estatales, las cuales hasta la fecha son instituciones de alcance territorial.
La diferenciación
funcional de la sociedad
o la complejización del
sistema sociedad, lo cual
significa que la sociedad
contemporánea se ha
convertido en un
sistema de subsistemas
altamente diferenciados,
autorreferidos, que
interactúan entre sí
siguiendo sus propios
códigos de acción, de
modo que la
contemporánea es
estructuralmente una
sociedad descentrada:
no existe el predominio de una función sobre las otras ni la coordinación
general del sistema es la función especial de algún subsistema, de modo
que la coordinación es más bien el resultado de los ajustes mutuos
particulares entre los sistemas que un acoplamiento integral llevado a cabo
por una instancia superior del sistema, la política o el gobierno.
Estos factores han tenido por lo menos dos efectos considerables en lo que
concierne a la capacidad/eficacia directiva de los gobiernos. La democratización del
régimen político, que distribuyó entre varios actores el poder concentrado en la
14
presidencia y en su coalición política de soporte, junto con la liberalización de la
economía, que de acuerdo a la política de ajuste estructural incluyó la privatización
de empresas públicas y desregulaciones económicas de varios tipos, hicieron
perder al gobierno poderes, capacidades, facultades y alcances, particularmente en
el campo decisivo de la política económica y, sobre todo, generaron demandas al
gobierno por un nuevo tipo de capacidades directivas que no existía en el antiguo
régimen o no habían sido desarrolladas en grado suficiente, y en el gobierno
democrático reciente, a pesar de sus reformas, no han podido ser construidas en
el grado requerido.
Las nuevas capacidades directivas que se demanda son las relacionadas con la
certidumbre jurídica:
15
Más aún, en muchos casos, el gobierno parece haber perdido también capacidad
cognoscitiva, al mostrarse confuso e indeciso con frecuencia respecto a sus
prejuicios ideológicos que no puede o quiere revisar.
1.2. Gobernanza
16
Asimismo, se critica con mayor énfasis su enfoque gubernamentalista: la
perspectiva de la gobernabilidad sigue considerando que un gobierno bien
equipado con los recursos y poderes apropiados es suficiente para dirigir a
la sociedad, bajo el supuesto de la incompetencia directiva de la sociedad o
de su necesaria subordinación al gobierno para poder mantenerse como
sociedad.
Es un nuevo proceso directivo, una nueva relación entre gobierno y sociedad, que
difícilmente puede ser ya un modo de mando y control, en virtud de la
independencia política de los actores sociales y de su fuerza relativa en virtud de
los recursos que poseen.
17
1.2.2. Concepto de gobernanza
o La definición de los
objetivos que dan sentido
a la acción de la sociedad
—que deben ser
realizados— implica la
referencia a un sistema
de valores, el cual se
plasma en principios
constitucionales, normas legales de relación social e instituciones
públicas y sociales.
3
Ibídem (pp. 9 y 10).
18
Es un proceso de dirección que toma forma y contenido a partir de la
interlocución entre grupos y sectores sociales, y entre estos y el gobierno
(incluyente, simétrico, racional y pacífico); aunque las fallas de dirección
que de él deriven suelen impulsar acciones para corregir y cambiar el modo
de relacionarse entre los grupos sociales, y entre estos y el gobierno.
19
2. Gestión pública de calidad
«Las administraciones públicas constituyen los instrumentos que tienen los Estados, y que
ejecutan los gobiernos para el desarrollo de políticas públicas con el fin de garantizar los derechos
fundamentales de los ciudadanos, asegurar el cumplimiento de sus obligaciones cívicas y facilitar
la prestación de los servicios básicos».
Con el transcurrir de los años y como una característica propia del proceso de
consolidación de la democracia, la ciudadanía ya no solo exige el acceso a los
principales servicios públicos (salud, educación, seguridad), sino que también
demanda la calidad de los mismos.
20
Ello constituye, según DÍAZ (2008, p. 9):
«Un nuevo reto para los Estados, los que se han visto obligados a realizar procesos de reforma y
modernización de sus administraciones públicas con la necesidad no solo de ser eficaces en la
gestión, sino también de prestar servicios con eficiencia y, sobre todo, con calidad».
Para hacer frente a dicho reto, surge lo que muchos denominan «el paradigma de
la nueva gestión pública, concepto cuya aplicación implica asumir una serie de
principios que definen una nueva forma de pensar la gestión gubernamental y la
incorporación de nuevas pautas de desempeño institucional» (MOYANO, 2002, p. 1).
De este modo, en palabras de MOYANO (2002, p. 2), «la nueva gestión pública se
caracteriza por:
21
o venden. El cliente, por su parte, es el consumidor de un bien o servicio que se
define según su capacidad adquisitiva.
«El principio de calidad en la Administración Pública constituye una superación del enfoque de
“cantidad”, que fue el signo y la consigna de las políticas de los años ochenta (sic). De ahí que
para dicho autor, en la ciencia de la administración contemporánea hay un nuevo ambiente y
una nueva agenda que implica un tránsito de la discusión sobre el tamaño o la cantidad del
sector público, hacia la calidad y mejora continua de las acciones del sector público».
Por otro lado, y entendiendo que la calidad tiene como finalidad mejorar a las
administraciones públicas y, a través de ello, las relaciones entre la ciudadanía y
sus instituciones, en los últimos años se viene concibiendo a la calidad en la
gestión pública como un derecho de las personas.
22
Asimismo, la Carta vincula la calidad en la gestión pública con dos propósitos
fundamentales de un buen gobierno democrático:
La gestión pública tiene que orientarse hacia los resultados, por lo que debe
sujetarse a diversos controles sobre sus acciones, suponiendo entre otras
modalidades la responsabilización del ejercicio de la autoridad pública por
medio del control social y la rendición periódica de cuentas.
4
Numeral 1 del Capítulo I de la Carta Iberoamericana de Calidad en la Gestión Pública.
5
Numeral 2 del Capítulo I de la Carta Iberoamericana de Calidad en la Gestión Pública.
23
políticas públicas convenientes a toda la sociedad, dentro de parámetros
equilibrados de racionalidad política, técnica y económica6.
6
Numeral 3 del Capítulo I de la Carta Iberoamericana de Calidad en la Gestión Pública.
7
Capítulo II de la Carta Iberoamericana de Calidad en la Gestión Pública.
8
Numeral 18 del Capítulo III de la Carta Iberoamericana de Calidad en la Gestión Pública.
24
«Los ciudadanos podrán:
Presentar con facilidad las peticiones, solicitudes o reclamos a los órganos y entes
de la Administración Pública, así como recibir oportuna y adecuada respuesta a tales
peticiones o solicitudes, independientemente del derecho de ejercer los recursos
administrativos o judiciales correspondientes, de conformidad con la ley nacional.
25
De esta manera, desde la aprobación de la Carta Iberoamericana de Calidad en la
Gestión Pública (2008) existe un reconocimiento expreso al derecho a una gestión
pública de calidad, y además se propone
su regulación en los ordenamientos
jurídicos de cada país.
La implementación de la Carta
Iberoamericana de Calidad en la Gestión
Pública se ha transformado en un objetivo decisivo en el desarrollo de la
Administración Pública en Iberoamérica. De ahí que se haya suscrito el
denominado Consenso de Buenos Aires10, en el que se aprobó las siguientes
estrategias11:
9
Por ejemplo, podemos citar los casos de Paraguay, Argentina y República Dominica. En ese sentido,
sugerimos, entre otras, las siguientes lecturas: DÍAZ, Ana Alicia. La Calidad en la Gestión Pública. Elementos
para el mejoramiento de los servicios de salud en Paraguay. STRAFACE, Fernando; PAGE, María Marta y
ONISZCZUK, Geraldine. Indicadores de calidad institucional para el nivel subnacional: una experiencia
exploratoria para promover la agencia del buen gobierno en las provincias argentinas. Y VENTURA CAMEJO,
Manual Ramón. La asunción de un modelo de gestión de calidad en la administración pública dominicana.
Estos artículos se encuentran disponibles en la dirección electrónica del CLAD: www.clad.org.
10
Suscrito en la XII Conferencia Iberoamericana de Ministros de Administración Pública y Reforma del Estado,
llevado a cabo en la ciudad de Buenos Aires, los días 1 y 2 de julio del 2010. Discutido y aprobado, a través de
la Declaración de Mar del Plata suscrito en la XX Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno,
realizado los días 3 y 4 de diciembre del 2010 en la ciudad de Mar del Plata, Argentina.
11
El documento que se discutió en la XII Conferencia Iberoamericana de Ministros de Administración Pública y
Reforma del Estado fue preparado por Luis Tenorio y Salvador Ríos, por encargo del CLAD, y tuvo como título
«Metodología para el Diagnóstico de la Implantación de la Carta Iberoamericana de Calidad en la Gestión
Pública».
26
La adopción de premios sectoriales, nacionales y regionales a las prácticas
promisorias o buenas prácticas en las administraciones públicas.
12
Este compendio normativo se encuentra disponible en la dirección electrónica de la Presidencia del Consejo
de Ministros: www.pcm.gob.pe
27
La primera parte contiene los compromisos de buen gobierno firmados
por el Perú, que si bien no son documentos jurídicamente vinculantes, sí
constituyen referentes importantes (de guía y orientación) para los
gobiernos iberoamericanos que proclaman la necesidad de asegurar
objetivos como la gobernabilidad democrática, la justicia social y la eficacia
de la función pública. Estos compromisos son:
28
de sus enfoques y prácticas de gestión, concibiendo sus servicios o intervenciones
como expresiones de derechos de los ciudadanos. Con ese sentido, la presente
política caracteriza ese Estado Moderno como aquél orientado al ciudadano,
eficiente, unitario y descentralizado, inclusivo y abierto (transparente y que rinde
cuentas).”
13
Ejemplo citado por Adolfo Céspedes Zavaleta en su ponencia titulada: “La certificación ISO 9001 y la
mejora continua de la Administración Pública peruana”, presentada en el IV Congreso Nacional de Derecho
Administrativo, el cual se llevó a cabo en la facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del
Perú, los días 22, 23 y 24 de abril de 2010.
29
3. La gobernabilidad en el Perú
30
aplicarse a cualquier momento histórico en el que haya existido un poder como el
Estado prístino o como la sociedad étnica de jefatura.
No obstante, los orígenes del término pueden situarse en el giro crítico sufrido por
la política occidental al iniciarse la década de 1970. Por un lado, una crisis cultural
protagonizada por los herederos de la primera generación de beneficiarios del
Estado del bienestar, expresada en el movimiento estudiantil caracterizado como
«mayo del ‘68». Por otro
lado, el paulatino incremento
de los precios de las
materias primas que condujo
al «boom» energético de
1973, un reflujo conservador
al que no fueron ajenos los
fenómenos anteriores así
como la crisis de liderazgo
político vivido en Francia y
en Estados Unidos tras la
renuncia de Charles de
Gaulle en 1969 y de Richard
Nixon en 1973,
respectivamente, así como la
derrota estadounidense en Vietnam. Finalmente, cierto desgaste en el terreno de
las ideas que hasta la fecha había impulsado el Estado del bienestar.
31
Michel CROZIER, el estadounidense Samuel J. HUNTINGTON y el japonés Joji
WATANUKI14.
En segundo
término, se
registraba un
diagnóstico de los
efectos en la
actividad de gobierno
en clave de
«sobrecarga» de la
misma a causa de la
expansión de la
participación política
y del febril desarrollo
de las actividades
estatales.
En tercer lugar, se
detectaba la
fragmentación de los partidos políticos y una suerte de pérdida de identidad
de los mismos, fruto de la intensificación de la competencia partidista.
Finalmente, se denunciaba el surgimiento de unas fuertes pautas localistas
en la política exterior debido a la presión de sociedades que se estaban
volviendo estrechamente nacionalistas.
14
CROZIER, M. J.; HUNTINGTON, S. J. y WATANUKI, J. (1975). The Crisis of Democracy. New York University Press.
32
arremetieron contra el keynesianismo por su teórica mala relación con la
democracia. La situación de ingobernabilidad suscitada se debía a que se estimaba
que se creaba una mezcla inestable, generándose una inflación endémica al
confrontar los sindicatos y los votantes a los gobiernos en un trasfondo en el que
el Estado era visto como un botín de servicios inagotables. Para los países menos
industrializados, esta visión terminó iluminando el denominado Consenso de
Washington que se basaba en lo siguiente:
En la disciplina fiscal.
En las nuevas prioridades en el gasto público.
En la reforma impositiva.
En la liberalización
financiera.
En los tipos de cambios
unificados y competitivos.
En la liberalización
comercial y de las
inversiones directas
extranjeras.
En las privatizaciones, la
desregulación y la
seguridad en los derechos
de propiedad.
En el transcurso de la década de
1990, el término se hizo un lugar
en el acerbo común de la clase
política y de diferentes organismos multilaterales. Entre los componentes de la
primera, la búsqueda de la gobernabilidad sustituyó pronto las pretensiones de
alcanzar la consolidación democrática, fase secuencial que para muchos aparecía
mecánica e inevitablemente tras los procesos de transición a la democracia y
cuyo entramado teórico se veía más sofisticado, por lo cual era mucho más
complicada su operatividad. Mientras que las variables explicativas de esta tenían
un carácter más complejo, se intentaba que las de la gobernabilidad recayeran
en un simple recetario de fórmulas para la cotidiana acción de gobierno que se
resumían, muy significativamente, o en un suficiente apoyo legislativo para la
misma o en la ausencia de trabas sistémicas que malograran la eficacia de las
políticas públicas.
33
Para los organismos multilaterales, el concepto de gobernabilidad comenzó a
extenderse asociado a la segunda idea vertida, ligándose el interés por la acción
del gobierno en la medida en que tuviera implicaciones concretas en las políticas
de reforma estructural iniciadas. De esta forma, organismos como el Banco
Interamericano de Desarrollo o el Banco Mundial comenzaron a preocuparse por
variables institucionales que históricamente habían sido desdeñadas, abriendo la
puerta, como más adelante se verá, a formulaciones relativas con el buen
gobierno.
Economía.
Instituciones internacionales.
Gobernabilidad corporativa.
Nuevas estrategias de manejo público y la acción de redes.
Asociaciones y foros deliberantes.
Es, entonces, interesante explicar un poco estas áreas reconocidas por HIRST, en
tanto que las mismas darán paso a la discusión sobre otras teorías de interés sobre
gobernabilidad:
34
El resultado de este proceso de adaptación es el reconocimiento por el
mismo Estado o gobierno de la necesidad de limitar la extensión de sus
acciones a aquellas que el gobierno realmente pueda alcanzar. Un aspecto
significante en esta área es el concepto de democracia bajo la premisa de
que «esta provee un marco legal a la buena gobernabilidad».
Gobernabilidad
corporativa. Este
punto, como forma de
gobierno, se refiere,
básicamente, a la forma
en que una organización
es manejada. Tal
concepto también ha
sido reconocido por
RHODES, aunque con
algunas diferencias con
el concepto mencionado
por HIRST. En este caso,
RHODES explica que existen tres valores fundamentales en una organización
pública o privada, los cuales son:
o Apertura de información.
o Integridad.
o Responsabilidad.
35
Estrategias de manejo público. Este es un concepto identificado por
RHODES como nuevo manejo público, y hace referencia a la introducción de
estilos de manejo del sector privado al sector público. Este concepto
involucra la introducción de la competencia de mercado en la gestión
pública. Este autor afirma que la importancia de la noción de las nuevas
estrategias de manejo público en gobernabilidad es debido a que
«conducción es central al análisis del manejo público, y conducción es un
sinónimo de gobernabilidad».
Asociaciones y foros
deliberantes. La última área
mencionada por HIRST se refiere al
cambio de una forma centralizada de
gobierno a una caracterizada por
«nuevas prácticas de coordinación de
actividades a través de redes,
asociaciones y foros de deliberación».
Esta idea se explica con mayor
detalle a través del concepto de
gobernabilidad expresado por
RHODES, quien ha identificado seis
usos o conceptos de gobernabilidad,
tres de ellos ya han sido explicados a través de las áreas de gobernabilidad
de Hirst, los cuales son:
o Gobernabilidad corporativa.
o Nuevo manejo público.
o «Buena gobernabilidad».
36
británico se puede explicar a través de estructuras de gobernabilidad, tales como
jerarquías, mercados y redes.
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afirma que esta clase de arreglos se ha vuelto bastante común en las
estructuras del gobierno británico. También resalta que las redes son
autoorganizadas y autónomas. Haciendo referencia a KICKERT, expresa que
la idea de que el gobierno no es el único actor en la construcción de
políticas públicas refleja el concepto ya mencionado, la diferencia aquí es
que las redes no son específicas del sector público y pueden ser vistas como
resultado de la organización social.
Otra diferencia importante traída de KICKERT es que las redes son autónomas, y de
acuerdo con RHODES:
«Se resisten a la conducción del gobierno, desarrollan sus propias teorías y moldean sus
ambientes».
38
Otro factor importante en la teoría de KOOIMAN son las estructuras o contextos
donde las interacciones se desarrollan. Por estructuras, él se refiere a las
«instituciones, estructuras sociales generales, reglas y normas de comportamiento,
patrones de comunicación, posibilidades materiales y tecnológicas y limitaciones
con condiciones de importancia».
Como resultado, KOOIMAN clasifica los modos de gobernabilidad de acuerdo con las
interacciones de gobierno de la siguiente manera:
Interferencias a la autogobernabilidad.
Relaciones de gobernabilidad.
Intervenciones a la gobernabilidad jerárquica.
Autogobernabilidad, como su
nombre lo indica, es la capacidad de
las entidades sociales para proveer los
medios necesarios para desarrollar y
mantener su propia identidad y mostrar
un relativo alto grado de autonomía
sociopolítica. Sin embargo, este autor
piensa que esta forma de
gobernabilidad es probablemente la
más desorganizada.
Otro factor de dicha forma de gobierno, es que no puede existir sin otra forma de
gobernabilidad, lo cual significa que las capacidades de gobierno o gobernabilidad
se encuentran en las instituciones de la sociedad, así como también en las
instituciones del Estado.
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Por otra parte, cogobernabilidad traduce formas estructuradas de interacciones,
una forma horizontal de gobierno basada en la cooperación, la colaboración, la
coordinación y la comunicación, sin un actor dominante. Los niveles de
organización reflejan qué clase de colaboración, cooperación y coordinación
refieren estos vínculos. Estos pueden ser mercados, redes o jerarquías como una
forma de mecanismos sociales.
40
De alguna manera, en esta propuesta, la autora refleja los conceptos empleados
por otros investigadores, tales como globalización, redes y sociedades complejas.
El resultado es el reconocimiento de tres clases de gobernabilidad:
Coordinación de actividades
económicas: Mercados,
jerarquías y redes. Esta teoría
está basada sobre los conceptos
ya mencionados por RHODES, y se
refiere a los cambios vistos en el
gobierno británico como proveedor directo a la estructura jerárquica
introducida en la década de 1980, a través de estrategias de mercado, para
posteriormente llegar a la emergencia de redes como una nueva forma de
gobernabilidad.
41
problemas en una sociedad dinámica y diversa; las tareas de dirigir,
manejar, controlar o guiar no son ya más de dominio gubernamental, sino
que son llevados a cabo a través de una gran variedad de agencias en los
sectores público, privado y voluntario, actuando en conjunción o en
combinación unos con otros.
A partir de ello, cabe indicar que por gobernabilidad se puede entender a «la
situación en la que concurre un conjunto de condiciones favorables para la acción
de gobierno que se sitúan en su entorno o que son intrínsecas a este» (AGUILAR,
1999). De esta forma, este concepto se enmarca en el ámbito de la capacidad de
gobierno. Esta se da siempre en un ámbito social no aséptico, en el que se
registra las demandas de los ciudadanos que son, en mayor o menor medida,
procesadas por el sistema político. Dichas demandas se articulan según el
número e intensidad de los cleavages existentes, así como de acuerdo con las
necesidades surgidas, que están pendientes de atender y que son consideradas
ineludibles por los propios ciudadanos.
42
Los criterios de representación hacen alusión a los sistemas
electorales y a su capacidad de incidir en los sistemas de partidos, así
como a su posibilidad de incorporar las demandas de la sociedad.
43
El concepto de gobernabilidad se relaciona con el de consolidación
democrática, al referirse a una necesaria institucionalización de los mecanismos
de gobierno; se relaciona, además, con el concepto de calidad de la
democracia, en la medida en que conlleva un interés evidente por el rendimiento
del sistema político. Por todo ello, se trata de un concepto de características
polisémicas que tiene un significado central en la política en la medida en que
relaciona partes sustantivas de la misma, lo cual hace muy difícil su operatividad
en términos de desagregar sus variables constitutivas, y hace estéril todo análisis
político desde una concepción totalizadora.
15
BANCO MUNDIAL (1994). Governance: The World Bank’s Experience. Executive Summary. Washington.
16
COPPEDGE, M. (1993). «Institutions and Democratic Governance in Latin America». Ponencia presentada en la
conferencia: Rethinking Development Theories in Latin America. University of North Carolina, Chapel Hill.
17
CROZIER, M. J.; HUNTINGTON, S. J. y WATANUKI, J. (1975). The Crisis of Democracy. New York: New York
University Press.
44
De esta manera, TOMASSINI insiste en que este concepto no solo se refiere
al ejercicio del gobierno, sino además a todas las condiciones necesarias
para que esta función pueda desempeñarse con eficacia, legitimidad y
respeto social. Tal orientación es parecida a la de ARBÓS y GINER18, quienes
definen gobernabilidad como la cualidad propia de una comunidad
política según la cual sus instituciones de gobierno actúan eficazmente
dentro de su espacio de un modo
considerado legítimo por la
ciudadanía, permitiendo así el libre
ejercicio de la voluntad política del
Poder Ejecutivo mediante la
obediencia cívica del pueblo.
18
CULPEPER, R.; y PESTIEU, C. (compiladores), (1996). Development and Global Governance, International
Development Research Centre. Otawa.
19
FALK, R. (1995). On Humane Governance: Towards a New Global Politics. Cambridge: Polity Press.
45
—que define al Estado como capaz de prevenir eventos que conduzcan a la
desaparición de su objeto político— hasta el concepto de buen gobierno —que
aboga por un Estado éticamente comprometido, en el que los ciudadanos tengan
una expectativa positiva—.
«En el último lustro del siglo XX, con la irrupción del neoinstitucionalismo y el
énfasis en la necesidad de fortalecer las instituciones del Estado, se propuso
diversas fórmulas que ayudaran al buen
gobierno o, en otros términos, a la
gobernación de una sociedad» (AGUILAR,
1999).
46
política económica y administrativa. Es el conjunto de mecanismos, procesos,
relaciones e instituciones mediante los cuales los ciudadanos y grupos articulan sus
intereses, ejercen sus derechos y obligaciones, y concilian sus diferencias. Tres son
las áreas importantes de la gobernación que contribuyen directamente al logro del
desarrollo humano sustentable:
Se asume que los gobernados anhelan una buena gobernanza, es decir, que se
tome decisiones en las que se aplique los principios de pluralismo, apertura,
participación, responsabilidad, eficacia y coherencia.
47
3.2. El sistema y la gestión de la gobernabilidad
Se entiende, además, que uno de los factores más significativos que forman parte
de la ecuación o de la «función» de gobernabilidad es la existencia de un
determinado estado de la situación de equilibrio dinámico en el funcionamiento del
sistema general, que implica dos condiciones:
20
Este punto se sustenta en los trabajos realizados por el profesor Javier TANTALEÁN: Gobernabilidad
Democrática, Económica y Social y La Gobernabilidad en la historia y la condición humana.
48
sociales estatales y/o
económicos que se
disgregan o que, en
situaciones límite,
desaparecen por
diferentes causales y/o
por procesos
fenomenológicos de la
realidad objetiva.
49
Por lo tanto, a la gobernabilidad no la concebimos solamente como lo institucional-
democrático, sino también en las dimensiones económica y social, es decir, todo lo
relacionado con la viabilidad económica futura del país, la esfera de crecimiento
sostenido y sostenible de la economía, el equilibrio básico de los indicadores
macroeconómicos, la aspiración permanente por la justicia social y la lucha sin
cuartel contra la pobreza y la exclusión social.
Un país con un Estado democrático de derecho que pervive con más del 50% de
las familias en situación de pobreza, es no solo éticamente intolerable y
socialmente inaceptable, sino que además pone en grave riego la ecuación básica
dinámica de equilibrio de la gobernabilidad.
b. La sociedad, el grado de
diferenciación y las capacidades
representativas y operacionales
de las diferentes organizaciones,
grupos y actores que la
conforman.
50
c. El subsistema estructura nacional, en el que se considera a lo siguiente
como componentes interrelacionados:
51
3.2.2. Gestión para la Gobernabilidad
La propuesta para la gestión de los poderes del Estado tiene como objetivo
principal dar apoyo a la alta gerencia gubernamental. Por ejemplo, a la Presidencia
de la República y el Poder Ejecutivo, tema que desarrollamos a continuación:
o Jefe de Estado.
o Jefe de la Administración
Pública.
o Jefe de Gobierno.
o Programa electoral.
o Compromisos internacionales.
o Acuerdos políticos.
52
De acuerdo con los grados actuales de desarrollo de las capacidades de gestión de
las presidencias, se puede poner en operación la totalidad de los componentes o
algunos de ellos.
53
El ejercicio gubernamental eficiente con vocación de servicio ciudadano.
Sin embargo, es preciso reconocer que aun en ese contexto, los sistemas
democráticos enfrentan, en mayor o menor grado, problemas de gobernabilidad.
Ya sea por la escasez de recursos, por la multiplicación de demandas o por otros
factores. La resolución plena de los problemas de gobernabilidad puede rebasar el
ámbito propio de la democracia política.
No deja de ser curioso que el término gobernabilidad, que hasta hace algunos
años solo aparecía en tratados académicos especializados, se haya vuelto hoy casi
una palabra de uso común. En la actualidad, los estudiosos de la política, los
dirigentes políticos y sociales, los funcionarios gubernamentales y los medios
masivos de comunicación hablan cotidianamente de los problemas de
gobernabilidad en las sociedades contemporáneas.
54
De este modo, según PASQUINO21:
«El manejo ineficaz de los asuntos económicos, la incapacidad o la desatención para responder a
elementales necesidades sociales, las tensiones institucionales en el interior de los poderes de la
democracia, la irrupción de la violencia (ya sea social y desorganizada, con base en estructurados
movimientos rebeldes, o animada por los poderes invisibles del crimen organizado) y la erosión de
la legitimidad democrática, debida a episodios reiterados y manifiestos de corrupción política y
enriquecimiento ilícito de funcionarios gubernamentales, han sido algunos factores típicos que
provocaron situaciones de «ingobernabilidad» en los países latinoamericanos durante los últimos
años».
21
PASQUINO, Gianfranco. «Gobernabilidad». En: BOBBIO, Norberto (1988). Diccionario de Política. (2.a ed.).
México: Siglo XXI, Suplemento, pp. 192-199.
55
A nuestro juicio, existen tres aspectos claves que deben ser estudiados para
alcanzar una comprensión sistemática de los problemas de la gobernabilidad
democrática:
56
Por otro lado, los procedimientos dispuestos por un sistema democrático
para tomar decisiones colectivas —que debería dar respuestas a las
demandas generadas por la sociedad civil— son tales que frenan y a veces
hacen inútiles —mediante el juego de vetos cruzados— la toma de
decisiones22.
22
BOBBIO, Norberto. "Democracia e ingobernabilidad", en Liberalismo y Democracia (1985), Fondo de Cultura
Económica, México, 1991, p. 104.
57
diferentes centros de interés y de poder en una sociedad compleja.
58
En virtud de estas limitaciones externas, las democracias se enfrentarían al reto de
integrar nuevas formas de organización ciudadana, sin las cuales las sociedades
complejas serían difícilmente gobernables, en un marco institucional —estable y
previsible— legitimado por la luz pública.
59
agregación de intereses, de mecanismos de toma de decisiones, de acuerdos y
pactos que doten al gobierno, a los grupos estratégicos y a los propios ciudadanos,
de instrumentos eficaces y legítimos de intervención política en los problemas de la
sociedad. Si bien en cualquier sociedad compleja un sistema de partidos fuerte,
competitivo, estable —es decir, el corazón indispensable de toda democracia— es
una vía insoslayable de comunicación entre el Estado y los ciudadanos, no debe
creerse que la existencia de ese
sistema de partidos basta para
garantizar niveles adecuados de
gobernabilidad. Naturalmente,
tampoco vale lo contrario, es decir,
gobernar privilegiando a los factores
reales de poder (corporaciones,
empresarios, sindicatos, etc.) a
espaldas de una ciudadanía que
muestra crecientes niveles de
activación, de capacidad organizativa
y eventualmente, de veto decisional.
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promoción del bienestar trascienden, por fuerza, la vigencia de las instituciones
democráticas.
23
CANOU, Antonio (2001). Gobernabilidad y Democracia. Instituto Federal Electoral. (4.a ed.). México, pp. 37
y ss.
61
El segundo caso, el de los conflictos horizontales, es más problemático, en la
medida en que el funcionamiento normal de la economía puede dar lugar, por
ejemplo, a un creciente desempleo, y, con esto, a una situación de inseguridad e
inestabilidad social, perjudiciales para la marcha de la democracia. En este tipo de
ejemplos, el grado del conflicto determinará que se encienda luces amarillas o
rojas para indicar el surgimiento de un déficit de gobernabilidad.
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Referencias bibliográficas
AGUILAR, L. (1999). Gobernabilidad y consolidación democrática. IX Curso
Interamericano de elecciones y democracia. México: IIDH-CAPEL.
AGUILAR, Luis (2007). «El aporte de la política pública y la Nueva Gerencia Pública
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63
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Cambridge: Polity Press.
LÓPEZ, Andrea. «La Nueva Gestión Pública: Algunas precisiones para su abordaje
conceptual». Serie I: Desarrollo Institucional y Reforma del Estado,
Documento n.o 68. Instituto Nacional de la Administración Pública (INAP).
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