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Vacíos y quiebres en el poder cruceño

No hay nada que hacerle, las verdades no se tapan con un dedo. Y la verdad sea
dicha, es que hoy Santa Cruz muestra vacíos imposibles de ocultar entre sus estructuras
políticas y de representación ciudadana. No solo que ha quedado en evidencia la falta de
preparación política, filosófica, ideológica y doctrinaria de los liderazgos existentes –
algo que para comprobarlo basta remitirse a la superficialidad y elementalidad de los
discursos que emiten-, sino que las estructuras mismas de representación existentes han
sido rebasadas por la dinámica de la realidad y sus posibilidades como continentes de
representación ciudadana se han desmoronado. Líderes sin formación política,
estructuras obsoletas, negación y pensamiento único, todo eso unido con una pegatina
de intereses antes que de ideales; ese es un cocktail del que nada bueno puede salir.

Acerca de la situación de la dirigencia, de los liderazgos existentes y la


institucionalidad cruceña, el politólogo cruceño Edward Serrate señala que este asunto
“es complicado, pero veamos. Los tres escenarios que mencionás siguen teniendo
presencia política, tanto a nivel local como nacional, eso es innegable. Pero al mismo
tiempo es trágico, porque las señales que se emiten desde estos escenarios son señales
de desubicación y desacierto. Da la impresión que tanto la dirigencia como la
institucionalidad, están resquebrajadas desde su interior y están en una búsqueda
desesperada por encontrar elementos que los aglutinen nuevamente. Sobre los
liderazgos no hay mucho que decir. Santa Cruz viene, como diría la Bersuit Vergarabat,
de pasar del éxtasis a la agonía. En éste péndulo, la representación política cruceña se
debate entre lo legal y lo legítimo”.

¿Es posible rescatar y rearticular los espacios de representación tradicionales


que ha tenido Santa Cruz como el Comité Cívico Pro Santa Cruz y las diversas
agrupaciones empresariales corporativas –CAINCO o FEGASACRUZ por dar dos
ejemplos- en tanto que portavoces del discurso cruceño, generadores de visión y
expresiones de representación ciudadana? Respondiendo a esto, Edward indica que esto
“no solo es posible, es lo que se tiene que hacer. Lastimosamente para generar o
encontrar elementos aglutinadores, se tiene que partir de la autocrítica, una asignatura
pendiente. ¿Por qué digo que es una asignatura pendiente? Porque bajo el discurso de la
unidad de los cruceños y de sus instituciones, hemos enmascarado todos nuestros males.
Se ha tenido miedo a la crítica propia, porque se hizo creer que el reflexionar y
cuestionar era una muestra de debilidad ante el adversario político. Haciendo una
analogía, es como cuando al niño le dicen: no llore, sea macho”.

Efectivamente se cerraron las puertas a un necesario y saludable debate. Hasta se


hicieron listas de traidores con aquellos que levantaron su voz para cuestionar cosas que
estaban haciéndose meridianamente mal. Se negaron a asumir que Santa Cruz existe
más allá del Segundo Anillo y que la cruceñidad no estaba compuesta únicamente por
los que asistían al Comité. Cuando se les planteó democratizar las instituciones cívicas,
la respuesta fue un no rotundo. Al proceder de esa manera no solo que asumieron una
línea antidemocrática y de pensamiento único, sino que se negaron a representar a los
otros cruceños que hasta el día de hoy no son visibilizados por el discurso dominante.
Consecuentemente entregaron esa representación en bandeja de plata al poder de
enfrente.

Sin embargo, Edward Serrate precisa que “las circunstancias actuales se


presentan propicias para generar un espacio de reflexión. Los momentos de crisis son
los más adecuados para hacer un FODA institucional, algo que los cruceños sí
manejamos muy bien. Tanto la dirigencia como la institucionalidad tendrían que
aprovechar éste momento para redefinir su accionar; y lo tendrían que hacer sin miedo,
porque las circunstancias están dadas para que éste proceso de reflexión y rearticulación
sea visto como un paso de madurez y de crecimiento político”.

Esto tendría que apuntar a generar una institucionalidad en verdad democrática.


El efecto de tener una institucionalidad cerrada, corporativa, de pensamiento único,
comprometida con camarillas de poder –las mal llamadas logias-, ha sido que ha
generado líderes que funcionan en esos ámbitos y bajo ésas lógicas; líderes con mucha
capacidad para digitar una elección entre cuatro paredes pero incapaces para representar
políticamente a los ciudadanos cruceños y para convencer. Esto hace que Santa Cruz
precise, como señala Edward Serrate, “una institucionalidad renovada en su totalidad.
Más transparente, abierta, menos sectorizada y con una vinculación transversal. Lo que
tenemos ahora es un limbo dirigencial e institucional”.

Una sociedad tan dinámica como la cruceña, que está en permanente ajuste con
la realidad, necesariamente y para el bien de su propia construcción como sociedad
precisa de espacios para el debate. Actualmente no se encuentra en Santa Cruz un
debate político serio y constructivo. Lo que hay, en lugar de debate y dialogo, son o
bien discusiones entre convencidos de uno u otro bando o shows mediáticos con
diálogos de sordos e insultos de por medio. ¿Cómo es posible entonces la construcción
de espacios de debate para la sociedad cruceña en estas circunstancias y cuál la
incidencia -o no- de la actual dirigencia política cruceña respecto a esto? Edward
Serrate considera que “esos escenarios los va a crear la propia ciudadanía con las
respuestas a las demandas de apoyo por parte de la actual dirigencia e institucionalidad.
Y de ese poder de convocatoria ausente tienen que darse cuenta la dirigencia y la
institucionalidad. Los escenarios van a tener que ser convocados por parte de la actual
dirigencia, ante la presión de la población”. Claro, es que necesariamente y en última
instancia, la respuesta está en la sociedad civil cruceña. Ésta, a falta de respuestas por
parte de los actuales representantes políticos y de la institucionalidad existente, tendrá
que generar nuevas opciones para sí a partir de sí misma

Es posible afirmar actualmente que los mecanismos de representación


política para la ciudadanía cruceña se han vaciado. Ni Comité, ni Gobernación ni
Alcaldía se ve que tengan un amplio poder de convocatoria ni mucho menos un discurso
propositivo y articulado. Sobre estos aspectos, Edward Serrate concluye afirmando que
“los mecanismos de representación se tienen que construir a partir de los roles para los
cuales fueron creados. Actualmente hay una dañina confusión de roles y actores. Este
proceso de redefinición de roles es lo que más cuesta porque algunos o muchos actores
tendrían que dejar el escenario. De ahí, hasta reconstruir estos escenarios de
representatividad, existe un trecho muy largo. Pero bueno, creo que estamos en el
momento justo”.

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