La escucha profunda es una práctica de meditación que puede aportar
muchos milagros de curación. Piensa en una persona con dificultades y sufrimiento en su corazón a quien nadie haya sido capaz de escuchar o comprender. Podemos ser el bodhisattva, la persona animada por la gran compasión hacia todos los seres que toma asiento y escucha con atención para calmar el padecimiento de esa persona. Deberíamos utilizar nuestra atención plena para recordarnos que, cuando le ofrecemos a alguien nuestra práctica de la escucha profunda, lo hacemos con el único objetivo de ayudarlo a vaciar su corazón y liberarse del dolor. Si podemos centrarnos en ese fin, podremos seguir escuchando con profundidad aun cuando el discurso de la otra persona contenga percepciones erróneas, amargura, sarcasmo, juicio y acusación. Al escuchar profundamente con todo nuestro corazón, con toda nuestra bondad y compasión, no nos irrita lo que dice la otra persona. Nos señalamos a nosotros mismos: «Pobrecillo, tiene muchas percepciones erróneas, se está́ consumiendo entre la rabia y el dolor». Seguimos escuchando y, más tarde, cuando se presente una buena oportunidad, le proporcionamos a la otra persona una información más precisa a fin de ayudarlo a ver la realidad más claramente. La ira y el sufrimiento nacen de las percepciones erróneas; cuando somos capaces de conseguir una imagen más acertada de la realidad, la nube negra de la ira y del sufrimiento se disuelve. Si somos conscientes de eso, podemos sentarnos tranquilamente y seguir escuchando con atención. Thich Nhat Hanh (Libro La paz está en tu interior)
Di lo que tengas que aportar en forma de pregunta para que sea el otro quien se diga a sí mismo lo que tú quería decir.