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DE LA SALUD LABORAL
Las autoridades tienen que velar para que las condiciones de trabajo sean saludables,
promotoras de salud y no dañen la salud de las personas que trabajan. Una parte de esta
labor, según dispone la LPRL, consiste en hacer cumplir las obligaciones preventivas del
empresario, y han de asegurarse que ello tenga efectos positivos en la salud (y no sólo que
cumplan con obligaciones formales, sobre el papel). Las autoridades deben tener líneas de
acción para ir eliminando riesgos para la salud en el medio laboral. Para ello, han de vigilar
las condiciones reales de trabajo, tomando datos en relación a determinados factores de
riesgo para la salud de los trabajadores. Esto tiene que servir para trazar objetivos definidos
de erradicación de éstos factores nocivos para la salud. Por ejemplo, deberían apuntar a la
eliminación del uso de cancerígenos en el medio laboral. También deben identificar nuevos
factores de riesgo que necesitan ser controlados y/o eliminados, etc.
Pero esto no es suficiente: las autoridades también han de desarrollar políticas que
promuevan un contexto favorable para la salud de los trabajadores, mejorando las
condiciones de trabajo y dando protección social y del empleo a los trabajadores que hayan
sufrido daños a la salud (protegiendo su derecho al trabajo). Deben actuar en diferentes
terrenos: mediante políticas legislativas, de vigilancia y mejora de las condiciones de
empleo y de trabajo, de promoción del conocimiento científico y técnico y de su
transferencia a la sociedad, etc.
Para marcarse políticas con objetivos ambiciosos y verificar que se van alcanzando, las
autoridades disponen o deberían disponer, de distintos recursos: