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ye por valina el sexto aminoácido, el ácido glutámico. La HbS (cx,P26 (,|u-»Va|) se polimeriza
de forma reversible cuando se desoxigena para formar una red gelatinosa
mes pierden la flexibilidad necesaria para atravesar los capilares finos. Poseen
también los capilares y las vénulas pequeñas y con ello desencadenan isquemia
tisular (hística), dolor agudo y lesión gradual de los órganos "terminales". Este
las enfermedades intercurrentes, o entre los intervalos entre ellas La vasooclusión posee
manifestaciones diversas; los episodios intermiten-
muy variables. El dolor puede aparecer en (casi) cualquier lugar del cuerpo y
durar pocas horas a dos semanas. Las crisis repetidas que requieren ingreso
hospitalario (más de tres por año) tienen relación con una menor superviven-
daños en los órganos afectados crónicamente. Entre los factores que las pro-
Los microinfartos repetidos pueden destruir los tejidos que poseen lechos
tos, una causa tardía frecuente de muerte. La isquemia ósea y articular puede
causar necrosis aséptica (en especial de la cabeza del fémur o del húmero),
artropatía crónica e inusitada propensión a la osteomielitis, que puede deber-
niños, una pequeña parte de los cuales sufre episodios repetidos; el accidente
monar y cardiopatía pulmonar, una causa cada vez más común de muerte a
la edad adulta o incluso durante toda ella, mientras que otros sufren desde la
lares, ligeramente más leves, quizá por el efecto "atemperador" que tiene la
producción de otras hemoglobinas en el interior del eritrocito. La enfermedad
Sin embargo, en la mayor parte de los aspectos las manifestaciones clínicas son
del genoma no han producido genes modificadores, a no ser los que se sabe
de pautas interesantes. Por ejemplo, los genes que afectan la respuesta inflama-
medad.
deshidratación.
y mortalidad son: más de tres crisis por año que requieren hospitalización,
la determinación Doppler del flujo carotídeo. Los pacientes con crisis graves o
repetidas del síndrome torácico agudo requieren apoyo de por vida mediante
Los pacientes con síndromes drepanocíticos requieren siempre cuidados ininterrum- pidos. El
mejor elemento que protege del uso excesivo del servicio de urgencias, la hospitalización y la
habituación a los analgésicos narcóticos, es estar familiarizado con la identidad de los
síntomas. Otras medidas preventivas son las exploraciones repetidas con lámpara de
hendidura para vigilar la aparición de retinopatía; la profilaxis anti- biótica apropiada para los
pacientes sin bazo, durante las manipulaciones dentales u otros procedimientos cruentos; la
hidratación enérgica por vía oral antes o durante los periodos de ejercicio extremo, la
exposición al calor o al frío, la tensión emocional o la infección. Las vacunas a base de
neumococos y Haemophilus inlluenzae son menos efi- caces en individuos a los que se ha
extirpado el bazo; por tal razón, hay que aplicarlas en fecha temprana de la vida a los
individuos con anemia drepanocítica. El tratamiento de una crisis dolorosa aguda incluye
hidratación vigorosa, valoración minuciosa en busca de las causas primarias (como la infección)
y la analgesia intensiva, mediante el uso inmediato de analgésicos, la analgesia con bomba
controlada por el paciente (patient-controlled analgesia, PCA) o ambas técnicas. Con la
administración de 0.1 a 0.15 mg de morfina/kg de peso cada 3 a 4 h o de 0.75 a 1.5 mg de
mepe- ridina/kg cada 2 a 4 h será posible controlar el dolor intenso. La meperidina se usará
sólo para el control inmediato y a corto plazo del dolor; si se utiliza por largo tiempo no es un
producto apropiado. El dolor óseo puede mejorar también con cetorolaco (30 a 60 mg como
dosis inicial y seguir con 15 a 30 mg cada 6 a 8 h). Con la inhalación de óxido nitroso se puede
obtener analgesia a corto plazo, pero hay que tener cuidado de evitar la hipoxia y la depresión
respiratoria. El óxido nitroso también incrementa la afinidad por el oxígeno y aminora el
aporte de este gas a los tejidos. Debe ser utilizado únicamente por expertos. Muchas crisis
pueden tratarse en el domicilio con hidratación y analgesia, ambas por vía oral. Recurrir al
servicio de urgencias se debe reservar para los síntomas especialmente intensos y para las
circunstancias en las cuales se sospechan otros cuadros como infecciones. El oxígeno por vía
nasal se utilizará según se considere apropiado para conservar la saturación arterial. Una gran
parte de las crisis muestran resolución entre uno y siete días. La transfusión de sangre se debe
reservar para los casos extremos; la transfusión no acorta la crisis.
No existe ningún estudio definitivo para diagnosticar una crisis dolorosa aguda. Para un
tratamiento apropiado es fundamental una estrategia que reconozca que la mayoría de los
pacientes que describen los síntomas de una crisis realmente la tienen o pade- cen otro
problema médico de importancia. Es indispensable la valoración diagnóstica diligente en busca
de causas subyacentes, aunque pocas veces se les identifique. En los adultos hay que pensar
en la posibilidad de necrosis aséptica o artropatía drepanocítica, sobre todo si el dolor y la
inmovilidad se repiten o se vuelven crónicos en una única localización. Los antiinflamatorios no
esteroideos suelen ser eficaces en la artropatía drepanocítica.
El síndrome torácico agudo es una urgencia médica que debe tratarse en una unidad de
cuidados intensivos. Se vigilará con cuidado la hidratación, para no desencadenar edema
pulmonar y la oxigenoterapia debe ser especialmente enérgica para proteger la saturación
arterial. La valoración diagnóstica en busca de neumonía o embolia pul- monar debe ser
meticulosa, porque puede presentarse con síntomas atípicos. Es crucial la práctica de
transfusiones con el fin de mantener el valor hematócrito 30% y de la exsanguinotransfusión
de urgencia si la saturación arterial disminuye a menos de 90%. A medida que los pacientes
con síndromes drepanocíticos viven cada vez más y llegan al quinto y sexto decenios de vida, la
insuficiencia renal terminal y la hipertensión pulmonar se están convirtiendo en las causas
destacadas de morbilidad, en la fase terminal. Una miocardiopatía drepanocítica o la
cardiopatía isquémica prematura puede deteriorar la función cardiaca en los últimos años.
Algunos pacientes con anemia dre- panocítica han recibido trasplantes renales, pero a menudo
experimentan aumento de la frecuencia y gravedad de las crisis, posiblemente debido a la
frecuencia mayor de infecciones a causa de la inmunodepresión.
El avance más importante en el tratamiento de la anemia drepanocítica ha sido la introducción
de la hidroxiurea como piedra angular del tratamiento de los pacientes con síntomas graves.
La hidroxiurea (10 a 30 mg/kg/día) aumenta el nivel de la he- moglobina fetal y puede ejercer
también efectos beneficiosos en la hidratación de los eritrocitos, la adherencia a la pared
vascular y la supresión del número de granulocitos y reticulocitos; de hecho, la dosis se ajusta
para mantener el recuento leucocitario de entre 5 000 y 8 000/ul. Los leucocitos y los
reticulocitos pueden desempeñar un papel importante en la patogenia de las crisis
drepanocíticas y su supresión puede constituir un beneficio sustancial del tratamiento con
hidroxiurea.
La 5-azacitidina, fármaco antitumoral, fue el primer fármaco que aumentó los niveles de HbF.
Nunca fue de uso difundido porque se temía que tuviera efectos tóxicos agudos y fuera
carcinogénico. Sin embargo, las dosis pequeñas del agente similar 5-desoxi- azacitidina
(decitabina) elevan el nivel de HbF, con reacciones tóxicas aceptables. El trasplante de médula
ósea puede lograr curación definitiva, pero sólo se sabe que resulta eficaz y seguro en los
niños. Los datos pronósticos que justifican el trasplante de médula ósea son la presencia de
crisis repetidas en edades tempranas, un recuento leucocitario alto o la aparición del síndrome
de la mano-pie. Con el empleo de las técnicas de ecografía con sistema Doppler se debe
identificar a los niños en riesgo de sufrir accidente vascular cerebral. La exsanguinotransfusión
profiláctica parece reducir sustancialmente el riesgo de dicho accidente en esa población. Los
niños que tienen el antecedente de un accidente vascular cerebral deben ser sometidos por lo
menos durante tres a cinco años a un programa de exsanguinotransfusión enérgica, porque el
riesgo de nuevos accidentes de ese tipo es extremadamente alto Está en fase de investigación
intensiva la geneterapia contra la anemia drepanocíti- ca, pero aún no existen medidas
seguras. Los fármacos que bloquean la deshidratación o la adherencia de eritrocitos a los vasos
como el clotrimazol o el magnesio pudieran resultar útiles como complemento en el
tratamiento con hidroxiurea, aunque para usar- los se necesita que se terminen las
investigaciones que están en marcha. Se valoran combinaciones de clotrimazol y magnesio.