Evaluación Psicológica Forense en accidentes de tráfico
Teniendo en cuenta que aproximadamente en el mundo mueren
Evaluación Psicológica-Forense en accidentes
de tráfico: testimonio y valoración de daño
Introducción
Los accidentes de tránsito constituyen una de las mayores causas
de mortalidad en las sociedades. Por ejemplo, en España, con una
población en torno a los 45 millones de habitantes y clasificada
por la Organización Mundial de la Salud (2009) como un país de
ingresos altos, la cifra de muertes oscila en torno a las 2000 al año
(Dirección General de Tráfico, 2013). El problema se agrava en los
países con ingresos medios y bajos (con tasas de muertes de 20,1 y
18,3 muertes por 100.000 habitantes respectivamente, frente a una
tasa de 8,7 en los países con ingreso altos) (Organización Mundial
de la Salud, 2013). En Latinoamérica, clasificada como de ingresos
medios, la accidentalidad vial es una de las principales causas de
mortalidad.
Así, la Organización Panamericana de la Salud (2009) informa que
las lesiones causadas por accidentes de tráfico constituyen la novena
causa de mortalidad en la región latinoamericana, con registros
especialmente críticos entre los jóvenes: primera causa de muerte
en la franja de cinco a 14 años; y segunda, en las franja entre 14 y 29 y
29 y 44 años. Pero tras la cifra de muertes se esconde otra no menos
importante, la de heridos (Tortosa y Montoro, 2002). De nuevo en
España, frente a las aproximadamente 2000 muertes al año, la cifra
de heridos se eleva a más de 150 000, es decir que, por cada persona
muerta hay 75 heridas (Dirección General de Tráfico, 2013).
245
por causas de accidentes de tránsito 1 240 000 personas al año, la
proyección del número de heridos ronda los 93 millones. Se define
la víctima, en nuestro caso a consecuencia de un Accidente con
Vehículo a Motor (AVM), como aquella persona que ha sufrido
un perjuicio, entendiendo por ello una lesión física o mental,
sufrimiento emocional, pérdida o daño material, o un menoscabo
importante en sus derechos (Naciones Unidas, 1988). Esto se
puede aplicar, no solo a la persona víctima, sino también a la
familia primaria de ella.
En el caso de la lesión mental o sufrimiento emocional, la reparación
se ha plasmado en una compensación económica por el daño
causado que corre usualmente a cargo de la compañía aseguradora
del vehículo causante del accidente, aunque los estados también
cargan con unos costes económicos muy elevados (Montoro, Roca
y Tortosa, 2008). Las implicaciones testimoniales, civiles y penales
de un accidente de circulación conllevan que la Psicología Forense
y del Testimonio desempeñe un papel de especial relevancia, tanto
para el esclarecimiento de accidente, como para la valoración de
las secuelas cognitivas y clínicas. Del mismo modo, es necesario
proceder a una reconstrucción del accidente en la que los
documentales policiales y periciales mecánicos y biomecánicos
son las piedras angulares, pero en la que los testimonios de los
implicados en el accidente y de los testigos presenciales también
cuentan con gran relevancia para la estimación legal de la respon-
sabilidad en el accidente.
Los testimonios de los implicados en el accidente como partes que
tienen intereses en la causa no constituyen una prueba suficiente
por sí mismos (consultar, por ejemplo: Ley de Enjuiciamiento
Criminal española), por lo cual deben rodearse de ciertas corro-
boraciones periféricas de carácter objetivo para dotarse de aptitud
probatoria (Sentencia del Tribunal Supremo de España, Sala
de lo Penal, 28 septiembre 1988, RJ 7070). Las corroboraciones
246
 Arce, Ramón & Fariña, Francisca
periféricas aplicables a casos de AVM en las que sustentan jueces y
magistrados para otorgar valor de prueba suficiente a un testimonio,
esto es, otorgarle credibilidad, son (Novo y Seijo, 2010): un informe
psicológico que concluya que el testimonio es creíble o en el que
no concurren suficientes criterios de realidad; un informe psico-
lógico que certifica la existencia de daño psíquico consecuencia de
la acción a enjuiciar; persistencia en el testimonio-incriminación;
claridad, amplitud y confianza en el testimonio; las circunstancias
periféricas que rebaten la declaración del testigo; las circuns-
tancias periféricas que confirman la declaración del testigo; los
documentos o periciales que contradicen el testimonio prestado y
los testimonios que ratifican o contradicen el testimonio.
En concreto, la evaluación de las variables que moderan la
exactitud y credibilidad del testimonio y la persistencia en el testi-
monio son las que más pesan en la decisión judicial. Al respecto,
la Psicología Forense y del Testimonio ha identificado las variables
que modulan la exactitud de un testimonio honesto y, validado
sistemas categoriales para la discriminación entre un testimonio
real y uno inventado. En ausencia de estas pruebas, la credibilidad
del testimonio descansa primeramente en la apreciación de jueces
y magistrados de la claridad y la amplitud observada en el testi-
monio, así como en la confianza manifestada por el testigo en su
testimonio (no obstante, como se verá posteriormente, la confianza
no implica exactitud). Una vez establecida la responsabilidad en el
accidente, la parte causante (España el Real Decreto Legislativo
8/2004) ha de resarcir económicamente a la víctima del accidente
del daño causado.
Todo accidente lleva aparejados daños que, para los efectos de la
restitución, se clasifican en patrimoniales (daño emergente y lucro
cesante) y no patrimoniales (daño a la salud, que engloba el daño
psicológico denominado daño moral). En este contexto, la Psico-
logía Forense rige la encomienda de verificar y cuantificar dicho
daño y esto, dado que se está en un contexto forense (American
247
Evaluación Psicológica Forense en accidentes de tráfico
Psychiatric Association, 2013), sospechando (sobre) simulación.
Adicionalmente, la evaluación psicológica puede dirigirse a la
evaluación de las características de los actores con el fin de identi-
ficar las posibles causas de origen psicológico en el accidente. En
este capítulo se revisan cada uno de estos puntos desde una óptica
aplicada.
Del testigo visual
Desde que McKeen Cattell (1860-1944) demostrara en 1893 que
la confianza en el testimonio era diferente de la exactitud de este,
la Psicología del Testimonio empezó a crear un corpus de investi-
gación sobre las variables que modulan la calidad del testimonio de
un testigo presencial. Este corpus que fue esquematizado por Wells
(1978) en torno a dos grupos de variables: variables a estimar, esto
es, aquéllas que afectan a los procesos de codificación y retención
de información y variables del sistema, es decir, el modus operandi
de los operadores policiales y judiciales. Las variables a estimar
comprenden las características de la situación, tales como el tiempo
de exposición (a mayor duración del incidente, mejor recuerdo);
intervalo de retención (a medida que se incrementa el tiempo de
almacenamiento de la información, decae el recuerdo de caracterís-
ticas f ísicas); las condiciones f ísicas en las que se dio el testimonio
(por ejemplo: una baja iluminación dificulta el testimonio, el testi-
monio visual nocturno es de escasa exactitud), o las condiciones
psicológicas en las que se produjo el testimonio ( por ejemplo: la
ansiedad percibida por el testigo presenta una relación en forma de
U invertida con la exactitud de este); y las características del testigo
que condicionan la calidad del testimonio (raza, género, edad,
inteligencia, personalidad, transferencia de personas, estereotipos,
información post-suceso).
Por otra parte, las variables a estimar constituyen variables naturales
por lo que no se pueden controlar en casos reales. De ahí que solo se
248
 Arce, Ramón & Fariña, Francisca
puedan estimar sus efectos en la calidad del testimonio. Por su parte,
las variables del sistema se relacionan con todos aquellos factores
asociados a la recuperación de la información que tercian la calidad
del testimonio y sobre las que la actuación legal e investigadora
puede ejercer un control. Estas incluyen la confección inadecuada de
ruedas de identificación, los interrogatorios sugestivos o coercitivos,
el error de autenticidad o el efecto de compromiso. En resumen, el
testigo presencial, aun queriendo ser honesto, se encuentra sujeto
a numerosas fuentes de sesgo y error que pueden ser estimadas o
controladas generando, en este caso, un protocolo adecuado de
actuación. Seguidamente se compendian las pautas de actuación:
a. Reinstauración para la obtención del testimonio de los contextos
específicos de los hechos a recordar, bien en la memoria o
mediante una reconstrucción de los hechos.
b. Crear un contexto adecuado para la obtención del testimonio (por
ejemplo: personalización de la entrevista, ambiente agradable)
para evitar los efectos de condescendencia, obediencia o confor-
midad en el testimonio.
c. Obtención del testimonio del modo más contiguo posible a los
hechos (de este modo se controlan, en mayor medida, los efectos
de la información post-suceso, transferencia de información e
intervalo de retención).
d. No acudir a técnicas coercitivas, engañosas, de vuelta atrás,
con un esquema o guion predeterminado o arbitrario, o que
generen dudas en el testigo a la hora de prestar el testimonio. En
la obtención del testimonio, se ha de respetar la representación
mental que el testigo tenga de los hechos observados. Ver en
el apartado siguiente, la obtención del testimonio, cómo realizar
una entrevista productiva y no-contaminada externamente.
e. No forzar al testigo a que recuerde.
f. Evitar la repetición de preguntas (genera la impresión en el
testigo de que ha respondido erróneamente).
249
Evaluación Psicológica Forense en accidentes de tráfico
g. No repetir la respuesta del testigo (genera en el testigo la
impresión de crítica).
h. Evitar preguntas de respuesta cerrada (de ser necesario han de
incluir una alternativa de salida como «no recuerdo», «no sé»,
«no pude verlo»).
i. No completar nunca las respuestas del testigo (por ejemplo: si no
se fue a la derecha, entonces es que se desplazó a la izquierda).
j. Solicitar al testigo que no utilice muletillas o «expresiones
ómnibus» (por ejemplo: se dio un golpe y eso fue todo), sino que
describa pormenorizadamente los hechos valiéndose para ello de
imágenes mentales, sensaciones u otras técnicas de recuperación
de memoria.
k. Manejar adecuadamente los tiempos en la obtención del testi-
monio (no interrumpir al testigo, controlarse de intervenir en las
pausas y silencios largos).
l. Si hay varios testigos de los hechos, obtener los testimonios por
separado.
m. Contrastar la consistencia del testimonio en el tiempo.
n. Contrastar la consistencia intertestimonios y no otorgar más
valor al testimonio de cargo que al que no aporta información (no
apoya la versión de un testigo clave) o resta cargo a la prueba (por
ejemplo: niega la versión de otro testigo, pero no aporta otra).
o. Tener presente que los testimonios honestos contienen infor-
mación inexacta (se estima que los testimonios honestos pueden
llegar a contener hasta un 20% de información inexacta (Köhnken
et al., 1999).
p. En ruedas de identificación, seguir las normas de construcción
de las mismas y someter a una evaluación pericial la objetividad
de la misma (información detallada de pautas a seguir para la
construcción objetiva de una rueda, así como para la evaluación
de la objetividad de la misma puede hallarse, en castellano, en
Arce, Fariña y Real, 1993; y, en inglés, en Wells, 1998).
250
 Arce, Ramón & Fariña, Francisca
q. El entrevistador hará un resumen al final de la obtención del
testimonio para que el testigo lo ratifique, complemente o lo
corrija.
r. Realizar un informe sobre las características de la situación y las
características del testigo que condicionan la calidad del testi-
monio con una estimación de las implicaciones para la calidad
del testimonio1.
La obtención del testimonio
En no pocas ocasiones es preciso reconstruir o simular el accidente
para comprender las causas e implicaciones del mismo. Las pruebas
mecánicas y biomecánicas recabadas se presentan como críticas
para esto, así como los testimonios de los implicados y testigos
presenciales. Para la obtención del testimonio, los psicólogos
se valen de la entrevista. La entrevista se agrupa en torno a dos
grandes procedimientos de ejecución: la entrevista narrativa (el
entrevistador solicita al entrevistado que cuente lo que ha sucedido
y este relata los hechos conforme los recupera de su memoria, tal
como «¿cómo ha sido el accidente?», y el entrevistado ha de narrar
los hechos tal y cómo los recuerda), y la entrevista interrogativa
propia de la investigación policial (el entrevistador, tras preparar
una serie de preguntas sobre los hechos, le pide al entrevistado que
las conteste). La evidencia científica ha mostrado la superioridad de
la entrevista narrativa sobre la interrogativa (Memon et al., 2010).
El protocolo de entrevista narrativa para la obtención del testi-
monio de uso general es la entrevista cognitiva mejorada (Fisher y
Geiselman, 1992) que conforma la versión forense de la entrevista
cognitiva (Geiselman et al., 1984). La pertinencia de esta para la
evaluación forense e investigativa no se sustenta únicamente en la
superioridad en términos de producción sobre otras modalidades
1
Un modelo de informe de este tipo puede solicitarse a los autores.
251
Evaluación Psicológica Forense en accidentes de tráfico
de entrevista, sino también en que la aplicación de la misma no
se encuentra limitada a la reproducción de un suceso de episodio
único (muchas personas a evaluar pueden haber sufrido o presen-
ciado previamente AVM), ya que permite extender su empleo para
recordar hechos que ocurren o se han observado frecuentemente
de una manera similar (Mantwill, Köhnken y Ascherman, 1995).
Se puede aplicar en series repetidas (Memon et al., 1997), esto es,
posibilita someter a prueba la persistencia en el testimonio/incrimi-
nación y favorece la manifestación de los criterios de realidad (Vrij,
2005). La entrevista cognitiva comprende cuatro técnicas generales
de recuperación de memoria:
1. La primera técnica consiste en la reinstauración mental de
contextos, tanto físicos (ambientales) como personales (senti-
mientos), que existieron en el momento del hecho a recordar;
en este caso, del accidente. Esto implica que se le pida al testigo
que trate de situarse mentalmente en el lugar del accidente
teniendo en cuenta:
a. Los elementos emocionales, un ejemplo sería: «Trata de
recordar cómo te sentías, ¿qué te pasó por la mente durante el
accidente (imágenes mentales, sentimientos)?».
b. Elementos secuenciales: «Piensa en lo que tenías en mente justo
antes del accidente».
c. Características perceptuales: «Ponte de regreso en la escena del
accidente y haz un dibujo del lugar del accidente ¿qué ves?, ¿a
qué olía?, ¿qué sonidos escuchas?».
2. La segunda técnica consiste en pedirle al testigo que narre
todo lo sucedido, incluyendo la información parcial. Así, se
le demanda que informe absolutamente de todo, incluso los
detalles que considere banales para la investigación, porque
esos pueden llevar a otros, asociados entre sí en la memoria que
sí sean relevantes. Esta estrategia es especialmente importante
a la hora de combinar la información de diferentes testigos.
252
 Arce, Ramón & Fariña, Francisca
Los detalles menores, dependiendo del caso, pueden conducir a
buenas pistas sobre la consistencia intertestigos. Con estas dos
instrucciones, de imaginarse en la misma situación de nuevo y
de recordar todos los detalles posibles, se obtiene una primera
versión de lo sucedido.
3. La tercera técnica consiste en animar al testigo a que se ponga
en el lugar de (en el caso que nos ocupa, accidente de tráfico),
los implicados, testigos o de cualquier otra persona participante
en el suceso y que informe lo que hubiera percibido desde esa
perspectiva, si estuviera ocupando el lugar de esa persona. Esta
técnica se fundamenta en que al ponerse en lugar de los otros
personajes de una historia, se recuerda información propia de la
perspectiva de esa persona. De este modo, se obtiene una segunda
versión de la entrevista, desde una perspectiva diferente. Además,
esta capacidad para recordar en orden inverso se relaciona con
la realidad de lo informado, facilitando, asimismo, la detección
de testimonios falsos (Vrij et al., 2008).
4. La última técnica consiste en la instrucción al testigo para que
recuerde desde diferentes puntos de partida, desde un orden
diferente, cómo se desarrollaron los hechos, esto es, desde el
final al principio o desde el medio, con el objetivo de recuperar
pequeños detalles que pueden perderse al realizar una narración
de los hechos siguiendo la secuencia temporal que estos tuvieron.
Esta técnica, además de ser efectiva para detectar detalles
adicionales, reduce el efecto que los conocimientos previos, las
expectativas y los esquemas producen en el recuerdo y es de
utilidad para el estudio de la credibilidad del testimonio (Vrij
et al., 2008). En suma, esta técnica sirve para mitigar los efectos
derivados de los esquemas o modelos mentales en la pérdida de
información.
La entrevista cognitiva incluye técnicas suplementarias, memory
jogs, para facilitar el recuerdo de información específica, que puede
253
Evaluación Psicológica Forense en accidentes de tráfico
ser crítica para la reconstrucción y establecimiento de las causas del
accidente, tal como:
a. Gimnasia memorística para la apariencia física, se pueden
formular preguntas del tipo: «¿Te recordó el aspecto concreto
del accidente a algo que habías visto o vivido previamente?
¿Aconteció algo inusual en la escena del accidente?».
a. Nombres, lugares y similares: «Trata de recordar la primera
letra del lugar a recuperar, recorriendo una a una todas las letras
del alfabeto».
b. Objetos: «Describe los objetos que había en el lugar de los
hechos, tal y como quedaron tras el accidente. Compáralos
con cómo eran previamente al accidente, ¿parecía que fueran
pesados de llevar?».
c. Números de matrículas: «¿Te recuerdan los números o las letras
de la matrícula a alguna cosa? ¿Los números eran altos o bajos?»
«Intenta ver la placa de la matrícula y leerla».
La entrevista cognitiva presenta tres grandes limitaciones que el
psicólogo o investigador ha de tener siempre presentes: la comple-
jidad en su aplicación, por lo que requiere de un programa exhaustivo
de entrenamiento; precisa de la colaboración del entrevistado y
de las destrezas cognitivas que se exige al entrevistado. Algunos
testigos pueden presentar déficits en las funciones cognoscitivas
(por ejemplo: los accidentes de tráfico con lesiones cráneo-encefá-
licas pueden llegar a producirlas) o falta de madurez cognitiva (por
ejemplo: en el caso de los menores) que afectan a la capacidad para
testimoniar. Se ha concretado el uso de dos protocolos de actuación
adaptados a estas dos poblaciones en lo que se denominan Entre-
vistas cognitivas modificadas. El desarrollo de estas y otras técnicas
de entrevista cognitiva modificadas, que supera el alcance de este
ensayo, puede verse en Arce y Fariña (2012).
Una última fuente de obtención de información con implicaciones
para la evaluación, en este caso de las víctimas de un AVM proviene
254
 Arce, Ramón & Fariña, Francisca
de la valoración del daño clínico asociado a la victimización de
un AVM. A este respecto, los escritores del presente capítulo han
desarrollado (Arce y Fariña, 2001) y validado científicamente una
técnica de entrevista (Vilariño, Arce, y Fariña, 2013), incluido el
contexto de la evaluación forense en casos de AVM (Arce y Fariña,
2008; Arce et al., 2006). Se trata de la entrevista clínico forense, que
es una entrevista de orden clínico narrativo en formato de discurso
libre, esto es, una entrevista cognitiva modificada para la evaluación
clínico-forense. Además de dicha modificación, la entrevista clíni-
co-forense incluye un ajuste conforme a las demandas específicas
de la evaluación psicológico-forense (por ejemplo: la evaluación de
la simulación).
Esta se justifica, en este contexto, porque los instrumentos usuales
de medida clínica se desarrollan sobre la base de que se está ante un
paciente, y, por tanto, no cobra interés el estudio de la simulación
(diagnóstico diferencial en la práctica forense). Por ello, las entrevistas
clínicas estructuradas o semiestructuradas, al igual que los checklist
e instrumentos de medida psicométricos, no se han diseñado especí-
ficamente con el propósito de controlar la simulación al propiciar
información clínica que la facilita. Por ejemplo, ante la pregunta del
ítem 50 del SCL-90-R (Derogatis, 2002), «tener que evitar ciertas
cosas, lugares o actividades porque le dan miedo» (Criterio C.2 del
Trastorno de Estrés Postraumático). El sujeto simulador tiene ante
sí un facilitador de la respuesta de simulación.
Así pues, el tipo de preguntas formuladas en la entrevista cognitiva
modificada le proporciona al sujeto un camino conducente para la
selección de los síntomas asociados a una determinada enfermedad
psíquica. De hecho, el sujeto se somete a una tarea de reconoci-
miento que solo requiere del simulador, la habilidad necesaria
para discriminar entre ítems pertenecientes a una patología u otra.
Complementariamente, los datos muestran que la evaluación clínica
tradicional, basada en la entrevista clínica estándar e instrumen-
tación psicométrica, nunca ha llegado al diagnóstico de simulación
255
Evaluación Psicológica Forense en accidentes de tráfico
porque no la sospecha. Asimismo, los efectos negativos de un error
en este diagnóstico (Rogers, 2008), pues algunos sujetos son capaces
de simular efectivamente una enfermedad mental determinada y
discriminarla de otras.
En el caso concreto de las secuelas de un AVM, la tasa de efecti-
vidad de simulación en el MMPI-2 se elevó al 67,3% (Arce y Fariña,
2008). Si bien algunos instrumentos psicométricos cuentan con
escalas del control de validez de los datos del registro, no consti-
tuyen una prueba suficiente para establecer fehacientemente la
simulación porque: a) la impresión de simulación es compatible con
la formulación de otras hipótesis alternativas, tal como daño clínico
grave; b) no clasifica correctamente a todos los simuladores; y c)
no proporcionan diagnósticos, sino impresiones diagnósticas. En
otras palabras, basándonos solo en estos instrumentos se pueden
cometer dos tipos de errores: falsos positivos (catalogar a enfermos
reales como simuladores) y errores de omisión (no detectar como
simuladores a sujetos que realmente están simulando).
Todo ello ha llevado a que se propusiera, a fin de minimizar estas
fuentes de error, la adopción de una estrategia de evaluación
multimétodo (Arbisi, 2005). En este contexto, se crea la entre-
vista clínico-forense (Arce y Fariña, 2001) cuyo proceder consiste
en pedir2 a los sujetos que relaten, en contraste con el momento
anterior al AVM, los síntomas que advierten en sí mismos, los
cambios comportamentales y los pensamientos que les invaden
(esto es, EEAG en el eje V del DSM-IV-TR; American Psychiatric
Association, 2002). Si los sujetos no responden de motu propio, les
será requerido por medio de preguntas abiertas, de acuerdo con el
eje V del DSM-IV-TR (American Psychiatric Association, 2002),
que informen igualmente sobre sus relaciones familiares (EEGAR);
relaciones sociales (EEASL) y relaciones laborales (EEASL). Con este
2
El entrevistador debe estar entrenado, tener conocimientos de psicopatología y
proceder con escucha activa.
256
 Arce, Ramón & Fariña, Francisca
procedimiento, se somete a los sujetos a la ejecución de una tarea
de conocimiento de síntomas, en tanto que las entrevistas estruc-
turadas, semiestructuradas, checklist e instrumentos psicométricos
desempeñan una tarea de reconocimiento de síntomas. Este proce-
dimiento de entrevista se mostró fiable, válido y productivo en la
detección de simulación de un Trastorno de Estrés Postraumático
(TEPT) ligado a la simulación del daño psíquico vinculado a un
AVM (Arce et al., 2006; Arce y Fariña, 2008).
En esa línea, al igual que la entrevista de hechos, la entrevista clínico-
forense ha de ser grabada para practicar el subsiguiente análisis de
contenido de la misma. Las categorías de análisis clínicas son los
síntomas descritos en el DSM-5 (American Psychiatric Association,
2013) para el TEPT que constituyen la huella psíquica de un AVM
(Blanchard y Hickling, 2004; Fuglsang, Moergeli y Schnyder, 2004;
Stallard, Salter y Velleman, 2004) y cualquier otro síntoma clínico (de
estos síntomas nos valemos para contrastar la validez convergente
con otras medidas de daño).
No obstante, ha de tenerse presente que, en víctimas directas e indir-
ectas de AVMs, otros daños en ausencia de un TEPT no se pueden
considerar una secuela (O’Donnell et al., 2006). Así, se cuenta con
un sistema categorial mutuamente excluyente, fiable y válido, en lo
que Weick (1985) ha denominado sistemas de categorías metódicas.
Si bien la gran mayoría de los síntomas, incluidos los más adversos,
pueden ser informados directamente por los sujetos, algunos solo
pueden observarse. En consecuencia, la detección de las categorías
responde a dos métodos complementarios: la expresión directa del
sujeto y observaciones de los codificadores tras analizar los proto-
colos. Por ejemplo, el deterioro de memoria puede ser manifestado
directamente por el sujeto o ser observado y registrado por el
codificador en el visionado la entrevista. Para el control de la (sobre)
simulación, diagnóstico que ha de realizarse siempre en la evalu-
ación médico-legal (American Psychiatric Association, 2013), se
ha creado un sistema categorial metódico de estrategias de (sobre)
257
Evaluación Psicológica Forense en accidentes de tráfico
simulación que se validó en diferentes estudios (Arce et al., 2006;
Arce y Fariña, 2008). Las 10 estrategias del modelo se definen breve-
mente a continuación:
a. No cooperación con la evaluación. Se codifica esta posibilidad
cuando el sujeto no muestra interés en la evaluación o no
responde a la misma (American Psychiatric Association, 2013).
b. Síntomas sutiles. Los síntomas sutiles no son síntomas reales,
sino problemas cotidianos que se informan como síntomas
asociados a una enfermedad mental (por ejemplo: ser desorga-
nizado, falta de motivación, dificultades en la toma de decisiones
ordinaria).
c. Síntomas improbables/absurdos. Son aquellos que tienen un
carácter fantástico o ridículo (opiniones, actitudes o creencias
extrañas) y que no gozan de referentes reales (se excluyen aquí
los síntomas raros).
d. Síntomas obvios. Estos son síntomas de carácter psicótico que
se relacionan con lo que vulgarmente se conoce como locura o
enfermedad mental.
e. Síntomas (cuasi) raros. Esta contingencia se da cuando el sujeto
dice padecer síntomas que raramente se observan incluso en
poblaciones psiquiátricas reales y muy infrecuentemente en las
normativas.
f. Combinación de síntomas y patrones espurios de psicopatología.
Este indicador de simulación se codifica cuando el sujeto informa
de síntomas reales que difícilmente se dan juntos (por ejemplo:
esquizofrenia y extroversión), o cuando el sujeto describe un
conjunto indiscriminado de síntomas sin consistencia interna
entre ellos o configuraciones inusuales en poblaciones clínicas.
g. Severidad de síntomas. Esta categoría analiza el grado de
severidad de los síntomas manifestados. Es frecuente que los
simuladores atribuyan a la sintomatología que dicen padecer
una severidad extrema.
258
 Arce, Ramón & Fariña, Francisca Evaluación Psicológica Forense en accidentes de tráfico

h. Inconsistencia de síntomas (observados y manifestados). Esta Tabla 10. Tamaños del efecto en estudios que comparan
categoría tiene por objeto analizar la correspondencia entre los la discriminación entre declaraciones verdaderas e inventadas
síntomas reportados por el sujeto y las observaciones del forense con los criterios del CBCA
sobre si esos síntomas corresponden con la actitud, presencia y
Estudio Declaraciones D
comportamiento del sujeto.
Arce, Fariña y Vilariño (2010) 50 1,39
i. Estereotipos erróneos. Esta categoría se refiere a las concepciones Bensi, Gambetti, Nori y Giusberti (2009) 80 0,98
equivocadas sobre las características clínicas comúnmente
Blandón, Lindsay y Hagen (2009) a 56 0,63
asociadas con los trastornos mentales.
Blandón, Lindsay y Hagen (2009) b
102 0,63
j. Agrupación indiscriminada de síntomas. El sujeto informa de
Blandón, Lindsay y Hagen (2009) c
102 0,28
problemas psiquiátricos de forma indiscriminada.
Bogaard, Meijer y Vrij (2013) d 64 0,53
Bogaard, Meijer y Vrij (2013) e
64 0,51
Evaluación de la validez y realidad del testimonio Gödert, Gamer, Rill y Vossel (2005) f 64 0,59
Los protocolos de análisis de contenido basados en categorías que Gödert, Gamer, Rill y Vossel (2005) g
64 0,83
discriminan entre memoria de lo percibido (real) y lo inventado Lee, Klaver y Hart (2008) 90 0,31
fueron creados, en principio, para el testimonio de menores víctimas Merckelbach (2004) h
40 -0,23
de agresiones sexuales, pero estudios recientes han probado su Merckelbach (2004) i 36 -0,28
efectividad con adultos (Landry y Brigham, 1992; Sporer, 1997; Schelleman y Merckelbach (2010) 120 0,77
Zaparniuk, Yuille y Taylor, 1995), en secuencias de medidas y en Vrij y Mann (2006) j
80 0,47
otros casos diferentes a la agresión sexual (Arce, Fariña y Vilariño,
Vrij, Akehurst, Soukara y Bull (2004) 52 0,77
2010; Sporer, 1997; Porter y Yuille 1996). Como consecuencia, se
Vrij, Edward, Roberts y Bull (2000) 73 1,15
ha revisado la literatura sobre la efectividad discriminativa entre
declaraciones verdaderas e inventadas de los criterios de realidad Vrij, Kneller y Mann (2000) k 30 0,22
del CBCA (Steller y Köhnken, 1989) en adultos que aplicó a casuís- Vrij, Kneller y Mann (2000) l
30 1,15
ticas muy diversas. El resultado (ver Tabla 10) mostró un tamaño Vrij, Mann, Kristen, y Fisher (2007) m 40 0,54
del efecto significativo3, 90% CV = 0,32, positivo (más presencia o Willed y Strömwall (2011) 60 0,45
mayor intensidad del criterio en las declaraciones verdaderas) y de
Nota. k = 20. Se eliminaron los outliers positivos, datos repetidos, análisis de contenido
magnitud moderada, dw = 0,60. Por su parte, los tamaños del efecto no fiables y declaraciones no obtenidas con entrevistas basadas en el recuerdo libre y
negativos se relacionan con personas con una alta imaginabilidad, es reinstauración de contextos. a Experimento 1; b memoria real vs., sugerida; c memoria
decir, la eficacia discriminativa del CBCA entre declaraciones reales real vs., fabricada; d sujetos informados; e sujetos no informados; f memoria falsa
(agresor) vs., verdadera (testigo); g memoria falsa (sujeto no-implicado) vs., verdadera
y fabricadas en adultos no se puede generalizar a personas con
(testigo); h sujetos con alta propensión a la fantasía; i sujetos con baja propensión a la
fantasía; j fase 1; k mentirosos informados sobre el CBCA; l mentirosos no informados;
m
info-gathering interview.
3
El límite inferior del Intervalo de Credibilidad 0,32 así lo confirma.

259 260
 Arce, Ramón & Fariña, Francisca
una alta imaginabilidad. En la población de adultos y en cualquier
contexto de aplicación, como es evidente no todas las categorías son
productivas.
En esa línea, Landry y Brigham (1992) limitan el uso a 14 categorías
con adultos porque advierten que tres de ellas solo son aplicables
a menores (incomprensión de detalles relatados con precisión;
perdón al autor del delito; y detalles característicos de la agresión)
mientras que otras dos (elaboración inestructurada y asociaciones
externas relacionadas) no son productivas. Sin embargo, los autores
del presente (Arce et al., 2010) encontramos que la productividad
y eficacia discriminativa de las categorías de realidad interac-
cionaba, no solo con el tipo de población, sino también con la
figura delictiva. Deductivamente, en principio deben considerarse
todos los criterios en el análisis porque la productividad parece
depender del tipo de caso, de las particularidades de la acción a
examinar y del perfil sociodemográfico del entrevistado. En todo
caso, de no ser productivas o aplicables no se registrarían en el
análisis de contenido. Seguidamente se relacionan los criterios de
realidad del CBCA:
1. Características generales (los criterios aquí englobados se
refieren a la declaración tomada en su totalidad):
a. Estructura lógica (coherencia y consistencia interna).
b. Elaboración inestructurada (presentación desorganizada).
c. Cantidad de detalles (abundancia de detalles o hechos
distintos).
2. Contenidos específicos (se avalúan partes específicas del
testimonio referidas a la presencia o fuerza de ciertos tipos de
descripciones):
a. Engranaje contextual (ubicación de la narración en un espacio
y tiempo).
b. Descripción de interacciones (cadena de acciones entre el
testigo y otros actores).
261
Evaluación Psicológica Forense en accidentes de tráfico
c. Reproducción de conversación (réplica de conversaciones).
d.
Complicaciones inesperadas durante el incidente (por
ejemplo, interrupción imprevista).
3. Peculiaridades del contenido (se incluyen aquí aquellas carac-
terísticas de una declaración que aumentan su concreción o
viveza):
a.
Detalles inusuales (detalles con baja probabilidad de
ocurrencia).
b. Detalles superfluos (detalles irrelevantes que no contribuyen
significativamente a los hechos).
c. Incomprensión de detalles relatados con precisión (explici-
tación de detalles que el declarante no comprende, pero que
realmente sí tienen sentido).
d. Asociaciones externas relacionadas (inclusión de información
externa a los hechos en sí pero relacionada con ellos, tal como
en una agresión sexual recordar conversaciones anteriores
sobre este tema).
e. Relatos del estado mental subjetivo (referencias a senti-
mientos, emociones o cogniciones propias).
f. Atribución al estado mental del causante del accidente
(referencias al estado mental, atribución de motivos).
4. Contenidos referentes a la motivación (estos criterios desvelan
la motivación del testigo para hacer la declaración):
a.
Correcciones espontáneas (correcciones espontáneas o
mejoras de la declaración).
b. Admisión de falta de memoria (reconocimiento de lagunas de
memoria).
c. Plantear dudas sobre el propio testimonio.
d. Auto-desaprobación (actitud crítica sobre su propia conducta).
e. Perdón al autor del accidente (manifiesta perdón hacia el
causante del accidente).
262
 Arce, Ramón & Fariña, Francisca
5. Elementos específicos del accidente (elementos del testimonio
que no se relacionan con la viveza general de la declaración, pero
sí se relacionan con el accidente):
a. Detalles característicos del accidente (descripciones que
contradicen las creencias habituales sobre los accidentes).
Antes de practicar el estudio de la realidad del testimonio es necesario
verificar previamente si el testimonio ha sido obtenido de modo que
permita dicho estudio, esto es, en concordancia con el Sistema de
Evaluación Global (Arce y Fariña, 2006), si es prueba suficiente y
válida, esto es, si cumple con el criterio legal de persistencia en el
testimonio/incriminación (Novo y Seijo, 2010). Para verificar si la
Prueba es (in)suficiente, el psicólogo forense ha de plantearse las
siguientes cuestiones: ¿supera la capacidad de memoria del testigo?,
¿contiene toda la información necesaria del accidente? Además, es
preciso que los testimonios sean prueba válida para proceder con
el estudio de la realidad. De hecho, si una prueba no es válida ya no
tiene sentido la estimación de la realidad de esta. Para confrontar
si la Prueba es (in)válida el perito o forense ha de responder a las
siguientes preguntas:
a. (In) consistencia interna (¿tiene contradicciones internas en el
relato?).
b. (In) consistencia externa (¿es consistente con otras pruebas
robustas o incontrovertibles?).
c. (In) consistente con la anterior (¿hay consistencia en la infor-
mación central inter-declaraciones?).
d. Persistencia en las declaraciones (¿son estables las declaraciones
en el tiempo en los contextos?).
e. (In) consistencia con las leyes científicas y de la naturaleza
(¿contiene el relato hechos incompatibles con las leyes cientí-
ficas o de la naturaleza?).
263
Evaluación Psicológica Forense en accidentes de tráfico
Si la prueba es válida y suficiente para un análisis de la realidad se
pasa a este, pero de no ser válida o suficiente se detiene el análisis.
Bajo esta última contingencia, se hace importante que el forense sea
consciente de que de la desestimación de la prueba por ser insufi-
ciente o inválida para la práctica de la prueba psicológico-forense
no se puede inferir que sea falsa y que el hecho de que la prueba no
sea válida o suficiente para un estudio de la realidad, no implica que
carezca de validez legal.
En busca del daño moral a través de la huella
psicológica
El primer paso a resolver un caso consiste en realizar la identifi-
cación del daño psicológico como consecuencia de un AVM. A este
respecto, la literatura ha identificado sistemáticamente el TEPT
como la huella del daño psíquico al comprobarse sistemáticamente
que este trastorno estaba relacionado con situaciones traumáticas
de muy diversa índole, tales como agresiones sexuales (Chivers,
2006), desastres naturales (Hodgkinson, Joseph, Yule y Williams,
1995), lesiones con daño cerebral (Bryant y Harvey, 1998), veteranos
de guerra (Orcutt, Ericsson y Wolfe, 2004) o AVMs (Blanchard y
Hickling, 2004). Si bien, en todas las situaciones traumáticas se ha
identificado el TEPT como el trastorno de referencia, raramente
se presenta de forma aislada, cifrándose los que presentan otro
desorden clínico entre el 80% y el 85% de los diagnosticados con
TEPT, (Creamer et al., 2001). Estos trastornos secundarios varían
de un estresor a otro. Así, en casos de agresiones sexuales los
trastornos secundarios suelen ceñirse a depresión, inadaptación
social y disfunciones sexuales en tanto, en el caso que nos ocupa,
los accidentes de tráfico, los trastornos secundarios informados
son la depresión, distimia, ansiedad, fobias y abuso/dependencia de
sustancias o alcohol (Blanchard y Hickling, 2004; Fuglsang et al.,
2004; Stallard et al., 2004). De todos ellos, la depresión es el trastorno
que más comorbilidad presenta con el TEPT, entre el 50% y el 60%
264
 Arce, Ramón & Fariña, Francisca
de los casos (O’Donnell, Creamer y Pattison, 2004). Sin embargo,
cuando se encuentra depresión u otro trastorno en ausencia de un
TEPT, no se puede considerar una secuela del hecho traumático
(O’Donnell et al., 2006). Asimismo, la presencia de un subsíndrome
del TEPT no constituye prueba suficiente de daño psicológico.
Además, el TEPT cumple con un requisito legal ineludible: permite
establecer una relación causa-efecto entre el hecho traumático y las
secuelas psíquicas.
En ese contexto, la prevalencia de un TEPT tras un evento estre-
sante es altamente variable. De la National Comorbidity Survey
(Kessler et al., 1995) se extrae que el 5% de los varones y el 10% de las
mujeres desarrollan un TEPT como consecuencia de la exposición
a un evento traumático. Por su parte, la variabilidad es tan oscilante
que en los casos de pacientes que padecen dolor crónico solo el 10%
cumplen los criterios del TEPT (Benedikt y Kolb, 1986); entre el
45% y el 60% de las víctimas de agresiones de género lo manifiestan
(Vilariño, Fariña y Arce, 2009) o entre el 30% y el 50% de los pacientes
con dolor crónico derivado de un AVM lo presentan (Chibnall y
Duckro, 1994; Taylor y Koch, 1995). Así mismo, los síntomas
fluctúan en el tiempo. De esa manera, O’Donnell, Creamer, Pattison
y Atkin (2004) hallaron que el 46% de las personas diagnosticadas
de TEPT a los 3 meses del evento traumático no lo presentaban a
los 12 meses; mientras que el 31% de los diagnosticados de TEPT a
los 12 meses no lo padecían a los 3 meses. No obstante lo anterior,
en el contexto de evaluación forense ordinario se esperan tasas
más elevadas de prevalencia del TEPT, porque el daño motiva la
denuncia, en tanto que la falta del mismo la inhibe.
El diagnóstico de TEPT como una entidad clínica se reconoció
por primera vez en el DSM-III (American Psychiatric Association,
1980), aunque había precursores clínicos y conceptuales de este
diagnóstico en las versiones anteriores a este manual y en la nosología
internacional de la Organización Mundial de la Salud. Actualmente,
el DSM-5 (American Psychiatric Association, 2013) recoge dentro
265
Evaluación Psicológica Forense en accidentes de tráfico
de los trastornos de ansiedad la definición más reciente del TEPT,
que se refleja a partir los siguientes criterios diagnósticos4:
1. La persona ha estado expuesta a un acontecimiento caracterizado
por la presencia de muertes, amenazas de muerte o violencia
sexual en uno (o más) de las siguientes modos:
a. Experimentación directa de eventos traumáticos5.
b. Testigo, en persona, de eventos traumáticos que les suceden
a otros.
c. Conocimiento de eventos traumáticos que les sucedieron
a familiares o amigos cercanos. En aquellos casos en los que los
familiares o amigos hayan muerto o experimentado eventos
cercanos a la muerte, estos deben haber sido violentos o
accidentales6.
d. Exposición repetida o extrema a los pormenores aversivos de
eventos traumáticos (por ejemplo: servicios de emergencia
reuniendo restos humanos; policías expuestos continuamente
a casos de abuso de menores).
2. Presencia de uno o más de los siguientes síntomas intrusivos
asociados al evento traumático (de inicio posterior al aconteci-
miento del evento traumático):
a. Recuerdos recurrentes, involuntarios e intrusivos del evento
traumático que provocan malestar.
b. Sueños de carácter recurrente relacionados en contenido o
afecto con el evento traumático que producen malestar.
4
Criterios aplicables a adultos, adolescentes y menores de más de seis años. Para
niños menores de seis años véanse los criterios aplicables en el DSM-5.
5
Los accidentes automovilísticos graves son eventos traumáticos.
6
Este criterio da entrada a la victimización sufrida por familiares pertenecientes
al grupo primario recogida en las leyes de responsabilidad civil de los seguros
en accidentes de AVM como objeto de compensación bajo etiquetas como
«víctimas indirectas» o «víctimas por rebote».
266
 Arce, Ramón & Fariña, Francisca
c. Reacciones disociativas (por ejemplo: flashbacks) en las que
la persona actúa o siente que los hechos traumáticos están
sucediendo de nuevo (estas reacciones pueden producirse a
lo largo de un continuum, en el que la forma más extrema de
expresión sería perder la noción de lo que está sucediendo en
el presente).
d. Malestar psicológico intenso o prolongado al exponerse a
estímulos internos o externos que simbolizan o recuerdan un
aspecto del acontecimiento traumático.
e. Respuestas fisiológicas acusadas al exponerse a estímulos
internos o externos que simbolicen o recuerden un aspecto del
acontecimiento traumático.
3. Evitación persistente de estímulos asociados con el evento
traumático de inicio posterior a la exposición al evento traumático,
tal y como indica uno o ambos de los siguientes síntomas:
a. Evitación o esfuerzos para evitar pensamientos, recuerdos o
sentimientos que provocan malestar sobre o estrechamente
relacionados con el suceso traumático.
b. Evitación o esfuerzos para evitar estímulos externos (personas,
lugares, conversaciones, actividades, objetos o situaciones)
asociados con el evento traumático que provoquen recuerdos,
pensamientos o sentimientos desagradables.
4. Alteraciones negativas en las cogniciones y emociones asociadas
al evento traumático, de inicio posterior (o empeoramiento) al
evento traumático tal y como indican dos o más de los siguientes
síntomas:
a. Incapacidad para recordar un aspecto importante del trauma.
b. Creencias o expectativas persistentes y exageradamente
negativas sobre uno mismo, sobre los demás o sobre el mundo.
c. Cogniciones persistentes y distorsionadas sobre las causas o
consecuencias del evento traumático que llevan a la persona a
culparse a sí misma o a los demás.
267
Evaluación Psicológica Forense en accidentes de tráfico
d. Estado emocional negativo persistente.
e. Reducción acusada del interés o la participación en activi-
dades significativas.
f. Sensación de desapego o enajenación frente a los demás.
g. Incapacidad persistente para experimentar emociones
positivas.
5. Alteraciones acusadas de la activación (arousal y reactividad)
asociada con el evento traumático de inicio posterior (o empeo-
ramiento) al evento traumático tal y como indican dos o más de
los siguientes síntomas:
a. Irritabilidad o ataques de ira que generalmente se expresan en
agresiones físicas o verbales a personas u objetos.
b. Comportamiento imprudente o autodestructivo.
c. Hipervigilancia.
d. Respuestas exageradas o de sobresalto.
e. Dificultades para concentrarse.
f. Dificultades para conciliar y mantener el sueño.
6. Estas alteraciones (síntomas de los criterios 2, 3, 4 y 5) se
prolongan más de un mes.
7. Estas alteraciones provocan malestar clínicamente significativo
y deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la
actividad del individuo.
8. Estas alteraciones no son atribuibles a los efectos psicológicos
de una sustancia (por ejemplo: medicación, alcohol) u otra
enfermedad.
Si los criterios del TEPT duran menos de un mes, el diagnóstico
es de Estrés Agudo y, como es obvio, no será objeto de compen-
sación de daños crónicos. En este caso, la víctima tendría derecho
a que se le abonara el tratamiento (daño patrimonial), pero no a
una indemnización por el daño consolidado (daño moral). Si los
síntomas duran más de tres meses, el daño se ha cronificado por lo
268
 Arce, Ramón & Fariña, Francisca
que ha de ser objeto de tasación y compensación. En la evaluación
forense, se debe realizar siempre (criterio DSM-IV) un diagnóstico
diferencial de simulación (y, por extensión, sobresimulación, es
decir, exageración del daño para obtener una mayor compensación).
Por otra parte, en la evaluación sanitaria, el clínico, psicólogo
o psiquiatra, debe diagnosticar si se cumplen los criterios o se
manifiestan otros trastornos, en lugar de (o en adición al) TEPT
(American Psychiatric Association, 2013). Esto implica que no es
necesario que haya correspondencia entre el diagnóstico sanitario
y la evaluación forense y que, si se cumplen los criterios de otro
trastorno, el sanitario no debería diagnosticar únicamente un TEPT;
es decir, su diagnóstico no es primario en la evaluación sanitaria y
el diagnóstico sanitario de TEPT no se puede trasvasar al campo
forense, pues en ese contexto no se sospecha simulación. Así pues,
el sanitario no debería diagnosticar TEPT cuando el diagnóstico
tenga implicaciones forenses.
Evaluación de la (sobre) simulación de daño
clínico
En el contexto médico-legal no basta con diagnosticar un trastorno
o trastornos, sino que debe sospecharse simulación (American
Psychiatric Association, 2013). Para este doble objetivo, el
diagnóstico clínico y control de la simulación, no es efectiva la
evaluación clínica ordinaria. De hecho, la evaluación clínica no
persigue la evaluación de la simulación, sino, en todo caso, la
sospecha pero no el diagnóstico. La literatura ha informado que
los métodos tradicionales de evaluación de la simulación (por
ejemplo: instrumentación psicométrica con escalas de control de
validez; entrevista estructurada, checklist) que no ofrecen resul-
tados totalmente efectivos en la detección de la simulación, por
lo se ha concluido que la detección de la simulación precisa de
una aproximación multimétodo (Arbisi, 2005). En esta línea, los
autores del capítulo (Arce et al., 2006; Arce y Fariña, 2008) crearon
269
Evaluación Psicológica Forense en accidentes de tráfico
y validaron científica y legalmente (cumple los criterios Daubert,
1993) una técnica forense basada en un procedimiento multi-
método que ha mostrado efectividad en el control de la simulación
en diversos contextos (por ejemplo: en casos de malos tratos,
enajenación mental, AVM, acoso moral, agresiones sexuales).
Dicha técnica se basa en la combinación de dos métodos distintos
de obtención de la información: una tarea de reconocimiento y una
tarea de conocimiento. En la tarea de conocimiento, los sujetos
se someten a una entrevista clínico forense (Arce y Fariña, 2001),
o sea, a una entrevista de orden clínico en formato de discurso
libre, cuyo procedimiento puede verse en el apartado La obtención
del testimonio de este mismo trabajo. La entrevista grabada en
vídeo es sometida a análisis de contenido, siendo las categorías de
análisis los criterios diagnósticos del DSM-5 del TEPT y cualquier
otro síntoma clínico que se detecte en la misma, especialmente
de aquellos trastornos y síntomas asociados al TEPT (American
Psychiatric Association, 2013). El control de la fiabilidad de la
entrevista, la consistencia interna, se aborda a través de un análisis
de contenido dirigido a controlar si el sujeto sigue una o más de
las estrategias de simulación en tareas de este tipo (ver el apartado
La obtención del testimonio). Como instrumento de medida en
la tarea de reconocimiento, se recurre al MMPI-2 (Hathaway y
McKinley, 1999) puesto que es el instrumento más utilizado para
la evaluación forense del daño psíquico (Greene, 2011) y cuenta
con escalas de control de la validez muy contrastadas en eficacia
(Rogers et al., 2003). Con estas dos medidas que se aplican en ese
orden, se validó científicamente (Arce et al., 2006; Arce y Fariña,
2008) una técnica de actuación que se ha mostrado efectiva en
la discriminación entre daño psicológico real y simulado como
consecuencia de un AVM (la técnica puede verse con mayor
profundidad en Arce y Fariña, 2007).
Esta técnica parte de la existencia de criterios positivos contrarios
a la simulación y negativos o que informan de potencial
270
 Arce, Ramón & Fariña, Francisca
simulación. Los criterios positivos (contrarios a la simulación) son
la no evitación de respuestas y la deseabilidad social. Así, aquellos
sujetos que sean evaluados por las escalas de control del MMPI en
el sentido de que se abstienen significativamente de dar respuesta
(Escala “?”) y que tienden a dar respuestas de deseabilidad social
(Escalas L y K) emiten respuestas honestas. Si bien, la no respuesta
se interpreta en términos médico legales como un indicador
fiable de simulación (American Psychiatric Association, 2013), los
datos provenientes de simuladores nunca han mostrado que estos
acudan a tal estrategia.
Por su parte, los criterios negativos son: a) los instrumentos de
medida de la salud mental (esto es, MMPI-2 y entrevista) no
detectan, en protocolos válidos, un daño psicológico compa-
tible con la victimización de un AVM (en otras palabras, si los
instrumentos de medida no detectan daño psíquico, no se puede
sostener el mismo); b) las escalas de control de validez del MMPI-2
y sus combinaciones relacionadas con la (sobre) simulación; c)
la detección de alguna estrategia de simulación en la entrevista
y d) ausencia de concordancia inter-medidas. El primer criterio
es eliminatorio, esto es, si la enfermedad mental no es mensu-
rable no se puede sostener la existencia de un daño psíquico
consecuencia de un AVM. Así mismo, la falta de concordancia
inter-medidas también lleva a desestimar la evaluación tanto por
razones puramente científicas como legales (por ejemplo: falta de
persistencia).
Los restantes, en sí mismos, no son determinantes, con lo que se
requerirá la concurrencia de varios criterios y el estudio de las
hipótesis alternativas para concluir con relación a la (in)validez
del protocolo obtenido. Para estos últimos indicios de no validez
se formuló el concepto de invalidez convergente, observándose
seis o más criterios de invalidez en los protocolos de evaluación
simulados que habían pasado los controles previos (por ejemplo:
hallazgo daño psicológico compatible con la victimización de un
271
Evaluación Psicológica Forense en accidentes de tráfico
AVM de forma consistente inter-medidas). Con toda esta evidencia,
se confeccionó (Arce y Fariña, 2007) el siguiente protocolo de
actuación7:
a. Consistencia inter-medidas: recurso a sistemas de medida
complementarios y concordantes, no fácilmente simulables y
con control de la validez del protocolo (MMPI-2, SCL-90-R,
observación y registro conductual, entrevista clínico-forense)
que impliquen tareas distintas, reconocimiento, MMPI-2 y
SCL-90-R y de conocimiento (por ejemplo: entrevista clíni-
co-forense). Debe considerarse que la tasa de consistencia no
va a ser total (por ejemplo: en las evaluaciones test-retest se
admiten como consistentes correlaciones > ,70).
b. Análisis de la consistencia interna de las medidas: escalas de
control del MMPI-2 y SCL-90-R y consistencia interna de la
entrevista clínico forense mediante el análisis de contenido y
registro de las estrategias de simulación [no cooperación con la
evaluación, síntomas sutiles, síntomas improbables/absurdos,
síntomas obvios, síntomas (cuasi) raros, combinación de
síntomas y patrones espurios de psicopatología, severidad de
síntomas, inconsistencia de síntomas, estereotipos erróneos,
agrupación indiscriminada de síntomas].
c. Análisis de la consistencia inter-evaluadores: para el control de
los sesgos y errores de la evaluación y del análisis de contenido,
estos se llevan a cabo por dos psicólogos forenses por separado de
modo que se puede someter a prueba la consistencia intra-eva-
luador e inter-evaluador, e inter-contextos, si, al menos uno
de ellos, tiene experiencia previa compartida y consistente con
otros psicólogos forenses.
7
Los peritos psicólogos pueden solicitar a los autores un modelo de informe de
valoración del daño moral con control de la (sobre) simulación según acorde
con el protocolo de Arce y Fariña.
272
 Arce, Ramón & Fariña, Francisca
d. Control de falsos positivos: esto es, enfermos reales, a través de
un estudio de los antecedentes e historia general del sujeto; de
las hipótesis alternativas en cada indicador de no validez (véase
Graham, 2011; Greene, 2011; Hathaway y Mckinley, 1999); del
cumplimento de los criterios del Modelo de Decisión Clínica
para el establecimiento de la simulación (Cunnien, 1997); del
hallazgo de sintomatología no accesible8 a la simulación en la
entrevista clínico-forense (Arce et al., 2006) y del estudio de los
criterios positivos (contarios a la simulación).
e. Estudio de los antecedentes, pruebas documentales y otros:
afortunadamente, en la realidad se cuenta con más información
acerca de la persona lo que facilita la evaluación. Así, se puede
reforzar la evaluación con el estudio de los antecedentes, datos
del entorno, un estudio de su comportamiento, de pruebas
documentales, otros testimonios, etc.
f. Contraste de la validez discriminante: en otras palabras, se toma
una medida no relacionada con el caso, como la personalidad (en
concreto, se aplica el 16PF-5), en la que se observa si se registra
una personalidad anómala, sobre todo, en la manipulación de
la imagen, aquiescencia e infrecuencia en las respuestas. De
estos indicadores de validez se sirve para contrastar intentos
de distorsión sistemáticos de las respuestas. Adicionalmente,
la validez discriminante se aborda a través de la presencia (o
8
Los síntomas poco accesibles a la simulación de un TEPT originado por
un accidente de tráfico (Arce et al., 2006) son estos (también hallamos que
constituyen un criterio de realidad pues aparecen espontáneamente en las
declaraciones reales y no en las inventadas):
Esfuerzos para evitar pensamientos, sentimientos o conversaciones sobre el
accidente.
Incapacidad para recordar un aspecto importante del accidente.
Hipervigilancia.
Respuestas exageradas de sobresalto.
273
Evaluación Psicológica Forense en accidentes de tráfico
no-presencia) de cuadros clínicos no relacionados con la victi-
mización de un AVM.
g. El sistema de evaluación se ciñe a las siguientes categorías:
• Sobre el daño en la salud mental: «Observamos un daño en la
salud mental compatible con la huella psíquica consecuencia
de un AVM» vs. «No observamos daño en la salud mental
compatible con la huella psíquica consecuencia de un AVM».
• Sobre la validez de las medidas del daño psíquico: «Obser-
vamos indicios de (sobre) simulación en el daño psíquico
informado de modo que no se puede garantizar la realidad del
mismo9»; «No hallamos indicios de (sobre) simulación en el
daño psíquico informado» o, en su caso, «indefinido».
Procedimiento de valoración cuantitativa del
daño moral
Para realizar la valoración cuantitativa del daño moral, de acuerdo
con el marco legal vigente (por ejemplo en España el Real Decreto
Legislativo 8/2004) y con el fin de establecer una reparación del
mismo, acudimos a las escalas de valoración del Eje V recogidas
en el DSM-IV-TR (American Psychiatric Association, 2002):
EEAG, EEASL y EGAR. De este modo, se obtiene una valoración
cuantitativa objetiva en porcentaje de daño que puede ser sometida
a contradicción, en su caso, por otro perito. El procedimiento que
se formula a seguir, una vez obtenida la evaluación clínica con los
instrumentos anteriormente descritos y descartada, en su caso, la
(sobre) simulación, es el siguiente (DSM-IV-TR, pp. 38-40):
9
Es importante tener presente que el sistema no garantiza que el daño sea
realmente falso, sino que no se puede garantizar con total certeza que no sea
falso. La conclusión de daño falso trae aparejadas implicaciones legales que
no se derivan de la técnica como que el evaluado falseó intencionadamente
las respuestas o que no hay otras hipótesis alternativas a la sobresimulación,
cuando realmente sí concurren otras.
274
 Arce, Ramón & Fariña, Francisca
1. Acudir a la Escala de Evaluación de la Actividad Global (EEAG).
2. Empezar por el rango 100-91, preguntándose si el sujeto de la
evaluación está en ese estado clínico global o si la gravedad de los
síntomas es propia de ese estadio.
3. Si la respuesta a esta pregunta es negativa se sigue bajando en
la escala hasta alcanzar un rango en el que el individuo se ajusta
totalmente o es de más gravedad que el que presenta el sujeto.
4. En el caso de que el sujeto se adecue a un rango conviene
examinar el inferior a fin de cotejar que no encaja en este.
5. La determinación cuantitativa exacta se obtiene de la resta entre
un estado medio de normalidad y el punto medio del rango de
evaluación del sujeto. Como quiera que la normalidad clínica
también incluye el rango de síntomas ausentes o mínimos, la
normalidad oscila entre 81 y 100, siendo el punto medio 90.
Para la tasación de los daños morales en las relaciones sociolaborales
y familiares (incluida la pareja), se sigue el mismo método con la
Escala de Evaluación de la Actividad Social y Laboral (EEASL) y en
la Escala de Evaluación Global de la Actividad Relacional (EERG),
respectivamente (Eje V del DSM-IV-TR). Tras la evaluación y
cuantificación del daño moral, este se incardina en las categorías
legales de indemnización recogidas en la ley aplicable.
Sucintamente, el daño patrimonial (daño emergente, que incluye
el coste de la atención médica y psicológica y lucro cesante, que
constituye la estimación de lo que ha dejado de ganar); el daño
no patrimonial (daño a la salud que engloba el perjuicio juvenil, el
perjuicio sexual, el precio del dolor, y el perjuicio estético, confor-
mando, entre todos, el moral); el daño por rebote (daño patrimonial
por rebote y precio del afecto, esto es, el daño psicológico por rebote,
víctima/victimización indirecta), y el precio de la muerte. El precio
de la muerte se establece para los beneficiarios, al igual que el daño
por rebote (víctimas indirectas), en tanto que el daño patrimonial y
no patrimonial se dirigen para compensar a la víctima directa.
275
Evaluación Psicológica Forense en accidentes de tráfico
El Sistema de Evaluación Global en casos de victi-
mización de un accidente en vehículo a motor
Sobre la base de la revisión llevada a cabo, se ha concretado y
validado científicamente (Arce y Fariña, 2006) un sistema de medida
del engaño y la simulación adaptado a la población hispana y al
contexto legal inquisitorial que aúna todas aquellas aportaciones
concretas en un único proceso: el Sistema de Evaluación Global
(SEG)10. Los pasos de este son los siguientes:
• Obtención del testimonio. El primer material y más importante
es el testimonio de las partes implicadas en el accidente. Las
técnicas de entrevista narrativas para la obtención del testi-
monio y la clínico-forense serían los medios para la obtención
del testimonio.
• Repetición de la obtención del testimonio. La repetición del testi-
monio posibilita cotejar la continuidad del relato en el tiempo,
criterio para la estimación de la fiabilidad del testimonio tanto
científico, consistencia intra-medida (Weick, 1985), como legal,
persistencia en el testimonio/incriminación (Sentencia del
Tribunal Supremo de España, Sala de lo Penal, de 28 septiembre
1988, RJ 7070). Al respecto, se ha encontrado que la repetición de
la entrevista en formato de discurso libre, como las incluidas en
el SEG, no contamina el contenido (Memon et al., 1997). Ahora
bien, debe tenerse presente que la consistencia, de acuerdo con la
hipótesis Undeutsch (1967, p. 125) y con la jurisprudencia (Novo
y Seijo, 2010), debe entenderse en función de la centralidad o
periferia del material que entra en contradicción. De manera
concreta, solo es relevante la contradicción si afecta a detalles
centrales para la acción de juicio. Por su parte, la inconsistencia
u omisión de información periférica relacionada con los hechos
se asume en una memoria de realidad.
10
Los peritos psicólogos pueden solicitar a los autores un modelo de informe en
casos de un AVM basado en el SEG.
276
 Arce, Ramón & Fariña, Francisca
• Contraste de los testimonios recabados a lo largo de los autos. Los
psicólogos forenses requieren conocer los testimonios emitidos
a lo largo de todo el proceso judicial con el objetivo de establecer
posibles contradicciones, especificaciones, aclaraciones o
complementaciones en los testimonios. En esto, deben tener
en cuenta, en su caso, que los autos y documentales policiales
no son transcripciones exactas de lo manifestado por el testigo.
Además, el tipo de interrogatorio puede haber mediatizado la
respuesta.
• Análisis de contenido de los testimonios. El análisis de contenido
de los testimonios se divide en un estudio de la suficiencia (los
estudios de realidad del testimonio requieren de una declaración
suficiente para tal fin) (Köhnken, 2004) y validez de la prueba y, si
esta es válida y suficiente, se pasa un análisis de las características
de realidad del testimonio. Para estimar la validez de la prueba,
se toman los criterios de Arce y Fariña (ver apartado Evaluación
de la validez y realidad del testimonio) de modo que si no es
suficiente o se cumple algún criterio de invalidez (por ejemplo:
inconsistencia interna, inconsistencia externa, inconsistencia en
el tiempo, carencia de persistencia, inconsistencia con las leyes
científicas y de la naturaleza) el testimonio no adquiere validez
como prueba psicológica para un estudio de la realidad.
Por otra parte, la tasa de declaraciones inventadas que resulta
catalogada como prueba insuficiente está alrededor del 20%, en
tanto que la de pruebas inválidas llega a alcanzar casi el 90% (Arce
et al., 2013; Vilariño, Novo y Seijo, 2011). En suma, la mayoría
de las declaraciones inventadas resultan no ser persistentes.
Este hecho por sí solo ya justifica la obtención del testimonio
en medidas repetidas (dos ocasiones) por medio de entrevistas
narrativas y el consiguiente análisis de contenido sobre la
suficiencia y validez.
Ahora bien, si el testimonio conforma una prueba válida y
suficiente para un estudio de realidad se puede practicar un
277
Evaluación Psicológica Forense en accidentes de tráfico
estudio de contenido en busca de criterios de realidad. Para ello,
se toman los criterios del CBCA descritos anteriormente. Se
advierte al psicólogo forense que, como no se conoce un criterio
de decisión estricto, como es propio de la evaluación forense,
para este sistema categorial en adultos (tampoco en menores),
el procedimiento descansa en un juicio clínico (Köhnken, 2004),
siendo, por tanto, semi-objetivo. Este hecho ha de trasmitirse a
los decisores para que tomen esta prueba como lo que realmente
es. Así, cuando se obtiene que la prueba es insuficiente o
inválida, las implicaciones legales son claras: desestimación del
testimonio por falta de prueba o falta de persistencia en la incri-
minación/testimonio. Sin embargo, cuando la prueba goza de
validez y suficiencia, no se conoce cuál es, en su caso, el criterio
de decisión (cabe recordar que en la práctica forense debe ser
estricto, es decir, la probabilidad de falsos negativos –clasificar
un testimonio falso como honesto– ha de ser cero) por lo que el
valor de prueba se limita a induciaria. No obstante, parece muy
superior a los criterios jurisprudenciales en los que descansan
jueces y magistrados: claridad, amplitud y confianza observada
en el testimonio.
• Análisis de la fiabilidad de las medidas. Dado que en la práctica
forense se trabaja con diseños de n=1, no se puede transferir
directamente la validez de resultados de diseños de múltiples
medidas. En otras palabras, el sistema categorial de análisis
de contenido y el protocolo de evaluación de daño moral de
Arce y Fariña han sido validados en estudios con diferentes
muestras, pero esto no implica que una medida concreta
tomada por un perito o forense sea fiable. Consecuentemente,
se han de disponer controles que posibiliten la apreciación de
la fiabilidad de la medida del objeto pericial. Para estimar la
fiabilidad de la evaluación forense, Weick (1985) propuso los
siguientes parámetros: consistencia inter- e intra-medidas,
inter-evaluadores e inter-contextos. Para ello, en el SEG, la
evaluación forense se lleva a cabo por dos peritos entrenados, al
278
 Arce, Ramón & Fariña, Francisca
menos uno con experiencia previa, por separado. De este modo,
la consistencia interevaluadores se obtiene comparando las
codificaciones de los dos peritos; y la intercontextos por medio
del evaluador entrenado que fue efectivo y consistente en otros
contextos previos. Como herramienta estadística de análisis de
la consistencia interevaluadores, se toma el índice Kappa para
las evaluaciones categóricas y la correlación intraclase para las
continuas11.
Por su parte, la consistencia inter e intramedidas viene de la
mano de la consistencia interna de las medidas (por ejemplo:
las escalas de validez del MMPI-2, del SCL-90-R, de las declara-
ciones en el tiempo, del estudio de las estrategias de simulación
en la entrevista clínica), de la consistencia entre distintas
medidas (concordancia entre las medidas psicométricas,
entrevista clínica y observación y registro conductual, entre los
análisis de contenido de las declaraciones).
• Medida de las consecuencias clínicas del hecho traumático
(Trastorno de Estrés Postraumático). Como se ha visto previa-
mente el TEPT es la secuela psicológica de la victimización de
un AVM. El hallazgo de este cuadro en la víctima conforma
un indicador positivo de victimización. Ahora bien, es preciso
descartar otras causas a parte del AVM por lo que debe llevarse
a cabo su estudio (por ejemplo: el historial clínico). Además,
para garantizar la existencia del trastorno se debe obtener una
medida clínica aséptica. Para este fin, el instrumento psicomé-
trico de uso habitual en la práctica forense, el MMPI-2, aporta
dos medidas psicométricas del TEPT, escalas Pk y Ps, y, a su vez,
11
El forense no familiarizado con estas herramientas estadísticas podría tomar
el índice de concordancia [IC = Acuerdos/ (acuerdos+desacuerdos)] para las
medidas continuas, pero contrastando la correspondencia exacta entre los
registros y tomando como punto de corte 80 (Tversky, 1977). No obstante, se
advierte que, con esta estimación, la potencia de la fiabilidad pueda verse sensi-
blemente afectada.
279
Evaluación Psicológica Forense en accidentes de tráfico
posibilita someter a prueba la validez convergente. No obstante,
la evaluación psicométrica no es en sí misma una prueba forense
válida pues no diagnóstica, sino que solo proporciona impre-
siones diagnósticas. Adicionalmente, la evaluación psicométrica
facilita la tarea de simulación del sujeto al implicar una tarea de
reconocimiento de síntomas (Arce y Fariña, 2007; Arce et al.,
2006).
Así mismo, la entrevista clínica tradicional también allana el
camino a la (sobre) simulación. Para superar estas debilidades,
se ha creado y validado una técnica de evaluación del daño
moral (este se describe en los apartados Evaluación de la (sobre)
simulación de daño clínico y Procedimiento de valoración cuanti-
tativa del daño moral). En todo caso, el psicólogo forense debe
tener en cuenta las siguientes limitaciones: no todo accidente
produce TEPT y la no presencia del trastorno no implica que no
hubiera victimización por el accidente.
• Evaluación del testimonio de testigos e implicados en el accidente.
Si bien en un principio la técnica fue creada para la evaluación
del testimonio de la supuesta víctima o denunciante, el análisis
de contenido en casos de AVM, también se puede aplicar a
testigos y, ocasionalmente, al denunciado sobre la base de que
en este tipo de casos este puede proporcionar un testimonio de
características similares a los del denunciante.
• Análisis de las características psicológicas de los actores
implicados. El estudio de la personalidad de los actores impli-
cados puede ser de suma trascendencia ya que en él podemos
encontrar las causas del accidente o cualquier daño psíquico con
implicaciones jurídicas relevantes. A su vez y como potencial
indicio periférico para la corroboración del testimonio (criterio
jurisprudencial de verosimilitud), de la evaluación psicológica
se extraerán derivaciones sobre la ausencia o presencia de
problemas psicológicos que afecten o no a la credibilidad de
los testimonios recabados. Adicionalmente, se evalúan las
280
 Arce, Ramón & Fariña, Francisca

capacidades cognitivas de los testigos (y, de ser necesario, se

procede con una exploración neuropsicológica) a fin de conocer
la capacidad para testimoniar y ser objeto de una evaluación
psicológico-forense. Por último, se evalúa cualquier otra área
psicológica que pudiera resultar de interés para el caso (por
ejemplo: valoración de peligrosidad o riesgo).
• Implicaciones para la redacción del informe pericial. En las
conclusiones de los informes periciales, los tribunales exigen
la seguridad plena, no la alta probabilidad. No obstante, toda
medida, y muy especialmente la psicológica, está sujeta a
error. Evidencia que ha de reconocerse, pero sin que por ello
se establezca una graduación de certeza que lleva a una mayor
confusión para el decidor (véanse las categorías de respuesta en
los apartados Evaluación de la validez y realidad del testimonio
y Evaluación de la (sobre) simulación de daño clínico).

Conclusiones
La actuación como psicólogo forense acorde con las prácticas
descritas requiere de un alto grado de especialización, conocimiento
del contexto y normativa legal aplicable, así como un exhaustivo
entrenamiento. El último debe incluir: a) entrenamiento en los
modos de obtención de la información en todas sus modalidades
(véase Fisher, Geiselman y Raymond, 1987); b) entrenamiento en
el análisis de la validez y realidad de los testimonios (véase Vrij,
2008); c) entrenamiento en evaluación forense del daño moral
(véase Arce y Fariña, 2007); d) entrenamiento en la detección de la
(sobre) simulación de daño moral (véase Arce y Fariña, 2007); y e)
ejecución de las primeras evaluaciones forenses en compañía de un
perito con experiencia (Arce y Fariña, 2006).

281