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19 de noviembre de 2015.

HOY, UNA LLAMADA INESPERADA Y TRISTE.


10.06 horas, día 17 de noviembre de 2015, recibo una llamada, contesto y, tras los saludos de rigor, el asunto:
murió “el Vampi”…
Casi me brotaron las lágrimas, Sergio fue un compañero en la normal básica que llegó al grupo cuando
estábamos en tercer grado, si no mal recuerdo.
Por aquellos días las normales del país vivieron una de las múltiples crisis por las que han pasado, me entero
un poco más a detalle hasta ahora y, si no tengo mal entendido, por ese motivo llegaron Sergio y Víctor, este
último precisamente quien hizo la llamada que recibí.
Ellos estaban internados en alguna de las escuelas que vivían dificultades y llegaron más o menos por la misma
época y rápidamente se vieron incluidos entre todo el alumnado, pues eran desenvueltos y acostumbrados a
situaciones que requerían autonomía. Pero, acostumbrados también a que en sus grupos solo había varones, a
diferencia de nuestra escuela, en la que el alumnado era mixto.
Por esta circunstancia que cito se suscitó en una ocasión un incidente que me pareció un tanto chusco,
gracioso o no sé cómo calificarlo. Resulta ser que en la clase de educación física, con el Profesor Fuentes
(QEPD), una de las actividades era la práctica de la natación en la alberca olímpica, flamante, por aquellos días,
que se construyó en la unidad deportiva donde está el estadio de futbol “Marte R. Gómez”; bien, llegado el
momento de ingresar al agua salimos del vestidor y nos reunimos con las muchachas. Como dato: en el grupo
habíamos un total de 54 alumnos, de los cuales doce éramos varones y el resto mujeres. Recuerdo bien la
expresión de Sergio cuando las vio, parecía que habíamos entrado al mismísimo paraíso, decía: “mira, mira, las
viejas…”, estaba fascinado con tantas bellezas.
En otra ocasión nos tocó practicar en el mismo grupo y se dio una buena enojada porque su calificación era
menor que la mía y le dijo de todo a la maestra titular del grupo (sin que ella se enterara, desde luego). Pese a
todo lo de la calificación era un buen expositor, pero como confiaba en su capacidad natural, daba la
impresión de que no preparaba muy a detalle su trabajo.
Fuera de eso, recuerdo muy bien que siempre manifestó un impulso natural a proteger a los demás, por lo
menos conmigo lo hizo en más de una ocasión. Ni siquiera me dejaba pagar mis consumos cuando
coincidíamos en algunos lugares como cafeterías o refresquerías.
Alrededor de dos años duró la convivencia con Sergio, pero, cuarenta años después tengo su imagen en la
memoria tan nítida, tan clara, tan actual, tan aquí y ahora. Alguna razón debe haber.
Compartimos también uno de los viajes de estudio y el tipo lo disfrutó en grande, solía ser así: espontáneo,
abierto, con una enorme confianza en sí mismo. Durante ese viaje le llevamos (entre los dos) serenata a una
compañera a la que pretendía y que nunca le correspondió, según supe.
¡Dios! ¡Cuántas cosas qué recordar! ¡Cuántas historias agolpadas en la memoria! Y todo por la peor de las
noticias: Sergio falleció. Hermano no sé cuánto tardemos en reunirnos, pero recibe el cariño que hiciste crecer
en nuestros corazones y un abrazo grande y eterno.
DESCANSA EN PAZ.

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