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CÉSAR VALLEJO,

UN PELIGRO EN PLENO SIGLO XXI

Mientras que en Madrid, el próximo 1º de septiembre se premia con tres


mil euros al ganador del trabajo: “Investigación sobre la estadía de César
Vallejo en la capital española en 1931”, –evento internacional organizado
por “LETRA 2010”, en el que participarán dos de nuestros más altos
representantes de la cultura nacional, Mario Vargas Llosa y Fernando de
Szyszlo–; acá en nuestro país, una universidad privada que lleva el nombre
del más notable de nuestros poetas, se da el lujo de expulsar a sus
profesores que dictaban cátedra sobre la vida y obra de este gran autor,
acusándolos, nada menos, de “apologistas del terrorismo”.

Y justamente, volviendo a la parte introductoria, es de esperarse que el


autor español, ganador de la investigación sobre la estadía vallejiana en la
tierra de Cervantes, enaltezca debidamente la prolífica labor del peruano,
por haber escrito en aquel año –tras ser desterrado de Francia por sus ideas
políticas–, una de sus obras que se constituyó todo un best seller de la
época: Rusia en 1931. Reflexiones al pie del Kremlin. Esta obra representa
–según Ediciones Ulises– “la versión más completa, más rica en facetas,
más profundas, imparcial y actualísima de cuantas se han dado sobre el
Soviet”. En ella encontramos citas que levantan los pelos burgueses, y en
este caso en particular, de Juan Manuel Pacheco, que así se llama el
representante de dicha universidad: “Pienso en los desocupados. Pienso en
los cuarenta millones de hambrientos que el capitalismo ha arrojado de sus
fábricas y de sus campos. ¡Quince millones de obreros parados y sus
familias! ¿Qué va a ser de este ejército de pobres, sin precedente en la
historia?”... Vallejo plantea, de manera definitiva, que la transformación
del mundo vendrá “tarde o temprano, por acción violenta de esos cuarenta
millones de hambrientos y victimas de los patronos…”. (Vallejo, 1965, pp.
184-185).

Según Pacheco, algunas citas como éstas no deben llegar a oídos de los
estudiantes universitarios. Cree y teme que exacerbe la violencia en los
jóvenes. Este nuevo mensajero apolítico se atreve a desconocer la
condición marxista del autor de Trilce, y considera que debe desaparecer,
inevitablemente, como punto temático en la cátedra vallejiana. Para este
señor, los jóvenes universitarios deben conocer al Vallejo mutilado, al
Vallejo romántico, nada más. Y aquel maestro de cátedra que ose hablar
sobre el marxismo de Vallejo, es llevado inmediatamente al banquillo de
los acusados, como apologista del terrorismo. ¡Qué injusticia! ¡Qué tal
infamia en contra de César Vallejo! ¿Merece esta universidad, seguir con el
rótulo de tan ilustre escritor, que lleva muy en alto el nombre de nuestro
Perú? ¿Alguna vez el propietario de esta casa de estudios pagó algún
derecho, a alguien, por utilizar el nombre de tan prestigioso hombre de
letras? ¿Conoce la ciudadanía, entre ellos sus alumnos, que le pasó al
dueño de esta universidad por utilizar, sin autorización, el dibujo vallejiano
de Picasso como logo de su institución universitaria?

Continúan mis interrogantes: ¿No sabían, acaso, las autoridades de esta


universidad, que hacer cátedra Vallejo comprende estudiar y analizar en el
campo de la dialéctica, la vida y obra de César Vallejo? ¿Seríamos
consecuentes con el poeta, si enseñamos solo el aspecto poético, tentando
apenas líneas declamatorias? ¿Es que los jóvenes actuales, no pueden
conocer la cruda realidad en que vivimos, a la luz de las teorías vallejianas?
No, señores funcionarios. No olviden que Vallejo fue consecuente con sus
ideales y su ejemplar integridad, solo puede medirse a la luz de los hechos
concretos en su difícil existencia. ¿No es, acaso, esta muestra de dignidad
humana, el más claro paradigma para los jóvenes de hoy y del mañana? Sé
que lo saben, pero es necesario nuevamente recordarles. Verbigracia:
Vallejo en las postrimería de su existencia, el gobierno de O.R. Benavides
decidió “prestarle” su apoyo para que regrese al Perú, pero
condicionándolo a que dejara de lado su posición política. Antes, en
Europa, inició su carrera marxista. Lo desterraron de Francia y partió a
España con Georgette. ¿Alguna vez Vallejo demostró cierta vacilación o
debilidad con sus principios ideológicos y políticos? ¡Jamás! Nada, ni nadie
pudo cambiar sus posturas consecuentes. Su afinidad política, su
adherencia en pro del pueblo, fue con JCM, y de ello resalta como prueba
contundente la conformación de la célula parisina del partido socialista del
Perú, en 1928.

Es hora de levantar mi voz de protesta, y exigir, desde esta tribuna, que el


señor Pacheco demuestre que los profesores –a quien ha expulsado
abusivamente– son apologistas del terrorismo. Y como no va a poder
demostrarlo, se retracte y haga que dichos maestros vuelvan a las aulas.
Solo así se podrá resarcir la figura agigantada del escritor santiaguino.

Finalmente, dos cosas: primero, no olvidemos, jamás, que Vallejo no es


solo un revolucionario de la palabra, del lenguaje poético; sino, un
revolucionario en la vida y en su injusto y explotador sistema, a decir de
Fernando Oña Pardo. Y segundo, repetir lo que dijo Georgette, su tenaz
esposa: “Vallejo fue un hombre profundo, también un marxista encendido,
combativo, intranquilo. Se puede discrepar con sus ideas, pero no
cambiarlas. No se puede fabricar otro Vallejo”.
Lima, invierno del 2010.

Miguel Pachas Almeyda.

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